Apunte Acto Jurídico - Barros
Apunte Acto Jurídico - Barros
Apunte Acto Jurídico - Barros
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1.- Materiales, cuando no generan efectos jurídicos. Estos hechos pueden ser, al igual
que los jurídicos que se verán a continuación, de la naturaleza y del hombre. Sin
embargo, no interesan mayormente al derecho, por lo que no generan efectos
jurídicos, lo que, a su vez, justifica el que se les denomine materiales.
2.- Jurídicos, cuando generan efectos jurídicos. Así, hecho jurídico es todo suceso de
la naturaleza o del hombre que produce la adquisición, modificación o extinción de un
derecho subjetivo. Según esta conceptualización, se dividen en:
Por consiguiente, acto jurídico es el ejercicio de una facultad que el sistema jurídico
1
Otras clasificaciones de hecho jurídico (Vial, págs 22.25):
1.- Positivos y negativos, según si los efectos se producen a condición de que suceda algo o de que no
suceda.
2.- Constitutivos, extintivos e impeditivos, según si dan origen a un derecho subjetivo, extinguen una
relación jurídica o obstan a la eficacia de los hechos jurídicamente constitutivos, respectivamente. La clasificación
es relevante para efectos probatorios: el que alega cada uno de estos hecho debe probarlo.
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LA REPRESENTACIÓN
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Parte de la doctrina moderna señala que los propósitos perseguidos por el autor del
acto jurídico no son justamente obtener efectos jurídicos, sino un resultado económico
o social. Quien compra o quien vende, por ejemplo, pretende conseguir un propósito
práctico, y no obtener obligaciones y derechos. El acto jurídico, según esta tendencia,
consiste en una manifestación de voluntad, pero que se encamina a la obtención de un
fin práctico o económico, mas que uno jurídico.2
El acto jurídico es, sin duda, el reconocimiento de la autonomía privada, desde que es
la forma en que se manifiesta el poder de autorregulación que el ordenamiento jurídico
confiere a las personas.
Las doctrinas alemana e italiana distinguen entre acto jurídico y negocio jurídico,
según si los efectos a que da origen el hecho voluntario del hombre con intención de
generar efectos jurídicos, son precisamente los que él ha deseado, caso en que se
trata de un negocio jurídico, o si, por el contrario, son los que la ley atribuye al hecho
voluntario, caso en el cual se trata de un acto jurídico. Ejemplo de negocio jurídico es
el contrato; de acto jurídico la construcción de un edificio en terreno ajeno sin
conocimiento del dueño. La distinción, con todo, no es recogida por el Código Civil.3
2
Cariota Ferrara y E. Betti, según Vial, pág. 32.
3
Vial, pág. 29.
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LA REPRESENTACIÓN
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A. ASPECTOS GENERALES
Como se señaló, la teoría del acto jurídico fue construida a partir de la normativa de
contratos (art. 1438 y sgts.). Por eso, se funda particularmente en la autonomía
privada, consagrada, a modo general, en los arts. 12, 1545, 1560.
2.- Justicia. El acto jurídico envuelve una presunción de justicia, porque no hay razón
para considerar injusta una relación entre partes que se creado libre y
espontáneamente. Además, se supone que quienes convienen en la celebración del
acto lo hacen porque éste les reporta beneficio, lo que redunda en que el intercambio
entre las partes no es una suma cero, sino una positiva para ambas: las dos estiman
recibir algo de mayor valor que aquello de lo cual se desprenden, es decir, obtener un
beneficio con la celebración del acto. Este planteamiento ha tenido por fundamento un
concepto subjetivo del valor: lo que cada uno aprecia como valioso, idea reconocida
por el art. 1441. “El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes
se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra deba
dar o hacer a su vez”; o sea, la justicia del intercambio es subjetiva, no objetiva, lo que
hace presumirla.
3.- Eficiencia. Este enfoque mira al contrato desde el punto de vista de la eficiencia,
Hay tres motivos que, en su conjunto, hacen que el contrato contribuya a aumentar el
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LA REPRESENTACIÓN
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bien común:
Ya se dijo que el acto jurídico se caracteriza tanto porque produce efectos debido a
que la intención de las partes así lo ha querido, cuanto porque estos efectos se
producen, en definitiva, porque el ordenamiento jurídico los reconoce y dota de
eficacia.
1.- Orden público de protección, que busca cautelar la posición de los contratantes que
presumiblemente se encuentran en una situación de desventaja al momento de
contratar. Nació en el ámbito laboral, pero se ha extendido a otras materias, como los
mercados de valores y el derecho de los consumidores. Además, este orden publico
se ha desarrollado muy fundamentalmente en materia de información, favoreciendo las
tomas de decisiones informadas, sea por medio de normas de rotulación, sea
sancionando los abusos de publicidad, sea regulando la tenencia de información
privilegiada (en los mercados de valores, por ejemplo).
2.- Orden público de dirección, constituido por reglas generales dadas para la
organización de la economía. Su operación depende del sistema económico en el que
se desenvuelve: así, en una economía planificada, impone el contenido de las
relaciones privadas, y su instrumento fundamental es el contrato dirigido; en cambio,
en una economía de mercado, intenta ordenar más que de dirigir, lo que se
materializa, entre otras cosas, en el rechazo a las posiciones dominantes o abusivas,
así como a la competencia desleal.
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- Decisión de celebrar o no el acto. En principio, las personas son libres para
celebrar un acto o no hacerlo. Sin embargo, en ciertas ocasiones el derecho prohíbe
celebrar ciertos actos y en otras obliga a hacerlo:
2.- Determinar el contenido del acto. Dado que las normas de derecho privado son
renunciables, las personas son libres para dar a sus actos el contenido que deseen,
con dos límites:
3.- Definir con quién se celebra el acto. Las personas son libres de contratar con quien
lo deseen. Sin embargo, en ciertas oportunidades, si bien existe la libertad de celebrar
o no el acto, no existe la de elegir a la persona con quién hacerlo, de manera que el
celebrarlo implica hacerlo con quien determine el derecho. En otros casos, la limitación
es doble: alcanza a la decisión de celebrar o no el acto, y a la de escoger la persona
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4.- Libertad en cuanto a la forma. El principio es que los actos jurídicos sean
consensuales, esto es, que se perfeccionen con la sola concurrencia de voluntades, o
en la forma en que las partes hayan acordado. En la práctica, sin embargo, ello es la
excepción, pues la ley exige para numerosos actos ciertas formalidades, por diversas
razones, como validez, prueba, publicidad, etc.
A. ENUNCIACIÓN
En los arts. 1439 y siguientes, el Código Civil hace una clasificación de los contratos
que la doctrina ha extendido a los actos jurídicos. Así, los actos jurídicos pueden ser:
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una herencia, etc.4 Son bilaterales, en tanto, el contrato, la tradición, el pago, etc. Por
último, puede ser multilateral el contrato de sociedad, y lo es la novación por cambio
de acreedor.
“Cada parte puede ser una o más personas” (art. 1438); en consecuencia, parte es la
persona o grupo de personas que constituyen un solo centro de intereses.
Como la clasificación atiende sólo a la formación del acto, el que sea necesaria la
concurrencia de otras partes para que aquél produzca sus efectos no le da el carácter
de bilateral. Esta necesidad adicional puede verificarse de dos maneras: en ocasiones,
es necesario que manifiesten su voluntad en algún sentido, como en el testamento, en
que los herederos deben aceptar la herencia; en otras, es preciso que el acto les sea
puesto en su conocimiento, como en la revocación del mandato, el desahucio del
arrendamiento, o la renuncia a la sociedad, caso en los cuales se habla de actos
jurídicos recepticios.
pueden ser unilateral y bilateral o sinalagmático, según si resulta obligada sólo una de
las partes o si resultan ambas, respectivamente (art. 1439).
2.- En cuanto a las normas de interpretación del respectivo acto jurídico. El legislador
da distintas normas para la interpretación de los actos jurídicos uni y bilaterales. Y es
obvio que así sea, porque para interpretar estos últimos hay que buscar la intención
común. Las reglas básicas en materia de interpretación de los actos jurídicos
bilaterales estás en los arts. 1560 y siguientes. La interpretación en los actos jurídicos
bilaterales tiende a ser más objetiva, en tanto que en los actos jurídicos unilaterales se
presenta con un carácter subjetivo.
3.- En relación con el estatuto jurídico que va a regir a uno u otro acto, se establece
por la ley un estatuto jurídico general para los actos jurídicos bilaterales, en los arts.
1438 y sgtes. Estas normas que se dan a propósito de los contratos no son
enteramente aplicables a los actos jurídicos unilaterales; incluso hay algunos que
tienen un estatuto jurídico propio, como el testamento. Así por ejemplo, en materia de
manifestación de voluntad el legislador es mucho más exigente cuando se trata de un
acto jurídico unilateral.
Acto jurídico de familia, mientras, es aquel que se refiere a la situación del individuo
dentro de la familia y a las relaciones del mismo frente a los demás miembros del
grupo familiar e incluso de la sociedad. Ejemplos de este tipo de acto son el
matrimonio y la adopción.
Diferencias:
1.- Los actos jurídicos de familia están regidos por normas que consagran
derechos irrenunciables. Así, el marido no puede renunciar al derecho de administrar
los bienes de la sociedad conyugal, ni al derecho y obligación de alimentar a sus hijos.
Más que al interés privado, este tipo de actos mira al interés de la familia y de la
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sociedad. Los actos jurídicos patrimoniales sólo miran al interés privado y sus
derechos son esencialmente renunciables (art.12).
3.- En cuanto a los fines que se persigue, en los actos de familia está comprometido
no sólo el interés de quienes realizan el acto, sino que también el interés de la
sociedad, porque se entiende que en ellos están en juego valores de orden superior.
Ello porque los actos de familia dicen relación con la constitución de la familia, lo que
interesa a toda la colectividad, porque se estima que mientras mejor esté constituida la
familia, menos problemas tendrá aquélla.
El acto jurídico es gratuito cuando cede en beneficio de una sola de las partes, y
oneroso cuando lo hace en beneficio de ambas. Es una clasificación que sólo rige
respecto de los actos jurídicos patrimoniales y bilaterales.6
Importancia de distinguir entre acto jurídico a título gratuito y acto jurídico a título
oneroso:
1.- El error in persona sólo tiene cabida en los negocios a título gratuito, siendo
indiferente, por regla general, en los negocios a título oneroso.
2.- La ley es más exigente para celebrar un negocio a título gratuito. Tratándose de la
donación la ley exige un trámite que la preceda, llamado insinuación, que consiste en
6
Según la teoría subjetiva el acto es a título gratuito cuando el propósito de una de las partes sea beneficiar
a la otra, aunque en definitiva tal beneficio no se produzca. Para la teoría objetiva (Planiol), el acto jurídico será a
título gratuito cuando el beneficio realmente se produzca, de lo contrario el negocio no será gratuito. La donación
con gravamen, para la teoría subjetiva (en que sólo cuenta la intención), constituirá un acto jurídico a título gratuito.
Según el art. 1405 el acto jurídico será gratuito en lo que salda descontado el gravamen. Parece ser que nuestro
Código Civil sigue la concepción objetiva según se desprende de sus arts. 1398 y 1405.
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Actos mortis causa son aquellos en que la muerte del sujeto que los otorga es
supuesto necesario para que ellos produzcan efecto.
Actos entre vivos son todos los demás, aunque sus efectos se subordinen a la muerte
de una de las partes, pues, en esta hipótesis, la muerte no es de la esencia del acto,
sino un elemento accidental del mismo. Por ejemplo, en un contrato de arrendamiento
se conviene que junto con la muerte de uno de los contratantes, se extingue para
siempre el contrato. No obstante la muerte de uno de los contratantes el acto sigue
siendo entre vivos. Acto mortis causa típico es el testamento (art. 999).
Acto jurídico formal es aquel que está sujeto a la observancia de ciertas formas
especiales, para su validez, prueba o publicidad. Acto consensual es aquel en que la
voluntad o consentimiento puede expresarse sin que sea necesario recurrir a ninguna
formalidad.
Debe tenerse presente que las partes pueden hacer solemne un acto que por ley no lo
sea (compraventa de cosas muebles, art. 1802, y arrendamiento por escrito, art. 1921).
En este caso el acto puede producir efectos si no se cumplen las formalidades, cuando
se ejecuten hechos que importen renuncia de éstas.
Actos puros y simples son aquellos que no están sujetos a modalidades (se dice que el
acto puro y simple da inmediatamente nacimiento a un derecho cuyo ejercicio puede
ser inmediato y su duración indefinida). Por su parte, los actos sujetos a modalidad son
aquellos cuyos efectos están subordinados al cumplimiento de ciertas cláusulas
restrictivas particulares, introducidas por las partes: la condición, el plazo y el modo.
"El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella." (art.1442).
Esta clasificación atiende a si el acto puede o no subsistir por sí mismo, sin necesidad
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de otra convención.
Los actos jurídicos accesorios fundamentales son las cauciones. "Caución significa
generalmente cualquiera obligación que se contrae para la seguridad de otra
obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda."
(art. 46).
Llámanse actos jurídicos dependientes a los que para existir o para producir efectos
están subordinados a la existencia de otro u otros (que no son principales, aunque
deben ser ciertos y determinados), pero no para asegurar el cumplimiento de estos
últimos. Ejemplo: las capitulaciones matrimoniales. “Se conocen con el nombre de
capitulaciones matrimoniales las convenciones de carácter patrimonial que celebren
los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de su celebración.
En las capitulaciones matrimoniales que se celebren en el acto del matrimonio, sólo
podrá pactarse separación parcial de bienes." (art.1715,CC).
Estas capitulaciones van a producir sus efectos cuando se celebre el otro acto jurídico
del que depende. El objeto del acto dependiente es asegurar el cumplimiento de la
obligación principal.7
7
Del mismo modo, la jurisprudencia ha declarado que "Si no produce efecto la compraventa de un
establecimiento de comercio, tampoco puede producirlo aisladamente la cesión de arrendamiento y de la promesa
de venta del local en que aquél funciona (pactado en una cláusula de la compraventa), pues debe reputársele
subordinada a la existencia de la de la compraventa." (Corte de Valparaíso; R., t.7, sección primera, pág. 222-
considerandos 13 y 14, pág 229).
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Atípicos Innominados
Actos jurídicos típicos o nominados son los que están regulados y estructurados por la
ley; por ejemplo, el matrimonio, la adopción, el testamento, la compraventa, la
hipoteca, etc.
Innominados o atípicos, son los actos jurídicos que no están configurados por la ley.
Surgen como creación de los particulares en virtud del principio de la autonomía de la
voluntad y de la libertad de las convenciones o libertad contractual. Tienen pleno valor,
siempre que se ajusten en general a las reglas de los actos y declaraciones de
voluntad conocidas: requisitos de existencia y de validez. Ejemplo de esto son los
contratos de suministro, abastecimiento, consignación, etc.8
1.- Actos constitutivos: son aquellos que crean una situación jurídica o un derecho
nuevo que antes no existía. Así, un contrato es constitutivo porque hace nacer en las
partes derechos que antes no tenían y crea las calidades de deudor y acreedor.
2.- Actos declarativos: son los que no hacen nacer un nuevo derecho, ni tampoco
crean una nueva situación jurídica, sino que se limitan a reconocer derechos y
situaciones jurídicas preexistentes. El acto declarativo se limita a reconocer un
derecho que la persona ya tenía con anterioridad, ejemplo: adjudicación en la partición
de bienes.
3.- Actos traslaticios: son los que transfieren de un titular a otro un derecho que ya
tenía existencia, ejemplo: tradición.
8
Nuestra jurisprudencia ha dicho que "Deben calificarse de innominados los contratos no comprendidos en
los que se hayan especialmente definidos por la ley y sujetos a sus reglas especiales (...). Dentro del principio de la
libertad de las convenciones nada se opone al valor y eficacia de los contratos que revisten la condición de
innominados, mientras no pugnen con los preceptos jurídicos del orden público, que corresponden a los actos y
declaraciones de voluntad y a las prescripciones generales que reglan toda clase de contrato." (Corte Suprema, 28
de dic. de 1921. R., t.21, secc.1, pág. 391).
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A. GENERALIDADES
De acuerdo con el art. 1444, “Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su
esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la
esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o
degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no
siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula
especial, y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le
pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales”.
Elementos de la esencia son aquellos necesarios y suficientes para que el acto nazca;
necesarios, porque sin ellos no puede generarse, y suficientes, porque con ellos basta
para darle existencia.9
1.- Generales o comunes, que son aquellos que deben estar presentes en todo acto
jurídico. Son la voluntad, el objeto y la causa.
2.- Especiales o de calificación, que son aquellos propios de cada acto jurídico en
particular. Por ejemplo, son de este tipo el precio y la cosa en la compraventa (art.
9
Stolfi, citado por Vial, pág. 34.
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1793); una mujer y un hombre en el matrimonio (art. 102); poner una cosa en común,
en la sociedad (art. 2053); la disposición de bienes en un testamento (art. 999); etc.
Los elementos o efectos de la naturaleza son las consecuencias del acto que tienen
lugar por disposición de la ley, en silencio de las partes; por tanto, la voluntad de éstas
no es necesaria para que ellos se generen, pero sí para modificarlos o extinguirlos.10
Elementos, cosas o efectos accidentales son los que se adhieren al acto por medio de
una estipulación de la o las partes (por ejemplo, fecha y forma de pagar el precio). No
son ni esenciales ni naturales, por lo que no son requisitos ni se subentienden en el
silencio de las partes. Es el caso del plazo, la condición, el modo y la representación.
Sin embargo, algunos de los elementos accidentales están regulados por ley debido a
su frecuencia e importancia, por lo que cuando son convenidos, pasan a ser de la
naturaleza.
En ciertos casos, lo que típicamente es una cosa accidental en cualquier acto jurídico,
es de la esencia en otros, como sucede con la condición en el fideicomiso, y con la
condición o el plazo en el contrato de promesa (art. 1554 n°3).
1.- De existencia. Son aquellos cuya necesarios para que el acto exista. Son los
siguientes:
a) Voluntad.
b) Objeto.
c) Causa.
10
Vial (pág. 36) nota que hablar de “elementos” de la naturaleza es errado, porque las consecuencias de un
acto no pueden ser elementos del mismo. Por eso, sólo hay elementos esenciales y efectos naturales o accidentales.
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d) Solemnidades, en los casos en que las leyes las exigen. Algunos autores
estiman que las solemnidades no son un requisito distinto del de la voluntad, pues
–dicen- en los actos solemnes ésta se manifiesta a través de aquéllas.
2.- De validez. Son aquellos que le dan una existencia sana al acto, exenta de vicios.
Pueden faltar y el acto existe de todos modos, pero lo hace con en forma viciada. Son
los siguientes:
a) Voluntad no viciada.
b) Capacidad
c) Causa lícita.
d) Objeto lícito.
I. ASPECTOS GENERALES
En términos generales, la voluntad es la aptitud para querer algo. En los actos jurídicos
bilaterales recibe el nombre de consentimiento.
a) El propósito del sujeto de realizar el acto, lo que importa decir que éste sea
un producto de su decisión, que sea un acto voluntario. Por ello, cuando interviene la
fuerza física no hay voluntad de ningún tipo, de manera que no hay acto jurídico.
2.- Externo. Al derecho le son indiferentes las meras intenciones, razón por la cual
exige que la voluntad sea comunicada mediante signos externos que permitan
conocerla. La manifestación de la voluntad se puede hacer por cualquier medio, salvo
que la ley exija una formalidad para ello, e cuyo caso ésta constituye la forma de
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manifestarla.
1.- Recepticia, cuando debe ser notificada a cierta persona o no surte efectos (ofertas,
otorgamiento de poder).
2.- No recepticia, cuando surte efecto inmediato desde su exteriorización según la
forma prescrita por la ley (testamento, reconocimiento de hijo).
Para que la voluntad sea considerada por el derecho debe reunir dos requisitos:
1.- Ser seria, y lo es cuando es manifestada por persona capaz y con el propósito de
producir efectos jurídicos. Cuando el acto es voluntario, pero no hay intención de
obligarse falta el elemento de seriedad. Esto se manifiesta cuando los hechos
exteriores de la declaración nos permiten inferir que no es seria.
11
Según Claro Solar (citado por Vial, pág. 45, nota al pie n°54), la manifestación expresa de voluntad
puede realizarse en palabras o, incluso, mediante gestos que la signifiquen por sí solos (por ejemplo, un gesto de
aprobación hecho con la cabeza).
12
Según Von Thur, citado por Vodanovic (pág. 383), la manifestación de voluntad también puede ser
presunta, cuando la ley ordena que ciertos actos de una persona se interpreten, cualquiera sea su real intención,
como declaración de voluntad en un determinado sentido.
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También se cita como ejemplo al caso de la "tácita reconducción" del art. 1956
inc. 3º, que dice: "Con todo, si la cosa fuere raíz y el arrendatario con el beneplácito el
arrendador hubiere pagado la renta de cualquier espacio de tiempo subsiguiente a la
terminación, o si ambas partes hubieren manifestado por cualquier otro hecho
igualmente inequívoco su intención de perseverar en el arriendo, se entenderá
renovado el contrato bajo las mismas condiciones que antes..."
iii) Si así lo han convenido las partes. Un ejemplo típico está dado por las
cláusulas de prolongación automática de la sociedad o el arrendamiento
A. GENERALIDADES
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(i) Regulación
El Código Civil parte de la base de que el consentimiento está formado y, por eso, no
lo define ni contiene reglas relativas a su formación. Este silencio ha sido suplido por el
Código de Comercio, en sus arts. 97 al 106. Estas reglas, en todo caso, sólo se
aplican a la formación del consentimiento en los actos juridicos consensuales, no
aplicándose, en consecuencia, a los actos jurídico solemnes ni a los reales.
El argumento de texto para aplicar estas normas del Código de Comercio puede estar
dado por el art. 24 del Código Civil, el que alude al espíritu general de la legislación y a
la equidad natural. Utilizando estos conceptos, se puede sostener que reciben
aplicación en materia civil las normas que al efecto consagra el Código de Comercio.
Al mismo resultado se puede llegar invocando al contexto general de la legislación (art.
22 del Código Civil), el que naturalmente incluye a este último cuerpo legal.
(1) La Oferta
a. Concepto y Requisitos
La oferta es un acto jurídico unilateral por el cual una persona propone a otra la
celebración de una convención, en los términos definidos por el propio oferente, de tal
forma que para que quede perfecta baste la simple aceptación del destinatario.
Para producir efectos legales, a más de los requisitos generales de todo acto jurídico,
la oferta debe cumplir con los siguientes:
1.- Debe ser Completa. Para cumplir con esta condición, la oferta debe contener a lo
menos los elementos de la esencia del acto o contrato. En caso contrario, no es más
que una propuesta orientada a negociar.
2.- Debe estar dirigida a persona determinada, pues si está contenida en circulares,
catálogos, notas de precios corrientes, prospectos o, en general, anuncios impresos,
no es obligatoria para el que las hace, quien, en propiedad, formula una invitación a
hacer ofertas (art. 105 inc 1°).
Las ofertas genéricas dirigidas a alguien en particular son válidas, pero en la práctica
ineficaces, porque llevan implícita la condición de que al momento de la demanda los
efectos ofrecidos (art. 105 inc. 2°):
Además, como la declaración de voluntad de todo acto jurídico, debe ser exteriorizada.
Así, en los contratos solemnes y reales se deben realizar las formalidades que exigen
estos actos para que la oferta surta efectos y se forme el consentimiento. En los no
solemnes, en cambio, la oferta puede ser expresa o tácita. Es del primer tipo la
efectuada en forma verbal o escrita, y que revela explícita y directamente el deseo de
contratar; y es del segundo tipo la que consiste en cualquiera acción que
inequívocamente, de acuerdo con los usos, tenga el efecto comunicativo de ser oferta
(como llamar taxi, la señal en el remate, etc.).
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b. Vinculación de la Oferta
(2) Aceptación
1.- Debe ser pura y simple. Si no observa este requisito, la aceptación pasa a ser una
contraoferta, y el primitivo destinatario se constituye en oferente a la vez que el
oferente originario en destinatario. Así lo expresa el art. 102, de acuerdo con el cual
“La aceptación condicional será considerada como una propuesta”.
2.- Debe ser oportuna, lo que significa que ha de prestarse mientras la oferta se
encuentre vigente. La vigencia de la oferta se extingue por alguna de estas causales:
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La propuesta verbal debe ser aceptada en el acto; más allá, el oferente queda
libre de toda responsabilidad (art. 97).
13
Ricardo Sandoval López efectúa una clasificación distinta de los motivos por los cuales puede la oferta
perder su vigencia. Señala que ello puede ocurrir por:
1.- Retractación tempestiva.
2.- Caducidad de la oferta, la que a su vez se produce por:
a) Muerte del proponente.
b) Incapacidad sobreviniente del oferente.
c) Quiebra del proponente.
d) Expiración del plazo legal o convencional.
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derecho a revocar la oferta no se presume (art. 99 inc. final), toda vez que aquélla le
impone al oferente, bajo la fuerza de su propia voluntad, una obligación unilateral, cual
es esperar respuesta o no disponer de lo suyo. Esto, a su vez, deposita en manos del
destinatario la posibilidad de celebrar el contrato.
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Un problema que se plantea en este caso es determinar qué sucede en caso de que el oferente que se
obligó a esperar contestación o a no disponer de la cosa objeto de la propuesta sólo una vez desechada esta o
transcurrido cierto plazo, muere o se incapacita. La duda es si quedan obligados los herederos o el representante
legal del proponente.
Según Alessandri, la incapacidad legal o muerte del policitante no obliga a los representantes o herederos
a llevar a cabo el contrato, "porque el art.99 del C de C que obliga a celebrar el contrato, a pesar de la retractación,
es de carácter excepcional y su interpretación debe ser restrictiva". La no formación del consentimiento por
caducidad "no trae obligación alguna para el oferente, pues el único caso contemplado por la ley en que el
policitante responde de los perjuicios causados al destinatario se refiere a la retractación del primero, antes de que
la aceptación se dé y haya vencido el plazo señalado al efecto".
Otro sector de la doctrina estima que la oferta del art.99 del C de C genera una obligación, cual es la
obligación de no retractarse, obligación que no tiene carácter personalísimo y que, por consiguiente, pasa a los
herederos o al representante en su caso. Es decir, los herederos y el representante estarían obligados por la oferta
hecha por el causante en las condiciones que indica el art. 99 del C de C.
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Recuérdese que el oferente también es obligado a indemnizar los perjuicios cuando el destinatario de la
oferta ha prestado su aceptación fuera de plazo y él no ha dado aviso de su retractación.
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Por último, es preciso recordar que la aceptación debe ser exteriorizada, como
toda declaración de voluntad. Con ocasión de esta característica ella puede ser
expresa o tácita. Es del primer tipo cuando se manifiesta en términos formales y
explícitos; del segundo, mientras, cuando el asentimiento de la persona a quien va
dirigida la propuesta resulta de la verificación de ciertos actos que involucran
inequívocamente su propósito de admitirla, como sucede cuando da comienzo a la
ejecución del contrato. Del art. 103 se lee que “La aceptación tácita produce los
mismos efectos y está sujeta a las mismas reglas que la expresa”.
Una primera distinción que es preciso efectuar con relación a este tema es si se trata
de un contrato entre presentes o entre ausentes:
1.- Entre presentes. Pueden destacarse dos corrientes que tratan de explicar qué debe
entenderse por esta expresión. La primera señala que los contratos entre presentes
son aquellos que se verifican estando ambas partes, proponente y aceptante, en el
mismo lugar y al mismo tiempo. La segunda, menos estricta y más acorde con las
facilidades de comunicación actuales, postula que son tales aquellos en que sin
embargo de no encontrarse las partes físicamente en el mismo lugar, pueden de todos
modos comunicarse sus decisiones de inmediato.
2.- Entre ausentes, o existe acuerdo para que la persona a quien se dirigió la oferta
tome cierto tiempo de reflexión, comunicando después su decisión al oferente. En este
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Así se obtiene de los siguientes preceptos de la Ley de Quiebras:
1.- Art. 64. Consagra el efecto del desasimiento del deudor fallido. Prescribe esta norma que “Pronunciada
la declaración de quiebra, el fallido queda inhibido de pleno derecho de la administración de todos sus bienes
presentes, salvo aquellos que sean inembargables. El desasimiento no transfiere la propiedad de los bienes del
fallido a sus acreedores (...)”. Obviamente, quien no puede disponer de sus bienes no puede formular ofertas.
2.- Art. 66. Contiene el principio par condictio creditorium, que se deriva del art. 2469 del Código Civil, y
de acuerdo con el cual una vez declarada la quiebra ningún acreedor puede mejorar su posición frente al deudor; los
derechos de cada uno de ellos quedan irrevocablemente fijados. El día que es declarada la quiebra queda fija la
masa de los acreedores y de los bienes. Se dice que el juicio de quiebra es universal, porque involucra a todos los
bienes del deudor y a todos los acreedores.
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LA REPRESENTACIÓN
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iii) Podría prestarse para fraudes, ya que quedaría al arbitrio del oferente
la formación del contrato, en cuanto puede evadir la toma de conocimiento de la
aceptación.
sirve de título.
Esta situación plantea dos problemas: en primer lugar, cómo sabe el oferente de la
aceptación; y, en segundo lugar, cómo prueba el oferente que el aceptante aceptó.
Esto se soluciona estableciendo las condiciones en la práctica contractual. Lo más
común es que la aceptación se haga por notario y carta certificada. El fax tiene el
problema de que el aceptante no se queda con copia de su aceptación, por lo que no
puede probar. En todo caso, esto se salva con fax certificado. La idea es que ambas
partes puedan probar su declaración.
2.- Determina la licitud o ilicitud del objeto respecto de las cosas embargadas y las
especies litigiosas.
3.- Art. 22 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, pues en todo contrato se
17
El corredor es un simple intermediario; no un mandatario, porque si lo fuese declararía él mismo la
voluntad de su mandante.
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LA REPRESENTACIÓN
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4.- Riesgo de la cosa que se debe. A contar del momento en que se perfecciona el
contrato los riesgos de la especie o cuerpo cierto cuya entrega se deba son del
acreedor (art. 142 y arts. 1550 y 1820 del Código Civil).
5.- Art. 1817 del Código Civil, que soluciona el problema de la venta simultánea a dos
o más personas atendiendo al criterio residual de que será preferido el comprador que
detente el título más antiguo.
7.- Art. 139, en cuanto la compraventa se entiende perfecta por la entrega de la cosa, y
se presumirá que las partes han aceptado el precio que tenga en el día y lugar en que
se hubiere celebrado el contrato.
1.- La competencia relativa de los tribunales que deban conocer de los litigios que se
susciten entre las partes.
2.- La legislación aplicable a la forma que debe asumir el acto o contrato (art. 17 del
Código Civil).
Los contratos que se celebran por teléfono participan de las características de los
contratos entre presentes y ausente. De los primeros en cuanto al momento en que se
forma el consentimiento, y de los segundos en lo que dice relación al lugar en que se
entiende configurado.
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LA REPRESENTACIÓN
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A. ASPECTOS GENERALES
Hay dos grandes razones por las cuales la voluntad interna puede no conciliarse con la
declarada externamente:
2.- Existe una desadecuación entre lo que quiere y lo que hace. En este caso existe
una acción, es decir, un acto voluntario que es atribuible al sujeto; pero, entre lo que
declara y lo que quiere efectivamente hay una desadecuación, una discordancia. Este
segundo grado de conflicto entre la voluntad declarada y lo auténticamente querido se
refiere al propósito jurídico de la acción de producir efectos en este orden. Esta
desadecuación puede ser voluntaria o involuntaria:
i) Reserva mental.
ii) Falta de seriedad o iocandi causa.
iii) Simulación.
i) Error.
ii) Dolo, porque induce al error.
iii) Fuerza moral (la física está excluida en el primer orden de conflicto).
Los conflictos entre la voluntad expresada y la realmente auténtica han dado origen a
dos grandes corrientes, que tratan de resolverlos según sus posturas:
1.- De la voluntad real (Savigny). De acuerdo con esta teoría, en un eventual conflicto
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LA REPRESENTACIÓN
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entre la voluntad declarada y la real debe prevalecer ésta, porque ella es el centro del
acto jurídico, al punto que éste genera efectos precisamente porque las partes así lo
quieren. La declaración, para esta postura, no es más que la forma de exteriorizar la
voluntad interna.
Es criticada esta doctrina porque no lleva a una seguridad en las relaciones jurídicas, y
juega en contra de la buena fe. En el intento de contrarrestar estas críticas, Ihering
formuló la doctrina de la culpa "in contrahendo", según la cual los contratantes deben
poner diligencia no sólo en el cumplimiento de las relaciones jurídicas ya formadas,
sino también en las relaciones en gestación y a las previas conducentes a la
realización del acto jurídico.
La crítica natural que se le puede formular es que presenta el riesgo de que en ciertas
circunstancias no se considere para nada al elemento interno y se dé eficacia a una
mera apariencia de voluntad.
Es por lo anterior que nuestro Código Civil sigue la teoría de la voluntad real o
subjetiva, lo que se concluye por los siguientes motivos:
1.- La misma doctrina del error, que permite anular contratos cuando la voluntad
interna no concuerda con la declarada.
2.- El art. 1560, según el cual "Conocida claramente la intención de los contratantes,
debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras."
3.- El art.1069 en su inc. 2º dice: "Para conocer la voluntad del testador se estará más
a la substancia de las disposiciones que a las palabras de que se haya servido."
Opone ciertos hechos externos que establecen una voluntad frente a lo literal de las
palabras.
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LA REPRESENTACIÓN
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4.- La teoría de la causa, pues ésta atiende a los motivos de las partes.
1.- Nueva lectura del 1560. El punto es si la intención está en la fuente o el resultado.
La intención se muestra en lo que aparece.
2.- Arts. 1563 y 1546, que integran a la interpretación de los contratos, aparte de la
intención, lo que cualquiera persona común puede creer que la declaración involucra.
En todo caso, la declaración puede crear una apariencia que debe ser impugnada, de
modo que en caso de conflicto sólo queda alegar nulidad. En este caso, corresponde
la prueba al oferente, quien deberá acreditar que no tenía intención seria de obligarse.
Para ello puede utilizar todos los medios de prueba; incluso los testigos, ya que no se
trata de probar un acto o contrato que haya debido constar por escrito, sino su
inexistencia o nulidad (arts. 1708 y 1709 inc. 1º).
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LA REPRESENTACIÓN
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(iii) La Simulación
(a) Concepto
La simulación supone, por tanto, un acuerdo real entre las partes contratantes (acto
disimulado) que se oculta bajo la apariencia de un acto no realmente deseado (acto
simulado). El acto simulado debe existir siempre; en cambio, el acuerdo oculto o
disimulado puede consistir en otro acto o en ninguno.
Pero hay que advertir que la simulación no está tratada en el Código Civil y no hay en
él una acción de simulación, como, por ejemplo, sí la hay de nulidad nulidad. Para
resolver este problema que plantea la simulación, la doctrina y la jurisprudencia han
extraído de las reglas del art. 1707 los principios necesarios para resolver y decidir el
tratamiento legal de los actos simulados.
Declara este artículo: “Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar
lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros”.
Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón
de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteren en la
contraescritura, y del traslado en cuyas virtud ha obrado el tercero”.
1.- Que la simulación, en principio, puede ser lícita y que el acto real se impone entre
las partes y es legítimo que éstas puedan pactar privadamente las consecuencias
verdaderas de un acto jurídico exteriorizado de otra manera.
2.- Que el acto simulado, en principio, no puede perjudicar a los terceros, ya que
dichos efectos les serán inoponibles.
18
Vodanovic, pág. 360.
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LA REPRESENTACIÓN
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Es lícita la que no persigue fines dolosos, sino que está determinada por fines
inocentes o morales, como evitar conflictos entre personas con igual derecho a un
beneficio, o ponerse a salvo de indiscreciones. Por ejemplo:
1.- En la compraventa de una cosa, en la escritura pública se hace constar que el pago
fue hecho al contado, y en una contraescritura privada, se establece que hay saldo
pendiente. Lo que se busca es proteger al tercero adquiriente, porque así no estará
afecto a la posibilidad de que le toquen los efectos de la acción resolutoria en caso que
quien debía pagar no lo haga (art. 1876 inc. 2º). Esto es posible porque no se puede
hacer valer la resolución de un contrato por contraescritura privada, vale decir, es
inoponible a terceros (art. 1491).
2.- Para reducir el valor subjetivo estratégico de un predio que se quiere comprar,
mediante mandato se ordena que un tercero lo haga.
Cabe señalar que el fraude a terceros tiene también sanción penal (art. 497 C.P), y
que de él emana asimismo la acción pauliana o revocatoria (art. 2468), cuyo objeto es
revocar aquellos actosrealizados por el deudor en fraude de sus acreedores. Sin
embargo, la acción de simulación es diversa de la pauliana, pues mientras ésta busca
reintegrar al patrimonio del deudor bienes que han salido fraudulentamente, la primera
intenta conservar en el patrimonio de aquél bienes que han salido sólo aparentemente.
1.- El ostensible, simulado, ficticio o aparente, que es el que las partes han fingido
realizar.
2.- El oculto, sincero, real o disimulado, que es el que las partes realmente han querido
celebrar y han dejado en secreto para sí.
Como no hay voluntad de celebrar acto alguno, ni siquiera hay voluntad de celebrar un
acto jurídico aparente y, en general, ninguna clase de acto jurídico, el acto simulado
absolutamente adolece de nulidad absoluta por falta de consentimiento (Corte de
Santiago. Revista de Derecho y Jurisprudencia: t.39, secc. primera, p.411).
Cualquiera de las partes puede pedir, fundándose en el art. 1707, que se declare la
vigencia del vínculo secreto de que da cuenta la contraescritura y en la que aparece
que ningún acto se quiso celebrar.
Frente a los terceros de buena fe, esto es, los que tenían desconocimiento de la
simulación, se presenta como una situación en que el acto simulado debe
considerarse como un acto existente, de manera que las partes no podrán invocar la
simulación absoluta ante el tercero. Si no fuera así, se permitiría que a través de la
simulación se perjudicara a terceros.
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LA REPRESENTACIÓN
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simulación.
Entre las "partes" vale el acto oculto o simulado y carece de valor el acto ostensible en
virtud del principio del art. 1545. El acto, además, carece de causa. De tal manera que
no podría una de las partes, para evitar el cumplimiento del contrato oculto, oponer a la
otra la simulación, porque según se deduce del art. 1707, este medio sólo puede
emplearse por los terceros.
b. Frente a Terceros
Pero contra el tercero de mala fe, es decir, contra el tercero que conoce la simulación,
pueden las partes esgrimir ésta, siempre que el acto oculto cumpla con los requisitos
generales de los actos jurídicos, puesto que si no se los observa, se puede alegar la
invalidez del acto.
Según la jurisprudencia, tiene por fin establecer la voluntad real y verídica de las
partes y hacerla primar sobre la que falsamente expresaron (Revista de Derecho y
Jurisprudencia: t.31, secc. primera, p.65).
Entre las partes, el plazo debe contarse desde que una de ellas pretende desconocer
el acto oculto e investir de seriedad al simulado o público, pues desde ese momento
hay interés en ejercitar la acción.
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LA REPRESENTACIÓN
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Los terceros, por su parte, sólo pueden ejercitar la acción de simulación si tienen
interés en la declaración de ésta, es decir, si tienen interés en que aparezca la
verdadera voluntad. Para ellos, el plazo de prescripción se empieza a computar desde
el momento que tuvieron conocimiento del acto o contrato oculto. Sin embargo, hay
quienes afirman que la acción de simulación es imprescriptible, porque en tal acto no
ha habido voluntad y, por lo tanto, no existe y lo que se pide es la declaración de su
inexistencia.
Este principio es refutable, puesto que la totalidad de las acciones son prescriptibles,
con excepción de las que señale la ley como imprescriptibles.
La simulación puede dar origen a una acción civil y a una acción penal: la primera,
para dejar sin efecto el contrato y obtener la correspondiente indemnización de
perjuicios; y la segunda, para exigir el castigo de los que han celebrado el acto
simulado en perjuicio de terceros. Ambas acciones son independientes (Revista de
Derecho y Jurisprudencia: t. 15, secc. segunda, p.9).
En caso de conflicto entre los terceros, debe prevalecer el interés de aquellos que
prefieren el acto aparente.
Los terceros deben acudir a las reglas de la prueba delictual, y no contractual. Los
jueces aprecian soberanamente las pruebas, y no están sujetos al tribunal de
casación.
Entre las partes, cualquier medio de prueba es válido, con dos límites:
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LA REPRESENTACIÓN
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El tercero se puede valer del acto secreto, para lo cual no tiene límites de prueba, por
lo que puede recurrir incluso a los testigos. No podía ser de otra forma, ya que la
obligación de dejar constancia escrita es de las partes, y esto porque no está en
manos del tercero el cumplirla.
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LA REPRESENTACIÓN
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Entre los requisitos de validez del acto jurídico, el art. 1445 señala que: "Para que una
persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: (...) 3)
que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio
(...)". En el mismo libro y título, art.1451 se dice: "Los vicios de que puede adolecer el
consentimiento son error, fuerza y dolo."; vicios que son aplicables en general a todo
tipo de actos jurídico (unilaterales o bilaterales), aunque es discutible que el dolo se
pueda aplicar al testamento.
La doctrina nacional cree, en forma mayoritaria, que estas normas son de aplicación
general. Sin embargo, hay algunos que consideran que no puede darse a estas reglas
una aplicación tan general, porque hay actos jurídicos que por su naturaleza requieren
un análisis especial en lo que se refiere a los vicios del consentimiento. Así sucede en
los actos jurídicos unilaterales y en todos los actos relacionados con la sucesión por
causa de muerte, pues en ellos se estima que los vicios han de tener un carácter
distinto que en materia contractual, porque la naturaleza misma de estos actos es
diversa. Se señala, además, que los vicios contemplados en el art. 1451 sólo son
aplicables en materia patrimonial; así por ejemplo, el legislador da reglas especiales en
materia de vicio del consentimiento en el matrimonio (art. 33 Ley de Matrimonio Civil).
No obstante lo anterior, las normas sobre vicio del consentimiento también son
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LA REPRESENTACIÓN
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Cabe señalar que algunos autores sostienen a la lesión como vicio del consentimiento,
aunque ello es discutible (art. 1691); sin embargo, la mayoría de los autores sostienen
lo contrario.
Ciertas teorías suponen que existen causas que suprimen la voluntad o excluyen el
consentimiento. Estas causas serían la demencia o privación de razón (arts.1447 y
1682) y el error esencial obstativo u obstáculo, el que se presentaría cuando: a) recae
sobre la naturaleza del acto o contrato que se ejecuta o celebra; b) recae sobre la
identidad de la cosa específica de que se trata; y c) recae sobre la causa de la
obligación (v. Alessandri-Somarriva, ob. cit., t.1, p.333; y Victorio Pescio, ob.cit., t.2,
p.55).
(i) El Error
(a) Concepto
Para que haya error, debe existir primero una declaración de voluntad unilateral o
bilateral, y haber una apariencia externa de acto, puesto que el error propiamente tal
se produce en el proceso intelectual de la decisión de efectuar la acción, en otras
palabras, en la formación de la voluntad. Esto hace muy difícil la etapa de la prueba.
El error puede ser de derecho o de hecho, y este último, a su vez, esencial, sustancial,
accidental, y sobre la persona.
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LA REPRESENTACIÓN
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Esta disposición viene a ser una consecuencia del art. 8, que expresa: "Nadie puede
alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.
Está, además, en concordancia con el art.706 inc. final, que dice: "Pero el error en
materia de derecho constituye una presunción de mala fe que no admite prueba en
contrario."
a. Esencial
De acuerdo con el art. 1453 "El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae
sobre la especie del acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las
partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa
específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese
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LA REPRESENTACIÓN
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El error esencial recae, por tanto, en los objetos más esenciales en la formación del
consentimiento: el acto que se celebra, y, en los casos de contratos que contemplan
obligaciones de especie, en la identidad de ésta.
En verdad, puede decirse que cuando las declaraciones de las partes son disonantes
en el objeto, no es que haya error, sino que no hay consentimiento. El error se produce
cuando hay una declaración externa en relación con la cual una parte se ha
equivocado en el concepto del objeto en que se ha contratado.
Por esta misma característica de este tipo de error, la doctrina ha discutido cuál es la
sanción que conlleva. Se reconocen dos tendencias al respecto: la primera favorable a
la nulidad absoluta o inexistencia, y la segunda a la nulidad relativa:
1.- Francesa. Denomina al error esencial error obstáculo u obstativo, porque impide la
formación del consentimiento. Esta doctrina tiene su antecedente en que la legislación
francesa no contempla el error esencial, de manera que se pensó que la ley lo había
omitido intencionalmente, para dar a entender que el error esencial no viciaba el
consentimiento, sino que simplemente impedía que éste existiera. Su sanción es, por
tanto, la inexistencia, o la nulidad absoluta.19
Todavía, si se considera que la razón de la nulidad absoluta dice relación con el interés
público, se debe concluir que el error obstáculo cae, desde este punto de vista, dentro
de la nulidad relativa, porque su presencia perjudica solo el interés privado de los
19
Alessandri Besa sostuvo que la inexistencia en nuestro derecho no tenía cabida, por lo que el error
esencial tiene como sanción la nulidad absoluta.
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LA REPRESENTACIÓN
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individuos.
b. Sustancial
Según el art.1454 inc. 1º: "El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando
la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato es diversa
de lo que se cree, como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una
barra de plata, y realmente es una masa de algún metal semejante."
En doctrina se discute lo que debe entenderse por sustancia o calidad esencial del
objeto sobre que versa el acto o contrato. Al respecto hay dos interpretaciones.
La doctrina mayoritaria estima que el error substancial es el que recae sobre las cosas
que han sido determinantes en la celebración del contrato.20
20
Para Claro Solar, la substancia es la cualidad que hace que una cosa sea lo que es. Por su parte,
Alessandri sostiene que el problema de substancia se reduce a la materia con que está compuesta la cosa.
Las dos doctrinas tienen argumentos a favor:
Así, se ha sostenido que Pothier dice que la substancia es la calidad esencial del objeto sobre el que versa
el acto o contrato, y que esa calidad esencial no tiene por qué ser la materia de que se compone la cosa.
Por otro lado, nos encontramos que el ejemplo que da el Código Civil no está referido a la calidad esencial,
sino que a la materia misma de que está compuesta la cosa. Hay que recordar que el Mensaje del CC señala que los
ejemplos sirven para ilustrar el verdadero sentido de cada disposición, es decir, la intención del legislador.
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LA REPRESENTACIÓN
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puramente material, y ello porque la concepción del Código Civil en materia de actos
jurídicos es esencialmente voluntarista. Por consiguiente, el análisis de la substancia
debe hacerse en relación con la voluntad y no con la materia de que está hecha la
cosa. Indican, además, que lo que debe considerarse es la calidad de la cosa que lleva
a celebrar el acto jurídico.
Otros afirman que hay que tener en cuenta que la técnica adoptada por el Código Civil
en esta materia se basa en observaciones objetivas y subjetivas. Afirman que el error
substancial se refiere a cualidades esenciales de la cosa, de carácter objetivo que
dependen de la naturaleza misma de la cosa y que son conocidos por las partes sin
necesidad de una manifestación de voluntad en tal sentido.
Pero nuestra legislación considera también los motivos que haya tenido una de las
partes referidas a cualidades no esenciales y que hayan sido conocidas de la
contraparte. Se piensa que el Código Civil adopta una posición ecléctica, distinguiendo
el error substancial de otros errores que también vician el consentimiento, pero
separándolos. De tal manera que ese error es substancial cuando recae sobre
calidades que tienen una objetividad suficiente que permiten ser conocidos por las
partes sin necesidad de una declaración de voluntad expresa en tal sentido. De tal
manera que si el error recae sobre otras calidades de la cosa, para que haya vicio del
consentimiento es necesario que la contraparte haya sabido que la consideración de
esas calidades no esenciales fue lo que llevó a la otra parte a ejecutar el acto o
celebrar el contrato. Esa calidad no esencial tiene que haber sido determinante para
que la parte que la invoca haya celebrado el acto o contrato, y ello tiene que haber
sido sabido por la contraparte.
c. Error Accidental
El inc.2 del art.1454 dice: "El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia
el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo
de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte".
En consecuencia, son dos los requisitos para que el error accidental vicie el
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LA REPRESENTACIÓN
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consentimiento:
Son las concepciones subjetivistas, es decir, aquellas que dan principal importancia a
la voluntad, las que determinan que el legislador le dé importancia al error sobre las
cualidades accidentales. Porque, en ciertos casos, son esas cualidades accidentales
las que determinan la manifestación de voluntad, es decir, lo que mueve a la parte a a
contratar son esas cualidades y no otras; por esa razón es que el Código Civil
establece que el error en la calidad accidental es vicio cuando esa calidad determina la
manifestación de voluntad y ello ha sido conocido por la contraparte. De esta forma el
legislador protege la voluntad de la persona y el motivo que la llevó a manifestar su
voluntad. Pero, si bien es cierto que nuestra legislación acepta en este punto a la
teoría subjetivista, también lo es que no lo hace en forma absoluta, por lo que toma
algunos resguardos para proteger a los terceros, que se traducen en la necesidad de
expresar dichos motivos.
d. Error en la Persona
De acuerdo con el art. 1455, "El error acerca de la persona con quien se tiene
intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta
persona sea la causa principal del contrato.
Pero en este caso la persona con quien erradamente se ha contratado, tendrá
derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la
nulidad del contrato”.
Así, en materia de familia casi todos los actos son de este tipo (por ejemplo, el
matrimonio, art. 33 de la ley de matrimonio civil); en el campo patrimonial, mientras, es
más frecuente en los actos gratuitos, como la donación y el testamento.
Por regla general, los actos onerosos no son intuito personae, salvo algunos en que,
como el mandato, la persona es el motivo principal de la celebración del acto. Otro
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Son las motivaciones subjetivas de la persona para celebrar el acto, que son materias
que quedan fuera de la formación del consentimiento y que el derecho considera
irrelevantes, pues sólo lo son aquellos que versan sobre el acto mismo.
En los actos gratuitos, el error en los motivos es un error que recae sobre un
elemento del acto, como es la causa, pues ésta son los motivos del acto. En tanto, en
los onerosos la causa son los antecedentes de la prestación de la otra parte. Sería un
error en los motivos en un acto jurídico gratuito, por ejemplo, que una persona done a
otra porque creyó que ella era la que le había salvado la vida; en un acto jurídico
oneroso, mientras, que un compre un libro porque pensó que lo había perdido. En el
primero caso, el acto sería rescindible, en tanto que en el segundo no.
Quien sufre error debe probar que la diferencia entre lo que quiso e hizo de debió a un
falso concepto de la realidad.
Para tales efectos se admiten todos los medios de prueba, siendo el más frecuente,
sin embargo, el de las presunciones. El error debe ser excusable, justificable; es decir,
no debe tener origen en la negligencia propia del que lo invoca, como consecuencia
del principio de que "nadie puede aprovecharse de su torpeza o mala fe."
Surge una duda con respecto al error en los actos bilaterales, en el sentido de si es
necesario que el conocimiento del error en que incurre una parte lo haya tenido la otra.
Está fuera de discusión el hecho que en los actos bilaterales basta que una de las
partes haya incurrido en el error para que se produzca el vicio del consentimiento, de
acuerdo con lo estatuido por el art. art.1454 inc. 1º. En consecuencia, si una parte
estaba en conocimiento de que la otra estaba incurriendo en error y guardó silencio,
podría existir dolo.
Cuando hay error, se mira desde el punto de vista de quien lo sufre, razón por la cual
se le otorga la acción de nulidad. Pero es probable que el error le sea imputable, es
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decir, que se produzca por su culpa, caso en el cual el derecho compensa y otorga a la
contraparte una acción indemnizatoria.
El error común se opone al error individual, que es el que se viene tratando hasta
ahora, porque es el que sufren muchas personas conjuntamente. A diferencia de lo
que sucede con los demás errores, cuando se invoca el error común no se hace con el
fin de anular el acto; antes bien, el objeto es que éste se considere válido, a pesar de
no estar ajustado a la ley.
Por regla general, el error común no se acepta sino en casos excepcionales, cuando
se aplica la máxima error communis facit jus, esto es, el error común hace derecho.
Tiene por fundamento el interés social, porque se estima que hay es conveniente fiarse
de las apariencias compartidas por todos o por un grupo de personas.
1.- Debe ser compartido por todas o la mayoría de las personas en la localidad en que
el acto se celebra, lo que constituye el elemento que le da su fisonomía.
2.- Debe ser excusable, tener un justo motivo, como cuando se invoca un título con
apariencia de legítimo. Es lo que sucede con el funcionario público ilegalmente
nombrado por la autoridad competente. En este requisito se encuentra la validez del
acto: "la apariencia" que hace producir efectos jurídicos válidos.
3.- Debe padecerse el error de buena fe, que es la amparada por la ley, es decir, que
quien lo invoque ignore la verdad (art.706 inc.1º).
1.- Art. 704 n°4: “No es justo título (…) El meramente putativo, como el del heredero
aparente que no es en realidad heredero; el del legatario cuyo legado ha sido
revocado por un acto testamentario posterior, etc.
Sin embargo, el heredero putativo a quien por decreto judicial se haya dado la
posesión efectiva, servirá de título el decreto; como al legatario putativo el
correspondiente acto testamentario que haya sido judicialmente reconocido”.
3.- Art. 2058. En virtud de esta norma, la nulidad de la sociedad no perjudica a terceros
de buena fe. En este caso, el error común supone que terceros de buena fe han
contratado con la sociedad que sólo existe de hecho, pues su contrato de constitución
21
Vodanovic, págs. 421 y 422.
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es nulo.
4.- Art. 1576 inc. final, en virtud del cual el pago hecho de buena fe al poseedor del
crédito es válido.
(ii) Dolo
(a) Concepto
El Código Civil define el dolo en el art. 44 como "(…) la intención positiva de inferir
injuria a la persona o propiedad de otro". Este concepto de dolo es el más extremo,
porque responde a la actitud del sujeto cuyo único fin es causar daño. Por lo mismo,
no se concilia con la aceptada en la práctica, que es mucho más amplia.
En verdad, para que haya dolo en materia civil es suficiente que exista lo que en el
Derecho Penal se conoce como dolo eventual, que es aquel en que el sujeto se
representa mentalmente la consecuencia dañina de su actuar, pero ésta le es
indiferente; o sea, no necesariamente hay detrás de la acción una intención positiva de
dañar, y que éste se produzca o no es sólo una consecuencia posible. Responde a la
idea de conseguir los propósitos a cualquier precio, y es perseguible porque la actitud
del sujeto era potencialmente dañina.
En materia civil el dolo es equivalente a hablar de culpa grave, como lo declara el art.
44, según el cual, además, aquélla consiste en "(...) no manejar los negocios ajenos
con aquel cuidado que aun las personas negligentes y de poca prudencia suelen
emplear en sus negocios propios. (...)”.
Dentro del Derecho Civil, el alcance del dolo se advierte en tres ámbitos:
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hace cargo de todos los perjuicios, incluso los imprevisibles, por eso es agravante.
2.- Positivo o negativo. El dolo positivo consiste en un hecho, mientras que el negativo
en una reticencia, una abstención. Como vicio del consentimiento ello equivale a decir
que el dolo positivo consiste en el actuar del sujeto manifestado en hechos concretos
destinados a obtener la manifestación de voluntad que de otro modo no se habría
obtenido. Por ejemplo: usurpar un nombre, usar una calidad que no se tiene. Se
traduce en una actitud activa del individuo.
El dolo negativo consiste en una abstención que engaña con el objeto de obtener la
manifestación de voluntad. El silencio constituye dolo en términos generales, cuando
una persona calla estando por la ley, la costumbre y las circunstancias del caso,
obligada a hablar, y otra persona celebra un acto que no habría celebrado, o lo habría
hecho en otras condiciones, si la primera hubiera hablado.
(1) Requisitos
Conforme con el art. 1458, "El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es
obra de una de las partes, y cuando además aparece claramente que sin él no
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hubieran contratado.
En los demás casos, el dolo da lugar sólo a la acción de perjuicios contra la persona o
personas que lo hayan fraguado o que se han aprovechado de él; contra las primeras
por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta ocurrencia del provecho
que han reportado del dolo."
2.- Que sea obra de una de las partes, si el acto es bilateral, ya que en caso contrario
puede provenir de quien sea. En el primer caso –acto bilateral-, si el dolo proviene de
un tercero, éste puede ser obligado a reparar extracontractualmente los daños
causados, pero no se generan efectos en el contrato.
El art. 1458 sólo se refiere al dolo obra de una de las partes. Según se desprende de
diversas disposiciones, el dolo vicia la voluntad cuando es principal o determinante,
siendo indiferente que las maniobras dolosas sean obra del que se beneficia con el
acto o de un tercero.
Tratándose de los actos jurídicos unilaterales, el único requisito para que el dolo vicie
la voluntad es que sea determinante.
Ejemplos:
1.- Art.968 n°4: sobre indignidades para suceder. Es indigno para suceder “El que por
fuerza o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto, o le impidió testar”.
3.- Art.1782: sobre renuncia de los gananciales. La mujer puede renunciar a sus
gananciales (inc. 1º), pero esa renuncia no pude rescindirse “(…) a menos de probarse
que la mujer o sus herederos han sido inducidos a renunciar por engaño o por un
justificable error acerca del verdadero estado de los negocios sociales” (inc. 2º).
Son maniobras que inducen al error; no maniobras que conducen a la formación del
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LA REPRESENTACIÓN
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consentimiento, que constituyen dolo bueno. Esto muestra que el derecho es ajeno a
la moral estricta, y siempre permite algún grado de exageraciones y falsedades.
En un lugar más crítico está el dolo por omisión, que se presenta cuando una parte
calla algo que si la otra parte lo hubiese conocido, no hubiere contratado o lo hubiere
hecho en otras condiciones. Pero para que esta reticencia sea dolosa debe existir una
obligación de informar, que, en todo caso, es la excepción y no la regla. Por ejemplo,
las normas de rotulación, publicidad de precios, mercados de valores. Esto se debe en
gran medida al hecho que una negociación persigue intereses particulares, es decir, no
es una suma cero, y en este contexto, a menudo la información obtenida tiene algún
valor y ha costado conseguirla.
1.- Cuando una parte posee una información que mantiene bajo su control, y que le es
inaccesible a la otra parte.
2.- Económico, según el cual si una persona está en condiciones de conseguir una
información a un costo razonable, a esa persona le compete conseguirla. En tanto, si
el conseguir la información le implica un costo desproporcionado en relación con el
valor de la cosa, no le compete a esa parte conseguir la información, la que debe ser
proporcionada por la otra, o de lo contrario hay reticencia dolosa.
Pero ni aun cuando se cumplen todos los requisitos se concede acción al incapaz que
22
Vodanovic, pág. 431.
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LA REPRESENTACIÓN
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En doctrina se plantea el problema de si el contratante víctima del dolo apto para viciar
el consentimiento puede o no pedir la indemnización de perjuicios junto con la nulidad
del contrato.
1.- El art.1458 inc. 2º dice que "En los demás casos el dolo da lugar solamente a la
indemnización de perjuicios (…)". O sea, cuando el dolo no es obra de una de las
partes ni determinante, sólo da acción de perjuicios, por lo que debe entenderse que
en los casos en que sí cumple con dichas condiciones, el que lo ha sufrido dispone de
ambas: la de nulidad y la de perjuicios.
2.- Se argumenta, además, que todo dolo es un "delito civil", y según lo establece el
art.2314, el que ha cometido un delito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización.
De acuerdo con el art. 1459, “El dolo no se presume sino en los casos especialmente
previstos por la ley. En los demás debe probarse”. Hay presunción de dolo en la
ocultación y detención de testamento. Para esta prueba no hay limitación de testigos.
23
Así, la situación económica y los hechos de la naturaleza no son constitutivos de fuerza. Se sostiene por
un sector de la doctrina que en los casos de los actos en estado de necesidad no hay vicio del consentimiento,
porque tal estado no ha sido creado para obtener la manifestación de voluntad; se indica además, que conforme al
art.1545, todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no habría razón para anular el
contrato invocando el estado de necesidad.
Otros autores opinan que si bien el acto ejecutado en estado de necesidad no adolece de vicio del
consentimiento, podría obtenerse la declaración de ineficacia o su modificación, porque si bien es cierto que en este
caso hay un vacío en nuestra legislación, ya que en ella no se da una solución concreta, no es menos cierto que
reclamada la intervención de un tribunal en forma legal y en materias de su competencia, éste no puede negarse a
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LA REPRESENTACIÓN
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Cuando se habla de ella como vicio de la voluntad se habla sólo de la moral, pues la
física excluye toda voluntad; elimina la acción, quedando sólo la conducta. Vicia la
voluntad porque el sujeto que ha tomado una decisión no lo ha hecho libremente. Para
que vicie el consentimiento debe ser:
a) El mal es ilegítimo.
b) Cuando hay chantaje, mediante el cual se exige para realizar un acto o
prestación, otro acto a cambio. En este caso, aisladamente los actos pueden ser
legales, pero en su conjunto constituyen una fuerza.
2.- Debe ser grave y actual, es decir, presentar cierta intensidad como para provocar
una impresión fuerte. Esta gravedad se mira subjetivamente, por lo que depende del
sujeto al cual ha sido dirigida, y está dada por la amenaza y su seriedad. No debe
estar necesariamente dirigida a la persona que va a tomar la decisión, sino que puede
estar dirigida, según el Código, al cónyuge o consorte, ascendientes y descendientes,
pero en verdad se refiere a todos quienes tengan una relación lo suficientemente
cercana como para afectar la decisión de la persona.
Según el art. 1456 inc. 1º “Se mira como una fuerza de este género todo acto que
infunde a una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de
sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave”. El inc. 2º aclara que
“El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes
se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento”.
3.- Determinante, la declaración de voluntad debe ser el efecto de la fuerza. Para esto,
los dos elementos principales son:
Es indiferente quien la ejerza, a diferencia de lo que sucede con el dolo, que debe
ejercerlo una de las partes. Así lo señala el art. 1457: “Para que la fuerza vicie el
consntimiento no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado por ella; basta
ejercer su jurisdicción ni aun con el pretexto de no haber ley que resuelva el conflicto cometido a su decisión, ya
que en éste caso, el juez va a tener que resolverlo conforme al espíritu general de la legislación y a la equidad; y no
hay duda que los principios de equidad pueden llevar a determinar que un acto es ineficaz o que debe ser
modificado. No es obstáculo para ello lo que establece el art. 1545, ya que ésta disposición razona sobre la base de
un contrato que se ha celebrado en circunstancias normales.
La otra opinión argumenta señalando que el art. 1545 no distingue entre estados normales y estados de
necesidad y que, por lo tanto, no podría hacerse distinción alguna al respecto. Pero no cabe duda que los principios
generales de equidad deben prevalecer en este aspecto y llevar necesariamente a la invalidación de los contratos
defectuosos celebrados en tal situación.
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LA REPRESENTACIÓN
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que se haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el objeto de obtener el
consentimiento”.
1.- Corriente subjetiva. Algunos autores consideran que la lesión se funda en una
presunción de vicio del consentimiento, porque –afirman- quien sufre lesión con el acto
que celebra o ejecuta es por presión de la circunstancias, circunstancias que de no
mediar habrían determinado que el contratante que sufre el detrimento patrimonial no
habría contratado, o lo habría hecho en condiciones no tan desventajosas.
2.- Corriente objetiva. La lesión es un simple vicio objetivo, en que sólo basta probar o
acreditar el desequilibrio o la desproporción matemática de las prestaciones, haciendo
abstracción de las causas que han motivado la manifestación de voluntad, esto es, de
si ha habido o no vicio del consentimiento.
Así, quien alegue la concepción subjetiva debe probar que la voluntad esté viciada; en
cambio, el que alega la objetiva sólo debe probar el desequilibrio de las prestaciones.
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Para aseverar que nuestra legislación considera a la lesión como vicio objetivo, los
autores se apoyan en las siguientes razones:
1.- La historia de la ley: el Proyecto de 1853, en su art. 1629, enumera a la lesión entre
los vicios del consentimiento; su posterior supresión estaría demostrando la intención
del legislador de no considerarla entre estos vicios.
2.- No es de aplicación general, ya que el Código Civil señala los casos determinados
en que se admite:
4.- Se agrega que en nuestra legislación se considera a la lesión como vicio objetivo
porque sólo basta demostrar la desproporción.
(1) Compraventa
Art. 1889: "El vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la
mitad del justo precio de la cosa que vende; el comprador sufre a su vez lesión enorme
cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga
por ella. El justo precio se refiere al tiempo del contrato."
Art. 1890 inc. 1º: "El comprador contra quien se pronuncia la rescisión, podrá a su
arbitrio consentir en ella o completar el justo precio con deducción de una décima
parte, y el vendedor, en el mismo caso podrá a su arbitrio consentir en la rescisión o
restituir el exceso del precio recibido sobre el justo precio aumentado en una décima
parte”.
Art. 1891: "No habrá lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en las ventas de
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Se concede, por tanto, un derecho opcional a la parte que ha obtenido para hacer
subsistir el acto declarado nulo, que consiste en completar o devolver el justo precio.
(2) Permuta
Art. 1234: "La aceptación, una vez hecha con los requisitos legales, no podrá
rescindirse sino en el caso de haber sido obtenida por fuerza o dolo, y en el de lesión
grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de
aceptarla.
Esta regla se extiende aun a los asignatarios que no tienen la libre administración de
sus bienes.
Se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total de la asignación en más
de la mitad."
Art. 1348: "Las particiones se anulan o se rescinden de la misma manera y según las
mismas reglas que los contratos.
La rescisión por causa de lesión se concede al que ha sido perjudicado en más de la
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mitad de su cuota."
Pero según lo establece el art. 1350, "Podrán los otros partícipes atajar la acción
rescisoria de uno de ellos, ofreciéndole y asegurándole el suplemento de su porción en
numerario."
(5) Mutuo
Según el art. 2196: "El mutuo o préstamo de consumo es un contrato en que una de
las partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir
otras tantas del mismo género y calidad."
Por su parte, el art. 2206 declara que "El interés convencional no tiene más límites que
los que fueren designados por ley especial, salvo que, no limitándolo la ley, exceda en
una mitad al que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la convención, en
cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés corriente."
Y el art. 8 de la Ley 18010 (1981) establece que "Se tendrá por no escrito todo pacto
de intereses que exceda el máximo convencional, y en tal caso los intereses se
reducirán al interés corriente que rija al momento de la convención. En todo caso,
cuando corresponda devolver intereses en virtud de los dispuesto en esta ley, las
cantidades percibidas en exceso deberán reajustarse en la forma señalada en el art. 3
inciso primero."
(6) La Anticresis
"La anticresis es un contrato por el que se entrega al acreedor una cosa raíz para que
se pague con sus frutos." (art. 2435).
Por su parte, el art. 2443 señala que "Las partes podrán estipular que los frutos se
compensen con los intereses, en su totalidad, o hasta concurrencia de valores.
Los intereses que estipularen estarán sujetos en el caso de lesión enorme a la misma
reducción que en caso de mutuo."
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Art. 1544: "Cuando por el pacto principal una de las partes se obligó a pagar una
cantidad determinada, como equivalente a lo que la otra parte debe prestarse, y la
pena consiste asimismo en el pago de una cantidad determinada, podrá pedirse que
se rebaje de la segunda todo lo que exceda al duplo de la primera, incluyéndose ésta
en él.
La disposición anterior no se aplica al mutuo ni a las obligaciones de valor inapreciable
o indeterminado.
En el primero se podrá rebajar la pena en lo que exceda al máximun del interés que es
permitido estipular.
En las segundas se deja a la prudencia del juez moderarla, cuando atendidas las
circunstancias pareciera enorme."
Según se desprende del precepto citado, si se estipula una pena para el caso
de no cumplirse la obligación principal, que consiste en el pago de una suma
determinada, y de acuerdo al límite exigido por la ley es enorme, es decir, excede al
duplo de la obligación principal, la sanción es la reducción de la pena al límite legal,
esto es, al doble de la obligación principal.
En general, puede decirse que la sanción de la lesión es la nulidad del acto en que
incide o la reducción de la proporción de las prestaciones.
IV. FORMALIDADES
A. ASPECTOS GENERALES
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(i) Concepto
a) El matrimonio (art.102),
b) El reconocimiento de un hijo natural (art. 272),
c) La constitución de un fideicomiso (art. 735),
d) El testamento (art.999),
e) El pacto de no donar ni asignar por testamento parte alguna de la cuarta de mejoras
(art. 1204),
f) La donación de bienes raíces (art. 1400),
g) Las capitulaciones matrimoniales (art. 1716),
h) El pacto de sustitución del régimen de sociedad de bienes o de separación parcial
por el de separación total (art.1723),
i) La compraventa de bienes raíces, servidumbres, censos y de una sucesión
hereditaria (art. 1801),
j) La constitución de hipoteca (art. 2409).
Las formalidades son sólo excepcionalmente elementos esenciales del acto, por lo que
se las debe considerar de derecho estricto. Sus principales fines son lograr que la
voluntad sea expresada en forma seria, informada y pública.
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- Legales, que son las solemnidades, las formalidades de prueba, habilitantes, de
publicidad y administrativas.
2.- Convencionales.
1.- Los actos solemnes se prueban por sí mismos. La solemnidad del acto
facilita la prueba, en términos que si no se ha cumplido con la solemnidad exigida por
la ley, no hay forma de probar el acto. Por ejemplo, la compraventa de un bien raíz
debe probarse por su solemnidad, la escritura pública.
Al respecto, el art. 1701 inc. 1º expresa que "La falta de instrumento público no puede
suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se
prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula
penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno." Sin embargo, en los arts. 305 y 309 se
contemplan dos excepciones: la primera de ellas señala que el estado civil de casado
o viudo, y de padre o hijo legítimo, podrá probarse por las respectivas partidas de
matrimonio, de nacimiento o bautismo, y de muerte; el art. 309 señala que "la falta de
los referidos documentos podrá suplirse en caso necesario por otros documentos
auténticos, por declaraciones de testigos que hayan presenciado los hechos
constitutivos del estado civil de que se trata, y en defecto de estas pruebas por la
notoria posesión de ese estado civil".
3.- Para algunos, la exigencia de la solemnidad, da más tiempo a los celebrantes del
negocio para que reflexionen acerca del mismo.
(a) Solemnidades
En primer término, los actos que están sujetos a formas externas para ser eficaces son
de dos tipos:
1.- Actos reales, cuya forma requerida es la entrega de la cosa, como la tradición y los
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contratos reales.
Estas formalidades exigidas son elementos de la esencia del acto, debido a lo cual su
omisión genera la inexistencia o nulidad absoluta del mismo.
2.- Constancia por escrito, como es el caso de la promesa de celebrar un contrato (art.
1554).
3.- La inscripción, como para la tradición de bienes raíces (art. 686), para la
constitución de una hipoteca (art. 2410), y para el pacto de separación de bienes (art.
1723). El art. 8 inc. 1º de la ley 4808 sobre Registro Civil expresa que: "Las sentencias
judiciales y los instrumentos que, en conformidad a esta ley, deben ser inscritos en los
registros, no podrán hacerse valer en juicio sin que haya precedido la inscripción que
corresponda." Se comprenden en esta situación el reconocimiento de un hijo natural, la
sentencia que declara la nulidad de matrimonio, etc.
El art.1443 prescribe que el acto que adolece de solemnidades "no produce ningún
efecto civil".
Según el art.1681, "Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos
que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la
calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa."
Asimismo, el art. 1682 establece que "La omisión de algún requisito o formalidad que
las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la
naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o
acuerdan, son nulidades absolutas."; ya que al faltar la solemnidad, falta la voluntad.
Como ejemplo de esto se puede citar el art. 1801, referente a la compraventa de
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Las formalidades habilitantes exigen la concurrencia de una voluntad ajena para que
ciertas personas puedan celebrar un acto o contrato. Su finalidad es la protección de
ciertas personas, en virtud de lo cual su ausencia da origen a la nulidad relativa.
1.- Los incapaces relativos, quienes pueden actuar a través de su representante legal,
o bien autorizados por él.
2.- Los representantes legales. Por ejemplo, lo tutores y curadores, que requieren
autorización judicial para enajenar bienes raíces del representado (art. 393).
3.- El marido, que requiere la autorización de la mujer para realizar ciertos actos,
especialmente aquellos que recaen sobre inmuebles (Por ej: arts. 1749 y 1754).
La habilitación está sujeta a las mismas solemnidades a que está el acto en virtud del
cual se exige dicha habilitación. Asimismo, se puede realizar por medio de otro acto,
distinto del que se realizará mediando la habilitación, o participando en éste el
habilitador, caso en que concurre otorgando tácitamente la habilitación.
En caso de que la exigencia de prueba sea para los actos solemnes, ésta se salvará
con la misma solemnidad (art. 1701).
1.- Cuando haya un principio de prueba por escrito. Ocurre cuando constan de esa
manera hechos conexos al acto jurídico. Por ejemplo, un pagaré puede acreditar una
obligación. Según la jurisprudencia, el documento escrito no acredita el acto, sino que
lo hace verosímil. Además de un pagaré, pueden constituir principio de prueba por
escrito cartas al deudor, su contabilidad, cheques, etc.
2.- Cuando haya sido imposible obtener una prueba por escrito. Son situaciones de
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hecho que debe sopesar el juez. Las más frecuentes se dan por razones físicas, como
el depósito necesario; o morales, cuando los usos impiden exigir documento escrito
como en algunas gestiones profesionales.
3.- Cuando la ley expresamente autorice la prueba testimonial. El caso más general
son los actos de comercio.
Su finalidad es proteger a terceros que se puedan ver afectados por ciertos actos, y su
postergación conlleva como sanción la inoponibilidad el acto. Se consagran
generalmente a favor de quienes han actuado como consecuencia de la confianza que
crea la apariencia.24
2.- Informar cuando se revoca un mandato; si no son válidos los actos celebrados por
el mandatario con terceros de buena fe (art. 2173).
3.- El art. 1707: "Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar
lo pactado en escritura pública, no producirán efectos contra terceros.
Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón
de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la
contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero."
24
"No solamente se divulga la celebración de actos jurídicos propiamente tales, sino que la concurrencia
de hechos que modifican la capacidad o estado de la persona. Como ejemplo se pueden ver los arts.447 y 461 del
CC, relativos a la interdicción del pródigo y del demente, y el N.4 del art.4 y el art.8 de la ley 4808 sobre Registro
Civil, respecto de sucesos que influyen en el estado civil de las personas." (Pescio, Victorio; Manual de Derecho
Civil, tomo II, pág. 180 y sgts.).
De esta forma, existen dos tipos de formalidades por vía de publicidad, que son:
1.- Formalidades de simple noticia: son las que tienen por objeto poner en conocimiento de terceros la
realización de un acto.
2.- Formalidades sustanciales: no sólo persiguen publicitar la celebración de un acto, sino que también
proteger a los terceros interesados, es decir, aquellos que están o estarán en relación con las partes.
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Ante todo, pueden ser renunciadas por las partes, expresa o tácitamente. De no serlo,
la voluntad sólo se entenderá expresada cuando se cumplan las formalidades
convenidas (si de eso versaban).
I. ASPECTOS GENERALES
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A. REGULACIÓN
"Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es
necesario (…) que sea legalmente capaz" (art. 1445 inc. 2º).
El Código Civil no desarrolla una teoría general de la capacidad; así, las reglas
contenidas en los arts. 1445, 1446 y 1447 se refieren a la capacidad exigida para los
actos jurídicos. En materia contractual existen disposiciones especiales al igual que en
lo relativo al matrimonio civil, responsabilidad penal (art. 2319) y en materia
testamentaria.
B. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
La capacidad se define como la aptitud legal de una persona para adquirir, gozar y
hacer valer por sí misma un derecho en la vida jurídica. De aquí se deduce que la
capacidad es de dos clases: de goce, de disfrute o adquisitiva, y de ejercicio o poder:
La regla general es la capacidad, como lo declara la ley en el art. 1446 exprese: "Toda
persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la ley declara incapaces." La
incapacidad es, por tanto, la excepción.
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A. ASPECTOS GENERALES
De acuerdo con el art. 1447 incs. 1º y 2º, "Son absolutamente incapaces los
dementes, los impúberes y los sordomudos que no puedan darse a entender por
escrito.
Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten caución."
Los absolutamente incapaces sólo pueden actuar en la vida jurídica representados por
sus representantes legales. Según el art.43, son representantes legales de una
persona el padre, la madre, el adoptante o el marido bajo cuya potestad vive, y su tutor
o curador.
La sanción a los actos de los incapaces absolutos es la nulidad absoluta (art. 1682 inc.
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2º). Y, tal como lo establece el art. 1447 inc. 2º, “Sus actos no producen ni aun
obligaciones naturales y no admiten caución."
1.- Los dementes. La expresión demente debe tomarse en sentido amplio, es decir,
comprensiva de toda enfermedad mental privativa de razón. Comprende las
enajenaciones mentales en todas sus formas y cualquiera sea su causa. La expresión
demente ha sido tomada en un sentido diverso del técnico (posibilidad que admite el
art. 21).
Cabe tener presente que la interdicción de una persona se produce en virtud de una
resolución judicial en que el juez declara la incapacidad a petición de los habilitados
para solicitarla y que en cada caso señala la ley (art. 456 en relación con el art. 459).
La interdicción no configura la incapacidad; sólo sirve para efectos probatorios y obliga
a designar un curador. La demencia, en cambio, debe ser probada.
De acuerdo con los arts. 443, 446, 447 y 461, la resolución judicial que declara la
interdicción (provisoria o definitiva) debe inscribirse en el Registro Conservador de
Bienes Raíces.
Art. 465: "Los actos y contratos del demente, posteriores al decreto de interdicción,
serán nulos; aunque se alegue haber ejecutado o celebrado en un intervalo lúcido. Y
por el contrario, los actos y los contratos ejecutados y celebrados sin previa
interdicción, serán válidos, a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró
estaba entonces demente."
Los tribunales han resuelto que se puede utilizar cualquier medio de prueba,
especialmente el informe de peritos, para probar que a la época del acto se estaba
demente.
Según don Manuel Somarriva, la regla del art. 465 inc. 1º sólo es aplicable a los actos
y contratos patrimoniales, excluyéndose los actos jurídicos de familia, respecto de los
cuales podría alegarse la validez de aquellos actos realizados en intervalos lúcidos;
por ejemplo, un demente podría contraer matrimonio si alega un intervalo lúcido.
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2.- Impúberes: "Llámase impúber, el varón que no ha cumplido catorce años y la mujer
que no ha cumplido doce años" (art. 26). Dentro de la clasificación del impúber la ley
distingue al infante o niño, que es todo el que no ha cumplido siete años, distinción que
jurídicamente no reviste mayor importancia, salvo con relación a lo dispuesto en el art.
723 inc. 2º, según el cual "Los dementes y los infantes son incapaces de adquirir por
su voluntad la posesión, sea por sí mismos o para otros" (bienes muebles). Además,
en materia extracontractual, siguiendo la idea del Derecho Canónico, el art. 2319 inc.
1º prescribe: "No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los
dementes; pero serán responsables de los daños causados por ellos las personas a
cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia.".
c) Sordomudos que no pueden darse a entender por escrito. En este caso, la causa de
la incapacidad radica en que dichas personas carecen de un medio para expresar su
voluntad con claridad
Según el art. 1447 inc. 3º, "Son también incapaces los menores adultos; los
disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo. Pero la incapacidad
de las personas a que se refiere este inciso no es absoluta, y sus actos pueden tener
valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos, determinados por las leyes."
En consecuencia, son incapaces relativos:
1.- Los menores adultos: según expresa el art. 26, son menores adultos la mujer
mayor de 12 y menor de 18 años y el varón mayor de 14 y menor de 18 años.
Los actos de los menores adultos tienen valor y producen efectos cuando han sido
ejecutados con la autorización de su representante legal o a través de éste; o bien,
cuando se refieren al peculio profesional o industrial o a actos de familia, dentro de los
cuales los menores adultos gozan de plena capacidad. No obstante lo anterior, el
legislador ha puesto ciertas restricciones para la enajenación de los bienes del menor
adulto; así, el art. 255 expresa que: "No se podrán enajenar ni hipotecar en caso
alguno los bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional, sin
autorización del juez con conocimiento de causa."
Con arreglo al art. 445, "La disipación deberá probarse por hechos repetidos de
dilapidación que manifiesten una falta total de prudencia.
El juego habitual en que se arriesguen porciones considerables del patrimonio,
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Según se desprende del art. 443, sólo determinadas personas, previa prueba de la
prodigalidad o disipación, pueden provocar el juicio de disipación.
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A. CONCEPTO
El inc. final del art. 1447 prescribe que "Además de estas incapacidades [absolutas y
relativas] hay otras incapacidades particulares que consisten en la prohibición que la
ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos”.
Para celebrar un acto no basta con tener capacidad, por plena que sea, sino que es
necesario además estar legitimado, o sea, tener calidad o ser un sujeto calificado para
ejercitar el derecho de que concretamente se trata en cada caso. Si no se tiene dicha
calidad, falta la legitimación para el negocio, que nuestro Código hace equivalente a la
prohibición impuesta por la ley a ciertas personas para ejecutar ciertos actos. La
legitimación para el negocio ha sido definida como "la idoneidad jurídica del agente
para ser sujeto de la relación que se desarrolla en un determinado y concreto acto
jurídico."
La falta de legitimación para el negocio puede traer sanciones diversas, según que el
caso concreto envuelva una ley prohibitiva o de otra especie; y así se verá a
continuación:
3.- Otras sanciones diversas: así por ejemplo, no hay nulidad sino otra sanción en el
caso del art. 114, que dice: "El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin
el consentimiento de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo, podrá ser
desheredado, no sólo por aquél o por aquellos cuyo consentimiento le fue necesario,
sino que por todos los otros ascendientes. Si alguno de éstos muriere sin hacer
testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le
hubiere correspondido en la sucesión del difunto."
Hay opiniones que no distinguen la naturaleza del precepto infringido para determinar
la sanción, la que no sería diferente de las contempladas para las incapacidades
relativas. Fundamentan su tesis en el inc. final del art. 1682.
67
LA REPRESENTACIÓN
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I. ASPECTOS GENERALES
En la doctrina del contrato, el objeto y la causa intentan dar con dos objetivos del
derecho, que en cierto sentido constituyen la contrapartida de la autonomía privada:
1.- Que el contrato tenga obligaciones efectivas, es decir, que nazca de un contrato, o
que haya un elemento material sobre el cual recaiga la declaración de voluntad.
2.- Que el contrato sea lícito.
B. CONCEPTO DE OBJETO
Sin embargo, porque el contrato es ante todo un acto jurídico destinado a producir
efectos jurídicos, en particular a crear derechos y obligaciones, el concepto de objeto
admite dos graduaciones, que son las siguientes, de más general a más particular:
1.- Las obligaciones que genera, que son un ente jurídico abstracto.
2.- La prestación, esto es, la conducta debida y esperada, que puede ser de dar, hacer
o no hacer, y que se confunde con el objeto de la obligación.
Además, puede ser objeto de un acto el sólo beneficio económico, como sucede
25
Barros, pág. 61.
68
LA REPRESENTACIÓN
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en el caso del uso (art. 1460), que, en la práctica, es más calificable desde el punto de
vista de la causa.
De los arts 1445, 1460 y 1461 se obtiene que la ley exige, primero, que el objeto
exista, y, luego, cuando el requisito precedente se cumple, que sea lícito:
1.- Art. 1445: “Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario (…) que recaiga sobre un objeto lícito”.
2.- Art. 1460: “Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas
que se trata de dar, hacer o no hacer”.
3.- Art. 1461: “No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de
voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las unas y las
otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su
género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o
contenga datos que sirvan para determinarla.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es
físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el
prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público”.
Para que exista un contrato deben existir obligaciones efectivas y, según el 1461,
estas obligaciones deben recaer sobre prestaciones físicamente posibles al momento
de celebrarse el acto, las que pueden ser de hacer o no hacer, caso en que se analiza
la conducta, o de dar o entregar, caso en que se mira a la cosa.
El tema de la existencia del objeto se puede abordar utilizando los dos niveles de
conceptualización señalados anteriores. Así, de acuerdo con el primer nivel, para que
exista objeto y, por ende, acto o contrato, tiene que haber una obligación. Con arreglo
al segundo nivel, en tanto, la prestación a que da origen la obligación debe ser real,
determinada y comerciable, si se trata de una obligación de dar, y posible y
determinada, si se trata de una de hacer o no hacer.
La existencia del objeto como requisito del acto jurídico es un tema que se plantea al
inicio de la relación obligatoria, porque sólo en ese momento puede producir un vicio
de nulidad. En cambio, si el objeto deja de existir durante ella, nace un problema de
imposibilidad de ejecución de la obligación, que, a su vez, deviene en uno de riesgos y
de responsabilidad, como se verá en su momento. Lo mismo puede decirse de la
licitud del objeto, porque la ilicitud sobreviniente del objeto hace imposible la ejecución
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LA REPRESENTACIÓN
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de la obligación.
1.- Real, que es tal cuando existe, existencia que se asocia a posibilidad. De este
modo, si se hace un contrato sobre una cosa que se cree que existe y en verdad no
existe, el contrato carece de objeto porque la prestación es imposible.
Sin perjuicio de lo anterior, son reales también las cosas que se espera que existan, lo
que permite que pueda contratarse sobre una cosa futura. En este evento, pueden
resultar dos tipos distintos de contratos dependiendo de qué quisieron contratar las
partes:
Estas reglas se obtienen del art. 1813, de la compraventa, según el cual "La venta de
cosas que no existen, pero se espera que existan, se entenderá hecha bajo la
condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del
contrato aparezca que se compró la suerte."
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LA REPRESENTACIÓN
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categoría o género de donde debe obtenerse la cosa objeto del acto; y, por este
motivo, por tratarse de un género, la ley (art. 1461 inc. 2º) exige que el objeto genérico
sea a lo menos determinable en cuanto a su cantidad. En efecto, el art. 1461 estatuye
que “La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga
datos que sirvan para determinarla”. La determinación genérica en estas condiciones
es la mínima que admite la ley; por eso ella declara en el inc. 1º del art. 1461 que es
necesario que las cosas “(…) estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género”.
Algunos señalan que la determinación del género debe ser también cualitativa.
Si se admitiera la determinación en cuanto a un género ilimitado cualitativamente, no
podría decirse que hay una declaración seria de voluntad. Así, si sólo se dice que se
debe un animal, bien puede entregarse un elefante como una mosca. La idea que está
detrás de esta aseveración es que un género completamente abierto no es suficiente.
Qué es genero y qué no depende del caso y es algo convencional (por ejemplo,
madera para un constructor que está terminando una casa puede ser algo muy distinto
que madera para una empresa internacional, porque en el primer caso puede
entenderse que se trata de madera usualmente utilizada con ese fin, mientras que en
el segundo puede tratarse de aserrín, chips, etc.). La determinación del objeto en las
obligaciones de género no puede provenir de las partes, o de lo contrario dicha
determinación se transforma en indeterminación, puesto que queda al arbitrio de la
parte determinante (art.1478).
Estos dos requisitos se refieren a existencia. Además, en tercer lugar, la cosa debe ser
comerciable, exigencia que por referirse a la licitud, es abordada en el acápite
correspondiente. La doctrina, sin embargo, suele tratar estos tres requisitos juntos.
En este caso nos estamos refiriendo a la conducta como objeto del contrato, la cual,
para que exista, debe ser:
1.- Posible, física y moralmente (art. 1461 inc. final). Para que el objeto se considere
imposible, debe serlo bajo cualquiera circunstancia y respecto de cualquiera persona.
En consecuencia, si la prestación puede ser realizada por un tercero, se entiende que
es posible, salvo que sea un contrato intuito personae. En otras palabras, que algo sea
imposible es muy distinto de que sea extremadamente difícil; de manera que la
imposibilidad debe ser absoluta. Por ejemplo, es imposible el mandato sobre algo que
está hecho.
Para que el acto jurídico sea válido, el objeto no sólo debe existir, sino que además
debe ser lícito, ya que según lo establece el art. 1445 n°3, para que una persona se
obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario que dicha
declaración recaiga sobre un objeto lícito.
La noción de objeto lícito sólo se observa en el Proyecto Inédito, lo que explica la falta
de definición del mismo en el Código Civil.
Los autores discrepan en cuanto a lo que debe entenderse por tal. Para Claro Solar, es
el que está conforme a la ley y amparado por ella; para Somarriva, es el conforme a la
ley, las buenas costumbres y el orden público; para Alessandri, el término lícito es
sinónimo de comerciable; para Eugenio Velasco Letelier, el objeto lícito es aquel que
está conforme con la ley, es decir, que cumple con todas las cualidades determinadas
por ellas (en el art. 1461): realidad, comercialidad, determinación, y, si se trata de un
hecho, posibilidad física y moral para realizarse; agrega que sólo en los arts. 1445,
1468 y 1682 el Código Civil da al objeto ilícito su real significado. En otras
disposiciones emplea impropiamente el concepto, como sucede en el art. 1462.
Más aún, en los arts. 1464 y 1466 el legislador no da al concepto de objeto ilícito su
verdadera acepción, pues lo hace sinónimo de cosas incomerciables, en cuanto dichas
disposiciones llevan envuelta, a más del significado verdadero, la idea de la causal de
ilicitud a que aluden.
En todo caso, el legislador sí señaló lo que debe entenderse por causa lícita, pues
expresa en el art. 1467 inc. 2º que causa ilícita es la prohibida por la ley, o contraria a
las buenas costumbres o al orden público. Este concepto de causa lícita que puede
obtenerse de esta disposición puede extenderse al objeto.
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LA REPRESENTACIÓN
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Sea lo que fuere, hay que estarse a los casos de objeto ilícito que concretamente ha
señalado el legislador. La idea del legislador en cuanto a objeto lícito, es aquel
conforme a la ley, las buenas costumbres y el orden público.
El objeto ilícito es, sin duda, una limitación a la autonomía privada, desde que por su
curso la ley resta fuerza a los acuerdos privados que vulneren principios protegidos por
ella.
El objeto ilícito aparece regulado en la ley con dos dimensiones: una especial, que se
refiere a la cosa, y otra genérica, que se refiere a ciertas operaciones jurídicas
consideradas en su conjunto. En la primera dimensión, el objeto ilícito se construye
analizando la cosa objeto del acto, cuando ésta es incomerciable, mientras que en la
segunda, la operación es ilícita en la medida que atente contra el orden público, que
incluye a los actos contrarios a la ley, o las buenas costumbres, que es el límite moral.
a. Casos Generales
En esta dimensión especial, la ilicitud del objeto no se produce en virtud de que acto lo
sea, sino que en razón de que la cosa lo es, por ser ésta incomerciable. Se entiende
por comerciable la cosa que es susceptible de dominio y de posesión privada. El
principio general es que todas las cosas son comerciables, es decir, susceptibles de
dominio o posesión privada. Sin embargo, no hay un catálogo de cosas
incomerciables, por lo que atribuirle este carácter a una cosa resulta muchas veces de
un acto de interpretación. Aun así se pueden señalar los siguientes casos de
incomerciabilidad:
1.- Las cosas no apropiables, dentro de las cuales se incluyen los bienes comunes o
libres, los bienes nacionales o de uso público mientras estén afectos a ese fin, y las
cosas destinadas al culto religioso. Para cierta parte de la doctrina, cuando se celebra
un acto jurídico que tiene por objeto alguna de estas cosas, más que objeto ilícito,
habría objeto imposible.
El art. 1464 establece que “Hay un objeto ilícito en la enajenación (...) 1.° De las cosas
que no están en el comercio”. Según Claro Solar, existe un contrasentido entre el art.
1461 que considera la comerciabilidad del objeto como requisito de existencia y el art.
1464 n°1 que la considera como requisito de validez. Claro Solar sostiene que el art.
1461 está en lo cierto.
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LA REPRESENTACIÓN
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Por su parte, Velasco estima que el art. 1464 n°1 repite la misma idea que el art.1461,
en cuanto a que el objeto que es incomerciable es ilícito. Pero, a diferencia de Claro
Solar, no los considera contradictorios, ya que en los términos del art. 1461 aparece la
comerciabilidad como requisito de validez, esto es, como requisito de cosas que
existen o se espera que existan. Así, si las cosas son incomerciables hacen que el
objeto sea ilícito.
3.- El cuerpo humano, que es incomerciable, salvo sus elementos regenerables, como
el pelo, y ciertos órganos vitales, siempre que sea a título gratuito.
Con arreglo al rt. 1464, adolece de objeto ilícito la enajenación “2.° De los derechos o
privilegios que no pueden transferirse a otra persona”. Según Velasco, los derechos
personalísimos por intransferibles son incomerciables; en consecuencia, caben en el
n°1 del art. 1464, por lo que este n°2 estaría demás.
5.- Las cosas que de acuerdo con un sentido común de moralidad no pueden ser
objeto de convenciones privadas. Por ejemplo, actualmente se discute la
comerciabilidad de las clientelas, considerando que las relaciones profesionales son
de carácter intuito personae. Sin embargo, dado que hoy en día el ejercicio profesional
es cada vez más corporativo, se le reconoce a la clientela un valor patrimonial, como
bien incorporal.
La dimensión de ilicitud alcanza a cualquier acto patrimonial que se haga con estas
cosas, no obstante que el art. 1464 se refiera sólo a la enajenación. Se incluyen, por
tanto, el arrendamiento y la constitución de derechos reales, que es una enajenación.
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LA REPRESENTACIÓN
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El artículo 1464 regula algunos casos específicos de objeto ilícito, en que la ilicitud
está dada por una combinación entre la operación que se pretende efectuar y la cosa
en que ésta recaerá. En efecto, lo que prohíbe el artículo es la enajenación de ciertas
cosas.
La norma suscita diversas cuestiones que se abordan a continuación, sobre todo con
relación a los dos últimos números.
La duda se origina enajenación admite dos sentidos: uno amplio y otro restringido, y
dependiendo de cuál se adopte depende también qué actos recaídos sobre esas
cosas serán o no de objeto ilícito. En su sentido amplio, enajenación equivale a la
transferencia del dominio de una cosa o la constitución de un derecho real sobre ella;
mientras, en su sentido restringido, sólo abarca la primera operación, esto es, la
transferencia del dominio, la tradición.
Además, una nota de don Andrés Bello parece pronunciarse por la acepción amplia, al
decir que "la hipoteca equivale a la enajenación condicionada", de lo cual se obtiene
que para el autor del Código Civil hipotecar es enajenar.
A todo ello puede agregarse la finalidad propia de la norma (art. 1464), más acorde
con un sentido amplio.
Don Luis Claro Solar, en cambio, entiende que el Código Civil toma la expresión
enajenar en un sentido restringido, y funda su aserto en que el legislador ha separado
26
Véase en la "Revista de Derecho y Jurisprudencia": Tomo XVII, segunda parte, sección primera, pág.
207; Tomo II, segunda parte, sección segunda, pág. 1.
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LA REPRESENTACIÓN
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Por otro lado, conviene precisar que, en todo caso, la adjudicación, que es el acto por
el cual el derecho que cada comunero tenía en la totalidad de la cosa o del conjunto de
cosas se singulariza o determina en forma exclusiva con respecto a un bien, no es una
enajenación, porque es simplemente declarativa de dominio y no traslaticia. Así, la
adjudicación de las cosas enumeradas en el art. no constituye objeto ilícito.
A ello añaden que no se divisa la razón para prohibir la venta de las cosas
embargadas o litigiosas, desde que el impedimento para ser transferidas puede cesar
una vez que se alce la prohibición de enajenar. Las partes podrían por diversas
razones querer celebrar el contrato, a sabiendas de que la tradición sólo se podrá
efectuar una vez que se cumplan los requisitos para que desaparezca el impedimento
legal que se opone a la transferencia inmediata. Y en todo caso, si el vendedor
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LA REPRESENTACIÓN
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“3.° De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el
acreedor consienta en ello”. En nuestra legislación la palabra embargo no está
definida. Según se desprende de varias disposiciones (arts. 1618, 2465, 2466 del
Código Civil; arts. 443, 458, 479 a 482, 500, 501 del Código de Procedimiento Civil; y
arts 53 n°3 y 59 del Reglamento del Conservador de Bienes Raíces), el embargo es
una actuación judicial propia del juicio ejecutivo que, según la jurisprudencia, consiste
en la aprehensión compulsiva material o simbólica, hecha por mandamiento del juez
que conoce de la ejecución, de uno o más bienes determinados del deudor, y en su
entrega a un depositario que debe mantenerlos a disposición del tribunal, todo con el
fin de asegurar el pago de la deuda. El embargo también puede recaer sobre derechos
reales constituidos en los bienes raíces (art. 453 del CPC). En otras palabras,
constituye un cumplimiento forzoso de la obligación.
Pero hay una acepción más amplia, que, según la doctrina, es la que considera el art.
1464. Según esta concepción, quedan comprendidos dentro el término embargo el
27
Don Esteban Iturra sostenía que el art.1810, cuando establece que la enajenación no esté prohibida por la
ley, se está refiriendo a leyes especiales y no a leyes generales como es el caso del art.1464; porque si el legislador
hubiera querido que el art.1810 se hubiera referido a la enajenación prohibida por leyes de carácter general, habría
cambiado la redacción y habría hablado de "enajenación por la ley".
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LA REPRESENTACIÓN
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embargo propiamente tal y otras instituciones que persiguen el mismo fin de asegurar
el resultado del juicio: las medidas precautorias de enajenar y gravar bienes, de
secuestro, retención de bienes muebles y, en el sentir mayoritario de los autores, la
prohibición judicial de celebrar actos y contratos sobre bienes determinados. Estas
medidas son, sin embargo, propias del juicio ordinario (arts. 290, 296, 297 y 298 del
Código de Procedimiento Civil).
Todas estas medidas permiten que el acreedor logre sacar determinados bienes del
tráfico jurídico.28
28
Existe unanimidad entre los autores en considerar todas estas medidas como propias del embargo, menos
en cuanto a la "prohibición judicial de celebrar actos y contratos respecto de determinados bienes". En este punto
Velasco disiente de los demás autores.
En efecto –dice-, el art. 1464 regla la enajenación de las cosas que señala determinando que en ella hay
objeto ilícito; y si es cierto e indiscutible que muchos y muy importantes contratos -la compraventa y el
arrendamiento, por ejemplo- no constituyen enajenación, no vemos como la prohibición de celebrar que pueda
dictar el juez, debe regirse por este artículo.
Si se prohibe judicialmente –continúa-, como en ciertos fallos se ha declarado ("Gaceta de los Tribunales":
1875 N.2348, pp.1066; 1884, N.996, pp.629), arrendar una propiedad y el deudor violando la prohibición la
arrienda, no es posible sostener que en tal contrato hay objeto ilícito en conformidad con el n°3 del art. 1464,
porque éste se refiere exclusivamente a la "enajenación", y el arrendamiento está muy lejos de constituirla; ni
podría afirmarse que lo hay de acuerdo con el art. 1466, puesto que esta disposición alude a los contratos
"prohibidos por las leyes", y no por las autoridades judiciales.
Tratándose de la compraventa y en el supuesto de aceptar la doctrina que dice que hay objeto ilícito en la
compraventa de las cosas y derechos enumerados en el art. 1464 -prosigue Velasco- no sería tampoco valedero el
argumento de que según el art.1810 no pueden venderse las cosas que se prohibe enajenar porque este art. dice en
forma expresa que pueden venderse las cosas cuya enajenación no esté prohibida por la ley, y no por la justicia.
29
En consecuencia, si el deudor vende a un tercero el bien raíz embargado, el acreedor puede oponerse a la
inscripción de dicha venta para impedir la enajenación, aunque el embargo no se encuentre inscrito todavía, porque
respecto de las partes litigantes el embargo produce efectos desde que es notificado al deudor; o sea, la inscripción
sólo cuenta respecto de terceros. En cambio, si antes de la inscripción del embargo se realiza la de la compraventa,
el tercero adquiere la posesión de la cosa, porque el embargo no inscrito le es inoponible; el acreedor, en
consecuencia, ya nada podrá hacer en cuanto a la persecución de ese bien.
30
Por ejemplo, A debe a B y a C $100.000 a cada uno, ambos con título ejecutivo: letras de cambio
aceptadas ante notario. B demanda a A ejecutivamente y le embarga la casa. En otro juzgado C demanda a A y le
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LA REPRESENTACIÓN
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Claro Solar (opinión mayoritaria) sostiene que la ley se refiere sólo a la enajenación
que el deudor pudiera realizar privadamente y no a la enajenación forzada en pública
subasta de la cosa embargada.31 Tal conclusión deriva del art. 528 del CPC
(modificado por la Ley N° 7760 del 5 de febrero de 1944). "Del contexto de éste resulta
que puede haber dos o más ejecuciones y la enajenación que se haga en cualquiera
de ellas es válida. El acredor que hubiere embargado primero el mismo bien, no sufre
perjuicio alguno, pues la ley le permite hacer valer sus derechos de acuerdo con los
dispuesto en el mencionado art.528 y, en general, mediante el procedimiento de las
tercerías" (León H., Avelino: "El Objeto en los Actos Jurídicos." págs. 139-142).
Somarriva y Velasco, por otra parte, piensan que, por el contrario, el n°3 del art. 1464
se aplica tanto a las enajenaciones voluntarias como a las forzadas porque:33
b) La única manera de lograr el fin perseguido por la ley (evitar que el derecho que
el acreedor ha puesto en ejercicio sea burlado mediante la enajenación que el deudor
pueda hacer de sus bienes), está en sancionar tanto la enajenación voluntaria como la
forzada.
Según señala el mismo número 3º, hay dos vías válidas de efectuar la enajenación:
Como es posible el reembargo, si son varios los jueces que han decretado el
embargo sobre la misma cosa, debe pedirse la autorización a todos y a cada uno de
ellos. La autorización del juez tiene que ser previa a la enajenación, es decir, tiene que
haberse dado antes de que la enajenación se efectúe. Si se hace la enajenación sin
autorización judicial y el juez confiere la autorización con posterioridad, el acto no es
reembarga la casa. Ambos embargos están inscritos y C terminó el procedimiento ejecutivo y logró la enajenación
forzada (remate en público, subasta). El tercero adquirió el bien embargado.
31
Gaceta de los Tribunales: 1903, N.1110, pp. 1161; 1916, Tomo I, N.109, pp.360; 1917, Tomo II, N.309,
pp.997.
32
Revista de Derecho y Jurisprudencia: Tomo XLVIII, segunda parte, secc. primera, pp. 107.
33
Gaceta de los Tribunales: 1867, N.485, pp.200; 1915, Tomo II, N.345, pp.854. Revista de Derecho y
Jurisprudencia: Tomo XVIII, segunda parte, secc. primera, pp. 207.
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LA REPRESENTACIÓN
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“4.° De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el litigio”.
Cosas o especies litigiosas son los bienes muebles o inmuebles sobre cuyo dominio
discuten en un juicio demandante y demandado. La cosa debe considerarse litigiosa
desde que está trabada la litis, lo cual ocurre una vez contestada la demanda. No debe
confundirse la cosa litigiosa con los derechos litigiosos, ya que estos son los que se
debaten o discuten en un juicio; son cosas incorporales, a diferencia de las cosas
litigiosas, que son corporales.34
34
El que enajena un derecho litigioso, no enajena la cosa misma, sino "el evento incierto de la litis"
(art.1911). La enajenación de los derechos litigiosos sólo puede hacerla el demandante (arts. 1912 y 1913). El
demandado no puede hacer esa cesión sino cuando entabla reconvención, pues entonces asume la calidad de
demandante o actor. Esta cesión no requiere autorización judicial.
35
Según algunos autores, con la exigencia requerida por el CPC (art. 297) acerca de la declaración de
prohibición e inscripción a que debe sujetarse la cosa, no existiría diferencia entre los bienes embargados y las
cosas cuya propiedad se litiga, ya que "siendo necesario que el juez decrete prohibición para que las cosas se
consideren comprendidas en el N.4 del art.1464 y considerando el alcance que a la locución cosas embargadas le ha
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LA REPRESENTACIÓN
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a. Orden Público
El orden público puede definirse como las normas y principios jurídicos que establecen
un límite a la autonomía de la voluntad y que, por ende, no están a disposición de las
partes.
Estos límites no son precisos y se tienden a confundir con las normas imperativas, lo
cual es equívoco, porque hay normas imperativas de orden privado, como aquellas
que versan sobre el pago, y normas permisivas de orden público, como ciertos
derechos irrenunciables. En consecuencia, la distinción no va por el carácter lógico de
la norma, sino que apunta a si ésta puede o no ser dejada sin efecto entre las partes.
Pero fuera de los casos en que la propia ley señala que una norma es de orden
público, como sucede con la irrenunciabilidad del derecho del deudor de hacer cesión
de bienes (art. 1615), no resulta simple determinar si una norma es o no de orden
público. Para hacerlo, debe tenerse presente, en primer lugar, que las normas de
orden público son excepcionales en el Derecho Privado; y, luego, puede recurrirse a
estos dos criterios:
1.- Si la norma cautela un interés general que trasciende a las partes, es de orden
público.
2.- Si la norma establece un orden de protección favorable a alguna de las partes, es
en general de orden público, como las incapacidades.
Existe, además, un orden público que no está en ninguna norma expresa, sino que
responde a lo que el art. 24 denomina espíritu general de la legislación. Es el llamado
orden público virtual, que tiene manifestaciones, por ejemplo, en el principio de libre
circulación de los bienes, y, en particular, en la proscripción de las prohibiciones de
enajenar de carácter indefinido.
dado la jurisprudencia, en el sentido de que en ella se comprenden los bienes sobre los cuales pesa prohibición de
enajenar resulta que el N.4 está de más, las cosas litigiosas deben comprenderse en el N.3 de dicho artículo."
Pero esta apreciación es errónea, ya que el N.4 se refiere a cosas litigiosas, cosas que son objeto directo del
pleito. En el N.3, en cambio, no se discute el dominio de la cosa embargada, ésta sólo servirá para satisfacer el
crédito del acreedor.
Las cosas a que se refiere el N.3 pueden enajenarse válidamente previa autorización judicial o de él o los
acreedores. La de este último puede ser tácita, según se vio.
Las cosas litigiosas, en cambio, pueden enajenarse válidamente cuando el juez que conoce del litigio da su
permiso previo conocimiento de la causa.
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LA REPRESENTACIÓN
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El orden público es un concepto que varía y que tiene relación con el sistema
político-jurídico imperante; así, en una economía dirigida es la regla, en tanto que en
un sistema liberal es la excepción.
1.- Orden público estatal. “Orden público” es un concepto del Derecho Privado, de
manera que cuando se dice orden público estatal no se hace referencia al Derecho
Público, que por el solo hecho de ser tal queda excluido de los acuerdos privados. Se
trata, en verdad, de ciertas normas que, perteneciendo al Derecho Privado, no están a
disposición de las partes por representar un interés estatal superior. Es el caso del
derecho al voto, de ciertos derechos procesales o las funciones públicas.
El Código Civil da un ejemplo en el art. 1462, cuando dice que “Hay un objeto ilícito en
todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la promesa de someterse en
Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el vicio de
objeto. Pero el ejemplo es dudoso, porque es posible someterse a una jurisdicción
extranjera, en lo que refiere a convenciones privadas, de lo cual se infiere que el
sentido del ejemplo es evitar que grupos asentados en Chile se rijan por legislaciones
extranjeras.
3.- Orden público sucesorio, donde las limitaciones se aprecian en los siguientes
ámbitos:
También prohibe los pactos sobre sucesión futura. El art. 1463 inc. 1º establece
que “El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser
objeto de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la
misma persona”. Por su parte, el art. 1204 inc. final preceptúa que “Cualesquiera otras
estipulaciones sobre la sucesión futura, entre un legitimario y el que le debe la
legítima, serán nulas y de ningún valor”.
Por excepción, el mismo art. 1204 inc. 1º admite un tipo de pacto: aquel en que
el difunto ha prometido en vida a su cónyuge, descendientes o ascendientes, no
disponer de la cuarta de mejoras. Dice el artículo: “Si el difunto hubiere prometido por
escritura pública entre vivos a su cónyuge o a alguno de sus descendientes o
ascendientes, que a la sazón era legitimario, no donar, ni asignar por testamento parte
alguna de la cuarta mejoras [o sea, el pacto debe ser de no discriminación], y después
82
LA REPRESENTACIÓN
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5.- Orden público económico moderno, que es el conjunto de reglas que rigen la
economía y que se imponen a las convenciones privadas. Resguarda dos tipos de
intereses principales, que llevan aparejados dos tipos de orden público:
El art. 1466 en su parte final señala que hay objeto ilícito “(...) generalmente en todo
contrato prohibido por las leyes”.36
b. Buenas Costumbres
36
Se ha criticado esta disposición porque en muchos casos el objeto de un contrato prohibido por la ley, la
cosa o el hecho sobre el que recae la obligación que engendra el acto o contrato, nada de ilícito tiene". Así, el
art.1796 prohibe el contrato de compraventa entre cónyuges y si el contrato se efectuara no podría afirmarse que la
cosa vendida y el precio, en si mismos son ilícitos. Lo que ocurre es que la ley prohibe el contrato por las
circunstancias en que se celebra. Por esto, algunos autores sostienen que la ley "debió limitarse a sancionar con la
nulidad absoluta los actos que prohibe, sin establecer que ellos adolecen de objeto ilícito, afirmación que,
doctrinariamente puede ser errada en muchos casos". (Eugenio Velasco Letelier).
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LA REPRESENTACIÓN
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Delinear el concepto de buenas costumbres es aún más difícil que delinear el de orden
público, dificultad que proviene del hecho que aquél no se puede construir a partir del
derecho positivo, sino que hay que hacerlo hurgando en el límite entre el derecho y la
moral. La pregunta decisiva es, entonces, qué moral es la relevante para el Derecho.
Lo que queda comprendido dentro del concepto de buenas costumbres es cada vez
más difícil de precisar, debido a la tendencia de las sociedades contemporáneas a ser
cada vez más pluralistas, lo que supone tolerar en mayor medida las diversas
concepciones acerca de lo correcto y respetar con más intensidad el ámbito privado de
las personas.
En definitiva, hoy en día adquiere un carácter más bien económico, en virtud del cual
busca evitar los abusos. Las buenas costumbres se asocian a los comportamientos
decentes en el tráfico.
1.- Definido por la ley, a través de normas precisas que se confunden con el orden
público, las que son:
a) Condonación del dolo futuro, que no vale (art.1465). No ocurre lo mismo con
la condonación del dolo pasado. Establece el art. 1465 que “El pacto de no pedir más
en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenidos en ella, si no
se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale”. La
condonación del dolo pasado debe ser expresa.
b) Juegos de azar. Según el art. 1466, “Hay asimismo objeto ilícito en las
deudas contraídas en juego de azar (...)”. Juegos de azar son aquellos en que influye
la pura suerte y no la destreza. Por lo tanto, no adolecen de objeto ilícito las
obligaciones que nacen de los juegos de destrezas intelectuales y físicas. Los
primeros están regulados en el art. 2260 y generan obligaciones naturales, mientras
los segundos se regulan en el art. 2263, y dan origen a obligaciones civiles. No
obstante, existen juegos de azar autorizados por la ley, como los casinos y las loterías.
c) El art. 1466 sobre, de acuerdo con el cual hay objeto ilícito en “(...) la venta
de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas
y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de la
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LA REPRESENTACIÓN
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prensa (...).
Las buenas costumbres aparecen en el Código Civil a propósito del objeto, en el art.
1461, y de la causa, en el art. 1467. De este modo, cuando sea posible construir la
ilicitud del acto considerando la operación jurídica, procede impugnarlo por vía de
objeto. En cambio, cuando es preciso recurrir a la finalidad de las partes, el acto es
impugnable por vía de causa.
I. ASPECTOS GENERALES
Esta noción de causa eficiente debe descartarse como noción jurídica, ya que la causa
es un requisito de existencia y validez, y de aceptar esta noción resultaría que la causa
sería el acto jurídico mismo.
2.- Causa impulsiva, motivo o móvil (ocasional): sería el fin remoto, variable,
personalísimo y sicológico que lleva a un individuo a celebrar un acto jurídico. Luego,
un mismo acto puede tener diversas causas, atendiendo a los bienes subjetivos que
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LA REPRESENTACIÓN
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3.- Causa final: se concibe bajo la idea de fin próximo, inmediato e invariable que la
parte se propone alcanzar mediante la celebración del contrato y que siempre se
puede encontrar en la estructura del contrato. La causa final es común a ambos
contratantes. Esta causa final es idéntica para todos los actos o contratos de una
misma especie; no varía de individuo a individuo. Así, la causa del porqué el
comprador se obliga en el contrato de compraventa es que el vendedor se ha obligado
a entregar la cosa; y esta causa va a ser la misma en todos los contratos de
compraventa.
B. CONCEPTO
El Código Civil y gran sector de la doctrina señalan que la causa tiene cabida
tratándose de aquellos actos jurídicos que generan obligaciones, y que, en cambio, el
elemento causa no sería exigible respecto de aquellos actos jurídicos que no generan
obligaciones.
Estrictamente considerada la causa como el fin que tienen las partes en vista, cabe
sólo en las obligaciones. Pero hay quienes sostienen que hay una naturaleza
determinante no en la obligación, sino que en la declaración de voluntad, porque las
partes realizan el acto en consideración a una causa que la obligación está destinada
a realizar.
El art. 1467 inc. 2º define la causa como el motivo que induce a celebrar el acto o
contrato. Esta definición se ha prestado para numerosas dudas acerca de su exactitud
y alcance.
(i) Enunciación
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LA REPRESENTACIÓN
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Tiene su origen en los contratos innominados del derecho romano. Fue modelada
como teoría por el francés Jean Domat (1625-1695). Años después, Pothier
(1699-1772) reprodujo y desarrolló sus ideas en su "Tratado de las Obligaciones",
publicado en 1761; de ahí pasaron al Código de Napoleón, que no definió ni precisó el
concepto de causa, lo que permitió que la jurisprudencia y la doctrina francesa, sin
alterar la ley, hayan podido darle el contenido cambiante que las circunstancias
determinan.
Entre los principales exponentes de esta concepción están los siguientes autores:
Aubry, Rau, Duranton, DemoLombe, Marcadé y Bufnoir.
Esta doctrina parte haciendo la distinción entre causa y motivo. La causa es el fin en
vista de cual una parte celebra el acto jurídico, es la consideración que determina a la
parte a obligarse. En otras palabras, es el fin directo e inmediato que la persona desea
obtener al contraer la obligación. Esta causa va inserta en el contrato mismo,
constituyendo un elemento esencial de él, y siempre es la misma para cada especie de
contrato.
El motivo, en cambio, es el fin más o menos lejano perseguido por las partes. Puede
indicarse que el motivo es el fin concreto de carácter subjetivo que las partes quieren
alcanzar por medio del acto jurídico, que no va envuelto en el acto jurídico y es
variable, según las partes y las circunstancias.
La causa, entonces, es el fin inmediato o próximo que mueve a las partes a contratar.
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LA REPRESENTACIÓN
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que sucede en los contratos reales como el mutuo, comodato, depósito y prenda, en
que la causa está dada por la entrega de la cosa .
3.- Contratos a título gratuito: la causa está en la pura o mera liberalidad. Así, en la
donación el único que se obliga es el donante, y la causa de su obligación es el ánimo
de hacerle una entrega a otra persona (ver arts. 2174, 2211, 2196 y 2384).
1.- Es falsa, porque históricamente no es cierto que el concepto de causa haya sido
aceptado por los romanos en forma general. En Roma, por ejemplo, en la compraventa
cada parte no resultaba obligada por existir independencia entre las prestaciones; sólo
resultaba obligada si la obligación había sido formalmente contraída.
(1) Enunciación
Estas teorías surgen como una reacción a las anticausalistas. Defienden la idea de
causa y estiman que debe conservarse en los actos jurídicos como un elemento
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1.- Teoría de Henri Capitant, que se manifiesta en su obra "La causa de las
obligaciones" (1923).
2.- Teoría de Louis Josserand, contemplada en su obra "Móviles de la causa jurídica."
3.- Teoría de George Ripert, contemplada en su obra "La regla moral de las
obligaciones civiles."
Para este autor no es suficiente que se haya expresado el consentimiento de cada una
de las partes en relación con el objeto, sino que es necesario también tener en cuenta
la razón que las ha impulsado a celebrar el contrato.
Sin embargo –añade-, para llegar a la causa no debe indagarse en los motivos
personales de cada individuo, que son subjetivos, variables y que cambian
dependiendo de la persona. La causa no es meramente subjetiva, sino que tiene
también un carácter objetivo, porque ella establece una relación entre la voluntad y un
hecho exterior totalmente ajeno o extraño a ella.
Afirma que es erróneo lo que sostienen los anticausalistas en orden a que la causa se
confunde con el objeto en algunos casos y con el consentimiento en otros. Para
fundamentar esta afirmación, Capitant señala que el consentimiento tiene que existir al
momento de la formación del acto lo mismo que la capacidad. En cambio, la causa se
mantiene y subsiste hasta el cumplimiento del contrato, pues para que subsista la
obligación del deudor tiene que haber una razón para ello la que ha de existir hasta
que se cumpla el resultado deseado o querido.
La causa tampoco puede confundirse con el objeto. Quienes así lo creen, lo hacen
debido a que no han hecho un análisis profundo del problema, porque entre objeto y
causa hay diferencias sustanciales: el objeto es un aspecto material y se identifica con
la prestación, la que es ajena a la personalidad misma de las partes; en cambio, la
causa dice relación con un fenómeno intelectual de orden interno de cada individuo.
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LA REPRESENTACIÓN
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Capitant afirma que la causa es siempre la misma para cada clase de contratos, y
distingue entre contratos bilaterales y contratos unilaterales, y contratos a título
gratuito:
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LA REPRESENTACIÓN
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depósito.
3.- Contratos a título gratuito: sigue por regla general la teoría clásica en el sentido que
la causa sería la intención de liberalidad. Sin embargo, hay ciertos casos específicos
que la causa obedece a otra clase de fines de carácter más concreto, como sucede,
por ejemplo, en la dote o donación por causa de matrimonio, en que la causa es el
matrimonio y no la mera liberalidad, de tal modo que si el matrimonio no se celebra, la
dote carece de causa.
Los móviles o motivos que llevan a las partes a contratar pueden ser variados, de
manera que es preciso determinar cual de ellos ha sido el determinante para celebrar
el contrato. Josserand denomina a este o estos motivos como causa impulsiva.
Este autor afirma que si del análisis de la causa impulsiva se obtiene que los motivos
que llevaron a las partes a contratar eran inmorales, la causa también lo es.
Esta concepción no deja de ser importante, porque en virtud de ella el acto jurídico o
contrato que estuviera perfectamente causado de acuerdo con la concepción clásica,
podría no estarlo, sin embargo, a la luz de la teoría de los móviles.
Con todo, la idea de Josserand no deja de ofrecer inconvenientes, que provienen del
hecho que los motivos individuales que lo contratantes pueden tener para celebrar un
acto jurídico pueden ser variados. Por ello, la jurisprudencia francesa estima que sólo
deben considerarse los de mayor importancia o relevancia, que son aquellos móviles
personales de los contratantes, ajenos al acto en sí mismo, y que estiman decisivos
para la celebración del acto jurídico. Así se observa que en el análisis de la eficacia del
acto, los tribunales franceses atienden a la causa determinante.
1.- Contrato gratuito: basta que los motivos o móviles del disponente sean ilícitos para
anular el contrato por causa ilícita, aunque la otra parte lo desconozca. Por ejemplo: el
concubino que dona a la concubina para perjudicar a su familia legítima, aun cuando
no lo supiera la concubina adolece de causa ilícita.
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LA REPRESENTACIÓN
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2.- Contrato oneroso: se requiere que ambas partes tengan conocimiento de la ilicitud
del motivo. Por ejemplo: si se arrienda un inmueble para establecer un negocio ilícito,
para que adolezca de causa ilícita, ambas partes deben haber arrendado el inmueble
con conocimiento de este motivo ilícito.
Descansa también en la teoría del motivo, pero como es difícil precisar el motivo
determinante, Ripert afirma que basta cualquier motivo ilícito para viciar el acto, aun
cuando ese motivo no sea conocido de la otra parte.
Ripert estima que los tribunales tienen el deber de mantener la regla que desde largos
siglos la moral cristiana ha impuesto a la sociedad y que ellos están encargados de
defender.
D. LA JURISPRUDENCIA
"En los contratos bilaterales la causa, o sea, la razón inmediata de la convención para
uno de los contratantes, tiene que ser la prestación a que la otra parte se obliga. Las
razones o motivos más o menos lejanos no pueden confundirse con la causa, pues se
llegaría así en los contratos onerosos a una sola causa general y última, la
conveniencia o lucro de las partes."
induce a contratar".
En otra sentencia, la del 11 de septiembre de 1922 (Rev., tomo 21, seg. parte, secc.
primera, pág. 973), la Corte Suprema, repudiando siempre considerar los motivos,
parece aceptar la doctrina de Capitant, pues al referirse a la causa de la obligación del
vendedor dice: "...puesto que el motivo que induce a éste a entregar la cosa vendida
no es otro que el de llegar a obtener el precio que ha de pagarle por ella el
comprador". La Corte de Talca, el 26 de agosto de 1931 (Rev., tomo 30, seg. parte,
secc. primera, pág. 1), acepta claramente la doctrina del citado jurisconsulto,
expresádose en los siguientes términos: "En los contratos bilaterales cada parte se
obliga teniendo como fin jurídico, como causa, el obtener la prestación consentida por
la otra parte". Porque ya lo dice Capitant, "el fin que persigue una parte no es la
obligación de la otra que interviene simultáneamente con la suya, sino el cumplimiento
de esta obligación, es decir, de la prestación que se le ha prometido", "en un contrato
sinalagmático, por ejemplo, la causa que determina a obligarse a las dos partes es la
voluntad de obtener la realización de la prestación que le ha sido prometida en
cambio"; y, por último, "este análisis de la causa difiere, sin duda, algo del que
acostumbran hacer los civilistas, pero nos parece que no se le puede censurar de
inexacto. Por lo menos no innova nada, ni es inédito tampoco, pues se le encuentra en
un importante estudio de M. Lobbé, y aparece igualmente en numerosas resoluciones
de jurisprudencia". El tres de marzo de 1980 (Rev., tomo 78, seg. parte, secc.
segunda, pág. 1), la Corte de Temuco, en sus razonamientos y en lo pertinente,
resume la tesis de Capitant para resolver. Dice que "el fin, elemento esencial de la
manifestación de voluntad del contratante, es la verdadera causa de la obligación".
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- Art. 1445: “Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario (...) que tenga una causa lícita”. O sea, este artículo la
contempla como un elemento del acto o contrato.
2.- Art. 1467: parte de presupuesto que la causa es un requisito de existencia y validez
del acto o contrato. "No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es
necesario expresarla. La pura liberalidad o suficiencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la
prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o el orden público.
Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la
promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una
causa ilícita.".
3.- Art. 1468: “No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícita a sabiendas”.
4.- Art. 1682: establece que la nulidad producida por causa ilícita es absoluta.
En su mayoría, los autores chilenos sostienen que el Código Civil sigue la teoría
clásica de la causa.38 Fundamentan su opinión en la historia fidedigna del
establecimiento de la ley, puesto que a la época de la dictación de dicho cuerpo legal
aquélla era la doctrina imperante (la teoría clásica que consideraba como causa al
motivo jurídico). Añaden que a igual conclusión se llega en virtud del inc. 3° del art.
1467, cuando señala que "La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente", con
lo cual se está ajustando estrictamente a los postulados de la teoría clásica en materia
de actos a título gratuito. Los ejemplos que da el inc. final del precepto también
coinciden con la doctrina clásica: la promesa de dar algo en pago de una deuda que
no existe, caso en que no hay causa, y la promesa de dar algo en recompensa de un
crimen, caso en que la causa es ilícita. Por último, se señala como argumento que el
Código Civil no puede haber contemplado la teoría de los móviles psicológicos, puesto
que esta teoría es posterior a él.
Sin embargo, hay autores que estiman que el Código Civil sigue la doctrina de los
móviles o motivos psicológicos, puesto que así lo deja entrever la redacción del art.
1467 inc. 2°: “Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato (...)”. Al
utilizar la expresión "motivo", la ley se estaría refiriendo al móvil individual y personal
del contratante.39
38
Alessandri, citado por Vodanovic, pág. 495.
39
Manuel Somarriva U. y Leopoldo Ortega, citados por Vodanovic, pág. 495.
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Así, del mismo modo que el objeto del contrato, la causa debe, en primer lugar, existir,
y, luego, ser lícita. Así lo da a entender el art. 1467, cuando dice que “No puede haber
obligación sin una causa real y lícita (...)”.
2.- Contratos onerosos: la causa está dada por la prestación de la otra parte. Es, en
este sentido, un control de interdependencia entre las prestaciones de las partes, que
mira a que la obligación de una se explique en función de la de la otra. De no existir
este requisito mínimo de reciprocidad, el acto es nulo.
En los contratos bilaterales, aunque más propiamente en los onerosos, la causa opera
en toda la vida del contrato, porque una obligación se entiende en razón de la otra.
Esto permite que se pueda pedir la resolución en caso de incumplimiento de una de
las partes (art. 1489); u oponer la excepción de contrato no cumplido (art. 1552). Esta
correlación entre las obligaciones de las partes no está presente en los contratos
gratuitos ni se les aplican estas normas.
3.- Contratos reales (o aquellos que se perfeccionan con la entrega de la cosa, como
el comodato y mutuo): la causa está dada por la entrega de la cosa que se debe
restituir.
La causa no debe ser expresa, pero sí probable. Lo dice el art. 1467: “(...) pero no es
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necesario expresarla”. O sea, los actos se presumen causados. Así, un pago sin causa
probada puede ser anulado.
(a) Generalidades
La causa es ilícita, como dice el art. 1467 inc. 2°, cuando es prohibida por ley, o
contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Para que la ilicitud de la causa vicie el acto, en los contratos onerosos se exige que los
motivos sean conocidos por ambos contratantes, a menos que la prestación del que
conoce exclusivamente los motivos ilícitos esté destinada precisamente a perjudicar a
la otra parte. En los contratos gratuitos, mientras, sólo se atiende a los motivos del que
realiza el acto liberal.
De acuerdo con el art. 1683, la causa ilícita constituye un vicio de nulidad absoluta. Y
según el art. 1687 inc. 1°, la nulidad judicialmente declarada da derecho a las partes
para ser restituidas al estado en que se encontraban antes de contratar, por lo deben
restituirse lo que hayan dado en virtud del acto o contrato anulado.
No obstante, conforme lo declara el art. 1468, "No podrá repetirse lo que se haya dado
o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas."
Según el jurista romano Paulo (D: 1, 3, 29), obra en fraude a la ley el que respetando
las palabras de la ley, elude su sentido.
El fraude a la ley está constituido por un conjunto de actos que tienen como fin evadir
el cumplimiento de una norma obligatoria.
Para que exista fraude a la ley, deben darse los siguientes requisitos:
1.- Un acto real de evasión, que por ser real, diferencia al fraude a la ley de la
simulación.
2.- Intención de evadir una norma de orden público.
3.- La regla evadida debe ser susceptible de ser interpretada extensivamente.
Depende de la naturaleza de la norma si ésta admite o no interpretación extensiva. Por
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LA REPRESENTACIÓN
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El fraude a la ley se puede impugnar tanto por vía de objeto cuanto de causa. Por la
primera, se ataca a la operación en su conjunto por alterar el orden público, mientras
que por la segunda a la intención subjetiva y fraudulenta de evadir una norma
prohibitiva.
Hay ciertos actos jurídicos que tienen perfecta y plena eficacia jurídica,
independientemente de la causa que los ha generado. Como dice la doctrina, ciertos
negocios, que se denominan abstractos, valen separados o independientemente de su
causa.
Están fundamentalmente representados por los "títulos de crédito", como por ejemplo
el cheque, la letra de cambio y el pagaré.
El acto jurídico abstracto es uno en que el girador autoriza que se pague una cantidad
de dinero estipulado en el documento a su tomador. Este título constituye un acto
jurídico abstracto porque vale o produce sus efectos independientemente de la causa
que lo generó.
El acto jurídico abstracto no lo es entre las partes, respecto de las cuales es causado
igual que cualquier otro. Por tanto, si uno de los contratantes adquiere la obligación de
pagar mediante la entrega de títulos de crédito, y la causa es ilícita, se puede anular el
contrato y pedir la restitución de los títulos.
El acto deviene en abstracto una vez que comienza a circular, lo que, con los títulos de
crédito, sucede generalmente con el primer endoso. En este punto no es que el título
carezca de causa; todo lo contrario, la tiene, pero ella existe sólo para las partes, no
para los terceros que lo adquieren. Así, el obligado al pago no puede negarse a pagar
el título oponiendo la excepción de nulidad por causa ilícita
Algunos autores contraponen los actos jurídicos abstractos a los actos causales, pero
esto no es correcto, ya que –como se vio- estos actos abstractos sí tienen causa, sólo
que cuando comienzan a circular se independizan de ésta.40
40
Un importante sector de la doctrina incluye en estos actos abstractos a algunas cauciones, como la fianza y la hipoteca.
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LA REPRESENTACIÓN
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La doctrina reconoce al menos seis grados o tipos de ineficacia de los actos jurídicos:
1.- La inexistencia, en virtud de la cual se entiende que no hay hecho jurídico alguno
2.- La nulidad, en virtud de la cual se considera que existe un hecho jurídico que al
menos ha creado una apariencia, pero que es impugnable por no haberse generado
en la forma señalada por la ley.
3.- Ciertas modalidades: el plazo extintivo o condición resolutoria, que extinguen
derechos.
4.- La resciliación, que es el acuerdo mutuo entre las partes para poner término a un
contrato.
5.- La revocación, en virtud de la cual se pone término a un acto mediante un acto
jurídico unilateral. Por ejemplo, la renuncia en sociedad y el deshaucio en el
arrendamiento.
6.- La inoponibilidad, en virtud de la cual un acto jurídico es válido entre las partes,
pero sus efectos no pueden oponerse a terceros.
II. LA NULIDAD
El Código Civil, en sus arts. 1681 y siguientes, señala las normas por las que se rige la
nulidad, que, de acuerdo con las disposiciones referidas, determinan que ésta puede
ser absoluta o relativa.
Ejemplo: Zavala pide un préstamo al Banco, y éste le exige un fiador (Druiz). Por esto se celebra una fianza entre el Banco y
Druiz y entre el acreedor y el fiador. La causa de la obligación del fiador, el servicio que le presta el fiador al deudor, podría ser
la causa, pero esta causa estaría fuera de la fianza, ya que esta relación se da entre el deudor y el fiador, pero la fianza se celebra
entre el deudor y el fiador. Por esto, algunos dicen que la fianza e hipoteca carecen de causa.
41
Vodanovic, pág. 519.
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que la ley ha dado para determinados tipos de actos. Por ejemplo: hay normas
especiales en materia de nulidad de matrimonio. Pero fuera de estos casos
excepcionales, se aplican las disposiciones del Código Civil.
Esta materia está tratada en el Libro IV del Código Civil, título XX "De la nulidad y la
rescisión". La rescisión está referida a la nulidad relativa y la nulidad propiamente tal
está referida a la absoluta. No obstante, el Código confunde en algunos casos estos
conceptos, lo que no deja de ser relevante, porque la petición de una nulidad
determinada no le impide al juez declarar una nulidad distinta de la que se le pide.
La nulidad, sea absoluta o relativa, sólo produce sus efectos en virtud de sentencia
judicial ejecutoriada.
B. INEXISTENCIA Y NULIDAD
Esta teoría fue elaborada a principios del siglo XIX por el jurisconsulto alemán
Zacharie. También participó en ella Rau y Aubert.
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- La nulidad supone que el acto ha nacido, pero viciado, y requiere ser declarada por
el tribunal. La inexistencia no necesita ser declarada por el tribunal, porque ésta es la
nada y al tribunal le basta que se constate que el acto es inexistente.
2.- El acto nulo produce plenamente sus efectos mientras no se declare su nulidad por
sentencia. En cambio, si el acto es inexistente no produce efecto alguno.
3.- La inexistencia no puede sanearse por el transcurso del tiempo, puesto que es la
nada, y la nada con el transcurso del tiempo no se puede transformar en algo. En
cambio, la nulidad sí que puede sanearse por el transcurso del tiempo, ya que el acto
existía (esto es aplicable a la nulidad relativa).
4.- La inexistencia no puede ser ratificada o confirmada por la voluntad de las partes,
porque la nada no puede mediante la confirmación devenir en existencia. La nada
comfirmada continúa siendo la nada. En cambio, la nulidad puede ser ratificada por la
voluntad de las partes. Y si bien la nulidad absoluta no puede ser ratificada por la
voluntad de las partes, ello se debe a otras razones que las aplicables a la
inexistencia: en efecto, lo que sucede es que la nulidad es una institución de orden
público, establecida, no en interés de las partes, sino en el de la moral y la ley.
8.- La nulidad relativa es la que puede ser alegada por menos personas, la absoluta
por casi todos, la inexistencia por absolutamente todos.
9.- Ambas nulidades, una vez declaradas, sólo surten efecto en relación a las partes
en cuyo favor se ha declarado. La inexistencia permite aprovecharse a todos de ella
(art. 1690).
1.- Lógico. El acto jurídico para existir necesita algunos elementos mínimos, que son
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LA REPRESENTACIÓN
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2.- Histórico. En el Derecho Romano el grado más alto de ineficacia era precisamente
la inexistencia, de manera que como nuestra legislación arranca de aquél, ésta sigue
iguales principios.
Este argumento es, sin embargo, inexacto. En Roma existieron cerca de 30 términos
de ineficacia que se utilizaban para fines análogos, por lo que no se puede hablar de
que existió una doctrina de la inexistencia en aquel entonces. Por eso, lo que en
verdad se traspasó a nuestra legislación fue esta equivocidad, más que una doctrina
de inexistencia. Mas aún, la discusión entre la nulidad y la inexistencia es posterior al
Código Civil, por lo que mal se le puede pedir a éste una doctrina clara y elaborada al
respecto.
3.- El texto de la ley. Ciertos artículos dan pie para sostener que el Código Civil
diferencia claramente la inexistencia de la nulidad. Los principales son los siguientes:
b) Artículo 1681 inc. 1°: “Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato (...)”. donde la
nulidad se refiere a los requisitos de valor del acto. El Código Civil establece la nulidad
como sanción cuando faltan requisitos que sirven al “valor” del acto, no a su existencia.
suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados (...)”. De aquí se concluye
que si se no se otorga el instrumento público que la ley exige por vía de solemnidad, la
ley no declara que el acto sea nulo, sino que señala que ha de mirarse como “no
ejecutado o celebrado”, esto es, inexistente.
Sin embargo, hay que considerar que en su contexto es una regla probatoria
para actos que requieren solemnidades. Muchas veces puede el acto que carece de
solemnidades haberse hecho por escritura privada y haber producido efectos. Este
artículo debe ser mirado en relación con el art. 1682, que dice que la “(...) omisión de
algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o
contratos en consideración a la naturaleza de ellos (...)”, produce nulidad absoluta.
d) Art. 2055, conforme con el cual "No hay sociedad, si cada uno de los socios
no pone alguna cosa en común (...)". El Código Civil señala expresamente en este
caso una hipótesis de inexistencia.
Pero lo que dice aquí el Código Civil no debe tomarse a la letra, pues más
adelante, en el art. 2058, declara que sí existe frente a terceros de buena fe, pues
éstos conservan sus acciones. Si bien este artículo se refiere a la sociedad nula, el
principio que establece es que los terceros no pueden verse perjudicados, ni aun con
una sociedad inexistente que haya producido efectos de hecho o apariencias. Por
esos, sí existe frente a los terceros. Así, es posible que terceros de buena fe hayan
contratado con lo que creían era una sociedad, aunque no haya existido ni aporte ni se
haya pactado repartición de beneficios.
2.- Cuando hay una apariencia de acto, éste debe impugnarse por nulidad, de lo cual
resulta que el límite entre la inexistencia y la nulidad está dado por la generación de
una apariencia y no en los conceptos. Lo único que logra la inexistencia es invertir la
carga de la prueba en juicio. Pero, de todas formas, hay que deshacer lo hecho. Así, si
un infante realiza un acto, éste debería ser inexistente, pero es nulo porque puede
haber una apariencia. Lo mismo que si se celebra una compraventa de un bien raíz
102
LA REPRESENTACIÓN
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3.- Los jueces deben declarar los derechos que existen, es decir, nadie se hace justicia
por sí mismo, a lo que tiende la inexistencia.
4.- El art. 1682 inc. 2° es un fuerte argumento de texto, pues señala que “Hay
asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces”. La ley entiende que éstos no pueden declarar su voluntad, por lo que ésta
estaría ausente en todo acto en que participe un incapaz absoluto, de manera que este
acto sería inexistente. Sin embargo, la ley lo declara nulo.
Claro Solar responde que en este caso es cierto que no hay voluntad, pero como estos
absolutamente incapaces en algunas situaciones pudiera aparecer que aparentemente
consiente, la ley prefirió sancionar sus actos con la nulidad absoluta.
5.- La ley sólo regula la nulidad. En efecto, los arts. 1681 y 1682 (opinión de A.
Alessandri) no hacen ninguna distinción y declaran como nulos los actos en que se
han omitido tanto los requisitos de existencia como los requisitos de validez.
Alessandri sostiene que los arts. 1681 y 1682 comprenden tanto a los requisitos de
existencia como a los de validez. Por otro lado, el Código Civil no ha regulado los
efectos de la inexistencia, de manera que, aun cuando en doctrina se pudiera aceptar
la teoría de la inexistencia, lo cierto es que dichos actos son nulos de nulidad absoluta.
Claro Solar dice que es cierto que el Código Civil sólo reglamenta la nulidad, pero esto
no significa que los actos inexistentes queden comprendidos entre los actos nulos,
pues los actos inexistentes no producen obligaciones y no puede, por lo mismo,
tratarse de la extinción de las obligaciones con respecto a tales actos que no las
producen.
Recapitulando, se puede decir que el límite entre la inexistencia y la nulidad está dado
más por vía procesal que por vía civil o sustantiva, pues lo determinante son las
apariencias que sea necesario destruir.
(iii) La Jurisprudencia
42
Revista de Derecho y Jurisprudencia: T. 63, secc. 2, pág. 67.
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LA REPRESENTACIÓN
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y de efecto cuando no se dan los requisitos de existencia que la ley señala para que
éste nazca a la vida jurídica. Así sucede cuando no concurren la voluntad, el
consentimiento en los actos bilaterales, el objeto, la causa y las solemnidades. Pero la
tesis de la inexistencia del acto jurídico es ajena a nuestro sistema legislativo y, en
particular, al Código Civil chileno, que no la establece como causal de ineficacia,
señalando en cambio otra sanción. Y ésta es precisamente la nulidad, para los casos
de omisión de requisitos que la ley prescribe para la validez de ciertos actos y
contratos.
La ley la establece expresamente, como en los artículos 10, 1006, 1007. 1478, y
también en forma tácita o virtual. En este último caso, la nulidad debe inferirse en
atención a las pautas generales que establece el art. 1682.
Las normas de nulidad son de orden público y las acciones correspondientes son
irrenunciables. Al respecto, el art. 11 es muy enfático, pues prescribe que “Cuando la
ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito de precaver un fraude, o de
proveere a algún objeto de conveniencia pública o privada, no se dejará de aplicar la
ley, aunque se pruebe que el acto que ella anula no ha sido fraudulento o contrario al
fin de la ley”.
(i) Generalidades
43
Gaceta de los Tribunales: 1931, seg. semestre, N.42, pág. 222.
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LA REPRESENTACIÓN
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Sin embargo, hay dos aspectos en que no se diferencian en nada: primero, en sus
efectos, y, segundo, en que las dos deben ser declaradas para producir dichos efectos.
La nulidad relativa es la sanción supletoria, porque el art. 1682 inc. final establece que
“Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescición
del acto o contrato”.
(ii) Causales
La norma básica al respecto es el art. 1682 incs. 1° y 2°: “La nulidad producida por un
objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o
formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en
consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que
los ejecutan o acuerdan , son nulidades absolutas.
Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces”.
Este artículo establece las causales de nulidad absoluta en forma taxativa, pues,
como se vio, todo otro vicio produce nulidad relativa. Estas causales son cuatro, de las
cuales las tres primeras se encuentran señaladas explícitamente en la norma, mientras
que la última ha sido agregada por la doctrina:
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LA REPRESENTACIÓN
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2.- Omisión de formalidades habilitantes. Debe tenerse presente que no sólo las
actuaciones de los incapaces relativos exigen formalidades habilitantes para ser
válidas, sino también las de los representantes, como el tutor o el marido (por ejemplo,
arts. 1734 y 1754).
Sobre el particular, el art. 1686 dispone que “Los actos y contratos de los incapaces en
que no se ha faltado a las formalidades y requisitos necesarios, no podrán declararse
nulos ni rescindirse, sino por las causas en que gozarían de este beneficio las
personas que administran libremente sus bienes”.
3.- La lesión (arts. 1888 y 1889), que da origen a la rescisión. No obstante, la acción
de lesión no da acción reivindicatoria contra el tercero poseedor, a diferencia de la de
nulidad, que sí lo hace. La lesión se asimila más a una especie de revocación.
De acuerdo con el art. 1683, “La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el
juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato;
puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el
acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba;
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LA REPRESENTACIÓN
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Del artículo se obtiene que la nulidad puede ser provocada de oficio por el juez, o a
petición del ministerio público o de todo el que tenga interés en ella.
Con arreglo al tenor literal del art. 1683, el juez no sólo puede, sino que debe declarar
la nulidad absoluta. En la práctica, los jueces han interpretado restrictivamente esta
norma, y entienden que la declaración de oficio de la nulidad es procedente con tal que
se cumplan ciertos requisitos:
1.- El acto o contrato que se pretende anular debe ser el antecedente principal que
motiva el actuar del órgano jurisdiccional. En otras palabras, para anular de oficio un
acto o contrato, éste no puede tener en el proceso un valor meramente incidental.
2.- Con el fin de cautelar del debido proceso, las personas que serán afectadas con la
declaración de nulidad, es decir, las partes del acto o contrato, han de haber sido
partes en el proceso que permite la declaración de oficio. Por ejemplo, no podría
anularse un contrato que es antecedente de la adquisición de un bien, en un juicio
iniciado en virtud de una transferencia posterior.
3.- El vicio de nulidad debe aparecer de manifiesto en el acto o contrato, y cumple esta
condición cuando de los solos antecedentes que maneja el juez puede inferirse la
nulidad. La ley busca evitar que éste indague especialmente en el acto o contrato con
el fin de anularlo.44 Se ha entendido que al referirse al acto o contrato, la ley lo ha
hecho al instrumento en que consta dicho acto o contrato.
4.- Si la nulidad se ha saneado por el transcurso del tiempo, no puede ser declarada
de oficio (como tampoco a petición de parte).
5.- El juez, naturalmente, debe fundar su declaración sólo en las causales de nulidad
absoluta establecidas en la ley.
44
La jurisprudencia ha declarado que con respecto a la expresión "manifiesto", se aplica el concepto que
da el Diccionario de la Lengua, de donde se desprende que para que la nulidad quede establecida, debe ser
suficiente el solo acto de leer el instrumento en que el acto o contrato se contiene, sin relacionarlo con ninguna otra
prueba o antecedente del proceso (Corte Suprema, 7 de abril de 1924, Revista de Derecho y Jurisprudencia: tomo
22, secc. primera, pág. 937).
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- Debe ser personal, por lo que queda excluida la posibilidad de que un particular
pida la nulidad de un acto a nombre de otro o de la sociedad, pues para estos efectos
puede hacerlo el ministerio público o declararla de oficio el juez. Así se descarta el
riesgo de chantaje mediante amenazas de acción de nulidad. Un caso típico de
personas que tienen interés lo conforman los acreedores.
2.- Debe ser legítimo. Con esto se refiere a que el interés debe estar acorde con el tipo
de acto que se quiere anular. Así, en los actos patrimoniales, el interés debe ser
económico; en otras palabras, la declaración de nulidad debe reportar algún interés
económico a quien entabla la acción. En los actos de familia, en cambio, el interés
puede ser moral.45
La excepción a esta regla la contiene el mismo art. 1683: la ley priva de la acción a la
persona que, aunque probadamente pueda tener un interés en la acción, ha sabido o
ha debido (presunción) saber el vicio que invalidaba el acto. Por ejemplo, una persona
que ha contratado con un demente a sabiendas no puede pedir la nulidad absoluta del
contrato.
45
Al disponer el art. 1683 que la nulidad absoluta puede alegarse por todo el que tenga interés en ello,
exige que concurran los siguientes requisitos: a) que el interés exista al tiempo de producirse la nulidad, o sea, al
producirse la infracción que lleva consigo esa sanción; b) que ese interés, que nace de la lesión o perjuicio
producido por la infracción, tenga en éste su causa jurídica y necesaria. De esta manera se expresó la Corte
Suprema el 21 de agosto de 1940 (Revista de Derecho y Jurisprudencia: t. 39, secc. primera, pág. 37).
46
L. Claro Solar, "Explicaciones de Derecho Civil y comparado, tomo XII, pág. 606.
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La presunción de que una persona debía saber el vicio que invalidaba el acto no se
entiende construida en virtud de la presunción general de conocimiento de la ley
establecida en el art. 8. Lo que se exige es un conocimiento circunstanciado de dicho
vicio. Así, una persona no puede excusarse diciendo que no sabía que no se podían
vender un bien embargado, pero sí mencionando que desconocía la calidad de
embargado del bien.47
a) El art. 1097 nos dice que los herederos representan a la persona del testador
para sucederle en todos sus derechos y obligaciones. Teniendo esto en consideración
47
Para incurrir en la sanción de no poder alegar la nulidad absoluta no basta el conocimiento presunto de la
ley a que se prefiere el art. 8 del CC; es necesario el conocimiento "real y efectivo" del vicio que invalidaba el acto
(Corte Suprema, 26 de abril de 1934. Revista de Derecho y Jurisprudencia: t. 31, secc. primera, pág. 337). La
misma idea del legislador aparece en el art. 1468 que al decir que "no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado
para un objeto o causa ilícita "a sabiendas", con esta última expresión se refiere al conocimiento real y efectivo de
la ilicitud de la causa u objeto; no basta el conocimiento presunto que se supone de la ley que puede dar origen a
esa ilicitud (Corte Suprema, 5 de nov. de 1940. Revista: t. 37, secc. primera, pág. 417).
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LA REPRESENTACIÓN
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se puede concluir que los herederos no han podido adquirir por la sucesión por causa
de muerte un derecho que su causante no tenía y que mal podía transmitirles (Corte
de Valparaíso, septiembre de 1942. Gaceta, año 1942, seg. semestre, pág.198). No
sólo el causante no tenía derecho de alegar la nulidad absoluta, sino que la ley se lo
impedía expresamente.
Pero esta opinión no es mayoritaria. Así, Gonzalo Barriga sostiene que la ley, al
impedir alegar la nulidad al que celebró el acto o contrato sabiendo o debiendo saber
el vicio que lo invalidaba, establece una verdadera incapacidad o inhabilidad y como
tal, siendo una regla de excepción, debe interpretarse restrictivamente,
circuncribiéndose al único caso al que la ley literalmente se refiere y, por lo tanto, si
dentro de los términos literales de la ley no cabe comprender a los herederos,
legalmente no puede extenderse a ellos tal inhabilidad o incapacidad. También puede
argumentarse que en el art.1683 hay una sanción por dolo, y éste es personalísimo, o
sea, nace y muere con su autor y la sanción debe recaer exclusivamente en quien
actúa de esa forma.
El art. 1684 establece que “La nulidad no puede ser declarada por el juez sino a
pedimento de parte; ni puede pedirse su declaración por el ministerio público en el solo
interés de la ley, ni puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han
establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios (...)”.
En otras palabras, declara que sólo pueden pedir la nulidad aquellos en cuyo beneficio
ha sido establecida, más sus herederos y cesionarios. Estas personas son:
El art. 1685 establece una excepción que opera cuando el incapaz ha actuado con
dolo para inducir al acto o contrato, y que consiste en que, en dicho evento, ni el
incapaz ni sus herederos o cesionarios pueden alegar la nulidad. Sin embargo, el
artículo previene que “(...) la aserción de mayor edad, o de no existir la interdicción u
otra causa de incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el pronunciamiento
de nulidad”.
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LA REPRESENTACIÓN
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2.- Los representantes legales de los incapaces relativos, cuando éstos han actuado
sin su autorización o intervención.
3.- Los que han celebrado un acto o contrato estando viciada su voluntad.
4.- Los herederos y cesionarios. Cabe señalar que estos últimos tienen todas las
acciones del cedente menos las personales (art 1906).
No siempre quien puede alegar la nulidad relativa ha debido tener una intervención en
el acto o contrato respectivo, sino que puede ser una persona que no intervino en la
celebración del acto o contrato, pero que tiene derecho a invocar la nulidad por haberla
establecido la ley en su beneficio. Así por ejemplo, la incapacidad de la mujer casada
que ha obrado sin la autorización del marido o del juez en subsidio, habiendo debido
obtenerla, se entiende establecida en beneficio de la misma mujer y el marido (art.
1684 inc. 2°), de modo que el marido o la mujer o indiferentemente ambos juntos,
pueden en este caso solicitar la declaración de nulidad relativa.
(a) Concepto
Todo acto que adolece de un vicio de nulidad es, antes que ésta sea declarada, sólo
anulable, y produce en el intertanto todos sus efectos, como si fuera válido. Esta
situación provisoria, vigente mientras el acto no es anulado, puede tornarse definitiva
cuando se cumplen ciertas condiciones: si el vicio de que adolece el acto produce
nulidad absoluta, cuando prescribe la acción para hacerla valer; y si produce nulidad
relativa, cuando, al igual que en el caso anterior, prescribe la acción de nulidad, y,
además, cuando la parte que puede alegarla confirma el acto.
Así lo establece el art. 1683 parte final, cuando dice que el acto anulable
absolutamente “(...) no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso
de tiempo que pase de diez años”.
Como se puede apreciar, el acto anulable absolutamente sólo puede sanearse por
prescripción, mientras que el anulable relativamente puede, además, sanearse por la
confirmación del mismo por la parte que tiene derecho a pedir que se declare su
nulidad. Esta diferencia se explica por que la nulidad relativa está establecida a favor
de ciertas personas en razón de su calidad o estado, lo que, en concordancia con el
art. 12, le otorga a la rescisión el carácter de renunciable válidamente. En cambio, las
causales de nulidad absoluta están establecidas en el interés general, por lo que la
acción para hacerlas valer no está a disposición de las partes. Prueba de ello es
extendida titularidad de la acción que consagra la ley.
Por consiguiente, el saneamiento del acto anulable puede darse por dos vías: la
prescripción, que es hábil para sanear actos que adolecen de vicios que originan tanto
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nulidad absoluta cuanto relativa, y la confirmación, que sólo sirve para sanear actos
que adolecen de vicios de rescisión.
a. Nulidad Absoluta
b. Nulidad Relativa
2.- Herederos. La acción de nulidad dura cuatro años, si el plazo no comenzó a correr
en vida del causante, o lo que reste de él, en caso contrario, contados los primeros y el
segundo desde la fecha del fallecimiento (art. 1692 inc. 1°).
a. Concepto y características
48
La doctrina discute si la aplicación de esta excepción alcanza sólo a los menores de edad o se extiende
también a los mayores de edad. Hay argumentos para darle un alcance general: en general, transcurridos 10 años se
consolidan todas las situaciones en el Código Civil, lapso que constituye el plazo más largo de prescripción que
conoce el Código. Tanto así, que el transcurso de ese espacio de tiempo sanea a los actos que adolecen de un vicio
de nulidad absoluta, que supone una infracción de mayor gravedad.
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LA REPRESENTACIÓN
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1.- Es un acto jurídico unilateral, porque para que nazca es suficiente la manifestación
de voluntad de su autor, incluso cuando se confirma un acto jurídico bilateral o
plurilateral.
3.- Es irrevocable, porque una vez confirmado el acto es plenamente válido, por lo que
sólo puede ser dejado sin efecto por voluntad de las partes o por causas legales.
4.- Opera con efecto retroactivo, de manera que, en virtud de una ficción legal, una vez
confirmado el acto se entiende que éste nunca ha adolecido de un vicio de nulidad
relativa.
b. Terminología
c. Requisitos
Para que la confirmación sea válida es preciso que concurran los siguientes requisitos:
5.- La ratificación tiene que efectuarse con conocimiento del vicio que afecta al acto y
teniendo conciencia su autor del derecho que le asiste a pedir la nulidad relativa.
6.- La confirmación no debe adolecer del mismo vicio que tenía el acto que se ratifica.
2.- Es tácita, cuando se manifiesta por cualquier acto propio que suponga la renuncia a
la acción de nulidad. El art. 1695, que se refiere a la confirmación tácita, si bien
pareciera definirla, en realidad sólo se pone en un caso de confirmación de este tipo: la
ejecución de la obligación contratada. Dice el artículo: “La ratificación tácita es la
ejecución voluntaria de la obligación contratada”.50 Este tipo de renuncia a la acción de
nulidad no está sujeta a ninguna solemnidad y puede efectuarse en cualquier
momento.
E. EFECTOS DE LA NULIDAD
Conviene recordar que en cuanto a los efectos de la nulidad, no existe diferencia entre
la absoluta y la relativa.
El principio establecido en el art. 1687 inc. 1° es que la nulidad retrotrae a las partes al
estado en que estaban antes de celebrar el acto. Dice el artículo: “La nulidad
pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho
para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto
o contrato nulo; sin perjuicios de los prevenido sobre el objeto o causa ilícita”.
Esto también se aplica contra terceros, ya que da acción reivindicatoria contra ellos.
50
Vial señala que la mayoría de la doctrina se inclina por sostener que la única posibilidad de confirmación
tácita es la señalada en la ley, esto es, el cumplimiento voluntario de la obligación contratada. Ello sin embargo de
que exista la posibilidad de que se presente una renuncia tácita a la acción de nulidad por otras vías. Vial señala que
la confirmación del acto nulo no es lo mismo que la renuncia a dicha acción. Por ello, esencial se torna para quienes
piensan así la hipótesis del art. 1695, en torno de la cual surgen algunas disputas:
1.- Alcance de la frase “ejecución voluntaria de la obligación”. Para algunos, ejecución voluntaria es
aquella que se produce libre y espontáneamente, con la voluntad exenta de vicios. Para otros, es necesario, además,
que el confirmante esté en conocimiento efectivo del vicio de que adolecía el acto.
2.- Si la ejecución exigida es parcial o total. Vial cree que basta la ejecución de la obligación contratada,
con independencia de si ésta implica o no el cumplimiento total del contrato (Vial, págs. 180 a 182).
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Los efectos de la nulidad deben estudiarse, por tanto, separadamente para las partes y
para los terceros.
Con el fin de precisar los efectos que se producen entre las partes hay que distinguir
dos situaciones:
2.- El contrato ha sido cumplido por uno de los contratantes o por ambos, total o
parcialmente. El efecto, en este evento, es el de restituir a las partes al mismo estado
en que se hallaban antes de contratar. Y para que ello suceda, éstas deben restituirse
mutuamente lo que hubieren recibido. El art. 1687 inc. 2° regula esta circunstancia: “En
las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este
pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o su
deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o
voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos, y la posesión de buena o
mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo
dispuesto en el siguiente artículo."
1.- En los contratos de tracto sucesivo, es decir, en aquellos de larga duración que se
ejecutan constantemente en el tiempo, puesto que en ellos resulta a veces imposible
restituir lo que se ha recibido, dada su naturaleza. Por ejemplo, no es posible restituir
el uso o el goce que de la cosa ha recibido el arrendatario. En estos contratos las
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LA REPRESENTACIÓN
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2.- En los contratos celebrados con incapaces sin las formalidades establecidas por la
ley, a menos que se probare que éste se hubiere hecho más rico con el acto o contrato
(art. 1688 inc. 1°). El art. 1688 define cuándo se entiende que el incapaz se ha hecho
más rico, señalando que ello sucede “(...) en cuanto las cosas pagadas o las
adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas
pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias,
subsistan y se quisiere retenerlas”. La ley establece, en el fondo, que el que contrata
con un incapaz sin las formalidades habilitantes asume los costos de que el acto sea
anulado.
3.- En los contratos anulados por objeto o causa ilícitos, cuando las partes lo han
celebrado a sabiendas del vicio que contenían (art. 1467). Cabe destacar que no dice
"debiendo saber".51
La única ineficacia que produce efectos contra terceros, con prescindencia de si éstos
están de buena o mala fe, es la nulidad. Por lo tanto, contra aquéllos siempre existe
acción reivindicatoria para recuperar lo que se haya dado o entregado en virtud del
contrato anulado. Así lo expresa el art. 1689: “La nulidad judicialmente pronunciada da
acción reivindicatoria contra terceros poseedores: sin perjuicio de las excepciones
legales”.
Ello no significa que la buena o mala fe del tercero sea irrelevante, ya que sigue siendo
aún importante para los efectos de la restitución de los frutos e indemnización de
deterioros y mejoras.
51
Algunos autores agregan como cuarta excepción la situación del poseedor de buena, porque, según el art.
907, no debe restituir los frutos naturales y civiles que hubiere recibido antes de la contestación de la demanda
(Vial, pág. 189, y Vodanovic, pág. 534). Pero en verdad no hay excepción alguna, porque la restitución que es
preciso efectuar es aquella que procede según las reglas de las prestaciones mutuas.
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o mala fe, y esta es una de las principales diferencias que existen entre los efectos de
la nulidad y los efectos de la resolución, porque la resolución únicamente da acción
reivindicatoria contra terceros poseedores de mala fe (arts. 1490 y 1491).
Hay, sin embargo, ciertos casos excepcionales en que la nulidad no da acción contra
terceros:52
1.- La rescisión por lesión enorme, según se desprende de los arts. 1893 y 1895. El
primero de ellos prescribe que “Perdida la cosa en poder del comprador no habrá
derecho por una ni por otra parte para la rescisión del contrato”.
Lo mismo será si el comprador hubiere enajenado la cosa (...)”
Y el segundo declara que “El comprador que se halle en el caso de restituir la cosa,
deberá previamente purificarla de las hipotecas u otros derechos reales que haya
constituido en ella”, o sea, éstas no caducan por la sola declaración de rescisión.
2.- La acción de indignidad, que no pasa contra terceros poseedores. Así, si un indigno
de suceder ha enajenado los bienes de la sucesión, los herederos no tienen acción
contra terceros de buena fe para recuperar dichos bienes (art. 976).
3.- La rescisión del decreto que concede la posesión definitiva de los bienes, pues en
ese caso, según el art. 94 regla 4ª, “(...) se recobrarán los bienes en el estado en que
se hallaren, subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales
constituidos legalmente en ellos”.
52
Vodanovic, págs 536 y 537.
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5.- Caso del tercero poseedor que hubiese adquirido el dominio de la cosa por
prescripción: no se contempla expresamente, pero se deduce de los arts. 682, 683 y
717. No afecta al tercero la acción reivindicatoria cuando ha adquirido la cosa por
prescripción, porque los vicios o defectos que puedan adolecer los títulos de sus
antecesores, no se transmiten a él.53
Para el caso que se estime como excepción, si la persona demandada en juicio quiere
hacer valer la excepción de nulidad, deberá interponerla por vía de reconvención.
"No procede declarar la nulidad de un contrato por la vía de la excepción, sino que,
para ello, debe hacerse valer en la reconvención". Corte de Santiago, 9 de septiembre
de 1941: Revista de Derecho y Jurisprudencia, t.42, secc. primera, p.551).
53
Ejemplo: Druiz vende a Mapahue un inmueble; Mapahue se lo vende inmediatamente después a Zavala,
y cada una de las ventas va seguida de su respectiva tradición; pasan ocho años y Druiz interpone acción de nulidad
del contrato celebrado con Mapahue en razón de la ilicitud del objeto; la nulidad absoluta se sanea en 10 años, y
como sólo han transcurrido 8, la acción de nulidad está vigente; al mismo tiempo que Druiz demanda a Mapahue la
nulidad del contrato, entabla acción reivindicatoria contra Zavala, fundado en el art. 1689. El contrato entre Druiz y
Mapahue se anulará porque la nulidad no ha prescrito, pero no habrá derecho de reivindicar la cosa de Zavala,
porque éste la ha adquirido por prescripción ordinaria, pues si bien la tradición no dio dominio a Zavala porque
Mapahue no lo tenía, conforme al art. 683, le dio derecho de ganar el dominio de la cosa por prescripción, y como
su posesión era regular, adquirió el dominio por la prescripción ordinaria de cinco años; de manera que Zavala
puede rechazar la acción de reivindicación interpuesta en su contra fundado en su posesión y en el art. 2517.
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(i) Enunciación
Según este principio, si de acuerdo con la intención de las partes y con los bienes
públicos involucrados en las nulidades, es posible salvar el acto, aunque sea
parcialmente, el acto se salva.
La nulidad parcial emerge como una solución al dilema de si la invalidez de una parte
del acto jurídico se extiende o no a la totalidad de éste. Busca, en cierto sentido, la
seguridad jurídica.
Fuera de los casos en que expresamente la ley establece que el vicio de una cláusula
no afecta todo el acto, se han dado ciertas reglas para definir, en silencio de aquélla,
cuando debe darse lugar a la nulidad parcial:
1.- Donde hay orden público de protección, porque la protección implica precisamente
que el acto subsista. En estos casos, suele reemplazarse la cláusula atentatoria por
otra establecida en la ley. Casos típicos se encuentran en el Derecho Laboral y en el
de protección a los consumidores.
2.- Si la voluntad presunta de las partes era contratar aun sin esa cláusula, se entiende
que hay nulidad parcial.
Con todo, la nulidad parcial no se puede aplicar cuando la parte subsistente del acto
es por su naturaleza dependiente o accesoria de la inválida, o no puede tener
existencia autónoma. Así, no puede subsistir la cláusula penal si la obligación misma
es nula.54 Tampoco puede aplicarse cuando se prueba que sin dicha cláusula las
partes no hubieran contratato.
1.- Cuando una disposición se tiene por no escrita. Así sucede con los arts. 966, 1058,
1409, 2344 y 770.
2.- Cuando la ley dispone que si se viola una norma de orden público, la cláusula
contraria a éste se reemplaza por otra legal, como es el caso del art. 8 de la ley
18.010, sobre el interés en los préstamos, o las normas laborales sobre la jornada de
54
Cariota Ferrara, citado por Vial, pág- 185.
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LA REPRESENTACIÓN
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trabajo.
Existe conversión cuando un acto jurídico que no cumple con los requisitos legales
para que pueda surtir efectos tal como las partes se lo propusieron, llena, sin embargo,
los de otro, siendo idénticos la finalidad y los efectos conseguidos por las partes. En
tal caso, se entiende celebrado el otro acto jurídico y no el querido por las partes,
siempre que existan razones para suponer que éstas, de haber sabido que el acto
celebrado era nulo, habrían encaminado su voluntad hacia éste.
La conversión del acto nulo se funda en un hipotética voluntad de las partes de querer
celebrar otro contrato.55
Ejemplo de conversión es el art. 1701, que señala que el instrumento defectuoso por
incompetencia del funcionario o por otra falta de forma, vale como instrumento privado
si estuviese firmado por las partes; se entiende que el instrumento público servirá
útilmente como instrumento privado, sino se trata de una acto en que la ley requiere el
instrumento público como solemnidad, y en que él no puede suplirse por otra prueba.
Otro caso se presenta en las sociedades, donde al faltar el ánimo de sociedad, por
ejemplo, aceptar ganancias y pérdidas, el contrato puede anularse, pero se entenderá
que las partes quisieron realizar otro acto. De esta forma, al disolverse la sociedad,
puede subsistir en forma de mandato o contrato de trabajo con un administrador, o
como préstamo con otros socios.
III. LA INOPONIBILIDAD
A. ASPECTOS GENERALES
Quien alega la inoponibilidad no pretende invalidar el acto, sino que alega que el acto
no produce efectos respecto de él.
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Vial cree que como en el Código Civil no está establecida la institución de manera general, sólo procede
en los casos establecidos por la ley. Añade que el art. 1444 no contiene un caso de conversión, porque a lo que se
refiere es al caso en que las partes se formularon un representación errada del derecho, creyendo que celebraban
cierto acto determinado, cuando en realidad convenían en otro (Vial, págs. 193 y 194).
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El Código Civil no trata a la inoponibilidad en forma orgánica, sino que sólo menciona
casos en que ella se produce. Así sucede con los arts. 1707 y 1902. Según el primero,
una escritura pública destinada a alterar el contenido de otra escritura pública anterior,
no produce efectos en contra de terceros si no se ha anotado al margen de la matriz
de la primera escritura y de la copia en virtud de la cual ha obrado el tercero. Las
anotaciones marginales de la segunda escritura en la matriz y en la copia de la
primera, tienen entonces el valor de formalidades de publicidad, de modo que el
contenido de la nueva escritura, modificatoria de la antigua, no es obligatorio para el
tercero sin el cumplimiento de tales formalidades.
B. TIPOS DE INOPONIBILIDAD
c) Art. 1703: establece las hipótesis en que un instrumento adquiere fecha cierta
respecto de terceros.
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LA REPRESENTACIÓN
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b) Art. 1815 (venta de cosa ajena): algunos lo mencionan como inoponibilidad por
falta de concurrencia de voluntad. Esta venta es válida, pero inoponible frente al
verdadero dueño. Pero, en todo caso, el dueño puede renunciar a la inoponibilidad y
ratificar la venta.
c) Art. 2160: los actos del mandatario que se extralimita en sus poderes, no obligan
al mandante y le son inoponibles por falta de poder.
a) Matrimonio putativo (art. 122). Este es el matrimonio nulo celebrado ante Oficial
del Registro Civil, de buena fe con justa causa de error. En este caso, el matrimonio no
produciría efectos y se volvería al estado anterior, pero la ley dice que producirá los
mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge de buena fe, mientras
subsista esta buena fe. Está establecida en particular beneficio de los hijos quienes,
con la declaración de nulidad, quedarían como ilegítimos, sin embargo, la ley
sen%~ala que el matrimonio produce a su respecto los mismos efectos jurídicos que el
válido, es decir, estos hijos siguen siendo legítimos no obstante la declaración de
nulidad.
I. ASPECTOS GENERALES
El art. 1448 es la única norma del Código Civil que genéricamente se refiere a la
representación, y señala que “Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando
facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado
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LA REPRESENTACIÓN
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A partir de esta norma, se dice que existe representación cuando un acto jurídico es
celebrado por una persona en nombre y por cuenta de otra, en condiciones tales que
los efectos se producen directa e inmediatamente para el representado, como si este
mismo hubiera celebrado el acto.
Esta figura tiene una gran utilidad práctica, especialmente en estos tiempos, porque:
1.- Permite celebrar un acto jurídico cuando hay imposibilidad para el interesado de
encontrarse en el lugar en que el acto debe concluirse.
2.- Hay incapaces que no pueden ejercitar por sí mismos los derechos que les
pertenecen porque les falta el discernimiento necesario; en este caso, la ley les
nombra un representante que obra por cuenta de ellos.
3.- Muchas veces se emplea la representación por una simple razón de utilidad o de
orden económico.
La representación es una modalidad de los actos jurídicos, y, por lo tanto, debe ser
señalada expresamente por el representante al actuar, o de lo contrario se entiende
que éste actúa a nombre propio.
A. ENUNCIACIÓN
1.- La ley, que existe fundamentalmente para los incapaces y las personas jurídicas,
no obstante que pueda ser necesario para las mujeres casadas en sociedad conyugal.
Según el art. 43, son representantes legales el padre o la madre, el adoptante y su
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LA REPRESENTACIÓN
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Llámanse representantes legales las personas que, por mandato del legislador, actúan
en nombre y por cuenta de otras que no pueden valerse por sí mismas.
El art. 43, modificado por la ley 7.612 y la ley de filiación, cita los casos más comunes
de representantes legales de una persona: "el padre, la madre, el adoptante o el
marido bajo cuya potestad vive, y su tutor o curador".
Este art. 43 no es taxativo, puesto que hay otros representantes. Así, en las ventas
forzadas que se hacen por decreto judicial a petición de un acreedor, en pública
subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente, y el juez su
representante legal (art. 671); en las enajenaciones que se hacen en una partición por
conducto del partidor, se considera a éste representante legal de los vendedores y en
tal carácter debe suscribir la correspondiente escritura (art. 659).
ii) Formas de actuar. El mero representante sólo actúa como tal, es decir,
sólo representa al poderdante; en cambio, el mandatario puede actuar de dos formas:
lo puede hacer a nombre propio, caso en el cual se obliga él mismo, sin perjuicio de
que después, en virtud del contrato de mandato, pueda pedir los fondos gastados, y el
mandante a su vez pueda exigir que le sea traspasado por medio de otro acto lo
adquirido; o lo puede hacer en representación del mandante, o sea, a su nombre, caso
en el cual se produce el efecto del art. 1448.
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La representación es independiente del mandato. Éste puede existir sin que haya
representación, sin que el mandatario obre a nombre del mandante, sino en el suyo
propio, y a la inversa, puede haber representación sin mandato, como en el caso de la
representación legal o en la agencia oficiosa, que es un cuasicontrato en el cual una
persona administra sin mandato los negocios de otra, contrayendo obligaciones con
ésta y obligándola en ciertos casos.
1.- Celebración del contrato de mandato: si una de las partes es incapaz relativa, debe
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2.- Acto que realice el mandante: no es necesario que se cumpla con las formalidades
habilitantes.
Por regla general, todos los actos son representables, con la sola excepción del
testamento. Así, todos los actos de familia intuito personae son delegables, incluyendo
el matrimonio y el reconocimiento de un hijo.
La teoría de la ficción ha sido abandonada, sobre todo porque resulta impotente para
explicar casos de representación legal como el del demente e impúber. Es imposible
admitir que el representante expresa la voluntad de éstos, ya que la ley les da
precisamente tutor o curador porque carecen de voluntad.
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B. JURISPRUDENCIA
En otro fallo, la Corte Suprema el 5 de junio de 1951 expresó: "Entre las diversas
teorías que han explicado la naturaleza jurídica de la representación, o sea, la
repercusión en el representado de los del representante, la más moderna y
satisfactoria es la que llaman de la modalidad. Según ella, la institución jurídica de la
representación aparece como la modalidad en cuya virtud los efectos del acto
celebrado por una persona (representante), por cuenta de otra (representado), se
producen directa e inmediatamente en la persona del representado. Por tanto, es la
voluntad del representante, sustituyéndose a la voluntad del representado, la que
participa real y directamente en la formación del contrato que producirá sus efectos en
la persona del representado; en otros términos, es exclusivamente la voluntad del
representante la que, junto con la del tercero, da nacimiento al acto representativo. De
acuerdo con esta doctrina, la manifestación de voluntad del representado, emitida al
otorgar poder, no envuelve una oferta contractual frente a terceros; la oferta la hace el
representante y es la voluntad de éste la que determina el negocio jurídico, pero, por
obra de la modalidad representación, dicho negocio va a afectar al representado.
El legislador chileno, anticipándose en esta materia a una teoría jurídica que aún no se
había desarrollado, ha estimado al representante como el generador del acto para
cuya ejecución lo facultó el representado. Consiguientemente, ha visto en el
representante al verdadero contratante, considerando que es su voluntad, en concurso
con la del tercero, la que da nacimiento al acto o contrato que afectará al poderdante."
(Revista de Derecho y Jurisprudencia: Tomo 48, secc. primera, pág. 171).
Según el art. 2154, son los terceros los encargados de conocer los poderes de la
persona con quien celebran un acto, en razón de lo cual el representante será
responsable frente a ellos sólo si, una vez requerido, no ha otorgado los conocimientos
suficientes de sus poderes; o si se ha obligado personalmente.
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El problema se suscita porque es difícil distinguir entre unos y otros. Con todo, hay dos
criterios útiles a esos efectos:
1.- En relación con ciertas formalidades. Las formalidades requeridas para que una
persona pueda celebrar ciertos actos, como sucede con la autorización judicial que
debe obtenerse para la enajenación de los bienes raíces del hijo de familia, deben
cumplirse también por el representante, porque dichas formas tienen por fin dificultar
los actos de las personas sometidas a ellas, de manera que aceptar una idea contraria
implicaría dejarlas sin efecto.
2.- En relación con los vicios del consentimiento. El error del representante vicia el
consentimiento si es, también, relevante para el representado. La fuerza o dolo
determinante que se ejerce sobre el representante, vicia el consentimiento. Por último,
el error que sufre el representado o la fuerza o dolo que se ejerce sobre él, hace
anulable el poder y, a través de éste, el acto en que incide.
3.- En relación con la buena o mala fe. La mala fe del representado le impide adquirir
la posesión regular, aunque se haya valido de un representante de buena fe. Y la mala
fe del representante se comunica al representado, de suerte que éste, en tal caso,
tampoco puede adquirir la posesión regular.
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Vial, págs. 209 a 212.
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4.- En relación con los arts. 1683 y 1468, sobre la posibilidad de pedir la nulidad y de
repetir lo dado en virtud de un objeto o causa ilícitos, cuando se ha sabido o debido
saber el vicio, en el primer caso, y cuando se ha sabido, en el segundo. La doctrina
extranjera ha restado valor a la situación del representante. La jurisprudencia nacional
ha sido contradictoria, pero hay un fallo que reconoce la posibilidad de que el
representado demande la nulidad no obstante que el representante haya debido saber
el vicio, pues ha considerado que el dolo es un acto personalísimo.
VII. LA RATIFICACIÓN
Cuando el que se da por representante de otro sin serlo realmente, o cuando el que lo
es se extralimita en sus poderes, el representado, en tesis general, no queda afectado
por el contrato concluido sin su poder o más allá de éste. Pero nada impide que él
voluntariamente apruebe lo hecho por el representante y recoja para sí los beneficios y
las cargas del contrato. Este acto del representante se denomina ratificación, la que
nada tiene que ver con la ratificación como medio de sanear la nulidad relativa de un
acto.
De esta manera, se define a la ratificación como un acto jurídico unilateral en virtud del
cual el representado aprueba lo hecho por el representante o lo que éste hizo
excediendo las facultades que se le confirieron.
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La ratificación es irrevocable una vez producida; no podría dejarse sin efecto por la
sola voluntad del interesado, aunque la otra parte no la haya aceptado o siquiera
conocido. Sólo podría dejarse sin efectos por causas legales o de común acuerdo,
porque los actos jurídicos unilaterales (con excepción del testamento) no pueden
dejarse sin efecto por la sola voluntad de su autor. Si bien basta la voluntad de una
sola persona para generar los actos unilaterales, no siempre basta para dejarlos sin
efecto; porque producen consecuencias en el patrimonio ajeno, que no pueden ser
destruidas por la sola voluntad del que las creó. De esta manera se ha pronunciado la
Corte Suprema el 26 de marzo de 1941 al expresar: "no cabe la revocación unilateral
de la ratificación que ha producido efectos respecto de terceros" (Revista de Derecho y
Jurisprudencia: tomo 39, secc. primera, pág. 12).
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