INMUNOLOGÍA
INMUNOLOGÍA
INMUNOLOGÍA
VACUNA DE LA
VARICELA:
UNA INMUNIZACIÓN DEL
NIÑO Y DEL ADULTO
___
La varicela es, actualmente, la enfermedad exantemática más frecuente en la población infantil de los
países desarrollados, después de la disminución de la incidencia del sarampión y la rubéola debida a
la inmunización sistemática con la vacuna triple vírica. Esta situación variará en los próximos años en
aquellos países que ya han incorporado la vacuna de la varicela al calendario de inmunizaciones
sistemáticas.
Esta enfermedad es habitualmente benigna pero puede tener complicaciones, a veces graves y que
incluso ponen en peligro la vida del paciente. Éstas son más frecuentes en las poblaciones de riesgo,
es decir, los pacientes inmunodeficientes y con neumopatías o enfermedades cutáneas crónicas,
embarazadas, embriones y fetos, niños durante el primer año de vida (especialmente el período
neonatal), adolescentes y adultos.
Los efectos sociales y económicos de la varicela son importantes. Por una parte, hay que considerar
los costes directos de la enfermedad, es decir, los debidos a las medicaciones prescritas y los
originados por sus complicaciones: unas leves, pero que requieren antibioticoterapia (por ser las
sobreinfecciones bacterianas las más frecuentes) y otras graves que además necesitan
3
hospitalización. Por otra parte, hay que tener en cuenta los costes indirectos de la enfermedad, por
absentismo escolar o laboral del propio enfermo y los derivados de las jornadas de trabajo perdidas
por los padres u otras personas a cargo del cuidado del niño enfermo. En segundo lugar, hay que
valorar también los gastos ocasionados por la otra manifestación de la infección, el herpes zoster.
Las complicaciones de la varicela más frecuentes en los niños inmunocompetentes son las
infecciones bacterianas secundarias. Las de origen cutáneo son las más comunes y pueden ser el
foco inicial de un proceso bacteriémico o séptico, o de un síndrome mediado por toxinas
estafilocócicas o estreptocócicas, y a continuación están las infecciones pulmonares (neumonía y
pleuroneumonía). Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus son los principales
microorganismos responsables de estas sobreinfecciones6. En segundo lugar, se encuentran las
complicaciones neurológicas, de las que la ataxia cerebelosa aguda es la más frecuente.
La neumonía por varicela es la tercera complicación y ocurre con más frecuencia en el niño
inmunodeprimido y en el adulto; en este segundo grupo son particularmente susceptibles las
embarazadas, que presentan esta complicación hasta en un 10% de los casos, y los fumadores, en los
que el riesgo aumenta hasta el 40%7-9. La mayor letalidad de la varicela en el adulto se debe a la
neumonía, que puede afectar hasta al 2% de esta población.
La varicela también puede ser una causa de muerte. La letalidad en España por varicela, sin
considerar la debida al herpes zoster fue de 210 fallecimientos en el período 1951-1976, disminuyendo
a 48 entre 1980 y 1994, según datos del Centro Nacional de Epidemiología publicados en 1998. Sin
4
embargo, en este último período si se compara la correspondiente a los tres primeros años con la de
los tres últimos los fallecimientos fueron 8 y 12, respectivamente10.
La inmunización frente a la varicela permite actuar de una forma preventiva sobre diferentes
aspectos de la enfermedad: la morbilidad, las complicaciones, la gravedad, especialmente cuando se
presenta en el adolescente y en el adulto, y los costes económicos y sociales que origina la varicela.
La vacuna también disminuye la incidencia de herpes zoster y previene la neuralgia posherpética en
los ancianos.
Eficacia y efectividad
La vacuna de la varicela es muy efectiva para proteger al niño sano frente a la infección y reducir la
gravedad de la enfermedad en caso de contraerla11-15. Su eficacia en el niño es superior al 95% y
muestra una protección completa frente a la enfermedad entre el 70% y el 90% de los vacunados
(cifras menores en el adulto y en el inmunodeficiente), con una protección parcial frente a la
enfermedad en el porcentaje restante, y del 95% frente a las formas graves de varicela. La inmunidad
persiste al menos 10 años después de la vacunación; en Japón hay seguimientos de hasta 20 años que
muestran una inmunidad de larga duración.
En niños afectos de leucemia en fase de remisión, la vacuna ofrece una protección algo inferior, pero
importante, con relación a la obtenida en niños sanos. La eficacia es mayor de lo esperable (superior
al 85%) de acuerdo con los datos serológicos. Un 25% de los pacientes pierden los anticuerpos un
año después de la vacunación pero, sin embargo, no desarrollan la enfermedad y seroconvierten tras
sufrir un contacto con el virus salvaje.
La capacidad del virus vacunal de quedar latente o reactivarse para dar lugar a una infección
secundaria es menor que la del virus salvaje. La frecuencia de herpes zoster en los vacunados es
inferior a la que aparece después de la infección natural. Este hecho también se ha comprobado en
niños leucémicos vacunados.
Cuando la varicela aparece en personas vacunadas (la varicela modificada) es más leve que la que
ocurre en no vacunadas, aunque es potencialmente infecciosa con una tasa de ataque secundario en
contactos domiciliarios vacunados del 12,2%.
5
Eficiencia
Los estudios de eficiencia de la vacunación han mostrado una relación beneficio-coste favorable16,17.
Los beneficios económicos de la vacunación superan los costes derivados de la enfermedad si se
consideran los costes directos (gastos del diagnóstico y tratamiento de los enfermos y de sus
complicaciones) y los costes indirectos (los originados por el absentismo escolar o laboral del
paciente y por las jornadas de trabajo perdidas por los padres, derivadas del cuidado domiciliario del
niño enfermo).
Se ha mostrado un ahorro de 5,4 dólares por cada dólar gastado en la vacunación sistemática de
niños preescolares cuando se consideran los costes directos e indirectos. Si sólo se contemplan los
costes directos la relación beneficio-coste es 0,90:1 y, por tanto, no se ahorra dinero.
Seguridad
La vacuna de la varicela es segura y bien tolerada. Las reacciones adversas, más frecuentes en
inmunodeficientes y en adultos, son las siguientes:
1. Exantema vesiculoso o maculopapuloso (con menos de diez lesiones), que aparece entre la
segunda y la cuarta semana de la vacunación y es menos frecuente después de la segunda
dosis. Se puede localizar en el lugar de la inyección (exantema vesiculoso, con una media de
dos lesiones, en el 3% de vacunados) o ser generalizado (erupción varicela-like, con una
media de cinco lesiones, en el 5% de vacunados).
2. Reacción local: dolor, eritema e induración, hasta en el 20% de niños y el 32% de adultos
vacunados.
3. Fiebre: hasta en el 15% de los vacunados.
La fiebre y el exantema son más frecuentes en los niños vacunados afectos de linfoma. El exantema
se presenta en un 20% de los pacientes leucémicos inmunizados.
Otros efectos secundarios poco frecuentes: síntomas de vías respiratorias superiores, cefalea,
astenia, convulsiones febriles, trombocitopenia y neutropenia. Otras posibles reacciones adversas
(ataxia, encefalitis, eritema multiforme) no se han podido relacionar causalmente con la vacuna.
La vacuna de la varicela es eficaz, efectiva, eficiente y segura y sus indicaciones deben ser las
siguientes:
6
1. Inmunización sistemática del niño. La vacunación se realizará a los 15 meses de edad, junto
con la vacuna triple vírica, pero utilizando jeringas diferentes y en zonas anatómicas
distintas.
La pauta vacunal consiste en una dosis para niños de 1 a 12 años de edad y se requieren dos
dosis, separadas por un intervalo de cuatro a ocho semanas, para adolescentes mayores de 13
años y adultos. Por el momento, no está indicada una dosis de refuerzo, pero se recomienda
la vigilancia continua de las personas inmunizadas para comprobar la efectividad de la
vacuna a largo plazo, que sólo el paso del tiempo ratificará.
Estas indicaciones son la mejor forma de proteger a los pacientes inmunodeficientes frente al virus
varicela-zoster, ya que su vacunación es complicada de realizar por la dificultad de encontrar el
momento idóneo, pues se requieren unas condiciones inmunitarias favorables que son difíciles de
conseguir.
Los pacientes con alteraciones de la inmunidad humoral pueden recibir la vacuna de la varicela. Sin
embargo, ésta no se debe administrar de forma sistemática a los pacientes con afección de la
inmunidad celular; las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana pueden
vacunarse de la varicela si tienen un porcentaje de linfocitos CD4 igual o superior al 25%.