Sentencia C-150 03
Sentencia C-150 03
Sentencia C-150 03
En un sentido amplio, todas las decisiones del Estado respecto del funcionamiento
de la economía y la organización de la sociedad constituyen una forma de
regulación económica y social. Sin dicha regulación general del Estado, el
mercado económico no podría existir ni funcionar.
La intervención del Estado en la economía puede ser de diferente tipo, sin que
siempre pueda efectuarse una diferenciación clara entre las formas de intervención
correspondientes. Así, por ejemplo, en la doctrina se habla de intervención estatal
global, cuando versa sobre la economía como un todo, sectorial, cuando recae en
una determinada área de actividad, o particular, si apunta a una cierta situación
como por ejemplo a la de una empresa; de intervención estatal directa, cuando
recae sobre la existencia o la actividad de los agentes económicos, o indirecta,
cuando está orientada no a la actividad económica propiamente dicha sino al
resultado de la misma; intervención unilateral, cuando el Estado autoriza, prohibe
o reglamenta una actividad económica, o intervención convencional, cuando el
Estado pacta con los agentes económicos las políticas o programas que propenden
por el interés general; intervención por vía directiva, cuando el Estado adopta
medidas que orientan a los agentes económicos privados, o intervención por vía de
gestión, cuando el Estado se hace cargo el mismo de actividades económicas por
medio de personas jurídicas generalmente públicas.
COMISIONES DE REGULACION-Composición
CRITERIO DE EFICIENCIA-Elementos
SUFICIENCIA FINANCIERA-Concepto
Magistrado Ponente:
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
[…]
[…]
[…]
[…]
Artículo 21. Administración común. La comisión de regulación
respectiva podrá autorizar a una empresa de servicios públicos a tener
administradores comunes con otra que opere en un territorio diferente,
en la medida en la que ello haga mas eficiente las operaciones y no
reduzca la competencia.
[…]
[…]
Las comisiones de regulación podrán hacer obligatoria la inclusión, en
ciertos tipos de contratos de cualquier empresa de servicios públicos, de
cláusulas exorbitantes y podrán facultar, previa consulta expresa, que se
incluyan en los demás. Cuando la inclusión sea forzosa, todo lo relativo
a tales cláusulas se regirá, en cuanto sea pertinente, por lo dispuesto en
la Ley 80 de 1993, y los actos en los que se ejerciten esas facultades
estarán sujetos al control de la jurisdicción contencioso administrativa.
[C 066 97]
34.5. Las que describe el Título V del Libro I del Decreto 410 de 1971
(Código de Comercio) sobre competencia desleal;
[…]
[…]
Sin embargo, las personas aludidas pueden ejercitar ante las comisiones
de regulación y ante la Superintendencia su derecho a pedir
informaciones, a hacer peticiones, y a formular observaciones o a
transmitir informaciones respecto a las decisiones que allí se tomen, o a
los proyectos de decisiones que se les consulten.
44.3. No puede adquirir partes del capital de las entidades oficiales que
prestan los servicios a los que se refiere esta Ley y que se ofrezcan al
sector privado, ni poseer por sí o por interpuesta persona más del 1% de
las acciones de una empresa de servicios públicos, ni participar en su
administración o ser empleados de ella, ningún funcionario de elección
popular, ni los miembros o empleados de las comisiones de regulación,
ni quienes presten sus servicios en la Superintendencia de Servicios
Públicos, o en los Ministerios de Hacienda, Salud, Minas y Energía,
Desarrollo y Comunicaciones, ni en el Departamento Nacional de
Planeación, ni quienes tengan con ellos los vínculos conyugales, de
unión o de parentesco arriba dichos. Si no cumplieren con las
prohibiciones relacionadas con la participación en el capital en el
momento de la elección, el nombramiento o la posesión, deberán
desprenderse de su interés social dentro de los tres meses siguientes al
día en el que entren a desempeñar sus cargos; y se autoriza a las
empresas a adquirir tales intereses, si fuere necesario, con recursos
comunes, por el valor que tuviere en libros.
[…]
[…]
Las comisiones de regulación definirán los criterios, características,
indicadores y modelos de carácter obligatorio que permitan evaluar la
gestión y resultados de las empresas.
67.1. Señalar los requisitos técnicos que deben cumplir las obras,
equipos y procedimientos que utilicen las empresas de servicios públicos
del sector, cuando la comisión respectiva haya resuelto por vía general
que ese señalamiento es realmente necesario para garantizar la calidad
del servicio, y que no implica restricción indebida a la competencia;
Artículo 68. Delegación de funciones presidenciales a las Comisiones.
El Presidente de la República señalará las políticas generales de
administración y control de eficiencia de los servicios públicos
domiciliarios, que le encomienda el artículo 370 de la Constitución
Política, y de los demás a los que se refiere esta Ley, por medio de las
comisiones de regulación de los servicios públicos, si decide delegarlas,
en los términos de esta Ley.
73.7. Decidir los recursos que se interpongan contra sus actos, o los de
otras entidades, en los casos que disponga la ley en lo que se refiere a
materias de su competencia;
73.22. Establecer los requisitos generales a los que deben someterse las
empresas de servicios públicos para utilizar las redes existentes y
acceder a las redes públicas de interconexión; así mismo, establecer las
fórmulas tarifarias para cobrar por el transporte e interconexión a las
redes, de acuerdo con las reglas de esta Ley.
73.26. Todas las demás que le asigne la ley y las facultades previstas en
ella que no se hayan atribuido a una autoridad específica.
85.1. Para definir los costos de los servicios que presten las Comisiones
y la Superintendencia, se tendrán en cuenta todos los gastos de
funcionamiento, y la depreciación, amortización u obsolescencia de sus
activos, en el período anual respectivo.
[…]
[…]
[…]
[…]
88.2. Las empresas tendrán libertad para fijar tarifas cuando no tengan
una posición dominante en su mercado, según análisis que hará la
comisión respectiva, con base en los criterios y definiciones de esta Ley.
88.3. Las empresas tendrán libertad para fijar tarifas, cuando exista
competencia entre proveedores. Corresponde a las comisiones de
regulación, periódicamente, determinar cuando se dan estas condiciones,
con base en los criterios y definiciones de esta Ley.
[…]
89.2. Quienes presten los servicios públicos harán los recaudos de las
sumas que resulten al aplicar los factores de que trata este artículo y los
aplicarán al pago de subsidios, de acuerdo con las normas pertinentes, de
todo lo cual llevarán contabilidad y cuentas detalladas. Al presentarse
superávits, por este concepto, en empresas de servicios públicos oficiales
de orden distrital, municipal o departamental se destinarán a "fondos de
solidaridad y redistribución de ingresos" para empresas de la misma
naturaleza y servicio que cumplan sus actividades en la misma entidad
territorial al de la empresa aportante. Si los "fondos de solidaridad y
redistribución de ingresos" después de haber atendido los subsidios de
orden distrital, municipal o departamental, según sea el caso, presentaren
superávits, estos últimos se destinarán para las empresas de la misma
naturaleza y servicio con sede en departamentos, distritos o municipios
limítrofes, respectivamente. Los repartos se harán de acuerdo a los
mecanismos y criterios que establezcan las comisiones de regulación
respectivas. Los superávits, por este concepto, en empresas privadas o
mixtas prestatarias de los servicios de agua potable o saneamiento básico
y telefonía local tija, se destinarán a los "fondos de solidaridad y
redistribución de ingresos" del municipio o distrito correspondiente y
serán transferidos mensualmente, de acuerdo con los mecanismos que
establezcan las comisiones de regulación respectivas. Los superávits, por
este concepto, en empresas privadas o mixtas prestatarias de los
servicios de energía eléctrica y gas combustible irán a los fondos que
más adelante se desarrollan en este mismo artículo.
[…]
[…]
90.1. Un cargo por unidad de consumo, que refleje siempre tanto el nivel
y la estructura de los costos económicos que varíen con el nivel de
consumo como la demanda por el servicio;
90.3. Un cargo por aportes de conexión el cual podrá cubrir los costos
involucrados en la conexión del usuario al servicio. También podrá
cobrarse cuando, por razones de suficiencia financiera, sea necesario
acelerar la recuperación de las inversiones en infraestructura, siempre y
cuando estas correspondan a un plan de expansión de costo mínimo. La
fórmula podrá distribuir estos costos en alícuotas partes anuales.
Con ese propósito, al definir en las fórmulas los costos y gastos típicos
de operación de las empresas de servicios públicos, las comisiones
utilizarán no solo la información propia de la empresa, sino la de otras
empresas que operen en condiciones similares, pero que sean mas
eficientes.
[…]
Cada vez que las empresas de servicios públicos reajusten las tarifas,
deberán comunicar los nuevos valores a la Superintendencia de servicios
públicos, y a la comisión respectiva. Deberán, además, publicarlos, por
una vez, en un periódico que circule en los municipios en donde se
presta el servicio, o en uno de circulación nacional.
[…]
[…]
[…]
[…]
(julio 3)
(diciembre 29)
por la cual se modifican parcialmente las Leyes 142, 143 de 1994, 223
de 1995 y 286 de 1996.
(agosto 28)
"Artículo 130. Partes del contrato. Son partes del contrato la empresa de
servicios públicos, el suscriptor y/o usuario.
[…]
Parágrafo. Si el usuario o suscriptor incumple su obligación de pagar
oportunamente los servicios facturados dentro del término previsto en el
contrato, el cual no excederá dos períodos consecutivos de facturación,
la empresa de servicios públicos estará en la obligación de suspender el
servicio. Si la empresa incumple la obligación de la suspensión del
servicio se romperá la solidaridad prevista en esta norma".
La falta de pago por el término que fije la entidad prestadora, sin exceder
en todo caso de dos (2) períodos de facturación en el evento en que ésta
sea bimestral y de tres (3) períodos cuando sea mensual y el fraude a las
conexiones, acometidas, medidores o líneas.
El actor fundamenta la demanda con base en tres cargos diferentes, cada uno de los
cuales cubre varios artículos, a saber:
Afirma que el numeral 3.9. (parcial) del artículo 3, los numerales 6.3. (parcial) y
6.4. (parcial) del artículo 6, el parágrafo del artículo 9, el numeral 11.8 (parcial) del
artículo 11, el numeral 14.10 (parcial) del artículo 14, el artículo 16 (parcial), el
artículo 18 (parcial), el artículo 20 (parcial), el artículo 21, el artículo 23 (parcial),
el artículo 28 (parcial), el artículo 31 (parcial), el artículo 35 (parcial), el numeral
36.6 (parcial) del artículo 36, el artículo 37 (parcial), el numeral 39.4 (parcial) del
artículo 39, los parágrafos 1 y 2 del artículo 40, los numerales 44.1. (parcial), 44.2
(parcial) y 44.3 (parcial) del artículo 44, el artículo 45 (parcial), el artículo 48
(parcial), el artículo 52 (parcial), el artículo 66 (parcial), el numeral 67.1 (parcial)
del artículo 67, el artículo 68 (parcial), el artículo 70 (parcial), el artículo 73, el
artículo 74, el inciso primero (parcial), los numerales 85.1 (parcial), 85.2 (parcial),
85.3 (parcial), 85.5(parcial) y los parágrafos 1 y 2 del artículo 85 (parcial), el
numeral 87.8. (parcial) del artículo 87, el inciso primero y los numerales 89.1
(parcial), 89.2. (parcial), 89.4 (parcial) y 89.5. (parcial) del artículo 89, el inciso
primero y los numerales 90.2. (parcial) y 90.3 (parcial) del artículo 90, el artículo
92, el artículo 96 (parcial), el artículo 127, el inciso tercero del artículo 128, el
numeral 133.26 (parcial) del artículo 133, el parágrafo del artículo 146, el artículo
160 (parcial), y el numeral 162.2. (parcial) del artículo 162 de la Ley 142 de 1994;
el artículo 1° de la Ley 286 de 1996; el artículo 2° y el artículo 3° de la Ley 632 de
2000; y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001, vulneran los artículos 6°, 115, 122,
124, 150 numerales 7 y 23, 189 numerales 14, 16, 17 y 22, 209, 211 y 370 de la
Constitución porque contemplan una "indebida asignación por la Ley de las
funciones del Presidente de la República a las Comisiones de Regulación de los
Servicios Públicos, e indebida regulación de las funciones y condiciones de la
delegación"[2].
Así, la Ley 142 de 1994 "no señaló primeramente las funciones que el Presidente
de la República podía delegar [… ni] fijó, debiendo hacerlo, las condiciones para
que el Presidente de la República pudiera delegar en las Comisiones de
Regulación"[4].
De esta forma, hay una inexequibilidad por omisión toda vez que el legislador
asignó directamente a la comisiones de regulación la función de señalar las
políticas generales de administración y control de los servicios públicos en lugar de
establecer las condiciones bajo las cuales dichas funciones podrían ser delegadas a
tales comisiones por el Presidente de la República.
Dice también que hay una vulneración directa a la Carta Política por parte de las
demás normas acusadas. Ello obedece a que mientras que el artículo 370 de la
Constitución radica "la titularidad de la función de señalar las políticas generales
de administración y control de eficiencia de los servicios públicos
domiciliarios"[5] en el Presidente de la República, los artículos acusados lo hacen,
de manera directa, en las comisiones de regulación. La vulneración de los
numerales 7 y 23 del artículo 150 y de los numerales 14, 16, 17 y 22 del artículo
189 de la Carta obedece a la misma razón.
Por último señala que, "el artículo 209 de la Constitución Política de Colombia
establece como principio de la función administrativa la delegación, pero al no
haberse cumplido efectivamente el artículo 211 de la misma, este principio se vio
vulnerado por las normas demandadas de la Ley 142 de 1994 y sus modificaciones
parciales"[7].
Sostiene que los numerales 2.6, 2.7 y 2.9 del artículo 2, el numeral 14.11 del
artículo 14, el inciso segundo y los numerales 34.1 a 34.6. del artículo 34, el
parágrafo del artículo 39 (parcial), el art. 86, 1 (parcial), el inciso 1° (parcial) y los
numerales 87.1., 87.2. (parcial), 87.4., 87.7., 87.8. (parcial) y parágrafos 1° y 2° del
artículo 87, el inciso primero (parcial) y los numerales 88.1., 88.2. y 88.3. del
artículo 88, el inciso primero y los numerales 89.1 (parcial), 89.2. (parcial), 89.4
(parcial) y 89.5 (parcial) del artículo 89, el inciso primero (parcial) y los numerales
90.1 (parcial), 90.2. (parcial) y 90.3 (parcial) del artículo 90, el artículo 92, el
artículo 94 (parcial), el artículo 96 (parcial), el artículo 98, el artículo 124, el
artículo 125, el artículo 126, el artículo 127, el artículo 163 y el artículo 164 de la
Ley 142 de 1994; y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001 contravienen los artículos
1°, 2°, 58, 333, 334, 365, 366 y 367 de la Constitución porque "[e]l Estado debe
ejercer la intervención en la regulación de las tarifas de los servicios públicos
domiciliarios por encima de la libertad económica [y porque] las tarifas de los
servicios públicos no pueden incrementarse por encima del Índice de Precios al
Consumidor IPC. Calidad de vida de los habitantes"[9].
Estima que las reglas relativas a la retribución de los accionistas (art. 87 de la Ley
142 de 1994), el régimen de regulación de las tarifas (art. 88 de la Ley 142 de
1994), los elementos que conforman las fórmulas tarifarias (art. 90 de la Ley 142
de 1994), los incentivos que se dan para una mayor productividad de las empresas
(art. 92 de la Ley 142), la inclusión en la tarifa de costos tales como los de
administración, operación y mantenimiento del servicio de agua potable, de niveles
de pérdida aceptables, del costo de protección de las fuentes de agua, así los de
recolección, transporte y disposición de desechos (arts. 163 y 164 de la Ley 142 de
1994, respectivamente) y los de reposición de los cilindros en la tarifa del gas
licuado petróleo (art. 23 de la Ley 689 de 2001), se rigen por los criterios de
eficiencia económica y rentabilidad del capital, y no según los principios del
Estado social de derecho.
Así pues, observa que "[l]os servicios públicos domiciliarios son servicios básicos,
y no se puede garantizar el acceso efectivo a ellos, a través de tarifas a precios de
mercado para proteger la libertad económica y de competencia. […] No se puede
menoscabar el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de los
habitantes y de la población en aras de proteger la libertad económica, la libertad
de empresa y la competencia. La solidaridad de las personas que integran la
República de Colombia es un principio fundamental pregonado por el artículo 1°
de la Constitución Política de Colombia, y es un principio fundamental en la
fijación del régimen tributario, como lo exige el artículo 367 de la misma
Constitución. No es un principio fundamental el mercado en el régimen tarifario de
los servicios públicos"[11]. Agrega que, en virtud del artículo 58 de la
Constitución, los conflictos entre las necesidades públicas y los derechos de los
particulares, deben resolverse a favor de las primeras.
Afirma que la aplicación de ese régimen tarifario genera que el incremento de los
servicios públicos pueda ser superior al aumento del costo de vida, de manera que
las tarifas de hacen inalcanzables para muchos usuarios, lo cual conduce a que, en
la práctica, se imponga una carga a los usuarios más pobres.
Considera que la suspensión de los servicios públicos por falta de pago no es una
medida que se ajuste a la Constitución "porque el sacrificio que ello conlleva para
el usuario proviene de la violación de sus derechos fundamentales. Otras medidas
para hacer efectivo el pago se encuentran en el derecho privado, de las cuales
puede hacer uso la entidad prestadora de los servicios, pero no transgrediendo los
derechos fundamentales de los usuarios, protegidos por la Constitución"[17].
Este ministerio intervino por medio de apoderada para solicitar que se declare la
exequibilidad de las normas acusadas.
La interviniente señala que si bien el actor acusa una gran cantidad de normas, el
argumento principal consiste en que la ley asignó a las comisiones de regulación
competencias propias del Presidente de la República, asunto que fue ya analizado
por la Corte Constitucional en la Sentencia C-272 de 1998, por medio de la cual
declaró la exequibilidad del artículo 68 de la Ley 142 de 1994. Luego procede al
estudio de los cargos propuestos.
Este ministerio intervino por medio de apoderado para solicitar que se declare la
exequibilidad de las normas acusadas.
Es decir, las funciones de las comisiones de regulación no son asimilables a las que
contempla el numeral 23 del artículo 150 de la Carta respecto del Congreso ni a las
establecidas en el numeral 11 del artículo 189 de la Constitución respecto del
presidente de la República.
Los órganos reguladores se hacen cargo de una función propia del Estado por
medio de la cual se busca "generar consistencia entre los fines empresariales con
los fines sociales"[27].
En este orden de ideas, se observa que "las disposiciones acusadas no afectan los
derechos colectivos de los usuarios, ni desmejoran su bienestar y calidad de vida,
sino por el contrario, pretenden desarrollar los criterios de solidaridad, eficiencia y
suficiencia económica precisamente con el fin de preservar los derechos
fundamentales que el actor considera vulnerados"[28].
3. El interviniente señala que el cargo que formula el actor fue ya desvirtuado por
la Corte Constitucional en la Sentencia C-493 de 1997, en la que se resaltó la
naturaleza contractual de la prestación de los servicios públicos y las obligaciones
que de esta actividad se derivan para las partes. En el mismo sentido, el artículo
132 de la Ley 142 de 1994 establece que el contrato de servicios públicos se rige
por lo allí prescrito, lo cual demuestra que el cargo propuesto no está llamado a
prosperar.
2. Señala que es necesario diferenciar entre costos fijos y variables, pues estos
determinan los dos elemento de los que se compone la tarifa, es decir, el cargo fijo
(que corresponde al hecho de tener el servicio disponible) y el cargo variable (que
corresponde al consumo efectivo).
Por otra parte, los regímenes tarifarios deben obedecer a los principios de
sostenibilidad o suficiencia, de eficiencia y de equidad. De esta manera, se observa
en razón de tales principios, que el usuario tiene derecho a que se le proporcionen
servicios públicos de calidad y el prestador tiene el derecho a ser retribuido por el
servicio que presta. Estos principios se ajustan a lo prescrito en el artículo 367 de la
Constitución.
Este departamento intervino por medio de apoderado para solicitar que se declare
la exequibilidad de las normas acusadas.
1. El interviniente señala que el actor hace una interpretación indebida de la Ley
142 de 1994 pues en ésta se atribuye la facultad mas no la obligación del
Presidente de la República de delegar en las comisiones de regulación las
competencias allí descritas. Este tema fue ya analizado por la Corte Constitucional
en la Sentencia C-272 de 1998, en la que se declaró la exequibilidad del artículo 68
de la Ley 142 de 1994.
Por ello actor pasa por alto que los estratos 1, 2 y 3 se benefician de subsidios que
son cubiertos por los estratos 5 y 6 en razón del principio de solidaridad.
3. Indica que "[e]l demandante con criterios más propios de una acción de tutela
que de una acción de inexequibilidad considera que la posibilidad de suspensión
del servicio por falta de pago vulnera los derechos fundamentales de salud,
educación, recreación, de menores, la familia y de igualdad"[32] y que lo que sería
contrario a la Constitución, es que se prohibiera que las empresas cortaran la
prestación de los servicios a quienes no los pagan.
5. Intervención de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios
Sin perjuicio de lo anterior, indica que en esa sentencia se analizó la facultad del
Presidente de la República de delegar en las comisiones de regulación de los
servicios públicos la función de señalar, con sujeción a la ley, las políticas
generales de administración y control de eficiencia de los servicios públicos
domiciliarios.
Por su parte, en las sentencias C-066 de 1997 y C-444 de 1998 se hizo claridad
acerca del alcance del señalamiento de las condiciones jurídicas que rigen la
prestación de los servicios públicos. La Sentencia C-1162 de 2000, por su parte,
analiza el alcance de las implicaciones jurídicas de la función reguladora.
Esta Comisión intervino por medio de su director ejecutivo para solicitar que se
declare la exequibilidad de las normas acusadas. Dado que la intervención tiene el
mismo contenido de la presentada por el apoderado del Ministerio de Desarrollo
Económico, la Corte se abstendrá de resumirla.
Esta comisión intervino por medio de apoderado para solicitar que se declare la
exequibilidad de las normas acusadas.
1. El interviniente indica que en opinión del demandante, las normas acusadas con
base en el primero de los cargos, son contrarias a los artículos 6, 115, 122, 124,
150, 189, 209, 211, y 370 de la Constitución porque asignaron a las comisiones de
regulación funciones propias del Presidente de la República. Así pues, el cargo es
inepto en lo que toca con los artículos 3, 6 num. 4, 9, 11, 44, 66, 85 y 162 de la Ley
142 de 1994 dado que éstos no asignan funciones a las Comisiones de Regulación.
Sostiene que en las sentencias C-066 de 1997, C-272 y C-444 de 1998 y C-1162 de
2000, la Corte Constitucional puso de presente que "las funciones de las
Comisiones de Regulación pueden provenir, bien de la asignación directa por parte
de la ley, esto es, por adscripción, o ya por delegación del Presidente de la
República, previa autorización de la ley"[36].
En efecto, los artículos 150-23, 365, 367 y 370 de la Constitución señalan las
competencias del Congreso acerca de la prestación de los servicios públicos. En
particular, el artículo 367 indica de manera expresa que "La ley determinará las
entidades competentes para fijar las tarifas".
Por su parte, la Corte Constitucional "ha señalado que existen otros aspectos, que si
bien no están comprendidos en la función de señalar política generales de
administración y de control de los servicios públicos, hacen parte de la regulación
de los servicios públicos domiciliarios que corresponde definir al legislador, en
relación con los cuales puede atribuir funciones a entidades estatales como las
Comisiones de Regulación". Así, por ejemplo, en la Sentencia C-066 de 1997
(M.P. Fabio Morón Díaz), la Corte reconoció que "[e]n verdad, tal competencia no
la dispone expresamente el artículo 370 Superior, pero en parte alguna la
Constitución prohibe que las Comisiones de Regulación dicten normas de carácter
general que, no obstante no ser leyes, puedan constituir el parámetro objetivo por
el actor reclamado". Por ello, tal como se indicó en la Sentencia C-272 de 1998, el
análisis de la exequibilidad de las competencias asignadas a las comisiones de
regulación debe realizarse respecto de cada una de ellas.
Por ello, se prevé que cuando no haya competencia, las tarifas de los servicios
públicos estarán sujetas a las fórmulas que se establezcan para el efecto. En los
casos en los que sea posible la competencia entre diversos oferentes, el Estado se
limita a prevenir y sancionar las prácticas que restrinjan la competencia.
La utilización del IPC como único criterio para la definición de las tarifas resultaría
inconstitucional. En efecto, la propia Constitución "define que la prestación debe
hacerse a todos los habitantes del territorio Colombiano" para lo cual se requiere de
recursos que serían imposibles de obtener con la fórmula que el demandante
propone.
El principio de solidaridad justifica que se cobren contribuciones a cargo de los
usuarios industriales y comerciales y residenciales de estratos 5 y 6 para ofrecer
subsidios a los usuarios de estratos 1, 2 y 3, determinados por la ley.
Esta comisión intervino por medio de apoderada para solicitar que se declare la
exequibilidad de las normas acusadas.
De esta forma, "[s]i bien extraña el actor que el artículo 68, inciso 1 asigne, en
primer término que las Comisiones ejercen el señalamiento de las políticas
generales de administración y control de eficiencia de los servicios públicos y
'como situación secundaria' se prevea la facultad presidencial de decidir la
delegación, el planteamiento del texto legal que puede resultar desafortunado en su
redacción no puede considerarse inconstitucional por una apariencia de mayor
relevancia de las comisiones frente al Presidente de la República"[47].
Tampoco es cierto que las funciones de las comisiones de regulación deban tener
origen en la delegación presidencial y de ninguna manera en la asignación directa
por parte de la ley. En efecto "al presuponer el actor que las funciones de las
comisiones de regulación en virtud de la ley 142 de 1994 provienen, en su totalidad
y con exclusividad, de la invasión del legislador en la órbita de competencia del
Presidente de la República en la determinación de políticas generales de
administración y control de los servicios públicos domiciliarios cualquier
sometimiento a éstas resultaría para el accionante inconstitucional y en este sentido
se entiende la solicitud planteada mediante esta acción pública"[48].
Sobre este particular, es del caso tener en cuenta que hay "funciones provenientes
de la facultad constitucional del Presidente para fijar políticas para la
administración y control de eficiencia de los servicios públicos [las cuales]
constituyen el marco dentro del cual el Presidente o las comisiones de regulación,
si se determina la delegación, deben ejercer las funciones previstas en el artículo
370 de la Carta Política [y] funciones asignadas directamente por el Legislador,
dentro de sus facultades regulatorias de los servicios públicos domiciliarios en
materia de régimen jurídico de los servicios, régimen tarifario, régimen de
derechos y obligaciones de usuarios y distribución de competencias del Estado
para la prestación de servicios públicos [las cuales] corresponden a la participación
de las comisiones, en su calidad de organismos técnicos y especializados, como
instrumentos de desarrollo de las políticas de los servicios públicos establecidas en
la Ley"[49].
La interviniente presenta un detallado estudio de las competencias que las normas
acusadas contemplan para las comisiones de regulación y diferencia las que tienen
origen en la asignación de las que lo tienen en la delegación. Luego concluye que
"resulta claro que no pueden la comisiones reguladoras invadir la órbita de
competencia del legislador, en lo relativo a la definición del régimen legal de los
servicios públicos domiciliarios de que trata el artículo 365 de la Constitución
Política de Colombia, ni en lo concerniente a la fijación de políticas generales
dentro de las cuales se deben fijar las políticas de administración y control de
eficacia de los servicios públicos domiciliarios que corresponde al Presidente de la
República, pero sí puede el legislador, sin perjuicio de las competencias
anteriormente identificadas, asignar en dichas comisiones funciones especiales de
carácter técnico y operativo, por razones de eficiencia y efectividad real de los
servicios públicos, por tratarse de organismos que suponen el conocimiento
especializado del sector correspondiente. Así mismo, la asignación de funciones a
las comisiones por el legislador, de las que competen al Presidente de la República
en virtud de sus facultades de administración y control de calidad de los servicios
públicos no puede, per sé, ser consideradas inconstitucionales por cuanto, es claro,
se encuentra condicionado su ejercicio a la decisión, dentro de los parámetros de
la ley como indica el artículo 370 de la C.N., del señor Presidente de delegarlas en
las comisiones de regulación. No se trata pues, en este caso, de asignación directa
por la Ley"[50].
2. La interviniente afirma que la Ley 142 de 1994 "tiene como fin regular la
prestación de servicios públicos domiciliarios y no exclusiva y prioritariamente el
régimen de competencia al que se somete una actividad particular. No obstante,
teniendo en cuenta que según lo preceptuado por el artículo 365 de la Carta Política
la prestación de los servicios, con anterioridad monopólica y estatal, pueden ser
prestados por particulares, no puede ser ajena a la regulación del mercado en aras a
garantizar que los fines del servicio público se cumplan en las condiciones de un
mercado abierto y competitivo. Sin embargo esta regulación en nada se opone ni es
excluyente de la garantía del cumplimiento de los fines sociales de los servicios
públicos como lo plantea el demandante. Por el contrario, en su integralidad, la Ley
142 de 1994 desarrolla disposiciones que imponen a los operadores cargas y
obligaciones en aras de la naturaleza del servicio que prestan y que, por lo demás,
permiten al Estado adoptar medidas y decisiones tendientes a garantizar, como es
su obligación constitucional –art. 365 C.N-, la prestación eficiente de los servicios
públicos a todos los habitantes del territorio nacional"[51].
De esta manera, la Ley 142 de 1994 busca crear condiciones de competencia con el
fin de garantizar una eficiente prestación de los servicios públicos, lo cual supone
que el destinatario de los mismos se verá favorecido, entre otras, de las tarifas más
favorables. "Dentro de éste criterio, ha desarrollado el legislador disposiciones
tales como las contenidas en el artículo 34 (prohibición de prácticas
discriminatorias, abusivas y restrictivas) y 98 (prácticas tarifarias restrictivas de la
competencia) que, entre otras cosas, a más de regular específicamente el mercado
de los servicios públicos en aras de la libre y leal competencia, tiene como fin la
garantía del principio de igualdad y el abuso de posiciones dominantes que, sin
duda, benefician directamente los intereses de la colectividad y de los
usuarios"[53].
En el mismo sentido, el artículo 87 de la Ley 142 de 1994 dispone que "el régimen
tarifario se orienta por los principios de eficiencia económica, neutralidad,
solidaridad, redistribución, suficiencia financiera, simplicidad y transparencia,
todos ellos desarrollados e implementados a lo largo del régimen tarifario. Así las
cosas, si bien la composición de la tarifa –en concreto y en particular- incluye los
cargos que deben reflejar los costos económicos en aras de la transparencia del
mercado y de la igualdad de los usuarios no son éstos los únicos componentes del
régimen de tarifas –en general-. Así mismo, si bien el criterio de recuperación de
costos es determinante en la tarifa, no es absoluto e ilimitado. Conforme lo señala
el artículo 90.3, el cobro de los cargos no puede contradecir el principio de
eficiencia ni trasladar a los usuarios los costos de una gestión ineficiente o extraer
beneficios de posiciones dominantes o monopolios. Por otra parte, el artículo 92
de la Ley establece la obligación de garantizar a los usuarios los beneficios de la
reducción promedia de las empresas que presten el servicio y la distribución entre
empresa y usuarios de los beneficios que surjan como consecuencia del aumento de
la productividad"[55].
De esta manera, la suspensión del servicio es un instrumento válido para que los
operadores no asuman el costo de la prestación del servicio de los usuarios que se
abstienen de hacerlo. "Ahora bien, el no pago dentro de las oportunidades legales y
contractuales no sólo incide en la conservación del equilibrio de la relación entre
operador y usuario si no que puede afectar, a largo plazo, las condiciones de la
prestación del servicio a los demás usuarios lo que iría contra todos los principios
constitucionales que protegen su prestación y llegaría a constituirse en un factor de
inequidad frente a los que asumen en oportunidad sus obligaciones"[57].
V. INTERVENCIÓN UNIVERSITARIA
2. Indica que el análisis del segundo de los cargos que presenta el actor implica que
se determine si el artículo 370 de la Carta se ve vulnerado de manera directa por
las normas acusadas. Solicita que se tenga en cuenta la Gaceta Constitucional del 5
de julio de 1991, que versa sobre la naturaleza social de los servicios públicos y las
responsabilidades que debe observar el legislador en su reglamentación.
Considera que "[s]i bien es cierto que la ley no desarrolló el tema de la forma
propuesta por el demandante, es decir, señalando en estricto orden primero las
funciones que el Presidente puede delegar y en quien lo puede hacer, para luego
fijar las condiciones de dicha delegación, no por ello se puede concluir que es
inconstitucional, pues el legislador en su libre configuración de las normas puede
optar por otras estructuras siempre y cuando cumpla con los mandatos
constitucionales, lo cual ocurre en este caso"[61].
2. Indica que "[e]l Estado debe intervenir en los servicios públicos para preservar
el equilibrio y la razonabilidad en la competencia y de esta manera asegurar la
calidad de aquéllos y defender los derechos de los usuarios"[62].
3. Considera que el tercero de los cargos formulados no está llamado a prosperar
pues "[e]l Estado al asegurar la prestación del servicio atendiendo a los principios
de continuidad, adaptabilidad, neutralidad, igualdad y la obligación de la
administración de hacer funcionar correctamente los servicios públicos, está
cumpliendo con el deber que la Constitución le ha asignado. A su vez el ciudadano
tiene derecho a acceder a los servicios públicos, pero tiene unos deberes para
cumplir"[63]. Así pues, el pago del usuario por el servicio que recibe, es necesario
para la sostenibilidad financiera del servicio y, en ese orden de ideas, para
garantizar la continuidad del servicio.
1. El interviniente indica, con base en el artículo 68 de la Ley 142 de 1994 que "las
funciones básicamente reguladoras que le atribuye la ley a las Comisiones de
Regulación de Servicios Públicos, deben entenderse bajo la premisa, de haber
delegación previa por parte del Presidente de la República y en esa perspectiva se
ajustarían a los preceptos constitucionales que se aluden como quebrantados"[64].
La Corte Constitucional sostuvo esta posición en la Sentencia C-1162 de 2000
(M.P. José Gregorio Hernández Galindo)
3. Considera que la ausencia del pago de los servicios por parte de los usuarios
afecta la capacidad de las empresas prestadoras para garantizar un servicio
eficiente e ininterrumpido. "Desde luego que lo anterior se predica sin perjuicio sin
dejar de lado el deber del Estado de velar por la protección de los más débiles,
eventos en los cuales puede acudir a distintas medidas que atenúen el impacto
social de las crisis económicas y laborales que inciden en la capacidad de pago de
los usuarios, pero sin dejar que en principio la solución sea eliminar el mecanismo
de la suspensión del servicio transcurrido determinado lapso sin que el usuario
cancele el costo respectivo, en esta tensión dialéctica de derechos amparados por
nuestro ordenamiento jurídico prima el interés general paro salvaguardando los
derechos de todos sin distinción"[65].
En este orden de ideas, considera que debió inadmitirse la demanda respecto de los
artículos 2° numerales 7 y 9; 3; 6; 9; 11; 14; 16; 18; 20; 21; 23; 28; 31; 34, 35; 36;
37; 39; 40; 44; 45; 48; 52; 66; 67; 70; 73; 74; 85; 87 numerales 1, 2, 4, 7, 8 y
parágrafos 1 y 2; 88; 89; 90; 92; 94; 96; 98; 124, 126; 127; 128; 133; 146; 160;
162; 163 y 164 de la Ley 142 de 1994; artículo 1° de la Ley 286 de 1996; y
artículos 2° y 3° de la Ley 632 de 2000.
Señala también que "han debido rechazarse las acusaciones contra los artículos 6,
68, 74.3 literales c) y d), 31, 35, 37, 128, de la Ley 142 de 1994, porque respecto
de ellas existe cosa juzgada constitucional; razón por la cual se solicitará a la Corte
estarse a lo resuelto en las sentencias C-284 de 1997 respecto del artículo 6 de la
Ley 142 de 1994; C-272 de 1998 respecto del artículo 68 ibídem, C-444 de 1998
respecto del artículo 74.3 literales c) y d) ibídem; C-066 de 1997 respecto de los
artículos 31, 35 y 37 ibídem; C-1162 [de 2000] respecto del artículo 128
ibídem"[67].
En este orden de ideas, "el Ministerio Público emitirá su concepto respecto de los
artículos 2 numeral 6; 86 numeral 1; 87 inciso primero y 125 de la Ley 142 de
1994 porque en nuestro criterio sólo sobre el contenido de estas disposiciones recae
el segundo cargo de inconstitucionalidad consistente en el deber de intervención
del Estado para impedir que las tarifas de los servicios públicos domiciliarios se
incrementen por encima del índice de precios al consumidor. También nos
pronunciaremos respecto de los artículos 18 y 19 inciso segundo de la Ley 689 de
2001 disposiciones sobre las que recae el tercer cargo de inconstitucionalidad, es
decir la suspensión de los servicios públicos domiciliarios por falta de pago de las
facturas"[68].
1. La Vista Fiscal sostiene que los servicios públicos domiciliarios tienen una
finalidad eminentemente social en tanto que mecanismo de satisfacción de las
necesidades básicas y de mejoramiento de su calidad de vida, tal como lo ha puesto
de presente la Corte Constitucional en fallos tales como las sentencias C-272 de
1998 y T-528 de 1992.
Por ello, la Constitución establece de manera expresa que la ley fijará el régimen
tarifario de los servicios públicos con base en los criterios de costo, de solidaridad
y de redistribución de ingresos. Así pues, "el régimen tarifario de los servicios
públicos no puede fijarse teniendo en cuenta el ánimo de lucro que inspira a toda
actividad productiva sino la recuperación de los costos y el aumento de
productividad esperados, tal como lo dispone el numeral 1 del artículo 87 de la Ley
142 de 1994"[70].
No obstante lo anterior, "la Ley 142 de 1994 establece como uno de los fines de la
intervención del Estado en los servicios públicos, el de garantizar la libertad de
competencia y no utilización abusiva de la posición dominante (artículo 2 numeral
6); y a su vez en materia tarifaria se refiere a la libertad regulada y libertad vigilada
(artículo 14 numerales 10 y 11), figuras a través de las cuales se evidencia que la
libertad de competencia no es absoluta y por ende la libertad de tarifas tampoco,
puesto que el sistema de la libertad regulada consiste en que la comisión de
regulación respectiva fija los criterios y la metodología conforme a los cuales las
empresas de servicios públicos domiciliarios pueden determinar o modificar las
tarifas, mientras que en el sistema de libertad vigilada las empresas pueden
determinar libremente las tarifas con la obligación de informar por escrito a las
comisiones de regulación. A su vez, la libertad de tarifas se presenta cuando las
empresas no tengan una posición dominante en el mercado y cuando exista
competencia entre proveedores (artículo 88 numerales 2 y 3), condiciones éstas que
permiten la autorregulación tarifaria en razón del mismo juego y reglas del
mercado"[71].
Así pues, el artículo 2° numeral 2.6 de la Ley 142 de 1994, establece que el Estado
intervendrá en los servicios públicos con la finalidad de garantizar la libertad de
competencia y evitar la utilización abusiva de la posición dominante, lo cual se
ajusta al artículo 333 de la Carta Política que obliga al Estado a garantizar la
libertad económica.
El artículo 87 de la Ley 142 de 1994 busca que las empresas recuperen los costos
de operación, incluyendo la expansión, la reposición y el mantenimiento y que se
remunere el patrimonio de los accionistas, en armonía con lo dispuesto en los
artículo 365 y 367 del Ordenamiento Superior.
1. Competencia
2. Cuestiones previas
2.1.1. El actor sostiene que el numeral 3.9. (parcial) del artículo 3, los numerales
6.3. (parcial) y 6.4. (parcial) del artículo 6, el parágrafo del artículo 9, el numeral
11.8 (parcial) del artículo 11, el numeral 14.10 (parcial) del artículo 14, el artículo
16 (parcial), el artículo 18 (parcial), el artículo 20 (parcial), el artículo 21, el
artículo 23 (parcial), el artículo 28 (parcial), el artículo 31 (parcial), el artículo 35
(parcial), el numeral 36.6 (parcial) del artículo 36, el artículo 37 (parcial), el
numeral 39.4 (parcial) del artículo 39, los parágrafos 1 y 2 del artículo 40, los
numerales 44.1. (parcial), 44.2 (parcial) y 44.3 (parcial) del artículo 44, el artículo
45 (parcial), el artículo 48 (parcial), el artículo 52 (parcial), el artículo 66 (parcial),
el numeral 67.1 (parcial) del artículo 67, el artículo 68 (parcial), el artículo 70
(parcial), el artículo 73, el artículo 74, el inciso primero (parcial), los numerales
85.1 (parcial), 85.2 (parcial), 85.3 (parcial), 85.5 (parcial) y los parágrafos 1 y 2 del
artículo 85, el numeral 87.8. (parcial) del artículo 87, el inciso primero y los
numerales 89.1 (parcial), 89.2. (parcial), 89.4 (parcial) y 89.5. (parcial) del artículo
89, el inciso primero y los numerales 90.2. (parcial) y 90.3 (parcial) del artículo 90,
el artículo 92, el artículo 96 (parcial), el artículo 127, el inciso tercero del artículo
128, el numeral 133.26 (parcial) del artículo 133, el parágrafo del artículo 146, el
artículo 160 (parcial), y el numeral 162.2. (parcial) del artículo 162 de la Ley 142
de 1994; el artículo 1° de la Ley 286 de 1996; el artículo 2° y el artículo 3° de la
Ley 632 de 2000; y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001, vulneran los artículos 6°,
115, 122, 124, 150 numerales 7 y 23, 189 numerales 14, 16, 17 y 22, 209, 211 y
370 de la Constitución porque asignan directamente a las comisiones de regulación
funciones propias del Presidente de la República en lugar de establecer, conforme
con la Constitución, los requisitos bajo los cuales puede el Presidente delegárselas.
2.1.2. Afirma que los numerales 2.6, 2.7 y 2.9 del artículo 2, el numeral 14.11 del
artículo 14, el inciso segundo y los numerales 34.1 a 34.6. del artículo 34, el inciso
segundo del parágrafo del artículo 39, el inciso 1° (parcial) y los numerales 87.1.,
87.2. (parcial), 87.4., 87.7., 87.8. (parcial) y parágrafos 1° y 2° del artículo 87, el
inciso primero (parcial) y los numerales 88.1., 88.2. y 88.3. del artículo 88, el
inciso primero y los numerales 89.1 (parcial), 89.2. (parcial), 89.4 (parcial) y 89.5
(parcial) del artículo 89, el inciso primero y los numerales 90.1 (parcial), 90.2.
(parcial) y 90.3 (parcial) del artículo 90, el artículo 92, el artículo 94 (parcial), el
inciso tercero del artículo 96, el artículo 98, el artículo 124, el artículo 125, el
artículo 126, el artículo 127, el artículo 163 y el artículo 164 de la Ley 142 de
1994; y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001 contravienen los artículos 1°, 2°, 58,
333, 334, 365, 366 y 367 de la Constitución porque favorecen la libertad de
empresa y la iniciativa privada en perjuicio de las obligaciones que recaen sobre el
Estado respecto de la prestación de los servicios públicos en un Estado social de
derecho, en el cual las comisiones de regulación deben intervenir en la fijación del
régimen tarifario para propender por la solidaridad y el mejoramiento de la calidad
de vida de las personas de bajos ingresos.
2.1.3. Señala que el parágrafo del artículo 18 y el artículo 19 de la Ley 689 de 2001
vulneran los artículos 13, 42, 44, 49, 52, 67, 334 y 365 y 366 de la Constitución
porque contemplan que las empresas de servicios podrán suspender su prestación a
los usuarios que incumplen con la obligación de pagar, lo cual es contrario a la
naturaleza de los servicios públicos en tanto que función inherente del Estado y a la
función social de dichos servicios.
2.1.4. La Corte no se pronunciará sobre todas las normas acusadas puesto que
sobre algunas de ellas ha operado el fenómeno de la cosa juzgada formal, otras han
sido derogadas y sobre otras la demanda es inepta.
2.2.1. Mediante Sentencia C-066 de 1997 (M.P. Fabio Morón Díaz), la Corte
Constitucional resolvió (i) "[d]eclarar exequibles los artículos [entre otros, los
artículos 31 y 37 de la Ley 142 de 1994], demandados en su totalidad por el actor";
y (ii) "[d]eclarar exequible la frase "En estos casos, y en los de otros contratos de
las empresas, las comisiones de regulación podrán exigir, por vía general, que se
celebren previa licitación pública, o por medio de otros procedimientos que
estimulen la concurrencia de oferentes" del artículo 35 de la Ley 142 de 1994. Así
pues, dado que ni en la parte resolutiva ni en la motiva se limita el alcance de la
sentencia, sobre estas normas ha operado el fenómeno de la cosa juzgada absoluta,
de manera que la Corte se estará a lo resuelto en dicho fallo.
2.2.2. Mediante Sentencia C-252 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), la
Corte Constitucional conoció de una demanda, entre otras, contra el numeral 1° del
artículo 89 de la Ley 142 de 1994, acusado de violar el artículo 367 de la
Constitución por considerar que la metodología establecida en dichas normas para
fijar el estrato económico de los diferentes usuarios y determinar de esta manera la
escala tarifaria aplicable, no se fundamentada sobre criterios adecuados. La Corte
resolvió "[d]eclarar exequible, los artículos [entre otros el 89 numeral 1º] de la Ley
142 de 1994. Los efectos de la exequibilidad se limitan al cargo resuelto en la
presente sentencia y a las normas de la Constitución Política que han sido
expresamente analizadas". Así pues, sobre esta norma ha operado el fenómeno de
la cosa juzgada relativa, de manera que como el cargo que propone el actor en el
proceso de la referencia es diferente al analizado en la Sentencia C-252 de 1997 ya
citada, esta Corporación es competente para conocer sobre su exequibilidad.
2.2.8. Mediante Sentencia C-389 de 2002 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández) la
Corte Constitucional resolvió (i) "[d]eclarar exequible el inciso [primero] y el
numeral primero de artículo 88 de la Ley 142 de 1994. Declarar igualmente
exequibles los numerales 2 y 3 del mismo artículo bajo el entendido que la
existencia de competencia debe apreciarse teniendo en cuenta la efectiva libertad
del usuario de escoger entre varios proveedores del servicio"; (ii) "[d]eclarar
exequible el inciso 3° del mismo artículo, [se refiere al artículo 96 de la Ley 142 de
1994] conforme a lo expuesto en la parte motiva de esta providencia", es decir, en
el entendido de que "la facultad otorgada para modificar las formulas tarifarias no
puede ser utilizada para capitalizar ni financiar a las empresas de servicios públicos
domiciliarios, sino que debe redundar en beneficio del usuario para la obtención de
una mayor eficiencia en la prestación del servicio de energía o de agua o en la
extensión de la cobertura a mayor número de usuarios"; y (iii) "[d]eclarar
exequible el artículo 125 de la Ley 142 de 1994, por los cargos formulados en la
demanda y conforme a lo expuesto en la parte motiva de esta providencia". Los
actores en ese proceso sostuvieron que el artículo 125 de la Ley 142 de 1994 era
contrario a los artículos 13, 28, 29, 334, 338, 365 y 370 de la Constitución, porque
concedía a las empresas prestadoras de servicios públicos la libertad de fijar y
modificar de manera arbitraria las tarifas de los servicios que prestan. La Corte
indicó que las empresas pueden hacer uso de la facultad de la que trata el artículo
125 de la Ley 142 de 1994 aunque (a) "deberán ceñirse a las determinaciones que
señale la comisión de regulación respectiva" de acuerdo con el régimen tarifario a
que estén sometidas y (b) sólo les ha sido permitida su mera actualización,
aplicando para tal efecto las variaciones en los índices de precios que las fórmulas
contienen y dentro del período de vigencia de cada fórmula.
2.2.9. Mediante Sentencia C-041 de 2003 (M.P. Jaime Córdoba Triviño) la Corte
Constitucional resolvió "[d]eclarar exequible, pero sólo por los cargos analizados
en esta Sentencia, el artículo 90.2 de la Ley 142 de 1994". El actor en ese proceso
sostuvo que el cobro a los usuarios de un cargo fijo, tal como lo prescribe el
artículo 90.2 de la Ley 142 de 1994, era contrario a los artículos 1°, 2°, 338 y 365
de la Constitución porque conducía a que el costo de garantizar la prestación
efectiva de los servicios públicos domiciliarios, corriere por cuenta de los usuarios
y no del Estado. Así pues, sobre esta norma ha operado el fenómeno de la cosa
juzgada relativa, de manera que como el cargo que propone el actor en el proceso
de la referencia es diferente al analizado en la Sentencia C-041 de 2003 citada, esta
Corporación es competente para conocer de su exequibilidad.
2.3.1. El actor acusa la exequibilidad del parágrafo 2° del artículo 40 de la Ley 142
de 1994. No obstante, el artículo 7° de la Ley 286 de 1996 dispuso: "La presente
Ley rige a partir de su promulgación y deroga [entre otros] el parágrafo 2° del
artículo 40 de la Ley 142 de 1994". En este orden de ideas, la Corte, en principio,
carece de competencia para conocer de su exequibilidad y no encuentran que
existan en este caso razones para pronunciarse sobre una disposición derogada.
2.3.2. El actor acusa la exequibilidad del inciso 2° del artículo 52 y el inciso 2°
(parcial) del artículo 66, ambos de la Ley 142 de 1994. Así pues, si bien se observa
que estas dos normas fueron modificadas por los artículos 7° y 11 de la Ley 689 de
2001, la Corte constata que los apartes demandados de las normas modificadas son
idénticos a los de las normas modificantes, de manera que ella habrá de establecer
si los cargos que se formulan contra tales artículos observan los requisitos de la
acción pública de constitucionalidad y, en caso de que así sea, procederá a realizar
el respectivo juicio.
2.4. Inhibición por ineptitud de los cargos respecto de varias de las disposiciones
acusadas
2.4.1. Análisis del primer cargo. Consecuencias de la cosa juzgada respecto del
artículo 68 de la Ley 142 de 1994, e inhibición para estudiar las demás normas
acusadas por guardar estrecha relación con dicho artículo.
2.4.1.1. La Corte encuentra, sobre el primer cargo que –salvo acerca del artículo 68
de la Ley 142 de 1994, declarado exequible por la Sentencia C-272 de 1998– la
demanda es inepta en lo relativo al argumento según la cual las normas acusadas
vulneran los artículos 6°, 122 y 124 de la Constitución. Las disposiciones acusadas
son las siguientes: el numeral 3.9. (parcial) del artículo 3, los numerales 6.3.
(parcial) y 6.4. (parcial) del artículo 6, el parágrafo del artículo 9, el numeral 11.8
(parcial) del artículo 11, el numeral 14.10 (parcial) del artículo 14, el artículo 16
(parcial), el artículo 18 (parcial), el artículo 20 (parcial), el artículo 21, el artículo
23 (parcial), el artículo 28 (parcial), el artículo 31 (parcial), el artículo 35 (parcial),
el numeral 36.6 (parcial) del artículo 36, el artículo 37 (parcial), el numeral 39.4
(parcial) del artículo 39, los parágrafo 1º del artículo 40, los numerales 44.1.
(parcial), 44.2 (parcial) y 44.3 (parcial) del artículo 44, el artículo 45 (parcial), el
artículo 48 (parcial), el artículo 52 (parcial), el artículo 66 (parcial), el numeral
67.1 (parcial) del artículo 67, el artículo 68 (parcial), el artículo 70 (parcial), el
artículo 73, el artículo 74, el inciso primero (parcial), los numerales 85.1 (parcial),
85.2 (parcial), 85.3 (parcial), 85.5(parcial) y los parágrafos 1 y 2 del artículo 85
(parcial), el numeral 87.8. (parcial) del artículo 87, el inciso primero y los
numerales 89.1 (parcial), 89.2. (parcial), 89.4 (parcial) y 89.5. (parcial) del artículo
89, el inciso primero y los numerales 90.2. (parcial) y 90.3 (parcial) del artículo 90,
el artículo 92, el artículo 96 (parcial), el artículo 127, el inciso tercero del artículo
128, el numeral 133.26 (parcial) del artículo 133, el parágrafo del artículo 146, el
artículo 160 (parcial), y el numeral 162.2. (parcial) del artículo 162 de la Ley 142
de 1994; el artículo 1° de la Ley 286 de 1996; el artículo 2° y el artículo 3° de la
Ley 632 de 2000; y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001.
2.4.1.2. La Corte estima pertinente indicar que respecto del primer cargo, el actor
sostiene haber integrado una "proposición jurídica completa". Señala que las
normas acusadas bajo este cargo son contrarias a las reglas que prevé la
Constitución sobre la delegación de funciones presidenciales, en particular, el
artículo 209 de la Carta, que contempla que la delegación y la desconcentración
son principios de la función administrativa, y el artículo 211 de la C.P., que indica
que la ley señalará las funciones que el Presidente de la República podrá delegar en
las agencias del Estado que la misma ley determine y que fijará las condiciones
para el efecto. El artículo 370 de la Carta, por su parte, prescribe que
"[c]orresponde al Presidente de la República señalar, con sujeción a la ley, las
políticas generales de administración y control de eficiencia de los servicios
públicos domiciliarios y ejercer por medio de la Superintendencia de Servicios
Públicos Domiciliarios, el control, la inspección y vigilancia de las entidades que
los presten".
Por lo tanto, considera que para que el Presidente pueda delegar en las comisiones
de regulación la función de señalar, con sujeción a la ley, las políticas generales de
administración y control de eficiencia de los servicios públicos domiciliarios, es
necesario que previamente la ley defina tales funciones y que fije las condiciones
para que las mismas puedan ser delegadas. Sostiene que las normas acusadas no
fijaron las condiciones que se debían observar para que el Presidente pudiera
delegar en las comisiones de regulación las competencias para señalar las políticas
generales de administración y control de eficiencia de los servicios públicos
domiciliarios y para ejercer el control, la inspección y vigilancia de las entidades
que los presten. Por el contrario, las normas acusadas asignaron de manera directa
a las comisiones de regulación las funciones referidas.
En este orden de ideas, el demandante concluye que las normas acusadas vulneran
los artículos 209 y 211 de la Constitución por no haber fijado "las condiciones para
que las autoridades administrativas puedan delegar en sus subalternos o en otras
autoridades"[78] y el artículo 370 de la misma por haber despojado al Presidente
de su función de señalar las políticas generales de administración y control de
eficiencia de los servicios públicos domiciliarios y de ejercer el control, la
inspección y vigilancia de las entidades que los presten.
Afirma que las normas acusadas bajo este cargo son, además, contrarias a los
numerales 7 y 23 del artículo 150 de la Carta porque no se limitan a determinar la
estructura de las comisiones de regulación y a fijar los criterios para la prestación
de los servicios públicos, sino que asignan funciones propias del Presidente de la
República a las comisiones de regulación. En el mismo sentido, considera que
dichas normas vulneran los numerales 14, 16, 17 y 22 del artículo 189 de la
Constitución porque traspasan a las comisiones de regulación funciones que
expresamente corresponden al Presidente.
Asevera que las normas acusadas son también contrarias al artículo 115 de la
Constitución porque impiden al Presidente de la República cumplir con su misión
institucional en tanto que jefe de Estado, jefe de Gobierno y suprema autoridad
administrativa dado que lo despojaron de parte de las funciones de las que disponía
para tal finalidad.
Así pues, la Corte habrá determinar si, como el artículo 68 de la Ley 142 de 1994
fue declarado exequible por la Sentencia C-272 de 1998, el primer cargo que
presenta el demandante y los argumentos que utiliza para sustentarlo, quedan sin
base.
No obstante, el actor no expresa razón alguna por medio de la cual se indique que
la Carta prohibe que el Congreso adscriba funciones a las comisiones de
regulación. Tampoco muestra, respecto de cada una de las funciones acusadas, que
(i) fueron efectivamente adscritas por el legislador a las comisiones de regulación;
(ii) que se trata de competencias propias del Presidente, de acuerdo con la
Constitución; y (iii) que, en esa medida, la asignación de tales competencias por el
Congreso a las comisiones de regulación, implica la vulneración de las normas
constitucionales en las que se prescribe que las funciones en cuestión competen al
Presidente y sólo él puede delegarlas.
2.4.1.7. En este orden de ideas, la Corte concluye el actor no define con claridad la
manera como cada una de las disposiciones acusada desconoce o vulnera la Carta
Política ni funda su cuestionamiento en atención al contenido de una norma
Superior en concreto que se exponga y que se enfrente a cada uno de los preceptos
demandados.
Las normas recién enunciadas desarrollan temas que no guardan relación directa
con el primero de los cargos expresados en la demanda, según el cual dichas
normas serían contrarias a los artículos 115, 150 numerales 7 y 23, 189 numerales
14, 16, 17 y 22, 209, 211 y 370 de la Constitución porque asignan a las comisiones
de regulación de manera directa, funciones que son del Presidente de la República.
En efecto, el actor no presenta ninguna razón destinada a mostrar que las normas
que desarrollan los temas relativos a la obligación de las empresas de servicios
públicos de informar a la respectiva comisión de regulación sobre el inicio de sus
actividades; al régimen de conflicto de intereses, inhabilidades e
incompatibilidades de quienes pertenecen al sector de la prestación de los servicios
públicos; a las causales de incompatibilidad e inhabilidad aplicables a los vocales
de los comités de desarrollo de los servicios públicos domiciliarios; y a la
estructura orgánica de las comisiones de regulación, presentan una oposición
objetiva y verificable con los artículos constitucionales que el actor considera
vulnerados. En estas condiciones, los argumentos con base en los cuales el actor
acusa la exequibilidad del numeral 11.8 del artículo 11 (parcialmente acusado), del
artículo 44 (parcialmente acusado), del artículo 66 (parcialmente acusado) y del
artículo 70 (parcialmente acusado), todos de la Ley 142 de 1994, no son
específicos, de manera que el juicio de exequibilidad no puede llevarse a cabo.
De igual manera, el artículo 23 de la Ley 689 de 2001 que trata sobre el cobro por
concepto del mantenimiento de los cilindros de gas, únicamente se refiere a la
Comisión de Regulación Energía y Gas en lo concerniente a la facultad de dicha
agencia de reglamentar dicho tema.
Dado que los artículos mencionados tratan sobre cuestiones que no guardan
relación directa con el primero de los argumentos formulados por el demandante, el
cargo es inepto.
En efecto, el actor no presenta ninguna razón destinada a mostrar que las acciones
del Estado para obtener economías de escala o esquemas tarifarios que contengan
subsidios; los requisitos que se deben observar en materia de contratos especiales;
la expresión "comisiones de regulación" y similares, acusada varias veces; la
posibilidad de que las empresas ofrezcan diversas opciones tarifarias; la inclusión
de la tarifa que propone quien quiere ser contratista para la prestación de los
servicios públicos, como elemento de evaluación; la obligación a cargo de las
empresas prestadoras de servicios públicos de distinguir, respecto de las facturas de
los estratos 1 y 2, y 3 cuando sea el caso, entre el valor del servicio y el factor de
subsidio; la demanda por el servicio en tanto que factor tarifario; los aspectos
particulares para la fijación del régimen tarifario del servicio de acueducto,
alcantarillado y saneamiento básico; y el cobro de un rubro para el mantenimiento
y reposición de los cilindros de gas, presentan una oposición objetiva y verificable
con los artículos constitucionales citadas.
En estas condiciones, los argumentos con base en los cuales el actor acusa el los
numerales 2.7 y 2.9 del artículo 2°, el inciso segundo del parágrafo del artículo 39
de la Ley 142 de 1994, los numerales 87.2 (parcial) y 87.8 (parcial) del artículo 87,
los parágrafos 1° y 2° del artículo 87, las expresiones mencionadas del artículo 89;
el inciso primero (parcial) del artículo 90, el numeral 90.1 (parcial) y el inciso
segundo (parcial) del numeral 90.2 del mismo artículo, el artículo 163 y el artículo
164 todos de la Ley 142 de 1994, y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001, no son
específicos ni pertinentes, de manera que no puede llevarse a cabo el juicio de
exequibilidad.
El actor considera que el parágrafo del artículo 130 de la Ley 142 adicionado por el
artículo 18 de la Ley 689 de 2001 y la totalidad del artículo 40 de la Ley 142 de
1994, modificado por el artículo 19 de la Ley 689 de 2001, vulneran los artículos
13, 42, 44, 49, 52, 67, 334 y 365 y 366 de la Constitución. Sostiene que la
posibilidad de que las empresas de servicios públicos suspendan su prestación
como consecuencia de la falta de pago, atenta contra la naturaleza de dichos
servicios en tanto que función inherente del Estado y vulnera la función social de
los mismos.
2.4.3.1. La Corte considera que si bien el actor señala que el parágrafo del artículo
18 y el artículo 19 de la Ley 689 de 2001 vulneran los artículos 13, 42, 44, 49, 52,
67, 334, 365 y 366 de la Carta, no presenta argumentos que muestren la
contradicción entre las normas acusadas y los textos constitucionales citados.
En efecto, sobre este particular, el actor se limita a afirmar que la suspensión de los
servicios conlleva a la afectación de los derechos citados. No obstante, respecto del
cargo de igualdad, el actor no hace una comparación entre dos o más grupos ni
expresa las razones por las cuales las normas acusadas conllevarían a la
discriminación de alguno de ellos.
Así pues, la Corte encuentra que los argumentos expuestos por el demandante no
se relacionan concreta y directamente con los artículos constitucionales que se
consideran vulnerados. En este orden de ideas, se concluye que la demanda no es
específica, de manera que no es posible establecer si realmente existe una
oposición objetiva y verificable entre las normas constitucionales citadas y las
normas legales acusadas.
2.4.3.2. El parágrafo del artículo 130 de la Ley 142 adicionado por el artículo 18 de
la Ley 689 de 2001 señala que las empresas prestadoras de servicios públicos
estarán en la obligación de suspender el servicio al usuario o suscriptor que
incumpla su obligación de pagar los servicios facturados durante dos períodos
consecutivos. El artículo 140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el artículo 19
de la Ley 689 de 2001 contiene las causales de incumplimiento por parte del
suscriptor o usuarios que dan lugar a la suspensión del servicio y las reglas a las
que deberán sujetarse las partes en caso de que haya lugar a la suspensión del
servicio[81].
Esta Corporación coincide con el Procurador en el sentido de que de la totalidad
del artículo 140 de la Ley 142 de 1994 modificado por el artículo 19 de la Ley 689
de 2001 demandado, sólo una parte del inciso segundo del mismo aborda el tema
relativo a la suspensión del servicio por falta de pago. En efecto, el inciso segundo
del artículo 140 de la Ley 142 de 1994 modificado por el artículo 19 de la Ley 689
de 2001 señala: "La falta de pago por el término que fije la entidad prestadora, sin
exceder en todo caso de dos (2) períodos de facturación en el evento en que ésta
sea bimestral y de tres (3) períodos cuando sea mensual y el fraude a las
conexiones, acometidas, medidores o líneas". Se observa así que únicamente la
expresión subrayada de la norma en cuestión coincide con el cargo expuesto por el
demandante. En este orden de ideas, la Corte adelantará el juicio de
constitucionalidad respectivo sobre la expresión pertinente de dicho inciso así
como sobre el parágrafo del artículo 18 de la Ley 689 de 2001, pero se inhibirá de
conocer del resto del artículo 19 de la Ley 689 de 2001 dado que el cargo no es
específico respecto del resto de toda la disposición acusada.
Para mayor claridad, resulta necesario resumir las conclusiones a las cuales ha
llegado la Corte sobre las normas que constituyen el objeto de la presente sentencia
así como los cargos por las cuales éstas serán juzgadas.
2.5.1.3. En relación con la totalidad de normas acusadas con respecto del primer
cargo, la demanda es inepta, de manera que no se pronunciará sobre la
exequibilidad de las siguientes disposiciones: El numeral 3.9. (parcial) del artículo
3, los numerales 6.3. (parcial) y 6.4. (parcial) del artículo 6, el parágrafo del
artículo 9, el numeral 11.8 (parcial) del artículo 11, el numeral 14.10 (parcial) del
artículo 14, el artículo 16 (parcial), el artículo 18 (parcial), el artículo 20 (parcial),
el artículo 21, el artículo 23 (parcial), el artículo 28 (parcial), el artículo 31
(parcial), el artículo 35 (parcial), el numeral 36.6 (parcial) del artículo 36, el
artículo 37 (parcial), el numeral 39.4 (parcial) del artículo 39, los parágrafos 1º del
artículo 40, los numerales 44.1. (parcial), 44.2 (parcial) y 44.3 (parcial) del artículo
44, el artículo 45 (parcial), el artículo 48 (parcial), el artículo 52 (parcial), el
artículo 66 (parcial), el numeral 67.1 (parcial) del artículo 67, el artículo 68
(parcial), el artículo 70 (parcial), el artículo 73, el artículo 74, el inciso primero
(parcial), los numerales 85.1 (parcial), 85.2 (parcial), 85.3 (parcial), 85.5(parcial) y
los parágrafos 1 y 2 del artículo 85 (parcial), el numeral 87.8. (parcial) del artículo
87, el inciso primero y los numerales 89.1 (parcial), 89.2. (parcial), 89.4 (parcial) y
89.5. (parcial) del artículo 89, el inciso primero y los numerales 90.2. (parcial) y
90.3 (parcial) del artículo 90, el artículo 92, el artículo 96 (parcial), el artículo 127,
el inciso tercero del artículo 128, el numeral 133.26 (parcial) del artículo 133, el
parágrafo del artículo 146, el artículo 160 (parcial), y el numeral 162.2. (parcial)
del artículo 162 de la Ley 142 de 1994; el artículo 1° de la Ley 286 de 1996; el
artículo 2° y el artículo 3° de la Ley 632 de 2000; y el artículo 23 de la Ley 689 de
2001
2.5.1.5. Respecto del tercer cargo, la demanda es inepta en lo relacionado con los
apartes indicados del artículo 140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el
artículo 19 de la Ley 689 de 2001. Adicionalmente se observa que el actor no
formula argumentos específicos con base en los cuales se muestre que las normas
acusadas vulneran los artículos 13, 42, 44, 49, 52 y 67 de la Constitución.
2.5.2. Respecto del segundo cargo, la Corte habrá de establecer si el numeral 2.6
del artículo 2, el numeral 14.11 del artículo 14, el inciso segundo y los numerales
34.1 a 34.6. del artículo 34, el numeral primero (parcial) del artículo 86, el inciso
1° (parcial) y los numerales 87.1., 87.4. y 87.7 del artículo 87; el numeral 90.3
(parcial) del artículo 90, el artículo 92, el artículo 94 (parcial), el artículo 98, el
artículo 124, el artículo 126 y el artículo 127 de la Ley 142 de 1994 vulneran los
artículos 1°, 2°, 58, 333, 334, 365, 366 y 367 de la Constitución.
2.5.3. Respecto del tercer cargo, la Corte habrá de establecer si el parágrafo del
artículo 130 de la Ley 142 de 1994, adicionado por el artículo 18 de la Ley 689 de
2001 y si el artículo 140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el artículo 19 de la
Ley 689 de 2001 (en lo pertinente), vulneran los artículos 334, 365 y 366 de la
Carta.
Las anteriores anotaciones permiten a la Corte tener claridad acerca de las normas
respecto de las cuales ella es competente para realizar el respectivo juicio de
constitucionalidad.
3.1. El actor sostiene que el numeral 2.6 del artículo 2, el numeral 14.11 del
artículo 14, el inciso segundo y de los numerales 34.1 a 34.6. del artículo 34, el
numeral 86.1 (parcial) del artículo 86, el inciso 1° (parcial), los numerales 87.1.,
87.4., 87.7., del artículo 87, el inciso primero del artículo 89, el numeral 90.3
(parcial) del artículo 90, el artículo 92, el artículo 94 (parcial), el artículo 98, el
artículo 124, el artículo 125, el artículo 126 y el artículo 127 de la Ley 142 de
1994, vulneran los artículos 1°, 2°, 58, 333, 334, 365, 366 y 367 de la Constitución.
Señala que las normas acusadas, relativas a las funciones de las comisiones de
regulación en materia tarifaria, fundan la fijación de las tarifas en criterios tales
como eficiencia económica, suficiencia financiera, libertad de mercado, garantía de
remuneración a los propietarios de las empresas prestadoras de los servicios
públicos, en perjuicio de principios inherentes al Estado social de derecho tales
como la solidaridad (art. 2° de la C.P.), el derecho a tener acceso a los bienes y
servicios básicos (art. 334 de la C.P.), el deber del Estado de asegurar la prestación
eficiente de los servicios públicos a todos los habitantes de territorio nacional (art.
365 de la C.P.) y el mandato según el cual el objetivo de tales servicios será el
mejoramiento de la calidad de vida de la población (art. 366 de la C.P.).
Considera que a pesar del marco constitucional descrito, las normas acusadas
contemplan un régimen de libertad respecto de la prestación de los servicios
públicos que desconoce la función que el artículo 365 de la Carta confiere al
Estado de mantener la regulación, vigilancia y control de los servicios públicos. De
esta manera, el actor considera que las normas demandadas protegen la libertad
económica y la iniciativa privada de los propietarios de las empresas prestadoras de
los servicios públicos en perjuicio de las normas constitucionales que establecen
los parámetros y principios acerca de la prestación de los mismos.
Así pues, estima que, entre otros, "[e]l artículo 2° de la Ley 142 de 1994 menciona
la intervención del Estado en los servicios públicos pero subordinada a las reglas
de la libre competencia, libertad de la actividad económica y de la iniciativa
privada"[82]; el artículo 14 en su numeral 14.11 permite a las empresas determinar
las tarifas "con el solo requisito de informar a las Comisiones de Regulación de los
Servicios Públicos"[83]; los artículos 34 y 98 contienen prescripciones para la
protección de la libre competencia. De esta manera, el Estado desconoce las
obligaciones que, según el artículo 365 de la Carta, le corresponden en materia de
regulación, vigilancia y control de los servicios públicos.
Con base en lo anterior, agrega que "[l]as normas demandadas tratan de combinar
de manera inconstitucional en la regulación de las tarifas de los servicios públicos
domiciliarios el reconocimiento del precio de mercado, de la libertad económica,
con la satisfacción de necesidades de la población, pero dándole prelación a la
libertad de mercado"[84].
Señala que el régimen tarifario se fundamenta sobre criterios tales como eficiencia
económica, suficiencia financiera, libertad de mercado, garantía de remuneración a
los propietarios de las empresas prestadoras de los servicios públicos, en perjuicio
de los principios inherentes al Estado social de derecho ya mencionados.
Sostiene que el procedimiento para fijar las tarifas públicas, descrito en los
artículos 124, 126 y 127 de la Ley 142 de 1994, responde al marco conceptual de la
libre competencia y la protección del mercado y no a la obligación constitucional
de garantizar los derechos de los usuarios, aunque lo cierto es que, en el marco de
la Constitución, dicho procedimiento debería también garantizar los derechos
colectivos de los usuarios.
Con base en el anterior resumen, pasa la Corte resolver los problemas jurídicos que
se enuncian a continuación: (i) ¿Constituyen las prescripciones que contiene la Ley
142 de 1994 en materia de tarifas de los servicios públicos domiciliarios un
impedimento para que el Estado intervenga plenamente en dicho sector con el fin
de regularlo en contravención de los artículos 334 y 365 de la Carta? (ii) ¿Se ajusta
al régimen constitucional de los servicios públicos que el legislador haya
establecido que la eficiencia económica y la suficiencia financiera forman parte de
los criterios de fijación de las tarifas de los servicios públicos? ¿Establecer que
estos dos criterios tienen prioridad en la definición del régimen tarifario vulnera los
principios de solidaridad y de redistribución consagrados en el artículo 367 de la
Constitución, en consonancia con los artículos 1 y 365 Superiores?; (iii) ¿Ofrece el
procedimiento relativo a la fijación de las fórmulas tarifarias de los servicios
públicos domiciliarios, contemplado en los artículos 124, 126 y 127 de la Ley 142
de 1994, garantías suficientes para asegurar la efectividad de los derechos de los
usuarios de tales servicios?
3.2. El actor afirma que la suspensión de los servicios públicos por la falta de pago,
conforme con lo prescrito en el parágrafo del artículo 130 de la Ley 142 adicionado
por el artículo 18 de la Ley 689 de 2001 y en el artículo 140 de la Ley 142 de 1994,
modificado por el artículo 19 de la Ley 689 de 2001, no se aviene a los principios
constitucionales que rigen la prestación de los servicios públicos.
El actor sostiene que el numeral 2.6 del artículo 2, el numeral 14.11 del artículo 14,
el inciso segundo y los numerales 34.1 a 34.6. del artículo 34, el numeral 1°
(parcial) del artículo 86, el inciso 1° (parcial), los numerales 87.1., 87.2. (parcial),
87.4., y 87.7., del artículo 87, los numerales 90.1 (parcial) y 90.3 (parcial) del
artículo 90, el artículo 92, el artículo 94 (parcial), el artículo 98, el artículo 124, el
artículo 126 y el artículo 127 de la Ley 142 de 1994 vulneran los artículos 1°, 2°,
58, 333, 334, 365, 366 y 367 de la Constitución porque prevén criterios de
regulación de los servicios públicos en materia tarifaria que conducen a que los
fines sociales del Estado queden subordinados al mercado y a la libre iniciativa
privada.
Sostiene que la Ley 142 de 1994 contiene un marco regulatorio para la fijación de
las tarifas de los servicios públicos que se funda en principios tales como la libre
competencia, la defensa del mercado, la garantía de remuneración a los
propietarios de las empresas prestadoras de los servicios públicos, que son propios
de un sistema de mercado y de la libre iniciativa privada en materia económica,
pero que resultan contrarios a los fines sociales protegidos por la Carta cuando se
aplican a la prestación de tales servicios.
Señala que las normas acusadas, relativas a las funciones de las comisiones de
regulación en materia tarifaria, fundan la fijación de las tarifas en criterios tales
como eficiencia económica, suficiencia financiera, libertad de mercado, garantía de
remuneración a los propietarios de las empresas prestadoras de los servicios
públicos, en perjuicio de principios inherentes al Estado social de derecho tales
como la solidaridad (art. 2° de la C.P.), el derecho a tener acceso a los bienes y
servicios básicos (art. 334 de la C.P.), el deber del Estado de asegurar la prestación
eficiente de los servicios públicos a todos los habitantes de territorio nacional (art.
365 de la C.P.) y el mandato según el cual el objetivo de tales servicios será el
mejoramiento de la calidad de vida de la población (art. 366 de la C.P.).
Indica que el procedimiento para fijar las tarifas públicas, descrito en los artículos
124, 126 y 127 de la Ley 142 de 1994, se encuentra diseñado para favorecer los
intereses de las empresas prestadoras de los servicios en perjuicio de los derechos y
de los intereses de la población. En este orden de ideas, señala que el
procedimiento para fijar las fórmulas tarifarias de los servicios públicos no sólo
debe velar por la protección de las empresas dentro del mercado sino también por
la protección de los derechos de los usuarios.
Así pues, la Corte encuentra que los argumentos que expone el actor para justificar
el segundo cargo, expresan un reproche tanto a las funciones de las comisiones de
regulación como a las reglas a las que obedece la fijación de las tarifas de los
diferentes servicios públicos. En concreto, el actor estima que el Congreso
estableció un modelo de libertad económica en este ámbito cuando ha debido
desarrollar, de acuerdo con la Constitución, un sistema intervensionista inspirado
en el Estado social. En este orden de ideas, corresponde a la Corte determinar las
reglas y principios que prevé la Constitución acerca de la determinación de las
tarifas de los servicios públicos en tanto que instrumento de regulación de la
economía.
Con base en este marco, la Corte habrá de pronunciarse sobre el cargo que formula
el accionante, es decir, habrá de determinar si el sistema tarifario contenido en las
normas acusadas que rigen el ejercicio de una función específica de las comisiones
de regulación, subordina los fines sociales del Estado a la libertad económica y a la
sostenibilidad financiera de las empresas prestadoras de servicios públicos y
privilegia el mercado, en desmedro del mandato de intervención estatal en la
economía para la realización de los fines sociales inherentes a los servicios
públicos.
En un sentido amplio, todas las decisiones del Estado respecto del funcionamiento
de la economía y la organización de la sociedad constituyen una forma de
regulación económica y social. Así, el mercado económico no es un fenómeno
natural sino que depende de que el Estado establezca una serie de instituciones
básicas, como el derecho de propiedad, la libertad contractual y un sistema de
responsabilidad contractual y extracontractual cuya efectividad obedece a que
exista una administración de justicia y una policía administrativa capaces de hacer
respetar tales instituciones. Sin dicha regulación general del Estado, el mercado
económico no podría existir ni funcionar. En este orden de ideas, el Código Civil,
por ejemplo, constituye una modalidad de regulación tanto de las condiciones
básicas del mercado como de la organización social.
Ahora bien, la intervención del Estado en la economía puede ser de diferente tipo,
sin que siempre pueda efectuarse una diferenciación clara entre las formas de
intervención correspondientes. Así, por ejemplo, en la doctrina[95] se habla de
intervención estatal global[96], cuando versa sobre la economía como un todo,
sectorial, cuando recae en una determinada área de actividad[97], o particular, si
apunta a una cierta situación como por ejemplo a la de una empresa[98]; de
intervención estatal directa, cuando recae sobre la existencia o la actividad de los
agentes económicos, o indirecta, cuando está orientada no a la actividad económica
propiamente dicha sino al resultado de la misma; intervención unilateral, cuando el
Estado autoriza, prohibe o reglamenta una actividad económica, o intervención
convencional, cuando el Estado pacta con los agentes económicos las políticas o
programas que propenden por el interés general; intervención por vía directiva,
cuando el Estado adopta medidas que orientan a los agentes económicos privados,
o intervención por vía de gestión, cuando el Estado se hace cargo el mismo de
actividades económicas por medio de personas jurídicas generalmente
públicas[99].
Así, se puede decir que la Constitución contempla dos grandes tipos de órganos de
regulación: primero, los de rango constitucional, entre los cuales se encuentra, por
ejemplo, la Junta Directiva del Banco de la República como "autoridad monetaria,
crediticia y cambiaria", y la Comisión Nacional de Televisión cuya junta directiva
está encargada de "[l]a dirección de la política que en materia de televisión
determine la ley" (art. 77 de la C.P.) entre otras funciones; y, segundo, los de
creación legal a los cuales aluden expresiones abiertas como "otras entidades del
orden nacional" (artículo 150, numeral 7, C.P.) y "agencias del Estado" (artículo
211 C.P.). Una de las características principales de estos órganos de regulación
especializados por áreas de actividad reside en su independencia y, en el caso de
los que tienen rango constitucional, la propia Carta les reconoce autonomía, que es
diferente y más amplia que la independencia, como se muestra en el apartado 4.5
de este fallo. Recientemente, la Corte en la Sentencia C-827 de 2001 (M.P. Álvaro
Tafur Galvis) se refirió al tema "de las denominadas autoridades independientes",
denominación genérica utilizada por algunos doctrinantes, a propósito de uno de
los órganos de regulación de rango constitucional:
Por su parte, en España, la ley ha creado unas pocas entidades de derecho público
"independientes de la administración central del Estado"[127]. El primero de estos
organismos fue el Consejo de Seguridad Nuclear, creado en 1980. Estas
autoridades, denominadas "administraciones independientes", regulan las
actividades de sectores como el de la energía nuclear, el de la radio y la televisión
(Consejo de Radio–Televisión Española) o el del mercado de valores (Comisión
Nacional del Mercado de Valores). Entre las competencias de estas
administraciones independientes se incluyen funciones como emitir informes con
carácter vinculante para la denegación de concesiones, así como la de realizar
investigaciones e inspecciones. Los directores de tales entidades son escogidos por
el Gobierno después del sometimiento de los candidatos al Congreso de Diputados.
El nombramiento es irrevocable durante la duración de su mandato. Las
autoridades independientes no reciben ninguna instrucción por parte del gobierno
pero éste, a su vez, no es responsable ante el parlamento de los actos de tales
autoridades.
Por eso, se ha dicho que: "[l]a noción jurídica de regulación es, ciertamente, un
poco flexible. Sin embargo, incluye necesariamente varios elementos: La
regulación supone la imposición de un marco normativo a ciertas actividades, con
el fin de que éstas respeten un equilibrio entre los intereses de las diferentes
fuerzas sociales presentes, los derechos de los ciudadanos y el interés general. Este
marco normativo está compuesto de decisiones con efectos generales, las cuales
constituyen las reglas de juego, cuya aplicación puede ser objeto de controles y
controversias que den lugar a decisiones con efectos individuales, por ejemplo, a
sanciones. Así mismo, diferentes autoridades administrativas independientes
pueden detentar las funciones descritas anteriormente, es decir, la creación de la
norma, su aplicación y la eventual represión de las infracciones"[130].
4.2.1. El actor estima que el régimen legal relativo a las funciones de las
comisiones de regulación en materia tarifaria no es una manifestación de la
intervención del Estado sino, por el contrario, constituye una consagración de la
primacía de la dinámica del mercado sobre los principios sociales característicos de
un Estado social y democrático de derecho. Este planteamiento hace necesario
analizar la relación entre regulación de los servicios públicos e intervención del
Estado en la economía para determinar si ambas son categorías separadas y
distintas o si, en el diseño constitucional vigente, la regulación es un tipo de
intervención del Estado en la economía que debe responder a los fines
constitucionales a los cuales esta última se encuentra sujeta.
En concordancia con esta norma y con el numeral 23 del artículo 150, el artículo
365 de la Constitución indica que "[l]os servicios públicos estarán sometidos al
régimen jurídico que fije la ley, podrán ser prestados por el Estado, directa o
indirectamente, por comunidades organizadas, o por particulares. En todo caso, el
Estado mantendrá la regulación, el control y la vigilancia de dichos servicios"; el
artículo 366 de la Constitución señala que "[e]l bienestar general y el mejoramiento
de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado"; el
artículo 367 de la Constitución prevé que "[l]a ley fijará las competencias y
responsabilidades relativas a la prestación de los servicios públicos domiciliarios,
su cobertura, calidad y financiación, y el régimen tarifario que tendrá en cuenta
además de los criterios de costos, los de solidaridad y redistribución de ingresos" y
que "[l]a ley determinará las entidades competentes para fijar las tarifas"; el
artículo 368 de la C.P. dispone que "[l]a Nación, los departamentos, los distritos,
los municipios y las entidades descentralizadas podrán conceder subsidios, en sus
respectivos presupuestos, para que las personas de menores ingresos puedan pagar
las tarifas de los servicios públicos domiciliarios que cubran sus necesidades
básicas"; y el artículo 370 de la C.P. establece que "[c]orresponde al Presidente de
la República señalar, con sujeción a la ley, las políticas generales de administración
y control de eficiencia de los servicios públicos domiciliarios y ejercer por medio
de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, el control, la
inspección y vigilancia de las entidades que los presten".
4.2.5 Como se anotó, el artículo 365 de la Carta dispone que "[l]os servicios
públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley, podrán ser prestados
por el Estado, directa o indirectamente, por comunidades organizadas, o por
particulares. En todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el control y la
vigilancia de dichos servicios". Y el artículo 150, numeral 23, establece que al
Congreso corresponde "expedir las leyes que regirán la prestación de los servicios
públicos".
Con base en los artículos citados, esta Corporación ha puesto de presente que la
Constitución atribuye la función de regulación al Estado, sin precisar
explícitamente la institución a la cual corresponde. "Por ende [concluye la Corte],
la competencia de regulación de los servicios públicos es genéricamente estatal, lo
cual obviamente no significa que esa facultad pueda ser atribuida por la ley a
cualquier entidad estatal, por cuanto la Constitución delimita, en materia de
servicios públicos domiciliarios, algunas órbitas específicas de actuación de las
distintas ramas de poder, las cuales deben ser respetadas"[134].
Así pues, pasa la Corte a analizar los requisitos que deben observar las leyes en las
que se fije el régimen de la regulación de los servicios públicos para que se
preserven estos principios democráticos.
La jurisprudencia constitucional ha señalado que corresponde al legislador adoptar,
a lo menos, las decisiones básicas con el fin de definir el régimen de la
regulación[137]. En palabras de esta Corporación, dicho régimen se compone de
aquellos elementos básicos "que por su naturaleza corresponden a una decisión
esencialmente política, es decir, que guardan estrecha relación con la configuración
y delimitación del derecho prestacional"[138] y, agrega la Corte en esta ocasión, de
las actividades que la Constitución o las leyes prevén para garantizarlo. Se trata de
preservar el origen deliberativo, pluralista y participativo del régimen de los
servicios públicos, habida cuenta de su trascendencia para la vida cotidiana de los
habitantes del territorio nacional.
Así pues, las leyes que tratan sobre actividades o materias objeto de regulación por
parte de los órganos administrativos, deben contener criterios inteligibles que
establezcan de manera clara: (i) "las finalidades que han de guiar a la
administración y los criterios materiales que orientarán la regulación para
alcanzarlas"[139]; (ii) las prestaciones o derechos que se busca asegurar por medio
de la actividad objeto de regulación; (iii) las reglas a las cuales se sujetará el
órgano de regulación y que regirán la actividad regulada; y (iv) las previsiones que
impidan que algunas personas sean objeto de tratamientos arbitrarios o de
beneficios ilegítimos, y que especifiquen los parámetros de control por parte del
juez contencioso administrativo. Esto es necesario para que el legislador fije el
régimen de la regulación de los servicios públicos como lo ordena el principio de
reserva de ley, y así se evite que "el Congreso se abstenga de tomar las decisiones
que le competen y opte por delegar en las autoridades administrativas su
adopción"[140]. La Corte también ha dicho que las "regulaciones sólo puedan
limitar la libertad económica cuando y en la medida en que, de acuerdo con los
principios de razonabilidad y proporcionalidad, ello sea necesario para la
protección de los valores superiores consagrados en la Carta"[141].
4.3. Fines de la regulación. Orientación de sus fines económicos a la
realización efectiva del Estado Social, en especial en materia de servicios
públicos.
Los órganos de regulación han de ejercer sus competencias con miras a alcanzar
los fines que justifican su existencia en un mercado inscrito dentro de un Estado
social y democrático de derecho. Estos fines se pueden agrupar en dos clases, a
pesar de su variedad y especificidad. La primera clase comprende los fines sociales
que el mercado por sí mismo no alcanzará, según las prioridades de orden político
definidas por el legislador y de conformidad con el rango temporal que éste se ha
trazado para alcanzarlos. La segunda clase abarca los fines económicos atinentes a
procurar que el mercado funcione adecuadamente en beneficio de todos, no de
quienes dentro de él ocupan una posición especial de poder, en razón a su
predominio económico o tecnológico o en razón a su acceso especial al proceso de
toma de decisiones públicas tanto en el órgano legislativo como en los órganos
administrativos clásicos.
Por otra parte, la efectiva realización del principio de Estado social de derecho
presupone la obligación del pago de tributos por parte de los particulares. Tal
conclusión se desprende del principio de solidaridad (art. 1° de la C.P.) y del deber
de contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de
conceptos de justicia y equidad (art. 95 inc. num. 9° de la C.P.). Es precisamente
en el contexto de toma de decisiones macroeconómicas y sociales que los distintos
sectores de la población, en virtud del principio de solidaridad, asumen cargas
públicas razonables para permitir que sectores excluidos puedan progresivamente
ser incorporados al goce de los beneficios del progreso, lo cual sólo se puede
lograr mediante la conciencia creciente de la necesidad de cooperar y actuar
mancomunadamente para mejorar la calidad de vida de todos los colombianos y
superar gradualmente las desigualdades presentes. La apelación a la solidaridad
reforzada en un Estado social de derecho no puede, sin embargo, llegar al extremo
de eliminar la libertad individual y social a través de la materialización de un
Estado que, so pretexto de ejercer sus funciones de dirección de la economía, se
transforma en uno totalitario. El Estado social de derecho tiene el significado, "de
crear los supuestos sociales de la misma libertad para todos, esto es, de suprimir la
desigualdad social"[147]. En esta dirección, el principio de Estado Social de
Derecho es un mandato dirigido al legislador que lo obliga a atender la justicia y la
equidad en la toma de decisiones de conformidad con el marco constitucional pero
que respeta un margen amplio a las opciones de política pública de las autoridades
popularmente elegidas. El Estado social de derecho no impone un modelo
económico o social, pero tampoco es indiferente a la realización de valores como
el orden social justo y la dignidad humana. Tal interpretación deja a salvo la
potestad de configuración legislativa radicada en cabeza del Congreso y de diseño
de programas de gobierno atribuida al Ejecutivo, y busca conciliarla con los
contenidos materiales que la propia Constitución consagra y que vinculan a todas
las autoridades públicas.
En este contexto, la Carta indica que los servicios públicos son inherentes a la
finalidad social del Estado (art. 365 inc. primero de la C.P.), lo cual comprende el
bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población (art. 366
inc. primero de la C.P.). No podía ser de otra forma dado que, por una parte, la
realización de los derechos fundamentales de las personas depende en gran medida
de la adecuada prestación de los servicios públicos –p.ej. de agua, salud,
saneamiento básico, energía, transporte, etc.– y que, por otra, el Constituyente ha
optado por una forma estatal, el Estado social de derecho, destinada a corregir la
deuda social existente en el país con los sectores sociales más desfavorecidos
mediante un sistema político que busca la progresiva inclusión de todos en los
beneficios del progreso.
Pieza central del marco constitucional de la regulación de los servicios públicos es
el artículo 334 de la Constitución, inciso primero, que atribuye al Estado la
dirección general de la economía, para lo cual habrá de "intervenir, por mandato de
la ley, [...] en los servicios públicos y privados, para racionalizar la economía con
el fin de conseguir el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la
distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la
preservación de un ambiente sano". Se trata aquí de una norma objetiva que
impone un mandato constitucional a las autoridades públicas, incluido el
Legislador, de intervenir para alcanzar los fines sociales del Estado allí enunciados.
Como norma objetiva dirigida al Estado, la intervención en la economía no
constituye una mera posibilidad de actuación, sino un mandato constitucional cuyo
cumplimiento puede ser judicialmente controlado. Este mandato constitucional se
refuerza aun más en materia de servicios públicos con el deber de asegurar su
prestación eficiente, no a algunos sino a todos los habitantes del territorio nacional
(art. 365 de la C.P.), el deber de dar solución a las necesidades básicas insatisfechas
de salud, educación, de saneamiento ambiental y de agua potable (art. 366 de la
C.P.), el deber de garantizar la universalidad en la cobertura y la calidad en la
prestación de los servicios públicos domiciliarios (arts. 365 y 367 de la C.P.), y los
criterios de costos, solidaridad y redistribución del ingreso que deben caracterizar
el régimen tarifario de los servicios públicos (art. 367 de la C.P.). Adicionalmente,
la Constitución autoriza a la Nación, los departamentos, los distritos, los
municipios y las entidades descentralizadas para conceder subsidios a las personas
de menores ingresos de forma que éstas puedan pagar las tarifas de los servicios
públicos domiciliarios que cubren sus necesidades básicas (art. 368 de la C.P.).
Si bien los servicios públicos pueden ser prestados por el Estado, por comunidades
organizadas, o por particulares, lo cierto es que el Estado mantiene las funciones de
regulación, control y vigilancia sobre los servicios, de forma que se asegure el
cumplimiento de las finalidades sociales del Estado social de derecho (artículo 365
de la C.P.). Esto porque es objetivo fundamental de la actividad estatal la solución
de las necesidades básicas insatisfechas de la población (art. 366 de la C.P.). Tan
importante es el mencionado objetivo constitucional que el Constituyente ha
previsto incluso la posibilidad de establecer, por razones de soberanía o de interés
social, por iniciativa del Gobierno y mediante ley, un monopolio estatal en materia
de servicios públicos previa la plena indemnización a las personas que en virtud de
dicha ley, queden privadas del ejercicio de una actividad lícita (art. 365 inc. 2 de la
C.P.).
4.3.2. La corrección de las fallas del mercado forma parte de los fines de la
regulación
La Constitución contempla que el adecuado funcionamiento del mercado, también
es uno de los fines que el Estado persigue por medio de la regulación económica.
En efecto, el artículo 333 de la Carta prevé que "[l]a libre competencia económica
es un derecho de todos que supone responsabilidades", prescripción que debe ser
interpretada en conjunto con el mandato del artículo 334, según el cual el Estado
intervendrá para racionalizar la economía, fomentar el desarrollo y promover la
productividad y la competitividad.
Para que el Estado pueda alcanzar los fines constitucionales que se persiguen por
medio de la regulación, es necesario que esta función sea ejercida por órganos que
tengan características institucionales adecuadas para dar respuesta oportuna a los
diversos problemas que se presentan en los sectores regulados, de acuerdo con los
parámetros fijados por el legislador.
Con el fin de que la función estatal alcance los fines constitucionales por los cuales
ha de propender, la Constitución ha revestido a los órganos constitucionales de
regulación de un rasgo institucional especial consistente en su autonomía. En el
ámbito de la regulación de los servicios públicos, la Constitución no exige esta
garantía institucional sino que libra a la potestad de configuración del legislador la
determinación del perfil institucional de los órganos de regulación por él creados,
de tal manera que el legislador puede dotarlos del grado de independencia que
estime necesario dentro del respeto a los límites constitucionales. Sin embargo, en
el ámbito de los servicios públicos domiciliarios, la Carta establece
específicamente un mecanismo para buscar que las regulaciones logren hacer
efectivos los principios del Estado social de derecho. Se trata de la participación de
los usuarios en la adopción de las decisiones que les conciernen.
Cabe reiterar lo dicho por esta Corte en la Sentencia C-827 de 2001 (M.P. Álvaro
Tafur Galvis) ya citada, donde se destacó la correspondencia entre la función de
regular y la independencia del órgano competente para ejercer dicha función en un
sector determinado respecto de un ámbito de actividad social:
4.4.1.4.2. Varias normas de la Ley 142 de 1994 prevén que la regulación de los
servicios públicos se desarrollará de acuerdo con criterios técnicos. En efecto, entre
ellas, su artículo 3° señala entre los fines de la intervención del Estado respecto de
la prestación de los servicios públicos, están su regulación de acuerdo con la
"fijación de metas de eficiencia, cobertura y calidad, evaluación de las mismas, y
definición del régimen tarifario" (num. 3.3), y la "[o]rganización de sistemas de
información, capacitación y asistencia técnica" (num. 3.5). Los numerales 73.3 y
73.4 del artículo 73 prescriben que corresponde a estas comisiones "[d]efinir los
criterios de eficiencia y desarrollar indicadores y modelos para evaluar la gestión
financiera, técnica y administrativa de las empresas de servicios públicos y solicitar
las evaluaciones que considere necesarias para el ejercicio de sus funciones" y
"[f]ijar las normas de calidad a las que deben ceñirse las empresas de servicios
públicos en la prestación del servicio". Por último, el artículo 87 define los criterios
para la fijación la tarifa, los cuales serán analizados en extenso por la Corte en el
presente fallo.
Adicionalmente, esta Corporación constata que si bien la Ley 142 de 1994 refiere a
aspectos atinentes a la participación[173], no contempla ningún mecanismo
relativo al derecho de participación directa de las organizaciones de usuarios que
sea específicamente aplicable a las decisiones de las comisiones de regulación.
Sostiene que la Ley 142 de 1994 contiene un marco regulatorio para la fijación de
las tarifas de los servicios públicos que se funda en principios tales como la libre
competencia, la defensa del mercado, la garantía de remuneración a los
propietarios de las empresas prestadoras de los servicios públicos, que son propios
de un sistema de mercado y de la libre iniciativa privada en materia económica,
pero que resultan contrarios a los fines sociales protegidos por la Carta cuando se
aplican a la prestación de tales servicios. Así pues, estima que, entre otros, "[e]l
artículo 2° de la Ley 142 de 1994 menciona la intervención del Estado en los
servicios públicos pero subordinada a las reglas de la libre competencia, libertad de
la actividad económica y de la iniciativa privada"[175]; el artículo 14 en su
numeral 14.11 permite a las empresas determinar las tarifas "con el solo requisito
de informar a las Comisiones de Regulación de los Servicios Públicos"[176]; los
artículos 34 y 98 contienen prescripciones para la protección de la libre
competencia. De esta manera, el Estado desconoce las obligaciones que, según el
artículo 365 de la Carta, le corresponden en materia de regulación, vigilancia y
control de los servicios públicos.
Indica que el procedimiento para fijar las tarifas públicas, descrito en los artículos
124, 126 y 127 de la Ley 142 de 1994 se encuentra diseñado para favorecer los
intereses de las empresas prestatarias de los servicios en perjuicio de los derechos y
de los intereses de la población. En este orden de ideas, señala que el
procedimiento para fijar las fórmulas tarifarias de los servicios públicos no sólo
debe velar por la protección de las empresas dentro del mercado sino también por
la protección de los derechos de los usuarios.
Pasa la Corte a resumir el contenido de las normas acusadas antes de establecer los
problemas jurídicos sobre los que habrá de recaer el respectivo juicio de
constitucionalidad: i) El numeral 2.6 del artículo 2° indica que la libre competencia
y la no utilización abusiva de la posición dominante, son fines de la intervención
del Estado en los servicios públicos; ii) el numeral 14.11 del artículo 14 define el
régimen de libertad vigilada; iii) el artículo 34 enuncia las conductas restrictivas de
la libre competencia; iv) el artículo 86 describe los aspectos generales el régimen
tarifario de los servicios públicos, respecto de los cuales el actor acusa la existencia
del régimen de libertad; v) el artículo 87 desarrolla los criterios con base en los
cuales corresponde a las comisiones de regulación respectivas definir el régimen
tarifario aplicable, a saber, eficiencia económica, neutralidad (el cual tendrá
aplicación sin perjuicio de la posibilidad de que las empresas de servicios públicos
puedan ofrecer diversas opciones tarifarias a los usuarios), solidaridad,
redistribución, suficiencia financiera, simplicidad y transparencia, y fija la primacía
de los de eficiencia económica y suficiencia financiera sobre los demás; vi) el
numeral 3 del artículo 90 incluye dentro de las fórmulas tarifarias el elemento
según el cual ésta podrá incluir el cobro de la conexión destinado a acelerar la
recuperación de las inversiones en infraestructura; vii) el artículo 92 dispone que
las fórmulas tarifarias deberán contener un factor de eficiencia en el largo plazo el
cual deberá conllevar a una reducción de los costos de prestación del servicio, y
que se fomentará la mayor eficiencia de las empresas prestadoras, a quienes se les
garantiza la apropiación de los beneficios obtenidos por ello; viii) el artículo 94
prohibe las alzas destinadas a recuperar pérdidas patrimoniales; ix) el artículo 98
enuncia las prácticas tarifarias restrictivas de la competencia; x) por último, los
artículos 124 a 127, que componen el Capítulo V ("Las fórmulas tarifarias) del
Título VII ("Organización y procedimientos administrativos) de la Ley 142 de
1994, desarrollan el tema relativo al procedimiento que deberá seguirse para fijar y
modificar las fórmulas tarifarias, así como los términos durante los cuales éstas
estarán vigentes.
Así pues, esta Corporación encuentra que las normas acusadas se pueden agrupar
así: (i) el artículo 2° numeral 2.6, el artículo 14 numeral 14.11, el artículo 34, el
artículo 86 y el artículo 98 de la Ley 142 de 1994 disponen que la libre
competencia es uno de los fines de la intervención, y que corresponde al Estado
impedir las prácticas que le sean contrarias en consonancia con lo cual se definen
dos regímenes tarifarios según sean las condiciones del mercado; (ii) el artículo 87,
el artículo 90.3 , el artículo 92 y el artículo 94 de la Ley 142 de 1994 exponen los
criterios para determinar sus formulas tarifarias donde la eficiencia económica y la
suficiencia financiera son especialmente valoradas; y (iii) los artículos 124, 126 y
127 de la Ley 142 de 1994 indican el procedimiento respectivo.
Recalca la Corte que los cargos del actor no versan sobre cada uno de los
conceptos contenidos en las normas mencionadas sino sobre los aspectos básicos
del régimen de regulación de las tarifas de los servicios públicos domiciliarios que
sobresalen de una lectura global de las mismas, en especial a la luz de criterios
específicos que estima determinantes como, por ejemplo, el de prioridad de la
eficiencia económica y la suficiencia financiera sobre otros parámetros para la
regulación de las tarifas. Por eso, la Corte abordará el juicio de constitucionalidad
de las normas acusadas desde la perspectiva general que orienta la demanda y no
juzgará cada uno de los elementos que integran tales disposiciones salvo cuando el
actor haya orientado un cargo hacia uno de tales elementos. En este orden de ideas
la cosa juzgada será relativa a los cargos y problemas jurídicos estudiados[177].
Con base en el anterior resumen, pasa la Corte resolver los problemas jurídicos que
se enuncian a continuación: (i) ¿Constituyen las prescripciones que contiene la Ley
142 de 1994 en materia de tarifas de los servicios públicos domiciliarios un
impedimento para que el Estado intervenga plenamente en dicho sector con el fin
de regularlo en contravención de los artículos 334 y 365 de la Carta? (ii) ¿Se ajusta
al régimen constitucional de los servicios públicos que el legislador haya
establecido que la eficiencia económica y la suficiencia financiera forman parte de
los criterios de fijación de las tarifas de los servicios públicos? ¿Establecer que
estos dos criterios tienen prioridad en la definición del régimen tarifario vulnera los
principios de solidaridad y de redistribución consagrados en el artículo 367 de la
Constitución, en consonancia con los artículos 1 y 365 Superiores?; (iii) ¿Ofrece el
procedimiento relativo a la fijación de las fórmulas tarifarias de los servicios
públicos domiciliarios, contemplado en los artículos 124, 126 y 127 de la Ley 142
de 1994, garantías suficientes para asegurar la efectividad de los derechos de los
usuarios de tales servicios?
La Corte observa que, a diferencia de lo que alega el actor, el numeral 88.1 del
artículo 88 de la Ley 142 de 1994 prevé que, por regla general, las empresas
prestadoras de servicios públicos se someterán a "las fórmulas que defina
periódicamente la respectiva comisión para fijar sus tarifas, salvo en los casos
excepcionales que se enumeran adelante. De acuerdo con los estudios de costos, la
comisión reguladora podrá establecer topes máximos y mínimos tarifarios, de
obligatorio cumplimiento por parte de las empresas; igualmente, podrá definir las
metodologías para determinación de tarifas si conviene en aplicar el régimen de
libertad regulada o vigilada".
Así pues, se observa que el régimen de libertad regulada implica una amplia
intervención del Estado que abarca incluso la fijación de las fórmulas con base en
las cuales las empresas establecerán las respectivas tarifas. En efecto, sin
condiciones eficientes de competencia, las empresas obtienen una posición de
ventaja frente a los usuarios debido a la imposibilidad o a las dificultades que
experimentan de poder recurrir a otro oferente que les proporcione el servicio en
mejores condiciones de calidad o precio. Por ello, el legislador ha previsto que en
los casos en los que no haya condiciones eficientes de competencia económica,
serán las comisiones de regulación quienes fijen las fórmulas tarifarias a las cuales
se sujetará la prestación de los servicios públicos.
4.5.1.3. El artículo 88 citado, prevé una segunda alternativa, según la cual las
empresas tendrán libertad para fijar la tarifa "cuando no tengan una posición
dominante en su mercado, según análisis que hará la comisión respectiva, con base
en los criterios y definiciones de esta Ley" (num 88.2) o "cuando exista
competencia entre proveedores", de acuerdo con la decisión que de manera
periódica adopte la correspondiente comisión de regulación con base en los
criterios y definiciones que establece la Ley 142 de 1994 (num. 88.3).
De esta forma, se observa también que en los casos en los que la ley les permite
fijar libremente las tarifas, las empresas de servicios públicos se encuentran sujetas
a un régimen regulatorio, que si bien es menos exigente que el anterior, supone
limitaciones. En primer lugar, la posibilidad de que las empresas puedan fijar las
tarifas, se encuentra condicionada a la revisión periódica por parte de la comisión
de regulación respectiva, la cual puede considerar, con base en los criterios
señalados en la ley, que la empresa en cuestión ha adquirido una posición
dominante en su mercado o que no hay competencia adecuada entre proveedores,
en cuyo caso las tarifas de los servicios que presta quedarán cobijadas por las
fórmulas que se establezcan[179]. En segundo lugar, las empresas tienen la
obligación de informar a la comisión de regulación competente respecto de las
decisiones que adopten en materias de tarifas, tal como lo indica el artículo 14.11
de la Ley 142 de 1994 acusado.
Se observa así que el actor carece de razón cuando afirma que las normas acusadas
prevén un régimen de libertad respecto de los servicios públicos que conduce a que
el Estado pierda la posibilidad de mantener la regulación de su prestación. En
efecto, el Estado conserva, en ambas situaciones, la función de intervenir en los
servicios públicos, aunque se valga de instrumentos diferentes dependiendo de si
hay o no condiciones de mercado.
Esta información es relevante para el órgano regulador, para las empresas y para
los usuarios. En lo que respecta al regulador, recibir esta información permite que
se conozcan las políticas tarifarias de las diferentes empresas y se vigilen las
condiciones bajo las cuales prestan sus servicios. Las empresas también se
benefician de esta información, pues les permite definir sus estrategias comerciales
y ofrecer sus servicios según las reglas que fija el mercado. Por último, los usuarios
adquieren elementos de juicio con base en los cuales pueden adoptar sus
respectivas decisiones sobre consumo y definir sus posiciones en cuanto al régimen
tarifario existente con miras a ejercer sus derechos, como se verá más adelante. En
este orden de ideas, la publicidad de la información acerca de las condiciones
comerciales en las cuales las empresas prestan sus servicios, actúa como un
instrumento regulador.
Por ello, la Corte estima del caso subrayar que los beneficiarios últimos de la
obligación a cargo de estas empresas de informar a la respectiva comisión de
regulación acerca de las tarifas de venta de los servicios públicos que prestan, son
los usuarios en los términos señalados en la Constitución, es decir, de acuerdo con
las normas que garantizan su participación en las decisiones que los afecten (arts.
2°, 40, 78 y 369).
Como se indico en la sección 4.4.2.3. del presente fallo, la efectividad del derecho
las organizaciones de usuarios de los servicios públicos a participar en las
decisiones que los afecten respecto de la prestación de los mismos, depende de que
dispongan de información adecuada sobre la cuestión a decidir, de canales
institucionales que les permitan expresar sus opiniones y de que las mismas sean
consideradas por la autoridad competente, lo cual exige que haya mecanismos que
aseguren que tales opiniones sean efectivamente consideradas[180].
En este orden de ideas, Esta Corporación encuentra que el numeral 14.11 del
artículo 14 de la Ley 142 de 1994 se ajusta a la Constitución en el entendido de
que, en aras de garantizar la efectividad del derecho de participación, la
información que dicha norma prescribe, debe ser enviada previamente a la
comisión de regulación competente, quien deberá garantizar de manera oportuna a
las organizaciones de usuarios el derecho de participación directa y efectiva. Las
organizaciones de usuarios podrán tener acceso a tal información antes de que la
empresa respectiva comience a cobrar la nueva tarifa o de que la comisión de
regulación correspondiente adopte alguna decisión al respecto. Además, cada
organización podrá expresar sus inquietudes y posiciones por sí misma y las
comisiones de regulación deberán responder a las propuestas planteadas por ellas.
Para tal efecto, es necesario (i) que los usuarios tengan acceso efectivo a la
información que señala el artículo en cuestión de manera oportuna, es decir, que
cuenten con la posibilidad cierta de conocer la definición de la tarifa con la
antelación suficiente para que puedan presentar sus opiniones al respecto; (ii) que
puedan presentar sus consideraciones y propuestas a las comisiones de regulación
antes de que las respectivas empresas cobren las nuevas tarifas; (iii) que las
propuestas que presenten las organizaciones de usuarios sean consideradas por la
comisión competente en cada caso; y (iv) que esa comisión responda
motivadamente las propuestas que los usuarios les formulen.
4.5.1.4. Ahora bien, asiste razón al actor cuando señala que las normas en cuestión
contemplan un régimen de libre competencia, el cual se aplica bajo las condiciones
descritas. En efecto, el numeral 2.6 del artículo 2° de la Ley 142 de 1994 señala
que uno de los fines de la intervención del Estado en los servicios públicos consiste
en asegurar la "libertad de competencia y no utilización abusiva de la posición
dominante" y el numeral 86.1 del artículo 86 prevé que el régimen tarifario de los
servicios públicos se compone, entre otras, de reglas relativas al "régimen de
regulación o de libertad".
En este orden de ideas, la Corte concluye que el numeral 2.6. del artículo 2°, el
artículo 34, el numeral 86.1. del artículo 86 y el artículo 98 de la Ley 142 de 1994,
establecen un régimen ajustado a lo prescrito en los artículos 333, 334 y 365 de la
Constitución. Por lo tanto, la Corte declarará su exequibilidad por el cargo
analizado.
4.5.2. Los criterios que rigen la fijación de las fórmulas tarifarias por las
comisiones de regulación son compatibles con los principios constitucionales que
orientan la función de regulación dentro de un estado social de derecho.
Exequibilidad condicionada del criterio de suficiencia financiera.
4.5.2.1. El actor afirma que "[e]l artículo 87 de la Ley 142 de 1994 al establecer los
criterios para definir el régimen tarifario, se detuvo en la eficiencia económica
como una aproximación de las tarifas a los precios de mercado, con opciones
tarifarias para mejorar el mercado, y en la suficiencia financiera donde las fórmulas
de las tarifas no sólo garantizan la recuperación de costos y gastos, sino los de
expansión, reposición y mantenimiento, así como la garantía de remunerar el
patrimonio propio de los accionistas, en la misma forma en que lo habría
remunerado una empresa eficiente en un sector comparable. Y estos criterios de
eficiencia económica y suficiencia financiera tienen prioridad en la definición del
régimen tarifario. Las reglas son claras: protección del mercado a ultranza y
protección de las utilidades de los accionistas a como dé lugar"[181].
4.5.2.2. El numeral 87.1 del artículo 87 de la Ley 142 de 1994 señala que "por
eficiencia económica se entiende que el régimen de tarifas procurará que éstas se
aproximen a lo que serían los precios de un mercado competitivo; que las fórmulas
tarifarias deben tener en cuenta no solo los costos sino los aumentos de
productividad esperados, y que éstos deben distribuirse entre la empresa y los
usuarios, tal como ocurriría en un mercado competitivo; y que las fórmulas
tarifarias no pueden trasladar a los usuarios los costos de una gestión ineficiente, ni
permitir que las empresas se apropien de las utilidades provenientes de prácticas
restrictivas de la competencia. En el caso de servicios públicos sujetos a fórmulas
tarifarias, las tarifas deben reflejar siempre tanto el nivel y la estructura de los
costos económicos de prestar el servicio, como la demanda por éste".
4.5.2.3. El numeral 87.4 del artículo 87 de la Ley 142 de 1994, por su parte, indica
que "por suficiencia financiera se entiende que las fórmulas de tarifas garantizarán
la recuperación de los costos y gastos propios de operación, incluyendo la
expansión, la reposición y el mantenimiento; permitirán remunerar el patrimonio
de los accionistas en la misma forma en la que lo habría remunerado una empresa
eficiente en un sector de riesgo comparable; y permitirán utilizar las tecnologías y
sistemas administrativos que garanticen la mejor calidad, continuidad y seguridad a
sus usuarios".
4.5.2.3.1. Dice la norma que las fórmulas tarifarias han de garantizar a las
empresas la recuperación de los costos y gastos de la operación, de la expansión,
de la reposición y del mantenimiento, es decir, de los recursos económicos que
deben utilizar las empresas para proporcionar el servicio al mayor número posible
de usuarios para alcanzar el principio de universalidad consagrado en el artículo
365 de la Carta. La medición de los costos y gastos que se requieren para la
prestación del servicio, ha de tener como referencia los costos y gastos que tendría
una empresa encargada de prestar el mismo servicio en un mercado competitivo, es
decir, bajo condiciones de eficiencia con el mismo nivel de riesgo.
Ello implica que las fórmulas tarifarias deben contener criterios sobre la adecuada
administración de los recursos, que no podrán incluir gastos innecesarios o
suntuosos y que cada costo o gasto sólo podrá ser contabilizado una vez,
independientemente del concepto al que corresponda según los parámetros técnicos
aplicables. La recuperación de costos y gastos impide que un mismo costo o gasto
sea contabilizado dos o más veces, puesto que en dicho evento, no habría sólo
recuperación sino beneficios obtenidos en condiciones ineficientes, lo cual sería
contrario al principio de eficiencia que, de acuerdo con el artículo 365 de la
Constitución, ha de orientar la prestación de los servicios públicos. En este orden
de ideas, la Corte encuentra que el criterio de recuperación de costos, según la
definición contenida en la norma que se analiza, se ajusta, en principio, a la
Constitución, sin perjuicio de otras posibles definiciones que el legislador pueda
adoptar para el efecto, respetando también la Carta.
El cobro de este elemento adicional en la tarifa de los servicios públicos busca que
las empresas que los prestan dispongan de una fuente de financiación –sin perjuicio
de otras posibilidades, v.gr. las inyecciones de capital por parte de las empresas
prestadoras destinadas a la expansión del servicio y las inversiones que realice el
Estado con igual propósito[185]– que les permita incrementar la cantidad de la
población a la cual cubren. Por lo tanto, la autorización a las empresas de servicios
públicos para que cobren un factor tarifario por concepto de expansión, implica su
consecuente obligación de incrementar el número de personas usuarias del
servicio, lo cual ha de ser objeto de seguimiento y vigilancia por parte de la entidad
estatal competente. El factor por expansión que contempla la norma en cuestión en
tanto que criterio para determinar la fórmula tarifaria, permite distribuir los costos
de la prestación de los servicios entre los diferentes usuarios y facilita que se
establezcan condiciones financieras para diferir dichos costos en el tiempo.
En este orden de ideas, se tiene que la Constitución no prohibe que el Estado cubra
la totalidad de los costos de la expansión de los servicios públicos con recursos
estatales exclusivamente. Sin embargo, esta opción conlleva a que sean los
contribuyentes quienes sufraguen, por vía tributaria, este costo, lo cual repercute en
la disponibilidad por parte del Estado de recursos para la realización de otras
inversiones sociales también prioritarias donde el capital privado esta menos
dispuesto a invertir o es difícil recuperar costos por vía de las tarifas.
La ley puede también estipular que la expansión de los servicios públicos a todos
los habitantes del territorio nacional sea cubierta únicamente con inyecciones de
capital por las empresas prestadoras del servicio. No obstante, esta solución
también podría conducir a que los costos de expansión fueran trasladados a los
usuarios por vía de las tarifas para cubrir las inversiones ya realizadas en un lapso
más breve y dentro de un grupo más reducido.
En este orden de ideas, se observa que el cobro de un factor tarifario por concepto
de expansión permite, en conjunto con otros mecanismos y de acuerdo con los
criterios establecidos en la ley para el efecto, que se financie la expansión de los
servicios públicos con miras al cubrimiento progresivo de la totalidad de los
habitantes.
No obstante, la cuestión a determinar es si, de acuerdo con los principios de
solidaridad y redistribución que contempla la Carta respecto de la prestación de los
servicios públicos, corresponde establecer criterios particulares respecto del uso de
los recursos que obtengan las empresas prestadoras de los servicios por concepto
de un factor tarifario correspondiente a la expansión del mismo, y si el costo de la
expansión de los servicios debe ser asumido por todos los usuarios, de manera
igual, independientemente de su condición económica.
La Ley 142 de 1994, por su parte, desarrolla este mandato constitucional en varios
de sus artículos. Por ejemplo, su artículo 97[186] señala que las empresas
prestadoras de servicios públicos otorgarán plazos a los usuarios de los estratos de
menores ingresos para amortizar los cargos de la conexión domiciliaria, incluyendo
la acometida y el medidor y que, en todo caso, el Estado podrá cubrir tales costos.
El sistema de tarifas subsidiadas que contempla el artículo 89 de la misma ley[187]
aplicable a los mismos usuarios, responde también al criterio de solidaridad
establecido en los mandatos constitucionales citados.
4.5.2.3.1.4. Por lo tanto, se observa que el cobro de un factor tarifario por concepto
de expansión del servicio se ajusta a la Carta en tanto que desarrollo del principio
de solidaridad. En efecto, este factor busca que los usuarios colaboren con la
financiación de los servicios públicos según su capacidad económica. De igual
forma, es claro que la efectividad de este principio depende de que los recursos que
se generen con base en este factor, se destinen de manera prioritaria para lograr el
acceso a los servicios públicos domiciliarios a las personas de aquellos sectores
que, a causa de sus limitaciones económicas, experimentan dificultades para
obtener el cubrimiento de tales servicios en condiciones de mercado o no lo logran.
En efecto, como ya se indicó, las personas de los estratos medios y altos suelen
contar con recursos económicos suficientes para costear por sí mismos las
expansiones que se requieran para obtener el cubrimiento de los servicios públicos
mientras que los de los estratos bajos suelen experimentar dificultades o estar en
imposibilidad de asumir este costo, de manera que, se reitera, los recursos que se
obtengan por el cobro de un factor tarifario por concepto de expansión, han de ser
destinados prioritariamente para la atención de los sectores de menores ingresos,
sin perjuicio de que bajo ciertas condiciones otros estratos también puedan,
indirecta o consecuencialmente, ser beneficiarios de los mismos. Sin embargo,
estos últimos no pueden ser los primeros, los principales ni mucho menos los
únicos beneficiados con la expansión financiada con tarifas. La prioridad de la
expansión así financiada ha de ser los estratos a los que pertenecen las personas de
menos ingresos. Por ejemplo, si en una zona marginada habitan excepcionalmente
personas que no pertenecen a los estratos bajos, el beneficio que éstas recibirán por
la expansión de un servicio a dicha zona, será como consecuencia de una política
encaminada a llevar un servicio público de manera prioritaria a personas de
menores ingresos.
4.5.2.3.1.5. De igual manera, la Corte estima que el cobro de un factor tarifario por
concepto de costos de expansión no puede ser asumido por todos los usuarios
independientemente de cuál sea su capacidad económica, pues ello implicaría una
vulneración del principio de solidaridad en el ámbito de los servicios públicos.
Esta Corporación ha sostenido que "en cabeza del Estado radica la obligación de
garantizar que la prestación de los servicios públicos sea eficiente, pero tal
imperativo constitucional no puede llevarse hasta el extremo de afirmar que tenga
que prestarlos directamente. La Constitución no establece tal compromiso, pues
prevé la posibilidad de que los mismos sean prestados no sólo por el Estado sino
también por comunidades organizadas o por particulares (art. 365 de la C.P.). De
manera tal que todos tienen igual vocación. Precisamente, atendiendo dicho
presupuesto, la Ley 142 de 1994 contempló en su artículo 10[190] el derecho de
las personas a organizar y operar empresas que tengan por objeto la prestación de
los servicios públicos domiciliarios, las cuales deben cumplir con los requisitos allí
señalados. Tal previsión es un reflejo del principio de participación y de la libre
actividad económica e iniciativa privada, garantizadas en el artículo 333 de la
Carta, dentro de los límites del bien común"[191].
Por ello, el criterio que fija el legislador para que las respectivas comisiones de
regulación determinen el factor para cuantificar la remuneración del patrimonio de
los accionistas, toma como referencia la utilidad que podría obtener una empresa
similar en una situación de mercado competitivo y sujeta a los riesgos propios de
su actividad. Adicionalmente, la Corte observa que, de acuerdo con la definición
que se analiza, la ley no indica cuáles son las tarifas ni prevé que éstas sean
señaladas caso por caso por las comisiones de regulación. La ley prevé que las
tarifas serán el resultado de la aplicación de las fórmulas que para el efecto fije la
respectiva comisión. Así pues, las empresas sujetas al régimen de libertad regulada
tienen cierto ámbito de libertad para obtener niveles de eficiencia superiores a los
que contempla la fórmula –lo cual implica una mayor utilidad– aunque también se
encuentran sujetas al riesgo de no alcanzar los parámetros establecidos –con lo cual
se reduce la utilidad o, incluso, se genera pérdida.
4.5.2.4.1. La primera parte del numeral 87.7 del artículo 87 de la Ley 142 señala
que "[l]os criterios de eficiencia y suficiencia financiera tendrán prioridad en la
definición del régimen tarifario" La Corte encuentra que esta expresión puede
obedecer a que desde la perspectiva técnica, estos dos criterios son los que
permiten determinar el costo del servicio. En efecto, desde esta perspectiva es
necesario saber cuánto cuesta prestar el servicio a todos los usuarios -costos
medidos con los criterios de eficiencia y suficiencia- antes de establecer cómo se
distribuyen las cargas tarifarias entre los usuarios - de acuerdo principalmente con
los principios de solidaridad y redistribución. No obstante, es claro que todas las
disposiciones deben ser interpretadas de tal forma que tengan un efecto útil y un
significado normativo, no meramente descriptivo de los pasos prácticos de un
proceso técnico. De tal manera que es el sentido jurídico, no técnico, de esa
prioridad que pasará a ser juzgado por la Corte.
Ahora bien, desde la perspectiva técnica, la Corte encuentra que la primacía de los
criterios de eficiencia y suficiencia financiera respecto de la determinación de la
fórmula tarifaria es una mera consecuencia de la cuantificación del costo de los
servicios públicos como paso previo a la decisión sobre la distribución de los
mismos. En efecto, el cálculo del costo del servicio se realiza de acuerdo con la
totalidad de las erogaciones que implica su prestación en condiciones eficientes
“en la misma forma en la que lo habría remunerado una empresa eficiente en un
sector de riesgo comparable” (art. 87.4, Ley 142 de 1994). Luego, se efectúa la
distribución entre todos los usuarios de acuerdo con su estrato y su nivel de
ingresos.
Por ello, de no haber sido incluida por el legislador la expresión según la cual "Los
criterios de eficiencia y suficiencia financiera tendrán prioridad en la definición del
régimen tarifario" contenida en el numeral 87.7 del artículo 87 de la Ley 142 de
1994, el cálculo del costo de cada servicio público domiciliario, se realizaría, en la
práctica, de igual forma. En efecto, simplificando un proceso técnico complejo, las
necesidades financieras totales se obtienen de sumar el costo total del servicio, en
las condiciones de calidad definidas, al factor de remuneración del patrimonio de
los accionistas, en las condiciones de una empresa eficiente en un sector de riesgo
comparable, establecido en la fórmula tarifaria correspondiente. La división de esta
cifra por la cantidad usuarios, permite obtener la tarifa unitaria, es decir, por
consumidor. No obstante, en virtud de los principios de solidaridad y de
redistribución. Luego, sí se procedería a incluir los factores de diferenciación
tarifaria según los diferentes estratos, al igual que los subsidios, de tal manera que
cada consumidor no tenga que asumir la misma carga tarifaria y los de menores
ingresos tengan la menor carga.
Por ello, una interpretación jurídica de la primera frase de la norma que se juzga,
podría conllevar a la idea de que en caso de contradicción entre los principios de
eficiencia y suficiencia financiera con el de solidaridad, éste último podría
sacrificarse en aras de asegurar la efectividad de los otros dos, lo cual pugna con el
artículo 367 de la Constitución que expresamente consagra que la solidaridad será
uno de los criterios constitutivos del régimen tarifario de los servicios públicos, sin
subordinarlo a ningún otro criterio.
Se observa que el texto normativo citado estable un criterio para armonizar los
criterios de eficiencia y suficiencia financiera y no para dar prioridad a alguno de
ellos sobre el otro. Esto obedece que cada uno de dichos criterios versa sobre
aspectos diferentes de la determinación del costo de los servicios públicos. En
efecto, el criterio de eficiencia determina las condiciones bajo las cuales debe
establecerse el costo de la prestación del servicio (tarifas que se aproximen a los
precios de un mercado competitivo; aumento de productividad; distribución del
mismo entre empresa y usuarios; ausencia de ineficiencias en las tarifas; ausencia
de prácticas restrictivas de la competencia) mientras que el criterio de suficiencia
financiera comprende los factores dinámicos sobre los cuales se aplican tales
condiciones (costos y gastos en condiciones eficientes; utilidad de acuerdo con el
nivel de riesgo correspondiente en condiciones de competencia; mejora de
tecnología y de sistemas administrativos).
En este orden de ideas, la Corte encuentra que la segunda frase del numeral 87.7
del artículo 87 de la Ley 142 de 1994, según la cual "[s]i llegare a existir
contradicción entre el criterio de eficiencia y el de suficiencia financiera, deberá
tomarse en cuenta que, para una empresa eficiente, las tarifas económicamente
eficientes se definirán tomando en cuenta la suficiencia financiera", se ajusta a la
Constitución y así lo declarará en la parte resolutiva de este fallo.
4.5.2.5. El actor demanda la expresión del numeral 90.3 del artículo 90 de la Ley
142 de 1994 según la cual "[t]ambién podrá cobrarse [un cargo por aportes de
conexión el cual podrá cubrir los costos involucrados en la conexión del usuario al
servicio] cuando, por razones de suficiencia financiera, sea necesario acelerar la
recuperación de las inversiones en infraestructura, siempre y cuando estas
correspondan a un plan de expansión de costo mínimo. La fórmula podrá distribuir
estos costos en alícuotas partes anuales".
Por lo tanto, esta Corporación concluye que el numeral 90.3 del artículo 90 de la
Ley 142 de 1994 es exequible en el entendido de que al considerar los costos de
expansión se incluirá un criterio expreso para hacer efectivo el principio de
solidaridad y asegurar que los beneficiarios de la misma serán, de manera
prioritaria, las personas de menores ingresos.
4.5.2.6. El demandante sostiene que el artículo 92 de la Ley 142 de 1994, que versa
sobre la determinación de la mayor eficiencia que deberán observar las empresas
en el largo plazo y las reglas que habrán de regir el reparto de los beneficios
obtenidos por tal concepto, favorece los intereses de éstas y no los derechos de los
consumidores. La Corte estima, por el contrario, que la reducción de la tarifa como
resultado de la aplicación de un factor de eficiencia en el largo plazo favorece al
usuario en la misma medida en que exige a las empresas que obtengan niveles
crecientes de eficiencia de acuerdo con el transcurso del tiempo. De igual manera,
no es inconstitucional que la norma incentive a las empresas para que obtengan
niveles de eficiencia superiores al promedio; en efecto, ello es lo que se busca al
permitírseles que se apropien de los beneficios de la mayor eficiencia obtenida.
Este estímulo se revela idóneo para alcanzar un fin legítimo compatible con al
Carta pues conlleva a la mayor eficiencia obtenida por algunas empresas sirva para
establecer los parámetros a los cuales deben sujetarse las demás en los períodos
siguientes. En este orden de ideas, la Corte declarará la exequibilidad del artículo
92 de la Ley 142 de 1994 por el cargo analizado.
4.5.3.1. El actor acusa los artículos 124, 126 y 127 de la Ley 142 de 1994 que
versan sobre el procedimiento para la fijación y modificación de las fórmulas
tarifarias. Sostiene que el procedimiento para la fijación o la modificación de las
fórmulas tarifarias desconoce la obligación del Estado de "proteger los derechos
colectivos de los usuarios de los servicios públicos domiciliarios"[192]. Considera
el actor que el marco de regulación de las tarifas está concebido para beneficiar los
intereses de las empresas prestatarias de los servicios públicos debido, no sólo a la
primacía de los criterios de eficiencia económica y suficiencia financiera, sino a
que las reglas procedimentales para la fijación de las fórmulas tarifarias
únicamente hacen referencia a los oferentes del servicio correspondiente en tanto
que parte interesada que puede acceder a tales procesos. Aunque el actor no emplea
el concepto de captura del regulador, su argumento está básicamente orientado a
resaltar que el procedimiento para la determinación de dichas fórmulas y para su
modificación crea este riesgo de captura al reconocerle iniciativa "de parte"
exclusivamente a las empresas y al no establecer mecanismos que aseguren que los
derechos de los usuarios serán adecuadamente valorados. Así pues, el reparo que
expresa obedece a que el legislador omitió indicar que los usuarios también pueden
intervenir en el procedimiento que los artículos acusados definen para la fijación o
la modificación de dichas fórmulas.
4.5.3.2 En efecto, el numeral 124.2 del artículo 124 de la Ley 142 de 1994 indica
que "[s]i la actuación [para determinar las fórmulas tarifarias] se inicia de oficio, la
comisión debe disponer de estudios suficientes para definir la fórmula de que se
trate; si se inicia por petición de una empresa de servicios públicos, el solicitante
debe acompañar tales estudios. Son estudios suficientes, los que tengan la misma
clase y cantidad de información que haya empleado cualquier comisión de
regulación para determinar una fórmula tarifaria". El artículo 126 señala que la
vigencia de las fórmulas tarifarias será de cinco años aunque "[e]xcepcionalmente
podrán modificarse, de oficio o a petición de parte, antes del plazo indicado
cuando sea evidente que se cometieron graves errores en su cálculo, que lesionan
injustamente los intereses de los usuarios o de la empresa; o que ha habido razones
de caso fortuito o fuerza mayor que comprometen en forma grave la capacidad
financiera de la empresa para continuar prestando el servicio en las condiciones
tarifarias previstas". Por último, el artículo 127 prevé que "[a]ntes de doce meses
de la fecha prevista para que termine la vigencia de las fórmulas tarifarias, la
comisión deberá poner en conocimiento de las empresas de servicios públicos las
bases sobre las cuales efectuará el estudio para determinar las fórmulas del periodo
siguiente. Después, se aplicará lo previsto en el artículo 124" (negrillas fuera de
texto).
Los apartes citados de las normas en cuestión muestran que el legislador omitió
indicar que los usuarios también tendrían derecho a participar en el proceso de
fijación y modificación de las fórmulas tarifarias que describe el Capítulo V ("Las
fórmulas tarifarias") del Título VI ("Del régimen tarifario de las empresas de
servicios públicos") de la Ley 142 de 1994.
4.5.3.3. La Corte ha resaltado ya en este fallo el significado que tienen los servicios
públicos no sólo en el ámbito económico sino social, debido a que el acceso a los
mismos constituye una garantía para que las personas puedan gozar efectivamente
de sus derechos[193].
Lo anterior no implica que los artículos 124, 126 y 127 deban ser declarados
inexequibles puesto que su contenido no es, en este aspecto, contrario a la Carta,
sino indiferente a los mandatos superiores en este punto y, por ende, susceptibles
de una interpretación que excluiría dicha participación. Por ello, la Corte estima
que tales normas se ajustan a la Constitución siempre y cuando se entienda que
estas no impiden la realización de un procedimiento administrativo que garantice a
las organizaciones de usuarios las condiciones constitucionales para que puedan
participar de manera previa, directa y efectiva en la adopción de las decisiones
sobre la determinación o modificación de las fórmulas tarifarias. Para que se
garantice la participación previa, directa y efectiva de las organizaciones de
usuarios en el procedimiento que describen para la fijación o modificación de las
fórmulas tarifarias, es preciso que: (i) éstas reciban la información que señala el
artículo en cuestión de manera oportuna es decir, con una antelación suficiente a la
adopción de la decisión de fijación o modificación de la fórmula tarifaria; (ii) que
tales organizaciones puedan presentar propuestas a la comisión de regulación
respectiva; (iii) que las propuestas que presenten sean consideradas por la comisión
competente en cada caso; y (iv) que esa comisión responda motivadamente las
propuestas que se le formulen.
Así pues, la Corte declarará la exequibilidad de las normas juzgadas, a saber, del
numeral 124.2 del artículo 124 en el entendido de que la actuación también pueda
ser iniciada a petición de los usuarios; la exequibilidad del artículo 126 de la Ley
142 de 1994 en el entendido de que el procedimiento excepcional para el cambio
de las fórmulas tarifarias también pueda ser iniciado a petición de los usuarios; la
exequibilidad del artículo 127 de la Ley 142 de 1994 en el entendido de que las
comisiones de regulación también darán a conocer a los usuarios las bases sobre
las cuales efectuará el estudio para determinar las fórmulas del periodo siguiente.
Y todo ello como parte de un procedimiento administrativo en el cual las
organizaciones de usuarios que cumplan las condiciones constitucionales puedan
participar de manera previa, directa y efectiva en la adopción de la decisión de
definición o de modificación de la fórmula tarifaria.
El actor sostiene que el parágrafo del artículo 130 de la Ley 142 de 1994,
adicionado por el artículo 18 de la Ley 689 de 2001 y el inciso segundo del artículo
140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el artículo 19 de la Ley 689 de 2001,
vulneran los artículos 13, 42, 44, 49, 52, 67, 334, 365 y 366 de la Constitución.
Como ya se anotó en el apartado 2.3. de las cuestiones previas, la Corte se inhibirá
de pronunciarse sobre los cargos basados en los artículos 13, 42, 44, 49, 52 y 67 de
la Constitución.
El parágrafo del artículo 130 de la Ley 142 de 1994, adicionado por el artículo 18
de la Ley 689 de 2001, indica que la empresa de servicios públicos estará en la
obligación de suspender el servicio del usuario o suscriptor que incumpla "su
obligación de pagar oportunamente los servicios facturados dentro del término
previsto en el contrato, el cual no excederá dos períodos consecutivos de
facturación" so pena de que se rompa la solidaridad que vincula al propietario del
inmueble, al suscriptor y a los usuarios del servicio respecto de sus obligaciones y
derechos en el contrato de servicios públicos.
El inciso 2° del artículo 140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el artículo 19
de la Ley 689 de 2001, por su parte, señala que "da lugar a la suspensión del
servicio", entre otras, "[l]a falta de pago [por parte del suscriptor o usuario] por el
término que fije la entidad prestadora, sin exceder en todo caso de dos (2) períodos
de facturación en el evento en que ésta sea bimestral y de tres (3) períodos cuando
sea mensual".
5.1. El carácter oneroso de los servicios públicos domiciliarios y los deberes de los
usuarios
5.1.2. La suspensión del servicio por parte de la empresa por el incumplimiento del
usuario de su obligación de pagar, es la consecuencia que se deriva de dicho
incumplimiento. Para el actor, esta consecuencia vulnera la Carta porque "implica
el desmejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y de la población" (art.
365 de la C.P.).
Así pues, la Corte coincide con el actor en el sentido de que "los servicios públicos
tienen fuertes implicaciones sobre la calidad de vida de las personas, y de contera
sobre la vigencia de los derechos a la salud, la vida y la dignidad"[202]. No
obstante, la trascendencia social de los servicios públicos –y, en particular, de los
domiciliarios– no justifica que los usuarios de los mismos puedan desconocer sus
obligaciones contractuales.
En efecto, "el inciso 2° del artículo 140 de la ley 142 de 1994 constituye una 'regla
de equilibrio contractual entre la empresa y los usuarios (o suscriptores y
responsables solidarios)', por cuanto beneficia tanto a la empresa como a los
usuarios y los propietarios del inmueble. El provecho para estos últimos se
cristalizaría en el hecho de que los propietarios no usuarios no pueden ser llamados
a responder solidariamente por aquellas facturas de servicios públicos que sean
posteriores a la tercera impagada, es decir, por aquellas cuentas que se originan
luego del momento en el que la empresa de servicios públicos ha incumplido su
obligación legal de suspender el servicio, momento que se define cuando se
acumulan tres facturas sin pagar. […] La mencionada garantía tiene por fin
proteger a los propietarios no usuarios que han sido asaltados en su buena fe por
parte de los arrendatarios. En la práctica colombiana, el propietario pone a la
disposición de los arrendatarios el inmueble con todos los aditamentos básicos que
posee, entre los que se encuentran las conexiones a los servicios públicos
domiciliarios. Además, corrientemente se acuerda que el arrendatario debe pagar
las facturas originadas en el consumo de los servicios públicos domiciliarios con
los que cuenta la residencia. Así, el propietario deposita su confianza en que el
arrendatario cumplirá con esta obligación contractual y no cuenta con mecanismos
que le permitan controlar fácilmente si el arrendatario honra su deber de pagar las
facturas. Es por eso que la tantas veces mencionada norma del artículo 140 de la
ley de servicios públicos puede ser entendida como una 'regla de equilibrio
contractual', tal como lo asegura la Corte Suprema de Justicia, en la medida en que
tiende a proteger tanto a la empresa como a los propietarios y a establecer la base
sobre la cual se prestará el servicio a los usuarios"[206].
5.1.4. Las anteriores consideraciones bastan para señalar que el cargo formulado
por el actor carece de fundamento. No obstante, la Corte estima pertinente señalar
una razón adicional que justifica la exequibilidad de la norma acusada.
Para que los principios constitucionales que orientan la prestación de los servicios
públicos sean efectivos (art. de la 2 C.P.), cada usuario debe cumplir con su deber
básico respecto de los demás usuarios consistente en abstenerse de trasladarle a
ellos el costo de acceder y de disfrutar del servicio público domiciliario
correspondiente. Cuando un usuario no paga por el servicio recibido, está obrando
como si los demás usuarios tuvieran que correr con su carga individual y financiar
transitoria o permanentemente su deuda. Ello atenta claramente contra el principio
de solidaridad que, entre otros, exige que cada usuario asuma las cargas razonables
que le son propias en virtud de la Constitución, la ley y el contrato respectivo.
En este orden de ideas, la Corte concluye que la persona que se abstiene de pagar
por los servicios públicos que recibe, no sólo incumple sus obligaciones para con
las empresas que los prestan, sino que no obra conforme al principio de solidaridad
y dificulta que las empresas presten los servicios con criterios de eficiencia
(artículo 365 C.P.), lo cual pugna con los principios sociales que consagra la Carta
para orientar la prestación, regulación y control de los servicios públicos.
En cuanto a los criterios utilizados para identificar los casos en los cuales no es
permitido suspender el servicio y distinguirlos de aquellos en los cuales la
suspensión por mora en el pago sí es compatible con la Constitución, la Corte
sostuvo lo siguiente:
5.2.2.3. En este orden de ideas, cuando la suspensión del servicio tenga como
consecuencia el desconocimiento de derechos constitucionales de sujetos
especialmente protegidos o afecte gravemente las condiciones de vida de toda una
comunidad, una empresa prestadora de algún servicio público domiciliario puede y,
según las circunstancias del caso, debe adoptar la decisión de continuar prestando
el servicio a un usuario moroso sin que ello genere consecuencias adicionales a la
ruptura de la solidaridad que vincula al propietario del inmueble, al suscriptor y a
los usuarios del servicio respecto de sus obligaciones pecuniarias de que tratan las
normas acusadas.
VIII. DECISIÓN
RESUELVE
b.- Los numerales 2.7 y 2.9 del artículo 2°, el inciso segundo del parágrafo
del artículo 39, los numeral 87.2 (parcial) y 87.8 (parcial) del artículo 87, los
parágrafos 1° y 2° del artículo 87, las expresiones mencionadas del artículo 89; el
inciso segundo del artículo 90 al igual que el numeral 90.1 (parcial) y el numeral
90.2 (parcial) del mismo artículo; el artículo 163 y el artículo 164 todos de la Ley
142 de 1994, y el artículo 23 de la Ley 689 de 2001, por el segundo cargo que
presenta el accionante.
c.- La expresión "y el fraude a las conexiones, acometidas, medidores o
líneas" del inciso segundo, al igual que los incisos tercero, cuarto y quinto del
artículo 140 de la Ley 142 de 1994, modificado por el artículo 19 de la Ley 689 de
2001, por el tercer cargo que presenta el accionante.
Presidente
Magistrado
ALFREDO BELTRÁN SIERRA
Magistrado
Magistrado
Magistrado
RODRIGO ESCOBAR GIL
Magistrado
Magistrado
Magistrado
CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ
Magistrada
Secretaria General
Magistrado Ponente:
Dr. MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA
Con el debido respeto me permito salvar el voto en relación con los numerales
décimo y undécimo de la parte resolutiva de la sentencia que declaro exequibles,
dentro de las tarifas a los usuarios de servicios públicos, los costos y gastos de
expansión de la prestación de los servicios públicos.
c. Una organización del trabajo dirigida a tutelar los derechos de los trabajadores y
mitigar su estado de inferioridad ente los patronos.
f. La gestión económica tiene como fin el pleno empleo para garantizar a todas las
personas un trabajo y en consecuencia una fuente de ingresos.
Fecha ut supra.
Magistrado
1ª. El artículo 87 de la Ley 142 de 1994 establece los “criterios para definir el
régimen tarifario” de los servicios públicos, entre los cuales incluye los de
“eficiencia económica y suficiencia financiera”.
2ª. En el numeral 7º de dicho artículo 87, se señala que “los criterios de eficiencia
y suficiencia financiera tendrán prioridad en la definición del régimen tarifario. Si
llegare a existir contradicción entre el criterio de eficiencia y el de suficiencia
financiera, deberá tenerse en cuenta que, para una empresa eficiente, las tarifas
económicamente eficientes se definirán teniendo en cuenta la suficiencia
financiera”.
Así las cosas, la inexequibilidad del artículo 87, numeral 7º de la Ley 142 de 1994
no puede limitarse a la expresión “los criterios de eficiencia y suficiencia
financiera tendrán prioridad en la definición del régimen tarifario”, como se
declaró en el numeral décimo segundo de la Sentencia C-150 de 25 de febrero de
2003, sino que ha debido extenderse a todo lo preceptuado en ese numeral pues, lo
que no se declaró contrario a la Constitución, es exactamente lo mismo que se
declaró inconstitucional.
Fecha ut supra.
[76] La Corte precisa que el texto del artículo 24 del proyecto de ley que se menciona, coincide con el
artículo 23 de la Ley 689 de 2001.
[79] Sentencia C-1052 de 2001; M.P. Manuel José Cepeda Espinosa (En este fallo, la Corte resumió los
criterios de procedibilidad de la acción pública de exequibilidad desarrollados en la jurisprudencia
constitucional).
[81] El siguiente es el texto completo del artículo 19 de la Ley 689 de 2001: "Artículo 19. Modifícase el
artículo 140 de la Ley 142 de 1994, el cual quedará así: "Artículo 140. Suspensión por incumplimiento. El
incumplimiento del contrato por parte del suscriptor o usuario da lugar a la suspensión del servicio en los
eventos señalados en las condiciones uniformes del contrato de servicios y en todo caso en los siguientes:
La falta de pago por el término que fije la entidad prestadora, sin exceder en todo caso de dos (2) períodos
de facturación en el evento en que ésta sea bimestral y de tres (3) períodos cuando sea mensual y el fraude
a las conexiones, acometidas, medidores o líneas. Es causal también de suspensión, la alteración
inconsulta y unilateral por parte del usuario o suscriptor de las condiciones contractuales de prestación del
servicio. Durante la suspensión, ninguna de las partes puede tomar medidas que hagan imposible el
cumplimiento de las obligaciones recíprocas tan pronto termine la causal de suspensión. Haya o no
suspensión, la entidad prestadora puede ejercer todos los derechos que las leyes y el contrato uniforme le
conceden para el evento del incumplimiento".
[87]A diferencia de lo que establece nuestra Constitución, en otros países los defensores de un estado
mínimo rechazan que el Estado pueda legítimamente intervenir para redistribuir la propiedad o el ingreso
porque estiman que ello es contrario a la libertad, crea sobre costos y trabas a la iniciativa privada y es
fuente de privilegios. Ver, por ejemplo, Nozick, Robert. Anarchy, State and Utopia. Blackwell. Oxford,
1974; Hayeck, Frederich. Law, legislation and liberty. Volumen 3. Routledge, Londres, 1979. Ello
coincide con los intentos de desregular algunas industrias y sectores así como de reducir la autonomía de
los órganos de regulación en Estados Unidos y en Gran Bretaña durante la década de los ochenta.
[88]La Corte agrega que, además de las funciones citadas, se encuentra la de asignación, es decir, la de
distribución de recursos entre los diferentes órganos del Estado. Esta función se puede concretar al
desarrollarse cualquiera de las cuatro básicas mencionadas.
[89]Ese momento histórico está asociado en Norteamérica al llamado New Deal y en Colombia a la
denominada Revolución en Marcha. En Europa ese momento histórico coincide con el nacimiento del
Estado-providencia. McCraw, Thomas K. (ed). Regulation In Perspective, Historical Essays. Harvard
University Press. Cambridge, 1981.
Este otro momento histórico es bastante posterior al mencionado y responde al impulso del
[90]
movimiento ecologista. Ver, por ejemplo: Lynton Keith Caldwell. International Environmental Policy.
Duke University Press. Durham and London 1990.
[91]Ello ha ocurrido aún en países donde el Estado no tiene tanta importancia relativa frente al mercado.
Ver: McCraw, Thomas K. Prophets of Regulation. Harvard University Press. Cambridge, 1984.
[95] Pierre Delvolvé. Droit Public de l’Economie. Dalloz, París, 1998, p.17 y ss.
[96]Por ejemplo, el presupuesto (consagrado en los artículos 345 y ss de la C.P.), que es anual, tiene la
misión de concretar la política fiscal de la nación o de las entidades territoriales, según el caso. El gasto
público es un poderoso instrumento de intervención pues determina la utilización de los recursos del
Estado, modifica el nivel de ingreso de las diferentes personas que componen la sociedad y define las
áreas de inversión de los dineros públicos, lo cual influye en el comportamiento de los actores
económicos. Sobre este tema, puede consultarse la Sentencia C-1064 de 2001(M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa; A.V. Álvaro Tafur Galvis; S.V. M.P.s Jaime Araujo Rentería, Alfredo Beltrán Sierra, Rodrigo
Escobar Gil y Clara Inés Vargas Hernández), en la cual se estudió la jurisprudencia proferida por la Corte
sobre este instrumento de intervención.
[97]En al ámbito sectorial, el Estado puede también tratar de modificar los hábitos de consumo de los
actores económicos, como sucede, por ejemplo, con las normas que establecen tarifas impositivas
particularmente bajas sobre los libros o los espectáculos culturales para incentivar su consumo o las que
establecen tarifas impositivas altas a productos como el tabaco o el alcohol para desincentivarlo. Las
políticas crediticias o de capacitación para el desarrollo de ciertas actividades dentro de un sector, también
pertenecen a esta categoría.
[98] Por ejemplo, la figura de la toma de posesión de una empresa, de acuerdo con las normas vigentes.
[99]El Estado puede crear una empresa bajo la forma definida en la ley. En efecto, la Constitución prevé
que la Nación y las entidades territoriales realicen actividades empresariales según las decisiones políticas
que adopten los respectivos órganos de representación. Así, el numeral 7° del artículo 150 de la
Constitución dispone que corresponde al Congreso "crear o autorizar la constitución de empresas
industriales y comerciales del estado y sociedades de economía mixta"; el numeral 7° del artículo 300
Superior señala que corresponde a las asambleas departamentales crear "las empresas industriales y
comerciales del departamento y autorizar la formación sociedades de economía mixta"; y el numeral 6°
del artículo 313 de la Carta prevé que corresponde a los concejos distritales o municipales "crear, a
iniciativa del alcalde, establecimientos públicos y empresas industriales o comerciales y autorizar la
constitución de sociedades de economía mixta".
[100] Sabino Cassesse. La Nuova Costituzione economica. Editori Laterza, Roma, 1995, p.12 y ss.
[101]En efecto, como ya se indicó, la intervención del Estado se manifiesta incluso desde el momento en
que éste fija las reglas relativas a la propiedad, los contratos y la responsabilidad contractual y
extracontractual pues determina el alcance de los derechos y los poderes, responsabilidades y
obligaciones que implica su ejercicio. Así, por ejemplo, en la Sentencia C-265 de 1994 (M.P. Alejandro
Martínez Caballero), la Corte Constitucional declaró la exequibilidad de una norma relativa a las
características que debían observar las sociedades de gestión colectiva. La Corte analizó el alance de los
derechos de los particulares según el tipo de asociación que eligen para el ejercicio de su libre iniciativa.
[102]Por ejemplo, el plan nacional de desarrollo (consagrado en los artículos 339 y ss de la C.P.), que es
cuatrienal, tiene la función de señalar "los propósitos y objetivos nacionales de largo plazo, las metas y
prioridades de la acción estatal a mediano plazo y las estrategias y orientaciones generales de la política
económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno" y de contener "los presupuestos
plurianuales de los principales programas y proyectos de inversión pública nacional y la especificación de
los recursos financieros requeridos para su ejecución" (art. 339 de la C.P.). Un resumen de la
jurisprudencia de esta Corporación proferida hasta entonces respecto del plan de desarrollo puede
encontrarse en la Sentencia C-557 de 2000 (M.P. Vladimiro Naranjo Mesa), por medio de la cual se
declaró la inexequibilidad de la Ley 508 de 1999, "por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo
para los años de 1999-2002".
[103]Por ejemplo, las normas que regulan la competencia económica y definen las prácticas restrictivas de
la misma y los abusos de posición dominante.
[104]El Estado puede incluso ir más lejos y en lugar de crear empresas que compitan con los particulares,
pueden crear monopolios o reservarse actividades o servicios. Así, la propia Constitución estatuye el
monopolio estatal sobre los juegos de suerte y azar y sobre los licores, sin perjuicio de que puedan
establecerse otros monopolios como arbitrios rentísticos "con una finalidad de interés público o social y
en virtud de una ley" (art. 336 de la C.P.). La Constitución menciona expresamente la posibilidad de que,
por iniciativa del Gobierno, el Estado se reserve la prestación de determinados servicios públicos o
actividades rentísticas (art. 365 de la C.P.).
[106]Sobre el particular, ver: Magide Herrero, Mariano. Límites Constitucionales de las Administraciones
Independientes. En especial, ver los Capítulos V y VI "La independencia del Banco de España como
autoridad monetaria. Un caso peculiar que ha de valorarse desde la perspectiva de su integración en el
Sistema Europeo de bancos centrales", INAP. Madrid. 2000. Conseil d' Etat de France. Etudes et
Documents N° 52. 2001. Les autorites administratives independantes Raport Públic 2001. Andrés
Betancor Rodríguez. Las autoridades independientes. Tecnos. Madrid. 1994.
Interstate Commerce Commision (ICC) cuyo origen estuvo en la necesidad de proteger a los
[107]
pequeños comerciantes sujetos al poder monopólico de los ferrocarriles y grandes transportadores.
[108]Se observan dentro de las primeras creadas, el Federal Reserve Board en 1913, el Federal Trade
Commision en 1915, la Securities and Exchange Commision en 1934, el National Labor Relations Board
en 1935.
[109]De acuerdo al artículo II de la Constitución Norteamericana, "el poder ejecutivo se confía al
Presidente de los Estados Unidos". Por lo tanto, la administración "ejecutiva" es ejercida por las agencias
ejecutivas mencionadas y por los ministros ("secretarios") que hacen parte del gabinete.
[110]Es así, por ejemplo, como diferentes agencias independientes regulan la política monetaria (Federal
Reserve Board), las operaciones bursátiles (Securities and Exchange Commission), las relaciones
laborales (National Labor Relations Board), salud y seguridad laboral (Occupational Safety and Heatth
Review Commission), las instalaciones nucleares (Nuclear Regulatory Commission), las
telecomunicaciones y la televisión (Federal Communications Commission), la inmigración (Inmigration
and Naturalisations Services), el medio ambiente (Environmental Protection Agency).
Este procedimiento participativo fue establecido por una ley especial (Administrative Procedure Act)
[111]
adoptada en 1946, la cual ha sido reformada varias veces y es la base del derecho administrativo de las
regulaciones. Ver Stephen Breyer y Richard Stewart. Administrative Law and Regulatory Policy. Little,
Browm and Company, Boston, 1985, 2nd Ed.
[113]Esto, a partir de una sentencia de 1935, en la cual la Corte Suprema de Justicia decidió que no era
legal que el presidente Roosevelt despidiera antes de la terminación de su periodo, y sin motivo
suficiente, al director de la Federal Trade Commision. Para la Corte Suprema, el Congreso tuvo la
intención, acorde con la Constitución, de "crear un cuerpo independiente de toda autoridad ejecutiva, con
excepción de la selección de su director, y libre de ejercer sus competencias sin la autorización de
representantes de la administración". Sentencia Humphrey´s Executor v. United States, 295 US 602.
(1935).
Max Bellof y Gilliam Peele. The Government of the United Kingdom. W.W. Norton and Co. Londres.
[114]
1980, pág. 85 y ss.
[115] Gentot Michel. Les Autorités Administratives Indépendantes, Mnontchrestien, Paris, 1991, p. 25.
[116]De éstos, se calcula que alrededor de 2350 carecen de cualquier control del parlamento y menos de
cien se someten a controles financieros. Esto de acuerdo a un estudio adelantado por el Instituto Adam
Smith de Londres. En Gentot, op.cit. p. 26.
[118] A pesar de que en algunas ocasiones las agencias reciben directivas provenientes de organismos
políticos, éstas pueden ser interpretadas libremente por las aquellas, y no tienen un carácter vinculante ni
obligatorio.
[121] Por ejemplo, la televisión pública, los servicios postales y la infraestructura ferroviaria.
[123] Ver, por ejemplo, las sentencias del Consejo Constitucional No 84-173 DC del 26 de Julio de 1984.
Por su parte el Consejo de Estado, por medio de sus reportes y estudios, estimó, desde 1983, legítimo
utilizar la expresión "autoridades administrativas independientes" para designar este tipo de organismos.
(Étude de la Commission du Rapport et des Études de Conseil d´État, Études et Documents du Conseil
d´État, 1983-1984, p.13). Al respecto ver Conseil D’État, Rapport Public 2001. Les autorités
administratives indépendantes. La Documentation Française. París, 2001.
Por ejemplo, el sector de seguros (Commission du Contrôle des Assurances), el sector audiovisual
[124]
(Conseil Supérieur de l´Áudiovisuel), el sector bancario (Commission Banquaire), el sector bursátil
(Commission des Opérations de Bourse).
Se observan algunas excepciones. Por ejemplo, la ley francesa ha dispuesto que las decisiones del
[126]
Consejo de la Competencia (Conseil de la Concurrence ) son controvertibles ante el juez ordinario.
[127] Betancor Rodríguez, Andrés. Las Administraciones Independientes, Tecnos, Madrid, 1994.
Un resumen general de estas controversias se encuentran en Colliard y Timsit, op. cit. Gentot, op. cit;
[128]
Betancor, op. cit; Gérard Macore. Les mutations du droit de l’administration: pluralisme et convergences.
L’Harmattan, París, 1995.
[129]Respecto del alcance del control judicial sobre las decisiones de los órganos de regulación y los
nuevos enfoques al respecto ver Christopher Edley. Administrative Law: rethinking judicial control of
bureaucracy. Yale University Press. New Heaven, 1990.
Por ejemplo, sobre la conceptualización de la Comunidad Europea como un estado regulador. Ver
[131]
Giandomenico Majone. La Communauté Européenne: Un État Regulateur, Montchrestien, Paris, 1996.
[132] Sentencia C-867 de 2001; M.P. Manuel José Cepeda Espinosa (En esta sentencia, la Corte
Constitucional analizó algunas características de la intervención del Estado en la economía, al igual que
los límites que debe observar el legislador cuando interviene en ella).
[133]Así, por ejemplo, en la Sentencia C-649 de 2001, por medio de la cual la Corte Constitucional
condicionó la exequibilidad de la competencia de la Superintendencia de Industria y Comercio para
sancionar a quienes adelanten prácticas de competencia desleal, se indicó lo siguiente: "En anteriores
pronunciamientos de esta corporación, se ha establecido la regla según la cual no es incompatible el
ejercicio simultáneo de funciones administrativas y judiciales por parte de las Superintendencias, siempre
y cuando no se lesionen los derechos de los sujetos procesales ni se comprometa la imparcialidad del
funcionario que está administrando justicia. Así, en la sentencia C-1641 de 2000 (M.P. Alejandro
Martínez Caballero), se afirmó que "la ley puede conferir atribuciones judiciales a las autoridades
administrativas, pero siempre y cuando los funcionarios que ejercen concretamente esas competencias no
sólo se encuentren previamente determinados en la ley sino que gocen de la independencia e
imparcialidad propia de quien ejercita una función judicial"; asimismo, se estableció que "bien puede la
ley atribuir funciones judiciales a las Superintendencias, tal y como lo hacen las disposiciones acusadas.
Sin embargo, el actor acierta en señalar que en determinados casos, el ejercicio de esas competencias
judiciales por esas entidades es susceptible de desconocer el debido proceso, pues si el funcionario que
debe decidir judicialmente un asunto en esa entidad se encuentra sometido a instrucciones al respecto
por sus superiores, o tuvo que ver previamente con la materia sujeta a controversia, es obvio que no
reúne la independencia y la imparcialidad que tiene que tener toda persona que ejerza una función
jurisdiccional en un Estado de derecho (CP art. 228)." En el mismo sentido se pronunció la Corte en la
sentencia C-1143 de 2000 (M.P. Carlos Gaviria Díaz)".
[134] Sentencia C-272 de 1998; M.P. Alejandro Martínez Caballero (En esta sentencia, la Corte
Constitucional declaró exequible el artículo 68 de la Ley 142 de 1994, disposición que autoriza al
Presidente de la República a delegar en las comisiones de regulación el señalamiento de políticas
generales de gestión y control de eficiencia de la prestación de servicios públicos domiciliarios. La Corte
sostuvo que dicha norma no vulneraba los requisitos exigidos por la Carta para la delegación de funciones
presidenciales).
[135] Sentencia C-263 de 1996; M.P. Antonio Barrera Carbonell (En esta sentencia, la Corte resolvió
declarar exequibles algunas expresiones contenidas en los artículos 154 y 159 de la ley 142 de 1994, que
autorizan el conocimiento y resolución por la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios del
recurso de apelación como subsidiario del de reposición, contra las decisiones de las empresas prestadoras
de servicios públicos domiciliarios. Para la Corte, la prestación de servicios públicos supone el ejercicio
de funciones que determinan un tipo de relación reglamentaria, lo cual autoriza al legislador para disponer
los mecanismos de vía gubernativa que permitan la revisión de las decisiones producidas con ocasión de
la prestación del servicio).
Sentencia C-389 de 2002; M.P. Clara Inés Vargas Hernández (En esta sentencia, al analizar varias
[136]
normas relativas al régimen tarifario de los servicios públicos domiciliarios, la Corte estableció que la
materia objeto de examen, al desarrollar el tema de la intervención de los diferentes agentes en el libre
mercado, debía ser regulada por el legislador).
Sentencias C-791 de 2002; (M.P. Eduardo Montealegre Lynett) y C-265 de 2002; (M.P. Manuel José
[137]
Cepeda Espinosa).
[138] Sentencia C-791 de 2001; M.P. Eduardo Montealegre Lynett (En esta providencia, la Corte
Constitucional declaró exequible el inciso 2º del artículo 46 de la ley 715 de 2001, el cual señala el
alcance de las limitaciones a la actividad económica de las Administradoras del Régimen Subsidiado
(ARS). La Corte declaró exequible la expresión demandada "bajo el entendido que mientras el legislador
no señale los criterios específicos, la proporción de la UPC-S que fije el CNSSS para las entidades
territoriales debe ser fijada de acuerdo a las competencias transferidas, sin que en ningún caso ellas
reciban un monto inferior al cincuenta por ciento (50%) de los recursos destinados para las actividades de
promoción y prevención en salud").
[139]Sentencia C-265 de 2002; M.P. Manuel José Cepeda Espinosa (En esta providencia, la Corte declara
inexequible el inciso tercero del artículo 64 de la Ley 675 de 2001, el cual establecía como condición para
que los conjuntos urbanos se constituyeran en Unidades Inmobiliarias Cerradas el "no afectar
significativamente el espacio público existente". Para tomar esta decisión la Corte consideró que dicha
norma transgredía las limitaciones predicables de la labor legislativa cuando ésta regula aspectos del
régimen de propiedad horizontal que pueden afectar el espacio público).
[140] Sentencia C-265 de 2002; M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, precitada.
[141] Sentencia C-616 de 2002; M.P. Rodrigo Escobar Gil (En esta sentencia la Corte decidió declarar
exequibles varias expresiones contenidas en los artículos 156, 177, 179, 181 y 183 de la Ley 100 de 1993,
que facultan a las EPS para que presten directamente el servicio de salud a través de sus propias
Instituciones, en detrimento de otras IPS independientes. La Corte consideró que dicha disposición no era
contraria, de por sí, a los parámetros constitucionales de libre competencia).
[142]Al respecto, pueden consultarse, entre muchas otras, la Sentencia C-521 de 1998 (M.P. Antonio
Barrera Carbonell), en la cual se analizaron las condiciones que debía observar el servicio público de
transporte para preservar la dignidad de los niños en el ámbito del Estado social de derecho; las sentencias
C-383 de 1999 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra; S.V. Eduardo Cifuentes Muñoz) y C-700 de 1999 (M.P. José
Gregorio Hernández Galindo; S.V. Eduardo Cifuentes Muñoz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alvaro Tafur
Galvis), en las cuales se analizaron las condiciones que debía observar el sistema crediticio para hacerlo
compatible con el derecho a la vivienda digna consagrado en el artículo 51 Superior; y la Sentencia
C-1064 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; S.V. Jaime Araujo Rentería, Alfredo Beltrán Sierra,
Rodrigo Escobar Gil y Clara Inés Vargas Hernández).
Así lo ha dicho la Corte desde sus inicios. En efecto, esta Corporación sostuvo que "[e]l Estado
[143]
como instrumento de justicia social, basado en una economía social de mercado, con iniciativa privada,
pero en la que se ejerce una cierta intervención redistributiva de la riqueza y de los recursos, permite
corregir los excesos individuales o colectivistas. El sistema económico en el Estado social de derecho,
con sus características de propiedad privada de los medios de producción, libertad de empresa, iniciativa
privada e intervencionismo estatal, está orientado según un contenido humano y por la aspiración de
alcanzar los fines esenciales de la organización social". Corte Constitucional, Sentencia T-533 de 1992
(M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
[145]Al establecer que el Colombiano es un Estado social de derecho (C.P., artículo 1°), la Carta hace
explícito el poder deshumanizador de la pobreza y hace eco de la tesis según la cual la autonomía
humana es sólo una ilusión mientras el individuo no haya resuelto sus necesidades materiales más
básicas. En este sentido, la Corte ha señalado que "[l]a cláusula del Estado social de derecho, tiene el
poder jurídico de movilizar a los órganos públicos en el sentido de concretar, en cada momento histórico,
un modo de vida público y comunitario que ofrezca a las personas las condiciones materiales adecuadas
para gozar de una igual libertad" (SU-111 de 1997, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
Ernst Wolfgang Böckenförde, Estudios sobre Estado de Derecho y democracia. Ed. Trotta, Madrid.
[147]
2000, p. 37.
[148] Sentencia C-389 de 2002; M.P. Clara Inés Vargas Hernández, precitada.
[149] La Corte Constitucional sostuvo, en el mismo sentido, que "[u]na empresa u organización
empresarial tiene una posición dominante cuando dispone de un poder o fuerza económica que le permite
individualmente determinar eficazmente las condiciones del mercado, en relación con los precios, las
cantidades, las prestaciones complementarias, etc., sin consideración a la acción de otros empresarios o
consumidores del mismo bien o servicio. Este poder económico reviste la virtualidad de influenciar
notablemente el comportamiento y la decisiones de otras empresas, y eventualmente, de resolver su
participación o exclusión en un determinado mercado. La regulación constitucional y legal de la posición
dominante de las empresas en el mercado tiene como finalidad evitar que estos sujetos, prevaleciéndose
de su supremacía económica y comercial, que goza de la protección jurídica del Estado (artículo 58 de la
C.P.), puedan utilizarla para eliminar a sus competidores" (Sentencia C-616 de 2001; M.P. Rodrigo
Escobar Gil, precitada).
[150]Obviamente, también son relevantes otros factores, tales como la capacidad de responder a las
preferencias y gustos variables de los consumidores o la publicidad y el mercadeo.
Por ejemplo, desde una perspectiva general sobre diferentes "fallas de mercado", ver: Stephen Breyer.
[151]
Regulation and its Reform. Harvard University Press. Cambridge, 1982; Richard J. Pierce, JR. and Ernest
Gellhorn, Regulated Industries. West Publishing Co, 1994; y Jeffrey L. Harrison. Regulation and
Deregulation. Cases and Materials. West Publishing Co. ST. Paul, Minn, 1997.
[152] Por ejemplo, la Corte ha puesto de presente que el derecho a la información consagrado en el
artículo 20 de la Constitución permite la existencia de bases de datos, cuya finalidad es garantizar la
posibilidad de acceder a información relevante para el mercado. En efecto, "la información veraz en
materia financiera protege la estabilidad del sector, pues el otorgamiento de créditos es una actividad que
implica riesgos, y por ello es legítimo que las entidades financieras busquen conocer el comportamiento
pasado de los aspirantes a préstamos". Sentencia C-687 de 2002; M.P. Eduardo Montealegre Lynett (En
esta sentencia, la Corte declaró inexequible el artículo 19 de la Ley 716 de 2001, el cual fijaba un término
de caducidad de los datos financieros negativos de los deudores. La Corte consideró que tal asunto
regulaba directamente el derecho fundamental al habeas data, razón por la cual, al ser una ley ordinaria,
violaba la reserva de ley estatutaria). No obstante, "la consagración de un término de caducidad del dato
financiero regula estructuralmente el habeas data en materia financiera, pues establece las condiciones de
tiempo en que las personas pueden exigir que sea removida una información negativa, que figura en una
determinada base de datos" (Ibídem).
[153]Por ejemplo, en la Sentencia T-375 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), la Corte concedió una
tutela interpuesta por un fabricante de velas que había interpuesto una queja de carácter comercial contra
la accionada, razón por la cual ésta le había suspendido el suministro de la materia prima (parafina) que
requería para la elaboración de las velas. Esta Corporación constató que en la región sólo la accionada
distribuía parafina, de manera que la suspensión en el suministro, implicaba para el accionante la
imposibilidad de continuar con su actividad económica. La Corte sostuvo: "La posición dominante se
refiere a un poder de mercado que le permite a un agente económico actuar con independencia de sus
competidores, por lo menos dentro de un grado relativamente amplio y apreciable. El poder de mercado
implica menos participación colectiva en la fijación de precios y cantidades y, correlativamente, mayor
unilateralidad y relevancia de las decisiones que sobre estos extremos adopten las fuerzas dominantes
que, de llegar a ser avasallantes, sustituyen los mecanismos de mercado. Las normas sobre competencia
se enderezan a evitar concentraciones en los mercados y, desde este punto de vista, pueden proponerse
evitar que se den posiciones dominantes. Sin embargo, cuando estas se presentan o cuando la ley las
tolera, lo que puede obedecer a razones de eficiencia, lo que en modo alguno se puede permitir es que,
además de este factor de pérdida de competitividad, las personas o empresas en esa situación hagan un
uso abusivo de su posición dominante o restrinjan y debiliten aún más el nivel de competencia existente
(C.P. art., 333)".
[154]Por ejemplo, en la Sentencia T-604 de 1992; M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, la Corte Constitucional
decidió una tutela interpuesta por un accionante residente en una zona periférica de una ciudad que
consideraba que la omisión de la empresa transportadora encargada de prestar ese servicio público
vulneraba su derecho a la libre locomoción, pues no recorría toda la ruta asignada. La empresa prestadora
del servicio argumentó que no recorría el último tramo de la ruta asignada debido a que no era rentable.
Esta Corporación sostuvo que el transporte público era necesario para garantizar la vigencia de varios
derechos fundamentales, que la ruta en su totalidad era rentable y que por lo tanto la empresa tenía la
obligación constitucional de cubrir el recorrido completo.
[155]Por ejemplo, en la Sentencia T-425 de 1992 (M.P. Ciro Angarita Barón), la Corte conoció de una
tutela interpuesta por un accionante a quien se le había prohibido tener máquinas de juegos electrónicos
en un establecimiento de comercio, de acuerdo con las normas locales expedidas por el concejo
municipal respectivo. La Corte sostuvo que sólo el Congreso tiene facultades para limitar la libertad
económica de los ciudadanos.
[156] Por ejemplo, en la Sentencia T-437 de 2002 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa), la Corte concedió
la tutela interpuesta por una accionante cuyo vecindario era utilizado como terminal de una empresa de
transporte. Una de las razones que acompañaron la decisión consistió en que "la empresa accionada
utiliza el espacio público, de manera ilegítima y por fuera de lo contemplado en las normas pertinentes,
para fines meramente privados –la realización de una actividad empresarial".
[157]Este tema ha sido estudiado por la Corte en sentencias de ratificación de tratados internacionales. Al
respecto, consultar las sentencias C-178 de 1995 (M.P. Fabio Morón Díaz), C-334 de 2002 (M.P. Alvaro
Tafur Galvis) y C-581 de 2002 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández).
[158] Sentencia C-389 de 2002; M.P. Clara Inés Vargas Hernández, precitada.
[160]Agustín A. Gordillo. Tratado de Derecho Administrativo. Tomo I. Macchi Buenos aires. Tercera
Edición 1995. XV-3.
El inciso primero del artículo 371 de la C.P. indica: "El Banco de la República ejercerá las funciones
[161]
de banca central. Estará organizado como persona jurídica de derecho público, con autonomía
administrativa, patrimonial y técnica, sujeto a un régimen legal propio".
[162]El inciso segundo del artículo 371 de la C.P. dispone: "Serán funciones básicas del Banco de la
República: regular la moneda, los cambios internacionales y el crédito; emitir la moneda legal;
administrar las reservas internacionales; ser prestamista de última instancia y banquero de los
establecimientos de crédito, y servir como agente fiscal del gobierno".
[163]El artículo 372 de la C.P. dice: "La Junta Directiva del Banco de la República será la autoridad
monetaria, cambiaria y crediticia, conforme a las funciones que le asigne la ley. Tendrá a su cargo la
dirección y ejecución de las funciones del Banco y estará conformada por siete miembros, entre ellos el
Ministro de Hacienda, quien la presidirá. El Gerente del Banco será elegido por la junta directiva y será
miembro de ella".
[165] En los Estados Unidos el control del Congreso sobre algunos órganos de regulación independientes
se llegó a manifestar en lo que se denominó el "veto congresarial", es decir, en la facultad de un comité
del Congreso o de una de las Cámara de objetar una regulación general. Sin embargo, la Corte Suprema
de Justicia declaró inconstitucional que el poder de veto atribuido al Presidente de la República respecto
de los proyectos de ley fuera asignado por ley a una parte del Congreso respecto de regulaciones
emanadas de agencias independientes del Ejecutivo. Ver caso INS v. Chadha, 462 US 919 (1983).
[166]El artículo 71 de la Ley 142 de 1994 (parcialmente modificado por el artículo 1° de la Ley 373 de
1997) indica que las comisiones de regulación estarán integradas por: i) El Ministro respectivo o su
delegado, quien la presidirá; ii) Cuatro expertos comisionados de dedicación exclusiva, designados por el
Presidente de la República para períodos de tres años, reelegibles y no sujetos a las disposiciones que
regulan la carrera administrativa; y iii) El Director del Departamento Nacional de Planeación.
Adicionalmente, a la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento pertenece el ministro de
Salud y a la Comisión de Regulación de Energía y Gas el de Hacienda. El Superintendente de Servicios
Públicos o su delegado asiste a las comisiones únicamente con voz.
[167]El numeral 71.2 de la Ley 142 de 1994 señala que los comisionados serán "designados por el
Presidente de la República para períodos de tres años, reelegibles y no sujetos a las disposiciones que
regulan la carrera administrativa". Ver al respecto parágrafo 2° de art. 71: "Parágrafo 2°. Al vencimiento
del período de los expertos que se nombren, el Presidente no podrá reemplazar sino uno de ellos. Se
entenderá prorrogado por dos años más el período de quienes no sean reemplazados").
[168]En particular, el artículo 85 de la Ley 142 de 1994 prescribe: Contribuciones especiales. Con el fin de
recuperar los costos del servicio de regulación que preste cada comisión, y los de control y vigilancia que
preste el Superintendente, las entidades sometidas a su regulación, control y vigilancia, estarán sujetas a
dos contribuciones, que se liquidarán y pagarán cada año conforme a las siguientes reglas: 85.1. Para
definir los costos de los servicios que presten las comisiones y la Superintendencia, se tendrán en cuenta
todos los gastos de funcionamiento, y la depreciación, amortización u obsolescencia de sus activos, en el
período anual respectivo. 85.2. La superintendencia y las comisiones presupuestarán sus gastos cada año y
cobrarán dentro de los límites que enseguida se señalan, solamente la tarifa que arroje el valor necesario
para cubrir su presupuesto anual. La tarifa máxima de cada contribución no podrá ser superior al uno por
ciento (1%) del valor de los gastos de funcionamiento, asociados al servicio sometido a regulación, de la
entidad contribuyente en el año anterior a aquel en el que se haga el cobro, de acuerdo con los estados
financieros puestos a disposición de la Superintendencia y de las comisiones, cada una de las cuales e
independientemente y con base en su estudio fijarán la tarifa correspondiente. 85.3. Si en algún momento
las comisiones o la Superintendencia tuvieren excedentes, deberán reembolsarlos a los contribuyentes, o
abonarlos a las contribuciones del siguiente período, o transferirlos a la Nación, si las otras medidas no
fueran posibles. 85.4. El cálculo de la suma a cargo de cada contribuyente, en cuanto a los costos de
regulación, se hará teniendo en cuenta los costos de la comisión que regula el sector en el cual se
desempeña; y el de los costos de vigilancia, atendiendo a los de la Superintendencia. 85.5. La liquidación
y recaudo de las contribuciones correspondientes al servicio de regulación se efectuará por las comisiones
respectivas y las correspondientes al servicio de inspección, control y vigilancia estarán a cargo de la
Superintendencia. 85.6. Una vez en firme las liquidaciones deberán ser canceladas dentro del mes
siguiente. Se aplicará el mismo régimen de sanción por mora aplicable al impuesto sobre la renta y
complementarios, sin perjuicio de las demás sanciones de que trata esta ley. PARAGRAFO 1. Las
comisiones y la Superintendencia se financiaran exclusivamente con las contribuciones a las que se
refiere este artículo y con la venta de sus publicaciones. Sin embargo, el gobierno incluirá en el
presupuesto de la Nación apropiaciones suficientes para el funcionamiento de las comisiones y de la
Superintendencia durante los dos primeros años. PARAGRAFO 2. Al fijar las contribuciones especiales
se eliminarán, de los gastos de funcionamiento, los gastos operativos; en las empresas del sector eléctrico,
las compras de electricidad, las compras de combustibles y los peajes, cuando hubiere lugar a ello; y en
las empresas de otros sectores los gastos de naturaleza similar a éstos. Estos rubros podrán ser
adicionados en la misma proporción en que sean indispensables para cubrir faltantes presupuestales de las
comisiones y la superintendencia" (subrayado agregado al texto).
Sentencia C-180 de 1994; M.P. Hernando Herrera Vergara (En esta sentencia, la Corte Constitucional
[171]
conoció de la exequibilidad del proyecto de ley estatutaria de participación que habría de convertirse en la
Ley 134 de 1994 "Por la cual se dictan normas sobre mecanismos de participación ciudadana").
Bénédicte Delaunay. L’amélioration des rapports entre l’administration et les administrés. Librairie
[172]
Générale de Droit et de Jurisprudence. París, 1993, p. 38 y ss.
[173]En efecto, la Ley 142 de 1994 dispone en el numeral 2.8. del artículo 2° que el Estado intervendrá
para que haya "[m]ecanismos que garanticen a los usuarios el acceso a los servicios y su participación en
la gestión y fiscalización de su prestación"; el numeral 5.2 del artículo 5° establece que corresponde a los
concejos municipales "[a]segurar en los términos de esta Ley, la participación de los usuarios en la
gestión y fiscalización de las entidades que prestan los servicios públicos en el municipio"; el Capítulo I
del Título V de dicha ley tiene por título "Control social de los servicios públicos domiciliarios"; el
artículo 62 señala que "en todos los municipios deberán existir 'Comités de Desarrollo y Control Social
de los Servicios Públicos Domiciliarios' compuestos por usuarios, suscriptores o suscriptores potenciales
de uno o más de los servicios públicos a los que se refiere esta Ley, sin que por el ejercicio de sus
funciones se causen honorarios"; el artículo 63 define las funciones de tales comités: "63.1. Proponer a
las empresas de servicios públicos domiciliarios los planes y programas que consideren necesarios para
resolver las deficiencias en la prestación de los servicios públicos domiciliarios. 63.2. Procurar que la
comunidad aporte los recursos necesarios para la expansión o el mejoramiento de los servicios públicos
domiciliarios, en concertación con las empresas de servicios públicos domiciliarios y los municipios.
63.3. Solicitar la modificación o reforma de las decisiones que se adopten en materia de estratificación.
63.4. Estudiar y analizar el monto de los subsidios que debe conceder el municipio con sus recursos
presupuestales a los usuarios de bajos ingresos; examinar los criterios y mecanismos de reparto de esos
subsidios; y proponer las medidas que sean pertinentes para el efecto"; el artículo 80 trata sobre las
funciones de la Superintendencia de Servicios Públicos en relación con la participación de los usuarios;
por último, el numeral 105.5 del artículo 105 establece la necesidad de que se distinguirán las funciones
del Superintendente relativas a las entidades prestadoras de los servicios públicos de las dirigidas a
apoyar y garantizar la participación de los usuarios.
[174] La Corte constata que en el derecho comparado los Congresos han ejercido dicha potestad de
configuración de diferente manera. En un extremo se encuentra la experiencia norteamericana donde
existe una ley general de participación ciudadana (Administrative Procedure Act) en los procedimientos
de adopción de regulaciones generales (rule-making), en los procedimientos de resolución de cuestiones
particulares (adjudication) y en procedimientos que combinan ambos aspectos (hybrid procedures). La
formalidad de cada procedimiento varía, siendo mayor la del procedimiento de adjudicación
administrativa en casos particulares. En reformas sucesivas a la ley original se han introducido
mecanismos encaminados a promover la construcción de consenso en la adopción de la decisión y a
identificar los costos y los beneficios de cada nueva regulación. En los estados federados las leyes
estatales correspondientes también contienen significativas variantes. Ver Jim Rossi. The 1996 Revised
Florida Administrative Procedure Act: A Rulemaking Revolution or Counter-Revolution? Administrative
Law Review. Vol 49, Número 2 (1997), pág 345 y ss. En cambio, en Francia la participación en la toma
de decisiones administrativas ha avanzado por áreas, en lugar de partir de una ley de participación
administrativa general B. Delauray, op. cit., pág. 38 y ss.
[178]En efecto, sobre los servicios públicos domiciliarios, ver, entre otras. las siguientes sentencias sobre
servicios públicos domiciliarios: C-066 de 1997 (M.P. Fabio Morón Díaz), C-252 de 1997 (M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz), C-284 de 1997 (M.P. Antonio Barrera Carbonell), C-444 de 1998 (M.P. Hernando
Herrera Vergara), C-272 de 1998 (M.P. Alejandro Martínez Caballero), C-1162 (M.P. José Gregorio
Hernández Galindo), C-389 de 2002 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández con salvamentos de voto de los
Ms. Jaime Araujo Rentería y Alvaro Tafur Galvis) y C-041 de 2003 (M.P. Rodrigo Escobar Gil).
[179]Así se deduce de lo prescrito en los numerales 73.11 y 73.20 del artículo 73 de la Ley 142 de 1994,
de acuerdo con los cuales corresponde a las comisiones de regulación "señalar cuándo hay suficiente
competencia como para que la fijación de las tarifas sea libre" y "[d]eterminar, de acuerdo con la ley,
cuándo se establece el régimen de libertad regulada o libertad vigilada o señalar cuándo hay lugar a la
libre fijación de tarifas", respectivamente.
[180]La Corte Constitucional ha analizado en varias oportunidades los requisitos que garantizan que la
participación sea real y efectiva. Así por ejemplo, en la Sentencia C-350 de 1997 (M.P. Fabio Morón
Díaz), la Corte se pronunció sobre el derecho de los usuarios del servicio público de televisión de
participar en la definición de las políticas que lo rigen. Esta Corporación sostuvo que "es indiscutible que
la televisión afecta en términos sustantivos la vida diaria del individuo, y que, a través de ella, quienes
tengan acceso al uso del espectro electromagnético para fundar medios masivos de comunicación, tendrán
la posibilidad de permear el tejido social y de encauzar el derrotero del grupo o comunidad que toman
como “objeto”, afectando y determinando sus modelos de vida. De ahí que la participación de los
individuos que conforman esos determinados grupos o comunidades, en la definición de las políticas que
la rijan, en la ejecución de dichas políticas y en la prestación misma del servicio en términos de
programación, actividades todas en las que subyacen decisiones que los afectan, en el esquema de un
Estado social de derecho, se convierta en un imperativo, en un fin esencial del Estado […].De otra parte,
si se tiene en cuenta que la televisión es un servicio público, que como tal está supeditado a los mandatos
del artículo 369 de la Carta Política, se encuentra que es obligación ineludible del legislador determinar
“las formas de participación” de los usuarios del servicio, en la gestión y fiscalización del mismo y de las
entidades responsables de su prestación, con lo que se identifica un fundamento más de rango
constitucional para la realización del principio de participación, en lo que a la televisión se refiere, como
imperativo en el Estado social de derecho. Además, la realización de dicho principio encuentra otro
fundamento en la Carta Política, el consagrado en el artículo 270 superior que le atribuye al legislador la
responsabilidad de organizar las formas y sistemas de participación ciudadana, que permitan vigilar la
gestión pública que se cumpla en los diversos niveles administrativos, y sus resultados. Es decir, que en el
caso del servicio público de la televisión, el legislador tiene la responsabilidad de regular, a través del
diseño de mecanismos y sistemas eficaces, el principio de participación ciudadana, pues, dadas sus
características, la televisión es un servicio que afecta de manera sustancial e indiscriminada la vida de sus
usuarios, los cuales, dada la cobertura creciente del mismo, equivalen prácticamente a la totalidad de la
población". En esa ocasión la Corte declaró la exequibilidad del artículo 11 de la Ley 335 de 1996,
relativo al defensor del televidente, "en el entendido de que dicha norma no se refiere a ninguna forma de
participación ciudadana, para la gestión y fiscalización del servicio público de la televisión, ni la
desarrolla. Dicha forma de participación deberá ser regulada por el legislador en el menor tiempo
posible".
[182]Sobre este particular, la Corte expresó lo siguiente en la Sentencia C-616 de 2001 (M.P. Rodrigo
Escobar Gil): "Elemento característico de la libre competencia es la tensión que se presenta entre los
intereses opuestos de los agentes participantes en el mercado, cuyo mantenimiento exige la garantía de
ciertas libertades básicas, que algunos doctrinantes han condensado en: a) la necesidad que los agentes del
mercado puedan ejercer una actividad económica libre, con las excepciones y restricciones que por ley
mantiene el Estado sobre determinadas actividades. b) la libertad de los agentes competidores para
ofrecer, en el marco de la ley, las condiciones y ventajas comerciales que estimen oportunas, y c) la
libertad de los consumidores o usuarios para contratar con cualquiera de los agentes oferentes, los bienes
o servicios que requieren. […] La competencia es un principio estructural de la economía social del
mercado, que no sólo está orientada a la defensa de los intereses particulares de los empresarios que
interactúan en el mercado sino que propende por la protección del interés público, que se materializa en el
beneficio obtenido por la comunidad de una mayor calidad y unos mejores precios de los bienes y
servicios que se derivan como resultado de una sana concurrencia".
Se advierte que la anterior, es la descripción de un mercado simple, en el que sólo se toma el precio
[183]
de venta como factor de diferenciación entre bienes o servicios ofrecidos en el mercado. Un análisis más
complejo incluye otras variables como calidad del producto, condiciones de venta, preferencias del
consumidos, innovación tecnológica, entre muchos otros factores.
[184] Ver, por ejemplo: Philip Hardwick, Bahadur Khan and John Langmead. "Economía moderna".
Minerva Ediciones; Madrid, 1994. En particular, en el Capítulo II, "La producción", se analiza el tema
relativo a los costos decrecientes de producción en el largo plazo.
[185]Así, por ejemplo, El numeral 67.2 del artículo 67 de la Ley 142 de 1994 prevé que corresponde al
Ministerio de Minas y Energía, al de Comunicaciones y al de Desarrollo "[e]laborar máximo cada cinco
años un plan de expansión de la cobertura del servicio público que debe tutelar el ministerio, en el que se
determinen las inversiones públicas que deben realizarse, y las privadas que deben estimularse".
[186] El artículo 97 de la Ley 142 de 1994 dispone: "Masificación del uso de los servicios públicos
domiciliarios. Con el propósito de incentivar la masificación de estos servicios las empresas prestatarias
de los mismos otorgarán plazos para amortizar los cargos de la conexión domiciliaria, incluyendo la
acometida y el medidor, los cuales serán obligatorios para los estratos 1, 2 y 3. En todo caso, los costos de
conexión domiciliaria, acometida y medidor de los estratos 1, 2 y 3 podrán ser cubiertos por el municipio,
el departamento o la nación a través de aportes presupuestales para financiar los subsidios otorgados a los
residentes de estos estratos que se beneficien con el servicio y, de existir un saldo a favor de la persona
prestadora del servicio, se aplicarán los plazos establecidos en el inciso anterior, los cuales, para los
estratos 1, 2 y 3, por ningún motivo serán inferiores a tres (3) años, salvo por renuncia expresa del
usuario".
[187]El artículo 89 de la Ley 142 de 1994 versa sobre la "[a]plicación de los criterios de solidaridad y
redistribución de ingresos". La Corte se abstiene de citarlo integralmente debido a su extensión pero
transcribe su inciso primero: "Las comisiones de regulación exigirán gradualmente a todos quienes
prestan servicios públicos que, al cobrar las tarifas que estén en vigencia al promulgarse esta Ley,
distingan en las facturas entre el valor que corresponde al servicio y el factor que se aplica para dar
subsidios a los usuarios de los estratos 1 y 2. Igualmente, definirán las condiciones para aplicarlos al
estrato 3".
[188] Sentencia C-252 de 1997; M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz (En este fallo, la Corte Constitucional
declaró la exequibilidad de varios de los artículos de la Ley 142 de 1994 en los que se desarrollan los
criterios y mecanismos de los subsidios para los usuarios de los sectores de menores ingresos, tengan
acceso al consumo básico de los servicios. Dicho fallo analizó las semejanzas que ha y entre el principio
de equidad tributaria y el de solidaridad en materia de servicios públicos).
[189]En la Sentencia C-252 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), la Corte analizó las similitudes
entre el sistema tributario y el sistema tarifario de los servicios públicos y puso de presente que el
principio de equidad del primero se manifiesta en tanto que principio de solidaridad del segundo. Esta
Corporación indicó lo siguiente en esa ocasión: "No cabe duda de que en materia impositiva la
Constitución defiere al legislador una amplia capacidad para establecer los tributos y fijar los sujetos
activos y pasivos, los hechos imponibles, las bases gravables y las tarifas (C.P., arts 150-12 y 338). La
cláusula de libertad impositiva, se reitera en el tema de las tarifas de las tasas y contribuciones que las
autoridades pueden cobrar a los contribuyentes, a título de recuperación de los costos en razón de los
servicios que les presten, en cuyo caso compete a la ley, las ordenanzas o acuerdos, definir el sistema y el
método para calcular tales costos y beneficios, y la forma de hacer su reparto. No obstante, la cláusula de
libertad impositiva, como atribución constitucional radicada en los órganos de representación popular,
está sujeta a varios límites de orden formal y material. Uno de ellos se deriva de las exigencias de los
artículos 95-9 y 363 de la C.P., que obligan a que el sistema tributario se base en los principios de
equidad, eficiencia, progresividad y seguridad (no retroactividad). Las normas tributarias están urgidas de
legitimidad formal y sustancial. A la primera responde el procedimiento democrático que debe observarse
para la aprobación de los tributos y contribuciones fiscales y parafiscales. La segunda sólo se satisface en
la medida en que el deber tributario se enmarque en los conceptos de equidad, justicia y seguridad. De
esto último se sigue una claro límite a la función impositiva y la habilitación correlativa a la jurisdicción
constitucional para controlar sustancialmente, de conformidad con los señalados criterios, la obra
legislativa".
[190]El artículo 10 de la Ley 142 de 1994 contempla: "Libertad de empresa. Es derecho de todas las
personas organizar y operar empresas que tengan por objeto la prestación de los servicios públicos, dentro
de los límites de la Constitución y la ley" (Nota adicionada en el proceso D-4194).
[191]Sentencia C-041 de 2003; M.P. Jaime Córdoba Triviño (En esta sentencia, la Corte Constitucional
declaró la exequibilidad del cobro de un costo fijo por los servicios públicos en tanto que factor tarifario.
También analizó algunos de los criterios que se deben observar para la fijación de las tarifas).
[193] En efecto, esta Corporación ha señalado que:"[l]os servicios públicos como instancia y técnica de
legitimación, no son fruto de la decisión discrecional del poder público sino aplicación concreta del
principio fundamental de la solidaridad social (arts. 1 y 2 de la C.P.). A través de la noción de servicio
público el Estado tiene el principal instrumento para alcanzar la justicia social y promover condiciones de
igualdad real y efectiva. Su prestación comporta una transferencia de bienes económicos y sociales con
base en el principio de justicia redistributiva que, mediante el pago discriminado de los servicios públicos
según estratos y en función de la capacidad económica del usuario, permite un cubrimiento a sectores
marginados que, en otras circunstancias, no tendrían acceso a los beneficios del desarrollo económico. De
esta forma se garantizan las condiciones materiales para el libre desarrollo de la personalidad (CP art. 16)
y para la consecución de una igualdad real y efectiva (CP art. 13) de toda la población" (Sentencia T-001
de 1998; M.P. Antonio Barrera Carbonell, la cual a su vez cita la Sentencia T-540 de 1992; M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz).
[194] En efecto, la Corte ha puesto de presente que "La Constitución de 1991 consagra disposiciones
relativas a la eficiente prestación de los servicios públicos domiciliarios, y establece la posibilidad de que
haya participación cívica y comunitaria en la gestión y fiscalización de las empresas estatales que los
prestan. Al ser ésta una actividad que afecta directamente la vida de las personas, encaminada a satisfacer
necesidades primarias de todos, y que debe responder en todos los casos a la prevalencia del interés
general, como corresponde a la esencia misma del Estado Social de Derecho. La finalidad de la
participación cívica y comunitaria, de conformidad con la Carta, fundamentalmente es que las personas se
vinculen a la toma de decisiones públicas que las afecten, y en particular en el asunto sub exámine, tal
participación está orientada a la gestión y fiscalización en las empresas estatales que presten el servicio
(Sentencia C-585 de 1995; M.P. Hernando Herrera Vergara. En esta sentencia, la Corte analizó algunos
aspectos de los mecanismos de participación que prevé la Ley 142 de 1994).
En el mismo sentido, por vía de tutela, la Corte Constitucional había advertido el significado que la
Constitución da a la participación de los usuarios de los servicios públicos en su gestión y fiscalización.
En efecto, esta Corporación sostuvo que "[l]a participación del usuario en la gestión y fiscalización de los
servicios públicos permite al individuo experimentar personalmente las ventajas de su pertenencia al
Estado social de derecho. En la práctica, sin embargo, la posición del ciudadano en la gestión de los
servicios públicos deja mucho que desear. Históricamente ha primado una visión despótica del Estado que
excluye a los particulares de participar en las decisiones que afectan su vida diaria. La instauración que
una democracia participativa debe poner fin a esta situación. No obstante, no basta para asegurar la
participación ciudadana, la mera consagración positiva de derechos constitucionales sino que, además, es
necesario un desarrollo legislativo que involucre un sistema eficaz de recursos ágiles y sumarios y de
mecanismos de participación efectiva. La democracia participativa como principio, finalidad y forma de
gobierno (CP Preámbulo, arts. 1 y 2) exige la intervención de los ciudadanos en todas las actividades
confiadas a los gobernantes para garantizar la satisfacción de las necesidades crecientes de la población.
Sin la participación activa de los ciudadanos en el gobierno de los propios asuntos, el Estado se expone a
una pérdida irrecuperable de legitimidad como consecuencia de su inactividad frente a las cambiantes y
particulares necesidades de los diferentes sectores de la sociedad. Para hacer realidad el fin esencial de
Estado de "facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica,
política, administrativa y cultural de la Nación" (CP art. 2), el Constituyente previó la posibilidad de que
la ciudadanía participe, a través de organizaciones representativas de usuarios y consumidores, en el
proceso legislativo de regulación de los servicios públicos (CP art. 78), así como en la gestión y
fiscalización de las empresas estatales encargadas de su prestación (CP arts. 369 y 48 transitorio). La
Constitución no consagra un derecho fundamental a participar en la toma de decisiones administrativas
en materia de servicios públicos. Corresponde al legislador consagrar tales derechos y desarrollar los
mecanismos de participación de conformidad con el marco constitucional que regula la materia"
(Sentencia T-540 de 1992; M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
[196] La Corte subraya que si bien con la Ley 489 de 1998 se abrieron canales importantes de
participación, ninguno de ellos hace referencia directa al procedimiento para la fijación de las fórmulas
tarifarias de los servicios públicos. En todo caso, se observa que el artículo 3° de dicha ley señala:
"Principios de la función administrativa. La función administrativa se desarrollará conforme a los
principios constitucionales, en particular los atinentes a la buena fe, igualdad, moralidad, celeridad,
economía, imparcialidad, eficacia, eficiencia, participación, publicidad, responsabilidad y transparencia.
Los principios anteriores se aplicarán, igualmente, en la prestación de servicios públicos, en cuanto fueren
compatibles con su naturaleza y régimen". Sin embargo, el artículo 46 de la misma prevé: "Comisiones de
Regulación. Las comisiones que cree la ley para la regulación, de los servicios públicos domiciliarios
mediante asignación de la propia ley o en virtud de delegación por parte del Presidente de la República,
para promover y garantizar la competencia entre quienes los presten, se sujetarán en cuanto a su
estructura, organización y funcionamiento a lo dispuesto en los correspondientes actos de creación".
[197]Sobre este particular, es del caso tener en cuenta que, de acuerdo con el numeral 73.20 del artículo 73
de la Ley 142 de 1994, corresponde a las comisiones de regulación "[d]eterminar, de acuerdo con la ley,
cuándo se establece el régimen de libertad regulada o libertad vigilada o señalar cuándo hay lugar a la
libre fijación de tarifas".
Sentencia C-580 de 1992 (M.P. Fabio Morón Díaz) reiterada por la Sentencia C-041 de 2003 (M.P.
[198]
Jaime Córdoba Triviño).
Sentencia C-263 de 1996, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell (En esta sentencia la Corte declaró
[199]
exequibles las expresiones de los artículos 154 y 159 de la Ley 142 de 1994 que regulaban lo
concerniente al recurso de apelación ante las empresas prestadoras de servicios públicos domiciliarios).
[200]Sentencia C-389 de 2002; M.P. Clara Inés Vargas Hernández (En este fallo, la Corte analizó las
características del contrato de prestación de servicios públicos y resaltó la necesidad de que las partes
cumplan con sus respectivas obligaciones).
[201] En la Sentencia C-389 de 2002, la Corte Constitucional declaró la exequibilidad del cobro de
intereses de mora al usuario que se retrase en el pago del servicio previsto en el artículo 128 de la Ley 142
de 1994, siempre y cuando al usuario residencial se le apliquen las normas sobre intereses moratorios
contenidas en el Código Civil.
[202]La Corte Constitucional ha señalado lo siguiente sobre la suspensión de los servicios públicos
domiciliarios a los usuarios que incumplen su obligación de pagar, y las consecuencias que se derivan en
caso de que la empresa prestadora no los suspenda: "Aunque no corresponde a un enunciado
constitucional, puede en el plano legal estimarse plausible la tesis según la cual las empresas de servicios
públicos pierden su derecho a exigir del propietario el pago total de la deuda causada por la prestación de
un servicio cuando han omitido suspenderlo luego de que el usuario ha incumplido en el pago de tres
facturas. La ley impone a las empresas la obligación de suspender el suministro, a más tardar, en ese
momento. Y si la empresa no lo hace, debe asumir los riesgos que ello le genera". (Sentencia T-1016 de
1999; M.P. Carlos Gaviria Díaz).
[203]En la sentencia T-881 de 2002 (M.P. Eduardo Montealegre Lynett) la Corte afirmó que la situación
financiera de las empresas de servicios públicos es esencial para la prestación los servicios públicos
domiciliarios de manera efectiva y viable. Al respecto dice la providencia: "al verse comprometida la
prestación del servicio público en condiciones de regularidad, calidad y universalidad, la situación
patrimonial de las empresas de servicios públicos, de la que depende la operatividad del sistema y la
prestación del servicio, pasa de ser un asunto exclusivamente patrimonial y privado a un asunto de
extrema importancia pública y social".
[204] Sentencia T-517 de 1994; M.P. Hernando Herrera Vergara.
[205]En la sentencia C-389 de 2002 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández), la Corte declaró exequible el
artículo 141 de la Ley 142 de 1994 que permite a la empresa de servicio público tener por resuelto el
contrato y proceder al corte del servicio, en casos como una reiterada suspensión del servicio por falta de
pago o la existencia de fraude. En el mismo sentido ver, entre otras, la sentencia T-598 de 2002 (M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa), en la cual la Corte negó una acción tutela a un padre de familia que había
dejado de pagar el servicio de agua.
[206]Sentencia T-1016 de 1999; M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz (En esta sentencia, la Corte negó la tutela
solicitada por una propietaria a quien la empresa de energía había suspendido el servicio, por haber
incumplido el pago de varias facturas. La Corporación sostiene que, en el caso en que el propietario no
tenga conocimiento del incumplimiento del inquilino o arrendatario, la empresa prestadora no puede
suspender el servicio después de que, a causa de la omisión por parte de la misma, dejó acumular una
deuda cuyo monto no puede ser cubierto por el propietario. Sin embargo, la Corte constata que en este
caso la propietaria sí tenía conocimiento del incumplimiento del arrendatario y se abstuvo de solicitar la
suspensión del servicio. También constató la Corte que la propietaria misma dejó de pagar más de tres
facturas). En el mismo sentido, pueden consultarse, entre otras, la Sentencia T-927 de 1999 (M.P. Carlos
Gaviria Díaz); la Sentencia T-1432 de 2000 (M.P. Antonio Barrera Carbonell); la Sentencia T-334 de 2001
(M.P. Jaime Córdoba Triviño); y la Sentencia T-1225 de 2001 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández). En
estas sentencias la Corte señaló que las empresas prestadoras de servicios no pueden cortar el servicio a
un propietario por causa del incumplimiento de las obligaciones adquiridas por el arrendatario o usuario
anterior, en los casos en los que la misma empresa omitió suspender el servicio después de que el usuario
había dejado de cancelar tres facturas. En el mismo sentido, la Sentencia C-493 de 1997 (M.P. Alejandro
Martínez Caballero) declaró exequible la expresión "El propietario del inmueble, el suscriptor y los
usuarios del servicio son solidarios en sus obligaciones y derechos en el contrato de servicios públicos.",
del artículo 130 de la Ley 142 de 1994, bajo los entendidos mencionados anteriormente.
Así, la sentencia T-953 de 2002 (M.P. Alvaro Tafur Galvis) tuteló los derechos a la igualdad y al
[207]
debido proceso de un usuario moroso del servicio de energía, contra quien se había seguido un
procedimiento diferente para cortarle el servicio que el adelantado para los arrendatarios anteriores, con
quienes la empresa fue más condescendiente.
[208]Sentencia T-1150 de 2001, (M.P. Alvaro Tafur Galvis) adujo: "(L)as empresas de servicios públicos
domiciliarios bien pueden suspender el servicio que prestan a los usuarios, porque tal proceder lo autoriza
el artículo 140 de la Ley 142 de 1994, pero para ello los recursos interpuestos por el usuario deben haber
sido resueltos en tal sentido, lo que exige, como lo dispone la ley en cita, i) que la empresa relacione con
la suspensión hasta tres de los últimos periodos pendientes de pago, ii) que el usuario haya sido enterado
de que el servicio será suspendido, mediante escrito enviado por correo, publicado o entregado, o
mediante comunicación verbal, de lo que se dejará constancia, iii) si enterado de la decisión el usuario
eleva petición, presenta queja o reclamación, de ser necesario, la empresa decretará pruebas con el objeto
de dilucidar las diferencias de información o de apreciación y, culminado el debate probatorio, la misma
terminará su actuación con la expedición del acto administrativo que corresponda, el que también deberá
notificarse para que el usuario, si lo considera, interponga los recursos de reposición y de apelación."
[209]Así, la sentencia T-485 de 2001 (M.P. Jaime Córdoba Triviño) tutela el derecho al debido proceso de
una persona que debía 28 meses de facturas de agua, pues suspendió el servicio sin haber respondido a los
recursos interpuestos por el propietario.
[210]Sentencia T-730 de 2002; M.P. Manuel José Cepeda Espinosa (En esta providencia, la Corte tuteló
los derechos al debido proceso, en conexidad con el principio de la buena fe, de un propietario a quien
había sido restituido un inmueble cuyos servicios se encontraban suspendidos. Esto, pues los arrendatarios
anteriores no habían pagado los servicios públicos domiciliarios, sin que la empresa hubiere suspendido a
tiempo el servicio. La Corte ordena a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá la reconexión
del servicio de acueducto).
[211]El artículo 9º de la Ley 142 de 1994 dispone lo siguiente: "Derecho de los usuarios. Los usuarios de
los servicios públicos tienen derecho, además de los consagrados en el Estatuto Nacional del Usuario y
demás normas que consagren derechos a su favor. 9.1. Obtener de las empresas la medición de sus
consumos reales mediante instrumentos tecnológicos apropiados, dentro de plazos y términos que para los
efectos fije la comisión reguladora, con atención a la capacidad técnica y financiera de las empresas o las
categorías de los municipios establecida por la ley. 9.2. La libre elección del prestador del servicio y del
proveedor de los bienes necesarios para su obtención o utilización. 9.3. Obtener los bienes y servicios
ofrecidos en calidad o cantidad superior a las proporcionadas de manera masiva, siempre que ello no
perjudique a terceros y que el usuario asuma los costos correspondientes. 9.4. Solicitar y obtener
información completa, precisa y oportuna, sobre todas las actividades y operaciones directas o indirectas
que se realicen para la prestación de los servicios públicos, siempre y cuando no se trate de información
calificada como secreta o reservada por la ley y se cumplan los requisitos y condiciones que señale la
Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. Parágrafo. Las Comisiones Reguladoras, en el
ejercicio de las funciones conferidas por las normas vigentes, no podrá desmejorar los derechos de los
usuarios reconocidos por la ley".
[212] A continuación se transcriben las normas en cuestión. El artículo 133 de la Ley 142 de 1994
prescribe: "Recursos de los usuarios. Toda persona o grupo de personas podrá solicitar revisión del
estrato que se le asigne. Los reclamos serán atendidos y resueltos en primera instancia por el comité de
estratificación en el término de dos meses y las reposiciones por la Superintendencia de Servicios
Públicos Domiciliarios".
[213] El artículo 131 de la Ley 142 de 1994 prescribe: "Deber de informar sobre las condiciones uniformes.
Es deber de las empresas de servicios públicos informar con tanta amplitud como sea posible en el
territorio donde prestan sus servicios, acerca de las condiciones uniformes de los contratos que ofrecen.
Las empresas tienen el deber de disponer siempre de copias de las condiciones uniformes de sus
contratos; el contrato adolecerá de nulidad relativa si se celebra sin dar una copia al usuario que la
solicite.
[214] El artículo 133 de la Ley 142 de 1994 prescribe: "Abuso de la posición dominante. Se presume que
hay abuso de la posición dominante de la empresa de servicios públicos, en los contratos a los que se
refiere este libro, en las siguientes cláusulas: 133.1. Las que excluyen o limitan la responsabilidad que
corresponde a la empresa de acuerdo a las normas comunes; o las que trasladan al suscriptor o usuario la
carga de la prueba que esas normas ponen en cabeza de la empresa; 133.2. Las que dan a la empresa la
facultad de disolver el contrato o cambiar sus condiciones o suspender su ejecución, o revocar o limitar
cualquier derecho contractual del suscriptor o usuario, por razones distintas al incumplimiento de este o a
fuerza mayor o caso fortuito; 133.3. Las que condicionan al consentimiento de la empresa de servicios
públicos el ejercicio de cualquier derecho contractual o legal del suscriptor o usuario; 133.4. Las que
obligan al suscriptor o usuario a recurrir a la empresa de servicios públicos o a otra persona determinada
para adquirir cualquier bien o servicio que no tenga relación directa con el objeto del contrato, o le limitan
su libertad para escoger a quien pueda proveerle ese bien o servicio; o lo obligan a comprar más de lo que
necesite; 133.5. Las que limitan la libertad de estipulación del suscriptor o usuario en sus contratos con
terceros, y las que lo obligan a comprar sólo a ciertos proveedores. Pero se podrá impedir, con permiso
expreso de la comisión, que quien adquiera un bien o servicio a una empresa de servicio público a una
tarifa que sólo se concede a una clase de suscriptor o usuarios, o con subsidios, lo revenda a quienes
normalmente habrían recibido una tarifa o un subsidio distinto; 133.6. Las que imponen al suscriptor o
usuario una renuncia anticipada a cualquiera de los derechos que el contrato le concede; 133.7. Las que
autorizan a la empresa o a un delegado suyo a proceder en nombre del suscriptor o usuario para que la
empresa pueda ejercer alguno de los derechos que ella tiene frente al suscriptor o usuario; 133.8. Las que
obligan al suscriptor o usuario a preparar documentos de cualquier clase, con el objeto de que el
suscriptor o usuario tenga que asumir la carga de una prueba que, de otra forma, no le correspondería;
133.9. Las que sujetan a término o a condición no previsto en la ley el uso de los recursos o de las
acciones que tiene el suscriptor o usuario; o le permiten a la empresa hacer oponibles al suscriptor o
usuario ciertas excepciones que, de otra forma, le serían inoponibles; o impiden al suscriptor o usuario
utilizar remedios judiciales que la ley pondría a su alcance; 133.10. Las que confieren a la empresa
mayores atribuciones que al suscriptor o usuario en el evento de que sea preciso someter a decisiones
arbitrales o de amigables componedores las controversias que surjan entre ellos; 133.11. Las que
confieren a la empresa la facultad de elegir el lugar en el que el arbitramento o la amigable composición
han de tener lugar, o escoger el factor territorial que ha de determinar la competencia del juez que
conozca de las controversias; 133.12. Las que confieren a la empresa plazos excesivamente largos o
insuficientemente determinados para el cumplimiento de una de sus obligaciones, o para la aceptación de
una oferta; 133.13. Las que confieren a la empresa la facultad de modificar sus obligaciones cuando los
motivos para ello sólo tienen en cuenta los intereses de la empresa; 133.14. Las que presumen cualquier
manifestación de voluntad en el suscriptor o usuario, a no ser que: a.- Se dé al suscriptor o usuario un
plazo prudencial para manifestarse en forma explícita, y b.- Se imponga a la empresa la obligación de
hacer saber al suscriptor o usuario el significado que se atribuiría a su silencio, cuando comience el plazo
aludido; 133.15. Las que permiten presumir que la empresa ha realizado un acto que la ley o el contrato
consideren indispensable para determinar el alcance o la exigibilidad de las obligaciones y derechos del
suscriptor o usuario; y las que la eximan de realizar tal acto; salvo en cuanto esta ley autorice lo contrario;
133.16. Las que permiten a la empresa, en el evento de terminación anticipada del contrato por parte del
suscriptor o usuario, exigir a éste: a.- Una compensación excesivamente alta por el uso de una cosa o de
un derecho recibido en desarrollo del contrato, o b.- Una compensación excesivamente alta por los gastos
realizados por la empresa para adelantar el contrato; o c.- Que asuma la carga de la prueba respecto al
monto real de los daños que ha podido sufrir la empresa, si la compensación pactada resulta excesiva;
133.17. Las que limitan el derecho del suscriptor o usuario a pedir la resolución del contrato, o perjuicios,
en caso de incumplimiento total o parcial de la empresa; 133.18. Las que limiten la obligación de la
empresa a hacer efectivas las garantías de la calidad de sus servicios y de los bienes que entrega; y las que
trasladan al suscriptor o usuario una parte cualquiera de los costos y gastos necesarios para hacer efectiva
esa garantía; y las que limitan el plazo previsto en la ley para que el suscriptor o usuario ponga de
presente los vicios ocultos de los bienes y servicios que recibe; 133.19. Las que obligan al suscriptor o
usuario a continuar con el contrato por mas de dos años, o por un plazo superior al que autoricen las
comisiones por vía general para los contratos con grandes suscriptores o usuarios; pero se permiten los
contratos por término indefinido. 133.20. Las que suponen que las renovaciones tácitas del contrato se
extienden por períodos superiores a un año; 133.21. Las que obligan al suscriptor o usuario a dar preaviso
superior a dos meses para la terminación del contrato, salvo que haya permiso expreso de la comisión;
133.22. Las que obligan al suscriptor o usuario a aceptar por anticipado la cesión que la empresa haga del
contrato, a no ser que en el contrato se identifique al cesionario o que se reconozca al cedido la facultad
de terminar el contrato; 133.23. Las que obliguen al suscriptor o usuario a adoptar formalidades poco
usuales o injustificadas para cumplir los actos que le corresponden respecto de la empresa o de terceros;
133.24. Las que limitan el derecho de retención que corresponda al suscriptor o usuario, derivado de la
relación contractual; 133.25. Las que impidan al suscriptor o usuario compensar el valor de las
obligaciones claras y actualmente exigibles que posea contra la empresa; 133.26. Cualesquiera otras que
limiten en tal forma los derechos y deberes derivados del contrato que pongan en peligro la consecución
de los fines del mismo, tal como se enuncian en el artículo 126 de esta ley. La presunción de abuso de la
posición dominante puede desvirtuarse si se establece que las cláusulas aludidas, al considerarse en el
conjunto del contrato, se encuentran equilibradas con obligaciones especiales que asume la empresa. La
presunción se desvirtuará, además, en aquellos casos en que se requiera permiso expreso de la comisión
para contratar una de las cláusulas a las que este artículo se refiere, y ésta lo haya dado. Si se anula una de
las cláusulas a las que se refiere este artículo, conservarán, sin embargo, su validez todas las demás que no
hayan sido objeto de la misma sanción. Cuando una comisión haya rendido concepto previo sobre un
contrato de condiciones uniformes, o sobre sus modificaciones, el juez que lo estudie debe dar a ese
concepto el valor de una prueba pericial firme, precisa, y debidamente fundada".
[215]El artículo 136 de la Ley 142 de 1994 prescribe: "Concepto de falla en la prestación del servicio. La
prestación continua de un servicio de buena calidad, es la obligación principal de la empresa en el
contrato de servicios públicos. El incumplimiento de la empresa en la prestación continua del servicio se
denomina, para los efectos de esta ley, falla en la prestación del servicio. La empresa podrá exigir, de
acuerdo con las condiciones uniformes del contrato, que se haga un pago por conexión para comenzar a
cumplir el contrato; pero no podrá alegar la existencia de controversias sobre el dominio del inmueble
para incumplir sus obligaciones mientras el suscriptor o usuario cumpla las suyas".
[216]El artículo 147 de la Ley 142 de 1994 prescribe: "Naturaleza y requisitos de las facturas. Las facturas
de los servicios públicos se pondrán en conocimiento de los suscriptores o usuarios para determinar el
valor de los bienes y servicios provistos en desarrollo del contrato de servicios públicos. En las facturas
en las que se cobren varios servicios, será obligatorio totalizar por separado cada servicio, cada uno de los
cuales podrá ser pagado independientemente de los demás con excepción del servicio público domiciliario
de aseo y demás servicios de saneamiento básico. Las sanciones aplicables por no pago procederán
únicamente respecto del servicio que no sea pagado. En las condiciones uniformes de los contratos de
servicios públicos podrá preverse la obligación para el suscriptor o usuario de garantizar con un título
valor el pago de las facturas a su cargo. PARAGRAFO. Cuando se facturen los servicios de saneamiento
básico y en particular los de aseo público y alcantarillado, conjuntamente con otro servicio público
domiciliario, no podrá cancelarse este último con independencia de los servicios de saneamiento básico,
aseo o alcantarillado, salvo en aquellos casos en que exista prueba de mediar petición, queja o recurso
debidamente interpuesto ante la entidad prestataria del servicio de saneamiento básico, aseo o
alcantarillado".
[217]El artículo 152 de la Ley 142 de 1994 prescribe: "Derecho de petición y de recurso. Es de la esencia
del contrato de servicios públicos que el suscriptor o usuario pueda presentar a la empresa peticiones,
quejas y recursos relativos al contrato de servicios públicos. Las normas sobre presentación, trámite y
decisión de recursos se interpretarán y aplicarán teniendo en cuenta las costumbres de las empresas
comerciales en el trato con su clientela, de modo que, en cuanto la ley no disponga otra cosa, se proceda
de acuerdo con tales costumbres". El artículo 153 de la misma, señala: "De la oficina de peticiones y
recursos. Todas las personas prestadoras de servicios públicos domiciliarios constituirán una "oficina de
peticiones, quejas y recursos", la cual tiene la obligación de recibir, atender, tramitar y responder las
peticiones o reclamos y recursos verbales o escritos que presenten los usuarios, los suscriptores o los
suscriptores potenciales en relación con el servicio o los servicios que presta dicha empresa. Estas
"oficinas" llevarán una detallada relación de las peticiones y recursos presentados y del trámite y las
respuestas que dieron. Las peticiones y recursos serán tramitados de conformidad con las normas vigentes
sobre el derecho de petición. El artículo 154 prescribe: "De los recursos. El recurso es un acto del
suscriptor o usuario para obligar a la empresa a revisar ciertas decisiones que afectan la prestación del
servicio o la ejecución del contrato. Contra los actos de negativa del contrato, suspensión, terminación,
corte y facturación que realice la empresa proceden el recurso de reposición, y el de apelación en los
casos en que expresamente lo consagre la ley. No son procedentes los recursos contra los actos de
suspensión, terminación y corte, si con ellos se pretende discutir un acto de facturación que no fue objeto
de recurso oportuno. El recurso de reposición contra los actos que resuelvan las reclamaciones por
facturación debe interponerse dentro de los cinco (5) días siguientes a la fecha de conocimiento de la
decisión. En ningún caso, proceden reclamaciones contra facturas que tuviesen más de cinco (5) meses de
haber sido expedidas por las empresas de servicios públicos. De los recursos de reposición y apelación
contra los demás actos de la empresa que enumera el inciso primero de este artículo debe hacerse uso
dentro de los cinco días siguientes a aquel en que la empresa ponga el acto en conocimiento del suscriptor
o usuario, en la forma prevista en las condiciones uniformes del contrato. Estos recursos no requieren
presentación personal ni intervención de abogado aunque se emplee un mandatario. Las empresas deberán
disponer de formularios para facilitar la presentación de los recursos a los suscriptores o usuarios que
deseen emplearlos. La apelación se presentará ante la superintendencia". El artículo 155 reza: "Del pago y
de los recursos. Ninguna empresa de servicios públicos podrá exigir la cancelación de la factura como
requisito para atender un recurso relacionado con ésta. Salvo en los casos de suspensión en interés del
servicio, o cuando esta pueda hacerse sin que sea falla del servicio, tampoco podrá suspender, terminar o
cortar el servicio, hasta tanto haya notificado al suscriptor o usuario la decisión sobre los recursos
procedentes que hubiesen sido interpuestos en forma oportuna. Sin embargo, para recurrir el suscriptor o
usuario deberá acreditar el pago de las sumas que no han sido objeto de recurso, o del promedio del
consumo de los últimos cinco períodos. El artículo 156 indica: "De las causales y trámite de los recursos.
Los recursos pueden interponerse por violación de la ley o de las condiciones uniformes del contrato. En
las condiciones uniformes de los contratos se indicará el trámite que debe darse a los recursos, y los
funcionarios que deben resolverlos". El artículo 157 señala: "De la asesoría al suscriptor o usuario en el
recurso. Las personerías municipales deberán asesorar a los suscriptores o usuarios que deseen presentar
recursos, cuando lo soliciten personalmente".
[220]Leyes Número 83-675 de 1983, 83-634 97-135 de 1983 y 97-135 de 1997, en Pierres Esplugas, Le
Service Public, Dalloz, 2002, 2da edición, p. 91.
[221]Sentencias del Consejo Constitucional No 105 DC de 26 de Julio de 1979, y del Consejo de Estado
del 6 de noviembre de 1985 asunto del Ministerio de Transporte contra Cie TAT., en Esplugas, op. cit. p.
26 y 27.
[222]Sentencia del Consejo de Estado, 10 de Mayo de 1974, asunto Denoyez et Chorques, en Esplugas
op.cit. p.28 y 29
[223] Sentencia del Consejo de Estado, 25 de julio de 1969, asunto Vincent, en Esplugas, op.cit. p. 94.
[224]Sentencia T-1108 de 2002 (MP Alvaro Tafur Galvis). El procedimiento para suspender el servicio
está dispuesto en los artículos 130, 140, 152, 153 y 154 Ley 142 de 1994, artículos 18 y 19 Ley 689 de
2001; 44 y 47 C.C.A.- Los artículos 18 y 19 de la Ley 689 disponen: "Modifícase el artículo 130 de la
Ley 142 de 1994, el cual quedará así: 'Artículo 130. Partes del contrato. Son partes del contrato la
empresa de servicios públicos, el suscriptor y/o usuario. El propietario o poseedor del inmueble, el
suscriptor y los usuarios del servicio son solidarios en sus obligaciones y derechos en el contrato de
servicios públicos. Las deudas derivadas de la prestación de los servicios públicos podrán ser cobradas
ejecutivamente ante la jurisdicción ordinaria o bien ejerciendo la jurisdicción coactiva por las empresas
industriales y comerciales del Estado prestadoras de servicios públicos. La factura expedida por la
empresa y debidamente firmada por el representante legal de la entidad prestará mérito ejecutivo de
acuerdo con las normas del Derecho Civil y Comercial. Lo prescrito en este inciso se aplica a las facturas
del servicio de energía eléctrica con destino al alumbrado público. El no pago del servicio mencionado
acarrea para los responsables la aplicación del artículo que trata sobre los 'deberes especiales de los
usuarios del sector oficial'. Parágrafo. Si el usuario o suscriptor incumple su obligación de pagar
oportunamente los servicios facturados dentro del término previsto en el contrato, el cual no excederá dos
períodos consecutivos de facturación, la empresa de servicios públicos estará en la obligación de
suspender el servicio. Si la empresa incumple la obligación de la suspensión del servicio se romperá la
solidaridad prevista en esta norma". El artículo 19 Ley 689 señala: "Modifícase el artículo 140 de la Ley
142 de 1994, el cual quedará así: 'Artículo 140. Suspensión por incumplimiento. El incumplimiento del
contrato por parte del suscriptor o usuario da lugar a la suspensión del servicio en los eventos señalados
en las condiciones uniformes del contrato de servicios y en todo caso en los siguientes: La falta de pago
por el término que fije la entidad prestadora, sin exceder en todo caso de dos (2) períodos de facturación
en el evento en que ésta sea bimestral y de tres (3) períodos cuando sea mensual y el fraude a las
conexiones, acometidas, medidores o líneas. Es causal también de suspensión, la alteración inconsulta y
unilateral por parte del usuario o suscriptor de las condiciones contractuales de prestación del servicio.
Durante la suspensión, ninguna de las partes puede tomar medidas que hagan imposible el cumplimiento
de las obligaciones recíprocas tan pronto termine la causal de suspensión. Haya o no suspensión, la
entidad prestadora puede ejercer todos los derechos que las leyes y el contrato uniforme le conceden para
el evento del incumplimiento". Por su parte los artículos 152, 153 y 154 de la Ley 142 prevén: "Derecho
de petición y de recurso. "Es de la esencia del contrato de servicios públicos que el suscriptor o usuario
pueda presentar a la empresa peticiones, quejas y recursos relativos al contrato de servicios públicos. Las
normas sobre presentación, trámite y decisión de recursos se interpretarán y aplicarán teniendo en cuenta
las costumbres de las empresas comerciales en el trato con su clientela, de modo que, en cuanto la ley no
disponga otra cosa, se proceda de acuerdo con tales costumbres" (art. 152); "De la oficina de peticiones y
recursos. Todas las personas prestadoras de servicios públicos domiciliarios constituirán una 'oficina de
peticiones, quejas y recursos', la cual tiene la obligación de recibir, atender, tramitar y responder las
peticiones o reclamos y recursos verbales o escritos que presenten los usuarios, los suscriptores o los
suscriptores potenciales en relación con el servicio o los servicios que presta dicha empresa. Estas
"oficinas" llevarán una detallada relación de las peticiones y recursos presentados y del trámite y las
respuestas que dieron. Las peticiones y recursos serán tramitados de conformidad con las normas
vigentes sobre el derecho de petición" (art. 153); y "El recurso es un acto del suscriptor o usuario para
obligar a la empresa a revisar ciertas decisiones que afectan la prestación del servicio o la ejecución del
contrato. Contra los actos de negativa del contrato, suspensión, terminación, corte y facturación que
realice la empresa proceden el recurso de reposición, y el de apelación en los casos en que expresamente
lo consagre la ley. No son procedentes los recursos contra los actos de suspensión, terminación y corte, si
con ellos se pretende discutir un acto de facturación que no fue objeto de recurso oportuno. El recurso de
reposición contra los actos que resuelvan las reclamaciones por facturación debe interponerse dentro de
los cinco (5) días siguientes a la fecha de conocimiento de la decisión. En ningún caso, proceden
reclamaciones contra facturas que tuviesen más de cinco (5) meses de haber sido expedidas por las
empresas de servicios públicos. De los recursos de reposición y apelación contra los demás actos de la
empresa que enumera el inciso primero de este artículo debe hacerse uso dentro de los cinco días
siguientes a aquel en que la empresa ponga el acto en conocimiento del suscriptor o usuario, en la forma
prevista en las condiciones uniformes del contrato. Estos recursos no requieren presentación personal ni
intervención de abogado aunque se emplee un mandatario. Las empresas deberán disponer de
formularios para facilitar la presentación de los recursos a los suscriptores o usuarios que deseen
emplearlos. La apelación se presentará ante la superintendencia" (art. 154).
[225]"El ejercicio de la función administrativa por parte de todas las empresas y entidades prestadoras de
servicios públicos domiciliarios encuentra una preceptiva mucho más comprensiva en el inciso primero
del artículo 154 de la ley 142, que al respecto permite circunscribir como actos administrativos propios de
tales empresas y entidades los de negativa del contrato, suspensión, terminación, corte y facturación, y por
supuesto, las decisiones que se produzcan en sede empresarial con ocasión del recurso de reposición. Con
un sentido residual los artículos 106 a 115 de la ley de servicios establecen los procedimientos
administrativos a seguir para dictar actos unilaterales por parte de quienes en forma temporal o
permanente revistan la condición de autoridad; es decir, se trata de unas disposiciones referidas tanto a
quienes presten servicios públicos domiciliarios como a las autoridades públicas pertenecientes o
relacionadas con este sector, v.gr. Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, Comisiones de
Regulación, Ministerios, etc. Siendo a la vez patente la primacía de tales procedimientos frente a las
reglas del Código Contencioso Administrativo (art. 1, inc. 1º del CCA). Por consiguiente, en lo atinente a
la función administrativa el Estatuto Contencioso mantiene su condición subsidiaria y residual en todos
los casos que la preceptiva sobre servicios públicos domiciliarios carezca de reglas aplicables a
determinados asuntos o hipótesis" (Sentencia C-558 de 2001; M.P. Jaime Araujo Rentería).
Sentencia T-1108 de 2002 (M.P. Alvaro Tafur Galvis) y T-485 de 2001 (M.P. Jaime Córdoba Triviño),
[227]
ya citadas. De acuerdo a estos elementos de juicio, la Corte ha protegido el debido proceso de usuarios o
propietarios a quienes se les han suspendido servicios públicos domiciliarios sin respetar su derecho al
debido proceso. En la sentencia T-1020 de 2002 (MP Alfredo Beltrán Sierra) la Corte tutela el derecho al
debido proceso de unas personas a las que se les había cortado el servicio sin el seguimiento de éste
proceso.
[228]Sentencia T-380 de 1994; M.P. Hernando Herrera Vergara (En esta providencia la Corte considera
que la suspensión del servicio de energía de un colegio público constituye una violación al derecho a la
educación de sus estudiantes y previene a la empresa de energía que cuando esté de por medio éste
derecho se abstenga de cortar el servicio. Este precedente es reiterado en la sentencia T-018 de 1998
(Carlos Gaviria Díaz), en la cual se ordena a la empresa prestadora el restablecimiento del servicio a un
establecimiento educativo de naturaleza pública. En ambos casos, la Corte también ordena al municipio
en cuestión que incluya en el presupuesto una partida para el pago de los servicios de sus escuelas).
[229]En la sentencia T-235 de 1994 (M.P. Antonio Barrera Carbonell). En el mismo sentido, ver la
sentencia T-881 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett), en la cual, a pesar de haber negado la tutela
pues el servicio de energía ya había sido restablecido, la Corte ordenó a la empresa de servicios
"abstenerse en lo sucesivo de realizar cortes o racionamientos de energía eléctrica en la Cárcel Distrital de
Cartagena, por tratarse de un bien constitucionalmente protegido en los términos de esta sentencia".
Sentencia T-881 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett). Adicionalmente, la sentencia impartió
[230]
una serie de órdenes para que los establecimientos o entidades mencionados pagaran las obligaciones
adquiridas en virtud de los contratos de energía eléctrica que habían incumplido.
[232] En la Sentencia T-485 de 2001 (M.P. Jaime Córdoba Triviño), la Corte analizó el derecho de los
usuarios a que sus recursos sean resueltos antes de que se les corte el servicio. De igual manera los
artículos 152 a 158 de la Ley 142 de 1994 versan sobre los derechos de defensa del usuario en sede de la
empresa.
[233]En la Sentencia T-881 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett), la Corte sostuvo que "contra el
acto de suspensión del servicio que realice la empresa proceden los recursos de reposición, y de
apelación".
Sobre este punto, ver la Sentencia T-1108 de 2002 (M.P. Alvaro Tafur Galvis), donde se desarrolló
[234]
ampliamente el tema.
[235] Sobre este punto, ver la Sentencia T-730 de 2002 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa).
Sobre este punto, pueden consultarse, entre otras, las siguientes providencias: la sentencia T-235 de
[236]
1994 (M.P. Antonio Barrera Carbonell), respecto de cárceles; la Sentencia T-380 de 1994 (M.P. Hernando
Herrera Vergara), respecto de colegios públicos; y la Sentencia T-881 de 2002 (M.P. Eduardo Montealegre
Lynett), respecto de hospitales, acueductos y establecimientos relacionados con la seguridad ciudadana.
[237] Sobre este punto, ver la Sentencia T-881 de 2002 (M.P. Eduardo Montealegre Lynett)