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Resumen El Leviatán
En el Leviatán, Hobbes habla acerca de la naturaleza del hombre y
de la necesidad de un Estado que rija a la dinámica social.
El libro es un estudio sobre la naturaleza humana y como este se
desenvuelve en la sociedad, el cual es el poder de los hombres, terminaría destruyendo al hombre mismo.
Hobbes se dedica a estudiar ontológicamente al hombre, para luego
estudiarlo en la sociedad o en sociedad. Empieza a deslumbrar como el hombre es producto de la experiencia, de cómo el lenguaje, las sensaciones, la imaginación y sus consecuencias; la razón y la ciencia son producto de la misma.
Las sensaciones para Hobbes eran una representación o apariencia
de cierta cualidad o de otro accidente de un cuerpo exterior a nosotros de lo que comúnmente llamamos objeto. Dicho objeto actúa sobre los ojos, oídos y otras partes del cuerpo humano y por su diversidad de actuación producen diversidad de apariencias. El origen de todo es lo que llamamos sensación. En efecto, no existe ninguna concepción en el intelecto humano que antes no haya sido recibida totalmente o en parte por los órganos de los sentidos.
Thomas describe al ser humano como un ser de sensaciones que
siente, que por éste están en contacto con su realidad. Por medio de sus sentidos. Hobbes visualiza al hombre como un ser natural que tiene sensaciones, emociones, pensamiento y raciocinio, los cuales influyen en su entorno social.
El capítulo uno habla acerca del “Sentido”. Singularmente cada
una de las sensaciones es una representación o una apariencia de cierta cualidad o de otro accidente de un cuerpo exterior a nosotros de lo que comúnmente llamamos objeto. Dicho objeto actúa sobre los ojos, oídos y otras partes del cuerpo humano mismo. Por su diversidad de actuación, produce diversidad de apariencias. El origen de todo es lo que llamamos “sensación”. En efecto no existe ninguna concepción de intelecto humano que antes no haya sido recibida totalmente o en parte por los órganos de los sentidos. Todo lo demás se deriva de ese objeto primordial. Para el objeto que nos proponemos no es muy necesario conocer la causa natural de las sensaciones. La causa de las sensaciones es el cuerpo externo, mismo que actúa sobre el órgano propio de cada sensación, ya sea de modo inmediato como el gusto o el tacto o mediatamente como la vista, el oído y el olfato. Dicha acción por medio de los nervios y otras fibras y membranas del cuerpo se adentra. Hasta el cerebro y el corazón. Una cosa es el objeto y otra es la fantasía.
El capítulo dos habla acerca de la “Imaginación”. Que cuando
una cosa permanece en reposo seguirá manteniéndose así a menos que algo la perturbe. Es una verdad de la que nadie duda. Pero que cuando una cosa está en movimiento, continuará moviéndose constantemente a menos de que algo la detenga. Nada puede cambiar por sí mismo. Los hombres no solo miden a los demás hombres si no a todas otras cosas por sí mismos, que ellos mismos se encuentran sujetos.
La imaginación es una sensación que se debilita conforme pasa el
tiempo.
El capítulo tres habla acerca “De la secuencia o
encadenamiento de imaginaciones”. Cuando un hombre piensa en una cosa cualquiera, su pensamiento inmediatamente posterior no es en definitiva tan casual como pudiera parecer. Un pensamiento cualquiera no sucede a cualquier otro pensamiento de modo indiferente, del mismo modo que no tenemos imágenes a no ser que antes hayamos tenido sensaciones en conjunto en partes ni tampoco tenemos transición de una imagen a otras. Todas las fantasías son movimientos efectuados dentro de nosotros. Estos movimientos que inmediatamente se suceden en las sensaciones siguen hallándose también conjuntos después de ellas. Así al volver a ocupar el primer movimiento en un lugar predominante continúa el segundo por coherencia con la materia movida. Esta serie de pensamientos es de dos clases: la primera carece de orientación y designia, es inconstante, no hay en ella pensamiento apasionado que gobierne y atraiga hacia sí mismo a los que lo siguen, constituyéndose en fin en el objeto de algún deseo de otra pasión, tal caso se dice que los pensamientos fluctúan y parecen incoherentes uno respecto a otro mientras sueñan. Incluso puede ocurrir que los sueños sean tan activos, pero carezcan de armonía. El segundo es más constante, puesto que está regulado por un deseo. El capítulo seis habla acerca “De los principios internos de los movimientos voluntarios llamados comúnmente pasiones, y del lenguaje mediante el que son expresadas”. Como la constitución del cuerpo humano se encuentra en continua mutación, es imposible que las mismas cosas causen siempre en una misma persona los mismos pensamientos, sensaciones y aversiones.
El capítulo ocho habla acerca “De las virtudes
comúnmente llamadas intelectuales y sus defectos”. Si todas las cosas fueran iguales en todos los hombres, nada sería estimado. La razón, está fundada en el uso correcto del lenguaje, y produce las ciencias. Tener por alguna cosa pasiones más fuertes y más vehementes de lo que es ordinario en los demás, eso es lo que los hombres llaman locura.
El capítulo diez habla acerca “Del poder, la valía, la dignidad, el
honor y la aptitud”. El poder de un hombre universalmente considerado consiste en sus medios presentes para obtener algún bien manifiesto futuro; puede ser original o instrumental. El poder natural es la eminencia de las facultades del cuerpo o de la inteligencia tales como una fuerza, belleza, prudencia, aptitud que debe tener el soberano.
El capítulo once habla acerca “De la diferencia de las
maneras”. En esta parte Hobbes habla del Estado y como según como este debe ejercer el poder. Se advierte que Hobbes tiene miedo a la libertad y no cree en la amistad. Un Estado según las características descritas en el Leviatán serían eficaces pero antihumanas, pues sobre una población sumisa no es necesario ejercer coacción si amarían su servidumbre. El soberano de Hobbes podría ser muy peligroso ya que su tarea es precisamente inducir a los propios súbditos a amar su sometimiento.