Disco OPO Cage
Disco OPO Cage
Disco OPO Cage
Si en las últimas décadas ha habido una identificación total entre obra y director, esa es sin lugar a La Opening Performance Orchestra es un
duda la de Tristán e Isolda y Daniel Barenboim. Esta es la quinta grabación del director argentino, conjunto dedicado a la música experimental y
penúltimo documento de una historia de amor que comienza con la filmación, en un ya lejano activo en el área de Praga, que ha decidido
1983, de la bella producción de Jean-Pierre Ponnelle, estrenada dos años antes. Sorprende aún más (intentar) hacerse más global de la mano del
que, de las cinco, cuatro de ellas fueran grabadas directamente en soporte audiovisual, lo que en profeta más a la mano para las intenciones
estos tiempos puede ser contraproducente. En este sentido Barenboim había tenido suerte hasta artísticas del ensemble, John Cage (1912-1992).
ahora. Las filmaciones de las producciones bayreuthianas de Ponnelle y Heiner Müller (1995), una Para ello propone un juego que trasciende la
obra maestra, son excelentes. También, pese a los toques gore, la de las representaciones escalígeras propia fonografía del norteamericano, este
dirigidas escénicamente por Patrice Chéreau (2007), en quien Barenboim dijo haber encontrado a Chess Show, en puridad, no es ninguna obra del
su socio ideal. catálogo de aquel. Su título parece jugar a la
En 2018 tuve ocasión de presenciar este Tristán e Isolda en Berlín. Salí conmocionado en lo confusión con Chess Pieces (1943), para piano
musical —una experiencia inolvidable— y asqueado en lo escénico. Tcherniakov no cree en el solo; pero lo que aquí se ofrece en dos
libreto y se cachondea de él constantemente. El escenario del primer acto es un yate de lujo, realizaciones (dos discos de 64 exactos
lleno de pijos que consumen alcohol sin parar. Tras beber el filtro, rompen a reír mientras minutos cada uno, como 64 son las casillas del
cantan Treuloser Holde!, Seligste Frau!, envueltos en una música maravillosa. Todo es ridículo y tablero de ajedrez y 64 los hexagramas del
ofensivo. La escena repele y es una nota permanentemente desafinada y chirriante. El segundo I Ching) es una aproximación libre en el
acto transcurre en un salón en el que el papel pintado de las paredes reproduce dibujos de espíritu de Cage a sendas inquietudes artísticas
árboles. Ya saben, el bosque. Cuando Isolda menciona el viento en el follaje, se ríe. El vándalo del músico; desde luego el ajedrez, también la
Tcherniakov parece divertirse haciendo reír a los personajes cada vez que lo que dicen choca combinación del material sonoro mediante
con lo que vemos, lo que ocurre casi siempre. El tercer acto es el único ‘normal’: Tcherniakov procedimientos de azar.
decide lavarse las manos en la complicada lucha que sigue a la llegada del segundo barco, que En la primera grabación, dirigida por
transcurre a oscuras y, ¡al fin!, sirve una escena bastante decente y, a su modo, poética para una Reinhold Friedl, se entrecruzan fragmentos
Liebestod emotiva en lo musical y en lo canoro. Cómo no, hay destellos aislados de buen teatro, dispersos de Song Books, la Suite para piano de
pero los desatinos son la norma. juguete y varias partes de las Number Pieces,
Es una pena, porque este Tristán e Isolda es magistral en su apartado musical. Barenboim se también incluso asoman las obsesivas Vexations
muestra más sabio que nunca. La dirección, clarísima, sutilísima, llena de matices, de hallazgos, de Erik Satie. La sensación de organicidad es
atenta a los detalles sin perderse en ellos, al colorido instrumental es encendida en los plena, la música fluye sin pausa, caudalosa en
momentos cumbre. El sonido de la formidable Staatskapelle de Berlín es bellísimo y de una su juego de autorreferencias y el material tiene
abrumadora transparencia. El reparto vocal está a la altura. Con una voz caudalosa y bella, una extraña cualidad cageana. La segunda,
canto matizado, agudos que cortan el aire y una presencia magnética, Anja Kampe es una Isolda grabada cuatro años después de la primera, en
extraordinaria, deslumbrante, de las más grandes de ahora y de siempre. El incombustible 2021, es comandada por el pianista Miroslav
Andreas Schager es un Tristán pletórico, entregado en los tres actos, y aún con fuerzas para Beinhauer y otorga una asimilación
redondear un formidable Tercero (lacerante Maldición del filtro). Sí, Meier y Jerusalem rezuman notablemente distinta del concepto. En ella el
verdad (nadie ha dicho Begehrt, Herrin, was Ihr wünscht! como Jerusalem), pero Kampe y Schager carácter performativo de la primera se reduce y
son vocalmente superiores. La estupenda Ekaterina Gubanova, hermosa voz de mezzo con el tono es más, diríamos, musical en un sentido
cuerpo, un punto oscura y que sube muy bien al agudo, timbrado y sin cambio de color, es una aproximadamente escolástico; también la
Brangäne soberbia. El omnipresente Stephen Milling no posee una voz particularmente noble y abstracción es mayor y el collage resulta más
tiene que empujar los agudos, pero su Marke es convincente. No puede decirse lo mismo del intrincado. Una y otra grabación responden,
endeble Kurwenal de Boaz Daniel, de voz áspera y canto un tanto tosco, aseado en el primer desde ópticas distintas, a lo que conviene a las
acto e insuficiente en el tercero. intenciones de los músicos de la OPO: invocar
Un Tristán e Isolda inmenso, pero solo para disfrutar con la imagen apagada. a Cage a partir de Cage y sin que el resultado
sea una obra de Cage. ¿O sí?
Miguel Ángel González Barrio
Ismael G. Cabral
SCHERZO 49