Catedral de San Pedro Jaca

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CATEDRAL DE SAN PEDRO JACA

La primera etapa constructiva de la Catedral, en pleno estilo románico, comenzó


en
1077 tras el fuero otorgado por el rey Sancho Ramírez por el que nombraba a Jaca
capital del Reino de Aragón y concluiría hacia 1139, bajo el reinado de Alfonso I. El
nombramiento de la ciudad como capital hizo necesaria la creación de una nueva
sede episcopal y la construcción de una catedral más grande que el edificio de San
Pedro el Viejo, uno de los principales templos de la ciudad hasta entonces.
El incendio de 1440, que afectó a la Catedral y a gran parte de la ciudad, hizo necesaria la sustitución de
la techumbre original. Simultáneamente a la construcción de las nuevas bóvedas renacentistas, se llevó a
cabo una gran transformación del interior bajo el patrocinio de la floreciente burguesía jaquesa. Fue en
este momento cuando se fundaron nuevas capillas, algunas en estilo tardogótico, como las de San
Sebastián, La Anunciación y Santa Ana y otras, en estilo renacentista, que constituyen las auténticas joyas
de la catedral. Entre ellas destacan la espléndida capilla de San Miguel (Retablo de Gil Morlanés “El
Mozo” y la embocadura monumental en arco de triunfo, de Juan de Moreto con imaginería de Juan de
Salas, 1523), la de la Trinidad (Juan de Anchieta, 1572) y el sepulcro renacentista en alabastro del obispo
de Alghero (Cerdeña), del jaqués Don Pedro Baguer (atribuido a Juan de Rigalte y Guillem Salbán).
Además se erige una nueva capilla dedicada a Santa Orosia, patrona de Jaca, con un retablo de estilo
barroco. Finalmente, a lo largo del siglo XVIII, se realizó la gran reforma de la cabecera, destruyendo el
primitivo ábside románico de la nave central con el fin de crear un altar mayor más profundo que decoró
con pintura mural en 1792 el cartujo Manuel Bayeu, cuñado de Francisco de Goya. En 1919 se trasladó el
coro y el órgano a su ubicación actual, situados antiguamente a los pies de la nave central.
La catedral de San Pedro de Jaca, declarada Monumento Nacional en 1931 y Bien de Interés Cultural en
1985, está considerada como uno de los monumentos más importantes de todo el románico de España,
tanto por su antigüedad como por las novedades estilísticas que se exportaron desde aquí al resto de
templos románicos, gracias al Camino de Santiago. Entre ellas destacan los motivos decorativos del
ajedrezado y las bolas jaquesas, visibles en el exterior e interior del monumento.
MUSEO DIOCESANO

El Museo Diocesano de Jaca fue inaugurado en 1970 como museo de arte sacro
medieval, con el doble objetivo de servir de testimonio de fe de las gentes de la
Diócesis de Jaca y convertirse en foco de cultura del Alto Aragón. Su creación fue
consecuencia de una serie continuada de hallazgos de pintura mural medieval en
iglesias y ermitas de la diócesis que se iniciaron en la década de 1960-1970. Estas
obras románicas y góticas constituyeron el núcleo expositivo fundacional del Museo
y siguen siendo, por su interés y singularidad, uno de sus principales atractivos.

En 2003 las obras llevadas a cabo en aplicación del Plan Director de la Catedral de Jaca
obligaron al cierre del Museo y dieron lugar a la elaboración de un nuevo proyecto museístico
que, respetando su carácter fundacional, pretende mejorar el Museo y adaptarlo a las
necesidades del siglo XXI. La reapertura, tuvo lugar el 9 de Febrero de 2010, Año Santo
Compostelano.

El primer atractivo del Museo Diocesano de Jaca está en su ubicación, en el claustro y otras
dependencias anexas de la catedral; además la restauración ha permitido recuperar parte del
espacio original y exhibir nuevos capiteles románicos del claustro.

La gran obra maestra de los murales, calificada muchas veces como “La Capilla Sixtina de
Románico”, es el conjunto de la iglesia de los Santos San Julián y Santa Basilisa de Bagüës,
que se muestra en una recreación del templo. Un gran fresco que resume el catecismo en
imágenes, desde la creación de Adán hasta la Ascensión de Cristo. Por su belleza y
expresividad, destaca por ser uno de los mayores conjuntos de pintura románica que se han
conservado.

A su lado, no desmerecen la Epifanía de la iglesia de la Asunción, en Navasa, ni los murales


provenientes de los ábsides de las ermitas de San Juan en Ruesta y Nuestra Señora del
Rosario, en Osia; o de las iglesias de Susín, Urriés, Sieso, Ceresola, Ipas, Sorripas y Concilio.
El arte Románico, clave de la colección, está también representado por la talla de la Virgen de
Igúacel o el sepulcro del conde Sancho Ramírez.

Con las obras se ha duplicado el espacio expositivo, dedicando las nuevas estancias al gótico,
renacimiento y barroco, que también cuentan con excelentes muestras. Destaca, la adecuación
del secretum, el archivo de la catedral, donde se han restaurado sus pinturas renacentistas y
que ahora guarda las más destacadas obras de orfebrería del museo.

Horarios del Museo Diocesano:


 Del 1 de Julio al 31 de Agosto, todos los días de 10 a 14:00 y de 16 a 20:30 h.
 Del 1 al 15 de Septiembre de lunes a sábado de 10 a 14 y de 16 a 20:00 h.
Domingo día 15 de 10 a 14, tarde cerrado.
 Resto del año: de lunes a viernes de 10 a 13:30 y de 16 a 19:00; sábados de
10 a 13:30 y de 16 a 20:00 y domingos de 10 a 13:30 h, tarde cerrado
 Horario especial durante la Semana Santa: Del 17 al 20 de Abril de 10 a 14
y de 16 a 20 h
 Horario especial durante el Puente de Mayo: Día 1 de Mayo de 10 a 13:30
y de 16 a 19 h; Día 2 Cerrado por festividad local; Día 3 de 10 a 13:30 y de 16 a
20 h y Día 4 de 10 a 13:30 h, tarde cerrado
 Días de cierre: 1 y 6 de Enero, Primer Viernes de Mayo, 25 de Junio y
25 de Diciembre
 Visitas guiadas del Museo todos los días: de lunes a viernes a las 11:45 y 17:45
y los sábados además a las 18:45h. En temporada alta se pueden producir
incremento de visitas o alguna modificación de horarios.
 Visitas guiadas de la catedral de lunes sábado a las 11:00 y 17:00 h
 Visita guiada Jaca Medieval durante los meses de verano: los lunes, miércoles y
sábados a las 11:00 h. Resto del año, sólo los sábados a las 11:00 h.
SEMINARIO DIOSCESANO
El Seminario Diocesano se edificó durante la tercera década del siglo XX, en un importante momento
para el urbanismo en Jaca. Ya en esa época el Ayuntamiento había decidido demoler la muralla medieval
para favorecer el crecimiento y atender las nuevas necesidades de la ciudad. A esta ampliación se la
conoce como El Ensanche que, al igual que en otras ciudades como Madrid o Barcelona, aglutina en Jaca
numerosos edificios con rasgos modernistas de gran calidad, como este antiguo Seminario.

Desde 1610 se sucedieron diferentes seminarios en la ciudad de Jaca, pero no fue hasta 1860 cuando se
inaugura oficialmente el antiguo Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción. Este edificio se
encontraba en la calle del Carmen y fue destruido por un gran incendio en mayo de 1924. Ese mismo año
el arquitecto modernista Francisco Lamolla presenta el proyecto de construcción de un nuevo seminario,
en la zona poniente del ensanche, en un lugar que le permitía a la Diócesis adquirir amplios solares en un
lugar próximo al antiguo casco urbano de la ciudad.
FUERTE DE RAPITÁN

A 1.142 metros de altura, situado al norte de Jaca sobre el cerro del mismo nombre
y semienterrado en el monte, el fuerte de Rapitán ha sido testigo mudo del devenir
de la ciudad a lo largo del último siglo. Levantado en el siglo XIX, este edificio
militar se encuadra en la tipología de fuerte fusilero artillado. Se concibió como
parte de la tupida red defensiva que se pretendía construir de forma paralela a la
línea internacional de ferrocarril Oloron-Canfranc. Su estratégica ubicación en la
entrada natural del valle del río Aragón le confirió una importancia decisiva en la
defensa fronteriza frente a Francia.

El fuerte de Rapitán ocupa una superficie de 35.540 m2, con 18 emplazamientos de artillería y
con dependencias que se distribuyen en dos partes diferenciadas, la de alojamiento y la
puramente militar. A través de su puerta principal, de cierta monumentalidad, se accede a la
parte noble, en la que se disponen los salones, despachos y alojamientos. La parte militar, por
su parte, cuenta con fosos y poternas para fusiles y cañones.

Las obras de edificación se iniciaron en 1884 con costosas tareas de desmonte y explanación
del terreno. Además también fue necesario trazar y acondicionar el camino que sube hasta esta
cima, finalizado dos años más tarde.

Su construcción, que se había iniciado a la vez que la del fuerte de Coll de Ladrones en
Canfranc y Santa Elena en Biescas en un intento de la monarquía española por fortificar la
frontera pirenaica, finalizó en noviembre de 1900. En ella trabajaron 250 jornaleros de la zona
además de numerosos canteros y su coste supuso para el estado seis millones de pesetas.

Aunque no llegó a entrar en combate, su historia consta de varios episodios trágicos en


relación con la Guerra Civil. Además, durante la dictadura sirvió como prisión militar hasta los
años 50.

Su gestión pertenece al Ayuntamiento de Jaca desde 1973, aunque sigue siendo propiedad del
Ministerio de Defensa. En 1978 fue sometido a una importante intervención para convertirlo en
residencia y centro de actividades culturales, fin para el que sigue siendo utilizado
esporádicamente.

Durante unos años acogió el Museo de Miniaturas Militares en su interior pero, tras su
remodelación, se trasladó al interior de la Ciudadela cuya exposición alberga más de 32.000
piezas.
JUDERÍA
La ciudad de Jaca, primera capital del Reino, alberga una de las comunidades judías más antiguas de
Aragón. Sus habitantes se beneficiaron del fuero otorgado por Sancho Ramírez en 1077, siendo
equiparados a los cristianos, lo que permitió incorporar un sector de artesanos y comerciantes,
procedentes del sur de Francia, en un entorno mayoritariamente agropecuario.

En sus orígenes la judería se asienta cerca de la iglesia de San Ginés –entre la puerta de San Ginés y la
calle de San Nicolás–, en torno a las calles del Ángel y del Lobo (actualmente Calle Escuelas Pías). En la
Baja Edad Media el barrio ocupa la calle 7 de febrero de 1883, una porción de Ferrenal y Cambras. Ésta
última, que hasta 1697 se llamaba calle Judería, es la que conserva una impronta más original. Estrecha y
sinuosa en su primer tramo, se ensancha en forma de embudo en su confluencia con la calle del Pilar
(actualmente Plaza del Pilar). Apenas quedan trazas de su morfología urbana desde el siglo XVIII, cuando
se edificó el convento de Santo Domingo. Urbanísticamente se distinguen dos barrios, la Judería Alta y la
Baja, donde estaban los baños. El año 1375 un incendio fortuito afectó a gran parte de su caserío,
obligando a su reconstrucción. El espacio residencial se halla delimitado respecto al resto de la ciudad –a
consecuencia de la bula de Benedicto XIII (1415)– comunicándose con las parroquias cristianas a través
de seis puertas, siendo la más importante el denominado Portal de la Judería que vertía a la Calle Mayor.
La sociedad judía de Jaca se agrupaba en tres segmentos o estratos: la mano mayor, la mediana y la
menor. La mayoría son artesanos –sastres (28%), zapateros (32%), curtidores (15%) y tejedores (22%) –
y pequeños comerciantes. Sin embargo, según las fuentes fiscales, en el siglo XIV la décima parte de las
familias, que integran la oligarquía mercantil, controla casi las tres cuartas partes de la riqueza.
LAS MURALLAS

Las murallas medievales de Jaca permanecieron en pie, caracterizando las vistas


panorámicas de la ciudad, hasta 1915, momento en el que fueron derribadas para
acometer el ensanche de su casco urbano proyectado por el arquitecto Francisco
Lamolla. Actualmente, todavía perviven algunos restos del tramo adosado al
Monasterio de las Benedictinas.

El monarca aragonés Sancho Ramírez, que reinó entre 1064 y 1094, pretendía que
Jaca se convirtiera en la capital del reino. Por ello le concedió el famoso fuero en
1077, gracias al cual numerosos hombres libres y comerciantes se asentaron en
ella, convirtiendo la antigua villa agrícola en una ciudad comercial y cortesana,
capital del Reino de Aragón, residencia de los reyes de Aragón y centro clave en el
camino de Santiago.

Fue en aquel momento cuando se comenzaron a organizar las calles, las manzanas
y los barrios, de acuerdo a la idea de ciudad ortogonal romana. De esta forma, la
calle Mayor, en sentido este-oeste, y el vial formado por las calles Ferrenal, Ramón
y Cajal y Zocotín, en sentido norte-sur, formaron los dos ejes principales de la
ciudad. Rodeando este conjunto urbano se construyó una primera muralla que
contribuyeron a levantar todos los hombres libres que decidieron vivir en la primera
capital de Aragón. Dentro del nuevo perímetro fortificado llegaron a vivir unos mil
habitantes a finales del siglo XI.

Los habitantes de Jaca en la Edad Media, acatando el fuero de Jaca, debían construir
su parte de muralla correspondiente, cuando las traseras de sus casas lindaran con
los límites de la ciudad. Esta primera muralla aguantó hasta el siglo XII,
Posteriormente la monarquía decidió reconstruir y completar una poderosa muralla
en la que, al igual que en la anterior, también tomaron parte los ciudadanos
jaqueses con su trabajo. A finales del siglo XII, gracias a estos esfuerzos, a las
donaciones del cabildo y a las cesiones de terreno del rey aragonés Ramiro II, el
perímetro urbano amurallado estaba perfectamente definido y la población segura
ante los ataques enemigos.
La muralla medieval estaba compuesta por veintitrés torreones y ocho puertas: San Ginés,
Puerta Nueva, San Pedro, Santa Orosia, Campo del Toro (posterior), San Francisco, Portal de
los Baños y de los Estudios. Sus altos y potentes muros de piedra discurrían por las actuales
Avenidas Oroel y Jacetania, y por las calles Primer Viernes de Mayo y Domingo Miral.

PALACIO EPISCOPAL
Jaca fue constituida capital del reino de Aragón y sede del nuevo obispado en 1077. La Diócesis de Jaca
pervivió hasta 1096 como entidad independiente, ya que tras la conquista de Huesca se decidió trasladar
allí la capitalidad del reino y la sede episcopal. En 1571, el rey Felipe II solicitó que la Diócesis jacetana
fuera refundada separándola de la de Huesca. Tras la aprobación del papa Pío V se decidió construir el
actual Palacio Episcopal para servir como sede del obispado.
El Palacio Episcopal es un armonioso edificio de estilo renacentista con una
fachada distribuida en dos alturas. En el piso superior se abre una galería de
balcones y en el inferior una serie de ventanas adinteladas enmarcan al acceso
principal, configurado a partir de un frontón triangular que apoya sobre un friso
adintelado y sendas pilastras laterales. En el interior, las dos alturas se unen
mediante una amplia escalera de piedra. En la planta superior se encuentra
la galería de los retratos episcopales que mandó pintar el obispo Pedro Lucas
Asensio (1858-1870) y que abarca los prelados desde 1571 hasta la actualidad.
La construcción del palacio se inició en 1606, siendo el autor de los planos
Tomás de Obón. A mediados del siglo XVIII, durante el obispado de Esteban
Palacio Episcopal
Jaca fue constituida capital del reino de Aragón y sede del nuevo obispado en
1077. La Diócesis de Jaca pervivió hasta 1096 como entidad independiente, ya
que tras la conquista de Huesca se decidió trasladar allí la capitalidad del reino y
la sede episcopal. En 1571, el rey Felipe II solicitó que la Diócesis jacetana fuera
refundada separándola de la de Huesca. Tras la aprobación del papa Pío V se
decidió construir el actual Palacio Episcopal para servir como sede del obispado.
Una de las estancias del palacio alberga una galería de retratos de los Obispos que han regido la
Diócesis de Jaca desde 1571.
Otra de las estancias del interior de la sede episcopa.
Villanova (1751-1755), se completaron las obras durante una segunda fase
de construcción. Según la documentación, a finales del siglo XIX el palacio
se encontraba en muy mal estado, por lo que se decidió llevar a cabo una
restauración en la segunda década del siglo XX, en tiempos del obispo Castro
Álvarez (1914-1920). Finalmente, a principios de los años ochenta se llevó a
cabo la última intervención realizada en el palacio, una importante y necesaria
reforma.
Actualmente el Palacio alberga los fondos documentales Diocesano, Catedralicio
y Parroquiales de la Diócesis, donde se custodia la documentación eclesiástica
desde el s. XI.
EL PUENTE DE SAN MIGUEL

El puente de San Miguel es uno de los escasos puentes medievales que se


conservan en el Pirineo Aragonés y por su monumentalidad, ubicación estratégica y
buen estado de conservación resulta ser una de las obras hidráulicas más
significativas del Alto Aragón. A pesar de que se desconoce la fecha exacta de su
construcción, suele aceptarse que, por su aspecto y estructura, el puente es de
época bajo medieval (S. XV), aunque algunos autores proponen adelantar su
cronología. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1943 y actualmente es
Bien de Interés Cultural.

El puente de San Miguel se levantó en una época de libertad en cuanto a la construcción de


puentes se refiere, ya que eran principalmente los burgos quienes decidían la necesidad de su
construcción. Además, la introducción del arco apuntado aportó más posibilidades geométricas
al constructor medieval frente a sus predecesores romanos. La flexibilidad geométrica de la
forma ojival supone que las bóvedas pueden arrancar de la misma base de las pilastras, lo que
aporta una mejora muy importante para su estabilidad.

El puente presenta un alzado asimétrico, pues apoya directamente sobre la orilla derecha, más
alta y sólida, mientras en la izquierda, más baja, descansa directamente en la propia terraza
fluvial. Muestra un perfil a doble vertiente, propio de los puentes medievales, y un arco central
apuntado, con rosca de sillería, que salva el cauce principal. Otros dos arcos más pequeños
funcionan como aliviaderos, en caso de avenidas. Su estructura se refuerza mediante dos
tajamares situados entre los arcos.

El puente mide 96 metros de longitud y la flecha de su arco principal alcanza los 17 metros. La
bóveda presenta rosca de sillería con dovelas limpiamente orientadas y se completa con dos
arcos más pequeños y tajamares entre ellos. El conjunto se remata con un suave lomo de
asno.

Los materiales utilizados son el sillar combinado con sillarejo unido por mortero de cal. El paso
del tiempo y las numerosas crecidas del río hicieron necesario que se acometieran obras de
restauración o reedificación en los años 1608 y 1816. En época reciente se ha restaurado en
dos ocasiones, en la década de 1950 siendo consolidado por el arquitecto Miguel Fisac y la
última, en el año 2002.

El puente debe su nombre a la desaparecida ermita de San Miguel, situada en el altozano que
domina la orilla derecha del río Aragón, sobre la actual carretera. Este hecho fue muy común
siglos atrás, dado el carácter mágico y sobrenatural que desprendía la construcción de estas
obras hidráulicas, con el fin de otorgar protección al viandante.

Esta obra de ingeniería facilitó durante siglos la comunicación entre Jaca y los Valles
Occidentales del Pirineo Aragonés. Por aquí pasaba el camino, que enseguida se bifurcaba,
hacia los valles de Aísa, Hecho y Ansó. Asimismo, el desvío por Abay, bien conservado,
conducía hacia Berdún y Navarra, a modo de camino jacobeo complementario al Camino de
Santiago principal, que discurre por la orilla izquierda del valle. Hoy en día, representa tanto
para peregrinos como visitantes una parada obligada antes de abandonar la ciudad.
MONASTERIO DE SANTA CRUZ LAS BENITAS

El Real Monasterio de las Benedictinas, conocido popularmente como “Las Benitas”,


se fundó en julio de 1555, cuando las monjas del monasterio de Santa Cruz de la
Serós se trasladaron a Jaca, a instancias del rey Felipe II. Durante siglos, el
monasterio fue el atento vigía de la puerta de San Ginés de la muralla medieval de
Jaca.

El nuevo edificio monacal se levantó a lo largo del siglo XVI siguiendo un sobrio
estilo renacentista. El lugar elegido fue junto a la muralla y al antiguo templo
románico del siglo XII, compuesto por una cripta subterránea y la iglesia de San
Ginés. La cripta, conservada bajo el edificio actual y cerrada al público hoy en día,
es una estancia abovedada dedicada a San Salvador, aunque se conoce
popularmente como “Santa María Baxo Tierra”, ya que previamente su advocación
fue ésta. La iglesia de San Ginés, o iglesia alta, fue cedida a las monjas en 1579. De
su primitiva fábrica sólo se conserva la portada románica y el ábside semicircular,
puesto que el conjunto se vio muy alterado por una gran reforma realizada en 1730.

La pieza más valiosa del monasterio es el sarcófago de la Infanta Doña Sancha, hija
de Ramiro I y hermana de Sancho Ramírez, ambos reyes aragoneses. Murió en 1097
y fue enterrada en la iglesia de Santa María de Santa Cruz de la Serós.
Posteriormente, su sobrino Pedro I ordenó la construcción de su sarcófago, que
debió finalizarse hacia 1110, para recolocar sus restos en un lugar sobresaliente.
Permaneció en su ubicación original hasta 1622, cuando la abadesa Dña. Jerónima
Abarca decidió trasladarlo al monasterio de las Benedictinas de Jaca.

Para el traslado desde Santa Cruz de la Serós a este monasterio, el sepulcro se


protegió con un arca de madera reforzada y recubierta de raso. El viaje se efectuó
con ayuda de rodillos de madera, deslizando el sarcófago poco a poco para salvar el
desnivel del terreno. Se tardó cuatro días en recorrer los quince kilómetros que
separan ambos monasterios.
LA TORRE DEL RELOJ

La Torre del Reloj, también conocida popularmente como Torre de la Cárcel, es una
edificación civil gótica cuya denominación popular se debe a que recibió ambos
usos desde que el Concejo de Jaca la compró en 1599 para colocar el reloj-
campanario que marcaría la vida urbana y convertirla, en 1602, en sede de las
cárceles de la ciudad.

La torre se construyó tras el incendio que asoló la ciudad hacia 1440 como solución provisional
a la destrucción de la Catedral y de sus dependencias carcelarias eclesiásticas. Jorge Lasieso,
canónigo catedralicio, fue el promotor de esta magnífica obra gótica financiada por la familia
Lasala.

Reconstruida la cárcel de la Catedral, la torre gótica perdió sus funciones y no tardó en


convertirse en la Torre del Merino después de pasar por manos de varias familias nobles
jacetanas. El merino, representante del rey encargado de recaudar los impuestos y administrar
sus rentas en la ciudad, la utilizó como residencia por lo que
se comenzó a conocer como la Torre o Palacio del Merino.

Finalmente, en 1599, el Concejo la adquirió por quinientos ducados para convertirla en cárcel e
instalar en ella el reloj municipal, dejando así de depender del horario que dictaba el reloj de la
Catedral. Para ello, encargaron a Bartolomé de la Rosada, campanero de Broto, el trabajo de
las campanas y a Bernat de Lasala, campanero del principado de Bearn, su fundición. Para
adecuar la torre y sostener las nuevas campanas se elevó la altura con un chapitel encargado a
los canteros Pedro Gil y Urbano de San Vicente en 1601. El reloj instalado en la torre se
trasladó desde la Catedral, aunque necesitó ser arreglado previamente, de lo que se ocupó el
relojero Pedro Baulín de Barbastro.
ANTIGUO HOSPITAL
El Camino de Santiago contribuyó enormemente a la fundación de instituciones
asistenciales para pobres y enfermos, así como al cultivo y desarrollo de la
medicina en torno a estos centros. A mediados del siglo XVI Jaca contaba con dos
establecimientos hospitalarios, el del Santo Espíritu y el de San Juan. El primero era
un centro mantenido por los canónigos de la catedral. El segundo, había sido creado
por la cofradía del mismo nombre utilizando unas casas de su propiedad, en el
barrio de la Clavería, actual Calle Bellido. En 1540, los responsables de ambos
hospitales y las autoridades de la ciudad deciden unificarlos para crear un gran
hospital y aunar esfuerzos.

El nuevo edificio hospitalario se levantó en 1555 en el barrio que ocupó la antigua judería,
cerca de la calle Mayor. Su finalidad era la curación y asistencia de los pobres y enfermos de
Jaca, además de dar hospitalidad durante tres días a peregrinos y viajeros que lo necesitaran.
Para ello se le dotó con los aportes de los dos hospitales unificados: el deán de Jaca
subvencionaba seis camas, el cabildo de la catedral entregaba tres cahíces de trigo al médico,
una libra de aceite semanal para alumbrar las salas y la comida del Jueves Santo a los pobres
del hospital, la cofradía entregó las anteriores casas del hospital de San Juan y la ciudad
ofreció el derecho de la leña que se vendía y puso un médico a su cargo. Por su parte, el rey
también contribuyó concediendo el derecho a pacer de los ganados del nuevo hospital en la Val
de Aísa.

El antiguo hospital de Jaca es un edificio de tres plantas que presenta una destacable
decoración plateresca propia de mediados del siglo XVI, que enmarca los vanos adintelados de
la fachada principal.

En la actualidad parte de este edificio está destinado a albergue de peregrinos del Camino de
Santiago, con una capacidad para 32 personas, disponiendo de comedor, cocina, jardín y
acceso a Internet.
AYUNTAMIENTO

Desde la remodelación urbana que acometió el rey Sancho Ramírez a finales del
siglo XI, tras conceder a Jaca la capitalidad del Reino de Aragón, la Calle Mayor
siempre ha ejercido como arteria principal de la ciudad. En sus inmediaciones se
han articulado los centros de los poderes civil y religioso a lo largo de la historia.

Desde el año 1486, se tiene constancia de que en esta vía urbana se emplazó el poder civil ya
que en ese momento el Concejo adquirió los solares necesarios para
edificar el primitivo ayuntamiento. En el interior de aquel edificio se conserva hoy en día el
Archivo Histórico Municipal, donde se guardan documentos desde 1042.

Posteriormente, en pleno Renacimiento, en 1544, se acordó ampliar la vieja sede del Concejo
con la construcción del edificio que se ve hoy en día. Para ello el consistorio contrató al
maestro de obras Juan de Rosellet que, junto a un grupo de canteros, levantó este bello y
proporcionado edificio, compuesto por tres cuerpos en altura y un patio
renacentista en su interior.

En el cuerpo inferior abre la magnífica portada que muestra el esplendor del estilo plateresco
presidida por el escudo de la ciudad. En el segundo cuerpo, la planta noble, abren cinco
ventanas cuyos frontones contienen las barras de Aragón. En esta planta, una de sus salas
interiores recuerda con su nombre el Consejo de Ciento, formado por cien hombres buenos que
ayudaban a gobernar la ciudad desde 1238. El tercer cuerpo, que se añadió a principios del
siglo XX, cuando se derribó el antiguo alero, conforma una galería de ventanas típicamente
aragonesa.
El Ayuntamiento, además de ser la sede del Gobierno local, también custodia un importante
patrimonio cultural: el tímpano esculpido procedente de la ermita románica de Sarsa y fechado
en el siglo XII, el célebre Libro de la Cadena del siglo XIII, las campanas de la torre del Reloj
realizadas por Bartolomé de la Rosada en 1595 y unas mazas de desfile de plata maciza del
siglo XVI

ERMITA DE LA VICTORIA

El templo dedicado a Santa María de Mocorones fue levantado en este lugar,


posiblemente, ya en época medieval. Estuvo cuidado por una Cofradía hasta que en
1597 el Concejo de la ciudad lo ofreció a la Orden de los Carmelitas Descalzos para
que crearan un convento. A comienzos del Siglo XVII se decidió cambiar la antigua
advocación por la de Nuestra Señora de la Victoria, la cual ha perdurado hasta la
actualidad.

Tres años después, en 1600, los Carmelitas decidieron cambiar la antigua advocación por la de
Nuestra Señora de la Victoria, que ha perdurado hasta la actualidad.

Algunas de las piezas de arte sacro que podemos ver en su interior datan de este momento del
siglo XVI, como el retablo mayor y la talla de la Virgen de la Victoria, recientemente restaurados
gracias al Ayuntamiento de Jaca y la Diputación Provincial de Huesca. La ermita sufrió un
incendio provocado por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, entre 1809
y 1813. Tras el desastre, el pueblo jaqués decidió rehabilitarla levantando la actual ermita sobre
la base de la destruida en 1816. También en el siglo XIX se construyó adosado el nuevo
cementerio de la localidad.

La primitiva ermita de Santa María de Mocorones se levantó para conmemorar el triunfo jaqués
sobre los musulmanes, y ocupaba el mismo lugar que la actual ermita de la Victoria puesto que,
tal como indica la leyenda, fue aquí donde tuvo lugar la batalla entre las tropas del conde Aznar
Galíndez y las huestes musulmanas que intentaron conquistar la ciudad de Jaca.

Según la tradición, en el amanecer del primer viernes del mes de mayo del año 760 aconteció
una gran batalla en las afueras de la ciudad. Durante la lucha, un reducido grupo de guerreros
jacetanos, dirigidos por el Conde Aznar Galíndez, lograron repeler el ataque de miles de
combatientes musulmanes. No lo hicieron solos puesto que, según la leyenda, al mediodía,
cuando todo parecía perdido, las mujeres jacetanas decidieron acudir al campo de batalla
armadas con sus enseres domésticos que, al entrar en contacto con los rayos del sol,
provocaron reflejos que hicieron creer al enemigo que nuevos ejércitos cristianos fuertemente
armados acudían en ayuda de los jaqueses, por lo que huyeron rápidamente. El regreso a la
ciudad de los jacetanos se convirtió en una fiesta y todos los ciudadanos celebraron la victoria y
su libertad.

Desde entonces, los jacetanos bajan cada primer viernes de mayo a este paraje para cumplir el
voto a la Virgen de la Victoria en acción de gracias por su ayuda en la batalla que se
conmemora. Al mediodía las huestes del Conde Aznar y las escuadras de artesanos y
labradores desfilan triunfantes por las calles de la ciudad acompañadas por las autoridades.

El momento culminante de la jornada es el canto del himno, entonado por todos los jacetanos
frente al edificio del Ayuntamiento.

La fiesta del Primes Viernes de Mayo de Jaca fue declarada Fiesta de Interés Turístico de
Aragón en 2004

ANSÓ-IGLESIA DE SAN PEDRO S-XVI


De entrada llama la atención el soberbio volumen del edificio. Muestra una planta de
cruz latina de una sola nave con la cabecera poligonal y el coro elevado a los pies.
Aquí se localiza también la torre campanario, de planta rectangular y gran sencillez. La
monumental portada de acceso al templo se encuentra protegida por un portegado
abovedado con crucería estrellada, que muestra un esquema similar al que aparece
en el sepulcro del obispo Baguer de la catedral de Jaca.
Bailo. Iglesia de San Fructuoso. Siglos XV y XVI
La iglesia de San Fructuoso de Bailo es un robusto edificio de grandes
dimensiones construido en planta de cruz latina de una sola nave.
Posteriormente se añadió un crucero en su lado norte. La cubierta interior
ofrece un sistema de abovedamiento de crucería estrellada con complejos
diseños que la hacen realmente singular. La torre campanario adosada a la
zona de los pies, en el lado de la Epístola (lado derecho), completa la fisonomía
del edificio. Destaca igualmente la espaciosa lonja situada a sus pies.

Berdún. Iglesia de Santa Eulalia. Siglos XV-XVII


La primitiva iglesia parroquial de Santa Eulalia de Berdún se levantó como una sola
nave a finales del siglo XV y comienzos del XVI. De aquella época todavía se
conservan dos portadas; una cegada en la zona de los pies y otra abierta en el lado
sur. Esta última es de estilo gótico y muestra un arco ligeramente apuntado con
arquivoltas que descansan en delgadas columnillas cerradas con capiteles. Es de gran
interés también el tímpano realizado con elementos de diversa procedencia. Tallado
sobre la piedra aparece la fecha de su creación, 1519, y la firma de su probable autor,
Miguel de Betania.
Berdún. Nash. Conjunto escultórico
El entorno de la ermita de Santa Lucía, en los alrededores de la localidad de Berdún,
alberga desde la primavera del año 2005 un conjunto escultórico en madera del artista
galés David Nash, que lleva por título “Three Sun Vessels for Berdun” (tres barcos o
botes de sol para Berdún). El gigantesco reloj de sol se compone de una rosa de los
vientos y tres grandes esculturas en madera de roble del sureste de Inglaterra,
orientadas al este, el oeste y el sur. Este conjunto escultórico forma parte del proyecto
Arte y Naturaleza que desarrolló la Diputación de Huesca en la primera década del
siglo XXI.

La ermita de Santa Lucía se usa dos veces al año, coincidiendo con los equinoccios
de primavera y otoño.

Borau. Iglesia de San Adrián de Sasabe. Siglos XI-XII


La historia de la iglesia de San Adrián de Sasabe, de origen visigótico, está llena de
misterios y leyendas que vinculan su emplazamiento con fuerzas telúricas. Se sabe
que formó parte de uno de los monasterios más importantes de la historia de Aragón y
que fue sede de la Diócesis de Huesca mientras la ciudad estuvo bajo dominio
musulmán.

A mediados del siglo XI (1050), Ramiro I reformó el cenobio y lo cedió a García I junto
con otras propiedades en el Valle de Borau, el campo de Jaca y el valle de Tena. En
este periodo se construyó la iglesia, cuya ubicación en la confluencia de los barrancos
Calcil y Lupán, nacimiento del río Lubierre, ha sido históricamente un foco de
problemas para su conservación. Las habituales avenidas del curso fluvial dejaron
prácticamente enterrado durante siglos el edificio, que no fue rescatado hasta los años
1957-1961. Cuatro años después fue declarado Monumento Nacional.

El edificio es de una gran austeridad y sencillez. Consta de nave única con techumbre
de madera cerrada en ábside semicircular de bóveda de horno. En el lado Norte se
adosó una torre de planta cuadrada de la que tan solo se conserva en la actualidad su
parte baja, a la que se puede accede desde el interior del templo.

En San Adrián de Sasabe es posible apreciar con claridad las relaciones entre el
románico jaqués y el lombardo. Estas similitudes se revelan fundamentalmente en el
exterior del ábside y en la portada principal, de gran similitud con la de Santa María de
Iguácel. En ambas se utilizan relieves ornamentales como las palmetas o el
ajedrezado. Este típico elemento del románico jaqués, extendido posteriormente a
través del Camino de Santiago, se encuentra también en la portada localizada en el
muro sur, de pequeñas dimensiones y arco de medio punto.

Iglesia de Santa María de Iguácel. Siglo XI

La iglesia de Santa María de Iguácel se encuentra al fondo del Valle de la


Garcipollera, al que se accede desde Castiello de Jaca. Comenzó a construirse
entre los años 1040 y 1050. En 1080 fue donada al monasterio de San Juan de
la Peña. Entre los siglos XIII y XIV se construyó la torre, adosada al lado norte
del templo y en siglos posteriores se añadió la puerta, probablemente gótica,
del atrio sur.

Se trata de un sobrio edificio de sillarejo, de nave única cubierta con


techumbre de madera, un ábside semicircular con bóveda de horno precedido
por un pequeño presbiterio con bóveda de cañón. Sancho Galíndez financió
una segunda intervención en el año 1072 que afectó a la decoración del
interior. Una inscripción en la portada deja constancia del hecho: "Esta es la
puerta del Señor por donde entran los fieles en la casa del Señor, que es
iglesia fundada en honor de Santa María. En ella se han hecho obras por
mandato de Sancho conde junto con su esposa de nombre Urraca. Ha sido
terminada en la era de 1110 (año 1072), reinando el rey Sancho Ramírez en
Aragón, el cual ofreció por su alma en honor de Santa María la villa llamada
Larrosa para que le dé el Señor la vida eterna amén. El lapidario de estas
letras se llama Aznar. El maestro de estas pinturas se llama Galindo Garcés".
Esta decoración ofrece evidentes relaciones con la obra de la catedral de Jaca,
lo que induce a pensar que el responsable de la misma fuera alguno de los
maestros empleados en el templo jaqués.

En el interior se conservan restos de un interesante conjunto pictórico en el


ábside de estilo gótico internacional. Podría haberse realizado en el segundo
cuarto del siglo XV. En la parte inferior figuran doce santos y en un segundo
nivel se hallan, separadas por arquerías de medio punto, escenas de la vida de
la Virgen.

Jaca. Castillo de San Pedro o Ciudadela. Siglo XVI


La ciudadela de Jaca o Castillo de San Pedro es uno de los monumentos más
singulares y valiosos de la comarca de La Jacetania. Su construcción se enmarcó en
la estrategia de defensa adoptada por Felipe II tras la invasión del valle de Tena por
tropas procedentes del Sur de Francia, en enero de 1592, y también como elemento
apaciguador de las posibles revueltas internas.

El diseño de la Ciudadela de Jaca está derivado de la necesidad de responder


eficazmente a los ataques de un ejército provisto de artillería. Su planta dibuja un
pentágono regular. Sus ángulos están reforzados mediante cinco baluartes artillados y
las defensas avanzadas disponen del correspondiente foso perimetral, caminos
cubiertos, plazas de armas y glacis exterior.
Fue proyectada por el prestigioso ingeniero militar italiano Tiburzio Spanocchi, y se
concibió como eje central de una tupida red de defensas pirenaicas en la que se
integraban las torres de Ansó, Hecho, La Espelunga (Canfranc) y Santa Elena
(Biescas-valle de Tena), más los castilletes de Berdún y Canfranc.

Su ubicación, entre la ciudad medieval y el río Aragón, extramuros de la muralla, no


fue bien recibida inicialmente por los jaqueses, que consideraban su construcción una
amenaza para sus fueros y privilegios. Las obras comenzaron a mediados de 1592 y
un año después ya estaban prácticamente finalizados los trabajos del exterior, a falta
de su revestimiento con piedra sillar. En el interior se habían levantado los cinco
cuarteles que albergarían a los 300 hombres de la tropa.

En 1613, ya bajo el reinado de Felipe III, se concluyó la portada de acceso. Sin


embargo fueron más lentas las obras de excavación de los fosos y otros proyectos
colaterales, que todavía continuaban en el tramo final del siglo XVII.

En torno al inmenso patio central se alinean los edificios destinados a albergar la


guarnición, oficinas, almacenes y pertrechos, organizados en cinco manzanas
paralelas a las cortinas o murallas. En el interior se encuentra también la capilla
castrense de San Pedro, edificio barroco con portada de piedra construido en la
segunda mitad del siglo XVII. La Ciudadela sólo fue utilizada defensivamente durante
la Guerra de la Independencia. Pero paradójicamente fueron las tropas francesas las
que se hicieron fuertes en su interior tras conquistar la plaza. Ocuparon la fortaleza
durante 4 años.
Jaca. Catedral. Siglo XI
La catedral de Jaca está considerada como uno de los templos más importantes del
primer románico español. Su construcción a partir de 1077 por orden del rey Sancho
Ramírez está estrechamente vinculada a la propia fundación de la ciudad y la
concesión de los fueros que le permitieron crecer y desarrollarse como pujante centro
comercial en la ruta del Camino de Santiago. La concesión de la sede episcopal
necesitaba una catedral para culminar el proceso de consolidación de la primera
capital del primitivo reino de Aragón; así surgió el templo bajo la advocación de San
Pedro.

La catedral conserva su estructura básica y configuración románica: una planta


basilical de tres naves de cinco tramos con sus correspondientes ábsides alineados,
dos puertas de acceso y una esbelta cúpula. En el ábside meridional se localizan los
elementos que resumen el lenguaje arquitectónico característico del románico jaqués,
difundido después por toda la ruta jacobea: el ajedrezado (que discurre en forma de
imposta) y las bolas, que están presentes en los apoyos interiores.

La maestría con que edificaron este armonioso templo, el refinamiento con el que
fueron labrados los capiteles de las columnas de las dos portadas, la ventana exterior
del único ábside original conservado y el gran crismón de la puerta principal
demuestran que fueron obras de auténticos maestros. El tímpano que decora el
crismón, que fue dañado por un rayo hace siglos, está considerado un referente
imprescindible en la simbología animal del arte románico. Igualmente ocurre con el
ábside meridional, calificado por los expertos como una obra excepcional en la que se
aprecian metopas talladas entre los canecillos con figuras de personas desnudas o
vestidas con clámide, danzando una de ellas con una serpiente entre las piernas, que
representa la sumisión del instinto a las más bajas pasiones.

El actual edificio es el resultado de sucesivas reformas, ampliaciones y destrucciones.


Bien podría decirse que una visita al templo representa un viaje por la historia y la
evolución del arte, desde las primeras manifestaciones del románico hasta las
expresiones artísticas de finales del XVIII. Todo está concentrado como si fuera un
libro abierto en la catedral de Jaca.

Así, sobre la base románica se fueron incorporando elementos que respondían a las
corrientes estilísticas de cada época: en el siglo XV se construyen varias capillas de
estilo gótico (Santa Cruz, Santa Orosia…); en el XVI el renacimiento deja huellas
formidables como la capilla de San Miguel realizada por el italiano Juan de Moreto, o
la de la Trinidad diseñada por el escultor romanista Juan de Ancheta. A finales del
siglo XVII se reconstruyó el claustro románico que presentaba un estado ruinoso y se
sustituyó por uno de factura barroca que todavía se conserva. En el XVIII se reforman
y aparecen nuevos altares y se encarga al pintor Manuel Bayeu la decoración del
nuevo ábside que vino a sustituir al original.
Majones. Iglesia del Salvador. (s. XII-XIII)
La iglesia del Salvador de Majones fue levantada entre finales del s. XII y principios del
s. XIII. Es la única Iglesia del Románico altoaragonés que posee un ábside trebolado.
Es decir, su planta es de cruz latina, orientada al Este y los brazos del crucero fueron
rematados en sendos ábsides de tambor.

Reformas posteriores añadieron una sacristía al lado Norte, y una nave al costado Sur
del templo, con función de panteón. También se recrecieron los ábsides laterales
hasta la altura de la nave.

En el s. XVI se construyó un coro en lo alto, que está decorado con motivos


renacentistas. El altar mayor, dedicado al Salvador y San Gil es obra del maestro
escultor Juan Francisco de Ubalde, de la segunda mitad del s. XVIII. En en el Museo
Diocesano de Jaca se guarda una imagen de San Martín de Tours del s. XIII, tallada
en madera policromada.
Monasterio de San Juan de la Peña
En el monasterio viejo de San Juan de la Peña reside la memoria del origen Aragón.
En sus entrañas reposan sus primeros reyes y también la huella del legendario y
esplendoroso pasado aragonés. Los orígenes del monasterio se remontan a la oscura
alta Edad Media (siglo X), cuando las escarpadas montañas graníticas sirvieron de
refugio a las comunidades cristianas asediadas por los musulmanes. Cubierta por una
de esas enormes rocas, el monte Pano, se construyó el edificio original, al que se le
fueron sumando nuevos apéndices a lo largo de los siglos. El claustro exterior es una
joya única del románico aragonés. Tras destruirse a finales del siglo X el edificio
original, fue refundado en el primer tercio del siglo XI por Sancho el Mayor de Navarra.
En ese momento comenzó su época de esplendor, promovida por los primeros reyes
aragoneses que dotaron al lugar de numerosos bienes, poder e influencia.

En su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y San


Damián, del siglo XII; el denominado Panteón de Nobles, la iglesia superior,
consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián. Además hay que reseñar
otros edificios construidos en siglos posteriores, como el Panteón Real, de estilo
neoclásico, erigido en el último tercio del siglo XVIII.

Hay otra versión más legendario que asegura que Félix y Voto cabalgaban a lomos de
su caballos en una jornada de caza y dieron de bruces con el precipicio del famoso
monte. Mientras caían hacia un inevitable final imploraron a Dios para que salvara sus
vidas. Y el milagro se hizo. Agradecidos, los dos zaragozanos decidieron construir un
eremitorio bajo la roca y dedicarse a la oración. Dos kilómetros más arriba está el
monasterio nuevo, que acaba de ser sometido a una profunda restauración para
convertirlo en hospedería de lujo y espacio museístico: el primero de ellos dedicado a
la historia del reino de Aragón y el segundo a exposiciones temporales de arte.
San Juan de la Peña ha sido declarado también recientemente Paisaje Protegido, una
figura de conservación que sustituye al antiguo Monumento Natural y que se extiende
por los macizos de San Salvador y Cuculo hasta el monte Oroel. Un total de 9.514
hectáreas que destacan por su alto valor paisajístico, natural e histórico. El acceso en
verano a San Juan de la Peña desde Santa Cruz de la Serós sólo se puede realizar a
través de los autobuses que pone en circulación la Gestora Turística que gestiona el
espacio natural.
Santa Cruz de la Serós. Iglesia. Siglos XI-XII
La parroquial de Santa Cruz de la Serós es el último testimonio del antiguo monasterio
femenino fundado a finales del siglo X por Sancho Garcés II Abarca y por su esposa
Urraca Fernández. Vivió momentos de gran esplendor, fundamentalmente durante el
reinado de Ramiro I. Tras el Concilio de Trento (1543-1563), se impuso la obligación
de trasladar las comunidades religiosas situadas en el ámbito rural a núcleos urbanos.
Así fue como la orden benedictina se asentó en Jaca en 1555, donde continúa en la
actualidad.

De aquel primitivo conjunto monástico sólo quedan la iglesia y la torre. El edificio


consta de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón articulada mediante arcos
fajones. Al Este queda cerrada por un ábside semicircular. A ambos lados del
presbiterio se abren dos capillas cubiertas con bóveda de crucería de las que surgen
dos pequeños ábsides que confieren a la planta del edificio una apariencia de cruz
latina.

Sobre el tramo previo al presbiterio se dispone una segunda altura a la que se accede
por unas escaleras dispuestas en el interior del muro norte. La portada situada en la
zona de los pies se constituye con un arco con dos arquivoltas entre las que discurre
una hilera de bolas, de las cuales la central representa una cabeza humana. El
tímpano presenta un crismón flanqueado por dos leones, una versión sencilla de la
composición del tímpano de la portada occidental de la catedral de Jaca.

En el aro del crismón figura en latín la siguiente leyenda: "Yo soy la puerta de entrada:
pasad por mí fieles. Yo soy la fuente de la Vida: tenéis más sed de mí que de vino,
vosotros que penetráis en este bienaventurado templo de la Virgen". Y bajo las patas
de los leones: "Arrepiéntete para que puedas invocar a Cristo".

La dotación artística es sencilla. En la capilla del lado norte se halla el antiguo retablo
mayor del templo, obra de estilo gótico del año 1490. El retablo se halla protegido por
un guardapolvo. En la hornacina central se conserva una imagen de la Virgen con el
Niño en alabastro policromado, también de finales del siglo XV. En la capilla del lado
sur se guardan dos retablos, uno de ellos presidido por un lienzo de San Jerónimo,
fechado en 1618. El otro, dedicado a los santos Voto y Félix, es del siglo XVIII.
Siresa. Iglesia de San Pedro. Siglos IX-XIII
La importancia histórica de San Pedro de Siresa está fuera de toda duda. Situada en
plena vía romana, en el camino que atravesaba el Pirineo por el puerto de Palo, su
origen es remoto. Se sabe que existió en el siglo IX un monasterio dedicado a San
Pedro de gran importancia e influencia. La creciente relevancia de otros focos
eclesiásticos como San Juan de la Peña o la catedral de Jaca supone el traslado de la
actividad monástica y el inicio de una etapa de decadencia, sólo frenada con algunas
intervenciones en su estructura.

No obstante, en el siglo XIII, coincidiendo con el abandono definitivo del edificio, se


culminó la última de dos fases de restauración que alteraría notablemente su
fisonomía original. Ya a finales del siglo XX, se acometió la más reciente de las
numerosas intervenciones con la sustitución de la bóveda de arista por una de medió
cañón y la incorporación de un cimborrio sobre el crucero. La iglesia está estructurada
en planta de cruz latina de una sola nave articulada en tres tramos y ábside
semicircular.

El aspecto externo de San Pedro es cautivador. Su notable dimensión expresa su


esplendor pasado. Varios arcos de medio punto ciegos cubren el cuerpo de la nave
junto a recios contrafuertes que refuerzan su poderío. El acceso por la zona de los
pies destaca por el bello tímpano con el tradicional crismón. El conjunto del templo con
la bella localidad de Siresa alrededor componen uno de los conjuntos urbanos más
singulares de toda la Jacetania.

Destaca en el interior un Crucificado gótico (s. XIII) en madera policromada. Fue


hallado en los últimos trabajos de restauración en el altar del absidiolo meridional del
crucero. Los retablos que visten el templo son, en su mayoría, del siglo XV y
pertenecen a varios autores de la escuela aragonesa. Sobresale igualmente la talla de
San Pedro labrada en piedra policromada, que perteneció al antiguo retablo mayor de
la catedral de Jaca (1604). La tradición asegura que en la pila bautismal fue bautizado
el monarca aragonés Alfonso I el Batallador
Camino de Santiago
El tramo aragonés del Camino de Santiago ha sido históricamente uno de los
ramales más transitados por los peregrinos, viajeros y comerciantes que
seguían la antigua ruta de las estrellas. El Camino aragonés, ramal del Camino
francés, entra en la península a través del puerto de Somport y discurre
paralelo al río Aragón hasta que se funde en Puente la Reina (Navarra) con el
ramal procedente de Roncesvalles.

La existencia de la catedral románica de Jaca sólo se explica por la importancia


de la ruta jacobea y por la necesidad de dotar de un ostentoso poder religioso
a la recién fundada ciudad de Sancho Ramírez. El Summus Portus fue el paso
natural de ejércitos y caminantes a lo largo de la historia. El Hospital de Santa
Cristina de Somport, uno de los tres más importantes de la cristiandad, ilustra
el importante tráfico de viajeros que soportó la ruta aragonesa a lo largo de los
siglos.

“Tres son particularmente las columnas, de extraordinaria utilidad, que el


Señor estableció en este mundo para sostenimiento de sus pobres, a saber, el
hospital de Jerusalén, el hospital de Mont-Joux (Gran San Bernardo), y el
hospital de Santa Cristina, en el Somport”. Así se establece en el Liber
peregrinationis del Códice Calixtino (siglo XII). Su autor, el francés Aymeric
Picaud, añade: “Están situados estos hospitales en puntos de verdadera
necesidad; se trata de lugares santos, templos de Dios, lugar de recuperación
para los bienaventurados peregrinos, descanso para los necesitados, alivio
para los enfermos, salvación de los muertos y auxilio para los vivos”.

Por el valle de Canfranc los peregrinos llegaban hasta Jaca y después


continuaban por la Canal de Berdún hasta Undués de Lerda, ya en el límite con
Navarra. Se trata de 90 kilómetros de una extraordinaria belleza y de grandes
contrastes paisajísticos; al inicio las cumbres pirenaicas y en el final las
grandes extensiones cerealistas. En medio el caminante encontrará una larga
lista de monumentos de gran relevancia histórica y artística; entre ellos el
puente medieval de Canfranc, el monasterio de San Juan de la Peña, alejado
levemente de la ruta principal, o varias iglesias del Camino como las de Santa
Cilia, Santa Cruz de la Serós, Berdún o Artieda.

El peregrino podrá sellar su cartilla en la Iglesia de Santiago de Jaca y


descansar en los albergues habilitados a lo largo del tramo aragonés: Jaca,
Santa Cilia y Arrés. Coincidiendo con el último Año Jacobeo (2010), el Camino
ha sido sometido a un importante trabajo de restauración, consolidación y
adecuación de los tramos más complejos para el caminante. Se han instalado
varios puentes y se ha reforzado la señalización con el objetivo de potencia el
camino que desde Oloron asciende por el Valle de Aspe.

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