Hojas en La Acera Nro 44 Ríos
Hojas en La Acera Nro 44 Ríos
Hojas en La Acera Nro 44 Ríos
HOJAS EN
Diciembre 2019 Año XI nº 44 LA ACERA
E
L
A
Nº 44 Año XI
DICIEMBRE 2019
GACETA INTERNACIONAL
HOJAS EN LA ACERA ISSN 1989-5984 www.hela17.blogspot.com hojasenlaacera@hotmail.es
DE HAIKU
Editada en España
HOJAS EN
Diciembre 2019 Año XI nº 44 LA ACERA
Redacción
Traducciones
Leticia Sicilia
letisicilia@hotmail.com
Enlace América
Jorge Braulio Rodríguez
jorgebraulio@cubarte.cult.cu
Enlace Japón
Félix Arce
xilinbi@hotmail.com
Ilustraciones
Sandra Pérez
sandraenlaluna@gmail.com
Ayudante de maquetación
Toñi Sánchez Verdejo
toni1603@gmail.com
Coordinador de Publicaciones
Javier Sancho
javiersancho666@hotmail.com
Redactor Jefe
Elías Rovira
elias.rovira@gmail.com
Director
Enrique Linares
elinaresmarti@gmail.com
HOJAS EN LA ACERA
EDICIÓN DIGITAL
editada en España:
ISSN 1989-5984
EDICIÓN IMPRESA
editada en España:
ISBN 1314 - 7811
Blog de HELA:
www.hela17.blogspot.com
Email de contacto:
hojasenlaacera@hotmail.es
Sumario
Nº 44 Diciembre 2019
Editorial, pág. 4
Haikus de autor:
Martín Azcárate Núñez, pág. 23
María Jesús Pérez Núñez, pág. 26
Ricardo Virtanen, pág. 28
A la memoria de Cristina Noemí Ghiringehli, pág. 29
Yoko Masuyama, pág. 34
TRADUCCIÓN:
“El arte secundario del haiku moderno” de Kubawara Takeo, por Alfredo Bizarro, pág. 70
LIBROS:
“Con los cinco sentidos”, varios autores, por Emma González y Eduardo Moreno, pág. 82
“Octante luna”, de Elías Dávila Silva, por Gregorio Muelas Bermúdez, pág. 83
Comentarios de Mayra Rosa Soris Santos a los mejores puntuados del kukai, pág. 92
Editorial
¿Quién no ha detenido sus pasos en la ribera de un arroyo para escuchar el canto del
agua? Melodía que discurre serena, como el susurro melódico de una nana.
Dentro de nosotros quietud. Somos cauce de río. Somos música. Somos verso que obser-
va.
Pequeño arroyo de montaña. Río caudaloso del valle. Desembocadura en el mar. Belleza
que fluye. Y sin embargo pagan su tributo arrastrando nuestra locura en forma de plásticos y
basura.
Es hora de detenerse, que resuene de nuevo la canción de cuna que nos dedica el agua
de los ríos, de los manantiales que surgen de las entrañas de la tierra y escribir un haiku.
Dejar en los tres versos la viva experiencia de sentirnos uno con la naturaleza. Que nunca se
nos apague la energía de seguir describiendo en un haiku la belleza de lo que nos rodea.
Como dice Teresita, la autora de la fotografía de la portada: “A veces somos como ese
bombillo en el agua. Un día, sin saber por qué, nos encontramos fuera de contexto como
arrojados por una extraña mano, sin luz, sin poder conectarnos a esa energía vital interior
que nos da las ideas, que nos empuja a nuevos caminos y nuevas soluciones. Nadando en
un mar de la nada, apagados, vacíos, solo flotando, solo esperando sin saber exactamente
qué.”
En esta gaceta de diciembre, a parte de las secciones fijas: ―Sake con tinta‖, de Félix Al-
cántara y ―Umbral de torii‖ de José Antonio Olmedo, artículos estos para profundizar en el
haiku; ―Tierra mojada‖, donde aprendemos con José Fajardo de nuestra inspiradora naturale-
za; ―Islas de palabras‖, una sección de Ezequiel Soriano para indagar en aspectos de la pu-
blicación de libros de haiku; ―Asombros afines‖, de Carlos Blanc, sobre curiosidades que ro-
dean al haiku y ―Celebrar la vida‖, de Xaro La que siempre nos trae bellas antologías de mu-
chos amigos y amigas, también podemos leer un artículo de Javier Sancho: ―La cigarra de
Bashô‖, o seguir a Carmen Carnicer en los viajes de Bashô.
Tenemos ―Haikus de autor‖ de Martín Azcárate, María Jesús Pérez, Ricardo Virtanen y Yo-
ko Masuyama.
Seguimos recogiendo textos para nuestro proyecto ―365 Haibun‖, esta vez de Juliz Guz-
mán y Yordán Rey.
Alfredo Bizarro, desde México nos traduce un artículo de Kubawara Takeo: ―El arte secun-
dario del haiku moderno‖.
Presentamos un libro muy interesante: ―Con los cinco sentidos‖.
Y por supuesto nuestro kukai, y las reflexiones de Boti Hito y su gata Mizu, y os informa-
mos del viaje de nuestra carta llena de haikus en su aventura de dar la vuelta al mundo.
REDACCIÓN DE
HOJAS EN LA ACERA
Manipuladores
“La impresión que ha generado el haiku es la que es; la escena que hemos
presenciado o recordado sucedió de un modo concreto; la verdad es que
de la rama del árbol se han desprendido todas las flores excepto una, arru-
gada y descolorida. “
sobre el oscuro del suelo y la gran mancha de sangre que hay a su izquierda.
El hombre ha muerto recientemente: su camisa y pantalones arrugados, la panto-
rrilla sobre el tobillo de la otra pierna en ángulo incómodo, el pelo revuelto y cuar-
teado por la sangre seca que salpica su cara y empapa su camiseta. Media rueda
de un Ford asoma por el techo de la composición, en el centro también, impasible,
como después de un atropello. Una sensación de rutina y trámite acostumbrado
atempera la violencia de la imagen. Es escabrosa pero bella; alguien ha dedicado
tiempo y talento para recogerla, tal vez desplazando unos centímetros el pie, des-
acomodando un poco más la camisa o colocando la etiqueta en un lugar clave del
encuadre.
La obra se titula Dead on arrival New York City 1945 y su autor es el fotógrafo
Arthur Fellig, apodado ―Weegee ―por un juego fonético con la palabra ouija y la
particular capacidad del artista para llegar enseguida a los rincones de las calles
de New York donde habían sucedido crímenes o accidentes mortales (parece ser
que contaba con un permiso especial para llevar una radio con la frecuencia de la
policía y así poder conocer esta información de primera mano). Entre 1936 y
1945, Weegee capturó con un sencillo equipo fotográfico la faceta violenta, sórdi-
da y deprimida de la ciudad. Lo hizo con un sentido estético atenazante, con la
capacidad de plasmar imágenes frescas, inmediatas que rezumaban verdad, fáci-
les y vertiginosas de interpretar; donde lo desagradable se hacía puro y la refle-
xión no se forzaba. Los payasos de rostro triste, los niños jugando bajo el chorro
de una boca de incendios, las parejas besándose en el cine y, sobre todo, los
muertos sobre el pavimento, cubiertos por lonas, con policías de aspecto aburrido
alrededor y regueros de sangre como último testimonio del protagonista de la foto-
grafía.
Weegee fue encarnado en la gran pantalla por Joe Pesci (con una lograda ca-
Félix Alcántara Llarenas
racterización) en la película ―The public eye‖, de ambientación noir ostentosa pero
impecable. El Weegee Pesci es un hombrecillo desastrado que acomete su labor
artística con audacia y descaro; sacando tajada por un lado y atesorando sus foto-
grafías en la capilla de su estudio por otro. Recuerdo vívidamente muchas esce-
nas de la película, que vi hace bastante tiempo, pero la que siempre aflora sobre
las demás es la del fotógrafo en el fondo de un callejón ante un hombre al que
acaban de asesinar. Su cuerpo yace sobre cubos de basura y, por supuesto, es
de noche. La escena se toma con un suave plano picado distante, lo que le confie-
re espontaneidad y la aleja de la involucración sentimental del personaje, dando al
espectador total libertad de interpretación. Además, dura varios, serenos y lentos
segundos y suena una música suave y melancólica que ambienta pero no con-
mueve. El conjunto está lleno de potencial emotivo pero no lo explota, y no lo hace
porque Weegee (que aquí se llama Bernzy) procede con rutinario método a tomar
sus fotografías y, sobre todo, a modificar la escena del crimen: recolocando la
mano del fallecido, calándole el sombrero o colocando cerca de él objetos que no
lo estaban. -¡Qué tramposo!- pensaba yo al verlo. Hoy entiendo que el Weegee
Pesci no destruía la verdad, sino que la manipulaba, y con ello le confería fuerza.
El haiku no aboga por los temas truculentos (aunque en el arte japonés fueran
muy celebrados, como en los sangrientos grabados samurái del XIX, ricos en de-
capitaciones y tremendos tajos de katana), ni por el tono costumbrista o periodísti-
co en el relato de escenas (lo cual no impidió que se le relacionará con el impre-
sionismo pictórico o el japonismo pintoresco cuando empezó a conocerse en Es-
paña a principios del XX). Sabemos que su
captación del instante, si bien no desposeída ¿Lo exime, por tanto, de una
de cierto color local, como recomienda Rodrí-
SAKE CON TINTA
modificación de los
guez Izquierdo, es más sensitiva que anecdóti-
ca. ¿Lo exime, por tanto, de una modificación elementos expuestos en el
de los elementos expuestos en el poema para poema para lograr un
lograr un mayor impacto en el lector? No caben mayor impacto en el lector?
en diecisiete sílabas todo lo que puede verse
en una fotografía de sucesos: la postura de un
personaje, su indumentaria, su entorno, objetos varios… Pero si un cambio de po-
sición en una imagen la hace artísticamente más fuerte, uno de orden en un poe-
ma también podría hacerlo.
Una fotografía se toma desde distintos ángulos para hallar el más efectista o sin-
cero; de un haiku se escriben varios borradores hasta dar con el que rescata de
forma más satisfactoria la sensación y el momento. En ambas el autor manipula,
busca sentirse bien con lo creado y con la materia que trabaja, que consiste en
constataciones de realidad. Componer esa realidad no precisa de la inmiscusión
de sentimientos o ideas personales tanto como de consideraciones estéticas o es-
tilos particulares que subrayan la impronta del creador y vigorizan los motivos ele-
gidos para ser mostrados. Tomar un reflejo monolítico de esa realidad, una mera
representación, una copia, puede hacerse de manera ejemplar, académica; con-
SAKE CON TINTA
UMBRAL DE TORII
José Antonio Olmedo
Para el haijin japonés, la naturaleza es una extensión de Dios, por tanto, perte-
nece al orbe de lo sagrado. El río, como elemento fertilizante y dinámico del paisa-
je natural, no se limita a ser una lontananza en la que los protagonistas y elemen-
tos poemáticos inscriben sus vivencias. En el haiku, podemos decir que el río está
muy presente, y lo está, además, asumiendo los diferentes roles que una grada-
ción protagónica le puede proveer.
Esa conjunción no premeditada puede darse en cuanto a que el río, como ele-
José Antonio Olmedo
mento activo, es capaz de desarrollar múltiples funciones: es espejo del cielo,
puede desbordarse y anegar terrenos, es el continente de un reino submarino,
etc., por lo que puede coincidir en todo o en parte con la emotividad o naturaleza
del poema, pero jamás su presencia estará condicionada por analogía con un es-
tado emocional del hablante lírico. Más bien, esa sintaxis occidental de poner el
mundo al servicio de nuestras emociones, en el haiku se invierte.
Luna en el río.
El olor a jazmín
de la otra orilla.(1)
mal las heladas y prolifera en épocas de calor. Pero quizás uno de los rasgos más
importantes deviene de algo que no determina el propio poema: ¿qué provoca el
olor a jazmín?
Puede que el río sea tan estrecho y las floraciones de jazmín sean tan abruptas
que su aroma llegue fácilmente hasta la otra orilla. Sin embargo, podríamos dedu-
cir más común un golpe de viento, una agitación de las flores al paso de algún ani-
mal, etc. Las posibilidades que este poema brinda son magníficas, subrayando
que el río aparece en el primer y tercer versos, subrayando con ello la importancia
del torrente.
Sin ir más lejos, en el Budismo se concibe al agua que se adhiere a esta planta
como el hambre carnal y el asimiento humanos; y su flor, como el compromiso o la
aspiración a la sublimación espiritual y lo puro. Esta riqueza semiológica es apro-
vechada al máximo por el escritor occidental, sin embargo, en el haiku japonés los
elementos poemáticos se desemantizan de esta y otras cargas culturales para sig-
nificar lo esencial.
(1)
María Elena Quintana Freire, Luna en el río (Uno Editorial, 2016).
La flor de loto.
José Antonio Olmedo
Sus hojas y las marchitas
flotando en el agua. (2)
Propia de estanques y albercas, la flor de loto es una flor flotante que se sumer-
ge por la noche y vuelve a emerger durante el día conservándose inmaculada. Por
su propia naturaleza acuática, la aparición de esta flor en cualquier poema ya de-
vela un caudal de agua circundante. Teijo explicita esta agua en su último verso,
pero podría no haberlo hecho y lo comprenderíamos igual. Este haiku es un buen
ejemplo de haiku de metro libre, escandido en diecinueve sílabas.
que debemos parte de la riqueza metafórica del río como vida y tiempo en los
poemas.
Aunque —por muchas cosas— no sea un buen ejemplo de haiku el que a conti-
nuación expondré, de Issa, me parece pertinente mencionarlo para departir acerca
del uso de la metáfora en el haiku.
El durazno
parece que flotara
en el río brumoso
de la primavera.(3)
A primera vista apreciamos su concepción con metro libre, algo que resulta ma-
nifiesto merced a su disposición en cuatro versos. Para apostar por sus veinticua-
tro sílabas quedándonos en el margen de lo permitido métricamente es preciso
contar con una imagen que conmueva de verdad. La contemplación de un du-
razno mientras flota en el río no parece a priori una de esas situaciones proclives
al aware. Si a esto añadimos la redundancia del cuarto verso, pues la primavera
ya está presente en el poema con la aparición del durazno (kigo), encontramos
que de alguna manera el potencial del poema se ve debilitado.
(2)
Haiku de Nakamura Teijo.
(3)
Traducción al castellano de Alberto Silva en El libro del haiku sobre un poema de Issa Kobayashi
(1762-1826.
TIERRA MOJADA:
Sr. y Sra Wasson
de José Fajardo
JOSE FAJARDO
1927, en su viaje de bodas por los bosques de las montañas Catskill (Nueva
York), el Sr. Wasson y la Sra. Wasson, de soltera Valentina Pavlovna, paseaban
entre majestuosas coníferas, en un sotobosque lujuriosamente verde. De repente,
Valentina empezó a encontrar entre la hojarasca diversos tipos de setas, con una
gran variedad de formas y colores. Cada vez que encontraba una, chillaba de ale-
gría, llamándolas por sus nombres en ruso, nombres cariñosos que denotaban el
aprecio eslavo por los hongos. Su marido empezó a advertirle ¡¡ten cuidado!!! ¡¡no
los toques, te vas a envenenar!!! ¡¡¡son toadstools!!! (asientos de sapo).
Este suceso marcó los inicios en la gran labor de este matrimonio en el campo
de la etnomicología, ciencia que estudia los conocimientos tradicionales sobre los
hongos entre diversas culturas y pueblos. Entre sus diversas aportaciones a este
campo, destaca su libro Russia, mushrooms and history, de amena y deliciosa
lectura.
Una de las primeras conclusiones que podemos sacar de este contraste de pun-
tos de vista es que el aprecio por hongos y setas es totalmente cultural, indepen-
dientemente de la riqueza micológica de una zona geográfica u otra.
Para el Sr. Wasson y para los hijos de los pueblos celtas, las setas no son ali-
mento, se refieren a ellas con nombres despectivos, asociados con sapos y brujas
(pan de sapo en gallego), en inglés, con el nombre de origen sajón toadstools,
despectivo, referido como genérico a las setas silvestres, no comestibles, a dife-
rencia del término de origen francés mushroom, originalmente empleado para las
setas comestibles, usadas en la cocina (esta dualidad se repite bastante en in-
glés, refiriéndose los conceptos más refinados en el étimo de origen francés y los
más rústicos en germánico, como ocurre con pork y pig, por ejemplo, en relación
Tierra mojada
con la carne y el animal).
Para Valentina, de origen eslavo, las setas son un manjar, un fruto codiciado de
los bosques, se conocen con una gran diversidad de nombres comunes y son bus-
cadas y muy valoradas. Igual ocurre en Méjico, donde llegan a venderse en los
mercados y tianguis(1) de Izta Popo y Zoquiapán hasta 92 tipos diferentes de setas,
todas con su nombre local y sus distintas formas de cocinado (Pérez-Moreno et al,
2008).
Para diferenciar ambos extremos, los Wasson acuñaron dos términos nuevos, las
culturas micófilas (del griego micos, hongo y filos, amigo), amantes de los hongos,
y las micófobas (con el sufijo griego, fobos, miedo) que temen y no comen hongos.
Gordon Wasson había leído en las viejas crónicas de los conquistadores y misio-
JOSE FAJARDO
neros españoles en Méjico, que los nativos empleaban ciertas setas de forma ri-
tual. Decidido a investigar este aspecto, se adentró en lo más recóndito de la Sierra
Madre, hasta que la fortuna le llevó a conocer a la curandera María Sabina, que le
mostró cómo empleaba los honguitos (Psilocybe) en la curación de enfermedades.
Este descubrimiento sacó a la luz los hongos alucinógenos que desde su refugio
en las montañas mejicanas colonizaron el mundo, con un uso totalmente fuera de
contexto de lo que había sido tradicional en aquellas aldeas remotas.
China, Japón y el este asiático destacan entre las culturas más micófilas del
mundo. Para la cultura japonesa, existe una relación muy importante entre las esta-
ciones y la comida. Así, el otoño se vincula al matsutake (del japonés matsu, pino y
take, seta), que se prepara habitualmente con arroz (matsutake gohan). Este es un
hongo micorrícico de pinares, asociado al pino rojo japonés (Pinus densiflora) y
muy apreciado en la cocina japonesa por su sabor y aroma refinado.
Una de las cosas que más influye en el precio del matsutake es su origen, los
más caros proceden de los bosques cercanos a Kyoto, mientras que los de impor-
tación, procedentes de Corea, China o América del Norte, son mucho más baratos.
Tenemos en el Mediterráneo un matsutake europeo, el Tricholoma caligatum, abi-
garrado y perfumado como su pariente asiático, sin embargo, el amargor de su car-
ne determina que no tenga valor culinario.
El matsutake es el símbolo del otoño, del otoño en el ciclo anual, pero también
para los japoneses, el matsutake simboliza el otoño de la vida, la longevidad. El
otoño de los bosques y las montañas y el otoño de nuestro ciclo vital.
(1) Tiangui; en Méjico, mercados móviles, temporales, que se establecen una vez a la se-
mana en espacios fijos de las ciudades (mercadillos)
REFERENCIAS
Tierra mojada
Pérez-Moreno, J. et al. 2008. Wild mushrooms markets in Central Mexico and a case study at
Ozumba. Economic Botany (62) 3: 425-436
Wasson, V. & Wasson, R. G. 1957. Russia, mushrooms and history. Pantheon Books, New
York.
www.yabai.com
Asiento de sapo
El hongo amanita muscaria es,
JOSE FAJARDO
probablemente, el enteógeno
más antiguo que ha usado el
hombre. Se trata de un hongo
muy extendido por todo el mundo
que suele crecer al pie de abedu-
les, hayas, robles y abetos -ya
que vive en simbiosis con las raí-
ces de estos árboles-. Esta sim-
biosis es el motivo por el que ac-
tualmente aún no se ha consegui-
do hacer crecer la amanita mus-
caria en cultivos de interior prepa- Matsutake (松茸? hongo pino, Tri-
rados por el ser humano. La varie- choloma matsutake = syn. T. nau-
dad de Europa, Asia y América seosum) es el nombre común de un
del Norte tiene un vistoso sombre- hongo micorriza que crece en Asia,
ro rojo cubierto de puntos blan- Europa y América del Norte. Es apre-
cos, mientras que en América ciado por los japoneses por su olor
Central y del Sur tiene un sombre- aromático a especias.
ro naranja o amarillo adornado
con puntos amarillentos. En Sibe- Los matsutake crecen bajo los árboles
ria se han encontrado petroglifos y se alimentan de las hojas caídas y
con unos 3.000 años de antigüe- otros materiales ubicados en el piso
dad, y se sabe con certeza que en forestal. Con eso crea una relación
esta región se sigue empleando simbiótica con las raíces de varias es-
en la actualidad por algunos cha- pecies de árboles.
manes. Este uso ceremonial con
la amanita muscaria está docu-
mentado desde 1730 gracias a un https://es.wikipedia.org/wiki/
coronel del ejército sueco llamado Tricholoma_matsutake
Filip J. von Strahlenberg, que es-
tuvo doce años como prisionero
de guerra en Siberia, e informó
sobre el uso entre los koryak de la
península de Kamchatka se con-
Matsutake
https://plantasmaestras.net/amanita-
muscaria/
LA CIGARRA
Javier Sancho Chicote
DE BASHÔ
E l haiku que se analiza a continuación es uno de los haikus más famosos del
maestro Basho, y junto con los haikus de la rana y del cuervo, posiblemente
los más traducidos.
¿Cigarra o cigarras?
¿Se debe conservar el orden de los versos?
¿Taladrar, penetrar, incrustar, infiltrarse, filtrarse? …
¿Canto, son o voz?
¿Cómo traducir la aliteración iwa ni shimiiru, onomatopeya que reproduce el chirri-
do de la cigarra?
(1) Serenidad.
Se incrustan en las rocas
Chirridos de chicharras. Jaikus inmortales, pág. 33
Antonio Cabezas
(3) Quietud:
Javier Sancho Chicote
Penetran en las rocas
Los cantos de la cigarra. (Octavio Paz 1ª traducción)
Jaikus inmortales, pág. 33
Antonio Cabezas
(6 y 7) Serenidad
La cigarra de Bashô
(9) Quietud:
los cantos de la cigarra
impregna las rocas Haiku p. 58
Alejandro Pareja
(10) Silencio.
La voz de la cigarra
penetra las rocas
(Bashoo). Hela 4
(13) Silencio
La voz de la cigarra
Penetra en las rocas Haiku de las cuatro estaciones p.41
Francisco F. Villalba
(14) Serenidad
Entre las rocas canta
una cigarra De camino a Oku y otros diarios…
Jesús Aguado
La cigarra de Bashô
Solamente las obras de ―Jaikus inmortales‖, ―El haiku japonés‖, ―El libro del hai-
ku‖ e ―Instantes‖ contienen el texto en romaji, el resto de los ejemplares menciona-
dos no son bilingües.
Shizukasa / ya
Iwa / ni / shimiiru
Semi / no /koe
TRADUCCIONES
Para el sonido que emiten las cigarras (solamente Cabezas utiliza ―chicharra‖.
El sonido que emite el macho se denomina: ruido estridente, ruido, sonido y can-
to; también se dice que la chicharra chirría. No he encontrado la acepción ―voz‖, ni
―son‖ en la RAE.
Rodríguez Izquierdo explica por qué traduce ―Koe” por ―voz‖, y me parece acerta-
da su opinión, aunque se trate de una metáfora. No descarto el término ―sonido‖
aunque ninguna de las traducciones lo haya elegido, tal vez por impersonal.
Sobre el tercer elemento: ―las rocas‖ y el efecto que produce el sonido de las ci-
garras, estamos frente a recurso literario, eficaz y tal vez necesario, ya que explica
la intensidad del sonido en la calma de la mañana (o de la tarde).
(1) Otra posible traducción, según los diccionarios sería “infiltrarse” en vez de penetrar; siendo váli-
da la traducción de Jesús Aguado.
En cuanto al orden de los versos, todos han optado por colocar en el primer ver-
Javier Sancho Chicote
so la referencia a la calma, a la quietud. En el segundo verso hay un empate entre
colocar primero ―la roca‖ o la ―cigarra‖. La versión más fiel al original y tal vez la
más acertada es la de Rodríguez Izquierdo.
Todo en calma.
Penetra en las rocas
la voz de la cigarra
El haiku japonés
DOBLES KIGO
Este haiku, como otros, contiene dos kigos de verano: ―calma‖ y ―cigarra‖. Lejos
de lo que algunos creen no es incompatible si ambos son de la misma estación,
como es el caso. Un ejemplo del libro ―Haikus de amor‖ de Seiko Ota:
Con su contacto,
la ajedrea roja se tiñe:
pequeña ciruela.
La cigarra de Bashô
Shuushikijo pág. 43
Si viene gente
conviértete en rana
pequeño melón.
Issa pág. 55
rana = primavera
melón fresco = verano
Nota: Los ejemplos y las traducciones están copiados de los libros que se mencio-
nan.
Haikus
de autor
Haikus de autor
ción de que estos años en el grupo me han servido para trabajar constante-
mente con nuestro idioma (y algo con el japonés, también). Y lo mejor es que
Martín Azcárate Muez
Sigue creciendo, Martín, teniendo siempre ‗a mano‘ ese cuaderno verde, rec-
tangular, con tu nombre escrito en la portada, donde escribes tus haikus. Y que
la vida te depare todo lo que nosotros te deseamos y tú te mereces.
Gotas de lluvia.
El sabor de las fresas
a medianoche.
Brilla la luna
entre nubes rosáceas.
Olor a humo.
Noche nublada;
de la hierba al estanque
vuelan dos patos.
Sólo en la sombra
permanece la escarcha,
tilín talán.
Haikus de autor
Helado de vainilla.
Sobre una piedra
se rasca un pato.
En el estanque
una pareja de ocas.
Dos lunas llenas.
de autor
Flores silvestres;
Haikus de autor
la perra se tumba
sobre un gorrión muerto
Primavera…
en las uñas de la perra
el verdor de la hierba
Día de la madre;
la vendedora de flores
duerme a su niño
Desde la loma
María Jesús Pérez Núñez
vocean a los perros;
cruje la hojarasca
Nubes de paso:
bajo el sol de septiembre
campos de girasoles
Lavanda en flor;
el salto de la gata
tras la mariposa
Final de agosto;
en la calabaza
dos flores nuevas
Haikus de autor
Sol matinal;
en el tendal la ropa
se descongela
La luna llena;
ninguna nube
cubre su luz
Nieve de marzo;
se retuerce en el suelo
una lombriz
de autor
(Madrid, 1964) es doctor en Filología His-
pánica, profesor en la Universidad Complu-
tense de Madrid, músico y profesor de Se-
cundaria. Nieve sobre nieve es su tercer
libro de haikus, tras La sed provocado-
ra (2006) y Sol de hogueras (2010), a los
que añadimos Epitafios (2005) y Notas a
pie de página (2005), en el ámbito de la
poesía breve. En el campo aforístico publi-
có Pompas y circunstancias (2008)
y Laberinto de efectos (2014). Asimismo es
autor del diario Cuaderno de inte-
rior (2013).
Haikus de autor
Un jardín solo
para todos los muertos.
Es primavera.
Aún merodea
ese gato sin dueño
tras el cristal
Entraron hojas
secas por la ventana
Nadie en la calle.
La lluvia ensucia
poco a poco la nieve
Tambien los pasos.
Haikus
Cristina Noemí Ghiringheli
A la memoria de :
de autor Cristina Noemí Ghiringheli
por Xaro Ortolá
Tomados de la mano
dejan atrás la
quimioterapia.
(1954-2019)
Cristina Noemí nació en Ramos Mejía en 1954 y abandonó esta vida tras
una larga enfermedad el 10 de septiembre de este año en Buenos Aires. Psi-
copedagoga, profesora de Ciencias Naturales, escritora y haijin.
Como anécdota, recordar que ya postrada en pleno curso Makoto pidió ayu-
da a sus compañeros para trascribir sus trabajos y poder terminar la tarea del
curso. Benito Bolívar, alumno también del curso de la Escuela de haiku Ma-
koto, cuya generosidad no tiene límites, escribió y envió cada uno de los ejer-
cicios dictados por Cristina para que no perdiera el curso.
En su último tiempo, como no tenía familia, fueron l@s amig@s que con un
gran acto de infinita amabilidad y bondad se turnaron para atenderla y cuidarla
hasta el fin de sus días… No hay palabras para expresar la grandeza y bene-
volencia de esta gente. ¡Bravo Argentina!
Ramitas y plumas
Cristina Noemí Ghiringheli
en la orqueta de un timbó.
Mañana invernal.
Una nube
entre dos montañas.
El joven pesca truchas.
Sol de noviembre.
La abuela acaricia
al pastor alemán.
Huella serrana;
con cada paso el aire
huele a menta.
En los charquitos,
al pie del bebedero,
los gorriones.
Anochecer.
Cristina Noemí Ghiringheli
En el mosquitero
varias luciérnagas.
Tarde de otoño.
El niño mira como
escurren las gotas.
La perra mira
a su dueña acostada.
Malvones en flor.
Solo el murmullo
de cada monje.
La noche sin luna.
Haikus de autor
El perro viejo
duerme la siesta
entre matas de lavanda.
Primavera -
El niño intenta separar
dos caracoles
Tres palomas
se pierden entre las nubes.
Atardecer.
Un perro sobre
Cristina Noemí Ghiringheli
los pies de la mendiga.
Noche otoñal.
Bajamar.
La luz cambia en las huellas
de los cangrejos
Bajo el limonero,
el niño juega
con un sombrero de mago
La abuela teje
el poncho multicolor.
Tarde de otoño.
Junto al fogón
Haikus de autor
Dos torcazas
tironean de una ramita.
Sol de mediodía.
La perra retiene
Cristina Noemí Ghiringheli
al gato por la cola...
Rosales en flor.
Los caminantes
disfrutando el viento
de primavera
雨の粒
Yoko Masuyama
一緒に歩く
帰り道
ame no tsubu
issho ni aruku
kaeri-michi
de vuelta a casa
caminando en compañía
de las gotas de lluvia
Haikus de autor
我が森は
街まで5分
墓もある
waga mori wa
machi made 5-fun
haka mo aru
風に負け
Yoko Masuyama
枝に残れぬ
者もおり・・
星茜
kaze ni make
eda ni nokorenu
mono mo ori
ほととぎす
啼いて色添う
雨霞
hototogisu
naite iro sou
ame-gasumi
静けさを
Yoko Masuyama
纏って歩む
僧の影
shizukesa wo
matotte ayumu
so no kage
camina
portando tranquilidad
la sombra del monje
Haikus de autor
目が合うと
Yoko Masuyama
秋は寂しと
ネコが鳴く
me ga au to
aki wa sabishi to
neko ga naku
冒険は
水陸両用
空も踏む
boken wa
suiriku ryoyo
sora mo fumu
qué aventura,
pisar el cielo
con las botas de agua
朝七時
心洗いに
雪の寺
asa 7-ji
kokoro araini
yuiki no tera
siete de la mañana,
hacia el templo nevado
con un corazón que purificar
Cuaderno
Cuaderno de viajes
HAIBUN de viajes
E L A
H
Julia Guzman
(aniko)
Argentina
19 de enero
(Valle de Traslasierras)
Noche de enero
ni grillos ni chicharras
en la ciudad
11 de diciembre
(La Habana)
La ciudad de hoy ha crecido más allá de su antiguo cerco. Aún así, en un edificio
en ruinas desde hace dos décadas, crecen enredaderas y yerbajos. ¿Semillas del
antiguo bosque?
Diciembre
caen goterones
desde la Yagruma
Diarios de Bashô
Carmen García Carnicér
Matsuo Bashô
Diarios de Bashô
Paz y Hayashiya
Frente al santuario hay un viejo farol magnífico, en cuya puerta de hierro está es-
crito: „Ofrenda de Saburo Izumi, año tercero de la era Bunjin (1187)‟. Mi pensa-
samiento voló inmediatamente a través de quinientos años hasta los días de este
Carmen García Carnicér
guerrero valiente, leal y fiel; su nombre todavía es venerado: „Leal a tu ley y a tu
palabra: la fama te seguirá‟. La verdad de los clásicos resplandece”.
La ruta espiritual de Dewa Sanzan está conformada por los montes Haguro,
Gassán y Yudono. La tradición japonesa de adoración a la naturaleza permanece
viva en estas montañas reverenciadas como hogar de los dioses.El monte Haguro
representa el nacimiento en la fe. El monte Gassán el pasado, la muerte. El monte
Yudono representa el futuro, el renacer.
Qué cortesía.
Carmen García Carnicér
Hasta la nieve es fragante
en Minamidani.
Casi en el inicio, se encuentra Gojū No Tō, una pagoda de madera de cinco pi-
sos que data de 937: hoy está declarada Tesoro Nacional.
Diarios de Bashô
¡Tan agradable!
La fragancia del valle
en esta nieve.
Serenidad:
la luna de tres días
sobre el Haguro.
El monte Gassán es el que tiene mayor altura de los tres montes Dewa Sanzan,
con 1.984 metros.
La subida a Yudono pasa por frondosos bosques y cascadas sobre rocas rojizas.
Carmen García Carnicér
Yudono-san Jinja (santuario shinto) es considerado el corazón de las tres monta-
ñas sagradas de Dewa, y símbolo del renacimiento espiritual, por lo que suele ser
visitado en último lugar. Se venera como tierra sagrada que debe mantenerse en
secreto.
Mar de Ariso
“Dicen que el río Kurobe tiene cuarenta y ocho rápidos e innumerables arroyos y
creo que los cruzamos todos y más, hasta que al fin llegamos a la aldea de Nago.
Pregunté por las famosas enredaderas de glicinia de Tako, pues quería contem-
plarlas en sus primeros colores otoñales, a pesar de que su temporada de floración
es en primavera. Sin embargo, los aldeanos me respondieron que estaban más
allá de la montaña a una distancia de aproximadamente cinco millas a lo largo de
la costa, aislados de la residencia humana completamente, de modo que no se en-
contraría una sola cabaña de pescadores para darme una noche de alojamien-
to.Desistí por estas palabras, y me encaminé directamente hacia la provincia de
Kaga.
El aroma
Diarios de Bashô
Camino de Tsuruga
En Yamanaka
¿quién corta crisantemos?
¡Aroma de aguas!
Nos separamos
como concha y almeja:
hacia Futami voy con el otoño.
Un relámpago
y el grito de la garza,
hondo en lo oscuro.
(1) Cada veinte años se reconstruye el santuario de Ise a la derecha o a la izquierda del
anterior. Terminado el traslado, se destruyen las estructuras viejas. A. Cabezas
México, 1954
Diarios de Bashô
Bibliografía
Sendas de Oku
Matsuo Bashô. Versión de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya
SEIX BARRAL 1981. Editorial ATALANTA 2014
Asombros afines
Carlos Blanc Portas
Asombros Afines:
El lenguaje y las cosas
(una reflexión sobre la esencia del haiku
a partir de un texto de Walter Benjamin)
P ara Walter Benjamin el lenguaje es algo que está presente en toda la creación
Carlos Blanc Portas
y el lenguaje que usamos los humanos es solo uno de los múltiples lenguajes
que la creación habla. O sea, no todos los lenguajes de la creación están hechos
de palabras y nombres. De palabras y nombres solo está hecho el nuestro, el de
los humanos.
Pero también es cierto que para W. B. todos los lenguajes son traducibles unos a
otros. Su idea de lo que es la traducción es mucho más profunda de la que tene-
mos nosotros. Para nosotros solo hay traducción del alemán al inglés o al español,
etc. O sea, de unas lenguas humanas naturales a otras. Para Benjamin la traduc-
ción tiene una raíz más profunda: toda traducción intenta poner en un lenguaje de-
terminado lo se capta en un nivel de lenguaje distinto, no necesariamente humano.
Suponiendo que eso sea cierto, siempre habrá que añadir, de todos modos, que
esa verdad lo es de las cosas, de los objetos, de las plantas, de los animales, de
todo lo que no es propiamente humano sino de lo que está alrededor de los huma-
nos y con lo que los humanos nos encontramos siempre allá donde estemos: en el
campo, en la ciudad, en cualquier lado… O sea, la verdad de un mundo de objetos
―independientes‖ de nosotros.
(Idem)
Nada más lejos, por tanto, de Benjamín que sostener que la única realidad está
hecha de cosas y de seres independientes del hombre que contienen toda la ver-
dad de la vida. Más bien al contrario, es el hombre el que da el ser a las cosas
dándoles un nombre, nombrándolas. Y a partir de ahí, los humanos nos entende-
mos con las cosas y las cosas se comunican con nosotros.
Por eso es cierto que el haiku se podría definir perfectamente como la poesía de
los nombres. Pero no porque a los nombres les añada adjetivos y verbos, sino
porque el haiku exprime de los nombres que el ser humano le da a las cosas la
esencia de estas mismas cosas que es la esencia del lenguaje mismo. Todos los
demás géneros poéticos se centran bien en la adjetivación, en la narración mis-
ma, el acontecer, en… Solo el haiku se centra en el nombre de las cosas y de ahí
Celebrar la Vida
Xaro Ortolá
de Xaro Ortolá
Haikus contemporáneos
A GAIA
MADRE TIERRA
***
Celebrar la Vida
A GAIA
100 HAIKUS
(2ª Parte)
51.
pudo erguirse el potrillo
y hasta las algas del río
están en flor
Luis Carril
(Galicia, España)
52.
bajando el rio
sobre un montón de ramas
la garza erguida
53.
Suelo del agua:
Xaro Ortolá
Levantan polvareda
Ranas huidizas
54.
Vadear el Mundo.*
Celebrar la Vida
Ni a sol ni a sombra
Se posa la libélula
*Río Mundo
55.
Media mañana;
vuelan a ras del agua
Las golondrinas.
Verónica Aranda
(Madrid, Esp)
56.
espigas al viento…
en silencio se descalza
el pescador
57.
Vera del rio -
Xaro Ortolá
58.
Hoy, donde brota el agua
Celebrar la Vida
Nada se oye.
Pequeñas carpas.
59.
Roza sus ramas
el arroyo del bosque…
otra hoja se va.
Enrique Linares
(Valencia, Esp)
60.
agua serena...
entre los brotes de juncos
una camada de patos
61
Brilla la luna
Xaro Ortolá
62
Nubarrones…
Celebrar la Vida
Se va rizando el agua
de la laguna
63
Viento solano.
Los becerros se embisten
camino al río.
64
piedras resecas -
en la fuente el murmullo
de la hojarasca
65
Rítmicamente
Xaro Ortolá
66
Puente de piedra.
Celebrar la Vida
Desciende el riachuelo
sucio de barro.
67
Apenas avanza
la trucha en el remanso -
Sobre las algas, flores
68
Alta montaña.
Corriendo entre las piedras
aguas turquesas.
Bea Candini
(Argentina)
69
Primavera en el estanque
Xaro Ortolá
De un loto a otro
la mariposa
70
rumor del viento.
Celebrar la Vida
71
Luna en el río.
El olor a jazmín
de la otra orilla.
72
A través de la fría lluvia,
el sonido lejano
de una catarata
Cindy Zackowitz
(Alaska, Estados Unidos)
73
rumor del río,
Xaro Ortolá
74.
Aletea el cisne
Celebrar la Vida
75.
En la hoja seca
que arrastra el río
viaja una hormiga.
Emilio Gavilanes
(España)
76.
Amanece helado,
el agua del río
sigue su curso
Elías Rovira
(Albacete, Esp)
77.
Ningún sonido.
Xaro Ortolá
El arroyo cubierto
por la hojarasca
78.
Lirios en flor
Celebrar la Vida
79
suena el riachuelo…
una pausa en la sombra
de los olmos
80
viento helado,
el río tuerce sus aguas
entre las rocas
81
Cientos de renacuajos…
Xaro Ortolá
La quietud de la tarde
junto a la barca.
82
Primeras flores
Celebrar la Vida
83
niebla en el río
una hoja de castaño
flota en el agua
84
Se lleva el río
Las hojas de los álamos.
Monte en silencio
85
Cerezo en flor,
Xaro Ortolá
el río desbordado
entre los juncos
86
Hojas caídas,
Celebrar la Vida
Manuel Córdoba
(Albacete, Esp)
87
Crecido el río.
La lombriz en el pico
de un par de tordos
88
Llega otro barco
Pero el viejo contempla
el horizonte
89
No se ve, pero…
Xaro Ortolá
Hernán Talavera
(Albacete, Esp)
90
dentro del lago,
Celebrar la Vida
91
Rumor del río,
y en la ribera niños
recogiendo piedras.
Alonso Salas
(Sevilla, España)
92.
junto al río
turbio, flores de cardo
entreabiertas
93.
El sabor del agua
Xaro Ortolá
94.
la gran nube -
Celebrar la Vida
el sol de la alborada
ahora en el rio
Mirta Gili
(Argentina)
95.
El arroyuelo -
rumorea el agua
sobre las piedras.
Radoslav Ivelich
(Santiago de Chile)
96.
En el fondo del valle
apenas un murmullo:
el riachuelo.
97.
Crece el arroyo.
Xaro Ortolá
98.
Oculta por los iris
Celebrar la Vida
la marca de la riada
en el muro
99
Río de otoño
Para cruzar el puente
aúpa al niño
Lucrecia Linares
(Consolación del Norte-Cuba)
100
pisar la hierba
salirse un rato del sendero
que bordea el río
ISLAS DE PALABRAS:
Ezequiel Soriano Gómez
Juzgar un libro
por su portada
de Ezequiel Soriano Gómez
H ace un tiempo la AGHA me encargó la edición del libro, que pronto saldrá a la
venta, El haiku en 100 preguntas. Todo lo que siempre quisiste saber sobre
haiku y no sabías a quién preguntar. Un libro con una orientación divulgativa donde
los miembros de la asociación, dirigidos por Elías Rovira, expresan de forma breve
y didáctica sus conocimientos acerca del haiku.
El diseño de un libro como este no planteaba los retos que supone un libro de
haiku, la cuestión no era dónde colocar los poemas y cómo dar importancia al si-
lencio. Un libro divulgativo cuya intención es llegar al mayor número de personas
supone otra formas de enfrentarse al diseño. Para mí estaba claro qué era lo más
importante de ese libro: la portada. Y desde aquí quisiera proponer invertir esa má-
xima tan difundida entre los escritores y poetas: juzguemos los libros por su porta-
da. En este momento en el que aumenta el número de libros editados y, sobre to-
Islas de palabras
do, el acceso que tenemos a ellos, el diseño de portadas cobra una importancia
crucial.
El diseño gráfico japonés moderno ha sido una gran referencia para diseñadores
y autores de todo el mundo, por su inspiración en las vanguardias y su estilo
rompedor. Existen muy diversas formas de trabajar entre sus autores, pero podría-
mos señalar algunos aspectos esenciales como el desequilibrio (negación de la
perfección); la sencillez (estilo minimalista); la austeridad (que evoca ma-
durez); o la naturalidad (la creatividad espontánea). Un estilo directo e
impactante que, como el haiku, evoca una gran profundidad sin necesi-
dad de adornos, desde la simpleza.
Kubawara Takeo
traducción del inglés
al castellano
por Alfredo Bizarro
L
a calidad de la escritura creativa japonesa
desde la era Meji es mediocre. Tal vez pudiera
acreditarse a la inadecuada consciencia intelec-
tual y social por parte de los escritores, aunque
prevalece una distintiva actitud frívola hacia la es-
critura creativa entre los japoneses, y el haiku es
un excelente ejemplo. Sin embargo, cada vez que
Traducción:
Desde el final de la Guerra del Pacífico, el haiku por prominentes poetas ha veni-
do apareciendo, como con anterioridad, en revistas y periódicos, pero nunca le
presté mucha atención, sino hasta hace muy poco. Recientemente, sin embargo,
mi hija se me acercó con algunos haiku reproducidos en su libro de texto de lengua
japonesa de la escuela primaria, solicitándome una explicación.
Enseguida me mostró un par que había compuesto como tarea para que los ana-
lizara:
Eso me incitó a iniciar la lectura de haiku por profesionales publicados en las re-
vistas que se encontraban en mi estudio. La mayoría de niños prestan muy poco
interés a ―las flores, los pájaros, el viento, y la luna‖. Como lo muestra el segundo
ejemplo de la tarea de mi hija, es posible que se percaten de que hay una luna en
el cielo sólo cuando es necesario componer un haiku para la escuela, y por lo tan-
to, difícilmente se puede esperar mucho. No obstante, algunos niños son capaces
de hilvanar diecisiete sílabas de forma ingeniosa, y si se les alienta y llegan a ser
buenos en ello, probablemente tomarán como modelos las obras de los poetas mo-
dernos.
Después de leer más de las obras recientemente publicadas por los poetas mo-
dernos de haiku, y pensando sobre las encrespadas respuestas y preguntas que
mis conferencias habían provocado, me sentí inspirado a intentar un pequeño ex-
perimento. De los materiales que tenía a la mano, seleccioné un haiku de cada uno
de los diez más prominentes poetas modernos, así como cinco por poetas desco-
nocidos o aficionados. Los ordené al azar en una lista sin los nombres de los auto-
Traducción:
res. Sin duda alguna, se podría arribar a toda clase de interesantes resultados si
se sometiera la lista al tipo de experimento que I. A. Richards efectuara en Practi-
cal Criticism: A Study of Literary Judgement(1), pero por el momento simplemente
mostré mi lista a unos pocos de mis colegas y estudiantes solicitándoles su opinión
sobre los poemas. Invito también al lector a examinar los quince poemas siguientes
y (1) enumerarlos en orden de excelencia, (2) adivinar cuáles son de poetas profe-
sionales de haiku, y (3) distinguir los poemas por profesionales de aquellos por afi-
cionados. (Los poetas son identificados al final de este ensayo.)
¿Cuál es su impresión? Para alguien como yo que tiene poco interés en el haiku
y carece de experiencia escribiéndolos, este ejercicio me recuerda la ocasión en
que, como estudiante de nivel medio, fui llevado a Hirakata a una exhibición de cri-
santemos. Las plantas habían sido cultivadas con fervoroso esmero para crecer en
forma de farol, cascadas, y otras, por seguidores de varias escuelas de cultivado-
res de crisantemos, pero no pude estar menos interesado en sus relativos méritos;
de hecho, todo ello me aburrió completamente. Como con los crisantemos, estos
poemas me conmueven poco estéticamente. Si algo provocan, es un cierto senti-
miento de irritación. No simpaticé con los intentos de hacer cascadas y otras for-
mas caprichosas con los crisantemos, pero al menos eran flores reales–quizá artifi-
cialmente deformadas, pero reconfortantes en su concreción. En comparación, va-
Kuwabara Takeo
rios de los versos no tienen sentido para mí y no transmiten una imagen mental
particular. Para empezar, encuentro los numerados 3, 7, 10, 11 y 13 verbalmente
incomprensibles, y mi desconcierto fue compartido por varias de las personas bien
educadas a las que les solicité evaluaran la lista. A menos que a uno le digan que
son poemas de poetas famosos (Nakamura Kusatao, Ogiwara Seisensui, Matsu-
moto Takashi, Usuda Aro, y Takahama Kyoshi), ¿quién se molestaría siquiera en
tratar de entenderlos? Por supuesto, la facilidad de comprensión no determina el
valor de una obra de arte, pero ¿cuánto significado tiene el arte si una obra no pue-
de evocar para otros la experiencia del creador? En este aspecto, el haiku es triste-
mente deficiente. El vasto volumen de textos, algunos por los mismos poetas, so-
bre la apreciación e interpretación de la poesía haiku moderna es amplio testimo-
nio. Dicho material dilucidatorio puede ser necesario para obras del periodo clási-
co, cuando los usos y costumbres, así como el uso del lenguaje era muy diferen-
tes; pero encuentro irritante el pensar que necesitamos tal cantidad de comenta-
rios, así como de la forma menos artística, el parafraseo, para hacer comprensible
la escritura de personas viviendo en el mismo país y en la misma época que noso-
tros. Para mí esto sólo significa que el género en sí, está de alguna manera incom-
pleto, incapaz de sostenerse solo por sí mismo. Alain (Emile Chartier) proporcionó
comentarios sobre la poesía de Paul Valéry, pero la poesía de Valéry está extre-
Traducción:
Pudiera estar invitando al criticismo por juzgar el haiku de esta manera sin haber
intentado jamás el escribir uno por mí mismo. Mizuhara Shuoshi alguna vez dijo
que ―a menos que uno intente escribirlo, no pue-
de entender lo que es el haiku.‖ Pero esto, provi-
niendo de uno de los hombres más meticulosos
del mundo del haiku, pareciera una sentencia de “Únicamente en el haiku
muerte para el haiku como arte moderno. Ningún se encuentran
novelista japonés––y sus obras son difícilmente declaraciones como la
las más modernas––ha dicho, ―Hasta que hayas de Shuoshi:
escrito una, serás verdaderamente capaz de
apreciar la novela.‖ Rodin nunca manifestó que “Considero que no es
sólo aquellos que han tenido experiencia escul- correcto que aquellos
piendo deben discutir de escultura; a cualquiera que no se han esforzado
que se le diga que se abstenga de criticar Casa- en escribir haiku se
blanca u otras películas porque no ha hecho dos atrevan a aconsejar
o tres por sí mismo, comprensiblemente se indig- a aquellos
naría. Únicamente en el haiku se encuentran de-
claraciones como la de Shuoshi ―Considero que que lo han hecho.”
no es correcto que aquellos que no se han esfor-
zado en escribir haiku se atrevan a aconsejar a
aquellos que lo han hecho.‖ Él se puede expresar de esta forma sólo porque el
mundo del haiku es una cofradía exclusiva de personas con ideas afines que se
unen y componen simplemente para su propio deleite.
Betoben hibiku asa (3). Pero su peculiaridad no se deriva de su valor artístico in-
trínseco. Partiendo de un artículo titulado ―La dignidad del haiku‖, Kinbara Seigo
cita las muy familiares y frecuentemente mal comprendidas palabras de Shiga Nao-
ya: ―Al contemplar la Guze Kannon(A) en el Yumedono de Horyuji uno no piensa en
preguntar quién la hizo. La estatua en sí misma tiene una existencia tan extraordi-
naria que trasciende a su creador.‖ Kinbara procede a filosofar acerca de la digni-
dad del haiku: ―Cuando una obra es separada del tiempo y espacio, y aun de su
autor, ¿qué es lo que emerge de ella? Es la persona del autor mismo.‖ Lejos de
explicar su ―dignidad,‖ este enfoque reduce el haiku al absurdo.
Dado que las facciones son producto de la pugna por la supremacía, es por lo
tanto natural que un poeta, al crecer en importancia, se desvincule de su grupo y
establezca su propia facción independiente. Estos autodenominados ―jerarcas‖ se
han establecido a lo largo de todo el país. En la actualidad hay no menos de treinta
revistas de haiku (Haiku kenkyu, 1946). Incluso se formó una facción alrededor de
Basho, pero debido a que su poesía es tan excepcional, raramente se le ve como
jerarca de una facción. (Takarai Kikaku, Nozawa Boncho, y Ochi Etsujin son algu-
nos de los poetas más conocidos que rompieron con Basho en sus últimos años.)
En organizaciones que se mantienen unidas por lazos místicos, los líderes cons-
tantemente predican a los nuevos miembros como una forma de conservar su au-
toridad. En verdad, no conozco grupo alguno con tal afición por liderazgo como los
poetas de haiku. Enseñan a sus seguidores a ―absorberse en el haiku‖, ―buscar la
Verdad‖, ―aprender sobre pinos de los pinos‖, ―perfeccionar su humanidad‖, etc.
Aun en la época feudal, era prácticamente imposible, para cualquiera, el dedicar
todas sus horas de vigilia al arte. Al predicar ideales imposibles de alcanzar, los
líderes ganaron un creciente respeto de los demás. Sin embargo, ¿qué tan a me-
nudo practicaron lo que pregonaban?
no, y miró hacia Saigyo y Tu Fu como modelos para expresar la soledad, pero ar-
diente ambición de su mente. Creo que esta famosa frase ka-ro, tosen (como el
Kuwabara Takeo
brasero en verano, el abanico en invierno) refleja su actitud. (2) Pero incluso la ―flor
del corazón‖ nacida de ello se estrelló contra el muro de hierro feudal que se exten-
día también por encima, sin dejar otra opción que arrastrarse por el suelo. Eso pro-
bablemente explica el uso, por parte del género, del leguaje vernáculo y su orienta-
ción hacia las masas. El haikai cautivo fue forzado a buscar sustento entre las ma-
sas (hombres acaudalados como Sanpu). Basho, famoso por ser estricto, fue ge-
neroso con la gente que participaba en concursos de haikai, diciendo que ―aunque
ellos en realidad no entendían poesía, ayudaban a alimentar a las familias de los
jueces, quienes a su vez, enriquecen a sus señores, por tanto, lo que ellos hacen
no puede ser del todo malo‖ (de la carta conocida como ―Una Pieza en ‗Tres Cla-
ses‘ [de Actitudes hacia el Haikai]‖)
Basho vivió en una época de creciente interés en las artes clásicas y la erudición,
cuando el propio shogun daba lecciones sobre los Cuatro Clásicos de Confucio ––
aunque, sobra decirlo, la época era totalmente diferente en calidad a la del Renaci-
miento. Incluso gente ordinaria del pueblo, sin pretensiones de conocimiento aca-
démico fueron atrapados en la ola clásica. Inspirado por el mismo entusiasmo,
Basho, con mirada sagaz, pudo observar a la naturaleza a través de la poesía wa-
ka de Saigyo y Tufu, evitando así el llegar a la vulgaridad en su propia obra.
Traducción:
Después de Basho, el haiku se hizo aún más popular entre las masas, y el siste-
ma feudal Tokugawa llegó a arraigarse profundamente. Debido a que vivieron en
un periodo de estabilidad, quizá sin igual en ningún otro lugar en la historia mun-
dial, era natural que los poetas de haiku se corrompieran y su obra empezará a
mostrar signos de decadencia. Esto no se debió a que hayan olvidado el espíritu
de Basho, o a que ya no buscaran más lo que él había buscado; sino que degene-
raron precisamente porque continuaron con su estrecha idolatrización. Decayeron
debido a la creciente mistificación de las palabras de Basho interpretadas por sus
discípulos y a posteriores generaciones de maestros del haiku, además, de no
querer renunciar a Basho.
El hecho que una sola forma artística haya logrado sobrevivir prácticamente inal-
terada por trecientos años es una indicación de la estabilidad––o estancamiento––
Kuwabara Takeo
de la sociedad japonesa. Al igual que el espíritu del ejército moderno, establecido
después de la restauración Meji, que permaneció arraigado en la ética samurái tra-
dicional, el espíritu del mundo del haiku se mantuvo inalterable, a pesar de las ten-
taciones de la modernización: decenas de nuevas revistas impresas y oficinas ins-
taladas en nuevos edificios estilo occidental. Sin embargo, las contradicciones in-
herentes al mundo del haiku se fueron haciendo más evidentes a la luz del progre-
so social. Aun cuando los maestros continuaron predicando la etérea liturgia de su
género, tenían que sobrevivir en la nueva sociedad. No tuvieron otra alternativa
más que dar precedencia a lo instintivo y mundano en la vida. Declarando senti-
mientos tales como ―el fin último en la vida humana es la soledad,‖ cuando enfren-
tados al surgimiento de una poderosa fuerza social, al que de forma astuta se
adaptaban. Luego, cuando su influencia se desvanecía, adoptaban una vez más
sus elevados ideales. El sauce jamás se rompe bajo el peso de la nieve. (Esto apli-
ca a todas las ocupaciones intelectuales tradicionales y las artes escénicas en Ja-
pón. La ceremonia del té fue un esfuerzo cultural organizado para dar de manera
particular un apoyo entusiasta al esfuerzo bélico.) Recuerdo que cuando la Asocia-
ción de Patriotas Literarios (Bungaku Hokokukai) fue formada, el número de solici-
tantes sólo para la división de haiku fue tan grande que la dirección de la asocia-
ción se vio forzada a limitar de forma estricta el número de miembros.
Traducción:
Entre los escritores de ficción, algunos fueron oportunistas o apologistas del mili-
tarismo, pero en la actualidad esas personas ya no son capaces de producir obras
sobresalientes. La novela como género moderno no permite dicho oportunismo, y
esa es una de sus fortalezas. Pero en el haiku, algunos de los poetas que estuvie-
ron prestos para producir deslumbrantes versos de relaciones públicas alabando
los esfuerzos patrióticos durante la guerra, tales como el Movimiento Colección de
Plata, son líderes del género incluso hoy en día. El haiku es un género literario en
el cual la obra del artista parece no ser afectada por sus actividades en la socie-
dad. (Cuando jóvenes con inclinaciones literarias se empleaban en el gobierno o
negocios antes de la guerra, aquellos que disfrutaban el haiku fueron apreciados
por sus superiores, mientras aquellos que escribían ficción eran mal vistos; consi-
dero que había una buena razón para esa tendencia.)
Es una regla en las artes que cuando un género es atraído fuertemente por otro,
y trata de adoptar sus métodos, provoca su propio declive [Alain]. Cuando los líde-
res de un género empiezan a promover tales métodos de escribir haiku, me parece
que están delineando la ruina de su propio arte. ¿Y qué están tratando de retratar?
―Fenómenos naturales y cosas cotidianas que son afectadas por cambios en la na-
turaleza‖––expresada más abiertamente, la vida vegetal. Usted recordará que
Ogiwara Seisensui explicaba la libertad, la cual puede ser el problema más impor-
tante de la vida para el hombre moderno, por medio de plantas––duraznos y trigo.
Si el haiku moderno trata de tomar conciencia, termina aprendiendo acerca de los
duraznos de los duraznos y acerca del trigo del trigo, y reproduciendo la vida vege-
taloide como en una pequeña pintura.
Esta búsqueda es apropiada como pasatiempo para los ancianos sin otras ocu-
paciones, o el enfermo, pero ¿puede el hombre moderno verdaderamente dedicar
Kuwabara Takeo
su alma a tal frivolidad? ¿No sería acaso una imprudencia el aplicar el término
―arte‖ [geijutsu], como lo haríamos a la ficción y drama modernos, al haiku? (En
Gendai haikuron, debo hacer notar, Shuoshi no utiliza la palabra ―arte‖ [geijutsu],
en su lugar usa ―artesanía‖ [gei].) En todas las épocas, el hombre tiene permitido
algunas distracciones. Nadie puede encontrar algo indebido si los ancianos eligen
el dedicarse a cultivar crisantemos o bonsái, celebrar exhibiciones periódicas o
concursos y publicar una revista o dos (aunque treinta en realidad son
¡demasiadas!). Incluso si el cultivo de crisantemos no tiene lo que uno llamaría
―significancia contemporánea‖, tiene sus propias labores y placeres, y nadie podría
negarlo. Y el haiku como un pasatiempo de ancianos también satisface, como lo
expresa Kyoshi en Ku o tama to atatamete oru kotatsu kana! [Arropador kotatsu(B),
acurruco el haiku como si fuera una joya.]
Pero uno duda en llamar el cultivo de crisantemos un arte [geijutsu]. Uno podría
llamarle oficio, artesanía [gei], o si el término ―arte‖ debe ser usado, sugiero ―arte
secundario‖, con la finalidad de distinguir el haiku moderno de otras artes. Una vez
que lo aceptemos como un arte secundario, no hay necesidad de teoría alguna o
racionalización. El ―retorno a Basho‖ está bien y es bueno, pero sería más cons-
tructivo ––y más propio para el presente estado del género–– el aceptar simple-
Traducción:
mente el aspecto frívolo del haiku, como Nishiyama Soin (1605-82) lo hizo, y disfru-
tarlo por lo que es. ―Ya sea en el viejo estilo, el estilo actual, o el estilo intermedio;
un buen poeta es un buen poeta, y uno malo es uno malo; no hay tal cosa como
distinguir qué estilo es el correcto; lo mejor que se puede hacer es deleitarse escri-
biendo uno mismo lo que a uno le gusta; es una broma dentro de una fantasía
(mugen no gigen).‖
Estando en Francia, noté que las palabras eran usadas artísticamente aún en el
más informal de los encuentros, desde la conversación entre intelectuales a la
charla de sobremesa durante la cena en la casa de huéspedes que me hospedaba.
Los franceses son especialmente aficionados a la conversación ingeniosa, pero
nunca la llamarían ―arte‖. Consideran el arte algo mucho más noble, y el arte es
altamente respetado. Cualquiera que haya vivido en Francia está familiarizado con
el gran respeto con el que el pueblo francés pronuncia la palabra écrivain [escritor].
Kuwabara Takeo
La gente saborea las artes, pero no suponen que pueden producirlo a voluntad.
Esta clase de actitud nunca obtendrá para el arte el gran respeto que es acorde a
los verdaderos grandes logros, y además, nunca produciremos grandes artistas.
No tengo evidencia estadística, pero seguramente no hay otro país con tantos ar-
tistas aficionados como Japón. Sospecho que es el mito de la ―orientación de ma-
sas‖ el responsable de la inclinación de todo joven que ha tenido el atrevimiento de
sentarse y escribir una novela (e incluso llevársela a alguien como yo, para comen-
tarla). Mientras no se comprenda que el arte moderno es una ocupación seria que
Traducción:
demanda total dedicación, y que la creación de una obra de arte significa el desa-
rrollo o la degradación del creador, nada de importancia artística emergerá. Por
otra parte, mientras la gente asuma a la ligera que ha realizado una labor creativa
después de haber escrito unos pocos haiku, nunca serán capaces de apreciar to-
talmente las grandes obras de arte de Europa.
No tengo nada en contra de que los adultos disfruten del haiku como les plazca;
sólo espero que podamos eliminar la enseñanza del haiku de nuestras escuelas,
porque no tiene ya más cabida en el currículum que la que tiene la enseñanza de
la antigua música Edo samisen. Algunos piensan que el haiku puede servir como
guía en la observación de la naturaleza, pero para mí, eso significa que no tienen
una comprensión verdadera de la naturaleza de la ciencia moderna. Nada puede
oponerse más al espíritu científico que el espíritu del haiku, que hace a un lado to-
das las preocupaciones por las leyes de la naturaleza o de la sociedad humana y
busca el capturar la naturaleza en palabras como un fotógrafo que intenta congelar
la naturaleza en una instantánea.
Notas
Los nombres de los poetas profesionales de haiku son: 1. Awano Seiho; 3. Nakamura Kusatao; 4-
Kuwabara Takeo
. Hino Sojo; 5. Tomiyasu Fusei; 7. Ogiwara Seisensui; 8. Iida Dakotsu; 10. Matsumoto Takashi; 11.
Usuda Aro; 13. Takahama Kyoshi; y 15. Mizuhara Shuoshi. Los restantes son aficionados o recién
llegados al género.
(1)
I. A. Richards, Practical Criticism: A Study of Literary Judgement (London: Paul & C., I929).
(2)
Ebara Taizo no interpreta esta frase como la expresión de la creencia de Basho en el arte por
el arte, sino más bien en el arte de la vida (ver Basho: Kyorai, p 120.). Dado que el arte por el
arte no habría sido posible sin la aparición de la autoconciencia del individuo moderno, proba-
blemente no es preciso el representar a Basho como defensor de esa idea, pero no estoy sa-
tisfecho con su explicación de la tesis del ―arte para la vida‖. Si se tratara de "arte para mi vi-
da", podría tener sentido. Espero que algún día el señor Ebara me aclare esto.
El kotatsu es una pequeña mesa-cama cubierta con una cobija o futón y con su propia fuente de
calor.
Fuente:
Kuwabara Takeo. (1983). Japan and western civilization: Essays on comparative culture. (Kano
Tsutomu y Patricia Murray, trad.). Japón: University of Tokyo Press
Octante luna
de Elías Dávila Silva
Octante luna
O ctante luna es el bello título del nuevo libro de haikus de Elías Dávila Silva
(San Pedro Totoltepec, Toluca, 1966), que ya había dado a la imprenta Vitral
de instantes (Chimal Editores, 2011). Ocho años después nos ofrece este volu-
men, editado artesanalmente por Casa del Poeta Dolores Castro, con una viñeta
de portada de Francisco Navarro Ruiz, donde el haijin mexicano reúne cuarenta y
tres composiciones sin división en partes, sino como un continuo donde la natura-
leza obra su milagro cotidiano ante la mirada atenta del poeta, que sabe estar en
el mundo con la humildad que la estrofa japonesa requiere. Y es que con tan solo
dos títulos Elías Dávila ya se ha erigido como uno de los más singulares cultivado-
res de lo que podríamos denominar ―haiku verdadero‖.
Charco en la acera
El perro al beber enturbia el agua
donde se refleja el cielo.
Los haikus de Elías Dávila Silva destacan por la originalidad de su punto de vis-
ta pues rehúye lugares comunes para captar instantes donde el hecho más míni-
mo se convierte en auténtico hallazgo estético:
Músico mendicante
Al vaso sin monedas
cae una hoja de otoño.
Como nos advierte el título, la luna será una de las grandes protagonistas del
conjunto, sobre todo en la parte final, donde ésta aparece reflejada en una pila
Octante luna
bautismal o arroja su luz sobre los alcatraces. También los pájaros adquieren una
especial significación, así el gorrión, el faisán, el cuervo, las alondras, el búho o
una paloma reclaman la atención del poeta, que sabe eternizar ese suceso que le
ofrece la naturaleza con sencillez y elegancia.
Pero también podemos apreciar algún atisbo de haiku filosófico, donde se deja
sentir una reflexión sobre aquello que incide en la naturaleza del ser que contem-
pla:
Dientes de metal
El reloj tritura tiempo
y vida también.
Libro:
Haikus por el
Haikus por el mundo
mundo
Dentro del sobre no sólo hay buenos haikus, también los lazos de amistad que a
través de mucho tiempo hemos ido confeccionando y que esta carta quiere contri-
buir a que sean más fuertes.
Cada vez más llena de tesoros, hagamos un esfuerzo entre todos para que de la
vuelta sin perderse y llegue a destino donde
le esperan muchas sorpresas que iremos
descubriendo.
https://haikuporelmundo.blogspot.com/
ESCUELA MAKOTO
A continuación encontrarán el listado final de trabajos con el nombre de cada autor participante en el
kukai, ordenado de mayor a menor de acuerdo al puntaje obtenido en el periodo de votación.
Para entender el puntaje téngase en cuenta que los números que aparecen arriba del nombre del autor
corresponden a la cantidad de votantes que asignaron votos de 3 puntos, 2 puntos y 1 punto
respectivamente.
Ejemplo de puntaje:
(2,4,3) = 17 puntos
Significa que: 2 votantes dieron 3 puntos, 4 votantes dieron 2 puntos, y 3 votantes dieron 1 punto, para
un total de 17 puntos obtenidos.
¡Con alegría agradecemos tu participación!
Esperamos que los resultados nos sirvan para reflexionar sobre el haiku en lengua hispana.
Primer Lugar
Segundo Lugar
Templo vacío.
Parpadean las velas
en la penumbra.
Palmira
Tercer Lugar
Lloro de un niño.
Una hormiga con alas
sobre su mano.
Luelir
Olor a flor.
SEGUNDO LUGAR 17 PUNTOS Invisibles las alas
del colibrí.
Templo vacío.
Parpadean las velas Secuoya (1,0,8)*
en la penumbra.
Olor a incienso.
En el atrio del templo
sol del ocaso, saltan los monos.
el ala de una mosca
en la telaraña Patxi Muruzabal (1,1,5)*
estela (0,1,15)*
9 PUNTOS
Templo vacío.
TERCER LUGAR 15 PUNTOS Los macacos, inquietos
en las ventanas.
Lloro de un niño.
Una hormiga con alas Josune (1,0,6)*
sobre su mano.
Lluvia temprana.
Se oscurecen los muros
del viejo templo.
14 PUNTOS
Juan Carlos Durilén (Argentina) (0, 1,6)*
Paseo al alba,
el rumor de unas alas
entre las sombras. 7 PUNTOS
4 PUNTOS
Alba en el templo.
La letanía de los monjes Entre sus alas
rompe el silencio. Las golondrinas traen
Cielos de agua
Antolín Martiñón Martínez (0, 0,6)* Ramona Sánchez (1, 0,1)*
5 PUNTOS golondrinas -
en la boca del gato
Baten sus alas un ala azul
los inquietos mosquitos.
Noche de insomnio. Cecilia - Rosario - Argentina (0, 1,2)*
Yori (0,1,3)
Hoy un entierro,
ayer hubo un bautizo.
El mismo templo.
Vacío el nido
del pórtico del templo. en alas lentas
Se oyen las grullas la garza ronda la isla
viaje sin fin
Iris (0, 0,4)*
Rob Flipse (0, 0,2)*
Cálida tarde.
Con el ala herida también esta hoja
desciende una paloma. llega a la puerta del templo -
tarde de viento
Feli Iriarte (0, 0,4)*
YaNaGo (España) (0, 0,2)*
Antes de morir
el gorrioncito Una gaviota
estiró un ala… desplegando sus alas.
Abrazo al sol
María Jesús Pérez Nuñez (0, 0,4)*
Graciela Prigioni De Bernardi (0,
0,2)*
entrada al templo
el viento frío probando
todos los zapatos Hay golondrinas.
Un polluelo en el nido
César Flores (0, 0,4)* prueba sus alas.
Será el jardín
templo del sol, colores,
Kukai HELA
aromas, trinos
SIN PUNTOS
Lenna (0,0,0)
La mariposa,
despliega las alas
sobre el carril bici
Jl (0, 0,0,)*
En esta ocasión los comentarios del kukai los realiza Mayra Rosa Soris Santos,
haijin cubana.
Licenciada en Educación Informática, reside en Santa Clara (Villa Clara) y le
apasiona el haiku. Participa en los foros ―El Rincón del Haiku‖ y ―Paseos.net.‖ Ob-
tuvo el segundo lugar en el III Concurso de Haiku "LA LUNA ROJA" y mención en
el MEJOR HAIKU DESCRIPTIVO en el I CONCURSO INTERNACIONAL DE HAI-
KU "SENDA DEL SUR". Además, lleva a cabo diversos talleres de haiku para
alumnos de escuelas de su localidad.
Templo vacío.
Parpadean las velas
en la penumbra.
Palmira
Místico. Con una dimensión espiritual en busca de lo sagrado este haiku nos
trasmite el silencio de un templo vacío, el aire gélido de la noche que hace que
parpadeen las velas engrandeciendo las sombras de las imágenes que atesora,
se advierte un instante de meditación y oración. El haijin se hace presente en el
poema sin mencionarse.
Este suceso tan insignificante a simple vista no escapa a los ojos de la jaijin: Ki-
go de verano. Una mosca en algún momento quedó atrapada en la tela de la ara-
ña, estuvo allí mucho tiempo consumiéndose poco a poco. Se pone el sol con to-
do su esplendor y deja ver lo que queda de la mosca: un ala en la telaraña que
nos muestra la historia e inmortaliza el instante.
Lloro de un niño.
Una hormiga con alas
sobre su mano.
Luelir
En la hojarasca
qué mueve el viento
alas de mariposa
Elías Dávila Silva
Templo abakuá.
Tras las rejas montones
de la hojarasca.
Viento frío
Estos dos haikus, cada cual con una de las palabras propuestas, se nos revela
como una pintura al óleo, ambos contienen la palabra hojarasca kigo de otoño lle-
nándonos de calma y tranquilidad, despertando sensaciones de belleza y colores
mágicos. En el primero el hajin se formula una pregunta que él mismo se contesta
con el asombro que le produce el instante: viento, hojas de otoño, mariposa….
En el segundo la hojarasca se funde con los secretos del templo de abakuá, ex-
poniendo junto a la sensación de abandono el encanto del momento.
La naturaleza es una sola y todos somos parte de ella.
¡Invitación!
Invitación: Kukai HELA
KUKAI HELA
Diciembre 2019 (Edición 40)
1. HUMO
Natsume Soseki
2. TARDE
Kobayashi Issa
CÓMO PARTICIPAR:
- Puede participar cualquier persona (con la única excepción del coordinador de turno).
- Cada participante debe elegir UNA sola de las palabras propuestas.
- La palabra debe estar incluida dentro del haiku (en plural o singular).
- Cada persona sólo puede participar con UN trabajo con firma o seudónimo.
- NO se debe participar con más de un seudónimo (o nombre, o nickname).
- La votación privada se realizará a partir de una lista definitiva de haiku que cada participante
recibirá vía e-mail.
- Únicamente podrán votar los participantes en el kukai en curso.
Leti Sicilia
Coordinadora
Kukai de Hojas en la acera
Felicitación de Makoto
¡Croac!
En este número han colaborado: Redacción: Elías Rovira, Leticia Sicilia, Jorge Braulio Ro-
driguez, Toñi Sánchez Verdejo, Sandra Pérez, Félix Arce, Javier Sancho, Enrique Linares.
Colaboradores secciones fijas: Félix Alcántara Llarenas, Carlos Blanc Portas, José Antonio
Olmedo López-Amor, José Fajardo, Ezequiel Soriano Gómez, Xaro Ortolá. Colaboraciones
en este número: Carmen García Carnicér, Alfredo Bizarro, Ricardo Virtanen, Grego Dávi-
la, Teresita González, Martín Azcárate Muez, María Jesús Pérez Núñez, Yoko Masuyama,
Yordán Rey Oliva, Julia Guzmán, Mayra Rosa Soris Santos, Gregorio Muelas Bermúdez,
Emma González Rozas y Eduardo Moreno Alarcón.
Maquetación:
Ginkgo Biloba
Grego Dávila