Kat Baxter The Grumpy Recluses Wager

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 59

Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


The grumpy recluse’s wager
The mountain men of saddle creek
Book one
Kat Baxter

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Natalie
Casi tuve la vida de mis sueños. Hasta que una cabra, un churro
y un castillo hinchable me hicieron famosa en Internet y
arruinaron mi reputación como reina de las despedidas de soltera
exageradas. Ahora, no tengo más remedio que empezar de nuevo
en las montañas de Saddle Creek. Vivir en el rancho de mi tío -
sola- durante tres meses sin ayuda es la clave para heredar la
tierra. Pero parece que le hizo la misma promesa a un
deslumbrante -pero ardiente- hombre de las montañas.

Linc
Pensé que lo estaba haciendo bien por mi cuenta. Solo yo y mis
cabras de alquiler. De repente, todo cambia cuando mi vecino
hace un trato con su sobrina para cederle sus tierras. La chica
de ciudad mimada y con curvas es lo último que necesito, sobre
todo porque mi vecino ya me había prometido venderme sus
tierras. Ahora solo tengo que encontrar la forma de ahuyentar a
Natalie. El único problema es que no quiero que se vaya. Es la
última mujer del mundo que querría a un criador de cabras
gruñón como yo, pero también es la única mujer que quiero.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
NATALIE

Si algo bueno tiene ser infame en Internet es que, al menos, no


dura mucho. Cierto, el TikTok de mí atrapada en un castillo hinchable
desinflándose debido al Debacle Cabra-Churro estará por ahí para
siempre. Y los memes... bueno, también durarán un tiempo.
Pero en realidad, a la hora de la verdad, el mundo tiene una
capacidad de atención corta y, por tanto, la infamia de Internet es tan
breve como humillante.
Esa es la buena noticia.
La mala es que las reseñas de Yelp y las calificaciones crediticias
duran mucho más.
Así que, aunque mi orgullo se ha recuperado del debacle Cabra-
Churro, mis finanzas no lo han hecho. Tampoco se ha recuperado mi
reputación empresarial como The Party Princess, la organizadora de
fiestas de Houston para despedidas de soltera inolvidables y únicas.
Así es como he acabado aquí, en la cabaña de mi anciano tío,
mirando por la ventana de la cocina una franja de montaña tejana
cubierta de maleza que es mi última y mejor esperanza de salvar mi
carrera.
—Piénsalo de esta manera. — dice mi hermana Brook al otro
lado del teléfono. —Nunca quisiste planear esas despedidas de soltera
exageradas. Querías planear bodas y te despistaste.
Sujeto el teléfono con una mano y me muerdo la uña del pulgar
mientras contemplo los matorrales, los cedros y el cielo azul de Texas.
—Cierto. — acepto sin mucho entusiasmo.
¿Era la carrera que siempre quise? No exactamente. Pero era la
mía. Y se me daba de maravilla. Y volver a empezar ahora me parece
desalentador.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sí, empecé pensando que me convertiría en la organizadora de
bodas más popular y solicitada de Texas. Quería darle a cada mujer
su día de princesa, sin importar el estilo de su boda. Incluso me hice
fotos llevando una tiara.
Pero es difícil abrirse camino en el mercado de la organización
de bodas. Así que caí en las despedidas de soltera. Pensé que todas
esas damas de honor que organizaban despedidas de soltera
exageradas también se casarían algún día y querrían que organizara
sus bodas. O al menos me recomendarían a sus amigas.
En lugar de eso, una fiesta llevó a más y más, y de repente me
encontré en un encasillamiento de mi propia creación. Resulta que la
gente quiere que sus elegantes bodas las organice alguien que no sea
conocida por sus fiestas con clases móviles de baile en barra, boas de
plumas y cócteles enfriados con cubitos de hielo con forma de polla.
(¿Lo entiendes? Cocktails). Y ni siquiera me hagas empezar con el yoga
de cabra.
Porque en cuanto el yoga caprino empezó a estar de moda, la
gente quiso todo tipo de actividades relacionadas con las cabras.
Retiros en la playa. Clases de arte con cabras. Casas hinchables para
cabras. Todas ideas horribles.
¿Tienes idea de la cantidad de caca que hacen las cabras? (Sí,
incluso las crías). ¿O de lo ruidosas que son? (Especialmente los
bebés.) O que se comen cualquier cosa. Incluso... digamos, el
parachoques del Modelo T antiguo en el que el abuelo de la novia
planeaba llevarla a la boda. O, por ejemplo, el castillo hinchable en el
que toda la comitiva nupcial está durmiendo la resaca.
Fue esto último lo que acabó con mi “carrera”.
Suspiro dramáticamente al teléfono. — ¿Cómo va el viñedo?
Mi hermana -corrección: mi hermanastra mayor, más lista y
sabia, que no ha permitido que las cabras saboteen su carrera- es
viticultora en las altas llanuras del oeste de Texas, donde los viñedos
ya superan en número a los ranchos de ganado.
Da un resoplido de fastidio. —El viñedo está igual que siempre.
Uvas, malas hierbas, abejas, bla, bla, bla. Lo que quiero saber es cómo
llevas tu exilio.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No me gusta pensar en ello como un exilio. Es un traslado
temporal mientras me reagrupo. Prefiero pensar que es como esa parte
de una novela romántica histórica en la que la heroína se va a vivir al
campo con un pariente rico y luego la invitan a una fiesta en casa
donde conoce al último duque elegible.
Brook resopla. —Cariño, no engañas a nadie. No olvides que yo
he vivido en el campo, en Texas, más tiempo que tú, y sé a ciencia
cierta que no hay duques elegibles vagando por aquí.
—Era una metáfora.
—Ninguno. Zip. Nada.
—Pero...
—El último soltero que conocí, me invitó a salir, luego usó su
vaso Big Gulp como escupidera. Pero falló. Eso... —lucha por
encontrar la palabra correcta— la mugre goteó por fuera de su vaso y
aterrizó en mi pie descalzo.
— ¿Por qué estabas descalza cerca de alguien que usa un vaso
Big Gulp como escupidera? — Reprimo un escalofrío de asco.
—Es irrelevante. Lo que quiero decir es que siempre haces lo
mismo. Te quedas atrapada en una versión idealizada y excesivamente
romántica de lo que está pasando, e inevitablemente acaba
rompiéndote el corazón.
—Pish shaw. — digo despectivamente, sonando como un
personaje de Jane Austen, porque al parecer mi cerebro sigue en la
campiña inglesa. Me aclaro la garganta. —Eso no va a pasar esta vez.
Brook resopla. Otra vez.
Debería ver a un alergólogo por eso.
—No estoy idealizando mi situación.
—Acabas de decir que estabas fingiendo que estabas en una
fiesta en una casa inglesa del siglo XIX.
—Solo intento ser optimista. Eso es todo. Porque, francamente,
mi situación actual es jodidamente sombría. Mi negocio y mi
reputación están por los suelos. Tuve que subarrendar mi

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


apartamento porque no podía pagar el alquiler. Si no fuera porque el
tío Charlie me prometió que podría vivir en su casa, estaría sin hogar.
La verdad es que esta cabaña de un dormitorio, a veinte millas
de la ciudad, rodeada de veinte acres de matorrales y escorpiones no
es mucho mejor que estar sin hogar. No se lo digo en voz alta a Brook
porque se supone que soy la optimista.
Pero ella debe de oírlo en mi voz, porque suspira y, cuando vuelve
a hablar, su voz es inusualmente amable y suave.
—Pero el tío Charlie te dijo que te cedería la propiedad una vez
que se instalara en ese centro de vida asistida, ¿verdad?
—Sí. Me lo dijo. — Es el único punto positivo de mi situación
actual. Y no es un pequeño punto brillante. Es enorme. Es un
brillante, super-nova de un punto brillante. Y estoy muy agradecida
de tener al tío Charlie para que me cuide. Dejo a un lado mis dudas y
mi desánimo, invocando el optimismo que me caracteriza. —Si puedo
vivir aquí sola unos meses y demostrarle que estaré bien por mi
cuenta, me cederá el terreno.
—Y entonces podrás trabajar para transformarlo en el increíble
lugar de bodas de tus sueños.
—Exactamente. Y te prometo que todas las bodas aquí servirán
tu vino y estarán cien por cien libres de hielo con forma de polla y
palos de baile.
—Y cabras. — añade Brook. —No te olvides de las cabras.
— ¡Por supuesto! Si no vuelvo a ver una cabra en mi vida...
Mis palabras se interrumpen cuando veo un destello de
movimiento al otro lado de la ventana.
— ¿Qué demonios?— suelto mientras una cabra corre por el
patio. Frunzo el ceño. Luego otra. Luego un par de cabras iguales. —
¿Qué demonios está pasando?
— ¿Qué? ¿Qué pasa? — pregunta mi hermana.
—Cabras. — Murmuro la palabra como la maldición que es.
— ¿Dónde?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Por mi ventana. Me tengo que ir. — Es entonces cuando lo veo.
Un hombre bruto, vestido con vaqueros desgastados, una camisa de
franela a cuadros y botas raídas. Atraviesa mi tierra -la tierra de mi
tío, o lo que sea- y lo rodea un revuelo de cabras.
Me siento como en una de esas películas románticas de Navidad
en las que la chica de ciudad conoce a un granjero y todo es amor y
sol y caprichos exagerados. Quiero decir que no siento eso por él; no
lo conozco. Pero esta situación en particular, porque es tan aleatoria.
¿Por qué hay cabras? ¿Y por qué siempre son cabras?
Mi imaginación a menudo me frena si no la controlo bien.
Salgo. —Hola. — le digo.
Sigue moviéndose, ni siquiera mira en mi dirección.
— ¿Señor?
Sigue sin mirar en mi dirección.
— ¡Perdone!— grito, dando un pisotón en el desgastado porche
de madera.
El flautista de Hamelin se gira hacia mí. No estoy preparada para
nada de este hombre. Su cuerpo crecido, esa barba desaliñada de color
marrón claro, pero sobre todo los penetrantes ojos verdes que me
recorren todo el cuerpo, haciéndome sentir vista y expuesta a la vez.
— ¿Quién eres? — refunfuña.
Sí, tampoco estaba preparada para el profundo gruñido de su
voz. ¿Por qué me falta el aire?
Debe ser el aire fino de la montaña.
Excepto, que pueden llamar a esto una montaña, pero la
elevación no es tan alta.
Su ceño se frunce, su mirada es... acusadora. Como si yo fuera
el problema aquí.
Um, discúlpame. Aprieto las caderas. —Creo que, como estás en
mi propiedad, soy yo quien tiene que hacer las preguntas. — digo
bruscamente.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Una ceja se levanta lentamente. — ¿Tu propiedad? No te pareces
en nada al viejo Carson.
—Ese es mi tío. Charlie Carson. — me señalo a mí misma. —Yo
soy su sobrina.
Me hace otra de esas lentas apreciaciones de arriba abajo. —Eso
dices.
Hay un desafío en su voz, como si no me creyera. Y siento la
tentación de enseñarle mi identificación y... ¿qué?
No tengo forma fácil de convencerlo de que el tío Charlie y yo
somos parientes, porque en realidad es tío de mi mamá y él y yo no
compartimos apellido. Así que, a menos que saque algún tipo de tabla
genealógica -a la que no tengo acceso-, no tengo forma de corroborar
mi historia.
Sin una base sólida para defenderme, paso a la ofensiva.
— ¿Qué haces aquí con todas estas cabras?
Juro que si una de ellas se me acerca, voy a perder la cabeza.
Con su constante masticación y sus pupilas equivocadas. Las pupilas
horizontales son espeluznantes. He dicho lo que he dicho.
Imita mi postura, colocando sus enormes puños sobre sus
caderas vestidas de vaqueros. Es caliente, solo voy a decirlo. Me
molesta, pero no puedo mentir.

¡Concéntrate, Natalie!
—Las cabras están en una asignación. — dice, y se va.
Y yo me quedo mirándolo, primero de perfil y luego el glorioso
espectáculo que es su culo. Firme y alto y perfectamente moldeado
dentro de ese par de Wranglers descoloridos. Santo cielo, siento como
si mis ovarios hicieran una línea congo en su dirección.
— ¿Asignación? ¿Qué significa eso? ¿Qué son? ¿Agentes
federales?
Antes de que pueda seguirle, mi teléfono vibra en el bolsillo al
recibir un mensaje de mi hermana.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Brook: ¿Cabras?

Yo: Un hombre está aquí en la propiedad con un grupo de cabras. Dice que
están en una asignación.

Brook: ¡Llama a la policía!

Yo: ¿Crees que va a hacer algo nefasto?

Brook: ¡Peligro extraño!

Brook: Además, son cabras. Tienes un historial de mierda con las cabras. ¿De
verdad quieres arriesgarte?

Pongo los ojos en blanco. Pero sigo su consejo. Vuelvo a la


cabaña, porque no tiene sentido quedarme en el porche sin aire
acondicionado si no es necesario. No llamo al 911, sino que busco el
número de la oficina del sheriff. Después de hacer mi informe y
solicitar la presencia de la policía, sigo al hombre por la pendiente de
la propiedad, donde los árboles y arbustos son un laberinto de
enredaderas y zarzas.
Cuando veo la espalda del hombre, acelero. Bueno, todo lo que
puedo con mis sandalias de tiras.
— ¿Qué significa eso? ¿Una asignación?
Si está sorprendido por mi aspecto, no lo demuestra. Solo
levanta un hombro. —Háblalo con tu tío.
—Mi tío ya no vive en las instalaciones. Yo sí.
Se gira para mirarme, esos ojos verde musgo me miran
fijamente. — ¿Tú?— Sus ojos vuelven a recorrer mi figura y me hace
consciente de lo que llevo puesto.
Una minifalda vaquera que deja ver mis muslos gruesos y
curvilíneos. Un camisa verde lima sin mangas que hace que mis
pechos se vean fantásticos. ¿Soy una chica grande? Claro que sí. Pero
soy dueña de mis curvas. Me visto para lucirlas. Si los demás piensan
que soy demasiado grande, es su problema.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Vas a vivir en la cabaña de tu tío?— Señala detrás de mí. —
¿Esa?
— ¿Hay alguna otra que yo no conozca?
Suelta una carcajada que, por alguna ridícula razón, hace que
se me tensen los pezones.
—No aguantarás toda la noche. Recuerda mis palabras,
pastelito, no durarás en esa vieja cabaña. Será mejor que conduzcas
tu lindo culo hasta la ciudad y consigas una habitación de hotel.
Ignoro el hecho de que me puso un apodo al azar y que insinuó
que piensa que soy linda. Nada de eso importa. — ¡Esta es la tierra de
mi familia, y tienes que sacar a tus animales y a ti mismo de ella!
Dos grandes y fornidos brazos se cruzan sobre su pecho. —
Oblígame.
Hago algún tipo de ruido frustrado en mi garganta que podría
sonar como una llamada de apareamiento para los alces. Pero este
hombre es exasperante.
—No me importa lo que digas, he llamado al sheriff y él arreglará
todo esto, ¡bruto exagerado! — le grito.
El gigante me mira con el ceño fruncido. —Bien. Hace tiempo
que no veo a Caleb. Ya sabes, el sheriff y yo fuimos juntos al instituto.
— Se da unas palmaditas en el pecho. —Me llamo Linc Adams.
Me da igual cómo se llame. MENTIROSO
—Es usted un maleducado, señor Adams. — le digo
bruscamente.
De repente hay tres personas más en mi propiedad. Otro tipo
gigante con barba, colgado de una curvilínea mujer rubia, y luego
claramente el sheriff. Camina hacia nosotros con una sonrisa, su
estrella de sheriff brilla a la luz del sol.
— ¿Cuál es el problema? — pregunta el sheriff.
Inmediatamente empiezo a contarle la historia, no de mi infamia
en internet y por qué estoy aquí, sino que estoy aquí y que estaba en
la cabaña de mi tío y que entonces apareció el hombre cabra. Mientras

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


tanto Linc está contando su versión de la historia, simplemente
hablando por encima de mí como si tuviera cero modales.
—De uno en uno, por favor, no entiendo lo que dicen. — dice el
sheriff. Está claro que le divierte la situación porque está luchando
contra una sonrisa. —Sé que por teléfono dijo algo de que esto era de
su propiedad, pero eso está por ver, señorita Green. Lo cierto es —
señala a Linc y al otro gigante barbudo— que los Adams han sido
contratados para eliminar esta especie invasora antes de que se
apodere de toda la montaña. Las cabras pueden comérsela y
encargarse de ella mucho más rápido, y hacerlo con menos daños de
lo que podrían hacerlo los hombres con el equipo adecuado.
— ¿Las cabras se lo comen? ¿Es eso lo que está pasando?— Miro
a mi alrededor, al sheriff y a la otra mujer, porque seguro que alguien
me apoya. —Están siendo unos abusones con estos pobres animales.
Linc echa la cabeza hacia atrás y se ríe. El sonido es
obscenamente sexy y enseguida pienso en varios escenarios diferentes
en los que me gustaría volver a oírlo. Sentir su aliento contra mi piel.
¿Qué me pasa? ¿Es el aire limpio de aquí? La ausencia de la
apestosa contaminación de Houston me ha vuelto loca.
Tengo que sacar a este hombre -y a sus malditas cabras- de mi
propiedad antes de lanzarme a su alrededor y empezar a lamerle el
cuello para reclamarlo.
El hecho de que me preocupe de hacer algo así lo dice todo.
Porque puede que sea una romántica con la cabeza en las nubes, pero
no soy el tipo de chica que siente repentinos destellos de atracción
sexual por desconocidos al azar. ¡Y menos por extraños que tienen
cabras!
Tengo que sacar a este hombre de mi propiedad,
INMEDIATAMENTE.
Me pongo las manos en las caderas y miro a Linc. — ¿Te gustaría
que te sujetara la cabeza y te obligara a comer algo?
Linc me mira, las arrugas de sus ojos indican que está de buen
humor. —Bueno, querida, todo depende de lo que me obligues a
comer. — Se inclina un poco más hacia mí. —Sospecho que me
encantaría cada minuto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Tomo aire cuando sus palabras se hunden y casi me trago la
lengua.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 2
LINCOLN

Si yo fuera el tipo de hombre que cree en los cuentos de hadas,


diría que este momento —conocer al petardo con curvas que es Natalie
Green— es el momento en que mi felices para siempre me dio una
bofetada en la cara. Pero no soy el tipo de hombre que cree en los
cuentos de hadas ni en los felices para siempre.
Aun así, esta mujer es un manojo de curvas sensuales que
quiero explorar. Con mi lengua. Con mis manos. Definitivamente con
mi polla.
Está de pie frente a mí, con los puños enojados apoyados en esas
caderas redondas. Sus ojos marrones se encienden. — ¿Te gustaría
que te sujetara la cabeza y te obligara a comer algo?
Sonrío sin poder evitarlo. — Bueno, querida, todo depende de lo
que me obligues a comer. — Me inclino un poco más hacia ella y capto
su aroma. Es floral y femenino y, maldita sea, me da hambre. De ella.
—Sospecho que me encantaría cada minuto. — digo.
Oigo al sheriff Burton y a mi primo Forest casi ahogarse con sus
risas contenidas.
Natalie pone los ojos en blanco y respira tan deprisa que es un
milagro que no se desmaye.
Se lleva la mano al escote y sus uñas perfectamente cuidadas
rozan la piel morena y pecosa de su garganta. —No sé qué intenta
insinuar, Sr. Adams, pero no me hace gracia.
—No se suponía que fuera divertido. — Le guiño un ojo.
Frunce el ceño y casi espero que dé un pisotón. En lugar de eso,
gira sobre sus talones y marcha hacia la vieja cabaña de Charlie.
—Hoy es el día en que llevamos al viejo Charlie a la cafetería, así
que si quieres hablar de esto con él, es un buen sitio para
encontrarnos. — digo tras ella.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Detiene sus pasos pero no dice nada antes de desaparecer por la
subida.
La observo todo el tiempo porque ese culo es la perfección
regordeta.
Detrás de mí, Forest y Caleb no hacen nada por ocultar sus risas.
Los fulmino con la mirada.
—Bueno, creo que mi trabajo aquí ha terminado. — dice Caleb.
—Sí, muchas gracias, sheriff. — le digo.
Me sonríe. —Es divertido verlo pasar desde afuera.
— ¿De qué estás hablando?
Mi pregunta hace que mi primo se ría aún más.
—Déjalo en paz. — dice Lily, mi prima política.
—Tenemos trabajo que hacer y ahora vamos retrasados. — ladro.
Ignoro la risa de Forest mientras conduzco a las cabras a la zona
principal donde tienen que estar comiendo. Entonces empiezo a
colocar el vallado temporal que mantendrá a nuestros animales en la
tarea para que no coman nada que no deban.

***
Varias horas más tarde, nosotros, Forest, Lily y Charlie, estamos
sentados en el restaurante de Ruthie, en la plaza principal de Saddle
Creek.
Nuestra comida ha llegado y, como de costumbre, Charlie está
en el baño. Le quito una papa frita del plato porque siempre me acusa
de hacerlo y nunca se termina toda la comida. El timbre de la puerta
principal tintinea al abrirse.
—Oh-oh. — dice Forest. —Ahora te toca a ti.
Pero el cabrón está sonriendo. Ni siquiera tengo que darme la
vuelta porque huelo su femenino aroma floral antes de que llegue a la
mesa. Me señala.
—Tengo un asunto pendiente contigo, hombre cabra. — dice.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Joder, es linda. Sobre todo cuando se pone así. —Yo tengo un
hueso con el que meterte. — replico.
Lily suelta una carcajada.
Natalie suelta un grito ahogado y pone cara de asco, pero no
antes de dirigir su mirada a mi regazo. O lo haría si la mesa no me
tapara el regazo.
—Además, no soy un hombre cabra. Los hombres cabra son
sátiros y no existen. Te aseguro, pastelito, que soy un hombre de
verdad. — Doy un mordisco demasiado grande a mi hamburguesa
doble con queso.
— ¿Te han amenazado alguna vez con matarte? — pregunta.
—A diario. — responde Forest.
—Tus cabras se comieron mi conexión a Internet. — Dice la
palabra “cabra” como si en realidad quisiera decir “engendro infernal
demoníaco”.
Lo cual, honestamente, Forest y yo recibimos mucho. No todo el
mundo aprecia nuestras cabras y su capacidad para comer casi
cualquier cosa. Son las cortadoras de césped de la naturaleza, pero
más fáciles de manejar y más ecológicas que cualquier máquina.
Aunque no me parecieran una lindura, les estaría agradecido por el
servicio agrícola que nos prestan.
La miro fijamente mientras termino de masticar mi bocado. —
Debió de ocurrir antes de que pudiera levantar el corral.
—Bueno, es culpa tuya, así que tienes que arreglarlo.
—No es culpa mía. Si no me hubieras interrumpido y llamado al
sheriff, las habría acorralado antes. Parece culpa tuya.
—Natalie, mi chica. — dice Charlie desde detrás de ella.
Sonríe y se gira para mirar a su tío. —Tío Charlie. — arrulla.
—Es un placer verte dos veces en dos días. — dice Charlie.
Se abrazan mientras Forest coge una silla de una de las mesas
del centro de la cafetería. Cuando deja la silla al final del reservado,

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Charlie se sienta en ella y deja el único sitio libre en el banco que hay
junto a mí.
Le lanzo una mirada fulminante a Forest y él se limita a
sonreírme.
Cabrón.
—Siéntate, vamos a darte de comer. — dice Charlie.
Registra la mesa, buscando claramente otra opción que no sea
sentarse a mi lado. Cuando está claro que no puede hacer otra cosa,
baja al banco y se mantiene lo más cerca posible del borde para que
no nos toquemos.
Abro las piernas y cambio de posición para que nuestros muslos
se junten.
Me ignora.
—Sus cabras se han comido los cables del WiFi. — le dice a su
tío.
Él hace un gesto desdeñoso con la mano. —Nunca funcionó muy
bien.
— ¿Cómo se supone que voy a llevar un negocio sin acceso a
Internet? Debería estar creando mi página web ahora mismo. Y mi
servicio celular es casi inexistente en esa montaña.
—La mayoría de los que vivimos ahí arriba sabemos que la vida
es algo más que tecnología y artilugios. — le digo.
— ¿Qué tipo de página web estás creando? — pregunta Lily.
Antes de que pueda responder a la pregunta de Lily, un tipo se
acerca a la mesa.
—Santa mierda, eres ella, ¿no? — pregunta con la mirada
clavada en Natalie.
Parece el típico universitario de fraternidad. Sonríe -no, más bien
mira lascivamente- a Natalie como un completo imbécil.
— ¡Eres la princesa loca de la fiesta de TikTok!— Se gira hacia la
mesa donde estaba sentado, donde se sientan un par de otros
“hermanos”. — Es totalmente ella. — les dice. Luego vuelve a mirar a

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Natalie. —Eres mucho más sexy en persona de lo que pensaba
teniendo en cuenta tu volumen.
— ¿Qué demonios le has dicho?— Exijo. Intento apartar a Natalie
de mi camino para poder levantarme y enseñarle a este chico unos
putos modales.
—Cálmate, Duck Dynasty, esto no te concierne.
Forest se levanta. —Vas a tener que abandonar nuestra mesa
inmediatamente a menos que quieras que mi primo y yo aquí presente
—me hace un gesto— te saquemos a ti y a tus amigos físicamente.
El chico por fin parece darse cuenta de lo grande que es Forest
y retrocede. —Solo quería conocerla. Es famosa en internet, ya sabes.
No, no lo sabemos. Ni nos importa una mierda.
—Ahora. — gruño.
Finalmente gira sobre sus talones y se escabulle hacia su mesa.
Miro a Natalie y está pálida. Me acerco a su oído. — ¿Estás bien?
Se despierta y me ofrece una sonrisa tensa. —Estoy bien.
Perfectamente.
—Deberías quedarte en la cabaña de Linc hasta que se repare el
internet. — sugiere Lily. —Tiene un gran servicio en su casa.
No se equivoca, porque me he gastado un dineral en un
sofisticado amplificador de Wi-fi por satélite que ha inventado un genio
en Austin. Me niego a perderme el partido de mi equipo de fútbol
favorito, así que no voy a tener que lidiar con un servicio de streaming
de mierda.
—Sí, es una buena idea. — dice Charlie. —No me gusta la idea
de que te quedes sola en mi vieja cabaña, especialmente si no tiene
buen servicio telefónico. Quédate en lo de Lincoln, mi chica, él cuidará
bien de ti.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 3
NATALIE

Acabo comiéndome un sándwich de queso a la plancha


ridículamente mantecoso y empalagoso, por no hablar de la mitad de
las papas fritas de Linc. En el transcurso de la comida, de alguna
manera acabo siendo la compañera de piso temporal de Linc hasta
que se arregle el internet del tío Charlie. Ni siquiera tengo tiempo de
ponerme nerviosa o pensármelo dos veces porque, por alguna razón,
confío en esta gente.
Probablemente porque está claro que quieren mucho a mi tío
Charlie. Es cierto que no lo he visto a menudo en los últimos años,
pero hemos chateado por vídeo como cada dos semanas. Es una de
mis personas favoritas en todo el mundo y saber que hay gente en esta
ciudad que cuida bien de él me alegra el corazón.
Cuando Linc y yo llegamos a la cabaña del tío Charlie, ya casi ha
oscurecido.
—Cogeremos tus cosas y las llevaremos a mi casa. ¿Has
deshecho ya la maleta? — me pregunta.
—No exactamente.
Lo conduzco a la habitación principal de la cabaña, que consta
de un pequeño televisor de tubo de la vieja escuela sobre una bandeja
de metal, un sofá que creo que existe desde que las mujeres obtuvieron
el derecho al voto y un sillón reclinable que obviamente fue muy
querido. En el otro extremo de la habitación están mis maletas.
Linc se detiene bruscamente y me doy de bruces con su espalda.
—Uf. — murmuro al chocar contra él.
Me señala el equipaje a juego. Es todo lo que tengo y, no voy a
mentir, es una cantidad detestable de equipaje de diseño. El
monograma LV rodea todas las bolsas marrones.
— ¿Qué necesitas de eso? — pregunta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Todo.
Sacude la cabeza antes de que pueda terminar la frase. —Esto
es temporal, ¿recuerdas? Así que solo lo esencial. Siempre puedes
volver aquí si has dejado algo. No está tan lejos. De todas formas,
mañana tengo que traer a las cabras.
Quiero discutir el hecho, porque... ¿cabras? <estremecimiento>
Preferiría no volver a ver esas cabras, pero investigué un poco por mi
cuenta y resulta que el negocio de las cabras de Linc y Forest es legal.
Y al parecer, esto es una cosa ahora en el mundo. La gente lleva cabras
y las alquila para cuidar el césped. ¿Quién lo diría? Por no hablar de
que el kudzu que crece en la propiedad de mi tío podría ocupar toda
la cresta, así que hay que desbrozarla.
Exhalo un suspiro de frustración y me dirijo a la pared de mi
equipaje. Selecciono a mano unas cuantas -bueno, cuatro- que deben
venir conmigo. Luego recojo mi despacho en una bolsa para
asegurarme de que tengo mi portátil y todos mis cables.
Linc pone los ojos en blanco, pero coge los que le he señalado y
los lleva todos a la vez como si estuvieran llenos nada más que de aire.
Ni siquiera me inmuto cuando mete mi lujoso equipaje en la parte
trasera de la sucia caja de su camioneta. Luego nos amontonamos en
su camioneta y nos dirigimos a su cabaña.
No es tan rústica como imaginaba. De hecho, no es rústica en
absoluto, salvo por algunas paredes que parecen de una cabaña de
troncos. Probablemente lo sean. Pero su cocina tiene
electrodomésticos de acero inoxidable con encimeras limpias. Hay una
isla de tamaño considerable con una encimera de bloque de carnicero
y un estante de metal olla colgando por encima.
La cocina está abierta a la sala de estar que tiene un sofá
seccional enorme que parece tan cómodo. Como si estuviera hecho
para las siestas de los domingos por la tarde. Me sorprende que no
tenga un gran perro peludo llamado Bear.
Me enseña la habitación de invitados, que tiene un cuarto de
baño con una ducha enorme. Y aquí es donde deja todas mis maletas.
A continuación, me muestra dónde puedo instalarme para trabajar en
su isla de cocina.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—El mejor WiFi está aquí, en la cocina. Al menos eso es lo que
he notado, así que esto debería funcionar bien. Además, hay enchufes
en la isla. — Apoya los codos en la encimera a la altura de la cintura
y me mira fijamente.
— ¿Qué? —le pregunto.
— ¿Me lo vas a decir? — pregunta.
— ¿Decirte qué?
—Lo que ese cabrón escuálido decía en la cafetería. De que eras
una princesa fiestera. ¿Qué hiciste? ¿Emborracharte en público o algo
así?
—O algo así.
Levanta una ceja morena.
Resoplo. Por alguna razón no quiero que lo sepa. De acuerdo, en
realidad no me importa que lo sepa, pero no quiero que piense que soy
idiota.
Entrecierro los ojos y lo señalo. —No me juzgues.
Levanta las manos como si fuera inocente. ¡Apuesto a que este
hombre no ha sido inocente en una década!
—Lo haré lo mejor que pueda. Si juzgo, te diré algo vergonzoso
sobre mí. — dice.
—Bien. Tengo que retroceder para decirte que convertirme en la
principal organizadora de despedidas de soltera de Houston no era mi
plan original. Cuando todo estaba dicho y hecho, la mayoría de las
fiestas que organizaba estaban llenas de ideas exageradas de las
damas de honor, no mías. Quería planificar celebraciones de buen
gusto que no incluyeran fruta cortada en forma de genitales
masculinos.
Se atraganta y se golpea el pecho, poniéndome una cara seria
para disimular su repentina sonrisa.
—De todos modos, así es como acabé involucrada en todas estas
situaciones locas que de alguna manera involucraban a las cabras
más de lo que nunca imaginé. En la última, sin embargo, fue una mala
combinación. Un camión de comida de churros, un castillo hinchable

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


y un corral de cabras desmayadas. Nunca entenderé esa combinación
en particular, pero como he dicho, las cosas se nos fueron de las
manos y todo el mundo quería estas ridículas fiestas. Una cosa llevó
a la otra: las cabras se soltaron, se emborracharon de churros e
intentaron comerse el castillo hinchable con la gente adentro.
Entonces me metí para intentar ayudarlas y todo se vino abajo.
Cuando termino de contar la historia, le saltan las lágrimas. Su
sonrisa me corta la respiración y probablemente sea la única razón
por la que su humor no hiere mis sentimientos. O quizá ha pasado el
tiempo y la distancia suficientes para que yo también pueda reírme de
la situación.
Se limpia los ojos y me sonríe.
— ¿Eso significa que no has visto el vídeo online? — le pregunto.
— ¿Hay un vídeo?
Cojo mi teléfono para buscárselo porque, ¿por qué no? Mejor
disfrutar de la vergüenza al máximo.
Pone una mano sobre la mía. —No necesito verlo. — Se pasa una
mano por la barba y me entran ganas de tocarla. ¿Es áspera o suave?
— ¿Así que para eso estás creando una página web? ¿Esto de las
princesas fiesteras?
Me muerdo el labio y niego. Y entonces se lo cuento todo. Sobre
cómo he querido planear bodas desde que era pequeña, lo importante
que es que una mujer tenga su día especial.
— ¿Y qué tiene que ver todo eso con estar aquí en Saddle Ridge?
— pregunta.
—La idea es utilizar el terreno de una forma polivalente. Supongo
que cuando tenga los fondos, podré arreglar la cabaña para que sea
un poco más de mi estilo. Pero lo que quiero hacer es construir el lugar
perfecto para una boda.
— ¿Aquí arriba? ¿En el terreno contiguo al mío? — pregunta.
—Sí. Hay mucho espacio. Y tengo tantas ideas para incorporar
bodas al aire libre o en interiores con vistas. Es precioso aquí arriba
cuando tienes los ángulos adecuados. Y puedo ayudar a mi hermana
con su viñedo sirviendo solo sus vinos en mis bodas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Se pone de pie, inclinándose lejos de la encimera. —Parece que
lo tienes todo pensado. — dice.
—No, no exactamente, pero tengo un plan y los pasos a seguir
para conseguirlo.
Se dirige a la puerta principal. —Tengo que ir a ver cómo está el
rebaño.
— ¿Cabras?— pregunto, incapaz de reprimir el escalofrío que me
recorre.
—Sí. ¿Quieres venir a conocerlas?
Sacudo la cabeza. —No, gracias. He tenido suficientes traumas
con cabras para toda la vida.
—No, pastelito, no has conocido a las cabras adecuadas. —
Entonces sale y me deja sola en su cabaña.
Cierro el portátil y me dirijo al dormitorio. Aprovecho la ducha
para quitarme el estrés de hoy.
Después de ducharme, hidrato cada centímetro de mi piel antes
de empezar la ardua tarea de acondicionarme el pelo. Esta es la parte
más larga de mi rutina nocturna porque tengo que acondicionar mis
rizos negros súper ajustados a una pulgada de su vida. Luego me lo
recojo en forma de piña y lo remato con mi gorro de satén con lunares
amarillos y morados. No voy a mentir, soy un poco elegante.
Pero una cosa que mi mamá siempre me enseñó fue a cuidar
bien mi cuerpo. Eso siempre significaba mucha hidratación. El pelo
birracial es tan diferente como los copos de nieve. No hay ninguno de
nosotros que sea exactamente igual.
Termino en el baño, dejando todos los frascos de acondicionador
y aceites a un lado del tocador. Luego vuelvo al dormitorio. Escucho
en la puerta por si Linc ha vuelto, pero solo hay silencio.

***
Transcurrido un tiempo inconmensurable, me doy la vuelta por
enésima vez. No consigo dormir. No sé si es porque estoy en un lugar

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


desconocido o por la emoción y el estrés del día. Deslizo las piernas
fuera de la cama y mis pies desnudos tocan el suelo de madera.
Quizá un vaso de agua me ayude. Podría tomarme un par de
pastillas para la alergia, pero odio depender de eso.
Salgo del dormitorio y voy a la cocina. Las luces de la cabaña
están apagadas, excepto la de debajo de la puerta del otro dormitorio.
Su habitación. Supongo que sigue despierto. A menos que sea un
bicho raro y duerma con las luces encendidas.
Me dirijo a la cocina, me sirvo un vaso de agua y vuelvo a la
cama. Intento pasar por delante de su puerta, pero no puedo. En lugar
de eso, pongo la mano en el pomo y lo giro suavemente, abriendo la
puerta a duras penas.
Pero no es un dormitorio. De la habitación sale un claro olor a
heno y a animal.
—Puedes entrar hasta el fondo, solo cierra la puerta. — dice Linc.
Así que lo hago. La cierro detrás de mí y me quedo dentro de la
habitación con él. Y una cabra bebé.
—Ven, Natalie. Te presento a Baby. — me dice. Está dando el
biberón a la cabrita.
Me acerco. — ¿No dejarás que me haga daño?
—Ahh, pastelito, ella no va a hacerte daño. Es tan gentil y dulce.
— ¿Por qué está aquí en vez de ahí afuera con el resto?—
Pregunto. Hay una jaula en la esquina de la habitación; parece un
cajón grande para perros.
—Cuando nació era la enana, más pequeña de lo normal, y la
pisotearon un par de veces. Los otros pequeños la empujaban para
que no pudiera mamar. Así que la traje aquí. — Levanta un gran
hombro encogiéndose de hombros. —He tenido que hacerlo antes con
otras. Cuando crezca un poco, podrá unirse al resto.
Mientras habla, me muevo a su lado y bajo al suelo para
sentarme. Nuestras rodillas no se tocan, pero puedo sentir su calor a
través de la tela vaquera de sus piernas y el aire que nos separa.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me inclino y miro a Baby. —No es un nombre muy creativo. — le
digo.
Se ríe entre dientes. —Probablemente no, pero de algún modo le
queda bien.
Ella —Baby— es marrón y blanca, con unos cuernitos
diminutos. Es chismosa mientras chupa el biberón.
Me señala con la cabeza. — ¿Qué llevas puesto?
Me acaricio el satén que cubre mi pelo. —Una redecilla. Evita
que mi pelo se enrede y se encrespe y permite que la humedad se fije.
Sigue mirándome, aunque su mirada verde ha bajado hasta mi
hombro.
— ¿Nunca habías visto una? — le pregunto.
Niega. —No, pero está claro que funciona. Tu pelo es precioso.
— Traga saliva visiblemente.
No sé a quién sorprende más su cumplido, si a él o a mí.
—Sabes, he oído a la gente del pueblo hablar de lo gruñón que
eres todo el tiempo. — Le sonrío porque no puedo evitarlo. Es un
hombre hermoso, con esos ojos verdes y la boca perfecta enmarcada
por esa barba salvaje. Solo con mirarlo se me acelera el corazón. —
Pero conozco tu secreto.
— ¿Cuál? — pregunta. Deja a Baby en el suelo y ella da unos
pasos tambaleándose, pero luego gira en círculo y se tumba con la
cabecita apoyada en su rodilla.
Y... estoy segura de que acabo de ovular.
—Vaya, mírate. Gran gruñón que asusta a todo el mundo en el
pueblo, pero luego se escabulle a casa para alimentar a mano a la
enana de la camada.
Levanta un hombro encogiéndose de hombros. —Las cabras son
fáciles, y no juzgan como las personas. — Otro pequeño encogimiento
de hombros. —Es imposible decepcionarlas. — Rasca a Baby entre sus
pequeños cuernos. —Las cabras no tienen normas imposibles que
esperan que cumplas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Quiero preguntarle más. Entrometerme en su vida y averiguar a
quién cree que ha decepcionado, pero no es el momento adecuado, así
que simplemente asiento. —Es justo. Pero, ¿y yo?
— ¿Qué hay de ti?
—Has sido amable conmigo y apenas gruñón. Y no fui muy
amable contigo cuando nos conocimos. Ni en la cafetería. — Me
muerdo el labio. —Siento todo eso.
—No importa.
—Sí importa. Eres un buen tipo, Lincoln, ¿verdad? Un tipo muy
bueno.
Su mandíbula se tensa y aparta la mirada de mí. ¿Le da
vergüenza? Me acerco más a él.
Me mira y sus ojos se posan en mis labios. Pienso que es una
muy buena idea. No me importa si acabo de conocer a este chico, ¡voy
a besarlo!
Me inclino hacia delante y se me cierran los ojos. Mi boca
encuentra resistencia en forma de dedo.
—No creo que sea buena idea. — dice.
El bochorno y la vergüenza me recorren el cuerpo y me aparto.
—Deberías dormir un poco. — me dice. —Ah, y mañana tengo a
los chicos para jugar al póquer. ¿Puedes esfumarte?
—Claro. —Trago saliva, sin saber qué pensar de este repentino
límite que ha puesto en nuestra relación... pero esto no es una
relación, ¿verdad? Es solo un trato que hicimos porque ahora somos
vecinos y sus cabras se comieron mi WiFi por accidente. Y, sí, es un
tipo mucho más agradable de lo que la mayoría de la gente piensa. Es
el tipo de persona que da de comer a la más pequeña de la camada en
mitad de la noche y acoge a mujeres sin internet.
Y luego les impide con delicadeza que coqueteen con él cuando
se hacen una idea equivocada.
Suspiro y me pongo en pie, odiando la idea de que me vea como
poco más que una débil cabrita.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Pero sé que soy más que eso. Sé lo que valgo y las miles de cosas
en las que destaco.
Me detengo en la puerta y me giro hacia él. —Puedo prepararles
comida. Como agradecimiento por dejar que me quede aquí.
—Claro. Lo que sea. Nueces y cerveza está bien.
Asiento. Nueces y cerveza puede estar bien para sus estándares,
pero puedo hacer algo mejor que eso. Es lo menos que puedo hacer
para agradecerle su hospitalidad.
No me doy cuenta de otra cosa hasta que me acurruco entre las
mantas. Si la otra puerta de este pasillo conduce a la habitación de la
cabrita, entonces esta habitación en la que me estoy quedando no es
la habitación de invitados. Es el dormitorio principal. Lo que significa
que me la ha cedido.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 4
LINCOLN

Yo: trató de besarme anoche. La detuve.

Forest: ¿Qué te pasa?

Yo: No puedo darle lo que necesita.

Forest: ¿Tu polla no funciona?

Yo: Vete a la mierda.

Yo: Ella quiere todo el cuento de hadas. Sabes que no puedo hacer esa mierda.

Forest: ¿Por qué no la follas y ya está?

¿Por qué no puedo follarla? Porque de alguna manera sé que esta


se va a quedar. Va a ser como un abrojo pegajoso que recoges
caminando por la maleza y va a meter sus bracitos en tu ropa para
que no puedas desprenderte de ella.
Cuando ya no esté en mi casa, estará al lado. La veré, entonces
recordaré cómo son sus curvas regordetas sin nada más que mi sudor
y mis mordiscos de amor cubriéndola. La querré para siempre. De
alguna manera, lo sé en mis entrañas sin tocarla.
Igual que sé que ella no me querrá para siempre.
Aunque piense que me quiere ahora, esos sentimientos no
durarán.
Algún día, encontrará a su príncipe de cuento de hadas y estará
enamorada y él será quien cuide de su cuerpo y su corazón. Así que
no, no puedo follarla y ya está.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Yo: No funcionará con ella.

Forest: ¿Cómo lo sabes?

Yo: Simplemente lo sé.

Forest: Parece que tal vez puedas ofrecerle lo que necesita.

Yo: No lo entiendes, hombre. Ella es especial. Pero está acostumbrada a las


cosas buenas de la vida. Deberías ver su maldito equipaje.

Yo: Aunque pudiera permitirme maletas así, no las compraría porque son feas
como la mierda.

Forest: Entonces, ¿no vas a seguir con ella, sabiendo que es especial, porque
tiene bolsos de diseño?

Yo: Me haces parecer un idiota

Forest: Si los zapatos te quedan bien.

Yo: ¿Por qué hablo contigo?

Forest: Porque tengo el puto cuento de hadas. Yo sé cosas.

Forest: ¿Crees que soy romántico con Lily? No le escribo notas de amor ni le
doy serenatas bajo las estrellas.

Yo: Literalmente se enamoraron escribiéndose cartas.

Forest: Eso es diferente y no eran cartas de amor.

Forest: Lo que quiero decir es que lo que estás equiparando con el romance
puede que no sea lo que ella está buscando. Tal vez solo necesites intentarlo.

Yo: ¿Como hizo mi papá?

Forest: Tus padres no eran el uno para el otro. Lo que pasó con ellos no pasará
contigo.

Yo: Eso no lo puedes saber. Amarla a ella lo llevó a una tumba prematura. No
es una buena señal para ser felices para siempre.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me he pasado el día evitándola porque es una tentación andante.
Tuve la fuerza de alejarla una vez, no creo que pueda hacerlo de nuevo.
Echo otro vistazo a la puerta cerrada de mi habitación. Natalie
está ahí detrás y dice que no interrumpirá el juego. Ni siquiera es que
no le crea. Pero no quiero que los demás vean lo hermosa que es.
Sé que antes fue a la tienda de comestibles y me echó de la
cocina mientras preparaba todo. No estoy muy seguro de lo que eso
significa, porque pedí cerveza, frutos secos y quizá papas fritas. Pero
hay bandejas cubiertas de papel de aluminio en mi nevera y la cerveza
es una puta vergüenza. Una IPA de Vermont.
Sacudo la cabeza y termino de colocar las cartas y las fichas de
póquer sobre la mesa. Los chicos empiezan a llegar y no hace falta
llamar porque saben que la puerta principal no estará cerrada.
Cain, mi vecino más cercano y mi mejor amigo fuera de Forest,
es el primero en llegar. No es raro. Ha tenido la custodia “temporal” de
su hermanastra de once años, Sasha. Así que cuando llega el
momento, suele estar listo para un descanso.
—Oye, hombre. — dice, dirigiéndose a la nevera.
Estoy a punto de contarle toda la debacle de la cerveza cuando
llegan los otros chicos, Grayson y Landry. Son hermanos, lo que se
nota si estás cerca de ellos más de un minuto, porque esos dos pueden
discutir literalmente por cualquier cosa.
—Eres un puto idiota. — dice Landry cuando entran por la
puerta.
—Será mejor que te muerdas la lengua, chico, porque puedo y
voy a patearte el culo. — dice Grayson.
—Linc, ¿qué pasa con esta cerveza?— Cain levanta una de las
botellas de la nevera.
Landry se acerca corriendo y le coge la botella a Cain. —Es una
IPA. — dice Landry mirándome.
— ¿Qué demonios, hombre?— pregunta Grayson acercándose a
la nevera.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me froto la mano contra la nuca. Pero antes de que pueda
responder e intentar explicarme, los chicos sacan las fuentes
envueltas en papel de aluminio y las ponen sobre la encimera.
Quitan el papel de aluminio y se quedan mirando los platos,
luego me miran, todo al unísono, como si lo hubieran ensayado.
Respiro lentamente.
— ¿Nuevo hobby?— pregunta Cain.
Joder. — ¡Natalie!— grito por encima del hombro.
— ¿Tienes una chica aquí?— Pregunta Landry.
—Es la sobrina del viejo Carson y se va a quedar aquí un par de
días. — le explico.
Pero entonces sale vestida con unos pantalones de yoga que se
amoldan a sus curvas y una especie de camiseta suelta con un solo
hombro que lleva un gran I HEART the 80’s.
— Maldita sea, ¿cuánto tiempo llevas escondiéndola en tu
habitación?— Grayson pregunta.
—Muéstrale un poco de puto respeto. — ladro. Luego me giro
hacia ella.
Su mirada se desvía hacia los mostradores y sonríe
ampliamente. Algo en esa sonrisa parece hacer que sus pecas sean
más pronunciadas. Parece tan joven e inocente y tan condenadamente
hermosa. Tengo unas ganas locas de acercarla a mi pecho y abrazarla.
No abrazo a la gente. Así que no sé qué demonios está pasando.
Todo es porque casi me besó anoche. Lo que me recuerda que soy el
idiota que impidió que me besara.
—Encontraste las tablas de embutidos. — dice. —Bueno, en este
caso, no son realmente tablas y más como bandejas de embutidos. En
la tienda no tenían una buena selección de tablas o bandejas de
madera para cortar.
—Puedo hacerte unas. — dice Caín.
Lo fulmino con la mirada porque, ¿qué demonios...?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Apenas mira en su dirección, ya que sus ojos están clavados en
mi cara. Su labio tiembla un poco, un movimiento tan pequeño que si
no la hubiera estado mirando en el momento justo, me lo habría
perdido.
— ¿He hecho algo mal? — pregunta en un susurro tenso.
—No, pastelito, todo está perfecto. Solo somos unos montañeses
tontos y necesitamos que nos expliques algunas cosas. — le digo.
Se anima y se acerca al mostrador. —Esta es la tabla de salados.
Una selección de especialidades de carnes y quesos con frutos secos y
algunos crudos.
— ¿Crudos qué?— pregunta Landry.
—Verduras cortadas. — digo, señalando los pimientos y el apio
perfectamente cortados.
Todos me miran sorprendidos. — ¿Qué? He visto el canal de
cocina.
—Esta es la tabla de postres, que tiene frutas y chocolates y
delicias del tamaño de un bocado. — explica.
Ella es una jodida delicia del tamaño de un bocado. Joder, nunca
he deseado a una mujer como la deseo a ella. Vuelve a la nevera y se
agacha, y juro por Dios que los cuatro hijos de puta peludos gemimos.
Les lanzo miradas fulminantes a mis amigos porque seguro que no
tienen por qué estar mirándola.
Cuando se da la vuelta, tiene dos cuencos cubiertos en las
manos. —Son solo salsas.
—Tú compraste la cerveza. — dice Cain.
Ella se anima. —Sí, la compré. Se supone que tiene mucho
lúpulo.
— ¿Qué mierda?— Grayson murmura a su hermano.
Tengo que sacarla de aquí antes de que uno de ellos la toque. O
diga algo grosero que la haga llorar. No soy ese tipo al que
normalmente le importa una mierda, pero con esta mujer, podría
patear algunos culos. Ni siquiera importará si estos tipos son mis
amigos.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Solo hagan sus platos. — gruño y agarro el brazo de Natalie.
Su suave piel está caliente bajo mi palma, pero la saco de la cocina.
— ¿Vamos a usar platos?— pregunta Landry.
—Intenta fingir que no te han criado lobos salvajes. — ladro.
El pequeño diamante de la nariz de Natalie me guiña un ojo. Sus
ojos marrones se levantan, mirándome. Joder, solo quiero empujarla
contra la pared, apretar mi cuerpo contra el suyo y besarla.
Permítanme que me tome un momento para explicar que, aparte
de anoche, no he querido besar a una mujer desde que tenía
probablemente catorce años. E incluso entonces, era solo una excusa
para agarrarle una teta. Me gusta el sexo, no lo he tenido en mucho
maldito tiempo, pero la liberación física es todo lo que siempre me ha
interesado.
Pero maldita sea si no quiero besarla. Suave y gentil. Duro y
exigente. Y todo lo demás. Quiero el beso de anoche. Quiero un beso
ahora. Joder, quiero todos sus besos.
Doy un paso atrás, soltando su brazo, porque esto no es normal
para mí.
—Gracias por explicármelo todo. — Luego me quedo en silencio,
esperando que se vaya a esconder a mi habitación. Necesito separarme
de sus curvas y de esa boca que pide mis besos.
Me hace un pequeño gesto con la cabeza y desaparece en mi
habitación. Me siento como si acabara de darle una patada a un
cachorro.
Vuelvo al salón y me encuentro a mis amigos sentados a la mesa
de póquer, con los platos en la mano y todos los ojos puestos en mí.
— ¿Qué?
— ¿Pastelito?— pregunta Grayson con una ceja levantada.
—Le has dado las gracias. — dice Cain.
—Es la sobrina de Charlie. Solo estoy siendo amable. — digo.
— ¿Amable?— pregunta Landry. —No creía que supieras hacer
eso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Que te jodan. — digo.
— ¿Lo ves?— Landry levanta las manos como mostrando una
prueba.
— ¿A qué viene ese apodo tan lindo?— pregunta Grayson.
Miro fijamente a los chicos y estoy seguro de que no les voy a
decir la verdad. Esta mañana le he echado un vistazo a su culo
regordete con esos pantalones cortos y solo he podido pensar en darle
un mordisco a ese pastel.
Me encojo de hombros. —Es bajita. No es para tanto.
Se turnan para intercambiar miradas y luego vuelven a mirarme.
— ¿Vamos a jugar o qué?
—Su comida es buena. — dice Caín.
Y finalmente pasamos al juego.
Mi mente está firmemente atascada en mi habitación y en la
diosa con curvas que está durmiendo en mi cama. No de la forma que
yo quiero. O mejor dicho, no de la forma que mi polla quiere. No la
quiero. Aparte de físicamente. No me gustan las relaciones y ella es
una chica de relaciones con R mayúscula.
Jugamos varias rondas y entonces Landry y Grayson se
enzarzan por una oscura regla que a nadie le importa una mierda.
Pero se pelean y se gritan.
Siento la presencia de Natalie antes de verla. Probablemente
porque está justo detrás de mí silla.
—Siento interrumpir. — dice.
Todos mis amigos la miran.
—Buena comida. — dice Landry.
Estúpido hijo de puta.
—Gracias. — dice ella con una ligera risa. Luego se acerca a la
silla de Cain. —Creí reconocerte antes, pero no pude ubicarte. Luego
dijiste algo de hacerme tablas de embutidos y no sumé dos más dos
hasta que volví a la habitación a mirar el móvil. Sé que para ti la fama

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


en Internet solo trae atención positiva, pero ¿cómo manejas ser el
Shirtless_Lumbersnack cuando estás en público?
Cain se inclina sobre su cuerpo para encontrarse con mi mirada.
— ¿De qué está hablando?
—Ni idea. Pastelito, aquí nadie es famoso en internet. Estos
cabrones ni siquiera saben usar las redes sociales.
—Yo tengo esa aplicación para ligar. — dice Landry.
Todos lo ignoramos.
Natalie niega. —No, él es el Shirtless_Lumbersnack. — Señala a
Cain. Luego mira su teléfono y me lo entrega.
Su pequeño teléfono, protegido por una funda con joyas
incrustadas, parece un maldito juguete en mi enorme palma. Pero
miro fijamente la pantalla y presiono en uno de los vídeos. Desde
luego, se parece a Cain.
Empieza el vídeo y suena música mientras él trabaja en una de
sus obras. De hecho, no lleva camiseta y está cortando un enorme
trozo de madera.
—Oh, mierda. Hombre, dime que no eres tú. — digo, y le paso el
teléfono a Cain.
Baja la mirada e inmediatamente empieza a maldecir. Su dedo
se clava en su pantalla, iniciando un vídeo tras otro.
—Voy a matarla. — murmura.
—Tienes un montón de seguidores pidiéndote que abras una
página de pago solo para fans. — dice Natalie.
— ¿Qué es eso?— pregunta Grayson.
—Eh, bueno, es algo más que estar sin camiseta. — dice Natalie
encogiéndose de hombros.
—Joder, Cain, nos has estado ocultando cosas. — dice Landry.
Cain golpea el teléfono de Natalie contra la mesa. —Voy a
jodidamente matarla. — Se levanta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Natalie chilla y tomo su mano para tranquilizarla. Cain ni
siquiera habla de ella.
—Recuerda que es solo una niña. — le advierto.
—Una niña que me ha estado grabando vídeos sin que yo lo
supiera. Pequeña mierda. — dice Cain.
— ¿Dónde está ahora mismo? — le pregunto.
—En casa de Grady. Pasando la noche con Taylor. Ahora que
está casado con Jess, Sasha quiere estar ahí todo el tiempo. — dice
Cain. —Lo siento. Nos vemos luego.
—Buenas noches, Lumbersnack. — dice Grayson.
Los pasos de Cain tartamudean, pero no se da la vuelta, solo
sigue adelante hasta que la puerta de mi casa se cierra detrás de él.
—Bueno, ahora tenemos un hombre menos. — dice Landry. —
Querida, ¿por qué no te sientas en el lugar de Cain y juegas con
nosotros?
—No es una buena idea. — digo al mismo tiempo que ella chilla
y se sienta en la silla desocupada de Cain.
A la mierda mi vida.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 5
NATALIE

— ¿A qué jugamos? ¿Cinco cartas? ¿Texas Hold 'Em? ¿Seven


Card Stud?— pregunto.
El tipo de enfrente, Grayson, creo, suelta un silbido bajo.
—Nah, ella es pura palabrería, ¿no es así, querida? — dice el
hombre que está a su lado.
— ¿Podemos dejar de charlar y jugar?— pregunta Linc.
Está mal a muchos niveles, pero hay algo tan atractivo y sexy
cuando se pone brusco y gruñón. No tengo ningún miedo con este
hombre y no se me enciende ninguna luz roja, por así decirlo. Es un
poco espinoso por fuera, pero por dentro es todo dulzura. Algo así
como un dragonfruit.
— ¿De quién es la apuesta?— Landry pregunta.
—Era de Cain.
Linc abre la boca como si fuera a discutir, pero cojo la baraja y
la mezclo. Los tres tipos grandes y barbudos se quedan callados y
quietos mientras trabajo con las cartas en la mano, incluso haciendo
el puente de barajar.
—Maldita mujer, ¿eres un tiburón de cartas y no nos dijiste? —
pregunta Grayson.
Me río. —No. Pero mi familia jugaba mucho a las cartas. Mi
padrastro fue a Las Vegas a jugar y me enseñó a barajar y repartir
para que él y mi madre pudieran practicar.
Siento el peso de la mirada de Linc, pero mantengo los ojos en
las cartas que tengo en la mano.
—Elección del repartidor. — dice finalmente Linc.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Cinco cartas. — digo. Entonces lo reparto. Gano esa mano, lo
que no me sorprende, pero sí a los hombres. Todos están de acuerdo
en que, como estoy jugando con el dinero de Cain (que dejó ahí), les
parece bien.
Las siguientes manos pasan rápidamente. Está claro que llevan
años jugando juntos. Hay un montón de bromas, un montón de
bromas fáciles, y la broma fuera de color ocasional. Para ser un grupo
de tipos con fama de solitarios y gruñones, todos hacen el esfuerzo de
incluirme.
O Linc es un jugador de mierda o está distraído, porque pierde
más a menudo de lo que gana y pronto se queda con pocas fichas. Si
el ceño fruncido cada vez que uno de los otros chicos me habla es una
indicación, supongo que está distraído. Si no lo supiera, diría que está
celoso.
Solo ese pensamiento es suficiente para hacer que el corazón lata
más rápido.
—Hombre, tienes que centrarte en el juego. — bromea Grayson,
dándole un codazo a Linc.
Linc frunce el ceño. —Cierra el pico.
—En serio, te has pasado todas las manos.
—A lo mejor solo tiene cartas de mierda. — digo
diplomáticamente.
Landry resopla. —No es probable. No tantas manos seguidas.
—Bien. — dice Linc, empujando sus últimas fichas al centro de
la mesa. —Voy con todo.
Grayson y Landry se retiran con una sonrisa, dejándonos a Linc
y a mí solos en el juego.
Miro mi full y sonrío. —Veo tu apuesta y te subiría, pero como
vas con todo, supongo que seguiremos con esto. — Levanto una ceja.
— ¿Qué va a ser? ¿Te vas a retirar? ¿O tienes algo más que ofrecer?
Oigo una leve risita de Grayson, pero ni siquiera lo miro porque
estoy demasiado ocupada sosteniendo la mirada de Linc. Intentando
tomarle la medida.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Hay un segundo en el que se limita a mirarme. Su mirada baja
hasta mi boca y luego vuelve a la mía. Mi ritmo cardíaco se dispara,
porque prácticamente puedo oír sus pensamientos. Quiere ganar esta
vez.
Y quiere besarme, estoy segura. ¿Pero lo echará todo a perder?
Cómo me gustaría que lo hiciera.
En lugar de eso, echa la silla hacia atrás. —Me retiro. Y creo que
hemos terminado. — Se levanta. —Tengo que ir a ver a Baby.
Antes de que podamos protestar, se marcha.
Los chicos recogen sus cosas, elogiando los aperitivos y mis
habilidades con el póquer mientras se marchan.
Espero un rato, limpiando despacio por si Linc vuelve a entrar.
Cuando no lo hace, vuelvo al dormitorio.
Antes de meterme del todo en la cama, voy a la cocina por un
vaso de agua. La casa vuelve a estar en silencio y supongo que Linc
sigue en la habitación con Baby. Esta noche no lo interrumpo. Pero
cuando vuelvo por el pasillo, casi chocamos. Acaba de salir del baño
del pasillo y no lleva camisa con esos vaqueros desgastados.
Trago saliva con cuidado de no ahogarme con mi propia lengua,
¡porque vaya músculos! Trazo visualmente cada línea nervuda de su
torso y tiene suerte de que solo lo haga con los ojos porque,
francamente, quiero trazarlas con las manos. O con los labios.
Me obligo a mirarlo a la cara y veo que me ha estado estudiando
con la misma intensidad que yo a él.
Y no es solo intensidad... es algo más. Algo oscuro y desesperado.
Anoche estaba segura de que no le interesaba de esa manera,
pero hoy no ha podido apartar los ojos de mí. Y durante la partida de
póquer... Maldita sea. Estaba tan segura...
—Pensé que ibas a pedirme un beso si ganabas la última ronda.
— le digo.
— ¿Por qué iba a hacer eso?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


¿Por qué? Tal vez estoy leyendo mal a este hombre, pero veo la
forma en que me mira. Y siento la atracción hacia él como una polilla
proverbial volando directamente hacia esa llama.
Está observando todos mis movimientos. Su mirada recorre las
líneas de mi pijama con tanto cuidado que juraría que está
comprobando si hay roturas en las costuras.
— ¿Algún problema?— Le pregunto.
—No puedes llevar esa mierda cerca de mí. — dice. Se pasa una
mano por la cara.
— ¿Y eso por qué?— Doy un paso más hacia él y no hay mucho
espacio para empezar en este pasillo. Paso el dedo por el ribete verde
de mi camisa de dormir hasta que la uña casi se me mete en el escote.
— ¿Te distrae demasiado?
—Creía que habíamos acordado que besarnos o lo que fuera no
era buena idea. Vamos a ser jodidamente vecinos. — dice.
Su voz suena casi dolida, y no voy a mentir, estoy disfrutando
totalmente con esto.
—No, Lincoln, TÚ dijiste que no querías besarme. Pero creo que
es mentira. Creo que quieres besarme y hacer aún más.
—No puedes vestirte así.
Extiendo los brazos y doy una pequeña vuelta porque sé que me
queda bien el culo con estos diminutos pantalones cortos de dormir.
—Parece que sí puedo vestirme así.
Cuando vuelvo a mirarlo, tiene la mandíbula tan tensa que me
preocupa que se rompa un diente.
— ¿Qué tal si hacemos una pequeña apuesta amistosa? —
sugiero.
— ¿Qué tipo de apuesta? — pregunta con un tono grave y
profundo.
—Creo que te vas a romper. Creo que vas a tener que reconocer
que hay algo entre nosotros. Podríamos estar acostándonos ahora
mismo, Linc. Piénsalo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No puedo. No puedo pensar jodidamente en eso.
—Mentiroso. Ya lo has pensado, ¿verdad?
—Eso ni siquiera importa. — suelta. —La verdad es que tú y yo
no nos llevamos bien. Es como el ratón de campo y el ratón de ciudad.
No puedo darte lo que quieres y, francamente, no quiero. Me gusta mi
vida sencilla aquí en esta montaña. Me gustan mis cabras. Me gusta
la comida sencilla de póquer sin nombres rimbombantes.
Hago una mueca ante esto último porque sé que disfrutaron
legítimamente de mis tablas de aperitivos.
—Quieres romance y todo el cuento de hadas. Yo no sé hacer
nada de eso.
Le clavo un dedo en el pecho. —Sabes que no pedí nada de eso.
Pensé que compartíamos un momento e iba a besarte, pero si no
quieres eso, si no me deseas, está bien.
—Nunca dije que no te deseara, pastelito.
Pongo los ojos en blanco.
Me tiende la mano. —Acepto tu apuesta.
— ¿Cuáles son las condiciones?— Le pregunto.
—A ver si me rompo antes de que sea hora de que vuelvas a la
cabaña de tu tío.
Cruzo los brazos sobre el pecho. — ¿Si gano?
—Los chicos y yo haremos las reformas en tu cabaña, tú solo
pagas los materiales.
Joder, eso sí que es ganar. — ¿Y si pierdo?— Pregunto.
—No lo he decidido, pero te lo diré mañana. — Luego gira sobre
sus talones y se marcha.

Yo: ¡OMD! No te vas a creer lo que ha pasado esta noche.

Brook: ¿Más cabras?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Yo: No eres graciosa. Quiero decir que tiene una en su casa, pero eso es otra
historia.

Yo: No, cuatro-cuéntalos-cuatro grandes y barbudos montañeses vinieron a


una partida de póquer. En serio, era como un calendario pin-up.

Yo: Oh, o una convención de modelos de portadas de novelas románticas.

Brook: No creo que eso exista.

Yo: Pues debería.

Brook: ¿Por qué no me sacaste fotos?

Yo: Porque sería raro.

Brook: ¿Más raro que tú durmiendo en la cama de este hombre mientras él


duerme en su sofá?

Yo: Nunca debí contarte todo eso.

Brook: Tonterías. Me lo cuentas todo.

Yo: Bueno, puedo decirte que uno de los tipos no era otro que
Shirtless_Lumbersnack.

Brook: ¡Cállate ahora mismo!

Yo: No lo haré porque estaba ahí, sentado a la mesa. No sin camiseta, pero
claramente disfrutando de mis habilidades con las tablas de embutidos.

Brook: No hay tanto calor aquí en el oeste de Texas.

Brook: Ahora dime cuando vas a hacer un movimiento porque puedo decir
que te gusta. Mucho.

Yo: No te equivocas. Hice un movimiento. Anoche, de hecho.

Brook: ¿Por qué no me lo dijiste antes cuando hablamos?

Yo: No lo sé. Supongo que todavía estoy intentando entenderlo todo.

Brook: Explícate.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Yo: Intenté besarlo y me lo impidió.

Brook: ¿Crees que es gay?

Yo: Definitivamente no. Estoy bastante segura de que se siente atraído por mí,
pero se resiste porque está claro que tiene una idea equivocada de mí.

Brook: ¿Cuál es?

Yo: Que soy una chica de ciudad que necesita champán y velas.

Brook: ¿Le has dicho que odias vivir en la ciudad?

Yo: No. La verdad es que no he tenido ocasión.

Brook: ¿Le has dicho que pasabas la mayor parte de los veranos con tu tío para
poder estar entre los árboles y en el campo?

Yo: No. Aún no hemos tenido ocasión de intercambiar anécdotas de la infancia.

Brook: Te cae bien.

Yo: Mucho. Es raro, porque acabamos de conocernos, pero me siento muy a


gusto con él. Tan tranquilo y pacífico.

Yo: Es difícil de explicar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 6
LINCOLN

Las tres últimas mañanas me he levantado a una hora


ridículamente temprana para poder colarme en mi dormitorio y
ducharme. La ducha del cuarto de baño del pasillo es demasiado corta
para que pueda estar de pie debajo de ella. Por suerte, Natalie duerme
profundamente y no me ha oído entrar en el dormitorio ni en el cuarto
de baño.
El agua caliente me golpea la espalda mientras permanezco de
pie con los ojos cerrados. Mi polla está dura y dolorida, implorando mi
atención. Todas las mañanas pasa lo mismo cuando ella duerme en
mi cama. Me despierto con un tubo de acero entre las piernas.
Todavía no he tomado las riendas. No he querido darme ese
capricho con ella durmiendo tan cerca. Sobre todo porque es ella la
que me ha puesto así. Es la forma en que su aroma floral ha
impregnado el aire de mi cabaña. La visión de su sujetador negro de
encaje colgado de un toallero en mi cuarto de baño. La forma en que
sus ojos marrones se volvieron casi negros anoche en el pasillo
mientras me retaba a aceptar una apuesta.
Su descaro me llama como una maldita sirena. Lo único que
quiero es ceder. Pero ella no se va a quedar en esta ciudad. Está
destinada a cosas más grandes y mejores que yo. Construirá ese lugar
mágico para bodas en la propiedad de Charlie, y luego se irá.
O peor aún, se quedará ahí con cualquier hombre que haya
capturado su corazón.
—Joder. — murmuro.
Envuelvo mi puño alrededor de la gruesa raíz de mi polla,
apretando al principio. Luego no puedo evitarlo. Dejo que mi mente la
imagine tal como estaba anoche. Con esa diminuta camisa de tirantes
y sus gloriosas tetas luchando por liberarse. Y esos pantaloncitos de
dormir, los que dejaban ver la curva de su culo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


En mi mente le digo que se joda esa apuesta, luego la empujo
contra la pared y fundo mis labios con los suyos. La beso con hambre,
deslizando mi lengua contra la suya mientras levanto sus piernas
alrededor de mi cintura y froto mi polla sobre su coño caliente.
Muevo la mano más deprisa mientras la fantasía se reproduce
en mi cabeza. Abro los ojos y me doy cuenta de que la puerta del baño
ya no está cerrada y Natalie está ahí de pie, con los ojos clavados en
mi mano. Mis caricias se ralentizan, pero no me detengo. No puedo
parar.
Sus pezones chocan contra su camisa de tirantes.
—Mete la mano en las bragas, pastelito. — le ordeno.
Sus labios se separan, pero nunca aparta la mirada de mi polla.
Hace lo que le ordeno y desliza su mano dentro de sus pantalones
cortos de dormir.
Lo sé en cuanto roza su clítoris, porque su cuerpo se estremece
ligeramente.
— ¿Estás mojada? —le pregunto.
—Muy mojada. — jadea.
—Enséñamelo.
Retira la mano y levanta los dedos, brillantes y resbaladizos.
Ojalá estuviera más cerca para poder lamerle los dedos.
—Hazte correr. — le digo.
Se acerca unos pasos, tanto que puede apoyar el pie en el
tocador. Su mano vuelve a desaparecer dentro de sus pantalones
cortos. Grita. Es como un relámpago en mi espalda.
Acelero mis movimientos, agarro la polla con fuerza y retuerzo la
mano en la punta.
— ¿Te gusta verme masturbarme, pastelito?
—Sí. Es tan excitante. Eres tan caliente.
— ¿Te estás acercando?— le pregunto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Asiente. Su otra mano sube y le aprieta la teta por encima de la
camisa. Se pellizca el pezón.
—Oh Dios, Lincoln.
Joder, me encanta cuando usa mi nombre completo. Nunca me
ha gustado especialmente mi nombre, siempre he preferido que la
gente use la versión abreviada. Pero Lincoln en sus labios suena
perfecto.
—Necesito que estés ahí, Natalie. ¡Joder!— El primer hilo de
semen sale disparado hacia la pared de la ducha.
—Me corro. — grita Natalie. Tiene la boca abierta y su mirada
sigue clavada en mí. Pero no en mi polla, esta vez me mira
directamente a los ojos.
Nos corremos juntos y es el momento más intenso e íntimo de
mi vida.
Pero todo se viene abajo cuando suena mi teléfono. Cierro la
ducha, cojo la toalla de la barra y me la pongo alrededor de la cintura
mientras salgo para coger el teléfono de la encimera.

County Hospital. Eso es raro.


— ¿Diga?— Contesto.
—Sí, ¿habla el Sr. Lincoln Adams?
—Es él.
—Tenemos a un Charles Carson que vino de la residencia
asistida Hillside y usted figura como su contacto de emergencia. —
dice la mujer al teléfono.

Miro a Natalie. Vístete, le vocalizo. Abre mucho los ojos, pero se


da la vuelta y entra en mi habitación.
— ¿Qué le pasa?
—Vino con dolores en el pecho. — explica la señora.
—Iré en cuanto pueda. — le digo.
—Gracias.
— ¿Qué ha pasado?— Natalie pregunta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Charlie. Está en el hospital.
Jadea y la atraigo hacia mi pecho, abrazándola.
—Está bien, pastelito. Es un pájaro duro.
— ¿A qué distancia está el hospital? — pregunta.
—A unos treinta minutos, pero puedo llevarnos en veinte.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 7
NATALIE

—Houston no está tan lejos. Debería haber venido más de visita.


— digo, con los ojos fijos en el paisaje montañoso que se ve por la
ventanilla de la camioneta de Linc.
—No hay tiempo para culpas, querida. — dice Linc.
Suelto una carcajada apretada. —Siempre hay tiempo para la
culpa.
Se acerca y me coge la mano. Nuestras palmas chocan y Linc
entrelaza nuestros dedos. Algo cambió entre nosotros en el baño.
Tengo la sensación de que, si no hubieran llamado del hospital,
habríamos acabado juntos en su cama.
Frunzo el ceño. — ¿Por qué te ha llamado el hospital?—
pregunto.
—Soy su contacto de emergencia. — dice Linc. No aparta los ojos
de la carretera, pero me aprieta la mano.
—Probablemente pueda aliviarte de ese deber ahora que estoy
aquí para quedarme.
—No es que sea una carga. Creo que es solo la segunda vez que
han tenido que llamarme.
Estamos en silencio durante unos kilómetros mientras salimos
de Saddle Creek.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? — pregunta.
—Por supuesto. — Giro la cabeza para mirar su perfil. Es tan
guapo que es como una patada en el estómago cada vez que lo veo.
— ¿De verdad piensas quedarte por aquí? Quiero decir, ¿después
de arreglar el terreno de Charlie como quieres para tus elegantes
bodas? Una vez hecho eso, no necesitarías estar aquí. Quiero decir
que puedes alquilar el lugar desde cualquier lugar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Estás tratando de deshacerte de mí?
—Joder, no, pastelito. Simplemente no entiendo por qué alguien
como tú se quedaría aquí.
Tengo una lista de razones, pero primero quiero saber qué
significa ‘alguien como tú’. ¿Quién se cree que soy exactamente? Pero
antes de que pueda formular la pregunta en mi boca, se detiene en el
camino circular frente a las puertas dobles del hospital.
—Entra. Estacionaré y nos veremos ahí.
Asiento, cojo mi bolso y salgo de su camioneta. Después de
encontrar el primer puesto de enfermeras disponible, pregunto por mi
tío.
—Creo que lo acaban de trasladar a una habitación desde
Urgencias. Si toma asiento, averiguaré el número de habitación.
Para cuando tomo asiento, Linc está a mi lado y nos dirigimos al
ascensor que nos llevará a la habitación del tío Charlie. El corazón me
late con fuerza en la garganta y siento que en cualquier momento
podría desmayarme o vomitar.
La gran mano de Linc se acerca a mi espalda y frota círculos
contra mi camiseta. Me tranquiliza de inmediato, algo que no
entiendo. Es como si mi cuerpo lo conociera. Es la única explicación,
porque nunca antes había sentido este tipo de conexión con alguien.
Ni siquiera con gente que conozco desde hace años.
Solo lo necesito cerca y entonces sé que, pase lo que pase, todo
va a ir bien. Me hace preguntarme cómo de diferente habría sido la
debacle del Churro-cabra con este hombre a mi lado. Tal vez nada
habría salido de otra manera. ¿O tal vez habría tenido el valor de hacer
algo diferente? Tal vez ni siquiera habría estado en esa situación.
De alguna manera esa parece ser la respuesta correcta. Si
hubiera estado con Lincoln, habría tomado decisiones diferentes en
Houston. Habría sido más valiente. Les habría dicho que no a esas
locas cuando querían fiestas ridículas y exageradas que no tenían
sentido.
Suena el ascensor y Linc me lleva -con esa fuerte y suave presión
en la espalda- por el pasillo hasta la habitación del tío Charlie.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—He dicho que no quiero la maldita gelatina. — suena la voz
malhumorada de Charlie en el pasillo. —Es viscosa y yo soy un
hombre hecho y derecho. Tráeme pudding.
Me río sin poder evitarlo y me saltan las lágrimas. Cómo quiero
a ese viejo.
Una joven nerviosa vestida con un uniforme gris pálido sale de
su habitación.
Entonces entramos en ella. —Tío Charlie, ¿estás espantando a
la buena gente que intenta ayudarte? — le pregunto.
Sonríe al verme y sus ojos se posan en la mano de Linc, que
sigue apoyada en mi espalda. Charlie arquea ligeramente las cejas.
— ¿Qué te pasa, vejestorio? — pregunta Linc.
—Eso es exactamente lo que me pasaba. Creía que me fallaba el
corazón. Resulta que tenía un montón de gas alrededor del corazón.
— ¿Gas?— Linc repite. — ¿Estás aquí por el gas?
—Linda siempre me dijo que estaba lleno de aire caliente. — dice,
hablando con cariño de su difunta esposa.
— ¿Entonces te pondrás bien? — le pregunto. El alivio me aprieta
y casi me desplomo en la silla junto a la cama de Charlie.
Alarga la mano y sus nudillos nudosos parecen tan pálidos junto
a mi piel morena. Me da una palmadita en la mano. —No te librarás
de mí tan pronto. Además, tengo que quedarme para que ustedes dos
me den algunos nietos. Llevo esperando mucho tiempo. — Nos señala
con la otra mano. — ¿Sabes con qué frecuencia tengo que ver fotos de
los bisnietos de los otros reclusos? Y aquí estoy, sin que aparezca ni
la primera generación.
Él y Linda nunca tuvieron hijos, probablemente por eso
estábamos tan unidos. El tío Charlie me dio el tipo de amor y
estabilidad que no siempre tuve en casa. Primero con mi madre y mi
padre peleándose todo el tiempo. Luego con mi madre y mi padrastro
peleando. Para cuando me fui a la universidad, ella tenía el tercer
esposo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Pero no sé si realmente cree que Linc y yo somos pareja. ¿Se está
volviendo senil? Sé que eso le pasa a la gente cuando llega a la edad
de Charlie.
—Tío Charlie. — empiezo. —No puedes llamar 'reclusos' a los
otros residentes. Además, Linc y yo apenas nos conocemos.
Mi tío agita una mano desdeñosa. —Bah. Cuando se conoce, se
conoce. ¿Por qué crees que todavía no han arreglado Internet en mi
antigua casa? Porque llamé y les dije que no salieran todavía.
Necesitaban tiempo a solas. Tiempo para ver lo que está destinado a
ser.
— ¿Qué demonios?— Linc murmuró en voz baja.
— ¿Cancelaste internet?— Pregunto, sin asimilar del todo lo que
está diciendo.
—Bueno, las cabras masticaron los cables. Ni yo mismo podría
haberlo planeado mejor. — dice Charlie con una risa sibilante.
Linc se ríe detrás de mí. Lo miro y me sonríe.
Antes de que pueda hacer más preguntas, la doctora entra para
ver cómo está Charlie. Nos asegura que está bien y está casi segura
de que los dolores eran por los gases. Pero se lo queda toda la noche
para controlarlo por si acaso.
La doctora saca dos pequeños recipientes de los bolsillos de su
bata blanca. —No le digas a las enfermeras que te los he dado yo. —
dice guiñando un ojo. Luego deja dos vasitos de pudding en la bandeja
que hay sobre la cama.
—Sabía que te gustaba. Gracias, doctora. — dice Charlie.
Visitamos a mi tío durante unas horas más, hasta que termina
el horario de visitas. Luego nos vamos y conducimos en silencio.
Espero a que lleguemos a su casa para hacerle la pregunta que
me ha estado atormentando durante las últimas horas.
Normalmente tendría que ir a ver a Baby inmediatamente, pero
Forest y Lily han venido y se la han llevado a pasar la noche. Lo cual
es estúpidamente adorable que estén cuidando a la cabra de Linc. Lily
es veterinaria de animales grandes, sin duda es útil para su negocio.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Estamos de pie entre su cocina y el salón cuando le pongo la
mano en el brazo. — ¿Qué querías decir con eso? ¿Alguien como yo?
—Eres una maldita estrella fugaz, Natalie. Demasiado brillante
y especial para acabar en un pueblo pequeño viviendo en una cabaña
de montaña.
—Vives en una cabaña de montaña. ¿Cómo puedo ser más
especial?
Se pasa la mano por la cara. —No soy nada especial.
—Lo eres para mí. — Le pongo la mano en el pecho. — ¿Cómo
no lo ves? Toda mi vida he estado inquieta e intranquila. Insegura de
dónde encajo en este gran mundo. Nada tiene sentido para mí. Pero
tú me centras de una forma que no sabía que fuera posible. He
probado la medicación, la meditación, la visualización, el yoga de la
ira, lo que sea, lo he probado. Quizá lo que necesitaba desde el
principio eras tú.
Es mucho admitirlo, pero aunque él no sienta lo mismo, sé que
me arrepentiré de no habérselo dicho.
—Todo el romance y las cosas lujosas, no puedo dártelo. Los
hombres como yo no estamos hechos para ese tipo de relación. Mis
padres lo intentaron. Mi padre amaba a mi madre ferozmente, pero
aun así no podía darle lo que ella necesitaba. Así que nos dejó
Pastelito. Si te tuviera, si realmente te tuviera, me destruiría perderte.
Estaría vacío. Vacío.
— ¿Así que es mejor ni siquiera intentarlo?— le pregunto.
Asiente.
—Pura mierda, Lincoln.
Sus fosas nasales se ensanchan mientras se queda quieto.
—Nunca he dicho que necesitara un romance, ni siquiera que lo
quisiera. Eso lo has dicho tú.
— ¿Y qué hay de planear esas bodas perfectas y ser una princesa
de las fiestas y todas tus cosas de diseñadora?
— ¿Qué pasa con ellas? Si necesito cosas de diseño, puedo
comprármelas yo misma. Lo que necesito —no, lo que quiero— es

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


alguien dispuesto a comprometerse a amarme. No solo por un día o
un año, sino para siempre. Solo voy a hacer esto una vez. Si estás
dispuesto a hacer ese tipo de compromiso, entonces...
Entonces me aprieta contra la pared y me saca la frase de la
boca.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 8
LINCOLN

No puedo besarla lo suficientemente fuerte. Lo suficientemente


profundo. Quiero consumir su boca. Su cuerpo entero.
—No soy tu mamá. — susurra contra mi oído mientras beso su
garganta.
—Joder, espero que no. — le digo.
—No, me refiero a lo que dijiste sobre cómo se fue porque esta
vida no era suficiente para ella. Ese era su problema. No tenía nada
que ver contigo o con tu padre.
Le sostengo la cara y la miro fijamente a los ojos. —Quiero, no,
voy a amarte para siempre. Ya lo sé en el alma.
— ¿Estás renunciando oficialmente a la apuesta? — pregunta.
— Que se joda la apuesta.
— Jódeme. — sugiere ella.
—Con mucho gusto. — le agarro el culo y levanta las piernas
para rodearme la cintura y entonces la llevo a mi dormitorio. —No he
pensado en otra cosa que en enterrarme dentro de ti desde el momento
en que marchaste hacia mí en tu tierra.
Me sonríe y mi corazón literalmente tartamudea. Esos ojos
marrones perfectos, todas sus pecas, el piercing de la nariz, la forma
de arco de sus labios, sus preciosos rizos negros brotando en todas
direcciones. Es mi futuro. Ella es mi hoy, mi mañana y mi eternidad.
—Te amo, Natalie. Te amo tanto que me cago de miedo.
Asiente. —Lo sé. A mí también me asusta. Pero como dijo el tío
Charlie, cuando lo sabes, lo sabes.
—Ese viejo cabrón nos tendió una trampa. — digo. Sonrío como
un maldito tonto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Seguro que lo hizo.
—No lo siento ni un poquito.
—Yo tampoco.
En cuanto entramos en mi habitación, la aprieto contra la pared
y la beso.
No hay nada lento o suave en nuestro beso. No, somos pura
lujuria carnal con lenguas, dientes y labios. Con sus piernas alrededor
de mi cintura, puedo sentir el calor de su coño a través de nuestra
ropa. Pero necesito más. Necesito piel.
Me meto su lengua en la boca mientras balanceo mi dura
erección contra ella. Gime cuando la rozo en el punto adecuado.
—Desnuda. Ahora. — le digo. La dejo en el suelo y ambos
atacamos nuestras propias ropas para deshacernos de ellas lo antes
posible.
Casi pierdo la noción de lo que estoy haciendo cuando sus tetas
quedan al descubierto delante de mí. Luego se agacha para quitarse
los pantalones cortos y las bragas y jódeme, es preciosa.
—Tu cuerpo es un sueño húmedo, pastelito. Me encanta todo lo
que tiene. La forma en que tu piel morena brilla bajo la luz. Finjamos
que no parezco hojaldre crudo cuando estoy a tu lado.
Se ríe. —Realmente ves la cadena de cocina.
Es mi turno de reír. Pero entonces los dos estamos desnudos. —
Quiero hacer que te corras. — le digo.
—Yo también quiero.
Me siento en el borde de la cama y la subo a mi regazo. —
Colócate a horcajadas sobre mí y rodéame de nuevo con las piernas.
Aprieta ese coño húmedo contra mi polla. —hace lo que le ordeno y el
roce inicial de su calor resbaladizo contra mi polla nos hace gemir a
los dos.
Entonces la beso. Nuestras lenguas se deslizan una contra otra
mientras empieza a mecerse contra mí. A esto no se le llama follar en
seco, pero creo que tampoco lo llamaría follar en mojado. Es
simplemente perfecto. Jodidamente perfecto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


El rítmico deslizamiento de los labios de su coño contra mi polla
desnuda es el paraíso. Podría correrme así con ella. Como hicimos esta
mañana. Pero realmente quiero estar dentro de ella. Necesito estar
dentro de ella.
Gime y se aprieta contra mí. Sus duros pezones me rozan el
pecho y, con una certeza abrumadora, sé que es para mí.
Su cuerpo deja de moverse y abro los ojos. — ¿Qué pasa?
—Quiero correrme contigo adentro. — me dice.
Se pone de rodillas, coloca mi polla en el sitio adecuado y baja
lentamente su apretado coño hasta mi polla. Joder, el calor y la
lubricación son suficientes para que me corra. La agarro por el culo y
la mantengo quieta para tomarme un momento.
—Eres tan hermosa. — Empieza a moverse sobre mi polla y creo
que mi cerebro tiene hipo. Es como si el mundo se hubiera convertido
en un cielo nocturno con brillantes estrellas brillando a nuestro
alrededor. —No tienes ni idea de cuánto deseo cartografiar todas tus
pecas con mi lengua. Cuánto deseo envolver tus rizos alrededor de mi
puño mientras te follo la boca. O follarte por detrás. Eres cada fantasía
que he tenido. Cada fantasía que tendré.
Sus ojos marrones me miran y el amor y la adoración que veo
brillar casi me hacen perder el aliento. Y entonces se corre. Su dulce
coño me aprieta tan bien que no puedo soportarlo más y me dejo caer
sobre el borde.
—Lincoln, sigo corriéndome. Oh mi Dios, no puedo respirar. Y
me encanta tu polla gruesa y gorda.
Su descarga mezclada con la mía resbala por mi polla.
Después de limpiarnos a los dos, la meto en la cama conmigo.
—Tú también eres todas mis fantasías. — dice.
—Voy a casarme contigo, Natalie Green.
Se acurruca más cerca de mí. —Te voy a dejar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Epílogo
LINCOLN

Dos años después…


En cuanto entro en la casa, me doy cuenta de que Natalie está
durmiendo la siesta en el sofá. No puedo verla bien desde la puerta
porque la mayor parte del sofá da a la pared de enfrente, pero puedo
hacer conjeturas. En primer lugar, sé que está en casa porque su
coche está estacionado en la puerta, pero no está trabajando en el
pequeño rincón de oficina que añadí a la cocina para ella.
Mi pastelito es un manojo de energía cinética. Si está en casa y
despierta, tiene la música puesta y mueve las caderas. Pero
últimamente se duerme todas las tardes en el sofá.
Hoy no se oye nada en la casa, salvo el suave zumbido de sus
ronquidos.
Me quito las botas, las dejo en la puerta y me dirijo al sofá.
Mis pasos se ralentizan cuando veo a Natalie. Está acurrucada
de lado, con los rizos extendidos sobre una de las almohadas y una
manta cubriéndola. De debajo de la manta asoma Baby.
A diferencia de Natalie, Baby está despierta y me parpadea,
contenta y feliz de estar acurrucada contra su humana favorita.
Me río entre dientes mientras las miro. —Te he dado el biberón
cada tres horas, traidora. ¿Y así me lo pagas?
Baby parpadea y emite un rebuzno indignado como si quisiera
mandarme a la mierda.
Ni siquiera puedo culpar a la cabra. Natalie también es mi
humana favorita.
Cruzo la habitación y me pongo en cuclillas junto a la cabeza de
mi esposa, pasándole una mano por los rizos, no para despertarla,
porque Dios sabe que ya hace bastante por aquí entre la gestión del

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


lugar de la boda y la sala de cata de vinos, que nunca le negaría que
descansara un poco, sino simplemente porque puedo resistirme.
Han pasado dos años desde que nos conocimos, casi un año
desde que nos casamos, y sigo sin poder resistirme a tocarla cada vez
que puedo.
Aunque no intento despertarla, sus ojos se abren y me dedica
una sonrisa soñolienta. —Hola.
—Hola, tu.
— ¿Ya has acabado por hoy?
—Sí, acabo de comprobar la propiedad McLane y necesita varios
días más, así que he puesto comida y agua, pero voy a dejar las cabras
ahí.
Asiente, dando a la cabeza de Baby un rasguño. — ¿No te alegras
de no tener que trabajar fuera con esas malvadas cabras del exterior?
Pongo los ojos en blanco. — Tú la mimas. — acuso sin ninguna
crítica real en mi tono.
—Oh... — Se ríe entre dientes. —Ya. Fui yo quien empezó.
—Sí. La alimenté con biberón para que fuera lo bastante fuerte
para superar el bache. Tú empezaste a entrenarla en casa y le
compraste pañales. Estoy medio convencido de que cree que es una
niña humana.
Natalie se sienta, se estira y balancea las piernas sobre el sofá.
—No te preocupes, eso no durará mucho más.
— ¿Qué?— Pregunto al mismo tiempo que Baby salta y suelta
un resoplido indignado por haber sido molestada. — ¿Piensas echar a
Baby?
Natalie tira de mi mano hasta que me siento en el sofá a su lado.
—No, pero... — Me toma la mano y se la pone sobre el vientre,
mirándome con timidez. —Supongo que cuando tengamos un hijo
humano, se dará cuenta de la verdad.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Mi mirada se desplaza del rostro de Natalie al lugar donde mi
mano descansa sobre su vientre y vuelve a bajar cuando la enormidad
de sus palabras me golpea. — ¿De verdad?
—Sí. —Suelta una sonrisa de oreja a oreja. —Tres pruebas
positivas esta mañana. Supongo que por eso he tenido tanto sueño
últimamente.
Me inclino y la beso. —No sé qué he hecho para merecerte, pero
estoy jodidamente agradecido.
—Solo fuiste tú. Bueno, y supongo que tus cabras
probablemente ayudaron. Un poco.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy