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LA ILUSTRCIÓN

La Ilustración es un movimiento ideológico y cultural que se desarrollo durante el siglo XVIII en Europa, con
Francia como principal foco de irradiación.

Los valores y el espíritu ilustrados inspiraron la Revolución americana (que desembocó en la declaración de
independencia de Estados Unidos, en 1775) y la Revolución francesa de 1789. Además, muchos de los valores
de las sociedades contemporáneas son herencia del también conocido como Siglo de las Luces: la afirmación
de la libertad y de la dignidad del individuo, la identificación de unos derechos fundamentales de carácter
universal o la importancia de la educación para lograr una vida plena.

1.Autonomía y espíritu crítico


Para los ilustrados, el ser humano es el dueño de su destino. La conquista de esa autonomía exige someter a
crítica todos los valores y conocimientos heredados. El espiritu crítico se convierte, así, en un rasgo
fundamental de este periodo.

Los ilustrados cuestionaron, en particular, los valores del Antiguo Régimen: el absolutismo monárquico (que
encarnaron los Austrias en España o Luis XIV en Francia), los privilegios del clero y de la aristocracia, o la
religiosidad tradicional.

2.Optimismo
A diferencia de los románticos, los ilustrados confian en el progreso moral y material del ser humano. El
instrumento primordial para alcanzar una sociedad más justa y próspera es la educación, a la que se otorga un
papel central en este periodo.

La redacción de la Enciclopedia, la promoción de la educación pública, la aparición de instituciones como


museos, academias, bibliotecas o jardines botánicos, y el desarrollo de una literatura útil, de acuerdo con el
principio horaciano de delectare et prodesse («aprovechar y deleitar»), están relacionados con esta visión del
mundo.

3.Racionalismo
Para los ilustrados, la razón, la observación y la experimentación son las únicas fuentes fiables de
conocimiento, frente a la tradición, la autoridad de los antiguos o la revelación divina. Criticarán, en
consecuencia, la superstición y la intolerancia religiosa, y propondrán la secularización de la sociedad. Estas
ideas impregnan las obras de filósofos como Immanuel Kant o David Hume, y las de los enciclopedistas
franceses Denis Diderot, Voltaire, Montesquieu o Jean-Jacques Rousseau.

4. Reformismo y despotismo ilustrado


Los ilustrados no fueron revolucionarios, sino reformistas; no preconizaban la rebelión contra la autoridad,
sino que esta se ejerciera de forma racional.

El despotismo ilustrado (cuyo espíritu queda sintetizado en la máxima «todo para el pueblo, pero sin el
pueblo») fue la forma de gobierno característica en la Europa ilustrada. El pueblo, en virtud de un contrato
implícito, delega el poder en un príncipe que gobierna de forma soberana, pero guiado por el bien común. Los
monarcas ilustrados (Luis XV de Francia, Federico II de Prusia, José I de Portugal, Catalina II de Rusia o Carlos
III de España) promovieron, de esta manera, obras públicas para mejorar las condiciones de vida de sus
súbditos y fomentaron la educación, la ciencia y las artes, mediante la creación de centros de estudio y
experimentación, entre otras iniciativas.
5. La ilustración en España
La debilidad de la burguesia, el arraigo de la religiosidad tradicional y el poder de la Iglesia dificultaron la
penetración de las ideas ilustradas en España. Sin embargo, es posible afirmar que existió un Siglo de las Luces
español, impulsado desde distintos ámbitos:

 Novatores. A fines del siglo xvi y principios del xvIi surge un grupo de científicos e intelectuales
(Tomás Vicente Tosca, Juan Bautista Corachán o Diego Mateo Zapata), conocidos como «novatores»,
que, con su defensa de la autonomía de la razón y la ciencia, propiciarán el desarrollo del movimiento
ilustrado.

 Instituciones ilustradas. Las sociedades económicas de amigos del país -fun-dadas en España y en
Hispanoamérica para difundir los avances científicos y técnicos-, las academias - Real Academia
Española, 1713; Real Academia de la Historia, 1738; Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
1752- e instituciones como el Real Jardín Botánico de Madrid (1755) son reflejo del afán educativo de
la Ilustración.

 Élite ilustrada. Una constelación de figuras de distintas esferas del saber y de la creación acreditan la
pujanza de la Ilustración en España: además de los escritores que estudiarás en la unidad, podemos
destacar a Antonio José Cavanilles, Celestino Mutis o Jorge Juan, en ciencia; Juan de Villanueva en
arquitectura; o Francisco de Goya en pintura.

Con todo, los ilustrados fueron una minoria (el número de escritos piadosos, catecismos y hagiografías (vidas
de santos) del siglo xvill es mucho mayor que el de obras de signo renovador) y tuvieron que enfrentarse a una
virulenta reacción antilustrada que limitó su influencia.

5. La literatura del siglo XVIII


En general, la literatura ilustrada responde a los principios de racionalidad y utilidad característicos del
periodo. Asi, frente al retroceso de la poesia lírica, predominan otros géneros como el ensayo o la fábula.
En la literatura española del siglo xil coexisten (incluso en la obra de un mismo autor) diversas actitudes
estéticas.

CORRIENTES ARTISICAS DEL SIGLO XVIII

Rococó: Se trata de un estilo galante, refinado y superficial, que encuentra su máxima expresión en la poesía
anacreóntica, cultivada por Juan Meléndez Valdés.
En este tipo de poemas se celebran el amor, la belleza, el placer y el vino, en medio de un entorno bucólico.

Neoclasicismo: Este movimiento artístico y literario propone la imitación de la literatura grecolatina (y sus
géneros característicos: fábula, sátira, epístola...) y del clasicismo francés del siglo xviI (Molière, La Fontaine...).
Entre sus principios, recogidos por Ignacio de Luzán en su Poética (1737), destacan el sometimiento de la
literatura a normas dictadas por la razón (la regla de las tres unidades en el teatro, por ejemplo), la intención
crítica o didáctico-moral, la verosimilitud, y el decoro y la claridad expresiva.

Sentimentalismo: En esta tendencia se inscribe una serie de obras (Noches lúgubres, de José Cadalso; la
comedia lacrimosa El delincuente honrado, de Gaspar Melchor de Jovellanos; el poema A Jovino, de Juan
Meléndez Valdés) que reivindican los sentimientos (amor, melancolia, conmiseración, fraternidad..)
frente a la frialdad de la razón o de las convenciones sociales. Estos textos anuncian, ya a finales del siglo, el
Romanticismo.
EL ENSAYO ILUSTRADO.
El ensayo, configurado como género literario por el francés Michel de Montaigne en el siglo›, es un texto en
prosa, de extensión variable, en el que el autor presenta razonadamente su opinión o punto de vista sobre un
tema.

El ensayo fue uno de los géneros preferidos por los ilustrados. Los enciclopedistas franceses escribieron
ensayos filosóficos (Pensamientos filosóficos, de Denis Diderot), ensayos de teoría sociopolítica (El contrato
social, de Rousseau; El espiritu de las leyes, de Montesquieu) y ensayos de crítica social (Cartas persas, de
Montes. quieu). En España, los principales cultivadores del género fueron Feijoo, Jovellanos y Cadalso.

1.Benito Jerónimo Feijoo


La primera gran figura de la llustración en España fue Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764). Perteneciente a
una familia de la nobleza gallega, ingresó en la Orden de San Benito y ejerció como profesor de teología en
Oviedo.

Los principales ensayos de Feijo están reunidos en los ocho tomos de Teatro crítico universal (1726-1740) y los
cinco volúmenes de Cartas eruditas y curiosas (1742-1760).

El objetivo de ambas obras no es otro que «impugnar errores comunes», es decir, combatir supersticiones y
prejuicios por medio del pensamiento racional. Ello explica los múltiples ensayos dedicados por el autor a
reprobar la credulidad y a cuestionar los milagros («Examen de milagros», «Milagros supuestos», «Uso de la
magia»….).

La producción literaria de Feijoo se caracteriza por la naturalidad en la expresión, la variedad temática y el


afán divulgador, que comparte con los enciclopedistas franceses. En sus obras trata desordenadamente -en
«riguroso misceláneo»-asuntos como el atraso científico de España («Causas del atraso que se padece en
España en orden a las ciencias naturales»), el patriotismo irracional («Amor de la patria y pasión nacional»), el
amor («Causas del amor», «Remedios del amor»), la consideración social de la mujer («Defensa de las
mujeres»), el juicio estético («Razón del gusto», «El no sé qué») o el idioma («introducción de voces nuevas»).

Feijoo suele basar sus argumentaciones en su propia experiencia y también en la observación directa de la
realidad, lo que dota al texto de la subjetividad caracte mistica del ensayo. Su obra tuvo gran éxito editorial y
le granjeó un extraordinario prestigio, aunque generó, a la vez, una intensa polémica y contestación.

2.Gaspar Melchor de Jovellanos


Los dos textos ensayísticos fundamentales de Jovellanos reflejan con claridad sus ansias reformistas:

 Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen
en España (1786). Para Jovellanos, la finalidad de los juegos y de los espectáculos debe ser el «bien
general», es decir, educar al público en los valores ilustrados. El autor propone, por este motivo, una
reforma del teatro, de manera que concilie «estos dos grandes objetos: la instrucción y la diversión
pública».

 Informe sobre la ley agraria (1795). En este escrito, Jovellanos aborda el tema de la desamortización
y plantea la necesidad de repartir la tierra entre pequeños propietarios, impidiendo, de este modo,
la perpetuación de una nobleza privilegiada y reaccionaria.
3. José Cadalso
Las dos obras más significativas de José Cadalso - Cartas marruecas y Noches lúgubres- se publicaron de
manera póstuma. La primera marca la plenitud de la literatura ilustrada en España; la segunda, por su parte,
convierte al autor en un precursor del Romanticismo literario.

CARTAS MARRUECAS
Las Cartas marruecas (1789), que toman como modelo las Lettres persanes (Cartas persas) de Montesquieu,
ofrecen una reflexión crítica sobre la realidad de España.
La obra se compone de una colección de ensayos en forma de noventa cartas que se dirigen entre sí tres
personajes ficticios:

 Gazel. Joven marroquí, encarnación de la inocencia y de la curiosidad, que viaja por la península
ibérica. Su observación, libre de prejuicios, de las costumbres y tradiciones españolas despierta en él
numerosos interrogantes, nacidos del choque con otra mentalidad.

 Nuño. Portavoz de las ideas ilustradas y de la ideología del autor, es un español que acompaña a
Gazel. Su punto de vista es sombrío y desesperanzado.

 Ben Beley. Maestro y consejero de Gazel, permanece en Marruecos y representa la sabiduría y la


ponderación. Sus cartas ofrecen una reflexión ética de carácter universal.

La actitud de cada personaje permite al autor abordar los problemas del país desde diversas perspectivas: el
atraso científico y técnico, la ignorancia y ociosidad de la nobleza, la corrupción del idioma, el patriotismo
ciego, el desprecio del talento y del mérito...

Para Cadalso, la decadencia de España tiene su origen en el siglo xviI, y la solu-ción, de acuerdo con el ideario
ilustrado, exige la superación de los privilegios y el impulso a la educación, la ciencia y la cultura. La
preocupación por la situación de España y el tono pesimista convierten a Cadalso en antecedente del escritor
romántico Mariano José de Larra.

NOCHES LÚGUBRES
Noches lúgubres (1789-1790) se inspira en el poema Noches (1742-1745), del inglés Edward Young, que
inaugura el llamado género sepulcral.
La obra de Cadalso está estructurada en tres partes o noches, y se presenta bajo la forma de un diálogo
teatral.

 Primera noche: Una oscura noche de tormenta, Tediato, acompañado del sepulturero Lorenzo, acude
al cementerio para desenterrar el cadáver de su amada, llevarlo a su casa y morir junto a él. La aurora
los sorprende y deciden postergar la tarea.

 Segunda noche: Acusado por error de asesinato, Tediato es detenido. Al ser liberado, se topa con un
hijo de Lorenzo, quien le cuenta la situación desesperada en la que vive la familia.

 Tercera noche: En la tercera jornada, Tediato convence a Lorenzo para que lo ayude en sus propósitos
y ambos se dirigen a la tumba.

Las Noches lúgubres constituyen la obra más característica del prerromanticismo español: la ambientación
nocturna, la obsesión por la muerte o la angustia vital del protagonista anticipan rasgos del Romanticismo.
Únicamente en la segunda parte se aprecian huellas del pensamiento ilustrado.
LA POESÍA DEL SIGLO XVIII
En el siglo xvII, el didactismo y la exaltación de la razón propios de la lustración determinaron un retroceso en
el cultivo de la lirica frente a géneros como el ensayo.

Hasta mediados de la centuria no puede hablarse de renovación poética. Se sigue cultivando una poesía de
rasgos barrocos, cuyos representantes - Gabriel Álvarez de Toledo, Eugenio García Lobo, José Antonio Porcel-
mantienen el estilo de Quevedo y Góngora. Tras la publicación de la Poética (1737) de Ignacio de Luzán (que
reclama una poesía presidida por la claridad, la utilidad y el buen gusto, ajena al exceso barroco), surgen dos
estilos aparentemente opuestos, pero que convivirán, con frecuencia, en un mismo autor: la poesía rococó o
anacreóntica, y la poesía cívica y filosófica.

1.La poesía rococó o anacreóntica


Se trata de una poesía refinada y galante, que tiene como temas centrales el amor, el placer de los sentidos y
la belleza de la mujer, enmarcados casi siempre en un entorno bucólico. El modelo de esta tendencia son las
composiciones del griego Anacreonte (siglos vI-V a. C.). El máximo representante de esta corriente en España
es Juan Meléndez Valdés (1754-1817). Miembro de la escuela salmantina', es autor de composiciones como El
amor mariposa, El abanico o la anacreóntica A Dorila

2.La poesía cívica y filosófica


En este grupo se inscriben poemas de mayor hondura ideológica y de intención crítica o didáctico-moral.

 Gaspar Melchor de Jovellanos: Sobresalen sus sátiras y epístolas. En las dos sátiras A Arnesto, critica
las costumbres, degradación moral y mala educación de la nobleza. En la epístola A Batilo (nombre
poético de Meléndez Valdés) se sirve de tópicos como el locus amoenus, el menosprecio de corte o
la aurea mediocritas para invitar a su amigo a conocerse a sí mismo, apartado del mundo, en
contacto con la naturaleza.

 Juan Meléndez Valdés: En su producción destacan las epístolas El filósofo en el campo y A Jovino, el
melancólico. En esta última, dirigida a su maestro Jovellanos, acuña la expresión «fastidio universal»
para designar un «agudo dolor o tedio amargo» que anticipa la angustia existencial de los
románticos.

3.La novela del siglo XVIII


En otras tradiciones literarias, el xvIll será el gran siglo de la novela. Así ocurre, por ejemplo, en la literatura
inglesa, con autores como Daniel Defoe (Robinson Crusoe), Jonathan Swift (Viajes de Gulliver) o Laurence
Sterne (Tristram Shandy), entre otros.
Sin embargo, en España se observa una llamativa escasez de títulos, que ha merecido diversas explicaciones:
por un lado, la utilidad que persiguen los ilustrados choca con la naturaleza de este género, que se asocia al
entretenimiento; por otro, no existe aún un público burgués, clave para la eclosión de la novela. Destacan, a
pesar de todo, dos obras:

 Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel, una
narración autobiográfica con elementos picarescos escrita por el propio Diego de Torres Villarroel
(1694-1770).

 Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, del padre José Francisco de
Isla (1703-1781), novela satírica que relata la historia de un muchacho ignorante empeñado en ser
predicador.

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