Actos Uss
Actos Uss
Actos Uss
Los hechos pueden ser jurídicos o materiales, según si produzcan efectos jurídicos o
no.
Hecho jurídico es todo suceso de la naturaleza o del hombre que produce efectos
jurídicos. Estos efectos pueden ser la adquisición, la modificación o la extinción de
un derecho subjetivo.
Los hechos jurídicos del hombre pueden ser realizados con intención de producir
efectos jurídicos, como un contrato o un testamento. Son los llamados actos
jurídicos.
Según VIAL DEL RÍO, el acto jurídico “es la manifestación de voluntad hecha con el
propósito de crear, modificar o extinguir derechos, y que produce los efectos
queridos por su autor o por las partes”.
Tradicionalmente se denomina a la institución en comento como “acto jurídico”. No
obstante, también se utiliza la expresión “negocio jurídico” para conceptualizarla.
Sin embargo, debe tenerse muy presente que en el derecho comparado las
mencionadas expresiones no son sinónimas. En el negocio jurídico los efectos de
éste son precisamente los queridos por el autor o por las partes, de tal manera que
dichos efectos surgen como consecuencia inmediata y directa de la voluntad. No
ocurre lo mismo con el acto jurídico en sentido estricto, puesto que los efectos que
de él derivan no van necesariamente adheridos a la voluntad de sus autores y,
muchas veces, son independientes de ella.
Dicho de otra manera, en los actos jurídicos en sentido estricto los efectos jurídicos
se atribuyen por la ley (ex lege) con independencia de que el sujeto que lleva a cabo
el acto lo persiga o no. En cambio, en el negocio jurídico los efectos se producen
directamente por la voluntad de las partes (ex voluntate), no en el sentido de que no
se deriven también de la ley, sino en el que ésta los provoca porque así lo quiere
precisamente el sujeto y en la medida en que, según se deduce de su declaración,
son perseguidos por éste.
Ahora bien, existe otra tesis que sostiene que los propósitos perseguidos por el
autor del negocio jurídico no son justamente obtener efectos jurídicos, sino un
resultado económico o social: éste es el denominado propósito empírico o
práctico. Quien compra o quien vende, por ejemplo, pretende conseguir un
propósito práctico, y no obtener obligaciones y derechos. El acto jurídico, según
esta tendencia, consiste en una manifestación de voluntad, pero que se encamina
a la obtención de un fin práctico o económico, más que un efecto jurídico.
3. Esta manifestación de voluntad produce los efectos jurídicos queridos por el autor
o por las partes. Debemos señalar que se ha discutido si los efectos del acto
jurídico nacen directamente de la voluntad de las partes o se originan de la ley.
Según la concepción más extendida, los efectos derivan en forma inmediata de la
voluntad del autor o las partes del acto jurídico y, en forma mediata, de la ley, que
es la que otorga a los particulares la facultad de crear relaciones jurídicas a través
de la autonomía de la voluntad o autonomía privada.
a) Faculta a los particulares para disponer sólo de sus propios intereses y no de los
intereses ajenos.
b) Para que el acto jurídico produzca los efectos queridos por el autor o las partes,
es necesario que éste cumpla con los requisitos establecidos por la ley para
dotarlo de valor jurídico.
d) Existen ciertos intereses superiores o públicos que no pueden ser alterados por
la voluntad de las partes. Por ejemplo, los modos de adquirir el dominio, la
regulación del matrimonio, etc.
El C.C., en los art. 1439 y siguientes, hace una clasificación de los contratos que se
ha generalizado a los actos jurídicos por medio de la doctrina.
Se habla de parte y no de persona, ya que una parte puede ser una o varias
personas (art. 1438). Parte es la persona o grupo de personas que constituyen
un solo centro de intereses.
Los actos jurídicos unilaterales subjetivamente simples son aquellos que exigen,
por disposición de la ley, el que concurra la manifestación de voluntad de una
sola persona. Por ejemplo, el testamento (arts. 999 y 1003 CC).
Cuando este acuerdo de voluntades tiene por objeto crear derechos toma el
nombre específico de contrato. Así, la convención es el género y el contrato la
especie; de ahí que todo contrato sea una convención, pero no toda convención
sea un contrato, solo lo será cuando tenga por objeto crear derechos. El pago es
una convención porque proviene de un concurso de voluntades; pero no es un
contrato, ya que su objeto no es crear obligaciones sino extinguirlas (art. 1568).
La compraventa, la sociedad, el arrendamiento, el mutuo, si que son contratos,
porque el acuerdo de voluntades que ellos entrañan va dirigido a crear derechos.
El C.C. en los arts. 1437 y 1438 hace sinónimos los términos convención y
contrato. Lo que sucede es que hay un error técnico del legislador que tiene
cierta relación con la realidad, porque la mayor parte de las convenciones que se
celebran son contratos, pero, jurídicamente, contrato y convención no son lo
mismo.
Todo contrato es un acto bilateral, porque para formarse necesita del acuerdo de
voluntades de dos partes.
A diferencia de los actos bilaterales, que se caracterizan por ser una transacción
entre intereses contrapuestos, en los plurilaterales no siempre es así. En muchos
casos se presentan acuerdos entre voluntades que tienden a un mismo fin, sin
existir tal contraposición. Ejemplo típico de lo anterior es el contrato de sociedad.
Esto fue advertido por la doctrina italiana y por la doctrina alemana. En este
orden de ideas, los italianos distinguen entre los contratos y los acuerdos.
Contrato es el acto jurídico bilateral o plurilateral en el cual existen intereses
contrapuestos que tratan de encontrar una composición o un arreglo. Acuerdo es
el acto jurídico normalmente plurilateral, aunque también en ocasiones bilateral,
en el cual se concitan intereses paralelos que convergen hacia un propósito
común.
Por su parte, los alemanes distinguen entre contrato, acto conjunto, acuerdo o
decisión y convenio o convención. En el contrato (Vertrag), dos o más personas
emiten declaraciones de voluntad, intrínsecamente diferentes, pero que se
corresponden entre sí y que coinciden en el designio de alcanzar un mismo
efecto jurídico. En los actos conjuntos (Gesamtakte), varias personas que forman
en conjunto una sola parte, cooperan para alcanzar un mismo resultado jurídico
emitiendo declaraciones de voluntad paralelas. Los acuerdos o decisiones
(Beschlüsse) son declaraciones de voluntad de asociaciones, sociedades o
comunidades que persiguen la creación de un contenido unitario de voluntad
decisivo para el colectivo. Se diferencian de los actos conjuntos en el hecho de
que el acuerdo no requiere la declaración de todos los participantes, sino sólo de
la mayoría. Finalmente, convenio o convención (Vereinbarung) es un acto jurídico
plurilateral en la cual las partes declarantes no se enfrentan entre sí como
portadores de unos intereses contrapuestos y, por consiguiente, no emiten
declaraciones intrínsecamente diferentes, sino que sus declaraciones son
coincidentes e iguales.
Actos entre vivos son todos los demás, aunque sus efectos se subordinen a la
muerte de una de las partes, pues, en esta hipótesis, la muerte no es de la
esencia del acto, sino un elemento accidental del mismo. Por ejemplo, en un
contrato de arrendamiento se conviene que junto con la muerte de uno de los
contratantes se extingue para siempre el contrato. No obstante la muerte de uno
de los contratantes, el acto sigue siendo entre vivos.
Actos jurídicos de familia son aquellos que se refieren a la situación del individuo
dentro de la familia y a las relaciones del mismo frente a los demás miembros del
grupo familiar e incluso de la sociedad. Ejemplos de este tipo de acto son el
matrimonio, la adopción, etc.
Debemos tener presente las siguientes diferencias entre ambas clases de actos:
a) Los actos jurídicos de familia están regidos por normas que consagran, por
regla general, derechos irrenunciables. Así, el marido no puede renunciar al
derecho de administrar los bienes de la sociedad conyugal, al derecho y
obligación de alimentar sus hijos. Más que al interés privado, esta clase de
actos mira al interés de la familia y de la sociedad.
b) Para la teoría objetiva (Planiol), el acto jurídico será a título gratuito cuando el
beneficio realmente se produzca, de lo contrario el negocio no será gratuito.
a) Los requisitos de validez del acto jurídico son más estrictas para los actos
jurídicos a título gratuito, en razón del peligro que presentan para el que hace
el beneficio. Además, permite que los terceros cuenten con más medios para
controlar a las partes, pues bien puede realizarse el acto de liberalidad para
liberarse de sus obligaciones y no con un fin de beneficiencia.
Se denominan actos jurídicos dependientes a los que para existir o para producir
efectos están subordinados a la existencia de otro u otros, pero no para asegurar
el cumplimiento de estos últimos. Ejemplo: las capitulaciones matrimoniales (art.
1715) que se pactan antes del matrimonio, las que sólo tienen valor si se celebra
el matrimonio.
También se les denomina negocios con forma obligada y negocios con forma
libre (ALBALADEJO), o negocios formales y no formales (denominación poco
exacta, ya que todo acto tiene la forma de declaración de voluntad, sea verbal o
escrita).
a) Los actos solemnes se prueban por sí mismos: la solemnidad del acto facilita
la prueba, en términos que si no se ha cumplido con la solemnidad exigida por
la ley, no habrá forma de probar el acto. Por ejemplo, la compraventa de un
bien raíz puede probarse por su solemnidad, la escritura pública.
Omisión de solemnidades
Otras formalidades que exige la ley cuya omisión no acarrea la nulidad del
acto
En ciertos casos, la ley exige la concurrencia de ciertas formalidades con distinta
finalidad. Se distinguen a las solemnidades propiamente tales de las que
pasaremos a estudiar a continuación, a saber:
a) Formalidades habilitantes. Son los requisitos que exige la ley para la validez
o eficacia de ciertos actos en razón de la calidad o estado de la persona que
ejecuta o celebra el acto o contrato. Ej., art. 413 inc. 1º.
Las modalidades son cláusulas especiales que se insertan en los actos jurídico
para modificar sus efectos, sea desde el punto de vista de la existencia, ejercicio
o extinción de los derechos que de ellos resultan.
2. Plazo, que es el hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio o extinción
de un derecho. Puede ser suspensivo o extintivo.
Actos jurídicos típicos o nominados, son los que están regulados y estructurados
por la ley; por ej., el matrimonio, la adopción, testamento, compraventa, hipoteca,
etc.
Actos constitutivos son aquellos que crean una situación jurídica o un derecho
nuevo que antes no existía. Ej., los contratos son constitutivos porque hace nacer
en las partes derechos que antes no tenían y crea las calidades de deudor y
acreedor.
Actos declarativos son los que no hacen nacer un nuevo derecho ni tampoco
crean una nueva situación jurídica, sino que se limitan a reconocer derechos y
situaciones jurídicas preexistentes. El acto declarativo se limita a reconocer un
derecho que la persona ya tenía con anterioridad. Ej., la adjudicación en la
partición de bienes.
Actos traslaticios son los que transfieren a un nuevo titular un derecho que ya
tenía existencia. Ej., tradición del derecho real de dominio.
Actos no recepticios son los que la declaración de voluntad que encierra logra su
eficacia por el sólo hecho de su emisión, sin necesidad de notificarla a nadie. Por
ej., el testamento.
Toda manifestación de voluntad tiene una causa, motivo o razón. Existe una
relación entre la voluntad y la causa (art.1467).
Acto jurídico causado es aquel que para perfeccionarse requiere como elemento
esencial a la causa. Es la regla general, art.1445.
Actos jurídicos reales son aquellos que para perfeccionarse requieren la entrega
de la cosa. Ej., comodato, mutuo, depósito. (Art. 1443).
Abstractamente considerados, los elementos del acto jurídico son de tres especies:
esenciales, de la naturaleza y accidentales (art. 1444).
Son todos aquellos sin los cuales no produce efecto alguno o degenera en otro acto
o contrato diferente.
Entre los elementos esenciales hay algunos que deben figurar en toda clase de
actos: son los elementos esenciales genéricos o comunes (voluntad, objeto y
causa), que deben estar en todo acto jurídico.
Hay otros que son indispensables sólo para la existencia de ciertos actos, no siendo
necesario ni figurando para nada en la vida de otros. Esta clase de elementos se
llaman elementos esenciales específicos; por ejemplo: el precio en la compraventa,
la gratuidad del contrato de comodato, la renta en el arrendamiento, el aporte en el
contrato de sociedad, etc.
Son los que, no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle sin necesidad de
una cláusula especial.
Las partes nada necesitan declarar para que estos elementos formen parte del acto,
ya que la ley los dispone en lugar de las mismas partes; la voluntad de éstas sólo es
necesaria para excluirlos.
De lo anterior se deduce que estos no son elementos constitutivos del acto jurídico,
son más bien efectos del mismo, que la ley supletoriamente señala en defecto de la
voluntad de las partes, lo que ocurre principalmente en el campo del Derecho
privado.
Condiciones de existencia del acto jurídico son aquellas sin las cuales éste no puede
formarse o que le impiden nacer a la vida del derecho. Ellos son:
Condiciones de validez del acto jurídico son aquellas que si bien pueden faltar en el
acto, su concurrencia le da una existencia sana. La falta de un requisito de validez
no impide el nacimiento del acto, pero lo vicia y permite anularlo. Son (art.1445):
1. Voluntad no viciada.
2. Objeto lícito.
3. Causa lícita.
4. Capacidad de las partes.
El Código Civil no contempla de esta forma los requisitos del acto jurídico. Esta
formulación ha sido hecha por la doctrina.
I. VOLUNTAD O CONSENTIMIENTO
VOLUNTAD
Voluntad presunta
a) Cuando las partes, en virtud del principio de la autonomía privada, así lo han
convenido. Por ejemplo, en el contrato de sociedad o de arrendamiento se
estipula que éste se entiende prorrogado si ninguna de las partes manifiesta
voluntad en orden a poner término del contrato, se la llama cláusula de
renovación automática. Lo convenido obliga a las partes en virtud del art.1545.
b) Cuando la ley le da valor expresamente, como en los casos del artículo 2125 y
1956 inc. 3º del C. Civil.
Se critica esta tesis porque atenta contra la seguridad en las relaciones jurídicas,
puesto que éstas estarían expuestas siempre a ser destruidas por una hipotética
divergencia; la buena fe desaparecería.
b) Caso del error esencial, es decir, cuando las partes se equivocan en:
la naturaleza del acto que celebran (Juan entiende prestar un libro y Pedro
entiende que se trata de una donación del libro) (art. 1453)
la identidad específica de la cosa de que se trata (Juan entiende comprar el
caballo Picaflor y Pedro le vende el caballo Huracán) (art. 1453)
la causa de la obligación (Juan se obliga a pagar una pensión alimenticia a
Juan creyendo que éste su hijo, no siéndolo)
EL CONSENTIMIENTO
La palabra viene del latín “consentire”, cum, compañía, y sentire, sentir, que significa
traer un mismo sentimiento.
La oferta
Clasificación de la oferta
Requisitos de la oferta
1. Debe ser seria o firme, o sea, debe expresar una voluntad decidida a celebrar un
negocio jurídico.
No cumplen esta exigencia las denominadas ofertas indeterminadas, que son las
ofertas contenidas en circulares, catálogos, notas de precios corrientes,
prospectos, o en cualquiera otra especie de anuncios impresos, las que no son
obligatorias para el que las hace, ya que no se indica la persona a quien va
dirigida (art.105 inc.1º C. Comercio).
2. Debe ser precisa y completa, es decir, comprender todos los elementos del
negocio que se va a concluir, de modo que la aceptación pueda darse pura y
simplemente. Se entiende por oferta incompleta aquella en que no se establecen
o determinan todas las condiciones del contrato.
La aceptación
Clasificación de la aceptación
Conforme al artículo 103 del C. Comercio, “la aceptación tácita produce los
mismos efectos y está sujeta a las mismas reglas que la expresa”.
Requisitos de la aceptación
1. Debe darse mientras esté vigente la oferta. La oferta puede dejar de estar
vigente por dos causas (art. 101 C. Comercio):
2. Debe ser pura y simple. Tiene que conformarse a la oferta sin introducirle
modificaciones. De lo contrario sería una contraoferta o nueva oferta (arts. 101 y
102 C. Comercio).
Si nada ha dicho, deberá serlo dentro de los plazos señalados por la ley, la cual
distingue:
Aceptación extemporánea
Vencidos los plazos, la propuesta se entenderá por no hecha, aun cuando hubiere
sido aceptada (art. 98 C. Comercio).
Como se estima que la aceptación extemporánea es una nueva oferta, hay acuerdo
en la doctrina para estimar que el pronto aviso debe darse en el mismo plazo
otorgado para dar la aceptación, es decir, dentro de las 24 horas o a vuelta de
correo según el caso.
La doctrina entiende, además, que el pronto aviso sólo se debe dar en el caso de
que el proponente no haya dado plazo, ya que el artículo 98 se refiere a las ofertas
sin señalamiento de plazo y, porque si lleva un plazo. debe entenderse que la
voluntad del oferente no se mantiene más allá de dicho plazo.
a) Según SOMARRIVA, contratos entre presentes son los que se celebran entre
personas que se encuentran reunidas en un mismo lugar, una frente a la otra; y,
contratos entre ausentes, los que se celebran entre personas que se encuentran
en distintos lugares.
Se critica esta tesis, por cuanto la expedición de la aceptación por alguno de los
medios señalados puede ser revocada, ya que según las Convenciones Postales
Internacionales y las Ordenanzas de Correos es posible retirar las cartas del
buzón, previa comprobación de que el reclamante es el autor de la carta.
1. Art. 99: “El proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envío de la
propuesta y la aceptación, salvo que al hacerla se hubiere comprometido a
esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de
desechada o de transcurrido un determinado plazo. El arrepentimiento no se
presume”.
a) Artículo 1412 del CC: “Mientras la donación entre vivos no ha sido aceptada, y
notificada la aceptación al donante, podrá este revocarla a su arbitrio”. Aquí se
sigue la teoría de la información.
3. Los casos en que la voluntad de las partes puede interpretarse por los usos o la
costumbre, el lugar del perfeccionamiento del consentimiento es el que señala el
uso o costumbre que tiene cabida.
Seguimos la teoría de la aceptación o declaración, pues así lo dispone el art. 104 del
C. Comercio: “residiendo los interesados en distintos lugares, se entenderá
celebrado el contrato, para todos sus efectos legales, en el de la residencia del que
hubiere aceptado la propuesta primitiva o la propuesta modificada”.
Se considera que el término residencia es inapropiado, puesto que hubiera sido más
preciso que el legislador hubiera dicho el lugar en que se hubiera aceptado, ya que
este lugar donde se acepta no siempre coincide con el de la residencia.
Enumeración
Conforme al artículo 1451 del CC, “los vicios de que puede adolecer el
consentimiento son error, fuerza y dolo”. Algunos autores agregan, para
determinados casos, otro vicio: la lesión.
Debemos hacer presente que el Código habla de “vicios del consentimiento”, pero
todo lo dicho respecto de éste debe entenderse también respecto de la voluntad, ya
que el primero es el acuerdo de voluntades. Así las cosas, las reglas sobre los vicios
del consentimiento se aplican tanto en los actos jurídicos unilaterales como en los
bilaterales.
EL ERROR
Concepto
Error de derecho
Error de derecho (error iuris) es la ignorancia o falso concepto que se tiene de la ley,
en cuanto a su existencia, alcance, inteligencia o permanencia en vigor.
Según el art. 1452 CC, “el error sobre un punto de derecho no vicia el
consentimiento”. Ello significa que el que ha contratado con una persona teniendo un
concepto equivocado de la ley o ignorando una disposición legal, no puede alegar
después este error para excusarse de cumplir sus obligaciones ni para pedir la
nulidad del contrato. Así se entendió en el Derecho Romano y en el Código de
Napoleón, que siguió en esta parte las ideas de POTHIER. De ahí nuestra solución.
Esta disposición viene a ser una consecuencia del art. 8 CC que expresa: “nadie
puede alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia”.
También está en concordancia con el art. 706 inc. final CC, que dice: “pero el error
en materia de derecho constituye una presunción de mala fe que no admite prueba
en contrario”.
El fundamento del error del derecho se encuentra en que no puede admitirse que
una persona alegue la ignorancia de la ley para justificar sus acciones, porque en
caso de permitirlo, la norma jurídica perdería su fuerza. Permitir que se declare sin
efecto una declaración de voluntad alegando que se hizo esa manifestación por no
tener conocimiento del ordenamiento jurídico equivale a permitir que el orden jurídico
pueda ser contrariado sin problemas.
Error de hecho
Nuestro CC distingue:
1. Error esencial.
2. Error substancial.
3. Error sobre las cualidades accidentales de la cosa.
4. Error sobre la persona.
En este caso ocurre que el error es de tal magnitud que, más que viciar el
consentimiento, impide que éste se forme. Por eso se le llama impediente, porque
impide la formación del consentimiento.
Así, el error esencial, tendrá por sanción la nulidad absoluta, porque falta un
elemento esencial del acto: la voluntad o consentimiento; de ahí que en doctrina
este error sea denominado error obstáculo o impediente.
Esta opinión se funda en el art. 1682, que dice que la falta de un requisito de
existencia es sancionado con la nulidad absoluta; y no hay duda que cuando hay
error esencial no hay voluntad. Además, el art.1445 señala en su Nº2 que el
consentimiento es un requisito de existencia del acto jurídico, sin el cual no hay
acto jurídico.
Fundamentan su posición en la redacción del art. 1454, que expresa que “el error
de hecho vicia “asimismo” el consentimiento...” y se refiere a casos de error
sustancial que, de acuerdo con el Art.1682, está sancionado con la nulidad
relativa. El empleo de la expresión “asimismo” estaría manifestando que el error
obstáculo del art.1453 vicia de la misma manera el acto que el error substancial
del art. 1454 que trae la nulidad relativa, ya que dicha expresión indicaría que
debería aplicarse la misma nulidad para ambos casos.
¿Qué debe entenderse por “sustancia o calidad esencial del objeto sobre que
versa el acto o contrato”?
Las dos doctrinas tienen argumentos a favor. Así, se ha sostenido que POTHIER, a
quien BELLO sigue al incorporar el concepto de calidad esencial, considera como
relevante a la cualidad principal o esencial de la cosa, y que esa calidad esencial no
tiene que ser necesariamente la materia de que se compone la cosa. Pero, por otro
lado, nos encontramos que el ejemplo que da el Código no está referido a la calidad
esencial, sino que a la materia misma de que está compuesta la cosa. Y esa era la
opinión imperante en la doctrina francesa al dictarse el Code.
Por las anteriores interpretaciones, VIAL DEL RÍO nos indica que la doctrina
moderna ya “no habla de error sustancial, sino que de error sobre las cualidades
relevantes de una cosa, entendiéndose por tales las que son determinantes y
atrayentes para las partes; las que inducen a contratar y sin las cuales una de ellas,
a lo menos, no habría contratado”.
Produce la nulidad relativa del acto jurídico. Así resulta del artículo 1682 inc. final en
consonancia con el artículo 1454 inc. 1º, que no reserva para él otra forma de
nulidad, ya que este vicio no afecta la existencia del negocio jurídico, sino su validez.
3. Error sobre las cualidades accidentales
El art.1454 inc. 2º dice: “El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia
el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal
motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra
parte”.
Conforme al artículo 1455 inc. 1º del Código, “el error acerca de la persona con
quien se tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la
consideración de esta persona sea la causa principal del contrato”.
Son particularmente intuito personae los actos jurídicos a título gratuito que son
realizados en relación a la persona, por ejemplo: los contratos de familia, como el
matrimonio (art. 8 Nº1 Ley de Matrimonio Civil, que se refiere al error acerca de la
identidad de la persona del otro contrayente).
Por regla general, examinadas las disposiciones del Código, basta que una de las
partes haya incurrido en error.
Error común
Tiene por fundamento el interés social, porque se estima que hay conveniencia de
fiarse de las apariencias compartidas por todos o por un grupo de personas.
b) Debe ser excusable, tener un justo motivo, como cuando se invoca un título con
apariencia de legítimo. Es lo que sucede con el funcionario público ilegalmente
nombrado por la autoridad competente. En este requisito se encuentra la validez
del acto: la apariencia que hace producir efectos jurídicos válidos.
c) Debe padecerse el error de buena fe, que es la amparada por la ley, es decir, que
quien lo invoque ignore la verdad.
En nuestra legislación el error común no se consagra en forma general, pero si en
forma excepcional, como en los artículos 704 Nº4; 1013 en relación con el 1012
Nº10; y 2058. En este último caso, el error común supone que terceros de buena fe
han contratado con la sociedad que existiendo de hecho, su contrato de constitución
es nulo.
LA FUERZA O VIOLENCIA
Concepto
Señalan los autores que no es la fuerza en sí misma la que constituye el vicio del
consentimiento, sino el miedo que motiva a la celebración del acto que de otra forma
no se habría realizado.
La fuerza puede ser de dos tipos: física o moral. La fuerza física consiste en el
empleo de procedimientos materiales de violencia; por ejemplo, al hombre que se le
toma la mano y se le obliga a firmar.
La fuerza como vicio del consentimiento siempre debe provenir del hombre.
1. Debe ser grave. La fuerza debe presentar cierta intensidad, cierta gravedad. La
fuerza es grave cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una
persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición, aspectos
que deberá considerar un juez (art.1456).
c) La ley no exige que el mal con que se amenaza recaiga directamente sobre la
persona del que hace la manifestación. Así, establece una presunción
simplemente legal en el artículo 1456 inc. 1º parte segunda, al señalar que “se
mira como una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un
justo temor de verse expuesta ella, su consorte o algunos de sus ascendientes
o descendientes a un mal irreparable o grave”. De esto se desprende que la
fuerza no sólo es grave cuando infunde temor a una persona de verse ella
misma expuesta a un mal, sino también su cónyuge, ascendientes y
descendientes.
3. Debe ser determinante. La fuerza debe haberse ejercido con el objeto de obtener
la manifestación de voluntad, en términos tales que, de no mediar aquélla, no se
habría manifestado la voluntad.
Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que
es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera
persona con el objeto de obtener el consentimiento.
Prueba de la fuerza
Sanción a la fuerza
EL DOLO
Concepto
El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de
otro (art. 44 inc. final).
El dolo supone que una de las partes ha utilizado artificios o maniobras para inducir
a celebrar un negocio jurídico, o sea, para obtener una declaración de voluntad que
de otro modo no se habría producido.
a) Dolo bueno y dolo malo. Dolo bueno (dolus bonus) es aquel comportamiento
lícito, realizado con astucia y sagacidad, por el cual normalmente se exageran las
cualidades o el valor de la cosa ofrecida. Se dice que es un engaño menor
producto de las exageraciones que son normales en el comercio (VIAL DEL
RÍO).
Dolo malo (dolus malus) es el que define y considera la ley, ya que es un engaño
que excede de la simple exageración de un contratante hábil. Aquí existe la
intención positiva de dañar a la persona o propiedad de otro.
b) Dolo positivo y dolo negativo. Dolo positivo es el que consiste en un hecho. Por
ejemplo, usurpar un nombre, usar una calidad que no se tiene. Se traduce en una
actitud activa del individuo.
c) Dolo principal y dolo incidental. Dolo principal es el que determina o decide a una
persona a celebrar un acto jurídico. A no mediar este dolo la persona no habría
contratado. Ejemplo: cuando una persona pide que le vendan unos candelabros
de plata y el vendedor le entrega unos candelabros de cobre.
Con todo, nuestra legislación ha considerado al dolo como vicio particular (art.
1451), teniendo presente el carácter delictual y específico del que actúa (es el dolo
malo de los romanos y españoles).
Además, el dolo como vicio es más amplio, ya que no todos los errores vician el
consentimiento.
En los demás casos, el dolo da lugar solo a la acción de perjuicios contra la persona
o personas que lo hayan fraguado o que se han aprovechado de él; contra las
primeras por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta ocurrencia
del provecho que han reportado del dolo (art.1458).
a) El art.1458 inc.2 dice que en los demás casos el dolo da lugar solamente a la
indemnización de perjuicios, por lo que el contratante tendría contemplada
además de la nulidad relativa del acto, la indemnización de perjuicios (inc.1º).
El Art. 1458 sólo se refiere al dolo obra de una de las partes. Según se desprende
de diversas disposiciones, el dolo vicia la voluntad cuando es principal o
determinante, siendo indiferente que las maniobras dolosas sean obra del que se
beneficia con el acto o de un tercero.
Tratándose de los actos jurídicos unilaterales, el único requisito para que el dolo
vicie la voluntad es que sea determinante. Ejemplos, art. 968 Nº4, sobre
indignidades para suceder; art. 1237, sobre repudiación de asignaciones; art. 1782,
sobre renuncia de los gananciales.
La ley presume la buena fe de los contratantes y no la mala fe. Así por lo demás lo
contempla el artículo 1459 del Código.
Sólo en casos excepcionales la ley presume la mala fe. Por ejemplo, en los arts.706
inc. final ; y 968 Nº5 en materia de indignidades para suceder.
En los demás casos, el dolo debe probarse por quien lo alega. Al respecto, no hay
límite de los medios de prueba. Consecuencia de lo anterior es que quien alegue el
dolo, por regla general, deberá probarlo.
Al contrario, los efectos del dolo, como derechos particulares pueden renunciarse
(art.12).
De esta manera, el artículo 1465 parte final da la regla: “la condonación del dolo
futuro no vale”.
LA LESIÓN
Según la doctrina, la lesión es el perjuicio que sufre una parte en razón del
desequilibrio entre las prestaciones recíprocamente estipuladas.
c) Concepción mixta. Es una mezcla de las anteriores. Según esta tesis, para que
exista lesión es necesario que las prestaciones recíprocas de las partes
evidencien una desigualdad o falta de equivalencia que supere los límites
permitidos por la ley, y que esta desproporción provenga de la necesidad,
miseria, ligereza o inexperiencia de la víctima.
Quien alegue la concepción subjetiva debe probar que la voluntad esté viciada, en
cambio, el que alega la concepción objetiva solo debe probar el desequilibrio de las
prestaciones.
Para aseverar que nuestra legislación considera a la lesión como vicio objetivo, los
autores se apoyan en las siguientes razones:
En general, puede decirse que la sanción de la lesión es la nulidad del acto en que
incide o la reducción de la proporción de las prestaciones.
II. LA CAPACIDAD
Concepto
El Código no tiene una teoría general de la capacidad. Así, las reglas contenidas en
los artículos 1445, 1446 y 1447 se refieren a la capacidad exigida para los actos
jurídicos.
Clases de capacidad
La capacidad de goce o adquisitiva es la aptitud legal para adquirir, gozar, ser titular
o sujeto de un derecho. El Código no la define. Todo individuo de la especie humana
tiene capacidad de goce, confundiéndose pues con la noción de personalidad. Es
por esto que las incapacidades de goce son excepcionales, en términos que no hay
incapacidades de goce de carácter general.
Incapacidades de ejercicio
1. Los dementes
Se concuerda con don Arturo Alessandri en cuanto a que la expresión demente debe
tomarse en sentido amplio, es decir, como toda enfermedad mental privativa de
razón. Comprende las enajenaciones mentales en todas sus formas, cualquiera sea
su causa. La expresión demente ha sido tomada en un sentido diverso al técnico
(art. 21).
Se pueden utilizar todos los medios probatorios que franquea la ley, en especial
peritos.
2. Impúberes
Los absolutamente incapaces sólo pueden actuar en la vida jurídica a través de sus
representantes legales (art. 43)
Son relativamente incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen
bajo interdicción de administrar lo suyo.
1. Menores adultos
Según se desprende del art. 26, son menores adultos la mujer mayor de 12 y menor
de 18 años y el varón mayor de 14 y menor de 18 años.
Estas incapacidades se refieren a ciertos actos y a ciertas personas, por ejemplo art.
1796, 412 inc. 2º, 1798, etc.
III. EL OBJETO
Generalidades
El objeto de la obligación son las prestaciones que deben hacerse las partes, o sea,
las cosas que se deben dar, hacer o no hacer.
No obstante, nuestro Código no hace tales distingos, limitándose a señalar que “toda
declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar,
hacer o no hacer (art. 1460)”. Es decir, identifica el objeto del acto jurídico con el
objeto de la obligación.
Concepto
Según lo sostenido anteriormente, el objeto del acto jurídico viene a ser la cosa o la
prestación sobre la que versa. En palabras de BAUDRY LACANTINERIE, “el objeto
de la obligación es la cosa o el hecho a que el derecho se aplica”.
Debemos distinguir los requisitos según si el objeto recae sobre cosas materiales o
sobre hechos:
Requisitos que debe reunir el objeto que recae sobre cosas materiales (art.
1461 inc. 1º y 2º)
Si el objeto no existe pero se espera que exista, se deben distinguir dos situaciones:
a) Si la cosa existe pero perece antes de contratar, no hay obligación porque carece
de objeto. Por ello que el artículo 1814 inc. 1º ha señalado que “la venta de una
cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente y no existe,
no produce efecto alguno”.
b) Si la cosa no existe al tiempo del contrato, pero se espera que exista el contrato
es válido, pudiendo revestir dos formas, según se venda la suerte o la cosa futura
misma (art. 1813).
Cuando se vende una cosa que no existe, pero se espera que exista (cosa
futura), el contrato es condicional, y se reputa celebrado bajo la condición
suspensiva de que la cosa llegue a existir.
El principio general es que todas las cosas son comerciables, es decir, susceptibles
de dominio o posesión privada.
La cosa sobre que versa el acto o contrato debe ser determinada, a lo menos, en
cuanto a su género (art.1461 inc.1º).
Requisitos del objeto que recae sobre un hecho (art. 1461 inc. final)
Cualquiera sea el caso, el hecho para poder ser objeto de una declaración de
voluntad debe reunir ciertos requisitos:
1. Debe ser determinado o posible de determinar.
Sostiene la doctrina que esta imposibilidad debe ser absoluta, esto es, el hecho a
que se refiere debe ser irrealizable por todos, pues en tal caso no hay obligación,
pues “a lo imposible nadie está obligado”.
Para que el acto jurídico sea válido, el objeto no sólo debe existir, sino que además
debe ser lícito, ya que según lo establece el art.1445 Nº3, para que una persona se
obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario que recaiga sobre
un objeto lícito.
Los autores discrepan en cuanto a lo que debe entenderse por objeto ilícito:
a) Para CLARO SOLAR, objeto lícito es el que está conforme a la ley, reconocido y
amparado por ella.
d) Para VELASCO LETELIER, el objeto lícito es aquel que está conforme con la ley,
es decir, que cumple con todas las cualidades determinadas por ellas (en el art.
1461). No obstante, en los artículos 1464 y 1466 el legislador no da al concepto
de objeto ilícito su verdadera acepción, pues lo hace sinónimo de cosas
incomerciables, en cuanto dichas disposiciones llevan envuelto, a más del
significado verdadero, la idea de la causal de ilicitud a que aluden.
No obstante las opiniones anteriores, hay que estarse a los casos de objeto ilícito
que concretamente ha señalado el legislador.
“Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la
promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes
chilenas, es nula por el vicio del objeto”.
2. Derecho a suceder por causa de muerte a una persona viva o pactos sobre
sucesión futura (art.1463)
“El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser objeto
de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma
persona (art 1463 inc.1º)”.
No obstante lo anterior, el art. 1463 inc. 2º abre paso a una excepción: “Las
convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativa a la
misma legítimas o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales contenidas en el
título ‘De las asignaciones forzosas”.
Por regla general, en toda sucesión existen asignatarios forzosos, que en tal virtud
no pueden ser excluidos de la sucesión del causante. Además, la ley hace una
distribución de la herencia en una mitad legitimaria, una cuarta de mejoras y una
cuarta de libre disposición.
El artículo 1465 parte final dispone que “la condonación del dolo futuro no vale”.
La ley acepta los juegos de azar cuando en ella interviene la destreza, así lo señala
el art. 2263 del Código.
Hay juegos de azar que la ley permite a fin de atender con su producto a fines de
beneficencia o de interés general: Lotería de la Universidad de Concepción, Polla
Chilena de Beneficencia, etc., entendiendo que las normas que regulan estos juegos
derogan tácitamente el art. 1466.
5. Venta de libros cuya circulación es prohibida y otros objetos inmorales
(art.1466)
Es esta una norma genérica que no sólo comprende a los contratos sino que a todo
acto prohibido por la ley.
Por esto, algunos autores sostienen que la ley debió limitarse a sancionar con la
nulidad absoluta los actos que prohíbe, sin establecer que ellos adolecen de objeto
ilícito, afirmación que, doctrinariamente puede ser errada en muchos casos.
(VELASCO LETELIER).
El artículo 1464 dice que hay objeto ilícito en la enajenación de ciertas cosas y
derechos que enumera.
La venta no es enajenación
La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y
la otra a pagarla en dinero (art. 1793).
En Chile, el sistema de transferencia del dominio (al igual que la constitución de los
derechos reales) opera a través de la dualidad título – modo. El título es el contrato,
del que nace una acción personal de cumplimiento de contrato, y surge además la
obligación de hacer la tradición de la cosa vendida. El modo de adquirir está
constituido por la tradición que es la segunda etapa de la transferencia del dominio.
De esta manera el solo título no transfiere derecho real alguno si no ha operado el
modo. Si sólo se otorga el contrato (venta, donación, etc.) de las cosas mencionadas
en el art.1464 no habrá enajenación y, por tanto, el contrato no adolecerá de objeto
ilícito.
Una de las exigencias de este contrato es la del Nº2, que exige que el contrato
prometido no sea de aquellos que las leyes declaren ineficaces. Una parte de la
doctrina estima que la promesa de compraventa de las cosas enumeradas en el
artículo 1464, por aplicación del artículo 1810, es nula, por cuanto la ley declara
ineficaz el contrato prometido.
Esta solución es clara respecto de los dos primeros números del artículo 1464,
porque claramente no pueden venderse ni las cosas incomerciables ni los derechos
personalísimos, ya que son cosas no susceptibles de negocio jurídico alguno, pero
no es tan evidente respecto de los números 3 y 4 de la citada disposición.
Existen casos en que las cosas pertenecen a varios dueños, entonces se habla de
comunidad. La comunidad, en general, es la situación que se presenta cuando dos o
más partes son titulares de derechos de igual naturaleza jurídica sobre una misma
cosa o sobre un mismo conjunto de cosas.
Es decir, de las cosas que no pueden ser objeto de dominio o posesión privada
(cosas comunes a todos los hombres y los bienes nacionales de uso público).
Según CLARO SOLAR, existe un contrasentido entre el art. 1461, que considera la
comercialidad del objeto como requisito de existencia, y el art.1464 Nº1 que la
considera como requisito de validez. En el primer caso lisa y llanamente el acto
jurídico no tendría objeto, en el segundo sí, pero ilícito. Claro Solar sostiene que el
art.1461 está en lo cierto.
Por su parte, VELASCO LETELIER también critica este hecho, pero no por ser
contradictorio sino por innecesario, ya que estima que el art.1464 Nº1 repite la
misma idea que el art.1461, en cuanto a que el objeto que es incomerciable es ilícito.
Pero, a diferencia de Claro Solar, no los considera contradictorios, ya que en los
términos del art.1461 aparece la comerciabilidad como requisito de validez, esto es,
como requisito de cosas que existen o se espera que existan. Así, si las cosas son
incomerciables hacen que el objeto sea ilícito.
Pero, hay una acepción más amplia, que según la doctrina es la que considera el
art.1464. Según esta concepción, se comprende dentro del término embargo al
embargo propiamente tal y otras instituciones que persiguen el mismo fin de
asegurar el resultado del juicio: medidas precautorias de enajenar y gravar bienes,
de secuestro, retención de bienes y, en el sentir mayoritario de los autores, la
prohibición judicial de celebrar actos y contratos sobre bienes determinados,
medidas que son propias del juicio ordinario (art. 290, 296, 297 y 298 del CPC).
Existe unanimidad entre los autores en considerar todas estas medidas como
propias del embargo, menos en cuanto a la prohibición judicial de celebrar actos y
contratos respecto de determinados bienes. En este punto, VELASCO LETELIER
disiente de los demás autores, por las siguientes razones:
El art. 1464 regla la enajenación de las cosas que señala, determinando que en
ella hay objeto ilícito. Y si es cierto e indiscutible que muchos y muy importantes
contratos - la compraventa y el arrendamiento, por ejemplo - no constituyen
enajenación, no vemos como la prohibición de celebrarlos que pueda dictar el juez,
debe regirse por este artículo.
SOMARRIVA y VELASCO LETELIER piensan, por el contrario, que el Nº3 del art.
1464 se aplica tanto a las enajenaciones voluntarias como a las forzadas, porque:
La única manera de lograr el fin perseguido por la ley (evitar que el derecho que
el acreedor ha puesto en ejercicio sea burlado mediante la enajenación que el
deudor pueda hacer de sus bienes), está en sancionar tanto la enajenación
voluntaria como la forzada.
d) De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el
litigio
Cosas o especies litigiosas son los bienes muebles o inmuebles sobre cuyo dominio
discuten en un juicio demandante y demandado.
No deben confundirse con los “derechos litigiosos” de los artículos 1911 y siguientes,
que son los que se discuten o debaten en un juicio. Los derechos litigiosos son
cosas incorporales, mientras que las cosas litigiosas son corporales.
La cosa debe considerarse litigiosa desde que está trabada la litis, lo cual ocurre una
vez contestada la demanda. El Código de Procedimiento Civil exige requisitos
adicionales para tener una cosa por litigiosa para los efectos del Nº4 del art. 1464:
Las cosas del Nº3 son ajenas al juicio mismo. Las cosas del Nº4, en cambio, son
objeto directo de la litis.
Debe señalarse que se ha sostenido por algunos autores, dada la exigencia del
artículo 297 del C.P.C. acerca de la declaración de prohibición e inscripción a que
debe sujetarse la cosa, no existiría diferencia entre los bienes embargados y las
cosas cuya propiedad se litiga, ya que siendo necesario que el juez decrete
prohibición para que las cosas se consideren comprendidas en el Nº4 del art.1464 y
considerando el alcance que a la locución cosas embargadas le ha dado la
jurisprudencia, en el sentido de que en ella se comprenden los bienes sobre los
cuales pesa prohibición de enajenar, resulta que el Nº4 está de más, las cosas
litigiosas deben comprenderse en el Nº3 de dicho artículo.
VIAL DEL RÍO sostiene que bien podría conceder este permiso perfectamente
también el litigante en cuyo favor se estableció, ya que él es el único beneficiario de
la medida. Por aplicación de los principios generales que rigen la renunciabilidad de
los derechos, el favorecido por la medida estaría renunciando tácitamente a los
efectos de dicha prohibición si autoriza la enajenación. Por lo demás, se trata de una
situación semejante a la del art. 1464 Nº3.
IV. LA CAUSA
Conforme al artículo 1445 Nº4 y 1467, el cuarto requisito indispensable a todo acto o
declaración de voluntad es la causa.
Existe mucha disparidad de opiniones respecto a este concepto, a tal punto que
muchos autores estiman a la teoría de la causa como una falsa interpretación del
Derecho Romano que a nada conduce y que debiera desaparecer (LAURENT,
BAUDRY LACANTINERIE, BARDE, PLANIOL. En Chile, ALESSANDRI).
Estrictamente considerada la causa como el fin que tienen las partes en vista, cabe
sólo en las obligaciones. Pero hay quienes sostienen que hay una naturaleza
determinante no en la obligación, sino que en la declaración de voluntad, porque las
partes realizan el acto en consideración a una causa que la obligación está
destinada a realizar.
Concepto de causa
El art. 1467 inc. 2º la define como “el motivo que induce al acto o contrato”. Esta
definición se ha prestado para numerosas dudas acerca de su exactitud y alcance.
No obstante que se dice que éste sería el sentido en que los romanos la
consideraban (CLARO SOLAR), esta noción de causa debe descartarse, ya que
la causa es un requisito de existencia y de validez, por lo que de aceptarse esta
noción resultaría que la causa sería el acto jurídico mismo.
b) Causa impulsiva u ocasional, denominada también del motivo psicológico o,
simplemente, del motivo. Causa sería el fin remoto, variable, personalísimo y
sicológico que lleva a un individuo a celebrar un acto jurídico. Luego, un mismo
acto puede tener diversas causas atendiendo a los motivos que haya tenido cada
individuo al celebrar el acto.
c) Causa final. Se concibe bajo la idea de fin próximo, inmediato e invariable que la
parte se propone alcanzar mediante la celebración del contrato y que siempre se
puede encontrar en la estructura del contrato. La causa final es común a ambos
contratantes.
Esta causa final es idéntica para todos los actos o contratos de una misma
especie. No varía de individuo a individuo. Por ejemplo, si yo compro, la causa
del porqué yo me obligo en el contrato de compraventa va a ser porque la
contraparte se ha obligado a entregarme la cosa; esta causa va a ser la misma
en todos los contratos de compraventa.
Para entender esta teoría, debe tenerse en cuenta que ella postula que la obligación
que nace de un contrato debe tener una causa, con lo que se centra en la causa de
las obligaciones que emanan de los contratos.
A fin de determinar la causa de la obligación que contraen las partes, esta teoría se
efectúa la siguiente pregunta: ¿por qué se obliga una de las partes que celebra un
contrato? La respuesta a dicha pregunta es lo que constituye la causa de la
obligación.
Esta tesis sostiene que la causa del contrato se encuentra en el fin perseguido por
las partes, distinguiendo fin de motivos. Los motivos son individuales, propios de
cada parte, tal vez desconocidos para la otra y distintos en cada caso. La causa, por
el contrario, es siempre la misma para cada tipo de negocio.
Es importante resaltar que para la teoría clásica la causa es siempre la misma
tratándose de especies iguales de contratos, y, en consideración a ello y para
determinar la causa, agrupa los contratos y distingue:
Este fue la teoría que siguió Bello, por las siguientes razones:
Así quedaría demostrado en lo sostenido en el art. 1467 inc. 1º, al sostener que
“la pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente”. Lo mismo por los
ejemplos del inciso final de la misma disposición, que se refieren a casos de
causa final.
2. Teoría anticausalista
Es inútil, porque siendo la misma para cada negocio, no presta ninguna utilidad al
juez, confundiéndose a veces con el objeto del negocio y otras con el
consentimiento. Suprimiéndola da el mismo resultado siempre. Por ejemplo, en los
contratos unilaterales, la causa se confunde con el objeto, ya que la entrega de la
cosa tiene tal carácter; y en los contratos a título gratuito, si no hay intención de
liberalidad, lo que falta es el consentimiento, porque la intención de liberalidad va
incorporada en la voluntad.
Causa del acto o contrato sería el móvil o motivo determinante que impulsó al autor
o a las partes a su celebración. Además, dicho móvil debe conformarse con el
Derecho, ya que de lo contrario el acto podría invalidarse. Así, en los contratos
gratuitos, basta que el móvil ilícito exista en el autor de la liberalidad para que pueda
anularse. Y, en los contratos onerosos, el móvil ilícito que movió a la parte a
contratar debe ser compartido por la otra o, al menos, conocido por ésta.
Recogida por el Código Civil italiano de 1942, está inspirada en un fuerte sector
doctrinario que pone el acento en la idea de que el Derecho acepta que ciertos
intereses sean regulados por los particulares, pero para cumplir ciertos valores
sociales o económicos.
Así las cosas, la causa sería “la función económica – social del acto jurídico”. De
este modo, en los actos bilaterales la causa consiste no en motivos personales ni en
motivos individuales de equivalencia, sino en su función propia de producir un
cambio de prestaciones. Por ejemplo, es causa de la compraventa su función de
producir un cambio de la cosa vendida por el precio; es causa de la donación su
función de lograr un enriquecimiento para el donatario, etc.
Tal como lo señaláramos, es claro que en nuestro país se siguió la teoría clásica, lo
que se aprecia en los ejemplos del inciso final del artículo 1467, propios de esa
doctrina.
En este mismo sentido se ha pronunciado nuestra jurisprudencia: “la causa de un
contrato es el interés jurídico que induce a las partes a contratar, interés que es
distinto e independiente del móvil unitario o subjetivo y que las partes hayan podido
tener en cuenta al momento de celebrar el contrato. Así, en los contratos bilaterales,
la causa para una de las partes la constituye la obligación contraída por la otra, la
prestación que ésta debe satisfacer. Son ajenas a la determinación de la causa las
modalidades de la obligación contraída (RDJ, Tomo 24, secc. 1ª, pág. 678; RDJ,
Tomo 30, secc. 2ª, pág. 1)”.
Cuando la causa no existe de ninguna forma, se dice que hay ausencia o falta de
causa. Por ejemplo, la compraventa en que no se pacta precio, mutuo sin que se
haya entregado al deudor cosa alguna.
“No es necesario expresarla”. Esta frase del artículo 1467 inc. 1º significa que los
actos o contratos se presumen causados, luego, corresponderá probar su falta a
aquel que la alega.
La regla general es que en los actos aparezca de manifiesto la causa, o bien, ella se
manifieste: estos son los actos causados.
El Código nos dice que es ilícita cuando es contraria a la ley, a las buenas
costumbres o al orden público. Respecto de la causa ilícita contraria a la ley, no hay
casos de esta situación en el CC.
Sanción al objeto y causa ilícita del artículo 1468 del Código Civil
El art. 1468 señala que “no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un
objeto o causa ilícita a sabiendas”.
a) Teoría dual de la causa. Planteada por AVELINO LEÓN HURTADO y VIAL DEL RÍO y
siguiendo a la doctrina y la jurisprudencia francesa, distingue dos conceptos de
causa.
En efecto, causa del acto o contrato, tal como lo define la ley, sería el motivo que
induce a su celebración. La palabra “motivo” significa la razón que induce a algo, y
estas razones no son más que los móviles psicológicos, individuales y subjetivos
que se ha representado el sujeto y que lo inducen a actuar.
c) Teoría amplia de la causa. Formulada por ALCALDE RODRÍGUEZ, sostiene que las
tesis tradicionales (teorías unitaria y dual de la causa) postulan un concepto de
causa restringido.
Hay ciertos actos jurídicos que tienen perfecta y plena eficacia jurídica,
independientemente de la causa que los ha generado. Como dice la doctrina, ciertos
negocios que se denominan abstractos, que valen separados o independientemente
de su causa: se constituyen y funcionan desvinculados de la causa.
El acto jurídico abstracto no es que carezca de causa, pero lo que sucede es que se
independiza de su causa.
Todo acto abstracto supone como presupuesto otra relación jurídica, denominada
relación fundamental o subyacente o negocio causal.
Ejemplo típico de los actos abstractos son los títulos de crédito, como los pagarés,
letras de cambio, cheques, etc. En estos casos, para la seguridad de las relaciones
comerciales, se desliga la causa del negocio causal que les dio origen. Así, cuando
se ha endosado varias veces una letra de cambio nadie va a preguntar si la causa
que le dio origen existió o no, ya que el instrumento vale en sí por la propia
obligación de que da cuenta.
V. LAS SOLEMNIDADES
El principio general es que los actos jurídicos sólo producen efecto (derechos y
obligaciones) entre las partes, y no aprovechan ni perjudican a los terceros, es decir,
a los extraños a la formación del acto o contrato. Este hecho es denominado
también como el “efecto relativo de los actos jurídicos”.
La circunstancia de que los efectos de los actos jurídicos se limiten a las partes que
lo celebraron es una lógica derivación del principio de la autonomía privada o
autonomía de la voluntad.
De la misma manera que las partes pueden generar el acto jurídico y determinar su
contenido y alcance en virtud del citado principio, también pueden sustituirlo por otro
o dejarlo sin efecto.
Tratándose de la revocación del acto, para que sea eficaz es necesario que emane
del autor o las partes que le dieron vida y que se haga observando las mismas
formas y requisitos del acto jurídico que se deja sin efecto.
Terceros son las personas que no han participado ni han sido válidamente
representadas en la generación del acto.
1. Terceros absolutos
Son las personas extrañas a la formación del acto y que no están ni estarán en
relaciones jurídicas con las partes.
Por excepción, existen algunos actos jurídicos que afectan a ciertos terceros
absolutos. Por ejemplo, art. 1449, art. 1576 inc. 2º, los actos de familia, etc.
Son las personas que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes, sea por
su propia voluntad, sea por la ley.
Desde un punto de vista material, son terceros en relación con los actos jurídicos
que hubiere realizado el causante.
Estos sucesores se ven afectados por los actos o contratos realizados por su
antecesor y que tengan por objeto la cosa o relación jurídica antedicha.
Los acreedores de las partes pueden verse afectados por los actos que éstas
realicen. Por ejemplo, Juan contrata un mutuo con un banco y lo garantiza con
una hipoteca sobre su casa. Con anterioridad, Juan había contratado un mutuo
con Pedro, pero sin garantía alguna. Juan cae en insolvencia y Pedro, para
recuperar su dinero, lo demanda, embargándole el inmueble para pagarse con el
producto del remate. En este caso, el contrato de hipoteca con el banco
perjudicará a Pedro, por cuanto el acreedor banco tiene preferencia para pagarse
con el producto de la subasta en virtud de la hipoteca.
Un acto es ineficaz cuando no produce totalmente los efectos deseados por las
partes.
En este caso, las partes acuerdan dejar sin efecto un contrato, esto es, privar de
efectos al contrato que habían celebrado. Se trata, por tanto, de una causal
sobreviviente de ineficacia del acto jurídico.
Esta sanción se origina por una causal sobreviviente que opera en los contratos
bilaterales, cual es el incumplimiento de alguna de las partes de su obligación
correlativa.
En efecto, de acuerdo al artículo 1489 del CC, “en los contratos bilaterales va
envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los contratantes lo
pactado”. Por lo tanto, el contratante diligente puede usar de esta especie de
ineficacia para resolver el contrato.
REVOCACIÓN
a) Puede haber revocación cuando opera la acción pauliana, en cuya virtud los
acreedores pueden obtener que se dejen sin efecto los actos celebrados por el
deudor en perjuicio de sus intereses (art. 2468).
INOPONIBILIDAD
El acto inoponible es válido, pero no afecta a los terceros por haberse omitido ciertos
requisitos de publicidad. Es decir, la inoponibilidad no vicia el acto, pero no afecta al
tercero.
Este concepto viene del Derecho Romano, pero quien lo desarrolló fue BASTIAN. En
Chile, quien lo trató con mayor profundidad fue BALTRA.
Los terceros que pueden hacer valer la inoponibilidad son, en términos generales,
los llamados terceros interesados, o sea, aquellas personas que no participan ni
personalmente ni representadas en el acto de que se trate, pero que estarán en
relaciones jurídicas con las partes, ya sea por su propia voluntad o por el ministerio
de la ley.
b) El artículo 1902 dice, en relación con la cesión de créditos, que ella no produce
efectos contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el
cesionario al deudor o aceptada por éste.
c) El artículo 2058 establece que la nulidad del contrato de sociedad no perjudica
las acciones que corresponden a los terceros de buena fe contra todos y cada
uno de los asociados por las operaciones de la sociedad, si existiere de hecho.
INEXISTENCIA JURÍDICA
Generalidades
Concepto
Como dijimos, la inexistencia es la sanción que tienen los actos celebrados con
omisión de alguno de los requisitos exigidos para su existencia jurídica.
Se distinguió así, entre actos nulos y actos inexistentes, siendo estos últimos
aquellos en que se ha omitido algún requisito de existencia del acto.
Esta teoría fue luego desarrollada por los juristas franceses y más tarde se extendió
la noción de inexistencia a los actos patrimoniales.
6. Ante quien se solicita. Si bien en ambos casos debe recurrirse a los tribunales de
justicia, la nulidad necesariamente debe ser declarada judicialmente. En cambio,
la inexistencia no se declara judicialmente, sólo se constata por los tribunales.
En efecto, en ciertos casos el acto nulo puede subsistir como válido, pero en otro
carácter. Por ejemplo, de acuerdo con el inciso 2° del artículo 1701, “fuera de los
casos indicados en este artículo (cuando el instrumento público se exige como
solemnidad), el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por
otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por
las partes.” De manera que el instrumento público nulo, salvo en caso que
constituya solemnidad, es válido como instrumento privado. Pero si no estuviere
firmado por las partes, es decir, siendo inexistente por faltar la manifestación de
voluntad – requisito de existencia –, no puede operar la conversión, porque la
nada por sí misma no puede transformarse en algo existencial.
a) Así lo da a entender el artículo 1682 cuando dice que es nulidad absoluta “la
producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben
para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de
ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan”,
con lo cual quedan englobados tanto los requisitos de existencia como de validez
de los actos jurídicos.
c) Corrobora lo anterior lo prescrito en el artículo 1682, que señala que hay nulidad
en los actos celebrados por los absolutamente incapaces, siendo que el requisito
omitido en tal caso es la voluntad, o sea, un requisito de existencia.
Sin embargo, existen autores que estiman que nuestra legislación si admite la
inexistencia. Son de esta opinión LUIS CLARO SOLAR y ENRIQUE ROSSEL, entre
otros, para lo cual se fundan en lo siguiente:
a) Si bien es cierto que el Código Civil no trata la inexistencia, ello es lógico pues
resulta claro que si un acto es inexistente no produce efectos y, por lo tanto, no
existen efectos que regular; la nada no cabe ser regulada.
Así, el art. 1444 define los elementos esenciales genéricos como aquellos sin los
cuales el acto no produce efecto alguno. No dice que tal acto sea nulo, más aún
si se considera que los actos que adolecen de un vicio de nulidad producen todos
sus efectos mientras la nulidad no se declare judicialmente.
Por su parte, el artículo 1681 expresa que “es nulo todo acto o contrato a que
falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o
contrato según su especie y la calidad de las partes”. Es decir, la sanción de
nulidad está referida a la omisión de los requisitos establecidos para “el valor” o
validez del acto, y no a la inobservancia de los requisitos de existencia del
mismo.
De acuerdo al artículo 1701, en caso de omitirse el instrumento público cuando la
ley exige esa solemnidad (constituye requisito de existencia), el acto se mirará
como no ejecutado o celebrado. En otras palabras, habría inexistencia.
Conforme al artículo 2.055, “no hay sociedad si cada uno de los socios no pone
alguna cosa en común”, esto es, la sociedad no existe si se omite un requisito de
la esencia del contrato de sociedad como lo son los aportes. No se trata de una
sociedad nula, sino de una sociedad inexistente.
A modo de conclusión, podemos señalar que ambas teorías tienen razones bastante
sólidas para ser acogidas. Pero, como lo dice VODANOVIC, la tendencia en el
derecho comparado es la de incluir la inexistencia dentro de la nulidad absoluta.
El artículo 1681 dispone que “es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o contrato, según su
especie y la calidad o estado de las partes”.
Clasificaciones de la nulidad
la parte o cláusula inválida se separa del acto jurídico, quedando éste válido en
todo lo no afectado por el vicio de nulidad.
Sin embargo, estos principios no pueden aplicarse cuando la parte del acto jurídico
no afectada por la nulidad es dependiente o accesoria de la parte inválida. Tampoco
si se acredita que sin la parte nula el acto jurídico no se habría realizado o la
cláusula no se habría estipulado.
La nulidad consecuencial tiene lugar cuando se declara la nulidad del acto jurídico
principal, ya que en tal caso es también nulo el acto accesorio. Ello, por el principio
de que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”. Así lo establece expresamente
el Código Civil a propósito de la cláusula penal: “la nulidad de la obligación principal
acarrea la de la cláusula penal, pero la nulidad de ésta no acarrea la de la obligación
principal (art. 1536 inc.1º)”.
De acuerdo al artículo 1681 “es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o contrato, según su
especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa”.
Nulidad absoluta es la sanción legal impuesta a los actos celebrados con omisión de
un requisito exigido en consideración a su naturaleza o especie.
Nulidad relativa o rescisión es la sanción impuesta a todo acto o contrato a que falta
algunos de los requisitos que la ley prescribe para su valor, según la calidad o
estado de las partes.
1. La nulidad es una sanción de derecho estricto, lo que implica que no puede ser
aplicada por analogía. No existen más casos de nulidad que los expresamente
establecidos en la ley.
2. La nulidad no puede renunciarse anticipadamente, ya que con ella se protegen
los intereses superiores de la colectividad (1469).
3. Conforme al artículo 1690, “cuando dos o más personas han contratado con un
tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras”.
4. La nulidad puede hacerse valer en juicio como acción o como excepción.
La diferencia entre la nulidad absoluta y la nulidad relativa no tiene que ver con los
efectos de la nulidad: los efectos de una y otra son los mismos.
Las diferencias entre una y otra nulidad apuntan a los siguientes aspectos:
A. Causales de nulidad
De acuerdo con el inciso final del artículo 1682, los casos de nulidad están dados
por cualquier otra clase de vicios.
Conforme al artículo 1683, “puede alegarse por todo el que tenga interés en ello,
excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo
saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el
ministerio público en el interés de la moral o de la ley.”
El interés consiste en obtener la invalidez del acto que produce efectos que
perjudican al peticionario.
También se ha entendido que ese interés debe ser actual. Sobre este requisito,
la última tendencia de la Corte Suprema precisa que el interés debe existir al
tiempo de producirse el vicio respectivo y no con posterioridad a su verificación,
porque se exige una correlación entre el vicio y el interés. Como dice ALESSANDRI
BESA, “el que alega la nulidad absoluta debe tener interés en ello en el momento
en que se ejecuta el acto o se celebra el contrato en que se comete la infracción
que acarrea su nulidad. Si ese interés se manifiesta posteriormente, como
consecuencia de actos efectuados después de la celebración del acto o contrato
nulo, debe rechazarse la petición de nulidad”.
Sobre la actualidad del interés, debe señalarse que otra tesis entendía por
interés actual aquél que existía al momento de alegarse la nulidad.
Ministerio Público
Sin embargo, DOMÍNGUEZ ÁGUILA sostiene que si los herederos actúan a título
propio, invocando un interés distinto al del causante, entonces sí podrían alegar
la nulidad.
Más aún, hay quienes sostienen que siempre podrían los herederos alegar la
nulidad, ya que la imposibilidad de alegarla es una sanción y, como tal, de
derecho estricto y personal, por lo que no se transmite.
VIAL DEL RÍO sostiene que es prácticamente imposible pensar que el heredero
pudiera tener un interés distinto al de su causante. La única excepción sería
aquel acto en que el vicio de nulidad conocido por el causante hubiera tenido
precisamente por objeto el derecho de sucederlo por causa de muerte y se
tratara de un testamento.
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1684, ella sólo puede alegarse por
aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o
cesionarios. No puede pedirse se declaración por el ministerio público.
En estos casos la nulidad no sólo es una sanción, sino también una protección
que la ley establece en favor de aquellos que han sufrido el vicio.
Es importante tener muy presente que toda nulidad debe ser declarada
judicialmente.
Ahora bien, ¿qué se entiende por que el vicio aparezca de manifiesto en el acto o
contrato?
Ello quiere decir que debe aparecer de la sola lectura del acto o contrato,
propiamente, del instrumento que da cuenta de él. De manera que si debe
recurrirse a otros antecedentes fuera del contrato mismo, entonces no puede
declararse de oficio.
El artículo 1684 señala expresamente que “la nulidad relativa no puede ser
declarada por el juez sino a pedimento de parte.”
Vale decir, la nulidad relativa no puede ser declarada de oficio por el tribunal
aunque aparezca de manifiesto en el acto o contrato.
D. El saneamiento de la nulidad
La nulidad absoluta sólo puede sanearse por el transcurso del tiempo, en este
caso, 10 años contados desde la celebración del acto o contrato: “no puede
sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase
de diez años (artículo 1683)”.
2. Nulidad relativa
La nulidad relativa se puede sanear por 2 vías: por el transcurso del tiempo o la
ratificación de las partes.
- todo lo anterior, siempre que una ley especial no hubiere designado otro plazo
(1691 inc. final).
- Opera con efecto retroactivo. Por una ficción legal se supone que siempre ha
sido válido y que nunca tuvo un vicio de nulidad relativa.
- El vicio que afecte el acto o contrato debe ser un vicio de nulidad relativa
(1683 y 1684).
- La persona que ratifica debe ser capaz de contratar (1697). Se entiende que
la capacidad para ratificar es la misma que se requería para la celebración del
acto viciado.
Como dice BARAONA GONZÁLEZ, “en nuestro Derecho la palabra “relativa” parece
explicarse por la manera en que ella opera, pues el acto sólo puede ser impugnado
por la persona que ha sido legitimada por la ley y nadie más.
Por lo mismo, quien está legitimado para pedir la nulidad relativa tiene la opción de
perseverar en el contrato, en cuyo caso puede arrastrar a su contraparte a cumplirlo,
o bien impugnar por nulidad relativa el acto o contrato cuyo cumplimiento se le
exige”.
Nulidad de los actos de los incapaces
2. Desde otro punto de vista, puede ocurrir que el incapaz, deseoso de celebrar un
contrato, se haga pasar por capaz. Si se limita a aseverar que es mayor de edad
o que no existe la incapacidad, puede más tarde igual pedir la nulidad del
contrato: se sanciona la negligencia del otro contratante (1685 p. final).
3. Pero, si ha existido dolo del incapaz para inducir al acto o contrato (por ejemplo,
falsifica una partida de nacimiento), la ley no permite al incapaz ni a sus
herederos o cesionarios a alegar la nulidad, pues ninguna negligencia ha existido
por el otro contratante y no se puede amparar la mala fe (1685 p. 1ª).
Efectos de la nulidad
Así las cosas, los actos o contratos producen todos sus efectos normales mientras
no se declare su nulidad por sentencia judicial firme.
Para estudiar los efectos de la declaración de nulidad debemos distinguir los efectos
entre las partes y respecto de terceros:
Volver al estado anterior a la celebración del acto o contrato implica una serie de
prestaciones mutuas, las que se encuentran reguladas en los artículos 904 y
siguientes a propósito de las prestaciones que proceden en caso de acogerse la
acción reivindicatoria.
- Casos de objeto o causa ilícita. De acuerdo con el artículo 1468 “no podrá
repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas”.
- Nulidad del contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que
la ley exige. Conforme al artículo 1688, el que contrató con ella no puede
pedir restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato,
sino en cuanto probare haberse hecho más rica con ella la persona incapaz.
Se entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o
las adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las
cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido
necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas.
- Caso del poseedor de buena fe. Ello porque el poseedor de buena fe no está
obligado a restituir los frutos que ha percibido de la cosa obligada a restituir
mientras estuvo de buena fe (art. 907).
Esta distinción entre contrato nulo cumplido y no cumplido ha sido criticada, por ser
imprecisa y ajena al CC. Quienes formulan la crítica no hacen tal distinción, y
señalan que el efecto entre las partes de la nulidad judicialmente declarada es que,
conforme al artículo 1687, les da derecho “para ser restituidas al mismo estado o
situación en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, para lo
cual la ley establece dos mecanismos: la extinción de las obligaciones que engendró
el acto y la obligación, correlativa al derecho antes mencionado, de efectuar
determinadas prestaciones (VIAL DEL RÍO)”.
Sin embargo, ellos pueden resultar afectados cuando han adquirido la cosa objeto
del contrato o cuando sobre ella se ha constituido un derecho real a su favor.
Por ello, el artículo 1689 dispone que “la nulidad judicialmente pronunciada da
acción reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones
legales.”
1. Es personal, por lo tanto, hay que demandar a todas las partes que han
intervenido en el acto o contrato cuya declaración de nulidad se pretende.
Tratándose del juicio ejecutivo, por disposición expresa, es posible alegar como
excepción la nulidad. Así lo señala el artículo 464 N°14 del CPC. Igual a nuestro
juicio es discutible.
LA SIMULACIÓN
Lo normal es que la voluntad real de las partes se manifieste en los actos jurídicos.
Sin embargo, hay casos excepcionales en que una persona, intencionadamente,
declara lo que no quiere.
El acto sólo será nulo cuando el destinatario de la declaración de voluntad sepa que
la voluntad verdadera no es la manifestada.
Pero la seriedad de la voluntad manifestada se presume; el principio general de la
presunción de seriedad de los actos jurídicos en nuestra legislación es plenamente
aceptado. La dificultad residirá en la prueba de que la otra parte conocía la reserva
tácita del declarante.
La declaración iocandi causa impide que nazca el acto jurídico y que produzca
derechos y obligaciones.
ALESSANDRI señala que, “en ciertos casos, muy raros, la declaración iocandi causa
puede producir efectos jurídicos, cuando por las circunstancias en que se hace o la
torpeza del declarante, la persona o personas a quienes se dirige toman en serio la
declaración”. Habría aquí, a su juicio, culpa del declarante y si produjo daños,
procedería la indemnización de perjuicios fundada en el artículo 2314 del Código
Civil.
La simulación
Elementos de la simulación
Simulación ilícita existirá en cuanto con ella se busque defraudar a terceros. La ley
sanciona la simulación ilícita, la que constituye un tipo de estafa, tipificada en el
artículo 471 N°2 del Código Penal.
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que no tiene
nada de real y que es ficticio en su totalidad. En tal caso, el acto tiene todas las
apariencias de válido, pero en realidad no ha existido ningún acto.
Hay simulación relativa por el carácter del acto cuando, por ejemplo, aparentemente
se celebra una venta cuando en realidad se trata de una donación y no existe precio.
Hay simulación relativa por razón de los sujetos del acto cuando, por ejemplo, se
hace una venta a favor de A para que éste, a su vez, venda la cosa a la mujer del
primer vendedor.
Hay simulación relativa por razón del contenido, cuando el objeto del acto o contrato,
tal como resulta de la declaración, es diverso de aquél (por ejemplo, se dice que se
contrata a una mujer para que preste servicios de empleada y en realidad se dedica
a la prostitución), o cuando se introducen cláusulas que no son sinceras (por
ejemplo, en una compraventa se hace aparecer un precio superior o inferior al
convenido), o cuando el acto contiene fechas falsas o se hace figurar que ha sido
celebrado en otro lugar distinto del verdadero.
a) El ostensible, simulado, ficticio o aparente, que es el que las partes han fingido
realizar.
b) El acto oculto, real o disimulado, que es el que las partes verdaderamente han
querido celebrar y destinado a quedar en secreto.
b) Artículo 2144: “no podrá el mandatario por sí mismo ni por interpuesta persona,
comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo
al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no fuere con aprobación
expresa del mandante.”
Efectos de la simulación
1. Respecto de las partes debe prevalecer la voluntad real, ya que en las relaciones
recíprocas de las partes el acto simulado no existe. Así se desprende del artículo
1707.
2. Frente a los terceros de buena fe, el acto simulado o público debe considerarse
como existente. En otras palabras, los terceros se estarán a la voluntad
declarada. Así también se desprende del artículo 1707.
Prueba de la simulación
Algunos estiman que se trata de una acción imprescriptible, ya que, cualquiera que
sea el tiempo transcurrido, un acto que no existe no puede adquirir existencia:
siempre podría demandarse que no existe.
VIAL DEL RÍO propugna que el tiempo de prescripción sería el general para las
acciones personales (5 años, art. 2515), a menos que se estimara que la acción de
simulación emanare de un delito civil, en cuyo caso sería de 4 años (art. 2332).
Con respecto al inicio del cómputo del plazo, VODANOVIC indica que éste debe
computarse desde el momento en que los terceros tuvieron conocimiento del acto
disimulado u oculto. VIAL DEL RÍO indica que en el caso que la acción de
simulación emanare de un delito civil, este plazo se contaría desde la fecha del
contrato simulado.
Finalmente, se dice que esta acción no podría entablarse después que hubiera
operado la prescripción adquisitiva de la cosa por la persona que la adquirió
basándose en el contrato simulado o manifestado.
2. Son de carácter excepcional. La regla general es que los actos sean puros y
simples, esto es, que produzcan sus efectos inmediatamente y para siempre.
Para dilucidar este punto, es menester distinguir entre actos patrimoniales y actos de
familia.
Los actos de familia, en cambio, no admiten modalidades, porque sus efectos son
fijados por el legislador en forma expresa e imperativa, sin que las partes
intervengan en ellos y sin que les puedan modificar, pues se trata de materias de
orden público.
Por lo tanto, las principales modalidades son la condición, el plazo y el modo. Ellas
se estudiarán con detención cuando se estudie la teoría general de las obligaciones.
A continuación nos referiremos a otras modalidades: la representación en los actos
jurídicos y la solidaridad.
El artículo 1448 del Código Civil señala que “lo que una persona ejecuta a nombre
de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto
del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.”
Utilidad de la representación
Esta teoría ha sido abandonada por cuanto no logra explicar los casos de
representación legal del demente o del impúber, ya que resulta imposible admitir
que el representante expresa la voluntad de éstos, ya que la ley les da
precisamente un representante porque carecen de voluntad.
Esta tesis surge como crítica a la teoría del doble contrato de THOL, que
sostiene que en la representación no existe un acto jurídico, sino dos: uno entre
el representante y el tercero y, otro, el que se entiende que celebra el
representado con el tercero.
La posición doctrinaria que comentamos señala que sólo existe un acto jurídico,
que el representante y el representado celebran conjuntamente.
Esta teoría ha sido criticada por las complicaciones a que da origen y porque no
explica los casos de representación legal aludidos: ¿qué cooperación de
voluntades cabe entre el demente o el impúber, que carecen de voluntad, y su
representante?
En principio, los actos jurídicos sólo producen efectos, esto es, derechos y
obligaciones, entre las partes, y no aprovechan ni perjudican a las personas que
no contribuyeron a generarlos. De manera que lo normal será que las
consecuencias de un acto afecten a quien lo celebra, lo cual se altera por la
representación, modalidad en virtud de la cual los efectos del acto celebrado por
una persona (el representante) se radican directa e inmediatamente en otra
persona distinta (el representado).
La voluntad que celebra el acto jurídico es la del representante, pero los efectos
de éste se producen respecto del representado. Siendo la voluntad del
representante la que concurre a la celebración del acto, a ella habrá que estarse
para determinar la capacidad y la existencia de vicios del consentimiento.
No hay duda que nuestro Código sigue la teoría de la modalidad del acto jurídico:
Conforme al inciso 1° del artículo 721 “si una persona toma la posesión de una
cosa en lugar o a nombre de otra de quien es mandatario o representante legal,
la posesión del mandante o representado principia en el mismo acto, aún sin su
conocimiento.”
Efectos de la representación
En virtud de la representación, sea ésta legal o convencional, los efectos del acto
celebrado por el representante radican en el representado; esto es, los derechos y
las obligaciones que emanan del acto se radican en el representado como si hubiese
contratado el mismo (art. 1448).
Se define como el acto mediante el cual el interesado por sí hace eficaz el acto que
ha sido concluido en su nombre. Es decir, se apropia de los efectos del acto
realizado a nombre suyo, pero con exceso o defecto de poder.
El acto jurídico celebrado con defecto o exceso de poder no es nulo, sino que es
inoponible al interesado. A través de la ratificación hace suyos los efectos del acto.
3. Opera con efecto retroactivo. Por una ficción legal, se supone que el acto obliga
a quien ratifica desde la fecha de celebración del mismo y no desde la fecha en
que se ratifica. Esta solución se deduce de los artículos 672, 673, 721 y 1577.
LA SOLIDARIDAD
Conceptos previos