Poemas Concurso

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Poemas de 4 estrofas

Los primeros días de colegio (Gloria Fuertes)


En el jardín del colegio, un mundo por explorar,
En los primeros días, juntos vamos a jugar.
Nervios y emoción vamos a superar,
Con sonrisas y amigos, todo es más fácil de llevar.

Maestros amables nos reciben con alegría,


Guiándonos con cariño en cada paso y travesía.
Nuevas aulas llenas de colores y canciones,
Despiertan nuestra curiosidad y nuestras emociones.

Nuevas caras y risas, amistades por forjar,


Compartiendo aventuras, sin miedo a tropezar.
El abrazo del conocimiento nos envuelve como un abrigo,
En estos primeros días de cole, llenos de amigos.

Las historias se entrelazan con números y letras,


Descubrimos el mundo, como exploradores sin tregua.
Cada día es un tesoro, una oportunidad para aprender,
En los primeros días de cole, ¡felices habremos de ser!
Vuelta al cole (Gloria Fuertes)
En el cielo azul, el sol brilla y da calor,
Es hora de volver al cole, con entusiasmo y amor.
Mochilas en los hombros, zapatos bien atados,
Amigos nos esperan, risas y juegos asechando.

El aprendizaje nos llama, como un libro por descubrir,


Nuevos retos nos esperan, aventuras habrán de surgir.
Maestros con paciencia, nos guiarán con pasión,
Explorando el mundo juntos, como un valiente escuadrón.

En las aulas brillantes, la mente empieza a funcionar,


Preguntas como cometas, en el cielo del saber a brillar.
Amistades crecen fuertes, como raíces en la tierra,
El regreso al cole es un viaje que el corazón encierra.

Así que adelante, con mochilas y corazones abiertos,


El cole nos espera, con aventuras en cada puerto.
Volar al cole es un viaje que nunca olvidarás,
Lleno de risas, descubrimientos y sueños que alcanzarás.
Poemas de 6 estrofas
¡Adiós! (Alfonsina Storni)
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama


dos veces seguidas no florecerán…
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,


los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,


las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón… silencia!… ¡Cúbrete de llagas!…


—de llagas infectas— ¡cúbrete de mal!…
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!


¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! …
Alma ausente (Federico García Lorca)

No te conoce el toro ni la higuera,


ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,


ni el rasgo negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,


uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque tú has muerto para siempre.

Porque, tú has muerto para siempre


como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.


Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,


un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Poemas de 8 estrofas
Noche oscura, de San Juan de la Cruz

En una noche oscura ¡Oh noche que guiaste!


con ansias, en amores inflamada, ¡Oh noche amable más que la
alborada:
¡oh dichosa ventura!
oh noche que juntaste
salí sin ser notada,
Amado con Amada.
estando ya mi casa sosegada.
¡Amada en el Amado transformada!

A oscuras, y segura,
En mi pecho florido,
por la secreta escala disfrazada,
que entero para él solo se guardaba,
¡Oh dichosa ventura!
allí quedó dormido,
a oscuras, y en celada,
y yo le regalaba,
estando ya mi casa sosegada.
y el ventalle de cedros aire daba.

En la noche dichosa
El aire de la almena,
en secreto, que nadie me veía,
cuando yo sus cabellos esparcía,
ni yo miraba cosa,
con su mano serena
sin otra luz y guía,
en mi cuello hería,
sino la que en el corazón ardía.
y todos mis sentidos suspendía.

Aquesta me guiaba
Quedeme, y olvideme,
más cierto que la luz del mediodía,
el rostro recliné sobre el Amado,
adonde me esperaba
cesó todo, y dejeme,
quien yo bien me sabía,
dejando mi cuidado
en parte donde nadie parecía.
entre las azucenas olvidado.
La princesa está triste, de Rubén Darío

La princesa está triste.. Qué tendrá la princesa?


Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.


La princesa está pálida en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.


Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,


o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa


quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de marmol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!


(La princesa está triste; la princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(la princesa está pálida; la princesa está triste),
más brillante que el alba, más hermoso que Abril!

«Calla, calla, princesa» -dice el hada madrina-,


«en caballo con alas hacia aquí se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor…»

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