Modulo 1

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Mediación y resolución pacífica de conflictos

Módulo 1: Cultura de paz y derechos humanos


Educación para la Paz
La educación tiene un papel fundamental en esta ruta de cultura de la paz, ya
que dentro de sus objetivos se encuentra proporcionar herramientas para que
las personas asumamos y comprendamos el complejo mundo en el que
vivimos, usemos con responsabilidad los recursos naturales con los que
contamos, construyamos y defendamos un sistema de valores en el que
observamos la tolerancia, la justicia y el respeto a las diferencias.

¿Cómo aprender a vivir juntos en la “aldea planetaria” (Delors, 1996), si no


podemos vivir en las comunidades a las que pertenecemos por naturaleza:
la nación, la región, la ciudad, el pueblo, la colonia?

Esa tarea requiere que se planeen estrategias y mecanismos efectivos y


eficaces. Para el logro de tales objetivos requerimos replantear las estructuras
de pensamiento dominantes, descifrar los estereotipos y prejuicios en lo que se
sustentan y, sobre todo, los privilegios que se otorgan a unos y unas, así como
las desventajas de otros y otras, al sostener las ideas dominantes que violentan
y van contra lo esencial del ser humano, es decir, requiere de la participación
conjunta de diferentes actores y actrices sociales e institucionales.

Es necesario mantener presente que la coexistencia de la diversidad tan rica


que conforma a México, requiere el reconocimiento de todas las voces, por lo
que resulta de trascendental importancia tener presente el hecho de que los
derechos humanos se encaminan a tener un respaldo jurídico que les otorgue
estabilidad, de manera tal que, si en la discusión y construcción del eje moral se
avanza o, no deseablemente, se retrocede, los derechos fundamentales quedan
protegidos por el avance que ya ha sido positivado y, más aún ha sido
aceptado, deseado y exigido por la sociedad.

En ese sentido la construcción de una cultura de derechos humanos, gira en


torno a la necesidad de trabajar en pro del logro del cambio paradigmático
requerido y para tornar ello una realidad, podemos considerar la acción
educativa como una herramienta para incidir en la prevención de violaciones a
derechos humanos a través de políticas educativas reflejadas en el diseño de
actividades pedagógicas y didácticas que permitan lograr objetivos de
aprendizaje cognoscitivos, procedimentales y actitudinales, que pasen por la
comprensión, sensibilización y difusión de los derechos humanos, la formación
de personas promotoras de derechos humanos y por ende, la construcción de
sociedades de respeto a la dignidad humana.

El derecho a la educación en su vertiente de Educación para la Paz y los


Derechos Humanos tiene como objetivo informar, formar y transformar para la
conformación de una cultura de paz, se refiere a construir la paz positiva.

Repasemos un poco los instrumentos en materia internacional y nacional que


nos hablan sobre los objetivos de la educación para construir una cultura de
paz.

Seguramente usted ha escuchado sobre la diferencia entre educar y enseñar,


con la que se expresa que la educación es más amplia que la enseñanza, la
educación incorpora ese valor añadido que le da sentido a ésta última. “Educar
es humanizar, favorecer el desarrollo de las potencialidades de las personas. La
mera instrucción no conduce a una educación integral, de la suma de los
saberes conceptuales no emergen las actitudes que permiten a las personas
valorar el mundo en el que viven y apreciarlo. A valorar se aprende valorando y
a participar se aprende participando” (Gordillo, 2006, pág. 69).

Por la tanto la educación se refiere a un proceso continuo de formación del ser


humano en interrelación con el mundo que le rodea. Desde que nace, recibe
estímulos que interioriza y que van dando forma a su carácter, sus valores
éticos y estéticos, construye sentimientos, desarrolla habilidades y destrezas.

La educación debe impactar en el desarrollo de las personas, las actitudes y


conductas relacionadas con la justicia, el respeto, la tolerancia, el diálogo y la
resolución no violencia de conflictos, es decir, lo más genuino del ser humano.
El ser humano, social por naturaleza, necesita aprender a relacionarse con los
demás (Díaz, 1998, pág.13). La educación es un derecho humano fundamental
y está indisolublemente ligado a la Declaración Universal de Derechos
Humanos y a muchos otros instrumentos internacionales en derechos humanos,
además es uno de los principios rectores que respalda la Agenda Mundial
Educación 2030, así como el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4),
adoptado por la comunidad internacional.

Mientras que, en el artículo 13 del Protocolo Adicional a la Convención


Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, mejor conocido como “Protocolo de San Salvador”, se
reconoce el “derecho a la educación de toda persona” y afirma que la educación
debe orientarse: “hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del
sentido de su dignidad y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos,
el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz”.

Agrega que la educación debe “capacitar a todas las personas para participar
efectivamente en una sociedad democrática y pluralista, lograr una subsistencia
digna, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las
naciones y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos y promover las
actividades en favor del mantenimiento de la paz”

Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos humanos (1948),


segundo párrafo.

La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y


el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el
desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de
la paz.
Mediación y resolución pacífica de conflictos
Módulo 1: Cultura de paz y derechos humanos
Antecedentes de la Educación para la Paz: Paz positiva-
Paz negativa
El deseo de la paz es un anhelo a nivel internacional, deseo por el que muchas
personas se han esforzado en el transcurso de la historia. Paradójicamente, en
razón de esta paz se han iniciado enfrentamientos entre pueblos, comunidades y
países, afectando así millones de personas en el respeto a su dignidad.
Las atrocidades registradas en la historia de la humanidad han tenido como
justificación la paz; la definición del concepto de paz no alcanzó, sino hasta fechas
muy recientes un consenso, entendida como un derecho humano, el ejercicio de
los valores como la tolerancia, solidaridad, respeto, justicia, el reconocimiento del
respeto a las libertades y los derechos reconocidos.
La Declaración sobre la preparación de la sociedad para vivir en paz contenida en
la resolución de la Asamblea General No. 33/73 de la ONU. Establece que “Toda
nación y todo ser humano, independientemente de su raza, convicciones, idioma o
sexo, tienen el derecho inmanente a vivir en paz. El respeto de ese derecho, así
como de los demás derechos humanos redunda en el interés común de toda la
humanidad y es una condición indispensable para el adelanto de todas las
naciones, grandes y pequeñas, en todas las esferas”. En la actualidad el derecho
a vivir en paz, como derecho individual y como derecho colectivo, es la piedra
angular de todos los demás derechos humanos y de su interdependencia
recíproca (Tuvilla, 2004, pág. 3).
La preocupación por la educación para la paz nace en el contexto de la primera y
segunda guerra mundial su precursor fue un movimiento llamado “Escuela nueva”,
movimiento que ya tenía sus inicios a finales del siglo XIX en Europa y se
desarrolla hasta el primer tercio del siglo XX.
El enfoque de este movimiento hacía referencia a una renovación pedagógica,
implicaba trascender de una pedagogía basada en la memorización, el
autoritarismo y la disciplina violenta a reivindicar el valor, la dignidad de la infancia,
los intereses espontáneos del niño y aspiraba a fortalecer su libertad y autonomía
(Narváez, 2006).
Como usted se dará cuenta, la intención por educar en el respeto a la dignidad ha
sido una constante, sólo que en aquel momento los objetivos de está educación
eran evitar conflictos bélicos y realmente no había una preocupación por que cada
persona alcanzara su realización propia. La Escuela Nueva vino a visibilizar la
necesidad de cambiar la estructura de la educación tomando como referencia el
contexto de guerra que se vivía, por ello en este momento el sentido de la paz
solamente se enfocaba en impedir que siguieran los enfrentamientos militares y el
estallido de más conflictos armados.
Al finalizar la segunda guerra mundial podemos advertir que la paz aún no
encontraba su relación con los derechos humanos, fue con el surgimiento de las
investigaciones sobre paz a mediados del siglo XX que se torna un nuevo
concepto y se enriquece con el ideal de no-violencia o educar para el desarme.
Para la década de los sesenta, personas académicas, investigadoras y activistas
avanzaron en la ruta de un concepto más amplio de paz, la relacionaban con la
justicia social, la igualdad y el diálogo. Es precisamente un sociólogo y matemático
noruego llamado Johan Galtung, quien tiene un papel relevante en la construcción
y aportes de tal sentido de paz; desarrolló los conceptos de paz negativa y paz
positiva, la primera entendida como ausencia de guerra o violencia directa, y la
segunda se relaciona con los derechos humanos, los valores, la no violencia.
La paz positiva, por lo tanto, tiene el objetivo de lograr la armonía social, el
conocimiento y aplicación de los valores, justicia e igualdad, sus características
refieren a la ausencia de violencia directa, estructural y cultural, un reducido nivel
de violencia directa y elevado nivel de justicia. La estrategia que se necesita para
llegar a ella es comprender que la paz no es un fin, sino un proceso, esto significa
que la paz no es el rechazo a los conflictos, por el contrario, busca las formas de
enfrentarlos y transformarlos.
Por ejemplo, si usted conoce a una persona que comúnmente expresa que “jamás
ha tenido conflictos”, probablemente la realidad es que ha aprendido a
transformarlos y por ello no resultan en un conflicto que obstaculiza su vida diaria.
Recordemos que en el módulo II justamente hablaremos sobre las implicaciones
del conflicto y cómo la paz es un proceso encaminado a promover formas
constructivas para resolverlos.
La paz como derecho, implica no sólo la disminución de violencia, sino solucionar
sus causas, lo que conocemos en la actualidad sobre la paz positiva se fue
fortaleciendo poco a poco, para comprender a fondo este nuevo sentido de paz,
fueron necesarios los conceptos que, como retoma Calderón (2009), J. Galtung
presenta “el triángulo de la violencia” donde se señalan los tres tipos o formas
diferentes de violencia estrechamente relacionadas entre sí:

 Violencia directa: La violencia directa, es considera visible. Es aquella


que supone una agresión física, un asesinato, tortura, una bofetada, una
mutilación, violencia psicológica o verbal.
 Violencia estructural: La violencia estructural, que forma parte de la
estructura social y que impide cubrir las necesidades básicas, como la
generada por la desigualdad social, el desempleo, la pobreza, la falta de
servicios sanitarios y educativos básicos, etc.
 Violencia cultural: Se refiere a aquellos aspectos del ámbito simbólico
(religión, cultura, lengua, arte, ciencias…) que se pueden utilizar para
justificar o legitimar la violencia estructural o directa, aquellas
argumentaciones que nos hacen percibir como «normales» situaciones de
violencia profunda. La violencia cultural también puede tomar el nombre de
cultura de la violencia.
Por lo tanto, la paz es un proceso que se encamina a ir reduciendo las formas de
violencia antes vista, este camino implica como primer paso ir visibilizando la
violencia en los diversos espacios en lo que cohabitamos. Es decir, la paz positiva
es un proceso de constante construcción donde observamos un orden social,
justicia, igualdad en la distribución del poder y recursos, la presencia de
condiciones en el respeto a la dignidad de las personas, tener un conocimiento,
sensibilización y, por supuesto, requiere de la educación
Mediación y resolución pacífica de conflictos
Módulo 1: Cultura de paz y derechos humanos
Educación en y para los Derechos Humanos
Hablar de educación para la paz y para los derechos humanos, exige la revisión
profunda del sistema educativo nacional (SEN), generar cambios en las
prácticas didácticas, la revisión y adaptación del material pedagógico y por
supuesto la adecuada preparación del personal que labora en este campo. Los
derechos humanos son tan propios de la condición humana como respirar y
caminar, es por ello que cada día es una oportunidad para ejercerlos, la
educación sobre derechos humanos se convierte en ese instrumento para
prevenir violaciones a los mismos, cuando reconocemos personas formadas
bajo los objetivos de la educación para la paz y los derechos humanos, la
mediación resulta favorecedora ya que estamos dispuestas o dispuestos a
transformar los conflictos.

Desde la visión de la educación para la paz y los derechos humanos y la


construcción de paz positiva, el conflicto toma relevancia, dejando atrás la visón
tradicional que se piensa relacionado con la lucha, el combate, la pelea, es
decir con una relación donde alguien domina y se posiciona como superior, se
reconocen esas bases socio históricas, esas violencias directas, estructurales y
culturales que generan dicho conflicto para poder construir nuevas formas de
relacionarse, aterrizar la teoría en práctica y de cuestionar y replantear la base
axiológica de la violencia como forma predominante de relación.

“La educación sobre los derechos humanos suele entenderse sólo en referencia
al contenido teórico. Sin embargo, no puede reducirse a la simple incorporación
de contenido sobre derechos humanos a unos planes de estudios ya
sobrecargados. La educación va mucho más allá del contenido de los planes de
estudios, ya que también abarca toda la variedad de procesos y experiencias de
aprendizaje que permiten a niñas, niños, adolescentes y adultos, tanto
individual como colectivamente, desarrollar plenamente su personalidad en la
sociedad” (UNESCO, 2003, p.4.). Implica que el estudio de los derechos
humanos debe ser abordado desde la práctica de los mismos, es decir, que las
personas aprendamos a respetar, respetando, a ser solidarios viviendo la
solidaridad, en fin inculcar actitudes y comportamientos que le permitan
participar en la sociedad. Si deseamos espacios de convivencia pacífica es
porque en el propio espacio social, escolar o familiar se respeten y fomenten los
derechos y obligaciones; la educación sobre los derechos humanos implica una
práctica educativa estratégica que impulsa espacios inclusivos y nos
discriminatorios que protejan los derechos humanos, cumple con este objetivo
en la medida que fomenta personas sensibles a las necesidades de la
sociedad. La meta última de la educación sobre derechos humanos es construir
sociedades donde no se atropelle la dignidad humana, “se debe interiorizar que
la dignidad de la persona tiene por objeto la no humillación y el reconocimiento
del ser humano como tal, el respeto por la dignidad humana implica el
reconocimiento de mis semejantes o de las naciones semejantes a la mía”
(López, 2018, p.137)

Aún en pleno siglo XXI


persisten prácticas como la
exclusión social, trabajo
forzado, trata de personas,
tortura, etc. Por ello la
educación sobre derechos
humanos menciona que no es
suficiente denunciar o castigar
los abusos después de que han
En la medida en que cada persona ocurrido: hay que evitarlos.
aprenda a reconocerse como sujeto
pleno de derechos, será capaz de
ejercerlos y defenderlos y, a la vez,
de respetar y defender su ejercicio
por parte de las demás personas.
Por lo tanto, la educación sobre derechos humanos puede definirse como “el
conjunto de actividades de educación, formación y difusión de información
orientadas a crear una cultura universal de derechos humanos. Una educación
en derechos humanos eficaz no sólo proporciona conocimientos sobre los
derechos humanos y los mecanismos para protegerlos, sino que, además,
desarrolla las competencias y aptitudes necesarias para promover, defender y
aplicar los derechos humanos en la vida cotidiana” (Naciones Unidas y
UNESCO. 2017, p.2). Por lo tanto, educar sobre derechos humanos no puede
reducirse al orden intelectual, habrá que trascender a los sentimientos, ir de lo
teórico a la práctica. Se ha descrito este estudio desde dos vertientes,
“educación en derechos humanos” y “educación para los derechos humanos”, la
primera “en” trata de formar en una filosofía el reconocimiento de los derechos
humanos y la segunda “para” se refiere a prácticas concretas —de acción y de
relación entre personas que se respetan como iguales en dignidad y derechos y
se comportan de manera autónoma, crítica y responsable, guiados por
principios éticos y solidarios.
Educación en (sobre) Derechos Humanos

Se define como: aquella que está dirigida a la transmisión de conocimientos en


materia de Derechos Humanos, los denominados “Aspectos Básicos de
Derechos Humanos”, conocimientos mínimos que toda persona debe tener en
esta materia y se refiere a objetivos cognoscitivos:

Comprender la noción de Derechos Analizar los Derechos Humanos


Humanos como un proceso histórico, y las necesidades humanas
expansivo e inacabado, identificando sus básicas;
diferentes generaciones;

Comprender
Conocer la
la dinámica y
historia de la
estructura
lucha por los
del conflicto
Derechos
y la visión
Humanos y las
conflictiva de
libertades
la sociedad,
fundamentales;
así como
ejercitarse en
las
alternativas

Comprender el de

significado no sólo de resolución;

los derechos sino de


los deberes que
tienen las personas,
Identificar las causas sociales
los grupos sociales y
que generan la violencia;
las naciones para con
los demás;

Reconocer el articulado de la DUDH y otras


declaraciones internacionales, así como, su
interrelación;
El impacto de la Educación en (sobre) los Derechos Humanos es directo, a corto
plazo. Supone el cuestionamiento del autoritarismo, la corrupción y la impunidad
vivida aquí y ahora. Cuando este proceso es honesto, promueve la
transformación de las condiciones que sostienen a los servidores públicos en su
práctica violatoria, promueven la denuncia, así como el compromiso con el
seguimiento y apoyo de las recomendaciones de los organismos de protección
de los Derechos Humanos.

Educación para los Derechos Humanos


Consiste en promover el conocimiento de éstos a partir de la reflexión sobre las
actitudes de respeto o violación en la vida cotidiana. Pone énfasis en la
construcción de relaciones, actitudes y valores de respeto a la dignidad de la
persona; en el desarrollo de habilidades sociales tales como: la empatía, el
compromiso con los derechos de los demás, la capacidad de vivir en
democracia, la toma de decisiones más justas y hace referencia a objetivos
actitudinales:
 Fomentar: El sentido de los valores universales y los tipos de
comportamientos en que se base una cultura de paz.
 Apreciar: El valor de la libertad. Esto supone preparar a los jóvenes para
manejar situaciones inciertas y difíciles y prepararlos para la autonomía y
la responsabilidad individuales con el objeto de trabajar por una sociedad
justa, pacífica y democrática.
 Desarrollar: La capacidad de reconocer y aceptar la diversidad de los
individuos, los géneros, los pueblos y las culturas, y desarrollar la
capacidad de cooperar con los demás.
 Promover: El desarrollo de la autoestima de cada persona y de la
conciencia del valor de la vida
 Aprender: A resolver los conflictos con métodos no violentos.
 Cultivar: La capacidad de tomar decisiones basadas en el análisis de las
situaciones presentes, pero con visión de futuro.
 Enseñar: A respetar el patrimonio cultural y a proteger el medio
ambiente. Pero con visión de futuro.
 Nutrir: El sentimiento de solidaridad y equidad.
 Una actitud de aceptación: Frente a personas de distinta etnia, religión,
nacionalidad y cultura con visión de futuro.
 Sensibilizar: Sobre la necesidad de relaciones interpersonales y de una
convivencia asentadas en los principios consagrados en los Derechos
Humanos.

Al hablar de interiorizar nos referimos a asimilar profundamente pensamientos


o creencias o, en otras palabras, hacerlos parte de nuestras vidas. La
mayoría de nosotros estamos familiarizados con el concepto teórico de los
Derechos Humanos, pero para hacerlos nuestros, es necesario expresar más
que un simple discurso, repetir una rutina de trabajo o leerlo en un libro.
Interiorizar requiere un trabajo constante en la vida de una persona, formar
hábitos positivos. Zurbano (1998, p. 27-29), resalta las siguientes
orientaciones que pueden ser de utilidad para el profesorado en esta tarea de
educar para los derechos humanos, recuerde que aunque este autor hace
énfasis en “el profesorado” las siguientes orientaciones también son
funcionales para otros espacios, como el familiar por ejemplo:

A) Los derechos humanos se aprenden a través de la práctica


La enseñanza de los Derechos Humanos no debe reducirse a una
simple exposición teórica, a la asimilación de unos conocimientos. Los
derechos humanos, como los valores morales, se aprenden a través de
la práctica, del ejemplo, de situaciones que hacen posible su vivencia.

B) Necesidad de trabajar a nivel cognitivo, afectivo y conductual


Los Derechos Humanos, como los valores, hay que trabajarlos a nivel
cognitivo (ofreciendo a los alumnos/as, según la edad, los
conocimientos necesarios para entenderlos), a nivel afectivo
(fomentando sentimientos y actitudes coherentes con la valoración y el
respeto de los derechos) y a nivel conductual (exigiendo que los
alumnos/as respeten los derechos de los demás en cualquier situación
de la vida escolar).

C) Los y las profesoras deben aprovechar situaciones idóneas para


trabajar
Al educar los Derechos Humanos, deberán aprovechar tres situaciones
escolares distintas, pero íntimamente relacionadas: el Currículo Escolar
(con los objetivos y contenidos de las distintas áreas que se refieren a
los derechos de las personas y de los pueblos), las situaciones de la
vida escolar en las que entran en juego esos derechos (la escuela es
un microcosmos de los conflictos presentes en la sociedad) y los
frecuentes acontecimientos sociales conocidos por los alumno/as, en
los que se dan violaciones o conflictos de derechos humanos
(corrupciones, discriminaciones, intolerancias, insolidaridad...). Sobre
estos tres frentes hay que dirigir la acción educativa.

D) Importancia del talante del o la profesora


Lo anterior exige una fina sensibilidad del profesorado en el tema de
los Derechos Humanos. Por encima de las técnicas y recursos que se
empleen está “el talante” del profesor/a. En la medida en que proyecte
sobre los alumnos/as sus sentimientos e inquietudes por los derechos
de las personas y de los pueblos, conseguirá hacerlos partícipes de su
sensibilidad e implicarlos en la valoración y defensa de los derechos
humanos. Porque no educamos sólo con palabras. Educamos también
con gestos, con la voz, con la mirada, con la ilusión y el optimismo.
Educar no es otra cosa que contagiar los propios sentimientos y
actitudes.

E) Necesidad de evitar prejuicios


Evidentemente habrá que erradicar, por todos los medios, las actitudes
racistas, belicistas, sexistas, discriminatorias, de intolerancia, de
agresión a la naturaleza, de prepotencia y otras parecidas, que
abundan en nuestra sociedad y se manifiestan, a veces, con fuerza, en
el ámbito escolar. La pluralidad, la tolerancia, el diálogo y el respeto
serán los criterios básicos de conducta en las relaciones de nuestros
alumnos.

F) Junto a los derechos


Hay que hablar de deberes, por supuesto, hay que hablar a los
alumnos de derechos y obligaciones, de derechos y deberes. Mis
derechos son para las demás obligaciones. Mis obligaciones hacia los
demás nacen de sus derechos. Los derechos del ser humano tienen
una sola pero importantísima limitación, que es el daño del otro. Los
deberes son la deuda que tenemos que pagar por nuestros derechos.
Uno es libre de hacer lo que quiera, salvo aquello que impida las
libertades de los demás. Por eso, hay que educar en derechos y
obligaciones.

G) La educación es tarea compartida


¿A quién corresponde educar los Derechos Humanos?, la educación
de los valores éticos debe ser tarea de todos los que actúan, de algún
modo, sobre los educandos. La sociedad somos todos y de todos es la
responsabilidad de mejorarla mejorando el comportamiento de sus
miembros. La familia y la escuela también les compete, de un modo
especial, la educación de los Derechos Humanos. Tendrán que actuar
al unísono, en concordancia. Los medios de comunicación deberían
ser un refuerzo, no un obstáculo.

H) Deben fomentarse actitudes activas


Hay que explicar al alumnado que los derechos humanos no son
cosas, sino “proyectos para una humanidad mejor”. Los derechos
humanos hay que construirlos día a día, palmo a palmo. El alumnado
debe verse no como meros receptores de los derechos, sino como
constructores activos de esos derechos, que es algo muy diferente.

La educación en y para los derechos humanos se constituye como un


instrumento para prevenir violaciones de derechos humanos y forma a las
personas para juzgar críticamente su realidad circundante y su propia
conducta con los parámetros éticos de los derechos humanos.

Es necesario definir objetivos concretos, que marquen las capacidades que se


quiere fomentar en las personas, para ello, siguiendo a Díaz, se enlistan once
objetivos que pueden trazar la ruta hacia tal fin.

1.- Descubrir, sentir, valorar y vivir con esperanza las capacidades


personales como realidades y como medios eficaces que podemos poner
al servicio de los demás y que pueden contribuir a un desarrollo positivo y
armónico de la vida y del humanismo.
2.- Reconocer y valorar la propia agresividad como una forma positiva de
autoafirmación de la personalidad, y ser capaz de canalizarla,
permanentemente, hacia conductas y actividades que promuevan y
favorezcan el bien común.
3.- Desarrollar la sensibilidad, la afectividad y la ternura en el descubrimiento
y en el encuentro con las personas que nos rodean, tanto a un nivel más
próximo, como a un nivel más universal.
4.- Sentir el gozo que produce el encuentro interpersonal cuando se
desarrolla en un clima de afectividad, de confianza, de respeto, de
colaboración y de ayuda mutua.
5.- Construir y potenciar unas relaciones de diálogo, de paz y de armonía en
el ámbito escolar y, en general, en todas nuestras relaciones cotidianas.
6.- Reconocer y tomar conciencia de las situaciones de conflicto que puedan
presentarse, descubriendo y reflexionando sobre sus causas y siendo
capaces de tomar decisiones, frente a ellas, para solucionarlas de una
forma creativa, fraterna y no violenta.
7.- Desarrollar la atención y el interés ante el hecho de la diversidad de las
personas y de las culturas de los pueblos, reconociendo y potenciando
esa diversidad como un gran valor, y actuando siempre, frente a ella, con
una actitud abierta, respetuosa y tolerante.
8.- Promover, desde el conocimiento de lo propio y desde la autoestima, el
conocimiento de otras realidades sociales, culturales y personales,
colaborando en la autoafirmación, en el desarrollo y en el enriquecimiento
de los pueblos.
9.- Conocer y potenciar los derechos humanos y desarrollar la sensibilidad,
la solidaridad y el compromiso frente a aquellas situaciones, próximas y
lejanas, en las que se atenta contra ellas.
10.- Mostrar especial atención y sensibilidad ante las situaciones de
violencia, de injusticia y de subdesarrollo que se viven hoy en el planeta.
11.- Conocer y colaborar activamente con aquellas organizaciones,
gubernamentales y no gubernamentales, que se comprometen en la
lucha contra la miseria y la injusticia en el mundo y, especialmente, con el
desarrollo de los pueblos menos favorecidos.

Como usted se dará cuenta el cumplimiento de los objetivos implica la


construcción de sujetos y actores sociales, que desarrollen la capacidad que
tiene el ser humano para incidir en la realización de los derechos humanos.
En esta tarea la educación para la paz y los derechos humanos juegan un
papel estratégico como instrumento. La relación entre la educación para la
paz y los derechos y humanos es interdependiente, dado que la violencia en
cualquiera de sus manifestaciones es el espacio propicio para la violación a
los derechos humanos (Magendzo, 2008, pág. 16).

Metodología de la educación en derechos humanos

Debemos afirmar que la metodología es algo fundamental en el proceso de


educar en y para los derechos humanos. Debe ser una metodología pensada
en desarrollar todas aquellas habilidades y actitudes que vayan en
concordancia con los pilares de la educación, donde la persona sea el centro
de la atención y no sólo los conocimientos teóricos, flexible para adaptarse a
las necesidades y contextos de las personas, que desarrollo las competencias
socioemocionales, que desarrolle la preocupación por la “otra” persona, que
plantee diferentes formas de enseñar y aprender, un lenguaje incluyente, que
tenga en cuenta las distintas formas de aprender.

Una metodología socio afectiva o Vivencial: Alternativa del juego,


participativa, problematizadora o Reflexivo-Dialógica, discusión de dilemas y
perspectiva de género como herramienta de análisis. Una metodología que
rescate el valor pedagógico del juego, el juego es el espacio privilegiado
donde nos encontramos en las mismas condiciones, nos iguala y nos permite
conocernos, valorarnos y reconocernos como seres humanos diferentes, pero
iguales en dignidad y en derechos.

“Se propone una metodología “holística”, que abarque la integralidad del ser
humano, que tenga en cuenta lo cognitivo, afectivo y actitudinal, y teniéndolo
en cuenta asuma que el proceso parte de las vivencias, de las propias
historias, de los sentimientos hacia las personas, el mundo y las cosas, para
luego, recién después, explicarlas y teorizarlas. Esta una metodología que,
por coherencia, tendrá que asumir y partir de la centralidad del valor de la
persona, de cada persona, del respeto a su dignidad, y que no permita que
nada, a lo largo del proceso, la dañe o la hiera; por el contrario, buscará el
enriquecimiento personal de cada uno y de cada una a partir de la interacción
y de generar las condiciones que demuestren que todos y todas tienen algo
que enseñar y, al mismo tiempo, algo que aprender” (Mujica, 2006, pág. 3).

Dentro de la metodología, menciona Mujica (2006), hay otro aspecto


fundamental e implica el desarrollo de una comunicación horizontal entre las
personas involucradas en el proceso educativo. El diálogo es un medio
privilegiado para lograrlo. Dialogar es más que “conversar”, más que
“informar” y más que “yo pregunto y ustedes responden” o “ustedes pregunten
y yo contesto”, implica poner todos los sentidos, así como la empatía en las
necesidades de la otra persona. Sólo pueden dialogar quienes están
seguros(as) que todas las personas valen igual y que es posible aprender
unos de otros.

En el módulo 4, se desarrollarán a profundidad las habilidades de


comunicación que un mediador o mediadora necesita para cumplir con los
objetivos de la misma, y que justamente en este apartado refuerza su
importancia para reconocernos como diferentes pero iguales en dignidad.

Será también una metodología que apueste por la expresión de los afectos,
se tiene la idea errónea en muchos espacios que es necesario no ser tan
afectivos con las niñas, niños o adolescentes ya que abusan y rebasan
limites, por supuesto que es una idea errónea, ya que a valorar se aprende
valorando y a participar se aprende participando, a ser tolerante se aprender
viviendo la tolerancia y a dar afecto se aprende cuando ese mismo afecto fue
dado, por ejemplo: en una escuela, a la hora de la salida varias niñas y niños
comienzan a llorar porque no se quieren ir, no quieren ir a su casa, con su
familia, valdría la pena cuestionarnos sobre la situación, podría resultar que
las niñas o niños han encontrado ese afecto, tranquilidad, atención que en
casa les puede estar haciendo falta y reconocen su bienestar en la escuela
más que con su familia.
Mediación y resolución pacífica de conflictos
Módulo 1: Cultura de paz y derechos humanos

En resumen
La educación debe cumplir con los ideales de paz ya que deberá desarrollar
la capacidad intelectual, moral y afectiva; la capacidad de observación,
análisis y reflexión críticos; Inculcar la responsabilidad; favorecer la tolerancia;
respetar la dignidad humana; infundir conciencia de solidaridad y de justicia;
propiciar una cultura de Paz y no violencia; fomentar la valoración de la
diversidad y la inclusión; inculcar el conocimiento y el respeto a los Derechos
Humanos. Como usted puede darse cuenta, los objetivos de la educación
corresponden a inculcar el libre desarrollo de la personalidad humana,
entendida como la toma de decisiones vitales que lleven a la persona a
cumplir sus metas, de acuerdo con sus valores, ideas, expectativas, gustos
etc.

Incluso, al hablar de la valoración a la diversidad y la inclusión como objetivos


del derecho a la educación viene a ser complementaria la llamada Educación
Intercultural, que hace énfasis en favorecer dinámicas de inclusión en todos
los procesos de socialización, aprendizaje y convivencia dentro del entorno
educativo. La educación intercultural es para toda la población, porque
supone convivencia respetuosa entre personas y comunidades que
reconocen sus diferencias en un diálogo sin prejuicios ni exclusiones, por
ende, de manera general se considera necesaria la educación para garantizar
una subsistencia digna y el pleno desarrollo de la personalidad, y en términos
colectivos, una educación que fomente valores como la tolerancia y la
amistad para alcanzar y mantener la paz.
“La educación por la paz, considera insuficiente concentrarse en cambiar las
actitudes individuales, sino que también es necesario examinar el contexto
social, económico y político para comprender de dónde provienen los
conflictos y cómo transformarlos. La educación por la paz está orientada a
alentar a la gente a tomar más responsabilidad de sus propias acciones
mientras cuestionan la autoridad y desarrollan empatía hacia las demás.
Debe empoderar a la gente a tornarse activa y a comprometerse a nivel
personal y político a alcanzar la paz.” (Christine Sudbrock, 2015, p. 4), la
educación por la paz debe convertirse en la educación para la vida, será uno
de los objetivos prioritarios de la escuela del futuro. De acuerdo con J. Delors
(1996) para que la Educación para la paz pueda cumplir todas las misiones
que tiene, debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes.

 Aprender a conocer: Combinando una cultura general


suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los
conocimientos en un pequeño número de materias. Su justificación es
el placer de comprender, de conocer, de descubrir. El incremento del
saber favorece el despertar de la curiosidad intelectual, estimula el
sentido crítico y permite descifrar la realidad, adquiriendo una
autonomía de juicio.
 Aprender a hacer: A fin de adquirir no sólo una calificación
profesional sino, más generalmente, una competencia que capacite al
individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar
en equipo. Enseñar a poner en práctica sus conocimientos, y adaptar la
enseñanza al futuro mercado de trabajo. En este aprendizaje está
presente el principio de enseñanza activa, la persona se debe realizar
por sí misma. Cobra mayor importancia la capacidad de comunicarse y
trabajar con los demás, de afrontar y solucionar conflictos.

La educación aumenta la capacidad de las personas para “saber hacer” y


para “aprender a conocer” a lo largo de toda la vida. Con ello vuelve más
aptas a las personas para producir e innovar. Pero a esta conexión
“tradicional” es necesario, y urgente, incorporar otras dos dimensiones: “saber
convivir o vivir juntos” y “saber ser”.
 Aprender a vivir juntos: Desarrollando la comprensión de la otra
persona y la percepción de las formas de interdependencia, realizar
proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos, respetando
los valores del pluralismo, comprensión mutua y paz. Implica el
desarrollo del concepto de identidad personal que le permita
interrelacionarse con los otros en un plano de igualdad y respeto; exige
aprender a colocarse en el lugar del otro, para entender su perspectiva
y aceptar su diferencia.

 Aprender a ser: Para que florezca mejor la propia personalidad y se


esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía,
de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en
la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria,
razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitudes para
comunicar. Supone que la educación debe contribuir al desarrollo
global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad,
sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.

Los pilares de la educación suponen crear una educación adaptada al siglo


XXI, donde la educación, es un instrumento de cambio que va progresando
hacia los mismos ideales: paz, libertad y justicia social. Desafortunadamente
en muchas ocasiones el desconocimiento de los mismos refleja las
situaciones de violencia en los diversos espacios, tanto escolares como
sociales, institucionales y familiares. Vivimos en una sociedad con problemas
muy graves de convivencia, a pesar de las grandes declaraciones sobre la
dignidad de las personas y los derechos humanos. Este escenario podría
resultar desmoralizador para muchas personas y seguirse cuestionando sobre
sí sirve o no la educación para la paz y los derechos humanos, entonces
valdría la pena recordarnos que no vamos a cambiar al mundo, pero si
podemos mejorarlo, cada persona tendrá que hacer la diferencia, teniendo
como base la educación para la paz y en y para los derechos humanos.

Resulta fundamental decir que, en esta tarea educativa, todas y todos


resultamos ser educadores, es decir que la tarea de educar no sólo le
corresponde a quien está dentro de un aula o la familia, al ser parte de un
espacio social, siempre nuestro comportamiento tendrá un impacto, por ello
resulta importante evaluar actitudes y pensamientos que atenten a los
objetivos de la educación misma

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