La Exigencia Emocional Del Trabajo Psicologico.
La Exigencia Emocional Del Trabajo Psicologico.
La Exigencia Emocional Del Trabajo Psicologico.
Introducción.
3.1. Participantes.
3.2. Técnicas de recolección de la información.
3.3. Instrumentos.
3.4. Criterios de calidad de la investigación.
3.5. Procedimiento.
3.6. Resultados.
3.7. Discusión.
4. Psicosis.
4.1. Definición.
4.2. Etiología.
4.3. Represión primaria u original (Urverdägung).
4.4. Aspectos de la personalidad psicótica.
4.5. Conflictos básicos.
4.6. El pensamiento esquizofrénico.
4.7. Transferencia-contratransferencia. Psicosis de transferencia.
5. Recursos Bibliográficos.
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A medida que el contacto con los clientes aumenta (en tiempo o número) o
la frustración del trabajo con ellos es más alta, el riesgo de presentar
cualquiera estos síndromes es mayor. Algunos factores protectores son un
buen soporte social, tolerancia a la frustración, fortaleza ligada a la
sensación de control y al compromiso (Craig & Sprang, 2009; Di Matteo,
2001; Killburg, 1986).
Por ejemplo, sabemos que las personas que trabajan con comunidades
afectadas por violencia política tienden a establecer modelos que oscilan
entre la impotencia y la omnipotencia en el vínculo con las personas que
atienden (Proyecto Amares, 2006).
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En el caso de los psicólogos que trabajan con pacientes con cáncer terminal
(Ángeles, 2003; Aycock & Boyle, 2009), se sabe que suelen experimentar
sentimientos como impotencia, involucramiento con el paciente y su familia,
desgaste emocional y físico. También presentan cuestionamiento a la propia
vida, tristeza, miedo, fastidio, angustia relacionada tanto a la vida del
paciente como al propio cuerpo y la posibilidad de padecer de cáncer.
Se sabe, además, que los psicólogos que atienden a pacientes que sufren
de trastornos mentales severos tienen experiencias emocionales específicas.
Por ejemplo, sabemos que los psicólogos que han vivido un suicidio entre
sus pacientes reportan fuertes reacciones emocionales que incluyen
sensación de fracaso, preocupación, culpa, miedo y ansiedad así como
también algunos síntomas viscerales como palpitaciones y mareos
(Birdsong, 1993).
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El cuadro más grave entre las psicosis es la esquizofrenia, nombre que tiene
su origen en dos palabras griegas: schizein (escindir o dividir) y phren
(mente), lo que da una idea de lo que significa un desorden psicótico.
Las personas psicóticas son pacientes cuyos síntomas están definidos por
sus efectos en la alteración de la percepción, pensamiento y conciencia
(delirios y alucinaciones).
Es importante decir que la psicosis tiene una dimensión cultural que genera
diferencias en la presentación, curso y resultado del trastorno, así como
también en lo que puede o no ser considerado como psicosis. Estas
diferencias culturales impactan tanto en el tratamiento, como en la
evaluación del resultado del mismo (León, 2001).
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Actualmente sabemos que gran parte del éxito de la terapia con personas
psicóticas tiene que ver con el nivel de empatía que el paciente siente de
parte de su terapeuta (Evans-Jones, Peters, & Barker, 2009).
Dado que este tipo de intimidad psicológica es muy amenazante para las
personas con psicosis y puede generar reacciones acordes a esta amenaza
(Nelson, Sass & Skodlar, 2009) se asume tácitamente que el trabajo
psicológico será intenso y complejo.
Según esto, podemos decir que cuando el paciente se conecta con otra
persona desde las áreas psicóticas de su personalidad (Crowley, 1998) este
parece confundirse con los demás, lo cual alude a la dificultad del bebé para
distinguir entre lo que es “parte de mi” y lo que es “distinto de mí”
(Sandler, 1993).
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Debe considerar que al tratar a pacientes psicóticos (más que con cualquier
otro tipo de paciente) tanto su personalidad como su intelecto serán sus
herramientas para el tratamiento y por lo tanto su salud mental es un factor
extremadamente importante (Rosenfeld, 1987).
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Dado que existen muchas formas, desde diferentes corrientes teóricas, para
abordar la intervención psicológica con personas psicóticas, podemos decir
que el tipo de contacto que el psicólogo tiene con su paciente deriva,
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Muy pocas son las teorías que se interesan por las personas que trabajan
con los pacientes día a día. Rogers (1977) nos habla de la importancia de
tomar en cuenta el sufrimiento y la esperanza, la ansiedad y la satisfacción
que llenan el consultorio de cada terapeuta. Se refiere constantemente a la
unicidad de la relación que con cada terapeuta establece cada cliente y lo
importante que es que el terapeuta sea capaz de comprometer su
sensibilidad en el trabajo. Esto, por supuesto, es una tarea difícil y hasta
cierto punto riesgosa.
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Para poder acceder al mundo interno de las personas y trabajar con ellas, el
psicólogo necesita crear un vínculo cercano con cada uno de sus pacientes.
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Objetivo.
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Rangos de edad.
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Guía de entrevista.
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3.5. Procedimiento.
El primer paso en el recojo de información fue pedir autorización a las
instituciones de salud mental donde se realizó el estudio. La investigadora
se comprometió a entregar un informe escrito con los resultados de la
investigación a la institución donde esta se llevó a cabo. Una vez obtenido el
permiso se procedió a contactar a los posibles participantes. Se acordaron
entrevistas con cada uno de ellos.
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3.6. Resultados.
Los hallazgos han sido organizados en categorías por tema, las cuales
configuran la estructura de la narrativa del capítulo.
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Así, una vez situados en su propio mundo interno, los psicólogos empiezan
a narrar la intensidad y complejidad de su vivencia emocional. Al explorar
de manera más profunda el discurso de los participantes, se descubre que
ellos nombran una amplia gama de reacciones que se integran para formar
la experiencia emocional del trabajo con pacientes psicóticos.
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Eso sí, algunas veces he sentido el deseo de escapar ¿no? [Silencio largo]
de decir, ya no, hasta aquí, y trabajar en otra cosa porque de verdad que
siento que estoy, a veces me siento defraudada y siento que estamos
defraudándolos a ellos ¿no? Creo que ellos esperan más de nosotros
(Psicóloga, 20-30 años de experiencia).
Era como si […] usábamos las mismas palabras, pero ella les daba un
significado, unos contenidos completamente diferentes y había en mí un
sentimiento, una impotencia tremenda por no poderme conectar con ella,
por no poderla seguir ¿no?, osea, esta persona definitivamente hablaba,
pero no estaba en contacto, a mi me generaba una frustración muy muy
muy grande (Psicóloga, 20- 30 años de experiencia).
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[…] al principio también sentía que no iba a poder, osea, que la ayuda iba a
ser muy limitada [que era por gusto] ¿no? me sentía dudosa de que podía
hacer como psicóloga, tenía muchas dudas, ahora sí, como que ya se ¿no?
ya tengo más claro que podemos hacer los psicólogos (Psicóloga, 20-30
años de experiencia).
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También a veces tú dices “ya no puedo” “ya no puedo ayudarle más” “ya no
está en mí” “de repente necesitas otro especialista o alguien que esté mejor
preparado que yo” ¿no? (Psicóloga, 20-30 años de experiencia).
Uno necesita mucha humildad y serenidad para aprender que uno necesita
aprender mucho más, para aprender que uno puede aprender del paciente,
que uno está aprendiendo del paciente y para [silencio] aprender de sus
propias limitaciones ¿no? (Psicóloga, 10-19 años de experiencia).
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Hay pacientes que te sacan de tus casillas entonces […] pueden generarte
también ese fastidio, esa molestia porque quisieras que también hablen
¿no? que te dijera ¿no? pero yo sé que no puedo tampoco obligarlo ¿no?
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Las últimas dos viñetas reflejan, además de la cólera, lo difícil que puede
ser para los psicólogos reconocer ante ellos mismos y ante los demás las
emociones que sienten con respecto a sus pacientes por ser estas
consideradas como “no adecuadas” en los profesionales. Además, ambas
viñetas permiten leer entre líneas ciertos indicios de culpa por reaccionar de
esta manera frente a los pacientes.
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Con respecto a la pena nombrada por los pacientes, encontramos que esta
emerge a partir de tres fuentes principales: La enfermedad mental que
sufren los pacientes, las duras historias de vida y la situación de pobreza en
la que viven los pacientes. El hecho mismo de ver que sus pacientes sufren
de una enfermedad mental genera pena en los psicólogos, causa mucho
sufrimiento porque el dolor y el sufrimiento de estas personas es muy
doloroso, es muy triste tener una enfermedad mental (Psicóloga, 20-30
años de experiencia).
De manera general, los psicólogos expresan pena ante las limitaciones que
impone la psicosis al desarrollo personal de los individuos que la sufren, se
siente desde pena, pena de que una persona haya truncado su vida
(Psicóloga, 20-30 años de experiencia).
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Viven un mundo tan pobre que eso no les ayuda a [silencio] a mejorar
tampoco, esa es la tristeza que a mí me da por ejemplo. Porque no tienen
como mejorar, la medicina cuesta caro y no pueden comprarla. Ésa es la
tristeza que a mí me da (Psicóloga, 20-30 años de experiencia).
El miedo con respecto al paciente psicótico fue mencionado por todos los
participantes, quienes narran que este aparece como respuesta a la
sensación de estar en constante peligro de ser atacados por los pacientes.
[Una de las cosas difíciles es] el temor a la agresión ¿no? yo decía ¿cómo
atender a un paciente que en cualquier momento puede agredir a
cualquiera?, no sé si era fantasía [ríe] seguro era parte fantasía y parte
realidad pero yo sentía que en algún momento me podían agredir si yo
estaba en la consulta sola con el paciente (Psicóloga, 10-19 años de
experiencia).
[…] otra de las cosas era de los temores, de repente era como controlar los
excesos en los pacientes cuando están con él, el deseo sexual elevado ¿no?
eso también era un tema que a mí me preocupaba como terapeuta mujer
¿no? (Psicóloga, menos de 10 años de experiencia).
[Yo vi a este paciente corriendo hacia mí] y la primera cosa que me vino a
la mente fue “me pega” ¿no? porque venía super agresivo ¿no? entonces yo
me acuerdo de esa mañana, salí de emergencia, regresé a mi consultorio y
no salí todo el día nunca más [se ríe] porque me quedó la sensación de
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Me gusta tener todo bajo control por decirlo así. Porque si no, no sé qué
cosa vendrá. Lo desconocido, lo nuevo ¿no? Defenderme pues de lo que no
podría controlar. De repente tener un paciente psicótico que está gritando,
o acusándome “Me ha, me ha hecho algo” o haciéndose la víctima, entonces
de eso me quiero defender porque [frente a esto] yo me sentiría de repente
afectado ¿no? [ansiedad en el tono de voz] (Psicólogo, menos de 10 años
de experiencia).
[…] la mayoría de personas piensa que tú vas a venir acá y vas a encontrar
al paciente totalmente desorganizado y que todo el tiempo te va a estar
hablando de sus síntomas positivos, ¿no? Sus ideas de daño y todo lo
demás. Pero algo que tengo muy claro es que toda persona que está
enferma tiene una parte sana (Psicóloga, menos de 10 años de
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Es eso que cuando ves los resultados en los pacientes, cuando los ves que
ya se sonríen [ella sonríe], osea que ya se van sintiendo mejor, eso es una
satisfacción enorme [se le nota feliz] (Psicóloga, 20-30 años de
experiencia).
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Esta evidencia remarca que muchas veces el trabajo clínico con patologías
graves impone intensas demandas emocionales a los psicólogos, quienes se
ven obligados a lidiar con reacciones emocionales poco placenteras en su
trabajo cotidiano. Pese a esto, la naturaleza de la vivencia de los psicólogos
en su trabajo clínico ha sido poco estudiada. En la psicología el tema se ha
investigado mayormente desde un enfoque patologizante al describir los
síndromes que pueden aparecer a causa de esta experiencia (Currid, 2008;
DiMatteo, 2001; Killburg, 1986).
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Dada la dificultad del trabajo psicológico con personas psicóticas, sería más
beneficioso para el trabajo terapéutico y para el psicólogo mismo que se
logre cierto equilibrio entre ambos tipos de reacciones. En este proceso no
influirán solo las reacciones emocionales sino los diferentes elementos de la
experiencia emocional como las reacciones derivadas de las emociones y las
percepciones de los psicólogos con respecto a la psicosis. Estos elementos
se encuentran en una interacción constante que pasaremos a discutir.
A la vez, los psicólogos sienten pena a causa de las trabas que impone la
“invalidez” al desarrollo personal de los pacientes.
A través del análisis del discurso, se hace evidente que los años de trabajo
juegan un importante rol con respecto a la experiencia emocional de los
psicólogos dado que los diferentes elementos de esta se van modificando y
complejizando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los psicólogos contrastan
sus ideas iniciales con respecto al paciente psicótico con las vivencias que
se van dando a lo largo de su práctica clínica de lo que resulta una imagen
más integrada y menos estereotipada del paciente psicótico, a la vez que
las reacciones de miedo o la ansiedad se reducen en intensidad dando paso
a una vivencia más placentera del trabajo.
Por ahora, con respecto a los años de experiencia se puede afirmar que el
tiempo parece ser un factor importante para los psicólogos en cuanto a la
elaboración de su propia experiencia emocional. El sexo de los psicólogos
fue tomado en cuenta como una variable para el análisis de la experiencia
emocional. Sin embargo, a partir de los resultados no es posible inferir que
existen diferencias en la experiencia emocional de psicólogos y psicólogas lo
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El presente estudio aporta al conocimiento por ser uno de los pocos que
describe la vivencia emocional de los psicólogos que trabajan con personas
psicóticas en el ámbito público, de tal manera que brinda un conocimiento
contextualizado, susceptible de ser utilizado por los profesionales que
trabajan en ámbitos semejantes en el país. Pese a la limitación que puede
significar el pequeño tamaño de la muestra de esta investigación y el
número relativamente pequeño de horas que los participantes dedican
semanalmente a sus pacientes psicóticos, consideramos que los aportes son
importantes como parte del inicio de una línea de investigación en este
tema escasamente estudiado.
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4.1. Definición.
Feuchtersleben introdujo el término psicosis en 1845 con el fin de separar
los trastornos neuropsiquiátricos (neurosis) de los trastornos psiquiátricos
(psicosis); sin embargo, este término aún carece de definición exacta, pues
los distintos autores e investigadores, provenientes de líneas de
pensamiento muy diferentes enfatizan distintos aspectos. Por esta situación
los límites son muy amplios y los criterios de diagnóstico muy cambiantes.
(Ban, y Ucha Udabe, 1995)
Por su parte, Kaplan, Sadock y Grebb (1994) destacan tres parámetros que
resultan, a juicio de los autores, importantes para delimitar las psicosis y
que son: la incapacidad para distinguir la realidad de la fantasía, la
evaluación de la realidad deteriorada y la creación de una nueva realidad.
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Al respecto acota Freud que la conducta normal es la que aúna los rasgos
de ambas reacciones: como la neurosis, no desmiente la realidad, pero,
como la psicosis, se empeña en modificarla. La conducta adecuada efectúa
un trabajo que opera sobre el mundo exterior y no se conforma con
producir alteraciones internas; no es sólo autoplástica sino, también,
aloplástica.
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Freud (1917) formuló una reflexión visionaria que dejó sin contestar: "...no
veo en qué sentido habría fracasado la orientación que hemos impuesto a
nuestras búsquedas si descubriésemos que en la psicosis graves son las
pulsiones yoicas mismas las extraviadas de manera primaria...el futuro lo
dirá...".
Creo que estamos en ese futuro y podemos advertir que esa intuición
freudiana es hoy una de las más importantes ideas trabajadas por los
diversos autores en los que abrevamos. Las "pulsiones yoicas mismas"
opuestas, en ese momento teórico, a las sexuales y que requieren para su
satisfacción de una "acción específica" implican una concepción muy
cercana, aunque no exacta, a los "instintos del yo" de Winnicott, a esas
necesidades que, como él plantea, deben encontrar imprescindiblemente su
objeto específico para poder lograr la integración, la personificación y la
realización.
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La represión primordial ejerce una atracción sobre todo aquello con lo cual
puede ponerse en conexión precedentes, si bien tiene algo que ver con la
forclusión, la cual sería una especie de negativo de aquella”.
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Las palabras quedan condensadas y transfieren sus cargas unas a otras por
medio del desplazamiento. Este proceso puede llegar hasta conferir a una
palabra, apropiada para ello por sus múltiples relaciones, la representación
de toda una serie de ideas”.
Punto de fijación.
Autoerotismo (Abraham)
Regresión.
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Este es uno de los conflictos básicos del psicótico que vive el encierro con
una madre que lo ahoga, pero la salida de eso es la nada, es el vacío. Piera
Aulagnier (1964) nos dice que desde el momento de la concepción, la
madre atribuye a su hijo un “cuerpo imaginado”, distinto a lo que el hijo es
en el plano “El síntoma del retorno al vientre materno, frecuente en
esquizofrénicos, tienen el significado preciso de una represión de los deseos
activomasculinos, de una identificación con la madre y de un deseo de coito
pasivo con el padre, estando el sujeto dentro del claustro materno.
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Por otra parte, M. Katan ha estudiado también un tema similar pero lo que
llama parte no-psicótica de la personalidad (también la llama pre-psicótica o
para-psicótica) parece ser el período de disgregación de la esquizofrenia.
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Para Galli (1982) hay que considerar uno de los niveles de conflicto, que es
el que se da entre pulsiones objetales y pulsiones narcisistas. El narcisismo,
en la normalidad, es un interjuego dialéctico permanente y dinámico, donde
el pasaje de las cargas de objeto primitivamente exteriores, después
recolectada por el Yo, nuevamente se dirigen hacia el exterior realizando los
movimientos y actividades necesarios para que la realidad sea más acorde
con los deseos.
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Del mismo modo que en los psicóticos persiste un lenguaje, una relación
con el otro, no podría mantenerse la abolición total de la referencia edípica.
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Situaciones traumáticas.
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Esto hace que con el tiempo por tener temor – dolor al contacto afectivo se
vayan tornando distantes, rígidos, extraños, como robots o muñecos
parlantes (despersonalización) y si las cargas tanáticas que reciben se
tornan demasiado intensas para ser disociadas y reprimidas, terminan
dividiéndose ellos mismos para subsistir al dolor y a la frustración.
Mecanismos de defensa.
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Síntomas clínicos.
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Esto mismo es lo que dificulta esa restauración del vínculo con la realidad.
El movimiento restitutivo da lugar a que las representaciones verbales se
recarguen. “El transitivismo, nace de la ruptura de la proporcionalidad
normal de las funciones sensoriales que facilitan el que las percepciones
cutáneas lleguen a adquirir un carácter fundamental, por ejemplo la
percepción aguzada del calor que emana de los demás” (Paz, 1973). Lo que
se observa como perversión en la psicosis pueden ser intentos de
ligamiento o religamiento libidinoso con los objetos (alucinaciones /
delirios).
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Con ellas arriba a las conclusiones que necesita o que estén de acuerdo con
sus deseos o temores. O sea, basándose en los procesos de proyección, el
esquizofrénico construye un mundo “restitutivo” con el que sustituye al
mundo interpersonal. La idealidad se encuentra en condiciones de pasar por
realidad. Las palabras son un símbolo de las “cosas” e implican reconocer la
distancia que separa la representación del objeto real y lo nombrado.
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Freud señala que la más importante diferencia entre las dos clases de
pensamientos, la actividad mental primaria y secundaria, es que en el
pensamiento del primer tipo las contradicciones pueden persistir una al lado
de la otra. Mientras que en el segundo tipo de pensamiento, las
contradicciones están eliminadas, sólo una proposición, idea o conclusión es
verdadera y no, al mismo tiempo, otra que entre en conflicto con ella.
ALUCINACION.
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Por tal razón, pueden no sólo aferrarse al mundo exterior, sino incluso
tratar de cambiarlo, de crear uno que convenga a sus necesidades
especiales y de rechazar los aspectos que no les sirven, de tal modo
abandonan la realidad y la reemplazan por una nueva realidad de fantasía.
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Kourtidou-
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