La Tunda

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TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

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UNIVERSIDAD DE LAS ARTES
Rector, Ramiro Noriega
6 Vicerrector de Investigación y Posgrado, Raúl Vallejo
Vicerrectora Académica, María Paulina Soto
Vicerrector de Vínculo con la comunidad, Andrey Astaiza

Primera Edición

D.R. © Universidad de las Artes 2018


D.R. © Ibsen Hernández Valencia, 2018

De las Ilustraciones

© Jimmy Peñaherrera S.

UARTES EDICIONES
Director, Fernando Montenegro
Diseño y Maquetación, José Ignacio Quintana
Diseño de portada, María Mercedes Salgado

ISBN: 978-9942-977-13-7
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

A Francisca Nicolasa y José


Lizandro, Mamá y Papá.

A Juan García y a todos aquellos que entregaron sus


sueños y sus vidas, a los que superaron la muerte. 7

Está dedicada a aquellos negros y negras, que fueron


capaces de generar pensamientos cimarrónicos, para
fortalecer la identidad ecuatoriana.
8
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Prólogo

Ana Carrillo / Bradley Hilgert

Cada vez que tengo necesidad de posicionar mi ser para


los diálogos con los distintos, para la conversación con
los diferentes, camino a la casa de la memoria y la voz de
los ancestros me dicen cómo tengo que contestar, cómo
tengo que responder cuando el distinto me dice que soy
distinto y la casa de la memoria me lo dice, porque la
casa de la memoria es la casa de la sangre, es la casa
9
de los ancestros. La casa de la memoria es el referente
concreto que tenemos para buscar los orígenes del ser,
especialmente el del ser negro.
Juan García Salazar (2009)

Es mejor que este texto empiece advirtiendo sobre el peligro que


emerge al ser escogidos para escribir este prólogo. Sucede, en
gran parte, que debemos reconocer lo lejos que estamos -como
sociedad, pero también como sujetos- de romper las cadenas
racistas y los legados de la esclavitud que constituyeron y siguen
constituyendo nuestra modernidad. Una revisión rápida del
estatus de las minorías étnicas en el ámbito académico y de
producción simbólica en el Ecuador confirmará que la cultura
afro-ecuatoriana sigue ocupando un lugar periférico dentro del
imaginario nacional. El libro de Ibsen Hernández se posiciona
contra esta situación socio-histórica, reclamando el derecho de los
negros de formar parte íntegra del Estado plurinacional y de ser
incluidos en su imaginario, su literatura y su memoria en igualdad
de condiciones, a partir de sus diferencias. El peligro, entonces, de
que nosotros — una mujer mestiza de Quito y un hombre blanco
de Estados Unidos — escribamos el prólogo del texto de Ibsen es
que seamos quienes pongamos en discusión el valor de este libro.
Quisiéramos entonces construir la presentación de este libro sin
terminar re-presentando al autor y a la misma cultura que produjo
Te daré una tunda. Esperamos pasar esta prueba.
Uno de los mensajes importantes del texto es la afirmación
de que la producción desde el pensamiento afro-ecuatoriano
no necesita otra voz que la legitime y la introduzca en un tipo de
tradición diferente. El autor no quiere recibir un gesto que viabilice
la incorporación subordinada de la tradición negra en un circuito
cultural dominado por y desde la continuidad de un Estado blanco-
10 mestizo. Construye la noción de una cultura autodeterminada, que
se recrea e interpreta a pesar de las imposibilidades de la Historia y
la política. Este libro no carece de nuestro prólogo; no hace falta que
nosotros subrayemos sus aportes. Habla por sí solo. Con nuestro
pequeño texto, no pretendemos hablar por Ibsen, por el libro ni por
la cultura afro-ecuatoriana. Más bien, nuestra intención es hablar
del efecto y afecto que produce estar en diálogo con pensadores
políticos de gran valía que llamen la atención sobre nuestra
imposibilidad de pensar profundamente en el sentido de lo diverso.
Para hablar de eso, nos parece que un buen punto de partida es
el tema del sujeto que habla. Ibsen nos anuncia desde la dedicatoria
que este libro se escribe desde el “pensamiento cimarrónico”1.
En el glosario, el término cimarrón/a se define como “hombres o
mujeres esclavizados que se liberaban y que además procuraron

1 Hernández, Ibsen, Te daré una Tunda, (Guayaquil: UArtes Ediciones, 2018).


TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

terminar con el sistema esclavista y de esclavitud”2. Nos parece


importante resaltar esta naturaleza oposicional del sujeto cimarrón
que re-escribe la historia en este texto. Se opone a los legados que
nombramos en el primer párrafo pero no es una simple oposición-
rebeldía sino es una posición que hace frente al sistema de muerte
y violencia que ha marcado nuestras sociedades. Es decir, el
pensamiento cimarrónico que Hernández ejemplifica en su texto
es la descolonialidad encarnada, ya que incluye este doble gesto
de denunciar el sistema actual y anunciar con su propia vida otro
mundo posible.
El pensamiento cimarrónico no representa una superioridad
negra -que tanto tememos los no-negros-; es, por el contrario, el
pensamiento de un ser opuesto a una estructura de muerte que
oprime de manera diferenciada a la totalidad de lo social. Los
cimarrones, los palenkeros, después de liberarse, regresan siempre
por sus hermanos, buscan las maneras de restituir un proyecto de 11
libertad común desde lugares externos a esos lazos de opresión.
Por eso, Hernández es explícito en su texto sobre el propósito de
este pensar: “En la Tunda está escrito el inicio del cimarronaje.
Es necesario saber que el cimarronaje era un proyecto de vida que
buscaba construir una sociedad nueva”3. La ontología relacional
sobre la que está construida la (inter)subjetividad de los grupos
de cimarrones obliga a pensar en lo limitado de un camino de
liberación individual/ista; fomenta, en su preocupación por la
ausencia del otro, el proyecto contra-hegemónico y la fortaleza de
su lucha por la liberación de la totalidad de sus hermanos -nuestra
liberación también-.
Ahora bien, la liberación es un proceso que implica
transformación y por ende tiene sus momentos dolorosos e

2 Hernández, Te daré una Tunda, NO SABEMOS LAS PÁGINAS AÚN, énfasis nuestro.
3 Hernández, Te daré una Tunda, NO SABEMOS LAS PÁGINAS AÚN, énfasis nuestro.
incómodos. Estos sentimientos se van construyendo como
efectos del texto de Ibsen, y resultan a la vez, afectos que
puede movilizarnos hacia la liberación. Para los lectores que
no pertenecemos a la cultura afro-ecuatoriana, el lenguaje, el
vocabulario y la estructura oral de esta escritura pueden causar
una sensación de desplazamiento. Tunda que entunda es libertad.
Las palabras que van apareciendo en la narración circular de este
libro son mejor leídas cuando uno puede desprenderse fácilmente
de la estructura lineal que obliga el texto ortodoxo; se disfrutan aún
más cuando aquel que lee está familiarizado con aquello que los
afro ecuatorianos han guardado en su memoria y en sus corazones
durante estos siglos de diáspora.
La Tunda de Ibsen es guiada por las candelillas y se alimenta
“con la savia viva de los sueños de librepensadores que se iban
tejiendo entre ‘gualangas’ ‘rampiras’ y cañaverales, espacios en los
12 que se sembraban esperanzas para luego cosechar sueños”4; es la
tunda del mito de terror que nos contaron de niños, pero que devela
las capas del coloniaje para descubrir bajo ellas los significados
ocultos y políticos de lo que los esclavizados se decían y dejaban
como herencia oral para el futuro. El lector ajeno a esta tradición
es llevado a un territorio distinto, con sus sabores, referencias
geográficas y culturales, todo nuevo. Ibsen nos obliga a cambiar
nuestro lugar, a caminar hacia otro locus de enunciación. Y esto, a
nuestro parecer, es un paso hacia la interculturalidad.
Para nosotros, docentes comprometidos con un proceso de
reflexión sobre la función crítica de las tradiciones de los diversos
actores sociales ecuatorianos, nos parece sintomático comprobar
que en el texto aparecen palabras débilmente entendidas, poco
escuchadas o cuyo significado ha sido vaciado. Gualanga, currulao,

4 Hernández, Te daré una Tunda, 15 (EN LA VERSIÓN QUE TENEMOS NOSOTROS).


TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

chilangua, tunda, gualgura, katanga,5 son claves que construyen


su sentido discursivo a medida que aparecen en el texto -muy a
pesar de los discursos occidentalizados que las han sepultado-.
Recorrer estas palabras que reclaman su significado profundo, de
saberes otros, nos obliga a reconocer el silencio y el ocultamiento
de lo diverso en las fórmulas de escritura y repetición de la Historia
oficial. Es pertinente, a la luz de un Estado nombrado intercultural
y frente a la evidencia de un capitalismo multiculturalista,
denunciar el vaciamiento de sentidos del discurso político de los
grupos etnizados a cambio del folklore ‘inclusivo’ propuesto por las
pantallas de televisión, las campañas políticas y la construcción de
una identidad nacional emergente.
La re-escritura del pasado desde la cultura afro-ecuatoriana,
desde la diferencia, desplaza a unos y hace justicia a otros, no para
remarcar las brechas sino para decir que los aportes a la cultura y
la historia nacional construidos desde lo diferente enriquecen esas 13
narraciones; fomentan la heterogeneidad y fortalecen la riqueza
plurinacional en la diversidad. Este libro no sólo nos amplía los
horizontes posibles para la literatura ecuatoriana sino también nos
permite ampliar nuestra memoria. No es que Simón Bolívar deja
de ser prócer de la Nación sino que en esta nueva pluriNación que
dibuja Hernández también se incluyen las miles de antiquísimas
tundas, como María Chiquinquirá,6 personas fundadoras de esta
nueva sociedad. El texto constituye una apuesta por el cambio de
epistemología, de entender y reproducir la vida, de construir la
política en pos de toda la sociedad, no sólo los afrodescendientes.
Desde el planteamiento de los estudios subalternos y la lectura
a contrapelo de la “Historia” se ha venido develando los momentos

5 El autor ha incorporado un glosario que nos guía por la lectura incorporando el significado de las
palabras propias de la tradición afro-pacífica del norte de Ecuador.
6 María Chiquinquirá es un personaje histórico del siglo XVIII que mantuvo un juicio en contra de su
patrón por su dignidad (libertad) y la de su hija en situaciones de completa subalternidad.
en que las narraciones sobre el pasado legitiman los mecanismos
de la hegemonía y la subordinación. En ocasiones esas narraciones
que abren la ‘caja de pandora’ de la nación poscolonial nos
maravillan, nos sorprenden y otras veces nos incomodan. El sentir
incómodo que emerge cuando nos desplazamos tras las “huellas
del cimarrón” nos lleva a lugares en donde Hernández constata “la
historia nuestra está escondida”. Reconocernos en lo oculto de esta
historia es síntoma de nuestra complicidad con la creación de las
narrativas desmovilizadoras de la tradición. Somos cómplices -de
varias maneras- de los gestos que borraron la historia profunda del
pueblo afro-ecuatoriano, de la modernidad capitalista que necesitó
de la esclavitud.
Este texto condensa una amplia reflexión sobre diferentes
formas de relacionarnos con el pasado. Pensamos, por ejemplo,
en la noción que Elizabeth Jelin (2002) da al concepto de
14 emprendedor de memoria: un actor social que busca articular su
propia versión del pasado para marcar una nueva dirección para su
sociedad. Es decir, Hernández construye un puente entre el ahora
y el antes para abrir las posibilidades de un mejor futuro. Cumple
con las labores de la memoria - tal como el ángel de Paul Klee en la
metáfora de Walter Benjamin (1942)-; Ibsen fija su mirada en las
ruinas amontonadas del pasado para convertirse en el materialista
histórico cuyo gesto revela en cada bien cultural su horror y
en cada documento de cultura “un documento de barbarie”7.
Es decir, cumple majestuosamente con su tarea de “cepillar la
historia a contrapelo”8. En el contexto andino, podríamos decir
que el texto se conecta con esa noción kichwa del ñaupa, el pasado
capaz de renovar el futuro, esa energía que moviliza el pachakutik.

7 Benjamin, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, (México, D,F.: Universidad Autónoma de
la Ciudad de México, 2008), 42.
8 Benjamin, Tesis sobre la historia, 43.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Volviendo a la metáfora de Benjamin, el gesto del reclamo por la


reinterpretación y resignificación del pasado y la tradición oral que
lo repite establecen una relación de aprendizaje común y guía, en
un movimiento que arrastra las ruinas del pasado hacia el futuro
entre el huracán del progreso.
Ibsen nos invita a poner en duda lo aprendido en los sistemas
formales de enseñanza como la escuela o la Iglesia; hace una
triangulación que problematiza las relaciones naturalizadas entre
el pasado, la tradición, sus narraciones y miradas con el poder. Para
él, las memorias contenidas en la cabeza, el corazón y las manos
de los afroecuatorianos son dichos, pensamientos, costumbres
y prácticas que dejan huellas que permiten una comprensión
del presente y también la elaboración de un proyecto futuro, son
letreros que nos guían hacia un nuevo palenke. Las fugas de las
haciendas, interpretadas como parte de una respuesta individual a
los procesos de esclavización son leídas a la luz de la palabra de los 15
mayores como un proyecto político contrahegemónico que poco
tiene que ver con la lucha liberal por la libertad individual y mucho
tiene que ver con la estrategia comunal de escape, un proyecto de
vida elaborado por un colectivo que se niega formar parte de un
sistema moderno capitalista que explota los cuerpos, destruye
los acervos culturales y depreda la naturaleza. En ese sentido, la
repetición de los cuentos y las canciones que forman parte de esta
tradición cumplen el papel de la resistencia en pos de un futuro
posible, establecen el proyecto del cimarronaje como alternativa
de vida en la contemporaneidad y como horizonte hacia donde
caminar -utopía-.
Este libro reclama y realiza una acción reparativa frente a
los efectos perversos del pasado y las relaciones que contuvo y
perpetuó: “nos dejaron huellas en el cuerpo y la mente, que no es
nada fácil borrar, nos dejaron sin activos económicos, vacías las
manos y los bolsillos, sin activos políticos distantes de las tomas de
decisiones para soñar el país que queremos, sin activos culturales
y sociales a todos los descendientes de los esclavizados”9. A veces,
por la pelea en la equidad del campo cultural nos olvidamos que las
desigualdades en la vida material se expresan de varias maneras,
en la imposibilidad de acceso a oportunidades materiales, a la
precarización del trabajo, a la escasa propiedad y a la lejanía
de la toma de decisiones. Cuando llamamos la atención sobre
la subalternancia cultural, no debemos olvidar las diferencias
económicas que siguen reproduciéndose y la incapacidad que
tenemos como sociedad de plantear acciones para encaminarnos
hacia un lugar más equitativo también en términos materiales. En
este sentido, leemos la re-escritura del mito como acto de justicia
poética que utiliza el lenguaje como herramienta de denuncia y
recreación de un nuevo mundo: “porque la justicia es el sentido de
16 la afirmación de sus luchas cimarronas en la construcción de los
palenkes libertarios”10.
Hay varias cosas que podemos conversar con Ibsen sobre lo
que ha aprendido de sus mayores y en su camino para construir
una vida de libertad hacia un horizonte común que no deje atrás a
nadie. Para seguir a la Tunda es necesario suspender lo aprendido
y repensar aquello que nos han enseñado -aquello que hemos
enseñado-. Ibsen plantea el mito “satanizado” de la Tunda como
una manera de cifrar las acciones necesarias para salir de la
matriz hegemónica de un capitalismo colonialista reproducido
ciegamente y con violencia. La Tunda, en el imaginario popular,
era el diablo que te perdía en la selva. Pero, ¿de qué te perdía? A
los ojos de Ibsen, y de muchos abuelos, te perdía de la hacienda

9 Hernández, Te daré una Tunda, NO SABEMOS LAS PÁGINAS AÚN.

10 Hernández, Te daré una Tunda, NO SABEMOS LA PÁGINA EN LA VERSIÓN FINAL


TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

para nunca más volver, te entundaba con el sueño de una vida lejos
del secuestro y de la trata. Para ir con la Tunda, como metáfora
de la realización del pensamiento contra-hegemónico de los
cimarrones que fundaron los palenkes, primero debemos repensar
seriamente en lo que hemos heredado como sociedad. El pasado
colonial y esclavista del cual somos herederos no va a desaparecer
si cerramos los ojos, para que desaparezcan sus efectos perversos
debe desandarse el camino de nuestra obediencia y la repetición de
las jerarquías construidas con terror.
Varias son las miradas en disputa sobre la función de la
tradición. En nuestro trabajo de campo habíamos pensado una
principalmente: la tradición como plataforma de lucha de pueblos
y nacionalidades para legitimarse frente al Estado y desde ahí
buscar un diálogo equitativo. Pero Ibsen propone una mirada
más radical con respecto a esa tradición, la existencia y la latencia
de otras modernidades que de manera práctica supieron y saben 17
que es posible construir palenkes de mujeres y hombres libres
en donde primen la solidaridad, el horizonte común mediante el
ejercicio de preocupación y organización a partir del bienestar
del otro -postulado importante en el pensamiento político de los
afrodescendientes-.
El mito de la Tunda, tal como lo presenta Ibsen, esa manera
atemporal de situar el pasado, y las tradiciones han ido dejando
huellas espirales de los caminos que podemos recorrer, y así como
los hermanos cimarrones se fueron a los palenkes regresando de
cuando en cuando por sus hermanos, así debemos partir, de a poco,
sin olvidarnos de nuestros pares, caminando hacia un estado plural
construido a partir de nuestras decisiones comunes y de nuestras
representaciones.
Para él, las señales del camino político son claras y deben ser
leídas como un cazador lee las huellas de la presa: con astucia
porque así han sido depositadas. Ibsen propone distancia cultural
para leer el significado del mito y una mirada crítica sobre el lugar
que un Estado nacional racista, excluyente, patriarcal y clasista, le
ha otorgado. En este diálogo que desdice la imagen edulcorada de
la tradición, las figuras de la oralidad se convierten en herramientas
que van desbaratando los discursos mentirosos de la modernidad
y contradicen con música y palabras la apariencia perfecta del
proyecto multiculturalista del Estado neoliberal. El texto cultural, la
producción creativa y artística nos dan la clave para ir re-diseñando
nuestra sociedad. Renuevan el sentido obsoleto de la historia, la
marchita construcción del folklore y optan por abrirnos la puerta
a un proyecto político contra-hegemónico que, como habitantes
cómodos de un estado de permanente violencia y extracción, hemos
aceptado como natural. Por eso la Tunda es libertaria.
El libro nos interpela en cada momento: ¿Cuánto hemos
18 normalizado la violencia, la extracción, la explotación y cuáles
son los proyectos comunes que hemos sido capaces de construir
para huir a cualquier precio de la hacienda neocapitalista?. Lo que
plantea Ibsen es releer el proyecto contra-hegemónico encriptado
en la tradición y retomar el sentido de responsabilidad sobre lo
social, sin culpa; de manera propositiva ser concientes del sistema
del que somos tributarios para así salir de él. Por eso, frenar la
reproducción sinsentido de la forma de relacionarnos es un
proyecto político en sí. Por eso, frente a la desmovilización política
y afectiva del sujeto, fruto de la construcción de las subjetividades
contemporáneas, hay varias cosas que podemos aprender de ese
camino escondido en la espesura de la selva….. por donde se fue la
Tunda, por ahí queremos ir.
Nos parece justo y necesario que la Universidad de las Artes, una
institución que plantea la interculturalidad y la descolonialidad como
principios y valores éticos e institucionales, apueste por producciones
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

artísticas como ésta que asume plenamente el elemento político


del arte y su papel/potencial en la transformación de nuestras
sociedades. Si leemos detenidamente las palabras escritas en este
libro, tal como su autor lee cuidadosamente el pasado, seremos
testigos de cómo Ibsen se transforma en abuelo, observaremos cómo
él también nos va dejando huellas y trazando el camino hacia un
mundo otro, hacia una construcción de lo social alternativa con una
inter-subjetividad distinta e intercultural. Te daré una tunda es una
invitación a re-pensar nuestro pasado-presente-futuro en colectivo,
relacionalmente y con otra ontología para que “la preocupación por
la ausencia del otro sea un valor”11. Esta preocupación que describe
es la interculturalidad hecha praxis y la Tunda es la encarnación de
esta práctica; esa cimarrona que, habiendo conseguido su propia
libertad, vuelve a la hacienda para liberar a los demás esclavizados.
No sólo es guardiana de los saberes ancestrales afroecuatorianos
sino que también es --debe ser-- fundadora, prócer de un nuevo 19
Estado plurinacional y diverso culturalmente.

Bibliografía:
Albán Achinte, Adolfo. «Estéticas de la re-existencia: ¿lo político del arte?». En Estéticas
y opción decolonial. Edición de Pedro Pablo Gómez Moreno, 281-295. Bogotá:
Universidad Distrital Francisco, 2012.
Benjamin, Walter. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. México, D.F.: Universidad
Autónoma de la Ciudad de México, 2008.
García Serrano, Francisco. «Geografía de la exclusion y negación ciudadana: el pueblo
afrodescendiente de la ciudad de Guayaquil, Ecuador». En Hegemonía cultural y
políticas de la diferencia. Edición de Alejandro Grimson y Karina Bidaseca, 201-219.
Buenos Aires: CLACSO, 2013.
Jelin, Elizabeth. State Repression and the Labors of Memory. Minneapolis: University of
Minnesota, 2003.

11 Hernández, Te daré una Tunda, NO SABEMOS LA PÁGINA EN LA VERSIÓN FINAL


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TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Juan García12

¿Juan dónde estás? -Algunos dicen que Juan anda sin miedo:
¿Qué dicen de Juan? ¿Qué anda sin miedo? ¿Qué Juan qué?
¿Qué Juan no sé qué? ¡Ni sé! No señor, !Juan es más que un
soñador!.
Qué Juan está entundado dicen por ahí, ¡No cabe duda!,
Juan Cimarrón está metido con el olor y el rico sabor de los
camarones asados. Por donde transita Juan, nacen gualan-
gas grandes, gruesas, con púas y florecen en cada rozón que
te dan y crecen nuevas y viejas historias.
21
¿Dónde estará Juan? Algunos dicen que lo han visto dia-
logando y escuchando historias con el Abuelo Zenón, con
Pedro, José, Limber, Roselveht, Jorbely, Ibsen y con el niño
Ezequiel. Es que a Juan Cimarrón nadie se le escapa, él revi-
sa desde el arrullo, el chigualo y el alabao.
Juan Cimarrón le perdió el miedo a la Tunda y tomó de
ella el discurso de libertad, entre las huellas de los cimarro-
nes descubre cuentos, mitos y la misma historia del pueblo

12 Juan García: El maestro Juan o el Bambero Mayor que significa el guía o el conductor, así lo
llamábamos, el nació en 1944 en el norte de Esmeraldas en la comunidad del Cuerval. El vivió con sus
abuelos maternos -Débora Nazareno y Zenón Salazar, fue con ellos que empezó a interesarse por las
tradiciones culturales de su pueblo afroecuatoriano encargos ancestrales.
Por más de 50 años, el maestro Juan ha caminado por el monte, navegado por los ríos, y mareas del
Pacífico, navego por los dos lados de la “raya” por qué nunca lograron dividir a la gente y los territorios
de la Gran Comarca, también camino por las comunidades del Valle de Chota-Mira, por los territorios
del guayas, apañando los saberes propios y los testimonios de vida, fortaleciendo, reconstruyendo y
documentando la memoria colectiva, enseñando y fortaleciendo “casa adentro” con los principios de
la Etnoeducación, para garantizar los diálogos “casa afuera”.
22
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

afroecuatoriano. Es que Juan, cada día, nos enseña cómo li-


berar el alma e impulsar el cuerpo en la búsqueda de la des-
colonización de la memoria, ¿Dónde estará Juan?, de seguro
siguiendo las huellas del cimarrón, en cada Tunda o en cada
riviel. Él sabe que la historia nuestra está escondida en ellos,
en los guardianes del monte, y en los eternos protectores del
bosque. Juan ha perdido el miedo y por eso lo llaman Juan
Sin miedo13 o Juan Cimarrón. El pueblo afroecuatoriano
dice que Juan está aquí y está allá. Es que Juan es inquie-
to, no tiene sosiego. Juan está impulsando la reparación y la
reconstrucción de la memoria. Es que en el pueblo están na-
ciendo miles de Juanes y cada día crecen con el ejemplo de la
Tunda, transformándose en cimarrones.
Juan le puso un alto a la mentira, a la falsa historia, apa-
ñando retazos de cuentos y fragmentos de cuerpos dispersos
en la geografía. Pretende reconstruir nuestro pasado para 23
darle sentido a la vida, entender este discriminado presente,
sanarnos y soñar un Ecuador diferente e intercultural.
Estoy convencido de que Juan sabe quién parió a la Tun-
da, y además conoce su recorrido. ¿Qué guarda la Tunda en
su pie de molinillo14 y en su piececito de niño? Él conoce sus
caminos y sus palenques de pensamientos; Juan Sin miedo
nos dice que nuestra alegría es la fuente de optimismo.
Saludamos a Juan por ser el negro que es.
Saludamos al hermano, al maestro, al más grande de los
cimarrones.
Todos somos Juan
Ibsen Hernández Valencia

13 Juan Sin miedo: es un personaje típico de muchos cuentos en la cultura afroecuatoriana en la zona
rural de Esmeraldas.
14 En su pie de molinillo y en su piececito de niño: son los elementos de identificación por medio de los
cuales se descubre a la Tunda, desde mi interpretación el pie de molinillo era un bastón improvisado
hecho con ramas de un árbol, pues la Tunda era una mujer mutilada por haberse escapado.
24
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Introducción

La Tunda fue una creación de los abuelos esclavizados en


América, ellos inventaron el miedo para proteger la vida.
Le hicieron creer al esclavizador que le teníamos terror a la
Tunda libertaria, repensaron los miedos, le dieron sentido y
orientación a las luchas. Le crearon olores, una pata de mo-
linillo, un pie de niño y un enorme parecido a un ser queri-
do. Cuando algún esclavizado desaparecía, de seguro se lo
habría llevado la Tunda, ¡Él no se había fugado! Para que el
cuento sea creíble, se construyó un protocolo para el rescate
25
de la víctima, donde intervenían las armas, el rezo y el cura;
sonaba el bombo, los perros ladraban y avisaban al fugitivo
entundado. El engaño era genial, pero lo terrible es que per-
sistieron los miedos inventados y la Tunda libertaria se esfu-
mó. Esos son los miedos que hoy nos impiden ver y hacer una
lectura correcta de las huellas dejadas por los cimarrones. Es
necesario romper con esos temores para identificar los men-
sajes y poder reconstruir la historia, repensar el presente y
soñar el futuro.
Es necesario encontrar nuestra Tunda para liberarnos
como los abuelos, reconstruir y construir nuestro conoci-
miento de la vida, con preguntas y repuestas como la de los
abuelos. Hoy es necesario encontrar a la Tunda del conoci-
miento y rehacer el pensamiento para entender preguntas
centrales: ¿Cómo vivimos? ¿Qué estamos produciendo?
¿Quiénes somos y hacia dónde vamos?
26
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

El diálogo casa adentro es una estrategia de fortaleci-


miento para aportar a los diálogos interculturales. Es la
oportunidad de construir en conjunto con el otro, tomar sus
diferencias y para darle sentido a los sueños colectivos. Es
imposible pensar un país de todos y para todos si el otro no
aprende a conocerme y si yo mismo no soy capaz de terminar
con mis miedos.
La unidad del pueblo afroecuatoriano estimula el espíritu
de lucha por la descolonización de la memoria, por romper
las cadenas invisibles y terminar con los rezagos de la colo-
nialidad, esa estructura que detiene el desarrollo propio de
nuestro país. Estudiar a la Tunda es conocernos, es entender
muchas lecturas que darán cuenta de nuestra historia, y no
solo por saber el pasado, sino fundamentalmente por co-
nocer nuestra realidad presente, para ser protagonistas de
nuestro futuro. 27
28
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Los Abuelos

Con el respeto más profundo, pido perdón a mis abuelas y


abuelos. Les pregunto, ¿Por qué nuestro pueblo se quedó
con los miedos tradicionales de la Tunda y enredado en los
misterios de los temores infundados por la iglesia? Necesito
pedir permiso a las ánimas de los millones de ancestros ase-
sinados que, por la ambición y el sentido de la acumulación
de la riqueza fueron arrancados y secuestrados de sus tierras,
de su gente; arrojados vivos a la profundidad del Atlántico,
convertido en sepulcro de hombres sin nombres conocidos,
29
con memorias vivas, que reclaman justicia, pues es la justi-
cia el sentido de la afirmación de sus luchas cimarronas en la
construcción de los palenques libertarios.
Las “candelillas” eran las luces que guiaban los pasos de los
abuelos cimarrones, mientras le daban sentido a sus luchas li-
bertarias. Se alimentaban y se fortalecían con la sabia viva de
los sueños de los libres pensadores que se iban tejiendo entre
“gualangas” “rampiras” y cañaverales, espacios en los que se
sembraba la esperanza y se cosechaban los sueños.

Gualanga

Estoy convencido de que ustedes abuelos, ancestros


míos, valientemente se resistieron a la muerte, se negaron
a desaparecer. Le cantaron “alabao” a la vida, chigualos a la
libertad.
Rampira

Fueron cuidadosos al dejarnos señales y símbolos, tallados


y plasmados en las huellas de miles y miles de cimarrones.
Ustedes, sabios combatientes por la vida, estratégicamente
protegieron los saberes materiales y espirituales de nuestro
pueblo para que el tiempo no los destruya. Ustedes dejaron,
en su andar, registros en los caminos y senderos de niños, de
mujeres y hombres, de abuelas y abuelos. En cada pata de mo-
linillo, en la intocable gualanga, dejaron señales que el tiempo
no pudo borrar. Ahí están esperando, para que nosotros hijos
y nietos, descendientes directos e indirectos, claros y oscuros,
en definitiva, los hijos de la diáspora africana, descolonicemos
nuestras vidas. Ustedes, abuelos nuestros, observadores in-
sistentes del entorno, tenían la capacidad extraordinaria para
30
familiarizarse con la naturaleza, es sorprendente cómo pudie-
ron escoger e identificar los lugares exactos donde dejar las
huellas, el registro de su presencia.
Usaron al riviel y su candil que iluminando los ríos, protegían
a los animales acuáticos.

Riviel

Dejaron en el duende y su sombrero, en su encanto y su


guitarra; en el misterio de su canto, con el que Papá Roncón
aprendió. Los guardianes del monte15 en nuestra historia cui-
daron las montañas, protegieron los pasos de los cimarrones
y resguardaron los palenkes. Ellos guardan mucha informa-
ción y saberes de los abuelos de nuestras luchas, tuvieron la

15 Los guardianes del monte en nuestra historia: se denomina guardianes del monte a la Tunda, El
Duende, El Riviel, El Duende, personajes mítico que son los protectores del bosque.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

pericia de hacer lectura de su entorno, de sus cuerpos, de sus


almas y del lugar distante donde nacieron.
Conocieron el monte, lo contemplaron con paciencia y
agudeza mental, examinaron cada espacio, y no dudaron
meterse en él. Construyeron senderos y caminos en lo más
profundo de la montaña. Levantaron empalizadas y le llama-
ron espacio de libertad. La agudeza de su mirada les permitió
descubrir la fruta correcta, la yerba exacta para elaborar la
medicina que salva vidas. Sus pistas están en la katanga.

Katanga

Ya sabemos donde fueron secuestrados nuestros ances-


tros: Nigeria, el Congo y tantas naciones más. Los desarrai-
garon de su hogar, de su gente, de su comunidad, de su espi-
ritualidad. 31
Ellos sin embargo, dejaron huellas en el corral, en la ma-
gistral forma de cortar un árbol. Señales en las piedras para
moler las balas, en el piao y piao donde se muele el verde,
en el choque y sobajeo entre la piedra pequeña, desplazán-
dose suave, lenta y persistentemente, hasta que el verde se
pone guascoso. Sus huellas están en las trampas para cazar
el “churí”, en todos los métodos que nos permitió conocer el
monte y conciliar con la na turaleza, en la canoa o el potrillo,
pescando el “viringo” en las noches de luna llena, en el sube
y baja del riviel.
Las huellas están presentes en la más rica y nutritiva gas-
tronomía, el coco y su transformación: el sabor perfecto del
“encocao”, el “tapao”, la “mazamorra” y el “casabe”.
La historia no empieza con la esclavización, sino que fue
cercenada, ultrajada con ella, porque el pueblo afro venía de
varias culturas, de un África muy desarrollada y con un acti-
vo intercambio comercial y científico, con grandes aportes al
conocimiento, el comercio y la ingeniería; a otras regiones.
Los esclavizadores sacaron a nobles (“reyes, hijos de reyes”),
agricultores y orfebres, para llevarlos a trabajos forzados en
el mundo europeo y las colonias americanas.
La verdadera historia tiene Tundas libertarias, sonidos,
olores, gastronomía y bailes, convertidas, en tierras extrañas,
en leyendas, mitos y personajes que permitían “dejar de ser”
en medio de la negación, bailar en medio de las cadenas.
Cuántas interpretaciones ocultan la verdadera historia,
traducida en mitos, cuentos y leyendas, en baile, en el sonido
del bombo del “cununo”, la maraca, la marimba y el “guasá”.

32

“Katanga”
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Hermanas y hermanos afrodescendientes, arranquemos


los temores de nuestros corazones y acerquémonos a la natu-
raleza. Dejémonos llevar por el mito, el olor, las voces y la sabi-
duría de la Tunda a lo más profundo del bosque, entre fangos y
atajos, barrancos y “guandal”, hasta encontrarnos junto a ella,
frente a frente, contemplar su sonrisa, poder abrazarla y sentir
circular el torrente de libertad. Las huellas de los cimarrones
luchadores son eternas, los fugitivos son gigantes y soñadores,
para edificar los nuevos palenkes que reconstruyeron nuestra
historia y nuestras vidas. Estamos junto a Zenón16 descubrien-
do formas diferentes de lecturas, que den paso a voces nuevas,
para recuperar la sabiduría ancestral que pisa tierra y sueña
su realidad. Dejémonos llevar por la Tunda, la figura de madre
o hermana para encontrar la solidaridad, la lucha fraterna, la
libertad y el amor por la vida.
Dejémonos llevar de la Tunda por lo más profundo de la 33
montaña, para comer camarones con olor y sabor a libertad,
que ella cuidadosamente los prepara en el calor profundo
de sus entrañas. Dejémonos enamorar por el encanto de su
olor a cobre, fuente viva de la energía de la madre tierra.
Ay, Tunda mía, Tunda de mis sueños infantiles y fugaces, de
resabios corregidos con tu presencia, de horrores fabricados,
tierna Tunda de voces libertarias, ¿Tunda dónde estás? Para
dejarme confundir por tus encantos y que me conduzcas por
caminos escabrosos, montañas y ríos, descubriendo nuevas
formas de vidas en definitiva rotundamente entundado.

16 Zenón: es el personaje que simboliza y expresa la memoria colectiva y saberes ancestrales


afroecuatorianos: el abuelo Zenón, era el abuelo materno de Juan García del cual Juan aprendió el
espíritu de lucha y defensa de los derechos del pueblo afro, por lo que lo toma como ejemplo ante las
profundas reflexiones relacionadas con la memoria colectiva afroecuatoriana
34
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La Tunda nació cimarrona

La Tunda, con mayúscula, nació cimarrona, y buscaba insis-


tentemente la libertad de su pueblo. Aún en estos tiempos
ella sigue huyendo, construyendo palenkes entre gualan-
gas, matorrales y cañaverales. Tunda cimarrona incansable
transgresora del sistema, Tunda que rompes cristales de
falsas ilusiones colonizadoras, Tunda rebelde y de pata mo-
cha. En ese escabullirse, vas construyendo palenkes en los
vericuetos y laberintos de la selva. Aún igues recorriendo los
gigantes manglares de majagual17, los pocos que quedan en
35
el norte de Esmeraldas. La Tunda clama por la libertad de
su pueblo. Los mercenarios asalariados, el ejército contra el
cimarronaje, preparaban sus perros amaestrados para des-
garrar carne negra. Siguen ladrando todavía en la espesura
del bosque, para reafirmar la colonialidad, y los disparos se
escuchan retumbar en el interior de las mentes colonizadas.
Disparos que se mezclan con los rezos y catecismos de los
hacendados, base primordial para la construcción de un sis-
tema asesino.
La Tunda que entunda no es una tunda. Ella, como mu-
chas otras mujeres de corazón grande y mente rebelde, fue
una de las más aguerridas cimarronas a pesar de haber per-
dido una pierna como consecuencia de los crueles castigos

17 Los manglares de Majagual: Majagual es el ecosistema donde están los manglares más altos del
planeta y se encuentran en el cantón Eloy Alfaro, provincia de Esmeraldas, Republica del Ecuador.
que le daba el mayoral, representante del amo en la hacienda
como el amo era el representante de Dios en la tierra nueva,
convertida para ellos en tierra de las oportunidades, tierra
secuestrada, vendida, bañada de sangre, y germinada con
sueños truncados de hombres y mujeres esclavizados.
La Tunda transita elegante, oronda, altiva y con un pres
pres18 vigilante y libre por el monte, atrapando guantas, co-
miendo ratones, camarones y churi hechos tapao. Se despla-
za engañando al tigre y guiando al tío conejo por los caminos
estrechos del monte, de la selva madre. Sigue y camina, y
mientras más sigue, más avanza y mientras más avanza, más
camina, a pesar de los guardianes, de los perros y los rezos.
Los recuerdos de las torturas impensables la persiguen,
en el espacio y en el tiempo. Pero ella, más allá de los te-
mores, vuelve a las haciendas a entundar algún hermano, ya
36 sea padre, madre o hijo soñador. Le sonríe y le habla para
convencerlo de que seguirla es la única salida a la libertad.
Les decía, “pierde el miedo, acompáñame, aprende a cami-
nar conmigo.” Muchos temerarios, a pesar de los miedos,
la seguían, y cuando aprendían a saborear la libertad, la
transformación se manifestaba en su rostro y en el lenguaje
expresivo de sus cuerpos. En ese preciso momento en que
saboreaban la libertad, nacía un nuevo cimarrón altivo y
soberano revestido del ubuntu. El cimarronaje es orden,
respeto, esperanza, disciplina y, fundamentalmente, una
obediencia sin discusión a los abuelos, fuente viva de la sa-
biduría y la filosofía del ubuntu.

18 El pres, pres: Es un decir del pueblo Afroecuatoriano cuando se refiere a alguien que es exhibicionista
que camina con exagerada elegancia.
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Entundado

La mayoría de nuestro pueblo afroecuatoriano se quedó con


los miedos de la Tunda, olvidaron sus luchas y sus caminos
libertarios, con la creencia de que la Tunda es un demonio
que engaña a los que no obedecen a los mayores y los que no
están bautizados bajo la gracia de Dios y de la Santa Madre
Iglesia Católica y Apostólica; especialmente a ellos se los lle-
va la Tunda, por lo más profundo del monte, entre ventosida-
des cautivadoras, comiendo dorados y deliciosos camarones,
que los saca del lugar por donde se “cuca”.
37
Ni el sonido de las aves, el crujir de las ramas de los ár-
boles, ni el rose doloroso de las gualangas despiertan al en-
tundado, que sigue como autómata entre saltos de charcos,
esquivando ramas que pretenden golpear su rostro para
despertarlo del encantamiento. A muchas víctimas también
solía presentárseles en forma de animales domésticos para
perderlos en el interior del monte, esto solía ocurrir cuando
los hombres andaban de casería. La Tunda o la Gualgura es
una protectora de la naturaleza, ella ama tanto a la naturale-
za que dedica todo su tiempo a cuidarla.
En ocasiones, cuando estaban guardando las gallinas
en el corral, ella se presentaba para juguetear con las per-
sonas, entre bromas y correteos los llevaba al interior del
monte, cuando la víctima se daba cuenta estaba perdido
y solo el disparo de una escopeta de un cazador liberaba
del encanto al entundado. Dicen los abuelos que la Tunda
tiene muy delicados los oídos o muy desarrollada su capa-
cidad auditiva.
Luego de conversar con los mayores, eternos y pacientes
protectores de la sabiduría ancestral, sabios guardianes de la
historia de nuestro pueblo, me explicaban que la Tunda es
experta en confundir, en engañar. Lo hermoso de la explica-
ción, es que la Tunda aún tiene vigencia en las zonas rurales
del norte de Esmeraldas.
Ella está en la memoria colectiva de nuestro pueblo rural
y se ha trasladado hacia algunos sectores urbanos de muchas
ciudades del Ecuador, debido a la migración forzosa del pue-
blo afroecuatoriano. La Tunda está viva en la urbe, transitan-
do entre carros y contaminadas calles. La Tunda está enre-
dada en el esmog de las ciudades, la Tunda está perdida en
esta selva de cemento.
38 Toda la información entregada y procesada por los guar-
dianes de la tradición ratifica que la Tunda continúa soñando
con la libertad de su pueblo. Cada respuesta recibida y cada
libro leído, nos conduce a la conclusión de que la Tunda no
era un demonio o algo parecido. ¡No señor! En realidad, ami-
gos y hermanos de la diáspora19, la Tunda era una cimarrona,
una mujer u hombre que jamás asumió la esclavitud como
algo natural. Sabía que todo era un proyecto político para
darle vida al naciente capitalismo. Ella no aceptó la esclavi-
tud ni para sí misma ni para nadie. La Tunda tiene historia
escrita en su pata de molinillo, en la forma y la razón de su
constante andar. Esa historia no se está contando, está calla-
da en las gargantas de los abuelos y en los símbolos dejados
por ellos, padres y madres cimarronas, la historia esta ahí,

19 La diáspora:
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en la tagua y el pambil para hacer la marimba, en la estera y


el tapao, en la canoa y el canalete, en el canasto y la “dama-
jahua”, las huellas del cimarronaje las marcó la Tunda en los
curvados caminos en las trampas ocultas, en los cañaverales
que escondían los palenkes, en cada espacio de libertad, en
cada alabao purificador de los sueños y generador de los pen-
samientos libertarios.
En la Tunda está inscrito el inicio del cimarronaje. Es
ne-cesario saber que el cimarronaje era un proyecto de
vida que buscaba construir una sociedad nueva y la bús-
queda de lo di-ferente trae consigo conflictos que los en-
tundaos supieron enfrentar, en la mayoría de las ocasiones
con violencia. La violencia los desnaturalizó, deformó su
cuerpo, desmembró sus brazos y piernas. Por eso decidie-
ron unirse a la naturaleza, prolongar su vida, en un com-
plejo y confuso sueño de un pueblo atormentado y a pesar 39
de todo optimista, que conserva la alegría para proteger
la vida. La Tunda tiene un cuerpo extendido disperso, que
necesita reencontrarse.
Definitivamente la Tunda es una heroína, víctima de las
acciones de la sociedad esclavista. La Tunda cimarrona
nunca bajó la cabeza, levantó las ideas de nuevas formas de
vidas, de relaciones entre los ignorados hombres y mujeres,
porque en la estructura organizativas de los palenkes, tanto
los hombres como mujeres, tenían las mismas oportunida-
des de asumir el liderazgo, contrario a la sociedad machis-
ta de la colonia que procuró perennizar la esclavitud y el
machismo. La colonia y la institución de esclavitud, más
allá de su propia existencia, buscaba dejar impregnado en
la mente y el corazón del esclavizado la imposibilidad de
cambiar esa realidad.
40
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Pensamiento Propio

El cimarrón era un fugitivo, un liberto; un incuestionable jus-


ticiero. En definitiva un luchador por las causas de la libertad
y la abolición de la esclavitud. En la colonia hubo miles de
cimarrones, hombres y mujeres descolonizadas, optimistas
cargados de alegría y de mucho ritmo en la sangre, desobe-
dientes ante los mandatos coloniales.
Los cimarrones más temibles eran aquellos que estaban
metidos en las montañas, cabalgando en el monte, apañando
frutos, alimentando el corazón y las mentes de la sabiduría
41
de los abuelos; viviendo su libertad en otra forma de sociedad
distantes de las aberraciones de la esclavitud, en medio de la
montaña donde la solidaridad era el principio fundamental
de los palenkeros y el sueño de extender su ubuntu a toda la
humanidad e incluso más allá, es entender esa sabiduría de
vida como el único cambio que permitirá un futuro armónico
en lo social, lo económico y lo ambiental.
Los palenkes eran grandes empalizadas, en medio de los
cañaverales, fuertes espacios protegidos por el monte. Las
estrategias de los soldados cimarrones, en estos lugares, re-
creaban la cultura, en el palenke se creaban las condiciones
para la producción y la reproducción del bien común, los pa-
lenkes fortalecieron el ubuntu y las luchas cimarronas, por-
que si alguien era torturado u oprimido disminuía el ubuntu
es decir que el sentido colectivo de la solidaridad permitió
superar la esclavitud. Las estrategias para la siembra y la for-
ma de criar a los niños recreaban la solidaridad comunitaria
y la relación con los abuelos. El elemento principal que con-
ducía la vida en los palenkes era el respeto a los mayores y
la solidaridad con el hermano. La responsabilidad colectiva
en la educación y la crianza de los niños parecen principios
simples pero son los ejes articuladores del cimarronaje.
Estos cimarrones fugitivos se escondían en las montañas,
y en las noches regresaban a rescatar a otros hermanos que
continuaban sometidos al régimen esclavista en las hacien-
das. Para la realización de la tarea de rescate, se contaba con
aliados en el interior de las haciendas. Estas prácticas liber-
tarias eran consecutivas. Los esclavizadores empezaron a su-
mar grandes pérdidas, por lo que se vieron obligados a llegar
a acuerdos con los palankeros mayores, jefes de escuadra de
cimarrones. Esos acuerdos, en la gran mayoría de los casos,
42 no eran respetados por los esclavizadores. Los asaltos a los
caminos y a las haciendas continuaron. El sueño libertario se
afianzó más en la mente y el corazón de hombres y mujeres
sometidos a la esclavitud, el único objetivo del cimarrón era
obtener provisiones y liberar a otros hermanos. La habilidad
para moverse en el monte era su principal ventajas.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Mercenarios Asesinos

Ante el crecimiento de la ideología del cimarronaje y la filosofía


del ubuntu en las mentes y los corazones de los esclavizados, era
necesaria la intervención de un actor importante en las estra-
tegias de sometimiento que fuera lo suficientemente poderosa
para ocultar e invisibilizar dichos pensamientos y creencias. La
Iglesia controlaba la espiritualidad de la sociedad colonialista,
promovía la tesis de que Jesús era la cabeza de la Iglesia, y su re-
presentante en la tierra era el Papa, y el representante del Papa
en estas tierras nuevas era el sacerdote. Entonces, ¿Quién es la
43
cabeza en la hacienda? El amo y por lo tanto, faltarle al amo era
como faltarle a Dios. Se establecieron reglas tales como, cuando
alguien se pierda más de un día será castigado con una determi-
nada cantidad de azotes y si se pierde tres o más días, era gol-
peado fuertemente delante de todos, si su ausencia era por una
semana se lo declaraba cimarrón, y para capturarlo se contrata-
ban mercenarios asalariados, equipados con armas y perros de
caza que perseguían por las montañas a los fugitivos y si conse-
guía capturar a alguno, se le aplicaba castigos ejemplarizadores
y al final de la tortura, le cortaban un brazo o una pierna. En mu-
chas ocasiones esta práctica terminaba con la vida del esclavi-
zado, sus cuerpos flagelados quedaban doblegados en el cepo20

20 El Cepo: En época de la colonia, se empleaba una forma de castigo denominada cepo, usada como
instrumento de tortura, en el que la víctima quedaba inmovilizada de pies y manos.​Cuando se trataba de
un castigo, el cepo se encontraba generalmente en la plaza del pueblo, para exponer al esclavizado, servir
de escarnio y someterlo a todo tipo de sufrimiento y que sirva de ejemplo a otros esclavizados.
o colgados de algún árbol testigo fiel de la tortura, mientras el
castigado estaba colgado se prohibía que alguien se acercara a
darle agua o curar sus heridas, y ahí quedaban recibiendo, lluvia,
sol, y las miradas impotentes de los esclavizados, para que sirva
de ejemplo a aquellos que estén pensando en la libertad.
A pesar de las heridas y las mutilaciones, algunos logra-
ban curar sus lesiones y venciendo a la muerte retomaban
el escape; el ingenio de las cimarronas les permitió crear
nuevas formas para desplazarse, buscaban palos con raíces
de cuatro puntas para usarlos como bastón o muletas. Mu-
chos de ellos volvían a escapar en busca de la libertad. En la
penumbra de la noche llegaban a las haciendas a rescatar a
otros hermanos, entundando los sueños y caminando entre
montes y gualangas. Los mercenarios cazadores veían las
huellas de molinillo, el pié de humano, y decían por aquí pasó
44 un cimarrón cojo.
Los castigos no surtían los efectos esperados; y fue en ese
preciso instante que la Iglesia presentó su gran invento para
dominar no solo el cuerpo sino el espíritu del esclavizado, que
permita dominarlo por siempre. Así nace el catecismo para el
esclavo21 e inicia el proceso de colonización espiritual que es
un procedimiento para vaciar el alma, quitar valores y contro-
lar la mente. Se procedió a satanizar todo lo relacionado con
los cimarrones y sus luchas, para que nadie las siga.
-Si te piden que te escapes con alguien y se te presente como tu
hermano no le creas. -Porque si te escapas y te atrapan, te darán
una tunda de dios y padre nuestro, y con razón divina, una tunda
bien dada te mutila y desgarra tu cuerpo. No te dejes convencer
porque una tunda te dará, y luego la Tunda te va a llevar.

21 Así nace el catecismo para el esclavo: Religión y sociedad - El catecismo para negros bozales: una
forma de educación católica en 1796 Por Beatriz R. Suárez Font.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Todo aquel que estaba en contra del amo, estaba en contra


de lo establecido por Dios.
Muchas mujeres eran cimarronas; estaban en contra de la
institucionalidad de la esclavitud, por lo tanto, estaban en con-
tra de Dios, y él que estaba en contra de Dios era un hereje o el
Anticristo.
Eran mujeres enfurecidas y con una esperanza en el alma,
nunca perdían la fe. Recuperaron sus dioses africanos, bauti-
zándolos con nombres cristianos. Les pusieron máscara para
que pudieran sobrevivir. -Cuando alguien te invite a escapar-
te, a escondidas, en la penumbra de la noche, entre el monte,
las gualangas y el estero, toma los alimentos y los comparte
contigo, te invita a acompañarla, entre olores y camarones va
“entundando” por la vida a los inquietos trasgresores desobe-
dientes, e impulsivos...
-Si ella te pretende llevar con el cuento de la libertad de mejo- 45
res días, de construir relaciones distintas y con la posibilidad de
ser el responsable de tu felicidad... -Si te dicen soy tu hermana, tu
madre o tu hija… -Te llama, te susurra al oído, “vamos, sígueme,
déjate llevar por el silbido de la noche, libera tu corazón, y rom-
pe las ataduras”. Suena y resuenan los tambores, no le prestes
atención deja que los guardianes del monte te conduzcan hasta
el gran palenke, -vamos, camina junto a mí, y sin darte cuenta
te van entundando, y con el fétido olor azufre te envuelve para
llevarte al palenke. Luego la tunda que tu amo te da, siempre
tendrá la aprobación de la razón divina.
Fueron las voces de los otros que la endemoniaron y fueron
precisamente ellos que nos aconsejaron huirle, espantarla y
tenerle miedo. Ellos te enseñaron a no seguir a los tuyos, que
le digas no a tu hermana, la mujer de pierna mocha, a la de bas-
tón de raíces. A esa mujer tierna, cariñosa, soñadora “de armas
a tomar” la llamaron Tunda. Crearon el mito para borrar la
historia. Se regó la idea entre las voces de la colonia. Difundie-
ron el mito. Se fundamentó la desconfianza y, con ese miedo,
pretendieron detener las fugas de las haciendas y eliminar al
cimarronaje como proyecto descolonizador.
El cimarronaje proponía desobediencia, fuga, engaño y
confusión. Quisiera traer los dioses de mis abuelos a la me-
moria, y solo me llegan las imágenes de los dioses impuestos.
Recuerda que los abuelos bailaban no para divertir, lo hacían
para comunicar y atacar, ¿Sabías que al cimarrón lo transfor-
mamos en conejo y al mercenario en tigre? Inventamos cuen-
tos y mitos para narrar nuestras historias.
Pero los abuelos astutamente le hicieron creer al esclavi-
zador y al cura que le tenían miedo a la Tunda y con eso ha-
cerle creer se escapaban; Lastimosamente en el transcurrir
46 del tiempo, nos hemos quedado con los miedos y nos hemos
olvidado de las estrategias de luchas de las cimarronas. Por lo
tanto, Tunda que ofrece libertad no es una tunda, señores, ella
es una cimarrona que en su andar sospechoso y fugaz, escon-
de las estrategias descolonizadoras y liberadoras. Están las
trampas de caza, ¿Cómo hacer un canalete para avanzar en la
canoa?, ¿Cómo hacer un corral para atrapar los sábalos? En la
Tunda está la protección de los manglares, de los bosques pri-
marios, de la chonta y el pambil, de la caña guadua, elementos
esenciales para la fabricación de la marimba y para capturar
en sus sonidos el canto de las aves, el caminar del sajino, de la
guanta y la lluvia en la montaña.
La colonia y su sistema esclavista dejaron enormes heri-
das en los cuerpos y las almas de hombres y mujeres a lo largo
de sus 351 años de esclavitud y a través del concertaje. Hasta
la fecha no se hace nada para reparar esas heridas que causó
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

dicho sistema. Los prejuicios raciales existentes profundizan


más las desigualdades y afianzan las asimetrías. Esos golpes
históricos dejaron secuelas en la población afrodescendiente
del mundo; en lo físico, psicológico y espiritual. En esa me-
dida, el sujeto histórico afrodescendiente y la sociedad en su
conjunto necesitan procurar la sanación del afectado y del
afectador, haciendo acciones de reparación, que permitan re-
construir para sanar las heridas del alma.
Reparar es remediar, reconstruir y enmendar lo daña-
do. La tarea de los ciudadanos actuales de Latinoamérica
es reparar para sanar, y construir la sociedad que todos
soñamos. El reparar es poner en condiciones de igualdad
a los que fueron tratados de forma diferenciada. Empren-
der el camino que pone fin al capitalismo salvaje, prepara
los cuerpos y las mentes para descolonizar el ser, el saber,
para que dé paso aideas liberadoras que permitan construir 47
nuevos caminos, formular discursos diferentes que poten-
cialicen el palenke del pensamiento político, sistema eco-
nómico y cultural, que se promueve como una forma natu-
ral de las relaciones humanas. Hoy es necesario repensar
para encontrar una visión de futuro común que dé sentido
al pueblo afrodescendiente.
Pretendieron quitarnos la sabiduría y la historia; para evi-
tar ese hurto, los abuelos y las abuelas cimarronas crearon
la Tunda. Se inventaron el miedo aparente, hicieron de ella
la trampa para cazar cazadores de cimarrones, dejaron en la
Tunda la historia camuflada para protegerla del colonizador
depredador eterno, que pretendía invisibilizar nuestra pre-
sencia y nuestras luchas. La Tunda es símbolo de libertad y
en cada paso dibuja nuestra historia y en cada huella nos na-
rra un cuento.
48
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Los abuelos hicieron de la Tunda una forma de escape y de


repensar las estrategias en el largo camino por la libertad. La
Tunda que le daban cuando pretendía escapar era como un
vuelo imaginario que desprendía el alma, el dolor alcanzado
era casi imposible de explicar y ese dolor se hizo carne y de la
carne la Tunda sacaba sangre y más dolor. Entonces empezó a
nacer el mito, la Iglesia pretendió confundir nuestros proyec-
tos de vida y utilizaron todos los medios para borrar nuestra
memoria y refundar otra narrativa en nuestros corazones.
La primera idea de descolonización nace con el cimarrona-
je. En esa época éramos un fuerte movimiento como pueblo,
pues teníamos objetivos claros y comunes. El cimarronaje era
un proyecto político que procuraba construir una nueva so-
ciedad, totalmente opuesta al sistema esclavista. Se buscaba
desaprender para volver aprender nuevas formas de vivir, de
consumir y de construir un nuevo hombre, solidario, que res- 49
pete la naturaleza y que la libertad sea su razón de ser.
Estamos en la búsqueda de nuestros hijos, de nuestros her-
manos secuestrados, vendidos, de la madre desarraigada de los
seres que tanto amaba, perdidos en las avaricias del esclaviza-
dor. Estos fueron los argumentos para fundamentar la familia
extendida, aún seguimos buscando a nuestros hijos vendidos,
ella podría ser nuestra madre o hermana, que fue vendido tal
vez en un viernes negro22, canjeado por dinero o cambiado por
unos cuantos animales, la presencia de alguien parecida a ma-
dre o a la tía era susceptible de ser perseguido sin temor algu-
no, los abuelos dicen que en el mito de la Tunda, se presenta de
la forma más bella de alguien conocido, la Tunda es hermosa

22 Viernes negro: El viernes negro (Black Friday) se origina de la época de la esclavización, pues era el
día de acción de gracias, donde los comerciantes de esclavizados los vendían con precios rebajados,
de ahí el nombre de viernes negro.
por que toma la forma de alguien querido, !Si señor, la Tunda
es hermosa por donde la mires!.
El concepto de la familia extendida tomó carne y hoy an-
damos como la Tunda buscando en cada afrodescendiente un
hermano, un primo, una tía, en la familia extendida23, busca-
mos la unidad familiar para algún día encontrar el mecanismo
o estrategia para juntar a nuestro pueblo. Es la Tunda la que
nos acerca, la que permite que nos miremos frente a frente,
en procura de la reconstrucción del núcleo familiar, por eso
decimos: Tunda que entunda no es una tunda, la Tunda que
entunda es libertad. La Tunda apaña camarones y toma el
verde para elaborar el tapao más rico que ser humano pudo
preparar, es la Tunda libertaria que Ella diseña, el tapao de la
libertad, arreglado y adobado24.
La Tunda es la que promovía la inquietud y la inconfor-
50 midad frente al sistema establecido, ese comportamiento era
consecuencia de permanentes persecuciones y una tras otras
se cuentan las historias de la presencia de la Tunda, en el cam-
po y en los poblados.
Se prohibió terminantemente el contar lo ocurrido entre
el mercenario cazador y el cimarrón libertario, entonces lo
transformaron en cuentos, e historias. Allí nació el Tío Conejo
y el Tío Tigre, de tal manera que el Conejo era el fugitivo alti-
vo, orgulloso, inteligente y astuto encarnaba al cimarrón, y el
Tigre el perverso mercenario con armas en las garras, que en
el interior del monte se desato la guerra de guerrilla, entre los
cimarrones y los contra, los mercenarios asesinos.

23 Familia extendida: En el pueblo afroecuatoriano la familia se extiende por que la esclavitud en la


época de la colonia separo y rompió el núcleo familiar por lo que esa separación extendió la familia y
en cada hombre o mujer afro encontramos un hermano.
24 Adobado: Es meter un alimento crudo en un preparado y dejarlo ahí hasta el siguiente día, para
prepararlo toma un sabor especial
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Según Herbert Kleim; “se calcula que de 10 a 15 millones


de africanos se importaron al nuevo mundo durante el tiem-
po que duró el mercado esclavista”, la trata transatlántica, el
traslado, la compra y venta seres humanos.
Hoy somos más de ciento cincuenta millones de des-
cendientes de africanos en América. Hoy estamos exi-
giendo reparación, y es necesaria la realización de accio-
nes de reparación, para que holocaustos como estos jamás
se vuelvan a repetir. Por eso es necesario cerrar la herida,
eso implica asumir que la esclavitud fue uno de los críme-
nes más grandes que se haya cometido sobre ser humano,
por lo tanto es necesario purificar al mundo reparando el
daño causado.
África fue desangrada a partir del descubrimiento de
América, es a partir de ese instante que inicia el secuestro
transatlántico, muchos historiadores solo cuentan la cari- 51
catura de los esclavizados en el nuevo mundo, pero nunca
hablan de los asesinados en el interior de los barcos, los
lanzados al mar por la sobrecarga, se tendrá que multipli-
car por tres el número de los asesinados. Somos millones
los que están exigiendo justicia.
La esclavitud de los africanos en las Américas fue la base
del naciente capitalismo, que necesitaba montarse sobre
una relación de trabajo sin paga y sin horarios, el colonia-
lismo y la esclavitud, tenían una relación directa con el ca-
pitalista, y por supuesto eso está íntimamente ligado con
la invasión de Europa a América, iniciada el 12 de octubre
de 1492. Esto tiene que ver con la historia de América, una
historia cargada de explotación que ha durado más de 500
años. Estos hechos son la causa del sufrimiento y la pobreza
de nuestro pueblo.
52
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

La Tunda entunda cantando Alabao

Los esclavizados morían en las minas, en las tabacaleras, en


los cañaverales, y en todo espacio que creaban los blancos
para generar riqueza que fortaleciera al naciente capitalis-
mo. El esclavizador fue acostumbrando al esclavizado a la
muerte y al sufrimiento de su hermano y suyo, lo fueron in-
sensibilizando ante el dolor, todos los días alguien moría o
era sacrificado y nadie lloraba, nadie. La vida seguía en silen-
cio entregolpes y cadenas, con dolores que rasgaban la piel
y fijaban la impotencia, el sufrimiento era algo natural, y los
53
gritos se ahogaban en las gargantas.
Rompían el corazón en mil pedazos, morían y la muerte
les era indiferente, las lágrimas se secaron, las miradas se
perdían, caminando sin rumbo y como zombis al abismo,
parecía que la esclavitud no tenía fin y que el fin era la es-
clavitud. De repente un día se levantó una abuela, miran-
do al cielo, tomando la tierra fértil, y dejando que su cora-
zón explore el sentir y el dolor de la muerte del hermano,
y nació el alabao como una respuesta ante la muerte y un
canto a la vida. Para mí este es el momento del nacimien-
to del cimarronaje como proyecto de vida. El alabao es
la fuente de inspiración de la lucha por la libertad. Estoy
convencido que el alabao fue una iniciativa que nació de la
sabiduría de las abuelas cimarronas, de las abuelas tundas
ellas maduraron todos los saberes ancestrales y lo trans-
formaron en canto de purificación, nos enseñaron a can-
tarle a la vida, el alabao no es un canto a la muerte, por
lo contrario es un canto que nació para proteger la vida,
para salvar vidas. El alabao procura enseñarle al que que-
da vivo, a identificar las cosas buenas de aquel que murió,
para darle valor a la vida, garantizando nuestra presencia
en el territorio. El alabao es echar raíces en suelo fértil, es
fortalecer nuestra presencia como seres humanos, es re-
conocer nuestro sentir y nuestro amor por la vida, el ala-
bao nos humaniza y sensibiliza frente al dolor y la muerte,
el alabao nos purifica y nos da presencia como hombres
y mujeres de cuerpo entero. Se llora sin parar hasta libe-
rar al corazón del dolor, porque el alabao lo que busca es
hacerte llorar, en el llanto está la limpia. Así se libera el
amor y el pensamiento constructor que purificael alma y
permite visualizar la libertad. A partir de esa purificación,
54 se puede construir nuevos escenarios, y descubrir que es
posible construir un futuro diferente.
De la misma manera que la esclavitud de los africanos se
dio como una necesidad económica para el desarrollo del sis-
tema colonial, que caminaba a transformarse en la sociedad
capitalista. El Cimarronaje nace como una necesidad huma-
na para el logro de la libertad de los esclavizados, América
soñaba con la libertad, y uno de sus principales soñadores
eran los cimarrones, hombres y mujeres rebeldes que jamás
aceptaron la esclavitud como un hecho natural y sin fin, por-
que para el Cimarrón el único fin era la libertad.
Frente a las luchas cimarronas, la iglesia servía de cómpli-
ces a los esclavizadores, tigres violentos y asesinos, la iglesia
ofrecía a los esclavizados salvar sus almas, a cambio del so-
metimiento y la disciplina de sus cuerpos, si eran obedientes
podían adquirir su libertad.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

El cristianismo fue utilizado como un mecanismo de do-


minación, los esclavizados recibían como doctrina la acep-
tación a su condición, las promesa de la libertad, y el paraíso
después de la muerte, este era el consuelo para el sufrimien-
to, el objetivo de estas prácticas era frenar las sublevaciones
cimarronas, pero nada era suficiente para detener las lu-
chas por la libertad y en el marco de esas luchas los descen-
dientes de los esclavizados tuvieron que acomodar sus ricas
tradiciones africanas a las situaciones adversas del mal lla-
mado nuevo mundo, porque resistir era cambiar la realidad
transformada en sincretismo.
Los cimarrones repensaron y reinterpretaron las nuevas
enseñanzas espirituales, orientándolas al logro de los objeti-
vos libertarios, y los orishas que habían viajado junto a ellos
en los barcos negreros, metidos en el corazón y en el espíritu
indomable, fueron la llama que mantuvo viva la esperanza 55
de vida. También se adaptaron a las realidades violentas de
las colonias, muchos de nuestros símbolos son el mejor cofre
para precautelar la historia de nuestro pueblo.
Es necesario tomar la Katanga sacudirla con fuerza y vere-
mos como salen los peces de la historia que están resguarda-
dos por Yemayá. tomar las trampas para sacar la historia atra-
pada en su interior, arrancar las gualangas para observar el
fruto del trabajo creador de los abuelos, (por que se dice “que
no solo nace gualanga donde el hombre a trabajado”) abrir el
corral para tomar los peces de la sabiduría ancestral, sigamos
las huellas del cimarrón que entunda el tiempo y la historia.
La diferencia entre el esclavizado y el esclavo de casa,
era que cuando se le decía al de casa, - vamos fuguémonos,
sigamos al cimarrón que sigue los pasos de la Tunda, él de-
cía– “estás loco, si aquí estamos bien, comemos y vestimos
sin que nos cueste nada”, cuando el amo enfermaba, el es-
clavo de casa, exclamaba, - “Dios estamos enfermo”, este
hombre en lugar de ser un aporte al proyecto libertario, era
capaz de defender a su amo y sus intereses en contra de sus
propios hermanos. El esclavizado urbano se ocupaba de cu-
brir las necesidades domésticas de la sociedad blanca, ellos
estaban dedicados a todo tipo de oficios, desde el servicio
casero, hasta la venta ambulante o la prostitución. A pesar
de las dificultades, los cimarrones y su proyecto libertario
encontraron aliados hasta en estos sectores. Muchos de
ellos servían de enlaces entre los traficantes de armamen-
tos y los cimarrones para fortalecer sus luchas contra los
mercenarios y el ejército de la colonia.
El cimarronaje utilizaba la fuerza de la cultura la sabidu-
ría ancestral, para superar los problemas del sistema escla-
56 vista, curar sus dolencias, e idear estrategias para recuperar
la libertad, porque se entendía que para obtener la libertad
no era suficiente con tener la voluntad de transformarse en
cimarrón, además fue necesario desarrollar el principio de
la solidaridad, dando inicio a la internacionalización de las
luchas cimarronas.
La sociedad esclavista buscó por todos los medios des-
prestigiar a los cimarrones y eliminar a los palenkes. Los Ca-
bildos, eran centros de recuperación, evocación y afirmación
de los valores, las imágenes, la música, el arte culinario y las
expresiones lingüísticas africanas. Los esclavizadores pro-
curaron la eliminación de los cabildos, por ser considerados
refugio de cimarrones y un peligro para la estabilidad del
sistema, era el espacio donde los africanos urbanos podían
evocar la memoria de su tierra natal, y soñar nuevas formas
de libertades.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

En el marco de la lucha por la libertad los cimarrones cons-


truían grandes fortificaciones en medio de las montañas, a
esas fortificaciones se las llamaba palenkes, en esos lugares
se desarrollaba todo tipo de actividades productivas, y cada
cual tenía lo que necesitaba de acuerdo a sus necesidades y de
acuerdo a sus capacidades, en definitiva nadie sufría carencia
alguna. Todos tenían cubiertas sus necesidades, la solidaridad
y el compromiso de protección al otro como a uno mismo, era
un mandato que garantizaba la vida y la autonomía.
Los cimarrones se movilizaban por lo general en grupo,
cuando se procedía a rescatar a algún hermano, se lo entun-
daba para que puedan encontrar el palenke, o el espacio de
libertad, estos cimarrones apalenkados eran una amenaza
para la estabilidad económica de la sociedad esclavista.
El cimarronaje era el repensar de los abuelos, cada paso era
un puente en el largo caminar hasta la victoria final, cada movi- 57
miento y sonido era un mensaje al corazón del hombre cazador
de libertades, y cada monte tenía una dirección, como cada fru-
to tiene un sabor, por lo tanto cada centímetro de montaña era
una nueva oportunidad para formular estrategias de ataques a
quienes estaban robándoles la alegría de vivir.
Según las leyes de la colonia todo esclavo fugitivo era
declarado cimarrón, a pesar que la mayoría andaban per-
didos, los que se transformaban en cimarrones no solo se
escapaban y refugiaban en el palenke, sino que andaban
convenciendo a otros para que también hagan lo mismo
que caminen entundao al interior de la montaña. Los cima-
rrones atacaban las haciendas de donde se habían fugado,
no solo para apropiarse de alimentos y armamentos sino
además para liberar a otros esclavizados, todas esas fugas
eran pérdidas económicas, aumentaron tantos las fugas
que era insostenible en el tiempo, esto dio paso a la crea-
ción de bandas de mercenarios cazadores de cimarrones.
Cada fugitivo tenía un enorme precio al ser recapturado. Al
fugarse un esclavizado también se estaba fugando el capital
que éste representaba para el esclavizador.
Los cimarrones eran una amenaza constante para el sis-
tema esclavista, obstaculizaban el tránsito de mercancías
humanas, asaltaban y asesinaban a los viajeros. Estos ci-
marrones tenían formas de comunicarse con los hombres
ymujeres que estaban esclavizados en las haciendas Una de
esas formas eran los tambores, los bombos, las maracas y el
guasá, los movimientos del baile. Todo lo que el esclavizado
realizaba como una forma aparente diversión eran formas de
comunicación, La búsqueda de la libertad no se limitaba a la
resistencia contra la religión y el ataque de los mercenarios
58 cazadores de ex esclavizados.
Una de las estrategias puesta en marcha por los grupos de
cimarrones, fue la lucha armada en el interior de las monta-
ñas, cuyo objetivo principal, era recobrar la libertad perdida,
y poder terminar con la esclavización.
La sociedad esclavista del siglo XVI, inició una campa-
ña de desprestigio y satanización de los combatientes por la
vida, y a todo aquello que era silvestre o salvaje le denominó
cimarrón. Para iniciar la empresa del cimarronaje, el primer
paso era la fuga, el siguiente buscar el palenke y luchar por la
libertad. Estos hombres y mujeres se metían a las montañas
y combatían porque no les quedaba otra alternativa, a pesar
de tener un alto respeto a la vida tenían que luchar.
En el tumulto de las ciudades lo más común era escaparse
y perderse en el monte, y en ese andar y andar se podía en-
contrar con una escuadra de cimarrones de Tundas y Tundos
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

libertarios, que acogían en los laberintos del monte enseñan-


do las artes de la defensa en la montaña que le permitan con-
servar la libertad.
Cada cimarrón sabía lo que tenía que hacer, muchos de
ellos se hacían recapturar para servir de informante en el in-
terior de la hacienda, todos estaban orientados por el man-
dato ancestral el defender la vida, y proteger los saberes.
La música y el baile fueron instrumentos de la resisten-
cia, estrategias dirigidas para transformar al colonizado
en cimarrón, en hombre libre. El cimarronaje es un pensa-
miento y concepto político que le da al pueblo negro senti-
do en sus luchas.
Estamos convencidos que en algún instante el bombo ma-
cho estuvo en el monte, y el bombo hembra en la hacienda, y
se comunicaban en procura de entundar a algún inconforme
desobediente. Ese repicar era un canto construido para dar- 59
le paso a la esperanza, el cununo y el guasá, la maraca y la
tambora tocaban un son, combinando cantos de los mayores
para la emancipación de los próceres criollos, que procura-
ron conservar los mismos vicios de la esclavitud y las des-
igualdades se profundizaron.
Volverse cimarrón era un compromiso con la vida y con
los dioses. Trascendía el cuerpo, invadía la mente y eleva-
ba el espíritu. La montaña era el hogar del fugitivo desde el
instante en que tomaba la decisión de seguir el cuento de la
Tunda, el cuerpo se estremecía y precipitaba su tránsito, las
pulsaciones del corazón aumentaban, la cabeza se crecía y
una calma espiritual se sentía y le daba sentido la vida.
El naciente pensamiento cimarrónico, dio origen a la
creación de los palenkes; nacieron los palankeros y palanke-
ras. Los palenkes; estaban ubicados en sitios de difícil acceso,
protegidos, fortificados. Ocultos entre empalizadas y fosas
que servían de trampas en contra de los cazadores mercena-
rios. El Tío Conejo siempre estuvo alerta, nunca se confió.
Tenía claro que el tigre asesino carecía de escrúpulos, y sen-
sibilidad, lo único que le importaba era el dinero, recompen-
sa por la captura de algún esclavizado fugitivo.
En los palenkes, el orden, la disciplina y la obediencia a
los abuelos, fue una de las claves del éxito sobre el sistema
esclavista. Los abuelos enseñaban el arte del respeto a la
vida, a la naturaleza y a los sueños construidos entre cuentos,
en el sabio y sagrados espacios del mentidero. El secreto para
triunfar en la guerra era el engaño como una de las estrate-
gias más exitosa, se fundamenta en la codicia, la confianza y
el creerse superior al otro.
Los cimarrones siempre estuvieron en pie de guerra dis-
60 puestos a defender el palenke y su entorno. Los combates se
realizaban a grandes distancias del palenke, y los mercena-
rios se creían el engaño; siempre pensaban que estaban cerca
de un palenke.
Los cimarrones en los palenkes desarrollaron una eco-
nomía de subsistencia, todo era repartido para todos en
igualdad de condiciones, a cada cual según su capacidad y
según su necesidad.
La estrategia de ampliación de la lucha, y la solidaridad
con los hermanos esclavizados eran razones de las luchas. La
liberación era la prioridad.
Los cimarrones tenían aliados informantes en las hacien-
das, que contaban las historias de las luchas de los cimarro-
nes, transformadas en fábulas del Tío Tigre y el Tío Conejo.
El engaño era un elemento común entre los esclavizados in-
formantes en el interior de las haciendas. El baile y la música
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

tienen su origen en la necesidad de comunicar antes que di-


vertir, lo grave de esto es que nos quedamos en la diversión y
dejamos de lado la comunicación.
El esclavizador creía que se cantaba y se bailaba para
divertirlo, pero lo que realmente se estaba haciendo era
dando mensajes a los cimarrones metidos y cobijados por
la montaña, madre protectora sabia y abrigadora. Aprove-
chando la oscuridad de la noche los cimarrones asechaban
para convencer algún hermano de caminar por el monte en
medio de la oscuridad y el frio de la noche entre ramas y
gualangas, víboras y reptiles, que amigablemente reciben
el andar de un fugitivo, que no solo la guiaba la Tunda, le
acompañaba el riviel, el duende y tantos seres o animas
protectores de la montaña.
El intercambio de oro por armas fue también una práctica
muy utilizada para equipar el ejército de cimarrones, los que 61
proveían a los cimarrones de armas, eran los mismos merce-
narios contratados por los esclavizadores, pues su fin era el
dinero.
En el siglo XVI, la inconformidad de los esclavizados au-
mentó y eso trajo como consecuencia el incremento de los pa-
lenkes. El cimarronaje multiplicó los palenkes que, como una
mariposa, con muchos ojos, ofrecía diversas miradas sobre la
misma realidad, el cimarronaje siempre estuvo enfocado en
la misma realidad. Los cimarrones no atacaban al azar, ni por
venganza. Lo hacían solo por obtener la libertad. La libertad
no concilia con el odio ni la venganza, los abuelos cimarrones
siempre hicieron una perfecta lectura del momento histórico,
eso les permitió superar la esclavitud.
Cuando los cimarrones salían del palenke sus objetivos
eran liberar hombres, mujeres y niños esclavizados, y tras-
62
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

ladarlos a la seguridad de sus refugios en lo más profundo de


la montaña.
Los cuentos del Tío Tigre y el Tío Conejo, era una de las
tantas formas de contar las batallas entre los cimarrones y
los mercenarios, de tal modo que los cimarrones hacían caer
a los mercenarios en trampas y en confusión. El tigre perde-
dor representaba al mercenario cazador, el conejo ganaba, y
representaba al cimarrón.
La iglesia, por su parte, hizo todo lo posible por someter a
los esclavizados, utilizando la fe como instrumento para que
renuncien a la empresa del cimarronaje. Cuando se captura-
ba a un cimarrón se le hacía una interrogación acompañado
de insoportables torturas, luego en el marco de sus leyes lo
enjuiciaban, le imponían cadenas y grilletes para limitar su
movilidad. Los azotes infinitos arrancaban lágrimas de los
ojos de hombres y mujeres olvidados por los dioses de tem- 63
plos y altares dorados.
64
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Destrozando Cuerpos

Cuando trajeron al primer secuestrado y se lo sometió a tra-


bajos forzados destrozando cuerpos y despedazando almas,
se dió inicio al cimarronaje, la primera forma de resistencia
en las américas.
Se dice que un barco cargado con esclavizados en trayecto
de Panamá a Perú naufragó en las costas del Ecuador tenien-
do como líder a un hombre llamado Antón25. Dicen que eran
17 hombres y 6 mujeres, que se escaparon por la intrincada
montaña y donde se aliaron con los indígenas de la zona. En
65
el año de 1553 construyeron el espacio de libertad más gran-
de de América, dicen que partía desde el sur de lo que hoy
se conoce como Manabí y se extendía hasta el Chocó. A la
muerte de Antón asume en el mando Alonso26 que con sus
dotes de estratega consolida el Palenke Libre de los Zambos
y Negros, que es en definitiva el primer espacio libre en lo
que hoy se conoce como Ecuador.
Si durante el secuestro y el traslado en barcos negreros desde
África hacia América escaseaban los alimentos, se arrojaban al
mar a hombres y mujeres amarrando sus extremidades con pe-
sos para fondearlo en lo profundo del mar, las aguas del Atlán-

25 Antón: En el primer grupo negro que llegó y se estableció en la actual Provincia de Esmeraldas,
se encontraba Antón, quien guía este grupo hacia la libertad cuenta Miguel Cabello de Balboa en sus
escritos
26 Alonso de Illescas: Alonso de Illescas es considerado como el máximo héroe de la libertad
afroecuatoriana. Lidero la creación de la República de los zambos (indios y negros), y llevó una larga
resistencia contra el poder español
tico fueron testigo fiel de la deshumanización, asesinato, de la
barbarie, y del más horrendo holocaustos. Muchas mujeres va-
lientes daban muerte a sus hijos para evitarles la esclavitud, fue
entonces que se construyó el Chigualo, cantándole a la libertad
y llorándole a la muerte por la pérdida del ser querido. El escla-
vizador, para detener las fugas de los esclavizados, el intentó
vanamente detener el cimarronaje, impuso múltiples medidas
para evitar las fugas y detener las resistencias.
El mitín estaba, sin embargo armado. Las revueltas se
veían por todos lados; no existían espacios territoriales en
las Américas donde los fugitivos cimarrones no armaran la
bronca. Los españoles se propusieron no traer esclavos ladi-
nos (esclavizados primero en España y Portugal) por el con-
trario, traer “bozales” (los recién llegados de África y que no
hablen el español ni el portugués). Frente a la impotencia de
66 no poder detener los alzamientos, crearon cuerpos especia-
les de cazadores, contra los cimarrones, el esclavo fugitivo
“Tío Conejo”, y por otro lado los mercenarios de la colonia,
cazadores de esclavos fugitivos “Tío Tigre ”.
Cuando era capturado un cimarrón, se lo sometia a crue-
les castigos, si se identificaba a alguien colaborando con la
fuga de los esclavizados, recibía el mismo castigo que el fu-
gitivo, y por lo contrario si algún esclavo denunciaba algún
intento de fuga era premiado con ciertos privilegios.
Inventaron distintas formas de castigos para los fugitivos:
el cepo, el azote, colgarlo de los pulgares, y básicamente la
tortura consistía en golpear el cuerpo y someter el alma. Se
usaban látigos, palos, cuerdas; todo material que fuera resis-
tente y flexible. Se procedía a golpear sobre la piel desnuda
flagelándola hasta destrozarla, la sangre brotaba sin parar
hasta que el cuerpo caía desplomado al piso.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Dios miró y aceptó el holocausto, y esa sangre fue ger-


men fecundo de otros héroes que, atónito, el mundo vio en
tu torno a millares surgir27. En realidad, lo acepto durante
500 años y permitió que unos cuantos hereden abundancia y
unos muchos hereden pobreza y exclusión.
Muchos esclavizadores a pesar de los ingeniosos castigos
tenían cuidado en no dañar ciertas piezas para no depreciar-
la en el mercado. Por su puesto, sacrificaban algunos esclavos
para que sirvieran como ejemplo y evitar las fugas. Sin em-
bargo, se sabe que al esclavizado, rebelde cimarrón, en oca-
siones le cortaban las orejas, e incluso le cortaban las manos
o las piernas. Muchos de estos rebeldes mutilados lograban
curar sus heridas y cuando estaban sanos se idearon un me-
canismo para desplazarse, e inventaron el bastón. Tomaban
parte de un árbol con raíces de tal manera que estos hombres
y mujeres volvían a escaparse. 67
Es en la fuga donde el espíritu de solidaridad se incremen-
ta y la libertad toma sentido dándole paso al nacimiento de
la Tunda. Las abuelas le dieron vida y poderes que el escla-
vizador nunca entendería, doblego gualangas con sus pasos
firmes de humanos y de molinillo, tomaba rampiras para ha-
cer canastos, abanicos y sombreros. La montaña se le ofrecía
para que haga de ella el espacio de libertad en la construc-
ción de los palenkes.
¿Qué es una Tunda me preguntas tú?, Y ¿Qué es una Tun-
da me pregunto yo?, ¿Será un demonio caído del cielo? ¿Si
es así quiere decir que antes fue un ángel del señor? Es un
invento para confundir al otro, para hacerles creer que le te-
nían miedos y poder escaparse y transformarse en cimarrón.

27 En tu torno a millares surgir: Es la segunda estrofa del himno nacional del Ecuador
Los abuelos dejaron en estos guardianes del monte una can-
tidad de mensajes, para que hagamos de ellos fuente de sabi-
duría. La Tunda es nuestra mensajera, ella es una guardiana
protectora de los montes.
Para el otro integrante una tunda es una verdadera paliza,
porque todo lo mira y lo concibe con violencia en los tiem-pos
de la esclavitud: la tunda era una muerte segura, ¿cuántas tun-
das recibieron los abuelos? la cantidad de golpes estaban suje-
tas a la voluntad y el estado de ánimo del verdugo, si pudiéra-
mos contar los golpes recibidos, ¿Para que?, Podría servir para
reparar, por que cada vez que reparamos un golpe dado esta-
mos limpiando a la humanidad, el solo pensarlo me duele la
piel, es que la historia está escrita en cada pigmento de nuestra
piel, con angustia y dolor, pero con la paciencia de los sabios
africanos. Cuando se castigaba a un fugitivo estaban obligados
68 a observar el dolor del hermano. Cada tunda los dejaba sin piel
y las huellas del látigo zanjaban la esperanza y los sueños, la
sangre goteaba sin parar llenando ríos de sufrimientos, las car-
nes destrozadas se confundían entre trozos de ropa, la piel de
los esclavizados estaba llena de alma y espíritu otorgado por
la iglesia porque sin su venia nadie tenia alma. Todos estaban
obligados a ponerse en el círculo para que las miradas se en-
cuentren frente a frente, y aprendan a aceptar el sufrimiento
en sus cuerpos como algo natural. El amo era la prolongación
del infierno, en sus ojos y su corazón habitaba el demonio, lo
único que podía recompensar tanto dolor después de una tun-
da era la libertad y si se lograba obtener esa libertad guiada por
una Tunda con pata de molinillo perdías el miedo e incluso, si
se lograba sobrevivir a una tunda, perdías el miedo e incluso
ya no te importaba el dolor, lo único posible era la libertad y el
sueño de una nueva vida en el palenke.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

En ese momento el monte se presentaba como la puerta


estrecha para llegar al paraíso. Los hombres y mujeres gol-
peadas, adoloridos y entundados, corrían zigzagueando por
las montañas, sin mirar atrás, sin parar. Siempre para de-
lante. Mientras escapaban sus pensamientos aún estaban
merodeando en el centro del círculo de la tunda, buscando
formas de entender la deshumanización del esclavizador,
cristiano y católico.
Mientras más corría más avanzaba, su cuerpo y su mente
se liberaban en cada paso que daban, mientras más avanza-
ba, mas corría, nuevos pensamientos incorporaba en el pro-
ceso descolonizador del concepto del cimarronaje. Los pe-
rros y los disparos de los “tigres” mercenarios no la detenían.
Ni los rezos de catecismos amañados de los curas jerarcas de
la iglesia no lograban convencerla y en lo más profundo del
monte, agitada, desolada se sentaba, alzaba su mirada, reco- 69
nocía en la naturaleza a la madre abrigadora en la espesura
de la montaña, y al padre de la creación con el primer can-
to a la vida. Se incorporó suavemente, respiró profundo, se
hace parte del monte. Empezó el cimarronaje entre golpes
y estrategias fueron naciendo los palenkes, es en el palenke
donde se conceptualiza el cimarronaje.
El palenke es el lugar de reflexión y de reconstrucción que
les permite realizar diálogos casa adentro, para proyectar-
nos a los diálogos interculturales y ser parte de los cambios
actuales y futuros, los abuelos buscaron la libertad, la cons-
trucción de una nueva sociedad que aún desconocemos, pero
de lo que si estamos seguros que la explotación, la desigual-
dad y la esclavitud tendrán que desaparecerá..
Los abuelos nos dejaron encargos y mandatos que cumplir,
nos decían:- “hazle creer al esclavizador que le tienes miedo a
la tunda, el riviel, la gualgura y a los diferentes guardianes del
bosque, pero no dejes de leer en ellos los mensajes guardados
por nosotros para que le enseñes a tus hijos las ciencias de la
vida, la relación con la naturaleza y como se debe vivir entre
los seres humanos, no te quedes en los miedos supérarlos” nos
decían. En esos personajes esta la defensa del territorio, la
consolidación de los derechos y la lógica discursiva de nues-
tro proyecto de vida diseñado y construido por la sabiduría
de los abuelos, descubre en ellos la creatividad y la sapien-
cia de los abuelos cimarrones, descubre sus estrategias para
triunfar sobre la esclavitud. Deja los miedos y busca los sabe-
res en la tunda que guarda en historias, cuentos y mitos cada
paso y en cada camarón que nos entrega en su andar, se está
reflejando el diseño de la ruta de la libertad, que son los dife-
rentes caminos que tomaron los cimarrones
70 Cuando un Bantú va a recibir en su casa un hermano, pro-
cede a limpiarla íntegramente, la adorna con flores, perfuma
cada cucho28 de la casa, para darle la bienvenida al visitante.
Le dedica todo el tiempo en atenderlo, se preocupa en saber
cómo se siente, le prepara un ritual de bienvenida donde las
palabras y la presencia de los ancestros siempre están en el
ritual de acogida usted hermano. Llegó al palenke, lo trajo la
Tunda por los laberintos de la montaña, este será su hogar,
será parte de este espacio y asumirá el compromiso de cui-
dar, proteger y luchar por la libertad tuya y la de los demás
hermanos, dicen que la tunda era una Bantú.

28 Cucho: según el diccionario es rincón, esta expresión es muy común en el discurso de los
afroecuatoriano en la zona rural de esmeraldas.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

La Tunda nace con el Alabao

La Tunda y el cimarronaje, tienen su origen en el alabao.


El alabao es una de las respuestas más poderosas, que los
abuelos africanos nos entregaron, es una repuesta de las de
las abuelas visionarias, ellas al ver tanto sufrimiento en sus
hermanos, pero también tanta indiferencia ante la muerte de
los demás, pues se estaba imponiendo a la muerte como algo
natural para el esclavizado, y los esclavizados se morían del
sufrimiento físico y de una enorme cantidad de dolores re-
primidos que al no encontrar salida mataban el cuerpo, mu-
71
chos de ellos quedaban tirados en los senderos sin siquiera
un adiós, mientras el dolor psicológico y espiritual se acre-
centaba, parecía que no existía forma alguna para detener
tanta ignominia. Ya no lloraban, sus cuerpos estaban secos y
caminaban irremediablemente hacia la muerte.
En algún momento de la historia nació una voz materna
que nos recuerda al ser querido, nos reconstruye el amor por
el hermano y nos removió el corazón. Era un canto aparente
a la muerte, pues no es exactamente bello, pero que exprime
los ojos hasta desahogar las angustias. Para darle paso al ala-
bao, pasaron cientos de años y un cúmulo de esperanzas. El
alabao es más que un canto a la vida, es un canto que rescata
de lo más profundo la esperanza y la fe en el hermano, ese
canto busca derramar el llanto para terminar con el dolor re-
presado en el pecho del esclavizado que no solo se le habían
robado la libertad sino la esperanza. El alabao provoca la li-
beración o catarsis purificadora que limpia el alma y el cora-
zón, desahoga el dolor contenido y estalla el llanto; permite el
nacimiento del cimarronaje combativo y libertario, que no es
otra cosa que soñar una nueva forma de vida donde el respeto
al ser humano sea lo más importante y aprendamos a vivir en
armonía con la naturaleza. Solo así conciliaremos los sueños
de los hombres nuevos que nacen libres en los palenkes.
La iglesia como institución no solo tomó una posición fa-
vorable a la esclavitud, sino que auspició su defensa y sus miem-
bros compraron y vendieron seres humanos, bautizados y con-
sagrados hijos de Dios capaces de asumir y entender la palabra.
Hasta la fecha la iglesia no asumen con seriedad la limpie-
za de su buen nombre, y la mejor forma sería reparar y arre-
pentirse del daño causado, luego usar todos los recursos que
sean necesarios para reconstruir los miles y miles de cuerpos
72 despedazados y dispersos en la tierra, cuerpos que vuelven al
mar a concertar encuentros con los dioses, cuerpos sentados
en las rocas marinas, pensando en el bien común, que toman
las corrientes marinas para conectarse con los ojos humede-
cidos de los hombres y mujeres lacerados por la deshumani-
zación de un sistema constructor de nudos y ataduras, edifi-
cador de barreras que impedían (e impiden) la liberación del
yugo colonizador, la construcción de mecanismos de libera-
ción, significa también pensar formas de descolonización.
La religión era un instrumento para enseñar a los escla
vos la aceptación de su estado como algo “natural” sin pro-
testar, y lo inducían a la sumisión, a través de un catecismo
para negros esclavos, cuya primera versión conocida aparece
en Cuba a fines del siglo XVIII.
En estos documentos, observamos cómo se usaron los
mandamientos del Dios cristiano para someter a hom-
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

bres y mujeres, dando paso al nacimiento del capitalis-


mo actual. El esclavizado debía cumplir con la fe para ser
buen esclavo y al ser buen esclavo estaba en la gracia de
Dios; debía tener cortesía con su amo, servirle, porque así
lo quiere Dios; quererlo, porque Dios demanda inclusive
ese amor. 29
Se realizaban comparaciones entre Dios y el amo, atemori-
zando a los esclavizados con el castigo divino y el fuego eterno,
- “el paraíso está en el cielo, y el infierno en la tierra, obedeced
y llegaras al cielo”, decía el cura. La iglesia le predicaba al es-
clavizado la necesidad de la sumisión y la obediencia al amo,
como medio para alcanzar la bienaventuranza eterna.
Y no se olvidaron de la parábola, que dice Jesús: es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un
rico entre al reino de Dios, ¡Se olvidaron, o no era conve-
niente recordarlo!. Me pregunto cómo se convencieron, 73
mas aún como lograron convencer al esclavizado y a los
pobres en general que los ricos también entran al cielo.
En esos tiempos los concilios estaban encaminados a re-
saltar las obligaciones y la obediencia a los amos. El Sínodo
de Santiago de León de Caracas de 168730 dice:

29 Nicolás Duque de Estrada doctrina para negros: Doctrina para negros [de] Nicolás Duque de
Estrada: explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad de los negros bozales.
La religión, la forma que, al parecer, está más desvinculada de los intereses materiales, fue defensora
eficaz del régimen esclavista, escribió Raúl Cepero Bonilla. Ciertamente, las teologías, tanto la de la
Iglesia católica, apostólica y romana, como la del cristianismo protestante, sirvieron de soporte ético
e ideológico a la propiedad esclavista, columna vertebral económica de las sociedades coloniales en
América. En las colonias francesas los esclavistas llegaron a proclamar que “Dios hace esclavos” y,
naturalmente, tales esclavos tenían que ser negros

30 El Sínodo de Santiago de León de Caracas de 1687: Introducción: Contexto histórico. Diego de Baños
y Sotomayor. El sínodo de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración de las constituciones
sinodales. Impugnación, aprobación y publicación del texto sinodal. La edición de 1848. Texto del
Sínodo: Reproducción de la edición publicada originalmente bajo el título “Constituciones sinodiales
del Obispado de Venezuela y Santiago de León de Caracas”, hechas en la santa iglesia catedral de
dicha ciudad de Caracas, en el año 1687 por el señor doctor don Diego de Baños y Sotomayor.
“Los señores dueños de esclavos y esclavas tengan entendido
que tienen dominio sobre el servicio que sus esclavos les de-
ben o pueden hacer con el trabajo de sus manos, no sobre las
almas redimidas con la sangre de Cristo, porque en esta parte
les deben tratar de la misma manera que a sus hijos, cuidando
de que sean buenos cristianos que vivan en el santo temor de
Dios y hagan todo aquello que acerca de los hijos y criados les
advertimos”.
La iglesia de la época separa el cuerpo del espíritu o alma,
el cuerpo podría ser sacrificado, para hacer riqueza, pero eso
sí, dejando el espíritu para Dios.
Se necesitaba someter no solo el cuerpo, sino la mente, el
alma, el espíritu, que les garantizara la servidumbre por muchos
años, mientras se creaban las condiciones para el nacimien-
to del capitalismo. En la sociedad esclavista no se descuidaba
74 ningún detalle, para perennizar el sistema, se dispuso que se les
enseñe la fe católica a los negros y sus hijos, pues también te-
nían alma, inferior, claro está, pero alma al fin. El principal ob-
jetivo era contrarrestar el movimiento del cimarronaje, que era
el principio filosófico de la descolonización. Esas ideas eran un
obstáculo en la sociedad esclavista de la cual la jerarquía de la
iglesia era parte activa.
Estoy convencido que el germen libertario en América
nace de las luchas cimarronas. Según dicen los abuelos, antes
que nadie, los cimarrones estaban en las montañas buscando
un espacio de libertad.
Otro importante espacio de resistencia de los esclaviza-
dos eran los Cabildos que nacieron como una forma urba-
na de repensar el cimarronaje, desde la intelectualidad del
liberto urbano. Era un espacio donde los libertos y esclaviza-
dos con ciertas prebendas de libertades, se encontraban para
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reafirmarse su libertad, recrear y repensar la cultura, aunque


en ciertos momentos los esclavizadores los intervenían, para
capturar a esclavizados fugitivos que solían refugiarse en es-
tos sitios.
En la cultura africana se dice que el individuo que se oculta
tras la máscara, adquiere las propiedades de quien representa
y deja de ser él. Los esclavos de casa defendían los intereses del
amo como suyos, al recibir las migajas les hacían creer en fal-
sas bondades y comodidades, y esos esclavos eran capaces de
exponer su propia vida por salvar la del esclavizador. Los dio-
ses africanos31 en las tierras de las Américas se vieron obliga-
dos a usar las máscaras de otros dioses, sin embargo el Dios del
otro acepto el holocausto y sus representantes lo justificaron.
Los dioses de los abuelos no dejaron de ser lo que siempre fue-
ron, tuvieron que adquirir la apariencia de los santos católicos
para poder sobrevivir. Ocultos tras las imágenes de los dioses 75
de otros por muchos años, esas máscaras se adhirieron a sus
rostros, a sus voces, y perdieron sonidos, confundiendo nues-
tra fe y nuestra relación con la naturaleza. Para recuperarlos
los llevamos al rio o al mar, los hicimos navegar en altares flo-
tantes. Le cantamos a Yemayá, Obatala. Tras las máscaras de
la Virgen del Carmen y la Merced, incorporamos cantos y bai-
les a los protocolos de relación espiritual, disfrazamos a Chan-
go y Obatala, fue tanto el tiempo que nos quedamos con las
máscaras que fuimos olvidando de nuestros dioses: tenemos
que sacudir esas máscaras para recuperar la presencia de los

31 Los dioses africanos: En áfrica los Orishas o Voudoum son fuerzas de la naturaleza, una cosa de
aspecto sobrenatural, un fenómeno que se estabiliza por la intervención de un ser humano en un
lugar determinado. Hay un pacto de alianza e interdependencia hecho entre esta fuerza y el hombre
que deviene el primer Alashe. Interdependencia cargada por el Ashe (fuerza sagrada) del Orisha para
guardar su fuerza, que es mantenida con ofrendas hechas por el Alashe. El Orisha protege al Alashe
dentro de la medida.
76
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dioses de los abuelos. Fue tanta la dispersión, la destrucción


del núcleo familiar, que tuvieron que adaptar sus sistemas de
parentesco y fraternidad a las nuevas condiciones materiales
de la colonia, de tal manera que les permitiera conservar cier-
tos elementos de la tradición africana en las Américas.
Se solían nombrar a algunos esclavizados como mayo-
rales y contra mayorales e inclusos jefes de cuadrillas, para
mere-cer tal privilegio debían ser seguramente informan-
tes, verdugos de sus hermanos. A pesar de las estrategias que
se inventaron los esclavizadores y sus ideólogos, que funda-
mentaron teóricamente las prácticas de explotación, mantu-
vieron una oposición activa y conceptual contra el sistema
esclavista, y abonaron el sendero que dio inicio a las luchas
libertarias en toda América.
Las mujeres fueron de suma importancia en la lucha
con-tra la esclavitud, las madres y abuelas se negaban a pa- 77
rir hijos para la esclavitud, muchas de estas mujeres con el
dolor de madre decidían perder a sus proles, para evitar que
sufran lo que ellas y su pueblo estaban soportando. Desde
allí, desde el centro de los corazones despedazados, nacía el
Chigualo rompiendo la sordera del esclavizador, que revol-
cándose en su deshumanizada ignorancia, le pedía en su in-
timidad, más esclavos para incrementar la riqueza. El Chi-
gualo surgía como un canto de esperanza y libertad. Esta
fue una de las tantas formas de resistencia. Las condicio-
nes desfavorables eran un caldo de cultivo para fortalecer
la inconformidad de las personas esclavizadas, y producían
sublevaciones que en muchos de los casos terminaban en
grandes fugas, dando origen a los palenkes que se transfor-
maban en sociedades modelos que existían al margen del
sistema imperante.
Los cimarrones fueron contestatarios soñadores y cons-
tructores de nuevas sociedades que se acercaban al paraíso en la
tierra. Los cimarrones desarrollaron nuevas y creativas formas
de relación social entre los marginados. Los cimarrones para
protegerse de los ataques, buscaron áreas boscosas o de vegeta-
ción densa para asentarse y construir los palenkes.
En el esclavizado estuvo presente el temor por cualquier
falta cometida, porque podrían ser sometidos a los más crue-
les castigos corporales, incompatibles con la dignidad huma-
na, pero a pesar de los castigos y los temores, nunca detuvie-
ron el espíritu rebelde de los cimarrones y las montañas eran
tomadas por hombres y mujeres que se acostumbraron a aca-
riciar lo más profundo de las entrañas de la madre tierra.
En el proceso de endoculturación, el catecismo para los
negros, hecho en 1796, desempeñó un papel importante, des-
78 prestigiando la lucha de los cimarrones.
La doctrina cristiana se acomoda según la capacidad de
los negros bozales, cuando se habla de capacidad se está ha-
blando que el esclavizado se someta por medio de la fe. El se-
gundo catecismo fue editado en 1818 y una reimpresión vió
la luz en 1823. El 21 de enero de 1796 se concedió la licencia
para su impresión, por el obispo de la Habana Felipe José:
El autor del catecismo decía que fue inspirado por Dios, con el
fin de regar la semilla de la divina palabra, la evangelización,
que, según él, encontraría un terreno bien dispuesto para ger-
minar. Les recuerda a los padres el deber y la obligación de re-
gar esta semilla en sus hijos.
Según la opinión de Antonio de Nicolás Duque de Estra-
da, que Dios se valía de la esclavitud para llevar a los negros
africanos al catolicismo y salvarlos por esta vía, salvarlos de
ser libres en su tierra y construir la felicidad libre de la escla-
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vitud. La pregunta que sobreviene a partir de allí, la pregunta


que nos hacemos es ¿salvarnos de qué?
Y nos seguimos preguntando todavía en este siglo, ¿sal-
varnos de que? ¿De caminar libre entre los árboles y nadar
en el río, de ser parte de una familia y conciliar con la natu-
raleza? ¿Salvarnos de la libertad espiritual y de encontrar en
cada paso a Dios, en la sonrisa infantil? ¿salvarnos de que?
Los mayorales estaban obligados a no tener ningún tipo
de relación con los esclavizados para que pudieran ejecutar
con libertad todos los tipos de castigos encomendados, y te-
nían que ejecutarlos aunque les parecieran injustos.
Las preguntas y respuestas fueron y son los mecanismos
utilizados por la iglesia para someter al esclavizado. Las
preguntas estaban siempre dirigidas a Dios. La creación, las
tres personas de la santísima trinidad... Jesucristo, los man-
damientos, sacramentos y oraciones. Esto ha impulsando el 79
sentido individualista de la fe y la salvación, rompiendo el
sentido colectivo de la divinidad, distanciándolos del víncu-
lo directo con la naturaleza, el irrespeto a la creación y a las
divinidades naturales, donde el hombre y la mujer son un re-
curso, y no un integrante de la armonía natural.
El fin máximo del esclavizado era escapar del sufrimiento de la
esclavitud. No tiene sentido ni consistencia propia la vida sino era
consagrada a la lucha por la libertad. El cristianismo fue un movi-
miento ético donde predominaba el amor al prójimo, la compa-
sión hacia los empobrecidos y enfermos, el rechazo a la violencia.
¿Cómo se justificaron el sometimiento a otro ser humano al cri-
men más horrendo cometido sobre otro ser humano?.
Intentaron convencer al esclavizado que de la misma ma-
nera que nadie cuestionaba el orden cósmico, tampoco el or-
den social, y ambos eran sagrados, incuestionables y, funda-
mentalmente, expresiones de su voluntad divina. Por lo tanto
el que se oponía a ese orden estaba en contra de la voluntad de
Dios y en consecuencia era un demonio. Esa relación fue uno
de los caminos para satanizar las Cimarronas, y las llamaron
diabla mujer endemoniada: “dice uno de los mitos que cuan-
do el sol está en su plenitud, y se presenta la lluvia, se decía y
se dice, que el diablo y la Tunda se estaban amando, es que el
amor es un hecho natural y es en ese preciso momento en que
aparecen los colores dibujados en el arco iris, es que los hijos
de la Tunda son de mil colores”32. Crearon un paralelismo en-
tre el orden divino creado por Dios y el orden humano de la
esclavitud, el hombre blanco (el esclavizador) estaba al frente
pero con la voluntad de Dios.
La flagelación, el asesinato y las violaciones de todo tipo
de derechos eran justos y necesarios, para el bienestar y la
80 paz. Dios aceptó el holocausto.
Tanto el esclavizador como el sacerdote comparaban la
purificación de las almas con el purgatorio, con el proceso
de clarificación del azúcar, mientras más claro más puro, y
más cerca de Dios. De este principio nace la idea de “me-
jorar la raza”, y lograban suavizar el sufrimiento en la me-
dida que sus hijos fueran lo más claros posible. La iglesia
reafirmaba que la estructura administrativa del ingenio, de
la hacienda o la plantación fueran producto de la voluntad
de Dios: Y entonces el catecismo para el esclavizado toma
fuerza. Después de la brutalidad de los castigos en que se
sometían a los cuerpos.
Inicia el proceso de sometimiento espiritual por parte de
la Iglesia, los esclavizados sentados en el piso o arrodillados
iniciaban el proceso de adoctrinamiento:

32 Este es un decir de la tradición afroecuatoriana en la zona rural de Esmeraldas.


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-¿Quién es la cabeza de la iglesia?, pregunta el padre.


La cabeza de la iglesia es nuetro Señor Jesucristo, respon-
dían en coro memorizado, sin entender bien lo que decían.
-¿Y quién gobierna la iglesia en nombre de Jesucristo?
-El Papa gobierna la iglesia en nombre de nuestro Señor
Jesucristo.
-Si señores, el Papa la gobierna y es la cabeza de la iglesia.
Pongan ustedes cuidado en aprender bien esto, pues
es preciso saberlo. La cabeza de esta hacienda es su amo
pero quien gobierna la hacienda, y ha sido puesto allí para
gobernar, es el mayoral, y por eso el mayoral es y se lla-
ma también cabeza de la hacienda. De la misma manera el
Papa es la cabeza de la Iglesia, porque nuestro señor Jesu-
cristo lo ha puesto para que gobierne.
-Qué tienen que hacer para salvarse?
-Para salvarnos es menester guardar los mandamientos de la 81
ley de Dios y los mandamientos de la Santa Iglesia y las obligacio-
nes de nuestro estado.
Para estar bien con Dios era necesario estar bien con el
amo. Obedecer al amo, era estar bien con Dios, eso implica-
ba rechazar a los salvajes endemoniados que se encontraban
metidos en la montaña y que estaban en contra del amo y del
estado, y si estaban en contra del amo, estaban en contra de
Dios, esos llamados Cimarrones eran el diablo por lo tanto
no hay que seguirlos.
-Para salvarnos, decían los esclavizados, tenemos que
bautizarnos y obedecer al amo, porque obedecer al amo es
obedecer a Dios.
Al esclavizado se le convencía dándole una explicación del
cielo, como algo completamente contrario a la realidad en la
que vivían. No hay amo, y como consecuencia, tampoco hay
esclavizado. Desaparece el castigo, no hay trabajo forzado
donde otro se beneficia, en ese lugar todo es de todos y a nadie
le falta nada. Porque a cada cual le toca según su capacidad, y
a cada cual según su necesidad, muchos de los esclavizados se
reusaban a creer y se atrevían a decir, eso solo es un sueño de
soñadores.
-Si trabajo sin pensar, reflexionaba el esclavizado, que eso
es bueno para servir a Dios, trabajaré como mula, y si Dios
me hizo esclavo él quiere que yo sirva a mi amo, pues yo voy a
trabajar porque Dios quiere que así sea.
-Padre (Sacerdote): ustedes para comenzar el día, tienen
que hacerse la señal de la cruz, rezar el padre nuestro, el ave
maría y después dedicarle a Dios todo lo que hagas en el día.
(Eso implicaba dedicarle todo el trabajo para beneficio del
amo, porque Dios así lo dispone)
82 El autor del catecismo del esclavizado decía que el escla-
vo está obligado a trabajar en cualquier circunstancia y que
por ello, más vale que lo hiciera de buena gana y pensando
que con ello sirve a Dios, de lo contrario se perderían y Dios
los castigaría e irían al infierno cuyo dolor era más intenso
que los castigos en la hacienda. Ese fuego los quemaría por
toda la eternidad. El temor fue el elemento fundamental
para dominar las mentes de los esclavizados y así evitar los
alzamientos. Los que lograban librarse de los miedos eran
satanizados y entundados.
El amor al prójimo se construyó sobre el látigo y la servi-
dumbre, y con el mayor cinismo se decía: “cosa que no quie-
ras para ti, tu tampoco quieras para ningún otro” y “todo lo
que quieras para ti, eso mismo, es preciso quererlo para los
demás”,.Concebir que era posible fundamentar estos valo-
res morales, en una sociedad que consideraba a otro ser hu-
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mano igual que un objeto y que un animal, e incluso a pesar


de concederle el derecho a tener alma ser evangelizado y
creer en el mismo Dios, aniquilaron de un solo tajo a nues-
tros dioses, y ellos muy inteligentemente se escondían en
la Virgen de las Mercedes a Yemayá, Chango, Obatala, y a
tantos otros. Se sometía al esclavizado a ser lo que no que-
ría. Pero estos, en definitiva, fueron falsos valores, porque
se fundamentaban en la acumulación y la esclavitud.
Para justificar la subsistencia del sistema engañaban al
esclavizado y le decían: tu prójimo es todo hombre o mujer,
joven, viejo, mulato, indio, amo, blanco, esclavo, negro, libre,
bozal criollo, de todas las castas, Congo, Mina, Carabalí,
Mandinga, chico, grande, pobre, rico, los buenos, los malos,
el de buen corazón, todos son tus prójimos y te merecen res-
peto y cariño.
Estos mecanismos éticos y morales fueron de gran valía 83
para sostener el sistema de explotación e injusticia de la es-
clavitud, de alguna manera contribuían a alargar el fin del
sistema esclavista, y cuando los Cimarrones influenciaban
y aumentaba la inconformidad, entonces actuaba la iglesia
convenciéndolos que esta nueva vida era mejor que la que
ellos dejaron en África. A pesar de los temores espirituales
y las comparaciones seguían escapándose. Los cimarrones y
cimarronas de día o de noche regresaban a las haciendas, se
presentaban a los esclavizados conocidos y los convencían
de la necesidad de escaparse a lo más profundo de la mon-
taña, donde no existía la esclavitud, donde no había esclavi-
zador. Era algo parecido al paraíso: el hombre Cimarrón y la
mujer Cimarrona pudieron construir el sueño de la sociedad
ideal, el paraíso en la tierra, esa es la tierra prometida y el
pueblo africano en las Américas empezó a caminar entundao
a lo más profundo de la montaña para formar parte de los Pa-
lenkes. En el interior de los Palenkes se realizaban cultivos
tradicionales, se practicaba la espiritualidad africana, de tal
manera que se convertía en un verdadero refugio de la resis-
tencia cultural africana. En los palenkes las Cimarronas se
convertían en Palanqueras mayores, y la Iglesia las sataniza-
ba, les calificaban como demonios de la montaña, porque en
las noches se llevaban a los que desobedecían la ley de Dios
que era la ley del esclavizador.
En el silencio de la noche, a pesar de los comentarios y
los miedos, las Cimarronas se aproximaban a las haciendas a
convencer a sus hermanos o hermanas, -soy tu familia, sígue-
me que en la montaña esta la libertad,- ¿Cómo puedes creer
en el blanco y en la voluntad de su Dios?, ese Dios es injusto
porque acepta el holocausto, ¿pero qué podemos esperar de
84 su Dios?, decía la Cimarrona.
En la mente del esclavizado se repetían estas frases, “si
desobedeces te daremos una tunda33” , “si te capturamos
te daremos una tunda de Dios y padre nuestro”, “la tunda
que te daremos posiblemente te arranque la vida para que
sirva como ejemplo a los demás”, “después de una tunda si
te mueres, habrá sido la tunda que te llevó y no irás al cielo
iras a sufrir en el infierno porque desobedeciste la volun-
tad del amo, que en definitiva, es la voluntad de Dios”.
La Cimarrona igual que los Orisha de la fertilidad africa-
na, era una mujer multifacética, que adoraba a los niños más
que a su propia vida, y amaba la naturaleza. Conocía la mon-
taña y tomaba de los esteros camarones que los cocinaban
con el calor ardiente de su corazón de madre.

33 Una tunda: las tundas escritas con “t” minúscula, y las Tundas escritas con “T” es la Tunda libertaria
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Los esclavizadores la llamaron “tunda” y los abuelos le crea-


ron el mito34, la fuerza, la magia, la sabiduría y la historia acumu-
lada. La Tunda y su encanto concilia con el pueblo negro, desde
ese momento histórico los entundados amaron a esa mujer, sus
ideas y sus sueños, aprendieron a rechazar a los esclavizadores y
sus curas. Para capturar a los libertos contrataron mercenarios
con caballos, escopetas, perros y oraciones.
La tunda es negra africana y cimarrona, en ella se conju-
gan Dioses africanos, la tierra, el agua, el sol y la lluvia. Cuan-
do una Tunda está pariendo en medio de la palizada, el llanto
del niño hace salir el sol y de alegría el cielo llora y en-tre el
sol y la lluvia se expresan los colores en el cielo, entre el na-
cer y el amor se forma el arco iris.
¿A quién se ha llevado la Tunda, entonces? A mi tía, a
mi mamá, mi hermana la trasladó de un lado al otro lado
del rio sin mojarse nada, ¿Quién más pudo hacerlo si no 85
fue la Tunda? Aún anda la Tunda buscando inquietos des-
obedientes soñadores, hombres y mujeres grandes y chicos,
para darles sabiduría para darle historia, pa´ entundarlos,
enamorarlos y luego llevárselos al monte para construir
Palenkes de libertad. Ella quiere hacer de los hombres hijos
de la naturaleza.
Dice una leyenda que un buen día una mujer ya cansada
de tanta tunda que le daban y de tanto golpe que le propina-
ban hasta una pierna perdió, cuando su pierna estuvo sana
decidió escaparse al monte, apoyada en una rama con cuatro

34 El mito de la tunda: “según los guardianes de los saberes del pueblo afroecuatoriano, la Tunda es
una especie de demonio que se lleva a los desobedientes, se les presenta con la imagen de un ser
querido entundandolos con sus ventosidades y dándole camarón asados que los saca de entre sus
nalgas, y se los va llevando por los cañaverales y los laberintos más espinosos de la selva, se dice
que la Tunda tiene un pie de molinillo y un pie de humano, para poder rescatar al entundao se tiene
que buscar al padrino, los bombos, cununos, guasa, perros y disparos, para que la tunda se asuste y
abandone al entundao”
puntas que la utilizaba como bastón, y decía, “más vale mi
monte espeso”.
Una de las prácticas más abominables de la sociedad oc-
cidental pre moderna, fue el secuestro de personas del un
lado a otro lado del Atlántico. Alcanzó su clímax máximo en
el siglo XVIII. Entonces se proliferó el secuestro de seres hu-
manos con sueños e ilusiones, y en el tráfico trasatlántico de
hombres y mujeres cargados de espiritualidad y de dioses en
los mares, en la tierra y en el cielo, los “cristianos” los secues-
traron y los arrancaron de su territorio para implantarlos a
la fuerza en otras tierras que ya estaban bañadas de sangre.
El esclavizado pensaba que ese sistema no tendría fin, y
que la situación de sufrimiento y dolor sería eterna. En su
mente secuestrada se le presentaban imágenes de cuerpos
destrozados, colgados o tirados sobre el cepo, se exprimía
86 los ojos buscando alguna lagrima escondida, hurgaban la
tierra buscando explicación a su incomprendido dolor y el
Dios no respondía, alzaban la mirada al cielo buscando al
Dios perdido, volvía a cerrar los ojos y solo en su interior
encontraba paz. El recuerdo de su tierra libre jugueteaba
en su memoria y sonreía, así reinventó el tambor y la ma-
rimba. Si el cimarronaje no invadía su mente y su corazón,
estaba envuelto en llantos y lamentos permanentes, la in-
certidumbre y la imposibilidad de ver la luz al final del túnel
le retorcía el corazón, y los pasos se hicieron lentos, porque
las lambederas jalaban su marcha, las piquiguas enredaban
sus sueños y miles de huellas de extraños montes le rosaban
las piernas y le cortaban los pies.
Los Cimarrones nocturnos convencían a los esclaviza-
dos para que se involucren en la pelea del proyecto del ci-
marronaje. Es a partir de las luchas en las montañas entre
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

mercenarios y los Cimarrones que se da inicio a muchas


historias que luego se transformaron en mitos y cuentos,
que estaban dirigidos a desprestigiar a los cimarrones y ci-
marronas, endemoniaron a las Cimarronas y las llamaron
Tundas, y la iglesia inventó una leyenda: la Tunda cayó del
cielo porque Dios la desterró del paraíso, por desobedecer
las leyes, y la envió a lo más profundo de las montañas, y
ella en venganza engaña a los que no obedecen, y quienes
no están en la gracia de Dios.
La esclavitud necesitaba ser sostenida, hasta que el ca-
pitalismo naciente se consolidara, para lo cual se inventaron
formas de castigos corporales, arrestos, secuestros, destie-
rros, y separación de familias. De ese modo se evitaba la or-
ganización y que los esclavizados formen parte de las filas de
combatientes cimarrones. El temor espiritual fundamentado
con la condena en el infierno, para lograr detener el avance del 87
cimarronaje. Ni la satanización, ni la comparación con anima-
les salvajes, detuvo el avance incontenible del Cimarronaje.
En Guayaquil majestuosa ciudad puerto a finales del año
de 1784, eranya muchisimos mis abuelos que transitaban
en la urbe. Según los historiadores se calcula que había un
aproximado de 2200 esclavizados35, hombres y mujeres
fundantes de la ciudad y estaban dedicados en su mayoría
a la sastrería, a faenar vacas, a las labores de las vegas de
tabacos, a la siembra y cosecha del cacao y una gran can-
tidad estaban dedicado a la servidumbre doméstica. Otros
eran artesanos y carpinteros, eran el pilar fundamental en
los astilleros, en los aserraderos. Eran lecheros y zapateros.
Otros apagaban las luminarias, apagaban los incendios, pe-

35 En los años de 1780 habían en la ciudad de Guayaquil unos 2200 afroecuatorianos:


leaban contra las invasiones piratas. Éramos el pilar de la
economía de la ciudad.
Ocurre que en Guayaquil tener un esclavizado era un
lujo, principalmente porque era un símbolo de poder y ri-
queza. Se consideraba rico aquel que tenía muchos esclavi-
zados, de tal manera que en Guayaquil la ancestralita afro
está presente, aún caminan abuelos por las calles empedra-
das de los cerros de las Carmen, buscando refugio entre la
sombras de algún portal. Guayaquil es nuestra, tan nues-
tra como nuestra madre, pues fue construida con la sangre
viviente de nuestros ancestros. Guayaquil es nuestra pues
está asentada en las espaldas flageladas de mis abuelos,
cercenados sus cuerpos pero irguiendo su presencia con la
mirada fija, inventando una catanga para casar esperanzas,
sus cuerpos están enterrados en el salado y sus espí-ritu
88 caminan en el manglar transformando cangrejos rojos en
Cimarrones. En cangrejos azules.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

En la colonia las mujeres esclavizadas y las que se ha-bían


liberado, jugaron un papel importante en la agenda por la li-
bertad, entre los miembros de sus familias. Tuvieron un rol
activo movilizando un conjunto de saberes y estrategias, a
pesar de todo ellas seguían luchando y construyendo estra-
tegias de libertad.
Las Tundas siguen caminando por los montes construyen-
do senderos pisando gualangas, sembrando colinos , hacien-
do trampas pa´ cazar ratones. Ella tan sencilla y transparente
nunca dejo de aprender de los abuelos y apañaba saberes de-
jados cuidadosamente en los caminos de la vida, y en su vaivén
ondulante, provoca el más tierno y convincente sonido noc-
turno estimulado por el recorrido de sus olores entundantes.

89
90
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Una Cimarrona un Sueño

La República del Ecuador es hija de la colonia, de la Real Au-


diencia de Quito. En el año de 1830 se construye la primera
constitución y jurídicamente se funda la República, nace la
institucionalidad que fue una fiel copia del concepto institu-
cional del esclavizador, y la esclavitud de los descendientes de
africanos seguía intacta, esta constitución no solo no modificó
la relación del viejo esclavizador con su esclavizado, más bien
crearon condiciones jurídicas para garantizar la inversión del
esclavizador. Este proceso se prolongó hasta el 25 de julio de
91
1851 en que producto de las luchas cimarronas, y los intereses
industriales agroexportadores se dio paso a la firma de la carta
de la abolición de la esclavitud en el Ecuador.36
Las luchas de los esclavizados y esclavizadas nunca clau-
dicó, la búsqueda de libertad, era el fin superior, un esclavi-
zado o esclavizada no representaba a un ser humano en los
inicios de la República, por lo tanto no formaba parte de la
ciudadanía y carecían de valores y moral, siendo como es, el
esclavizado sufría de una muerte civil, todo aquel esclavi-
zado o en condición de servidumbre seguía siendo tratado

36 El 25 de julio de 1851: La esclavitud se mantuvo hasta que el 25 de julio de 1851, día en que el
Jefe Supremo Gral. José María Urvina, en la Casa de Gobierno de Guayaquil, expidiera uno de los
decretos de mayor contenido humano y proyección social dentro de la evolución jurídica ecuatoriana:
La abolición de la esclavitud.
Para lograr este humanitario objetivo, el Gral. Urvina expidió además un impuesto sobre la pólvora,
para pagar a los propietarios -con este gravamen- el valor de cada esclavo liberado.
92
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

como objeto, se continuaba con la práctica de compra y ven-


ta de seres humanos, e incluso se anunciaba la venta en los
diarios, por lo cual el esclavizado no tenía honor ni dignidad
y mucho menos tener sentimientos y honor, que le permitie-
ra defender su dignidad y su nombre.
Un ejemplo de lucha y de valentía de una mujer Cimarro-
na ocurre en Guayaquil, María Chiquinquirá37, fue una Ci-
marrona que denunció a su amo no solo por el maltrato fí-
sico, sino por el maltrato a su honor. Resulta irónico pensar
algo así, que una mujer esclavizada sabiendo que estaba fue-
ra de la estructura social, si era esa estructura la que le daba
la capacidad de tener honor y vergüenza y que frente a ella
se yergue altivo y soberano, el otro, su contrario, que ocupa-
ba un lugar en la república y además tenía la obligación de
castigar y contener los fueros salvajes del esclavizado. Era él,
pues, quien estaba encargado de enseñar las reglas al esclavi- 93
zado, a pesar de todos estos obstáculos, María Chiquinquirá,
la nacida en Baba, hija de una mujer que muere de lepra en
una de las hacienda de un esclavizador.
María Chiquinquirá enfrentó un juicio largo, tortuoso,
ofensivo para su condición de mujer cimarrona, a pesar de
todo tuvo la fortaleza de sostenerlo y ganarlo. Obtuvo la li-
bertad de ella y de sus hijas. María Chiquinquirá fue pen-
samiento y cimarronaje, fue vida, lucha, orgullo, dignidad,
palabra de mujer, encargo de futuro, sabiduría ancestral,
nacida de cuerpos enfermos y vientres purificados, hija de
Cimarrona heredera de la tradición y del apalancamiento.

37 María Chiquinquirá: María Chiquinquirá Díaz existió y vivió en el siglo XVIII en el puerto colonial de
Guayaquil. Mulata o zamba, como dice Chávez, fue esclava hija de esclava; se casó con un hombre
libre, de profesión sastre; y tuvo una hija. Fue por esa hija, para que no corriera su misma suerte, por
quien María Chiquinquirá Díaz, al amparo de la propia legislación de ese entonces, decidió entablar
una acción judicial contra su amo y reclamar, para sí, esto es para ella misma, la condición de ser libre.
Cómo le quedaría la cara al Previstero Cepeda38 esclaviza-
dor perverso, que nunca imaginó que una mujer y esclava le
diera tal repuesta a sus pretensiones de someterla.
Antes de Bolívar ya se estaba discutiendo con seriedad
la tesis de la abolición de la esclavitud en la América An-
dina. Alexandre Petión39 auspició con dinero y un escua-
drón de generales expertos en el arte de la guerra para que
Bolívar pueda lograr la libertad de las cinco naciones, con
la única condición que después de triunfar, debería dar la
libertad a los esclavizados. El triunfo contra los españo-
les ocurrió, pero la tesis de la abolición de la esclavitud
no tuvo acogida, y los compromisos fueron traicionados,
debido a que la sociedad andina que entró a gobernar fue-
ron los mismos criollos hijos de los españoles, y ellos lo
único que deseaban, era pasar a gobernar con los mismos
94 principios de la colonia. Además, su economía se basaba
en la explotación agrícola a gran escala y les era imposible
mantenerse sin la esclavitud, les era necesario mano de
obra sin pago y sin tiempo.
Bolívar, olvidándose de los compromisos adquiridos con
el Presidente de Haití, el general Petión, prefirió dejar el
tema de la manumisión de los esclavizados para después, y
dedicó todo su esfuerzo a la unidad de la gran Colombia. La
abolición de la esclavitud fue una tarea pendiente de la ge-
neración de los “libertadores”. Fue después de casi 30 años,
el 25 de julio de 1851 en la ciudad de Guayaquil que el Ge-
neral José María Urbina firma la Carta de Manumisión de
la esclavitud, ese acto fue fruto de las luchas Cimarronas de

38 Previstero Cepeda: esclavizador que exigía la propiedad de María Chinquiquirá


39 Alexandre Petión: En 1807 instauró una República en el sur y oeste de Haití de la que fue nombrado
presidente vitalicio. A partir de 1810, se convirtió en el gran apoyo de los patriotas que lucharon por la
Independencia de las repúblicas liberadas por Bolívar.
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estrategias pensadas en los Palenkes, no fue un acto delibe-


rado, ni la voluntad generosa del General Urbina. Es necesa-
rio reafirmar que todos los logros del pueblo afro, son resul-
tados de las luchas y la sabiduría ancestral. A pesar de estar
firmado el decreto de abolición para que se haga efectiva la
libertad se creó un sistema de incentivos y de indemnización
a los ex esclavizadores garantizando el capital, para el efecto
el presupuesto de 1851 y el de 1852 se lo destino para dicho
fin, terminando con algo que parecía no tener fin y se logró
superar la esclavitud.
Urbina señaló que: “La institución bárbara de la escla-
vitud del hombre, incompatible con el sentimiento humano
del siglo y con los principios liberales proclamados por la re-
volución de 184540, se ha conservado en nuestro país como
uno de los legados vergonzosos del sistema colonial. El Go-
bierno de Julio, consecuente con esos principios y sensible a 95
la suerte desgraciada de un considerable número de ecuato-
rianos que gimen aún en la esclavitud, quiso dar una prueba
de sus miradas filantrópicas adjudicando nuevos fondos a
los de manumisión”. La filantropía nace como consecuencia
del amor de la mujer Cimarrona y de la lucha de los Palenke-
ros41, la conciencia del criollo esclavizador comerciante ex-
plotador aúpa la carta de manumisión, no por el amor al ser

40 La revolución de 1845: La Revolución Marcista, también conocida por varios autores como la
Revolución de Marzo o la Revolución de 1845, se desarrolló entre el 6 de marzo y 17 de junio de
1845 y fue un movimiento armado revolucionario en Ecuador que enfrentó a las fuerzas en apoyo
al presidente Juan José Flores y a las facciones rebeldes opositoras marcistas. Esta revolución
es el primer movimiento armado que se dio en el país desde su creación en 1830. Se inició en la
ciudad de Guayaquil y finalizó en la hacienda La Virginia en los alrededores de Babahoyo. Fue un
levantamiento en el puerto principal en contra de las fuerzas de Flores, quien, casi al terminar su
periodo, quiso modificar la Constitución para quedarse más tiempo en el poder. Flores fue destituido.
https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_marcista.
41 Los Palenqueros y Palenqueras: eran los cimarrones y cimarronas que habitaban los palenques, y
los que ejercían la jefatura eran denominado Palanquero Mayor o Palanquera Mayor
humano, sino porque tras esa manumisión estaban grandes
ganancias y las luchas Cimarronas en las montañas, y en los
ejércitos libertarios, la manumisión estuvo aupada por el in-
terés económico del esclavizador que recibiría una paga por
cada esclavizado liberado. La verdad es que ya tenían fría-
mente pensado el concertaje42, como una nueva estrategia
de sometimiento.
La asamblea constituyente del 18 de septiembre de
1852 ratificó la medida. Esta asamblea debatió si la libe-
ración de los esclavizados debía ser directa o escalonada.
Los empresarios de la costa querían que la manumisión
fuera directa en función de sus intereses de producción
agrícola, necesitaban mano de obra en abundancia y si
eran liberados estos llegarían de la sierra a la costa. Des-
pués de largos debates se impuso la tesis de la burguesía
96 costeña y los esclavizados fueron liberados de inmediato,
considerando el presupuesto del estado que permitiera
asegurar la indemnización a los esclavizadores, muchos
libertos de la sierra migraron a la costa, la reacción de los
terratenientes serranos contra la abolición de la esclavitud
fue tal que terminaron derrocando al sucesor de Urbina.
Luego de todo este proceso esclavista los hijos del nacien-
te capitalismo, dieron un giro entre sus cavernícolas ideas
para proteger el capital, y nació el concertaje afroecuatoriano
moderna forma de la esclavitud. Para darle la bienvenida al
concertaje era necesario dejar al ex esclavizado sin tierra, sin

42 El Concertaje: Contrato por el cual un hombre o mujer afro se obligaba a realizar trabajos agrícolas
o artesanales de manera vitalicia y también hereditaria y no recibía salario por el trabajo realizado y si
le daban era lo mínimo, e esta manera se controlaba la mano de obra ex – esclava, fue un trabajo a
concierto en el sentido de contrato que se transformó en un trabajo servil, y las deudas se heredaban
de padre a hijo de hijo a nieto y eran imposible de ser pagadas este fue uno de los tantos ejemplos de
deudas impagables.
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activos económicos, sin activos sociales, sin activos políticos


ni culturales, y además entre los esclavizadores se pusieron
de acuerdo para no darles trabajos a los ex esclavizados.
De este modo, la mano de obra resultaba mucho más ba-
rata porque el esclavizado, terminaba regresando a solicitar
trabajo donde el antiguo esclavizador, y el salario que recibía
no alcanzaba para cubrir lo básico, con lo cual quedaban en-
deudados con el patrón. Entonces se fortaleció el Concerta-
je, que dió inicio a una deuda imposible de pagar. Se le llama-
ba “la deuda sin fin”, se la contraía con el patrón, al que antes
se le llamaba amo. Los legisladores de la época aprobaron
leyes que garantizaban el capital del patrón, es decir azote y
prisión por deuda no pagada, y como no podían pagar, estas
deudas no tenían fin. Estas deudas perennizaban la depen-
dencia y el sometimiento, lo cual configuró una nueva forma
de esclavitud. 97
98
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Reconocimiento a la abolición de la esclavitud

Hoy, 8 de enero de 2016, cumplo 56 años, y estoy aquí de


pie, inmóvil frente al monumento en el cual se le rinde ho-
menaje a los cien años de la firma de la carta de la manumi-
sión de la esclavitud, en Guayaquil, ciudad puerto. Ciudad
ancestral del pueblo afroguayaquileño. Por estos lugares
transitaron mis ancestros cargando cuerpos ajenos, culti-
vando, limpiando, construyendo barcos, apagando incen-
dios provocados por piratas, cargando los apestado malde-
cidos por la fiebre o la lepra, por estos lugares transitaron
99
mis abuelos, trabajando construyendo la ciudad. El Muy
Ilustre Consejo de Guayaquil, en representación de todos
los ciudadanos de la ciudad, hacen un reconocimiento a
aquellos que hicieron posible uno de los hechos históricos
de mayor relevancia en la vida del Ecuador, como siempre
reconociendo a los otros y no a las victimas, sus nombres
desaparecidos e incluso olvidados, inmortalizar la ciudad
del nueve de octubre es inmortalizar la lucha por la liber-
tad, perennizando el 25 de Julio de 1851, día de la manumi-
sión de la esclavitud y hacer un reconocimiento al centena-
rio de la firma del decreto supremo. El 9 de octubre de 1952
se rindió homenaje al centenario de la libertad de miles y
miles de los Ecuatorianos, ciudadanos de piel oscura, hom-
bres y mujeres pilar fundamental de la cepa racial en el na-
ciente mestizaje, y desde esa fecha hasta el día de hoy, 8 de
enero del 2016, han transcurrido 64 años de la colocación
de esta placa de reconocimiento a los que hicieron posible
vencer la esclavitud. Por su puesto, faltan los nombres de
los miles y miles de Cimarrones libertarios.
Para el sistema social, político y económico de la época era
un ataque a la civilización y un oprobio para la República. Hoy
son ya 164 años de la firma del decreto supremo de la aboli-
ción de la esclavitud. Es necesario visibilizar este monumento
símbolo de la dignidad humana, para que la ciudadanía que
vive en Guayaquil, sepa que esta ciudad fue construida con la
fuerza de la mano esclavizada. La historia de Guayaquil está
cargada de trabajos forzados y sin paga a miles de hombres y
mujeres, ¿será que intencionalmente se pretende invisibili-
zar dicho monumento? Nadie sabe por qué nos ocultan esta
información. Ni en las escuelas, ni en los colegios enseñan so-
bre este decreto supremo. Muy pocos recuerdan ese momento
100 histórico importante para la vida del país. Las placas están co-
locadas a una altura que dificultan la lectura, a pesar que por
el lugar transitan miles de personas, ciudadanos diversos e in-
terculturales. Muy pocos en la ciudad saben que en la Gober-
nación de la provincia del Guayas, se firmó el decreto supremo
de la manumisión de la esclavitud.
El Art. 4º del Decreto, de manumisión de la esclavitud
dice: “En cada capital de provincia habrá una Junta deno-
minada Protectora de la Libertad de Esclavos compuesta
por el Gobernador de la Provincia, de los Consejeros Muni-
cipales y de cuatro ciudadanos de conocidos sentimientos
filantrópicos; los mismos que deberán ser nombrados por
el Concejo Municipal de la capital de la provincia”.
La tea de la abolición de la esclavitud, está ubicada en-
tre la avenida Pedro Carbo y la calle Clemente Ballén. Este
monumento es la expresión de mayor relevancia y de reco-
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nocimiento al triunfo de la humanidad sobre la esclavitud, el


tráfico perverso de seres humanos, provocó grandes heridas,
por lo que necesitamos cerrar esas lesiones, para sanarnos y
promover la construcción de nuevos escenarios inspirados en
la solidaridad, marimbeando nuestros cuerpos y cunoneando
nuestros sueños desde realidades colectivas. La libertad es
uno de los derechos más importantes. Porque vida sin libertad
no es vida. Decía mi abuela, “la vida no es un derecho es mu-
cho más, la vida es la base sobre la que se construyen todos los
derechos, los derechos se crean para darle sentido a la vida”.
La ONU declaró el 25 de marzo como el Día Mundial de
las Víctimas de la Esclavización. Cada 25 de marzo todos los
seres humanos que respetamos la vida debemos pedir per-
dón a las víctimas de la esclavitud y procurar reparar a los hi-
jos de los que fueron esclavizados. Necesitamos hacer de ese
día la oportunidad para reconstruir, para sanar y subsanar, lo 101
que los seres humanos dañaron. Este tiene que ser el día para
sentar las bases de la reparación global. Esa reparación es el
punto de partida en el largo camino a la descolonización, a la
desinstitucionalización. Solo así se dará paso a nuevas insti-
tuciones que nazcan del nuevo proyecto de vida, pensado a
partir de los excluidos; los intencionalmente olvidados.
Necesitamos sociedades cambiantes; que se ajusten a los
sueños de ahora, queremos espacios consagrados para criar
a nuestros hijos, hombres del mañana que sean capaces de
crear ciencia nueva, retomando los inventos olvidados de los
abuelos, repensando las realidades de millones de años, de
sabias parteras que facilitan el tránsito entre el vientre sa-
grado y una sociedad pensada desde los intereses de unos
cuantos. Necesitamos sociedades pensadas con todos desde
los acuerdos sociales, donde nadie sea olvidado, y la preocu-
pación por la ausencia del otro sea un valor, nadie debe faltar
al construir de la nueva sociedad, porque estas sociedades
que habitamos son hijas de la exclusión y la esclavitud.
Si el capitalismo en su proceso de formación, asesinó a mi-
llones de mis abuelos, yo tengo la obligación moral, ética, espi-
ritual e ideológica de luchar para evitar que este sistema, siga
matando seres humanos, y continúe destruyendo la naturale-
za, fuente de nuestra creación cultural. !Oh, naturaleza viva,
eres tú la vida de mi comunidad, sin ti nada es posible!.
Se supone que todo lo que nace tiene fin, por lo tanto el fin
del capitalismo sí es posible. Así lo decían los abuelos: “galli-
na de casa no corre lejos, más tarde que temprano tendrá que
caer”. El fin del capitalismo se avecina.
Veinte millones de africanos esclavizados son la causa de
la prosperidad europea. La colonia fue un sistema vigente
102 durante 400 años, en ese largo tiempo contribuyó fuerte-
mente al capitalismo. Las consecuencias del pasado escla-
vista siguen presentes en América y el Caribe. El peso de esa
historia determinó el futuro de la región y sus comunidades
afro descendientes.
Definitivamente las consecuencias del pasado esclavista
siguen presentes en todos los pueblos de América. La escla-
vitud se expresa en las desigualdades sociales, políticas, eco-
nómicas y culturales de los pueblos afrodescendientes, frente
a los demás sectores de la población. Reparar es repensar las
relaciones entre los ciudadanos que están en la misma línea de
partida, y que procuran alcanzar los mismos objetivos. Si uno
de ellos está en condiciones de desventaja frente a los demás,
entonces los objetivos posiblemente no se pueden alcanzar,
por lo que se hace necesario establecer mecanismos de acción
afirmativa, que procuren poner al otro en el mismo nivel de
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

competitividad. Esa operación la denominamos “acción de


reparación”, porque estamos conscientes que las desventajas
del otro son producto de las injusticias del pasado histórico.
En esa medida reparar es repensar la sociedad pasada y ac-
tual, para juntos soñar en las relaciones interculturales de la
sociedad del futuro, que sea capaz de superar la indiferencia,
fortalecer la solidaridad, desterrar la acumulación y priorizar
al ser humano. Soñamos en una sociedad sin dinero, donde el
capital no sea el actor más importante en la relación producti-
va. Necesitamos un ser humano que sea parte de la naturaleza
y que jamás piense que es su soberano.
La Tunda necesita ser reivindicada, volver a mirarla. Es
necesario releer sus pasos y sus olores; la Tunda necesita ser
repensada desde lo más profundo de nuestros corazones,
desmitificar su pasado, quitarle todos los miedos para leer la
historia de lucha del pueblo afrodescendiente, recordar que 103
en cada cuento y en cada entunde está una historia que cla-
ma por ser contada. La Tunda está cargada de heroísmo, de
baile, de movimientos que dieron pautas para las estrategias
de combate, de música, de grandes desafíos intelectuales y de
astucia para las batallas en la montaña de escondidas tram-
pas; una tras otras se iban marcando las rayas del tigre ase-
sino personaje de los cuentos de los abuelos. El tío Conejo y
el tío Tigre eran protagonistas cada día de nuevas historias.
Los Cimarrones entundados dejaron huellas que hablan
de las estrategias de libertad. Nos atrevemos a decir que las
primeras gestas libertarias, en estas tierras nuevas, las ini-
ciaron los abuelos cimarrones.
No era una Tunda, eran miles de Tundas que, en las no-
ches, merodeaban las haciendas para convencer a algún so-
ñador que ya tenía metido en su corazón el deseo de lucha,
104
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

y lo convencían de la empresa libertaria y se comprometía en


apalancarse. El iniciar un largo camino por las montañas, sor-
tear las gualangas y los esteros e ir comiendo camarones hecho
tapaos y sabiendo que cazadores con perros, escopetas y rezos
irían tras ellos para atraparlos y darles una tunda ejemplari-
zadora, la madre naturaleza es protectora y la diosa Yemayá,
estará siempre contigo. Cuando lograban escapar, encontraba
la luz al final del túnel y el que se escapa se transformaba en
Cimarrón. Se comprometía a regresar a la hacienda donde es-
tuvo esclavizado, para motivar a otros hermanos en el proyec-
to de librepensadores. Durante cientos de años los Palenkes
se convirtieron en los espacios de libertad más poderosos de
estas tierras de esclavizadores y esclavizados.
Por lo que se decía: “Tunda que entunda no es una tunda,
tunda que entunda es libertad”.
Es necesario, en este contexto, recordar esta frase de la 105
memoria colectiva43 del pueblo afroecuatoriano: “La cultu-
ra nace en el corazón y en el espíritu de los que vivimos en
los palenkes territoriales, porque es encargo de los mayores.
Pero solo crece y se mantiene en la tierra, en el monte, que es
donde están las fuerzas que la sostienen, donde vive la sangre
de los ancestros”, decía el Abuelo Zenón. Es necesario nunca
olvidar el mandato de los abuelos expresado en los encargos,
recordemos que el monte es el sabio que alimenta nuestra
cultura, ese monte es la misma naturaleza.
El abuelo Zenón también decía que “el ayer es el tiempo
cuando todo lo que éramos y eran las comunidades nacía de

43 Memoria Colectiva: La memoria colectiva –entendida como la filosofía y enseñanza de los y las
mayores– como práctica decolonial para recuperar, fortalecer, reposicionar y reconstruir la existencia
como derecho ancestral. La práctica se esfuerza para devolver la palabra, cuestionar el orden actual
impuesto desde el Estado y actuar a contrapelo de la desterritorialización y la dispersión ancestral y
sociocultural que amenazan la existencia como vida. Catherine Walsh y Juan García Salazar
la voluntad de ser nosotros mismos”. No debemos dejar de
ser lo que somos, porque es a partir de lo que fuimos y so-
mos, que podemos construir lo que seremos. Las denuncias
que los guardianes de la tradición hacen sobre la sordera
del Estado (sordera aún se mantiene) exige una transfor-
mación hacia la diversidad intercultural, un Estado capaz
de escuchar a todos. Los decimeros, son los argonautas de
la comunidad, ellas y ellos representan al colectivo. Con
ellos tenemos que caminar por el mundo mágico de la me-
moria: “Yo me embarque a navegar, En una concha de al-
meja, A rodear el mundo entero, Pa’ ver si hallaba coteja.”
(Memoria Colectiva).
Los Arrullos , los Chigualos, las Rondas, la marimba con
sus mil vertientes, todos los cantos rituales y los festivos que
se entonan en las comunidades, tiene un gran valor en este
106 camino de encontrarnos con lo que es propio, con “lo que
obedecemos sin preguntar, porque viene de las herencias an-
cestrales, de la cultura de nuestro pueblo”.
Los encuentros cara a cara con la Tunda, con el Riviel,
con la Gualgura, con el Andasolito, con el gran Duende de
guitarra al hombro, o con cualquiera de los cientos de per-
sonajes que trajinan por el mundo de los seres vivos, son
esenciales para nuestra liberación, pues ellos se disputan
el derecho de ser parte del territorio y por eso se bañan
en los ríos y duermen campantes en las playas. Persona-
jes que son parte de una tradición cultural que brota de
las raíces de los árboles que plantaron los abuelos afri-
canos, esos hombres y mujeres, de quienes nosotros, los
afroecuatorianos y afroecuatorianas, somos sus legítimos
herederos, llevamos el encargo de proteger los manglares
y los bosques primarios.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

El abuelo Zenón también solía decir que “Toda palabra,


todo secreto, todo saber, toda práctica cultural que viniendo
de los ancestros, nos hace particulares, esa palabra es confia-
ble y de ella tenemos mucho que aprender”.
Estoy aquí frente a esta tea, que rinde homenaje al cente-
nario de la manumisión de la esclavitud uno de los pocos sím-
bolos que quedan en la ciudad de Guayaquil, en esta ciudad
puerto, donde tener esclavizado era un lujo, era un símbo-
lo de poder, aquí estoy tratando de recordar los verdaderos,
nombres y apellidos perdidos en el tiempo. Es difícil encon-
trarlos en las hojas perdidas de listados de esclavizados, ellos
los otros, los dueños del poder de ese tiempo, también eran
dueños de los nombres y las vidas de otros seres humanos.
Obligaron a mis abuelos a usar el apellido del esclavizador,
del señor, del amo. Tú le pertenecías, eras parte de él y en-
tonces te llamaron de Hernández, de Valencia, de Caicedo, 107
de Angúlo, etcétera. Para disimular, el tiempo quitó el “de”,
pero el tiempo no supo quitar el dolor.
Nuestros nombres y nuestros apellidos originarios están
perdidos en el tiempo y en el marasmo del maltrato y la ex-
plotación. Nuestros cuerpos están dispersos en la geografía
de esta América, los hijos e hijas de los descendientes de es-
clavizadores aún tienen en sus espaldas el dolor de los tiem-
pos, por lo que siento muy adentro a esta tierra que cada día
es más mía, porque la sangre de nuestros abuelos cimarro-
nes, fluye ensus entrañas de esta tierra.
Hoy somos desconocidos y “libres”. Los nombres nos
identifican y nos dicen de dónde venimos y que posición
ocupamos en la naturaleza. Pretendieron explotarnos
hasta eliminarnos. Pero, hoy 400 años después, estamos
aquí, de pie frente a la vida, soñando sociedades que re-
construyan vidas y que permitan dar pasos a nuevas exis-
tencias. Esas nuevas vidas serán el producto de nuevas ló-
gicas de pensamientos.
Es necesario pararnos en el pasado y desde ese tiempo
pensar en las decisiones que se tomaron, entender la historia
es rendir cuentas a las víctimas y pensar una forma de repa-
rar, de reafirmar a sus descendientes.
¿Tendrá fin la esclavitud?, se preguntaban los olvidados
de Dios, pero la fuerza del pensamiento cimarrón, los con-
venció de la posibilidad de encontrar una salida y el fin de la
esclavización, palenques más temprano que tarde, lograron
vencer a la esclavitud.
Necesitamos realizar reflexiones casa adentro con to-
dos los nuestros, sin excepción alguna, y casa afuera con
los otros, para ir construyendo el nuevo pensamiento del
108 pueblo afroecuatoriano, de tal manera que podamos hacer
una nueva lectura e interpretación de la realidad, más cer-
cana a la verdad, luego sentarnos en el mentidero y soñar
en nuevos contextos sociales, en procura de dar respuestas
a las desigualdades sociales que han distorsionado las re-
laciones entre los seres humanos. Es necesario generar los
nuevos pensamientos que nos resulten en nuevas socieda-
des. En su origen el cambio será el ingrediente principal,
en la búsqueda del camino a una relación social, y que se
reconstruya el planeta con la lógica del respeto absoluto a
la naturaleza.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

LA TUNDA ES LIBERTAD

Si se te presenta
una Tunda que entunda,
te llama, y se te adelanta
es una cimarrona no una tunda.

I
El castigo fue brutal
con fuerza y sin piedad,
para arrancarte la verdad,
todos miraban la sangre
brotar de tu cuerpo alegre.
La Tunda es un ejemplo
109
para que no lo vuelvas hacer,
baja la mirada ante el templo
que al diablo lo sienta
si se te presenta.

II
Es Tunda, si dice la verdad
te da camarones por la libertad,
no debes tenerle miedo,
cultiva tu mente no estés ciego
calma tu angustia y tu sosiego
la naturaleza es tuya,
vive en ella no la destruya
buscando paz en algún hermano,
por el camino que se inunda
una tunda que entunda.
III
Cuando estés distraído
entre el monte confundido,
de los matorrales vino ella,
te enseña el camino,
para el rescate de un hermano,
te mira y te da la mano,
entre camarones asados,
de sus nalgas achicharrados,
ni rezos ni tambores a la tunda espanta
te llama, y se adelanta.

IV
No te dejes confundir
te dice ven y quiere sonreír
salta con su pata de molinillo
110 no obedezcas al conventillo
de donde el cura salió
hombres que la Tunda pario
cimarrón hijo del palenke
guardián que evita el choque
fuerzas libertarías no te confunda
es una cimarrona no una Tunda.

Es un verdadero atrevimiento de mi parte, pretender es-


cribir una décima44, pero como nadie me lo impidió, me atre-
ví a hacerlo, espero que sepan entender mi atrevimiento.

44 Las décimas: La décima es una combinación de diez versos octosílabos, tiene el carácter de
composición lírico-narrativa, escrita en verso y que conserva una rima asonante desde el principio
hasta el final. De acuerdo a esta definición, existen cuatro clases de décimas:
- Décimas a lo humano;
- Décimas a lo divino;
- Décimas a lo humano y a lo divino; y,
- Décimas de argumento.
Tomado de: Murriagui Alfonso: las decimas esmeraldeñas: CULTURA.
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Los descendientes de africanos estamos todavía en el


proceso de transformación de las estructuras sociales que
nos marginalizó desde la época de la colonia, y cuyo efecto
“continúa” generando dolor, exclusión y pobreza.
Se sacrificó a millones, probablemente el egoísmo na-
tural del hombre moderno no le importó el sufrimiento
pasado de los hijos de la diáspora africana y diga: ¿pero
amigo si usted no fue el que soportó la esclavitud ¿ por qué
sufres ahora?. Lo que él no sabe o no quiere saber, es que
esas torturas se prolongaron en el tiempo, y nos dejaron
huellas en el cuerpo y la mente, que no es nada fácil bo-
rrarla. Nos dejaron también sin activos económicos, vacías
las manos y los bolsillos; sin activos políticos y quedamos
distantes, demasiado distantes, de las tomas de decisiones
para soñar el país que queremos. Quedamos, por último,
sin activos culturales y sociales, todos los descendientes 111
de los esclavizados.
La esclavitud africana en América y en el caso muy par-
ticular del Ecuador, marcó profundamente a los descen-
dientes hijos de los esclavizados, en el discurso de diferen-
cias y los procesos de exclusión, y prejuicios sociales, que
se expresan en pobreza y en la negación de oportunidades
por parte de los sectores dominantes. Así lo reafirman en
las estructuras institucionales, que fueron diseñadas para
excluir. La reparación histórica debería ser un objetivo
del estado, el reparar es un acto de sanación, eso impli-
ca construir una estrategia que sea capaz de establecer el
diálogo como la mejor forma de fortalecer las relaciones
interculturales.
112
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

La Tunda se lo llevó

El sacrificio está hecho. El sacrificio está aceptado que el


compromiso sea cumplido.
Definitivamente la Tunda fue una estrategia de los abue-
los para luchar contra la esclavitud, la Tunda fue creada para
engañar al esclavizador, los abuelos le hicieron creer que le
tenían miedo para poder dialogar en las noches con esas vo-
ces y rostros conocidos y diseñar estrategias de combate. La
lógica era hacerle creer que le tenías miedo, y en esa confu-
sión ganar la batalla por la vida, pero hoy nos quedamos con
los miedos, y esos miedos nos impiden hacer las lecturas co-
rrectas de las huellas del Cimarrón.
Si pretendemos quitar los miedos y transformarnos en
curiosos buscadores de la verdad, necesitamos cantar un
113
Arrullo para que nazcan miles de Juanes, curiosos afrodias-
póricos, inquietos transeuntes de la vida que conversen con
la verdad de la historia. Juan, así, nacerá cada día.
Juan nace y renace cada día, dialogando con los guardia-
nes de la tradición, los viejos escritos encuentran luces, y to-
man voces cuando los encuentra Juan.
Con Juan los abuelos dejan salir pensamientos y recuer-
dos de su memoria, recuerdos que estuvieron retenidos por
cientos de años, prisioneros en las gargantas de voces sono-
ras. Juan nace cada día y en ese nacer, le cantamos un Arrullo
de bienvenida, es que con su sola presencia recordamos que
hemos sido capaces de sanarnos, aprendiendo hablar de lo
nuestro. Juan nos entregó palabras viejas con sonidos nue-
vos, para tejer nuestras historias.
114
TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

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TE DARÉ UNA TUNDA Ibsen Hernández Valencia

Índice

Prólogo 9

Te daré una Tunda 21

Fuentes de consulta 115

117
Esta revista se produjo en la Universidad de las Artes del Ecuador
bajo el sello editorial UArtes Ediciones, se terminó de imprimir
en Imprenta Mariscal de Quito, en septiembre de 2018,
y se imprimieron 400 ejemplares.
Familias tipográficas: Chronical, Tungsten.

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