Acto Juridico y Prueba Obligaciones PDF
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UNIDAD I
TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO
SECCIÓN PRIMERA:
CONCEPTO, TERMINOLOGÍA Y CARACTERÍSTICAS
Hecho es todo lo que sucede. Los hechos pueden ser jurídicos o materiales, según
si produzcan efectos jurídicos o no.
Hecho jurídico es todo suceso de la naturaleza o del hombre que produce efectos
jurídicos. Estos efectos pueden ser la adquisición, la modificación o la extinción de
un derecho subjetivo.
Los hechos jurídicos del hombre pueden ser realizados con intención de producir
efectos jurídicos, como un contrato o un testamento. Son los llamados actos
jurídicos. Pero también existen hechos jurídicos que producen efectos jurídicos
independientemente de la voluntad del hombre. Estos hechos producen efectos
jurídicos porque la ley lo señala. Si son lícitos son cuasicontratos, por ejemplo, el
pago de lo no debido. Si son ilícitos puede tratarse de un delito (ilícito cometido con
dolo) o de un cuasidelito (ilícito cometido con culpa, o sea, negligente o
imprudentemente).
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Según VIAL DEL RÍO, el acto jurídico “es la manifestación de voluntad hecha con el
propósito de crear, modificar o extinguir derechos, y que produce los efectos
queridos por su autor o por las partes”.
Sin embargo, debe tenerse muy presente que en el Derecho comparado las
mencionadas expresiones no son sinónimas. En el negocio jurídico los efectos de
éste son precisamente los queridos por el autor o por las partes, de tal manera que
dichos efectos surgen como consecuencia inmediata y directa de la voluntad. No
ocurre lo mismo con el acto jurídico en sentido estricto, puesto que los efectos que
de él derivan no van necesariamente adheridos a la voluntad de sus autores y,
muchas veces, son independientes de ella.
Dicho de otra manera, en los actos jurídicos en sentido estricto los efectos jurídicos
se atribuyen por la ley (ex lege) con independencia de que el sujeto que lleva a cabo
el acto lo persiga o no. En cambio, en el negocio jurídico los efectos se producen
directamente por la voluntad de las partes (ex voluntate), no en el sentido de que no
se deriven también de la ley, sino en el que ésta los provoca porque así lo quiere
precisamente el sujeto y en la medida en que, según se deduce de su declaración,
son perseguidos por éste.
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Ahora bien, existe otra tesis que sostiene que los propósitos perseguidos por el
autor del negocio jurídico no son justamente obtener efectos jurídicos, sino un
resultado económico o social: éste es el denominado propósito empírico o
práctico. Quien compra o quien vende, por ejemplo, pretende conseguir un
propósito práctico, y no obtener obligaciones y derechos. El acto jurídico, según
esta tendencia, consiste en una manifestación de voluntad, pero que se encamina
a la obtención de un fin práctico o económico, más que un efecto jurídico. Por lo
anterior, se ha afirmado que el propósito perseguido por el autor o las partes es
eminentemente práctico. El Derecho toma en cuenta ese propósito a fin de regular
los respectivos efectos jurídicos.
3. Esta manifestación de voluntad produce los efectos jurídicos queridos por el autor
o por las partes. Debemos señalar que se ha discutido si los efectos del acto
jurídico nacen directamente de la voluntad de las partes o se originan de la ley.
Según la concepción más extendida, los efectos derivan en forma inmediata de la
voluntad del autor o las partes del acto jurídico y, en forma mediata, de la ley, que
es la que otorga a los particulares la facultad de crear relaciones jurídicas a través
de la autonomía de la voluntad o autonomía privada.
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alterados por la voluntad de las partes. Por ejemplo, los modos de adquirir el
dominio, la regulación del matrimonio, etc.
SECCIÓN SEGUNDA:
CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS JURÍDICOS
El CC, en los arts. 1439 y ss., hace una clasificación de los contratos que se ha
generalizado a los actos jurídicos por medio de la doctrina.
Según el número de partes que se requieren para su formación, el acto jurídico será
unilateral cuando resulta de la declaración de voluntad de una sola parte (ej.,
testamento); y si requiere la concurrencia de la voluntad de dos o más partes se les
denomina bilaterales (ej., compraventa). Se habla de parte y no de persona, ya que
una parte puede ser una o varias personas (art. 1438). Parte es la persona o grupo
de personas que constituyen un solo centro de intereses.
c) En relación con el estatuto jurídico que va a regir a uno u otro acto. Se establece
por la ley un estatuto jurídico general para los actos jurídicos bilaterales,
establecido en los arts. 1438 y ss., a propósito de los contratos, que no es
enteramente aplicable a los unilaterales, los cuales muchas veces tienen un
estatuto propio (ej., testamento, arts. 999 y ss.).
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El CC, en los arts. 1437 y 1438 hace sinónimos los términos convención y contrato.
Lo que sucede es que hay un error técnico del legislador que tiene cierta relación
con la realidad, porque la mayor parte de las convenciones que se celebran son
contratos, pero jurídicamente contrato y convención no son lo mismo.
Todo contrato es un acto bilateral, porque para formarse necesita del acuerdo de
voluntades de dos partes. Pero los contratos, a su vez, pueden ser unilaterales o
bilaterales. El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con otra
que no contrae obligación alguna; y el contrato es bilateral cuando las partes
contratantes se obligan recíprocamente.
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Son aquellos que para nacer requieren la manifestación de voluntad de más de dos
partes. Por ejemplo, el contrato de sociedad (art. 2053) o la novación por cambio de
acreedor (art. 1631 Nº2). A diferencia de los actos bilaterales, que se caracterizan
por ser una transacción entre intereses contrapuestos, en los plurilaterales no
siempre es así. En muchos casos se presentan acuerdos entre voluntades que
tienden a un mismo fin, sin existir tal contraposición. Ejemplo típico de lo anterior es
el contrato de sociedad.
Esto fue advertido por la doctrina italiana y por la doctrina alemana. En este orden
de ideas, los italianos distinguen entre los contratos y los acuerdos. Contrato es el
acto jurídico bilateral o plurilateral en el cual existen intereses contrapuestos que
tratan de encontrar una composición o un arreglo. Acuerdo es el acto jurídico
normalmente plurilateral, aunque también en ocasiones bilateral, en el cual se
concitan intereses paralelos que convergen hacia un propósito común.
Por su parte, los alemanes distinguen entre contrato, acto conjunto, acuerdo o
decisión y convenio o convención. En el contrato (Vertrag), dos o más personas
emiten declaraciones de voluntad, intrínsecamente diferentes, pero que se
corresponden entre sí y que coinciden en el designio de alcanzar un mismo efecto
jurídico. En los actos conjuntos (Gesamtakte), varias personas que forman en
conjunto una sola parte, cooperan para alcanzar un mismo resultado jurídico
emitiendo declaraciones de voluntad paralelas. Los acuerdos o decisiones
(Beschlüsse) son declaraciones de voluntad de asociaciones, sociedades o
comunidades que persiguen la creación de un contenido unitario de voluntad
decisivo para el colectivo. Se diferencian de los actos conjuntos en el hecho de que
el acuerdo no requiere la declaración de todos los participantes, sino sólo de la
mayoría. Finalmente, convenio o convención (Vereinbarung) es un acto jurídico
plurilateral en la cual las partes declarantes no se enfrentan entre sí como
portadores de unos intereses contrapuestos y, por consiguiente, no emiten
declaraciones intrínsecamente diferentes, sino que sus declaraciones son
coincidentes e iguales.
Las distinciones anteriores han sido criticadas en España por DÍEZ-PICAZO, quien ha
sostenido que estas categorizaciones carecen de importancia en el mundo práctico.
Es más, el célebre jurista español señala que “… el criterio para distinguir al contrato
de los acuerdos no es tanto la contemplación del paralelismo o de la contraposición
de los intereses en juego, como la diversa situación jurídica que las partes ocupan...
el acuerdo es la declaración de voluntad de una cotitularidad, con independencia de
que los titulares persigan unos mismos o distintos intereses… en el contrato, en
cambio, las partes ocupan siempre inicialmente posiciones jurídicas diversas,
aunque éstas estén llamadas a integrarse en un superior precepto de autonomía
privada obligatorio para los declarantes”.
Actos mortis causa son aquellos en que la muerte del sujeto que los otorga es el
supuesto necesario para que ellos produzcan efecto. Actos mortis causa típicos son
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Actos entre vivos son todos los demás, es decir, aquellos en que los efectos del acto
jurídico pueden producirse sin necesidad de que acontezca la muerte de alguno de
los autores del negocio. Y ello aunque la muerte desempeñe un rol en ellos, como
en la renta vitalicia (art. 2264), pues en este caso el contrato ha producido efectos en
vida de sus autores: la muerte no es de la esencia del acto, sino un elemento
accidental del mismo.
Actos jurídicos de familia son aquellos que se refieren a la situación del individuo
dentro de la familia y a las relaciones del mismo frente a los demás miembros del
grupo familiar e, incluso, de la sociedad. Ejemplos de este tipo de acto son el
matrimonio, la adopción, etc.
a) Renuncia. Los actos jurídicos de familia están regidos por normas que
consagran, por regla general, derechos irrenunciables. Así, el marido no puede
renunciar al derecho de administrar los bienes de la sociedad conyugal, al
derecho y obligación de alimentar sus hijos. Más que al interés privado, esta
clase de actos mira al interés de la familia y de la sociedad.
En cambio, los actos jurídicos patrimoniales sólo miran al interés privado y sus
derechos son esencialmente renunciables (art.12 CC).
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c) Fines. En cuanto a los fines que se persigue, en los actos de familia está
comprometido no sólo el interés de quienes realizan el acto, sino que también el
interés general, ya que a través de ellos se regula a la familia, que es la
organización social primaria. Así, su fin no es la mera satisfacción de intereses
económicos, de lo cual se obtiene, además, que genera derechos y obligaciones
personalísimos y, por ende, intransferibles e irrenunciables.
El acto es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una
de las partes, sufriendo la otra el gravamen (por ejemplo, la donación). Es oneroso
cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a
beneficio del otro (por ejemplo, compraventa).
Parece ser que nuestro CC sigue la concepción objetiva, según se desprende de sus
arts. 1188, 1398 y 1405, que se refieren a la donación con gravamen.
a) La ley es más exigente para celebrar un negocio a título gratuito, en razón del
peligro que presentan para el que hace el beneficio. Así, tratándose de la
donación, la ley exige un trámite que la preceda, llamado insinuación, que
consiste en una autorización previa al acto otorgada por juez competente (art.
1401).
b) La ley permite que los terceros cuenten con más medios para controlar a las
partes, desde que con estos actos es más fácil lesionar sus intereses. Por ello,
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El contrato oneroso es conmutativo cuando cada una de las partes se obliga a dar o
hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer
a su vez. Si el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o
perdida se llama aleatorio (art. 1441).
La ley no dice “deben ser equivalentes”, sino que “se mira como equivalente”, puesto
que es imposible exigir una equivalencia matemática.
Se denominan actos jurídicos dependientes a los que para existir o para producir sus
efectos están subordinados a la existencia de otro u otros, pero no para asegurar el
cumplimiento de estos últimos. Su eficacia está sujeta a la existencia de otro acto.
Por ejemplo, las capitulaciones matrimoniales (art. 1715) que se pactan antes del
matrimonio, las que sólo tienen valor si se celebra el matrimonio.
También se les denomina negocios con forma obligada y negocios con forma libre
(ALBALADEJO); o negocios formales y no formales (denominación poco exacta, ya que
todo acto tiene la forma de declaración de voluntad, sea verbal o escrita).
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El art. 1443 dispone que el contrato es solemne cuando está sujeto a la observancia
de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún
efecto civil. A modo meramente ejemplar, formalidades especiales son la
escrituración en la promesa de celebrar un contrato (1554 Nº1); la escritura pública
en la compraventa de un bien raíz (1801 inc. 2º); la presencia de ciertos funcionarios
y testigos, como en el matrimonio, cuya celebración requiere la presencia del oficial
del Registro Civil y dos testigos (art. 17 Ley Matrimonio Civil).
a) Los actos solemnes se prueban por sí mismos. La solemnidad del acto facilita la
prueba, en términos que si no se ha cumplido con la solemnidad exigida por la
ley, no habrá forma de probar el acto. Por ejemplo, la compraventa de un bien
raíz sólo puede probarse por su solemnidad, la escritura pública.
Omisión de solemnidades
El art. 1443 prescribe que el acto que adolece de solemnidades no produce ningún
efecto civil. Lo anterior, porque doctrinariamente sería un acto inexistente, y, en
nuestro derecho, es nulo absolutamente, ya que al faltar la solemnidad falta la
voluntad (art. 1682).
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No es lo mismo que un acto sea solemne por mandato de la ley o porque lo hayan
pactado así las partes. Mientras en el primer caso la omisión de las solemnidades
acarrea la nulidad absoluta o inexistencia del acto, en el segundo caso el acto puede
producir efectos aún cuando falten las solemnidades, si se ejecutan hechos que
importen renuncia de éstas. La sanción para el caso de infracción de la solemnidad
acordada por las partes, será la que hayan determinado las mismas, en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad. En ningún caso será la nulidad.
a) Formalidades habilitantes. Son los requisitos que exige la ley para la validez o
eficacia de ciertos actos en razón de la calidad o estado de la persona que
ejecuta o celebra el acto o contrato (por ejemplo, art. 413 inc. 1º). La
inobservancia de la formalidad habilitante está sancionada con la nulidad relativa
del acto o contrato, según resulta de los arts. 1681 y 1682.
c) Formalidades por vía de publicidad. Son aquellas exigencias que tienen por
objeto la divulgación de la celebración del acto jurídico con el fin que sea
oponible a terceros (por ejemplo, arts. 1901, 1707, 1723 inc. 2º). Las
consecuencias de la omisión de las formalidades referidas produce la
inoponibilidad, que consiste en la ineficacia del acto respecto de terceros.
Las modalidades son cláusulas especiales que se insertan en los actos jurídicos
para modificar sus efectos, sea desde el punto de vista de la existencia, ejercicio o
extinción de los derechos que de ellos resultan. Estos elementos accidentales son,
fundamentalmente, los siguientes:
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b) Plazo, que es el hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio o extinción de
un derecho. Puede ser suspensivo o extintivo.
De esta manera, acto jurídico puro y simple es aquel que en cuanto se perfecciona
da nacimiento a un derecho, cuyo ejercicio puede ser inmediato y su duración
indefinida (no se encuentra sujeto a modalidades); y, los actos sujetos a
modalidades son los que sus efectos están subordinados al cumplimiento de ciertas
cláusulas particulares introducidas por las partes: condición, plazo y modo (algunos
agregan a la representación, art.1448, y la solidaridad, art. 1511).
Actos jurídicos típicos o nominados, son los que están regulados y estructurados por
la ley. Por ejemplo, el matrimonio, testamento, compraventa, hipoteca, etc.
Actos jurídicos innominados o atípicos, son aquellos que no están configurados por
la ley. Surgen como creación de los particulares en virtud del principio de la
autonomía de la voluntad y de la libertad de las convenciones o libertad contractual.
Tienen pleno valor, siempre que se ajusten en general a las reglas de los actos y
declaraciones de voluntad conocidas: requisitos de existencia y de validez.
Actos constitutivos son aquellos que crean una situación jurídica o un derecho nuevo
que antes no existía. Por ejemplo, los contratos son constitutivos porque hacen
nacer en las partes derechos que antes no tenían y crea las calidades de deudor y
acreedor.
Actos declarativos son los que no hacen nacer un nuevo derecho ni tampoco crean
una nueva situación jurídica, sino que se limitan a reconocer derechos y situaciones
jurídicas preexistentes. El acto declarativo se limita a reconocer un derecho que la
persona ya tenía con anterioridad. Por ejemplo, la adjudicación en la partición de
bienes.
Actos traslaticios son los que transfieren a un nuevo titular un derecho que ya tenía
existencia. Por ejemplo, la tradición del derecho real de dominio.
Actos recepticios son aquellos en que la declaración de voluntad que encierra, para
producir su eficacia, ha de dirigirse a un destinatario determinado, es decir, debe
comunicarse o notificarse. Por ejemplo, la propuesta de celebración de un contrato o
el desahucio.
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Actos no recepticios son los que la declaración de voluntad que encierra logra su
eficacia por el sólo hecho de su emisión, sin necesidad de notificarla a nadie. Por
ejemplo, el testamento.
Debe destacarse que el profesor PINOCHET OLAVE –en un trabajo denominado “La
errónea comprensión de la noción de voluntad recepticia”– enseña que este criterio
sólo tiene importancia para los actos jurídicos unilaterales: “… el criterio decisivo
para considerar recepticio o no un acto jurídico unilateral no es la “receptividad”, sino
lo es la circunstancia de que las declaraciones de voluntad sean emitidas “frente a
otro”… y porque están emitidas “frente a otros” las declaraciones de voluntad tienen
sentido, justamente, en el caso de los actos jurídicos bilaterales. Por lo que decir en
los actos jurídicos bilaterales que la voluntad es recepticia, es redundante. Debido a
lo anterior… la distinción entre receptividad o no receptividad de la declaración de
voluntad sólo se plantea respecto de los negocios jurídicos unilaterales. En los
negocios jurídicos unilaterales los efectos pueden ser distintos si la declaración… se
manifiesta “frente al otro previamente determinado en la norma” de aquellos en que
la voluntad no se declara “en presencia del otro anteriormente determinado en la
norma”.
Toda manifestación de voluntad tiene una causa, motivo o razón. Existe una relación
entre la voluntad y la causa (art. 1467). La causa es el motivo que induce al acto o
contrato.
Acto jurídico causado es aquel que para perfeccionarse requiere como elemento
esencial a la causa. Es la regla general, art. 1445 Nº2.
La causa como requisito del acto jurídico ciertamente es una exigencia controvertida,
a tal punto que fue eliminada como tal del Código Civil Francés en la reforma del
Derecho de obligaciones y contratos del año 2016.
Actos jurídicos reales son aquellos que para perfeccionarse requieren la entrega de
la cosa (por ejemplo, comodato, mutuo, depósito).
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la cosa objeto de él. Sería absurdo celebrar un contrato para el único efecto de que
la otra parte que recibe la cosa tenga que restituirla posteriormente. No es éste el
objeto primordial de tales contratos.
SECCIÓN TERCERA:
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS
Abstractamente considerados, los elementos del acto jurídico son de tres especies:
esenciales, de la naturaleza y accidentales (art. 1444).
Son todos aquellos sin los cuales no produce efecto alguno o degenera en otro acto
o contrato diferente.
Entre los elementos esenciales hay algunos que deben figurar en toda clase de
actos: son los elementos esenciales genéricos o comunes (voluntad, objeto y
causa), que deben estar en todo acto jurídico. Hay otros que son indispensables sólo
para la existencia de algunos actos, no siendo necesario ni figurando para nada en
la vida de otros. Esta clase de elementos se llaman elementos esenciales
específicos (por ejemplo, el precio en la compraventa; la gratuidad del contrato de
comodato; la renta en el arrendamiento; el aporte en el contrato de sociedad, etc.).
Son los que, no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle sin necesidad de
una cláusula especial (art. 1444). Las partes nada necesitan declarar para que estos
elementos formen parte del acto, ya que la ley los dispone en lugar de las mismas
partes; la voluntad de éstas sólo es necesaria para excluirlos.
De lo anterior se deduce que estos no son elementos constitutivos del acto jurídico,
son más bien efectos del mismo, que la ley supletoriamente señala en defecto de la
voluntad de las partes, lo que ocurre principalmente en el campo del Derecho
privado.
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vendida. Esto implica defenderlo de los terceros que pretenden tener sobre ésta
derechos anteriores a la compra e indemnizar a aquel de la evicción, si llega a
producirse. Puede renunciarse conforme a los arts. 1839 y 1842.
Debe advertirse que no siempre la presencia de una modalidad implica aceptar que
constituye un elemento accidental: a) en la condición resolutoria tácita (art. 1489), la
condición es un elemento de la naturaleza, pues se subentiende en todo contrato
bilateral; b) en el contrato de promesa, la existencia de un plazo o condición que fije
época para la celebración del contrato prometido constituyen un elemento de la
esencia (art. 1554 N°3), ya que si faltan la promesa no produce obligación alguna.
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SECCIÓN CUARTA:
CONDICIONES O REQUISITOS DE EXISTENCIA Y VALIDEZ
DE LOS ACTOS JURÍDICOS
Condiciones de existencia del acto jurídico son aquellas sin las cuales éste no puede
formarse o que le impiden nacer a la vida del derecho. Ellos son: 1) voluntad (en el
caso de acuerdo de voluntades se llama consentimiento); 2) objeto; 3) causa; y, 4)
solemnidades en los actos que la ley las exige.
Condiciones de validez del acto jurídico son aquellas sin las cuales si bien el acto
nace a la vida del Derecho, nace viciado. Su concurrencia le da una existencia sana.
La falta de un requisito de validez no impide el nacimiento del acto, pero lo vicia y
permite anularlo. Ellos son: 1) voluntad no viciada; 2) objeto lícito; 3) causa lícita; y,
4) capacidad de las partes (art. 1445)
El Código Civil no contempla de esta forma los requisitos del acto jurídico. Esta
formulación ha sido hecha por la doctrina.
LA VOLUNTAD NEGOCIAL
Requisitos de la voluntad
Así, se dice que no es seria y no hay voluntad en los actos de los absolutamente
incapaces, pues no comprenden los alcances de sus actos. Tampoco existe
seriedad respecto de quien presta un consentimiento sin intención de producir
efectos jurídicos, lo que acontece, por ejemplo, en la simulación absoluta, en que las
partes exteriorizan una apariencia de voluntad pero sin querer realmente el acto
celebrado.
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Voluntad presunta
1.- Cuando las partes, en virtud del principio de la autonomía privada, así lo han
convenido. Por ejemplo, en el contrato de sociedad o de arrendamiento se estipula
que éste se entiende prorrogado si ninguna de las partes manifiesta voluntad en
orden a poner término del contrato (cláusula de renovación automática). Lo
convenido obliga a las partes en virtud del art. 1545.
2.- Cuando la ley le da valor expresamente, como en los casos de los arts. 2125 y
1956 inc. 3º CC. En opinión de ALESSANDRI, en el caso del art. 1956 no hay silencio
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1.- Teoría de la voluntad real o subjetiva. Fue desarrollada por SAVIGNY. La voluntad
interna es el principal elemento del acto jurídico; la declaración no es más que el
medio de revelar o exteriorizar aquélla. Según esta teoría prevalece la voluntad
interna: lo que el Derecho protege y lo que da nacimiento al acto jurídico es el
verdadero querer de la persona.
Se critica esta tesis porque atenta contra la seguridad en las relaciones jurídicas,
puesto que éstas estarían expuestas siempre a ser destruidas por una hipotética
divergencia; la buena fe desaparecería.
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3.- Teorías eclécticas. Estas construcciones doctrinarias pretender conciliar las tesis
anteriores. Encontramos aquí a la teoría de la confianza y a la teoría de la
responsabilidad.
1.- Tratándose de los actos de los absolutamente incapaces, ya que sus condiciones
fisiológicas les impiden tener voluntad (art. 1447 inc. 1º y 2º).
2.- Caso del error esencial, es decir, cuando las partes se equivocan en: a) la
naturaleza del acto que celebran (Juan entiende prestar un libro y Pedro entiende
que se trata de una donación del libro, art. 1453); b) la identidad específica de la
cosa de que se trata (Juan entiende comprar el caballo Picaflor y Pedro le vende el
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caballo Huracán, art. 1453); c) la causa de la obligación (Juan se obliga a pagar una
pensión alimenticia a Juan creyendo que éste su hijo, no siéndolo)
La palabra viene del latín “consentire”, cum, compañía, y sentire, sentir, que significa
traer un mismo sentimiento. Dentro del Derecho, se define al consentimiento como el
acuerdo de dos o más voluntades sobre un mismo objeto jurídico.
La oferta
Clasificación de la oferta
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Requisitos de la oferta
1.- Debe ser seria o firme, o sea, debe expresar una voluntad decidida a celebrar un
negocio jurídico. No cumplen esta exigencia las denominadas ofertas
indeterminadas, que son las ofertas contenidas en circulares, catálogos, notas de
precios corrientes, prospectos, o en cualquiera otra especie de anuncios impresos,
las que no son obligatorias para el que las hace, ya que no se indica la persona a
quien va dirigida (art.105 inc.1º C. Comercio).
2.- Debe ser precisa y completa, es decir, comprender todos los elementos del
negocio que se va a concluir, de modo que la aceptación pueda darse pura y
simplemente. Se entiende por oferta incompleta aquella en que no se establecen o
determinan todas las condiciones del contrato.
La aceptación
Clasificación de la aceptación
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Requisitos de la aceptación
1.- Debe darse mientras esté vigente la oferta. La oferta puede dejar de estar vigente
por dos causas (art. 101 C. Comercio): a) por la retractación de la oferta, que tiene
lugar cuando el oferente revoca la oferta o la deja sin efecto; y, b) por la caducidad
de la oferta, que tiene lugar cuando el oferente muere o se incapacita legalmente.
2.- Debe ser pura y simple. Tiene que conformarse a la oferta sin introducirle
modificaciones. Es lo que denomina la doctrina anglosajona “la regla del espejo” (the
mirror-image rule). De lo contrario sería una contraoferta o nueva oferta (arts. 101 y
102 C. Comercio).
3.- Debe ser oportuna. En términos generales, es oportuna cuando se da dentro del
plazo legal o voluntario señalado por el oferente. Si el oferente ha señalado un plazo
dentro del cual debe aceptarse la oferta, la aceptación será oportuna cuando se
formule en el término indicado por el solicitante.
Si nada ha dicho, deberá serlo dentro de los plazos señalados por la ley, la cual
distingue: a) si la propuesta es verbal, se requiere que sea aceptada en el momento
de ser conocida, de lo contrario el oferente quedará libre de todo compromiso (art.
97 C. Comercio); b) si la propuesta es por escrito, se debe distinguir si el destinatario
de la oferta reside en el mismo lugar del oferente o en un lugar diferente. Si reside
en el mismo lugar, la oferta deberá ser aceptada o rechazada dentro de 24 horas; si
reside en lugar diferente, a vuelta de correo (art. 98 C. Comercio).
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Aceptación extemporánea
Vencidos los plazos, la propuesta se entenderá por no hecha, aun cuando hubiere
sido aceptada (art. 98 C. Comercio). El oferente queda liberado si la aceptación es
extemporánea, no teniendo la virtud de generar el contrato.
Como se estima que la aceptación extemporánea es una nueva oferta, hay acuerdo
en la doctrina para estimar que el pronto aviso debe darse en el mismo plazo
otorgado para dar la aceptación, es decir, dentro de las 24 horas o a vuelta de
correo según el caso.
La doctrina entiende, además, que el pronto aviso sólo se debe dar en el caso de
que el proponente no haya dado plazo, ya que el art. 98 se refiere a las ofertas sin
señalamiento de plazo y, porque si lleva un plazo, debe entenderse que la voluntad
del oferente no se mantiene más allá de dicho plazo.
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Se critica esta tesis, por cuanto la expedición de la aceptación por alguno de los
medios señalados puede ser revocada, ya que según las Convenciones Postales
Internacionales y las Ordenanzas de Correos es posible retirar las cartas del buzón,
previa comprobación de que el reclamante es el autor de la carta.
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1.- Art. 1412 CC: “mientras la donación entre vivos no ha sido aceptada, y notificada
la aceptación al donante, podrá este revocarla a su arbitrio”. Aquí se sigue la teoría
de la información.
2.- En virtud del principio de la autonomía de la voluntad, nada obsta a que las
partes pacten que el contrato se estime perfecto en un momento distinto al señalado
por la ley, ya que las normas anteriores no son de orden público.
1.- La formación del consentimiento pone fin al derecho del oferente para
retractarse.
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Seguimos la teoría de la aceptación o declaración, pues así lo dispone el art. 104 del
C. Comercio: “residiendo los interesados en distintos lugares, se entenderá
celebrado el contrato, para todos sus efectos legales, en el de la residencia del que
hubiere aceptado la propuesta primitiva o la propuesta modificada”.
Se considera que el término residencia es inapropiado, puesto que hubiera sido más
preciso que el legislador hubiera dicho el lugar en que se hubiera aceptado, ya que
este lugar donde se acepta no siempre coincide con el de la residencia.
1.- Si los intermediarios son representantes de las partes, es como si estas mismas
celebraran el acto, por aplicación del art. 1448 del CC. O sea, se aplican las normas
de los arts. 97 y ss. del C. Comercio que hemos ya visto.
2.- Si los intermediarios no son representantes de las partes, aplicamos el art. 106
del C. Comercio: “el contrato propuesto por el intermedio de corredor se tendrá por
perfecto desde el momento en que los interesados aceptaren pura y simplemente la
propuesta”.
Sin embargo, en verdad podemos distinguir dos fases separadas por un momento
específico: la fase anterior a la celebración del negocio jurídico (fase de preparación)
y la fase posterior a la celebración del negocio jurídico (fase de ejecución).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
como el caso de una proposición concreta de una parte que es discutida por la otra
(no es contrato de adhesión, es un borrador).
1.- Puede darse la figura de los negocios o contratos provisorios, cuya eficacia y
duración está sujeta a la conclusión del negocio definitivo (por ejemplo, la venta a
prueba, art. 1823).
No hay aquí entre los interesados una verdadera relación jurídica, sino una evidente
relación social, que los alemanes denominan contacto social. Pues bien, por el
hecho de relacionarse o de entrar en contacto las partes asumen unos determinados
deberes: quedan obligados a comportarse con la buena fe necesaria y a observar en
los tratos la lealtad que exigen las convicciones éticas imperantes. Estos deberes de
veracidad y de buena fe pueden tener alcances diversos. Por ejemplo, veracidad de
las informaciones que se suministran, diligencia en responder, secreto, etc.
La cuestión clave que suscita la fase preparatoria del contrato consiste en dilucidar
si, como consecuencia del comportamiento que en ella adoptan las personas,
pueden o no derivarse una determinada responsabilidad precontractual o culpa in
contrahendo. Una primera respuesta es negativa. Las negociaciones no son
vinculatorias, las partes trabajan sobre la hipótesis de que habrá un contrato (salvo
la promesa de celebrar un contrato, que sí es vinculatoria, pues las partes se obligan
a celebrarlo).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
la suscripción; c) sin ningún propósito de contratar, sino sólo buscando obtener una
determinada información, una persona mantiene con otra largos tratos para la
adquisición de una finca, como consecuencia de lo cual el propietario, que por
lealtad mantiene su fidelidad al trato, pierde la ocasión de venderla a un tercero,
además del tiempo que ha consumido en estas tratativas; d) A mantiene con B una
negociación para encargarse de la distribución en Chile de un nuevo producto
fabricado por éste, aunque, en verdad, no tiene ningún propósito de celebrar el
contrato, sino que busca que C, de quien es cómplice, gane tiempo y lance antes al
mercado un producto similar.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Como punto de partida, el art. 3 de la Ley 19.799 establece: “(1) los actos y
contratos otorgados o celebrados por personas naturales o jurídicas, suscritos por
medio de firma electrónica, serán válidos de la misma manera y producirán los
mismos efectos que los celebrados por escrito y en soporte de papel. Dichos actos y
contratos se reputarán como escritos, en los casos en que la ley exija que los
mismos consten de ese modo, y en todos aquellos casos en que la ley prevea
consecuencias jurídicas cuando constan igualmente por escrito. (2) Lo dispuesto en
el inciso anterior no será aplicable a los actos o contratos otorgados o celebrados en
los casos siguientes: a) Aquellos en que la ley exige una solemnidad que no sea
susceptible de cumplirse mediante documento electrónico; b) Aquellos en que la ley
requiera la concurrencia personal de alguna de las partes, y c) Aquellos relativos al
derecho de familia. (3) La firma electrónica, cualquiera sea su naturaleza, se mirará
como firma manuscrita para todos los efectos legales, sin perjuicio de lo establecido
en los artículos siguientes”.
Asimismo, la aceptación electrónica pareciera, como regla general, tener que cumplir
las mismas exigencias de cualquier negocio jurídico. Según CORRAL TALCIANI, puede
revestir varias formas, sea llenando un formulario en línea, presionando la tecla
correspondiente (clic) o enviando la aceptación por correo electrónico. Incluso, en
algunos casos, el pago implicará aceptación tácita.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Sin embargo, tratándose de los contratos celebrados por medios electrónicos, entre
otros, la ley ha contemplado el derecho de retracto a favor del consumidor para
poner término unilateralmente al contrato en el plazo de 10 días contados desde
recepción del bien o desde la celebración del contrato en el caso de servicios (art. 3
bis letra b) LPC). Para ello podrá utilizar los mismos medios que empleó para
celebrar el contrato.
Sobre el punto, PINOCHET OLAVE ha escrito que “si bien supone una excepción al
principio de fuerza obligatoria de los contratos, no implica la negación de tal
principio, ya que es una excepción calificada y relativa porque sólo se entrega al
consumidor y para ejercerse en un período de breve de tiempo. Si bien se amplía las
posibilidades de terminación unilateral del contrato de consumo, se lo hace con fines
de protección del ciudadano sin afectar en su raíz los fundamentos clásicos del
Derecho de contratos, pues permanece incólume la posibilidad de reclamar la mala
calidad del producto o servicio a través de la Ley del Consumidor en sus plazos
generales, o de recurrir a las figuras clásicas del Derecho civil como la acción
resolutoria, también en los plazos usuales”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Hoy es posible sostener que las premisas sobre las cuales fueron elaboradas las
reglas para la determinación del momento y lugar de perfeccionamiento del contrato,
basadas en la presencia o ausencia de las partes –distancia geográfica–, no son
válidas ni suficientes para enfrentar adecuadamente los problemas específicos de la
contratación electrónica.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Sin embargo, a falta de regla especial, deben aplicarse las reglas generales del
Código de Comercio y, por lo mismo, el lugar será el de la residencia del que hubiere
aceptado la propuesta primitiva o la propuesta modificada.
Generalidades
DOMÍNGUEZ ÁGUILA afirma que el derecho de los negocios jurídicos debe velar por la
integridad de la voluntad, la que sólo tiene lugar cuando ésta ha sido informada y
manifestada en forma libre. En esta línea, el nuevo Código Civil y Comercial
argentino, en su art. 260, exige que el acto jurídico sea un acto voluntario,
entendiéndose por tal al ejecutado con discernimiento, intención y libertad, que se
manifiesta por un hecho exterior.
Esta materia está reglamentada en los arts. 1451 a 1459 CC. Se entienden que
estas reglas son de general aplicación a todos los actos y declaraciones de voluntad,
dado que el Código no contempla una reglamentación común para todos los actos
jurídicos.
Conforme al art. 1451 CC, “los vicios de que puede adolecer el consentimiento son
error, fuerza y dolo”. Algunos autores agregan, para determinados casos, otro vicio:
la lesión.
Debemos hacer presente que el Código habla de “vicios del consentimiento”, pero
todo lo dicho respecto de éste debe entenderse también respecto de la voluntad, ya
que el primero es el acuerdo de voluntades. Así las cosas, las reglas sobre los vicios
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
del consentimiento se aplican tanto en los actos jurídicos unilaterales como en los
bilaterales.
EL ERROR
Concepto
Error de derecho
Error de derecho (error iuris) es la ignorancia o falso concepto que se tiene de la ley,
en cuanto a su existencia, alcance, inteligencia o permanencia en vigor.
Según el art. 1452 CC, “el error sobre un punto de derecho no vicia el
consentimiento”. Ello significa que el que ha contratado con una persona teniendo un
concepto equivocado de la ley o ignorando una disposición legal, no puede alegar
después este error para excusarse de cumplir sus obligaciones ni para pedir la
nulidad del contrato. Así se entendió en el Derecho Romano y en las enseñanzas de
DOMAT y POTHIER. De ahí nuestra solución.
Esta disposición viene a ser una consecuencia del art. 8 CC: “nadie puede alegar
ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia”. También está en
concordancia con el art. 706 inc. final CC, que dice: “pero el error en materia de
derecho constituye una presunción de mala fe que no admite prueba en contrario”.
Pero, para evitar el enriquecimiento sin causa, el legislador admite un caso de error
de derecho que no vicia el consentimiento: es el art. 2297 que expresa: “se podrá
repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía por
fundamento ni aún una obligación puramente natural”. Por su parte, el art. 2299
señala: “del que da lo que no debe, no se presume que dona, a menos de probarse
que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el
derecho”.
El fundamento del error del derecho se encuentra en que no puede admitirse que
una persona alegue la ignorancia de la ley para justificar sus acciones, porque, en
caso de permitirlo, la norma jurídica perdería su fuerza. Permitir que se declare sin
efecto una declaración de voluntad alegando que se hizo esa manifestación por no
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
tener conocimiento del ordenamiento jurídico equivale a permitir que el orden jurídico
pueda ser contrariado sin problemas.
Error de hecho
Nuestro CC distingue los siguientes: error esencial, error substancial, error sobre las
cualidades accidentales de la cosa y error sobre la persona.
En este caso ocurre que el error es de tal magnitud que, más que viciar el
consentimiento, impide que éste se forme. Por eso se le llama impediente, porque
impide la formación del consentimiento.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Esta opinión se funda en el art. 1682, que dice que la falta de un requisito de
existencia es sancionado con la nulidad absoluta; y no hay duda que cuando hay
error esencial no hay voluntad. Además, el art.1445 señala en su Nº2 que el
consentimiento es un requisito de existencia del acto jurídico, sin el cual no hay
acto jurídico.
Fundamentan su posición en la redacción del art. 1454, que expresa que “el
error de hecho vicia “asimismo” el consentimiento...” y se refiere a casos de error
sustancial que, de acuerdo con el art.1682, está sancionado con la nulidad
relativa. El empleo de la expresión “asimismo” estaría manifestando que el error
obstáculo del art.1453 vicia de la misma manera el acto que el error substancial
del art. 1454 que trae la nulidad relativa, ya que dicha expresión indicaría que
debería aplicarse la misma nulidad para ambos casos.
¿Qué debe entenderse por “sustancia o calidad esencial del objeto sobre que
versa el acto o contrato”?
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Las dos doctrinas tienen argumentos a favor. Así, se ha sostenido que POTHIER, a
quien BELLO sigue al incorporar el concepto de calidad esencial, considera como
relevante a la cualidad principal o esencial de la cosa, y que esa calidad esencial no
tiene que ser necesariamente la materia de que se compone la cosa. Pero, por otro
lado, nos encontramos que el ejemplo que da el Código no está referido a la calidad
esencial, sino que a la materia misma de que está compuesta la cosa. Y esa era la
opinión imperante en la doctrina francesa al dictarse el Code.
Por las anteriores interpretaciones, VIAL DEL RÍO nos indica que la doctrina moderna
ya “no habla de error sustancial, sino que de error sobre las cualidades relevantes
de una cosa, entendiéndose por tales las que son determinantes y atrayentes para
las partes; las que inducen a contratar y sin las cuales una de ellas, a lo menos, no
habría contratado”. Por ejemplo, las condiciones de edificabilidad o expropiabilidad
de un terreno.
Produce la nulidad relativa del acto jurídico. Así resulta del art. 1682 inc. final en
consonancia con el art. 1454 inc. 1º, que no reserva para él otra forma de nulidad, ya
que este vicio no afecta la existencia del negocio jurídico, sino su validez.
El art. 1454 inc. 2º dice: “el error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no
vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal
motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra
parte”.
Debe destacarse que no se trata de cualquier error sobre los motivos, sino de un
error sobre alguna calidad de la cosa que es objeto del acto jurídico y que ha
motivado la voluntad: habrá error cuando la voluntad ha sido manifestada con
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
respecto a una cierta calidad que la motivó y no es real. Todo otro error sobre un
motivo no entra en esta categoría de error.
Con respecto al conocimiento, no se exige una comunicación efectiva: basta con que
de cualquier modo haya existido conocimiento de la contraparte.
Explica DOMÍNGUEZ ÁGUILA que alguna doctrina ha expresado que un error sobre la
dimensión, peso o extensión del objeto sobre que versa el negocio no tendría
carácter relevante. No obstante, expresa, que todo depende de las circunstancias,
puesto que en muchas ocasiones la superficie de un inmueble será un motivo
determinante para alguna de las partes, pues de ella puede depender su
edificabilidad. Afirma que en Chile pese a existir normas en el contrato de
compraventa que reglamentan las diferencias de cabidas de los inmuebles (arts.
1831, 1832 y 1833), nada impediría la aplicación del art. 1452 inc. 2° cuando la
cabida del inmueble ha sido determinante para una de las partes y ello es conocido
de la otra.
El error en el valor del objeto tiene lugar en aquellos casos en que la diferencia
resulta de la equivocación sobre los elementos del objeto, que son diversos a los
previstos por las partes. Este error recae más que en una simple diferencia
económica (que podría dar lugar a una lesión, como veremos más adelante), sino
que en una cualidad substancial de la cosa.
Conforme al art. 1455 inc. 1º CC, “el error acerca de la persona con quien se tiene
intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta
persona sea la causa principal del contrato”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Son particularmente intuito personae los actos jurídicos a título gratuito que son
realizados en relación a la persona, por ejemplo: los contratos de familia, como el
matrimonio (art. 8 Nº1 Ley de Matrimonio Civil, que se refiere al error acerca de la
identidad de la persona del otro contrayente).
Se acostumbra en esta parte a señalar el caso del art. 1057: “el error en el nombre o
calidad del asignatario no vicia la disposición, si no hubiera duda acerca de la
persona”. Por ejemplo, si el testador instituye un legado en favor del abogado A, y
éste es un ingeniero, el legado será válido, lo mismo ocurrirá si se incurre en una
equivocación relativa al apellido materno, siempre que no haya duda acerca de la
persona favorecida con el legado.
DOMÍNGUEZ ÁGUILA señala que esta clase de error no afecta la validez del acto
jurídico, por cuanto, tratándose de actos jurídicos bilaterales, la contraparte no tiene
como conocerlos, pues no está dentro de la órbita de lo pactado. E, incluso, de
conocerlos, aun así no es suficiente para viciar la voluntad, aunque sea
determinante. RUZ LÁRTIGA agrega que el principio de conservación del contrato
abonaría esta conclusión.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Esta idea tiene aplicación en materia de error: para que el error vicie el
consentimiento, éste debe ser excusable, esto es, que no provenga de culpa del que
lo alega o de su imprudencia o ignorancia supina. Así lo ha reconocido nuestra
jurisprudencia. Así las cosas, si el error es inexcusable, el negocio será mantenido y
la nulidad deberá ser rechazada.
Sin embargo, el profesor DOMÍNGUEZ ÁGUILA enseña que, pese a existir error, si no
causa perjuicio, no se observa razón para determinar la nulidad del acto jurídico.
Cita para tal aserto un caso de la Corte de Casación francesa, que resolvió que el
bajo precio pagado por una pintura de un artista de renombre, que resultó no ser tal,
determina que no pueda estimarse existente el error invocado en cuanto a la
substancia de la cosa. El precio pagado es un parámetro que permite apreciar la
calidad de ese objeto que ha tenido en vista el comprador.
Por regla general, examinadas las disposiciones del Código, basta que una de las
partes haya incurrido en error.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Error común
Tiene por fundamento el interés social, porque se estima que hay conveniencia de
fiarse de las apariencias compartidas por todos o por un grupo de personas.
Esta clase de error inspiraría a los arts. 1013 (habilidad putativa de un testigo inhábil
en un testamento solemne) y 704 N°4 (heredero putativo o aparente) CC y al art. 51
de la Ley de Matrimonio Civil (matrimonio nulo putativo).
2. Debe ser excusable, tener un justo motivo, como cuando se invoca un título con
apariencia de legítimo. Es lo que sucede con el funcionario público ilegalmente
nombrado por la autoridad competente. En este requisito se encuentra la validez
del acto: la apariencia que hace producir efectos jurídicos válidos.
3. Debe padecerse el error de buena fe, que es la amparada por la ley, es decir,
que quien lo invoque ignore la verdad.
LA FUERZA O VIOLENCIA
Concepto
La fuerza puede ser de dos tipos: física o moral. La fuerza física consiste en el
empleo de procedimientos materiales de violencia. Por ejemplo, a la persona que se
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
1.- Debe ser grave. La fuerza debe presentar cierta intensidad. La fuerza es grave
cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio,
tomando en cuenta su edad, sexo y condición, aspectos que deberá considerar un
juez (art. 1456).
c) La ley no exige que el mal con que se amenaza recaiga directamente sobre la
persona del que hace la manifestación. Así, establece una presunción
simplemente legal en el art. 1456 inc. 1º parte 2ª, al señalar que “se mira como
una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor
de verse expuesta ella, su consorte o algunos de sus ascendientes o
descendientes a un mal irreparable o grave”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
3.- Debe ser determinante. La fuerza debe haberse ejercido con el objeto de obtener
la manifestación de voluntad, en términos tales que, de no mediar aquélla, no se
habría manifestado la voluntad.
Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que
es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera
persona con el objeto de obtener el consentimiento.
Por lo antes dicho, se ha afirmado que la fuerza, como vicio del consentimiento,
siempre debe provenir del hombre. Sin embargo, puede acontecer que la fuerza
emane de circunstancias externas, por ejemplo, la mala situación económica de una
de las partes que, de otra forma, no habría contratado. Lo cual, incluso, podría
constituir una actuación bajo estado de necesidad, que excluye la ilicitud del acto.
Se rebate que ello no puede ser constitutivo de fuerza, pues el art. 1457 exige un
acto del hombre. Se responde este argumento indicando que los requisitos de la
fuerza están en el art. 1456 y que lo que reconoce el art. 1457 es la hipótesis
concebida a la época de redacción del Código.
El mismo autor expone que la aceptación de esta clase de fuerza debe hacerse con
precaución, pero exigiendo los mismos caracteres de otras circunstancias de fuerza
y un aprovechamiento económico de la contraparte.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Prueba de la fuerza
Sanción a la fuerza
EL DOLO
Concepto
El dolo, como vicio de la voluntad, supone que una de las partes ha utilizado
artificios o maniobras para inducir a celebrar un negocio jurídico, o sea, para obtener
una declaración de voluntad que de otro modo no se habría producido.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Para algunos, todo dolo civil constituye un delito civil, pues lo que persigue su autor
es inferir un daño a otro. La importancia de esta tesis es que para que estemos en
presencia del dolo se requiere necesariamente la existencia de un daño o perjuicio
efectivo.
Para otros, el dolo vicio de la voluntad tiene una naturaleza jurídica diversa y, por
ello, estiman sólo necesaria la voluntad de dañar, mas no la producción de un
perjuicio. Más aun, como reseña DOMÍNGUEZ ÁGUILA, algunos han ido más allá y ni
siquiera han exigido la voluntad de dañar, pues se trata de proteger la voluntad del
afectado y es indiferente que el resultado sea beneficioso o perjudicial para el que
emite la voluntad: basta con que la voluntad no sea la querida.
1. Dolo bueno y dolo malo. Dolo bueno (dolus bonus) es aquel comportamiento
lícito, realizado con astucia y sagacidad, por el cual normalmente se exageran
las cualidades o el valor de la cosa ofrecida. Se dice que es un engaño menor
producto de las exageraciones que son normales en el comercio (VIAL DEL RÍO).
Dolo malo (dolus malus) es el que define y considera la ley, ya que es un engaño
que excede de la simple exageración de un contratante hábil. Aquí existe la
intención positiva de dañar a la persona o propiedad de otro.
2. Dolo positivo y dolo negativo. Dolo positivo es el que consiste en un hecho. Por
ejemplo, usurpar un nombre, usar una calidad que no se tiene. Se traduce en
una actitud activa del individuo.
En síntesis, hay dolo omisivo siempre que exista una obligación de informar y ella
se incumple a sabiendas para lograr la declaración de voluntad.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
habría contratado. Ejemplo: cuando una persona pide que le vendan unos
candelabros de plata y el vendedor le entrega unos candelabros de cobre.
El dolo y el error
Hay quienes creen que el dolo no es vicio del consentimiento, sino que el vicio
estaría constituido por un error o equivocación a que han conducido las
maquinaciones fraudulentas. Se dice que el dolo no actúa en la voluntad ajena por sí
mismo, sino a través del error que origina. En este entendido, por ejemplo, un error
accidental que no haya sido conocido por la otra parte pero que fue provocado como
consecuencia del dolo, es suficiente para demandar y obtener la nulidad del
contrato. También un error en la persona, aunque el contrato no sea de aquellos que
se celebran en consideración a la persona del otro contratante.
En las fuentes romanas no se concebía como vicio del consentimiento, sino que era
sancionado como delito, concediéndose la exceptio doli a quien lo padecía para
enervar la acción del contratante doloso. Fue el Código Napoleónico el que lo
consagró en forma independiente.
Con todo, nuestra legislación ha considerado al dolo como vicio particular (art.
1451), teniendo presente el carácter delictual y específico del que actúa (es el dolo
malo de los romanos y españoles).
Además, el dolo como vicio es más amplio, ya que no todos los errores vician el
consentimiento. Además, como requiere de una exteriorización marcada, puede
llegar a ser más fácil que probar que el error.
1. Ser obra de una de las partes. Que sea obra de una de las partes implica aceptar
que si el dolo emana de un tercero, este no tendrá la virtud de viciar el
consentimiento y sólo concederá acción de perjuicios en contra de aquél (1458
inc. 2°)
Se ha justificado esta exigencia por el origen delictual del dolo civil: era una
sanción de un delito que produce la nulidad del negocio sólo cuando es obra de
una de las partes.
Debe destacarse que no todas las legislaciones comparten esta solución. Y así,
por ejemplo, el nuevo Código Civil y Comercial argentino permite obtener la
nulidad del acto aunque el dolo emane de un tercero (arts. 272 y 274).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
2. Ser determinante. Significa que el dolo haya sido la causa precisa por la cual se
emitió la declaración de voluntad. De no mediar la maniobra dolosa no se habría
celebrado el acto o se habría realizado en términos distintos. Este es el dolo
principal.
a) El art. 1458 inc. 2° dice que en los demás casos el dolo da lugar solamente a la
indemnización de perjuicios, por lo que el contratante tendría contemplada,
además de la nulidad relativa del acto, la indemnización de perjuicios (inc.1º).
El art. 1458 sólo se refiere al dolo obra de una de las partes. Según se desprende de
diversas disposiciones, el dolo vicia la voluntad cuando es principal o determinante,
siendo indiferente que las maniobras dolosas sean obra del que se beneficia con el
acto o de un tercero.
Tratándose de los actos jurídicos unilaterales, el único requisito para que el dolo
vicie la voluntad es que sea determinante. Por ejemplo, art. 968 Nº4, sobre
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
indignidades para suceder; art. 1237, sobre repudiación de asignaciones; art. 1782,
sobre renuncia de los gananciales.
2.- El dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley.
La ley presume la buena fe de los contratantes y no la mala fe. Así por lo demás lo
contempla el art. 1459.
Sólo en casos excepcionales la ley presume la mala fe. Por ejemplo, en los arts. 706
inc. final y 968 Nº5 en materia de indignidades para suceder.
En los demás casos, el dolo debe probarse por quien lo alega. Al respecto, no hay
límite de los medios de prueba. Consecuencia de lo anterior es que quien alegue el
dolo, por regla general, deberá probarlo.
LA LESIÓN
Según DOMÍNGUEZ ÁGUILA, la lesión es el perjuicio que sufre una parte en razón del
desequilibrio entre las prestaciones recíprocamente estipuladas.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
3. Concepción mixta. Es una mezcla de las anteriores. Según esta tesis, para que
exista lesión es necesario que las prestaciones recíprocas de las partes
evidencien una desigualdad o falta de equivalencia que supere los límites
permitidos por la ley, y que esta desproporción provenga de la necesidad,
miseria, ligereza o inexperiencia de la víctima.
Quien alegue la concepción subjetiva debe probar que la voluntad esté viciada, en
cambio, el que alega la concepción objetiva solo debe probar el desequilibrio de las
prestaciones.
Para aseverar que nuestra legislación considera a la lesión como vicio objetivo, los
autores se apoyan en las siguientes razones:
Sanción a la lesión
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
En general, puede decirse que la sanción de la lesión es la nulidad del acto en que
incide o la reducción de la proporción de las prestaciones.
LA CAPACIDAD
Concepto
El Código no tiene una teoría general de la capacidad. Así, las reglas contenidas en
los arts. 1445, 1446 y 1447 se refieren a la capacidad exigida para los actos
jurídicos. En materia contractual existen disposiciones especiales, al igual que en lo
relativo al matrimonio civil, la responsabilidad extracontractual y el testamento.
Clases de capacidad
La capacidad de goce o adquisitiva es la aptitud legal para adquirir, gozar, ser titular
o sujeto de un derecho. El Código no la define. Todo individuo de la especie humana
tiene capacidad de goce, confundiéndose con la noción de personalidad. Es por esto
que las incapacidades de goce son excepcionales, en términos que no hay
incapacidades de goce de carácter general.
La regla general es la capacidad, de ahí que el art. 1446 exprese: “toda persona es
legalmente capaz, excepto aquellas que la ley declara incapaces”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Incapacidades de ejercicio
1. Los dementes
Prueba de la demencia
Se pueden utilizar todos los medios probatorios que franquea la ley, en especial
peritos y presunciones.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
2. Impúberes
Los absolutamente incapaces sólo pueden actuar en la vida jurídica a través de sus
representantes legales (art. 43)
Son relativamente incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen
bajo interdicción de administrar lo suyo.
1. Menores adultos
Según se desprende del art. 26, son menores adultos la mujer mayor de 12 y menor
de 18 años y el varón mayor de 14 y menor de 18 años.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
incapaz mismo el que obra, pero con la aquiescencia del representante, manifestada
en la forma prescrita por la ley.
EL OBJETO
Generalidades
El objeto del acto jurídico, al menos en su concepción tradicional, son los derechos y
obligaciones que éste genera. El objeto de la obligación son las prestaciones que
deben hacerse las partes. Y el objeto de las prestaciones son las cosas que se
deben dar, hacer o no hacer.
No obstante, nuestro Código no hace tales distingos, limitándose a señalar que “toda
declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar,
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
hacer o no hacer” (art. 1460, idea reiterándose similar concepto en los arts. 1461 y
1464 N°1). Es decir, identifica el objeto del acto jurídico con el objeto de la
prestación.
DOMÍNGUEZ ÁGUILA afirma que la confusión no reviste gran importancia, porque las
reglas del Código se refieren al objeto de la obligación, que es aquello a los que las
partes se obligan: a dar, hacer o no hacer una cosa.
Concepto
Según lo sostenido anteriormente, el objeto del acto jurídico viene a ser la cosa o la
prestación sobre la que versa. En palabras de BAUDRY LACANTINERIE, “el objeto de la
obligación es la cosa o el hecho a que el derecho se aplica”. Esta es la concepción
tradicional y que sería la aceptada por nuestro Código.
1.- Algunos sostienen que el objeto del acto jurídico es la operación jurídica prevista
por las partes: no es solamente un acuerdo destinado a crear obligaciones, sino que
persigue un fin, cual es realizar una determinada operación jurídica de la que se
espera obtener un beneficio. No obstante, se ha criticado esta tesis, ya que, por un
lado, confunde el objeto del acto con el negocio mismo y, por otro, confunde el
objeto con la causa del acto jurídico.
2.- Otros definen al objeto como la materia del negocio que, estrictamente, serían las
utilidades económicas (bienes) o las atribuciones jurídico-patrimoniales (por ejemplo,
transferencias de derechos) a cuya consecución está predispuesto el acto. Esta
noción, en palabras de DOMÍNGUEZ ÁGUILA, permite diferenciar al objeto del resto de
los elementos del acto jurídico y permite distinguirlo de la prestación a que se obliga
el deudor.
Requisitos que debe reunir el objeto que recae sobre cosas materiales (art.
1461 inc. 1º y 2º)
1. Debe ser real. Es decir, existir al celebrar el acto o contrato, o que se espera que
exista.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Cuando se vende una cosa que no existe, pero se espera que exista (cosa
futura), el contrato es condicional, y se reputa celebrado bajo la condición
suspensiva de que la cosa llegue a existir. Pero si lo que se vende no es la
cosa futura sino la suerte o la contingencia de que una cosa llegue a existir,
el contrato es puro y simple–aleatorio.
3. Debe ser determinado. La cosa sobre que versa el acto o contrato debe ser
determinada, a lo menos, en cuanto a su género.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Requisitos del objeto que recae sobre un hecho (art. 1461 inc. final)
Para que el acto jurídico sea válido, el objeto no sólo debe existir, sino que, además,
debe ser lícito, según lo establece el art.1445 Nº3.
Los autores discrepan en cuanto a lo que debe entenderse por objeto ilícito:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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1. Para CLARO SOLAR, objeto lícito es el que está conforme a la ley, reconocido y
amparado por ella.
4. Para VELASCO LETELIER, el objeto lícito es aquel que está conforme con la ley, es
decir, que cumple con todas las cualidades determinadas por ellas (en el art.
1461). No obstante, en los artículos 1464 y 1466 el legislador no da al concepto
de objeto ilícito su verdadera acepción, pues lo hace sinónimo de cosas
incomerciables, en cuanto dichas disposiciones llevan envuelto, a más del
significado verdadero, la idea de la causal de ilicitud a que aluden.
5. Para LEÓN HURTADO, el objeto ilícito es el que versa sobre cosas incomerciables
o sobre hechos o contratos prohibidos por las leyes o sobre hechos contrarios a
las buenas costumbres o al orden público. Cuando el objeto es indeterminado o
físicamente imposible, el acto carece de objeto por omitir un requisito de
existencia.
No obstante las opiniones anteriores, hay que estarse a los casos de objeto ilícito
que concretamente ha señalado el legislador.
“Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la
promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes
chilenas, es nula por el vicio del objeto”.
II.- Derecho a suceder por causa de muerte a una persona viva o pactos sobre
sucesión futura (art. 1463)
“El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser objeto
de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma
persona (art 1463 inc.1º)”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
No obstante lo anterior, el art. 1463 inc. 2º abre paso a una excepción: “las
convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativa a la
misma legítimas o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales contenidas en el
título ‘De las asignaciones forzosas”.
Por regla general, en toda sucesión existen asignatarios forzosos (art. 1167), que en
tal virtud no pueden ser excluidos de la sucesión del causante. Además, existiendo
legitimarios (arts. 1181 y 1182), la ley hace una distribución de la herencia en una
mitad legitimaria, una cuarta de mejoras y una cuarta de libre disposición (art. 1184).
El art. 1465 parte final dispone que “la condonación del dolo futuro no vale”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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La ley acepta los juegos de azar cuando en ella interviene la destreza, así lo señala
el art. 2263. Asimismo, hay juegos de azar que la ley permite a fin de atender con su
producto a fines de beneficencia o de interés general: Lotería de la Universidad de
Concepción, Polla Chilena de Beneficencia, etc., entendiendo que las normas que
regulan estos juegos derogan tácitamente el art. 1466.
V.- Venta de libros cuya circulación es prohibida y otros objetos inmorales (art.
1466)
Es esta una norma genérica que no sólo comprende a los contratos sino que a todo
acto prohibido por la ley.
Por esto, algunos autores sostienen que la ley debió limitarse a sancionar con la
nulidad absoluta los actos que prohíbe, sin establecer que ellos adolecen de objeto
ilícito, afirmación que, doctrinariamente, puede ser errada en muchos casos.
(VELASCO LETELIER).
El art. 1464 dice que hay objeto ilícito en la enajenación de ciertas cosas y derechos
que enumera.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
La venta no es enajenación
La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y
la otra a pagarla en dinero (art. 1793).
En Chile, el sistema de transferencia del dominio (al igual que la constitución de los
derechos reales) opera a través de la dualidad título–modo. El título es el contrato,
del que nace una acción personal de cumplimiento de contrato y surge, además, la
obligación de hacer la tradición de la cosa vendida. El modo de adquirir está
constituido por la tradición que es la segunda etapa de la transferencia del dominio.
De esta manera el solo título no transfiere derecho real alguno si no ha operado el
modo. Si sólo se otorga el contrato (venta, donación, etc.) de las cosas mencionadas
en el art.1464 no habrá enajenación y, por tanto, el contrato no adolecerá de objeto
ilícito.
Así las cosas, la enajenación sólo se producirá cuando opere el modo de adquirir.
¿Hay objeto ilícito en la venta de las cosas que señala el art. 1464?
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
En efecto, el art. 1810 dice que “pueden venderse las cosas corporales o
incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por ley”. Si se realiza un contrato
de compraventa sobre cosas cuya enajenación se prohíbe (art. 1464), se
contraviene un precepto prohibitivo (art. 1810) y, según el art. 1466, tal contrato
adolece de objeto ilícito y, por tanto, se sanciona con la nulidad absoluta (art. 1682).
Pero otros no aceptan esta interpretación, como VELASCO LETELIER, y hacen una
distinción. Empiezan por recordar que un acto es prohibido por la ley cuando no se
puede realizar en forma alguna, en ninguna circunstancia, ni bajo respecto alguno.
Siendo así, el art. 1464 sólo sería prohibitivo en las disposiciones de sus dos
primeros números, que dicen que hay objeto ilícito en la enajenación de las cosas
que no están en el comercio y en la de los derechos y privilegios que no pueden
transferirse a otra persona. Pero, tratándose de los números 3 y 4, el art. 1464 no
sería prohibitivo sino imperativo, porque permite bajo ciertas circunstancias la
enajenación de las cosas que ahí señala, esto es, si el juez lo autoriza o el acreedor
consiente en ello, según los casos. En consecuencia, la remisión del art. 1810 al
artículo 1464 sería sólo parcial, sólo a los dos primeros casos de la última
disposición citada.
Una de las exigencias de este contrato es la del Nº2, que exige que el contrato
prometido no sea de aquellos que las leyes declaren ineficaces. Una parte de la
doctrina estima que la promesa de compraventa de las cosas enumeradas en el art.
1464, por aplicación del artículo 1810, es nula, por cuanto la ley declara ineficaz el
contrato prometido.
Esta solución es clara respecto de los dos primeros números del art. 1464, porque
claramente no pueden venderse ni las cosas incomerciables ni los derechos
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Existen casos en que las cosas pertenecen a varios dueños, entonces se habla de
comunidad. La comunidad, en general, es la situación que se presenta cuando dos o
más partes son titulares de derechos de igual naturaleza jurídica sobre una misma
cosa o sobre un mismo conjunto de cosas.
Es decir, de las cosas que no pueden ser objeto de dominio o posesión privada
(cosas comunes a todos los hombres y los bienes nacionales de uso público).
Según CLARO SOLAR, existe un contrasentido entre el art. 1461, que considera la
comercialidad del objeto como requisito de existencia, y el art. 1464 Nº1, que la
considera como requisito de validez. En el primer caso lisa y llanamente el acto
jurídico no tendría objeto, en el segundo sí, pero ilícito. Sostiene que el art. 1461 es
el que está en lo cierto.
Por su parte, VELASCO LETELIER también critica este hecho, pero no por ser
contradictorio sino por innecesario, ya que estima que el art. 1464 Nº1 repite la
misma idea que el art. 1461, en cuanto a que el objeto que es incomerciable es
ilícito. Pero, a diferencia de CLARO SOLAR, no los considera contradictorios, ya que
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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en los términos del art. 1461 aparece la comerciabilidad como requisito de validez,
esto es, como requisito de cosas que existen o se espera que existan. Así, si las
cosas son incomerciables hacen que el objeto sea ilícito.
En todo caso, sea que la incomerciabilidad genere una falta de objeto o constituya
un objeto ilícito, la sanción es la misma: nulidad absoluta.
Según VELASCO LETELIER, los derechos personalísimos, por ser intransferibles, son
incomerciables, en consecuencia, caben en el Nº1 del art. 1464. El Nº2 estaría
demás.
3.- De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo
autorice o el acreedor consienta en ello
Pero, hay una acepción más amplia, que según la doctrina es la que considera el art.
1464. Según esta concepción, se comprende dentro del término embargo al
embargo propiamente tal y otras instituciones que persiguen el mismo fin de
asegurar el resultado del juicio: medidas precautorias de enajenar y gravar bienes,
de secuestro, retención de bienes y, en el sentir mayoritario de los autores, la
prohibición judicial de celebrar actos y contratos sobre bienes determinados,
medidas que son propias del juicio ordinario (arts. 290, 296, 297 y 298 del CPC).
Existe unanimidad entre los autores en considerar todas estas medidas como
propias del embargo, menos en cuanto a la prohibición judicial de celebrar actos y
contratos respecto de determinados bienes. En este punto, VELASCO LETELIER
disiente de los demás autores, por las siguientes razones:
a) El art. 1464 regla la enajenación de las cosas que señala, determinando que en
ellas hay objeto ilícito. Y si es cierto e indiscutible que muchos y muy importantes
contratos –la compraventa y el arrendamiento, por ejemplo– no constituyen
enajenación, no vemos como la prohibición de celebrarlos que pueda dictar el
juez, debe regirse por este artículo.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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CLARO SOLAR y LEÓN HURTADO sostiene que la ley se refiere sólo a la enajenación
que el deudor pudiera realizar privadamente y no a la enajenación forzada en
pública subasta de la cosa embargada.
SOMARRIVA y VELASCO LETELIER piensan, por el contrario, que el Nº3 del art. 1464 se
aplica tanto a las enajenaciones voluntarias como a las forzadas, porque: a) la ley no
distingue y, por lo tanto, no es lícito al intérprete distinguir (comprendiéndose ambas
formas de enajenación); b) la única manera de lograr el fin perseguido por la ley
(evitar que el derecho que el acreedor ha puesto en ejercicio sea burlado mediante
la enajenación que el deudor pueda hacer de sus bienes), está en sancionar tanto la
enajenación voluntaria como la forzada.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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(luego de la reforma de la Ley 7.760). Del contexto de éste resulta que puede haber
dos o más ejecuciones y la enajenación que se haga en cualquiera de ellas es
válida. El acreedor que hubiere embargado primero el mismo bien no sufre perjuicio
alguno, pues la ley le permite hacer valer sus derechos de acuerdo con lo dispuesto
en el mencionado art. 528 y, en general, mediante el procedimiento de las tercerías.
4.- De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el
litigio
Cosas o especies litigiosas son los bienes muebles o inmuebles sobre cuyo dominio
discuten en un juicio demandante y demandado. No deben confundirse con los
“derechos litigiosos” de los arts. 1911 y ss., que son los que se discuten o debaten
en un juicio. Los derechos litigiosos son cosas incorporales, mientras que las cosas
litigiosas son corporales.
La cosa debe considerarse litigiosa desde que está trabada la litis, lo cual ocurre una
vez contestada la demanda. El CPC exige requisitos adicionales para tener una cosa
por litigiosa para los efectos del Nº4 del art. 1464:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Las cosas del Nº3 son ajenas al juicio mismo. Las cosas del Nº4, en cambio, son
objeto directo de la litis.
Debe señalarse que se ha sostenido por algunos autores, dada la exigencia del art.
297 CPC acerca de la declaración de prohibición e inscripción a que debe sujetarse
la cosa, no existiría diferencia entre los bienes embargados y las cosas cuya
propiedad se litiga, ya que siendo necesario que el juez decrete prohibición para que
las cosas se consideren comprendidas en el Nº4 del art. 1464 y considerando el
alcance que a la locución cosas embargadas le ha dado la jurisprudencia –en el
sentido de que en ella se comprenden los bienes sobre los cuales pesa prohibición
de enajenar–, resulta que el Nº4 está de más, y las cosas litigiosas deben
comprenderse en el Nº3 de dicho artículo.
VIAL DEL RÍO sostiene que bien podría conceder este permiso perfectamente también
el litigante en cuyo favor se estableció, ya que él es el único beneficiario de la
medida. Por aplicación de los principios generales que rigen la renunciabilidad de los
derechos, el favorecido por la medida estaría renunciando tácitamente a los efectos
de dicha prohibición si autoriza la enajenación. Por lo demás, se trata de una
situación semejante a la del art. 1464 Nº3.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
LA CAUSA
Conforme al artículo 1445 Nº4 y 1467, el cuarto requisito indispensable a todo acto o
declaración de voluntad es la causa.
Existe mucha disparidad de opiniones respecto a este concepto, a tal punto que
muchos autores estiman a la teoría de la causa como una falsa interpretación del
Derecho Romano que a nada conduce y que debiera desaparecer (LAURENT, BAUDRY
LACANTINERIE, BARDE, PLANIOL. En Chile, ALESSANDRI).
Concepto de causa
El art. 1467 inc. 2º la define como “el motivo que induce al acto o contrato”. Esta
definición se ha prestado para numerosas dudas acerca de su exactitud y alcance.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
No obstante que se dice que éste sería el sentido en que los romanos la
consideraban (CLARO SOLAR), esta noción de causa debe descartarse, ya que la
causa es un requisito de existencia y de validez, por lo que de aceptarse esta noción
resultaría que la causa sería el acto jurídico mismo.
3.- Causa final. Se concibe bajo la idea de fin próximo, inmediato e invariable que la
parte se propone alcanzar mediante la celebración del contrato y que siempre se
puede encontrar en la estructura del contrato. La causa final es común a ambos
contratantes.
Esta causa final es idéntica para todos los actos o contratos de una misma especie.
No varía de individuo a individuo. Por ejemplo, si yo compro, la causa del porqué yo
me obligo en el contrato de compraventa va a ser porque la contraparte se ha
obligado a entregarme la cosa; esta causa va a ser la misma en todos los contratos
de compraventa. Esta sería la acepción que seguiría nuestro CC.
Fue moldeada por el francés DOMAT. Años después, POTHIER reprodujo y desarrolló
sus ideas en su Tratado de las Obligaciones. De ahí pasaron al Código de Napoleón
originario.
Para entender esta teoría, debe tenerse en cuenta que ella postula que la obligación
que nace de un contrato debe tener una causa, con lo que se centra en la causa de
las obligaciones que emanan de los contratos. A fin de determinar la causa de la
obligación que contraen las partes, esta teoría se efectúa la siguiente pregunta: ¿por
qué se obliga una de las partes que celebra un contrato? La respuesta a dicha
pregunta es lo que constituye la causa de la obligación.
Esta tesis sostiene que la causa del contrato se encuentra en el fin perseguido por
las partes, distinguiendo fin de motivos. Los motivos son individuales, propios de
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
cada parte, tal vez desconocidos para la otra y distintos en cada caso. La causa, por
el contrario, es siempre la misma para cada tipo de negocio.
Este fue la teoría que siguió BELLO, por las siguientes razones:
- Así quedaría demostrado en lo sostenido en el art. 1467 inc. 1º, al sostener que
“la pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente”. Lo mismo por los
ejemplos del inciso final de la misma disposición, que se refieren a casos de
causa final.
2. Teoría anticausalista
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
tiene soporte en la obligación que contrae la otra parte, la causa moriría con el
contrato, al mismo tiempo que éste o con posterioridad a él, y ello no puede ser
porque la causa supone eternidad. Es inútil, porque siendo la misma para cada
negocio, no presta ninguna utilidad al juez, confundiéndose a veces con el objeto del
negocio y, en otras, con el consentimiento. Suprimiéndola da el mismo resultado
siempre. Por ejemplo, en los contratos unilaterales, la causa se confunde con el
objeto, ya que la entrega de la cosa tiene tal carácter; y en los contratos a título
gratuito, si no hay intención de liberalidad, lo que falta es el consentimiento, porque
la intención de liberalidad va incorporada en la voluntad.
Causa del acto o contrato sería el móvil o motivo determinante que impulsó al autor
o a las partes a su celebración. Además, dicho móvil debe conformarse con el
Derecho, ya que de lo contrario el acto podría invalidarse. Así, en los contratos
gratuitos, basta que el móvil ilícito exista en el autor de la liberalidad para que pueda
anularse. Y, en los contratos onerosos, el móvil ilícito que movió a la parte a
contratar debe ser compartido por la otra o, al menos, conocido por ésta.
Recogida por el Código Civil italiano de 1942, está inspirada en un fuerte sector
doctrinario que pone el acento en la idea de que el Derecho acepta que ciertos
intereses sean regulados por los particulares, pero para cumplir ciertos valores
sociales o económicos.
La causa sería un requisito del acto jurídico y no de la obligación. Así las cosas, la
causa sería “la función económica–social del acto jurídico”. De este modo, en los
actos bilaterales la causa consiste no en motivos personales ni en motivos
individuales de equivalencia, sino en su función propia de producir un cambio de
prestaciones. Por ejemplo, es causa de la compraventa su función de producir un
cambio de la cosa vendida por el precio; es causa de la donación su función de
lograr un enriquecimiento para el donatario, etc.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
b) sirve para controlar el fin del negocio, de forma que no atente contra el orden
público, la ley y las buenas costumbres.
Tal como lo señaláramos, es claro que en nuestro país se siguió la teoría clásica, lo
que se aprecia en los ejemplos del inc. final del art. 1467, propios de esa doctrina.
1.- Debe ser real. La causa es real cuando existe efectivamente. No lo es cuando no
existe o es falsa.
Cuando la causa no existe de ninguna forma, se dice que hay ausencia o falta de
causa. Por ejemplo, la compraventa en que no se pacta precio, mutuo sin que se
haya entregado al deudor cosa alguna. Cuando la causa sólo existe en la mente de
los sujetos y no corresponde a la verdad objetiva, se dice que es falsa o errónea.
“No es necesario expresarla”. Esta frase del art. 1467 inc. 1º significa que los actos o
contratos se presumen causados, luego, corresponderá probar su falta a aquel que
la alega.
La regla general es que en los actos aparezca de manifiesto la causa, o bien, ella se
manifieste: estos son los actos causados.
2.- Debe ser lícita. El Código nos dice que es ilícita cuando es contraria a la ley, a las
buenas costumbres o al orden público. Respecto de la causa ilícita contraria a la ley,
no hay casos de esta situación en el CC.
El art. 1468 señala que “no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un
objeto o causa ilícita a sabiendas”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Si se declara la nulidad por objeto o causa ilícita, respecto del contratante que
celebró el acto o contrato a sabiendas de que el acto adolecía de objeto o causa
ilícita, la ley lo castiga y no le permite la restitución, es decir, lo priva de la restitución
de lo que hubiese dado o pagado.
a) Teoría dual de la causa. Planteada por AVELINO LEÓN HURTADO y VIAL DEL RÍO,
siguiendo a la doctrina y la jurisprudencia francesa, distingue dos conceptos de
causa: una para el acto o contrato y otra para la obligación.
En efecto, causa del acto o contrato, tal como lo define la ley, sería el motivo que
induce a su celebración. La palabra “motivo” significa la razón que induce a algo, y
estas razones no son más que los móviles psicológicos, individuales y subjetivos
que se ha representado el sujeto y que lo inducen a actuar.
b) Teoría unitaria de la causa. Planteada, entre otros, por RODRÍGUEZ GREZ, sostiene
que la causa está referida siempre al contrato y no a la obligación contractual, la cual
tiene siempre una misma causa que se identifica con la fuente que la genera. La
causa que considera nuestro CC es la que la conceptualiza como el motivo que
induce a contratar, o sea, los motivos individuales que impulsan a ejecutar e acto o
contrato. Son estos motivos los que la ley exige que no sean contrarios a la ley, las
buenas costumbres y el orden público.
c) Teoría amplia de la causa. Formulada por ALCALDE RODRÍGUEZ, sostiene que las
tesis tradicionales (teorías unitaria y dual de la causa) postulan un concepto de
causa restringido. En efecto, tales teorías refieren el concepto de causa
exclusivamente al contrato o a la obligación que nace de él, sin considerar que
existen otros institutos cuya estructura se explica precisamente en razón de su
causa. Por ejemplo, el pago de una obligación natural (1470), en las cuales el
acreedor no tiene derecho para exigir su cumplimiento (no hay obligación “civil”),
pero que cumplidas autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de
ellas.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Hay ciertos actos jurídicos que tienen perfecta y plena eficacia jurídica,
independientemente de la causa que los ha generado. Como dice la doctrina, ciertos
negocios que se denominan abstractos, que valen separados o independientemente
de su causa: se constituyen y funcionan desvinculados de la causa. El acto jurídico
abstracto no es que carezca de causa, pero lo que sucede es que se independiza de
su causa.
Todo acto abstracto supone como presupuesto otra relación jurídica, denominada
relación fundamental o subyacente o negocio causal. Ejemplo típico de los actos
abstractos son los títulos de crédito, como los pagarés, letras de cambio, cheques,
etc. En estos casos, para la seguridad de las relaciones comerciales, se desliga la
causa del negocio causal que les dio origen. Así, cuando se ha endosado varias
veces una letra de cambio nadie va a preguntar si la causa que le dio origen existió o
no, ya que el instrumento vale en sí por la propia obligación de que da cuenta.
LAS SOLEMNIDADES
SECCIÓN QUINTA:
EFECTOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS
El principio general es que los actos jurídicos sólo producen efecto (derechos y
obligaciones) entre las partes y no aprovechan ni perjudican a los terceros, es decir,
a los extraños a la formación del acto o contrato. Este hecho es denominado
también como el “efecto relativo de los actos jurídicos”.
La circunstancia de que los efectos de los actos jurídicos se limiten a las partes que
lo celebraron es una lógica derivación del principio de la autonomía privada o
autonomía de la voluntad. De la misma manera que las partes pueden generar el
acto jurídico y determinar su contenido y alcance en virtud del citado principio,
también pueden sustituirlo por otro o dejarlo sin efecto (art. 1545).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Tratándose de la revocación del acto, para que sea eficaz es necesario que emane
del autor o las partes que le dieron vida y que se haga observando las mismas
formas y requisitos del acto jurídico que se deja sin efecto.
Terceros son las personas que no han participado ni han sido válidamente
representadas en la generación del acto.
1. Terceros absolutos
Son las personas extrañas a la formación del acto y que no están ni estarán en
relaciones jurídicas con las partes. Respecto de ellas, el acto jurídico no produce
efecto alguno.
Por excepción, existen algunos actos jurídicos que afectan a ciertos terceros
absolutos. Por ejemplo, art. 1449, art. 1576 inc. 2º, los actos de familia, etc.
Son las personas que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes, sea por
su propia voluntad, sea por la ley. La doctrina considera en esta categoría a los
siguientes:
Desde un punto de vista material, son terceros en relación con los actos jurídicos
que hubiere realizado el causante. No obstante, jurídicamente no pueden ser
calificados de terceros, ya que representan a la persona del causante y son los
continuadores de su personalidad (art. 1097). Es decir, tienen la calidad de parte.
Estos sucesores se ven afectados por los actos o contratos realizados por su
antecesor y que tengan por objeto la cosa o relación jurídica antedicha.
c) Los acreedores de las partes. Los acreedores de las partes pueden verse
afectados por los actos que éstas realicen. Por ejemplo, Juan contrata un mutuo
con un banco y lo garantiza con una hipoteca sobre su casa. Con anterioridad,
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Juan había contratado un mutuo con Pedro, pero sin garantía alguna. Juan cae
en insolvencia y Pedro, para recuperar su dinero, lo demanda, embargándole el
inmueble para pagarse con el producto del remate. En este caso, el contrato de
hipoteca con el banco perjudicará a Pedro, por cuanto el acreedor banco tendrá
preferencia para pagarse con el producto de la subasta en virtud de la hipoteca.
SECCIÓN SEXTA:
INEFICACIA DEL ACTO JURÍDICO O SANCIONES CIVILES
Un acto es ineficaz cuando no produce totalmente los efectos deseados por las
partes. Se distingue un concepto amplio y uno restringido.
Ineficacia en sentido amplio es la que tiene lugar cuando el acto jurídico no genera
sus efectos propios o deja de producirlos por cualquier causa, sea por una causa
interna relativa a la estructura del acto, sea por una causa externa o ajena a él.
Cuando la causal de ineficacia tiene su origen en la celebración del acto y consiste
en la omisión de requisitos de existencia o validez, la sanción será la invalidez del
acto. La invalidez, a su vez, puede consistir en la inexistencia del acto o en la
nulidad del mismo.
2. Por haberse omitido un requisito determinado para la validez del acto. En este
caso, el acto produce efectos, pero ellos pueden cesar por la declaración de
nulidad.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
El art. 1567 inc. 1° incurre en una imprecisión al señalar que las partes “consienten
en darla por nula”, por cuanto el consentimiento mutuo de las partes no permite
invalidar el contrato sino restarle eficacia a través de su resciliación. No existe
invalidez (en este caso, de nulidad), ya que ella tiene lugar por causales originarias
determinadas por la ley, cuando se han omitido requisitos de existencia o validez del
acto jurídico, lo que no ocurre en este caso.
Esta ineficacia del acto se origina por una causal sobreviviente que opera en los
contratos bilaterales, cual es el incumplimiento de alguna de las partes de su
obligación correlativa.
En este caso, el contrato nace perfecto a la vida del Derecho, pero el incumplimiento
de alguna de ellas permite a su contraparte pedirle al tribunal la resolución de aquél.
REVOCACIÓN
2. En la donación por ingratitud del donatario. En efecto, el art. 1428 señala que la
donación entre vivos puede revocarse por ingratitud, y que se tiene por acto de
ingratitud cualquiera hecho ofensivo del donatario, que le hiciere indigno de
heredar al donante, es decir, cuando se incurre en causal de indignidad para
suceder.
3. En los actos unilaterales, cuando su autor puede dejarlo sin efecto según su
voluntad. La regla general es que, aún tratándose de actos unilaterales, ellos no
puedan ser dejados sin efectos por la sola voluntad de su autor.
Excepcionalmente, el testamento es un acto esencialmente revocable (art. 999).
INOPONIBILIDAD
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
El acto inoponible es válido, pero no afecta a los terceros por haberse omitido ciertos
requisitos de publicidad. Es decir, la inoponibilidad no vicia el acto, pero no afecta al
tercero.
Los terceros que pueden hacer valer la inoponibilidad son, en términos generales,
los llamados terceros interesados, o sea, aquellas personas que no participan ni
personalmente ni representadas en el acto de que se trate, pero que estarán en
relaciones jurídicas con las partes, ya sea por su propia voluntad o por el ministerio
de la ley.
2. El art. 1902 dice, en relación con la cesión de créditos, que ella no produce
efectos contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el
cesionario al deudor o aceptada por éste.
3. El art. 2058 establece que la nulidad del contrato de sociedad no perjudica las
acciones que corresponden a los terceros de buena fe contra todos y cada uno
de los asociados por las operaciones de la sociedad, si existiere de hecho.
INEXISTENCIA JURÍDICA
Generalidades
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Concepto
Como dijimos, la inexistencia es la sanción que tienen los actos celebrados con
omisión de alguno de los requisitos exigidos para su existencia jurídica.
La teoría de la inexistencia fue formulada por ZACHARIAE a principios del siglo XIX, a
propósito del matrimonio. Razonó lo siguiente: no existe nulidad sin ley que la
establezca. Pues no existía ley que dispusiere la nulidad del matrimonio entre dos
personas del mismo sexo, sin embargo, no podía ser válido un matrimonio de esta
naturaleza. Se distinguió así, entre actos nulos y actos inexistentes, siendo estos
últimos aquellos en que se ha omitido algún requisito de existencia del acto.
Esta teoría fue luego desarrollada por los juristas franceses y más tarde se extendió
la noción de inexistencia a los actos patrimoniales.
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a) Así lo da a entender el art. 1682 cuando dice que es nulidad absoluta “la
producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben
para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de
ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan”,
con lo cual quedan englobados tanto los requisitos de existencia como de validez
de los actos jurídicos.
c) Corrobora lo anterior lo prescrito en el art. 1682, que señala que hay nulidad en
los actos celebrados por los absolutamente incapaces, siendo que el requisito
omitido en tal caso es la voluntad, o sea, un requisito de existencia.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Sin embargo, existen autores que estiman que nuestra legislación si admite la
inexistencia. Son de esta opinión LUIS CLARO SOLAR y ENRIQUE ROSSEL, entre otros,
para lo cual se fundan en lo siguiente:
a) Si bien es cierto que el Código Civil no trata la inexistencia, ello es lógico, pues
resulta claro que si un acto es inexistente no produce efectos y, por lo tanto, no
existen efectos que regular: la nada no cabe ser regulada.
Por su parte, el art. 1681 expresa que “es nulo todo acto o contrato a que falta
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o
contrato según su especie y la calidad de las partes”. Es decir, la sanción de
nulidad está referida a la omisión de los requisitos establecidos para “el valor” o
validez del acto, y no a la inobservancia de los requisitos de existencia del
mismo.
Conforme al art. 2055, “no hay sociedad si cada uno de los socios no pone
alguna cosa en común”, esto es, la sociedad no existe si se omite un requisito de
la esencia del contrato de sociedad como lo son los aportes. No se trata de una
sociedad nula, sino de una sociedad inexistente.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
A modo de conclusión, podemos señalar que ambas teorías tienen razones bastante
sólidas para ser acogidas. Pero, como lo dice VODANOVIC, la tendencia en el
Derecho comparado es la de incluir la inexistencia dentro de la nulidad absoluta.
Clasificaciones de la nulidad
La nulidad será total cuando afecta la totalidad del acto jurídico. La nulidad será
parcial cuando se refiere únicamente a cierta parte o determinadas cláusulas del
acto jurídico. Por ejemplo, si son nulas tan sólo ciertas disposiciones testamentarias,
es válido el testamento en lo demás.
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Dr. Carlos Céspedes M.
Sin embargo, estos principios no pueden aplicarse cuando la parte del acto jurídico
no afectada por la nulidad es dependiente o accesoria de la parte inválida. Tampoco
si se acredita que sin la parte nula el acto jurídico no se habría realizado o la
cláusula no se habría estipulado.
La nulidad consecuencial tiene lugar cuando se declara la nulidad del acto jurídico
principal, ya que en tal caso es también nulo el acto accesorio. Ello, por el principio
de que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”. Así lo establece expresamente
el Código Civil a propósito de la cláusula penal: “la nulidad de la obligación principal
acarrea la de la cláusula penal, pero la nulidad de ésta no acarrea la de la obligación
principal (art. 1536 inc.1º)”.
Esta es una clasificación que plantea el profesor RODRÍGUEZ GREZ en nuestro país.
La nulidad originaria impide que el acto jurídico se integre al Derecho. Ella puede
adoptar dos tipos:
a) Nulidad originaria radical, que es aquella que se presenta cuando la ley emplea,
por ejemplo, la expresión “este acto no produce efecto alguno”.
b) Nulidad originaria textual, que es aquella que se presenta cuando la ley señala
expresamente que “el acto es nulo”.
La nulidad virtual es aquella que se asocia típicamente con lo que la doctrina llama
nulidad absoluta y con la rescisión por falta de requisitos del acto jurídico.
De acuerdo al art. 1681 “es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o contrato, según su
especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Nulidad absoluta es la sanción legal impuesta a los actos celebrados con omisión de
un requisito exigido en consideración a su naturaleza o especie. Nulidad relativa o
rescisión es la sanción impuesta a todo acto o contrato a que faltan algunos de los
requisitos que la ley prescribe para su valor, según la calidad o estado de las partes
(art. 1682)
Fundamento
1. La nulidad es una sanción de derecho estricto, lo que implica que no puede ser
aplicada por analogía. No existen más casos de nulidad que los expresamente
establecidos en la ley.
3. Conforme al art. 1690, “cuando dos o más personas han contratado con un
tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras”.
Ello es porque requiere sentencia judicial que la declare y, por lo mismo, es de
efectos relativos (art. 3 inc. 2°).
La diferencia entre la nulidad absoluta y la nulidad relativa no tiene que ver con los
efectos de la nulidad: los efectos de una y otra son los mismos.
Las diferencias entre una y otra nulidad apuntan a los siguientes aspectos: 1) las
causales de nulidad; 2) los titulares de la acción; 3) la posibilidad de declararla de
oficio; 4) el saneamiento de la nulidad
Causales de nulidad
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
3. Cuando se omite algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el
valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos.
4. Cuando los actos o contratos los celebran personas absolutamente incapaces.
5. A estos casos se agregan, por parte de quienes niegan la teoría de la
inexistencia en Chile, los siguientes: error esencial, falta de objeto y falta de
causa
De acuerdo con el inc. final del art. 1682, los casos de nulidad están dados por
cualquier otra clase de vicios. Los más comunes son:
Conforme al art. 1683, “puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto
el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio
público en el interés de la moral o de la ley.”
O sea, pueden alegarla: 1) todo el que tenga interés en ello; 2) el ministerio público
en el interés de la moral o de la ley; 3) debe agregarse al juez, ya que la nulidad
absoluta puede ser declarada por éste, aún sin petición de parte, cuando aparece de
manifiesto en el acto o contrato.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
por la Corte Suprema que debe tenerse un derecho subjetivo o una situación
jurídica reconocida que se vea amenazada por la realización del contrato nulo.
Como dice DOMÍNGUEZ ÁGUILA, “la causa de la acción es el vicio del acto
atacado; pero el interés para accionar se encuentra en la conservación o
recuperación de la situación jurídica lícita y cierta que el negocio cuya nulidad se
pretende ofende”.
c) El interés debe ser cierto. Es decir, debe existir. No sirven los intereses
meramente eventuales o hipotéticos: una mera expectativa no basta.
e) También se ha entendido que ese interés debe ser actual. Sobre este requisito,
la tendencia de la Corte Suprema –aunque no totalmente pacífica– precisa que
el interés debe existir al tiempo de producirse el vicio respectivo y no con
posterioridad a su verificación, porque se exige una correlación entre el vicio y el
interés. Como dice ALESSANDRI BESA, “el que alega la nulidad absoluta debe
tener interés en ello en el momento en que se ejecuta el acto o se celebra el
contrato en que se comete la infracción que acarrea su nulidad. Si ese interés se
manifiesta posteriormente, como consecuencia de actos efectuados después de
la celebración del acto o contrato nulo, debe rechazarse la petición de nulidad”.
Debe señalarse que la otra tesis entiende por interés actual aquél que existe al
momento de alegarse la nulidad.
f) El interés debe ser alegado y probado. Se dice que, en caso de duda, debe
preferirse la validez del acto jurídico, en virtud del principio de utilidad y de
conservación del negocio.
Para efectos de determinar el conocimiento del vicio a que se refiere esta situación,
la jurisprudencia, mayoritariamente, ha exigido un conocimiento real y efectivo del
vicio, no bastando el conocimiento presunto de la ley a que se refiere el art. 8. Esta
misma idea se desprende del art. 1468, al utilizar la expresión “a sabiendas”.
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Dr. Carlos Céspedes M.
La expresión “debiendo saber” hace referencia a aquella parte que, atendidas las
circunstancias, no podía menos que conocer con mediana diligencia los hechos que
constituyen el vicio. Hace referencia a aquel que no ha podido ignorar los hechos sin
incurrir en una grave negligencia. Por ejemplo, el abogado que compra un inmueble
y cuyos títulos no están perfectos por la existencia de una medida precautoria de un
acreedor del vendedor, la cual consta en el Registro del Conservador de Bienes
Raíces.
Algunos estiman que no podía hacerlo, ya que, conforme al art. 1448, lo hecho por el
representante se estima hecho por el representado.
Otros estiman que sí, puesto que la representación se confiere para lograr, a través
del representante, los efectos propios y lícitos del acto y no se extiende a los hechos
ilícitos del representante. Esta posición está abonada por una sentencia que sostuvo
que la norma del art. 1683 se refiere al que ha intervenido directamente en el acto o
contrato, salvo que se compruebe la concurrencia inequívoca de la voluntad del
representado.
Sin embargo, DOMÍNGUEZ ÁGUILA sostiene que si los herederos actúan a título propio,
invocando un interés personal distinto al del causante, entonces sí podrían alegar la
nulidad. Incluso hay quienes sostienen que siempre podrían los herederos alegar la
nulidad, ya que la imposibilidad de alegarla es una sanción y, como tal, de derecho
estricto y personal, por lo que no se transmite.
VIAL DEL RÍO sostiene que es prácticamente imposible pensar que el heredero
pudiera tener un interés distinto al de su causante. La única excepción sería aquel
acto en que el vicio de nulidad conocido por el causante hubiera tenido precisamente
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Debemos advertir que hoy este ministerio público está referido a la Fiscalía del
Poder Judicial, la que no existe en primera instancia; sólo están los fiscales
judiciales de Corte de Apelaciones y el fiscal judicial de la Corte Suprema.
La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de
parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato. Lo analizaremos más
adelante.
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 1684, ella sólo puede alegarse por aquellos
en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios. No
puede pedirse se declaración por el ministerio público.
En estos casos la nulidad no sólo es una sanción, sino también una protección que
la ley establece en favor de aquellos que han sufrido el vicio. Es un medio destinado
a resguardar los intereses de quienes, por su particular situación, requieren ser
protegidos. Por lo tanto, sólo ellas pueden accionar o sus herederos o cesionarios.
Esta circunstancia sería la que permitiría calificar a esta nulidad como “relativa”.
Como dice BARAONA GONZÁLEZ, “en nuestro Derecho la palabra “relativa” parece
explicarse por la manera en que ella opera, pues el acto sólo puede ser impugnado
por la persona que ha sido legitimada por la ley y nadie más. Esta manera de operar
la nulidad da cuenta de la relativa eficacia del acto, en el sentido de que un acto que
es relativamente nulo lo es sólo para una de las partes –la que puede pedir la
nulidad– y no para la otra. Para quien puede pedir la nulidad, el acto no genera
obligaciones exigibles, sí las produce para la contraparte. Por lo mismo, quien está
legitimado para pedir la nulidad relativa tiene la opción de perseverar en el contrato,
en cuyo caso puede arrastrar a su contraparte a cumplirlo, o bien impugnar por
nulidad relativa el acto o contrato cuyo cumplimiento se le exige”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Es importante tener muy presente que toda nulidad debe ser declarada
judicialmente. Sin sentencia judicial no hay nulidad del acto jurídico.
Ella no sólo “puede” sino que “debe” ser declarada de oficio por el juez sin petición
de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato (art. 1683).
Ahora bien ¿qué se entiende por que el vicio aparezca de manifiesto el acto o
contrato? Ello quiere decir que debe aparecer de la sola lectura del acto o contrato,
propiamente, del instrumento que da cuenta de él. De manera que si debe recurrirse
a otros antecedentes fuera del contrato mismo, entonces no puede declararse de
oficio.
El art. 1684 señala expresamente que “la nulidad relativa no puede ser declarada
por el juez sino a pedimento de parte.” Vale decir que la nulidad relativa no puede
ser declarada de oficio por el tribunal aunque aparezca de manifiesto en el acto o
contrato.
El saneamiento de la nulidad
La nulidad absoluta sólo puede sanearse por el transcurso del tiempo, en este caso,
10 años contados desde la celebración del acto o contrato: “no puede sanearse por
la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase de diez años (art.
1683)”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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años; lo que sí podría efectuar si fuera un plazo de prescripción, desde que el juez
no ejercita acción alguna sino que cumple un deber. Además, según una tendencia
del Derecho comparado, el plazo de prescripción sólo afecta a la acción pero no a la
excepción.
La nulidad relativa se puede sanear por 2 vías: por el transcurso del tiempo o la
ratificación de las partes.
Sobre este punto, debe tenerse presente la norma del art. 1692: “los herederos
mayores de edad gozarán del cuadrienio entero si no hubiere principiado a correr; y
gozarán del residuo en caso contrario. A los herederos menores empieza a correr el
cuadrienio o su residuo, desde que hubieren llegado a mayor edad. Pero en este
caso no se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la
celebración del acto o contrato”.
De manera que el plazo para pedir la nulidad relativa se suspende a favor de los
herederos menores. En tal caso, el plazo comienza a correr desde el día en que
lleguen a la mayor edad, pero no podrá pedirse la nulidad después de 10 años
desde la celebración del acto o contrato.
De acuerdo al art. 1684, la nulidad relativa puede sanearse por la ratificación de las
partes.
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Dr. Carlos Céspedes M.
Según VIAL DEL RÍO, la ejecución voluntaria de la obligación contratada supone que
ella se efectúe no sólo libre, espontáneamente y exenta de vicios: implica, además,
que el confirmante la ejecute “a sabiendas de que el acto adolece de un vicio que
autoriza para demandar la rescisión”.
a) El vicio que afecte el acto o contrato debe ser un vicio de nulidad relativa (arts.
1683 y 1684).
b) La confirmación debe efectuarse por aquel que tenga derecho a alegar la
nulidad (art. 1696).
c) La persona que ratifica debe ser capaz de contratar (art. 1697). Se entiende que
la capacidad para ratificar es la misma que se requería para la celebración del
acto viciado.
d) La confirmación expresa debe efectuarse con las mismas solemnidades exigidas
para el acto viciado (art. 1694).
e) La confirmación debe efectuarse en tiempo oportuno, es decir, en el tiempo que
media entre la celebración del acto rescindible y la declaración de nulidad. Lo
anterior, porque declarada judicialmente la nulidad relativa se supone que el acto
nunca existió.
f) La confirmación debe efectuarse después de haber cesado la causa de
invalidez. De lo contrario, se daría vida a un acto también anulable.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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en sus intereses, aún cuando se hubieren cumplido todos los requisitos legales.
Por ello, el art. 1686 señala que los actos de los incapaces sólo podrán anularse
o rescindirse sino por las causas que permitirían gozar de este beneficio a las
personas que administran libremente sus bienes.
2. Desde otro punto de vista, puede ocurrir que el incapaz, deseoso de celebrar un
contrato, se haga pasar por capaz. Si se limita a aseverar que es mayor de edad
o que no existe la incapacidad, puede más tarde igual pedir la nulidad del
contrato: se sanciona la negligencia del otro contratante (1685 p. final).
3. Pero, si ha existido dolo del incapaz para inducir al acto o contrato (por ejemplo,
falsifica una partida de nacimiento), la ley no permite al incapaz ni a sus
herederos o cesionarios a alegar la nulidad, pues ninguna negligencia ha existido
por el otro contratante y no se puede amparar la mala fe (1685 p. 1ª).
EFECTOS DE LA NULIDAD
La sentencia que declara la nulidad sólo afecta a las partes del juicio, conforme al
art. 1690: “cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad
declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras”.
Para estudiar los efectos de la declaración de nulidad debemos distinguir los efectos
entre las partes y respecto de terceros:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Ello implica que, primeramente, debe restituirse la cosa que una o ambas partes
recibieron con motivo del acto declarado nulo. Pero como puede tal cosa haber
sufrido deterioros, mejoras o haber producido frutos, la ley regula las reglas
básicas para la restitución en el art. 1687 inc. 2°: “en las restituciones mutuas que
hayan de hacerse los contratantes en virtud de este pronunciamiento, será cada
cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de los intereses
y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose
en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las
partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el
siguiente artículo”.
La doctrina entiende que estas reglas son las de las prestaciones mutuas,
reguladas en los arts. 904 y ss., a propósito de la acción reivindicatoria. Veremos
en su oportunidad que se distingue para ellos entre poseedores de buena o mala
fe; y mejoras necesarias, útiles o voluptuarias.
- Casos de objeto o causa ilícita. De acuerdo con el art. 1468 “no podrá
repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas”.
- Nulidad del contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que
la ley exige. Conforme al art. 1688, el que contrató con ella no puede pedir
restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en
cuanto probare haberse hecho más rica con ella la persona incapaz. Se
entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o las
adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las
cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido
necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas.
- Caso del poseedor de buena fe. Ello porque el poseedor de buena fe no está
obligado a restituir los frutos que ha percibido de la cosa obligada a restituir
mientras estuvo de buena fe (art. 907).
Esta distinción entre contrato nulo cumplido y no cumplido ha sido criticada, por ser
imprecisa y ajena al CC. Quienes formulan la crítica no hacen tal distinción, y
señalan que el efecto entre las partes de la nulidad judicialmente declarada es que,
conforme al art. 1687, les da derecho “para ser restituidas al mismo estado o
situación en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, para lo
cual la ley establece dos mecanismos: la extinción de las obligaciones que engendró
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Por ello, el art. 1689 dispone que “la nulidad judicialmente pronunciada da acción
reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.”
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
1. Es personal, por lo tanto, hay que demandar a todas las partes que han
intervenido en el acto o contrato cuya declaración de nulidad se pretende.
b) DOMÍNGUEZ ÁGUILA sostiene que, salvo lo dispuesto en el art. 464 N°14 del
CPC, es bastante discutible que se pueda alegar la nulidad por vía de
excepción.
Tratándose del juicio ejecutivo, por disposición expresa, es posible alegar como
excepción la nulidad. Así lo señala el artículo 464 N°14 del CPC. Igual a nuestro
juicio es discutible.
Lo normal es que la voluntad real de las partes se manifieste en los actos jurídicos.
Sin embargo, hay casos excepcionales en que una persona, intencionadamente,
declara lo que no quiere. Tres hipótesis pueden distinguirse: la reserva tácita o
reservatio mentalis; la declaración iocandi causa; y, la simulación.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
así. El acto sólo será nulo cuando el destinatario de la declaración de voluntad sepa
que la voluntad verdadera no es la manifestada.
La declaración iocandi causa impide que nazca el acto jurídico y que produzca
derechos y obligaciones.
ALESSANDRI señala que, “en ciertos casos, muy raros, la declaración iocandi causa
puede producir efectos jurídicos, cuando por las circunstancias en que se hace o la
torpeza del declarante, la persona o personas a quienes se dirige toman en serio la
declaración”. Habría aquí, a su juicio, culpa del declarante y si produjo daños,
procedería la indemnización de perjuicios fundada en el art. 2314 CC.
III.- La simulación
Elementos de la simulación
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que no tiene
nada de real y que es ficticio en su totalidad. En tal caso, el acto tiene todas las
apariencias de ser válido, pero en realidad no ha existido ningún acto.
1. Hay simulación relativa por el carácter del acto cuando, por ejemplo,
aparentemente se celebra una venta cuando en realidad se trata de una
donación y no existe precio.
2. Hay simulación relativa por razón de los sujetos del acto cuando, por ejemplo, se
hace una venta a favor de A para que éste, a su vez, venda la cosa a la mujer
del primer vendedor del cual no se encuentra separada judicialmente (por la
prohibición del art. 1796 CC).
3. Hay simulación relativa por razón del contenido cuando el objeto del acto o
contrato, tal como resulta de la declaración, es diverso de aquél (por ejemplo, se
dice que se contrata a una mujer para que preste servicios de empleada y en
realidad se dedica a la prostitución), o cuando se introducen cláusulas que no
son sinceras (por ejemplo, en una compraventa se hace aparecer un precio
superior o inferior al convenido), o cuando el acto contiene fechas falsas o se
hace figurar que ha sido celebrado en otro lugar distinto del verdadero.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Efectos de la simulación
1. Respecto de las partes debe prevalecer la voluntad real, ya que en las relaciones
recíprocas de las partes el acto simulado no existe. Así se desprende del art.
1707.
2. Frente a los terceros de buena fe, el acto simulado o público debe considerarse
como existente. En otras palabras, los terceros se estarán a la voluntad
declarada. Así también se desprende del art. 1707.
Prueba de la simulación
Corresponde al que lo alega, pues los actos y contratos se presumen sinceros (art.
1698):
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Algunos estiman que se trata de una acción imprescriptible, ya que, cualquiera que
sea el tiempo transcurrido, un acto que no existe no puede adquirir existencia:
siempre podría demandarse que no existe. Otros estiman que no existen razones
para no aplicar el principio general de la prescriptibilidad de las acciones y derechos,
que sólo tiene como excepción los casos expresamente señalados por la ley.
VIAL DEL RÍO propugna que el tiempo de prescripción sería el general para las
acciones personales (5 años, art. 2515), a menos que se estimara que la acción de
simulación emanare de un delito civil, en cuyo caso sería de 4 años (art. 2332).
Con respecto al inicio del cómputo del plazo, VODANOVIC indica que éste debe
computarse desde el momento en que los terceros tuvieron conocimiento del acto
disimulado u oculto. VIAL DEL RÍO indica que en el caso que la acción de simulación
emanare de un delito civil, este plazo se contaría desde la fecha del contrato
simulado.
Finalmente, se dice que esta acción no podría entablarse después que hubiera
operado la prescripción adquisitiva de la cosa en beneficio de la persona que la
adquirió basándose en el contrato simulado o manifestado.
SECCIÓN SÉPTIMA:
MODALIDADES DE LOS ACTOS JURÍDICOS
2. Son de carácter excepcional. La regla general es que los actos sean puros y
simples, esto es, que produzcan sus efectos inmediatamente y para siempre.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Para dilucidar este punto, es menester distinguir entre actos patrimoniales y actos de
familia.
Los actos de familia, en cambio, no admiten modalidades, porque sus efectos son
fijados por el legislador en forma expresa e imperativa, sin que las partes
intervengan en ellos y sin que les puedan modificar, pues se trata de materias de
orden público.
Por lo tanto, las principales modalidades son la condición, el plazo y el modo. Ellas
se estudiarán con detención cuando se estudie la teoría general de las obligaciones.
A continuación nos referiremos a otras modalidades: la representación en los actos
jurídicos y la solidaridad.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
El art. 1448 CC señala que “lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando
facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado
iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.”
Utilidad de la representación
Esta teoría ha sido abandonada, por cuanto no logra explicar los casos de
representación legal del demente o del impúber, ya que resulta imposible admitir
que el representante expresa la voluntad de éstos, ya que la ley les da
precisamente un representante porque carecen de voluntad.
Esta tesis surge como crítica a la teoría del doble contrato de THOL, que sostiene
que en la representación no existe un acto jurídico, sino dos: uno entre el
representante y el tercero y, otro, el que se entiende que celebra el representado
100
Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
con el tercero. La posición doctrinaria que comentamos señala que sólo existe un
acto jurídico, que el representante y el representado celebran conjuntamente.
Esta teoría ha sido criticada por las complicaciones a que da origen y porque no
explica los casos de representación legal aludidos: ¿qué cooperación de
voluntades cabe entre el demente o el impúber, que carecen de voluntad, y su
representante?
En principio, los actos jurídicos sólo producen efectos, esto es, derechos y
obligaciones, entre las partes y no aprovechan ni perjudican a las personas que
no contribuyeron a generarlos. De manera que lo normal será que las
consecuencias de un acto afecten a quien lo celebra, lo cual se altera por la
representación, modalidad en virtud de la cual los efectos del acto celebrado por
una persona (el representante) se radican directa e inmediatamente en otra
persona distinta (el representado).
La voluntad que celebra el acto jurídico es la del representante, pero los efectos
de éste se producen respecto del representado. Siendo la voluntad del
representante la que concurre a la celebración del acto, a ella habrá que estarse
para determinar la capacidad y la existencia de vicios del consentimiento.
La tesis mayoritaria sostiene que nuestro Código sigue la teoría de la modalidad del
acto jurídico, por los siguientes argumentos:
Asimismo, conforme al inciso 1° del artículo 721 “si una persona toma la
posesión de una cosa en lugar o a nombre de otra de quien es mandatario o
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
102
Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
No hay representación si una persona ejecuta algo por cuenta de otra sin tener
poder o excediendo sus límites. Pero puede el representado aceptar lo hecho por
el representante, ratificar o confirmar lo obrado.
Efectos de la representación
En virtud de la representación, sea ésta legal o convencional, los efectos del acto
celebrado por el representante radican en el representado; esto es, los derechos y
las obligaciones que emanan del acto se radican en el representado como si hubiese
contratado el mismo (art. 1448).
Se define como el acto mediante el cual el interesado por sí hace eficaz el acto que
ha sido concluido en su nombre. Es decir, se apropia de los efectos del acto
realizado a nombre suyo, pero con exceso o defecto de poder. Así, el acto jurídico
celebrado con defecto o exceso de poder no es nulo, sino que es inoponible al
interesado. A través de la ratificación hace suyos los efectos del acto.
LA SOLIDARIDAD
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Conceptos previos
Las autoriza expresamente el art. 1438 CC: "cada parte puede ser una o muchas
personas".
Obligaciones solidarias
1. Para que exista, tiene que haber una fuente de solidaridad: convención,
testamento o ley (artículo 1511 inc. 2º).
2. La solidaridad es de derecho estricto y de interpretación restringida.
3. La solidaridad no se presume. Debe ser expresamente declarada en todos los
casos en que no la establezca la ley (art. 1511 inciso final).
4. Quien alegue la solidaridad debe probarla
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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UNIDAD II
TEORÍA GENERAL DE LA PRUEBA EN MATERIA SUSTANTIVA CIVIL
1.- La parte general, que trata los siguientes temas: a) concepto de prueba; b)
sistemas probatorios; c) peso de la prueba; d) objeto de la prueba; e) valoración de
la prueba
2.- La parte especial, que reglamenta a los medios de prueba en particular, en los
siguientes aspectos: a) estructura; b) admisibilidad; c) valor probatorio.
SECCIÓN PRIMERA:
PARTE GENERAL DE LA PRUEBA EN MATERIA SUSTANTIVA CIVIL
CONCEPTOS GENERALES
1. Indica los distintos medios establecidos por la ley para demostrar la existencia
de un hecho. Y en esta forma se habla de prueba instrumental, prueba
testimonial, etc.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Importancia de la prueba
La materia de prueba pertenece a las disciplinas del Derecho Civil y del Derecho
Procesal, porque en ella hay normas de fondo o civiles (sustantivas) y normas de
forma o procesales (adjetivas):
a) las que determinan cuáles son los medios de prueba y describen su estructura.
b) las que señalan el valor probatorio.
c) las que establecen la admisibilidad o inadmisibilidad de cada medio de prueba.
d) las que constituyen los elementos del acto probatorio mismo (es decir, quién
prueba y qué prueba).
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En el primer sistema, la ley señala, en número cerrado, cuáles son los únicos
elementos o medios que se consideran idóneos para producir convicción en el
juzgador. Por lo mismo es la ley la que procede a describirlos fijando su estructura.
1.- Valoración legal. Aquí es la ley la que, a priori, fija el valor individual de cada
medio de prueba y su apreciación comparativa. Este sistema se conoce como
“sistema de prueba legal o tasada”. Lo propio sería, en realidad, hablar de sistema
de tasación legal de la prueba.
a) sistema de persuasión moral, que asigna al juez amplias facultades para apreciar
la prueba siguiendo su íntima convicción y sin que se encuentre obligado a
señalar en su sentencia cómo arribó a ese convencimiento.
b) sistema de persuasión racional, que entrega al juez amplias facultades para
apreciar la prueba, pero imponiéndole el deber de seguir un razonamiento lógico
que debe exponer en su sentencia.
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El caso más evidente es el del sistema de la tasación legal del valor de los medios
de prueba. Si se pretende fijar por la ley dicho valor, es necesario precisar cuáles
serán los medios de prueba admitidos, es decir, corresponderá a la ley la
determinación de los medios de prueba. Este sistema en que el legislador determina
taxativamente los medios de prueba y el valor probatorio de cada uno de ellos. Suele
denominarse Sistema de Prueba Legal.
El examen del conjunto de reglas probatorias del orden civil permite concluir que:
El juez, en materia civil, actúa a requerimiento de las partes. Son las partes las que
deben proporcionar la prueba; el juez sólo debe valorarlas en conformidad a las
pautas que fija la ley.
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Existe, sin embargo, excepciones a este principio. Una de ellas la constituyen las
medidas para mejor resolver, que el juez está facultado para decretar de oficio (art.
159 CPC). No obstante, las posibilidades de decretarlas son bastante restringidas:
a) El juez no puede disponer cualquier medida sino sólo aquellas que la ley autoriza
expresamente.
b) Con estas medidas, el juez no puede suplir la prueba de las partes; la prueba
debe ser aportada por las partes y las medidas para mejor resolver sólo están
destinadas a perfeccionar los antecedentes que ya existen en el proceso, ello,
para un mejor acierto del fallo.
c) Por último, debe tener por objeto esclarecer un hecho necesario y de influencia
para resolver el juicio.
Así, el Código de Procedimiento Civil, en su art. 768 N°9, establece como causal del
recurso de casación en la forma la falta de algún trámite o diligencia esencial. Por su
parte, el art. 795 del mismo código señala que son trámites esenciales, entre otros:
a) Los medios probatorios han de ser sólo algunos de los medios admitidos por el
ordenamiento jurídico o producidos en su conformidad.
b) Para ciertos hechos o actos, hay textos legales que excluyen la admisibilidad de
ciertos medios de prueba que, en general, son admitidos. Por ejemplo:
Conforme al art. 157 del Código Civil, en el juicio de separación de bienes por
el mal estado de los negocios del marido, la confesión de éste no hace
prueba.
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e) Debe tenerse presente que leyes especiales han otorgado la posibilidad al juez
de excluir la prueba ofrecida por las partes que es impertinente, destinada a
acreditar hechos públicos y notorios, sobreabundante o hayan sido obtenidas con
infracción de garantías fundamentales. Por ejemplo, el art. 31 de la Ley 19.968.
3. El Juez debe valorar la prueba en conformidad a las reglas dadas por la ley
Según este criterio, aquel que afirma un hecho o acto que es distinto de lo que
puede estimarse como el estado normal de las cosas, debe probarlo.
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Este criterio se sustenta en lo dispuesto en el art. 1698 CC: “incumbe probar las
obligaciones o su extinción al que alega aquellas o ésta”.
De acuerdo a este criterio, debe examinarse la naturaleza de los hechos que deben
probarse, distinguiéndose diversas clases. Se distingue entre hechos constitutivos,
por una parte, y, por otra, hechos impeditivos, modificativos y extintivos:
Son hechos constitutivos aquellos que configuran una situación jurídica, es decir, los
que le dan existencia y validez. Distinguimos aquí:
a) Hechos constitutivos genéricos, que son los que están presente en toda situación
jurídica. Por ejemplo, voluntad, capacidad, causa (art. 1445).
b) Hechos constitutivos específicos, que son los que están presentes sólo en
determinada situación jurídica. Por ejemplo, la mora en la indemnización de
perjuicios contractual (art. 1551).
Son hechos modificativos los que alteran o reforman el contenido o los efectos de la
situación jurídica. Por ejemplo, el pago parcial de la deuda.
Son hechos extintivos los que eliminan o hacen desaparecer los efectos de la
situación jurídica de que se trate. Ejemplo, los modos de extinguir las obligaciones.
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Probada por el actor la existencia del hecho constitutivo específico, esto es,
probada la situación jurídica, tal situación pasa a ser el estado normal para las
partes y, por lo tanto, si el demandado alega hechos impeditivos, modificativos o
extintivos, deberá probarlos porque ellos importan una alteración de ese estado
normal.
Se ha propuesto también como criterio, el del efecto jurídico perseguido con los
hechos que se plantean en relación con la norma jurídica que debe aplicarse. Se
postula que, para la determinación del peso de la prueba, debe considerarse no
solamente la situación procesal de los litigantes y el hecho aislado objeto de la
prueba, sino, fundamentalmente, el efecto jurídico que se persigue con el hecho
que se plantea.
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Así, la posición procesal de la parte sólo interesa para saber por qué persigue el
efecto jurídico que plantea:
b) Si para oponerse a los reclamados por éste, caso en el que estará actuando
como demandado.
Por ejemplo, Pedro demanda a Juan pidiendo que se declare que Juan está
obligado a entregarle el automóvil que le compró. El juez examinará la
controversia y concluirá que Pedro persigue el efecto jurídico de la declaración
de entrega y que para ello el precepto aplicable es el artículo X del Código Civil,
precepto que tiene como presupuesto de hecho la existencia de un contrato de
compraventa. Por lo tanto, cabe imponer a Pedro la prueba del contrato por el
que habría comprado el mueble.
Del contenido del texto se infiere que está establecido sólo para la prueba de las
obligaciones. Por lo demás, puede advertirse que el precepto se ubica en el Libro IV,
relativo a las obligaciones y contratos y, más aún, con un título denominado “De la
prueba de las obligaciones”.
Hay también textos que atribuyen el peso de la prueba para materias más
específicas, que generalmente constituyen confirmación del art. 1698. Por ejemplo,
el art. 1547 dispone que incumbe la prueba del caso fortuito al que lo alega.
No obstante, hay pleno consenso en que la regla del art. 1698 es de amplio alcance,
en otras palabras, que contiene un principio de general aplicación: la doctrina
nacional lo ha estimado siempre así, no sólo en las materias del Derecho Civil, sino
en las demás materias jurídicas, al menos del Derecho privado. La jurisprudencia se
ha pronunciado en el mismo sentido.
El art. 1698 del Código Civil y el criterio que sigue nuestro ordenamiento
Los autores nacionales, entre los diversos criterios existentes para determinar la
distribución del peso de la prueba, ven en la regla del art. 1698 la adopción del
criterio de la normalidad.
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2. Pero ello es sin perjuicio de que el demandado deba, por su parte, probar
también los supuestos de las afirmaciones que él formule al defenderse.
En tal evento, tendrá el demandado que probar los hechos o actos en que
funda la excepción que opone. Debe agregarse que, al oponer excepciones,
es posible que llegue a exonerar de la prueba al demandante que, hasta
entonces, tenía la carga, ello en los casos que el contenido de la excepción
implique, ya expresa, ya tácitamente, reconocer los hechos propuestos por el
demandante, salvo que, por otras razones, sea inadmisible o insuficiente la
confesión.
En la medida que ello ocurra, lo normal es que estará dejando por probados,
a través de su confesión, los hechos o actos planteados por el demandante,
salvo que la prueba de la confesión no sea procedente.
El art. 157 CC, en los juicios de separación de bienes por mal estado de
los negocios del marido.
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1. Presunciones legales
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Los pactos sobre prueba son acuerdos entre particulares relativos a aspectos
sustantivos de la regulación de la prueba, para alterar la reglamentación legal.
Debe tenerse presente que: a) dada la naturaleza de las normas procesales, debe
descartarse la posibilidad de que estos pactos versen sobre aspectos de producción
de la prueba en juicio; b) por otra parte, como la prueba versará sobre hechos o
actos de los cuales se pretende inferir derechos para alguna de las partes, estos
acuerdos suponen un acto jurídico entre las partes o, al menos, un conflicto derivado
de ciertos hechos.
En Chile existen opiniones contrarias en relación a los pactos para alterar el onus
probandi. Se ha sostenido que tal convenio es perfectamente posible sin que se
observe ningún obstáculo legal para ello. Se agrega que nuestra legislación se
muestra complaciente al permitir modificaciones de sus preceptos en materias de
aun mayor trascendencia, como cuando permite alterar las reglas de responsabilidad
(arts. 1547 inc. final y 1558 inc. final CC). En este sentido se pronuncia SOMARRIVA.
Pero también se ha negado validez a estos pactos, estimándose que las reglas del
onus probandi son de orden público, en cuanto rigen las relaciones entre los
particulares y la autoridad jurisdiccional. De manera que la convención modificatoria
adolecería de objeto ilícito y, por tanto, de nulidad absoluta.
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Debe sostenerse que esta clase de convenios no son ajenos a la realidad de nuestro
país. Así, y refiriéndonos a materias relacionadas con el orden civil propiamente tal,
el art. 30 de la ley 19.668 admite las denominadas convenciones probatorias, por las
cuales las partes, de conjunto, podrán solicitar al juez de familia que de por
acreditados ciertos hechos, que no podrán ser discutidos en la audiencia de juicio.
Estas mismas convenciones las encontramos en el Código Procesal Penal (art. 275).
EL OBJETO DE LA PRUEBA
El objeto de la prueba es aquello sobre lo que versa la prueba, esto es, aquello
sobre lo que recae. Por lo mismo, el tema puede plantearse mediante la siguiente
interrogante: ¿qué se prueba?
Principio fundamental
Entonces, la prueba recae sobre los hechos, incluidos los actos jurídicos, que
también son hechos: hechos jurídicos voluntarios realizados por el hombre con la
intención de producir efectos jurídicos, esto es, con la intención de crear, modificar o
extinguir un derecho.
Conviene sí tener presente que puede ser importante determinar si lo que se está
probando es un hecho o un acto. En efecto, para la prueba de un hecho, en general,
no hay limitaciones. En cambio, cierta clase de actos no pueden probarse por
cualquier medio, existiendo limitaciones a la admisibilidad de algunos de ellos (por
ejemplo, arts. 1708 y 1709 CC).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Existen algunas excepciones, más bien aparentes, que imponen la prueba del
Derecho. En términos estrictos, considerando el Derecho en su sentido legal,
nacional y vigente, el principio enunciado no tiene excepciones.
Por otra parte, se ha discutido la necesidad de prueba del Derecho extranjero. Debe
precisarse que el cuestionamiento surge en relación con el Derecho extranjero, no
en relación con el Derecho Internacional en cuanto sea obligatorio para el país.
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Ahora bien, hay ocasiones en que el juez de un país debe aplicar el Derecho de otro.
En teoría, pueden distinguirse dos posturas extremas ante la interrogante de si debe
o no probarse el derecho extranjero:
b) La otra plantea todo lo contrario, esto es, que el Derecho extranjero es Derecho,
como el nacional y, por tanto, no requiere de prueba. Las pruebas que
pretendieran aportar las partes recaerían sobre un punto de derecho y por lo
tanto consistirían en simples argumentos. El juez tendría el deber de investigar el
derecho extranjero a aplicar.
Situación en Chile
- El art. 408 del Código de Derecho Internacional Privado, según el cual “los jueces
y tribunales de cada Estado contratante aplicarán de oficio, cuando proceda, las
leyes de los demás, sin perjuicio de los medios probatorios a que este capítulo se
refiere”.
- El art. 411 CPC, el cual dispone que podrá también oírse el informe de peritos
sobre puntos de Derecho referentes a alguna legislación extranjera.
Relacionando los dos textos legales citados, lo adecuado parece ser distinguir si el
Derecho extranjero a aplicar es o no el Derecho de un país signatario del Código de
Bustamante:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Primera cuestión
1. Como en los casos en que rige constituye Derecho, podría sostenerse que,
siendo así, es el juez quien debe conocerla y no requiere de prueba; si es
Derecho, sigue su regla (iura novit curia).
Segunda cuestión
Se discute también acerca de si, habiéndose dictado una o más sentencias en que
se da por establecida una costumbre, en un caso posterior no muy lejano en el
tiempo, bastaría con la indagación del caso precedente, remitiéndose a aquel el
fallo.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Sabemos que lo que se prueba son los hechos. Sin embargo, es preciso formular
algunas precisiones sobre lo que debe probarse en concreto, esto es, en una causa
judicial determinada:
1. En el plano no contencioso, los hechos que han de probarse son los invocados
por el interesado y que constituyen el supuesto fáctico de las normas jurídicas
que fundan las peticiones que se formulan al juez. Así, por ejemplo, cuando
alguien solicita la posesión efectiva de la herencia de una persona fallecida que
dejó testamento, la pide con fundamento en ciertas disposiciones del Código
Civil y del Código de Procedimiento Civil, las cuales tienen, como supuestos de
hecho: el fallecimiento del causante y el hecho de haber otorgado testamento.
Esos supuestos constituyen lo que debe probarse.
El art. 318 CPC dispone que “concluidos los trámites que deben preceder a la
prueba, ya se proceda con la contestación expresa del demandado o en su
rebeldía, el tribunal examinará por sí mismo los autos y si estima que hay o
puede haber controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio,
recibirá la causa a prueba y fijará en la misma resolución los hechos
substanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer. Sólo podrán fijarse
como puntos de prueba los hechos substanciales controvertidos en los escritos
anteriores a la resolución que ordena recibirla”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Sería erróneo entender que la disposición está limitando la prueba sólo a los
hechos que reúnan estas 3 características, es decir, pretender que los hechos
que deben probarse, en materia contenciosa, son sólo los que son o pueden ser
controvertidos, siendo substanciales y pertinentes.
Quedan excluidos de la prueba los hechos de prueba prohibida por la ley; los hechos
que la ley presume de derecho; y, los hechos notorios.
Por razones morales o de orden público, parece ser común en las legislaciones que
se prohíba expresamente la prueba de determinados hechos.
En nuestro país, solían mencionarse, como ejemplos, los hechos aludidos en los
arts. 182 y 288 CC, ambas prohibiciones eliminadas por la Ley 19.585. El art. 188
señalaba que “ninguna reclamación contra la legitimidad del hijo, sea hecha por el
marido, o por otra persona, tendrá valor alguno, si no se interpusiere en tiempo hábil
ante el juez, el cual nombrará curador al hijo que lo necesitare, para que le defienda
en él”. El art. 288 establecía que el hijo ilegítimo tenía derecho a que la madre lo
asistiera con los alimentos necesarios si no podía obtenerlos del padre, sin embargo,
dicha acción no podía intentarse en contra de una mujer casada.
Queda excluido de la prueba aquel hecho que la ley presume de derecho (art. 47
inc. final). Ello tendrá lugar siempre que estén probados los antecedentes o
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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circunstancias de donde la ley los infiere. Estos últimos habrán de ser probados
como cualquier otro.
Nótese que en este caso es la prueba en contrario la que queda excluida, pero bien
podría el favorecido con la presunción allegar pruebas que confirmen la existencia
del hecho presumido, sólo que el juez pudiera no considerarla por tratarse de un
hecho que no es ni puede ser controvertido.
3. Hechos notorios
En cuanto al concepto, hay también discrepancias entre los autores. Entre las
definiciones que reúnen los elementos que la generalidad de la doctrina exige,
pueden mencionarse:
La definición de KIRSCH: “los conocidos por todo el mundo, o por un gran círculo
de personas, con seguridad, ora porque son generalmente perceptibles, ora
porque su existencia consta históricamente o porque por la difusión que han
alcanzado están lo suficientemente acreditados”.
ALSINA los define como “aquel cuyo conocimiento forma parte de la cultura
normal propia de un determinado círculo social en el momento en que la decisión
se pronuncia”. Señala que es un concepto relativo: lo que es notorio hoy puede
no serlo mañana.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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constituirla hayan sido constatados por esa generalidad que la ha oído. El rumor es
aún más impreciso, frecuentemente de origen desconocido y consistente en vagas
descripciones de hechos o circunstancias que se supone han acaecido.
Puede observarse que la notoriedad implica publicidad, al ser conocido el hecho por
la generalidad de las personas.
d) Por último, cabe precisar que, en ciertos casos, la ley exige notoriedad como
característica que ha de tener un hecho para que pueda generar ciertos efectos
jurídicos. En tales ocasiones, lejos de relevar el hecho de prueba, debe no sólo
probarse el hecho mismo sino además la circunstancia de la notoriedad.
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El profesor Peñailillo señala que ha llegado a ser muy habitual plantear el tema
como “la prueba de los hechos negativos”, lo que parece una impropiedad, puesto
que la expresión hecho negativo es una contradicción. Un hecho, señala este autor,
no se compadece con su ausencia. Concluye que lo que se quiere analizar con esa
frase es la prueba de las negaciones o negativas.
Con base en las anteriores distinciones, es posible concluir que todas las
negaciones pueden probarse indirectamente, mediante la prueba del hecho positivo
contrario; salvo la negativa de hecho indefinida:
Relacionando lo dicho con el principio del onus probandi, resulta que, como las
negativas generalmente son susceptibles de prueba, el que las plantea deberá o no
probarlas según corresponda de acuerdo con el peso de la prueba. Si en el caso
concreto, según el principio del onus probandi a quien plantea la negativa le
corresponde el peso de la prueba, deberá probarla, salvo que su negativa sea de
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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En Chile no hay reglas sobre el tema: los criterios vistos pueden aplicarse sin
obstáculos. Los textos positivos ofrecen varios ejemplos de negaciones que deben
ser probadas; y en varios de ellos se precisa que el peso de la prueba es de quien la
formula. Por ejemplo, arts.1654, 2295, 2298.
VALORACIÓN DE LA PRUEBA
Características
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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En Chile, pueden mencionarse los siguientes casos en que existe valoración legal:
1. Prueba instrumental
2. Confesión judicial sobre hecho personal
3. Presunciones legales y de derecho
4. Inspección personal del tribunal
En todo caso, como ya se dijo, aunque aquí la tasación es legal, más bien podría
decirse que la determinación del valor en lo fundamental está dispuesta por la ley,
pero siempre se deja un margen a la apreciación del tribunal, que cabe en
expresiones imposibles de precisar con exactitud en abstracto, como son “hace fe”,
“base de presunción judicial”, “producirá prueba”, que emplean los textos.
Por lo mismo, como la valoración ha quedado entregada a la sana crítica del juez,
una valoración calificable simplemente de equivocada o errónea, no justificaría una
revisión vía casación.
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Sobre el particular, con las modificaciones a los sistemas probatorios que han tenido
lugar con la entrada en vigencia de la reforma procesal penal y de los tribunales de
familia, los cuerpos legales respectivos han ordenado al juez, al valorar la prueba en
la sentencia, no contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia
y los conocimientos científicamente afianzados (art. 32 Ley 19.968).
Precisión importante
b) Pero debe tenerse en cuenta que, en algunos casos, los requisitos establecidos
por la ley son de naturaleza objetiva, y si se infringe, se viola una norma
sustantiva por lo que procedería la revisión en casación en el fondo. Este último
sería el caso de la regla 2ª del art. 384 del CPC, que impone varios requisitos
objetivos que deben reunir los testigos para que el juez pueda atribuirles valor de
plena prueba. Se produciría infracción de ley si, por ejemplo, se les da valor de
plena prueba a testigos que fueron tachados o no fueron legalmente
examinados.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Por último, a veces dispone que el medio podrá constituir prueba plena o semiplena
según el criterio fundado del tribunal (por ejemplo, en la prueba de testigos,
conforme al art. 384 del CPC).
a) Si la contradicción se produce entre una prueba plena y una semiplena, por los
conceptos mismos de cada una, hay que concluir que ha de prevalecer la plena,
lo que equivale a concluir que se dará por probado el hecho que se desprende
de la plena, o con las características que se desprenden de la plena.
Para el desarrollo fructífero del proceso intelectual del juez al valorar la prueba,
conviene distinguir dos fases: el análisis extrínseco u objetivo y el análisis intrínseco
o subjetivo. El análisis extrínseco implica examinar el aspecto de la autenticidad y, a
veces, la sinceridad del medio probatorio. El análisis intrínseco implica examinar su
exactitud y credibilidad.
El juez al valorar cada medio, habrá de examinar cada uno de estos aspectos
separadamente, uno en pos de otro, para arribar a un resultado certero.
1. El juez está obligado a establecer en la sentencia, todos los hechos sobre que
versa la cuestión que debe fallarse (art. 170 N°4 del CPC y Auto Acordado de la
Corte Suprema sobre la forma de las sentencias).
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Si la ley ordena establecer los hechos, está implícito que debe valorarse la
prueba rendida, puesto que valorándola llegará el juez a ese establecimiento; el
auto acordado referido declara expresamente que debe, en la sentencia,
valorarse la prueba.
2. Por otra parte, también por disposición de la ley procesal, el tribunal debe decidir
el asunto controvertido, debiendo esta decisión comprender todas las acciones y
excepciones que se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la
resolución de aquellas que sean incompatibles con las aceptadas (art. 170 N°6
del CPC y Auto Acordado de la Corte Suprema sobre la forma de las sentencias).
Podría estimarse que en aquellos casos en que el juez no resuelve una acción o
excepción por ser incompatible con una que acogió, quedaría relevado del deber
de establecer los hechos que dicen relación con esas acciones o excepciones no
resueltas y, por lo tanto, relevado también de valorar la prueba conducente al
establecimiento de esos hechos.
SECCIÓN SEGUNDA:
PARTE ESPECIAL. MEDIOS DE PRUEBA EN PARTICULAR
CONCEPTOS GENERALES
Los medios probatorios son los elementos que en un sistema jurídico se consideran
idóneos para producir convicción en el juzgador. Su regulación implica elegir una
opción fundamental y la decisión contribuye a caracterizar el sistema probatorio
respectivo. Las alternativas son:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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3. Por último, la alternativa intermedia, de que la ley fije algunos medios que el juez
no puede desconocer, entregando a su prudencia el aceptar o rechazar otros.
En el sistema del CC y CPC, los medios están establecidos taxativamente por la ley:
2. El art. 341 CPC: “los medios de prueba de que puede hacerse uso en juicio son:
instrumentos; testigos; confesión de parte; inspección personal del tribunal;
informes de peritos; y presunciones".
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Escapan a una calificación la inspección personal del juez y las presunciones, por su
naturaleza de procesos intelectuales que son desarrollados por el juez.
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b) Es prueba indirecta aquella que versa sobre un hecho diferente del que se
pretende probar, de modo que éste puede llegar a darse por probado sólo
mediante una deducción o inducción del juez, a través de un proceso de
razonamiento.
En todo caso, es preciso observar que, en este sentido, cualquier prueba puede ser
directa o indirecta, según respecto de qué hecho se analice. Así, la inspección de un
cuerpo herido es prueba directa de la herida, e indirecta del acto de herir.
Es prueba de cargo aquella que persigue satisfacer la carga que pesa sobre el que
la presenta. El que tiene el peso de la prueba, para cumplir con ese peso y para dar
por establecido el hecho que él debe establecer, presenta una prueba, que será
entonces de cargo. Es prueba de descargo la que persigue desvirtuar la prueba
suministrada por el adversario (es llamada también contraprueba o prueba
contraria).
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Es prueba plena (o perfecta, o completa) la que por sí sola basta para demostrar el
hecho de que se trata. Es prueba semiplena (o imperfecta, o incompleta) la que por
sí sola no hasta para demostrar el hecho y requiere, por tanto, de la concurrencia de
otras pruebas para lograr esa demostración o convicción.
Es útil precisar uno u otro carácter que tenga cierta prueba, pues a medida que
aumentan los hechos intermedios aumentan las probabilidades de errores de
percepción, de deducción, etc. En suma, cuanto mayor es el grado de la prueba,
menor es su valor de convicción.
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Pero las pruebas sumarias son también reconocidas; por excepción, en ciertas
situaciones, se les confiere valor. Así, están definidas en el art. 818 inc. 3° del CPC,
y se les asigna valor, por ejemplo, en materias de jurisdicción no contenciosa.
Según la época en que surgen respecto del proceso en que obran, se distinguen:
Generalidades
Documento e instrumento
Documentos "son todas las cosas donde se expresa, por medio de signos, una
manifestación del pensamiento. Es indiferente el material sobre el que los signos
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“No son, en cambio, documentos los medios que, aun empleándose para expresar
un pensamiento, no llevan signo de escritura alguno, como, por ejemplo, los hitos de
las lindes".
Todo esto sin perjuicio de reconocerse que los documentos señalados son
elementos de la prueba instrumental.
Título e instrumento
Clasificaciones
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2.- Según la razón por la cual se exigen, los instrumentos pueden ser por vía
de solemnidad o por vía de prueba
Los instrumentos exigidos por vía de prueba (ad probationem) son los que se limitan
suministrar datos sobre un hecho o estado jurídico, que no está formalizado en ellos,
sino que existe fuera y del cual no forman parte como requisito constitutivo. Por eso,
su omisión no afecta la existencia o validez del acto y puede probarse por otros
medios.
Original y copia
De acuerdo al art. 342 CPC (N°2, 3 y 4), tanto el original del instrumento público
como la copia dada u obtenida en conformidad a los requisitos legales, son
considerados instrumentos públicos.
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De la definición del art. 1699, se desprende que deben concurrir tres requisitos para
que un instrumento tenga la calidad de público o auténtico:
De ahí que el inc. 1° del art. 1701 disponga que "la falta de instrumento público no
puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad, y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se
prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula
penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno".
La ley va más allá todavía. Establece que ni siquiera la confesión judicial tiene valor
para acreditar la existencia de un acto o contrato cuya solemnidad es el instrumento
público, si se omite (art. 1713).
Para que el instrumento público nulo valga como privado, debe reunir siguientes
requisitos:
1. Debe ser nulo por incompetencia del funcionario o vicios en la forma, (escritura
pública en que no concurren testigos o no la firman éstos o en idioma extranjero,
etc.).
2. Debe referirse a actos o contratos en que la ley no requiera el instrumento
público como solemnidad.
3. Debe estar firmado por las partes.
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La escritura pública
Para que un instrumento público sea escritura pública, debe llenar tres requisitos:
ser autorizado por un notario competente; incorporarse en un registro público o
protocolo y otorgarse con las solemnidades legales.
El art. 426 Nº1 COT dispone que no se considera pública o auténtica la escritura
autorizada por persona que no sea notario, o por notario incompetente, suspendido
o inhabilitado en forma legal.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Ahora bien, como puede apreciarse, es la escritura pública misma la que se escribe
en el protocolo. En la práctica, las partes llevan el borrador de la escritura a la
Notaría y, una vez allí, dicho borrador se copia o escribe en el protocolo. A ello se
refiere la ley cuando habla de incorporar la escritura en el protocolo. Lo que se da a
las partes no es, pues, esta escritura, sino copias fieles de la escritura, esto es,
documentos en que consta la transcripción de la matriz extendidos con arreglo a la
ley.
O sea, cumplir con los requisitos que la ley prescribe según su naturaleza.
Ya hemos dicho que la escritura pública misma se llama matriz y queda incorporada
en el protocolo del cual forma parte. Matriz es la escritura extendida con las
formalidades legales en el registro del notario y que sirve de fuente para sacar de
ella las copias y testimonios que pidan los interesados.
Conforme al art. 421 COT, sólo podrán otorgar copias autorizadas de escrituras
públicas o documentos protocolizados el notario autorizante, el que lo subroga o
suceda legalmente o el archivero a cuyo cargo esté el protocolo respectivo. El
artículo 422 COT expresa que en las copias deberá expresarse que son testimonio
fiel de su original y llevarán la fecha, la firma y sello del funcionario autorizante. El
notario deberá otorgar tantas copias como se soliciten, pero no podrán entregar
copia de una escritura pública mientras no se hayan pagado los impuestos que
correspondan.
El art. 1700 se refiere a este punto, señalando que “el instrumento público hace
plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado y su fecha, pero no en cuanto a la
verdad de las declaraciones que en él hayan hechos los interesados. En esta parte
no hace plena fe sino contra los declarantes. Las obligaciones y descargos
contenidos en él hacen plena prueba respecto de los otorgantes y de las personas a
quienes se transfieran dichas obligaciones y descargos por título universal o
singular”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Se entiende que cuando la ley habla de que el instrumento “hace plena fe”, se está
refiriendo a que el instrumento hace plena prueba, lo que quiere decir que se prueba
a sí mismo sin necesidad de recurrir a otras pruebas complementarias.
Para analizar el valor probatorio del instrumento público, debe distinguirse entre: 1)
el otorgamiento del instrumento público; 2) declaraciones del funcionario autorizante;
3) declaraciones de las partes.
El instrumento público hace plena prueba, tanto entre las partes como respecto de
terceros, del hecho de haberse otorgado realmente por las personas y de la manera
que el instrumento expresa. Así, un instrumento público constituye plena prueba y
acredita suficientemente:
a) que se otorgó
b) que comparecieron tales y cuales personas
c) que los comparecientes formularon tales y cuales declaraciones
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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a) En lo que dice relación con las declaraciones efectuadas por las partes, el
instrumento público hace plena prueba en cuanto al hecho de haberse formulado.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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El artículo 1700 puede inducir a errores sobre el particular, en cuanto señala “que el
instrumento público, en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan
formulado los interesados, no hace plena fe sino contra los declarantes”. El equívoco
proviene de que el art. 1700 confundió el efecto probatorio del instrumento y el
efecto obligatorio del acto o contrato de que dicho instrumento da cuenta.
a) El art. 429 inc. final CPC, establece que las reglas sobre impugnación de la
autenticidad de una escritura pública no se aplican cuando se trata de impugnar
la verdad de las declaraciones de la escritura.
b) Todavía más, si se diera al art. 1700 el alcance que parece derivarse de su tenor
literal, se caería en el absurdo de no poder probarse jamás frente a terceros los
actos y contratos de que da cuenta el instrumento público. En consecuencia, el
art 1700 no puede interpretarse en ese sentido, porque conduce al absurdo y
toda interpretación que lleva al absurdo debe rechazarse.
Así, los terceros deben partir de la base de que las declaraciones dispositivas son
verdaderas, y por ellas deben pasar mientras no demuestren lo contrario. Ello resulta
de la simple aplicación de las reglas del onus probandi.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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El Código sólo se refiere a las partes, sin embargo, ello tiene una explicación: el
artículo fue copiado del Código Francés, manteniendo la confusión entre el efecto
obligatorio del acto y el valor probatorio del instrumento.
El instrumento público puede ser impugnado por vía de nulidad; por falta de
autenticidad; y, también, por la falsedad de las declaraciones contenidas en el
instrumento, destruyendo la presunción de veracidad que las ampara. Y si bien entre
caso no se impugna el instrumento, su mérito probatorio queda indirectamente
afectado, pues se desvirtúan las declaraciones en él consignadas.
La nulidad por causa del funcionario autorizante puede deberse a incompetencia del
funcionario o a su falta de investidura:
b) por otra parte, el funcionario puede ser incompetente en razón de la materia o del
territorio. En estos casos, claramente los instrumentos serán nulos en virtud de lo
dispuesto en el art. 7 de la Constitución Política.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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que remitirse a la ley y ver caso a caso si tal omisión amerita o no sanción, por
ejemplo:
a) en el caso de las escrituras públicas, no existen más causales de nulidad que las
que expresamente establece el COT (art. 412), no aplicándose las normas de los
arts. 1682 y ss. CC.
b) los casos en que la ley no sanciona con la nulidad tales omisiones, como el caso
del art. 1026 CC, que admite la validez del testamento solemne en que se
hubieren omitido ciertas designaciones prescritas por la ley, siempre que no
haya duda acerca de la identidad personal del testador, escribano o testigo.
En cuanto a la prueba, puede recurrirse a todos los medios de prueba legal, incluso
la prueba testimonial, en cuanto, al tratarse de la prueba de un hecho, la ley no ha
establecido limitación alguna. Por lo demás, el art. 355 CPC establece que en los
incidentes sobre autenticidad de un instrumento se admitirán como medios
probatorios, además del cotejo de letras, los medios que la ley autoriza para la
prueba del fraude.
a) La concurrencia de 5 testigos.
b) Que dichos testigos reúnan las condiciones expresadas en la regla segunda del
art. 384 CPC.
c) Que dichos testigos acrediten que la parte que se dice haber asistido
personalmente al otorgamiento, o el escribano o alguno de los testigos
instrumentales, ha fallecido con anterioridad o ha permanecido fuera del lugar en
el día del otorgamiento y en los 70 días subsiguientes (existe aquí una
contradicción con el COT pues aquél permite firmar las escrituras dentro los 60
días).
d) Por último, la disposición establece que, sin embargo, esta prueba queda sujeta
a la calificación del tribunal, quien la apreciará según las reglas de la sana crítica.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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En una acepción amplia, son instrumentos privados los otorgados por los
particulares sin intervención de funcionario público en su calidad de tal. El Código
Civil no define al instrumento privado, pero puede decirse que se trata de “cualquier
escrito otorgado por las partes y firmado por éstas, que no cumpla con los requisitos
para constituir instrumento público”.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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de cambio o del pagaré, instrumentos privados que deben cumplir con las
formalidades que establece la ley.
Exigencia de la firma
Esta parece también ser la idea general de nuestra legislación, como lo demuestra:
1. El art. 1701, que señala que fuera de los casos en que se exige el instrumento
público por vía de solemnidad, el instrumento público nulo valdrá como
instrumento privado si estuviere “firmado” por las partes.
Según el art. 1704, ellos hacen fe contra el que los ha escrito o firmado en
aquello que aparezca con toda claridad y con tal que el que quiera aprovecharse
de ellos no los rechace en la parte que le fuere desfavorable.
2. Algo similar ocurre tratándose de las notas escritas o firmadas por el acreedor a
continuación, al margen o al dorso de una escritura (art. 1705), las que hacen fe
en todo lo favorable al deudor, siempre que:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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De acuerdo al art. 346 CPC, los instrumentos privados se tendrán por reconocidos:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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El reconocimiento debe ser hecho por la persona que aparece o se reputa haberlo
suscrito.
El instrumento privado, según se desprende del Nº3 del artículo 346 del CPC, puede
impugnarse: 1) por falta de autenticidad o falsedad; y, 2) por falta de integridad.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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La fecha del instrumento público es para todos la que él indica, porque es algo que
constata el funcionario público autorizante.
Para determinar la fecha de un instrumento privado, hay que distinguir entre las
partes y los terceros:
Por ello, la ley, cautelando los intereses de los terceros extraños al otorgamiento
del instrumento, adopta como fecha cierta a su respecto aquella desde la cual ya
no es posible su adulteración.
Es el art. 127 del Código de Comercio, que dispone que las escrituras privadas que
guarden conformidad con los libros de los comerciantes hacen fe de su fecha
respecto de terceros, aun fuera de los casos que enumera el art. 1703 CC.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
CONTRAESCRITURAS
Clases de contraescrituras
Hay que distinguir los efectos respecto de las partes y respecto de terceros:
1.- Respecto de las partes. Dado que todo contrato legalmente celebrado es una ley
para las partes (art. 1545 CC), la contraescritura produce todos sus efectos entre las
partes.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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2.- Respecto de terceros. Las contraescrituras privadas y las públicas de las cuales
no se ha tomado la razón de que habla la ley, no producen efecto contra terceros
(art. 1707).
Se ha entendido que los terceros a que alude la disposición son todos aquellos que,
no habiendo figurado en la contraescritura y habiendo ignorado su existencia, tienen
interés en invocar las disposiciones del acto ostensible para salvaguardar los
derechos que derivan de las partes contratantes. Es decir, no se refiere a los
terceros absolutos, puesto que para ellos no habría sido necesario dictar una
disposición como el art. 1707.
Asimismo, se ha resuelto que, a contrario sensu del art. 1707, si los terceros quieren
invocar las disposiciones de la contraescritura, sí lo pueden hacer.
LA PRUEBA TESTIMONIAL
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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Por las razones expuestas, el legislador hubo de acoger la prueba de testigos, pero
tomó precauciones para evitar inconvenientes, excluyéndola para la prueba de
ciertos actos.
b) Los actos que contienen la entrega o promesa de una cosa que vale más de 2
unidades tributarias (art. 1709 inc. 1°). De acuerdo al inciso final de esta misma
disposición, no se incluirá en esta suma los frutos, intereses u otros accesorios
de la especie o cantidad debida.
El hecho de que los actos que contienen la entrega o promesa de una cosa que
vale más de 2 unidades tributarias no puedan probarse por escrito, no significa
que no puedan probarse por otros medios; por el contrario, pueden probarse por
cualquier otro medio, por ejemplo, por la confesión judicial.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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De acuerdo con el art. 1709 inc. 2º, no será admisible la prueba de testigos en
cuanto adicione o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni
sobre lo que se alegue haberse dicho antes, o al tiempo o después de su
otorgamiento, aun cuando en algunas de estas adiciones o modificaciones se trate
de una cosa cuyo valor no alcance las 2 unidades tributarias.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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CLARO SOLAR sostiene la negativa, pues la ley dice categóricamente que la prueba
de testigos no es admisible aun cuando en algunas de estas adiciones o
modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no alcance a la referida suma.
Los principios que rechazan la prueba por testigos, excluyendo el caso de los actos
solemnes cuya solemnidad es la escrituración (art. 1701), admite los siguientes
casos de excepción, contemplados en el art. 1711:
Principio de prueba por escrito, de acuerdo al inc. 1° del art. 1711, es un acto escrito
del demandado o de su representante que hace verosímil el hecho litigioso.
El principio de prueba por escrito por sí solo no acredita el hecho discutido. Pero,
junto a las declaraciones de los testigos, permite completar la acreditación de un
hecho.
Los siguientes requisitos debe reunir el documento para que constituya principio de
prueba por escrito:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
También se admite la prueba testimonial cuando haya sido imposible obtener una
prueba escrita. La imposibilidad puede ser física o moral:
Así, por ejemplo, conforme al art. 128 del Código de Comercio, la prueba de testigos
es admisible en los negocios mercantiles, cualquiera sea la cantidad que importe la
obligación que se trate de probar, salvo los casos en que la ley exija escritura
pública.
Testigos presenciales son terceros ajenos al acto o hecho debatido que pueden
afirmar la existencia de un hecho porque estuvieron presentes en el momento de su
realización. Testigos de oídas son aquellos que pueden afirmar la existencia del
hecho o acto, no por haberlo presenciado, sino porque tuvieron conocimiento del
mismo por el dicho de otras personas.
A éstos la ley no les atribuye gran valor probatorio. Ello, porque relatan hechos que
no han percibido por sus propios sentidos y que sólo conocen por el dicho de otras
personas. Únicamente podrán estimarse como base de una presunción judicial.
El art. 384 CPC da diversas reglas para determinar el valor probatorio de las
declaraciones de testigos presenciales. Como dice VODANOVIC, todas esas normas
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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c) 3ª regla. Cuando los testigos de una parte sean contradictorias con las de los
testigos de la otra, los tribunales tendrán por cierto lo que declaren aquellos que,
aun siendo menor en número, parezca que dicen la verdad por estar mejor
instruidos de los hechos, o por ser de mejor fama, más imparciales y verídicos, o
por hallarse más conforme en sus declaraciones con otras pruebas del proceso.
d) 4ª regla. Cuando los testigos de una y otra parte reúnan iguales condiciones de
ciencia, de imparcialidad y de veracidad, los tribunales tendrán por cierto lo que
declare el mayor número.
e) 5ª regla. Cuando los testigos de una y otra parte sean iguales en circunstancias y
en número, de tal modo que la sana razón no pueda inclinarse a dar más crédito
a los unos que a los otros, los tribunales tendrán por no probado el hecho.
LAS PRESUNCIONES
De acuerdo al art. 47 CC, “se dice presumirse el hecho que se deduce de ciertos
antecedentes o circunstancias conocidas”. Estos antecedentes o circunstancias
conocidos de los que se deduce un hecho desconocido o incierto, se denominan
hechos base o indicios.
Según las establezca la ley o el juez, las presunciones pueden ser legales o
judiciales (1712 inc. 1º).
PRESUNCIONES JUDICIALES
Las presunciones judiciales son las que establece el juez fundado en las
circunstancias o antecedentes contemporáneos o subsiguientes al hecho principal
que se examina.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
La ley no las puede enumerar, porque son infinitas: tantas cuantas los jueces
puedan establecer.
Las presunciones judiciales deben ser graves, precisas y concordantes (art. 1712
inc. final):
1. Deben ser graves, o sea, que la conclusión que se desprende sea una
consecuencia lógica de hechos concluyentes que se conocen.
3. Deben ser concordantes, o sea, que todas ellas guarden relación entre sí, sin
que puedan destruirse las unas a las otras.
4. De lo anterior, también se colige que las presunciones deben ser más de una,
dado que la norma está redactada en plural. Por ello, se le agrega como requisito
que las presunciones sean múltiples.
Sin embargo, de acuerdo con el art. 426 inc. 2º CPC, una sola presunción puede
constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga caracteres de
gravedad y precisión suficientes para formar su convencimiento. Ejemplo de
presunción grave: la confesión extrajudicial prestada ante la parte que la invoca;
o ante juez incompetente pero que ejerce jurisdicción (art. 398 inciso 2° CPC).
Una sola presunción basta cuando a juicio del tribunal reúne los caracteres de
gravedad y precisión suficientes para formar su convencimiento (art. 426 inc. 2°
CPC).
Como se desprende de esta disposición, los jueces del fondo son soberanos para
establecer las presunciones. Pero esto no quiere decir que el juez puede limitarse a
expresar que tales y cuales hechos lo llevan a establecer la presunción: debe
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
PRESUNCIONES LEGALES
No hay que confundir las presunciones legales con las ficciones legales. Fingimos lo
que sabemos que no es; presumimos lo que suponemos ser verdad. Sin embargo,
las ficciones legales producen un efecto idéntico al de las presunciones de derecho,
y es que no admiten prueba en contrario, y hasta usa la ley a veces la misma
expresión, “se reputa”, “se entiende” (por ejemplo, arts. 718 y 1344),
2. Presunciones de derecho
1. Las presunciones de derecho tienen el valor de una plena prueba, que, además,
no admiten prueba en contrario.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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presunción hasta el perjudicado con ella. Por lo tanto, producen plena prueba
mientras no se les desvirtúe, mientras no se pruebe en contrario.
LA CONFESIÓN DE PARTE
Confesión es la declaración por la cual una persona reconoce, y, con ella, prueba
contra sí misma, la verdad de un hecho o efecto jurídico que le perjudica.
Características de la confesión
De acuerdo con el art. 1713 CC, la confesión judicial puede hacerse por la parte: 1)
personalmente; 2) por medio de representante legal; y, c) por medio de mandatario o
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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b) los casos en que la ley faculta al juez para que, a petición de parte, de por
confesados los hechos.
b) Confesión presunta es la que el juez declara como tal, porque la ley la deduce
de ciertos hechos, cuales son los indicados en el art. 394 CPC:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Confesión pura y simple es aquella en que el confesante reconoce los hechos lisa y
llanamente, en toda su integridad y en la misma forma en que lo invoca el contendor.
En general, se dice que para confesar hay que tener la capacidad de disposición del
derecho a que la confesión se refiere, porque si bien la disposición no resulta de la
confesión sino del acto a que ella se refiere, prácticamente el que confiesa no tener
un derecho hace lo mismo que el que dispone de éste.
Dentro de nuestro Derecho, puede decirse que sólo los que tienen capacidad para
estar en juicio pueden prestar válidamente la confesión judicial.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
La confesión judicial hace plena prueba de los hechos confesados respecto del
confesante, salvo en aquellos casos en que no es admitida la confesión (arts. 399
CPC y 1713 CC).
b) En los casos expresamente exceptuados por la ley, por ejemplo, arts. 157, 1739
inc. 2° y 2485.
Indivisibilidad de la confesión
1. Regla general
2. Excepciones.
El art. 401 inc. 2° CPC establece que la regla de la indivisibilidad tiene dos
excepciones. En consecuencia, la confesión podrá dividirse:
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
Dr. Carlos Céspedes M.
Irrevocabilidad de la confesión
La confesión no puede dejarse sin efecto por la sola voluntad del confesante: es
irrevocable. Surge la pregunta: ¿desde cuándo la confesión es irrevocable: desde el
momento en que se presta o desde el momento en que la parte beneficiada la
acepta expresa o tácitamente?
De acuerdo al inc. 2° del art. 1713 CC y 402 CPC, no podrá el confesante revocar la
confesión a menos que pruebe que ha sido el resultado de un error de hecho. La
irrevocabilidad, entonces, no es absoluta: ella puede revocarse cuando haya
obedecido a un error de hecho.
El art. 1698 CC habla de la inspección personal del juez, mientras que el Código de
Procedimiento Civil habla de la inspección personal del tribunal, dejando en claro
que no la lleva a cabo el juez solo, sino que debe efectuarla el juez acompañado del
secretario u otro ministro de fe.
En materia civil, la inspección personal tiene lugar cuando la ley lo ordena o cuando
el juez estime necesario decretarla (art. 403 CPC), previo decreto del juez
designando día y hora con la debida anticipación, a fin de que puedan concurrir las
partes con sus respectivos abogados, el juez y el secretario se trasladan al lugar del
hecho, aun fuera del territorio jurisdiccional del tribunal.
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Acto jurídico y prueba de las obligaciones
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INFORME DE PERITOS
1. Obligatorio
Es obligatorio en el caso que establece el art. 409 CPC, de acuerdo con el cual “se
oirá informe de peritos en todos aquellos casos en que la ley así lo disponga, ya sea
que se valga de estas expresiones o de otras que indiquen la necesidad de consultar
opiniones periciales.”
La ley dispone el informe de peritos, por ejemplo, en los casos de interdicción por
causa de demencia (art. 460 CC); en los juicios sobre servidumbre de tránsito (art.
848 CC); en el cotejo de letras (art. 350 CPC); etc.
Según se desprende del art. 410 CPC, el informe de peritos es obligatorio cuando la
ley ordena que se resuelva un asunto en juicio práctico o previo informe de peritos.
2. Facultativo
La regla general es que todas las personas tienen capacidad para ser perito, salvo:
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