Via Crucis Del Perdón
Via Crucis Del Perdón
Via Crucis Del Perdón
07/04/2017
Señor Jesús: qué difícil reconocerte clavado en la cruz del olvido, en la cruz de la
soledad.
Pero la sociedad, mi sociedad, no tiene tiempo para compartir, para escuchar al que
está solo.
Perdona, Señor, nuestra falta de amor hacia a quienes a nadie tienen.
Perdona, Señor, la dureza de nuestros oídos porque sólo nos escuchamos a nosotros
mismos. Perdona, Señor, nuestros olvidos cobardes.
Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por
medio de tu Hijo muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos
conocido en la tierra este misterio de amor, dar testimonio de él, con palabras y
obras, ante cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino cada día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE: INTIMIDAD, TRAICIÓN,
CONDENA
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Señor Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los primeros discípulos.
También nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor debería
alentarnos a amarte cada vez más.
Nos hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe crecerá. Y será fuerte y
gozosa.
Oremos
Protegidos por la Eucaristía: «El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos
en este cáliz, nos guarden para la vida eterna». Que este milagro se cumpla en los
sacerdotes que presiden la Eucaristía y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos
al altar para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CON LA CRUZ A CUESTA «CONTADO ENTRE LOS
PECADORES»
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Tú, Jesús, has sido «contado entre los pecadores». En la primera
generación cristiana, precisamente por hablar públicamente de ti, Pedro y Juan, Pablo y
Silas, entraron en prisión. Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos.
También en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e
incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la
justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que
los imitemos.
Oremos:
Señor Jesús, conforta interiormente a los perseguidos. Que se extienda por todo el
mundo el derecho fundamental a la libertad religiosa. Te damos gracias por todos
aquellos que, como «ángeles», ofrecen maravillosos signos de la venida de tu Reino.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE BAJO EL PESO DE LA CRUZ
«ESTE ES EL CORDERO DE DIOS»
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Señor Jesús, en este día no podemos parecernos al fariseo que se
ensalza a sí mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza.
Como él, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por
nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Meditando sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre nuestro
cuerpo la señal de la cruz: «Es una ayuda eficaz: gratuita para los pobres y, para quien
es débil, no exige ningún esfuerzo. Se trata, ciertamente, de una gracia de Dios».
Oremos: Tu Hijo ha compartido nuestra vida humana Te alabamos, Padre santo, porque
muchas veces, a través de los profetas nos has enseñado a esperar tu salvación. Te
alabamos porque tanto amaste al mundo, que nos enviaste a tu Hijo único. Para
cumplir tus designios, él compartió en todo nuestra condición humana, menos en el
pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y la alegría a los
afligidos. Gracias, Padre.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
UNA ESPADA TRASPASA SU ALMA
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Oremos: María Santísima, madre de Jesús, esposa de José, te pedimos que acompañes
el Sínodo de los Obispos dedicado a la familia. Intercede por el Papa, por los Obispos y
por cuantos están directamente involucrados en él. Que sean dóciles al Espíritu Santo y
logren discernir con acierto. Que tengan siempre presente lo que dice el salmo: «La
misericordia y la verdad se encontrarán». En Caná, tú, María, dijiste a los siervos:
«Haced lo que él os diga». Acude en ayuda de los esposos y a los padres cristianos,
llamados a dar testimonio de la belleza de una familia inspirada y guiada por las
enseñanzas de Jesús.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
QUINTA ESTACIÓN
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ REGRESANDO DEL CAMPO
Señor, quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedió de modo
fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que
lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su
presencia es fuente de esperanza. Ponen en práctica la invitación de san Pablo: «Llevad
los unos las cargas de los otros». Y así cuidan de sus hermanos.
Oremos: Señor Jesús, tú has dicho que «hay más dicha en dar que en recibir». Haznos
disponibles para que también nosotros llevemos a cabo la tarea del «cirineo». Que
quien vea nuestra forma de vida se sienta animado al vernos cultivar lo bello, lo justo, lo
verdadero, lo esencial. Que quien sea frágil nos vea humildes porque, en muchos
aspectos, también nosotros somos frágiles. Que quien reciba de nosotros signos de
gratuidad perciba que nosotros mismos tenemos mil motivos para decir «gracias». Que
quien no pueda correr se sienta tranquilo, porque le queremos. Estamos dispuestos a ir
más despacio: no queremos dejarlo atrás.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SEXTA ESTACIÓN
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
Nuestra resonancia
Señor Jesús, esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es significativa. En los
Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os ayudaron a ti y a los apóstoles.
Algunas de ellas estuvieron presentes en tu pasión. Y fueron las primeras en anunciar
tu resurrección.
El genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto hacia ti. Nos lo enseñan todos los
santos. Queremos seguir sus huellas.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
«NO TE QUEDES LEJOS DE MÍ»
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Señor Jesús, ¡qué abismo de tristeza en tantas almas heridas por la
soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido!
Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de
palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la
desesperación.
El corazón del hombre –el corazón de cada uno de nosotros– espera otra cosa: el
cuidado del amor. Tú, Jesús, nos lo enseñas a todos los hombres de buena voluntad:
Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Oremos: Que las puertas de mi corazón estén abiertas. Que sea grande como el
corazón de Dios. Que esté dispuesto a llevar esperanza, a ocuparse de los demás, a
escuchar, a poner bálsamo en las heridas, a iluminar a quien se encuentra en tinieblas.
Que cuide y consuele hoy, mañana y siempre.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
«VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA… VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO»
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Señor Jesús, también hoy, viendo nuestras ciudades, tendrías
motivos para llorar. Quizás también nosotros estamos ciegos y no comprendemos el
camino de paz que tú nos indicas.
Pero ahora sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermón de la Montaña:
«Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan
por la paz, porque serán llamados hijos de Dios». Y también cuando dijiste a tus
discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo… Alumbre
así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria al
Padre que está en el cielo».
Oremos: Señor y Dios nuestro, nos has llamado a la Jerusalén del cielo, que es la tienda
de Dios con los hombres. Nos has prometido que allí enjugarás las lágrimas de nuestros
ojos, que no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Tú serás nuestro Dios y
nosotros seremos tu pueblo. Preserva en nosotros la esperanza de que, después de
sembrar con lágrimas, llegará el momento gozoso de recoger las gavillas.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
EL “VIAJE” DE JESÚS
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Señor Jesús, ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si
no nos estaremos dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasión y muerte
«necedad y escándalo», siendo así que es «fuerza y sabiduría de Dios». ¿No estaremos
siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego?
¿Nos damos cuenta de que antes de que Dios viniese a nosotros, ni siquiera sabíamos
quién era Dios? Cuando tú, Hijo Unigénito, llegaste, Dios, que nos hizo a su imagen, nos
permitió levantar los ojos a él y nos prometió el Reino de los cielos. ¿Cómo no amar a
Aquel que nos ha amado primero»?
Oremos: Señor y Dios nuestro, nos atrevemos a llamarte «Padre nuestro». Sentirnos
hijos tuyos es un don maravilloso del que te estaremos eternamente agradecidos.
Sabemos, Padre, que no somos una mota de polvo en el universo. Nos has dado una
gran dignidad, nos has llamado a ser libres. Líbranos de toda forma de esclavitud. No
dejes que nos perdamos lejos de ti. Padre, cuida de cada uno de nosotros. Cuida de
todos los hombres sobre la faz de tierra.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS: LA TÚNICA
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Oremos: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la
senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la
ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la
acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene
buen fin».
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
LA SUPREMA CÁTEDRA DEL AMOR DE DIOS
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia: Te vemos, Señor Jesús, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas
apremiantes: ¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en
numerosos Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte violenta de
personas inocentes? Tu Evangelio es la mejor defensa para el hombre, para todos los
hombres.
Oremos: Señor Jesús, tú aceptaste la cruz para enseñarnos a dar nuestra vida por amor;
en la hora de la muerte, escuchaste al ladrón arrepentido.
Salvador inocente, fuiste contado entre los malhechores
y te sometiste al juicio de los pecadores.
Ten piedad de nosotros.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Oremos- «Te necesitamos, Señor, para saber quién somos y adónde vamos.
- Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre los
hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo bien de la paz.
- Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del
sufrimiento.
- Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperación y del vacío.
- Te necesitamos, Señor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la
alegría y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro final contigo,
amado, esperado, bendito por los siglos».
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Nuestra resonancia:
- «En ti, Jesús –Palabra hecha carne–, estamos llamados a ser la Iglesia de la
misericordia.
- En ti –pobre por elección–, la Iglesia está llamada a ser pobre y amiga de los pobres.
- Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo.
- Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre
de nuestro Dios».
Oremos: «Extiende, Padre, a toda la familia humana el reino de justicia y de paz que has
preparado por medio de tu Hijo Unigénito, nuestro rey y salvador, de modo que los
hombres tengan paz dulce y verdadera, los pobres encuentren justicia, los afligidos
sean consolados y todas las tribus de la tierra sean bendecidas en él, nuestro Dios y
Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos».
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Te adoramos Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz redimiste al mundo. Amén.
Oremos: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres
entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jesucristo fue paciente y obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.