Via Crucis Del Perdón

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VIA CRUCIS EL PERDÓN DE DIOS EN LA CRUZ.

07/04/2017

Señor Jesús: qué difícil reconocerte clavado en la cruz del olvido, en la cruz de la
soledad.
Pero la sociedad, mi sociedad, no tiene tiempo para compartir, para escuchar al que
está solo.
Perdona, Señor, nuestra falta de amor hacia a quienes a nadie tienen.
Perdona, Señor, la dureza de nuestros oídos porque sólo nos escuchamos a nosotros
mismos. Perdona, Señor, nuestros olvidos cobardes.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por
medio de tu Hijo muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos
conocido en la tierra este misterio de amor, dar testimonio de él, con palabras y
obras, ante cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino cada día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE: INTIMIDAD, TRAICIÓN,
CONDENA

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Lucas


«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros... Esta copa es la nueva alianza, sellada
con mi sangre, que se derrama por vosotros».
Del Evangelio según san Marcos
«Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: “¿Qué hago con el que llamáis rey de
los judíos?”. Ellos gritaron de nuevo: “¡Crucifícalo!”... Y Pilato, queriendo dar gusto a la
gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Acabo de celebrar la Pascua con mis discípulos. Era algo que había deseado
ardientemente: la última Pascua, antes de la pasión, antes de volver a ti. Pero, de
pronto, se ha visto alterada. El diablo había metido en la cabeza de un discípulo mío
que me traicionara. En el huerto de Getsemaní ha venido hacia mí. Con un gesto que es
expresión de amor, me ha saludado diciéndome: «Salve, Maestro». Y me ha besado.
¡Qué amargura en aquel momento!
Durante la cena, te he suplicado, Padre, que guardes a mis discípulos en tu nombre,
para que sean uno, como nosotros.
Nuestra resonancia

Señor Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los primeros discípulos.
También nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor debería
alentarnos a amarte cada vez más.
Nos hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe crecerá. Y será fuerte y
gozosa.

Oremos
Protegidos por la Eucaristía: «El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos
en este cáliz, nos guarden para la vida eterna». Que este milagro se cumpla en los
sacerdotes que presiden la Eucaristía y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos
al altar para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CON LA CRUZ A CUESTA «CONTADO ENTRE LOS
PECADORES»

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según San Marcos


«Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para
crucificarlo».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Me rodean los soldados del gobernador. Para ellos, ya no soy una persona, sino un
objeto. Quieren divertirse conmigo, burlarse de mí. Por eso me visten de rey. Han
preparado incluso una corona, pero de espinas. Me golpean en la cabeza con una caña.
Me escupen. Me sacan afuera.
Resuenan en mí las dramáticas palabras del profeta Isaías sobre el Siervo del Señor.
Dicen de él que no tiene aspecto atrayente; que es despreciado, varón de dolores,
como un cordero llevado al matadero; que es arrancado de la tierra de los vivos,
maltratado hasta la muerte. Ese Siervo soy yo, para desvelar la grandeza del amor de
Dios por el hombre.

Nuestra resonancia: Tú, Jesús, has sido «contado entre los pecadores». En la primera
generación cristiana, precisamente por hablar públicamente de ti, Pedro y Juan, Pablo y
Silas, entraron en prisión. Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos.
También en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e
incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la
justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que
los imitemos.

Oremos:
Señor Jesús, conforta interiormente a los perseguidos. Que se extienda por todo el
mundo el derecho fundamental a la libertad religiosa. Te damos gracias por todos
aquellos que, como «ángeles», ofrecen maravillosos signos de la venida de tu Reino.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE BAJO EL PESO DE LA CRUZ
«ESTE ES EL CORDERO DE DIOS»

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Libro del profeta Isaías


«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro
castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Me tambaleo al dar los primeros pasos hacia el Calvario. He perdido ya mucha sangre.
Me resulta difícil sostener el peso del madero que he de llevar. Y caigo a tierra.
Alguien me levanta. A mi alrededor veo mucha gente. Entre ellos, hay quien me quiere
bien. Otros son sólo curiosos. Pienso en Juan Bautista que, al comienzo de mi vida
pública, dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Ahora se
revela la verdad de esas palabras.

Nuestra resonancia: Señor Jesús, en este día no podemos parecernos al fariseo que se
ensalza a sí mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza.
Como él, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por
nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Meditando sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre nuestro
cuerpo la señal de la cruz: «Es una ayuda eficaz: gratuita para los pobres y, para quien
es débil, no exige ningún esfuerzo. Se trata, ciertamente, de una gracia de Dios».

Oremos: Tu Hijo ha compartido nuestra vida humana Te alabamos, Padre santo, porque
muchas veces, a través de los profetas nos has enseñado a esperar tu salvación. Te
alabamos porque tanto amaste al mundo, que nos enviaste a tu Hijo único. Para
cumplir tus designios, él compartió en todo nuestra condición humana, menos en el
pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y la alegría a los
afligidos. Gracias, Padre.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
UNA ESPADA TRASPASA SU ALMA

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Lucas


«Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: “Mira, este está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará
clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma”… Su
madre conservaba todo esto en su corazón».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Mi Madre está entre la gente. Mi corazón late con fuerza. No consigo verla bien. La
sangre me cubre la cara.
Cuando tenía cuarenta días, me llevaron al Templo para presentar la ofrenda, según la
Ley de Moisés. A mis padres les habló un profeta. Se llamaba Simeón. Me tomó en
brazos. Dijo que yo sería «una bandera discutida» y que a mi madre «una espada le
traspasaría el alma». Palabras que en este momento se han hecho amarga realidad para
ambos. Hoy se realiza plenamente la ofrenda de aquel día.
Resonancia de María
«¡Ay de mí! ¿Qué veo? Hijo mío, de estirpe divina. ¡Te arrastran las manos de esos
criminales y lo soportas! Te conducen a las cadenas y por tu propia voluntad te diriges
hacia ellas, tú que eres quien libra de sus cadenas al linaje de los encadenados… ¡Yo me
muero! Dime, dime una sola palabra, tú, Palabra de Dios Padre; no, no pases en silencio
ante la esclava convertida en madre».
Señor Jesús, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela de Jerusalén nos
hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para todos: madres,
padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los demás, pero lo más importante es
saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de lo posible. Lo intentaremos.

Oremos: María Santísima, madre de Jesús, esposa de José, te pedimos que acompañes
el Sínodo de los Obispos dedicado a la familia. Intercede por el Papa, por los Obispos y
por cuantos están directamente involucrados en él. Que sean dóciles al Espíritu Santo y
logren discernir con acierto. Que tengan siempre presente lo que dice el salmo: «La
misericordia y la verdad se encontrarán». En Caná, tú, María, dijiste a los siervos:
«Haced lo que él os diga». Acude en ayuda de los esposos y a los padres cristianos,
llamados a dar testimonio de la belleza de una familia inspirada y guiada por las
enseñanzas de Jesús.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
QUINTA ESTACIÓN
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ REGRESANDO DEL CAMPO

Del Evangelio según San Lucas


«Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del
campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Oigo gritos a mi alrededor. Toman a la fuerza a un campesino que pasaba por allí,
seguramente por casualidad. Sin muchas explicaciones, lo obligan a llevar mi peso. Me
siento aliviado. Le mandan que vaya detrás de mí. Iremos juntos hasta el lugar de mi
suplicio.
Más de una vez, predicando el Reino de Dios, dije: «Quien no lleve su cruz detrás de mí,
no puede ser discípulo mío». Sin embargo, ahora este hombre carga incluso con la mía.
Quizás ni siquiera sabe quién soy, pero igualmente me ayuda y me sigue.
Nuestra resonancia en alabanza de Simón
«Dichoso tú, Simón, que durante la vida llevaste la cruz detrás de nuestro Rey. Los que
llevan las insignias de los reyes se sienten orgullosos, pero los reyes y sus insignias
pasarán. Dichosas tus manos que levantaron y llevaron en procesión la cruz de Jesús
que nos dio la vida».

Señor, quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedió de modo
fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que
lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su
presencia es fuente de esperanza. Ponen en práctica la invitación de san Pablo: «Llevad
los unos las cargas de los otros». Y así cuidan de sus hermanos.

Oremos: Señor Jesús, tú has dicho que «hay más dicha en dar que en recibir». Haznos
disponibles para que también nosotros llevemos a cabo la tarea del «cirineo». Que
quien vea nuestra forma de vida se sienta animado al vernos cultivar lo bello, lo justo, lo
verdadero, lo esencial. Que quien sea frágil nos vea humildes porque, en muchos
aspectos, también nosotros somos frágiles. Que quien reciba de nosotros signos de
gratuidad perciba que nosotros mismos tenemos mil motivos para decir «gracias». Que
quien no pueda correr se sienta tranquilo, porque le queremos. Estamos dispuestos a ir
más despacio: no queremos dejarlo atrás.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SEXTA ESTACIÓN
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Del Evangelio según San Lucas


«En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,
predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas
mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena,
de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes;
Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Entre la multitud hay muchas mujeres. Su delicadeza impulsa a una de ellas a acercarse
para secarme el rostro. Este gesto me hace recordar otros encuentros. Uno de ellos,
hace una semana. Fui a cenar, por amistad, a Betania, en casa de Marta, María y Lázaro.
María me ungió los pies con óleo perfumado de nardo auténtico. Se sorprendió cuando
le dije que lo conservara para mi sepultura.
Me veo también sentado junto al pozo de Sicar. Estaba cansado y sediento. Llega en
aquel momento una mujer samaritana con un cántaro. Le pido agua. Le hablo de un
agua que salta hasta la vida eterna. Parece que esperaba este don para abrir su
corazón. Quería contarme todo sobre ella. La vi maravillada profundizando en su propia
conciencia. Volvió a su pueblo hablando de mí y diciendo: «¿Será este el Mesías?».

Nuestra resonancia
Señor Jesús, esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es significativa. En los
Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os ayudaron a ti y a los apóstoles.
Algunas de ellas estuvieron presentes en tu pasión. Y fueron las primeras en anunciar
tu resurrección.
El genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto hacia ti. Nos lo enseñan todos los
santos. Queremos seguir sus huellas.

Oremos: Señor Jesús, las mujeres sostienen en gran medida el anuncio de la fe en el


mundo y el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo testigos de esa
felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el secreto profundo de sus
vidas. Cuídalas como signo luminoso de maternidad junto a los últimos que, en sus
corazones, son los primeros.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
«NO TE QUEDES LEJOS DE MÍ»

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Mateo


«Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, a orar. Y llevándose a
Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces
dijo: “Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo”. Y adelantándose un poco
cayó rostro en tierra y oraba diciendo: “Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de
mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”».

Del Evangelio según san Lucas


«Se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con
más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


No es sólo cansancio físico. Es algo más profundo lo que me pasa. Ayer tarde estuve un
buen rato postrado en oración al Padre. Mi sudor era como gotas de sangre. Estaba ya
en agonía. Estoy viviendo la experiencia extrema y difícil de todo ser humano que se
acerca a la muerte. Gracias, Padre, por haberme enviado en ese momento un ángel del
cielo a consolarme.

Nuestra resonancia: Señor Jesús, ¡qué abismo de tristeza en tantas almas heridas por la
soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido!
Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de
palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la
desesperación.
El corazón del hombre –el corazón de cada uno de nosotros– espera otra cosa: el
cuidado del amor. Tú, Jesús, nos lo enseñas a todos los hombres de buena voluntad:
Amaos los unos a los otros como yo os he amado.

Oremos: Que las puertas de mi corazón estén abiertas. Que sea grande como el
corazón de Dios. Que esté dispuesto a llevar esperanza, a ocuparse de los demás, a
escuchar, a poner bálsamo en las heridas, a iluminar a quien se encuentra en tinieblas.
Que cuide y consuele hoy, mañana y siempre.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN 
«VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA… VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO»

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Lucas


«Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban
lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por
mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Hace pocos días que llegué a Jerusalén. Una comitiva de discípulos me acogió haciendo
fiesta con regocijo. Incluso me aclamaban diciendo: «Bendito el que viene en el nombre
del Señor». En medio de su sencillez, ese momento fue solemne. Sin embargo, no fue
del agrado de los fariseos. La fiesta no impidió que llorase al ver la ciudad. Ahora que
voy exhausto al Gólgota, oigo voces de mujeres que se lloran por mí y se dan golpes de
pecho.

Nuestra resonancia: Señor Jesús, también hoy, viendo nuestras ciudades, tendrías
motivos para llorar. Quizás también nosotros estamos ciegos y no comprendemos el
camino de paz que tú nos indicas.
Pero ahora sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermón de la Montaña:
«Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan
por la paz, porque serán llamados hijos de Dios». Y también cuando dijiste a tus
discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo… Alumbre
así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria al
Padre que está en el cielo».

Oremos: Señor y Dios nuestro, nos has llamado a la Jerusalén del cielo, que es la tienda
de Dios con los hombres. Nos has prometido que allí enjugarás las lágrimas de nuestros
ojos, que no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Tú serás nuestro Dios y
nosotros seremos tu pueblo. Preserva en nosotros la esperanza de que, después de
sembrar con lágrimas, llegará el momento gozoso de recoger las gavillas.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
EL “VIAJE” DE JESÚS

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Juan


«Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Mi camino terreno llega a su fin. Cuando nací, mi madre me puso en un pesebre. He
pasado casi toda mi vida en Nazaret. He formado parte de la historia del pueblo
elegido.
Como enviado itinerante del Padre, he anunciado la amplitud de su amor, en el que
todos caben; la extensión de su amor, que se mantiene fiel a lo largo todas las
generaciones; la altitud de su amor, esperanza que vence incluso a la muerte; y la
profundidad de su amor, que no me ha enviado para los justos, sino para los pecadores.
Muchos escucharon mi palabra y me siguieron, convirtiéndose en discípulos míos; otros
no me comprendieron. Algunos me rechazaron y, al final, me condenaron. Pero, en este
momento, más que nunca, me siento llamado a revelar el amor de Dios por los
hombres.

Nuestra resonancia: Señor Jesús, ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si
no nos estaremos dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasión y muerte
«necedad y escándalo», siendo así que es «fuerza y sabiduría de Dios». ¿No estaremos
siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego?
¿Nos damos cuenta de que antes de que Dios viniese a nosotros, ni siquiera sabíamos
quién era Dios? Cuando tú, Hijo Unigénito, llegaste, Dios, que nos hizo a su imagen, nos
permitió levantar los ojos a él y nos prometió el Reino de los cielos. ¿Cómo no amar a
Aquel que nos ha amado primero»?

Oremos: Señor y Dios nuestro, nos atrevemos a llamarte «Padre nuestro». Sentirnos
hijos tuyos es un don maravilloso del que te estaremos eternamente agradecidos.
Sabemos, Padre, que no somos una mota de polvo en el universo. Nos has dado una
gran dignidad, nos has llamado a ser libres. Líbranos de toda forma de esclavitud. No
dejes que nos perdamos lejos de ti. Padre, cuida de cada uno de nosotros. Cuida de
todos los hombres sobre la faz de tierra.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS: LA TÚNICA

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Libro de los Salmos


«Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Me quedo en silencio. Me siento humillado por un gesto aparentemente banal. Hace
horas que me quitaron la ropa. Pienso en mi Madre, aquí presente. Mi humillación es
también la suya. También de esta manera una espada traspasó su alma. A ella le debía
la túnica que me arrebataron. Era un símbolo de su amor por mí.

Nuestra resonancia: Tu túnica, Señor, nos lleva a meditar en un momento de gracia y


también en todas las veces que se viola la dignidad del hombre.
La gracia es la del Bautismo. Al niño que acaba de convertirse en cristiano, se le dice:
«Eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo
de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de los tuyos,
consérvala sin mancha hasta la vida eterna». Esta es la verdad más profunda de la
existencia humana.
Al mismo tiempo, el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva también a
pensar en situaciones terribles: el tráfico de seres humanos, los niños soldados, el
trabajo esclavo, los niños y adolescentes a los que han robado su inocencia, heridos en
su intimidad, profanados sin piedad.
Tú nos haces pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y rezar para
que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida de los
demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de «vencer el mal con el
bien».

Oremos: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la
senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la
ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la
acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene
buen fin».

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
LA SUPREMA CÁTEDRA DEL AMOR DE DIOS

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Juan


«Entonces se lo entregó para que lo crucificaran… Y Pilato escribió un letrero y lo puso
encima de la cruz; en él estaba escrito: Jesús el Nazareno, el rey de los judíos».

Sentimientos y pensamientos de Jesús


Me están taladrando los pies y las manos. Los brazos estirados. Los clavos atraviesan
mi carne con dolor. Tengo el cuerpo inmovilizado, pero libre el corazón, y con esa
libertad fui hacia mi pasión. Libre, porque está lleno de amor, de un amor que quiere
incluir a todos.
Miro a los que me crucifican. Pienso en los que se lo han mandado: «Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen». Junto a mí hay otros dos condenados a morir en cruz.
Uno de ellos me pide que me acuerde de él cuando esté en mi reino. Sí –le digo–, «hoy
estarás conmigo en el paraíso».

Nuestra resonancia: Te vemos, Señor Jesús, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas
apremiantes: ¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en
numerosos Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte violenta de
personas inocentes? Tu Evangelio es la mejor defensa para el hombre, para todos los
hombres.

Oremos: Señor Jesús, tú aceptaste la cruz para enseñarnos a dar nuestra vida por amor;
en la hora de la muerte, escuchaste al ladrón arrepentido. 
Salvador inocente, fuiste contado entre los malhechores
y te sometiste al juicio de los pecadores.
Ten piedad de nosotros.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Palabras de Jesús en la cruz


Jesús dijo a voz en grito: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Después,
dirigiéndose a su Madre, dijo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; y al discípulo Juan: «Ahí
tienes a tu madre». Añadió: «Tengo sed»; dijo: «Está cumplido»; y, finalmente: «Padre, a
tus manos encomiendo mi espíritu».

Nuestra resonancia: En la cruz, Jesús, rezaste. Así viviste el momento culminante de tu


vocación y misión.
Te dirigiste a tu Madre y al discípulo Juan. A través de ellos, nos hablabas también a
nosotros. Nos confiaste a tu Madre. Nos pediste que la acogiéramos en nuestra vida,
para que nos cuidase a nosotros igual que cuidó de ti.
Nos impresiona mucho que, en tu larga agonía de horas, te hayas dirigido a voz en grito
a Dios con las palabras del salmo 21, que expresan los sufrimientos, pero también las
esperanzas del justo.
El evangelista Lucas recuerda que, poco antes de morir, dijiste: «Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu». La respuesta que el Padre dará será tu resurrección.

Oremos- «Te necesitamos, Señor, para saber quién somos y adónde vamos.
- Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre los
hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo bien de la paz.
- Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del
sufrimiento.
- Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperación y del vacío.
- Te necesitamos, Señor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la
alegría y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro final contigo,
amado, esperado, bendito por los siglos».

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Mateo


«El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús… dijeron aterrorizados:
“Verdaderamente este era Hijo de Dios”. Había allí muchas mujeres… Entre ellas, María
Magdalena y María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de
Zebedeo».

Jesús ha pasado de este mundo al Padre. Su pasión nos da la gracia de descubrir,


dentro de la historia, la pasión de Dios por el hombre. Los santos han correspondido
convirtiéndose en discípulos y apóstoles. A esto mismo estamos llamados también
nosotros.

Nuestra resonancia:
- «En ti, Jesús –Palabra hecha carne–, estamos llamados a ser la Iglesia de la
misericordia.
- En ti –pobre por elección–, la Iglesia está llamada a ser pobre y amiga de los pobres.
- Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo.
- Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre
de nuestro Dios».

Oremos: «Extiende, Padre, a toda la familia humana el reino de justicia y de paz que has
preparado por medio de tu Hijo Unigénito, nuestro rey y salvador, de modo que los
hombres tengan paz dulce y verdadera, los pobres encuentren justicia, los afligidos
sean consolados y todas las tribus de la tierra sean bendecidas en él, nuestro Dios y
Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos».

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.

Del Evangelio según san Juan


«Después de esto, José de Arimatea… pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de
Jesús. Y Pilato le autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también
Nicodemo… y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo
de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar
entre los judíos».

Sentimientos de dos amigos de Jesús


El cuerpo de los condenados a la crucifixión no era considerado digno ni siquiera de
recibir sepultura. Sin embargo, dos hombres importantes, José de Arimatea y
Nicodemo, cuidaron con esmero del cuerpo de Jesús.
«¡Qué fortuna, para mí y para vosotros –nos dice José de Arimatea–, que nos hayamos
convertido en discípulos de Jesús! Yo antes me escondía. Ahora, en cambio, siento
dentro de mí una fuerte determinación. Me he presentado incluso ante Pilato para
obtener el cuerpo de Jesús. Más que la determinación, me han movido el amor y la
alegría. Estoy contento de haber podido ofrecer una tumba nueva, escavada en la roca.
A vosotros os digo: Amad a nuestro Salvador».
Nicodemo podría añadir: «Mi primer encuentro con Jesús fue en horas nocturnas. Me
invitó a nacer de nuevo, a nacer de lo alto. Solamente poco a poco he comprendido
aquellas palabras suyas. Ahora estoy aquí para honrar su cuerpo. Por eso, he comprado
una mixtura de mirra y áloe. Pero, la verdad es que él ha hecho mucho más por mí: ha
perfumado mi vida».
María habla a nuestro corazón
«Juan ha permanecido junto a mí. Al pie de la cruz, mi fe ha sufrido una dura prueba.
Como en Belén y después en Nazaret, también ahora medito todas estas cosas en
silencio. Confío en Dios. No he perdido mi esperanza de madre. Confiad también
vosotros. Para todos vosotros pido la gracia de una fe fuerte. Para aquellos que
atraviesan días de oscuridad, el consuelo».

Oremos: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres
entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Padre Nuestro…, Ave María...y Gloria…

Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.

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