RDV Apunte - DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO
RDV Apunte - DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO
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DESCRIPCIÓN DE LA SUB-ÁREA:
OBJETIVO GENERAL:
OBJETIVOS PARTICULARES:
Los Presocráticos
Los Sofistas
Sócrates, Platón y Aristóteles
UNIDAD DOS: LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO
Dogmatismo
Escepticismo
Subjetivismo y Relativismo
Pragmatismo
Criticismo
UNIDAD TRES: EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO
Racionalismo
Empirismo
Intelectualismo
Apriorismo
UNIDAD CUATRO: LA ESENCIA DEL CONOCIMIENTO
Realismo
Idealismo
Fenomenalismo
UNIDAD CINCO: PERSPECTIVAS DEL CONOCIMIENTO
Introducción a la Filosofía
¿Qué es Filosofía?
Aristóteles, Metafísica
¿Qué sé?
CONACULTA, México 1995.
● Platón, “Diálogos”
México 1997
● Unamuno Migel D.
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
Todos nosotros nos hemos hecho preguntas cruciales en nuestra vida como por ejemplo:
¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi identidad personal? ¿En qué consiste mi característica más
propia como ser humano? ¿En que reside la dignidad propia de la naturaleza humana?
Muchas respuestas se han dado estas interrogantes. En este libro revisaremos muchas de
ellas.
Uno de los problemas más urgentes que nos puede afectar a cada uno es la pregunta sobre
la existencia auténtica del hombre porque de su resolución dependerá la orientación general
en las actitudes y en las conductas de las personas.
También con frecuencia la vida nos planteará interrogantes que requieren una cierta claridad
en cuanto a las prioridades, las jerarquías y los principios que se van a aplicar en el momento
de tomar decisiones determinantes para nosotros y para los demás de tal manera que
sepamos dar respuestas correctas sin temor a equivocarnos y cometiendo los menores
errores que nos sean posibles.
La pregunta acerca del ser se refiere a los estratos más profundos en la constitución de
todas las cosas. Cuya disciplina que se encarga de esta investigación ha recibido el nombre
de Metafísica.
Finalmente estudiaremos la pregunta que nos hemos hecho todos los seres humanos acerca
de la existencia de Dios como creador del universo y la posibilidad de mantener una relación
con ese ser absoluto cuyas religiones han dado una respuesta positiva de su existencia y
que nosotros también en filosofía veremos de qué manera responder a estas preguntas sin
tener que recurrir a las sagradas escrituras, a la revelación, al magisterio de la iglesia sino
mas bien a la rama de la filosofía que estudia este tema que es la Teodicea.
Entonces iniciamos con la primera parte de la filosofía como un conjunto de conceptos, tesis
y argumentos para que en segundo lugar lleguemos al acto de filosofar donde cada persona
tendrá su propia filosofía, su propio criterio, su punto de vista para observar, juzgar y actuar
con las personas que le rodean.
Recordemos que es más importante el segundo paso que el primero es decir, es más
importante el acto de filosofar que recitar de memoria una tesis filosófica.
Dicho de otro modo, asentar una idea de filosofía sin el previo acto de filosofar, como una
tarea memorística para sólo pasar un examen, equivales los mismo a decir que es como si
quisiéramos ingerir un alimento sin la correspondiente asimilación digestiva. De aquí pues
recordemos lo que se dice que “No hay que estudiar sólo para pasar el examen sino mas
bien hay que estudiar para la vida” y estudiar filosofía nos sirve para toda la vida.
4.- Filosofía como criterio axiológico propuesta por Raúl Gutiérrez Saenz.
que significan pues, amor a la sabiduría, es decir, afición, tendencia o adhesión a un tipo
especial de conocimiento que se llama sabiduría.
La filosofía se define como “ciencia de todas las cosas desde el punto de vista de sus causas
supremas”.
La filosofía es una ciencia. En este concepto ciencia es un conocimiento cierto de las cosas
por sus causas. Lo importante en la ciencia, a diferencia de la simple opinión, es la referencia
a las causas, lo que origina o explica una cosa.
La filosofía, además, estudia todas las cosas. Tanto las materiales como las espirituales, las
visibles y las invisibles, las mentales o las extramentales. Se trata de la ciencia más universal
que se pueda imaginar.
El punto de vista especial con el que la filosofía estudia a todas las cosas es la de las causas
supremas. Mientras que las demás ciencias estudian las cosas desde el punto de vista de las
causas próximas, la filosofía toma una perspectiva especial que es la de las causas
supremas.
Ejemplo de causa suprema es la esencia, y ¿Qué es la esencia? Es aquello por la cual una
cosa es lo que es y no puede ser otra cosa.
Otro ejemplo práctico es: La biología estudia a los seres vivos (Bios = Vida, Logos = Ciencia,
estudio, tratado). y la filosofía estudia la esencia de la vida.
El objeto material de una ciencia significa el tema general estudiado por esa ciencia.
Para designar a todas las cosas materiales y espirituales en filosofía se les llama : ENTE.
Y aquello que les da existencia a las cosas materiales y espirituales en filosofía se les llama
SER.
El objeto formal de la filosofía es: las causas supremas de todas las cosas. También cabe
decir que estudia la esencia de todas las cosas.
Una cosmovisión, como su nombre lo indica, es un conjunto de ideas que nos describen el
modo como percibimos el cosmos, el mundo, el mundo, es decir las cosas, las personas y las
situaciones que nos rodean.
Cada uno tiene su propia cosmovisión, cada uno juzga a su manera los hechos que le
rodean, cada uno tiene su propia filosofía.
Todas las instituciones educativas llevan un logotipo y una frase donde reflejan su misión, su
filosofía, su lema así como las organizaciones o clubs.
RAMAS DE LA FILOSOFÍA
1.- Antropología filosófica: Estudia al ser humano desde el punto de vista de sus
características esenciales. Sus temas fundamentales son: La persona humana, la conciencia,
la libertad, los valores y la trascendencia humana.
3.- La Ética: Rama de la filosofía que estudia la conducta humana desde el punto de vista de
su bondad o maldad.
4.- La Estética: Estudia la esencia de la belleza y del arte. Entre sus temas más importantes
se encuentra el estudio de la creatividad humana y de la experiencia estética, así como los
diferentes géneros en las bellas artes.
5.- La Metafísica: Es el estudio del ser en cuanto ser. El ser es el constitutivo fundamental de
todas las cosas (entes), lo que les da inteligibilidad y estructura.
Con esta parte terminamos la introducción a la filosofía para pasar a la siguiente parte que se
titula los presocrático pero antes de hablar de ellos conozcamos cómo surge la filosofía en
Grecia.
UNIDAD UNO
FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA
Introducción
En este tiempo mientras surgían los presocráticos, en otras partes del mundo surgieron los
siguientes personajes.
¿Por qué la filosofía occidental, que nace en Grecia, no lo hace, en lo que más adelante será
su centro neurálgico (Atenas), sino en la periferia, es decir, en las colonias? Para entender
esta cuestión es necesario hechar mano de la historia y de los acontecimientos sociales y
políticos acontecidos en la Grecia antigua.
Sabemos que en el siglo XII, antes de Cristo, se producen en Grecia las migraciones dorias
las cuales determinarán profundas modificaciones en la organización de los pueblos que
habitan el continente griego (eolios, jonios, aqueos).
Dado que tienen que empezar de nuevo se preguntan¿ por qué no romper con muchos
aspectos de la tradición (sobre todo con aquellos que consideran como un freno) y por qué
no llevar a cabo nuevas invenciones en los diferentes ámbitos del espíritu?. Sea lo que fuere,
en los siglos VIII-VII se producirá en Grecia el fenómeno de las grandes colonizaciones.
Los griegos pegan el gran salto a diversos puntos del Mediterraneo, del sur de Italia y de las
costas del Asia Menor, como las ranas en torno a la charca, tal como nos cuenta Platón.
Pues bien, entre los muchos efectos producidos por esas colonizaciones, uno de ellos se
refiere precisamente a la aparición de la filosofía. Y es que aunque los colonizadores iban
lejos (apoikía es el nombre griego de colonia con el significado de vivir lejos) , y conservaban,
de algún modo, los patrones culturales de la metrópoli, lo cierto es que el mal ya estaba
hecho.
En este contexto, no está de más reseñar el enfrentamiento crónico que se producirá entre
las colonias griegas del Asia Menor (por ejemplo, Mileto, lugar del nacimiento de la filosofía)
con los persas (lugar de concepciones místicas y religiosas como la de Zoroastro). Tampoco
está de más señalar que el nuevo pensamiento que ahora se irá creando en las colonias
acabará por colonizar a su vez a la Grecia central (Atenas) prisionera, en esta época, de
concepciones místicas y mitológicas. Por lo tanto, se podría afirmar que la filosofía
presocrática es el resultado de un nuevo racionalismo que surge con el fenómeno de las
colonizaciones.
Esto explica el por qué la filosofía presocrática (es decir, la filosofía occidental) se desarrolle
en la periferia de Grecia, es decir, en las franjas que sucesivamente flanquearon a la Grecia
continental, es decir, Asia Menor (Mileto, Samos, Efeso, Clazómene) y la Magna Grecia
(Crotona, Elea, Siracusa, Agrigento).
Lo que realmente cambia con la filosofía presocrática no son las preguntas que realizan.
Muchas veces tampoco cambian las respuestas ya que tienen un gran parecido con las
realizadas por generaciones anteriores. Lo que realmente es novedoso es la nueva actitud
intelectual que se manifiesta ante los mismos problemas. En el mundo del mito las fuerzas
naturales (agua, viento...) son personificadas y divinizadas. Se trata de dioses personales
cuya presencia influye en el curso de los acontecimientos. Todo ello implica que a los
fenómenos y sucesos del universo se les hacen depender de la voluntad arbitraria de los
dioses. Y lo que es evidente es que, dentro de estos parámetros, sería imposible que pudiera
surgir la ciencia: ¿cómo intentar descubrir leyes naturales si partimos de la base de que todo
lo que sucede en la naturaleza es fruto del capricho y la arbitrariedad de los dioses?.
Pues bien, con los filósofos presocráticos asistimos a un cambio de actitud ante las grandes
preguntas que los hombres de los siglos VII -VI antes de Cristo se hacían sobre el origen del
cosmos. Por un lado, se prescindirá del caracter divino de las fuerzas naturales (en este
contexto, no debemos dejarnos engañar por los nombres que utilizan) y esas fuerzas se
analizarán tal como aparecen aunque con la intención de descubrir lo que realmente son.
Además, en la filosofía presocrática, a la idea de necesidad lógica, y no arbitraria, se le unen
una serie de elementos nuevos que es necesario tener en cuenta:
La idea de que las cosas suceden debido a la existencia de leyes naturales, está
íntimamente unida a la idea de esencia o permanencia. Este concepto llevará a la
formulación de ideas que serán centrales, no únicamente en la filosofía de los presocráticos,
sino en toda la filosofía griega (y más allá de la griega). Tales ideas giran alrededor del
problema de las relaciones entre lo permanente (esencial) y lo cambiante (accidental), que,
como veremos más adelante, son esenciales en los filósofos presocráticos.
La diferenciación entre lo esencial y lo accidental está también íntimamente unido al papel,
que dentro de la filosofía, jugaran las facultades de la razón y de los sentidos. Con los
filósofos presocráticos (aún siendo partidarios de un conocimiento basado en la observación)
es la razón la que nos puede mostrar lo esencial de las cosas y son los sentidos los que se
quedan con lo aparencial. Debemos utilizar la razón para superar las apariencias y llegar al
descubrimiento, en un progresivo análisis clasificatorio, del principio o principios últimos que
sustenta la realidad.
Pues bien, es en este contexto en donde deberíamos situar el nacimiento de la filosofía lo
que implica que, en sus inicios, ésta surge como algo opuesta al mito, a la religión, a los
dioses.
El problema de la naturaleza
La palabra naturaleza (physis) tiene para los griegos dos grandes usos o acepciones:
Conjunto de seres que pueblan el universo, exceptuando de este conjunto a las cosas
fabricadas por el hombre. En este sentido, el concepto de naturaleza tendría un gran
parecido con el que utilizamos actualmente cuando hablamos de degradación de la
naturaleza a causa del uso indiscriminado de la actividad industrial. Según esta concepción,
por tanto, la naturaleza sería sinónimo de la totalidad de los seres vivos del mundo.
El otro significado del término de naturaleza la utilizaban los filósofos griegos para referirse a
clases o conjuntos de cosas. Así, por ejemplo, cuando nos preguntamos por la naturaleza
humana.
En este contexto, naturaleza viene a significar lo que las cosas son realmente, es decir, lo
que una cosa esencialmente es.
Esta 2ª concepción de naturaleza es la que se acerca más al significado auténtico que, tanto
los filósofos presocráticos, como los griegos en general, daban a este término.
El concepto de naturaleza se encuentra, también, íntimamente relacionado con el concepto
de necesidad, en el sentido de que el universo, en su esencia, se comporta como un todo
ordenado que funciona según leyes, constituyendo, por todo ello, un cosmos y no un caos.
Pues bien, este funcionamiento ordenado del cosmos se debe, no al capricho de los dioses,
sino a que, los seres que lo pueblan, se comportan según principios o leyes necesarias y es
precisamente la naturaleza de esos seres lo que determina su lugar en el mundo y su modo
de comportarse.
Esa concepción intrínseca de la actividad natural es lo que explicaría el por qué los griegos
nunca podrían concebir la naturaleza como un máquina (esto será una propiedad de la
modernidad) sino como una especie de organismo viviente (hilozoísmo).
Son aquello a partir de lo cual se generan los seres del mundo. En este sentido el principio
último o naturaleza (esencia) sería sinónimo del origen.
Son aquello en lo que realmente consisten los seres del universo, es decir, son sinónimo de
lo que permanece a través del cambio.
Son aquello que explican los distintos procesos y cambios que sufre la naturaleza en su
aspecto dinámico y cambiante. En este sentido, el principio último (naturaleza - esencia ) es
sinónimo de causa.
Los filósofos Presocráticos son entre otros: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes,
Anaxágoras, Pitágoras, Heráclito, Parménides, Zenón de Elea, Empédocles, Anaxágoras y
Demócrito entre otros.
TALES DE MILETO
Ese todo comprende la tierra, el mar, la vida, las plantas y, claro está, los hombres.
Tales de Mileto : sabemos que predijo un eclipse de sol en el año 585 a de Cristo, eclipse,
que oscureció una parte del Próximo Oriente y Egipto. Esto es lo que hace que hoy se
acepte la antigua cronología de Apolodoro que sitúa a Tales de Mileto en los años 624-546 a
de Cristo.
Tales era un milesio de ascendencia fenicia. Existe tambien una tradición que nos habla de
su visita a Egipto.
En este caso, es muy posible que Tales estuviera en Egipto. Tales es considerado como el
iniciador de la Filosofía. Como filósofo de la naturaleza, Tales de Mileto, decía que la tierra
flota sobre el agua y que, ésta es, en cierto modo, el principio de todas las cosas. El
comentario que podría hacerse ante tal afirmación es el siguiente:
El agua es el principio (arjé) de todas las cosas. El agua, como arjé, implica que ésta es el
constitutivo material originario que persiste como substrato permanente (esencia) de todas
las cosas, ya que éstas son cambiantes, es decir, constituyen lo accidental. Eso quiere decir
que, cuando las cosas cambian y perecen, no todo desaparece, sino que sigue
permanenciendo la esencia de las mismas que, en este caso, Tales, identifica con el agua.
Pues bien, cuando Tales habla del agua, (lo de menos es el nombre), como principio, no está
señalando únicamente que todo procede del agua sino que tal principio continua subsistiendo
a pesar de los cambios, es decir, que existe una causa 1ª de todo lo real.
La afirmación de que la tierra flota sobre el agua es una idea que muy posiblemente Tales de
Mileto tomó de las mitologías orientales. En Egipto se consideraba a la tierra bajo la forma de
un plato plano y con bordes en sus extremos. La tierra, a su vez, descansaba sobre el agua
que llenaba también el cielo. A su vez el sol, navegaba de día en una nave a lo largo del cielo
y bajo tierra durante la noche (no en torno ella como sucede de Homero). Por su parte, en la
épica babilónica, al principio, todo era mar. Más adelante, Mardúk, construyó una balsa sobre
la superficie de las aguas y sobre ellas una choza de cañas que acabó por convertirse en
tierra.
A su vez, en la épica judía (salmos) se nos dice que Jahvéh extendió la tierra sobre las
aguas y que la fundó sobre los mares. En el Génesis, se habla del mar abisal que yace
abajo. Pues bien, es muy posible que Tales tomara de aquí su idea de que la tierra flota
sobre el agua ya que tal idea no se encuentra presente en la mitología griega (recuérdese
que, en Homero, Oceano circunda la tierra pero no está debajo de ella).
ANAXÍMENES
Únicamente sabemos, por los juicios transmitidos sobre su estilo literario, que escribió un
libro en dónde podía contrastarse su dicción simple y concisa con la terminología un tanto
poética de Anaximándro.
Para Anaxímenes, el aire era la substancia básica y originaria del mundo. Ese aire cambia
por condensación y por rarefacción.
Anaxímenes escogió el aire como principio originario, (arjé) de donde procede todo, debido a
que podía convertirse en cualquiera de los otros elementos del mundo, como mar o tierra, sin
perder su propia naturaleza. Simplemente se condensaba o se rarificaba pero conservando
siempre su identidad. Con este planteamiento, Anaxímenes creía resolver las objecciones
que Anaximandro había hecho a Tales y que le había impulsado a postular como principio
originario a algo indefinido (lo ápeiron). W. Capelle afirma, en su Historia de la filosofía
griega, que Anaxímenes representa un paso atrás frente a Anaximandro al proponer como
arjé a algo sensible (aire), aunque, por otro lado, significa un progreso ya que, según este
autor, con Anaximandro la unidad de lo indefinido estaría en entredicho a partir de su
posición frente a la separación de los contrarios.
Ahora bien, de lo que que no hay duda, es que Anaxímenes se planteó el problema de la
unidad del Arjé. Observó que los cuerpos, al calentarse se dilatan, y, al enfriarse se contraen.
Ello le llevó a concluir que este par de opuestos no eran tal sino una misma cualidad que se
manifiesta distintamente según las condiciones.
Es importante notar que Anaxímenes compara el aire cósmico con el pneuma (aliento), al
que, tradicionalmente, se le considera como sinónimo de alma-aliento (psyjé) dadora de vida.
En este sentido, parece que Anaxímenes consideró el aire como el aliento del mundo y, en
consecuencia, como su fuente eterna y divina. Por otro lado, le parecía también que el aire
poseía alguna característica de lo ápeiron (indefinido) de Anaximandro. Y es que el aire
parece no estar caracterizado por ningún opuesto en particular, lo que le convertiría en algo
cercano a lo indefinido. Además, el aire tenía la ventaja, frente a los otros elementos, de
ocupar una vasta región del universo.
Existe un texto de Aecio en donde se dice que Anaxímenes pensaba que asi como nuestra
alma, que es aire, nos mantiene unidos, de la misma manera el viento (o aliento) envuelve
todo el mundo.
ANAXIMANDRO
Anaximandro fue más joven que Tales, aunque no mucho, ya que murió poco despues del
año 547 a de Cristo, fecha en la que había muerto Tales. Al mismo tiempo, toda la tradición
doxográfica le hizo pariente, compañero, amigo y discípulo de Tales, intentando hacer ver,
con ello, que ámbos procedían de la misma ciudad (Mileto) y que uno era algo más joven que
el otro.
Por lo que se refiere a su actividad científica existen textos que nos refieren que fué
Anaximandro quien introdujo en Grecia el gnomon, asi como quien llevó a cabo la
elaboración de mapas geográficos. De todos modos, hay que señalar que Anaximandro, no
fue el inventor del Gnomon (vara vertical cuya sombra señalaba la altura y la dirección del
sol, asi como las horas) pero si parece que fue quien lo introdujo en Grecia. Existen noticias
de que Anaximandro colocó un Gnomon en un promontorio de Lacedemonia y que estaría
situado de tal forma que permitía saber la hora del día y la estación del año. Para
Anaximandro la substancia originaria (arjé) es lo apeiron (lo indefinido e infinito).
Más bien parece que, lo que Anaximandro quería significar con lo apeiron, era algo que no
tenia término, algo sin límite y sin definición.
ANAXÁGORAS DE CLAZOMENE
Por un lado, una de las proposiciones, ( que Cornford define como principio de
homeomeridad ), establece que una substancia material, por ejemplo, un trozo de oro, consta
unicamente de partes iguales al todo, es decir, cada una de sus partes es oro y nada más
que oro.
La otra, sin embargo, establece que hay una porción de todo en cada cosa, es decir, que un
trozo de oro, por ejemplo, lejos de contener nada más que oro, contiene tambien porciones
infinitas que representan a todas las substancias del mundo.
Es evidente que estas dos proposiciones son antinómicas y resulta muy dificil aceptar que
Anaxágoras, que no debia tener un pelo de tonto, pudiera defender una teoría que sustente
tamaña contradicción. Es, por lo tanto, necesario intentar comprender lo que Anaxágoras
quería decir con todo ello pues, es posible, que si ámbas proposiciones pudieran
armonizarse, entonces desaparecería la contradicción. Para poder acceder a tal
armonización lo mejor sería huir de las interpretaciones modernas ( muchas veces subjetivas
y con ánimo de notoriedad ) y fijarse en lo que Anaxágoras nos dice en sus textos, ya que lo
único fidedigno de sus opiniones son sus propias palabras. Y en tales palabras es muy
probable que quieran significar simplemente lo que dice que significan y no lo que muchos se
han empeñado en hacerle decir.
LA MENTE
Anaxágoras acepta el reto de Parménides de que no se debe dar por supuesto el movimiento
y el cambio sino que éstos deben ser explicados. Con el objeto de llevar a cabo tal
explicación, Anaxágoras, señala lo siguiente:
Del no-ser no puede surgir el ser. Ahora bien, el ser no es uno (como decía Parménides) sino
plural.
La pluralidad consiste en una mezcla originaria que contiene porciones infinitas de todas las
cosas. Anaxágoras las denomina como semillas (spermata).
Tales semillas, en principio, tienen las mismas características del ser de Parménides: son
algo finito, eterno, en la mezcla no existe el vacio y son inmóviles.
Las semillas, (spermata) por tanto, contienen porciones (moirai) infinitas de todas las cosas.
EMPÉDOCLES DE ACRAGAS
Tampoco podemos fijar con exactitud la fecha del nacimiento de Empédocles aunque, por
testimonios indirectos, podemos aceptar el año 495 a.c., pero sí que era ciudadano de
Akragas (Agrigento), en Sicilia. Su personalidad está envuelta en la leyenda ya que, además
de filósofo, fue conocido por sus habilidades como médico y sus actividades relacionadas
con la magia o con el chamanismo. Se dice que fue discípulo de Pitágoras o, cuando menos,
pitagórico y maestro del sofista Gorgias de Leontini, atribuyéndosele también la creación de
la retórica.
"Empédocles admite cuatro elementos, añadiendo la tierra a los tres que quedan nombrados.
Estos elementos subsisten siempre, y no se hacen o devienen; sólo que siendo, ya más, ya
menos, se mezclan y se desunen, se agregan y se separan." (Aristóteles, Metafísica, 1 , 3 )
"Estos elementos nunca cesan su continuo cambio. En ocasiones se unen bajo la influencia
del Amor y de este modo todo deviene lo Uno. Otras veces se disgregan por la fuerza hostil
del Odio y tienen una vida inestable".
Principios parmedianos:
Del ente no puede surgir lo no-ente. Este es un principio que ningún griego se atrevía a
discutir. Ahora bien, si ello es asi, entonces todas las cosmologías monistas estaban
cuestionadas ya que: ¿como es posible explicar que de un único elemento o ente (agua, aire,
áperion) pueda surgir lo que no es agua, aire o apeiron, es decir, lo no-ente?
El vacío no puede tener lugar alguno en cualquier explicación sobre el origen de la realidad.
Ahora bien, si esto es cierto, entonces las filosofías dualistas (como era la de los pitagóricos)
dejaban de tener sentido ya que: ¿cómo postular la existencia de dos principios, separados
entre sí, sin la existencia de un elemento que los delimite (vacio)?
La pluralidad no puede proceder de una unidad originara ya que ello implicaría que algo que
no-es surge a partir de lo que es. Esto obligaría a los pluralistas, posteriores a Parménides,
como Empédocles, Anaxágoras o Demócrito, a no poder dar por supuesta, sin una
explicación lógica coherente, la existencia de tal pluralidad.
Se acepta que todo sistema filósofico que ignore estos cánones es insostenible.
Su período de mayor actividad intelectual se produjo a mediados del siglo V a de Cristo.
En cuanto a su vida, lo mismo que sucede con Pitágoras y con Heráclito, fue uno de los
personajes predilectos de las historias biográficas apócrifas. Todas ellas tratan, en su mayor
parte, de sus actividades políticas y sobre su muerte. Se nos dice que fue un demócrata
ardiente que derribó una organización denominada los mil y que rehusó a la monarquía de su
ciudad. Cabe concluir que era más aristócrata que demócrata. Parece que, Empédocles, fue
también un orador consumado al cual Aristóteles considera, en su diálogo perdido el Sofista,
el inventor de la retórica. Gorgias habría sido su discípulo. Empédocles tuvo tambien gran
fama como médico y curandero.
Existen varios fragmentos que demuestran claramente el gran influjo que Parménides ejerció
sobre Empédocles. De la lectura de algunos de ellos se deduce claramente que Empédocles
no solo se acomodó a los cánones de Parménides sino que su sumisión era consciente. Es
muy posible, además que tales fragmentos, además de mostrar su dependencia con
Parménides, sirvieran de Introducción a su Cosmología.
Serían inmóviles y entre ellos no existiría el vacío.
LA ESFERA DE EMPÉDOCLES
La unidad originaria de Parménides obliga a tener que aceptar que la realidad es inmóvil.
La pluralidad originaria de Empédocles permitiría explicar el cambio sin que, por ello, tal
cambio, implique el paso del ser al no-ser.
Al mismo tiempo, el cambio, que surge a partir de la pluralidad originaria, no sería más que
una simple fase dentro del interminable ciclo cósmico.
HERÁCLITO DE EFESO
(570-475 a de Cristo)
Sobre la vida de Heráclito existe una gran proliferación de ficción biográfica. Diógenes nos
dice que rehusó componer leyes para los efesios, prefiriendo jugar con los niños en el templo
de Artemis.
Se le conocía también por ser un oscuro propositor de enigmas y se nos transmite que esta
afición le costó la vida, ya que los médicos, a los que parece criticar en una de sus máximas,
no hicieron nada para salvarle.
Se afirma también que se enterró el mismo en estiércol porque había dicho que los
cadáveres valen menos que el estiércol. De todo este anecdotario únicamente se puede
aceptar como seguro lo siguiente: nació y vivió en Efeso. Procedía de una familia
aristocrática y estuvo en malas relaciones con sus conciudadanos.
DIFICULTADES DE INTERPRETACIÓN
Ya hemos señalado que Heráclito tenía fama de ser oscuro. Pues bien, a la propia dificultad
que implica el entender sus propias citas, hay que añadir tambien los testimonios que se nos
han transmitido acerca de su pensamiento.
EL PENSAMIENTO DE HERÁCLITO
DEMÓCRITO DE ABDERA
Demócrito nació en Abdera en el año 460 antes de Cristo. Se le atribuyen numerosos viajes,
a Egipto y a la India, entre otros, habiendo adquirido en el curso de ellos conocimientos de
teología , astrología, geometría, etcétera. También se le sitúa en Atenas escuchando las
lecciones de Sócrates o de Anaxágoras, según recoge Diógenes Laercio: "parece, dice
Demetrio, que también pasó a Atenas, y que por desestima de su propia gloria no se cuidó
de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no le conoció él. Fui -dice- a
Atenas, y nadie me conoció." se dice también que fue discípulo de Leucipo, a quien se
atribuye la creación del atomismo, doctrina defendida por Demócrito.
Estos átomos existen desde siempre en el vacío, sometidos a un movimiento que les es
consustancial. Por lo tanto, todo lo que existe son los átomos y el vacío. La introducción de la
existencia del vacío es una novedad con respecto a Empédocles y Anaxágoras y que choca
frontalmente con la negación del vacío (no ser) que exigía Parménides. Ahora bien, sin la
existencia del vacío resulta imposible explicar el movimiento, por lo que necesariamente tiene
que existir. Los átomos se mueven en ese vacío en línea recta en un principio, pero, por
causas estrictamente mecánicas, algunos de ellos salen de su trayectoria y chocan contra
otros, a los que desvían, chocando el conjunto contra otros átomos, provocando la
agregación en conjuntos de átomos cada vez mayores, y que darán lugar a la constitución de
los objetos tal como nosotros los conocemos.
"Leucipo y Su compañero Demócrito sostuvieron que los elementos son "lo lleno" y lo
"vacío", a los cuales llamaron "ser" y " no ser", respectivamente.El ser es lleno y sólido; el
no-ser vacío y sutil. Como el vacío existe no menos que el cuerpo, se sigue que el no-ser
existe no menos que el ser. Juntos los dos constituyen las causas materiales de las cosas
existentes (Aristóteles, Metafísica,I,4, 985b)."
ZENÓN DE ELEA
(489-?)
Al igual que ocurre con la mayoría de los filósofos presocráticos es poco lo que sabemos de
la vida de Zenón. Nació en Elea entre los años 490-485, si tomamos como referencia el
testimonio de Platón. Fue pitagórico, al igual que se dice de Parménides, siendo
posteriormente discípulo de éste y reconocido defensor de la doctrina parmenídea de la
unidad e inmovilidad del ser. Se refiere, en relación con su actividad política, la participación
en una conjura para derrocar a un tirano, y su posterior entereza ante la tortura, al fracasar la
conspiración, pero, aunque son diversas las fuentes, la información sobre los hechos es
confusa Algo más conocemos de su pensamiento, del que tenemos referencias por Platón y
Aristóteles, especialmente en lo que respecta a su actividad dialéctica, orientada hacia el
combate del pluralismo (en general, según unos; del pitagórico, según otros estudiosos, dada
la oposición que la escuela de Elea había manifestado hacia los pitagóricos). Tal actividad se
caracteriza por haber elaborado numerosos argumentos (aporías o paradojas) contra la
pluralidad y el movimiento, en consonancia con la defensa de las teorías eleáticas de la
unidad e inmovilidad del ser, de los que conservamos algunos, basados en la reducción al
absurdo; se parte de las tesis que se quiere criticar y se conduce la argumentación a una, o
una serie de contradicciones que ponen de manifiesto, en consecuencia, la invalidez de las
tesis.
Los únicos que subsisten son los citados por Simplicio, que recogen, al parecer textualmente,
los argumentos de Zenón. El primero de ellos se formula así:
“Si existe una pluralidad, las cosas serán también grandes y pequeñas; tan grandes como
para poder ser infinitas en tamaño y tan pequeñas como para no tener tamaño alguno
Si el ser no tuviera tamaño, ni siquiera sería. Pues si se le añade a cualquier otro ser, no lo
hace más grande, ya que, al no tener tamaño alguno, no puede, con su adición, aumentar su
tamaño. Y así lo añadido no puede ser nada.
De la misma manera, es evidente que ni lo añadido ni lo quitado son nada si, en la
sustracción, el ser al que se le detrae no adviene en nada más pequeño y, si al añadirselo,
no aumenta.
Pero si es, es necesario que cada cosa tengo un cierto tamaño y espesor y que una parte
diste de la otra. Y el mismo razonamiento vale respecto a lo excedente. También esto tendrá
un cierto tamaño y una parte de ello excederá. Y es lo mismo decir esto una vez que irlo
afirmándolo indefinidamente; pues ninguna parte suya semejante será la última ni una parte
dejará de tener relación con la otra.
De manera que, si existe una pluralidad, es necesario que las cosas sean pequeñas y
grandes; tan pequeñas que no puedan tener tamaño y tan grandes que sean infinitas."
"Si existe una pluralidad, es necesario que las cosas sean tantas (en número) cuantas son y
no más ni menos. Y si son tantas cuantas son, deben ser ilimitadas.
Si existe una pluralidad, las cosas existentes son infinitas; pues siempre hay otra cosa entre
ellas, y otras, a su vez, entre estas otras. Y así, los seres existentes son infinitos."
Presentamos a continuación los argumentos de zenón contra el movimiento, tal como los
recoge Aristóteles en la "Física" (libro VI, 9): los dos primeros se basan en el supuesto de
que el espacio y el tiempo son infinitamente divisibles; los dos últimos se basan en el
supuesto de que el espacio y el tiempo se componen de mínimos indivisibles.
"Hay cuatro razonamientos de Zenón sobre el movimiento, llenos de dificultades para quien
quiera resolverlos. En el primero, la imposibilidad del movimiento se deduce de que el móvil
que se desplaza debe llegar primero a la mitad del trayecto antes de llegar a su término; ya
nos hemos referido anteriormente a él.
El segundo es el llamado de Aquiles, y es este: en una carrera, el más lento nunca será
alcanzado por el más rápido; ya que el que persigue al otro siempre debe comenzar por
alcanzar el punto del que ha partido el primero, de modo que el más lento siempre tendrá
alguna ventaja. Es el mismo razonamiento que el de la dicotomía: La única diferencia es que
si bien la magnitud sucesivamente añadida sigue siendo dividida, ya no lo es por dos. Como
conclusión del razonamiento se deduce que el más lento no será alcanzado por el más
rápido, por la misma razón que en la dicotomía: en ambos casos, en efecto, se concluye que
no se puede llegar al límite, tanto si la magnitud se divide de una manera como de la otra;
pero aquí se añade que, incluso este héroe de la velocidad, persiguiendo al más lento, no
podrá alcanzarle. En consecuencia, la solución será también la misma. En cuanto a pensar
que el que va delante no será alcanzado, es falso; ya que no obstante, es alcanzado, si se
considera que la distancia recorrida es una línea finita. Tales son los dos razonamientos. El
tercero, que ya se ha mencionado, pretende que la flecha lanzada permanece en reposo. Es
la consecuencia de la suposición de que el tiempo está compuesto de instantes; si se
rechaza tal hipótesis ya no hay silogismo. El cuarto se refiere a filas (masas) iguales
moviéndose en sentido contrario en el estadio a lo largo de otras filas (masas) iguales, unas
a partir del fondo del estadio, las otras desde el medio, con la misma velocidad; la pretendida
consecuencia es que la mitad del tiempo es igual al doble del mismo. El paralogismo consiste
en que se piense que un cuerpo, con igual velocidad, se mueve en el mismo tiempo, tanto a
lo largo de un cuerpo en movimiento como lo largo del que está en reposo. Ahora bien, esto
es falso. Sean A,A... las filas iguales que permanecen inmóviles; B, B ... las que parten del
medio de las A,A... y les son iguales en número y magnitud; C, C ... las que parten del fondo,
iguales a estas en número y magnitud y con la misma velocidad que las B, B ....
Consecuencias: el primer B se encuentra en el extremo al mismo tiempo que el primer C, ya
que se mueven paralelamente. Por otra parte, los C han recorrido todo el intervalo a lo largo
de todos los B, y los B, la mitad del intervalo a lo largo de los A; en consecuencia, el tiempo
es la mitad: en efecto, para grupos cogidos de dos en dos el tiempo de paso ante cada uno
de los A es el mismo. Pero, al mismo tiempo, los B han pasado por delante de todos los C;
ya que el primer B y el primer C están, al mismo tiempo, en extremos opuestos, siendo el
tiempo para cada uno de los B, dice, el mismo que para los C porque ambos desfilan en el
mismo tiempo a lo largo de los A. Tal es el razonamiento; pero cae en la falsedad que hemos
dicho anteriormente." (Aristóteles, "Física", libro VI, 9).
El primer argumento, conocido como el argumento del estadio o de la dicotomía supone que,
si el espacio es infinitamente divisible, para llegar al final de una línea (para recorrer un
estadio) habremos de llegar primero a su mitad; pero para llegar a la mitad hemos de llegar a
la mitad de la mitad, y así sucesivamente, de modo que resulta imposible, llevada la división
al infinito, alcanzar el final de la línea (o del estadio). El segundo argumento hace lo mismo,
pero implicando a dos objetos móviles, en lugar de uno, y recurrriendo a una división
"proporcional" del espacio. (Cuando Aquiles haya alcanzado el punto que acaba de
abandonar la tortuga, ésta habrá avanzado una nueva distancia, y así hasta el infinito).
Los argumentos tercero y cuarto parten de la consideración del espacio y el tiempo como
compuestos por unidades indivisibles (la tesis contraria a la utilizada anteriormente). En el
tercero recurre Zenón a un sólo objeto en movimiento (la flecha); en este argumento se
supone que:
"un objeto está en reposo cuando ocupa un espacio igual a sus propias dimensiones. Es así
que una flecha en vuelo ocupa, en un momento dado, un espacio igual a sus propias
dimensiones; luego una flecha en vuelo está en reposo" (Kirk y Raven, Los filósofos
presocráticos, Gredos, Madrid, 1970). En el cuarto, una multiplicidad de "indivisibles"
ordenados en tres filas, de las que dos se desplazan en la misma dirección, pero en sentido
contrario, y a la misma velocidad. Pero también en estos casos los argumentos conducen al
absurdo, por lo que bajo ninguna consideración es posible el movimiento.
La fila A permanece estática. Mientras la fila B avanza hacia la derecha, la fila C avanza
hacia la izquierda, ambas a la misma velocidad. Cuando la primera B se sitúa bajo la primera
A (por la izquierda) la primera C hace lo mismo. Al situarse la primera B bajo la segunda A, la
primera C se sitúa bajo la tercera B, y no bajo la segunda, es decir, según Zenón, avanza
pues dos unidades, en lugar de una, de lo que hay que deducir que avanza a una velocidad
doble que la fila B, lo que va contra lo que habíamos supuesto (que avanzaban a la misma
velocidad). Si afirmamos, pues, que el espacio y el tiempo se componen de mínimos
indivisibles caeríamos en el absurdo, ya que en la misma unidad de tiempo, y a la misma
velocidad, B recorrería un espacio indivisible y C el doble, o lo que es equivalente: B necesita
el doble de unidades de tiempo para recorrer las mismas unidades de espacio que C.
PARMÉNIDES DE ELEA
(540-470 a.c.)
En dicho poema, luego de un proemio de carácter religioso, en el que el autor realiza una
serie de invocaciones para conseguir el favor de una diosa no identificada con el objeto de
poder acceder al verdadero conocimiento, Parménides nos expone su doctrina: la afirmación
del ser y el rechazo del devenir, del cambio.El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad
que implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.
El poema expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos para acceder al
conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un camino
transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de
conocimiento.
La vía de la opinión parte, dice Parménides, de la aceptación del no ser, lo cual resulta
inaceptable, pues el no ser no es. Y no se puede concebir cómo la nada podría ser el punto
de partida de ningún conocimiento. ("Es necesario que sea lo que cabe que se diga y se
conciba. Pues hay ser, pero nada, no la hay.") Por lo demás, lo que no es, no puede ser
pensado, ni siquiera "nombrado". Ni el conocimiento, ni el lenguaje permiten referirse al no
ser, ya que no se puede pensar ni nombrar lo que no es. ("Y es que nunca se violará tal cosa,
de forma que algo, sin ser, sea."). Para alcanzar el conocimiento sólo nos queda pues, la vía
de la verdad. Esta vía está basada en la afirmación del ser: el ser es, y en la consecuente
negación del no ser: el no ser no es.
Afirma Parménides en estas líneas la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. La
afirmación del ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al
cambio de la realidad que habían afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides
alzara su voz que habla en nombre de la razón: la afirmación de que algo cambia supone el
reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio y,
por lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del
"ser" "al "no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el
"no ser" no es.
El ser es ingénito, pues, dice Parménides ¿qué origen le buscarías? Si dices que procede del
ser entonces no hay procedencia, puesto que ya es; y si dices que procede del "no ser"
caerías en la contradicción de concebir el "no ser " como "ser", lo cual resulta inadmisible.
Por la misma razón es imperecedero, ya que si dejara de ser ¿en qué se convertiría? En "no
ser " es imposible, porque el no ser no es... ("así queda extinguido nacimiento y, como cosa
nunca oída, destrucción").
El ser es entero, es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir
la división del ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no ser, lo
cual es imposible. ¿Qué separaría esas "divisiones" del ser? La nada es imposible pensarlo,
pues no existe; y si fuera algún tipo de ser, entonces no habría división. La continuidad de del
ser se impone necesariamente, y con ello su unidad. Igualmente, ha de ser limitado, es decir,
mantenerse dentro de unos límites que lo encierran por todos lados.
El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni
perecer, ni cambiar de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no ser, del
vacío, lo cual resulta contradictorio. Tampoco puede ser mayor por una parte que por otra, ni
haber más ser en una parte que en otra, por lo que Parménides termina representándolo
como una esfera en la que el ser se encuentra igualmente distribuido por doquier,
permaneciendo idéntico a sí mismo.
El ser al que se refiere Parménides es material, por lo que difícilmente puede ser
considerado éste el padre del idealismo. El hecho de que Platón, posteriormente, aceptando
los postulados parmenídeos, identificara a ese ser con la Idea, no debe ser extrapolado
históricamente hasta el punto de llegar a afirmar que Parménides interpretaba el ser como
algo no material. La afirmación de que de el ser es Uno, finito, parece indicar claramente una
concepción material del ser.
LOS SOFISTAS
Hemos visto que los filósofos anteriores se habían ocupado preferentemente del estudio de
la naturaleza, es decir de la investigación acerca del principio último de la realidad, del "arjé".
Los sofistas, aunque contemporáneos prácticamente de los pluralistas, desplazarán su
centro de interés hacia el estudio del hombre y de la sociedad, y de todo lo relacionado con
ellos.
Los sofistas no formaron una escuela, aunque sus enseñanzas poseían características
comunes entre las que podemos destacar:
3) La consecuente distinción entre las leyes sociales (nómos) que se consideran un mero
producto humano y las leyes de la naturaleza (physis), dando lugar al estudio y teorización
de la oposición entre convención y naturaleza;
5) por último, lejos de un interés especulativo, lo que guiaba la investigación de los sofistas
era la finalidad práctica, es decir: enseñar el arte de vivir y de gobernar.
La mala reputación que posteriormente adquirieron los sofistas es debida en gran parte a la
interpretación que hace Platón de ellos, en varias de sus obras. Originariamente el término
"sophistés" era sinónimo de sabio y como tal fue utilizado por Heródoto para referirse a Solón
y a Pitágoras, o tradicionalmente para referirse a los sabios en Grecia. Por lo demás, las
acusaciones de Platón de que cobraban por enseñar, o de que eran relativistas y que sus
teorías conducían al escepticismo, y que tanto influyeron históricamente en la consideración
negativa de los sofistas, no pueden dejar de resultar ridículas en nuestros días.
Entre los sofistas más destacados podemos citar a Protágoras de Abdera, Pródico de Ceos,
Hipias de Elis y Gorgias de Leontini.
Según la mayoría de los autores Protágoras nació en Abdera el año 481, aunque Burnet y
Taylor retrasan su nacimiento hasta el año 500 a. c.; hacia mediados de siglo se instaló en
Atenas, entablando amistad con Pericles, ciudad en la que alcanzó un elevado protagonismo.
Acusado de impiedad, probablemente de ateísmo y/o blasfemia, por haber afirmado en su
libro "Sobre los dioses" que no es posible saber si los dioses existen ni cuál es su forma o
naturaleza, se vio obligado a abandonar Atenas refugiándose al parecer en Sicilia.
Protágoras defendía el relativismo y el convencionalismo de las normas, costumbres y
creencias del hombre. Es su tesis más conocida y que queda reflejada en la frase "El hombre
es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en
cuanto que no son", uno de los fragmentos que conservamos de su obra. Respecto al
relativismo de Protágoras cabe interpretarlo de dos modos:
b) Pero podemos interpretar que Protágoras entiende "hombre" como "ser humano", y
tendríamos que hablar entonces de un relativismo social, en el sentido de que aceptamos
como verdadero lo que en nuestra sociedad es aceptado como verdadero.
SÓCRATES
(470-399)
Sócrates nació en Atenas el año 470 a. c. de una familia, al parecer, de clase media. Su
padre era escultor y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre
el oficio de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida de
Sócrates coinciden, pues, con el período de esplendor de la sofística en Atenas.
El interés de la reflexión filosófica se centraba entonces en torno al hombre y la ciudad,
abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza. Probablemente
Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas de Empédocles, Diógenes
de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto orientó sus investigaciones hacia los
temas más propios de la sofística.
Sócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una
escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores.
Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre
ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema
socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus
enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la
formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un
moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo
completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes
de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no
merece mayor consideración. Más problemas plantea la interpretación del Sócrates
platónico: ¿Responden las teorías puestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al
personaje histórico, o al pensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso
en boca de Sócrates sus propias teorías en buena parte de los diálogos llamados de
transición y en los de madurez, aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el
pensamiento socrático. Esta posición se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles
sobre la relación entre Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no "separó"
las Formas, lo que nos ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte
años en la Academia.
Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese
relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común
respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno"
será porque tenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni
siquiera podríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo
ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el
relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado
de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates,
por el contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y
que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se
presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo.
¿Cómo proceder a esa búsqueda? Sócrates desarrolla un método práctico basado en el
diálogo, en la conversación, la "dialéctica", en el que a través del razonamiento inductivo se
podría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Dicho
método constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica. En la primera fase el objetivo
fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra
ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo
reconocida nuestra ignorancia estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase
consistiría propiamente en la búsqueda de esa verdad, de esa definición universal, ese
modelo de referencia para todos nuestros juicios morales. La dialéctica socrática irá
progresando desde definiciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más
completas o más adecuadas, hasta alcanzar la definición universal. Lo cierto es que en los
diálogos socráticos de Platón no se llega nunca a alcanzar esa definición universal, por lo
que es posible que la dialéctica socrática hubiera podido ser vista por algunos como algo
irritante, desconcertante o incluso humillante para aquellos cuya ignorancia quedaba de
manifiesto, sin llegar realmente a alcanzar esa presunta definición universal que se buscaba.
Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácter
práctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel
conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. En
este sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se busca
estrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo "Bueno", no
podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones será
identificada pues con la ignorancia, y la virtud con el saber.
En el año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta
Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la doble
acusación de "no honrar a los dioses que honra la ciudad" y "corromper a la juventud". Al
parecer dicha acusación, formulada por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los
dirigentes de la democracia restaurada. Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65
votos, se negó a marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le
preparaban sus amigos, afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la ciudad, y
a sus principios. El día fijado bebió la cicuta.
Sócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros
filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán su
pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron
escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de
Megara (fundador de la escuela de Megara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense
Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo de
Cirene (escuela cirenaica).
PLATÓN
Originalmente llamado Aristocles, Platón (apodo que recibió por el significado de este término
en griego, `el de anchas espaldas') nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas.
Su padre, Aristón, era, al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas, mientras
que su madre, Perictione, descendía de Dropides, perteneciente a la familia del legislador del
siglo VI a.C. Solón. Su padre falleció cuando él era aún un niño y su madre se volvió a casar
con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles. De joven, Platón tuvo ambiciones políticas
pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde fue discípulo de Sócrates,
aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante
preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata de un episodio muy discutido, que
algunos estudiosos consideran una metáfora literaria sobre el poder, Platón fue testigo de la
muerte de Sócrates durante el régimen democrático ateniense en el año 399 a.C. Temiendo
tal vez por su vida, abandonó Atenas algún tiempo y viajó a Megara y Siracusa.
En el 387 a.C. Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como
la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias
como Astronomía, Biología, Matemáticas, Teoría Política y Filosofía. Aristóteles fue su
alumno más destacado.
3 OBRA
Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, a través de las cuales se exponían,
se discutían y se criticaban ideas filosóficas en el contexto de una conversación o un debate
en el que participaban dos o más interlocutores. El primer grupo de escritos de Platón incluye
35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la
mayoría de las cartas.
Lectura adicional
Los diálogos platónicos pueden ser divididos en cuatro etapas de composición. La primera
representa el intento de Platón de comunicar la filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates.
Algunos de esos diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se encuentra con alguien
que dice saber mucho, él manifiesta ser ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin
embargo, conforme Sócrates empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se dice
sabio realmente no sabe lo que afirma saber y que Sócrates aparece como el más sabio de
los dos personajes porque, por lo menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por
supuesto, es el principio de la sabiduría. Dentro de este grupo de diálogos se encuentran
Eutifrón (una consideración sobre la naturaleza de la piedad y la religión), Laques (una
búsqueda del significado del valor), Cármides (un intento por definir la templanza), la
Apología de Sócrates (donde narra la defensa que de sí mismo ejerció Sócrates en el juicio
que le condujo a la muerte) y Protágoras (una defensa de la tesis de que la virtud es
conocimiento y que es posible aprenderla).
Los diálogos de los periodos intermedio y último de la vida de Platón reflejan su propia
evolución filosófica. Las ideas de esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates
sigue siendo el personaje principal en muchas de ellas. Los escritos del periodo de transición
abarcan, entre otros diálogos, Gorgias (una reflexión sobre distintas cuestiones éticas),
Menón (una discusión sobre la naturaleza del conocimiento), Lisis (una discusión sobre la
amistad) y el libro I de La República (una discusión sobre la justicia).
Entre sus diálogos de madurez cabe citar El Banquete (destacada realización dramática de
Platón que contiene varios discursos sobre la belleza y el amor), Crátilo (sobre el lenguaje),
Fedón (escena de la muerte de Sócrates, en la que discute sobre la teoría de las ideas, la
naturaleza del alma y la cuestión de la inmortalidad), Fedro (sobre la belleza y el amor) y los
libros II al X de La República (que constituyen una detallada discusión sobre la naturaleza de
la justicia).
Entre los trabajos del periodo de vejez se encuentran Teeteto (una negación de que el
conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción), Parménides (una
evaluación crítica de la teoría de las ideas), El Sofista (una reflexión posterior sobre las ideas
o las formas), Filebo (discusión sobre la relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de
Platón sobre las ciencias naturales y la cosmología) y Las Leyes (un análisis más práctico de
las cuestiones políticas y sociales).
El mito de la caverna
Quizá La República sea el diálogo más importante escrito por Platón. En él expuso su
doctrina social y política, y su teoría del conocimiento, parte de la cual, expresada en el “mito
de la caverna”, puede leerse a continuación.
La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento están tan interrelacionadas que
deben ser tratadas de forma conjunta. Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de
que el conocimiento se puede alcanzar. También estaba convencido de dos características
esenciales del conocimiento. Primera, el conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda,
el conocimiento debe tener como objeto lo que es en verdad real, en contraste con lo que lo
es sólo en apariencia. Ya que para Platón lo que es real tiene que ser fijo, permanente e
inmutable, identificó lo real con la esfera ideal de la existencia en oposición al mundo físico
del devenir. Una consecuencia de este planteamiento fue su rechazo del empirismo, la
afirmación de que todo conocimiento se deriva .de la experiencia. Pensaba que las
proposiciones derivadas de la experiencia tienen, a lo sumo, un grado de probabilidad. No
son ciertas. Más aun, los objetos de la experiencia son fenómenos cambiantes del mundo
físico, por lo tanto los objetos de la experiencia no son objetos propios del conocimiento.
Lo que la gente ha visto son figuras trazadas que resultan aproximaciones más o menos
acertadas del círculo ideal. De hecho, cuando los matemáticos definen un círculo, los puntos
mencionados no son espaciales, sino lógicos. No ocupan espacio. No obstante, aunque la
forma de un círculo no se ha visto nunca —y no se podrá ver jamás— los matemáticos y
otros sí saben lo que es. Para Platón, por lo tanto, la forma de círculo existe, pero no en el
mundo físico del espacio y del tiempo. Existe como un objeto inmutable en el ámbito de las
ideas, que sólo puede ser conocido mediante la razón. Las ideas tienen mayor entidad que
los objetos en el mundo físico tanto por su perfección y estabilidad como por el hecho de ser
modelos, semejanzas que dan a los objetos físicos comunes lo que tienen de realidad. Las
formas circular, cuadrada y triangular son excelentes ejemplos de lo que Platón entiende por
idea. Un objeto que existe en el mundo físico puede ser llamado círculo, cuadrado o triángulo
porque se parece (“participa de” en palabras de Platón) a la idea de círculo, cuadrado o
triángulo.
Platón hizo extensiva su teoría más allá del campo de las matemáticas. En realidad, estaba
más interesado en su aplicación en la esfera de la ética social. La teoría era su forma de
explicar cómo el mismo término universal puede referirse a muchas cosas o acontecimientos
particulares. La palabra justicia, por ejemplo, puede aplicarse a centenares de acciones
concretas porque esos actos tienen algo en común, se parecen a, participan de, la idea de
justicia. Una persona es humana porque se parece a, o participa de, la idea de humanidad.
Si humanidad se define en términos de ser un animal racional, entonces una persona es
humana porque es racional. Un acto particular puede considerarse valeroso o cobarde
porque participa de esa idea. Un objeto es bonito porque participa de la idea, o forma, de
belleza. Por lo tanto, cada cosa en el mundo del espacio y el tiempo es lo que es en virtud de
su parecido con su idea universal. La habilidad para definir el término universal es la prueba
de que se ha conseguido dominar la idea a la que ese universal hace referencia.
Platón concibió las ideas de manera jerárquica: la idea suprema es la de Dios que, como el
Sol en el mito de la caverna, ilumina todas las demás ideas. La idea de Dios representa el
paso de Platón en la dirección de un principio último de explicación. En el fondo, la teoría de
las ideas está destinada a explicar el camino por el que uno alcanza el conocimiento y
también cómo las cosas han llegado a ser lo que son. En lenguaje filosófico, la teoría de las
ideas de Platón es tanto una tesis epistemológica (teoría del conocimiento) como una tesis
ontológica (teoría del ser).
ARISTÓTELES
Aristóteles nació en Estagira, en Tracia, el año 384-3 a. C., según Diógenes Laercio, quien
nos dice que era hijo de Nicómaco y Efestiada, y que su padre ejercía la medicina en la corte
del rey Amintas (II) de Macedonia, "por causa de la medicina y por amistad", lo que se ha
tratado de asociar con el posterior interés naturalista de Aristóteles. Diógenes Laercio nos
describe a Aristóteles como "el discípulo más legítimo de Platón, y de voz balbuciente... que
tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que
se cortaba la barba y el pelo". (Vidas de filósofos ilustres, libro V, 1).
Poco sabemos de la educación recibida por Aristóteles en su juventud, aunque debió ser la
propia de los jóvenes griegos de su época. A los diecisiete años, el 368 a. C., se trasladó a
Atenas donde se incorporó a la Academia de Platón en la que permanecería durante veinte
años. A pesar de algunas anécdotas que se hacen eco de un supuesto enfrentamiento entre
Platón y Aristóteles, antes de la muerte de aquél, es poco probable que tal enfrentamiento
haya podido producirse, dado que todas las referencias que tenemos de Aristóteles hacia
Platón hacen gala de un gran respeto y admiración hacia el maestro, pese a las
discrepancias teóricas que luego llevaron a su separación doctrinal. El hecho de que la crítica
contemporánea haya puesto de manifiesto el carácter histórico, evolutivo, de la obra
aristotélica hace aún más insostenible dicha hipótesis. Sabemos que Aristóteles atravesó por
una fase profundamente platónica antes de desarrollar sus propias concepciones filosóficas,
asumiendo como propia, por ejemplo, la teoría de las Ideas de Platón, antes de haber
procedido a su crítica, como claramente se pone de manifiesto en el diálogo aristotélico
"Eudemo", una de sus obras de juventud.
Tres años después, en el 345-4, se trasladó a Mitilene, en la isla de Lesbos, entrando allí
probablemente en relación con Teofrasto, que sería posteriormente el más destacado
discípulo y continuador de la obra de Aristóteles. Allí continuó con su actividad filosófica
hasta que en el año 343-2 fue llamado por Filipo de Macedonia para hacerse cargo de la
educación de su hijo Alejandro, el futuro Alejandro Magno, que tenía entonces trece años.
Probablemente dicho encargo se debiera más a la amistad y parentesco con Hermias, aliado
de Filipo, y asesinado hacía poco mediante una trampa tendida por los persas, que al pasado
de su familia en la corte de Macedonia. Allí permaneció siete u ocho años, hasta el 336-5,
cuando Alejandro subió al trono, regresando entonces Aristóteles a Atenas.
A lo largo de este período Alejandro Magno realiza sus campañas militares que tienen como
una de sus consecuencias la unificación de la Hélade, con la consiguiente pérdida de
autonomía política de las ciudades estado, entre las que se contaba Atenas. El hecho de que
Aristóteles hubiera sido su preceptor, así como su amistad y parentesco con Hermias, le irá
convirtiendo en un personaje no grato para muchos atenienses. A la muerte de Alejandro, en
el año 323, sintiéndose amenazado por los crecientes sentimientos antimacedónicos,
Aristóteles abandonará Atenas y se retirará a Calcis, ("para que los atenienses no vuelvan a
pecar contra la filosofía", dicen que dijo, en clara referencia a la condena de Sócrates), a una
propiedad de su difunta madre, en la isla de Eubea, de donde era originaria. Allí morirá
Aristóteles, el 322 a. C., de una enfermedad del estómago.
Una vez en Atenas, en el 335, fundará su propia escuela, el Liceo, una comunidad filosófica
al estilo de la platónica , llamada así por estar situada dentro de un recinto dedicado a Apolo
Likeios. Además del propio edificio contaba con un jardín y un paseo (perípatos) del que los
aristotélicos recibirán el nombre de peripatéticos, ya sea porque Aristóteles impartiera sus
enseñanzas paseando, como recoge Diógenes Laercio ("... tomó en el Liceo un sitio para
pasear, y paseando allí hasta la hora de ungirse los atletas, filosofaba con sus discípulos, y
de este paseo fue llamado peripatético"), o porque, simplemente, se impartieran dichas
enseñanzas en el paseo. (Excavaciones realizadas a mediados de los 90 en Atenas, cerca
de la la Plaza Sintagma, dejaron al descubierto los cimientos de varios edificios, como se
puede observar en la imagen, que los arqueólogos consideran pueden ser los restos del
Liceo de Aristóteles). Según la tradición el orden de las actividades en el Liceo estaba
fuertemente establecido, dedicándose las mañanas a las cuestiones más difíciles de carácter
filosófico, reservadas para los discípulos, y las tardes a las lecciones de retórica y de
dialéctica, entre las que se podía encontrar un público más amplio.
UNIDAD DOS
A lo largo de la historia, y no sólo de la filosofía los seres humanos se han preguntado por
muchas cosas, en cierto modo el hombre se pregunta por todo; encerrado principalmente en
tres áreas primordiales: el mundo, Dios y el mismo hombre. Son las cosas las que el ser
humano no entiende y para dar respuesta a sus cuestionantes ha recurrido a diversos
métodos, desde la explicación mitológica, científica, teológica, superchería, magia, etc.
aunque siempre caemos en la cuenta de una u otra forma, que es dentro de la filosofía
donde encontramos la verdadera esencia de muchos objetos (incluso objetos de estudio).
Incluso una definición de lo que es la Filosofía entendida como “Inquietud por saber cada vez
más”, nos lleva a determinar que el espíritu del hombre nunca está contento, que necesita
saber el ¿Por qué o para qué? de lo que esta a su alrededor.
Las respuestas a este tipo de preguntas han sido muy variadas, y en algún momento hasta
contradictorias, lo que nos podría llevar a dos posibles posturas frente a este tipo de
sucesos, la primera de indiferencia; total, sí nunca voy a tener una respuesta sobre lo que me
pasa, y la posible respuesta sólo es eso, una posible respuesta que tal vez sea valida sólo
por un momento, no vale la pena el esfuerzo. Y una segunda postura se inclina más por el
deseo de llegar a tener algo como cierto, no importa si sólo es por un momento, ya que el
niño de ayer necesita dejar de serlo para convertirse en el hombre de hoy, con madures
suficiente para volver al proceso de encontrarse en la posición de encontrarse nuevamente
con el conocimiento. Tal vez no sea tan importante la respuesta como la pregunta.
Fue aquí donde se inició de manera primordial aquella parte sistemática de la filosofía que
conocemos con el nombre de “Epistemología o Gnoseología”, es decir, la crítica del
conocimiento, entendida como:
Criteriología: sólo designa el estudio de los criterios como verdad, que sólo es un problema
particular.
Epistemología: estudio de la ciencia. Se hace el termino demasiado estrecho, pues el
conocimiento no es el único modo de conocimiento.
Gnoseología: Es aceptado solamente por el filosofo italiano Zambon, y no esta
corrientemente aceptado.
Estas definiciones apuntan a decir que el conocimiento no es un tratado hecho y terminado,
más bien es que el problema fundamental por preguntarnos “¿Qué es lo que conocemos?”
esto siempre adquiere toda su importancia cuando el sujeto de la acción propia del conocer,
es decir este hombre como individuo cognoscente y cognoscible se pone nuevamente en el
camino del conocimiento. Si recordamos ninguna ciencia pone en duda su propio objeto de
estudio, solo la filosofía lo hace, en sus diferentes ramas hace lo mismo, por lo tanto, la
Epistemología no es la excepción. Se supone entonces que el problema del conocimiento es
un problema que se plantea por ponerse en cuestión todo aquello que se creía saber.
Sería muy erróneo, incluso en petición de principio, decir que este pequeño acercamiento
tratará de crear una nueva manera de entenderse en el mundo, la perspectiva del problema
sería inadecuada, tampoco es la postura de uno u otro facilitador, el análisis aquí realizado
versará sobre las doctrinas que ya tienen un reconocimiento oficial, es decir echaremos un
vistazo a la historia para ver cuales han sido las posturas y perspectivas que han surgido, el
porque surgieron en un momento determinado de la historia o como entenderlo desde
nuestra situación ya que el hombre de la actualidad es heredero, lo sepa o no, de todo un
conocimiento que viene de generación en generación por diversos medios, desde el oral
hasta el escrito, desde la poesía hasta en las canciones modernas.
El análisis estará organizado según un modelo propuesto por J. Hessen en su libro teoría del
conocimiento (El conocimiento según su posibilidad, según su origen, y según su esencia.)
aunque también se recurrirá a otras fuentes de información. Habrá que tener en cuenta que
hay términos que no podemos olvidar dentro de este esfuerzo por comprender la crítica al
conocimiento; conceptos como Verdad, Conocimiento, Evidencia, Error, y Certeza.
DOGMATISMO
Siempre que escuchamos palabras relacionadas con Dogma, creemos que tiene algo que
ver estrictamente con la religión, y esto no es así. En un principio, los pensadores de la
antigüedad especialmente los presocráticos tuvieron algo como verdad irrefutable, esto dio
inicio a cierto tipo de dogmatismo. Pero significado etimológico y una primera acercación a
este concepto nos dirían que:
(de dogma y éste del lat. dogma: punto fundamental de doctrina). Modo de pensar que
acepta determinadas opiniones, doctrinas, normas, como postulados o principios
incondicionales, válidos en cualquier situación y adoptados sin crítica y sin juicio racional.
Cierra el camino para la adquisición de nuevos conocimientos e introducción de
innovaciones. Es propio de la conciencia religiosa estrecha que justifica al tradicionalismo y
al conservadurismo. La lucha contra el dogmatismo facilita el desarrollo libre de la ciencia y la
divulgación de los conocimientos acerca de la naturaleza y la sociedad.
Otra definición dice que es un término que posee diferentes significados. En filosofía y
ciencia, designa un procedimiento del pensar que opera con conceptos y fórmulas
invariables, sin tomar en consideración las condiciones concretas de lugar y tiempo, o sea,
haciendo caso omiso del principio que afirma el carácter concreto de la verdad. Para los
primeros filósofos significó "opinión". El dogmatismo, opuesto al escepticismo, es una
escuela filosófica que "considera a la razón humana capaz de conocer la verdad, siempre
que se sujete a métodos y orden en la investigación, dando por supuestas la posibilidad y la
realidad del contacto entre el sujeto y el objeto". Para los primeros pensadores considerados
como dogmáticos, ansiaban (lo mismo que un hombre actual), el desarrollo del conocimiento,
siendo que decían que el sujeto podía conocer los diferentes objetos, no dudaban de la
existencia y de la veracidad del sujeto y del objeto, incluso pudieron considerarlos como
evidentes, fijados y/o establecidos. Sin embargo como muchas otras cosas:
Las preguntas que resaltan esto serían breves: ¿Entonces qué es el dogmatismo para el
hombre actual? ¿Puede sacar algún provecho de esta corriente? ¿le perjudica en la
formación de su personalidad, de una sociedad mejor? La respuesta dada por el
pensamiento dogmático Dice que "los objetos de la percepción y los objetos del pensamiento
nos son dados de la misma manera: directamente en su corporeidad", y sus seguidores
"suponen la capacidad cognoscitiva del hombre y suponen que la realidad de hecho existe;
su preocupación es la naturaleza". Sí recordamos la naturaleza depende de lo que hubo
antes que ella, el hombre depende de uno anterior a él, de ver lo verdadero y lo falso, esto ya
es cierto dogmatismo. Ahora bien, ¿cómo surge esta corriente?
Las reflexiones epistemológicas no aparecen entre los presocráticos (los filósofos jonios de la
naturaleza, los eleatas, los pitagóricos). Ellos son principalmente teóricos del mundo natural,
lo que escriben entra en la designación genérica sobre la naturaleza. "Estos pensadores se
hallan animados todavía por una confianza ingenua de la capacidad de la razón humana."
Este tipo de dogmatismo, busca algo que sea verdadero a todos los seres, algo que no
cambie, que sea verdad irrefutable como cimiento, es decir, se estaba buscando una doctrina
fijada para la explicación de todo, ¿eso mismo lo hacemos actualmente? Encajonando en la
ciencia o en otras cosas todo lo que vemos; ¿O a qué se refiera la siguiente frase: “todo tiene
una explicación lógica”?.
Actualidad del pensamiento dogmático.
La filosofía presocrática se enfrenta contra la naturaleza con una pregunta teórica: pretende
decir qué es. Lo que define a esta filosofía, ¿es la pregunta la que la moviliza: ¿Qué es todo
esto? a esta pregunta no puede contestarse con un mito sino con una filosofía.
Sí, este es uno de los mayores aportes que ha hecho la filosofía presocrática al mundo de la
filosofía de todos los tiempos. Al preguntarse ¿qué es todo esto? ella está abriendo la puerta
de acceso al conocimiento. No interesa el método utilizado, ni su concepción del
conocimiento, sino su horizonte que vislumbra al mundo del conocimiento. En la Época
Moderna, Kant llamó «dogmática» la filosofía racionalista desde Descartes hasta Christian
Wolff y le contrapuso su criticismo. En la filosofía moderna, el dogmatismo está unido a las
concepciones antidialécticas que niegan la idea de la variabilidad y del desarrollo del mundo,
y también a la sociología burguesa que se manifiesta contra la teoría marxista relativa al
desarrollo de la sociedad y la transformación revolucionaria de la realidad. En la vida política,
el dogmatismo conduce al sectarismo, al abandono del marxismo creador, al subjetivismo, a
no tomar en consideración la práctica. En las condiciones de nuestros días, el dogmatismo,
junto con el revisionismo, constituye un gran peligro para el movimiento obrero internacional.
Los partidarios del dogmatismo se manifiestan contra la política de la coexistencia pacífica,
no reconocen las vías pacíficas (en ciertas condiciones), del paso, al socialismo, la
necesidad de restablecer las normas leninistas en la vida interna del partido.
En una auténtica filosofía la investigación se mueve siempre entre dos límites; por esto es un
error eliminar totalmente en el ejercicio filosófico el dogma inicial y final de la investigación.
En algún momento se pueden llegar a ciertas cosas que son verdaderas, las crean o no las
personas.
ESCEPTICISMO
Tiempo después de la aparición del dogmatismo, apareció otra concepción filosófica que
pone en duda la posibilidad del conocimiento de la realidad objetiva. En cierto punto el
escepticismo nace del dogmatismo, el segundo desconoce en cierta forma el sujeto, el
primero niega el objeto, ya que si existiera no lo podríamos conocer. El escepticismo
consecuente se conjuga con el agnosticismo, como el ataque más neto y radical a la
capacidad del hombre para conquistar la verdad, es una actitud que concluye que nada se
puede afirmar con certeza, por lo que más vale refugiarse en una abstención de un juicio.
Alcanza su mayor difusión en los períodos del desarrollo de la sociedad en que los viejos
ideales sociales ya se tambalean y los nuevos todavía no se han consolidado. El
escepticismo como doctrina filosófica surgió en el período de crisis de la antigua sociedad
griega (siglo IV a. C.) como reacción a los anteriores sistemas filosóficos que mediante
razonamientos especulativos intentaban explicar el mundo sensible, a menudo
contradiciéndose entre sí. Llegó a su punto culminante en las doctrinas de Pirrón, Arcesilao,
Carnéades, Enesidemo, Sexto el Empírico y otros. Prosiguiendo las tradiciones de los
sofistas, los primeros escépticos señalaron el carácter relativo del conocimiento humano, la
indemostrabilidad formal del mismo y su dependencia de diversas condiciones
(circunstancias de la vida, estado de los órganos de los sentidos, influencia de las tradiciones
y de los hábitos, &c.). Los argumentos que con mayor frecuencia hacían hincapié en las
diversas opiniones que tienen los seres humanos, diciendo que esta opinión era propia de la
formación, de la cultura, de la sociedad, y de muchas otras cosas y como cada cual cree
tener la razón, no se puede poseer una verdad con certeza, ya que el hombre se equivoca en
sus juicios, lo que es verdad hoy puede ser falso mañana. Entonces sí me abstengo de
formular toda clase de juicio estará más cerca de la posibilidad de alcanzar una verdad que si
expreso alguna idea.
Por esto, en la base de la concepción ética del escepticismo grecorromano, figuraba la duda
en la posibilidad de un saber demostrado y admitido por todo el mundo. Los escépticos de la
Antigüedad clásica, preconizaban la abstención de todo juicio para alcanzar la
imperturbabilidad del alma (ataraxía) y con ello, la felicidad, que es el fin de la filosofía. Sin
embargo, los propios escépticos no se abstenían, ni mucho menos, de enjuiciar las cosas y
escribían obras en las que criticaban los dogmas filosóficos especulativos y presentaban
argumentos (los denominados tropos) en favor del escepticismo. Para nosotros esto es una
ironía, ya que como puedo decir que no conozco nada si estoy enjuiciando lo que para mí es
falso, como puedo saber si es falso si no lo comparo con algo que creo es verdadero, y si
creo que algo es verdadero, ya no estoy dudando.
SUBJETIVISMO Y RELATIVISMO.
El subjetivismo nos enseña que no hay ninguna verdad, para ellos la verdad si existe sólo
que es de validez limitada, la verdad depende del sujeto que la menciona, por esto, como su
propio nombre lo indica, la verdad es algo que depende totalmente de la estructura
psicológica del individuo, que conoce y juzga lo que le acontece. Lo que hace variar esta
concepción no es propiamente el sujeto sino los factores internos con los que convive:
época, influencia del medio, cuestiones culturales, políticas, etc. Para los relativistas, lo
mismo que los subjetivistas, la verdad es relativa, ya que depende de muchas cosas para
que se refiera en general al género humano, sólo que estas están fuera del sujeto. Hay
verdades supraindividuales, es decir, que rebasan la concepción misma del sujeto y son
validas para un grupo determinado, pero no verdades universalmente validas. Analicemos
más detalladamente distintos casos de subjetivismo.
Subjetivismo estético
Cuando hablamos de subjetivismo estético, hacemos referencia a las concepciones que las
personas tienen sobre una obra de arte, se pueden referir de ella, sea cual sea esta, de
acuerdo a la condición de expresión, revelación, manifestación, realización, creación o
apelación del sujeto, ya sea el artista, ya sea el grupo social (pueblo, generación...) a la cual
el artista pertenece. En una palabra, la concepción acerca de lo bello, de la que representa lo
estético para una determinada persona puede no serlo para otra, y podríamos referirnos a
obras de arte de diferentes autores, o incluso a manifestaciones que para la mayoría de la
gente no es arte. El arte cambia de una generación a otra, depende de su condición de
civilización o barbarie. Lo mismo que lo bello, lo bueno o lo feo dependerá del sujeto o en su
defecto grupo de personas con percepciones diferentes; por ejemplo, hagamos memoria que
los Olmecas tienen una conciencia estética muy diferentes aciertas tribus africanas.
En cualquier caso no hay que confundir la concepción expresivista del arte con el contenido
de las obras de arte expresionistas que aquélla favoreció. Estas obras (por ejemplo
«Bucráneo y máscaras» de José G. Solana) no son expresionistas en el sentido de los
teóricos del expresivismo, no constituyen una expresión de los sentimientos del artista al
pintar su obra. Solana no está tanto expresando su «vida interior» cuanto re-presentando un
rostro objetivamente dado, eventualmente el suyo propio ante el espejo. ¿Cómo podrían
además expresarse los sentimientos subjetivos? El finis operantis del artista no puede
confundirse con su finis operis. La obra de arte sustantivo no expresa sentimientos ni afectos
del corazón: más bien los determina, como un marca-pasos, pero su estructura objetiva no
se reduce a los sentimientos que ella pueda determinar. Carece de sentido decir que una
figura cuadrada o circular «expresa» un sentimiento subjetivo de serenidad. Su estructura
geométrica, como la del hipercubo, subsiste en otro plano, lo que no quiere decir que esa
figura cuadrada o circular en forma de mándala no pueda suscitar a un budista (Lipps: por
endopatía; nosotros diríamos: por exopatía) un sentimiento de serenidad. Una cobertura de
Händel, tipo Otón, Emperador de Germania, no «expresa» la solemnidad, o el poder, &c.,
sino que lo «representa» mediante rasgos musicales, ritmos asociados o alegorías de poder
tomados de una procesión cortesana y producen sentimientos pertinentes; en las Cantatas
religiosas, o en las Misas de J.S. Bach, el ascenso al cielo se representa por escalas
ascendentes, y el descenso a los infiernos, por escalas descendentes (que no son
enteramente «convencionales», relativamente la Cultura mitológica en la que se producen).
Una versión sui generis de esta concepción es la «teoría del reflejo»: El arte refleja la
sociedad en la que el artista o los artistas se moldearon. Las pirámides egipcias o mayas
reflejarán una sociedad fuertemente jerarquizada, desde la base hasta el vértice; la novela
francesa del siglo xix reflejará la sociedad burguesa de la Restauración o del Segundo
Imperio; la arquitectura monumental del Reich, o la de la Unión Soviética reflejarán las
respectivas sociedades políticas totalitarias, a la manera como la catedral gótica reflejaría a
la Iglesia católica medieval. No se trata de poner en duda el sentido de apreciaciones de esta
índole; se trata de fijar su alcance en cada caso, dada la equivocidad del término «expresión
o reflejo de la sociedad». En efecto: expresión o reflejo pueden tener un alcance
gnoseológico: la obra de arte refleja o expresa un tipo de sociedad no porque en sí misma
«esté destinada a expresar o reflejar», sino porque es una parte «fractal» de un todo: la
catedral gótica, por sí misma, no refleja o expresa más la sociedad cristiana medieval de lo
que el panal refleja al enjambre. Otras veces, si la obra de arte refleja un estrato social frente
a otros, es porque este estrato social ha elegido, en función apelativa, frente a otros estratos
o grupos sociales, la obra de arte (o el género de obras) como discriminantes de su distinción
frente a otros grupos o estratos sociales; a veces, por motivos extrínsecos o convencionales,
otras veces en virtud de ciertos rasgos ocasionales (la ópera italiana es un arte distinguido en
cuanto, a través de él, la clase social que acude al teatro, con indumentaria especial, dice al
resto de la ciudad su condición de elite y expresa su ubicuidad planetaria a través del
contacto en presencia directa con los cantantes internacionales que actúan en el escenario
de la ciudad). Pero, en general, cuanto mayor sea la dependencia de una obra de arte, o de
un género de obras, del grupo social al que expresa o refleja, menor será su valor estético
intrínseco.
RELATIVISMO
La idea que suponemos sobre el relativismo sostiene que todas las opiniones son
igual de valederas. Cada sujeto, cada cultura, es absoluto y no se puede comparar con
ninguna otro. Sí hay culturas superiores a otras. Sí hay culturas mejores que otras. Sí hay
valores mejores que otros. La historia, así como el análisis comparativo, nos lo muestran de
forma fehaciente. La conquista española de América, por ejemplo, incorporó el continente
americano al territorio de la cultura occidental. Fue, en todo caso, un proceso de
modernización evidente. Se transmitió la escritura, la rueda, la ciencia, la filosofía, la religión
terciaria. Ahora bien, en toda conquista tiene que haber unos cuantos muertos, porque una
conquista no puede ser nunca pacífica. La colonización fue buena relativamente y mala
relativamente hablando. Es de suponerse que algunos habitantes de América, instigados por
las élites dominantes así como por los sacerdotes para distraerlos políticamente y por
evidentes fines de conveniencia evangélica, estén dolidos y relamiéndose las heridas todavía
por lo que ocurrió entre 1492 y 1830 nos parecen enfermizas y paralizadoras, y es además
seguirle el juego a la CIA, al imperialismo anglosajón que fomenta tales posiciones
ideológicas mediante sus antropólogos o sus misioneros. Es como si los asturianos
estuviesen todavía traumatizados por la conquista de Asturias por parte de Octavio Augusto
hacia el -19. Sin embargo, hay que decir que la situación económico-política actual que
define las relaciones de dependencia de los países intervenidos con respecto a la coalición
militar de la guerra fría y de la posguerra fría dominada por EE.UU., el llamado
neocolonialismo moderno, no tiene ya mucho que ver con aquello. Hay en todo caso hoy una
jerarquización evidente entre países más fuertes y países más débiles, entre soberanos e
intervenidos (Hobbes y Espinoza: los estados están en estado de naturaleza y por lo tanto
enfrentados por sus fuerzas). No veo muy claro que haya que evaluar con criterios éticos
asuntos que tienen una dimensión política. No podemos ir por ahí con una ideología
krausista reformista armoniza que diga que todo está muy bien y que nos queremos mucho
los unos a los otros y que nos vamos a abrazar todos los hombres como hermanos para
ocultar los hechos. En este sentido la "educación por la paz" es un camelo de las clases
dominantes para embobar a los incautos hijos de la clase obrera y tenerlos como cachorros
dóciles y sumisos. En todo caso, la sociedad capitalista requiere y produce inevitablemente,
por su propia lógica interna, la concentración de la riqueza en las manos de unos pocos, y
por eso, por lo menos, conlleva unas contradicciones internas cada vez más agresivas y
salvajes. La escuela de Frankfurt decía que hemos avanzado tecnológicamente de una forma
considerable pero que tal progreso técnico no se ha visto acompañado de un parejo
desarrollo moral de la humanidad. Ello es verdad, aunque con todo, hay que reconocer que
los derechos humanos y del ciudadano y la idea de igualdad que ellos implican suponen ya
un importante paso en la historia, aunque todavía sigan siendo formales y no materiales. El
relativismo es un mito romántico que procede del siglo XIX: se les dice que no se preocupen
por su situación de dependencia y postración, que tienen una gran riqueza cultural, mucha
diferencia, y que no intenten homogeneizarse con las culturas dominantes. Pero el culto a la
diferencia es conservador, de derechas y fomenta la discordia entre los pueblos. El
relativismo cultural dice que hay muchas culturas y que cada una de ellas tiene sus valores
propios, mientras que el pluralismo cultural lo que defenderá es la pluralidad de culturas, pero
entendiendo que unas son mejoras que otras y que dentro de cada cultura puede haber
diferencias internas. Pues bien, el relativismo es de derechas (ser de derechas consiste en
pensarlo todo desde un particularismo, sea éste étnico, religioso, político, económico o
religioso) porque aparentemente coloca a todas las culturas en el mismo plano, pero dentro
de cada cultura los valores terminan siendo absolutos y sin posibilidad de ser discutidos
racionalmente. Por lo tanto, los valores culturales dentro de cada círculo cultural son
incriticables para estos relativistas.
Por eso habría que volver a la filosofía escolástica, cuando dice que la diferencia es un
accidente, como el predicable de lo propio en Porfirio. Ni la diferencia ni lo propio es esencial.
La importancia de la diferencia que postulan los relativistas es, por tanto, a decir de los
escolásticos, falsa: la diferencia resulta ser accidental. La realidad esta enclavada. La
igualdad es un factor fundamental en todo plano político y es mejor orientarse con ella que
con la idea de diferencia, aparecida en el romanticismo, y de claras implicaciones
reaccionarias.
Hay que reconocer paladinamente y sin ningún empacho que el proceso de modernización
tenderá siempre a la homogeneización, al ideal de igualdad moderno que dice que todos los
hombres tienen los mismos derechos y los mismos deberes, que tienen en cuanto personas
una dignidad que hace que ellos sean un fin y no medios, no cosas, y ello por una razón de
justicia elemental. El relativismo pone en cuestión la universalidad de los valores de la
Revolución Francesa de 1789 y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano del 26 de agosto de 1789. El relativismo nos podría llevar a intentar preservar
la cultura caníbal o la clitoritomía como hechos culturales en sí mismos valiosos así como
dignos de ser conservados y protegidos. El relativista cree que hace un favor a los oprimidos,
dejándolos al margen del desarrollo histórico para presuntamente preservar lo originario o
primordial, pero si tiene sentimientos morales debe ayudarles a superar su atraso, debe
compartir con ellos su saber y su técnica, no puede quedarse al margen de ello por razones
elementales de generosidad ética. Es decir, que en cuanto les ayude entonces actuará a
favor de la modernidad.
Por esto hay que reconocer forzosamente que las culturas diversas son como las especies:
sobreviven sólo las más fuertes. Están en una guerra permanente entre ellas. Son
incompatibles entre sí. Hay culturas más fuertes que otras. Cuando llega la cultura española
a América, la precolombina desaparece porque hay unos 30 siglos de diferencias entre
ambas, es decir, ocurre algo que no puede ser de otra manera (también el marxismo, por
poner otra perspectiva teórica, sostiene que el capitalismo es el modo de producción más
potente que ha existido, por su descomunal desarrollo de las fuerzas productivas y que, por
ello, tuvo históricamente que triunfar e imponerse a las formaciones sociales previamente
existentes). Incluso extendiendo el análisis antirrelativista al tema de los idiomas humanos,
podemos decir que hay unas lenguas más fuertes y potentes que otras, y ello se advierte, por
ejemplo, en el hecho comprobado de que no todas las lenguas pueden funcionar en filosofía
para escribir obras teóricas. ¿Cuántos idiomas pueden traducir la «Crítica de la Razón Pura»
de Kant? Diez o doce a lo sumo. Hay lenguas que ya están en la primera velocidad y otras
en la cuarta, pero esto ya es imparable. Lo que mantiene unida a Alemania es la lengua
alemana, de la misma manera que el factor fundamental de unificación en España es la
lengua española, sin la cual no tendría sentido la existencia de un Estado llamado «España»
en Europa. Por eso, los nacionalistas antiespañoles buscan promocionar las lenguas
autóctonas, regionales, desplazar al español para precipitar la ruptura de la unidad territorial,
lingüística y política de España. La idea de hispanidad es el mayor peligro que amenaza al
mundo anglosajón y a sus intereses de poder, de igual manera que ellos buscan destruirnos
de alguna manera con su política lingüística, religiosa e ideológica porque somos diferentes
en nuestras formas de entender la vida: ellos son protestantes y nosotros somos católicos.
En el siglo XXI la confrontación será entre el inglés y el español, las dos únicas lenguas de
INTERNET.
Relativismo Gnoseológico.
Cuando hablamos de relatividad, no hay ningún ejemplo más peculiar que el conocimiento.
Es bien conocida la influencia (implícita o explícita) que esta posición teórica ejerce hoy en
día en nuestro mundo cultural e intelectual, mundo novísimo (de ocaso y decadencia) de la
postmodernidad. A menudo se habla, en efecto, de la relatividad de los valores, de la
relatividad de las teorías y opiniones, poniéndose incluso en cuestión el valor absoluto o
categórico de verdades formales como las de la lógica o de la matemática. No es tan
conocida empero (ni mucho menos tematizada reflexiva y conceptualmente) la esencia o
naturaleza intrínseca (el eidos) de esta doctrina filosófica, ni tampoco sus variantes o
modalidades más características y singularizadoras. De ahí que la intención última y
definitiva que preside nuestra exposición sea precisamente fijar y aquilatar lo más nítida y
sistemáticamente posible las ideas, supuestos e implicaciones entrañados en tal posición
gnoseológica fundamental.
El relativismo específico, por su parte, considera como punto de referencia o factor limitativo
de la validez de la verdad, no el sujeto singular, individual, sino el sujeto específico, la
especie en su conjunto. Para esta forma de relativismo, por tanto, si bien cabe una verdad
supraindividual, independiente de la peculiar índole de cada sujeto singular, no es posible
empero una verdad absoluta, universalmente válida. El ámbito de validez de la verdad
coincide plenamente con el ámbito propio de la especie de que se trate. La peculiar
constitución cognoscitiva de ésta constituye el patrón de verdad para la misma. Como
Husserl escribe: Para cada especie de seres capaces de juzgar es verdadero lo que, según
su constitución o según las leyes de su pensamiento, deba tenerse por verdadero.
Según esta forma de relativismo, es posible que un mismo contenido de conocimiento (por
ejemplo, la proposición "2 x 2= 4") sea válido, verdadero para una especie (por ejemplo, la
humana), y falso para otra. Es posible que la psique, la subjetividad, las leyes del
pensamiento de la especie homo sean tales, que el hombre se vea impelido a juzgar como
verdadero (o como falso) algo que para otra especie diferente, y en virtud de su peculiar
legalidad psicológica, se revele precisamente como lo contrario. Esta forma de relativismo,
referida en concreto a la especie humana, recibe el nombre de psicologismo o
antropologismo.
Fue precisamente Husserl (1859-1938) quien, junto con Gottlob Frege (1848-1925), más se
destacó en su lucha contra las tendencias psicologistas en la filosofía de fines del siglo XIX.
Sus ataques se dirigían tanto contra el relativismo de los empiristas, como Alexander Bain o
John Stuart Mill, como contra los autores de obras lógicas fundadas en conceptos
psicológicos, como Wundt, Sigwart, Erdmann, Lipps, etc. El psicologismo, en efecto, que
tiende a negar autonomía e índole propia a las entidades lógicas y gnoseológicas (y, por
tanto, a reducir la lógica y la teoría del conocimiento a conceptos de carácter psicológico),
constituyó blanco permanente de la crítica filosófica de Husserl en algunas de sus obras
principales.
Por su parte, Hans Vaihinger (1852-1933), sobre las huellas de Nietzsche, acentúa el
carácter biologista del pragmatismo de éste. En su obra La filosofía del como si expone la
teoría del ficcionalismo, según la cual, el conocimiento, en todas sus diversas
manifestaciones (ciencia, filosofía, moral, religión, etc.) es una trama de representaciones
ficticias, irreales (carentes, por tanto, de auténtico valor descriptivo), cuya única finalidad es
ayudar al individuo y a la especie a que se orienten en su lucha permanente por la
adaptación y la supervivencia.
No nos queda ahora sino acometer una breve crítica o examen valorativo de la posición
relativista en las formas fundamentales que aquí hemos expuesto. En primer lugar, por lo que
respecta al relativismo individual (o subjetivismo), el carácter restrictivo de su tesis es tal, que
nadie después de Protágoras lo ha formulado seriamente nunca en filosofía. La simpleza y
superficialidad del mismo son patentes, manifiestas. La violación del principio lógico más
básico y fundamental (el de no-contradicción) es aquí palmaria, flagrante. De ahí, pues, que
no merezca la pena detenernos en una crítica más explícita del mismo.
En cambio, tanto el relativismo específico como el cultural sí merecen por nuestra parte una
mayor atención, entre otras razones, por haber sido frecuentemente invocados en la filosofía
moderna y contemporánea. A pesar de este hecho, a pesar de que hayan sido doctrinas
comunes en el transcurso de los dos últimos siglos, ambos (como el escepticismo radical)
son igualmente auto contradictorios, incurren en un patente contrasentido; y las razones del
mismo son, en esencia, estas dos:
Por un lado, afirmar (como hace el relativismo) que la verdad es relativa, que no hay
verdades universalmente válidas, es suponer de hecho, en la práctica, lo que en teoría y
explícitamente se niega. En efecto, el relativista, cuando enuncia su tesis, considera que ésta
reproduce una situación objetiva; esto es, que, en realidad y de forma objetiva, no hay
verdades absolutas, universalmente válidas. En definitiva, reserva para su tesis lo que
expresamente niega para toda otra tesis. Atribuye tácitamente a su tesis un valor de verdad
absoluto, universalmente válido, valor que la propia tesis niega expresamente. La
incongruencia, la inconsecuencia del relativista es, pues, absolutamente manifiesta. Y no
sería válido tampoco replicar a esto que la tesis relativista es ella misma relativa, valedera
únicamente para el ámbito restringido de que se tratase (la especie humana o un
determinado círculo cultural), dado que afirmar eso, que la tesis relativista sólo tiene
aplicación en un determinado contexto, sería, en el fondo, afirmar una verdad con validez
absoluta, una verdad universalmente válida (la verdad absoluta, universalmente válida, de
que la tesis relativista es ella misma relativa, de que su ámbito de aplicación es meramente
restringido).
Por otro lado, el concepto fundamental del relativismo, esto es, el de verdad relativa,
constituye en sí mismo un patente contrasentido. En efecto, del mismo modo que resulta
absurdo (contradictorio) hablar de un triángulo cuadrado (en la esencia del triángulo se halla
contenido el hecho de que ha de tener tres lados y no cuatro), es igualmente absurdo hablar
de una verdad que no sea absoluta, universalmente válida, esto es, de una verdad relativa. A
la esencia de la verdad pertenece el ser universalmente válida, el valer para todos los
individuos racionales capaces de aprehenderla. La verdad es la propiedad del pensamiento
(del juicio) por la que éste se corresponde o concuerda con el ser. Y si se corresponde, se
corresponde absolutamente, universalmente, para todos los sujetos capaces de aprehender
tal correspondencia. En caso negativo, no se corresponde en absoluto, para nadie. La verdad
es una entidad ideal, cuyo sentido se halla definido cabal e inequívocamente por el principio
lógico de no contradicción, que prescribe tajantemente la absoluta incompatibilidad de lo
verdadero y de lo falso. De este modo, si la verdad fuese tan sólo relativa (válida únicamente
en un determinado contexto), podría darse el caso de que un mismo contenido de
conocimiento (una misma proposición) fuese simultáneamente verdadero y falso (verdadero
en un ámbito y falso en otro), lo cual es ciertamente absurdo, contradictorio, imposible.
A pesar del error, del carácter contradictorio de la tesis principal del relativismo, hemos de
reconocer no obstante un fondo de verdad en la actitud relativista. El relativismo, en efecto,
ha puesto claramente de relieve, como ninguna otra doctrina lo ha hecho, el carácter
limitado, precario, relativo de la aprehensión cognoscitiva humana. El hombre, ni puede
conocer toda verdad, ni el conocimiento por él de ella es siempre puro, integral, aséptico.
Múltiples y variados factores impiden un conocimiento semejante: el carácter, el
temperamento, la educación, el medio, la tradición, etc. Tales factores hacen sin duda, que,
no la verdad (la verdad es por esencia, en sí misma, absoluta, universalmente válida), sino el
número y tipos de verdades asequibles al hombre, sean siempre relativos (el hombre, dadas
sus limitaciones cognoscitivas, no puede aprehender todas las verdades, tan sólo, una
pequeña porción de ellas). A este respecto, escribe Ortega en sus Investigaciones
psicológicas: "Pero en la tendencia relativista hay, sin duda, junto a este absurdo doctrinal, el
propósito, bien fundado, de hacer notar que la posesión de la verdad por el hombre está
sometida a evidentes limitaciones. En efecto, ni poseemos todas las verdades ni podemos
poseerlas todas. En este sentido, claro es que la verdad es relativa; pero ese sentido está
mal expresado así. No es la verdad quien es relativa al hombre sino el número y clases de
verdades que podamos poseer".
Finalmente, por lo que respecta en concreto al pragmatismo, debemos subrayar que a pesar
de haber insistido con acierto en la estrecha relación que se da en el hombre entre su
dimensión cognoscitiva, teórica y su dimensión práctica, vital, no obstante, la posición
pragmatista ha errado claramente al exagerar tal relación e identificar lo verdadero y lo útil.
La verdad, como se ha dicho reiteradamente, es una propiedad intrínseca del pensamiento,
del juicio, por la que éste concuerda con el ser; en cambio, la utilidad es la cualidad de la
acción (cualquiera que sea), por la que ésta, en cuanto medio, es congruente con un fin o
propósito. Además, incluso el filósofo pragmatista, al afirmar su tesis de la verdad como
utilidad, maneja implícitamente el concepto de verdad como adecuación, está convencido de
que lo que expresa tal tesis es lo que real y objetivamente acontece, lo que en realidad es el
caso. Y esto ha de ser necesariamente así, si el pragmatista pretende que su tesis sea
aceptada como verdadera, como la auténticamente verdadera. La contradicción de la
posición pragmatista es evidente.
Entonces podemos hacernos la pregunta para enfrentar lógicamente esta teoría: ¿existe un
criterio de verdad? Muchos van a decir que sí como los estoicos y algunos otros; aquellos,
que no existe, y otros que de todo existe opinión.
El sistema de las normas éticas puede ser considerado como un sistema de normas
universales, en contra de la tesis del «relativismo ético». Las situaciones que los relativistas
éticos suelen aducir en apoyo de sus tesis (algunos pueblos primitivos, «nativos»
australianos, hindúes, &c., tienen como norma ética matar a los niños deformes, a los
enfermos inválidos o a los ancianos, mientras que otros pueblos consideran a los actos
cumplidos según estas normas como crímenes horrendos) piden el principio, suponiendo que
los individuos que constituyen esos pueblos primitivos son «ya» personas. Podría pensarse,
sin embargo, que acaso en tales pueblos las normas éticas están simplemente
«neutralizadas» por sus normas morales, destinadas a salvaguardar la cohesión del grupo
cabría decir, por tanto, que en los pueblos primitivos la moral prevalece sobre la ética. De
este modo, el relativismo ético podría tener el mismo alcance fenoménico que el que tiene,
en general, el relativismo médico, que muchos propugnan. Suele decirse que «la medicina es
relativa», porque la necesidad de vitamina D, por ejemplo, que el organismo humano
necesita para el buen funcionamiento de su sistema óseo no es la misma, no es universal,
sino que es relativa a los lugares geográficos en los cuales ese organismo humano vivió o
vive desde sus orígenes. Ahora bien: este «relativismo médico» es la expresión fenoménica
de una función universal que toma naturalmente diversos valores según los valores
asignados a las variables. Puede decirse, por tanto, que los valores son relativos a las
variables (que aquí se toman, principalmente, del área geográfica); sin embargo la función es
universal. Esta función tiene que ver aquí con la concatenación, bien establecida por la
llamada «antropología molecular», entre la tasa de radiaciones ultravioletas, la tasa de
melanina y la síntesis en la piel de vitamina D. Así también, normas éticas aparentemente
opuestas (en Esparta se permitía que los niños robasen, violando la norma de la
generosidad, con tal de que el robo no fuese descubierto; en Atenas, el robo, aunque no
fuera descubierto, era éticamente reprobado: historia del anillo de Giges) podrían
interpretarse como determinaciones de valores opuestos según la diferencia de variables
concatenadas según una misma función o norma universal (en el ejemplo, podría tomarse
como norma universal el reconocimiento de la necesidad de mantener una proporción
definida entre la firmeza y la generosidad una proporción variable según el nivel económico,
la coyuntura política o social, &c., del país).
PRAGMATISMO
...”vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del hombre. Pues así como no
hay provecho en la medicina si no sirve para expulsar las enfermedades del cuerpo, no hay
provecho en la filosofía si no expulsa los sufrimientos del alma”...
-Epicuro, Fragmento 54 -
Al intentar comprender las diferentes filosofías que le han dado forma a nuestra herencia
cultural, evidentemente surge la pregunta de cuál será realmente la última verdad, o el
método apropiado o si, incluso, será diferente para cada cual. Bajo un enfoque pragmático,
procedo a cuestionar cómo han surgido las distintas verdades y cómo se han desarrollado
los diversos métodos, para probar que, tal y como lo he llegado a creer personalmente,
filosofía es experiencia.
Empecemos por establecer los parámetros del concepto verdad. A nuestro parecer, verdad
tiene que ser algo más que un sinónimo para exactitud, certidumbre o certeza, debe significar
más que prueba, comprobación o autenticidad. En este sentido, quiero decir que al referirnos
al término verdad pretendemos ir más allá de cualquier esquema humano particular,
definiéndolo como una condición humana y absoluta que mide o constriñe nuestros propios
esquemas —sean estos morales, filosóficos, estéticos o científicos. La veracidad de una idea
no es una propiedad inherente y estática, sino que la verdad le sucede a una idea.
Partiendo de esto, afirmamos que toda realidad ejerce una influencia en nuestra práctica y
determina el valor que ella tenga para nosotros. No existe suceso alguno que no se exprese
a sí mismo como una diferencia en hechos concretos y en una conducta consecuente
definida por la persona, la forma, el lugar y el momento. El objetivo de la filosofía debería ser,
entonces, encontrar qué diferencia específica haría uno u otro “principio universal” en tal o
cual persona y en instantes concretos de su vida.
De esta manera, surge el concepto de relatividad conceptual, tal y como lo define Hilary
Putnam: “los signos no corresponden intrínsecamente a objetos con independencia de quién
y cómo los emplee”, es decir, que nuestros pensamientos se refieren a una realidad exterior
a la mente acerca de hechos y objetos que no han sido producidos por la realidad. Asimismo,
Kant afirma que no tenemos conocimiento de las cosas “en sí mismas” sin una categoría
fundamentada en el conocimiento absoluto del “yo”, que nos permita clasificar la experiencia.
Putnam lo sintetiza mejor de esta forma: “La verdad es una adecuación de nuestro
pensamiento con la realidad, y hay muchas formas en que esa correspondencia puede ser
“correcta”. La verdad no es, entonces, como muchos filósofos han pretendido demostrar, un
concepto a priori que nace de la esencia del universo, sino una especie de brújula que guía
la vida de las personas partiendo de la combinación de pensamiento y realidad, bajo
condiciones específicas de espacio y tiempo que determinarán, en gran parte, el resultado de
dicha combinación.
En la historia de la filosofía parece difícil comprender que el solo hecho de concebir las cosas
como tales, fue para los griegos todo un hallazgo. Pero si se considera la idea tan radical que
debió haber sido el pasar de una lucha contra los poderes de la naturaleza a una convivencia
con cosas que existían en la medida que ellos se daban cuenta de su propia existencia,
entonces se puede entender la importancia que tuvo el inicio de la filosofía para el desarrollo
de la humanidad. Así, encontramos diversos modelos que muestran cómo la experiencia se
convierte en la determinante de cada filosofía, en su propósito de guiar a la humanidad en
determinadas circunstancias. El epicureísmo, por ejemplo, al proponer una búsqueda de la
felicidad y la tranquilidad a través de los placeres, absteniéndose de participar en asuntos
mundanos, responde al declinar de la Grecia antigua, como forma de escapismo ante la
creciente desorganización social de la época. Otro ejemplo interesante es el de Epicteto,
quien durante su niñez fue vendido como esclavo por sus padres. No es de extrañar,
entonces, que en sus enseñanzas fueran estoicas y promovieran la autosuficiencia de los
individuos y la indiferencia antes vicisitudes. Se hace evidente, pues, como la combinación
de pensamiento y realidad en un momento específico de su vida lo llevó a convertirse en uno
de los principales filósofos estoicos de la historia.
Otro ejemplo ilustrativo que procederé a describir a fondo es el del heredero intelectual del
movimiento utilitarista en Inglaterra, John Stuart Mill. Desde temprana edad, Mill fue sometido
por su padre a un exigente “experimento educativo”, viéndose obligado a estudiar desde los
tres a los catorce años materias como griego, aritmética, latín, lógica, filosofía y teoría
económica. Irónicamente (o más bien, consecuentemente), a los 21 años esta mente tan
desarrollada es víctima de una depresión nerviosa, la cual se reflejó como una crisis
emocional ocasionada por una pérdida súbita del entusiasmo por las metas que se había
propuesto en la vida. A mi modo de ver, dicha caída fue el efecto de una estimulación poco
adecuada durante su niñez, dando como resultado que en su juventud necesitara un tiempo
para sí mismo alejado de las presiones mundanas. De esta manera, pudo regresar después
a cumplir sus propósitos y a defender y desarrollar la doctrina en la cual había nacido. Sus
experiencias emocionales lo llevaron a buscar una ética que diera cuenta de los hechos de la
vida. En este sentido, agrega al cálculo hedonista de la doctrina de Bentham un carácter
cualitativo en lo referente a placeres y dolores.
Con los ejemplos anteriores entendemos a la filosofía como el agua que calma la sed de las
experiencias y particularidades de la época. De esta manera, descarto la idea de verdad
dentro del realismo y de la tradición medieval, las cuales sostienen que todos los asuntos
reales deben tener exclusivamente una respuesta verdadera que -en su carácter excluyente-
hace que las demás alternativas sean erróneas. Posteriormente, afirman que,
consecuentemente, debe existir un único método para descubrir tal verdad.
Como siempre hemos creído, los sistemas que guían a la humanidad deben tener un
carácter evolutivo y de autoevaluación; es decir que la visión de nosotros mismos y del
conocimiento debe adaptarse continuamente, conforme avance la sociedad y sólo aquella
que, mediante un proceso de ensayo y error, se pruebe a sí misma como beneficiosa
perdurará. En este sentido, la pregunta es ¿cuál de las dos contribuye de una mejor manera
a preservar y mejorar a la sociedad? ¿Será la visión sobre una forma de vida ideal que
corresponde a la esencia del hombre y que considera a la filosofía como una aspiración a
resolver tal problema? ¿O será la visión pragmatista bajo la cual cada cual tiene el derecho
de pensar por sí mismo respecto a la pregunta de cómo vivir? Desde mi punto de vista, no
puede existir un procedimiento mecánico, una fórmula matemática, que conduzca a la verdad
en todas las ramas del conocimiento. En un sentido pragmático, la verdad y la objetividad
son fundamentos normativos o principios que nos guían en la búsqueda racional. Bajo el
característico egocentrismo del hombre, tendemos a pensar que siempre hay una respuesta
o interpretación más adecuada y, generalmente, pensamos que es la nuestra. Sin embargo,
los criterios bajos los cuales decidimos qué es y qué no es correcto los elaboramos
basándonos en juicios de valor que responden, a su vez, a nuestra propia experiencia en una
combinación de espacio y tiempo. En palabras de Hilary Putnam, “los cánones de
racionalidad no se descubren en la naturaleza o en la estructura de la realidad”.
En realidad, existen diversos criterios o interpretaciones y todos son correctos porque todos
responden a alguna necesidad de solucionar distintos problemas situados en un lugar y en
un tiempo. Vano sería buscar una respuesta “absoluta” a preguntas “independientes del
contexto”, pues carecería del valor que se deriva de la experiencia y del potencial. Asimismo,
lo anterior no implica “no creer en nada”, sino reconocer nuestra condición humana, que si
bien no hace posible un conocimiento absoluto, nos ubica en un lugar en el mundo en cada
segundo de nuestras vidas y, habiendo adquirido a través de la experiencia un conjunto de
valores e intereses, nos permite reconocer aquella versión que es mejor para nosotros y
nuestros semejantes. Esta concepción permite que el hombre esté en constante evolución,
es decir, que corrija los errores de su propia visión del mundo y de la situación de su medio,
pues toda teoría -científica o moral- al ser un producto del saber humano, puede ser falible y,
entonces, es responsabilidad de cada uno buscar la mejor respuesta. A este respecto dice
Hilary Putnam: “la mente y el mundo conjuntamente construyen la mente y el mundo”.
EL CRITICISMO
"El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada
despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón
humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica. Es un término
medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica"
CONTEXTO HISTÓRICO
1. El conocimiento sensible. Este tiene por objeto de conocimiento los seres materiales y
éstos se nos dan a través de los sentidos, por los cuales se puede presentar variabilidad en
el logro del conocimiento, por tanto, no es posible una verdadera ciencia.
Mas tarde, en la época moderna, es Kant el gran representante o fundador de esta corriente
criticista, el cual llegó a esta posición, después de haber pasado por el dogmatismo y el
escepticismo. La intención que tuvo Kant con esta corriente, era someter la razón a un
análisis detenido para ver sus estructuras y determinar entonces la forma como conocen.
Quiere fundamentar el conocimiento humano determinando los aportes que hace el sujeto y
los aportes que provienen de la experiencia. El sujeto recibe los datos, los organiza, les da
forma, a través de estructuras a priori, tanto de la sensibilidad como del entendimiento y la
razón. La forma "a priori" que es aportada por el sujeto, posee siempre un carácter necesario
y universal.
Vida. Nació en Konigsberg (Prusia Oriental; hoy Kaliningrado, URSS) en 1724. Y murió en
1804 en la misma ciudad.
A partir de 1770 fue profesor en su ciudad natal y es con Kan con quien comienza una nueva
etapa en la filosofía, siendo considerado una figura en la búsqueda de una visión sistemática
y cerrada de la totalidad del ser, partiendo de un principio unitario.
En 1794 fue amenazado por orden real con sanciones en caso de proseguir en la labor de
desfigurar y menospreciar muchas doctrinas fundamentales y capitales de la Escritura con
motivo de ciertas partes de la obra " La religión de los límites de la razón pura ".
Kant fue pacifista, antimilitarista y antipatriotero, por su convicción moral y no sólo política.
Algunos autores han resaltado la importancia que tiene en el problema del conocimiento,
hasta el punto de indicar que este problema determina todos los demás.
Kant fue pequeño de estatura y de constitución débil, era tímido y escrupuloso hasta
hundirse en graves depresiones de desesperación, sin embargo, gracias a su rígida
disciplina logró superarse y hacer de sí mismo un hombre alegre y sociable; su método de
vida era ordenado y metódico, los dos grandes principios de su ética, la autonomía y la
conciencia del deber, se habían encarnado en él mismo.
Raras veces salió de su ciudad natal, fue excelente profesor de geografía, física, gracias a
los conocimientos adquiridos en las lecturas. Kant permaneció soltero, y a pesar de su
constitución débil alcanzó una edad avanzada. A su muerte fue enterrado en el claustro de la
catedral.
Obras. Las obras de Kant se agrupan en dos periodos: Precrítico y crítico. El primero va
aproximadamente hasta 1970. Kant está todavía en la ciencia y en la filosofía de la
Ilustración. Como científico admira a Newton y en filosofía son sus maestros Leibniz y Wolff.
Es la corriente racionalista que se manifiesta en su "Dilucidatio".
Kant tiene por posible la metafísica tal como la conservaron Leibniz y Wolff. Cuando aún no
se ha definido el Kant crítico, se le suman "Historia general de la naturaleza y Teoría del
cielo" (1755), "La única base posible para una demostración de la existencia de Dios "(1763).
La primera obra de Kant es la "Crítica de la razón pura", cuya primera edición apareció en
1781, y la segunda en 1787, allí trata de establecer los límites y fundamentos de la razón
humana.
Luego viene la "Crítica de la razón práctica"(1788), su principal obra de ética en la que
estudia el querer y el obrar del hombre.
Luego, en 1790 aparece la "Crítica del juicio "que contiene la estética y la teología kantianas.
Pensamiento. El aporte filosófico de Kant es tardío, empezando por varios años de silencio,
inicia su obra crítica con la "La crítica de la razón pura" en 1781, la cual cuenta además con
otras dos críticas de la razón pura práctica (1788), y la de la facultad de juzgar (1790).
a. Crítica de la razón pura. La crítica de la razón pura no es una obra de fácil interpretación,
sólo persigue objetivos teórico-científicos, o constituyen intereses de la razón práctica.
El elemento formal se refiere a todo aquello que aporta la subjetividad; el elemento material
es en un principio, todo aquello que viene de fuera, de esa subjetividad, es pues, una síntesis
entre lo dado y lo puesto; lo que la sensibilidad recibe y lo que aporta.
Hay entonces, un elemento formal que pone el sujeto y uno material que viene del objeto, y
es así como integrado elaboran el conocimiento, y ello implica una modificación esencial en
la concepción del conocimiento, de la inteligencia como tabula rasa, en la que nada hay
escrito.
Así pues, la crítica es una idea que atraviesa toda la filosofía de Kant, no pueden conocerse
los hechos, las palabras, ni puede construirse un saber si antes no se establecen sus
condiciones de posibilidad. Toda crítica implica dos aspectos:
● Universalidad
● Necesidad
● Experiencia
● Carácter progresivo, sintético del saber.
1) Los juicios. El conocimiento puede ser a priori o a posteriori; por tanto ;la ciencia requiere
un saber a priori. La verdad y el conocimiento se da en los juicios; una ciencia es un
complejo sistemático de juicios.
Se pueden clasificar éstos en analíticos y sintéticos. Los juicios analíticos son aquellos cuyo
predicado está contenido en el sujeto; los sintéticos son aquellos cuyo predicado no está
contenido en el concepto del sujeto, sino que se une o añade a él.
2) Juicios a priori y a posteriori. Hay que decir que los juicios analíticos son a priori o juicios
de experiencia obtenidos por análisis del concepto , y los sintéticos, a posteriori.
"Hay juicios sintéticos a priori que con los que interesan a la ciencia, porque cumplen dos
condiciones: son por una parte a priori , es decir universales y necesarios, y por otra,
sintéticos, esto es, aumentan efectivamente mi saber".
Los juicios a posteriori son derivados de la experiencia y son reducibles a juicios analíticos a
priori, en cuyo caso los principios de la experiencia son principios de razón, o los juicios
sintéticos a posteriori no son reducibles a juicios analíticos a priori, en cuyo caso, no hay
certeza respecto a los principios del conocimiento.
b. Crítica de la razón práctica. "Kant incluye en la temática de la razón práctica no sólo los
problemas de la ética tomada en un sentido estricto, sino también todo lo relacionado con la
filosofía del derecho, del estado y de la religión"
En la crítica de la razón práctica se hace notar una especie de querer dominar el deber como
un factum inmediato, mientras que la libertad aparece como una presuposición del deber.
Para Kant, no hay nada tan firme como la ley de la razón práctica, aquella persuasión de un
"tribunal interior" en el hombre que se llama "conciencia". "Podrá el hombre desoír la voz de
su conciencia, podrá adormecerla, hasta podrá hacer que el mundo entero no nos de ejemplo
alguno de lo que debe ser; a pesar de todo, el hombre debe y puede lo que debe; pues el
deber y la libertad no se los procura el hombre, simplemente los tiene; están incorporados en
su esencia de hombre".
Las ideas de Dios y de la inmortalidad, no son condiciones de la ley moral, sino condiciones
del objeto necesario de una libertad que determina en la ley, es decir, por el uso práctico de
nuestra razón pura.
"La crítica especulativa se esforzó en dar a los objetos de la experiencia como tales, y entre
ellos a nuestro propio sujeto, el valor de meros fenómenos, en ponerles, sin embargo, como
fundamento cosas en sí, y, por consiguiente, en no considerar todo suprasensible como una
ficción, y su concepto como falto de contenido; y ahora en cambio, la razón práctica, por sí
misma y sin haberse concertado con la especulativa, proporciona realidad a un objeto
suprasensible de la categoría de la causalidad, a saber, a la libertad, y confirma, pues, así,
por medio de un hecho, lo que allí sólo podía ser pensado."
El concepto de la libertad es el peligro de todos los empiristas, pero también la clave de los
principios prácticos más sublimes para los moralistas críticos, que comprenden por ello que
necesariamente deben proceder de un modo racional.
La metafísica de la naturaleza debe comprender más una física que una psicología racional.
En realidad, ésta prevee solamente una física racional.
Kant afirma que una metafísica particular de la naturaleza se traduce necesariamente en una
ciencia matemática de la naturaleza. Esta por tanto, en cuanto conoce a priori, por su pura
posibilidad, determinados objetos de la naturaleza, no pueden limitarse a formular cualquier
cosa que no contradiga el pensamiento, pero debe formar a priori la intuición correspondiente
al concepto.
2) El imperativo categórico. Kant plantea el problema de la ética como la cuestión del bien
supremo, los bienes pueden ser buenos para otra cosa o buenos en sí mismos, y Kant dice
que la única cosa que es buena en sí misma es la buena voluntad. El problema fundamental
aquí queda trasladado no a las acciones, sino a la voluntad que las mueve.
Kant hace una ética del deber ser; y una ética imperativa que obligue, pero la mayoría de los
imperativos no sirven para fundamentar la ética porque son hipotéticos, es decir, dependen
de una condición. Por tanto Kant, busca un imperativo categórico que mande sin ninguna
condición, pues la obligatoriedad del imperativo categórica ha de encontrarse en él mismo.
Por otro lado, la buena voluntad es la que quiere por puro respeto al deber: "Si yo hago una
acción buena porque me gusta o por temor, no tiene valor moral." El imperativo categórico se
expresa de diversas formas, pero la fundamental es: obra de modo que puedas querer que lo
que haces sea ley universal de la naturaleza.
3) Importancia de la razón práctica. La razón práctica sólo tiene validez inmediata para el yo
y consiste en determinarse a sí mismo, pero Kant afirma el primado de la razón práctica
sobre la especulativa: lo primario en el hombre no es la teoría, sino la praxis, un hacer.
"La crítica de la razón práctica en general tiene pues, la obligación de quitar a la razón
empíricamente condicionada, la pretensión de querer proporcionar ella sola, de un modo
exclusivo, fundamento de la determinación de la voluntad."
Además, el hombre no puede conocer o probar por razón especulativa la existencia de Dios,
o el mundo como conjunto, por tanto, lo que la crítica de la razón debe hacer es demostrar
que las cuestiones Dios, mundo, alma, no son "teóricas" sino "prácticas", es decir, morales.
En el concepto de persona moral, entendida como libertad, culmina la filosofía Kantiana. Kant
no pudo realizar su propia metafísica, lo cual sólo quedó esbozada debido a que la mayoría
de su vida la ocupó por su espíritu crítico, y es así, donde de esta importancia que se le da a
la razón práctica, puede entenderse la filosofía del Idealismo alemán que nace en Kant y
termina en Hegel.
4) La existencia de Dios como un postulado de la razón práctica. La ley moral nos conduce,
en primer lugar, a la moralidad que puede llegar a ser resuelto en una eternidad, en el
postulado de la inmortalidad. En segundo lugar, nos mueve a la posibilidad de la existencia
del bien supremo o la felicidad, esto es, a la experiencia de una causa a este efecto, o sea, a
Dios como necesariamente perteneciente a la posibilidad del bien supremo.
"Dios no es el alma del mundo[...] El concepto de Dios es el concepto de un ser que es causa
suprema de las cosas del mundo y es persona. Dios se concibe como un ser supremo, la
inteligencia suprema, el bien supremo, el cual posee derechos y es una persona. Un ser para
el cual todos los deberes humanos sean órdenes es él."
Se plantea entonces la causa suprema de la naturaleza en cuanto ella sea presupuesta para
el sumo bien, es un ser que por razón y voluntad es la causa de todo, es decir, Dios. El
hombre piensa a Dios según los atributos que hacen de él, un ser nouménico, pero en la idea
de Dios esos atributos se elevan al máximo grado; el mundo se entiende de este modo como
la totalidad de la realidad sensible; pero se concibe como subordinado al poder creador de
Dios y de su santa voluntad.
"La relación entre las ideas Dios y mundo no es una coordinación, sino una subordinación,
porque el mundo se entiende como dependiente de Dios."
c. La estética. Para Kant, hay dos juicios que aplicamos espontáneamente aparte de los
juicios del entendimiento y la razón y de las decisiones morales: Ellos son el estético y otro
teleológico o de finalidad. Son reacciones casi inmediatas pero no instintivas, separadas de
conceptos.
1) La función mediadora del juicio. Kant, al asumir la crítica del juicio, aborda esta función
mediadora como un medio para vivir en un todo las dos partes de la filosofía.
Kant distingue tres facultades del espíritu: La facultad de sentir placer o disgusto y la facultad
de desear, por ello, a través del juicio, se media de alguna manera entre el conocimiento y el
deseo; luego distingue Kant tres facultades cognoscitivas: el entendimiento, la facultad de
juzgar o juicio y la razón, y esto también sugiere que el juicio medie en algún sentido entre el
entendimiento y la razón, y que tiene alguna razón con el sentimiento.
"La forma del objeto se considera como fundamento de un placer que viene de la
representación del objeto, y cuando juzgamos que la representación va necesariamente
acompañada por este placer, y que consiguientemente, debe ser placentera para todos,
tenemos un juicio estético."
2) La analítica de lo bello. Kant divide el estudio de lo bello en algunos momentos referentes
al juicio de gusto según la cualidad, la cantidad, la relación de fines y la satisfacción.
Es conocida la definición de lo bello como una finalidad sin fin, es decir, como algo que
encierra en sí una finalidad, pero que no subordina a ningún fin ajeno al goce estético; para
Kant lo bello produce un sentimiento placentero.
El placer estético es algo peculiar, pero no coincide con lo agradable, tampoco coincide con
lo bueno moral ni con el deseo. El placer estético, por tanto, es una aprobación
"desinteresada" y una aprobación al sentimiento objetivo de las cosas que se nos presentan
y nos agradan.
Lo bello, en su definición, puede ser el objeto de la satisfacción, sin interés alguno. Cada cual
tiene conciencia de que la satisfacción en lo bello se da en él teniendo como base la
satisfacción.
"Ha de llamarse sublime, no el objeto, sino la disposición del espíritu, mediante una cierta
representación que ocupa el juicio reflexionante [...] Sublime es lo que, sólo porque se puede
pensar, demuestra una facultad del espíritu que supera toda medida de los sentidos."
Kant distingue entre lo sublime matemático y lo sublime dinámico, según que la imaginación
refiera el movimiento mental contenido en la experiencia de lo sublime o a la facultad
cognoscitiva o a la del deseo. Lo sublime dinámico se experimenta cundo nos enfrentamos
con lo que presenciamos en la naturaleza, hallando en nuestro espíritu y en nuestra razón
una superioridad sobre esa fuerza física.
4) El juicio teleológico. El juicio teleológico tiene como el campo propio el fin en la naturaleza;
se trata de que todo cuanto vemos nos complace, más o menos, porque encaja con nuestra
facultad de percepción, ofrece siempre cierta coherencia que se diría que responde a un
designio, pero que disfrutamos más claramente cuando sabemos para qué sirve.
En la naturaleza, tal es lo que nos admira como orgánico, en lo cual, en todo organismo, las
partes reciben su sentido por su relación al todo, que ellas entre sí son recíprocamente causa
y efecto de su forma.
El juicio teleológico se emplea para la investigación de la naturaleza, pero sólo para traerla a
principios de observación e investigación. Hacemos uso de un fundamento teleológico
siempre que al concepto de un objeto atribuimos como si estuviera en la naturaleza y no en
nosotros, y nos representamos la posibilidad del objeto según la analogía de una causalidad
semejante, como la que encontramos en nosotros.
Para Kant se dan dos clases de juicios teleológicos : el subjetivo formal, el cual no se ocupa
de explicar la existencia de nada, es decir, a representaciones. Es subjetivo también porque
se refiere a los sentimientos de la persona que enuncia el juicio. También el juicio teleológico
formal objetivo, que se encuentra en la matemática, no está éste afectado por cosas externas
y su relación causal, ni se refiere a ellas.
"De la magnitud del mundo se saca en conclusión una fuerza muy grande del Creador, pero
se reconoce que eso no tiene significación más que comparativamente para nuestra facultad
de concebir, y como no se concibe todo lo posible para compararlo con la magnitud del
mundo en cuanto la conocemos, no podemos deducir, según una medida pequeña, el poder
todo del Creador, etc."
Así pues, no podemos demostrar la existencia ni los atributos de Dios; ésta es una cuestión
de fe práctica, no de conocimiento teórico, porque para Kant, Dios no es un objeto posible de
la experiencia.
Con Kant se dio el comienzo de una objetividad del pensamiento, gracias a su criticismo que
indujo al hombre a trascender su mundo, pasando de la simple observación al conocimiento
crítico de lo que se conoce.
El pensamiento de Kant entonces, aportó de esta manera a la educación, pues él, a través
de la crítica de la razón pura, presentó las posibilidades cognoscitivas en un contexto
epistemológico que proyectó a las facultades del hombre en cuanto ser sensible y racional,
pues ambas se integran, dando la primera el elemento subjetivo y orientada racionalmente
hacia un fin (conocimiento objetivo).
La educación actualmente requiere elementos subjetivos que son dados por lo material, lo
sensible, para llegar al conocimiento objetivo que se logra en la propia sustancialidad de las
cosas; en este aspecto, los juicios son fuentes de conocimiento, pues se dan a priori y a
posteriori, por tanto, el hombre actual mide su saber en lo que ya ha conocido como en lo
que ya va a conocer, y para esto debe tener una capacidad de asombrarse, de ver las cosas
estéticamente.
El pensamiento criticista de Kant, no escapa tampoco del campo religioso, recordemos que
Kant, en su vivencia pietista, se apartó de lo dogmático ( sin llegar a ser escéptico),
queriendo escapar de un estancamiento racional, y superando las fronteras de lo que la fe
permite conocer.
El Papa Juan Pablo II, ha iluminado grandemente este anquilosamiento de la razón con su
Encíclica "Fides et Ratio", en la cual presenta muy oportunamente la armonía que debe
haber entre el conocimiento filosófico y el de la fe:
"La fe requiere que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón; la razón, es el
culmen de su búsqueda, admite como necesario lo que la fe le presenta"
Kant fue entonces "un profeta de la ciencia" presentando al hombre una nueva posibilidad de
enfrentarse al conocimiento sin dogmatismos, sino que buscándolo no ciegamente, antes
bien, aprovechando las posibilidades que el mundo de hoy le ofrece.
UNIDAD TRES
RACIONALISMO
El racionalismo no es entonces una manera aislada de concebir la realidad, sino que es ante
todo la suma de lo sensible con los conceptos, o mejor, a un concepto equivale una realidad.
El hombre es presentado como animal dotado de logos, razón; un animal capacitado para
conocer.
La forma más antigua del racionalismo se encuentra en Platón. Este se halla convencido de
que todo verdadero saber se distingue por las notas de la necesidad lógica y la validez
universal. Platón junto con los eleáticos está penetrado de la idea de que los sentidos no
pueden conducirnos nunca a un
verdadero saber, lo único que le debemos a ellos es la "doxa" (opinión). Por ende, tiene que
haber un mundo suprasensible, o mundo de las ideas.
Este mundo no es meramente un orden lógico sino a la vez un orden metafísico, un reino de
esencias ideales, metafísicas. Este reino se halla, en relación con la realidad empírica y las
ideas son los modelos de las cosas empíricas, las cuales deben su manera de ser, su
peculiar esencia, a su participación en las ideas. El centro de este racionalismo es la teoría
de la contemplación de las ideas, podemos llamar a esta forma de racionalismo: racionalismo
trascendente.
Más tarde llegan Plotino y posteriormente San Agustín, quienes tienen una froma más
distinta de racionalismo. El primero coloca el mundo de las ideas en el Nus cósmico, o sea
Espíritu del Universo. Las ideas ya no son un reino de esencias existentes por sí, sino un
autodespliegue del Nus, y nuestro espíritu es una emanación de este Espíritu Cósmico: "La
parte racional de nuestra alma es alimentada e iluminada continuamente desde arriba."
En la Edad Media, es San Agustín quien recoge esta idea y la modifica en sentido cristiano,
donde el Dios cristiano ocupa el lugar del Nus. Las ideas se convierten en las ideas
creatrices de Dios: el conocimiento tiene lugar siendo el espíritu humano iluminado por Dios.
En la Edad Moderna, alcanzó más importancia Descartes y luego Leibniz considerando que
las ideas innatas se dan en cuanto es innata a nuestro espíritu la capacidad de formar
conceptos independientemente de la experiencia, pues el origen de estos principios
proceden de la razón.
Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la cuestión del sujeto
como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con la cuestión de las posibilidades y
límites de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir del cual se construye lo
real, el mundo "extramental":
Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la importancia otorgada a la
investigación sobre el método. Se tiene conciencia de una ruptura con el Renacimiento y la
seguridad de que se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la preocupación
fundamentalmente filológica de los renacentistas, de su revolución orientada hacia el pasado,
se pasa a una revolución que, desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una
perspectiva optimista de progreso.
Los filósofos racionalistas le otorgan un valor extremo a la razón entendida como la única
facultad susceptible de alcanzar la verdad. La oposición típica en la Edad Media entre razón
y fe (Revelación) o entre filosofía y religión, es sustituida ahora por la contraposición entre las
verdades racionales frente a los engaños o ilusiones de los sentidos. Razón se opone a
sensibilidad, experiencia, conocimiento sensoperceptual, no a fe.
Siguiendo la tradición abierta por Platón, para el cual el conocimiento verdadero podía ser
alcanzado a través del recuerdo, al estar las Ideas de algún modo "presentes" en el alma
humana, los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos contenidos o ideas en las
que se encuentra asentada la verdad. La mente humana no es un receptáculo vacío, ni una
"tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee naturalmente un número
determinado de ideas innatas o naturalezas simples (como las denomina Descartes) a partir
de las cuales se vértebra y fundamenta deductivamente todo el edificio del conocimiento. La
característica fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad y distinción, es decir, la
evidencia. En Descartes las ideas innatas y en particular la idea de Dios garantizan y son los
pilares desde los que reconstruir con plena certeza todos los saberes, desde la física hasta la
metafísica. En Leibniz, por ejemplo, las mónadas contienen ("como semillas") una
perspectiva parcial de la totalidad del universo, son un microcosmos en el que se refleja el
macrocosmos.
La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue una intención
clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis Universalis" o
ciencia cierta de carácter universal que pudiera utilizar un lenguaje simbólico matemático con
el que analizar y reducir a lo simple (y cierto) toda proposición compleja de la ciencia.
En las Regulae ad directionem ingenii (Regla IV) define Descartes el método de la siguiente
manera:
“Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales, el que las
observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando
inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando gradualmente su ciencia, llegará
al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz."
La metafísica racionalista desvía la atención del ser (to ón) a la substancia (substantia) y
adelgaza la división categorial de Aristóteles a tres únicos fundamentos: substancia, atributos
(esencia o naturaleza de la substancia) y modos (cualificaciones, afecciones y variaciones de
la substancia).
Por substancia entienden los racionalistas "aquello que existe de tal manera que no necesita
de ninguna otra cosa para existir" (Descartes). Ahora bien, no todos estos filósofos
admitieron el mismo número de ellas ni le otorgaron las mismas características. Descartes
afirmó la existencia de tres substancias distintas (res infinita o Dios, res cogitans o
pensamiento y res extensa o substancias corpóreas), lo cual le condujo al establecimiento de
un acusado dualismo que escindió la realidad en dos ámbitos heterogéneos (lo corporal o
material y lo espiritual) irreconciliables entre sí y regidos por leyes absolutamente divergentes
(leyes mecánicas para el mundo físico).
Spinoza afirmó la existencia de una única substancia, "Deus sive substancia, sive natura",
que le hizo desembocar en una postura panteísta: pensamiento y extensión son atributos de
Dios, única substancia existente, por lo que tanto el pensamiento (alma) como las cosas
materiales no pueden ser consideradas sino como sus modos, no como entidades
independientemente existentes.
Leibniz, sin embargo, adoptó un pluralismo metafísico que afirmaba la existencia de infinitas
substancias simples o mónadas caracterizadas por ser inextensas,, simples, impenetrables y
dotadas de percepción y apetición. La mónada es una cierta energía, fuerza o entelequia
(alma) que sigue el orden inexorable de una armonía preestablecida por Dios.
5. El mecanicismo
Aunque no fue adoptado por todos los racionalistas (Leibniz, por ejemplo), el mecanicismo
fue el paradigma científico predilecto para la mayoría de ellos. Según éste, el mundo es
concebido como una máquina, despojada de toda finalidad o causalidad que vaya más allá
de la pura eficiencia: todo se explica por choques de materia en el espacio (lleno) y no
existen fuerzas ocultas o acciones "a distancia". El mundo es como un gigante mecanismo
cuantitativamente analizable.
El racionalismo entiende la vuelta al sujeto como una vuelta a la razón, al tiempo que como
una desvirtuación de la sensibilidad. Conocemos ya la duda sistemática de Descartes, que a
través de una crítica radical a la experiencia sensible, conduce a las últimas condiciones
indudables de todo conocimiento en el sujeto. Esas condiciones de las que depende todo
conocimiento, son las ideas o principios de la razón.
Existe en el sujeto una percepción clara y distinta de los primeros principios del conocimiento
que no tiene nada que ver con la sensibilidad, sino que se realiza de un modo puramente
racional.
Así como los principios de las matemáticas se derivan lógicamente de unos axiomas o
principios primeros, así también la filosofía tiene que partir de las primeras ideas y principios,
y desarrollarlo todo en forma lógico-racional.
Para el racionalismo está claro que la razón ha recibido de Dios sus ideas y verdades
innatas.
REPRESENTANTES
Renato Descartes
Vida. Nació en la Haye en 1596, oriundo e una familia noble. Estudió en el colegio de los
jesuitas de la Flêche; allí cursó la filosofía escolástica, las matemáticas, las lenguas y
literatura clásicas, adquiriendo un saber enciclopédico. Mas tarde viaja a París y en medio de
la vida de placer, se siente escéptico para toda ciencia que no sea la matemática, la cual,
aunque posee evidencia no reporta ningún conocimiento de lo real.
En 1629 se trasladó a Holanda, en donde su pensar fue muy fecundo. En 1649 fue invitado
por la reina Cristina de Suecia; murió allí el 11 de febrero de 1650.
Obras. El discurso del método, Meditaciones acerca de la filosofía primera, Los principios de
la filosofía, Reglas para la dirección del Espíritu.
Pensamiento.
Quiere empezar una filosofía totalmente cierta, de la que no se pueda dudar, y por ello se
sumerge en la duda: "Hay que poner en duda todas las cosas, si quiera una vez en la vida.
No ha de admitir ni una sola verdad de la que pueda dudar. No basta con que él dude
realmente de ella; es menester que la duda no quepa ni aún como posibilidad."
En Descartes, no es posible el conocimiento sólo por los sentidos, pues ellos nos engañan.
El ejercicio de la duda se extiende a todo enunciado teórico.
(1) Evidencia. Trata de no aceptar por verdadero nada que no se conozca clara y
distintamente como tal, evitando cuidadosamente la precipitación y los prejuicios, por tanto,
es necesario por el momento, de suspender el juicio.
(2) Análisis. Consiste en dividir cada una de las dificultades en el mayor número de partes
posibles y necesarias para resolverlas mejor, ya que una dificultad es un complejo en que
están mezclados lo verdadero con lo falso.
(3) Síntesis. O sea, comenzar con lo más fácil y simple para salir gradualmente hacia lo más
complejo. Es la unificación de las partes integrantes de un todo o del problema que se está
considerando, partiendo de lo más fácil a lo complejo.
(4) Enumeración. O sea, hacer un recuento integral y una revisión tan general que no pueda
estar seguro de haber omitido nada.
2) El hombre. Para Descartes, podemos dudar de todo, menos de nuestra existencia "pienso,
luego éxito". Le interesa además del ser ( sum ) el pensar (cogito) ya que éste evidencia al
ser.
"La esencia del alma es el pensamiento. La prueba es la siguiente: todo cuanto puede
sustraerse a la idea de una cosa, permaneciendo intacta su esencia, no pertenece a la
esencia de la cosa. Puedo concebir la esencia de mi alma prescindiendo de mi cuerpo. Pero
no puedo concebirla si prescindo de mi facultad de pensar. Por lo tanto el pensamiento es la
esencia de mi alma."
"Descartes, a pesar de su duda inicial, no sólo está convencido de la realidad del mundo
externo, sino que se sitúa plenamente dentro de la presuposición parmenidiana de que el
pensar y el ser se corresponden."
3) Dios. "Bajo el nombre de Dios entiendo - dice Descartes - una sustancia infinita, eterna,
inmutable, independiente, omnisciente y omnipotente."
Dios es una cosa que piensa y que tiene en sí la idea de todas las perfecciones. Es la
primera idea que no es causada por nadie ni necesita de otra idea para ser explicada.
Descartes sabe que existe, y lo sabe, porque penetra, de un modo claro y distinto, su verdad.
Es una verdad que se justifica a sí misma.
Para estar seguros de la evidencia, para podernos fiar de la verdad que se muestra como tal
con sus pruebas claras y distintas en la mano, tendríamos que demostrar que hay Dios.
● Primera prueba: El "cogito" no encierra al hombre en su yo, sino que lo hace salir a
una realidad que está más allá. Es la demostración por casualidad, pero que parte, no
de cosas sensibles, sino de la idea de Dios, para pasar, de su contenido
representativo a su causa.
● Segunda prueba (Por mi finitud): Cuando se duda, se es finito; pero no sería posible
que mi naturaleza fuese tal cual es, finita y dotada de la idea de lo infinito, si el ser
infinito no existiera la idea de Dios es expresión y relación inmediata.
● Tercera prueba: ( Argumentación ontológica) No podemos concebir la idea o la
naturaleza de la cosa, sin concebir al mismo tiempo sus propiedades esenciales.
Cuando se intuye la idea de Dios en la idea de un ser soberanamente perfecto e
infinito, en esa idea se intuye necesariamente la existencia, se intuye necesariamente
que el existir pertenece a la naturaleza verdadera e inmutable de un ser semejante.
Por lo tanto, Dios existe.
c) Res cogitans ( Existencia del alma ). En el orden del ser finito, lo primero dado a nuestro
conocimiento es la sustancia del alma. "Sólo pueden dudar de la existencia del alma aquéllos
que no levantan su mente de las cosas sensibles y están acostumbrados a no considerar en
absoluto nada que no puedan someter a la imaginación."
4) El mundo.
Blas Pascal.
Vida. Nació en Clermont en 1623 y murió en 1662. Mostró gran interés por las matemáticas.
A los 16 años hizo un ensayo sobre las secciones cónicas; a los 19 bosquejó una "máquina
aritmética". Practicó a los 23 años el Jansenismo y posteriormente efectuó una serie de
trabajos científicos, especialmente de física.
Obras. Sus principales son: Ensayo sobre las secciones cónicas, Pascal o el drama de la
conciencia cristiana, La teoría del conocimiento en Pascal, entre otras.
Pensamiento.
1) Metafísica del conocimiento. En sus pensamientos aparecen los elementos para una
crítica del conocimiento y que se pueden agrupar alrededor de dos nociones opuestas: El
dogmatismo y el escepticismo, el corazón y la razón.
3) Metafísica del ser. En el plano del ser nos encontramos con tres órdenes: el material, el
espiritual y el sobrenatural.
● Material: no se demuestra racionalmente, basta con notar las relaciones que los
cuerpos guardan entre sí y sobre todo con el hombre.
● Espiritual: Se demuestra probando que el hombre posee facultades espirituales
diversas a las materiales.
● Sobrenatural: Es atestiguado por la fe como el motivo más poderoso.
"Entre cada orden media una distancia llamada "trascendencia". Esta distancia entre lo
material y lo espiritual es infinita."
Nicolás Malebranche
Vida. Nació en París en 1638 y muere en 1715. Estudió teología, recibió órdenes sagradas y
entró en el oratorio del Cardenal Barulle. Luego se dedicó a la filosofía.
Pensamiento.
● El Ocasionalismo. Dios, cuya existencia se prueba con sólo pensar en El, es la única
causa eficiente, ya que producir es crear, y el crear es exclusivo de la divinidad.
Además, los cuerpos son sujetos pasivos y no causas del movimiento, según la
mecánica cartesiana. La acción aparente de unas criaturas en otras es sólo una
ocasión para que Dios obre en ellas las cantidades y múltiples ideas y efectos.
Baruc Spinoza
Vida. Nación en Amsterdam en 1632 y muere en 1677. Procedía de una familia judía
española. Sus opiniones religiosas hicieron que fuese expulsado de la sinagoga, y desde
entonces, tuvo más relación con medios cristianos. Vivió en Holanda dedicado a pulimentar
cristales ópticos.
Gracias a Spinoza, la razón adquiere un predominio absoluto, dice que todas las cosas
dependen de lo Divino; quiere llegar a la verdad a través de conocimientos racionales. La
creación es una modalidad divina y no una manifestación libre de ella misma, es decir, de la
substancia absoluta.
"No tendemos a las cosas - dice Spinoza -, no queremos o apetecemos algo porque
juzgamos que sea bueno, sino al revés: creemos que algo es bueno porque tendemos a ello,
lo queremos, apetecemos o deseamos." Así, la esencia del hombre es deseo, en esta forma,
se enlazan el problema del ser y el problema de la inmortalidad en Spinoza.
Vida. Nació en Leipzig en 1646. Desde su más temprana edad empezó a saciar su deseo de
saber, puesto que su padre era profesor de moral. Su formación fue autodidáctica; inventó el
cálculo infinitesimal, fue diplomático y fundó en Berlín la Academia de las Ciencias, luchó por
la unidad de las iglesias cristianas.
Pensamiento.
1) Metafísica. Para Leibniz las substancias infinitas que forman la estructura metafísica de los
seres, las llama "Mónadas", que hacen referencia a la unidad, lo cual nos lleva a
representarla como elemento último e indivisible.
"La mónada no tiene partes, no posee extensión, figura ni divisibilidad. Una cosa no posee
figura o forma a menos que sea extensa; ni puede ser divisible a menos que posea
extensión. Pero una cosa simple no puede ser extensa, puesto que simplicidad y extensión
son incompatibles."
La esencia de la Mónada es ser fuerza, la Mónada absoluta es Dios, fuente y razón de todo
el orden establecido en el universo. Las mónadas tienen las siguiente jerarquía:
Mónada Divina.
Mónada humana.
Mónada animal.
Mónada vegetal.
Mónada orgánica.
Teodicea. Leibniz fue el primero en llamar el tratado racional de Dios, Teodicea, es decir,
justificación de Dios. Además de aceptar los argumentos tradicionales de la existencia de
Dios, utiliza su propio argumento, como es el a priori, que se basa en verdades eternas y
necesarias.
"Esa verdades eternas, dice Leibniz, no son ficciones. Requieren, pues, un fundamento
metafísico, y nos vemos obligados a decir que han de tener su existencia en un cierto sujeto
absoluto y metafísicamente necesario, éste es, Dios. Así pues, Dios existe." También se basa
en el principio de razón suficiente y dice que nada sucede sin que sea posible. Nada ocurre
sin que haya una causa o razón determinada.
La influencia de la razón, toca todos los ámbitos de la sociedad; a nivel político, económico,
educativo y religioso, es el intento del hombre por querer conocer el mundo y así mismo
conocerse sabiendo razonar correctamente estos aspectos que marcan la vida de un país. El
hombre hoy no se conforma con recibir del medio o de algunas fuentes, un conocimiento
dogmático, donde se queden estancadas sus potencialidades, sino que día a día es ayudado
por la razón a buscar la verdad, a discurrir el velo que opaca o impide, en cierta medida, el
conocimiento.
La razón por sí sola, no puede establecer un criterio absoluto, pero sí posibilita hasta un
límite determinado el conocimiento, por ello fe y razón deben ir como dos hermanas al
encuentro del conocimiento. "La fe agudiza la mirada interior abriendo la mente para que
descubra, en el sucederse de los acontecimientos, la presencia operante de la Providencia
[...] El hombre con la luz de la razón sabe conocer su camino, pero lo puede recorrer de
forma libre, sin obstáculos y hasta el final, si con ánimo sincero fija su búsqueda en el
horizonte de la fe.", lo dice el Papa Juan Pablo II en la "Fides et Ratio", numeral 16,
exhortando al hombre actual a reconocer la razón como una firme herramienta que ayudada
por la fe puede alcanzar el más amplio horizonte del conocimiento.
EL EMPIRISMO
La corriente filosófica contraria a la racionalista del siglo XVII es el empirismo del siglo XVIII.
Esta corriente afirma que todos nuestros conocimientos provienen, en último término, de los
sentidos, o sea, de la experiencia sensible.
Los empiristas (en especial John Locke y David Hume), opinan que la única fuente de
conocimiento es la experiencia; no existen las ideas o conocimientos innatos; cuando el
hombre nace, su entendimiento se encuentra como una página en blanco en la cual nada
hay escrito.
Según los empiristas el sujeto que se conoce es el hombre, el asiento básico del
conocimiento es la sensación; el conocimiento es percepción sensorial o impresión; también
consiste en ideas, siempre que a ellas corresponta una impresión. Las ideas de relaciones no
tienen validez porque a ellas no corresponde impresión alguna. El aspecto lógico del método
no es el principal, lo que más importa es el aspecto genético -psicológico, porque éste es el
natural-. El punto de partida tiene que ser la percepción o las percepciones que capten las
cualidades primarias de los objetos. El criterio de verdad es la evidencia sensible.
Únicamente ofrecen certeza las impresiones, es decir, las percepciones de las cualidades
primarias. Las ideas nunca tendrán evidencia suficiente que pueda ser tomada como criterio
de verdad.
Para los empiristas el problema de los límites del conocimiento es más fácil solución que
para los racionalistas. El límite del conocimiento es la experiencia. Es válido todo
conocimiento que no trascienda la experiencia.
Empirismo, en filosofía occidental, doctrina que afirma que todo conocimiento se basa en la
experiencia, mientras que niega la posibilidad de ideas espontáneas o del pensamiento a
priori. Hasta el siglo XX, el término empirismo se aplicaba a la idea defendida sobre todo por
los filósofos ingleses de los siglos XVII, XVIII y XIX. De estos filósofos ingleses, John Locke
fue el primero en dotarlo de una expresión sistemática, aunque su compatriota, el filósofo
Francis Bacón, había anticipado algunas de sus conclusiones. Entre otros empiristas también
se cuentan David Hume y George Berkeley. Opuesto al empirismo es el racionalismo,
representado por pensadores como el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza
y los filósofos de los siglos XVII y XVIII Gottfried Wilhelm Leibniz y Christian von Wolff. Los
racionalistas afirman que la mente es capaz de reconocer la realidad mediante su capacidad
para razonar, una facultad que existe independiente de la experiencia. El pensador alemán
Immanuel Kant intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo,
restringiendo el conocimiento al terreno de la experiencia, a posteriori, y por ello coincidía
con los empiristas, pero atribuía a la mente una función precisa al incorporar las sensaciones
en la estructura de la experiencia. Esta estructura podía ser conocida a priori sin recurrir a
métodos empíricos, y en este sentido Kant coincidía con los racionalistas.
En los últimos años, el término empirismo ha adquirido un significado más flexible, y ahora es
utilizado en relación con cualquier sistema filosófico que extrae todos sus elementos de
reflexión de la experiencia. En Estados Unidos William James llamó a su filosofía empirismo
radical y John Dewey acuñó el término de empirismo inmediato para definir y describir su
noción de la experiencia. El término leyes empíricas se aplica a aquellos principios que
expresan las relaciones que, según se aprecia, existen entre los fenómenos, sin que
impliquen la explicación o causa de los fenómenos mismos.
REPRESENTANTES
Tomas Hobbes
Vida. De origen inglés, nacido en 1588, hijo de un pastor rural. Estudia en Oxford y allí
conoce la filosofía escolástica, que no logra interesarle. Su estadía en París, así como su
contacto con varias personalidades filosóficas y científicas fueron decisivas para la formación
de sus ideas filosóficas. Fue secretario de Bacon y testigo de la revolución y la restauración
de su patria. Murió en 1679.
Obras. Sus obras las escribió en latín y en inglés. De manera especial: De corpore, De
homine, De cive, y el Leviatán, su obra cumbre, en la cual sostiene en filosofía el
materialismo y el empirismo, en moral el utilitarismo y el despotismo en la política.
John Locke
Vida. Filósofo inglés, nace cerca de Bristol en 1632 y muere en 1704. Estudió en Oxford
filosofía, medicina y ciencias naturales. Conoció la filosofía de Descartes. Intervino en la
política de su país.
Al contacto con la escolástica en Oxford, al igual que Hobbes, no demuestra ningún interés
por ella.
Obras. La obra más importante de Locke es "El ensayo sobre el entendimiento humano",
publicado en 1690. Escribió también obras de política, Tratado sobre el gobierno civil, Cartas
sobre la tolerancia, y algunos pensamientos sobre la educación.
Pensamiento. Para Locke el origen del conocimiento es la experiencia, para lo cual el afirma:
"Todo cuanto la mente percibe en sí misma o es objeto inmediato de percepción, de
pensamiento o de entendimiento, a todo esto llamo yo idea." Para él, idea es todo aquello
que pienso y percibo o lo que en nuestra época llamamos vivencia.
La percepción puede ser de dos clases: "Percepción externa mediante los sentidos o
sensaciones, y percepción interna de estados psíquicos o reflexión." Estas dos operan
juntas.
También hay dos clases de ideas: simples y compuestas. Las simples llegan directas de un
solo sentido o de varios al mismo tiempo, así como pueden llegar tanto de la sensación como
de la reflexión, o juntas. Las ideas complejas son el resultado de la actividad de la mente.
Las ideas simples dejan huella en la mente, es ésta la razón por la cual no pueden
cambiarse. Las ideas complejas están fundadas en la memoria.
Algunos filósofos han dicho que existen ciertos conocimientos en forma innata, es decir, que
están en nuestra mente y no son fruto de la experiencia. " Pero según Locke, esto es una
gran falsedad porque todo conocimiento se adquiere a través del uso de las facultades
naturales."
George Berkeley
Vida. Nació en las cercanías de Kilkenny (Irlanda), en 1685. Cursó sus primeros estudios en
su tierra natal, más tarde vino a América con el propósito de fundar un colegio misionero en
las Islas Bermudas. Cuando regresó a Irlanda fue consagrado obispo anglicano de Cloyne en
1734; desempeñó su cargo hasta que renunció a él en 1752, retirándose a Oxford, donde
murió al año siguiente. Fue enterrado en esta ciudad, en la Catedral de Christ Church.
Obras. Sus obras principales son: Nuevos ensayos de una teoría de la visión, Tres diálogos
entre Hylas y Filonús, Principios del conocimiento humano, Siris.
Pensamiento. Berkeley parte de la doctrina establecida por Locke. No cree en las ideas
generales, tampoco existe para él la materia. Aduce que: "todo el mundo material es sólo
representación o percepción mía. Sólo existe el yo espiritual, del que tenemos una certeza
intuitiva."
Los objetos, según Berkeley, del conocimiento humano son o ideas impresas realmente en
los sentidos, o bien, percibidas mediante atención a las pasiones y a la operaciones de la
mente o, finalmente, ideas formadas con ayuda de la imaginación y de la memoria.
David Hume
Obras. Sus obras más importante son: Tratado de la naturaleza humana, Investigación sobre
el entendimiento humano, Investigación sobre los principios de la moral.
Pensamiento. "El punto clave del pensamiento de Hume reside en su teoría de la asociación
de las ideas."
Es Hume quien lleva a sus últimas consecuencias la dirección empirista iniciada con Bacon.
Para él las ideas son copias borrosas y sin viveza de las impresiones directas.
Según Hume, tanto la percepción como la reflexión nos aportan una serie de elementos que
atribuimos a la sustancia como soporte de ellos. Pero no limita su crítica a las sustancias
materiales sino al propio yo.
Para Hume el conocimiento no puede llegar a alcanzar una verdad metafísica. Tampoco
acepta que existan ideas innatas, ya que todos los contenidos de la conciencia provienen de
la experiencia.
El argumento de Locke contra las ideas innatas. Nos deberíamos preguntar, ¿qué valor
tienen los argumentos de Berkeley?. Es posible que éste no haya conseguido nunca formar
una idea abstracta o que ni siquiera la hubiera conseguido, y que simplemente se haya
quedado en el mero plano de la imaginación.
Hume tiene razón al sostener que el principio de causalidad no se puede reducir al principio
de identidad.
Sin duda alguna, hay en el empirismo una verdad importante, que le brinda las fuerzas
necesarias para poder resistir los ataques del racionalismo y es el que afirma que el espíritu
humano no tiene ideas innatas y que la experiencia es indispensable.
De otra parte, se considera que el defecto esencial del empirismo es el privar al hombre de
inteligencia y de razón, limitando todo el conocimiento a los meros objetos concretos de la
experiencia. "En esto es infiel a los datos más claros de la experiencia. Pues es un hecho
que el hombre es capaz de pensar las esencias abstractas de lo sensible, de comprender
que son cosas que ve."
"Se ha indicado a veces que para los empiristas modernos, los empiristas ingleses, la mente
es como una especie de receptáculo, en el cual imprimen sus huellas las impresiones
procedentes del mundo externo."
EMPIRISMO LÓGICO
El empirismo lógico da un paso de mucha importancia, al reconocer juicios como 3+2= 5, que
no se derivan de la experiencia. "Se llama empirismo lógico porque presta gran atención a la
lógica y a la matemática".
La diferencia más relevante entre las grandes corrientes filosóficas y los métodos de
conocimiento estriba en la importancia o no que le dan a lo físico, o en su contraposición, a lo
racional.
El empirismo, o conocimiento como fruto de la experiencia, abre las posibilidades para que el
hombre se convierta en autodidacta de su propia vida. El hombre que experimenta es un
hombre que conoce, que despeja interrogantes, que descubre el mundo. Cifrar toda la
existencia en las experiencia vividas lleva, en gran medida, a desconocer la historia y los
planteamientos hechos hasta el momento, porque así se tengan por establecidas cosas que
pudieron ser fruto de la experiencia, se puede concluir que lo vivieron otros hombres en otra
época, en circunstancias distintas, y hoy se puede experimentar de manera diferente y llegar
a otras conclusiones.
El empirismo acaba con las prohibiciones, los dogmas, los métodos científicos
preestablecidos y se reafirma en la persona como sujeto capaz del conocimiento.
La ciencia misma, que sólo da como válido lo que es producto experimentado y comprobado,
hace que lo que no corresponda a otros patrones, aunque también se sitúe en el campo
científico, no sea tan valorado y tenido en cuenta. El empirismo ha sabido ganarse el espacio
y cuenta con elementos muy convincentes para seguir siendo motivo válido de especulación
y conocimiento.
APRIORISMO
Algunos autores consideran que el apriorismo no es una corriente filosófica, sino más bien
psicológica (Gestalt), ya que afirma que antes de cualquier experiencia ya tenemos
conocimiento. Sin embargo, los escolásticos empleaban las expresiones a priori y a posteriori
para significar dos formas de razonamiento en las que se iba respectivamente del principio a
lo principado y de la consecuencia al principio. Pero el problema del a priori, tal como se
entiende en la actualidad, sólo se comienza a plantear con toda su amplitud cuando en la
época moderna priva sobre el problema del ser la cuestión del conocimiento. Así ocurre, por
ejemplo, en Descartes, done la discusión sobre las ideas innatas representa el más claro
antecedente de las fórmulas de Leibniz y de la elaboración kantiana. Ello no significa que
deban olvidarse sus antecedentes clásicos: tanto en la Antigüedad como en la Edad media
se ha discutido -especialmente a través de las teorías innatistas platónicas y platónico
-agustinianas- la cuestión del a priori Una historia de este problema debería, pues, tener en
cuenta tales antecedentes, pero no habrá de olvidar que su específica madurez adviene con
los grandes debates suscitados en el curso de los siglos XVII y XVIII en torno al innatismo.
En el sentido actual del término se advierte ya con suma precisión en Leibniz. Para este
filósofo, las verdades d razón, verdades eternas o primeras verdades son a priori: lo a priori
significa para él la posibilidad de su verdad, las condiciones que hacen de las vérités de fait,
actuales presentes y contingentes, que son a posteriori. Kant estima que las proposiciones a
priori son las que tienen que ser pensadas con carácter de necesidad; si, además de ello, no
son derivadas y valen por sí mismas se denominan “absolutamente a priori” Los juicios a
priori son aquellos que poseen los caracteres de universalidad y necesidad, los que son
necesariamente válidos con independencia de la experiencia. La independencia de la
experiencia, su “anterioridad”, no se refiere, pues, al origen temporal en el conocimiento
psicológico de las proposiciones, sino a su validez. A posteriori son, en cambio, aquellos
juicios procedentes y dependientes de la experiencia. Lo que caracteriza la aprioridad o
aposterioridad de un juicio es su fundamento o no fundamento en la experiencia, el hecho de
que su validez dependa o no de ella. La pregunta por la posibilidad de los juicios sintéticos a
priori con que comienza la crítica de la razón pura equivale, consiguientemente, a la
formulación de la posibilidad de conocimientos universalmente válidos en la esfera de la
experiencia, posibilidad que, según Kant, solamente puede ser puesta de manifiesto por
medio del sistema de la filosofía trascendental.
INTELECTUALISMO
Esta primera definición nos acerca a afirmar, de un modo general, que toda tendencia a
considerar la inteligencia, el entendimiento o la razón como órgano propio del conocimiento
es llamada intelectualismo. Esta tendencia se basa, desde luego, en el supuesto de que la
realidad es racional o inteligible y, por lo tanto, susceptible de conocimiento racional
exhaustivo. Sin embargo, el intelectualismo se diferencia habitualmente del racionalismo,
dándose a este último término un sentido menos radical. Así, el intelectualismo desempeña
en la gnoseología una teoría destinada a mediar entre el racionalismo y el empirismo y a
responder a la pregunta por el origen del conocimiento como deducido de la experiencia
sometida a elaboración conceptual. En otro sentido, el intelectualismo se opone al
voluntarismo,1, tal como se ha manifestado en la oposición ente Santo Tomás y Duns Scoto,
así como, especialmente en la época actual, al irracionalismo o, por lo menos, a las doctrinas
que sostienen el primado de lo irracional y la imposibilidad de una sumisión al intelecto de
toda la realidad.
Desde este último punto de vista, el intelectualismo aparece como una tendencia general de
la época moderna, especialmente tal como se ha manifestado en algunas de las reacciones
post- románticas. Las corrientes anti- intelectualistas que han proliferado -y no
exclusivamente en la filosofía- en los últimos sesenta años, han sido, por un lado, una
decidida oposición a la modernidad, tanto si ella era legítima como si constituía una simple
exageración de una tendencia bien justificada. Mas, por otro, han sido un intento para
solucionar algunas de las más espinosas cuestiones que el exclusivo predominio del intelecto
había planteado y que se habían mostrado desde luego insolubles. En cierto sentido, toda la
filosofía actual es anti- intelectualista, pero en este anti- intelectualismo hay que distinguir
entre aquellas que más bien tienden a exaltarlo. En último instancia, el anti- intelectualismo
radical absoluto tropieza con las mismas dificultades a que el absoluto intelectualismo. Pues
intelectualismo y anti- intelectualismo no son solamente posiciones del sujeto que conoce,
sino sobre todo actitudes últimas ante la realidad: para la primera, la realidad está ante el
hombre para ser conocida; para la segunda, está para algo muy distinto y a veces inclusive
opuesto al conocimiento. La discusión sobre el intelectualismo y el anti- intelectualismo se
centra así con frecuencia en le problema de la raíz de la actividad cognoscitiva: Mientras el
intelectualismo sostiene que el hombre tiende al saber por naturaleza, el anti-intelectualismo
o, simplemente, el no intelectualismo indica que el saber es una actividad que está al servicio
del poder, de la previsión o de la acción. La verdad es que, como ha subrayado Meyerson,
las dos maneras de concebir la investigación del saber dependen en gran parte de los
tiempos a los cuales se aplica: la previsión- a que se reduce el saber de la dirección
empirista y positivista- se refiere al porvenir, en tanto que la explicación- a que la reduce la
tendencia opuesta- se refiere al pasado. “Sin duda - agrega dicho pensador- que no habría
que llevar esta diferenciación a sus límites extremos: no podremos prevenir sin el auxilio de
leyes, de reglas que habremos deducido del examen del pasado y, en cambio, cuando el
fenómeno habrá sido explicado, conoceremos por anticipado cómo se comportará lo real en
análogos casos. Pero esto prueba simplemente que en la práctica del saber, la acción de
esos resortes motores se halla perfectamente entrelazada; es evidentemente esto lo que, por
otro lado, ha hecho que se hay podido definir la ciencia ora a la manera de Platón y de
Aristóteles, ora a la manera de Bacon y de Comte.
UNIDAD CUATRO
Mientras los animales inferiores están en el mundo, el hombre trata de entenderlo;, y, sobre
la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta
enseñorearse de él para hacerlo más confortable. Es por esto que a lo largo de la historia del
pensamiento humano tanto en oriente como en occidente se ha construido un camino que ha
llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y confortarse con ella.
Este camino se ha desarrollado dentro del horizonte de la autoconciencia personal, al
respecto nos dice la Carla Apostólica del Papa Juan Pablo II FIDES ET RATIO:
"El hombre cuanto más conoce la realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su
unicidad, le resulta más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas y sobre su
propia existencia".
Este es el objeto que deseamos conseguir con la elaboración de ésta síntesis filosófica,
suscitar y despertar en los lectores el conocimiento del mundo, de la realidad y de sí mismos;
partiendo desde el origen de las primeras corrientes como el pragmatismo, el
estructuralismo, psicologismo y bilogismo entre otras.
Nos queda decir finalmente que la filosofía no está para transformar el mundo como ya lo dijo
Marx, sino para interpretarlo.
EL IDEALISMO
Fue Leibniz quien empleó el término idealista al referirse a Platón y a otros autores para
quienes la realidad es la forma o la idea.
Estos autores idealistas o formalistas sostienen doctrinas diferentes de las ya propuestas por
otros autores, como por ejemplo, Epicuro, calificado de materialista.
REPRESENTANTES
Platón
Para él la filosofía es una empresa en la cual entra en juego el destino último del hombre,
ligada con la virtud. Platón "propende más bien a afirmar que el hombre puede conocer
verdaderamente, y trata ante todo de averiguar cuál sea el objeto genuino del conocimiento".
Sin duda alguna todo el pensamiento de Platón, al igual que toda su vida, gira en torno a un
fuerte esfuerzo, hacia lo absoluto y trascendente. "Para Platón el objeto del verdadero
conocimiento ha de ser estable y permanente, fijo, susceptible de definición clara y
científica".
Renato Descartes.
Al buscar la verdad se queda únicamente con la razón, ya que esta funciona desligada de
todo el mundo de la experiencia, partiendo de manera rigurosa de ideas claras y distintas.
Parte de la idea para llegar a la realidad.
Para Descartes existen tres clases de ideas y elige de entre ellas una que le de más
seguridad al filosofar, para que sea fundamento sólido y tomarla como punto de partida de su
deducción:
La intuición es una percepción directa de las ideas que excluye toda duda y error. La intuición
hace presente las ideas a la inteligencia, y esta intuye directamente a sí misma y a sus
propias ideas.
Nicolás Malebranche
Pensamiento. Es cartesiano en el orden expositivo del sistema. Para él tampoco las ideas
proceden de los objetos, ni son producidas por el sujeto. Un espíritu finito jamás pude ser
sujeto de ideas infinitas: "todas nuestras ideas claras están en Dios, en cuanto su realidad
inteligible". El único que goza de una perfección no inferior a la inmutabilidad, necesidad,
eternidad e infinitud de las ideas es Dios. Para él, Dios es quien hace que la persona
conozca las cosas inaccesibles.
c. Pensamiento. Para Fichte el idealismo es toda filosofía que parte de una reflexión sobre la
realidad, aunque estrictamente hablando, idealismo es el sistema que niega la existencia de
las cosas fuera del pensamiento. Es con él con quien irrumpe el idealismo en la filosofía
alemana, al exaltar el yo humano rompe las barreras del racionalismo crítico.
"Sostiene que el principio de la realidad es el yo, el cual construye la parte formal y material
de conocimiento. Todo lo que se le ponga al yo es creado por el yo. La realidad es deducible
del yo".
a. Vida. Nació en Leonberg en 1775 y murió en Bad-Ragaz en 1854. Es una de las figuras de
primer fila del idealismo alemán. Estudió con Hegel y Hölderling en el Seminario Protestante
de Tubinga.
b. Obras. "Ideas para una filosofía de la naturaleza", "Tratados sobre el alma del mundo", "El
primer bosquejo de un sistema de filosofía de la naturaleza", "Filosofía y religión", "Sistema
del idealismo trascendental".
c. Pensamiento. En Hegel la filosofía es ciencia del hombre sobre el absoluto mismo. "Pensar
es distinto de conocer. Conocer es conocer lo que las cosas son; tiene un momento esencial
que se refiere a las cosas... ". Hegel distingue la mera información (historia) y el conocimiento
conceptual, en el cual yo tengo los conceptos de las cosas (esto serían las ciencias en las
que hay un efectivo saber). Pero hace falta un saber absoluto.
La dialéctica del espíritu según Hegel, atraviesa una serie de estadios antes de llegar al
saber absoluto. Para él el sujeto es un espíritu que se sabe a sí mismo.
La filosofía del espíritu sigue al "Ser en sí" (Idea), que ha retornado de su Ser otro a través
de las etapas del Espíritu Subjetivo, Objetivo y Absoluto. El sistema representa el
autodesenvolvimiento de el Espíritu Absoluto hasta su realización en la totalidad de la
realidad, mediante un proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis.
CLASES DE IDEALISMO
En cierta forma Fichte se ubica en ese punto del pensamiento de Kant, que de hecho quiere
completar, "ya que a su juicio Kant se ha quedado a medio camino". Según Kant, Fichte, ha
tomado las categorías de la experiencia, y que de ninguna manera podrá demostrar que
dichas categorías forman "el sistema de las formas necesarias del obrar" y que son
únicamente manera de inteligencia pura. Lo que expresa Fichte es algo exacto.
En Fichte el espíritu lo es todo. Nos encontramos así con la premisa fundamental del
idealismo absoluto, una definida filosofía del espíritu: "Lo absoluto es la idea universal y única
que, juzgando y discerniendo, se especifica en el sistema de las ideas particulares".
Idealismo Absoluto es pensar, ser y verdad, todo es parecido con el espíritu. En Hegel este
idealismo es expuesto diciendo que todo proviene de la Idea y de su devenir.
Kant vio en el hombre un valor absoluto, pero para él habría algo más que el hombre, ahora
el hombre lo es todo. "El Yo de Fichte es la fuente originaria de todo el ser cósmico".
Idealismo Objetivo. Schelling descubre tras el ser, el espíritu, como auténtico ser y fuente del
devenir. Pero siendo este espíritu independiente de nuestro "Yo". Es de esta forma que
llegamos al idealismo objetivo, expuesto principalmente por Schelling.
Schelling partió del yo infinito de Fichte y de la sustancia Spinociana para armonizarlos con
su yo Absoluto, dando origen al principio de infinitud objetiva. La proposición de la cual parte
toda ciencia es: "Yo soy yo". No hay sujeto sin objeto ni objeto sin sujeto y su enlace es la
representación, pues el yo absoluto debe ser pensado. El papel principal de la filosofía es
resolver el problema de la existencia del mundo, y este sólo se resuelve teniendo en cuenta
la identidad entre sujeto y objeto cuya distinción debe trascender el absoluto.
Lo que quiere decir Kant es lo siguiente: sólo podemos conocer las cosas en la medida en
que están sometidas a las formas de nuestra sensibilidad, y puesto que el espacio y el
tiempo no son propiedades reales de las cosas sino algo puesto por el sujeto, es evidente
que no podemos conocer jamás las cosas tal como son en sí mismas, sino sólo las cosas tal
como nos aparecen. A lo que aparece al sujeto, Kant la llama "fenómeno", y a la cosa en sí,
"noúmeno". Usando esta terminología, podemos resumir lo que venimos diciendo: no
podemos conocer el noúmeno, sino sólo los fenómenos. Las cosas en sí, precisamente
porque son en sí y no en nosotros, son incognoscibles.
A esta doctrina, según la cual conocemos todos los fenómenos como simples
representaciones y no como cosas en sí mismas, Kant le da el nombre de "idealismo
trascendental".
Hoy el idealismo está muy desvirtuado, porque con el avance de las ciencias y de la técnica
en general, gana mucho más terreno lo que pueda demostrarse, lo tangible y matemático,
incluso se utiliza el término idealista de manera peyorativa, dándole una connotación de lo
que es ilógico, e imposible de realizarse.
La idea sigue siendo una parte muy importante dentro de todas las ciencias, que es aceptada
y colocada como importante, incluso fundamental, el problema radica en cómo pasar esas
ideas a sustancias tangibles, cómo objetivarlas sin pasar al materialismo.
Podría decirse que el idealismo es sólo un referente, una meta proyectativa, pero no un
medio concreto de conocimiento y verdad. Hacia el idealismo apunta el hombre de hoy, pero
sabiendo la imposibilidad de llegar hasta éste, cifra su verdad en el realismo u otros métodos
empiristas o materialistas.
EL REALISMO
Para el realismo el espíritu humano puede conocer al ser "en sí", y la verdad no es otra cosa,
que la conformidad del juicio con la realidad.
REPRESENTANTES
Aristóteles
Pensamiento. Según Aristóteles existen dos rasgos que caracterizan la ciencia: "es ella un
conocimiento fundado, puesto que aquello de lo que se tiene, ciencia estricta, no puede ser
de otra manera de cómo se conoce".
Aristóteles plantea la cuestión del saber que es precisamente lo que él llamó Filosofía
Primera, y dice que todos tienden por naturaleza a saber. También para Aristóteles todo
conocimiento arranca de una percepción sensible. El alma no puede pensar sin
representaciones sensibles, y según él, si falta un sentido, también faltan los
correspondientes conocimientos. Por ejemplo, un ciego de nacimiento no tiene conocimiento
de los colores. Es así como Aristóteles demuestra que todo conocimiento tiene su origen en
lo sentidos.
Pero a su vez "establece una estrecha relación entre el conocimiento sensible y el intelectivo.
En el conocimiento las facultades tienen sus límites, porque mientras las facultades sensibles
están sometidas a lo singular, la facultad intelectiva puede llegar hasta la naturaleza de las
cosas".
a. Vida. Nació en 1033, es oriundo de Aosta, Norte de Italia; fue abad del monasterio de Bec
en la Normandía y luego Arzobispo de Canterbury. Con él comienza la primera escolástica.
No se limitó durante su vida a estar sólo en su país de origen, sino que vivió sobretodo en
Francia e Inglaterra. Murió en 1109.
b. Obras. Sus obras son bastante numerosas, muchas de un interés predominantemente
teológico, numerosas cartas llenas de sustancia doctrinal. Los que más importan para la
filosofía, son estas:
"El Monologium", "Meditaciones sobre fe y razón", "Praslogium", que lleva como primer título
la frase que resume el sentido de su filosofía entera.
c. Pensamiento. Para San Anselmo "el conocimiento que adquirimos de las cosas supone la
cooperación de los sentidos y de la inteligencia, pero San Anselmo no precisa el modo de
esta cooperación y se contenta con tomar sin profundizar en ellas, algunas expresiones
agustinianas sobre la iluminación del alma por Dios".
San Anselmo hace del realismo una condición necesaria para la sana doctrina teológica,
pues si no se comprende el hecho de que varios hombres reunidos pueden formar un solo
hombre, menos se comprenderá cómo un solo Dios puede consistir en tres personas
distintas.
No dice también, que "si las ideas son cosas, cada grado de perfección es un grado de
realidad, y la idea del ser más perfecto que se puede concebir nos introduce sin tropiezo en
un determinado orden de realidad. El paso de la idea al ser tenía que tentar al pensamiento
de San Anselmo, porque para él las ideas son ya seres".
Pedro Abelardo
a. Vida. Nació en Pallet, cerca de Nantes en Bretaña en el 1079. Estudió dialéctica en Santa
María de Lonches y más tarde en París con Guillermo de Champeaux, por ser demasiado
altanero se enfrentó con su maestro. Ingresó a la escuela de Anselmo para estudiar allí
teología. Contrajo matrimonio en secreto con Eloísa. Murió en 1142 a los 63 años.
b. Obras. Las obras de Pedro Abelardo se dividen en filosóficas y teológicas. Entre las
filosóficas tenemos: "Lógica", "Ingredientibus", "Glosas a Porfirio". Las teológicas son:
"Theología Summi Boni", "De Unitate et Trinitate Divina", "Theologia Christiana".
Al igual que Descartes, Pedro Abelardo, proclama la necesidad de una crítica previa de
nuestros conocimientos, aplicando la duda para llegar más seguramente a la verdad. Contra
los realista exagerados, niega que los universales sean cosas ni que existan fuera de las
cosas individuales, sólo existen los individuos.
a. Vida. Nació a fines de 1224 en Roccasecca, de noble familia napolitana. A los cinco años
es llevado al monasterio de Monte Cassino. Es iniciado en la filosofía griega por su maestro
Pedro de Hibernia. Desde 1239 a 1243 estudia en la Universidad de Nápoles. En 1244 toma
el hábito de Santo Domingo. Al año siguiente va a París, donde conoce a Alberto Magno, y
estudia con él en esa ciudad y después en Colonia.
Es convocado por Gregorio X para asistir al Segundo Concilio de Lyon, pero su salud no
pudo soportar la abrumadora labor intelectual a que se sometía: cayó enfermo en el camino y
murió en Fossanova el 7 de marzo de 1274.
c. Pensamiento. Sin duda alguna "el influjo de Aristóteles en Santo Tomás lo apreciamos al
punto de una nueva valoración del saber natural frente al conocimiento de la fe". Santo
Tomás sigue a Aristóteles en la cuestión del origen de nuestro conocimiento y apoyado en él
dice que es natural al hombre llegar a lo suprasensible a través de lo sensible. "Se rechaza
expresamente la idea de que Dios es lo primero conocido, tal como supone la teoría del
conocimiento en las razones eternas". Pues lo primero que en la vida conocemos es la
esencia de las cosas materiales que conforman el objeto propio de nuestro entendimiento.
También nos dice que "el alma humana está situado en el último grado de los seres
inteligentes; es la más alejada de todas las perfecciones del entendimiento divino". A cada
forma de ser corresponde una manera propia de conocer. El entendimiento que poseemos
todos, es aquel por el cual más nos aproximamos a los ángeles.
Así pues, afirma Santo Tomas: "El Origen de nuestro conocimiento se halla en los sentidos;
explicar el conocimiento humano es definir la colaboración que se establece entre las cosas
materiales, los sentidos, y el entendimiento".
CLASES DE REALISMO
"E Gilson sostiene que la noción de realismo crítico es tan contradictoria como la círculo
cuadrado. Pues una crítica del conocimiento, dice, tiene como fin fundamentar a priori el
conocimiento limitándolo a los fenómenos".
3. Realismo e Idealismo. El realismo idealista admite que buen número de objetos no existen
más que en le pensamiento. "En algunos casos lo que conocemos existen en sí,
independientemente de nuestro conocimiento, de nuestro pensamiento, de toda actividad de
nuestro espíritu".
El realismo es una de las disciplinas filosóficas que más conservan su esencia en cuanto al
planteamiento del conocimiento, es una de las que menos se ha vulgarizado y continúa
perteneciendo al plano intelectual. Para saberse realista hay la necesidad de indagar,
cuestionar e investigar el sistema filosófico como tal, difícilmente se llega a ser realista por
accidente.
Sabiendo que el realismo despoja de toda interpretación u opinión, podría afirmarse que el
hombre de hoy está lejos de serlo, porque especula más que nunca, se apersona de
planteamientos y da con carácter de mucha certeza visiones que pueden responder
solamente a impresiones.
El realismo ha podido ser columna del conocimiento en tanto que sin permitir la interpretación
sostiene principios y postulados que habiendo sido suficientemente argumentados sostienen.
La ventaja está en que el conocimiento no depende del ir y venir del tiempo y de la psicología
humana, sino que se ancla en verdades universales, la desventaja se encuentra en que al
parecer ortodoxa no permite un proceso ágil de conocimiento.
La pérdida del realismo ha hecho que el conocimiento sea condicionado por la cultura y el
folklore y se pase al relativismo. Filosóficamente el realismo también fundamentado
hipotéticamente convence mucho a la actualidad, pero en el sentido práctico ha perdido
fuerza y ha pasado a ser un ideal de conocimiento.
Hoy el hombre se inclina más por visiones que le permitan mayor apertura, menos
academicismo y más pragmatismo.
FENOMENOLOGÍA
Es la doctrina filosófica que estudia lo que aparece, es decir, los fenómenos. Fue iniciada por
el filósofo J.H. Lambert (1728-1777), al investigar sobre el tema de las apariencias. En la
modernidad surge en el siglo XX en Alemania con Husserl. "La fenomenología es el estudio
de la ciencia del fenómeno, puesto que todo aquello que aparece es fenómeno".
La fenomenología es una ciencia de objetos ideales, por tanto a priori y universal, porque es
ciencia de las vivencias. "Es una ciencia esencialmente nueva, alejada del pensar natural,
por lo que tiene de peculiar y por desarrollarse sólo en nuestros días se llama a sí misma
ciencia de fenómenos".
REPRESENTANTES
Edmund Husserl.
Vida. Nació en 1859 en Prossnitz (Moravia), de familia judía. Fue discípulo de Brentano,
estudió matemáticas y filosofía y fue profesor en Gottinga y Friburgo donde finalmente murió
en 1938.
Se dice que "su principal discípulo fue Martin Heidegger, quien lo sucedió en su cátedra de
Friburgo cuando el régimen nazi lo obligó a abandonar la docencia. Otro discípulo suyo, el
Franciscano Belga P. Van Breda, temiendo el antisemitismo
Pensamiento.
"Husserl piensa que todas la ciencias han procurado basarse en verdades apodícticas,
mientras que la filosofía todavía no lo ha hecho, pues continúa enunciando proporciones que
carecen de validez universal, o sea, que no son válidas para toda conciencia. En
consecuencia Husserl propone para tal fin un método que él denomina fenomenológico".
En síntesis esta fenomenología consiste en remontarse por intuición hasta las esencias que
posibilitan las captaciones ordinarias; así por ejemplo, hacer la fenomenología del amor no
consistirá en describir experiencias concretas y realistas del amor, sino las vivencias
necesarias para experimentar el amor como un valor.
"La fenomenología echa mano de la descripción de lo que aparece, pero de aquello que
surge con evidencia apodíctica. Deja entonces de lado la explicación de las cosas por los
primeros principios y por las causas, y establece que es la intuición intelectual el
procedimiento propio de la filosofía, pues no se puede aceptar nada con evidencia apodíctica
si no se capta directamente en su manifestación donde el objeto aparece".
Descripción neutra se refiere a la descripción del objeto presente sin asociarlo con ideas o
creencias corrientes e ingenuas acerca de su existencia real. La aceptación de esa
existencia real es necesaria en la vida cotidiana pero no en el rigor filosófico, esto no quiere
decir que se niegue tal existencia, pero tampoco que se afirme, simplemente se permanece
en una postura neutral.
● Apojé Filosófica: Consiste en poner entre paréntesis toda teoría filosófica y todo
presupuesto, con el fin de enfocar la atención únicamente en los objetos. Husserl
considera que no se aprende filosofía estudiando a los filósofos sino yendo
directamente a los objetos; además piensa que es necesario dejar de lado los
principios lógicos, pues de lo contrario tendríamos que caer en largas discusiones
acerca de su validez.
● Apojé Fenomenológica: Consiste en colocar entre paréntesis todo lo accidental, fáctico
y contingente, para enfocar en el objeto solamente lo esencial, lo necesario, lo a priori.
● Apojé Eidética: Es el que hasta ahora había practicado Husserl para llegar a una
fenomenología pura como intuición de las esencias, constituyendo las diversas ramas
de conocimientos eidéticos. Se reduce al fenómeno a su estructura esencial, poniendo
entre paréntesis todos los elementos individuales y contingentes, todo lo que no es
dado en la pura esencia del fenómeno; muy similar a la abstracción tradicional.
Max Scheler.
Vida. Nació en Munich 1874 y murió en 1928 de una familia proveniente de Franconia. Sus
antecesores de línea paterna habían residido desde el siglo XVI en Coburgo; entre ellos se
encuentran pastores protestantes y juristas que ocupaban altos cargos. Su padre, un
campesino bárbaro, al casarse se convirtió al catolicismo, del lado materno desciende de una
familia judía.
Max Scheler fue también discípulo de Eucken, pero adoptó pronto el método
fenomenológico, aplicándolo a esferas que Husserl había dejado inéditas. Recibió también
influencias de Bergson y de Dilthey. "Los filósofos que más poderosamente gravitaron su
pensamiento fueron Nietzsche y San Agustín". Primeramente triunfa en Scheler San Agustín
contra Nietzsche, e inclusive se convierte al catolicismo, cuyos sacramentos recibió con toda
solemnidad en la pascua de 1916.
"El Resentimiento y el juicio moral de los valores", "El Formalismo en la Ética y la Ética
Material de los Valores", "Esencia y Formas de la Simpatía", "La Crisis de los Valores", "De lo
Eterno en el Hombre", "Las Formas de Saber y la Sociedad", "El Puesto del Hombre en el
Cosmos y Concepción Filosófica del Mundo".
"Max Scheler propugna una ética basada en los valores. Estos valores, en cuanto entidades
ideales, se presentan como universales y necesarios. A través de la intuición el ser humano
descubre tales valores de un modo natural; el resultado de esta intuición de los valores lo
llama Scheler "Sentimiento de Valor". Los valores se nos presentan, pues, de un modo
intuitivo, no racional y, además, de forma individual y colectiva".
El ser humano asume el sentimiento de un valor y ante ello, puede aceptarlo, criticarlo o
realizarlo. Para él, hay en el individuo un sentido dinámico de la persona, en tanto que lleva a
cabo aquellos valores que cree útil y necesario realizarlos. La función del valor reside, por
tanto, en que da sentido a los actos del ser humano.
EDITH STEIN
Edith, nació en Breslau, Alemania, en el seno de una familia judía el 12 de octubre de 1891.
Cuando pequeña se caracterizó por una personalidad inquieta y vivaz, sin embargo, poco a
poco fue cultivando un profundo mundo interior en el que sopesaba y reflexionaba sobre lo
que acontecía a su alrededor.
"En mi interior había, además, un mundo escondido. Todo lo que durante el día veía y oía lo
elaboraba por dentro. El ver un borracho, por ejemplo, me producía una impresión que me
perseguía día y noche y me atormentaba." (2)
"De todas estas cosas que me hacían sufrir interiormente no decía ni una palabra a nadie. No
se me alcanzaba en absoluto el que se pudiera hablar de ello. Sólo en rarísimas ocasiones
dejé traslucir algo a mis familiares." (3)
Esto se combinó con la visión amplia que desde chica la acompañó. Edith no era una tímida
mediocre. Por el contrario era una niña con ambición y con deseos de triunfar y de hacer algo
grande en la vida:
"En mis sueños veía siempre ante mí un brillante porvenir. Soñaba con felicidad y gloria,
pues estaba convencida de que estaba destinada a algo grande y que no pertenecía en
absoluto al ambiente estrecho y burgués en el que había nacido." (4)
Conforme Edith fue creciendo su comportamiento fue haciéndose callado y sereno sin dejar
de ser considerada una niña simpática durante sus años de escuela.
Hacia los quince años Edith experimentó una crisis que le afectó profundamente. Sus
compañeros la calificaban con dos epítetos: ambiciosa y lista. Sin embargo, conforme llegó la
adolescencia ella tuvo que experimentar el tambaleo de algunas de sus seguridades: poco a
poco se independizó de la tutela de su madre y de sus hermanos. Ella comentará que echó
mucho de menos durante esta época una iniciación con respecto a su desarrollo físico.
La mamá de Edith la envió a Hamburgo con una de sus hermanas casadas para que ayudara
en las labores de la casa. En este contexto Edith sintió una profunda soledad y comprendió el
papel que le tocaba jugar a la mujer estándar de aquella época. La monótona repetición de
tareas domésticas le ofreció un horizonte muy poco atractivo para su personalidad. Además,
la fe religiosa que había cultivado durante su niñez poco a poco va cediendo. El Dios de los
Padres no tiene ya un significado relevante para ella. Su convicción sobre la existencia de un
Dios personal se había extinguido.
Así fue como al regresar con su madre decidió ingresar a los estudios universitarios. Inició en
Breslau pero pronto se sintió insatisfecha. En Breslau estudió Germánica, historia y
psicología. Sobre todo al estudiar psicología encontró fuertes tendencias mecanicistas que
pretendían demostrar la inexistencia del alma. El mundo del alma era una cuestión irracional
o mitológica para los profesores de aquel tiempo. Además, la tendencia de todos era
fuertemente subjetivista y relativista lo cual le resultaba insuficiente a Edith Stein.
Durante sus lecturas de aquel tiempo sucedió algo que cambiaría su vida: se topo con un
libro que estaba causando revuelo: "Las investigaciones lógicas" escritas por el Profesor
Edmund Husserl. En este libro había una fuerte crítica al psicologismo y el primer intento por
reformular una psicología descriptiva de tipo objetivista, es decir, una propuesta
caracterizada por reconocer que el conocimiento es un fenómeno intencional llamado a la
comprensión de la esencia de las cosas.
Uno de sus profesores que conocía a Husserl le decía: "En Göttingen no se hace otra cosa
sino filosofar día y noche, en la comida y por la calle. En todas partes". (5) Esto la
entusiasmó mucho.
Un día además apareció en los periódicos el retrato de una estudiante de Husserl que había
obtenido una distinción por un trabajo filosófico. Se trataba de Hedwig Martius. Esto le
mostraba que una mujer podía destacar en la filosofía y en Göttingen.
En su familia la noticia del cambio de ciudad no fue sencilla, sin embargo, la madre de Edith
le permitió mudarse.
Sus amigos, organizaron una fiesta de fin de año sabiendo que Edith se mudaría a la nueva
Universidad. Compusieron pequeños versos para cada uno de ellos. El que le compusieron a
Edith decía así:
De esta manera podemos encontrar algunos de los rasgos del perfil humano de Edith Stein.
Edith no era una mujer superficial. Antes de encontrarse con Husserl, a los 21 años, Edith
era una mujer reflexiva, que tomaba su vida con seriedad.
Sus pretendientes no fueron muchos. Ella recuerda a Edward Metis con quien salía a pasear
con cierta frecuencia. Sin embargo, al descubrir que en alguna ocasión Metis escribió en el
periódico con frivolidad sobre una novela con pasajes eróticos ella se desencantó mucho de
él.
Edith poseyó la frescura y autenticidad de quien al buscar qué hacer con la propia vida
escoge lo esencial y desecha las poses secundarias que solo tienen valor a la luz de lo
fundamental.
Edith no estuvo al margen de lo que acontece a toda joven de cualquier época. Sin embargo,
lo enfrentó preguntándose cual podría ser siempre el mejor camino. Esta actitud vocacional
no fue fruto de una postura mojigata. De hecho, Edith dejó la fe a los quince años.
Por el contrario, esta búsqueda estuvo llena de autenticidad y aunque Dios no aparecía en su
vida ya intuía que lo verdadero, lo bueno, lo justo, lo que promueve la libertad y la autonomía
personal es preferible siempre que sus opuestos.
Un segundo elemento que nos puede ayudar a percibir la vida y obra de Edith Stein es su
encuentro con la filosofía de Husserl, es decir, con la fenomenología. Edith dice de aquel
momento:
"¡Querida ciudad de Göttingen!... Creo que solamente quien haya estudiado allí entre los
años 1905 y 1914, en el corto tiempo de esplendor de la escuela fenomenológica, puede
comprender lo que nos hace vibrar este nombre."(7)
Edith se encontró primero que nada con quien era la mano derecha de Husserl y quien le
ayudaba a acercar a los estudiantes a la nueva filosofía. Esta persona era Adolf Reinach: un
protestante casado con una mujer que lo amaba mucho, hombre sencillo, cordial, amable y
un verdadero genio que lograba lo que el viejo maestro no podía hacer: explicar con
paciencia y buen trato a todos los planteamientos fundamentales de la fenomenología.
Así mismo, en el contexto de aquella época, el neokantismo hacía de las suyas en varias
escuelas replanteando la "vuelta a Kant".
Husserl había descubierto que era insostenible el relativismo en distintas ciencias, sobre
todo, en psicología. De ahí que el lema que escogió para describir la tendencia que el
movimiento fenomenológico adquiría fue: "¡volver a las cosas mismas!".
"Habían impresionado, sobre todo porque eran un abandono radical del idealismo crítico
kantiano y del idealismo de cuño neokantiano. Se consideraba la obra como una nueva
escolástica, debido a que, apartándose la mirada filosófica del sujeto, se dirigía ahora al
objeto: el conocimiento parecía ser de nuevo un recibir que tenía su estatuto regulador en la
cosa y no -como en el criticismo- en el que el conocimiento es un determinar cuya ley
connota la cosa." (8)
La fenomenología se propone más que como una escuela o un sistema, como un método y
una actitud para descubrir en la sucesión empírica de los hechos la esencia (eide) inmutable,
eterna, indestructible y universal que los regula y fundamenta.
Una interpretación de Platón de cuño iluminista ha hecho aparecer a este importante filósofo
griego como un antecedente del racionalismo idealista del siglo XIX. Esta misma
interpretación en muchos momentos ha polarizado la posición de Aristóteles y de Platón.
Giovanni Reale a través de sus numerosas obras a podido demostrar que la oposición entre
Platón y Aristóteles es mucho menor que lo que algunos suponen.
Este comentario es relevante en el tema que nos ocupa ya que Edith Stein desde un punto
de vista especulativo parece reencontrar parte de la cercanía entre el realismo platónico y el
realismo artistotélico a través de una reconsideración sistemática de la realidad tal y como
esta se presenta a la conciencia cognoscente.
Edith aprende de Husserl, de Reinach y de Max Scheler. A los 26 años publica su tesis
doctoral donde aplica sus conocimientos a un tema especial: la realidad se da al hombre en
la experiencia vivida y en los fenómenos correlativos en los cuales la conciencia puede
percibir su contenido esencial. Hay una conexión entre las vivencias y sus objetos, entre los
fenómenos y sus contenidos de tal suerte que de unos se puede ir a los otros. Los diversos
sujetos no solo perciben las actividades de cada uno sino una realidad que los trasciende a
todos. Hay un sentir a solas, un sentir con otro y un percibir en el interior una realidad que
comprende a todos. Esto último es lo que esta implicado en el fenómeno de la "empatía"
(einfühlung).
Al otro lo percibo no solo como un ente inanimado, como una materia, sino como un cuerpo
animado, como un sujeto que posee personalidad. Al ver el gozo del otro en las señales que
me da de su vivencia, yo experimento a través de los fenómenos la vivencia originaria del
otro, llego a la intersubjetividad, voy más allá de mí mismo. (9)
1917: Adolf Reinach, defiende a su patria en la primera guerra mundial. Y muere en Flandes.
Edith, es atea, no sabe como enfrentar el dolor de esta muerte y mucho menos como
consolar a la esposa que Reinach ha dejado: las sorpresa consiste en descubrir una enorme
paz interior en la viuda de Reinach.
En medio del sufrimiento estaba llena de una esperanza que consolaba. Ante esta
experiencia los argumentos racionales de Edith se quebraron. No fue un conocimiento claro,
sino un roce con la esencia de la verdad, lo que la transformó. La fe brilló para ella en el
misterio de la cruz.
" Este fue mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a los que la
llevan. Vi por primera vez la Iglesia nacida de la Pasión del Salvador, venciendo
palmariamente ante mí sobre el aguijón de la muerte. Fue el momento en quemi increencia
se rompió y resplandeció Cristo. Cristo en el misterio de la Cruz.
Además del evangelio Edith se cocuapba con la lectura de Kierkegaard. Leyó su "Ejercitación
del cristianismo".
Edith Stein pasaba a menudo largas temporadas en la finca de sus amigos, el matrimonio
protestante Conrad-Martius.
Una tarde de verano, Edith Stein fue a buscar algo para leer en la biblioteca de sus amigos.
Los dos conyuges había salido. Edith estaba sola.
El título que escogió decía así: "Vida de Santa Teresa de Jesus". Edith Stein se puso a leer, y
leyó durante toda la noche; cuando finalmente terminó se dijo: "¡Aquí está la verdad!".
Edith se compró un catecismo y un misal y asistió por primera vez a una misa católica.
Edith estaba al borde de vivir en una situación de incomprensión muy fuerte que estuvo
acompañada de grandes amistades que le dieron animo y la impulsaron a vivir con toda
radicalidad su fe:
No era aceptada por los judíos por católica, no era aceptada totalmente por los católicos por
judía; los tomistas la tachaban de fenomenóloga, los fenomenologos la tacharán de tomista;
los varones se inconformarán de ella por mujer, sobre todo por desarrollar un perfil poco
común para las mujeres, las mujeres a su vez la juzgarán por estar metida en actividades
demasiado intelectuales ("de hombres").
Y sin embargo, sus amigos permanecerán con ella y ella con ellos hasta el final.
Escribirá varios ensayos y obras donde, poco a poco, prepara su síntesis personal
particularmente en el terreno de la Metafísica.
Los diez últimos años de la vida de Edith Stein están marcados por una especie de
reconversión. Los interese personales van adquiriendo una dimensión comunional con vistas
a la salvación inmolación.
No son momentos para la espera y la resignación. Se pone a trabajar a favor de los suyos; si
es necesario ir a Roma irá a solicitar una encíclica que ponga fin a tanto sufrimiento
injustificado.
Y cuando ha hecho todo lo humanamente posible por los de su raza, no le resta sino
aferrarse a la fuerza salvadora de Aquel "judío" que también padeció la mayor injusticia
ofreciendo su vida por quienes se la quitaban.
A partir de ahí, la Cruz de Cristo, la de su pueblo, y la suya son el punto de unión más allá de
lo sanguíneo con su pueblo y con todos los hombres.
Solamente desde aquí, desde el misterio de la Cruz, es posible aceptar y comprender tanto
dolor y sufrimiento provocado por unos y padecido por otros.
Ella dice: "Lo que vale no es el trabajo humano, sino la Pasión de Cristo. Participar en esta
es mi deseo".
"Lo que no está en mi plan está en el plan de Dios. Y cuanto más vuelvo una y otra vez sobre
esto, más viva se hace en mí la convicción de fe de que -visto desde Dios- no hay csualidad,
que toda mi vida, hasta en sus detalles, está prevista en el plan providencial divino, y que
ante los ojos de Dios, que todo lo ven , se da una total coherencia de sentido".
A pesar del silencio y la clausura del Carmelo, Stein sigue con indignación los abusos del
nazismo, que interpreta como expresión del odio de los nazis hacia Cristo. Así, relata en otro
de sus escritos, "Ya había oído hablar de severas medidas contra los judíos. Pero una luz
particularmente viva iluminó mi espíritu: sólo en aquel momento tuve la intuición de que Dios
cargaba de nuevo la mano sobre su pueblo, y que el destino de este pueblo era también el
mío".
En sus cartas, Edith manifiesta su gran preocupación por el destino de su pueblo. Vive ya
íntimamente lo que llamaría "la ciencia de la Cruz": "Si estamos unidos al Señor somos
miembros del cuerpo místico de Cristo, que sigue viviendo en sus miembros y sufre en ellos;
el dolor, llevado en unión con el Señor, es suyo, implantado en la gran obra de la redención".
En vista de que la situación se agrava cada vez más, los obispos neerlandeses escriben una
carta pastoral en 1942 en la que condenan la persecución contra los judíos.
Edith Stein inicia los trámites para ser admitida con su hermana en el Carmelo de Pâquier, en
Suiza, pero a causa de la lentitud de la burocracia no les es posible realizar este deseo.
El 2 de agosto de 1942, dos oficiales de las "SS" llegan al Carmelo de Echt y ordenan a Edith
y a Rosa que abandonen el convento. En el momento de marcharse, una persona oye que
Stein dice a su hermana: "Ven, vamos por nuestro pueblo". Aquel día son deportados 242
hebreos católicos como represalia por el mensaje de los obispos neerlandeses.
En 1962 fue abierto el proceso de beatificación de Edith Stein, y diez años después, el 19 de
septiembre de 1972, la Congregación para la Doctrina de la Fe daba el "nihil obstat" a la
causa de beatificación. El 8 de marzo de 1986, el relator de la causa firmaba la presentación
de la "Positio super martyrio et super virtutibus", que pasaba a la Congregación para las
Causas de los Santos para su estudio. Finalmente, el 26 de enero de 1987, Juan Pablo II,
con decreto de la misma Congregación, declaró el reconocimiento del martirio y de las
virtudes heroicas de la Sierva de Dios. Así, el 1 de mayo de 1987, durante su visita pastoral a
Colonia (Alemania) la religiosa carmelita descalza fue beatificada.
CLASES DE FENOMENOLOGÍA
La Fenomenología está dividida en tres partes principales, que corresponden a las tres fases
más importantes de la conciencia.
"La primera de éstas fases es la conciencia, es decir, la Conciencia del objeto como cosa
sensible que se opone al sujeto; la segunda fase es la de la Autoconciencia, que trata con
gran amplitud el problema de la conciencia social; la tercera fase es la de la Razón, a la que
se presenta como la síntesis o unidad de las fases precedentes en un nivel superior, en otras
palabras, la razón es la síntesis de la objetividad y la subjetividad".
Sin duda que la fenomenología le ha inyectado vida a las ciencias, oxigenando las
estructuras que las caracteriza, pero pasar a cuantificar y a enumerar las consecuencias y
efectos de esta disciplina para nuestro tiempo es sumamente difícil.
Teniendo en cuenta que esta fenomenología no tiene fronteras, sino que puede llegar a todas
las disciplinas de conocimiento, se puede concluir que su gran riqueza es la de posibilitar el
método científico en todos los ramos del saber y acercar a la verdad.
Además, hay que entender que la fenomenología es nueva, apenas aprende a identificarse,
se están descubriendo sus aplicaciones, se está identificando, por lo tanto, hablar de
consecuencia en el día de hoy puede sonar apresurado y carecer de objetividad, porque
tales consecuencias apenas se puede estar gestando.
UNIDAD 5
Es un hecho de más constatado que la persona de hoy, parece que camina en no pocos
casos con falta de sentido de la vida y que padece el amargo de un no saber a qué atenerse,
empleando el lenguaje orteguiano.
Si definimos a la humanidad como vida, que aspira a la plenitud, siempre son posibles
nuevos planteamientos, nuevas preguntas y nuevas respuestas. Aunque como decía
Baudelaire, “una obra hecha no está estrictamente acabada y una obra acabada no
necesariamente hecha”.
Quizá lo más terrible que pase a los hombres y mujeres actualmente no es que no se amen o
que se odien. Lo más trágico es que se habitúen a vivir entre sí en la indiferencia, en el
olvido, en el abandono, en la apatía, en el no fiarse mutuamente como presencias que
merecen toda la atención. Lo peor que puede suceder al ser humano es que sea reducido a
algo sin importancia, a algo indiferente, a rostro anónimo y comerciable. El comportamiento
vivido del humanismo integral y su tematización pueden crear una nueva fraternidad (Por
ejemplo la Filantropía2) basada en las relaciones interpersonales profundamente humanas,
como asimismo una cultura y una pedagogía del amor universal compartido en lo humano,
en lo mundano, en lo cultural y en lo religioso.
Conocer la estructura vital y arquitectónica del humanismo integral implica y exige conocer y
reconocer los elementos constitutivos de un sistema que es vida, es acción, es pensamiento
y es interpretación. En este sistema sincronizan armónicamente vida y pensamiento, mística
y trabajo, contemplación y acción, persona y comunidad, ser y hacer. En última instancia, es
buscar apasionadamente todo aquello que le lleva a amar eso que es la más alta filosofía: “la
Verdad”. Lo cual implica una mentalidad abierta a todas las personas y a todos los seres para
llegar con ellos y a través de ellos al ser y a la verdad. Todo lo real, personas, cosas y
acontecimientos, son interlocutor válido y no destinatario. Esta actitud existencial de apertura
a todo y a todos, sin prejuicios ni reparos, nos está mostrando claramente cómo han de ser
las reflexiones en el filósofo y a su alrededor; y así poder transmitir una filosofía de la vida
desde la vida misma y sin las restricciones inherentes a todo tipo de escuela y de sistema
filosófico que sólo una gran humanista y humanizado puede lograr.
También en nuestro mundo actual se busca un tipo de persona que sepa captar las
aspiraciones e inquietudes de sus contemporáneos y sea capaz de dar una respuesta a sus
exigencias no tanto en el plano teórico cuanto en el plano existencial. Es decir, saber captar
las profundas aspiraciones del corazón humano y las inquietudes insatisfechas del hombre
social.
Por lo tanto, filosofar no es sólo pensar sobre lo que acontece, es vivir intensamente el
acontecimiento de la vida misma para que en un segundo momento pueda pensarse y
articularse en un sistema o en un conjunto de principios tematizados. La persona no es sólo
pensamiento, sino fundamentalmente acción; y todo acción, cuando es dinámica, creadora y
coherente, anida implícitamente una filosofía o unos presupuestos vigentes que condicionan
y orientan el comportamiento humano y la visión del hombre y del mundo de un modo
específico. Con toda razón decía Blas Pascal:
“No se imagina uno a Platón y a Aristóteles más que con grandes togas de parlantes. Eran
personas atentas y, con los demás, reían con sus amigos; y cuando se han distraído
escribiendo sus Leyes y su Política lo han hecho como jugando; era esa la parte menos
filosófica y menos seria de su vida: la más filosófica era vivir sencilla y tranquilamente”3.
Esta liberación se conquista con el ascetismo, por medio del cual el individuo procura
mortificar y reducir al mínimo incluso la voluntad de vivir.
Adagios:
“Si la vida es corta, la acción de la verdad se extiende a un largo futuro. Digamos la verdad”.
“El que se sienta poseído del amor a la filosofía debe buscar a sus a sus inmortales maestros
en el santuario de sus obras mismas”.
Cada uno de nosotros se tiene a priori por libre. Solamente a posteriori, por la experiencia,
echa de ver, con asombro, que no es libre, sino que está sometido a la necesidad”
“Querer y ambicionar: esta es nuestra esencia, como si nos sintiéramos poseídos de una sed
que nada puede apagar”
“En la vida la voluntad humana no es libre. Por virtud del carácter invariable del hombre su
conducta se desenvuelve necesariamente, guiada por los motivos”
Convicción filosófica:
Filósofo alemán que conoció un destino trágico: al final de una vida inquieta y de extravío,
vivió diez años inmerso en una blanda locura. Sus obras más significativas son: El origen de
la tragedia (1872); Humano, demasiado humano (1879); Aurora (1881); la gaya ciencia; así
habló Zaratustra (1883); Más allá del bien y del mal (1885); Genealogía de la moral (1887); y,
póstumas, Ecce homo y la voluntad del poder.
Nietzsche niega que sean virtudes las que la moral tradicional define como tales: el
desinterés, la abnegación el sacrificio de sí mismo. El tipo ideal de la moral común y
corriente, el “hombre bueno”, existe sólo al precio de una mentira fundamental porque cierra
los ojos a la realidad y no quiere ver cómo está hecha o cuando la ve se inclina al pesimismo,
lo que equivale a renegar de la vida.
Para Nietzsche son virtud todas las actitudes que dicen sí a la vida y al mundo. De esta
forma, realiza una transmisión de todos los valores. Son virtud “el orgullo, la alegría, la salud,
el amor sexual, la enemistad y la guerra, la veneración, las bellas actitudes, los buenos
modales, la voluntad fuerte la disciplina de la intelectualidad superior, la voluntad de poder, el
reconocimiento para con la tierra y la vida, todo lo que es rico y quiere dar y hacer grata la
vida, adorarla, eternizarla y divinizarla, todo lo que aprueba, afirma y actúa por afirmaciones.
Contra las negaciones del ascetismo, nietzsche exalta el valor de lo terrestre, lo corporal y
antiespiritual. El arte mismo es un sentimiento de plenitud y fuerza, una manifestación del
espíritu dionisiaco, a su juicio preferible a la serenidad apolínea.
La grandeza del hombre consiste en entregarse al eterno retorno, en no querer nada diverso
de lo que es, ni en el futuro ni en el pasado ni en toda la eternidad. Este es el “amor fati”, que
hace de la necesidad virtud y transforma la necesidad cósmica en acto de aceptación.
El “amor fati” es la característica del superhombre, es decir, el filósofo del porvenir. Para
Nietzsche, Kant, Hegel, y todos los llamados comúnmente filósofos no son más que
“operarios de la filosofía”. Los verdaderos filósofos será legisladores y dominadores.
Conocerán la verdad total y cruel de la vida y del mundo y, por lo tanto, podrán aceptar y
amar de verdad la vida y el mundo.
Adagios:
“Habéis recorrido el camino que va desde el gusano hasta el hombre, pero todavía hay en
vosotros mucho de gusano”
“El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre el
abismo”
“Un poco de veneno, de vez en cuando condimenta los sueño. Y mucho veneno hace
agradable la muerte”
“Las grandes cosas exigen que no se hable de ellas o que se hable de ellas con grandeza”
“Para conservarse joven es preciso que el alma no descanse; que el alma no pida paz”
Convicción filosófica:
“La materia es primero que el espíritu. Este es una creación del cerebro. Dios no existe; el
hombre ha creado su concepto y se ha sometido a un dios imaginario. Esto es una
alineación. La lucha contra las alienaciones (economica, religiosa, social y filosófica) es la
meta de lucha de clases”.
Al idealismo de hegel que, a partir de la idea, tiende a justificar “post factum” toda la realidad,
Marx opone una filosofía que, a partir del hombre, tiende a transformar activamente la
realidad misma. Carlos Marx nació en Tréveris, el 15 de mayo de 1818. Estudió en Berlín y
se graduó en 1841 con una tesis sobre Demócrata y Epicuro. En 1848 públicó junto con
Engels, “El manifiesto del partido comunista” que marca el principio del movimiento socialista
en Europa. Murió en Londres el 14 de marzo de 1883.
Punto de partida de Marx es la reivindicación efectuada por Feuerbach de la realidad total del
hombre, que no solo es espiritualidad o razón, sino apetito, necesidad, sensibilidad, en una
palabra, materia. Pero Marx no se contenta con esta reivindicación, que queda en un plan
puramente teórico o contemplativo. “Los filósofos -dice Marx al final de sus tesis sobre
Feuerbach- hasta este momento no han hecho más que interpretar el mundo ahora se trata
de transformarlo. De esta forma, Marx se propone dar una interpretación de la realidad
humana que sea, al mismo tiempo, un propósito de transformación.
Ahora bien, esto es posible sólo si la esencia del hombre no se hace consistir en la relación
del hombre consigo mismo, relación que es su interioridad o conciencia, sino en las
relaciones externas del hombre con los otros hombre y con la naturaleza que le proporciona
los medios de subsistencia, relaciones que no son determinadas históricamente por las forma
del trabajo y la producción. En otros términos, la personalidad real y prácticamente activa del
hombre es sólo aquella que se resuelve en las relaciones de trabajo en que el hombre se
encuentra. En efecto, el trabajo es una relación real, objetiva, que el hombre establece con el
mundo externo y con los otros hombres y que, por lo mismo, constituye su personalidad
determinada. Ahora bien, las relaciones de trabajo y producción constituyen la estructura
económica de la sociedad, estructura que es, por consiguiente, el elemento determinante de
la realidad humana y de la historia. Por el contrario, las ideologías religiosas, filosóficas o
morales, el orden político y jurídico, son una superestructura, simple reflejo de la estructura
económica.
Desde este punto de vista, la historia no es, como quería Hegel, la historia de la idea o razón
absoluta, sino más bien la actividad humana tal como se manifiesta en las formas del trabajo
y de la producción, actividad en la que participan los individuos reales, con todas sus
exigencias su trabajo y su iniciativa productiva. Este concepto de la historia, que ve el resorte
fundamental de ésta en la actividad productiva y en las consiguientes relaciones sociales ha
sido llamado impropiamente “materialismo histórico”.
Por otra parte, la realización del comunismo no está confiada simplemente a la benevolencia
humana, a los sentimientos humanitarios de utopistas o benefactores, sino que esta
garantizada por una necesidad histórica intrínseca, o, para ser más exactos, por ciertas
transformaciones económicas ineluctables quela sociedad deberá sufrir. De tal forma, Marx
recoge (contra Feuerbach) la identificación hegelina de racional y real y la pone al servicio de
la causa revolucionara.
Adagios:
“Propiedad burguesa es la apropiación basada en la explotación de los unos por los otros”
“No queremos, de ninguna manera, abolir esta propiedad personal de los productos del
trabajo, indispensable para la conservación y para la reproducción de la vida humana”
Convicción filosófica
“Lo propio del ser humano es su libertad. De aquí se infiere que Dios no existe; tampoco los
valores objetivos. El hombre es una pasión inútil; está condenado al fracaso. El amor
consiste en hacerse fascinante para el otro y así atrapar su libertad. No existe la buena fe. La
gente es cobarde y lleva una existencia inauténtica desde el momento en que rechaza su
propia libertad, la cual le produce angustia. Este sentimiento es la señal del hombre
auténtico”.
Filósofo francés, cuyo texto más importante es “El ser y la nada” (1943). Sarte entiende la
filosofía como análisis fenomenológico de la conciencia. La conciencia es siempre conciencia
de algo y de algo que no es conciencia. A este algo Sarte lo llama ser en sí. El ser en sí no
puede designarse más que como “el ser que es lo que es”, expresión que designa su
carácter macizo estático. En otros términos, el ser en sí es el ser de hecho. Por el contrario,
la conciencia es el ser para sí, o sea, presencia ante sí misma. Pero el que la conciecia esté
presente ante sí misma significa simplemente que nada la separa de sí misma, y que, por
consiguiente, la nada la constituye. Por ejemplo, decimos que la conciencia tiene una cierta
creencia o el sentimiento en cuanto están presentes en la conciencia, no tienen sino nada
que se interponga entre ellos y la conciencia misma. Todas las dimensiones de la conciencia,
sus actos y sus manifestaciones muestran, según Sartre, la presencia o la acción de la nada.
Por ejemplo, el que la conciencia esté constituida por posibilidades significa sólo que está
constituida por la falta de algo que la formaría, es decir, nada (lo posible no es no es aún). El
que la conciencia tienda al valor implica esa misma referencia a la nada, puesto que el valor
en cuanto tal no es, sino que está siempre más allá de lo alcanzado o realizado. De igual
modo, el conocimiento por el cual el objeto (en sí) se presenta a la conciencia es una relación
de nulificación: el objeto que se presenta a la conciencia como lo que no es conciencia. De
manera análoga, la otra existencia es tal en cuanto no es la mía. Esta negación es la base de
la existencia del otro, que, por lo tanto, se convierte, según Sartre, en una cosa entre las
otras cosas del mundo.
En conclusión, para Sartre, la existencia auténtica reside en una conducta libre, consciente
de sus limitaciones, pero que no se deja arrebatar por el determinismo que rige en el mundo
de las cosas, como, cuando ante la mirada del otro (Dios), experimenta que sucumbe su
libertad.
Adagios:
¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre
comienza por existir, se encuentra, surge en el mundo y que después se define...Pero si
verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es”
“El hombre, tal como lo concibe la existencialista, si no es definible es porque comienza por
no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho"”
“Lo que elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para
todos”.
“El existencialismo no es tanto un ateísmo, empeñado en demostrar que Dios no existe. Más
bien declara: “Aunque Dios existiera, esto no cambiaría”.
“El existencialismo piensa que es muy incómodo que Dios no existta, porque con él
desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible”.
La filosofía consiste en una especia de lente por medio de la cual cada sujeto imprime un
colorido, un valor, una estructuración especial (positiva o negativa) a las cosas, las personas
y la situaciones que vive. Esto se explica con la teoría de la materia y la forma del
conocimiento según Aristóteles: la materia es el dato recibido del exterior; la forma es la
estructura (lente) que el sujeto aplica sin darse cuenta de ello. El fenómeno percibido es la
fusión de estos dos elementos, y por lo tanto, contiene ya el colorido aplicado por el sujeto.
De esta manera, el acto de conocer se convierte en acto de interpretar la realidad. Cada uno
interpreta los objetos de su alrededor según sus propias lentes, que ha adquirido a lo largo
de su vida, con la educación, el ambiente y las normas que ha recibido. Cada persona suele
caer en la ilusión de poseer la verdad definitiva. Y por lo tanto, cuando los demás juzgan las
cosas de otra manera, concluye que están equivocados, sin darse cuenta del efecto
individualizante que posee su propio mecanismo cognoscitivo. El estudio de la Filosofía nos
inicia en esta toma de conciencia acerca de la calidad interpretativa de nuestra capacidad
cognoscitiva.
José Ortega y Gaseet (1883-1955) es, en el siglo XX, el filósofo español más relevante y uno
de los más notables en el mundo entero. Ha creado la doctrina de la razón vital, de innegable
ascendencia existencialista, de cuyos principios fundamentales, ha proclamado la paternidad.
Itinerario de Ortega.
Cuatro etapas, todas ellas características y renovadoras, a lo largo de su vida, distinguimos
su trayectoria mental. En la primera, que se extiende de 1902 a 1914, se transparenta una
concepción idealista, con fuertes rasgos de la Escuela filosófica de Marburgo. La segunda,
que podría llamarse del perspectivismo, se inicia con la publicación de “Meditaciones del
Quijote” (1917), y termina en 1923. De este año, en que se da a la estampa, “El tema de
nuestro tiempo”, a 1930, se dilata a la tercera etapa; en ella surge el Ortega de razón vital y
asoma el Ortega de la razón histórica. En 1930 tiene lugar un decisivo acontecimiento: se
edita “La rebelión de las masas”, para muchos el más certero diagnóstico de nuestro tiempo.
Desde entonces discurre la cuarta etapa de su desarrollo en cuyo lapso, hasta su muerte,
1955, aparecen todavía éstas importantes obras: “En torno a Galileo” (1933); “Guillermo y la
idea de la vida” (1938); “Historia como sistema” (1935); “Apuntes sobre el pensamiento: su
teurgia y demiurgia” (1941).
El perspectivismo
Ya en “Meditaciones del Quijote” encuentra Ortega una idea que, en cierto modo, hace más
patente la realidad de la vida. “El ser definitivo del mundo no es materia ni es alma, no es
cosa alguna determinada, sino una perspectiva”. La vida humana es una actividad ubicada
en una situación concreta, vale decir, en que es una actividad que opera siempre desde una
perspectiva. La realidad no puede ser observada o vivida sino desde el punto de vista que
cada cual ocupa, necesariamente, en el universo. “Donde está mi pupila, dice Ortega, no
está la otra; lo que de la realidad ve mi pupila no la ve otra. Somos insustituibles, somos
necesarios. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su
deformación, es su organización. Una realidad que vista desde cualquier punto resultase
siempre idéntica es un concepto absurdo”. Esta manera de pensar lleva a una reforma
radical de la filosofía.
El raciovitalismo (1930)
El tema de nuestro tiempo”. Una corriente, ahora indiscutible e inseparable relación con la
filosofía de la historia, toma la doctrina. El mundo, enseña ahora, no es un “hacinamiento” de
cosas: es un horizonte que el hombre tiene ante si gracias a su perspectiva o situación
cósmica. Más tener una perspectiva es comprender el mundo de algún modo, dar razón de
{el; una razón, a decir verdad, que difiere del concepto clásico que se tiene de ésta.
Conforme a este concepto, se entiende por razón la facultad humana que conoce la esencia
eterna de las cosas, su naturaleza intemporal; pero un conocimiento de todas las cosas bajo
el nivel de la eternidad, es ilusorio y parcial. La razón de la perspectiva humana es una razón
dinámica, una razón que transcurre en el tiempo, una razón vital. Ortega no está contra la
razón; se opone al racionalismo que trata de explicar y justificar cuando existe acudiendo a
una supuesta razón pura. “La razón no puede, no tiene que aspirar a sustituir la vida. Esta
misma oposición entre la razón y la vida es ya sospechosa. Como si la razón no fuera una
función vital y espontánea del mismo linaje que el ver o el palpar”...”Al destronar la razón,
cuidemos de ponerla en su lugar”.
Pero vivir es convivir, es no estar solo sino, al revés, “no poder estar solo consigo, sino
hallarse cercado, inseguro y prisionero de otra cosa misteriosa, heterogénea, la
circunstancia, el universo”. La vida es, por tanto, problema, inseguridad, naufragio. Frente a
este hecho, el hombre necesita orientarse, necesita saber dónde, cómo y para qué vive. En
esa su actividad orientadora arraiga la filosofía. “La filosofía es el quehacer del hombre que
se encuentra perdido, para lograr una certidumbre radical que le permita saber a qué
atenerse en la vida”.
La razón histórica
La vida en función de razón es órgano de sentido y comprensión. “Pero el horizonte de la
vida humana es histórico; el hombre está definido por el nivel histórico en que le ha tocado
vivir; lo que la persona ha sido es un componente esencial de lo que es; es hoy lo que es,
justamente por haber sido antes otras cosas; el ámbito de la vida humana incluye la historia”.
La vida que funciona como razón es en su misma sustancia histórica, y la historia funciona
en todo acto de intelección real. La razón vital es constitutivamente razón histórica. Cada
hombre y mujer, en otras palabras, se reconoce a sí mismo como existente gracias a su
memoria del pasado.
Las generaciones
La cosmovisión de Ortega es optimista. La historia tiene dos tiempos: es vida ascendente o
vida descendente, y se va articulando a través de generaciones. Una generación es una
razón de quince años durante la cual cierta forma de vida colectiva es vigente. La generación
constituye la verdadera sustancia de la cronología histórica. “La historia camina y procede
por generaciones”. La afinidad entre las personas de una generación se finca en el hecho de
verse obligados a vivir en un mundo en que impera determinada concepción de la existencia.
No todos los contemporáneos pertenecen a una misma generación: los viejos generalmente
no se adaptan a los nuevos usos de vida. Entre los contemporáneos está el grupo de los
coetáneos, es decir, los que forman la generación vigente. Nuestra época es una época de
vida ascendente, en la cual se suceden las actitudes deportivas y batalladoras, dominada por
el riesgo y la temeridad, el espíritu aristocrático y caballeresco. El hombre ascendente juega
con las fuerzas peligrosas de la vida. El primer artículo de su estatuto es el riesgo. La muerte
no es más que un accidente de su carrera deportiva. En contra de todo existencialismo
pesimista. Ortega sobrepone la vida a la muerte. Ve en la vida algo más fundamental que la
muerte. La muerte “está en” la vida, es algo que le acontece a la vida.
Influencia
La influencia de Ortega en la filosofía hispanoamericana ha sido extraordinaria. Hoy, todos
los pensadores en lengua española toman partido en pro o en contra, mucho más en pro que
en contra el filósofo de Madrid. A través de sus discípulos, su influencia se prolonga y
extiende cada vez más. En sentido estricto, se puede hablar de una escuela filosófica que,
por haber nacido en el seno de la Universidad de Madrid, es llamada la Escuela de Madrid.
Julián Marías, el discípulo más próximo de Ortega, cuenta dentro de ella a Manuel García
Morente, Xavier Zubir, José Gaos, Luis Recaséns, Siches, María Zambrano, Manuel Granel...
El camino para captar esta individualidad concreta está lejos de ser el filosofema habitual. Se
requiere de otro recurso, de uno que pueda calar hondo en lo intransferible de una persona
singular. Tal método es la autobiografía, pues sólo ella en su relato histórico es susceptible
de reflejar la vida individual.
Por ello también, el género literario adecuado es la novela, y más concretamente la novela
dramática, la cual vaya dando cuenta de la historia irrepetible del personaje. La novela
existencialista, en efecto, no se detiene en descripciones externas, acaso geográficas. Como
arte, es íntimo (personal), dramático (histórico) e imaginativo (promotor de imágenes).
La vida es algo más que drama: es tragedia. La persona es una eterna contradicción, algo
así como una paradoja. En él se dan la razón y la vida, dos fuerzas en franca e irreconciliable
lucha. La primera trata de ahogar o destruir las peculiares manifestaciones de la existencia
humana, ya que busca, por su estructura, una explicación lógica y universal de todos los
hechos. La vida, en cambio, es diferencia y desigualdad, fluir continuo, individualidad. La vida
auténtica es, además, fe y esperanza en la inmortalidad y en Dios La razón arguye que todo
ello es un sueño insensato, pero la vida grita impulsad por la fantasía creadora, que el ideal
que se cree es verdad, que el sueño que se anhela como realidad es realidad.
El duelo entablado entre la razón y la vida no tiene término, porque los rivales forman esa
unidad que es el hombre inquieto, contradictorio, el hombre siempre dividido en la unidad de
los elementos que lo integran, y siempre unido en la irreductible dualidad de los dos
enemigos. Aquí arraiga el sentimiento trágico de la vida.
En nuestro tiempo, los hombres están dominados por la tecnocracia, engendro del
naturalismo y del intelectualismo. Nuestra época es una época sin grandes y nobles
intereses, sin grande s y fecundas conmociones. A esta época del intelectualismo estéril y de
los objetivos utilitarios y burgueses, muestra Unamuno la figura de Don Quijote, el caballero
de la fe en el ideal y en la gloria. Precisa emprender una cruzada para rescatar el sepulcro de
Don Quijote, de las manos de los bachilleres, de los curas y de los duques. Por tanto,
rescatando a Don Quijote se puede restablecer la herida de nuestra época.
La tarea es ardua, requiere de una sostenida lucha. “No me prediques la paz, que le tengo
miedo. La paz es la sumisión y la mentira. Ya conoces mi divisa: primero la verdad que la
paz. Antes quiero la verdad en guerra que no mentira en paz....”
Ruptura, porque hay muchas cosas que son provisionales y han de abandonarse.
Desafío, porque hay una actualidad llena de urgencias que no se pueden evadir.
Medios actuales para acrecentar el conocimiento: hábito de estudio, internet, espíritu crítico
ante los Medios de Comunicación Social.
Desde hace algunos años se viene utilizando en filosofía el sustantivo “Praxis o Práctica” que
revela una nueva manera de pensar. Conocer la realidad, estudiar la realidad, partir de la
realidad, fundamentarse en la realidad....son expresiones que hoy se escuchan normalmente
en muchos ambientes de reflexión profunda. Es una convicción generalizada. El avance de
las ciencias humanas que estudian la realidad ha aportado grandes beneficios para todos.
Cuando en Filosofía se habla de realidad se quiere entender la vida de las personas y todo lo
que tiene relación con ellas: los hechos, las experiencias, las situaciones, las aspiraciones,
los valores, los conflictos, las luchas y fracasos, en una palabra, todo lo que forma parte de
su manera de ser y de vivir. Por eso la realidad abarca la historia y la cultura, el pensamiento,
la economía, la política, la religión y la familia., el trabajo, las costumbres y los proyectos, el
folklore, las leyes, la sociedad y su organización, en fin, todo lo que tiene relación con la vida
concreta de la gente.
En último término la realidad es la persona misma, pues ella y solo ella es la que da sentido a
todo lo demás. La realidad solo significa algo por la persona que la habita. De allí que cuando
se estudia y se conoce la realidad estamos hablando en el fondo de conocer a las personas.
Protágoras afirmó que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Y no deja de tener razón
hoy, pues, ¿qué es la política o la sociedad, la economía o la religión, si las personas que
están en el centro de todo eso?
Cabe una última pregunta ¿Para qué sirve en la Filosofía el estudio y el conocimiento de la
realidad sobre todo si está apoyado en las ciencias humanas?
Sirve para entender mejor la naturaleza profunda de las personas, de los acontecimientos y
de las cosas, descubriendo sus causas, sus relaciones y sus efectos; para superar la
subjetividad al interpretar la realidad y aprender a responder a necesidades verdaderas y no
sólo a las que uno se imagina. Estudiando la realidad se crean condiciones para ubicarse en
ella de otro modo y con otras actitudes, adquiriendo una conciencia que permita ser actores,
en vez de ser simples espectadores que lo sufren y lo padecen todo. En fin, el estudio y el
conocimiento de la realidad dan la posibilidad de realizar cambios significativos, es decir,
nuevas formas de ser y de relacionarse, de comportarse y de vivir.
...”La conciencia sigue siendo intimidad, pero ahora resulta íntimo e inmediato no sólo con mi
subjetividad sino con mi objetividad, con el mundo que me es patente. La conciencia no es
reclusión, sino al contrario, es esa extrañísima realidad primaria, supuesto de todo otra, que
consiste en que alguien, yo, soy precisamente cuando me doy cuenta de cosas, de mundo.
Esta es la soberana peculiaridad de la mente que es preciso aceptar, reconocer y descubrir
con pulcritud, tal y como es, en toda su maravilla y extrañeza. Lejos de ser yo lo cerrado es el
ser abierto por excelencia. Ver este teatro es justamente abrirme yo a lo que no soy yo.
Pero ¿qué es esto? ¿Con qué hemos topado indeliberadamente? Eso, ese hecho radical de
alguien que ve y ama y odia y quiere un mundo y en él se mueve y por él sufre y en él se
esfuerza- es lo que desde siempre se llama en el más humilde y universal vocabulario “mi
vida”--. ¿Qué es esto? Es, sencillamente, que la realidad primordial, el hecho de todos los
hechos, el dato para el Universo, lo que me es dado es... “mi vida” -no mi yo solo, no mi
conciencia hermética, estas cosas son ya interpretaciones, la interpretación idealista. Me es
dada “mi vida”, y mi vida es ante todo un hallarme yo en el mundo; y no así vagamente, sino
en este mundo, en el de ahora y no así vagamente en este teatro, sino en este instante,
haciendo lo que estoy haciendo en él, en este pedazo teatral de mi mundo vital- estoy
filosofando. Se acabaron las abstracciones. Al buscar el hecho indubitable no me encuentro
con la cosa genérica pensamiento, sino con esto: yo que pienso en el hecho radical, yo que
ahora filosofo. He aquí cómo la filosofía lo primero que encuentra es el hecho de alguien que
filosofa, que quiere pensar el Universo y para ello busca algo indubitable. Pero encuentra,
nótenlo bien, no una teoría filosófica, sino al filósofo filosofando, es decir, viviendo ahora la
actividad de filosofar como luego, ese mismo filósofo, podrá encontrarse vagando
melancólico por la calle, bailando en un “dancing” o sufriendo un cólico o amando la belleza
transeúnte. Es decir, encuentra el filosofar, el teorizar como acto y hecho vital, como un
detalle de su vida y en su vida, en su vida enorme, alegre y triste, esperanzada y pavorosa...
“VIVIR ES CONSTANTEMENTE DECIDIR LO QUE VAMOS A SER”.
...¿Qué es, pues, la vida? No busquen ustedes lejos, no traten de recordar sabidurías
aprendidas. Las verdades fundamentales tienen que estar siempre a la mano porque sólo así
son fundamentales. Las que es preciso ir a buscar es que están sólo en un sitio, que son
verdades particulares, localizadas, provinciales, de rincón, no básicas. Vida es lo que somos
y lo que hacemos: es, pues, de todas las cosas la más próxima a cada cual. Pongamos la
mano sobre ella se dejará apresar como un ave mansa...
Vivir es lo que hacemos y nos pasa---desde pensar o soñar o conmovernos hasta jugar a la
Bolsa o ganar batallas. Pero, bien entendido, nada de lo que hacemos sería nuestra vida si
no nos diésemos cuenta de ello. Este es el primer atributo decisivo con que topamos: vivir es
esa realidad extraña, única, que tiene el privilegio de existir para sí misma. Todo vivir es
vivirse, sentirse vivir, saberse existiendo—donde saber no implica conocimiento intelectual ni
sabiduría especial ninguna....
Esta bien que se diga: primero es vivir y luego filosofar—en un sentido muy riguroso es,
como ustedes están viendo, el principio de toda mi filosofía--: está bien, pues, que se diga
eso—pero advirtiendo que el vivir en su raíz y entraña mismas consiste en un saberse y
comprenderse, en un advertirse y advertir lo que nos rodea, en un ser transparente a sí
mismo. Por eso, cando iniciamos la pregunta ¿Qué es nuestra vida?, Pudimos sin esfuerzo
galanamente responder: vida es lo que hacemos—claro—porque vivir es saber que lo
hacemos, es -en suma—encontrarse a sí mismo en el mundo y ocupado con las cosas y
seres del mundo...
Vivir es hallarse cada cual a sí mismo en un ámbito de temas, de asuntos que le afectan. Así,
sin saber cómo, la vida se encuentra a sí misma a la vez que descubre el mundo. No hay
vivir si no es en un orbe lleno de otras cosas, sean objetos o criaturas; es ver cosas y
escenas, amarlas u odiarlas, desearlas o temerlas. Todo vivir es ocuparse con lo otro que es
uno mismo, todo vivir es convivir con una circunstancia...
La vida nos es dada—mejor dicho, nos es arrojada o somos arrojados a ella, pero eso que
nos es dado, la vida, es un problema que necesitamos resolver nosotros. Y lo es no sólo es
esos casos de especial dificultad que calificamos peculiarmente de conflictos y apuros, sino
que lo es siempre...
...”Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a ser, quiere decirse que en la raíz misma
de nuestra vida hay un atributo temporal: decidir lo que vamos a ser- por tanto, el futuro. Y,
sin parar, recibimos ahora, una tras otra, toda una fértil cosecha de averiguaciones. Primera:
que nuestra vida es ante todo toparse con el futuro. He aquí otra paradoja. No es el presente
o el pasado lo primero que vivimos, no: la vida es una actividad que se ejecuta hacia delante,
y el presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro. La vida es
futurición, es lo que aún no es”....
¡SEMBREMOS!
(Miguel de Unamuno, Obras Completas, T. IX, Madrid, Escelicer, 1971, pp. 721-722).
“Hermoso es entender y saber que jamás ha de morir un pensamiento; que así como tú, que
lo engendraste, lo has recogido y creado todo del pasado, así lo has de trasmitir a todo el
futuro”. Dignas son de ser meditadas estas palabras de Carlyle en el profundo capítulo VII del
libro III de su Sartor Resartus.
Cuando alguna vez, en el momento de desaliento, nos entra la tentadora idea de la inutilidad
de nuestros esfuerzos, nos ponemos a pensar en que nada se pierde, en que así como en el
mundo físico no hay pérdida de materia ni de fuerza, no la hay de pensamiento en el mundo
moral. NO se pierde un átomo de fuerza, ni el más imperceptible y ligero movimiento; se
transforma. Tampoco se pierde la menor idea sembrada. Con un solo espíritu en que caiga,
basta; está salvada.
¿Qué la mayor parte de nuestros esfuerzos son perdidos? ¿Qué importa? ¿Qué con un
esfuerzo como mil apenas lograremos un resultado como uno? Y ¿quién mide el esfuerzo y
el resultado? ¿Quién asegura que el que nos parece resultado inmediato no sea más que el
arranque de una larga serie de resultados?
Que todo el que tenga algo que decir lo diga, sin dejarse dominar por aquello de que otro
habrá que lo diga mejor.
La propaganda pública es eficaz; pero es más eficaz acaso la privada, la que se hace
personalmente de uno u otro, en íntimo coloquio, en trato directo. Casi todos los que llegan a
influir poderosamente en una sociedad, tiene, como primera base y núcleo, un círculo mayor
o menor de amigos sobre quienes influyen directa y personalmente. En este círculo hallan
fuerzas y bríos, sentimientos de esperanza, de confianza y de fe para proseguir su obra.
Sembremos sin mirar hacia atrás, no vayamos, como la mujer de Lot, a convertirnos en
estatuas de sal que derrite la lluvia. Sembremos, caminando de cara al porvenir, y
persuadidos de que es hermoso saber que jamás ha de morir un pensamiento que así como
nosotros, que la engendramos, lo hemos recogido y creado del pasado todo, así lo hemos
recogido y creado del pasado todo, así lo hemos de trasmitir a todo el futuro.
ARABESCI OEDAGIGICO.
(Miguel de Unamuno, Obras Completas, T. IX, Madrid, Ed. Vergara, 1958, pp. 290-295).
¡Qué afán de complicar y dificultar las cosas! -me decía usted--. No, señor, no: no es eso. No
son sino el deseo de presentarlas tales como son o, por lo menos, tañes como yo las veo y
comprendo. Y, además, no he de negárselo, la necesidad de reaccionar en contra de una
pedagogía perniciosa que se empeña en simplificarlas y facilitarlas indebidamente.
Hay que andar, en efecto, con mucho cuidado en eso de poner las cosas más simples y más
fáciles de lo que son. La mejor explicación no es la más simple y la más fácil, sino la que
mejor explica: es decir, la que de veras explica.
Los escolásticos tenían un aforismo que decía que no hay que multiplicar los entes sin
necesidad- entia non sunt multiplicanda praeter nesessitatem--; pero no es tan fácil juzgar de
esta necesidad una necesidad lógica, claro está. Y a la larga resulta que para la persona
docta las explicaciones al parecer más complicadas y difíciles son las más simples y más
fáciles.
Cuando usted oiga a un maestro exclamar: “¡Esto es muy sencillo!”, Desconfíe de lo que va a
decir. El afán de simplificar las cosas suele llevar a deformarlas.
Hay que proceder, no de lo más fácil a lo más difícil, sino de lo más conocido a lo menos
conocido, y no suele siempre ser lo más conocido lo más fácil, si se pone uno a ahondarlo.
Hay una cierta pedagogía que huye de las dificultades, huye del verdadero trabajo, huye de
la austeridad. Parece que nos asusta enseñar a los niños todo lo duro, todo lo recio que es el
trabajo. Y de ahí ha nacido lo de que aprendan jugando, que acaba siempre en que juegan a
aprender. Y el maestro mismo que les enseña jugando, juega a enseñar. Y ni él, ni rigor,
enseña, ni ellos, en rigor, aprenden nada que lo valga. Y luego, no olvide usted que importa
más lo que se ha de enseñar y aprender que el modo de enseñarlo y aprenderlo. No
hagamos de la Ciencia en mero medio para aplicar la pedagogía.
He visto una escuela en la que los niños aprendían una cosa que pretendían ser Historia de
España jugando a la rayuela. Les metían en la cabeza un casillero con nombres romanos,
cartaginenses, visigodos, árabes, Casa de Trastamara. Casa de Austria, Casa de Borbón,
batalla de tal o cual, y debajo de eso no había nada vivo. Y es que su maestro se figuraba,
sin duda, que el índice de un libro de historia es una historia abreviada. Tanto valdría
quererles enseñar un extracto de un cuatro de Velásquez o de una sinfonía de Beethoven.
¿Y usted, cree que con eso de dividir a la clase de los niños en dos bandos, los unos
españoles y los otros franceses, y que discutan sus respectivos valores, se hace más que
una ridícula comedia?
No; ni la vida ni el arte pueden ser juego ni tomarse como tal. Hay una cierta austeridad que
debe aplicarse hasta en el juego. Hasta la broma debe ser, en cierto respecto, seria.
Claro está, señor mío, que lo que vengo diciéndole no implica que yo proscriba de la vida, del
arte y de la enseñanza la ameneidad. Muy lejos de eso, pretendo ser, a mi manera, un
hombre ameno, de conversión y de enseñanzas amenas. A pesar de lo cual, jamás he
logrado, gracias a Dios, cierta fama, porque aborrezco la frivolidad.
Lo que más encadena a un discípulo a su maestro, lo que más le hace cobrar afición a lo que
éste le enseña, es sentir el calor de la pasión por la enseñanza, del heroico furor del
magisterio. Cuando el que aprende siente que quien le enseña lo hace por algo más que por
pasar el tiempo, por cobrar su emolumento, o por lo que llamamos cumplir el deber, y no
suele pasar de hacer que se hace, entonces es cuando aquél se aficiona a lo que se le
enseña...
Cabral Martell Agustín y Cárdenas Méndez Pedro, Sistema de la Filosofía, Serie Guías de
Estudio, UAL, Torreón Coahuila, México, 1997, p. 81.
www.mdnh.org/diccionario/dogmatismo.
Ibid.
Ibid.
Cfr. J. Hessen, Teoría del Conocimiento, Ediciones Quinto Sol, México, 1994, pp. 31-32.
Cfr. Ibid.
Cfr. Llano Alejandro, Gnoseología, Ediciones Universidad de Navarra, S. A., Pamplona, 1991,
pp. 71-72
Cfr. www.filosofía.org/filomat/farbt.
Loc. cit.
Vattimo, Gianni. "Dialéctica, diferencia y pensamiento débil", en Gianni Vattimo y Pier Aldo
Rovattti (eds.) El pensamiento débil. Ed. Cátedra. Madrid, 1988. Pág. 39.
www.filosofía.org/filomat/
4 ORTEGA Y GASSET José ¿Qué es Filosofía? Ed. Espasa Calpe; Madrid 1995; p. 241.