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Revista Mexicana de Derecho Constitucional

Núm. 46, Enero-Junio 2022


ISSN (versión electrónica): 2448-4881

Hacia el derecho humano al autoconocimiento


en México a partir de las neurociencias

Towards the human right to self-knowledge


in Mexico based on neurosciences

Recepción: 21 de julio de 2021


Jesús Francisco Ramírez Bañuelos*
Aceptación: 6 de octubre de 2021

Resumen: Este artículo explora la necesi- Abstract: This article explores the need to
dad de repensar las características del dere- rethink the characteristics of law with res-
cho respecto a los neuroderechos. Median- pect to neurorights. Through an iusnatura-
te un enfoque iusnaturalista, se reflexiona listic approach, it reflects on the emergen-
sobre la emergencia del derecho humano ce of the human right to self-knowledge in
al autoconocimiento en México a partir de Mexico based on neurosciences. The argu-
las neurociencias. La argumentación de este mentation of this work revolves around the
trabajo gira en torno al inconsciente del ser unconscious of the human being. The limi-
humano. Se analizan las limitaciones que tations of the legal construction to protect
tiene la construcción jurídica para proteger the internal processes of the brain and its
los procesos internos del cerebro y su con- consideration as a relevant object to deter-
sideración como un objeto relevante para mine rights and obligations are analyzed.
determinar derechos y obligaciones. Se pro- The neologism “intranomia” is proposed
pone el neologismo de “intranomia” para to distinguish the internal processes of the
distinguir los procesos internos cerebrales brain from the autonomy of the will. It is
de la autonomía de la voluntad. Se conclu- concluded that the respect, protection and
ye que el respeto, protección y garantía del guarantee of the human unconscious im-
inconsciente humano implica la deconstruc- plies the deconstruction of the traditional
ción de los esquemas tradicionales del de- schemes of law.
recho.

Palabras clave: neuroderechos, autocono- Keywords: neurorights, self-knowledge, un-


cimiento, inconsciente. consciousness.

*
M2 en Historia del Pensamiento Jurídico Contemporáneo por la Universidad Paris
1 Panthéon-Sorbonne. Profesor de asignatura en el ITESO, México. Correo electrónico:
ramirezbanuelos@gmail.com; ORCID: 0000-0002-7458-9853.
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Sumario: I. Introducción. II. El inconsciente humano como


elemento de la integridad mental. III. La deconstrucción del
derecho para regular el autoconocimiento humano. IV. La
emergencia del derecho humano al autoconocimiento en Mé-
xico. V. Conclusión. VI. Bibliografía.

I. Introducción

El avance de la ciencia en los últimos decenios ha llevado al hombre hacia


ámbitos inexplorados que demandan la reconsideración de los esquemas
tradicionales de la normatividad (Borbón et al., 2020: 136). El derecho
regularmente ha intervenido como un esquema de ordenación posterior
al acaecimiento de los fenómenos sociales (Ienca y Andorno, 2021: 159).
Sin embargo, la preocupación científica por la incidencia de los descubri-
mientos de las neurociencias en la vida del ser humano ha motivado la
disquisición sobre la necesidad de regular sus efectos con antelación a su
ocurrencia (Shen, 2016c: 496 y 497; Goering et al., 2021: 3).
Desde la década de los sesenta se ha advertido la urgencia de estable-
cer límites de protección y garantía a los derechos humanos como conse-
cuencia de los avances de la ciencia (Shen, 2016a: 688-693; Shen, 2016b:
1056-1076). Este interés se ha acelerado a partir de la iniciativa BRAIN,
promovida por el presidente estadounidense Barack Obama (Gobierno de
los Estados Unidos de América, s.f.).
Hoy en día, se delibera en el parlamento chileno la promulgación de los
neuroderechos como garantías jurídicas de protección al ser humano frente
a los avances de las neurociencias (Senado de la República de Chile, 2020;
Borbón et al., 2020: 145). Sin duda, la iniciativa chilena de legislación de
nuevos derechos constitucionales del ser humano es innovadora; sin em-
bargo, es sólo el primer paso del replanteamiento del derecho frente a la
realidad del alcance de la ciencia con relación a las funciones del cerebro.
Uno de los progresos previsibles que se debatirán en el futuro y sobre el
que nos interesamos en este artículo es cuál será el impacto que tendrá en
el campo jurídico el mejor entendimiento del inconsciente humano. Pa-
radójicamente, al tiempo que la mayoría de los académicos se cuestionan
sobre cómo regular la actividad de actores no humanos que desarrollan
algún grado de abstracción (Gravett, 2020: 5), se ha ignorado el área del in-
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consciente de los seres humanos frente a los avances tecnológicos (Goering


et al., 2021: 3).
Este artículo tiene un carácter prospectivo, porque discurre sobre las
potenciales implicaciones de la introducción del inconsciente humano al
ámbito jurídico. Es cierto que por ahora no es posible contrastar con algún
caso concreto las conclusiones a las que se arriba (Borbón et al., 2020:
145). Sin embargo, los avances científicos perfilan más temprano que tarde
la incidencia del inconsciente humano en el campo jurídico (Goering et
al., 2021: 6 y 7; Ienca y Andorno, 2021: 143-148). Este ensayo pretende
ser una reflexión de la función que tendrá la regulación normativa respec-
to de los descubrimientos científicos en un área tradicionalmente excluida
de la eficacia jurídica, como lo es el inconsciente humano. No se aborda
aquí la incidencia de las neurociencias en el ámbito penal, sobre la que se
ha escrito abundantemente y a la que se remite al lector interesado en esa
área (Alemán, 2021; Oropeza, 2021; Díaz, 2020; Cárdenas, 2020; García,
2020). En su lugar, nuestra intención es retomar la proposición de Óscar
Navarrete Abaid (2020) sobre el reconocimiento del derecho humano al
autoconocimiento en México, pero analizado a partir de los avances de las
neurociencias.
El presente trabajo se compone de tres partes. La primera sitúa al in-
consciente humano como un componente del neuroderecho a la integridad
mental. En ese apartado se propone analizar los efectos jurídicos del incons-
ciente humano como una parte fundamental del neuroderecho a la integri-
dad mental de la persona. Se estudia el alcance que puede tener la ciencia
con relación al autoconocimiento de la propia persona.
En la segunda parte se cuestiona sobre la necesidad de replantear el tra-
dicional abordaje totalizante de la racionalidad jurídica con relación a la
persona. Al respecto, se postula que no es viable tratar jurídicamente al
inconsciente humano bajo el paradigma de la autonomía de la voluntad. Se
propone que el inconsciente humano debe ser objeto de respeto, protección
y garantía en un esquema híbrido que se propone denominar bajo el neo-
logismo “intranomia” como una categoría aglutinante de la autonomía y
el carácter intracerebral, en el que la persona puede disponer de su cuerpo,
pero no tiene poder —al menos por ahora— para decidir sobre los procesos
internos cerebrales y, por ende, quedan fuera de su volición.
En la tercera parte se perfila la emergencia del derecho humano al au-
toconocimiento en México. Se destaca la relación intrínseca entre ese de-
recho y el derecho al libre desarrollo de la personalidad como derechos
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inherentes a la dignidad de las personas. Además, se evalúa la posible na-


turaleza inderogable del derecho al autoconocimiento humano en la Cons-
titución mexicana.
Se concluye resaltando la necesidad de repensar los anclajes jurídicos
ortodoxos para favorecer el desarrollo de la personalidad humana, a partir
de esquemas flexibles que excedan la lógica bilateral de los derechos y las
obligaciones (Ienca y Andorno, 2021).

II. El inconsciente humano como elemento


de la integridad mental

Para los fines de esta reflexión se conceptualiza al inconsciente humano


como el resultado de los procesos cognitivos que conforman ideas, sueños,
memorias y emociones (Yuste et al., 2021: 154 y 155). En muchos casos,
estos procesos se materializan en forma de actos corporales o tienen ex-
presiones físicas, incluso mediando un soporte tecnológico. Estos hechos
u objetos son los que tradicionalmente han sido motivo de la regulación
jurídica bajo la racionalidad de la autonomía de la voluntad. Sin embargo,
existe un ingente número de procesos inconscientes en el ser humano que
no llegan a externarse y que, no obstante, tienen una concreción mental.
Sobre este último grupo de elementos es que se propone abordar esta re-
flexión.
A partir de los avances en las neurociencias, es innegable que estos pro-
cesos inconscientes no externalizados se harán inteligibles para los seres
humanos próximamente. Tanto la propia persona como los científicos y las
agencias públicas y privadas que se especializan en el conocimiento del
funcionamiento cerebral podrán “leer” el inconsciente humano. La pre-
sunción de que sólo la persona sabe lo que piensa dejará de tener validez
(Yuste et al., 2021: 159). Inclusive, las neurociencias podrán modificar la
personalidad sin la conciencia del individuo (Goering et al., 2021: 4). No
obstante, los desarrollos de las neurociencias no implican el fin del libre
albedrío (Ariano, 2016: 101-106).
Este desarrollo científico traerá consigo un potencial de riesgo conside-
rable (Goering et al., 2021: 6-8), sobre todo para el entendimiento actual
de los derechos de libertad, conciencia y pensamiento. Las neurociencias
pueden cambiar la interrelación de las personas con la sociedad e, incluso,
la vinculación entre el cuerpo y la mente (Goering et al., 2021: 2). De ahí
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que los especialistas hayan propuesto el reconocimiento de los neurodere-


chos. Al respecto, Goering et al. (2021: 13) identifican como necesarios los
neuroderechos de: 1) libertad mental; 2) privacidad mental, y 3) integridad
mental, con la finalidad de garantizar que las personas conserven su mente
libre de injerencias arbitrarias o manipulaciones. Por su parte, Ienca y An-
dorno (2021: 141-185) identifican cuatro neuroderechos, a saber: 1) libertad
cognitiva; 2) privacidad mental; 3) integridad mental, y 4) continuidad psi-
cológica. Esta reconceptualización legal es importante y, sin duda, llevará a
que, en primera instancia, las jurisdicciones nacionales y, posteriormente, el
derecho internacional analicen la pertinencia de reconocer nuevos derechos
humanos. Sin embargo, el potencial transformador de las neurociencias no
sólo tiene un ámbito de invasión al ser humano, sino que también abre un
portal inmenso hacia la expansión del desarrollo de la persona (Yuste et
al., 2021: 155). Con relación a este último aspecto, se centrará el presente
ensayo.
Siguiendo los trabajos de Goering et al. (2021: 13), consideramos que el
inconsciente humano es parte integrante del neuroderecho a la integridad
mental, ya que forma parte de un mismo sistema cognitivo. En este senti-
do, coincidimos en la conceptualización del derecho humano a la integri-
dad mental como la protección que debe guardarse respecto a la mente de
las personas, en cuanto a prohibir cualquier injerencia no consentida por
la persona titular de ese derecho humano. De esta manera, la tradicional
concepción de la integridad corporal de la persona se extiende al cerebro
como órgano, al igual que a sus procesos internos.
Uno de los problemas que se vislumbran respecto a la protección de la
integridad mental como derecho humano es la imposibilidad de conside-
rarlo como absoluto, puesto que se piensa que para privilegiar el interés
general, en ciertas ocasiones y bajo circunstancias determinadas, se po-
dría incidir en que se mejore la moral de las personas, aun en contra de su
voluntad (Ienca y Andorno, 2021: 171 y 172). La discusión es inacabada
al momento, pero se apunta como uno de los mayores debates a resolver
en los próximos años.
Ahora bien, el inconsciente humano no agota su juridicidad en la inte-
gridad mental, sino que además tiene un aspecto dinámico y hasta el día de
hoy desconocido en su plenitud que impacta directamente en la formación
de la personalidad. Por ello, consideramos necesario que se sitúe el valor
jurídico del inconsciente humano como uno de los elementos que trascien-
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den directamente en la vinculación de la persona con su propio ser, así


como con el medio que le rodea, tanto humano como no humano.
Esto es, el inconsciente humano tiene una implicación en la manera en
que el ser humano vive tanto deliberada como involuntariamente. De ahí
resulta que, al expandirse el conocimiento científico respecto a cómo fun-
cionan los procesos internos cerebrales, es necesario que esos avances sean
dirigidos a la mejora de las condiciones de vida de los seres humanos.

III. La deconstrucción del derecho


para regular el autoconocimiento humano

De acuerdo con Gravett (2020: 5), el derecho es tecnología de la informa-


ción, es decir, un código que regula el comportamiento humano. En este
sentido, resulta relevante analizar los alcances del marco jurídico para aten-
der la juridicidad del inconsciente como herramienta para favorecer el au-
toconocimiento humano.
Aunque todavía es prematuro realizar una evaluación respecto a los al-
cances que tendrá la recolección y el procesamiento de los datos cerebrales,
ya se advierte que el consentimiento de la persona puede no ser suficiente
para determinar en qué casos sería viable la incidencia de las neurociencias
(Goering et al., 2021: 8; Borbón et al., 2020: 145). En efecto, las personas
no somos conscientes de todo lo que pasa en nuestros cerebros; ello ha
llevado a los expertos a afirmar que las personas no pueden ser responsa-
bles todo el tiempo de todo lo que sucede en sus cerebros (Goering et al.,
2021: 4). Por ello, hoy en día es aceptado por la comunidad científica que
la libertad cognitiva que incide en la integridad mental tiene dos aspectos:
el primero como derecho de las personas a usar y beneficiarse de las neuro-
tecnologías, y el segundo como protección de la mente frente a injerencias
no deseadas (Ienca y Andorno, 2021: 156; Borbón et al., 2020: 144). Como
se anticipó, este ensayo se limita al primero de los ámbitos como capacidad
expansiva del desarrollo de la personalidad.
Bajo esa argumentación, el derecho de las personas a usar y disfrutar de
los avances de la ciencia sustenta el resto de las libertades humanas (Ienca
y Andorno, 2021: 156). Sin embargo, ello supone un reto en la práctica
para el ejercicio de ese derecho. Lo anterior es así, en principio, debido a
circunstancias técnicas que hacen imposible hasta el momento distinguir
la información de la fuente, es decir, actualmente no es posible identificar
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con certeza el resultado del proceso cognitivo de la propia actividad ce-


rebral (Ienca y Andorno, 2021: 162). Asimismo, la ciencia no ha logrado
distinguir la información que la persona quiere transmitir voluntariamente
respecto de la que no es su voluntad hacerlo (Ienca y Andorno, 2021: 163).
Por otra parte, se anticipa que, al igual que en el goce de otros derechos hu-
manos, se presentará un acceso inequitativo a las tecnologías en detrimento
de los grupos más vulnerables de la sociedad (Yuste et al., 2021: 160 y 161;
Borbón et al., 2020: 151-153).
Como se puede advertir, los inacabados y potencialmente innumerables
descubrimientos de la ciencia respecto a cómo actúan nuestros cerebros
plantean un reto al sistema legal. Por lo general, el derecho se estructura a
partir de objetos definidos y conocidos o, en su caso, aleatorios, pero cuyas
consecuencias son previsibles o determinables. Sin embargo, en lo referen-
te al desarrollo de las neurociencias, esto no ocurre así. Si bien es cierto que
hay algunos elementos científicos que anticipan el conocimiento a mayor
profundidad de los procesos internos cerebrales, también es cierto que esta-
mos ante un campo en construcción. Estas limitaciones jurídicas respecto al
dinámico e incierto avance científico con relación al cerebro implican que
la regulación del inconsciente humano deba ser más flexible y principista,
bajo un esquema de máximos alcanzables y no necesariamente como prohi-
biciones o autorizaciones limitadas. Es decir, en nuestra opinión, el derecho
debe regular la incidencia de las neurociencias en el inconsciente humano
con la pretensión de favorecer la expansión del conocimiento de la mente y
no como medida restrictiva. No obstante, ya se puede prever la insuficien-
cia de los conceptos jurídicos tradicionales para regular estos adelantos.
En este trabajo, nos interesamos particularmente en el rompimiento de
la autonomía de la voluntad como máxima indiscutible para normar la con-
ducta humana frente al derecho al autoconocimiento. Para ello, identifica-
mos al autoconocimiento como un derecho y una necesidad biopsicosocial
que permite a todas las personas gozar con mayor alcance de su derecho
al libre desarrollo de la personalidad (Navarrete, 2020: 5). Encontramos en
esta conceptualización la primera dificultad para comprender la interacción
entre el derecho y las neurociencias con relación al inconsciente humano.
En efecto, al señalar que el autoconocimiento es un derecho y, a la vez,
una necesidad humana, extrapolamos su naturaleza al ámbito biológico,
puesto que es un elemento del cual depende la sobrevivencia y el desarrollo
humano de las personas. Es por ello que la relevancia jurídica es trascen-
dente. Esto es, el derecho debe considerar al autoconocimiento como un
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derecho humano que posibilita la mejor vida de las personas a partir de las
neurociencias. Luego, si los avances tecnológicos pueden incidir en que los
seres humanos tengan una vida digna y cuenten con mejores y mayores co-
nocimientos sobre su propio ser, el derecho debe ser una herramienta para
procurarlo. Sin embargo, no basta con que el derecho asuma una posición
pasiva de respeto, protección y garantía, sino que el derecho humano al
autoconocimiento debe ser promovido y tenderse a su expansión progresi-
va, entre otras herramientas, mediante el uso correcto de los avances de las
neurociencias.
Otro problema que se prevé es el de la “incompletud” del consenti-
miento de la propia persona cuyo inconsciente se analiza para autorizar
los estudios científicos conducentes al mejor conocimiento de su mente.
Es decir, al ser la propia persona objeto y sujeto de investigación, pero que
desconoce el alcance e implicaciones de su propio inconsciente, surge la
interrogante de hasta qué punto es posible consentir para que un agente
externo humano o tecnológico conozca y eventualmente decodifique e in-
terprete los procesos que son ajenos a la propia voluntad del consentidor.
En otras palabras, la autonomía de la voluntad ya no es suficiente para
abordar un ámbito personal que no es disponible para la persona a la que
afecta el proceso investigativo. Es por ello que perfilamos como propues-
ta de trabajo la formación del neologismo de “intranomia” para designar
esta variante de aceptación, que deberá ser expresada por el beneficiario,
hasta el máximo posible, de manera informada. Sin embargo, se advierte
que esa aceptación será por obvias razones —al menos hasta el día de
hoy— incompleta respecto a la totalidad del potencial de descubrimiento.
En este sentido, la intranomia se presenta como una categoría compleja
que incluye la voluntad de la persona, pero ligada a su propia autopreser-
vación. En otras palabras, hay una presunción biológica de que la persona,
en cuanto ser vivo, se opone —aun mediando su aceptación previa— a que
se lleve a cabo algún procedimiento donde se recabe, procese o almacene
información que atente contra su propia supervivencia. Por el contrario,
todo dato, elemento o proceso que nos lleve al mejor entendimiento de la
personalidad de un ser humano, así como de sus capacidades, debilidades
o deficiencias que impliquen una mejora de su calidad de vida, se deben
entender como aceptados, aunque no se haya expresado nada al respecto.
En el mismo sentido, como necesidad humana se anticipa que cualquier
adelanto en las neurociencias que tenga una repercusión positiva para la
humanidad en su conjunto debe estar disponible para todas las personas sin
discriminación alguna.
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Por otra parte, surge otra interrogante con relación a la posibilidad de dis-
posición que tendrá la persona respecto a sus datos, información o procesos
que sean conocidos por las neurociencias. En particular, nos preguntamos si
los procesos internos y sus resultados forman o no parte del patrimonio de la
persona. Por el momento, no estamos en posibilidad de emitir una opinión
definitiva al respecto, pero dejamos expresada la inquietud, puesto que si
contestáramos positivamente la pregunta, se presentarían una serie de esce-
narios complejos. Esto es, se abriría la posibilidad a que las personas pudie-
ran disponer de sus datos e información durante su vida e, incluso, legarlos
después de su muerte. Además, previsiblemente habría implicaciones, entre
otras áreas, en materia familiar, comercial y de propiedad intelectual. En
cualquier caso, lo que es innegable es que nos encontramos ante ámbitos
en desarrollo, sobre los cuales los científicos y los juristas tendrán que tra-
bajar conjuntamente para armonizar los fines de la sociedad.
Lo anterior implica que el derecho no puede seguir considerándose como
una ciencia autorreferencial, sino que debe articularse a partir de los de-
sarrollos de otras áreas del conocimiento, como es el caso de las neuro-
ciencias. De igual manera, consideramos que el derecho debe contar con
un conjunto más amplio de herramientas para asegurar que las personas
puedan acceder a los avances de las neurociencias de manera oportuna y
efectiva. Este enfoque significará que, además de los derechos y obligacio-
nes que regulan las relaciones bilaterales entre los sujetos del campo jurí-
dico, deben establecerse principios, máximas y valores éticos y biológicos
que condicionen el ejercicio de los derechos o maticen las obligaciones
de las personas. Nuevamente, los alcances de esta reconfiguración son por
ahora impredecibles, pero lo que es evidente es que habrá de repensarse
el abordaje al introducirse a la cotidianidad jurídica los efectos que tendrá el
descubrimiento del inconsciente humano.

IV. La emergencia del derecho humano


al autoconocimiento en México

Como lo señala Navarrete (2020: 4 y 5), el derecho humano al autoconoci-


miento no está reconocido por la Constitución mexicana. Sin embargo, ya
fue presentada una iniciativa de reforma constitucional a los artículos 1o. y
29 de la Constitución federal para establecer los derechos a la autodetermi-
nación personal, al libre desarrollo de su personalidad y al respeto al plan
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vital (Navarrete, 2020: 55). Esa iniciativa plantea que esos derechos sólo
deberían ser limitados a los derechos de terceros y al orden constitucional
mexicano, al tiempo que se contempla como inderogable el derecho al libre
desarrollo de la personalidad.
Si bien es cierto que la iniciativa de reforma constitucional no está re-
ferida específicamente al derecho al autoconocimiento, dada su vincula-
ción con esos derechos fundamentales y con la propia dignidad humana,
es de la mayor relevancia que se promueva, respete, proteja y garantice
el derecho al autoconocimiento. A partir del autoconocimiento, las perso-
nas tienen una mejor y mayor posibilidad de formular un proyecto de vida
acorde a sus necesidades, capacidades y deseos. Esto, sin duda alguna, se
encuentra en consonancia con la lógica expansiva de máxima protección a
la persona que prevé la Constitución mexicana (CPEUM, artículo 1o.). De
hecho, como recuerda Navarrete (2020: 52), la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, al pronunciarse respecto al derecho al libre desarrollo de la
personalidad, se ha manifestado por la consideración de dos ámbitos de este
derecho: uno externo y otro interno, consistente este último en los proce-
sos internos en la subjetividad individual. En este aspecto interno es donde
las neurociencias tendrán impacto para fortalecer el derecho al autoconoci-
miento de los seres humanos. Por su relevancia para este análisis, se inserta
en seguida el criterio jurisprudencial referido, que a la letra señala:

Derecho al libre desarrollo de la personalidad. Su dimensión


externa e interna. La libertad “indefinida” que es tutelada por el derecho
al libre desarrollo de la personalidad complementa las otras libertades más
específicas, tales como la libertad de conciencia o la libertad de expresión,
puesto que su función es salvaguardar la “esfera personal” que no se encuentra
protegida por las libertades más tradicionales y concretas. En este sentido,
este derecho es especialmente importante frente a las nuevas amenazas a la
libertad individual que se presentan en la actualidad. Ahora bien, la doctri-
na especializada señala que el libre desarrollo de la personalidad tiene una
dimensión externa y una interna. Desde el punto de vista externo, el dere-
cho da cobertura a una genérica “libertad de acción” que permite realizar
cualquier actividad que el individuo considere necesaria para el desarrollo
de su personalidad. En cambio, desde una perspectiva interna, el derecho
protege una “esfera de privacidad” del individuo en contra de las incursiones
externas que limitan la capacidad para tomar ciertas decisiones a través de
las cuales se ejerce la autonomía personal. Al respecto, si bien en un plano
conceptual puede trazarse esta distinción entre los aspectos externos e in-
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ternos, resulta complicado adscribir los casos de ejercicio de este derecho a


una sola de estas dimensiones. Ello es así, porque las acciones que realizan
los individuos en el ejercicio de su autonomía personal suponen la decisión
de llevar a cabo esa acción, al tiempo que las decisiones sobre aspectos que
en principio sólo incumben al individuo normalmente requieren de ciertas
acciones para materializarlas. En todo caso, parece que se trata de una cues-
tión de énfasis. Así, mientras que hay situaciones en las que el aspecto más
relevante de la autonomía personal se aprecia en la acción realizada, existen
otras situaciones en las que el ejercicio de la autonomía se observa más cla-
ramente a través de la decisión adoptada por la persona (Suprema Corte de
Justicia de la Nación, 2019).

Además, consideramos que el derecho humano al autoconocimiento me-


diante las neurociencias encuentra sustento en el derecho humano de acceso
a la ciencia, tecnología e innovación, que ya se ha positivado en la Constitu-
ción federal (CPEUM, artículo 3o., fracción V) y en algunas Constituciones
locales, como lo es la Constitución jalisciense (CPJ, artículo 4o.).
Ahora bien, como derecho humano surge la interrogante sobre si el au-
toconocimiento estaría o no sujeto a las limitaciones tradicionales del res-
to de los derechos humanos. Es decir, ¿nos encontramos ante un derecho
inderogable? En opinión de Navarrete (2020: 34), la respuesta sería que el
derecho al autoconocimiento es relativo y, por tanto, estaría supeditado a
los derechos de terceros y al interés público. Sin embargo, estimamos que
el derecho de todas las personas a conocerse a sí mismas por mediación de
las neurociencias no tendría prima facie que ser limitado. Esto es así, dado
que todo orden jurídico tiene como máxima pretensión garantizar el bienes-
tar de los seres humanos que componen la comunidad sujeta a ese sistema
legal. Luego, si el autoconocimiento implica —como pensamos que sería
en la gran mayoría de los casos— un beneficio para las personas, resulta
difícil imaginar alguna situación en la que la posibilidad de autoconocerse
pueda ser restringida por criterios legales. Tal vez, el caso paradójico sería
que el autoconocimiento implicara un riesgo o una amenaza a la propia pre-
servación de la persona que goza de ese derecho y por ello se restringiera
su ejercicio.
Situación distinta sería que, del ejercicio del derecho al autoconocimien-
to, la persona obtuviera datos o conocimientos que utilizara para causar un
daño a terceros o a la sociedad en su conjunto; sin embargo, en ese caso,
consideramos que estaríamos frente a otro supuesto jurídico diverso. Bajo
esas circunstancias, nos posicionamos respecto a la inderogabilidad del de-
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recho al autoconocimiento, máxime que se concibe como complementario


e, incluso, precedente a otros derechos inderogables en México, como lo
son el derecho a la personalidad jurídica, el derecho a la vida, el derecho a
la integridad personal, así como las libertades de pensamiento, conciencia
y profesión de creencias (CPEUM, artículo 29).
En cualquier caso, anticipamos que, como resultado de los avances en el
mejor conocimiento del inconsciente humano, habrá de realizarse un deba-
te entre todos los sectores de la sociedad mexicana respecto a la pertinencia
de establecer al autoconocimiento como derecho humano con rango cons-
titucional.

V. Conclusión

La vertiginosidad de los adelantos en las neurociencias ha motivado que en


años recientes se discuta la necesidad de establecer nuevos derechos huma-
nos para proteger la mente humana de injerencias indebidas por parte de
actores externos. Aunque el enfoque mayoritario ha sido el de regular en
sentido negativo, es decir, a partir de prohibiciones o restricciones respecto
a las actividades permitidas, hay un ámbito igualmente importante de ser
analizado consistente en la expansión del desarrollo de la personalidad de
los seres humanos.
En este ensayo, hemos presentado algunos argumentos prospectivos con
relación a la necesidad de repensar el derecho frente al desarrollo de las
neurociencias, particularmente en lo que se refiere al inconsciente humano.
Se advierte que el derecho deberá tener un enfoque más complementario
respecto a los descubrimientos de las neurociencias. Esto implicará que los
esquemas tradicionales de concebir a la regla jurídica sean reconsiderados.
En lo particular, sobre el descubrimiento del inconsciente humano por las
neurociencias y su incidencia en la vida de los seres humanos, se valora
prioritario el análisis de la posición de la voluntad humana como máxima
de la autonomía personal.
Se anticipa que el mejor conocimiento científico de los procesos cere-
brales impactará en el proyecto de vida de las personas, a partir de su au-
toconocimiento. De ahí que se plantea la necesidad de reflexionar sobre
la pertinencia de reconocer el derecho humano al autoconocimiento en la
Constitución mexicana. Se considera que ese reconocimiento debe darse
en carácter de derecho humano inderogable, en razón de su vinculación
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estrecha con la dignidad de las personas y su derecho al libre desarrollo de


la personalidad.
Es evidente que estamos frente a una materia de análisis aún en construc-
ción y el futuro habrá de presentar muchas más preguntas que respuestas.
Sin embargo, consideramos que ha llegado el momento de comenzar a de-
batir la trascendencia de estos temas en la mejora de la vida de las personas
y cómo el campo jurídico puede coadyuvar a su desarrollo. Después de
todo, la justificación última del derecho es el bienestar de las personas que
conforman la comunidad.

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