Historia de Galicia
Historia de Galicia
Historia de Galicia
La historia de Galicia incluye los primeros asentamientos humanos en la zona y se extiende hasta la
actualidad. Poblada desde la prehistoria, su territorio presenta bastantes muestras de la cultura megalítica
que durante la Edad del Hierro y la Edad del Bronce derivará en la cultura castreña. Los límites geográficos
de Galicia evolucionaron a lo largo de los siglos. A la provincia romana de Gallaecia sucedió en 410 el
regnum suevorum, regnum galliciense o reino suevo. Se denomina «reino de Galicia» el período que va de
410 al 30 de noviembre de 1833, fecha en la que la regente María Cristina de Borbón firmó el decreto que
disolvía la Xunta Superior do Reino de Galiza. Se considera que Galicia tuvo una política autónoma hasta
el siglo xv, tomándose como fecha simbólica 1486, año en el que los Reyes Católicos visitaron Santiago de
Compostela, si bien los reyes de Castilla ya eran también reyes de Galicia desde 1230.1
A partir de 1833 y hasta la Transición española, Galicia ya no es una entidad política-administrativa. Sin
embargo ha evolucionado siempre conservando sus particularismos culturales, económicos, sociales y
políticos. El 28 de junio de 1936, un proyecto de estatuto de autonomía fue aprobado por referendum en
Galicia, pero el gobierno de la II República no pudo ponerlo en práctica dado que el 17 de julio estalló la
Guerra Civil. Desde los primeros días del levantamiento, las cuatro provincias gallegas pasaron bajo control
franquista. Cuando el régimen volvió a crear en 1940 unas capitanerías generales militares dotadas de poder
civil, Galicia fue la octava.
Las nuevas instituciones democráticas creadas a partir de 1977 llevaron a la aprobación del estatuto de
autonomía de Galicia el 6 de abril de 1981, que reconoce Galicia como nacionalidad histórica dentro del
Estado español.
Etimología
La denominación deriva del topónimo Gallaecia. Con este nombre los romanos identificaban a la provincia
del Imperio romano que abarcaba el tercio de la península ibérica situado al norte del río Duero y al oeste
del río Pisuerga.
Aunque en esta extensa área territorial convivían grupos humanos asentados desde el Neolítico, el nombre
procede de los celtas (conocidos como “celtas de Urnenfelder” (‘campos de urnas’), un grupo de
indoeuropeos que se asentaron en la península durante el periodo calcolítico (entre el 2300 y el 1800 a. C.)
y posteriormente a partir del siglo iv a. C. (celtas de la cultura Hallstatt o Sefes).
Los celtas aparecen por primera vez en los textos del historiador griego Hecateo de Mileto que en el año
517 a. C. se refiere a ellos con el nombre de κέλτης kéltis (‘ocultos’). Es posible que ese nombre provenga
de la mitología griega, en la que se ubicaba al pueblo celta como descendiente de Celtus2 transformándose
en celti (céltae) al incorporarse al latín.
Sin embargo el término celtae era muy genérico para identificar la gran variedad de asentamientos celtas en
Europa, por lo que pronto comenzaron a ser clasificados en función de sus lenguas o de las deidades que
veneraban. De esta forma en las islas Británicas se podían encontrar celtas goidélicos y britones entre otros
clanes, en tanto que los de la península ibérica serían conocidos como καλλαικoι (kallaikoi), tal como relata
Estrabón en el siglo i a. C.
Si bien kallaikoi era sólo la denominación de los clanes celtas galaicos situados en torno a la
desembocadura del río Duero, este término acabó identificando a todos los del noroeste peninsular.3 El
motivo debe encontrarse en su ubicación, una privilegiada zona de paso fluvial y marítimo que favoreció la
preeminencia de la pópuli (población) llamada Cale (actual Oporto),4 cuyos habitantes ya serían llamados
caleci o gallaeci por Plinio el Viejo. Esto derivaría después en los etónimos Calecia o Gallaecia (Galicia) al
norte y Porto Cale (Portugal) al sur.5
La denominación del territorio se consolida en el año 239 d. C. con la reforma administrativa emprendida
por Diocleciano cuando es creada la provincia Gallaecia segregándola de la Tarraconensis al abarcar los
conventus Bracarensis, Asturiacensis y Lucensis.
El topónimo se conservará incluso en árabe: en los mapas y textos de los cronistas del Califato Omeya de
Córdoba, aparecerá como Jalikiah, Yiliquí o Yilliquiyya. Posteriormente derivaría en Galiza, Galicia y en
francés, Galyce.
En cuanto a la etimología, la teoría más consolidada (de Higino Martins, 1990) indica que Galicia procede
de la raíz indoeuropea kala (‘refugio, abrigo’), que pasó a las lenguas gaélicas como gall (madre, tierra).
Esta teoría es además coherente con las que vinculan el étimo a la Diosa Madre de los celtas, Cal-Leach,6
como al radical ya latinizado Cale,7 de cuyo análisis se identifican los significados de ‘piedra’, ‘roca’ o
‘duro’ en coherencia con la orografía granítica sobre la que se asentaban estos clanes.
Prehistoria: Gallaecia
Siguiendo la periodización cronológica al uso, se aborda este extenso período histórico comenzando por las
primeras manifestaciones culturales del Neolítico en la región (Oestriminios). En esta época se define la
iconografía identitaria galaica que después eclosionará con la llegada de la cultura de las Urnas de Vlenden-
Bennghardt de mano de los celtas (Kallaicoi) durante la Edad de Bronce y el Calcolítico. Finalmente, se
aborda la romanización desde los primeros enfrentamientos bélicos (romanos) hasta la conformación de la
jerarquía eclesiástica priscilianista a finales del siglo iv (priscilianismo).
Oestrimnios
Los primeros antecedentes de la posterior configuración territorial y cultural galaicas se registran a partir del
Neolítico. Tras la aparición del género Homo en África durante el Pleistoceno, tendrá lugar la transición
entre las especies Australopitecus y sapiens a lo largo de todo el Paleolítico. En Europa, a su vez y a partir
de antecesores comunes al Homo Sapiens se desarrolla la especie Neandertal que según las hipótesis de los
paleoantropólogos se extinguió, hace unos 30000 años, por la superioridad numérica y organizativa del
hombre de Cromagnon aunque posiblemente se dieran casos de hibridación;8 por lo tanto, el Homo
Sapiens protagoniza en solitario el cambio progresivo de una organización social nómada basada en el
sistema de caza y recolección a otra basada en la agricultura. Este cambio favorece la creación de
asentamientos más estables y con ellos la emergencia de nuevas formas culturales.
Una de ellas es el megalitismo, que en Europa se desarrolla desde el Neolítico hasta la Edad de Bronce
caracterizándose por la presencia de megalitos,9 construcciones realizadas con piedras de grandes
dimensiones. A la luz de las dataciones arqueológicas10 y síntesis historiográficas11 hasta la fecha, no se
recomienda asumir como probado el comienzo de esta nueva cultura antes del 4300 a. C. tanto en Galicia
como en el norte de Portugal, donde se origina el megalitismo atlántico12 al extenderse por toda la fachada
atlántica.13 La cultura del “megalitismo atlántico” vive su apogeo peninsular entre el 3000 a. C. y el
2300 a. C. y se manifiesta de forma homogénea en un área que comprendería el norte de Portugal, Galicia,
Asturias, León y Zamora de manera que su área de implantación sería el precedente de la futura Gallaecia.
Los megalitos que más abundan son los sepulcros funerarios, construcciones formadas generalmente por un
túmulo14 en torno a un dolmen15 interior con o sin corredor de entrada, en el que se depositaban los
cadáveres y un ajuar funerario.16 Estos dólmenes se encuentran frecuentemente agrupados en necrópolis
situadas en llanuras o altiplanos y proliferan sobre todo en la vertiente septentrional y occidental de la actual
Galicia.
El gran número de dólmenes17 inducen la existencia de una población densa y dispersa que, según los
análisis arqueológicos, hacía uso de una ganadería primitiva basaba en la cría de bueyes, cerdos, cabras y
ovejas y una agricultura de cereales y leguminosas poco sofisticada, lo que les obligaría a seguir
dependiendo de las técnicas mesolíticas de caza y recolección. La sociedad megalítica galaica no desarrolló
una jerarquización social significativa, como demuestran los ascéticos uniformes de los sepulcros o los
enterramientos colectivos, en los que abundan más los útiles de finalidad productiva que los objetos de
adorno. Se trataba en cambio de una “sociedad igualitaria, compuesta de pequeñas comunidades, poco
belicosa y asentada de forma dispersa” en el territorio. Su características más destacables serían su
sorprendente habilidad arquitectónica (arquitectura prehistórica de Galicia) —lo que revela una gran
capacidad de organización del grupo—, y sobre todo su capacidad de abstracción y trascendencia
manifestada en profundo sentido religioso, constatable en la gran cantidad de sepulcros. Los grabados
encontrados en ellos describen una “mitología centrada en la fecundidad y en la muerte”, emergiendo la
figura del oficiante o mediador entre los dioses y los seres humanos.18
Las tecnologías megalíticas comienzan a desaparecer con la llegada de las técnicas metalúrgicas. Sin
embargo la identidad cultural fraguada en el período megalítico no desaparecerá, sino que continuará
transmitiéndose en el tránsito del tercer al primer milenio a. C., como demuestra la existencia de los
petroglifos, litografías realizadas en piedra granítica al aire libre.
La homogeneidad técnica y temática de esta expresión cultural permite definir la existencia de un grupo
galaico de arte rupestre caracterizado por una temática abstracta19 que ocupa la mayor parte de la
superficie, rodeada por elementos de una temática naturalista, generalmente zoomorfa y antropomorfa junto
con elementos como armas, escudos e ídolos-cilindro.20 Aunque los elementos naturalistas son los que
caracterizan y diferencian la litografía prehistórica galaica frente a sus equivalentes europeos, son los
motivos abstractos —en especial laberintos, tramas geométricas y trisqueles— los que se consolidarán en la
cultura castreña.
Galaicos
Cronológicamente, el estadio final de la cultura megalítica se corresponde con la llegada de la cultura del
vaso campaniforme en el Calcolítico —entre el 2300 y el 1800 a. C. en el noroeste peninsular— con las
primeras poblaciones indoeuropeas precélticas.
En esta época se produce un rápido incremento poblacional debido a los desplazamientos desde la meseta
debido al clima atlántico, con un mayor grado de humedad. Este incremento de habitantes genera conflictos
que como consecuencia traen un aumento de la minería, derivado de la producción de armas y objetos de
uso cotidiano. Debido a la abundancia de metales nobles, las piezas de ornamento y joyería de este período
no han tenido parangón en la historia, siendo muy valoradas, como lo demuestra el hecho de haber sido
encontradas no solo en puntos distantes de la península sino también en el sur y centro de Europa.
Esta cultura, junto con los elementos que sobreviven de la cultura megalítica atlántica y las aportaciones que
proceden de las culturas mediterráneas más occidentales, acaban derivando en lo que se ha denominado la
Cultura Castreña. Esta denominación hace referencia a las características poblaciones celtas llamados dùn,
dùin o don en lengua gaélica y que los romanos llamaron Castros en sus crónicas.
En cuanto a la organización social de los celtas galaicos, las primeras referencias documentales que se
encuentran sobre la sociedad castreña son las que proporcionan los cronistas de las campañas militares
romanas como Estrabón, Heródoto o Plinio el Viejo entre otros. Estos describen a los habitantes de estos
territorios como un conjunto de bárbaros que pasan el día peleando y la noche comiendo, bebiendo y
danzando bajo la luna.
De las crónicas romanas, junto a los Leabhar Ghabhála Érenn así como de la interpretación de los
abundantísimos restos arqueológicos por toda la actual Galicia y norte de Portugal, es posible inferir que se
trataba de una sociedad matriarcal, con una aristocracia militar y religiosa probablemente de tipo feudal. Las
figuras de máxima autoridad eran el caudillo, de tipo militar y con autoridad en su castro o clan, y el druida,
principal referentes médico y religioso que podía ser común a varios castros. La cosmogonía celta se
mantenía homogénea debido a la facultad de los druidas de reunirse en concilios con los druidas de otras
áreas, lo que aseguraba la transmisión de los conocimientos y los eventos más significativos.
La distribución territorial castreña divide su área de influencia en espacios en torno al castro equivalentes a
las actuales comarcas, de forma similar a lo que se puede apreciar en las poblaciones celtas de las islas
británicas y el centro de Europa. La ocupación del territorio basándose en fortificaciones es coherente con la
presión poblacional y la presencia de minerales, entre ellos el oro, que explicaría el interés romano por
extender su dominio al único territorio de la península ibérica que ofrecía una resistencia suficiente para
detenerlo.
El ejemplo más claro de esta presión es la ejercida por el pueblo romano, atraído por la riqueza metalúrgica
de la región.
Edad antigua
Romanización
La cohesión social y territorial de la cultura castreña explica la extraordinaria resistencia de los galaicos a la
dominación romana27 que se prolongó durante más de un siglo cuando esta ya se extendía por el resto de
la Hispania. Así lo constatan diversas crónicas como las de Orosio, que cuenta como en el año 137 a. C., el
praetor Décimo Junio Bruto inició una campaña de castigo debido a las continuas incursiones bélicas de los
celtas galaicos en apoyo de los lusitanos. Por esta campaña, en la que hubo de enfrentarse con 60 000
gallaicoi en el río Duero, volvió a Roma convertido en héroe, por lo que fue llamado Gallaicus. En ese
mismo año las legiones romanas llegarían al río Limia, que al identificar en él al río Lethes de la mitología
romana solo pudo ser cruzado cuando el Praetor lo cruzó llamando por sus nombres a sus soldados para
demostrar que no había perdido la memoria. El avance hacia el norte se detendría en al año siguiente al
llegar al río Miño donde los gallaicoi provocaron el repliegue romano hacia el sur.
Una vez finalizada los enfrentamientos bélicos, se inició el proceso de romanización que se prolongaría
durante los siguientes cuatro siglos, iniciándose oficialmente entre los años 64 y 70, cuando Vespasiano
convierte en pueblo romano a los 451 000 gallaicoi (según Plinio el Viejo). De esta forma los castros se
transformarían en las víllae y la población incorporaría las nuevas tecnologías como la arquitectura, la
agricultura basada en el arado, el derecho romano o la minería. En este último aspecto cabe destacar el
sistema de extracción de metales denominado ruina montium, que consistía en excavar túneles en los
montes por los que se hacía circular un flujo continuo de agua que iba erosionando el área transportando en
ella los minerales (específicamente, el oro).
La provincia romana de Gallaecia, era mucho más extensa que la Galicia actual, pues también comprendía
el norte de Portugal, entre el Duero y el Miño, donde estaba su capital, Braga, así como Asturias, Cantabria
y parte de lo que posteriormente serían los reinos de León y Castilla. Así pues, fue durante esta época
cuando la Gallaecia alcanzó sus máximas fronteras, llegando por el oriente hasta las fuentes del río Ebro.
Priscilianistas
Durante los siglos iv y v la Iglesia católica eleva al cristianismo del rango de religión perseguida a religión
oficial del Bajo Imperio.28 Esta nueva situación desata importantes luchas de poder en su seno, así como
un notable grado de acomodación por parte de la jerarquía eclesiástica que no es bien visto por algunos
sectores más afines a un cristianismo ligado a las clases más desfavorecidas.29 En la pugna por el poder, el
imperio en declive se cruza con una iglesia reafirmada después del concilio de Nicea (año 325) y cada vez
más presente en todos los territorios y capas sociales. Se producen, de hecho situaciones en las que el poder
político es asumido “en funciones” por la tupida red funcionarial de sacerdotes al servicio de Roma.30 En
ese contexto social convulso (bagaudas, circumcelliones…) y de vida político-religiosa cambiante surge en
el noroeste peninsular un movimiento religioso que entronca con la corriente ascética antes mencionada:
Oponiéndose a una Iglesia cada vez más acomodada y a una jerarquía tan opulenta como cada vez más
elitista, en el año 379 d. C. comienza a predicar en la Gallaecia un personaje de gran carisma y atractivo
popular llamado Prisciliano. De familia noble, es descrito por sus principales biógrafos31 como erudito y
muy aventajado en la discusión. Inicia su formación en Burdigala (actual Burdeos), a cargo del retórico
Delphidius (Elpidio). Allí funda la primera comunidad rigorista en la que se inspirará en años posteriores.32
En torno al año 379 vuelve a Gallaecia y comienza un período predicante durante el que propugna y
practica un cristianismo ascético (que incluye desde el vegetarianismo al celibato), incorporando a la liturgia
elementos populares como el baile, o la celebración de eucaristías al aire libre. Propone la incorporación de
colectivos tradicionalmente apartados de las sesiones de lectura de los textos bíblicos, como las mujeres o
los esclavos, y admite la posibilidad de lectura e interpretación personal de textos apócrifos.
La propagación de las ideas de Prisciliano se produce con rapidez, y en todos los estratos sociales,
extendiéndose en pocos tiempo a la Bética, la Tarraconense, e incluso más allá de los Pirineos, a la
Aquitania. Algunos obispos favorables a Prisciliano (Instancio y Salviano) llegan a nombrarlo obispo de
Abula (actual Ávila), a pesar de su condición de seglar, lo que acaba de desatar las suspicacias de varios
obispos como Higinio de Corduba (actual Córdoba), Ithacio de Ossonoba (actual Faro, en Portugal) o
Hidacio de Emerita Augusta (sede metropolitana, actual Mérida).
En ese año decide partir hacia Roma para contrarrestar la ofensiva de Ithacio. Allí, tras serle negada
audiencia por el papa Dámaso I se dirige al magíster officiorum del emperador, en la corte de Mediolanum
(Milán) y consigue la derogación del rescripto imperial (según sus detractores, mediante soborno).34
A su retorno los priscilianistas recuperan sus iglesias e Ithacio resulta desterrado, decantándose la situación
en la península a favor del movimiento reformador durante el siguiente año. En el 383 Magno Clemente
Máximo asesina al emperador Graciano y se nombra nuevo imperator de occidente, ubicando la nueva
corte imperial en Civitas Treverorum (Tréveris), donde Ithacio se encuentra desterrado bajo la protección del
obispo local, Britto. Por una parte la Iglesia Católica se encuentra con una situación en las Hispanias de
difícil manejo (un movimiento reformista, que algunos padres de la Iglesia como Agustín de Hipona,
comienzan a considerar herético, pero avalado por un apoyo popular numeroso e incluso por varios obispos
supuestamente leales a Roma). Por otra parte Teodosio, emperador de los territorios orientales recela del
usurpador Máximo, por lo que este busca apoyos en el sector más ortodoxo de la jerarquía eclesiástica con
el fin de afianzar su nombramiento.
La situación geopolítica es idónea para lo que acaba sucediendo: tras un sínodo en Burdeos, de nuevo con
el fin de condenar el priscilianismo, se instaura un proceso civil contra los principales cabecillas del
movimiento religioso, bajo la acusación de brujería. Las causas de esta imputación35 se pueden atribuir a
las consecuencias derivadas de la aplicación de la ley romana: una condena por herejía obligaría a Máximo
a confiscar las propiedades eclesiásticas de los reos, en la práctica muchos templos y propiedades de la
Iglesia Católica en las Hispanias. El cargo de maleficium, en cambio, supone el embargo de las propiedades
particulares de los acusados (muchos de ellos de familias pudientes) sin afectar a las propiedades
eclesiásticas, lo que resultaba mucho más lucrativo y diplomáticamente adecuado a Máximo en su situación.
Así las cosas, en el año 385 se ejecuta la sentencia, tras confesión por tortura de los líderes,36 siendo
decapitados el propio Prisciliano y varios discípulos suyos: Felicísimo, Armenio, Eucrocia (la viuda de
Elpidio), Latroniano, Aurelio y Asarino. Se convierten así en los primeros ajusticiados por la Iglesia a través
de una institución civil.
Ese es el fin de Prisciliano, pero no del priscilianismo. Según Sulpicio Severo, “Por lo demás, ejecutado
Prisciliano, la herejía que se había extendido bajo su influencia no sólo no fue reprimida, sino que,
reafirmándose, se propagó aún más. Pues sus seguidores, que lo habían honrado antes como a un santo,
después comenzaron a venerarlo como a un mártir”.37
La condena y ejecución de los priscilianistas suscitaron un notable impacto en la época,38 originando las
protestas del propio obispo de Roma, Siricio, o Martín Turonense, quien se dirigió a la corte logrando la
revocación del prescripto. Esto haría posible que en 393 un grupo de galaicos llegara a Tréveris para
exhumar solemnemente sus restos.39
Basándose en el viaje realizado por sus discípulos con el cuerpo de los decapitados en Tréveris de vuelta a
la Gallaecia diversos autores40 han planteado la posibilidad de que en la catedral de Santiago de
Compostela esté enterrado el hereje galaico, y no el apóstol bíblico. Una reinterpretación de la epigrafía del
sarcófago postula que sea Santiago el Mayor quien esté enterrado en ella.41
Dos concilios sucesivos en Toletum (Toledo), en el año 396 y en el año 40042 consiguen que los
seguidores de Prisciliano abjuren de sus ideas y declaren haber abandonado los errores de la secta, pero la
constatación de la pervivencia de costumbres priscilianistas (consagración de la eucaristía con leche y uvas,
ayuno, la presencia de clérigos con el pelo largo...) obliga a intervenir al Papa Inocencio I que sanciona la
Régula fidei contra omnes hereses, máxime contra priscillianistas en el año 404, y a la celebración en años
sucesivos de nuevos sínodos, como los de Braga en los años 561 y 567, o el IV concilio de Toledo (683) en
el que se condena, como lacra priscilianista, el “delirante pecado” de no cortarse el pelo de la clerecía
gallega, revelando la larga pervivencia de, al menos, ciertas manifestaciones litúrgicas inspiradas en el
movimiento religioso desarrollado por Prisciliano.
Edad Media
Suevos
Con la caída del Imperio romano y la invasión de los pueblos germánicos, el territorio de Gallaecia forma
parte de los foedus que efectúan los diferentes pueblos invasores. Los suevos, 30 000 individuos de los que
solo 8000 eran varones con capacidad para luchar, se concentran entre el Duero y el Miño, en la zona de
influencia de Bracara Augusta (Braga). Llegados en el año 409, se acuerda un foedus con Roma en el 410
por el que los suevos se establecen en la provincia romana de Gallaecia y se otorga a su caudillo Hermerico
(409-438) el título de rey (rex), aceptando como superior la autoridad del emperador de Roma. Así, en la
Gallaecia se consolida el primer paso hacia la estructuración del poder político en el espacio europeo
medieval en reinos bajo la autoridad moral, cada vez más meramente teórica, de un emperador. Hermerico
cede el trono a su hijo Requila (438-448), que realiza campañas militares por toda la península solo posibles
por la unión entre suevos y galaicos y la total independencia de
Roma. Le sucederá Requiario (448-456). Este último adoptará el
catolicismo en el 449 lo que favorecerá la integración con la
población galaico-romana y hace del reino suevo un ejemplo que
seguirán más tarde francos y visigodos. En 456 se produce la
batalla del río Órbigo, que enfrentará a visigodos y suevos, con la
derrota de estos últimos y que tendrá como consecuencia el
asesinato de Requiario y la vuelta al arrianismo.
En estos momentos se produce el último aporte étnico significativo con la llegada a la costa norte de celtas
bretones que se asientan en el norte de las actuales Galicia y Asturias bajo la autoridad de un obispo propio.
Estos contingentes que huyen de las invasiones anglosajonas establecerán una diócesis en Bretoña,
antecedente de la actual Mondoñedo y participarán en los concilios suevo-galaicos (obispo Maeloc)
La época oscura terminará con el reinado de Karriarico (550-559) que se convertirá nuevamente al
catolicismo en 550. Le sucederá Teodomiro (559-570) durante el reinado del cual tendrá lugar el 1.º
Concilio de Braga (561).Estos concilios suponen un avance en al organización del territorio (parroquiale
suevum) y la cristianización de la población pagana (de correctione rusticorum) bajo los auspicios de San
Martín de Braga. Tras la muerte de Teodomiro, Miro (570-583) será su sucesor. Durante su reinado se
celebrará el 2.º Concilio de Braga (572). Aproximadamente en el 577 se inicia la guerra civil visigoda en la
que intervendrá Miro, que en 583 organizará una expedición de conquista a Sevilla que sin embargo
fracasará. Durante la vuelta de esta fallida operación el rey encuentra la muerte. En el reino suevo
comíenzan a producirse muchas luchas internas. Eborico (también llamado Eurico, 583-584) es destronado
por Andeca (584-585), que falla en su intento por evitar la invasión visigoda dirigida por Leovigildo, que se
hará efectiva finalmente en 585, convirtiéndose el rico y fértil reino suevo en una parte más del reino godo,
titulándose Leovigildo como rey de la Gallaecia, Hispania y la Narbonense.
Bajo los visigodos, la Gallaecia será un espacio bien definido gobernado por un dux propio emparentado
con la monarquía y que lo hará como un príncipe asociado a ella (casos de Wamba y Vitiza, que incluso
acabarían siendo reyes en Toledo). Precisamente serán los vitizianos enfrentados a D. Rodrigo los que,
acantonados en el noroeste llamarán como aliados a los árabes en su pugna por el poder (711).
Por el contrario, el norte de Galicia cayó bajo el dominio político de Alfonso I, que instaló en la ciudad de
Lugo al obispo Odoario. El territorio de Galicia quedó desde el 760 bajo la autoridad de los monarcas que
tenían su espacio político y de poder en lo que hoy es Asturias, en una débil posición que tuvo que ser
consolidada por su sucesor, Fruela I, que aplastó una insurrección de los gallegos. Décadas después, otra
insurrección de los gallegos fue derrotada por el rey Silo en la batalla de Montecubeiro,43 44 cerca de
Castroverde.
La incorporación administrativa de Galicia al poder de los reyes residentes en Asturias se realizó (al igual
que Castilla) a través del condado, a cuyo frente se instauraba un comite. El primer conde es el caballero
Conde Don Pedro, citado por la Albeldense en su breve crónica del reinado de Ordoño I de Asturias,
haciendo frente a un ataque normando,45 episodio que se sitúa en el año 859. Don Pedro es sucedido por
Fruela Bermúdez, o Froilán, según la crónica, Gallicie comite. Este conde lideró una revuelta contra el rey
Alfonso III,46 pero resultó muerto en la primavera de 876.
En cualquier caso, es en este tiempo, y bajo el reinado Alfonso II cuando se produce el descubrimiento del
sepulcro del apóstol Santiago y el surgimiento del Camino que lleva su nombre.
La expansión hacia el Sur fue iniciada por Ordoño I, que repobló Tuy. En décadas posteriores Vímara
Pérez, vasallo de Alfonso III, llegó hasta Oporto (tomada en 868) sentando las bases del Condado
Portucalense que más tarde daría lugar a Portugal.
En el año 910, a la muerte del rey de Asturias Alfonso III el Magno, sus posesiones son repartidas entre sus
tres hijos correspondiendo a Ordoño, casado con la noble gallega Elvira Menéndez, el territorio de Galicia
del que era ya gobernador, evento que marca el origen del Reino de Galicia, dentro del Reino de León.
Poco tiempo después, al morir su hermano García I de León sin descendientes en 914, Ordoño ocupa el
trono del Reino de León, con el nombre de Ordoño II, con lo que se produce la unión de ambos reinos. En
el marco de las luchas entre Alfonso IV y su hermano Sancho Ordóñez, el reino de Galicia recuperó, de
hecho su independencia. Sancho se refugió en Galicia huyendo de su hermano en 926, coronándose como
rey de privativo de Galicia, hasta su muerte en el año 929. Tras su fallecimiento, el reino se reintegraría de
nuevo en el de León, en la persona de Alfonso IV, aunque su esposa, la retirada reina gallega Goto, siguió
siendo considerada como tal, incluso en el fructífero reinado de Ramiro II.
La posición de los magnates gallegos osciló entre el dominio del reino y el levantamiento (traditores),
incluso favoreciendo las devastadoras incursiones del caudillo musulmán Almanzor. Una de las múltiples
rebeliones de la nobleza gallega culmina con la coronación en Galicia de Vermudo II (981) que vence a
Ramiro III de León y acaba dominando también este reino.
Posteriormente, tras la muerte de Fernando I el Magno, y atendiendo a su testamento, sus reinos se reparten
entre sus hijos. El Reino de Galicia le corresponde a García I. García fue coronado por el obispo
compostelano Cresconio y restauró las Diócesis de Tuy, la de Braga y Coimbra. Su hermano Alfonso VI le
arrebata el reino y mata a su otro hermano Sancho, rey de Castilla, reuniendo de nuevo los reinos en un solo
trono. A partir de este momento Galicia será dependiente políticamente del rey residente en León y que
controla toda la vieja Gallaecia.
En esa época el reino alcanzó su máxima extensión, llegando hasta Viseo. En 1096, Alfonso VI acordó
partirlo en dos entre su familia: El Condado de Galicia, al norte del río Miño, que pasa a manos de
Raimundo de Borgoña, casado con Urraca de León (totius Gallecia imperatrix), y la Galicia del sur que
pasa a manos de Teresa de León y Enrique de Borgoña, primo del anterior. El hijo de estos, Afonso
Henriques, se proclamó primer rey de Portugal en 1139. Portugal, al igual que Castilla eran condados
dependientes de la corona, siendo el primero en separarse, ya que el Papa le reconoció el título de Rey por
ser hijo de Teresa.
Fueron frecuentes, desde el año 844, ataques normandos o vikingos, que, por momentos, amenazaron en
convertirse en conquista. La última gran invasión, a través del río Miño, acabó con la derrota de Olaf
Haraldsson en 1014 a manos de la nobleza gallega.
Las dificultades en la costa no impidieron una organización donde nobles gallegos del siglo ix y x como
Vimara Pérez o Hermenegildo Gutiérrez reorganizaron perfectamente el condado portucalense.
Contrariamente a lo que se cree, los ataques normandos fueron mucho más peligrosos que los del islam, ya
que con los representantes del último, la paz iba en función de acuerdos comerciales entre señores de la
Gallaecia y otros del Emirato.
Los continuos ataques marítimos sin embargo, provocaron la decadencia de las ciudades costeras y el
comercio (especialmente con Bizancio y Europa); y la migración de gente hacia terrenos rurales o ciudades
del interior que permanecieron intactas como Lugo, Braga o Astorga.
En el siglo x, el árbitro de la política gallega será San Rosendo. Fundador del monasterio de Celanova,
ponía y quitaba reyes, impulsó el monacato, combatió a los normandos y realizó un esfuerzo civilizador en
una época de crisis y agitación
En los siglos xi y xii, el Reino de Galicia, liderado por los obispos de Santiago de Compostela y los condes
de Traba, conoce una época brillante en lo religioso (peregrinaciones europeas, auge de los monasterios
como Osera, Sobrado de los Monjes, San Esteban de Ribas de Sil o San Clodio) en lo político (concesión
de fueros a las ciudades por parte de los reyes de León y Galicia Fernando II y Alfonso IX) y en lo artístico
(románico). Son hitos fundamentales del momento el inicio de la catedral compostelana por el obispo Diego
Peláez en 1075, la coronación por el obispo Diego Gelmírez del hijo de Urraca Alfonso VII en Santiago de
Compostela como rey de Galicia en 1111 y la concesión del Año Santo Jubilar Jacobeo por Roma en el año
1181.
En Galicia y León se mantuvo como código legal el Liber Iudiciorum al contrario de lo que aconteció en
los territorios castellanos. Incluso cuando los asuntos eran juzgados por la corte estos se despachaban de
acuerdo con el código vigente en cada corona.48 Sin embargo, se inicia una política de tendencia
centralizadora que se mantiene durante el reinado de Alfonso X, que introduce por vez primera un
representante judicial del Reino en el gobierno de Santiago de Compostela, y poco más tarde entregará la
sede compostelana al arzobispado de Valladolid, comenzando un proceso que acabará por sustituir los
obispos gallegos por funcionarios castellanos.
Conseguido su objetivo de dar apoyo a los nobles gallegos entusiastas suyos, la política de Fernando I de
Portugal pasó por la restauración de las plazas fuertes de Tuy y Bayona entre otras, la liberación del tráfico
comercial entre Galicia y Portugal así como el abastecimiento de cereal y vino por vía marítima a las
poblaciones gallegas mermadas por la guerra directamente desde Lisboa.51 Realizó igualmente
disposiciones económicas para lo cual mandó fazer moneda de suas senhais d´oro e prata, asii (...) na
Crunha ( La Coruña) e em Tuy, testimoniando las Cortes de Lisboa del año 1371 la validez de las monedas
indistintamente en el reino de Galicia como en el de Portugal.52
Pese al éxito inicial, la presencia del monarca portugués en el reino fue corta. Enrique de Trastámara,
asistido por los mercenarios de las Compañías Blancas organizó una contraofensiva en tierras portuguesas
que obligaría la Fernando I a retornar a Portugal, haciéndose de este modo con la gobierno de Galicia
brevemente, hasta la llegada del duque de Lancaster a La Coruña y su coronación en Santiago de
Compostela.
Tras en tratado, y en virtud del título de Constanza, el duque de Lancaster adopta los títulos reales de su
mujer (de Galicia, León, Castilla, etc..) disponiéndose a hacerlos efectivos. Aunque la primera tentativa se
frustró cuando su expedición hubo de desviarse, en el Poitou, hacia ciudad de Thouars, urgida por la
Guerra de los Cien Años en Francia. Es en el año 1386, respaldado por la bula papal de Urbano IV que le
concedía el derecho a la Corona de Castilla, desembarca en La Coruña, mas sin afrontar el asalto de la
ciudad amurallada que le condiciona las puertas abiertas si antes era recibido en Santiago. Así sucedió, y a
continuación logró, sin apenas resistencia militar, y con el apoyo de nobles gallegos y portugueses, dominar
efectivamente el reino. Acompañado por su mujer e hijas, asentó su Corte en Santiago de Compostela.
Dirigió sus operaciones hacia Pontevedra, Vigo, Bayona, Betanzos, Ribadavia, Orense y Ferrol. En Orense
sus tropas asaltaron la ciudad e hicieron retirar a las tropas trastamaristas, mientras Ferrol es tomado por el
rey de Portugal João I, aliado del duque de Lancaster. En el caso de Ribadavia, la ciudad se resistió a este, y
el propio Thomas Persey dirigió un asedio de días sobre la villa, que acabó siendo tomada.
El reino de Galicia quedaba en poder del duque, concretamente después de que él y el rey portugués se
habían hecho con el dominio de Ferrol, así la crónica escrita por Jean Froissart lo deja claro: avoient mis en
leur obeissance tout lee roiaulme de Gallice.54 La evolución de los acontecimientos militares fue
determinada por una epidemia de peste que diezmó las tropas inglesas en suelo gallego. Esto forzó al duque
de Lancaster a negociar una salida con Enrique de l inglés y de su mujer Constanza a cambio de una
crecida indemnización y de la boda entre el heredero castellano, Enrique III, y la hija del duque, Catalina de
Lancaster. La retirada final de los ingleses cerraba los intentos desarrollados por los ayuntamientos y la alta
nobleza gallega para conseguir un espacio no compartido con Castilla y orientar Galicia hacia Portugal y el
Atlántico, con todo no sería la última vez que esto ocurriera.
Tras la muerte de Sancho IV, la integración de Galicia en una corona conducida desde Castilla, sólo se vio
alterada por el intento del infante D. Juan de restaurar la corona galaico-leonesa independiente en 1296, y
por las guerras entre los Trastamara y los petristas. La alta nobleza gallega de los Castro, de querencia
petrista, llegó a proclamar rey en Galicia a Fernando I de Portugal en 1369 y más tarde al duque de
Lancaster Juan de Gante en 1386. Este conflicto dinástico se enquistó durante décadas en Galicia y
concluiría con la derrota de los Castro a manos de la nueva dinastía real y con ella, el final del papel
preponderante de la nobleza gallega en la corona, desde 1369 en poder de los Trastamara. Una nueva
aristocracia galaica, más fragmentada, emergería con los Andrade, los Castro, los Moscoso, los Sotomayor,
los Osorio o los Sarmiento, cuya cabeza, el conde de Ribadavia, ostentaría la condición de adelantado
mayor del Reino de Galicia.
El movimiento social más significativo de las historia de Galicia fue el levantamiento irmandiño. Una
revolución popular que destruyó la mayor parte de las fortalezas de la nobleza gallega del siglo xv. Esta era
un estamento semiindependiente, dividido y depredador que estuvo puesto en jaque por las fuerzas
populares que gobernaron mediante juntas el Reino de Galicia durante más de dos años. La corona
castellana decidió finalmente apoyar a los señores, aunque exigiendo que los castillos no fuesen
reconstruidos y sometiendo a aquellos a la autoridad de un virrey-gobernador foráneo que presidía la recién
creada Real Audiencia del Reino de Galicia. Los enfrentamientos de la aristocracia gallega con los Reyes
Católicos dan entrada a Galicia en la Edad Moderna. Nobles levantiscos como Pardo de Cela (decapitado
en Mondoñedo) Pedro Madruga de Sotomayor (exiliado a Portugal y asesinado) o el conde de Lemos
(confinado en la Galicia oriental) escribirían las últimas páginas de una Galicia feudal que moriría con ellos
para siempre, para entrar en lo que se denominaría el "Estado Moderno" representados por las Coronas de
Castilla y Aragón unificadas.
Otras medidas que también fueron tomadas por los Reyes Católicos y que pretenden reformar la
administración del Reino de Galicia bajo su autoridad son:
Edad Moderna
El reino de Galicia dejaría de existir formalmente el 30 de noviembre de 1833, fecha en que la regente
María Cristina firmaba el decreto de disolución por el que el centralismo liberal en el gobierno suprimía la
Junta del Reino. Con este trámite no sólo desaparecía el Reino de Galicia, sino Galicia misma como
realidad institucional, ya que los reinos y sus juntas pasaban a ser sustituidas por un modelo de provincias,
copiado del modelo francés de departamentos.
La prosperidad de los fidalgos que viven en los pazos del cobro de los foros a los
campesinos
El auge de los monasterios (ahora dependientes de las congregaciones castellanas) que se
integran con pujanza en una economía rural.
Una expansión demográfica sin precedentes debida a la introducción del maíz y, más tarde,
la patata.
Alonso III Fonseca en Santiago impulsa una Universidad (fundada en 1495) que conectará a Galicia con
los saberes más elevados del momento. Asimismo, la Iglesia y el monacato impulsan un resurgimiento
artístico con el plateresco de Martín Blas y Guillén Colás, Rodrigo Gil de Hontañón e Mateo López en
arquitectura (Obras en la catedral de Santiago, el Hostal de los Reyes Católicos o San Martín Pinario, en la
misma ciudad). Todo ello anuncia el esplendor barroco con figuras punteras a escala mundial como
Domingo de Andrade, Fernando de Casas Novoa o Simón Rodríguez (en Santiago de Compostela)
Melchor Velasco (en Celanova) o Pedro de Monteagudo (en Sobrado de los Monjes). Destacan en escultura
barroca Francisco de Moure, Gregorio Fernández, Mateo de Prado y Castro Canseco.
El cierre de los puertos gallegos al comercio con América decretado por la monarquía
Los ataques de la flota inglesa a Vigo y a Coruña (hazaña de María Pita), imposibilitándose
el anteriormente próspero intercambio marítimo con Europa.
Las guerras de la monarquía española con Portugal, tras su segunda y definitiva
independencia.
Una política arancelaria pensada para otras latitudes y no para productos que habían tenido
éxito en los mercados nacionales e internacionales: la ganadería, el vino, la pesca y el lino
gallegos.
Siglo XIX
El aumento de la población no podrá digerirse en un sistema económico que no acaba de industrializarse y
que quedaba aislado de las pujantes redes ferroviarias peninsulares. Todo ello dará paso, a mediados del
siglo xix, a una emigración masiva a América que se prolongará durante el siglo xx.
La última ocasión en la que el Reino de Galicia mostró una manifestación política fue durante la invasión
napoleónica. La amenaza que para el mantenimiento de la hegemonía del clero y la hidalguía gallegas
representaba el empuje revolucionario de Napoleón provocaron su rápida reacción actuando como
estímulos para la resistencia y la movilización. Con la península bajo dominio napoleónico, la resistencia se
organizó en Galicia, combatiendo a las tropas francesas empleando por primera vez en la historia, el sistema
de guerrillas, hasta lograr su expulsión. Finalizado este episodio, la Junta Superior se erigió en expresión
política, pero de forma breve, integrándose en poco tiempo y delegando sus competencias en las Cortes de
Cádiz, para regresar a su estado anterior de inacción.
El Reino de Galicia dejaría de existir formalmente el 30 de noviembre de 1833, fecha en que la regente
María Cristina firmaba el decreto de disolución por el que el centralismo liberal en el gobierno suprimía su
órgano de expresión política. Con este trámite no solo desaparecía el Reino de Galicia sino Galicia misma
como realidad institucional, ya que los Reinos y sus Juntas pasaban a ser sustituidas por un modelo de
provincias, mimético de los departamentos franceses.
El carlismo que reivindica la defensa del desaparecido Reino de Galicia desde una
perspectiva tradicionalista y clerical: no consiguió ser hegemónico debido a la pujanza
liberal de ciudades como La Coruña.
El provincialismo: defensa de la identidad gallega de corte liberal, reprimido tras el
levantamiento liberal en contra de Narváez de 1846 y los fusilamientos de Carral.
El federalismo: movimiento de democrático que redactó una constitución para un estado
federado galaico, sin éxito debido al caos de la Primera República Española y la crisis del
republicanismo posterior.
El regionalismo: obra del economista Alfredo Brañas que se centra en una defensa del
autogobierno de claro perfil conservador. Tiene una vertiente liberal avanzada en
pensadores como Manuel Murguía.
El agrarismo: movimiento de masas campesinas enfrentadas al foro y a sistemas tributarios
disfuncionales en la realidad rural gallega.
Desde el punto de vista literario, el Rexurdimento protagonizado por Rosalía de Castro, Curros Enríquez o
Eduardo Pondal supone el renacimiento de la cultura en lengua gallega. Una de las personalidades
ilustradas gallegas más importantes del siglo xix fue Domingo Fontán.
Siglo XX
Después de los movimientos galleguistas y liberales del siglo xix, surgió la etapa de la Solidaridad Gallega,
desde el año 1907 hasta la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de conseguir un frente electoral unido
para eliminar el caciquismo y conseguir una representación gallega (lo que se saldó con un fracaso).
Una primera etapa, hasta Primo de Rivera, es la marcada por las Irmandades da Fala, con una preocupación
fundamental por la defensa de la lengua gallega. Al extenderse, va cuajando de nuevo la idea política del
galleguismo. Así, Vicente Risco y Otero Pedrayo trabajaron en el aspecto cultural y tuvieron contraparte en
el aspecto político Porteira y Lois Peña Novo. El relevo lo constituyeron la llamada Xeración Nós, con
Castelao, Otero Pedrayo o Alexandre Bóveda, en torno a la revista del mismo nombre, acompañada de
1920 a la Segunda República por una preocupación por la creación de un galleguismo controlado e
instrumental desde el poder político central. Ensayarán un movimiento político nacionalista minoritario, el
Partido Galeguista, que conseguirá, gracias al apoyo de las fuerzas gallegas republicanas y de izquierdas (se
integró en las listas del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936) la redacción de un Estatuto de
Autonomía durante la Segunda República.
Algunos movimientos de izquierda resistente crearon pequeños grupos de guerrillas con líderes como El
Piloto (José Castro Veiga) o Foucellas (Benigno Andrade), que acabaron siendo detenidos y ejecutados.61
62
El régimen dictatorial franquista prohibió los partidos, acabó con la libertad de prensa y persiguió y
"depuró" las iniciativas republicanas de modernización de las instituciones e infraestructuras y de
dignificación de la lengua y cultura gallegas, reduciendo estas últimas a simples manifestaciones folclóricas.
La autarquía del régimen tras la Guerra Civil, unida a las malas cosechas de esos años, provocaron grandes
hambrunas en los años 50. La falta de industria propia hizo que la única salida de la población gallega
fuese, como en anteriores crisis, la emigración, bien a zonas industriales del país, como País Vasco y
Cataluña, bien a Sudamérica, destacando Brasil y Argentina como países receptores y, ya a partir de los
años 60, a Europa occidental, sobre todo a la antigua República Federal Alemana, a Suiza y a Holanda.63
En la década de 1960, ministros como Manuel Fraga Iribarne introdujeron ciertas reformas aperturistas al
tiempo que los tecnócratas del Opus Dei modernizaron la administración y abrieron la economía española al
capitalismo.[cita requerida] Galicia, aportó materias primas y energía hidroeléctrica jugando un papel
importante en las políticas industrializadoras del Estado que condujeron al llamado "milagro económico
español". Fueron apareciendo iniciativas dinamizadoras como la instalación de Citroën en Vigo, la
modernización de la industria conservera y la flota pesquera de gran altura, y un esfuerzo del campesinado
por modernizar sus pequeñas explotaciones volcándose especialmente en la producción de leche de vacuno.
En la provincia de Orense, el empresario y político Eulogio Gómez Franqueira dinamizó el sector
agropecuario con una experiencia cooperativista que catapultó la producción y comercialización
agroalimentaria (Coren).
Los años setenta entraron en una fase de agitación universitaria, agraria y obrera. En 1972, hubo huelgas
generales en Vigo y Ferrol, núcleos industriales con abundante actividad sindical. En Ferrol, en una
manifestación, la policía mató a dos obreros del astillero Bazán.64 Sobre estos hechos el obispo de
Mondoñedo-Ferrol, Miguel Ángel Araújo Iglesias, escribió una pastoral que no fue bien recibida por el
franquismo.65
En democracia
La muerte del general Franco en 1975 dio paso a un proceso de
transición a la democracia, en el que Galicia recuperó su estatus
como región autónoma dentro de España con el Estatuto de
Autonomía de 1981. El nuevo estatus político supone un
compromiso entre el Estado centralista anterior y un mayor grado
de independencia reclamado por fuerzas nacionalistas como el
Bloque Nacionalista Galego (BNG). El nuevo gobierno
autonómico, la Junta de Galicia, ha sido desde entonces dirigido
tanto por el Partido Popular de Galicia (con Manuel Fraga como El Palacio de Rajoy es la sede oficial
figura más destacable, presidente entre 1990 y 2005), como por el de la Presidencia de la Junta de
PSdeG-PSOE en coalición con los nacionalistas del BNG. Galicia y del Ayuntamiento de
Santiago de Compostela.
Siglo XXI
En 2009 volvió al gobierno el Partido Popular, en la figura de Alberto Núñez Feijóo.
En la actualidad, Galicia, reconocida por su estatuto de autonomía como nacionalidad histórica, se debate
entre pervivencias de su larga decadencia como el caciquismo, el envejecimiento de la población, una
ganadería encorsetada, una explotación intensiva de sus recursos energéticos por parte de grupos
empresariales foráneos (grandes embalses, parques eólicos) y el flujo renovado de la industria textil, el
efecto arrastre de la automoción y el turismo, además del renacer de ciudades como Pontevedra, que
comienzan a tener saldo vegetativo positivo en los últimos años.[cita requerida]
Véase también
Tabla cronológica de reinos de España
Referencias
(Serra do Gerês) o los céltae, nombre que
1. López Carreira, Anselmo (1998). O reino de se reservaba para los celtas de Brigantium.
Galiza. A nosa terra. p. 62.
4. De esta aldea Cale decía Salustio en el
ISBN 9788489976436.
siglo i a. C. ser “cívitas in Gallaecia”,
2. Celtina, hija de Bretannus, se enamoró de datando el topónimo así en al menos un
Heracles y huyeron rechazando volver a él siglo antes de la reforma diocleciana.
a no ser que la contuviera. De Celtus
5. Según apunta Coelho da Silva (2000), ya
deriva el nombre de la etnia celta.
en el Cronicón de Idacio afirma
3. Entre sesenta y sesenta y cinco clanes, textualmente que Portu Cale está situado
entre ellos los grovios (en territorios que ad extremas sedes Gallaeciae estando
hoy corresponden a la región portuguesa separada de la Lusitania por el río Duero,
del Bajo Miño), ártabros (Ferrol), astures Fluvius Dourus dividens (...) Gallaecia et
(Asturias), poemanos (Lugo), brácaros Lusitania.
(Braga), caporos (Iria Flavia), cuarquernos
6. Para el historiador portugués Fuco
O'Sores, los celtas del Duero serían los cal-
leic-us, es decir, los ‘hijos de la diosa Cal- esvásticas de brazos curvos y rectos,
Léac’, cuya referencia se ha encontrado en trisqueles. Algunos de estos motivos
una inscripción en la forma de calaic ia en geométricos aparecen en la iconografía de
el lugar de Sobreira, cerca de Porto. culturas situadas en puntos tan alejados
7. Palomar Lapesa (1957), Alberto Firmat como Asia y América.
(1966). 20. Corpus Petroglyphorum Gallaeciae (1935,
8. El análisis genético del esqueleto fósil del Ramón Sobrino Buhigas).
niño del yacimiento del Abrigo do Lagar 21. En su Ora Marítima (siglo iv a. C.) Rufus
Velho en Portugal reveló que se trataba de Festus Avienus realiza la primera
una mezcla de Neandertal y Cromagnon descripción geográfica de la península
9. Básicamente de tres tipos: los círculos ibérica. En ella se refiere a los habitantes
líticos o crómlechs, los menhires o pedras del extremo atlántico llamándolos
fitas y los dólmenes o mámoas Estrimnios Tras aquellas tierras antes
10. Entre otras Cronología y periodización del tratadas ábrese una gran ensenada que
hasta Ofiusa abarca una grande planicie
fenómeno megalítico en Galicia y norte de
Portugal a la luz de las dataciones por marina. Desde su costa retrocediendo
carbono 14 (Alonso Matthias y Bello hacia el llano del mar Interno —por donde
el mar llamado Sardo penetraba en esas
Diéguez).
tierras— distan siete días de marcha a pie.
11. Entre otras The Megalithic tombs of Ofiusa se extiende hacia adelante (...)
Western Iberia: Reflections on their origins, llamada Estrimnis al principio y los
chronology and geographical distribution. habitantes de estos lugares y campos eran
Copenhague, 1999. los Estrimnios (...).
12. También a partir del 3000 a. C., comienza 22. Oestrimnios, Saefes y Ofiolatría en Galicia.
una segunda fase, denominada Universidad de Santiago de Compostela.
“megalitismo oriental (o mediterráneo)”, por Servicio de Publicaciones e Intercambio
la presencia de tholoi, al extenderse desde Científico, 1992.
el norte de Portugal al sudeste peninsular
apareciendo ciudades fortificadas a partir 23. Denominados así por su culto ofiolátrico
del 2600 a. C. (Vila Nova y Los Millares). (aún hoy en gallego, serpiente se dice
serpe) de los que existe constancia
13. llegando a la Bretaña francesa en torno al también en la Ora Marítima: (...) y los
3800 a. C., alcanzando Irlanda y el sur de habitantes de estos lugares y campos eran
la península escandinava a partir del los Estrimnios, quienes huyeron tras la
3500 a. C. hasta que se consolida en torno plaga de serpientes que la desposeyó (a
al 3000 a. C. Estrimnia) hasta de su propio nombre.
14. Capa de tierra y piedras, de 10 a 30 metros 24. Una variante de las Urnenfelder.
de diámetro semejante a un montículo.
25. En la Historia de Galicia de Benito Vicetto
15. Construcciones ortostáticas. (1865) se encuentra una curiosa cita,
16. La mayor parte de estos sepulcros fueron literalmente: ...he llegado a sospechar otro
expoliados en el siglo xix por el hidalgo género de orden, que es como un orden
Vázquez de Orxás, que obtuvo permiso del circular alrededor de una comarca. A las
gobierno para buscar tesoros en las faldas de la tierra de Soutelo de Montes,
tumbas de los gentiles galigrecos. veo que forman círculo los castros de
17. Registrados más de 10.000, se calcula que Escuadro, Moalde, Castro, Vite, Oca,
pudo haber más de 20.000. Ancorados, el dicho Olivez, y últimamente
18. Entre otros: Die Megalithkultur in Galicien el castro de Godoy que también forma
(Walter de Gruyter, Berlín – Nueva York, línea, con los castros que cubren el camino
1990), Historia de Galicia (R. Villares, de Soutelo de Montes a la Estrada y a
2004), y Elements symbolico-funéraires Sanlés (Salnés); de manera que todos
dans le Mégalithisme galicien. (Révue dichos castros forman círculo, y el de
Archéologique de l’Ouest, Rennes, 1992). Godoy que está en Ribela, sobre el río y
lugar de Godoy, cierra o termina el dicho
19. Formas geométricas como círculos simples círculo, y forma una sección continuada por
o concéntricos, espirales, laberintos, el dicho camino de la Estrada (...) Debemos
advertir aquí que el país á que se refiere 36. Máximus Aug., Ep. ad Siricium papam, 4,
dicho P. Sobreira es uno de aquéllos en Coll. Auell., 40, CSEL 35, 1, p. 91.
que las memorias célticas están más vivas 37. “Ceterum Priscilliano occiso, non solum
y son muy abundantes. non repressa est haeresis, quae illo auctore
26. Estrabón asegura que había unas 50 tribus proruperat, sed confirmata latius propagata
de pueblos diferentes, mientras que Plinio est. namque sectatores eius, qui eum prius
el Viejo dice que eran más de 65 ut sanctum honoraverant, postea ut
27. “Fibrarum et pennae divinarumque martyrem colere coeperunt”. Sulpici Severi,
sagacem flammarum misit dives Callaecia Chrónica, 51, 7.
pubem, barbara nunc patriis ululantem 38. K. M. Girardet, Trier 385: Der Prozess
carmina linguis, nunc pedis alterno gegen die Priszillianer, Chiron, 4, 1974,
percussa verbere terra, ad numerum 574. San Ambrosio compara el juicio con el
resonas gaudentem plauder caetras” (Silius traslado de la acusación de Jesús a Pilatos
Italius, Púnica, libro 3, 344-347). por los sacerdotes. Instancio fue
28. El 27 de febrero de 380, el emperador desterrado. A Tiberiano y a otros
Teodosio pronuncia un edicto que declara priscilianistas se les confiscaron los
al cristianismo religión oficial del Imperio. bienes. El panegirista Pato Depranio
29. San Jerónimo, san Martín de Tours o san señala que a las mujeres se las condenó
Ambrosio de Milán son algunos de los por piedad excesiva; a los obispos
padres de la Iglesia defensores de este delatores les llama bandidos, verdugos,
modelo más primitivo de cristianismo. De calumniadores y puntualiza que se arruinó
hecho los tres últimos, y en especial San a los acusados despojándoles de su
Martín, jugarán un papel principal en el patrimonio, repitiéndolo por dos veces.
curso de los acontecimientos alrededor de 39. “peremptorum corpora ad Hispanias relata
Prisciliano. magnisque obsequiis celebrata eorum
30. “La Dióecesis Hispaniarum permanece, de funera; quin et iurare per Priscillianum
facto, sin vicario imperial desde el 397 (en summa religio putabatur”. Sulpici Severi
ese año deja el puesto Petronius) hasta el Crónica, 51, 8.
año 400, en que ocupa su lugar Macrobius” 40. Por primera vez Louis Duchesne, Annales
(Javier Arce, Bárbaros y romanos en du Midí: Saint Jacques en Galice, 1900 y
Hispania, Marcial Pons, Ediciones de otros después como Henry Chadwick,
Historia. ISBN 84-96467-02-3). Miguel de Unamuno, o Sanchez-Albornoz.)
31. “Ab his Priscillianus est institutus, familia 41. El Faro de Vigo. «Un profesor navarro
nóbilis, praedives opibus, acer, inquies, descubre el nombre hebreo "Jacob" en la
facundus, multa lectione eruditus, tumba de Santiago» (http://www.farodevigo.
disserendi ac disputandi promptíssimus”, es/sociedad-cultura/2011/06/25/profesor-na
Sulpicio Severo Chrónica, 46, 3. varro-descubre-nombre-hebreo-jacob-tumb
32. “primus eam intra Hispanias Marcus intulit, a-santiago/557577.html) 25 de junio de
Aegypto profectus, Memphi ortus. huius 2011. Consultado el 6 de noviembre de
auditores fuere ágape quaedam, neu 2011.
ignobilis mulier, et rhetor Helpidius, ab his 42. Actas del Primer Concilio de toledo. (http://
Priscillianus est institutos”, Sulpicio Severo, www.filosofia.org/cod/c0397t01.htm)
Crónica 46, 2-3 43. «Galleciam sibi revellantem inito certamine
33. Conc. Caesar. I (378/380), Rodríguez, p. in monte Cuperio superavit et suo imperio
292 subiugavit».
34. “ita corrupto Macedonio, tum magistro 44. «Populos Gallaeciae contra se rebelantes
officiorum, rescriptum eliciunt, quo calcatis, in monte Cuperio bello superavit et sub
quae prius decreta erant, restitui ecclesiis imperio subiugavit».
iubebantur”, Sulpici Severi Chrónica, 48, 5.
35. Andrés Olivares Guillem, Prisciliano a 45. 60. (..)Eius tempore
través del tiempo (historia de los estudios Lordomani iterum
sobre el priscilianismo), Fundación Pedro uenientes in Gallicie
Barrié de la Maza, pag. 22-23 maritimis a Petro comite
interfecti sunt(...)
Chronicon Albeldense caustoespa0000pres). pág 301: DEbate.
ISBN 978-84-8306-852-6.
46. 61. (...)Istum in primo flore 60. «Proposición no de ley del PSdeG-PSOE
adulescentie primoque en el Parlamento de Galicia sobre Memoria
regni anno et sue Histórica» (https://web.archive.org/web/201
natiuitatis XVIII° ab 00403063902/http://www.parlamentodegali
apostata Froilane Gallicie cia.es/sites/ParlamentoGalicia/BibliotecaB
comite per tirannidem oletinsOficiais/B70262.pdf). Archivado
regno pribatur, ipseque desde el original (http://www.parlamentode
rex Castellam se
contulit(...) galicia.es/sites/ParlamentoGalicia/Bibliotec
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de 2010. Consultado el 15 de noviembre
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vinhos, que levassem todo a aquelle logar huéspedes históricos (http://www.lavozdeg
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