Convenios Centre de Justicia Alternativa Usura
Convenios Centre de Justicia Alternativa Usura
Convenios Centre de Justicia Alternativa Usura
Décima Época
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 38, Enero de 2017, Tomo IV,
página 2508
Tipo: Aislada
Esta tesis se publicó el viernes 20 de enero de 2017 a las 10:21 horas en el Semanario Judicial
de la Federación.
Ejecutoria:
Décima Época
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 38, Enero de 2017, Tomo IV,
página 2482
CONSIDERANDO:
CUARTO.-Estudio
La resolución impugnada, en cuanto al análisis del tema de la usura, se sustenta en dos pilares:
a) La resolución recaída en el proceso de mediación constituye cosa juzgada, por lo que no está
sujeta a revisión en nuevos juicios o procedimientos.
b) Por otra parte, ya se llevó a cabo la vía de apremio para la ejecución del convenio celebrado
en aquel procedimiento, contra cuya decisión se promovió juicio de amparo, donde se negó la
protección constitucional a los actuales quejosos, en primera instancia, y la decisión se
confirmó por este Tribunal Colegiado, lo que proporciona otro motivo jurídico para considerar
firme lo resuelto respecto a los intereses pactados, sin posibilidad de modificación.
1. Naturaleza jurídica, identidad con la transacción y efectos de los convenios celebrados ante
el Centro de Justicia Alternativa.
a) Naturaleza jurídica.
Estos convenios son actos jurídicos celebrados exclusivamente entre los particulares que
intervienen como partes, llamados mediados, en los procedimientos de mediación, con auxilio
profesional de expertos en la materia, quienes sólo intervienen para facilitar la comunicación
entre los sujetos del conflicto y dar fe de los acuerdos a que éstos han llegado; de manera que
con su intervención no sancionan con la autoridad soberana del Estado dichos acuerdos de
voluntad, como si fueran una sentencia definitiva dictada por un órgano jurisdiccional e
impuesta imperativamente a los litigantes.
Esto resulta, en primer lugar, del articulado de la Ley de Justicia Alternativa del Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad de México, del cual conviene resaltar los siguientes aspectos:
• Los convenios son los continentes de los acuerdos alcanzados por dos o más personas, para
resolver los puntos controvertidos de un asunto, durante el desarrollo del procedimiento de
mediación, como mecanismo alternativo para la autocomposición de conflictos y método de
gestión tendiente a evitar la apertura de procesos judiciales de carácter contencioso o poner
fin a los ya iniciados. (artículos 2, fracciones I y 3)
ii. El de neutralidad de los mediadores, que los obliga a mantener la conducción del
procedimiento exenta de juicios, opiniones y perjuicios propios respecto de los mediados, que
puedan influir en éstos, para la toma de decisiones. (artículo 8, fracción IV)
iii. El de equidad, que vincula a los mediadores a propiciar condiciones de equilibrio entre los
mediados, para que los acuerdos que alcancen sean recíprocamente satisfactorios. (artículo 8,
fracción VI)
• Los convenios los celebran y suscriben los mediados, aunque también los firman los
mediadores autorizados por la ley, con lo cual sólo se les reviste de fe pública, para seguridad
de los términos convenidos y no para dotarlos de imperatividad en ejercicio de la soberanía del
Estado (artículo 14); y, en ese sentido, debe entenderse la obligación de los mediadores de
asegurarse que los acuerdos se apeguen a la legalidad y se construyan a base de la buena fe.
(artículo 21, fracción VII)
La ley citada no determina claramente el contenido sustancial de los convenios en estudio, por
lo cual cabe entender que admite la posibilidad de pactar reconocimiento y/o renuncia de
derechos y obligaciones, novación de la relación jurídica original preexistente entre los
mediados, con supresión de algunos derechos y obligaciones, y agregación de otros, etcétera.
Sin embargo, en atención a la naturaleza humana, lo ordinario será que tales convenios
contengan en realidad un contrato de transacción.
Este contrato se encuentra regulado en el Código Civil para la Ciudad de México, donde se
define como el contrato por el cual las partes, haciéndose recíprocas concesiones, terminan
una controversia presente o previenen una futura, según se lee en el artículo 2944 de tal
ordenamiento.
Al ser así las cosas, para determinar la interpretación jurídica correspondiente, debe hacerse
una correlación constante de las dos instituciones y de ambos ordenamientos.
El artículo 1o. de la Ley de Justicia Alternativa mencionada dispone, clara y rotundamente, que
la mediación es un método de gestión de conflictos para la solución de controversias entre
particulares, pero agrega enfáticamente que esto sólo es factible cuando tales controversias
recaigan sobre derechos de los cuales puedan disponer los particulares libremente, sin afectar
el orden público, y que la solución se basará en una autocomposición asistida.
En el capítulo relativo a la transacción del Código Civil, no se hace esa referencia expresa, pero
se explica que a dicho acto jurídico le son aplicables las reglas generales fijadas por ese
ordenamiento dentro de las cuales está el artículo 1825, donde se exige como requisito para
que algo sea objeto de un contrato, que esté en el comercio; el 1827, donde se impone que el
objeto debe ser lícito y el 1830, que define como ilícito el hecho contrario a las leyes de orden
público o a las buenas costumbres.
Esto se corrobora con las precisiones concretas hechas en la regulación de la transacción, al
determinar que no es transigible la acción para la imposición de la pena (artículo 2947); las
acciones sobre el estado civil de las personas o la validez del matrimonio (artículo 2948); un
delito o culpa futura, la acción civil que nazca de un delito o culpa futuros, sobre una sucesión
futura, sobre una herencia, antes de visto el testamento, si lo hay; sobre el derecho a recibir
alimentos (artículo 2950). Esto es, a partir de la regla general para todos los contratos, de que
no pueden ser objeto de pacto entre los particulares los derechos o intereses de orden
público, se hacen algunas precisiones específicas dirigidas a la transacción para situaciones en
las cuales podrían generarse dudas.
Por otra parte, la doctrina se puede considerar uniforme en este sentido, como se ve
ilustrativamente en las siguientes citas:
Rafael Rojina Villegas, al tratar el tema del objeto del contrato de transacción señala: "...la
transacción puede referirse a cosas, a derechos o a prestaciones de hacer o de no hacer.
Cuando la transacción se refiere a cosas, tenemos que aplicar todas las normas generales en
cuanto a la posibilidad física y jurídica de las mismas. Lo mismo cuando la transacción se
refiere a derechos, es decir, a bienes incorporales en donde también existen requisitos de
posibilidad jurídica. Cuando la transacción recaiga sobre hechos positivos o negativos,
aplicamos también las normas referentes a la posibilidad física y jurídica de los mismos.-
Además de estas normas generales, el objeto de las transacciones lo podemos determinar
estableciendo las siguientes bases: 1. La transacción sólo puede recaer sobre derechos
patrimoniales renunciables; 2. La transacción no puede recaer sobre los derechos inherentes al
estado civil de las personas; 5. (sic) La transacción no puede referirse a la responsabilidad
penal, ni en lo que toca a la acción penal, ni en los que se refiere al delito, dolo o culpa futuros;
ni actualmente, en lo que incumbe a la reparación del daño cuando éste forma parte de la
sanción pública por ser consecuencia de un delito.-1. La transacción sólo puede recaer sobre
derechos patrimoniales renunciables. Esta afirmación se deriva del sistema mismo de la ley. No
hay una declaración expresa en tal sentido, pero podemos, aplicando reglas generales de los
contratos y las especiales de la transacción, concluir delimitando a los derechos patrimoniales
renunciables, el objeto de este contrato. ...Considerando el contrato en su conjunto, tiene un
interés mixto, patrimonial y moral. En la transacción podemos considerar que aun cuando
recaiga sobre obligaciones de dar, de hacer o de no hacer, la ley toma en cuenta el interés
patrimonial, porque excluye sistemáticamente cuestiones que no tengan alcance pecuniario al
referirse al estado civil de las personas y al determinar que sí puede haber transacción en
cuanto a los efectos patrimoniales del estado civil, sin que la transacción determine o atribuya
un cierto estado. ..."(11) (énfasis añadido)
Manuel Mateos Alarcón dice: "Para que la transacción sea válida y eficaz no basta que recaiga
sobre un derecho dudoso que es o puede ser materia de una controversia, sino que se necesita
además que el objeto a que ese derecho se refiere sea cierto y lícito.-Esto es, el objeto de la
transacción debe estar en el comercio, supuesto que, las cosas que se hallan fuera de él,
aquellas cuya especie no es ni puede ser determinada y los actos ilícitos son legalmente
imposibles, no están en el comercio y anulan los contratos que recaen sobre ellos (arts. 1421 a
1423 del Código Civil de 1884). ..."(12) (énfasis añadido)
Laurent enseña: "El principio que permite transigir toda especie de derechos supone que se
trata de derechos de interés privado que el legislador deja a la libre convención de las partes
contratantes: pueden disponer de sus derechos, luego pueden transigir en las contestaciones
que nazcan. Pero hay derechos de los que no pueden disponer las partes; el artículo 1128 lo
dice en las convenciones ordinarias, ‘sólo las cosas del comercio pueden ser objeto del
contrato.’. Dijimos en el título ‘De las obligaciones’ que esta regla está formulada en términos
muy absolutos; puede haber ciertas convenciones relativas a los casos que han sido colocados
fuera del comercio por causa de utilidad pública. Esta excepción no se aplica a la transacción;
no puede transigir con ningún derecho que esté fuera del comercio, pues transigir es disponer,
y sólo se pueden transigir cosas de cuya disposición tiene la facultad; luego no se puede
transigir acerca de los derechos que están fuera del comercio."(13) (énfasis añadido)
El jurista argentino Guillermo A. Borda señala como objeto del contrato de transacción: "De
una manera general, puede decirse que todos los derechos que están en el comercio pueden
transarse. ..."(14)
Como puede observarse, los tratadistas coinciden en que el objeto de los contratos de
transacción sólo lo pueden constituir derechos y obligaciones que estén en el comercio, de los
que puedan disponer las partes libremente, es decir, con esto, se aparten claramente los
derechos excluidos por la ley de tráfico comercial, especialmente los considerados de orden
público en el sistema jurídico.
En la categoría de derechos disponibles no están incluidos los derechos humanos que, por su
naturaleza de derechos reconocidos a todas las personas por el mero hecho de serlo son
derechos irrenunciables inherentes a la condición de persona,(15) de tal forma que no están
en el comercio y, por tanto, no pueden constituir objeto de ningún contrato.
• Universales. Los derechos que incluye la Declaración Universal de los Derechos Humanos
pertenecen a todos los seres humanos por el mero hecho de serlo.
• Inalienables. No se pueden enajenar, nadie puede ser despojado de ellos.
• Irrenunciables. No se puede renunciar a ellos, aunque sea por propia voluntad y, por tanto,
son también intransferibles, nadie más que el propio titular puede valerse de ellos.
• Imprescriptibles. Son para toda la vida, no tienen fecha de caducidad por ningún motivo.
El artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prevé que todas las
personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea Parte, así como de las garantías para su
protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y
condiciones que ese ordenamiento establece, de donde se demuestra que los derechos
humanos están protegidos por la Constitución y los tratados internacionales, los cuales son
enfáticos en que no están a disposición de los particulares, para enajenarlos o convenir sobre
ellos.
Lo anterior, en virtud de que en los propios tratados internacionales se establece que ninguna
persona puede disponer de ellos, como objeto de comercio ya que, incluso, se prevé que su
ejercicio sólo puede restringirse por parte del Estado en condiciones extraordinarias y
plenamente justificadas, lo que suele suscitar fuertes y acaloradas discusiones.
En esas condiciones, los derechos humanos no pueden ser materia de un contrato celebrado
conforme a las leyes mexicanas, ni en particular de los convenios celebrados ante el Centro de
Justicia Alternativa, porque ese pacto es atentatorio de normas de orden público y, por tanto,
su objeto sería ilícito, por su propia naturaleza, y según la normatividad, por lo que es evidente
que no pueden ser materia del contrato de transacción.
"1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y
goce al interés social.
"2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según
las formas establecidas por la ley.
"3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre, deben
ser prohibidas por la ley."
Ahora bien, en el párrafo tercero del mencionado artículo 1o. constitucional, se establece que
todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover,
respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad; por lo que el Estado deberá
prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a estos derechos, en los términos que
establezca la ley.
Si uno de los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales de los que México
es Parte, lo constituye el derecho de propiedad, igualmente protegido por el artículo 27
constitucional, y existe la prohibición expresa de la usura, entonces, forma parte de los
derechos humanos.
La Ley de Justicia Alternativa invocada dispone, en el artículo 38, que el convenio celebrado
con las formalidades previstas en esa ley será válido y exigible en sus términos y tendrá fuerza
de cosa juzgada, así como que traerá aparejada ejecución para su exigibilidad en la vía de
apremio ante los juzgados, cuyos titulares sólo pueden negar la ejecución cuando el convenio
adolezca de alguno de los requisitos señalados en el artículo 35; y que surtirán los mismos
efectos los convenios emanados del procedimiento seguido por los mediadores privados,
certificados por el tribunal, que sean celebrados con las formalidades de ley, y registrados ante
el centro, de acuerdo con la normatividad, lo que se reitera en el artículo 51.
Por su parte, el artículo 2953 del Código Civil para esta ciudad determina que, la transacción
tiene, respecto de las partes, la misma eficacia y autoridad que la cosa juzgada, pero enseguida
agrega que podrá pedirse la nulidad o la rescisión de aquélla en los casos autorizados por la
ley, citando algunos de ellos, como la transacción hecha en razón de un título nulo, con sus
modalidades; aquí, inclusive, se establece en el artículo 2955, que cuando las partes estén
instruidas de la nulidad del título, o la disputa sea sobre la misma nulidad, se puede transigir
válidamente, siempre que los derechos a que se refiere el título sean renunciables, lo que
confirma que sólo los derechos disponibles pueden ser materia de transacción.
Como se puede ver, la redacción de los preceptos citados puede conducir a confusión, al
sostener ambos ordenamientos que los convenios de transacción tienen la misma eficacia y
autoridad que la cosa juzgada, lo que llevaría, prima facie, vistas estas normas aisladamente, a
aplicar todos los preceptos y principios referentes a la res judicata.
Sin embargo, la vista de estos artículos a la luz de los demás que regulan las instituciones en
estudio, conducen a extraer las claras diferencias que existen entre ambas instituciones.
Para empezar, el contenido de los convenios no es inmutable, pues la misma Ley de Justicia
Alternativa prevé que pueden ser objeto de nuevos procedimientos de mediación, bajo el
concepto re-mediación, ante el incumplimiento parcial o total de un convenio celebrado por
los mediados, o ante el cambio de circunstancias que dieron origen a su celebración, lo cual da
lugar a la reapertura del expediente y a la posibilidad de elaborar un convenio modificatorio o
construir uno nuevo (artículo 37), y esto no es admisible en la verdadera cosa juzgada,
proveniente del dictado de una sentencia definitiva, por un órgano jurisdiccional, pues una de
las características de la cosa juzgada es su inmutabilidad, es decir, por regla general, no puede
modificarse su contenido a través de un procedimiento posterior.
En segundo lugar, como ya se vio, el código prevé causas de nulidad de los convenios, lo que
en la auténtica cosa juzgada sólo llega a admitirse con carácter excepcionalísimo.
En México se prevé la promoción del procedimiento de nulidad de juicio concluido, que tiene
como supuestos de procedencia la actualización de condiciones extraordinarias, tales como
que el fallo se haya emitido con base en pruebas reconocidas o declaradas de cualquier modo
falsas con posterioridad a la resolución, o que la parte vencida ignorara que se habían
reconocido o declarado como tales antes de la sentencia; o bien, cuando existiere colusión u
otra maniobra fraudulenta de las partes litigantes en el juicio cuya nulidad se pide, en perjuicio
del actor (artículo 737-A del Código de Procedimientos Civiles para esta ciudad).
Finalmente, si los convenios mencionados son contratos celebrados entre particulares,
también pueden resultar jurídicamente inexistentes, especialmente por falta de objeto lícito,
en términos del artículo 1830 del Código Civil para la Ciudad de México.
"La autocomposición es, en cada una de sus formas, expresión del poder reconocido a la
voluntad de los interesados para la tutela de sus intereses. El hecho de que el litigio pueda ser
compuesto por las propias partes sin intervención de Juez, significa que la ley se remite a la
voluntad de ella, en lo que concierne a la tutela de los intereses recíprocos. No es preciso
agregar más para comprender que la equivalencia de la autocomposición con la composición
judicial ha de ser limitada. De ella deben ser excluidos necesariamente todos los conflictos en
que la voluntad de las partes no sea trascendente... (donde) no hay terreno propicio para la
autocomposición."
Agrega que este último principio, aunque mal enunciado, se encuentra en el Código Civil
italiano, mediante la mediocre fórmula relativa que para "transigir será necesario que se tenga
la capacidad de disponer de los objetos comprendidos en ella."
Por tanto, destaca que en cuanto a la indisponibilidad del objeto "la eficacia de la transacción
queda subordinada a la homologación judicial."
De tal forma que la eficacia reconocida a los convenios celebrados ante el Centro de Justicia
Alternativa por la ley de la materia, y a los contratos de transacción por el Código Civil local, es
la cosa juzgada, entendida como ejecutividad, y no la que implica la fuerza de imperio con que
está revestido un fallo judicial.
Al respecto, se considera aplicable la diferencia establecida por Francesco Carnelutti entre los
efectos de las resoluciones judiciales y de los procesos alternativos de solución de conflictos o
autocompositivos sobre la eficacia de una decisión, en el sentido de que puede ser imperativa
o ejecutiva, de la siguiente manera: "... ‘fuerza ejecutiva’ se refiere claramente a su eficacia
como título ejecutivo: aun cuando el lenguaje de la ley no sea una maravilla de precisión, la
palabra ‘ejecución’ tiene en ella un significado bien definido, que en manera alguna
comprende la noción distinta de cosa juzgada...la hipótesis paralela de la ‘fuerza ejecutiva de
los actos auténticos’, no puede ser sino la cualidad de título ejecutivo."
Mientras que trata la eficacia imperativa, en la siguiente forma: "... (la sentencia judicial) se
impone a los litigantes y, por ello, les obliga, es decir, que la eficacia de la decisión se expresa,
ante todo, como imperatividad. ...No existe precepto legal que de manera clara afirme que el
juicio del Juez tenga eficacia imperativa...el descuido se debe, sin duda, al hecho de que nadie
puede dudar de su eficacia. De todos modos, la importancia de esa eficacia se infiere del texto
del artículo 350 y 351 del Código Civil, que la llama ‘autoridad’ ..."
Enrico Tullio Liebman asegura que: "...La ley confiere efectos a la sentencia antes de que la
misma pase a la autoridad de cosa juzgada: aun prescindiendo de la posibilidad de la ejecución
provisoria que el Juez puede atribuir a la sentencia de primer grado, basta pensar en la eficacia
ejecutiva que corresponde en vía normal a la sentencia no sujeta ya a los medios de gravamen
ordinarios. Pero esto debe repetirse también en cuanto a los otros efectos que puede producir
una sentencia, bien sea el de la declaración de certeza, bien sea el constitutivo, que deben
concebirse, y de hecho existen, independientemente de su mayor o menor
definitividad. ..."(17)
Ramón Palacios sostiene que: "La imperatividad de la decisión trae consigo, en calidad de
consecuencia jurídica inevitable, su cumplimiento. Como el fallo no es una opinión, sino la
voluntad declarada por el Estado, debe ser respetada y acatada por todos, incluyendo al
Estado mismo; esta eficacia de mandato autónomo, complementario y concreto del fallo,
cuando para en autoridad de cosa juzgada trae en su entraña la posibilidad (civil) o necesidad
(penal) de ser impuesto por medio de la fuerza. Es título ejecutivo y da origen a la ejecución si
la sentencia condena; se cumple, se impone, sin proceso ejecutivo, porque simplemente
previene un no hacer, en la hipótesis de la desestimación de la demanda, e igual en la
declarativa y constitutiva."(18)
Sonia Calaza López distingue, en igual forma la eficacia imperativa de la eficacia ejecutiva, en
las resoluciones al señalar que: "la eficacia de cosa juzgada formal de las resoluciones
judiciales que gozan de la cualidad de firmeza no ha de identificarse con la eficacia ejecutiva,
toda vez que esta última únicamente se predica de las sentencias materiales de condena y
aquella otra, sin embargo, caracteriza tanto a las resoluciones procesales, como de fondo, e
incluso respecto de estas últimas, no sólo a las de condena sino también a las declarativas y
constitutivas.(19)
En relación con la eficacia imperativa Carnelutti sostiene: "... ¿Qué eficacia tiene esta
combinación de mandato y juicio? La respuesta natural y caso irresistible es ésta: se impone a
los litigantes y, por ello, les obliga. Es decir, que la eficacia de la decisión se expresa, ante todo,
como imperatividad...la sentencia no es sólo un hecho, sino un acto jurídico o, mejor dicho,
una declaración de voluntad...eficacia interna es su imperatividad, que representa tan sólo la
proyección de la voluntad del Juez. ..."(20)
Como puede observarse, los autores distinguen la eficacia ejecutiva (de título ejecutivo) de la
autoridad de la cosa juzgada, en el sentido de la imperatividad, de mandato que debe
cumplirse aun contra la voluntad de quienes intervinieron en el procedimiento.
d) Conclusión.
a) Consideraciones previas.
Este apartado tiene por objeto determinar cuáles son los medios, formas y oportunidades que
tienen las personas afectadas en sus derechos a través de los convenios examinados, si
consideran que los intereses establecidos en ellos son usurarios, a fin de dilucidar si en la vía
de apremio promovida en el juicio natural se extinguió o no el derecho del ejecutado a
excepcionarse contra el monto de los intereses exigidos, por estimarlos lesivos de derechos
humanos.
La primera precisión consiste en incluir este derecho de oposición en el general que tienen las
personas respecto de todos sus derechos, consistente en hacerlos valer o prevalerse de ellos
ante cualquier persona o autoridad donde resulte necesario y útil para su titular, con las
limitaciones que válidamente establezcan las leyes.
La primera forma se daría, por ejemplo, mediante el ejercicio de la acción para declarar la
inexistencia o nulidad parcial o total del convenio, en la vía jurisdiccional correspondiente.
La segunda se puede actualizar cuando se demande al obligado cualquier cosa sustentada en
el convenio, esencialmente su ejecución en la vía de apremio.
En ambos casos, la pretensión del actor u oponente será destruir o disminuir el alcance del
supuesto derecho atribuido a su contraparte en el convenio.
La vía de apremio está regulada en el capítulo quinto del título séptimo del Código de
Procedimientos Civiles para la Ciudad de México, a la que son aplicables mutatis mutandis, las
reglas previstas para la ejecución de las sentencias judiciales, por medio del juicio ejecutivo.
• Si la sentencia contuviere condena al pago de una cantidad líquida y de otra ilíquida, podrá
procederse a hacer efectiva la primera, sin esperar a que se liquide la segunda. (artículo 514)
De estos preceptos cabe resaltar que la ley contempla la posibilidad de que una misma
sentencia, en el caso, un mismo convenio, contenga obligaciones de pago de una cantidad
líquida y de otra ilíquida, y para esto admite la instrucción de sendos procedimientos para
hacerlas efectivas. El de la condena líquida, mediante el requerimiento de pago y, en su caso,
sucesivo embargo y remate de bienes, hasta hacerla efectiva.
"Contra la ejecución de las sentencias y convenios judiciales no se admitirá más excepción que
la de pago, si la ejecución se pide dentro de ciento ochenta días; si ha pasado este término,
pero no más de un año, se admitirán, además las de transacción, compensación y compromiso
en árbitros; y transcurrido más de un año serán admisibles también la de novación, la espera,
la quita, el pacto de no pedir y cualquier otro arreglo que modifique la obligación, y la de
falsedad del instrumento, siempre que la ejecución no se pida en virtud de ejecutoria o
convenio constante en autos. Todas estas excepciones, sin comprender la de falsedad,
deberán ser posteriores a la sentencia, convenio o juicio, y constar por instrumento público o
por documento privado judicialmente reconocido o por confesión judicial. Se substanciarán
estas excepciones en forma de incidente, con suspensión de la ejecución, sin proceder dicha
suspensión cuando se promueva en el incidente respectivo, el reconocimiento o la confesión."
Por otro lado, es necesario establecer que las defensas y excepciones oponibles por el
ejecutado en los términos anteriores, deben hacerse valer en el momento oportuno dentro del
procedimiento específico en que se exija la ejecución de la obligación afectada con la
inconsistencia de que se trate.
Esto es, la oportunidad para oponerse a la ejecución de las sumas ilíquidas consignadas en el
convenio, surge hasta que el ejecutado sea vinculado al proceso de ejecución relacionado a
dichas prestaciones, y sólo si no las hace valer en la oportunidad legal en este procedimiento,
operará la preclusión.
Todo lo anterior evidencia que, si en un convenio de los que tratamos se convienen intereses
usurarios, por ser éstos contraventores de normas de orden público, indisponibles e
irrenunciables y producir su inexistencia total o parcial del acto, su revisión judicial en el
procedimiento de ejecución constituye una defensa que debe examinarse de oficio por el Juez
de la ejecución, aunque el ejecutado no la invoque como excepción, desde luego, dentro del
procedimiento dirigido a hacer efectivos dichos intereses.
b) Conclusión.
3. Caso concreto.
En el caso, las partes celebraron un convenio en el Centro de Justicia Alternativa del Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad de México, el trece de octubre de dos mil trece, cuyo
contenido esencial es el siguiente:
Las partes acordaron que, en caso de cumplir en tiempo y forma con lo pactado en el
convenio, se aplicaría la quita de $60,832.94 (sesenta mil ochocientos treinta y dos pesos
noventa y cuatro centavos) (cláusula tercera).
Las partes acordaron pagar la tasa de interés ordinario del 71.11% (setenta y un por ciento
once centésimas), y como interés moratorio la tasa del 142.22% (ciento cuarenta y dos por
ciento veintidós centésimas), así como el impuesto al valor agregado. (cláusula quinta)
El veinticuatro de marzo de dos mil catorce, ********** promovió la vía de apremio para la
ejecución total del convenio, es decir, exigió el pago de la suerte principal y de los intereses
ordinarios y moratorios.
El veinte de mayo de dos mil catorce, el Juez Cuarto de lo Civil de esta ciudad, acogió la vía de
apremio y requirió a ********** y a **********, únicamente el pago de la cantidad líquida
de $996,724.32 (novecientos noventa y seis mil setecientos veinticuatro pesos treinta y dos
centavos), y en caso de no hacerlo, se embargarían bienes de su propiedad, para con su
remate hacer pago a la acreedora, es decir, se ocupó exclusivamente de la obligación líquida
contenida en el convenio, e hizo el requerimiento sólo al pago de ésta.
********** y ********** reclamaron en amparo indirecto ese fallo, donde les fue negada la
protección constitucional en primera y segunda instancias.
El seis de mayo de dos mil quince, ********** promovió incidente de liquidación de intereses
ordinarios y moratorios pactados en el convenio, aplicando a la suerte principal, como interés
ordinario la tasa del 71.11% (setenta y un por ciento once centésimas), y como interés
moratorio la tasa del 142.22% (ciento cuarenta y dos por ciento veintidós centésimas).
El Juez del conocimiento admitió el incidente y ordenó dar vista a los ejecutados.
Al evacuar la vista, los ejecutados adujeron que el cálculo de los intereses es incorrecto, y la
ilegalidad de la tasa de intereses reclamados por considerarlas usurarias, por lo que solicitaron
su reducción.
El veintidós de junio de dos mil quince, la Juez responsable emitió sentencia interlocutoria
condenatoria, en relación al tema de la usura, señaló que el convenio base de la pretensión es
válido y exigible en sus términos, que tiene la fuerza de cosa juzgada y trae aparejada
ejecución, y sólo puede negarse la ejecución cuando adolece de alguno de los requisitos
previstos en el artículo 35 de la Ley de Justicia Alternativa, por lo que no procede el análisis
sobre la reducción de los intereses, pues esa cuestión debió ser materia de análisis en esa
instancia.
El veintitrés de septiembre de dos mil quince, la Segunda Sala Civil del Tribunal Superior de
Justicia de esta ciudad, en el toca 609/2014 confirmó el fallo recurrido en que desestimó lo
relativo al análisis de la posible actualización de la usura, debido a que el convenio tiene fuerza
de cosa juzgada, que las partes pactaron los intereses en los términos antes señalados y que
en la sentencia emitida en la vía de apremio, al ejecutarse la suerte principal, se reiteró la
calidad de cosa juzgada, por lo que no hay violación a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
Las consideraciones de derecho y la precisión de los hechos del caso concreto conducen al
acogimiento de los agravios expuestos en este recurso, por lo siguiente:
El primero, porque el acto jurídico que se pretende ejecutar en la vía de apremio de la que
proviene el acto reclamado es un convenio celebrado ante el Centro de Justicia Alternativa, en
cuyo procedimiento específico se pretende ejecutar la obligación de pago de los intereses
convenidos, fijados en una tasa de 71.11% (setenta y un por ciento once centésimas) y, como
interés moratorio, una tasa del 142.22% (ciento cuarenta y dos por ciento veintidós
centésimas), que el ejecutado considera usuraria; de modo que por la naturaleza de ese
convenio y los efectos limitados de cosa juzgada que le corresponde, conforme a las
consideraciones precedentes, el Juez sí está obligado a examinar la defensa opuesta por el
ejecutado.
El segundo de los agravios se acoge, porque el trámite dado a la vía de apremio por la Juez
ejecutante, se constriñó exclusivamente a la ejecución del pago de la cantidad líquida,
constante en el convenio presentado como título por el promovente y, por tanto, si en éste no
fueron objeto de ejecución los intereses en el primer procedimiento, no produjo la preclusión
del derecho de oposición, y ya con motivo de la vista que dio para la liquidación de intereses
allí sí se hizo valer la cuestión, aparte de ser obligación del juzgador de proceder a su análisis
ex officio.
Al no haberlo considerado así, el Juez de Distrito ni la autoridad responsable, incurrieron en
vulneración a los artículos 1o., 14 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, y al artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y según lo
desarrollado en esta ejecutoria, en términos de lo previsto en el artículo 93, fracción V, de la
Ley de Amparo, procede revocar la sentencia recurrida y conceder el amparo a los quejosos,
para los efectos siguientes:
2. La Sala responsable deberá dictar una nueva sentencia, en la que, por las razones expuestas
en esta ejecutoria, determine que la limitada eficacia de cosa juzgada que la ley confiere a los
convenios de transacción celebrados en el Centro de Justicia Alternativa del Tribunal Superior
de Justicia de esta ciudad, no impide el análisis de los intereses estipulados, para definir si
éstos son o no usurarios.
3. Que tampoco obsta en el caso la sustanciación de la vía de apremio, para exigir la obligación
determinada en el convenio en cantidad líquida; y, por tanto,
La concesión del amparo se hace extensiva a los actos de ejecución atribuidos a la Juez Cuarto
de lo Civil de la Ciudad de México, al no reclamarse por vicios propios, atento al contenido de
la tesis número 88, publicada con el rubro: "AUTORIDADES EJECUTORAS, ACTOS DE, NO
RECLAMADOS POR VICIOS PROPIOS."(22)
Por lo expuesto y fundado, y con apoyo, además, en los artículos 91 al 93 de la Ley de Amparo,
se resuelve:
Así, lo resolvió el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, por mayoría
de votos de los Magistrados Mauro Miguel Reyes Zapata, como presidente y Leonel Castillo
González, contra el voto de la Magistrada Ethel Lizette del Carmen Rodríguez Arcovedo.
En términos de lo previsto en los artículos 3, fracción XXI, 11, 13, 70, fracción XXXVI, 73, 78,
116 y demás conducentes en lo relativo de la Ley General de Transparencia y Acceso a la
Información Pública, así como de los numerales 56, 57 y 58 del Acuerdo General del Pleno del
Consejo de la Judicatura Federal, que establece las disposiciones en materia de transparencia,
acceso a la información pública, protección de datos personales y archivos, en esta versión
pública se suprime la información considerada legalmente como reservada o confidencial que
encuadra en esos supuestos normativos.
________________
11. Rojina Villegas, Rafael. "La transacción". En la Revista Notarial, Órgano del Colegio de
Notarios del Distrito Federal y Territorios, volumen III, año IV, número 12, enero-marzo, año
1953, pp. 43-44, consultable en la página de Internet:
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/revnot/cont/12/dtr/dtr3.pdf
12. Mateos Alarcón, Manuel. Lecciones de Derecho Civil, Estudios sobre el Código Civil del
Distrito Federal, tomo V, Tratados de las Obligaciones y Contratos. Imp. de Díaz de León
sucesores, S. A., México, 1896, pp. 508-509.
13. Laurent, F. Principios de Derecho Civil Francés, tomo XXVIII, Barroso, Hermano y Comp.
(sucesores) editores, Puebla, s/año, p. 392.
14. Borda, Guillermo A. Manual de Derecho Civil. 14a. Edición, editorial La Ley, Argentina,
2012. pp. 360-361.
15. Díez-Picazo Giménez, Luis María. Sistema de Derechos Fundamentales. 4a. edición,
editorial Cívitas, España, 2013. p. 30.
16. A manera de ejemplo nos referimos a Pacheco Gómez, Máximo, El Concepto de Derechos
Fundamentales de la Persona Humana, en Liber Amicorum Héctor Fix Zamudio, Secretaría de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, 1998, pp. 45-58; Carpizo, Jorge, "Los Nuevos
Derechos Humanos", Antología de Clásicos Mexicanos de los Derechos Humanos, tomo I,
México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1993, p. 281. García Becerra, José Antonio.
Teoría de los Derechos Humanos, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1991, p. 20.
17. Liebman, Enrico Tullio. Eficacia y Autoridad de la Sentencia y otros Estudios sobre la Cosa
Juzgada. Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, México, 2003, pp. 53-54
18. Palacios, Ramón. La Cosa Juzgada. Editorial José M. Cajiga Jr. México, 1951, p. 167.
19. Calaza López, Sonia. La Cosa Juzgada, La ley, grupo Wolters Kluwer, Madrid, 2009, p.
55.
20. Carnelutti, Francisco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Tomo I, Orlando Cárdenas V.
editor,
21. Valenzuela, Arturo. Derecho Procesal Civil, editorial José M. Cajiga, Jr. S.A., México 1959,
pp.114-119
Esta ejecutoria se publicó el viernes 20 de enero de 2017 a las 10:21 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.