Marbury Vs Madison

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Fallo Marbury vs Madison

ADAMS SEGUNDO PRESIDENTE (Marshall era secretario de estado) Partido Federal

JEFFERSON TERCER PRESIDENTE Partido Republicano


MARSHAL CORTE SUPREMA
Marbury (el que fue nombrado juez durante presidencia de Adams)
MADISON (nuevo secretario de estado de Jefferson)
Marshall asumió la Presidencia de la Suprema Corte en 1801. Durante un tiempo, además Presidente de la
Corte, Marshall fue a la vez Secretario de Estado del presidente John Adams, del partido federal.
Justo antes de que Adams deje la presidencia, para ser relevado por Thomas Jefferson (del partido
republicano), el gobierno del partido federal designó a varios jueces de paz
Este proceso de designación involucraba el nombramiento por parte del Presidente con la posterior
ratificación del Congreso; tras ello, correspondía, como acto de perfeccionamiento formal, que el documento de
nombramiento sea sellado y remitido por correo por el Secretario de Estado (cargo que, hasta el momento de los
mencionados nombramientos, tenía Marshall).

Lo cierto es que William Marbury fue nombrado juez de paz casi el último día de gobierno del partido
federal y a John Marshall no le alcanzó el tiempo para sellar o enviar todos los nombramientos que acaban de
hacerse, entre ellos el de Marbury.

Ante ello, el nuevo Secretario de Estado nombrado por Jefferson, James Madison, se negó a sellar y a
distribuir las credenciales pendientes, e incluso eliminó las plazas de juez creadas por Adams. William Marbury,
seguramente sin imaginar lo que resultaría de ello, presentó un mandamus pidiendo al nuevo Secretario de Estado
que le envíe su nombramiento, el cual ya estaba sellado. Este pedido, en aplicación de una disposición
de la Judiciary Act, llegó directamente a la Suprema Corte.

Al resolver, la Corte (y especialmente Marshall) resolvió que, aunque era cierto que le asistía un derecho a Marbury
y que este merecía tutela, la ley que habilitaba a la Suprema Corte a resolver un mandamus como el presentado
contravenía lo dispuesto por la Constitución. Más específicamente, señaló que si bien la Judiciary Act habilitaba a la
Corte Suprema para conocer algunos mandamus en primera instancia (con competencia originaria), dicha
competencia legal resultaba inconstitucional, pues no se ajustaba a lo dispuesto por la Constitución (que disponía
que, salvo algunos pocos supuestos, la Corte Suprema solo ejercía competencia “por apelación”)

En esta línea, y con independencia de la situación de Marbury (a quien finalmente no se le tuteló el


derecho), la Corte sostuvo que la Constitución establecía límites para los poderes públicos, los cuales no podían ser
rasados por estos, prohibición que había sido desatendida por el Congreso al dar la Judiciary Act. Y lo más
relevante: precisó que
cuando una ley se opone a la Constitución esta deja de ser válida y, siendo así, declaró que la ley que establecía la
competencia de la Suprema para que esta resuelva mandamus de manera directa no podía ser aplicada, por ser
inconstitucional.

1) Es decididamente la opinión de esta Corte que, cuando un nombramiento ha sido firmado por el
presidente la designación debe considerarse hecha; y que la misma es completa cuando tiene el sello de los
EE.UU. puesto por el secretario de Estado.
La retención de su nombramiento, es por lo tanto, un acto que la Corte considera no respaldado por la ley y
por ello violatorio de legítimos derechos adquiridos. Esto nos conduce a la segunda cuestión:
2) Si el derecho existe y ha sido violado, proveen las leyes del país un remedio a esa violación. La esencia
misma de la libertad civil consiste, ciertamente, en el derecho de todo individuo a reclamar la protección de las
leyes cuando ha sido objeto de un daño.
Es por lo tanto la opinión de esta Corte que Marbury tiene derecho a su nombramiento y que la negativa a
entregárselo constituye una clara violación de ese derecho frente a la cual las leyes de su país brindan un remedio.
Resta considerar:
3) ¿le corresponde el remedio que solicita? Ello depende de: a) la naturaleza de la medida que solicita, y b)
el poder de esta Corte.
La competencia de la Corte consiste, únicamente en decidir acerca de los derechos de los individuos y no
en controlar el cumplimiento de los poderes discrecionales del presidente o sus ministros. Los asuntos, que por su
naturaleza política o por disposición constitucional o legal, están reservados a la decisión del Ejecutivo, no pueden
ser sometidos a la opinión de la Corte.
Siendo el secretario de Estado un funcionario bajo la autoridad del gobierno de los EE.UU., se encuentra
precisamente comprendido en las previsiones de la ley precitada; y si esta Corte no está autorizada a emitir una
orden de ejecución a tal funcionario, sólo puede ser a causa de la inconstitucionalidad de la ley, incapaz, por ello,
de conferir la autoridad y de asignar las obligaciones que sus palabras parecen conferir y asignar. La Constitución
deposita la totalidad del Poder Judicial de los EE.UU. en una Corte Suprema y en tantos tribunales inferiores como
el Congreso establezca en el transcurso del tiempo.
. Luego, para que esta Corte esté en condiciones de emitir una orden de ejecución como la que se pide,
debe demostrarse que se trata de un caso de competencia por apelación.

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