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Índice

Capítulo Página

Las especies de caza .................4

Las especies de caza menor .................6

Las especies de caza mayor ...............24

Los animales asilvestrados ...............30

Aspectos sanitarios y factores de amenaza ...............31

Bibliografía ...............34

Normativa ...............35

Cuestionario ...............36

3
Las Especies
Cinegéticas
1 Las especies de caza.

2 Las especies de caza menor.

3 Las especies de caza mayor.


3
4 Los animales asilvestrados.

5 Aspectos sanitarios
y principales factores de amenaza.

1. Las especies de caza

La caza sólo podrá realizarse, en el ámbito de la Comunidad Autónoma de


Canarias, sobre las especies siguientes:

1. Caza mayor:

a) Muflón (Ovis aries).


b) Arruí (Ammotragus lervia).

2. Caza menor

a) Conejo (Oryctolagus cuniculus).


b) Paloma bravía (Columba livia).
c) Tórtola común (Streptopelia turtur).
d) Codorniz común (Coturnix coturnix).
e) Perdiz moruna (Alectoris barbara).
f) Perdiz roja (Alectoris rufa).

También los animales asilvestrados tienen la condición de especies cazables. A


estos efectos, se consideran animales asilvestrados aquellos de origen doméstico que no
dependen del hombre para su subsistencia y los que no habitan en Canarias de manera
natural, que se hallen, en uno u otro supuesto, en terrenos susceptibles de aprovecha-
miento cinegético y carezcan de signo aparente de dominio o posesión por un tercero. En
el apartado 4 de este tema, dedicado a los animales asilvestrados, se intenta aclarar esta
complicada definición.

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Cinegéticas
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El Gobierno de Canarias, oídos los Cabildos Insulares y mediante Decreto, y en el


marco establecido por la normativa europea y básica estatal, así como por la legislación
autonómica canaria, podrá reducir motivadamente, en todo o en parte del Archipiélago,
las especies enumeradas anteriormente, así como determinar otras especies susceptibles
de aprovechamiento cinegético.

En ningún caso podrán ser objeto de caza las especies incluidas


en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial ni las
prohibidas por la Unión Europea, salvo en los supuestos excepcionales que así
se autoricen de forma expresa por el órgano competente según la normativa específica.

Desde el punto de vista conservacionista podemos agruparlas, según su origen y


función, en:

1) Especies exóticas:
a) No invasoras: la perdiz moruna y la perdiz roja
b) Invasoras: el conejo, el muflón y el arruí.

2) Especies nativas:
La codorniz común, la tórtola común y la paloma bravía.

Y, respecto a su situación poblacional, tanto la codorniz común como la tórtola


común, tienen un estado de conservación preocupante a nivel mundial, por lo que su
caza debe ser gestionada con especial cuidado.

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2. Las especies de caza menor

2.1. El conejo
(Oryctolagus cuniculus)

conejo
Identificación

El conejo es un mamífero de tamaño medio, de color gris con tonos más o menos intensos
de pardo. La parte posterior del cuello es marrón, y el vientre blanco. La cabeza y el cuerpo miden
unos 35-40 cm. La cola es corta (4-6 cm), con la parte inferior de color blanco luminoso y la parte
superior gris. Las orejas son largas (6,5-7 cm), pero no tanto como en las liebres, y aparecen uni-
formemente coloreadas. Las patas traseras del conejo se encuentran adaptadas a la carrera, por lo
que están mucho más desarrolladas que las delanteras. A su vez, es de destacar que las plantas de
sus extremidades se muestran cubiertas de pelos fuertes y elásticos, dirigidos hacia delante, los cua-
les actúan amortiguando las pisadas.

Distribución

El conejo es originario de la Península Ibérica,


habiendo sido introducido en Canarias a partir del siglo
XV. Esta especie en la actualidad se encuentra presente en
todas las islas e islotes, salvo en Montaña Clara, de donde
ha sido erradicada recientemente con el objeto de mejorar
el estado de conservación de dicho islote.

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Hábitat

conejo
En las islas el conejo muestra una amplia distribución, observándose desde la costa hasta la
cumbre. En general, este animal posee una fácil capacidad de adaptación a los diferentes hábitat.

Biología

Actividad

Los conejos suelen estar activos tanto de día como de noche, pero es en el crepús-
culo cuando están más activos y realizan los mayores desplazamientos. El ritmo dia-
rio consta de seis períodos de descanso y otros seis de actividad. Al atardecer, aban-
donan los refugios y salen a los espacios abiertos, hacia aquellos sectores donde
encuentran más alimento. Al amanecer, o algo antes, regresan a las zonas de cober-
tura, donde permanecen durante el día, y donde alternan los períodos de reposo con
los de actividad. Esta pauta general sufre algunas variaciones a lo largo del año; por
ejemplo, en verano los períodos de reposo diurno son más prolongados, y la activi-
dad cesa completamente durante las horas de más calor; y aunque la lluvia no inhi-
be su actividad, si lo hacen el viento y las temperaturas muy elevadas.

Por su parte, los ejemplares jóvenes durante el día están mucho más activos, entran-
do y saliendo constantemente del refugio, realizando cortas carreras y jugando; mien-
tras que por la noche cesan casi por completo la actividad.

Comportamiento social

El conejo es un animal gregario que vive en grupos familiares. El grupo va a compar-


tir una o varias madrigueras, defendiendo el territorio común. El número de indivi-
duos y la estructura de los grupos varían a lo largo del año. Al comienzo de la época
reproductora, oscila entre dos y veinte individuos. En los grupos se observa una jerar-
quía social. En ellos, hay un macho dominante que es quien accede a las hembras y
engendra la práctica totalidad de los jóvenes del grupo. En las hembras también hay
ejemplares dominantes y subordinados; y la dominancia se refleja en el acceso a los
mejores lugares de cría, lo que origina violentos combates que pueden derivar en la
muerte de alguna de las contendientes.

Todos los miembros del grupo familiar participan en la defensa del territorio, y es el
macho dominante el que realiza prácticamente todas las manifestaciones para estable-
cer los límites de su territorio. Este marcaje es realizado mediante deposiciones conti-
nuadas en el mismo lugar – los “cagarruteros”- que son llevadas a cabo por todos los
miembros del grupo, o bien por las escarbaduras realizadas por el macho dominante.
Este macho dominante completa el marcaje de su territorio mediante el frotamiento de
su glándula bucal sobre ramas, piedras y el resto de los miembros de su grupo familiar.

Reproducción

Aunque pueden aparecer individuos con síntomas de actividad sexual durante todo
el año, la reproducción suele comenzar en el otoño, dependiendo su inicio y dura-

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ción de factores tales como el fotoperíodo (duración de la luz), comienzo de lluvias

conejo
y disponibilidad de alimento. En condiciones adversas, la productividad de la pobla-
ción desciende y se producen un número bastante alto de reabsorciones intrauterinas.
Así mismo, el tipo de suelo parece influir en cuanto a la extensión del período repro-
ductivo y en la proporción de hembras que crían.

En el período fértil, los machos presentan los testículos de gran talla y en posición escro-
tal, y casi todas las hembras se encuentran grávidas o amamantando. Las hembras crían
en cámaras especiales, construidas por ellas mismas, que recubren con briznas de hier-
ba y pelo de su vientre. Estas cámaras pueden ubicarse en el interior de las madrigue-
ras, o bien estar separadas de las mismas, denominándose estas últimas gazaperas.

La gestación dura unos treinta días, y la hembra puede entrar en celo inmediatamen-
te después del parto. Una vez nacidos los jóvenes, la madre los visita una o dos veces
diarias para amamantarlos. El número de gazapos por camada suele oscilar entre tres
y cinco. A su vez, cada hembra a lo largo del año experimenta de tres a cinco par-
tos. A las tres semanas del nacimiento los gazapos salen al exterior, presentando un
aspecto similar al de los adultos, pudiendo reproducirse desde los tres meses de edad.

Existe una alta tasa de dispersión de los jóvenes durante sus primeros cinco meses de
vida. Los machos se dispersan en mayor proporción que las hembras. En general, no exis-
te una conducta agresiva de los adultos hacia estos jóvenes que abandonan la zona por
voluntad propia, y se establecen en lugares donde no se encuentran parientes cercanos.

La densidad de la población de conejos presenta variaciones a lo largo del año. Los


máximos se producen a finales de la primavera, cuando se ha incorporado un impor-
tante número de ejemplares jóvenes a la población. Por otro lado los efectivos de la
población descienden de forma brusca en verano, tras el inicio de la temporada de
caza, y la irrupción de enfermedades.

Alimentación

La dieta del conejo se encuentra constituida básicamente por plantas herbáceas. El


tipo de plantas que el conejo selecciona para su alimentación va a variar estacional-
mente, ya que, especialmente, en la época de reproducción, muestra preferencias por
las especies más ricas en proteínas, mientras que durante la lactancia selecciona plan-
tas suculentas, es decir aquellas ricas en agua.

Cuando las plantas herbáceas escasean puede consumir tallos tiernos de árboles y
arbustos, así como frutos y semillas maduras de la vegetación arbustiva. Por otro lado,
la especie también penetra en cultivos de hortalizas y cereales.

Respecto a su alimentación es de destacar el desarrollo de una rara actividad la


“cecotrofia”. Esta actividad se basa en ingerir los excrementos producidos tras la pri-
mera digestión de los alimentos.

Es por ello que el conejo suelta dos clases de excrementos:

Los primeros, blanquecinos y de aspecto gelatinoso, que son denomi


nados “blandos” o “cecótrofos”, se presentan ricos en proteínas y bacte
rias, y son nuevamente ingeridos inmediatamente
después de ser expulsados.

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Las Especies
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Tras esta segunda ingestión, se produce el segundo tipo de excremen

conejo
to que es expulsado en forma de excrementos “duros”, estos últimos son
los que suelen observarse en el campo.

Esta doble digestión del alimento permite un aprovechamiento más eficaz de los nutrientes.
Si se les impide practicar la coprofagía, los conejos pueden morir antes de tres semanas.

Caza

Al ser el conejo la pieza de caza más habitual, se han ideado numerosas técnicas de
caza para capturarlos, bien con armas de fuego o sin ellas. Las modalidades de caza son:

Con perro y hurón: consiste en la localización del conejo por parte del perro
podenco canario y la utilización del hurón para hacerlo salir de su refugio.
Posteriormente lo atrapa el perro o es abatido con arma de fuego. Es una caza de
ritmo lento y buen rendimiento. Es la modalidad que más tradición y que más adep-
tos tiene.

Con perro: igual que la anterior pero sin ayuda del hurón. Normalmente se bate un
terreno con los perros donde los cazadores están apostados en zonas de buena visi-
bilidad que permita abatir con arma de fuego los conejos en su huida. Es de menor
rendimiento que la anterior. El cartucho utilizado para la caza del conejo es con per-
digón del número 4 al 6 y carga de 32-34 gramos.

Enfermedades

Existen dos enfermedades causadas por virus que son la principal causa del descenso de
las poblaciones de conejos en nuestras islas: la mixomatosis y la enfermedad vírica hemorrágica.

Mixomatosis

La mixomatosis es una enfermedad infecciosa, altamente contagiosa, de origen víri-


co. El virus es transmitido por mosquitos, pulgas, piojos y garrapatas o por contacto
directo. Los primeros síntomas se presentan cinco o seis días después del contagio,
muriendo los animales afectados alrededor de dos a tres semanas más tarde. Los sín-
tomas en orden de aparición suelen ser:

Falta de apetito.

Inflamación de los párpados.

Hinchazón de la nariz con secreción transparente.

Inflamación en los labios, las mamas, los genitales y las orejas.

Se trata de una enfermedad estacional. En la Península su máxima incidencia parece


producirse en primavera y verano, mientras que en otoño e invierno prácticamente
desaparece. Un reciente estudio realizado en Tenerife apunta a que el número máxi-
mo de efectivos infectados parece situarse en invierno.

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conejo
Enfermedad vírica hemorrágica

Se trata también de una enfermedad, altamente contagiosa, de origen vírico y de alto


índice de mortandad. Esta enfermedad se transmite por diferentes vías (boca, ojos-nariz, etc.),
siendo frecuente la transmisión del virus a través del aire. El hombre puede actuar como
transmisor de la enfermedad por medio de la ropa, el calzado, utensilios y vehículos.

El período de incubación es de uno a tres días, y a diferencia de la mixomatosis el curso


de la enfermedad es muy rápido, pudiendo ocurrir la muerte en las 12 a 48 horas. Las
manifestaciones clínicas son normalmente signos respiratorios. Internamente, aparecen
lesiones patológicas claras y específicas. Se presentan fuertes hemorragias en los pulmo-
nes, degeneración del hígado, y alteraciones del riñón, sistema nervioso central, etc. En
los estadios finales aparecen postrados, con convulsiones y emiten un fuerte chillido. Esta
enfermedad se diagnostica por primera vez en Canarias en 1988.

Otras enfermedades

Destacan aparte de las enfermedades mencionadas, otras patologías como la presen-


cia de coccidiosis intestinal y del hígado y una alta incidencia de parasitosis interna.
Estas últimas, sin ser causa directa de mortandad, debilitan al animal predisponién-
dolo a padecer otras enfermedades.

Recomendaciones

Para evitar la dispersión de las enfermedades víricas del conejo se recomienda:

Evitar el traslado o la repoblación de conejos sin control veterinario


tanto entre islas como entre diferentes zonas de la misma isla.

Quemar o enterrar con cal viva los ejemplares muertos, ya que los
cadáveres de los animales enfermos son una de las principales fuentes de
transmisión del virus.

Comunicar al Cabildo Insular el hallazgo de animales muertos o enfermos.

Impacto sobre el medio

Los conejos pueden ocasionar daños importantes en diferentes cultivos ante los que
los agricultores adoptan medidas de protección como la construcción de vallados o el uso de
repelentes. En el peor de los casos, recurren al uso ilegal de trampas o venenos que pueden
traer nefastas consecuencias para otros animales e, incluso, para las personas. En algunas
situaciones resulta necesaria la declaración, por parte de los Cabildos Insulares, de “zonas de
emergencia cinegética temporal” para permitir su caza fuera de temporada (ver Tema 7).

Por otra parte, los conejos figuran entre los principales factores que amenazan la
supervivencia de algunas plantas endémicas amenazadas de extinción, por lo que se hace
necesario instalar pequeños vallados para evitar que sean comidas por ellos.

En estos casos, la caza puede contribuir a la conservación de las plan-


tas amenazadas y a la protección de los cultivos.

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2.2. La paloma bravía

paloma
(Columba livia)

Identificación

Es una paloma de color gris azulado. Se caracteriza por presentar un tono más claro
en la parte inferior de las alas, irisaciones verdosas violetas en el cuello, así como una
doble franja negra en las alas. Otro rasgo característico de la paloma bravía lo constituye
el tono del obispillo, el cual se presenta gris o gris blancuzco. Sin embargo, una parte de
la población muestra manchas blancas en el obispillo por cruzamientos con palomas
domésticas, ya que a menudo se la encuentra junto a palomas cimarronas (palomas
domésticas asilvestradas). Se trata de una paloma que presenta un vuelo potente, con rápi-
do batir de alas.

Distribución y hábitat

En el Archipiélago la especie es bastante


común, habitando prácticamente en todas las
islas, y ocupando islotes, roques, acantilados cos-
teros y barrancos, presentándose desde el piso
basal hasta la zona de cumbres.

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paloma
Biología

Reproducción

La puesta de la paloma bravía consta de dos huevos, aunque de forma excepcional


también puede presentar un único huevo. El nido se compone de una tosca platafor-
ma realizada con ramitas que es construida por los individuos de ambos sexos. Este
nido, generalmente lo ubican en grietas y cuevas de acantilados o paredes de barran-
cos, y ocasionalmente en palmeras.

Es habitual que nidifique en pequeñas colonias de aves, aunque también hay citas del pasa-
do sobre la presencia en Canarias de agrupaciones de cría de varios centenares de aves.

Se considera que posiblemente críen a lo largo de todo el año, aunque preferentemen-


te lo hacen en primavera y verano, pudiendo sacar adelante varias puestas. Los pollos,
una vez han volado son alimentados todavía durante algunos días por los progenitores.

Dieta

La dieta de la paloma bravía se basa fundamentalmente en el consumo de granos y


semillas, incluyendo también brotes tiernos de plantas, piñones y frutos. Por otro
lado, es de destacar que los ejemplares de esta especie pueden realizar desplaza-
mientos de varios kilómetros hacia determinadas zonas de alimentación o bebederos.

Caza

La paloma bravía es una especie que habitualmente se suele cazar “a la espera”,


aprovechando fundamentalmente para ello los lugares querenciosos de paso desde los
dormideros a las zonas de alimentación y aguaderos. Los cartuchos utilizados son del
número 6 al 71/2 con carga de 30-32 gramos.

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2.3. La tórtola común
(Streptopelia turtur)

tórtola
Identificación

La tórtola común es una tórtola pequeña y ligera, con un vuelo de arrítmico batir de
alas. Su cabeza es pequeña y de color gris azulado. El pico es relativamente blando y
pequeño, de terminación puntiaguda y corva, con coloración gris azulado. Sus ojos son
vivaces, con un iris mezcla de amarillo y rojo. Posee un dorso pardo rojizo, donde las
supracobertoras caudales van a presentar centros negros bien marcados y extremos páli-
dos rojizos. El pecho se muestra de un rosa violáceo pálido, y el vientre blanco. En el cue-
llo resaltan unas franjas negras y blancas alternas, compuestas de plumas negras con
extremos blancos, comúnmente llamado “collar”. El collar está ausente en ejemplares
jóvenes. Además, también es característica de esta tórtola su cola larga y en forma de
cuña, de color negro, con los bordes blancos visibles fácilmente en vuelo.

Conviene recordar que en Canarias están también presentes otras tórtolas que
podrían ser confundidas con la común:

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La tórtola de cabeza rosa (Streptopelia roseogrisea) nidifica en todas las islas salvo

tórtola
El Hierro. Proceden de escapes o sueltas deliberadas y es bastante abundante en
zonas en zonas urbanas y rurales.

La tórtola turca (Streptopelia decaocto) es común en los parques y jardines y está


presente en todas las islas. Podrían proceder tanto de escapes de núcleos zoológicos
o que hayan alcanzado el Archipiélago de manera natural. Es fácil confundirla con la
tórtola de cabeza rosada.

Otras tórtolas que se han observado son la tórtola del Senegal (Streptopelia sene-
galensis) y la tórtola de El Cabo (Oena capensis).

Distribución y hábitat

La tórtola común es una especie de hábitos migratorios que está prácticamente


ausente del Archipiélago durante los meses de otoño e invierno. Esta especie suele llegar
a las Islas durante los meses de marzo y abril, aun-
que la arribada puede variar según los años, así
mismo, pueden verse unos pocos individuos desde
febrero y, ocasionalmente, se ven aves solitarias en
el resto de los meses fríos del otoño e invierno. La
especie se presenta en todas las islas del
Archipiélago.

A pesar de que la tórtola común ha sufrido una considerable reducción de sus efec-
tivos en buena parte de Europa, en Canarias, siendo un ave de interés cinegético, cuenta
con poblaciones de cierta importancia, aún así se aprecian diferencias interanuales, ya
que algunos años no parece ser tan abundante como otros.

La distribución altitudinal de esta especie es muy extensa, ocupando un amplio rango


de hábitat: frecuenta áreas del piso basal, cultivos, jardines de núcleos urbanos, fayal-brezal,
laurisilva degradada, pinares e incluso llega hasta al matorral de alta montaña.

Biología
Reproducción

El nido lo realiza a modo una ligera plataforma, de unos 25-35 cm de diámetro, que
es construida a base de ramas y tallos delgados, seleccionando también para ello en
los pinares acículas (hojas) de pinos. Este nido, de poca espesura y resistencia, sin
embargo soporta el peso de la hembra y los pollos durante la cría. Aún así, cuando
termina el período de cría la plataforma suele quedar derruida. Se cree que esta tór-
tola utiliza tal estrategia para pasar inadvertida durante el período de cría frente a
predadores aéreos.

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Generalmente el nido lo emplaza a baja altura, sobre árboles y arbustos. Se ha obser-

tórtola
vado como cría sobre brezos, castañeros, pinos, cipreses, balos, cardones, vinagreras,
tarajales, etc. La nidificación se inicia poco después de la arribada, siendo posible, en
las zonas más bajas, encontrar nidos con huevos a finales de marzo. Generalmente
se pueden observar puestas hasta el mes de julio.

La puesta tiene lugar transcurridos unos cinco días de la construcción del nido.
Generalmente ponen dos huevos. La incubación es realizada por ambos sexos. El perío-
do de incubación viene a durar de 13 a 16 días. Los pollos son alimentados, transcurri-
das una o dos horas de la eclosión, con una secreción del estómago de sus progenitores
llamada leche de paloma. Tanto el macho como la hembra se dedican por igual a la ali-
mentación de los pollos. Si el nido se ve amenazado intentan pasar inadvertidos, pero si
persiste el peligro utilizan la estrategia de “hacerse el herido”: se posan en el suelo, dejan-
do caer un ala y volando con dificultad para intentar distraer al predador (mecanismo uti-
lizado por gran número de especies de aves). A los 13 días los pollos están completa-
mente emplumados, pudiendo saltar del nido a los 14-16 días si son molestados. Los
pollos pueden volar transcurridos 17-20 días, pero es a partir de los 25-30 días cuando
dejan de ser alimentados por sus padres y pueden volar con mayor seguridad.

En los casos de cría temprana, las tórtolas pueden comenzar de nuevo con el cortejo
y la construcción de otro nido, dando lugar a una segunda puesta. Se sabe que las tór-
tolas son muy sensibles cuando son molestadas en el nido, pudiendo abandonarlo si
la presencia de alguien en los alrededores provoca la salida de la hembra. No obs-
tante, si se abandona o se pierde el nido por diversas circunstancias la pareja sigue
unida, y tiene la capacidad de hacer otro nido en otro lugar.

Comportamiento social

Tras la cría, transcurridas varias semanas, es posible observar un comportamiento bas-


tante típico, consistente en la agregación de individuos en determinados lugares de la
zona, para la búsqueda de alimento y preparación de la migración. Estos lugares se
conocen como “centros de asociación de jóvenes”. La mayoría de individuos de estos
lugares son jóvenes tórtolos nacidos en ese año.

En general, estas aves a partir de agosto dejan el Archipiélago para dirigirse a África.

Dieta

La tórtola común es un ave granívora, aunque de forma ocasional se alimenta de


invertebrados.

Caza

La tórtola común es una especie que también se suele cazar esperándola en sus zonas
de paso, eligiendo el momento en que efectúan desplazamientos para comer o beber al
comienzo del día, o aprovechando cuando se desplazan a sus dormideros, por la tarde. El
cartucho normalmente utilizado es del número 71/2 al 8 con carga de 30-32 gramos.

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2.4. La codorniz común
(Coturnix coturnix)

codorniz
Identificación

La codorniz es un ave de pequeño tamaño. Esta especie suele anunciar su presencia


mediante el reclamo o canto del macho, un silbido que repite rítmicamente, y que se oye con
especial intensidad al atardecer. Su vuelo es distintivo, por sus aleteos poco profundos y muy
rápidos; vuela rozando la vegetación.

El color de la codorniz es terroso, con el dorso listado de negro y blanco, y el píleo


con tres bandas blancuzcas. Los machos adultos van a diferenciarse por presentar la gar-
ganta listada de negro. Por su parte los machos jóvenes carecen de ella, por lo cual a
veces son confundidos con hembras.

Distribución y hábitat

En Canarias la codorniz nidifica en todas las


islas, pudiendo ser observada también en los islo-
tes orientales. Esta especie se comporta en el
Archipiélago como un migrante parcial, viéndose
condicionada por las precipitaciones. Así, en algu-
nos años secos, puede incluso no llegar a criar,

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codorniz
sobre todo en las islas orientales, mientras que en otros puede permanecer en determina-
das zonas del Archipiélago todo el año.

La codorniz en Canarias es una especie propia de zonas bajas y medianías, ocu-


pando terrenos más o menos llanos, con gran desarrollo del estrato herbáceo, incluyendo
los cultivos de gramíneas.

Biología

La codorniz emplaza el nido ocultándolo muy bien entre hierbas, muchas veces en
el interior de cultivos de gramíneas o de vid. Puede reproducirse desde el mes de diciem-
bre, llegando a realizar hasta tres puestas, por lo que su nidificación puede prolongarse
hasta el mes de agosto. La hembra parece encargarse exclusivamente de la reproducción,
no siendo ayudada ni alimentada por el macho durante la misma. Cada día pone un
huevo hasta completar un número que suele oscilar entre 7-12. La incubación dura entre
16 y 18 días. Los pollitos abandonan el nido al poco de nacer y completan su crecimien-
to en un período cercano a los dos meses. Su dieta se basa en semillas e insectos, aunque
también se ha observado ocasionalmente consumiendo frutos y brotes tiernos.

Generalmente, en las islas orientales las codornices abandonan el Archipiélago des-


pués de la reproducción, mientras que en las restantes pueden permanecer durante todo
el año, sobre todo en las zonas más húmedas.

Caza

La caza de la codorniz prácticamente sólo se lleva a cabo “a rabo” con la ayuda


imprescindible del perro. El protagonismo del perro en este tipo de caza es probablemen-
te mayor que la del cazador, pues generalmente la codorniz cuando se ve protegida por
una densa vegetación se resiste a arrancar. Es por ello que para tener garantía de éxito en
la caza de la codorniz, esta se debe realizar con la colaboración de un buen perro. El caza-
dor, por su parte, se limita a dirigir al perro y a disparar sobre una pieza que suele arran-
car a corta distancia, con un vuelo que habitualmente no ofrece excesiva dificultad al tiro.
El cartucho empleado habitualmente es del número 10 u 11 y carga de 28-30 gramos.

Estado de las poblaciones y factores de amenaza

En la actualidad, la sobrecaza, la sequía y el abandono de cultivos utilizados por


esta especie (trigo, cebada y centeno) ha determinado que las codornices sólo abunden
localmente, y de ninguna manera en números similares a los del pasado, siendo más
comunes en las islas centrales y occidentales.

Uno de los problemas que mayor atención debe recibir en el futuro inmediato es
el de las sueltas de codornices japonesas, híbridas o de dudoso origen genético, ya que
la codorniz común puede cruzarse con la codorniz japonesa o con híbridos, habiéndose
constatado que, en el campo, las hembras de codorniz japonesa atraen a machos de

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codorniz
codorniz común. La descendencia de estos cruzamientos es fértil. Aunque se ha argu-
mentado que las posibilidades de supervivencia de estos individuos son prácticamente
nulas, en la Península se han capturado ejemplares de codorniz japonesa y también híbri-
dos en primavera, durante la época de reproducción. En este sentido, un reciente estudio
genético realizado en Gran Canaria reveló que la totalidad de los individuos capturados
en la naturaleza para el estudio resultaron ser individuos de codorniz japonesa. Además,
en la Península, se ha comprobado que individuos idénticos a los de la codorniz común,
presentan material genético de codorniz japonesa, lo que indica la existencia de híbridos
virtualmente indistinguibles de la codorniz común.

Esta contaminación genética puede comportar un grave riesgo en un futuro próxi-


mo. La ausencia de impulso migrador en las codornices japonesas domésticas es un fenó-
meno bien conocido, por lo que la hibridación podría acelerar este proceso de sedenta-
rización en curso al debilitar la tendencia migradora de las poblaciones autóctonas.

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2.5. La Perdiz Moruna

perdiz moruna
(Alectoris barbara)

Identificación

La perdiz moruna se distingue por presentar un collar marrón salpicado de blanco, y


por poseer la garganta y cara de un tono gris plomizo. A poca distancia, es también aprecia-
ble una lista de color oro detrás del ojo. El joven presenta un color más cremoso, y tiene el
collar poco definido.

Distribución y hábitat

En el archipiélago canario la perdiz moruna se


presenta en Alegranza, La Graciosa, Lanzarote, Lobos,
Fuerteventura, Tenerife, La Gomera, La Palma y El
Hierro. En Gran Canaria se pueden ver algunos indi-
viduos aislados, los cuales en ocasiones llegan a nidi-
ficar. Se trata de una especie cuya presencia en
Canarias posiblemente se deba a introducciones efec-
tuadas con fines cinegéticos a partir del siglo XV.

Los efectivos de esta especie fluctúan de manera considerable debido a las actividades
relacionadas con la caza (prohibiciones, capturas, reforzamientos de población, etc.) y a las
precipitaciones. En cualquier caso, y en general, se la puede considerar una especie relativa-
mente común, e incluso abundante en determinados enclaves.

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perdiz moruna
Habita sobre todo en áreas del piso basal, tanto en zonas llanas como abruptas. No
obstante, también es observada en medianías, llegando al borde inferior del bosque. De
manera ocasional también se presenta en claros de brezales. Penetra incluso en pinares abier-
tos, y en las islas de mayor altitud se establece en el matorral de alta montaña. Así mismo,
llega a ser común en algunos malpaíses.

Biología

Reproducción

Los cortejos, o pulsos sexuales, comienzan a finales de enero formándose las parejas
durante los meses de febrero y marzo. En este período se producen los primeros aparea-
mientos, seguidos de otros cuando las nidadas no son efectivas, prolongándose el perío-
do de cría hasta finales de agosto.

Los nidos son construidos en el suelo, en lugares donde la vegetación permite su pro-
tección. La puesta, que puede variar entre 8 y 14 huevos, es incubada por la hembra
durante 23 días, mientras el macho se encarga de vigilar y defender el nido, y sustituye
a la hembra cuando ésta tiene que comer, beber y asearse. Los primeros perdigones pue-
den verse a principios de abril. Entre los meses de junio y septiembre es fácil encontrar
a los adultos rodeados de varios perdigones. Tanto el macho como la hembra cuidan y
protegen a las crías. En este período y en el de la reproducción es cuando más riesgos
tienen, debido a la actividad predadora por parte de sus enemigos naturales, y a la inci-
dencia de cierto furtivismo.

A partir de agosto los grupos familiares pueden unirse unos con otros, dando lugar a ban-
dos, que en alguna ocasión han superado los 50 ejemplares.

Dieta

La dieta de la perdiz moruna es a base de semillas y frutos, aunque también incluye bro-
tes de plantas e invertebrados, sobre todo saltamontes. La proporción de los alimentos a
consumir va a depender tanto de la época del año como del tipo de hábitat en el que se
presente; aunque si las condiciones lo permiten, prefieren consumir los granos y semi-
llas. Por otro lado, sólo en las primeras semanas tras su nacimiento, al necesitar un mayor
aporte de proteínas, consumen mayor proporción de insectos.

Caza

La perdiz moruna generalmente intenta ocultarse y no levantar el vuelo más que en


última instancia. Por ello, para su caza también es fundamental contar con un buen perro. En
lugares donde abunda, en poco tiempo se puede conseguir un número elevado de piezas. De
este modo, es imprescindible el autocontrol del cazador para no mermar los bandos, a fin de
que la población pueda mantenerse en unos niveles óptimos de densidad.

La caza de esta perdiz en Canarias se suele practicar en solitario –“al salto”-, o bien
en grupo, en este último caso se realiza “en mano” (mediante una línea de cazadores). Se
emplea habitualmente cartuchos con perdigón del 6 al 71/2 y carga entre 30 y 32 gramos.

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Cinegéticas
3
2.6. La perdiz roja
(Alectoris rufa)

perdiz roja
Identificación

La perdiz roja posee las patas, el pico y el borde del ojo de color rojo intenso. El
plumaje del dorso es pardo, pero los costados, de color gris claro, están listados especta-
cularmente por unas bandas de tonos anaranjados y blancos. Esta perdiz posee también
una bella gorguera blanca, ribeteada de negro, que se inicia en un collar negro que parte
del ojo. El pecho es de color gris azulado, y el vientre castaño anaranjado. La cola, en
vuelo, muestra las plumas rectrices de los bordes de color castaño rojizo.

Esta perdiz no presenta una diferencia entre machos y hembras patente, distin-
guiéndose macho y hembra en el campo por la conducta que muestran, siendo más fácil
distinguir los sexos cuando los ejemplares se observan en pareja. En este momento, cuan-
do se encuentran juntos, el macho suele ser más altivo y parece mayor, además habitual-
mente hace gala de una conducta más ostentosa y desafiante. Al mismo tiempo, la pre-
sencia de espolones es más frecuente en los machos; sin embargo, también un pequeño
porcentaje de hembras, sobre todo viejas, hacen gala de ellos.

Distribución y hábitat

La especie aparece en Gran Canaria, aunque


en las restantes islas ocasionalmente pueden obser-

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Cinegéticas
3
varse ejemplares procedentes de sueltas. La presencia de esta especie por primera vez en

perdiz roja
Canarias es, casi con total certeza, producto de las introducciones llevadas a cabo a par-
tir del siglo XV.

En la actualidad, la especie en Gran Canaria es abundante, y se encuentra más o


menos bien distribuida. Sobre todo, parece preferir el piso basal y las medianías. También
penetra en los pinares, en mayor medida en los del sur y suroeste de la isla, siendo obser-
vada frecuentemente en los claros. Así mismo, esta especie en la isla de Gran Canaria ha
sido observada en la zona de cumbres.

Biología

Reproducción

Al igual que ocurre con otras perdices, el período reproductor puede variar dependien-
do de la altitud y condiciones climáticas, caracterizándose la época de celo por las
ostentaciones de los machos, que pelean con frecuencia por la posesión de su hembra.

Las primeras puestas tienen lugar alrededor del mes de febrero, pudiéndose observar
hasta junio. Si la primera puesta de una perdiz fracasa por la acción de un predador
o por cualquier otra causa es frecuente que se produzcan puestas de sustitución.
Tampoco es raro, cuando se trata de una pareja de individuos viejos, que se produz-
ca una segunda puesta que es incubada por el macho. Las puestas suelen ser de unos
9-14 huevos, si bien ocasionalmente estas cifras se rebasan, habiéndose observado
puestas de incluso 20 huevos. Al cabo de 23-25 días nacen los pollitos que abando-
nan rápidamente el nido. A los pocos días les han crecido las plumas de las alas, con
lo cual ya pueden volar. Durante esa primera etapa de su vida necesitan una dieta de
alto contenido en proteína animal, suministrada por ciertas especies de insectos.
Cuando los pollos de perdiz alcanzan un tamaño parecido al de los adultos, allá por
el mes de septiembre, se les denomina “igualones”. El plumaje, hasta que acontece
la última muda, es bastante diferente al de los adultos, asemejándose al de una codor-
niz. Por otro lado se pueden reconocer relativamente bien los jóvenes del año por-
que tienen el extremo de las dos plumas de la punta del ala de color blanco y más
bien puntiagudas. Mientras que en los adultos son romas y de color pardo.

Comportamiento social

La perdiz roja es un ave relativamente sedentaria, aunque en ocasiones hay ejem-


plares que se desplazan bastantes kilómetros para buscar mejores áreas de cría.

Los pollitos de una pareja constituyen un grupo familiar que se mantiene unido
durante todo un año, dando lugar a un bando. Por regla general, las perdices adultas
con pollos reciben de manera hostil a los jóvenes procedentes de otra pollada; sin
embargo, cuando se trata de individuos solteros o sin familia, pueden adoptar a los
pollitos huérfanos. Los grupos familiares constituyen bandos únicos hasta que llegan
los rigores invernales y los grupos han sido mermados a consecuencia de la caza.
Entonces los componentes restantes de varios grupos se unen formando grandes ban-
dos invernales, que se disgregan a partir de febrero, en que comienza el celo.

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Cinegéticas
3

perdiz roja
Dieta

La dieta de la perdiz roja es fundamentalmente a base de granos y semillas, muy similar a


la de la perdiz moruna. Los pollos, tal y como ya se ha indicado, consumen preferente-
mente insectos, para superar la delicada etapa del desarrollo; si bien pasadas las primeras
semanas la alimentación va cambiando, predominando el alimento vegetal sobre el ani-
mal.

Caza

La perdiz roja es una especie difícil de cazar, ya que levanta el vuelo a una distancia
considerable del cazador, alejándose generalmente a bastante distancia. Así mismo, la huida
a pie es rápida y constante, pudiendo ganar muchísimo terreno en poco tiempo. En canarias
la caza de la perdiz roja se suele practicar con la ayuda del perro “a rabo”, pudiendo parti-
cipar un solo cazador “al salto”, o bien ejercitarse en equipo “en mano”. En esta última moda-
lidad, también se acosa a las perdices caminando tras ellas, pero la estrategia es llevada a
cabo entre varios cazadores. A paso lento, la línea de cazadores avanza con sus perros para
ir disparando a las piezas que los perros van levantando. Es muy peligroso que los cazadores
se salgan de la línea de mano, pues pueden ser heridos por los disparos de otros cazadores.

Por otro lado, en la Península la perdiz roja también se suele cazar “al ojeo”. En gene-
ral un ojeo es una batida que se da a la caza para, en su huida, hacerla pasar por una línea de
escopetas. En la caza al ojeo, generalmente se bate el terreno hacia una línea de aproximada-
mente 12 cazadores, ocultos cada uno tras una pantalla. La asignación de los puestos suele
hacerse por sorteo. Por cada escopeta suelen ir dos ojeadores (a veces hasta 3 y 4). Los que
van en las puntas deben ir adelantados, portando una bandera blanca cada uno, que servirá
de referencia al director del ojeo e impedirá que se salgan las perdices. Por último, “el gan-
cho” es un ojeo improvisado en el que el número de escopetas y ojeadores suele ser menor.

Como en el caso de la perdiz moruna se utiliza cartucho del número 6 a 71/2 y


cargas de 30-32 gramos.

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3. Las especies de caza mayor
3.1. El muflón
(Ovis aries)

muflón
Identificación

El aspecto rechoncho del muflón se asemeja al de las ovejas y carneros domésticos,


algunas de cuyas razas ha originado. El pelaje es de color pardo chocolate, con manchas blan-
cas en los flancos, las patas, la cara y la región caudal. En las hembras las manchas blancas
son menos patentes, no apreciándose en una buena parte de los ejemplares (aparecen funda-
mentalmente en hembras viejas). En verano ambos sexos son mucho más claros que en invier-
no, y las manchas desaparecen casi por completo, excepto las del costado. La grupa es clara,
y se encuentra atravesada por una cola corta y oscura.

1/2 año 1 1/2 año

2 1/2 años 3 1/2 años

4 1/2 años 5 1/2 años

6 1/2 años 7 1/2 años

fig 1. Evolución de la cornamenta


de los machos de muflón según edad

El muflón presenta un evidente dimorfismo sexual. Los machos son más grandes y
oscuros, con una chorrera de pelo en el cuello y el pecho; los adultos tal como se ha indica-
do tienen dos grandes manchas blancas en los costados, que de lejos, parecen una gran silla
de montar; tienen cuernos como los del carnero, curvados casi en círculo, cuyo tamaño (máxi-
mo 80-90 cm) da una idea de la edad. El cuerno está constituido por una sucesión de anillos
que se agrupan en segmentos de crecimiento que, a su vez, son separados por bandas algo
más estrechas y profundas. Dichos anillos se van desgastando hasta casi desaparecer en los
extremos, estando también más marcados en la superficie frontal que en la interior. En esa
superficie se pueden apreciar las marcas de los combates librados. Sólo algunas hembras tie-
nen cuernos, y estos son mucho más pequeños (3-18 cm) que los de los machos. La extensión
de la máscara facial blanca aumenta con la edad. (Ver Figura 1).

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Cinegéticas
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Las huellas de los muflones son casi idénticas a las de las ovejas. Los excrementos son
negros, esféricos, de un centímetro de diámetro, a veces están sueltos, y otras, apilados en

muflón
pequeños montones. Son casi indistinguibles de los de las ovejas domésticas.

Distribución y hábitat

En Canarias el muflón habita únicamente en la


isla de Tenerife. En esta isla, en 1971 se liberaron los
primeros ejemplares en la Cañada de la Grieta
(Parque Nacional del Teide). Su área de distribución
se ha ido extendiendo progresivamente por los reta-
mares y los pinares que rodean el Parque Nacional. En
la actualidad su población se estima en unos pocos
cientos de ejemplares.

Esta especie aparece principalmente en áreas cubiertas por retamar y codesar,


pinar canario y matorrales de sustitución. A lo largo del año parece mostrar un uso dife-
rente del territorio, seleccionando y mostrando preferencias por diferentes unidades eco-
lógicas, o sectores del espacio.

Biología

Reproducción

El celo del muflón suele tener lugar entorno al mes de octubre, aunque hay
un segundo pico en mayo. Es por ello que el máximo de nacimientos se pro-
duce en marzo, observándose a su vez algunos nacimientos en octubre. Los
machos más grandes acaparan a la mayoría de las hembras, aunque en oca-
siones dos o más machos adultos comparten las hembras de forma aparente-
mente amistosa. Aunque los machos alcanzan la madurez sexual a los dos
años, no suelen tener acceso a las hembras antes de los cuatro o cinco años.

Durante el celo, los machos más poderosos defienden una parcela donde aca-
paran a todas las hembras, excluyendo, en general, a otros machos. En otras
ocasiones camina buscando hembras receptivas ayudándose del olfato.
Cuando un buen semental encuentra un grupo de hembras acompañadas,
adoptará diferentes estrategias según la categoría del rival. Si éste es un joven,
no le prestará atención; si es otro adulto, se acercara desafiante, erguido, con
la cabeza alta. El otro macho puede rehuir el combate, adoptando una pos-
tura sumisa (inmóvil, cuerpo algo agachado, y cabeza y cuello horizontales)
o aceptar el reto. En este último caso, los dos machos comienzan un comba-
te ritualizado e inofensivo, empujándose lateralmente, flanco contra flanco,
hasta que uno pierde el equilibrio y se retira. Sólo en casos extremos se enzar-
zarán en una lucha violenta, entrechocando con gran fuerza las testuces al
modo de los carneros domésticos. Los machos dominantes, siguen, olfatean y

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lamen con insistencia a las hembras, en un cortejo que resulta necesario para

muflón
desencadenar la completa recepción sexual de aquellas. La cópula dura ape-
nas cuatro segundos, y tras cinco meses de gestación nace una cría.

A partir de los nueve o diez años los dientes se desgastan y los ejemplares
empiezan a perder peso, aunque pueden vivir hasta catorce años.

Comportamiento social

Respecto al comportamiento social, cabe indicar que los muflones son grega-
rios (viven en grupos), si bien la composición de los grupos varía a lo largo del año:

Entre febrero y marzo es frecuente observar grupos de hembras solas o con


machos del año anterior.

A partir de marzo comienzan a observarse las crías en compañía de sus


madres, mientras que los juveniles forman grupos independientes.

Entre finales del verano e inicios del otoño se forman grupos mixtos de
hembras con crías, juveniles y machos adultos que se mantienen hasta inicios
del invierno.

Por otro lado, en primavera también es posible encontrar grupos de machos


y hembras adultos juntos, lo que corrobora la idea de un segundo período de
celo en estas fechas.

Dieta

El muflón es un animal herbívoro. Dentro de la materia vegetal seleccionada


se observa una gran proporción de especies nativas, y debido al área de dis-
tribución que ocupa, muchas de las plantas que consumen son endemismos
exclusivos de la isla de Tenerife. Al mismo tiempo, cabe resaltar que algunas
de las especies consumidas están amenazadas de extinción.

Impacto sobre el medio

El muflón constituye una amenaza para varias plantas endémicas presen-


tes en su área de distribución. Tanto el Plan Rector de Uso y Gestión del
Parque Nacional del Teide como el Plan Insular de Caza de Tenerife contem-
plan su erradicación.

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Caza

Teóricamente, la modalidad de caza es al rececho. En este tipo de caza es funda-


mental conocer la querencia de los animales. El cazador intenta localizar los ejemplares
en silencio, y teniendo siempre en cuenta la dirección del viento. Sin embargo, en la prác-
tica, los cazadores se organizan en cuadrillas de cazadores y acompañantes, y van a batir
sistemáticamente una zona. Las cuadrillas suelen estar integradas por unos 15 a 20 caza-
dores, y un máximo de siete acompañantes. Las jornadas de caza habitualmente se asig-
nan mediante sorteo. Las cuadrillas han de pasar un control al inicio y final de la jornada
cinegética.

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3.2. El arruí
(Ammotragus lervia)

arruí
Identificación

A medio camino entre la cabra montés y el muflón, el arruí es un robusto y corpu-


lento bóvido africano, introducido recientemente en varios lugares de España. Su color es
pardo arenoso, bastante uniforme, con las partes inferiores más claras. Tiene una crin
corta y erecta desde el cuello hasta la mitad del lomo, y una llamativa melena caracterís-
tica que recubre la garganta, el pecho y pate de las patas anteriores. Los cuernos son grue-
sos, dirigidos hacia atrás y hacia abajo, en forma de medio círculo, con las puntas orien-
tadas hacia la parte interna.

Esta especie presenta un dimorfismo sexual evidente, mostrándose las hembras más
pequeñas, con cuernos más cortos y la pelambrera pectoral menos desarrollada (Ver Figura 2
y Figura 3).

Hembras de hasta 3 años

Hembras mayores de 3 años

fig 2. Hembras

de hasta 3 años entre 3 y 4 años de 4 a 6 años de 6 o más años

fig 3. Machos

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Cinegéticas
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Distribución

arruí
Se trata de una especie introducida en Canarias
que habita únicamente en la isla de La Palma. En esta isla,
en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente en
1972 fueron introducidos unos 15 ejemplares. Está pre-
sente en el Parque Nacional y en los pinares que lo cir-
cundan. Es la actualidad su población se estima en unos
pocos cientos de ejemplares.

Biología
Reproducción

El celo se produce fundamentalmente en los meses de octubre y noviembre, y tras


cinco meses de gestación, la mayor proporción de partos tiene lugar en marzo y abril,
aunque también se han observado algunos nacimientos en otoño. El número de crías
por parto depende de la disponibilidad de alimento, oscilando generalmente entre
una y tres. Con buenas condiciones de alimento, estas alcanzarán la madurez sexual
a los dieciocho meses.

Comportamiento social

Respecto al comportamiento, los arruies son animales gregarios, con una organiza-
ción social basada en un sistema jerárquico:
En verano destacan dos tipos de grupos, generalmente separados, por un lado hem-
bras con adolescentes y crías (alrededor de 12 individuos por grupo), y por otro,
machos adultos.
En otoño los machos adultos se reúnen con las hembras, y los machos adolescen-
tes y subadultos van a formar grupos separados.
En primavera las hembras se separan de los grupos para parir.

Dieta

El arruí se puede alimentar de prácticamente cualquier planta; consume líquenes,


helechos, musgos y hongos. Muchas de las plantas de las que se alimenta son ende-
mismos exclusivos de La Palma.

Caza

La modalidad de caza suele ser al rececho en cuadrilla. Las cuadrillas suelen estar
integradas en torno a un mínimo de quince y un máximo de veinticinco cazadores.

Impacto sobre el medio

El arruí constituye una amenaza para varias plantas endémicas presentes en su


área de distribución, algunas de las cuales están amenazadas de extinción, y contribuye
a los procesos erosivos, pues los lugares donde habitan tienen fuertes pendientes. El Plan
Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente, el del
Parque Natural de Las Nieves, y el Plan Director de la Reserva Natural Integral del
Pinar de Garafía, contemplan su erradicación.

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Cinegéticas
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4. Los animales asilvestrados
Este es un caso que debe ser tratado con precaución. Según la definición dada por
el Reglamento de Caza (ver apartado 1 “Las especies de caza”) podrían considerarse ani-
males asilvestrados algunas especies de origen doméstico y otras exóticas que han sido
introducidas de manera accidental o voluntaria.

1) Aves:

a) Loros, cotorras y similares.


b) Tórtola rosada y otras aves exóticas de tamaño similar

2) Mamíferos:

a) Ardilla moruna
b) Gato cimarrón
c) Ratas
d) Cabras y ovejas no marcadas

En el caso de las aves, por el momento y salvo excepciones, las especies relaciona-
das solamente se encuentran en zonas urbanas o rurales donde no se puede practicar la
caza por tratarse de “zonas de seguridad”.

Respecto a los mamíferos, la ardilla moruna se viene considerando en la Orden de


Caza entre las especies cazables en Fuerteventura y Gran Canaria. Las ratas ocasional-
mente interfieren en la caza con hurón y su muerte no ocasionará congoja a nadie.

Más precaución hay que tener en el caso de los gatos cimarrones, tan dañinos para
las especies de caza y para muchas especies amenazadas, pues, aún teniendo dueño, rara
vez están marcados con collar y mucho menos con microchip o tatuaje. En este caso,
debe prevalecer el sentido común y solamente se debe disparar sobre ellos cuando su
comportamiento, su aspecto y la lejanía de los lugares habitados no deje duda sobre su
carácter asilvestrado.

El ganado cimarrón, generalmente cabras y ovejas, debería ser controlado median-


te batidas organizadas específicamente por los Cabildos en las que podrían participar los
cazadores con las licencias, permisos y armas adecuadas para el caso.

La caza puede contribuir al control de especies exóticas invasoras


(como los gatos cimarrones) que amenazan especies nativas de reptiles,
como los lagartos gigantes de Tenerife, El Hierro y La Gomera, y de aves,
como el pinzón azul de Gran Canaria y algunas aves marinas y esteparias.

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Cinegéticas
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5. Aspectos sanitarios
y principales factores de amenaza

Sustancias tóxicas

El agua y los recursos tróficos suelen ser el medio a través del que puede pasar un tóxi-
co a las especies de caza. El contaminante puede llegar al entorno natural a través de diver-
sas vías: vertidos industriales, escorrentías de suelos agrícolas, filtraciones de vertederos, etc.
Así mismo, los contaminantes también pueden alcanzar la atmósfera por emisiones de indus-
trias, incineración de residuos, combustión de carburantes, emisión de gases derivada de las
explotaciones intensivas de animales, etc. Una vez en la atmósfera, por medio de la lluvia
estos elementos pueden depositarse sobre pastos y cultivos, y llegar al suelo. Otras veces, las
sustancias tóxicas van a provenir de su empleo en la agricultura sin las precauciones debidas
(cautela en cuanto a la selección del tipo de sustancia a emplear, concentraciones de las mis-
mas, condiciones de empleo, etc.), así mismo, es habitual que en el campo los envases de
fungicidas y pesticidas no se eliminen siguiendo unas pautas adecuadas. De esta forma, las
especies cinegéticas tras alimentarse o beber agua pueden incluir sustancias tóxicas de una
manera directa en su metabolismo. A partir de ciertas concentraciones en un determinado
organismo, es decir cuando se sobrepasan ciertos umbrales, la acumulación del tóxico actúa
provocando procesos patológicos, e incluso puede derivar en la muerte del individuo.

Microorganismos y parásitos

Generalmente, los microorganismos y parásitos albergados habitualmente en especies


de vida libre rara vez constituyen un riesgo para sus hospedadores naturales, ya que los mis-
mos suelen estar adaptados a su presencia. En todo caso, la enfermedad ejerce un papel regu-
lador del ecosistema. Los animales debilitados y aquellos ajenos a dicho ecosistema (reintro-
ducidos o introducidos) suelen ser los más sensibles al patógeno, enfermando y/o muriendo.

Por otro lado, cuando la actividad humana produce una fuerte alteración del medio
natural, y cuando se liberan masivamente ejemplares domésticos o de otras localidades, se
corre el riesgo de introducir nuevos agentes infecciosos, o parasitarios, a los que las especies
nativas no están acostumbradas, por lo que estas últimas son susceptibles de enfermar.

Una toma habitual de muestras, y su posterior análisis, en las poblaciones cinegéti-


cas, permite constatar, e investigar, frecuencias anómalas de determinados agentes capa-
ces de producir enfermedades en la población, así como advertir la presencia de un agen-
te patógeno de reciente incorporación que pueda ser causa de problemas futuros.

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Patrones poblacionales

Los parámetros poblacionales que van a influir sobre la salud de la población cine-
gética suelen ser: la densidad poblacional (números de individuos por unidad se superfi-
cie), la proporción de sexos y la proporción de edades.

El tamaño de la población en una determinada zona va a variar oscilando general-


mente dentro de un rango. La población no se suele multiplicar por encima del límite que
conduce a la superpoblación, así mismo, existen unos mínimos poblacionales por debajo
de los cuales esta se encontraría en situación de riesgo de extinción. Por tanto, en condi-
ciones normales hay una serie de mecanismos de autorregulación. Cuando incrementan
excesivamente las poblaciones se produce un desmedido consumo de los recursos, por lo
que a continuación los recursos disminuyen, aumentando la competencia entre individuos.
Así mismo, se ve facilitada la transmisión de enfermedades, ya que hay un mayor contacto
entre los distintos animales que pueblan la zona. Ambos aspectos van a contribuir a que se
incremente la mortalidad en poblaciones que presentan elevadas densidades.

Por otro lado, la territorialidad y el comportamiento de los grupos van a incidir


sobre la reproducción, y por tanto también repercuten sobre la densidad de la población.

Por su parte, la proporción de machos y hembras aporta información sobre la capa-


cidad reproductiva, y la relación entre jóvenes y hembras sobre la eficacia reproductora.
El conocer esta información es importante de cara a establecer un adecuado manejo de
las poblaciones cinegéticas.

Actuaciones de repoblación e introducción

Cuando los recursos cinegéticos han disminuido o bien no son suficientes para la
demanda planteada, se recure a la repoblación con animales de las mismas especies que
existen en la zona, e incluso en ocasiones se producen introducciones de especies foráneas.

La suelta va a romper el equilibrio existente en ese momento en el área. Es por ello


que en cuanto al origen de los animales para la repoblación se consiguen mayores éxitos
cuanto más cercana es la procedencia de los animales a soltar, ya que estarán más adap-
tados a ese medio, y desencadenaran un menor impacto en el equilibrio. En general, y
previamente a la suelta, se debe realizar un chequeo que garantice las condiciones sani-
tarias, además de vacunar frente a enfermedades que en ese momento estén atacando a
la población natural del área.

En muchas ocasiones, cuando la suelta se realiza con animales exóticos, la acción


de los animales introducidos va a ser devastadora, ya que puede producirse una compe-
tencia entre los individuos que puede desplazar o mermar las poblaciones de especies
autóctonas. Así mismo, adicionalmente, las poblaciones locales pueden ser dañadas por
introducción de nuevas enfermedades que pueden portar los animales que se sueltan, a
las que la fauna nativa no se ha adaptado, y ante las que no se tiene por tanto preparada
una respuesta inmunitaria.

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Cinegéticas
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Medidas preventivas

En general para que las poblaciones de especies cinegéticas gocen de buena salud,
entre otras cosas, es recomendable:

Evitar la llegada al medio natural de elementos tóxicos (venenos).

Asegurar la disponibilidad de alimento.

Control de la población mediante la actividad cinegética siguiendo unos criterios


en cuanto a densidad poblacional, proporción de sexos y proporción de edades (suele
ser difícil en caza menor).

Vigilancia epidemiológica, mediante un muestreo sistemático y análisis de la


población (puede llevarse a cabo mediante muestra tomadas a partir de animales aba-
tidos en la temporada de caza).

Cuarentena de los animales adquiridos para su suelta en el medio natural. Los animales
antes de ser soltados deberán ser desparasitados, vacunados, desinsectados y marcados.

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Cinegéticas
3
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Rodríguez, J.L., 1993. El muflón Ovis ammom musimon (Pallas, 1811) en Tenerife:
aspectos de su biología y ecología. Tesis Doctoral. Facultad de Biología.
Universidad de La Laguna.
Villafuerte, R., 2007. Oryctolagus cuniculus (Linnaeus, 1758). Ficha Libro Rojo. Pp:
487-491. En: J. Gisbert y J.C. Blanco (eds.). Atlas y Libro Rojo de los Mamíferos
Terrestres de España. Dirección General para la Biodiversidad-SECEM-SECE-
MU, Madrid.
VIDEO: La perdiz moruna; cría, adaptación y suelta. Cabildo de Tenerife. 2003.
Duración: 15 min. Coordinación: Yolanda Campos y Juan Alberto Delegado.

34
MANUAL DEL C AZADOR Las Especies
Cinegéticas
3
10. Normativa
Unión Europea
Directiva 79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril de 1979, relativa a la conservación
de las aves silvestres. DOCE L 103 de 25 de abril de 1979.

Estado
Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. BOE
nº 299, de 14 de diciembre, de 2007.

Canarias
Ley 7/1998, de 6 de julio, de Caza de Canarias. BOC nº 86, de 15 de julio de 1998.
Decreto 42/2003, de 7 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de la Ley
7/1998, de 6 de julio, de Caza de Canarias. BOC nº 81, de 29 de abril de 2003.

Boletín Oficial de Canarias http://www.gobiernodecanarias.org/boc/

Federación Española de Caza http://www.fedecaza.com/

Club de Caza http://www.club-caza.com/

Oficina Nacional de la Caza http://www.oficinanacionalcaza.org/

35
CUESTIONARIO MANUAL DEL C AZADOR Las Especies
Cinegéticas
3
a) El conejo, la paloma bravía, la tórtola común, la codorniz,
la perdiz moruna, la perdiz roja, el muflón, el arruí y los ani-
1) Las especies males asilvestrados.
cinegéticas de
Canarias son: b) La liebre, la paloma turqué, el faisán, la hubara canaria y
el ciervo.

c) El lagarto tizón, el gorrión moruno, el mirlo y el canario.

a) El muflón y el arruí.
2) Las especies de b) La codorniz común, la tórtola común y la paloma bravía.
caza nativas son:
c) La perdiz moruna y la perdiz roja.

a) Cualquier animal.

3) En temporada b) Aquellas especies expresamente establecidas en la Orden


de caza se puede Canaria de Caza.
cazar:
c) Aquellas especies que se contemplan en el Catálogo de
Especies Amenazadas de Canarias.

a) Una enfermedad de tipo traumático que afecta a las patas


traseras del conejo. Esta patología se da sobre todo en adul-
tos, e impide a los ejemplares viejos saltar como los jóvenes.
4) La mixomato-
b) Una enfermedad infecciosa, altamente contagiosa produ-
sis es:
cida por virus que puede originar una elevada mortandad en
la población afectada.

c) Es una caída anómala del pelaje del conejo producida por


exceso de piojos. Se recomienda por ello, antes de realizar
repoblaciones en un coto, lavar a los conejos con vinagre
diluido o champú Filvit.

36
MANUAL DEL C AZADOR Las Especies
Cinegéticas
3

a) Hay que intentar terminar con todo el bando, ya que en la


actualidad, por su alta tasa de reproducción, hay problemas
5) En la caza de la de superpoblación.
perdiz:
b) Se hace imprescindible el autocontrol del cazador para no
mermar los bandos, a fin de que la población pueda mante-
nerse en unos niveles óptimos de densidad.

c) Hay que intentar terminar con los bandos de la zona, a fin


de que en la temporada siguiente se puedan realizar repobla-
ciones en esa localidad, y las piezas sean más fáciles de abatir.

a) Son ovejas salvajes, que provienen a partir de ejemplares


escapados de los rebaños que antaño los guanches llevaban
6) Los muflones: a pastar a las Cañadas.

b) Fueron introducidos en el Parque Nacional del Teide en


los años setenta.

c) Son carneros que llegaron a nado al Archipiélago prove-


nientes de las costas cercanas de África.

a) Son mamíferos solitarios. Macho y hembra mantienen y


defienden territorios separados. Los ejemplares de esta espe-
7) Los muflones: cie únicamente se juntan en verano cuando tiene lugar el
período de celo, siendo posible observarlos en ese momen-
to en pareja. Tras la cópula, la pareja se separa y no se vuel-
ve a unir hasta el verano siguiente.

b) Son animales que suelen encontrarse en grupos.


La composición de los grupos varía a lo largo del año.

c) Son animales que viven en grupo. La composición del


grupo se suele mantener estable a lo largo del año, aunque
ocasionalmente puede variar en número por motivos de
defunción o nacimiento. Es en este momento cuando tam-
bién se juntan grupos cercanos, a fin de realizar en común
las pautas que en estos animales se han asociado al duelo, o
en su caso, cuando hay un nacimiento, al festejo.

37
MANUAL DEL C AZADOR Las Especies
Cinegéticas
3

a) Es una especie muy selectiva en su alimentación ya que en


la isla de La Palma sólo se ha observado consumiendo dos o
8) El arruí: tres tipos de plantas.

b) Es una especie carroñera que se alimenta generalmente de


animales muertos.

c) Presenta una dieta variada, pudiéndose alimentar de prác-


ticamente cualquier tipo de planta, así mismo, consume
líquenes, helechos, musgos y hongos.

a) Únicamente pueden llegar a la fauna cinegética cuando


algún desaprensivo pone, directamente, el producto conta-
minante en el campo, a fin de envenenar a los animales.
9) Las sustancias
tóxicas o venenosas: b) Pueden llegar al medio natural a través de diversas vías:
vertidos de industrias, emisión de gases, empleo de pestici-
das en los campos, etc. Cuando las especies cinegéticas se
alimentan o beben agua, pueden incluir estas sustancias en
su metabolismo.

c) Nunca llegan a ser asimiladas por las especies cinegéticas,


ya que el agua de la lluvia las dispersa, contribuyendo a la
limpieza de los campos.

a) En mayor medida a los individuos debilitados.


10) Las enferme-
dades suelen b) A los individuos fuertes y sanos.
afectar:
c) Por igual a ejemplares fuertes que a debilitados.

SOLUCIONES:
1-A / 2-B / 3-B / 4-B / 5-B / 6-B / 7-B / 8-C / 9-B / 10-A

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