La Vos de Juana
La Vos de Juana
La Vos de Juana
20 CUADERNOS DE PICADERO
que cuando digo cama, extraño a Juana. Qué llorar al mismo tiempo. La quiero abrazar para
extraño. (Respira). Cuando llegué a las islas besarla y no llego. Estiro la mano y se aleja de
lo primero que me sorprendió fue no ver la mi cuerpo. Se achica en el espacio, empiezo a
costa cerca. Me las imaginé siempre que me correr y es como si doblara en las esquinas. La
las imaginaba como dos puntitos en el mapa. pierdo de vista. Juana. Juana. Grito su nombre
El frío entraba por los pies y llegaba hasta los en el viento y escucho que también me llama.
huesos. Una capa de lluvia fina como una sá- ¡Juana! ¡Juana! No escucho su voz. No escucho
bana cubriendo el cielo. Al sol no lo vi. Solo más a Juana decir mi nombre. Y si mi voz no
brillaban las bombas. (Pausa). ¿Desde qué sirve para llegar hasta ella, ¿para qué la tengo?
lugar hablo? Digo, ¿desde dónde habla uno? Digo, ¿desde qué lugar hablo? ¿Desde dónde
A veces me imagino mi vida, cómo hubiera habla uno? (Entrecierra los ojos). Me caigo. Me
sido mi vida si no hubiese sido como ahora estoy cayendo. Esta vez no pude disparar pri-
es. (Traga saliva). El día que maté fue algo que mero. Un ardor en el pecho y sentir el corazón
inevitablemente iba a suceder. Como mojar- que explota en un segundo. Es tan difícil vivir
se cuando llueve o tener hambre mirando el y parece tan simple morir. Caigo con los ojos
mar. Nos reconocimos por no ser parecidos abiertos como frutillas. Lo último que veo es
en nada. Nos paramos de frente y en silencio. el cielo, nubes blancas de postre y crema. La
Hubo algo que sí me pareció familiar. En sus tierra mojada de Malvinas me hace acordar a
ojos. En los míos. El miedo se parece en todo mi cama. Qué extraño. Me parece que cuando
el mundo. La mirada está velada, aguardando, digo cama, extraño a Juana.
y las cosas caen, de pronto, en un velo. Eso es
el miedo: los ojos velados. Teníamos que ser
hombres y éramos miedo. Yo disparé primero
porque… qué sé yo por qué. Continuamente
me lo pregunto. Si cierro los ojos puedo escu-
char perfectamente el ruido de su cuerpo ca-
yendo. Como un trueno apagado. Como una
ola golpeando el muelle. Me acerqué sin saber
qué hacer y le pedí perdón. Por él, por mí. En
nombre de todo, qué sé yo, me sentí en ese
momento responsable de todo en general y le
pedí perdón. (Toma aire). Juana está vestida
de fiesta, es Año Nuevo. Mirándome y riéndo-
se. Tiene el sol metido en la boca. Su sonrisa
brilla. Baila un paso torpe que me hace reír y