Silencio Administrativo
Silencio Administrativo
Silencio Administrativo
El COA señala que para que surta los efectos esperados, el acto administrativo presunto
no debe incurrir en ninguna de las causales de nulidad previstas en dicho Código. Por
cuanto, de estar inmerso en alguna de dichas causales, al intentar su ejecución, le
corresponde al juez declarar la inejecutabilidad del acto administrativo y ordenar el
archivo.
Para que surtan los efectos jurídicos del silencio administrativo, la petición debe estar
dirigida a autoridad competente y que en el evento de merecer una resolución favorable,
la petición no se encuentre afectada por nulidad contenidas en el artículo 105 del COA.
A los actos administrativos presuntos les serían aplicables, los numerales 1, 2, 3, 5 y 7.
Sin embargo, al señalar el artículo 104 que es válido el acto administrativo mientras no
se declare su nulidad, es deber de la Administración Pública, en el evento de haberse
generado un acto presunto que contenga vicios no convalidables, proceder a su
declaratoria de nulidad por razones de legitimidad. En el caso de que el acto
administrativo presunto produzca derechos para la persona y además, sea legítimo o
contengan vicios convalidables, solamente podrá declarar su nulidad el Tribunal de lo
Contencioso Administrativo mediante la acción judicial de lesividad según los términos
del artículo 115 del COA.
Es preciso indicar, que en este evento, no se aplicaría la causal de nulidad por falta de
motivación del acto administrativo, que en forma expresa estaba prevista en el artículo
94 del ERJAFE, y en el COA se la ha eliminado de forma literal, para incluirla en la
primera causal: “Sea contrario a la Constitución y a la ley”, entendiendo, que todo acto
administrativo debe ser motivado en hechos y derechos conforme lo exige la
Constitución de la República. Esto, porque la motivación es una propiedad de los actos
administrativos expresos, y por cuanto se entiende satisfecha la petición en sentido
favorable.
El COA señala en su artículo 210 que el acto administrativo presunto se puede hacer
valer ante la Administración Pública o ante cualquier persona, y genera efectos desde el
día siguiente al vencimiento del plazo máximo para la conclusión del procedimiento sin
que se haya expedido y notificado un acto administrativo expreso. Contrario, a lo que
suscitaba con la anterior legislación a base de la cual numerosos fallos de la Sala de lo
Contencioso Administrativo de la ex Corte Suprema de Justicia, han indicado que el
silencio administrativo no produce efectos mecánicos y automáticos, sino que debe
accionarse su ejecución ante el órgano jurisdiccional respectivo. (Multa en Contrato de
Obra Pública, 2010)
Según lo previsto en el artículo 183 del COA, el procedimiento administrativo puede ser
iniciado de oficio o a solicitud del interesado. La falta de respuesta expresa de parte del
ente público produce efectos jurídicos, de tal manera que no exista zozobra por
mantener un procedimiento abierto durante plazos indefinidos.
Por su parte, el artículo 209 del COA establece para los procedimientos iniciados a
petición del interesado, ante el vencimiento del término para resolver sin mediar
resolución expresa debidamente notificada, los siguientes efectos jurídicos:
Otra duda que surge, es si por el hecho de haberse verificado el efecto positivo del
silencio administrativo, esto suple la obligación de la Administración Pública de
pronunciarse y poner en vigencia el derecho de petición de los ciudadanos.
Por su parte el Código Tributario, contempla en su artículo 134 distintos efectos para el
pronunciamiento expreso posterior al silencio administrativo, inclusive en el caso de
haberse deducido la respectiva demanda contenciosa administrativa. De esta forma,
indica: “…si la resolución expresa admite en su totalidad el reclamo, terminará la
controversia; si lo hace en parte, servirá de elemento de juicio para la sentencia; y si la
resolución fuere íntegramente negativa, no surtirá efecto alguno.”; No obstante, se
considera que esta disposición ha perdido vigencia jurídica por cuanto el COA que es
ley posterior ha establecido un pronunciamiento distinto, dando lugar únicamente a la
resolución posterior confirmatoria, según fue explicado.
A pesar que el pronunciamiento aludido se centra en la ley que ha sido sustituida por el
COA, su análisis se centra en la base constitucional que se mantiene en el ordenamiento
jurídico ecuatoriano. Recordemos que el silencio administrativo tiene fundamento en el
derecho de petición, el cual está garantizado a las personas, y no a las entidades
públicas, las mismas que no ejercen derechos sino potestades cuando actúan en
prosecución de sus fines y competencias.
En este escenario nos encontramos frente a dos normas de igual jerarquía (leyes
orgánicas) con efectos jurídicos del silencio administrativo contrapuestos; por lo que,
conocido el principio universal del derecho lex posterior derogat priori, podría
entenderse que ha quedado prescrito del ordenamiento jurídico ecuatoriano el silencio
administrativo negativo o denegación tácita.
No obstante, me permito hacer notar la previsión del artículo 261 del COA que en su
segundo inciso estableció: «La determinación de responsabilidades derivadas del
control de recursos públicos que realiza la Contraloría General del Estado se sujetará
a lo previsto en la Ley Orgánica de la Contraloría General del Estado»; en cuyo
sentido podría entenderse que el silencio administrativo negativo (denegación tácita)
que establece dicha ley se mantiene, aun cuando ese postulado legal, se lo ha ubicado en
los principios que regulan la coactiva.
En todo caso, esta es una más de las lagunas que el legislador no pudo zanjar de forma
expresa, dejando en evidencia un vestigio de inseguridad jurídica
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