Entidad organizadora del proyecto
Universidad Externado de Colombia
Departamento de Derecho Constitucional
Director: Néstor Osuna Patiño
Línea de Investigación Derechos culturales: Derecho, arte y cultura.
Coordinadora: Yolanda Sierra León
Subcoordinador: Alejandro Santamaría
Colaboración
Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
Dirección de Asuntos Internacionales de la Alcaldía Mayor de Bogotá
Dirección de Derechos Humanos de la Alcaldía Mayor de Bogotá
Comité técnico
Directora general: Yolanda Sierra León
Coordinadora general y moderadora: Anaís Roesch
Coordinadora general y moderadora: Alejandra Gaviria
Asistente de investigación y relatora: Valentina Ordóñez Narváez
Asistente de investigación, redacción y edición: Sara del Mar Castiblanco Castro
Expositores y editores
Alejandro Santamaría, Yolanda Sierra, Alejandro Burgos, Francisco Bustamante, Alejandra
Gaviria, Claudia Girón, Uldi Jiménez, Esiquio Sánchez, Lina Toro, José Antequera, Juan Carlos
Posada, Carolina Muñoz, Kalia Ronderos, Efraín Sánchez, Catalina Uprimny, Juan Pablo
Cardona, Luz Marina Bernal, María José Pizarro, Ricardo Robayo y Felipe Prieto Bernal.
1
CONVERSATORIOS
DE ARTE Y DDHH
© 2014, UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
Calle 12 n.º 1-17 este, Bogotá
Teléfono (57-1) 342 02 88
publicaciones@uexternado.edu.co
www.uexternado.edu.co
ISSN 2389-7937
Primera edición: septiembre de 2014
Composición: Departamento de Publicaciones
Impresión y encuadernación: Xpress Estudio Gráico y Digital S.A.
Tiraje de 1 a 1.000 ejemplares
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Prohibida la reproducción impresa o electrónica total o parcial de
esta obra, sin autorización expresa y por escrito del Departamento
de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad de los autores.
Contenido
Presentación
9
Introducción
11
Conversatorio n.º 1
Exposición n.º 1
Formas de reparación a las víctimas de violación de los Derechos Humanos
en el Derecho internacional y efectos en la Ley de Justicia y Paz de Colombia
Alejandro Santamaría
13
Conversatorio n.º 2
Exposición n.º 2
¿Qué es un símbolo? ¿Cómo se genera un símbolo? ¿Quién crea los símbolos?
¿Sirven los símbolos para hacer justicia?
Alejandro Burgos
21
Conversatorio n.º 3
Exposición n.º 3
Memoria obstinada
Francisco Bustamante
27
Exposición n.º 4
Prácticas artísticas de intervención del espacio público y reparación simbólica
Alejandra Gaviria
31
6
Exposición n.º 5
La Fundación Manuel Cepeda, una experiencia artística, simbólica y psicosocial
Claudia Girón
Conversatorio n.º 4
Exposición n.º 6
El arte en la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá
Uldi Jiménez
Exposición n.º 7
Conversatorio sobre arte y Derechos Humanos
Esiquio Sánchez
Conversatorio n.º 5
Exposición n.º 8
Arte y reparación simbólica en el Grupo de medidas de satisfacción
y garantías de no repetición. Dirección de Reparaciones de la Unidad
para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas –uraiv–
Lina Toro
Exposición n.º 9
Preguntas fundamentales sobre el ejercicio de la memoria
José Antequera
Conversatorio n.º 6
Exposición n.º 10
La reparación simbólica: procesos y prácticas artísticas desde la perspectiva
del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia
Juan Carlos Posada, Carolina Muñoz y Kalia Ronderos
37
41
46
56
59
64
7
Exposición n.º 11
¿Puede el arte contribuir a la reparación simbólica?
Efraín Sánchez
Conversatorio n.º 7
Exposición n.º 12
Memoria y reparación simbólica: experiencia con algunas
iniciativas no oficiales de memoria en Colombia
Catalina Uprimny
Exposición n.º 13
Definiciones y obligaciones de reparación.
La reparación política: una perspectiva jurídica
Juan Pablo Cardona
Conversatorio n.º 8
Exposición n.º 14
El arte como medio de resistencia, lucha y denuncia.
La historia de Luz Marina Bernal, madre de Fair Leonardo Porras
“falso positivo” de Soacha
Exposición n.º 15
Duelo a través del arte
María José Pizarro
Conversatorio n.º 9
Exposición n.º 16
El arte y la reparación simbólica en hijas e hijos
Alejandra Gaviria y Ricardo Robayo
68
74
77
83
88
96
8
Conversatorio n.º 10
Exposición n.º 17
Relaciones entre el arte y los Derechos Humanos. Conclusiones preliminares
Yolanda Sierra León
Exposición n.º 18
Aquiles o el grado cero de la reconciliación
Felipe Prieto Bernal
Participantes
103
109
121
9
Presentación
Es muy satisfactorio presentar el resultado del
trabajo que la línea de investigación “Derechos
culturales: Derecho, Arte y Cultura”, del
Departamento de Derecho Constitucional de la
Universidad Externado de Colombia, desarrolló
en el año 2013, cuyo objeto central es analizar
y reflexionar sobre los nexos existentes entre
arte, cultura y derecho.
Estas relaciones se dan por lo menos en
tres ámbitos: el primero se relaciona con el
régimen jurídico de la cultura como derecho y
comprende una amplia gama de temas, desde
los derechos de los artistas y los ciudadanos,
pasando por la perspectiva pluriétnica y
pluricultural, hasta desembocar en la tutela
jurídica de las diversas manifestaciones del
patrimonio: cultural inmaterial, material, urbano,
arqueológico, subacuático, de imágenes en
movimiento, museológico y archivístico, lo que
muestra una enorme veta de investigación y
reflexión académica.
El segundo vínculo entre estas tres
disciplinas aparentemente distantes es el
creciente papel del arte como mecanismo
pedagógico y educativo en la formación
jurídica. Mención especial merece el
acrecentado papel del cine y la literatura en el
estudio de temas centrales del derecho, tales
como el poder, la regla, la justicia, la política o
los derechos humanos, que, además de ilustrar
sobre cada tema en sí mismo, aporta valiosos
elementos didácticos para matizar la clásica
metodología de la cátedra magistral.
El tercer aspecto, particularmente
importante en las actuales circunstancias
de una Colombia inmersa en diálogos de
paz y con la intención del Estado de reparar
integralmente a las víctimas de graves
violaciones a los Derechos Humanos, es
justamente el papel del arte como medio de
reparación. En esta perspectiva, la reparación
simbólica es el punto de unión entre el derecho,
el arte y la cultura, dado que los jueces, y el
Estado en general, recurren cada vez más al
arte y a las manifestaciones culturales como
medio de reparación de las víctimas. Pero
en este punto es importante preguntarnos:
¿cómo son las obras de arte que ordenan
los operadores jurídicos en este campo?,
¿tienen en cuenta las experiencias culturales y
artísticas de las propias víctimas?, ¿conocen
las propuestas y reflexiones de los artistas?
En últimas, ¿existe diálogo entre el arte, el
derecho y la cultura al momento de ordenar
una reparación simbólica?
Estas inquietudes son, precisamente, la
línea conductora de este primer Boletín, el
cual busca divulgar las conversaciones que
10
se dieron entre artistas, víctimas, abogados,
jueces e instituciones gubernamentales y
no gubernamentales, alrededor de estos
interrogantes, y que constituye el preámbulo de
otros conversatorios y boletines similares.
Una merecida felicitación para Yolanda
Sierra león, coordinadora de la línea de
investigación, por este trabajo. Desde ya
auguro una exitosa apertura, de la página web
de Derecho, Arte y Cultura, que se alojará en
[http://portal.uexternado.edu.co], en donde se
publicarán todas las actividades y resultados en
torno a este tema.
Néstor Osuna Patiño
Departamento de Derecho Constitucional
Universidad Externado de Colombia
11
Introducción
La presente publicación es fruto del primer
ciclo de conversatorios sobre arte y derechos
humanos organizado por la línea de investigación
de Derecho constitucional: Derechos culturales:
Derecho, Arte y Cultura de la Universidad
Externado de Colombia, en el año 2013.
Los conversatorios se idearon como
espacios abiertos, libres y espontáneos
de reflexión y diálogo donde se abordaron
asuntos teóricos y metodológicos como
fase preparatoria para el 1.er Seminario
Interamericano de Arte y Derechos Humanos,
proyectado para el año 2014 o 2015, y como un
aporte académico a los diálogos que en torno al
tema adelantan las sociedades interamericanas,
y en particular Colombia, en sus anhelos por
encontrar la paz y la reconciliación.
El 1.er Seminario Interamericano de Arte
y Derechos Humanos será un encuentro
entre académicos, artistas, abogados,
jóvenes en formación universitaria, personas
que han sufrido violación a sus Derechos
Humanos, pensadores, jueces, entidades
gubernamentales y no gubernamentales
vinculadas a procesos de paz a nivel
interamericano, para conocer, reflexionar y
compartir saberes a partir de las prácticas
artísticas de las víctimas, de la producción
de los artistas, y del uso del arte por parte
de operadores jurídicos, con el objetivo de
enriquecer las reflexiones sobre la garantía
de los derechos a la memoria, a la verdad,
a la satisfacción de las víctimas, y a la no
repetición de graves violaciones a los Derechos
Humanos.
Desde el año 2011 la Corte Interamericana
de Derechos Humanos –cidh– ha ordenado
diferentes acciones y manifestaciones como
mecanismos de reparación simbólica al daño
social. Sin embargo, la falta de diálogo entre las
prácticas artísticas y culturales de las víctimas,
las manifestaciones contemporáneas de los
artistas con las cortes internacionales y los
jueces internos, así como el fenómeno inverso
en que las víctimas y los artistas no siempre
conocen los desarrollos jurisprudenciales
y jurídicos en materia de arte y Derechos
Humanos, han llevado a ordenar reparaciones
simbólicas a través del arte, que no siempre
colman las expectativas y necesidades de las
víctimas o de la sociedad.
Estas charlas están permeadas por
muchos interrogantes: ¿puede el arte reparar
a las víctimas de violaciones a los derechos
humanos?, ¿cómo evitar la apología al delito
con las obras de arte?, ¿cómo contribuye
el arte a la reconciliación?, ¿cuál es el papel
de los artistas en relación con los Derechos
12
Humanos?, ¿qué buscan las víctimas con sus
prácticas artísticas en torno a sus traumas
y sufrimientos? Las conversaciones aquí
consignadas no presentan respuestas únicas
o definitivas, no es su objetivo; sin embargo,
consideramos que su principal aporte es,
justamente, hablar y escuchar con el fin de
ampliar el marco de referencia para futuras
preguntas de investigación.
En este primer boletín el lector encontrará
las memorias de diez conversatorios, dieciocho
exposiciones y las intervenciones de los
participantes. Al final aparece el listado de los
118 participantes que hicieron posible este
proceso, que aspiramos se enriquezca y sea
el inicio de una futura red de interesados y
expertos en arte y Derechos Humanos.
Agradezco, en primer lugar, al Doctor
Néstor Osuna por su permanente apoyo,
asistencia y recomendaciones a este ciclo
de conversaciones. A Alejandra Gaviria, del
Centro de Memoria Paz y Reconciliación de
Bogotá, a Alejandro Burgos, del Instituto
Distrital de Patrimonio Cultural, a Ernesto Falla,
de la Dirección de Asuntos Internacionales y
a Diego Alonso, de la Dirección de Derechos
Humanos de la Alcaldía Mayor de Bogotá,
por sus aportes intelectuales y logísticos en el
desarrollo de los conversatorios.
Agradezco también, de manera especial, a
Alejandro Santamaría, Francisco Bustamante,
Claudia Girón, Uldi Jiménez, Esiquio Sánchez,
Lina Toro, José Antequera, Juan Carlos
Posada, Carolina Muñóz, Kalia Ronderos,
Efraín Sánchez, Catalina Uprimny Salazar,
Juan Pablo Cardona Chávez, Luz Marina
Bernal, María José Pizarro, Ricardo Robayo y
Felipe Prieto Bernal por sus exposiciones. Así
mismo agradezco a la Agencia Alemana de
Cooperación giz, la oea mapp Misión de Apoyo
Proceso de Paz Colombia por su participación
y contribución en cada una de las sesiones.
Igualmente, a todas las instituciones y
particulares que asistieron y contribuyeron con
sus intervenciones e iniciativas a cada una de
las jornadas.
Un reconocimiento especial a Anaís
Roesch, Valentina Ordóñez y Sara Castiblanco,
por el inmenso apoyo intelectual, logístico y
humano durante un año de conversaciones.
Espero que esta publicación sea el primero
de los resultados de un proceso de largo aliento,
incluyente y participativo, que contribuya al
conocimiento sobre la importancia del arte en
los procesos de memoria, verdad y reparación.
Yolanda Sierra León1
Bogotá,
Dirección de Relaciones Internacionales,
Alcaldía Mayor de Bogotá.
7 de mayo de 2013
1
Docente investigadora del Departamento de
Derecho Constitucional y coordinadora del Grupo
de Derechos Culturales “Derecho, arte y cultura”
de la Universidad Externado de Colombia.
13
Conversatorio n.º 1
Exposición n.º 1
Formas de reparación a las víctimas de
violación de los Derechos Humanos en el
Derecho internacional y efectos en
la Ley de Justicia y Paz de Colombia
Alejandro Santamaría*
El tema de la reparación por violación a los
derechos humanos en el Derecho internacional
es un asunto complejo que depende de distintos
principios y que tiene distintas consecuencias.
*
Docente Investigador del Departamento de
Derecho Constitucional de la Universidad
Externado de Colombia. Miembro de la línea de
Derechos Culturales: Derecho Arte y Cultura.
Sin embargo, se pueden evidenciar ciertos
estándares internacionales, desarrollados en
diversos escenarios, que incluso han tenido
alguna recepción en ordenamientos jurídicos
internos, como es el caso de Colombia
(lastimosamente, con ciertas imprecisiones).
Sin ningún ánimo de exhaustividad, sino más
bien con la intención de esbozar rápidamente
esta realidad jurídica, a continuación se
presentarán lo que considero son los modelos
de reparación por violación de los derechos
humanos.
A. Los conceptos de verdad,
justicia y reparación
Estos términos surgieron a partir de los
informes de un relator especial de las Naciones
Unidas, perteneciente a la subcomisión de
prevención de la discriminación y protección
de los derechos humanos de la Comisión de
Derechos Humanos1, el señor louiS Joinet.
Desde finales de los años ochenta esta
Comisión de Derechos Humanos tuvo dos
temas de principal preocupación que fueron
motivo de varios informes: la impunidad y
la reparación en materia de violación de los
derechos humanos.
En relación con la impunidad, el relator
louiS Joinet concluyó que para combatir esta
penosa circunstancia en situaciones de conflicto
1
Hoy Consejo de Derechos Humanos
14
armado o, en general, de violaciones graves a
los derechos humanos, se debían adoptar tres
directrices o principios, que él llamó derechos
de las víctimas: 1. El derecho a saber; 2. El
derecho a la justicia, y 3. El derecho a obtener
reparación. Directrices que consagró en un
informe de 19972.
1. El derecho de las víctimas a saber
aparece por vez primera en el Protocolo n.º 1,
adicional de los Convenios de Ginebra, donde
se plasma el derecho de las víctimas de los
conflictos armados a saber quienes fueron sus
victimarios3. En consecuencia, los Estados
están en la obligación de investigar sobre el
paradero de las personas desaparecidas en el
marco del conflicto armado.
Joinet explica que no se trata solo del
derecho individual a la verdad en cabeza de
las víctimas, sino que concierne, además, al
derecho colectivo que tiene por objeto “hundir
2
3
louiS Joinet. “Informe final del relator especial
sobre la impunidad y conjunto de principios
para la protección y la promoción de los
derechos humanos mediante la lucha contra la
impunidad”, Subcomisión de prevención de las
discriminaciones y protección de las minorías.
Comisión de Derechos Humanos –ecoSoc– 2 de
octubre de 1997 (Principios que luego fueron
estudiados y ampliados por diane orentlicher
2004-2005).
Protocolo i de los Convenios de Ginebra: artículos
32 y 33 (derecho que las familias tienen a saber la
suerte corrida por sus seres queridos).
sus raíces en la historia para evitar que puedan
reproducirse en la historia futuras violaciones”.
Este derecho implicaría, como contrapartida,
el deber del Estado de recordar, que sugiere
“luchar contra las tergiversaciones de la
historia (el negacionismo y el revisionismo), y
conservar los sucesos históricos como parte del
patrimonio de cada pueblo”4.
Este derecho a “saber” se fue convirtiendo
paulatinamente en lo que hoy se denomina
“derecho a la verdad”.
2. El derecho de las víctimas a la justicia.
Joinet plantea, como contenido de esta
directriz, la existencia de un recurso judicial
efectivo: la obligación de investigar, perseguir y
sancionar a los responsables de las violaciones
a los derechos humanos, y una competencia
universal para perseguir a los victimarios en
diferentes países (entre otros contenidos).
Adicionalmente, planteó el relator que este
“derecho” implica la reinterpretación de ciertas
categorías jurídicas en pro de la obtención de
verdadera justicia, entre otras: la prescripción,
que debe desaparecer en materia de graves
violaciones a los derechos humanos; la amnistía,
que no debe significar la no identificación y sanción
de los victimarios; el asilo, que debe ser negado
a aquellas personas identificadas como autores
4
Este derecho tendría como consecuencia
la creación de comisiones de la verdad,
extrajudiciales, imparciales e independientes,
y preservar los archivos que den cuenta de la
violación de derechos.
15
de graves violadores a los derechos humanos, y
la obediencia debida, que no puede servir como
situación de exclusión de la responsabilidad.
3. El derecho de las víctimas a obtener
reparación. En este aspecto Joinet se nutre
del estudio que, frente a la reparación por
la violación de derechos humanos, estaba
siendo desarrollado por el relator especial theo
van Boven, a quien la Comisión de Derechos
Humanos le había encargado el desarrollo de
ciertos principios al respecto, también en sede
de Naciones Unidas.
Para Joinet, entonces, la directriz de la
reparación tiene un doble carácter: individual y
colectivo.
En su carácter individual se trata de
medidas de restitución (volver a la persona al
estado en que se encontraba), medidas de
indemnización (daños materiales y morales,
así como la pérdida de oportunidad, gastos
médicos, etc.), y medidas de rehabilitación
(atención médica, psicológica y psiquiátrica).
En su carácter colectivo son todas las
medidas de naturaleza simbólica, frente a las
que Joinet propone que la reparación también
se debe plantear respecto a la colectividad
(reconocimiento de responsabilidad por
parte del Estado, declaraciones oficiales de
restablecimiento de la dignidad de la víctima,
actos conmemorativos, bautizos de vías
públicas, construcción de monumentos, en fin,
todas aquellas medidas que faciliten el deber
de recordar).
Adicionalmente, Joinet incluye en esta
directriz las garantías de no repetición, como
cualquier medida tendiente a asegurar que no
se vuelva a cometer la violación a los derechos
humanos. Ejemplos de tales medidas son, entre
otras, la disolución de grupos paraestatales,
la derogación de medidas de excepción y la
separación de los cargos de los funcionarios
públicos que participaron en la violación a
derechos humanos.
Frente a todo lo anterior, es muy importante
resaltar que el relator louiS Joinet no quiso
plantear un esquema jurídico preciso de
reparación a las víctimas, sino establecer
“directrices” para combatir la impunidad en
situaciones específicas de transición dentro
de los Estados en conflicto. Lo anterior es
importante puesto que, en algunos escenarios,
se les ha sacado de contexto o incluso se les ha
tomado por derechos subjetivos lo cual no era el
propósito del autor. En palabras del mismo Joinet:
Estas directrices no son normas jurídicas
en sentido estricto, sino principios rectores
cuyo objetivo es servir de guía en las
políticas de reconciliación para que se trate
de compromisos fuertes y duraderos.
B. Reparación de las víctimas por graves
violaciones a los derechos humanos
Como ya se había mencionado, hay un trabajo
paralelo al de Joinet en el seno de Naciones
16
Unidas, el del relator theo van Boven, que se
dedica precisamente al tema de la reparación
por graves violaciones a los derechos
humanos5. Es muy importante mencionar
aquí que este relator reconoce expresamente
que en algunos puntos del diseño de este
estudio tomó como referencia el proyecto de
codificación de la responsabilidad internacional
de los Estados por el hecho internacionalmente
ilícito de la Comisión de Derecho Internacional
de Naciones Unidas6.
5
6
theo van Boven. “Estudio relativo al derecho de
restitución, indemnización y rehabilitación a las
víctimas de violaciones flagrantes de los derechos
humanos y las libertades fundamentales”,
Subcomisión de prevención de la discriminación y
protección de las minorías. Comisión de Derechos
Humanos
–ecoSoc–, 1993, 1996 y 1997; posteriormente esta
relatoría fue asumida por BaSSiouni en 1999-2000,
y luego por Salinas en 2003, 2004 y 2005, hasta
un estudio final adoptado por la Asamblea General
de Naciones Unidas en la Resolución onu AG Res.
60/147 del 16 de diciembre de 2005.
“[…] 47. La Comisión de Derecho Internacional en
el proseguimiento de su labor sobre el tema de la
responsabilidad del Estado ha recibido ahora de
su Comité de Redacción los textos aprobados en
primera lectura por este Comité relativos a varios
artículos de la parte ii del proyecto de artículos que
son particularmente pertinentes para el presente
estudio […] No obstante, aunque se han redactado
con fin diferente, estos artículos contienen elementos
que son también sumamente pertinentes en el
contexto del presente estudio. Vale la pena destacar
theo van Boven enuncia aquellos conceptos
que considera deben estar contenidos en la
reparación a las víctimas por violaciones graves
a los derechos humanos, los cuales se traducen
en restitución, indemnización, rehabilitación,
satisfacción y medidas de no repetición, y acceso
a un recurso efectivo. A diferencia de Joinet, este
relator no separa la reparación en dos aspectos
(individual y colectivo), ya que para él la reparación
es una sola, sin identificar qué medidas se
destinan a las víctimas y cuáles a la colectividad.
Someramente, para van Boven estas
características de la reparación implican:
1. Restitución. Es decir, el restablecimiento
de la situación en la que se hallaba la víctima
antes de la violación a sus derechos (libertad,
algunos de esos elementos. 48. Primeramente, la
necesidad de que cese el comportamiento ilícito
cuando éste tiene un carácter permanente y el
derecho de la parte lesionada a obtener garantías de
que el acto ilícito no se repetirá (arts. 6 y 10 bis). En
segundo lugar, la reparación plena puede adoptar
la forma de restitución en especie, indemnización,
satisfacción y seguridades y garantías de no
repetición” (cursiva fuera de texto) theo van
Boven. “Estudio relativo al derecho de restitución,
indemnización y rehabilitación a las víctimas de
violaciones flagrantes de los derechos humanos
y las libertades fundamentales”, en Comisión
Colombiana de Juristas. Principios internacionales
sobre impunidad y reparaciones. Compilación de
documentos de la Organización de las Naciones
Unidas (onu), Bogotá, Comisión Colombiana de
Juristas, 2007, pp. 253 y 254.
17
ciudadanía, residencia, empleo, bienes, etc.).
En este aspecto no debe perderse de vista la
interpretación que la Corte Interamericana le dio a
este principio en la sentencia del 19 de noviembre
de 2012, en el caso González y otras (“Campo
algodonero”) vs. México, donde se habló del
concepto de reparaciones transformadoras, el
cual parte de la base de que la restitución así
entendida puede resultar revictimizante si la
situación en la que se encontraban las víctimas
antes de la violación ya era de por sí violatoria de
los derechos humanos, caso en el cual surge la
necesidad de ordenar medidas que “transformen”
esa situación.
2. Indemnización. O sea, la valoración
pecuniaria de los daños resultantes de la
violación: daños físicos o mentales; dolor y
sufrimiento; pérdida de oportunidad; pérdida
de ingresos y capacidad para ganarse la vida;
gastos médicos y otros gastos razonables
para la rehabilitación; daños a los bienes o
comercios; daños a la reputación o dignidad, y
gastos y honorarios.
3. Rehabilitación. Atención a las
víctimas en los servicios jurídicos, médicos y
psicológicos a que haya lugar, así como en
la adopción de medidas para restablecer su
dignidad.
4. Satisfacción y medidas de no repetición.
La satisfacción significa la cesación de las
violaciones existentes, la revelación completa
y pública de la verdad, un fallo en favor de
la víctima, una disculpa con reconocimiento
público de los hechos, el enjuiciamiento de las
personas a quienes se considere responsables,
la celebración de conmemoraciones y
homenajes, etc.; por su parte, las medidas
de no repetición consisten en el sometimiento
de las autoridades a un control efectivo, la
limitación de las competencias de los tribunales
militares, el refuerzo de la independencia del
poder judicial, etc.
5. Recurso judicial efectivo. Es decir, un
recurso de orden disciplinario, administrativo,
civil y penal, accesible sin trabas procesales
y difundido a la sociedad (publicidad), que
permita una moderación de la prescripción
(suspensión en aquellos casos en que
no fue posible acudir a la justicia), cuyo
material probatorio puede ser valorado con
cierta flexibilidad por la escasez de pruebas
otorgando total validez al testimonio de las
víctimas en contraste con los peritajes, donde
los declarantes deben ser protegidos de futuras
retaliaciones, con una ejecución expedita de
las condenas y efectivos procedimientos de
supervisión de las mismas.
El modelo de theo van Boven es un modelo
independiente de las directrices trazadas por
Joinet (es decir, no son complementarios so
pena de algunas contradicciones y repeticiones
innecesarias); así, la Asamblea General de
la onu expidió la Resolución 60/140 del 21
de marzo de 2005, referida a los principios y
directrices básicos sobre los derechos de las
víctimas de violaciones manifiestas de derechos
18
humanos y violación al dih. En esta resolución
se habla de verdad, justicia y reparación,
conceptos de Joinet, pero en materia de
reparación opta por el modelo de van Boven.
Al analizar con detenimiento las obligaciones
identificadas en esta resolución se pueden
encontrar claras contradicciones, para lo cual me
remito a la lectura estricta de dicho acto.
C. Modelo de reparación como
consecuencia de la responsabilidad
internacional de los Estados
La Resolución n.º 56/83 de 2001, sobre la
responsabilidad internacional de los Estados por
el Hecho Internacionalmente Ilícito, promulgada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
comenzó a ser desarrollada desde 1956 en el
seno de la Comisión de Derecho Internacional.
Esta resolución afirma que la
responsabilidad internacional de un Estado nace
al configurarse el hecho ilícito internacional,
el cual se define como el comportamiento
atribuible a un Estado, de acuerdo con el
Derecho internacional, consistente en una
acción u omisión que implique el incumplimiento
de una obligación asumida por tal Estado. De
esta forma, los elementos de la responsabilidad
internacional así entendida, son: i. Un hecho
constitutivo de incumplimiento de una obligación
internacional, y ii. Que dicho comportamiento
pueda ser atribuido al Estado obligado, de
acuerdo con el Derecho internacional.
En cuanto al primer elemento, se trata
de un hecho objetivo, palpable, que en nada
involucra la voluntad del Estado, sino que
surge de la comprobación en la realidad de
un incumplimiento. Dice el artículo 12 de la
Resolución que hay violación de una obligación
internacional por un Estado cuando un hecho
de aquel no está en conformidad con lo que de
él exige esa obligación, sin importar sea cuál
sea el origen o la naturaleza de la obligación.
Respecto del segundo elemento, es decir,
que se trate de un comportamiento atribuible a
un Estado con base en el Derecho internacional,
la resolución en mención establece una serie
de reglas bastante precisas para determinar
esta imputación y que se refieren, en general a:
i. Que los actos sean cometidos directamente
por los órganos del Estado en cuestión (es decir,
por cualquiera de las ramas del poder público y
los órganos dependientes e independientes de
estas, sin importar el grado de descentralización
que exista y el nivel de jerarquía de que se trate);
ii. Los actos que se verifiquen por fuera de sus
órganos pero con autorización expresa o tácita
de estos, incluso si se trata de actos realizados
por dependencias de otros Estados o de
organizaciones internacionales, y iii. Los actos
de órganos del Estado aun cuando excedan
u omitan sus propias funciones o contraríen la
reglamentación interna de los mismos.
La segunda parte de esta Resolución
fija unas reglas claras respecto de lo que
debe ordenar un juez a la hora de declarar la
19
responsabilidad de un Estado por la comisión
de un hecho internacionalmente ilícito. Todo
lo cual, a mi modo de ver, es proporcional,
respetuoso de la soberanía y dignidad de
los Estados, y consulta los principios de la
reparación integral.
En efecto, la declaratoria de
responsabilidad internacional por el juez
supone cuatro deberes que van más allá de la
reparación: i. La obligación de continuar con el
cumplimiento de las obligaciones incumplidas,
si ello es físicamente posible (art. 29); ii. La
obligación de ponerle fin al hecho que causó
el incumplimiento y ofrecer seguridades y
garantías adecuadas de no repetición, si
las circunstancias lo exigen (art. 30); iii. La
obligación de reparar íntegramente el perjuicio
causado, el cual comprende todo daño, tanto
material como moral, causado y que se pueda
traducir en una restitución, en un indemnización
o en una satisfacción de los perjuicios, de
forma escalonada (art. 31), y iv. La obligación
de pagar los intereses que se pudieron haber
causado, si el contenido de la obligación es de
naturaleza monetaria
Vale la pena detenerse en el concepto
de reparación que propone la resolución, el
cual comprende tres conceptos distintos pero
complementarios entre sí: 1. La restitución, que
implica que el Estado responsable está obligado
a restablecer la situación que existía antes de la
comisión del hecho ilícito, siempre, y en la medida
en que esa restitución: a. No sea materialmente
imposible, y b. No entrañe una carga totalmente
desproporcionada con relación al beneficio
que derivaría de la indemnización en vez de la
restitución (art. 35); 2. La indemnización, que
supone que el Estado responsable está obligado
a indemnizar (pagar el valor pecuniario) del daño
causado por ese hecho, en la medida en que
dicho daño no sea reparado por la restitución, y
que cubra todo daño susceptible de valoración
económica (art. 36), y 3. La satisfacción,
que supone satisfacer el perjuicio causado
por el hecho ilícito, en la medida en que ese
perjuicio no haya podido ser reparado mediante
restitución o indemnización, y que puede
consistir en un reconocimiento de la violación,
una expresión de pesar, una disculpa formal
o cualquier otra modalidad adecuada que no
sea desproporcionada con relación al perjuicio,
aunque esta no puede adoptar una forma
humillante para el Estado responsable (art. 37).
Podemos ver hasta aquí cómo el derecho
internacional tiene varias respuestas a la
pregunta de la reparación, y en todas ellas es
posible apreciar la forma en que se aborda
el tema de la “reparación simbólica” o la
“satisfacción” con un sentido distinto y con
finalidades especiales. Sin duda, en cada uno
de estos modelos el arte puede ser un gran
compañero que contribuya a brindarle a la
víctima una efectiva y completa reparación.
Independientemente del modelo de que se
trate, el arte puede jugar un papel vital para
conseguir lo que en general podría definirse
20
como la restitución de la dignidad humana de
las víctimas.
Intervenciones entre ponentes
y asistentes a través de preguntas,
comentarios o impresiones
Intervención 1: “No necesariamente la
reparación es la que ordena el juez, hay formas
sociales de reparar, no solo por medio de las
sentencias”.
Intervención 2: “No tenemos un modelo
claro de reparación. Aunque existe el modelo
de la reparación escalonada, solo hay medidas
de satisfacción, si aún queda algo por reparar,
es decir, después de haber restituido e
indemnizado”.
Intervención 3: “Es necesario abrir el
espectro de la propuesta: cómo y dónde
podemos abarcar un espacio cotidiano y no
solo jurídico”.
Intervención 4: “En ocasiones, sin la decisión
de las cortes no podríamos usar el arte como
forma de reparar; por ejemplo, ‘El Ojo que
Llora’, en Perú, donde los movimientos más
conservadores no lo querían, porque implicaba
una reconciliación con Sendero Luminoso. Si
no hay obligación y participación del Estado, no
habrá tal reparación”.
Intervención 5: “Si bien hay formas de
reparación colectiva o social, el tema que
contemplamos es el Estado y el arte: ¿qué debe
hacer el Estado ante una reparación simbólica?,
¿cómo se debe satisfacer la reparación cuando
es el Estado el que debe garantizarla? No nos
referimos a cómo repara la comunidad, sino a
cómo lo deben hacer el Derecho, las Cortes y el
Estado. Tenemos así dos posibilidades: cómo
repara el Estado, y cómo lo hacen los Estados,
los artistas, y las víctimas, lo cual implica
estudiar el aspecto estético, a las víctimas y su
dolor, y al Estado”.
Intervención 6: “En cuanto a la reparación a
las víctimas de violaciones a derechos humanos
por medio del arte, podríamos preguntarnos:
¿cómo lo hace el Estado, cómo lo hacen las
víctimas y cómo lo hacen los artistas?, ¿cuál
es el papel del arte en el tema de la reparación
por violación a los derechos humanos?; y con
respecto a las relaciones entre el símbolo y la
justicia, ¿de qué forma se genera un símbolo?,
¿cómo se puede generar un símbolo?, ¿cómo
el símbolo entra en contacto con la comunidad
para reparar?, ¿cómo el símbolo genera
justicia? Esto me parece clave para determinar
si efectivamente el arte tiene un efecto en la
justicia, preguntándonos si tales símbolos
efectivamente reparan”.
Bogotá
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
21 de mayo de 2013
21
Conversatorio n.º 2
Exposición n.º 2
¿Qué es un símbolo? ¿Cómo se genera
un símbolo? ¿Quién crea los símbolos?
¿Sirven los símbolos para hacer justicia?
Alejandro Burgos*
Primera parte
El concepto de reparación simbólica es un
término ambiguo, poco claro, por lo cual es
posible que responda al estatuto del arte en la
contemporaneidad. De ahí que es necesario
preguntarse: ¿qué es un símbolo?, ¿qué es una
obra de arte?
*
Teórico del Arte. Subdirector de Divulgación de los
valores del Patrimonio Cultural del Instituto Distrital
de Patrimonio Cultural de Bogotá.
Una vez establecidos los parámetros de
identificación de una obra de arte, como una
suerte de maquina simbólica, el concepto de
símbolo y arte aparecen ligados: no se puede
hablar de símbolo sin preguntar por el arte, y
viceversa.
Intentar responder estas preguntas puede
llevar a encontrar la relación entre la obra de
arte y la posibilidad de reparación frente a
graves violaciones a los derechos humanos,
toda vez que la reparación simbólica es un
tercer nivel, puesto que no es suficiente con la
indemnización, la rehabilitación y la restitución.
ariStóteleS, en Ética a Nicómaco,
determina que hay dos tipos de objetos para
la sensibilidad, los únicos dos objetos que la
sensibilidad percibe en la realidad:
1. Objetos pragmáticos (sillas, mesas, ruedas,
etc.): son objetos cuya forma responde a su propio
uso, un objeto que se cierra en sí mismo.
2. Objetos poiéticos (obras de arte o
símbolos): son objetos que significan algo más
de lo que representan en sí mismos, algo más
de lo que son, que no cierran su significado
en sí mismos. Gran parte de los objetos de la
naturaleza son objetos de carácter poiético.
Para continuar con el orden de la
exposición, a manera de introducción citaremos
una conversación entre maría elvira eScallón,
artista visual y gonzalo Sánchez historiador,
quienes a través de su diálogo analizan la obra
de maría elvira titulada “Desde adentro”, a raíz
del atentado que tuvo lugar en el club El Nogal.
22
Extraeremos de este diálogo partes e
ideas textuales importantes para nuestro tema.
gonzalo Sánchez introduce un tema
relevante: la imagen. Sugiere que el texto
no describe todo el dolor de las tragedias
cotidianas, y que por ello es necesario recurrir a
la imagen y al lenguaje artístico.
Los objetos poiéticos tienen un lenguaje
específico, es el lenguaje de las imágenes, que
a su vez es el lenguaje propio del ser humano, el
cual no necesita aprender durante su vida puesto
que nace con él. Así, aunque el lenguaje verbal se
aprende, las imágenes vienen incorporadas en el
ser. El lenguaje verbal se desarrolla con el tiempo,
por ello se debe esperar un lapso determinado
para completar el sentido de una frase verbal.
Pero el lenguaje de las imágenes trae en sí mismo
el sentido: no se requiere del tiempo, porque
todos sus elementos tienen significado. Puede
ocurrir que no se interprete correctamente la
imagen, pero, a diferencia del lenguaje oral, ella
algo sugiere o transmite.
Así, Sánchez se refiere a lo que ariStóteleS
llama poiético, es decir, lo que se expresa por
medio de las imágenes, lo que es comprendido
por cualquier ser humano: una imagen la
entiende cualquiera porque está incorporada
como un lenguaje propio del ser humano.
Es a partir de la configuración de imágenes
semejantes que el lenguaje humano se
estructura componiendo la realidad.
Lo que caracteriza a la obra de arte es
aquello que un número significativo de individuos
de una comunidad reconoce como arte, aquello
que no puede prescindir de ser común.
Como ejemplo de lo anterior es posible
pensar que para la comunidad indígena existen
ciertos objetos poiéticos que para nuestra
cultura pueden tener otro significado, ser
objetos pragmáticos, puesto que no tenemos el
mismo sentido común respecto a la distinción
entre objetos pragmáticos y poiéticos.
Allí donde existe una observación de
imágenes significativas comunes para todas
las personas de un determinado entorno
podremos reconocer una comunidad.
Como, por ejemplo, las obras de arte, que
fundamentan la posibilidad de constituir un
sentido común, y por lo tanto una comunidad.
Recurrir a la imagen es una necesidad.
Sánchez distingue entre aquello que se
consideraba una obra de arte y lo que hoy
se expone como obra de arte y opone una
característica fundamental que las distingue:
la obra de arte clásica tiene vocación
de permanencia, mientras que las obras
contemporáneas son fugaces.
Una vez fijado el lenguaje de las obras
de arte, que es el lenguaje de las imágenes,
aquello que interesa no es el objeto artístico
sino lo que produce en la sensibilidad del sujeto
que lo observa.
La única distinción entre una obra de arte
clásica y una obra de arte contemporánea es
el hecho de que, en la contemporaneidad, a la
sensibilidad le es difícil identificar los objetos de
23
carácter poiético; se deberá, entonces, reflexionar
acerca de la sensibilidad contemporánea y no
sobre los objetos hipotéticamente artísticos. Así,
la reflexión deberá ocurrir en torno a la sensibilidad
en relación con los objetos hipotéticamente
poiéticos, y esto debido a que en la época clásica
no existía ninguna distinción entre objetos poiéticos
y objetos pragmáticos, puesto que esa distinción
era propia de la sensibilidad griega, medieval y del
renacimiento. La sensibilidad contemporánea ha
perdido la capacidad de identificar serenamente
las obras de carácter poiético y, por lo tanto, debe
establecer mecanismos o coordenadas que le
permitan retomar la sensibilidad frente a la obra de
arte para llegar a comprenderla.
La reparación simbólica tiene que ver con
la sensibilidad contemporánea, con el sentido
común de la sociedad, no con el objeto en
sí. Lo importante es que el objeto genere una
imagen, y esa imagen tendrá un carácter
artístico si permanece en la sensibilidad. El
objeto poiético es una máquina que produce
imágenes que hacen de la sensibilidad una
sensibilidad común.
El problema de las obras de arte en la
contemporaneidad es que ya no es posible
lograr esa comunidad, ese sentido común
en la identificación de los objetos de carácter
poiético, porque las imágenes no dan un
sentido común. Es un problema de sensibilidad
contemporáneo, mas no es la muerte del arte.
Hay una obra que explica la historia del
arte contemporáneo. Al llegar a su destino,
luego de hacer un viaje a pie desde Francia
hasta Alemania, heinrich heine escribió un
poema donde expresó cómo durante el viaje
verificó físicamente que los dioses se habían
exiliado; es decir, recorrió la obra divina (la
naturaleza) y constató que lo que siempre
había caracterizado a la obra de arte era que
se trataba de una creación de Dios, era el
retrato de su creación divina (los artistas tienen
inspiración divina).
El poeta expresó que los dioses ya no
estaban porque se había perdido el sentido de
todo, el horizonte del sentido del mundo donde
los objetos de la naturaleza se habían vuelto
pragmáticos, donde no significaban nada más
que sí mismos, y que el ser humano no podía ir
más allá de los objetos pragmáticos.
Entonces, cuando llegó a su pueblo natal
escribió la primera poesía de su periodo de
locura; enloqueció pues la responsabilidad de
darle un horizonte de sentido a la experiencia
humana ya no es de los dioses, sino que
pertenece al ser humano. Es decir aquellas
personas que ahora se auto-reconocen
como artistas asumen la responsabilidad de
establecer hipotéticos horizontes de sentido,
los cuales deben pasar por una verificación
de la comunidad. Los objetos poiéticos son
hipotéticos, y al pasar por la comunidad se
determina si tienen horizonte de sentido o no,
si tienen sentido común o no.
Lo que actualmente produce en la
comunidad una obra de duchamp es lo mismo
24
que produce una obra de carácter clásico.
Lo que se transforma es la sensibilidad que
produce la obra de arte.
Segunda parte
Soñábamos durante las noches feroces,
sueños densos y violentos, soñábamos con
alma y cuerpo: volver, comer, cantar.
primo levi
Este judío, que fue entregado a la Gestapo en
febrero de 1944 en cumplimiento de las leyes
raciales de Benito muSSolini, cuenta en sus
relatos de los campos de concentración cómo
temía a la noche porque no lograba no soñar,
es decir no lograba dejar de generar imágenes
o hipótesis de sentido común.
La esencia de la reparación simbólica es la
imposibilidad (en el horror) de dejar de producir
imágenes, y cómo esas imágenes generan la
necesidad de contar, de hacer común lo que
en principio es individual, de hacer común la
injusticia. Existe una necesidad pragmática de
volver a casa y la necesidad poiética de contar.
La obra de arte responde a la necesidad
intrínseca del lenguaje de las imágenes, que
necesariamente debe ser común.
El horror que sentía primo levi era no poder
dejar de producir imágenes. Su drama, al igual que
el de muchos como él, era el sueño, lo onírico, el
sueño del relato del que no es escuchado.
Así, a partir de ese relato es posible
entrelazar la obra de arte y la reparación
simbólica, aunque estos dos ámbitos adolecen
de la misma dificultad: la cultura contemporánea
es un ámbito donde la sensibilidad no puede
identificar los objetos de carácter poiético. El
problema no es la obra de arte, el problema es
cómo esa obra constituye la sensibilidad común.
Y ahí es posible reflexionar sobre las
obras de arte en la contemporaneidad: de qué
manera la sensibilidad contemporánea llega al
sentido común, pues en el momento en que la
obra de arte genera sentido común repara.
Intervenciones entre ponentes
y asistentes a través de preguntas,
comentarios o impresiones
Intervención 1: “Quisiera preguntar, entonces
¿cuántas obras de arte son necesarias para
reparar?, ¿cuántos objetos poiéticos es necesario
generar para reparar?, ¿por qué un juez ordena
elaborar obras de arte?, ¿cómo lo ordena?”
Intervención 2: “A mí me surgen las
siguientes inquietudes: ¿Qué se transmite? ¿Qué
se cuenta? ¿Qué sentido común queremos
generar? Se podría pensar que lo que se quiere
contar es el horror. Ahora bien, en relación con
los contextos, ¿cómo diferenciar las reparaciones
según el contexto?, ¿quienes narran o cuentan
ese sentido: los artistas o las víctimas? Son las
víctimas quienes tienen la posibilidad de expresar
en qué ámbitos deben ser reparadas, por eso
25
en un proceso de reparación es fundamental el
papel de las víctimas. En este ‘diálogo’ debe estar
presente el sujeto, la víctima a quien se quiere
reparar. Y esto con el propósito de no reafirmar
estereotipos o no revictimizar. No se debe olvidar
que el uso del arte como lenguaje de la memoria,
como forma de crear un sentido, es un proceso
que no solo ha sido ejecutado por artistas, sino
también por las organizaciones de víctimas”.
Intervención 3: “¿Quién propone ese
sentido común y desde dónde se produce?
El Estado ordena hacer una obra de arte que
no le dice nada a las víctimas, solo al artista:
es simplemente un contrato entre el artista y
el Estado. Así, muchos programas estatales
revictimizan a las víctimas, pues la reparación
es un proceso colectivo que no puede ser
definido por el Estado porque lo común es una
construcción colectiva. El Estado solo es un
instrumento, pero no es colectivo”.
Intervención 4: “La obra de arte es la
posibilidad de sentido común. ¿Qué tengo
de común en las violaciones de derechos
humanos, si no me afecta directamente?
Por eso es necesaria la obra de arte, porque
conforma esa máquina de sentido. Si no
reconozco que algo de lo que pasó me
interesa, no hay reparación, se rompe el
sentido común. El sentido común debe
permanecer y para ello se requiere construirlo”.
Intervención 5: “Quisiera mencionar mi
experiencia contando que en el Catatumbo
y Montes de María se hizo una galería de
la memoria, pero no tradicional, sino algo
simbólico. En Chengue, Ovejas, querían
presentar un vídeo de la masacre en la galería
simbólica, pero por fin se logró llegar a un
acuerdo para no volver las cosas más trágicas.
Al principio de estas experiencias se presentan
dificultades por el temor generalizado en ciertas
regiones afectadas por el flagelo de la violencia,
donde las personas temen hacer memoria.
Así mismo, hay una dignidad de las víctimas
que debe ser reconocida, el colectivo que nos
interesa es la sociedad colombiana. Es un
diálogo de las víctimas y el resto de Colombia.
Las discusiones no eran en torno a hacer
un arte que represente simbólicamente la
realidad sino establecer mecanismos que
acerquen a la nación y el conflicto. Invitar a la
sociedad a que escuche lo que no quiere o lo
que no le han permitido escuchar. Porque todo
el horror y la violencia se han banalizado”.
Intervención 6: “Lo que yo veo en ese
sentido es que las obras ordenadas por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos
son ineficientes, y las sociedades de las
víctimas son las que reparan con sus obras.
Por ejemplo, en El Placer (Putumayo),
donde se pretendía hacer un monumento, los
funcionarios de la alcaldía entendieron este
proceso como una obra más de planeación, le
restaron el carácter simbólico o de reparación
al mismo, ya que para ellos era un contrato
estatal más. En este caso no se trabajó con las
víctimas. Pero lo que se quiere, a través de las
26
organizaciones civiles, es trabajar efectivamente
con las mujeres víctimas en El Placer.
El papel del Estado es facilitar, promover,
identificar y financiar; el Estado tiene la
obligación de reparar, pero facilitando el diálogo
entre víctimas, académicos y jueces”.
Intervención 7: “Pienso que el objetivo
del Estado en sí mismo no es reparar, sino
facilitar la reparación. Son los sujetos quienes
logran reparar. A veces se nos olvida que la
reparación es subjetiva y solo puede pasar por
la experiencia de cada uno”.
Intervención 8: “También hay un daño
social que debe estar ligado a la construcción
de sentido, pues hasta ahora la reparación solo
se basa en el dinero, que cumple un papel en lo
precario. Pero el Estado no puede venderle solo
eso a las víctimas. Se debe romper esa lógica del
sentido común de la sobrevivencia pues no es
posible pasar por encima de la realidad. El Estado
quiere imponer una realidad que no es, y por ello
hay que reconocer el daño social. El Estado tiene
una obligación de reparar por medio de la justicia,
acabando con la impunidad”.
Intervención 9: “La obra de arte tiene un
potencial reparador, pero no es a priori. La obra
de arte en la contemporaneidad es un proceso
en el cual se va verificando el diálogo; se trata
de reconocer que el símbolo parte de una
comunidad, que puede trabajarse de muchas
formas. El arte sí repara porque tiene que ver
con lo poiético. Ejemplo de ello es lo que hace
la artista doriS Salcedo”.
Intervención 10: “El punto clave está en la
metodología, porque si bien no puedo tener todo
de una sola vez, sí puedo planear el proceso.
¿Cuál es el papel de las víctimas? ¿Solo insumos
de testimonios? ¿O es importante también
tenerlos como parte del proceso? ¿Tenemos que
tener a las víctimas en cuenta en los procesos
de reparación? Recordemos que las víctimas y
su comunidad también adelantan procesos de
reparación. Además, no nos podemos quedar
con la reparación en las víctimas: es fundamental
el diálogo con la sociedad”.
Intervención 11: “Pienso que cabe
preguntarse: ¿cuántas dimensiones hay?,
¿cuántos sentidos comunes hay? El reto es
cómo vincular las diferentes dimensiones con
muchos actores.
Intervención 12: “Es necesario el diálogo
de las víctimas con la sociedad. La satisfacción
no es tan viable, pero es importante romper el
silencio de las víctimas, sentir que participan y
que son escuchadas. Hay una lucha entre las
creencias, el sentido común, etc”.
Intervención 13: “Pienso que en definitiva
la reparación simbólica es una comunicación
con la sociedad, no solo con la víctima”.
Intervención 14: “También habría
que preguntarse: ¿cuál es el papel de los
victimarios en todo este proceso?”.
Bogotá
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
Junio 18 de 2013
27
Conversatorio n.º 3
Exposición n.º 3
Memoria obstinada
Francisco Bustamante*
Desde la Asociación minga y la Fundación
Manuel Cepeda hemos venido desarrollando,
desde mediados de los años noventa, varias
iniciativas para tratar de poner en movimiento
“la memoria”, es decir, circularla, activarla
y buscar la relación entre las víctimas y la
sociedad.
Hace muchos años, cuando estudié
artes, me interrogué acerca de mi papel en la
sociedad, y esto me llevó a tomar la decisión
de no quedarme encerrado en un estudio:
*
Artista y defensor de Derechos Humanos, ong
Minga.
debía salir, ver qué pasaba afuera y enfrentarme
a la realidad de mi país. Era una tensión entre
la sensibilidad estética y la sensibilidad social;
finalmente ganó esta última.
Mostraré, en esta breve exposición, mi
experiencia como defensor de derechos humanos
y artista, un trabajo que está marcado por la
tragedia.
Empecé acompañando los procesos de
“Los Palmeros”, de San Alberto del Cesar,
a finales de los años setenta, junto con el
poeta “Chucho” peña, que venía huyendo de
Medellín y había llegado a Bucaramanga, y
otros artistas. A JeSúS lo asesinaron en 1984, y
los artistas que en ese entonces estábamos en
Santander tuvimos que irnos de la zona.
Las primeras iniciativas de memoria
buscaban rescatar el rostro de las víctimas.
El caso del “Colectivo 82” fue pionero en la
movilización de las víctimas y surgió tras el
asesinato de unos jóvenes de la Universidad
Nacional: nos reunimos con sus familiares y,
junto con el Padre Javier giraldo, desde la recién
creada organización de familiares de detenidos
desaparecidos, Asfaddes, empezamos a hacer
las galerías de la memoria en relación con la
desaparición forzada.
Igualmente, a finales de los años ochenta
se desarrolló con el Padre Javier giraldo el
primer “Tribunal Permanente de los Pueblos”,
donde por primera vez se realizó una muestra
fotográfica de las víctimas que empezaban a
ser visibilizadas e identificadas. Este tribunal era
28
una herramienta de justicia alternativa y, ante la
falta de una justicia que realmente garantizara
a las víctimas el derecho a la justicia en su
lucha contra la impunidad, se convirtió en el
mecanismo propio de los movimientos sociales.
Entre 1994 y 1996 trabajé, junto
con la Fundación Manuel Cepeda y otras
organizaciones de derechos humanos, en el
proyecto “Nunca más”, donde las víctimas
exigían verdad, justicia y reparación. Fue un
proyecto perseguido y señalado, el cual buscó,
mediante la documentación de casos, dar a
conocer la realidad de las víctimas de crímenes
de Estado. Lo importante allí era indagar sobre
una verdad que querían ocultar, identificando
casos para exigir justicia y reparación, para hacer
visible lo que sucedía en Colombia. La forma más
clara fue por medio de los rostros de víctimas,
desconocidos hasta el momento.
Hicimos varias instalaciones en las calles
y construimos, por medio de fotografías,
con ejercicios no tan planos, grandes formas
geométricas tapizadas de infinidad de fotos.
Luego vinieron las actividades plásticas,
como el performance sobre la desaparición
forzada en el edificio de Avianca, donde se
reunieron infinidad de cartas que llegaban de
varias partes del mundo, preguntando por
los desaparecidos y relatando los asesinatos
indiscriminados de líderes y campesinos.
Luego, en 1996, realicé una instalación
llamada “Cajas de resonancia”. Eran cajas de
colores con los rostros de los desaparecidos,
víctimas no solo de Colombia sino de varias
partes del mundo. Las cajas se llenaban
de semillas y se volvían sonoras y en las
movilizaciones, eran vistas y oídas. Fueron
apoyadas por Amnistía Internacional para
la visita del Secretario Internacional de esta
organización, pierre Sane, a Colombia
Posteriormente se promovió el modelo
alternativo del “Tribunal Internacional de Opinión”,
que recreaba la metodología del tribunal
instaurado en Núremberg, y que pretendía
escuchar tanto a las víctimas como a la
institucionalidad. Allí participaron también fiscales,
defensores, y un jurado, representados en figuras
de rango democrático internacional y que al final
pronunciaban una sentencia simbólica.
Este Tribunal se instauró en
Barrancabermeja pues allí, en mayo de 1998,
se produjo una masacre y la desaparición
de veinticinco personas, en su mayoría
jóvenes habitantes de los barrios populares
de esa ciudad. Los familiares usaban como
símbolo unos ataúdes blancos abiertos, que
se reflejaron en el afiche que diseñé para
el Tribunal. Lo simbólico de los ataúdes
blancos sin tapa generó algunas dificultades
interpretativas, pues para algunas familias
el hecho de que se utilizaran ataúdes para
conmemorar las desapariciones era los dar por
muertos a los desaparecidos.
Para las décadas de 1996 y 1997
Colombia sumaba 800.000 desplazados. Así,
en 1996 realizamos con jóvenes desplazados
29
de Bucaramanga un taller gráfico que se llamó
“Trochas”; varios compañeros del proyecto
fueron detenidos y señalados de rebelión,
aunque posteriormente fueron declarados
inocentes. La intención era desarticular cualquier
apoyo a los desplazados, pues para la época
era considerado un asunto subversivo. Fue una
lástima no poder continuar con el proyecto,
porque había generado muchas expectativas en
las víctimas de esta región y tenía garantizado el
apoyo internacional.
Realizamos luego, en 1997, en el
Planetario Distrital, una performance con la
fundación Manuel Cepeda, como homenaje
a tres defensores de derechos humanos
asesinados: alirio pedraza, héctor gómez y
Javier Barriga. La performance presentaba sus
fotografías y una serie de objetos dentro de
bloques de hielo que se iban derritiendo en el
transcurso del día.
En la plaza Luis Carlos Galán Sarmiento,
en Bucaramanga, realicé un trabajo llamado
“450 dibujos para defender la tutela”. Durante el
día hacía dibujos mientras la gente conversaba
conmigo sobre lo que conocían o sabían de la
acción de tutela. Esto fue el 10 de febrero de 1997.
Posteriormente nació “Caminos cruzados”,
un trabajo que se realizó en el Eje Ambiental
de Bogotá, cuando El Espectador y El Tiempo
quedaban en la calle 13. La idea era unir por
medio de un camino de palomitas de plástico
los dos edificios sede de los diarios con el
fin de representar el frágil camino de la paz.
Paradójicamente los transeúntes que pasaban
tumbaban las palomitas y era necesario volver a
empezar; al final de la jornada no se pudo llegar
al destino porque el camino de la paz había sido
destruido una y otra vez.
En los años noventa acompañamos la
exposición “Arte y Violencia”, en el Museo
de Arte Moderno de Bogotá: el curador fue
amenazado y tuvo que salir del país. Hicimos
entonces una instalación paralela llamada “Lo
claro de lo oscuro”, a la cual asistieron álvaro
uriBe y rito aleJo del río; la exposición estuvo
a punto de ser levantada por el fuerte nivel de
amenazas.
Después, el 10 de diciembre de 1998,
hicimos un concierto conmemorando los
50 años de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Convocamos a
40.000 espectadores, y varios artistas de
rock colombiano nos apoyaron, y entre cada
presentación íbamos haciendo pedagogía sobre
los Derechos Humanos.
Luego estuvimos acompañando la
inauguración, en 1997, de la escultura donada
por el maestro edgar negret a la fundación
Manuel Cepeda en homenaje a este activista,
periodista, escritor y senador de la república,
asesinado por el ejército colombiano. Esta
escultura representa una dimensión simbólica
sobre la cosmovisión de los indígenas paeces
del Cauca, sobre la memoria y el conocimiento.
Buscamos, entonces, que la “Galería de
la memoria” fuera un espacio más grande y
30
más fuerte, con presencia de organizaciones
internacionales, y que sus imágenes estuvieran
ligadas a una serie de reflexiones políticas;
así, el 8 marzo de 1999 se realizó, junto con la
“Asamblea Permanente de Mujeres por la Paz”,
una galería sobre mujeres víctimas en la Plaza
de Bolívar.
Diseñamos, a finales de 1999, desde la
Fundación Manuel Cepeda, una galería sobre
la situación de violencia y la agresión contra el
movimiento social, que mostraba y explicaba
quienes eran las víctimas y en qué contexto
habían sido asesinadas.
Llevamos la galería a las sesiones de la
Comisión de Naciones Unidas, en Ginebra,
Suiza, con el fin de contarle al mundo qué era
Colombia, dónde estaba y la violencia que
había vivido, empezando con la Masacre de las
Bananeras, la toma del palacio de justicia y el
genocidio de la UP. Finalmente, se divulgaron
los casos de sindicalistas, líderes indígenas,
campesinos y defensores de derechos
humanos asesinados. Finalmente se hizo un
balance de la situación colombiana a finales
de los años noventa: desaparición forzada,
desplazamiento, violaciones al Derecho
Internacional Humanitario, exclusión social,
limpieza social.
El “Bus de la Memoria”, un proyecto
financiado por la agencia inglesa Christian
Aids, intentaba crear un museo rodante para
reconstruir la memoria; al efecto se compró un
bus usado que primero recorriera Bogotá y luego
fuera por todo el país, cosa que nunca sucedió
pues, para el año 2000, el plan paramilitar era
una realidad con fuerte presencia nacional.
Estuvimos inicialmente en la Plaza de Bolívar
de Bogotá donde hicimos comparsas de la
memoria; luego fuimos a la Universidad Nacional
y visitamos varios colegios donde empezamos
a trabajar incluso la memoria individual de los
niños y jóvenes. No pudimos continuar con el
proyecto porque la Fundación Manuel Cepeda,
por amenazas, tuvo que abandonar el país.
Retomar el trabajo sobre la pedagogía
de la memoria no fue nada fácil. Cuando
regresaron de su exilio los miembros de
la Fundación Cepeda nos planteamos lo
que patricio guzmán en Chile denominaba
“la memoria obstinada”: nacieron así dos
galerías de la memoria. La primera, llamada
“Recuérdame”, surgió entre 2008 y 2010 sobre
Putumayo y San Onofre e intentaba mostrar
el impacto del Plan Colombia y sus efectos
en el incremento de la violencia en el país. Al
respecto hicimos un trabajo con las víctimas,
nos relacionamos con ellas, realizamos
talleres de acompañamiento psicosocial con
dramaturgia, recorridos y trabajo de campo, de
donde finalmente surgió una galería con piezas
interactivas, esculturas y videos.
La otra galería nació entre 2011 y 2012 y
hoy está recorriendo varias localidades en la
ciudad de Bogotá; se denomina “Somos Tierra”
y es un trabajo realizado con las víctimas de
Montes de María y el Catatumbo, por medio
31
del cual intentamos visibilizar el despojo de
tierras, la destrucción de los proyectos de vida
de las comunidades y las organizaciones, pero
sobre todo, donde planteamos la necesidad
de promover un diálogo entre las víctimas y los
diversos sectores sociales.
La galería también denuncia, entre otras
cosas, la masacre de la familia Ascanio en el
Catatumbo, donde el ejército mató a ocho
de sus integrantes. También muestra cómo el
Catatumbo, después de ser un territorio de gran
vocación agrícola, pasó a ser una extensión con
innumerables sembrados de coca.
Para cerrar quiero compartir el hecho de
que, a raíz de la reparación simbólica ordenada
por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos tras condenar al Estado por el
bombardeo a Santo Domingo, la sentencia
dice muy poco: decreta que debe realizarse un
evento en el municipio en que ocurrieron los
hechos, donde el Gobierno y la Fuerza Aérea
colombiana ofrezcan disculpas, y que se debe
construir allí mismo un “objeto simbólico”; sin
embargo, en la sentencia no se especifica
cómo debe ser dicho objeto, por lo que, en
consecuencia, nada se ha hecho, y ni siquiera
existe un proceso de diálogo con las víctimas
para entender qué se debe hacer.
Exposición n.º 4
Prácticas artísticas de intervención
del espacio público y reparación simbólica
Alejandra Gaviria*
Tenemos varios temas a tratar: de una parte,
las iniciativas de reparación simbólica en un
contexto de conflicto; de otra, los diálogos
entre memoria y arte, y por último, las
intervenciones en lo público. Para abrir dicho
diálogo propongo partir del conocimiento y
análisis de la definición de reparación simbólica
que utiliza nuestra legislación.
Según el artículo 8.º de la Ley 975 de
2005, retomado por los artículos 41 de la
Ley 1592 de 2012 y 141 del Capítulo ix,
denominado “Medidas de satisfacción de la Ley
1448 de 2011 (Ley de Víctimas y Restitución de
tierras)” la reparación simbólica se define así:
Artículo 141. Reparación simbólica. Se
entiende como reparación simbólica
toda prestación realizada a favor de las
víctimas o de la comunidad en general
que tienda a asegurar la preservación de
la memoria histórica, la no repetición de
los hechos victimizantes, la aceptación
Muchas gracias
*
Historiadora y realizadora audiovisual.
Coordinadora del área “Arte, Espacio Público
y Memoria” del Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación de Bogotá.
32
pública de los hechos, el perdón público
y el restablecimiento de la dignidad de las
víctimas.
Esta definición pareciera partir de un
contexto en el cual hay un claro consenso
sobre lo sucedido en un momento histórico
determinado que ha dejado como resultado
gran cantidad de víctimas, las cuales serían
legítimamente sujetos de reparación. Ahora
bien, lo que manifiesta la ley –en el día a día de
un país en conflicto, en la cotidianidad de una
sociedad que no ha llegado a un consenso
sobre lo sucedido ni sobre quienes son las
víctimas y quienes los responsables– es objeto
de constante disputa; es decir, estamos
hablando de conceptos tales como “reparación
simbólica”, “memoria” y “víctimas” en un
contexto de conflicto de larga duración que en
la actualidad no se ha superado y que, por lo
tanto, reflejan las distintas relaciones de poder
que atraviesan dicho conflicto planteando
varios retos.
El primero es que cuando en Colombia se
desarrollan procesos de reparación simbólica,
la mayoría de las veces, las víctimas no buscan
que se repare “algo” que sucedió en el pasado,
sino sobre todo que cambie su situación en el
presente. En ese sentido, desde el Centro de
Memoria, Paz y Reconciliación los “trabajos de
la memoria” no están relacionados solamente
con una situación sucedida en el pasado sino
que, sobre todo, buscan la conexión de esa
situación del pasado con el presente; así, se
propone que los ejercicios de memoria, en un
país en contexto de conflicto como Colombia,
tengan una función que vaya más allá de una
simple acción contemplativa del pasado, que
aporten a la transformación de las situaciones,
buscando no sólo la comprensión y la sanción
social de un hecho ocurrido en el pasado sino,
además, que este deje de suceder.
El segundo reto que se presenta cuando
se habla de reparación simbólica en Colombia
es que, aunque la legislación, la regulación
y la intervención estatal frente al tema es
relativamente nueva, desde hace más de una
década existen trabajos e iniciativas de las
organizaciones de víctimas y de derechos
humanos que buscan articular las iniciativas
de reparación simbólica del Estado (como
resultado de fallos, sentencias y leyes) con las
iniciativas existentes y desarrolladas desde
las organizaciones, los familiares y los grupos
ciudadanos. Si las iniciativas institucionales
desconocen las decisiones locales ya
existentes, o se desarrollan sin integrarlas en
su proceso, no estarán cumpliendo con sus
objetivos pues dichas iniciativas, antes que
dignificar, reconstruir los lazos rotos y aportar a
la construcción de memoria histórica, estarán
una vez más imponiendo una memoria,
desconociendo las construcciones, los
sentidos y las visiones de los sujetos de dicha
reparación, con lo cual, muy seguramente,
33
las acciones de dicha reparación no serán
apropiadas por la sociedad.
Teniendo en cuenta las acciones
desarrolladas desde la ciudadanía y desde
las iniciativas locales realizadas antes de la
promulgación de la Ley de Victimas, como
es el caso del Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación, y las impulsadas desde el
Estado a través de sus leyes o fallos, podemos
decir que el espacio público ha sido la arena
donde se vienen adelantando muchas de las
acciones de reparación simbólica. Es por ello
que el Centro considera que “La reparación
simbólica comprende la realización de actos
u obras de alcance o repercusión pública
dirigidas a la construcción y recuperación de
la memoria histórica, el reconocimiento de la
dignidad de las víctimas y la reconstrucción del
tejido social”1.
Siguiendo con la tipología sobre lugares
de memoria propuesta por Schindel, podemos
observar que tales acciones de memoria se
dividen, según el espacio, en:
1. Sitios testimoniales.
2. Monumentos y memoriales.
3. Marcas territoriales descentralizadas
y/o performativas de la memoria en el espacio
público.
1. Sitios testimoniales. Son aquellos sitios
donde ocurrieron los hechos que en sí mismos
guardan o conservan las huellas de ese pasado
1
Artículo 170 del Decreto 4800 de 2011.
que es necesario recordar; por ejemplo, en
Alemania se recuperaron los campos de
concentración y trabajo forzado del nazismo;
a su vez, en Argentina la eSma, o en Chile Villa
Grimaldi, que eran campos de detención
ilegal y tortura, lograron ser conservados y
adecuados como lugares de acceso público
para reflexionar sobre las dictaduras gracias
a la labor de las organizaciones de derechos
humanos. Colombia, por el hecho de no haber
vivido claramente un período de excepción, y
debido a que el conflicto se ha desarrollado en
medio de un “régimen democrático”, y a que
el país continúa en un contexto de conflicto de
larga duración, no ha sido posible encontrar,
recuperar, conservar y disponer esos lugares
como espacios de la memoria, pues para
ello se requiere un fuerte compromiso tanto
institucional como estatal. Un ejemplo es el
Cantón Norte de Bogotá, señalado por testigos
durante mucho tiempo como un centro de
detención ilegal y de torturas, que parece estar
lejos de las medidas, relacionadas con el deber
de reparar la memoria de los pueblos o con
la reparación simbólica, que lo consideren un
espacio de memoria, pedagogía y reflexión.
2. Monumentos y memoriales. Este
medio o forma de materializar la “memoria” ha
sido muy discutido debido a que en algunos
conflictos, como el colombiano, el tipo clásico
de monumento muestra en forma estática
aquello que aún no ha concluido. No existe
un discurso final y terminado ni, por ejemplo,
34
una Comisión de la Verdad que proponga un
metarrelato de lo sucedido como sociedad
durante el conflicto.
Los anti-monumentos son una forma
de responder, evidenciando el conflicto y
los problemas, pues para muchos la forma
de invisibilizar un suceso es levantarle un
monumento. Las Madres de la Plaza de Mayo
en Argentina se oponen a los monumentos
pues consideran que estos “fosilizan” y
“entierran” el pensamiento y las ideas de sus
hijos e hijas, la mayoría aún desaparecidos.
Ellas prefieren sitios que posibiliten el
intercambio y el conocimiento, no solo del
pasado, sino de apuestas para el presente
y el futuro; es por eso que, para establecer
medidas de reparación simbólica, han buscado
lugares como los cafés, las librerías y las
universidades.
El monumento es un objeto de disputa
que no necesariamente cumple las funciones
de reparación simbólica, especialmente en
Colombia. Por ejemplo, actualmente hay 779
monumentos en el espacio público en Bogotá,
veinticinco de los cuales están relacionados
con las víctimas, la gran mayoría destinados
a militares y políticos. Además, al igual que
los sitios testimoniales, la recuperación de
los monumentos es una iniciativa de gran
valor y envergadura que requiere el apoyo
y el compromiso del Estado, por lo cual ha
sido poco desarrollada por las organizaciones
ciudadanas.
Existen iniciativas de monumentos
construidos en contextos de conflicto que han
cumplido un papel fundamentalmente polémico:
El ojo que llora, memorial ubicado en Lima en
el año 2005, ha generado discusiones entre
víctimas y Estado, y además ha sido agredido
en varias oportunidades. En Colombia es posible
observar muchos monumentos erigidos en
memoria de líderes de izquierda que han sido
constantemente agredidos, como es el caso
del busto de Jaime pardo leal. Pero, aun más:
los monumentos han sido utilizados también
como forma de imponer y demostrar el poder
de muchos de los “vencedores”, para lo cual
basta con nombrar, por ejemplo, el polémico
“Monumento a la Paz”, ubicado en 1999 en
Montería, y sobre el cual Carlos Castaño dijo en
su libro Mi confesión que era un reconocimiento
a lo que sus hombres habían hecho en Córdoba
y en el norte de Colombia, un monumento que
“invita al ciudadano a convertirse en paramilitar”;
o con recordar la acción a través de la cual un
grupo de paramilitares de las Autodefensas
Unidas de Colombia –auc– puso una placa en
un parque de Barrancabermeja nombrándolo el
Parque Fidel Castaño.
3. Marcas territoriales descentralizadas.
Aquí se parte de la idea de que los lugares
no solo se marcan por objetos o por las
intervenciones materiales, sino también por
las acciones y las relaciones que en ellos
se desarrollan, proponiendo el cuerpo de
las personas como el mayor elemento a ser
35
intervenido y a ser utilizado como medio de
difusión y de memoria.
La intención de estas prácticas es la
transformación del espacio físico de tránsito
cotidiano en lugares cargados de significado
para la memoria, buscando interpelar a los
transeúntes, consiguiendo así la reflexión y la
participación. Estas intervenciones transitorias
requieren poca articulación con el Estado y
proponen la “memoria” desde una perspectiva
benjaminiana, es decir, más que un relato lineal
y coherente, buscan un “relámpago de luz
intensa” que por lo general dura muy poco,
pero que justamente con su corta duración
puede implicar y dar sentido a muchas cosas.
Esta ha sido la forma de intervención
más usada por las organizaciones sociales,
ya que requiere pocos recursos, casi ningún
permiso y puede ser autogestionada. Se
trata, entre otros, de puestas en escena, tales
como galerías de la memoria en las calles,
performance, conciertos, elaboración de
murales alusivos al tema .
Tales acciones, desarrolladas en el espacio
público por organizaciones de víctimas y de
derechos humanos, cumplen varios de los
objetivos de la reparación simbólica en el
sentido de que buscan dignificar y devolverles
el “buen nombre” a muchas de las víctimas que
fueron vulneradas bajo argumentos que partían
de tergiversar quienes eran y sus acciones;
buscan también conmemorar para que la
sociedad no olvide sus historias, y denunciar
a los responsables y el estado de impunidad
en que se encuentran los casos; además,
su objetivo es aportar a la construcción de la
memoria histórica del país y a su debate.
La tipificación es útil para constatar que
no todas las obras de reparación simbólica
“funcionan” en todos los contextos, ni
cumplen los mismos objetivos. Pero, por
último, y a manera de conclusión, en relación
con la intervenciones del espacio público a
través de prácticas artísticas como forma de
reparación simbólica, me parece importante
recalcar que, aunque las intervenciones en el
espacio público, así como la memoria, son por
naturaleza de carácter ambiguo, con diversos
sentidos y significados en constante cambio
en su relación con quien las interlocuta, no se
puede perder de vista, sea cual sea el tipo de
intervención que se desarrolle, la función y el
objetivo de reparación simbólica a partir del
cual se despliegan: “Estrechar el margen de
mentiras y justificaciones que pueden existir
dentro de una sociedad”. Esto quiere decir que
la reparación simbólica solo tiene sentido si la
sociedad logra reconocer y reflexionar en torno
a lo sucedido a las víctimas, a las causas, las
responsabilidades y los victimarios. Para ello
pueden ser de gran ayuda algunas premisas
que he recogido de distintos procesos de
reparación simbólica a través de lugares de
memoria en Latinoamérica:
1. Es fundamental la participación de
las víctimas en el desarrollo del proceso: en
36
la definición, la planeación, así como en el
proceso de construcción de la obra; el símbolo
debe vincular a las víctimas porque, de lo
contrario, puede revictimizarlas.
2. Para que sea una verdadera reparación
debe estar garantizada y provenir del Estado
(las víctimas no se pueden reparar a sí mismas).
Esto no significa que el Estado deba ser quien
defina el contenido de la acción, o que el Estado
utilice los lugares de memoria o las obras de
reparación simbólica como justificación de
los hechos. El apoyo del Estado debe estar
encaminado a esclarecer los hechos, aceptar la
responsabilidad en lo ocurrido, pedir disculpas
públicas a las víctimas, y apoyar las iniciativas
de reparación simbólica. Asimismo, debe correr
con los gastos económicos de la propuesta
y garantizar su concreción. La participación
del Estado es importante puesto que los
ejercicios de reparación simbólica deben ser
transformadores y aportar un cambio en la
relación de poder entre víctimas y Estado,
dejando claro el apoyo, la solidaridad y la
dignificación por parte de toda la sociedad y
del Estado. La reparación simbólica solo tiene
sentido si se da una transformación radical en
la forma como es tratada la víctima por parte el
Estado en todos los escenarios y no solo en el
momento o en el día de la conmemoración.
3. La acción debe condenar, implícita
o explícitamente, al victimario y los hechos:
no debe dejar un manto de duda sobre lo
repudiable de los hechos y estar lo más cerca
posible de la verdad y de las víctimas; es decir,
debe estar lejos de la justificación de los actos
y las vulneraciones.
4. La reparación tiene que devolver la
dignidad, dando a conocer las personas
sobre las cuales recae, más allá del rotulo de
víctimas; así mismo, no puede quedarse solo
en la representación del dolor y el horror, sino
que debe incluir las razones por las que se
ejercieron los actos victimizantes.
5. La acción de reparación debe invitar
a una socialización de la experiencia de
las víctimas con la sociedad en general,
confrontando el rechazo, pues la víctima no
puede quedarse sola con su historia, sino que
su historia debe volverse parte de la memoria
colectiva. Se debe buscar, asimismo, que
la sociedad sienta como suyo lo sucedido,
evitando el fenómeno de extrañés y rechazo. Por
lo tanto, toda acción de reparación simbólica
debe ser pensada a partir de estrategias de
socialización, diálogo y reflexión.
6. La reparación simbólica es un proceso,
y en ese sentido lo reparador no puede ser
entendido solo como el acto, el evento o la
inauguración, sino como todo el proceso de
gestión y construcción de la propuesta, así
como lo que suceda posteriormente alrededor
de la misma.
37
Exposición n.º 5
La Fundación Manuel Cepeda, una
experiencia artística, simbólica y
psicosocial
Claudia Girón*
Más que objetos artísticos, es importante
determinar cómo actúan los símbolos en
las diferentes comunidades que conforman
el conjunto de la sociedad. Así, desde la
Fundación Manuel Cepeda, se ha intentado
hablar de la “memoria” en un país donde el
pasado todavía no es pasado, desde una
puesta estética y partiendo de la experiencia
del sujeto, que es, en últimas, una experiencia
intersubjetiva.
Desde una perspectiva psicológica, los
psicólogos definen el correlato psicosocial de la
guerra como todo aquel conjunto de patrones
de pensamiento y conducta, a nivel individual
o colectivo, que se vuelven naturales en una
sociedad, como mecanismos adaptativos a
situaciones donde la gente no ve otras formas
de reaccionar o de actuar.
El correlato psicosocial de la guerra hace
que se definan subjetividades determinadas,
las cuales tienen que ver con la forma como
se representa la realidad, y el sentido en que
se lee. Por eso, las nociones de justicia o
*
Psicóloga y defensora de Derechos Humanos.
Directora de la Fundación Manuel Cepeda Vargas.
injusticia, víctima y victimario son ambiguas y
dificultan un consenso ético en una sociedad
profundamente fragmentada y polarizada como
la colombiana.
Desde desarrollos disciplinares como
la victimología, se determina la forma como
son percibidas las víctimas en contextos
transicionales y no transicionales, y, así mismo,
se establece que las maneras en que dichas
sociedades asumen la normatividad penal
depende de sus particularidades históricas,
socioculturales y ético-políticas; es decir, a la
hora de hablar de lo normativo en el marco
de la justicia transicional, la aproximación a
las normas por parte de los distintos tipos de
sociedades es diferente.
En Colombia, y en muchos países donde
el Estado es débil en términos de garantías,
se presenta un fenómeno directamente
proporcional en cuanto a la debilidad moral del
sentido de la ciudadanía; es decir, en cuanto
a la apropiación de las normas y de la cultura
política por parte de los ciudadanos. En este
sentido, puede decirse que en sociedades
donde los Estados son débiles para garantizar
los derechos, las personas cumplen las normas
más por temor a la sanción externa, esto es,
más por el temor a las consecuencias de tipo
penal o moral que conlleva el incumplimiento
de las mismas, que por la interiorización de las
normas de acuerdo a los valores intrínsecos.
Desde esta óptica, en sociedades como la
colombiana pesa mucho más “el qué dirán” si la
38
persona es sancionada por el incumplimiento de
determinada norma, que la conciencia genuina
acerca del sentido que tiene el hecho de
cumplirla en aras del bien común… En Colombia
la gente se fija más en la imagen externa, en las
apariencias, que en la realidad interna.
Desde la victimología se han realizado
estudios que permiten concluir que el dolor
de la víctimas es percibido con empatía, en
relación con situaciones donde la víctimas son
vulnerables frente a situaciones que comportan
catástrofes naturales. La gente en general siente
empatía frente a dichas situaciones en tanto
todos nos sentimos vulnerables frente a las
fuerzas de la naturaleza, que, en buena parte,
no controlamos. Pero cuando el daño es infligido
por un tercero, dependiendo de la situación y del
lugar de legitimidad que ocupen los victimarios,
puede generar resentimiento y rechazo, frente a
las víctimas.
Esto nos lleva a hablar del daño
transgeneracional, el cual incluye el daño en sí
mismo, las dificultades para elaborar el duelo, y
todas las dinámicas que es necesario construir
para transitar a otra realidad. Pero la transición
no depende de cosas externas, ni tampoco
parte de la negación de la realidad, y esto es
importante para afrontar los desafíos a la hora
de hablar de reparación simbólica.
En un país donde lo simbólico se ha
convertido en cinismo y no en un medio
para migrar a otra realidad, vale la pena
preguntarse qué significa lo transicional, ya
que al no encontrar un sustrato simbólico nada
de todo lo establecido sirve. Y aquí, desde
el punto de vista psicológico, lo cognitivo y
comportamental juegan un papel importante,
ya que se relacionan con esa huella que la
guerra ha dejado y con la imposibilidad de
comunicar experiencias que, aunque todos
ven, no pueden determinar lo ocurrido como
sociedad.
¿Cuál es la transcendencia que tiene
para una sociedad marcada por la violencia
y las violaciones de Derechos Humanos la
vinculación de las producciones artísticas y
sus colectivos con los hechos políticos? ¿Qué
se le exige al arte en tal sentido? ¿Cómo y en
qué forma se expresa el control del uso del
espacio público y del patrimonial simbólico?
¿Qué mecanismos pueden desplegarse en
el espacio público por parte de la sociedad
civil para evitar la impunidad y el olvido en
el terreno de lo simbólico? ¿Cuáles son los
actores de mediación cultural que podrían
contribuir para que la recuperación histórica
del pasado genere cambios significativos en la
reconfiguración de las relaciones sociales en
el presente y hacia el futuro? ¿Cómo generar
una memoria colectiva que vaya más allá de la
puesta en escena de la denuncia del drama,
del dolor, teniendo en cuenta que muchos de
esos acontecimientos del pasado se siguen
repitiendo en el presente?
Lo psicológico no solo remite a lo
terapéutico, sino también, y además, al sentido
39
que se le imprime al quehacer al ponerlo en
diálogo con la soledad.
¿Cómo desentrañar, en medio del
conflicto, memorias enterradas? Y esto
para entender la trayectoria histórica de la
victimización.
Hay muchos discursos que invisibilizan
a la víctima: cuando todas las víctimas tienen
derecho a que se les reconozca y que la
sociedad tome una posición al respecto, es
necesario sacar insumos de “la memoria del
dolor”, factores de imaginación política y moral,
para construir un país distinto, desde lo diverso
y no desde lo partidista.
Nuestro desafío desde lo psicológico
consiste en determinar qué hace que se desidentifique al otro como semejante, desentrañar
todos los problemas de deshumanización y
destrucción del otro produciendo un tejido
social fragmentado, el cual tiene que ver con
los discursos y la forma en que se lo presenta;
es decir, desarraigo, exclusión y marginalidad
de las relaciones cuando decido no hablar con
el otro.
El enfoque diferencial se construye desde
arriba, y para hablar de reparación simbólica,
para determinar las prioridades, qué se puede
reparar y qué es irreparable, se debe entender
que lo simbólico no es un fin en sí mismo.
Cuando los movimientos de víctimas de
crímenes de Estado reclaman verdad, justicia
y reparación, no lo hacen como enemigos
del Estado, sino que exigen que el Estado
cumpla con el deber de investigar, esclarecer
y reconocer, y que la sociedad reconozca que
eso está mal hecho, que no todo vale.
La aproximación a la violencia dentro de
nuestro entorno no ha sido la apropiada, ya que
lo que realmente produce es una incapacidad de
sorprender y de reaccionar de forma colectiva
ante la injusticia. Entonces, desde lo psicológico
es necesario pensar en los efectos sociales
en relación con el tema de la destrucción
y afectación al patrimonio cultural de las
comunidades afectadas.
¿Cómo generamos una mirada desde
el daño transgeneracional, una posibilidad
estética para decir cosas que tengan
contenido?
Las iniciativas de los artistas no tienen
repercusiones significativas en el ámbito colectivo
colombiano, a pesar de que parten de la
necesidad de participar en la construcción de
nuevos modos de enunciación de la realidad
que permitan dar cuenta, no solo de las causas
estructurales del conflicto social que perpetúa
las situaciones de vulneración de los derechos
humanos, sino de las posibles salidas a
problemáticas que se derivan de esta situación
estructural.
Los lenguajes producidos por las elites
artísticas e intelectuales para nombrar el
conflicto no se basan, generalmente, en
un conocimiento amplio de las dinámicas
relaciónales, sociales y políticas en las cuales
se reproduce la violencia en los diferentes
40
contextos del ámbito nacional y local. En esta
medida, las iniciativas de carácter simbólico, y
las propuestas estéticas, están desarticuladas
de las estructuras organizativas subyacentes
a los procesos históricos de resistencia civil de
los movimientos sociales que, en razón de su
función potencialmente transformadora, son
marginados y estigmatizados; ejemplo de ello es
que ningún artista de renombre quería participar
en un evento de la Fundación Manuel Cepeda.
No existen mecanismos para que haya una
reacción colectiva significante, y las propuestas
artísticas no serán suficientes si se piensa más
en el resultado que en el proceso.
Intervenciones entre ponentes
y asistentes a través de preguntas,
comentarios o impresiones
Intervención 1: “Deberíamos realizar un
conversatorio donde también se trate el tema
de distinción de género, porque estamos
hablando de grupos especiales y específicos,
como lo son las mamás, las viudas, las
esposas y las hijas del conflicto, así como la
violencia sexual, etc”.
Intervención 2: “Pienso que nos hemos
dado cuenta de que las obras que produce
un artista o un colectivo de víctimas y las que
ordena el Estado son muy diferentes entre
sí. Es importante contar su historia para que
trascienda y tenga resonancia en la sociedad,
y es ahí donde los medios de comunicación
son importantes siempre y cuando sean bien
manejados.
Como defensor de Derechos Humanos, lo
que más me ha afectado en los últimos años es la
comercialización de las obras de arte que hablan
del conflicto colombiano, porque la corriente
principal de las artes es terriblemente banal”.
Intervención 3: “La obra de arte pasó por
un juicio de gusto, me gusta o no me gusta.
¿En qué momento el juicio a la hora de apreciar
una obra de arte se vuelve un juicio ético? Es
decir, produce indignación y comienza a ser un
principio de organización del mundo. Ya no se
puede prescindir de ese principio ético”.
Bogotá
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
Junio 25 de 2013
41
Conversatorio n.º 4
Exposición n.º 6
El arte en la Sala de Justicia y Paz
del Tribunal Superior de Bogotá
Uldi Jiménez*
Me place participar en el conversatorio
“Derechos culturales: Derecho, arte y cultura”
auspiciado por el Grupo de Investigación del
Departamento de Derecho Constitucional
de la Universidad Externado de Colombia,
con el fin de tratar un tema tan actual e
importante como es el proceso de justicia
y paz, y el arte como medio de reparación
simbólica a las víctimas de violación de los
*
Abogada y Magistrada de Justicia y Paz en
Colombia. Tribunal Superior de Bogotá.
Derechos Humanos. El intercambio de ideas es
fundamental, especialmente porque se puede
acceder a las opiniones de quienes dominan
áreas del conocimiento distintas del derecho y
las ciencias jurídicas, aspecto que contribuye
con el desarrollo del proceso, particularmente
de la reparación, como uno de sus pilares, y
propender por el cumplimiento de su cometido
a través de mecanismos simbólicos de
reparación.
Los procesos adelantados bajo los
lineamientos de la Ley 975 de 2005 han
despertado la sensibilidad de los artistas,
situación que no puede ser desaprovechada,
puesto que ellos cuentan con la virtud de
transmitir, por intermedio de sus obras un
mensaje de fácil asimilación que contribuye
con la erradicación de la violencia y evita que
historias tan dolorosas como las que se ventilan
dentro de las actuaciones judiciales vuelvan a
repetirse.
En primera instancia, es importante
tener en cuenta que la Sala de Justicia y Paz
del Tribunal Superior de Bogotá, de la cual
formo parte, se encuentra en funcionamiento
desde el año 2006, y su existencia es fruto
de la Ley 975 de 2005. Inicialmente estaba
conformada por un magistrado con función de
control de garantías y tres de conocimiento;
adicionalmente, había cuatro magistrados
con función de control de garantías: dos en
Medellín y dos en Barranquilla. Actualmente
existen tres Salas de Justicia y Paz: una en
42
Bogotá, con dos magistrados con función de
control de garantías y cuatro de conocimiento;
una en Barranquilla y otra en Medellín, cada
una de ellas con un magistrado con función de
control de garantías y tres de conocimiento. Así
mismo, en la ciudad de Bucaramanga hay una
magistrada con función de control de garantías.
El segundo aspecto que merece especial
atención dentro del presente conversatorio está
relacionado con el siguiente interrogante: ¿Qué
ofrece la Ley de Justicia y Paz?
Para responder a esta pregunta, es
importante hacer claridad en que la Ley de
Justicia y Paz es un instrumento de justicia
transicional que tiene como finalidad regular
“… lo concerniente a la investigación,
procesamiento, sanción y beneficios judiciales
de las personas vinculadas a grupos armados
organizados al margen de la ley, como autores
o partícipes de hechos delictivos cometidos
durante y con ocasión de la pertenencia a esos
grupos, que hubieren decidido desmovilizarse
y contribuir decisivamente a la reconciliación
nacional”1, mediante la suspensión de actos de
violencia que han desarrollado en el territorio
nacional durante más de veinte años.
A cambio, la Ley 975 de 2005 ofrece
un beneficio consistente en suspender la
ejecución de la pena ordinaria determinada
en la sentencia, y transformarla en una pena
alternativa concedida por la contribución
del beneficiario a la consecución de la paz
nacional, la colaboración con la justicia, la
reparación a las víctimas y su adecuada
resocialización2.
Aunado a lo anterior, la Corte
Constitucional, en la Sentencia C-370 de
2006, además de declarar la constitucionalidad
de la Ley 975 de 2005, hizo una explicación
detallada del proceso de Justicia y Paz,
y señaló las obligaciones de quienes
voluntariamente decidan desmovilizarse
para ser postulados a sus beneficios, de las
autoridades involucradas y de la sociedad en
general, todo ello con el fin último de alcanzar
la paz y la reconciliación nacionales.
El tercer aspecto está relacionado con el
trámite de la actuación, el cual se inicia con la
desmovilización, que se constituye en requisito
para acceder a los beneficios consagrados en
el marco jurídico antes mencionado, y continúa
con la postulación a la Ley 975 de 2005 y el
consecuente envío de la actuación a la Fiscalía
General de la Nación. Con ello finaliza la etapa
administrativa del proceso. Frente a este punto
es importante resaltar que, gracias a la Ley de
Justicia y Paz, más de 30.000 personas han
optado por la dejación de las armas.
Finalizadas las gestiones del Gobierno,
la Fiscalía asume el conocimiento de la
1
2
Artículo 2.º de la Ley 975 de 2005.
Artículo 3.º de la Ley 975 de 2005
43
actuación3 y procede a recibir versión libre
y confesión a los miembros de los grupos
armados organizados al margen de la ley,
cuyos nombres hayan sido sometidos a su
consideración, con la finalidad de construir
la verdad de lo ocurrido en cada una de las
regiones del país donde se hayan presentado
fenómenos de violencia motivados por el
accionar de los grupos ilegales. Realmente,
lo que busca cada una de estas audiencias
es motivar a los administradores de justicia
y a quienes tienen contacto directo con el
desarrollo del proceso a que, más que un
deber legal, este sea entendido como una
obligación moral para con la sociedad y el país.
La indiferencia que cada miembro de
la sociedad ha mostrado ante los diferentes
fenómenos de violencia contribuyó con su
materialización. Si en su momento cada ciudadano
se hubiese preocupado por las noticias que los
diferentes medios de comunicación presentaban
sobre muertes, masacres, desapariciones,
reclutamiento de menores, violencia sexual,
participación de la mujer en la guerra, entre otros,
hoy no habría que juzgar conductas punibles
como las que se han puesto en evidencia dentro
del proceso de Justicia y Paz.
Las audiencias adelantadas dentro del
trámite de cada proceso han sacado a la luz
pública graves violaciones a los Derechos
3
Artículo 16 de la Ley 975 de 2005, modificado por
el artículo 12 de la Ley 1592 de 2012.
Humanos cometidas en las personas más
vulnerables por sus condiciones de pobreza,
marginalidad, falta de educación y condiciones
de género: ser niños o mujeres, etc.
Un cuarto aspecto indica que, más allá
del número de sentencias proferidas por la
Sala hasta este momento –doce en total–,
lo importante es la verdad que cada una de
ellas refleja. Aspectos como el origen de los
grupos de autodefensa, las formas como
se diseminaron por el territorio nacional, su
modo de operar en las diferentes regiones,
los controles sociales impuestos (dado que
regulaban desde la forma de vestir hasta los
procesos judiciales), las formas de distribución
de los ingresos e incluso la determinación
sobre la vida de las personas, se pudieron
visualizar gracias a las audiencias gestadas
dentro del proceso de Justicia y Paz.
Aunado a lo anterior, se pudo establecer
que el fenómeno de las autodefensas fue
auspiciado, motivado, auxiliado e impulsado
por las autoridades legalmente constituidas.
Es preocupante ver cómo las instituciones del
Estado han estado al servicio de los grupos
de autodefensa que operan en las diferentes
regiones del país, y que temas como la justicia,
la salud y la educación no son considerados
por y para la gente, situación que ha generado
desconfianza hacia las instituciones posibilitando
que la sociedad se margine de las mismas
puesto que existe un cabal conocimiento de esa
relación con las autodefensas.
44
En quinto lugar se debe destacar la verdad
obtenida pues esta ha contribuido a que las
víctimas conozcan no solo las circunstancias de
tiempo, modo y lugar en que se desarrollaron
los hechos, sino para que puedan ubicar los
restos de sus familiares gracias a un proceso
de identificación. ¿Cuántos desaparecidos
tiene Colombia? ¿Cuántos son atribuidos a
las autodefensas? Estos interrogantes se han
logrado responder gracias a las audiencias y al
testimonio de los desmovilizados.
Un sexto punto tiene que ver con el tema
de reparación, que en términos de la Ley 975
de 2005 debe ser integral. Hay dificultades en
materia de indemnización porque al iniciar este
proceso jamás se alcanzó a dimensionar la
cantidad de víctimas: actualmente continúan
apareciendo. De hecho, en la primera sentencia
que profirió la Sala de Justicia y Paz del Tribunal
Superior de Bogotá4 se hizo un análisis del
presupuesto necesario para indemnizar los
daños materiales y morales causados a las
víctimas, y con fundamento en ello se concluyó
que para lograr dicho objetivo, en derecho,
el Estado tendría que dedicar el presupuesto
nacional durante varios años.
En el curso de las audiencias no se
alcanza a dimensionar todo el daño que se le
ha causado a la víctima, pues en ocasiones el
4
Radicado 110016000253200680077 contra Edwar
Cobos Télles y Uber Enrique Banquez Martínez,
comandante del Bloque Montes de María y Fernet
Canal del Dique, respectivamente.
perjuicio derivado de la muerte del familiar o su
desaparición resulta inferior al calvario que ha
tenido que padecer, y por ello ninguna suma de
dinero alcanza para compensarla.
Aunado a lo anterior, la Ley 1592 de 2012
reformó la Ley 975 de 2005 y, en torno a la
reparación, dispuso que la misma debe realizarse
con fundamento en los criterios establecidos en
la Ley 1448 de 2011, de acuerdo a los montos
señalados por el Decreto 4800 del mismo
año, lo que en la práctica se traduce en un
desplazamiento de la competencia de la Sala de
Justicia y Paz en materia de reparación, hacia una
autoridad administrativa.
Pese a lo anterior, y teniendo en cuenta la
gravedad de las conductas desarrolladas por
los grupos de autodefensa, se ha empezado a
trabajar en temas de restitución y rehabilitación,
pues la gente ha debido padecer un drama
generado por los problemas psicológicos
causados, motivo por el cual se ha convertido
en prioridad la solución de los problemas
generados en este campo, así como la
reparación simbólica.
Para llegar a ello lo primero que se debe
hacer dentro de una sentencia es contextualizar
la llegada de los grupos organizados al
margen de la ley a las diferentes zonas del
país, y determinar la forma como empezaron
a ejercitar el dominio mediante el desarrollo de
acciones generadoras de miedo y terror con
el fin de adelantar actividades encaminadas a
desplazar las labores propias del Estado.
45
Asociado con lo anterior, se debe enmarcar
la política del grupo y contrastarla con los
actos de violencia desarrollados, con el fin de
establecer una relación de causalidad entre
aquella y éstos, y concluir que las muertes
de guerrilleros, auxiliadores, simpatizantes,
militantes de los partidos de izquierda,
sindicalistas, defensores de derechos humanos,
profesores y organizaciones femeninas se
adecuan a los fines propuestos.
En los casos de desaparición forzada, es
importante hacer claridad en que pueden estar
motivados por dos razones: para generar más
terror en la población, y para evitar problemas
a los comandantes de la fuerza pública quienes
se ven afectados ante el incremento de
homicidios en sus jurisdicciones, por esta razón
solicitaban no dejar muertos en la zona.
El reclutamiento es otro flagelo
preocupante. Los postulados a la Ley de
Justicia y Paz cuentan, en el trámite de
las audiencias, su historia de vida en las
autodefensas, y la forma como fueron
reclutados cuando eran niños.
¿Quién devuelve la infancia perdida?
¿Cómo se indemniza efectivamente un daño de
este tipo?
Para responder a estos interrogantes, la
Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior
de Bogotá ha ordenado algunas reparaciones
simbólicas, tomando como elemento orientador
las sentencias de la Corte Interamericana. No
obstante, jamás se ha realizado un análisis
con el fin de establecer si la reparación
simbólica cumple con todos los estándares y
finalidades perseguidas. No se ha estudiado si
en lugar de reparar se está haciendo apología
a la violencia. Este es un tema que no se ha
agotado plenamente.
Lo que se busca con la reparación
simbólica es recordar y exaltar determinada
situación, y que no se repita, para llegar al
objetivo final que es la reconciliación nacional.
¿Cómo se puede llegar por medio del arte
a la reconciliación en esta clase de procesos?
¿Cómo puede la reparación simbólica evitar a
través de este medio la revictimización? ¿Cómo
se logra efectivamente dignificar a las víctimas
sin hacer apología a la violencia?
La sentencia proferida en contra de Edwar
Cobos Téllez y Uber Enrique Banquez Martínez,
con ocasión de los hechos ocurridos en el
corregimiento de Mampuján del Municipio de
María La Baja, dispuso la construcción de
un monumento a cargo de los victimarios,
diseño que fue aprobado por las víctimas,
personas de campo, integrantes de una
comunidad sin mayor preparación. Por su
parte, los postulados o victimarios, desean
que sus nombres aparezcan en una placa,
argumentando que efectivamente fueron ellos
quienes donaron el monumento. ¿Qué se está
privilegiando en este caso, lo que quieren las
víctimas o los postulados?
Es importante para la judicatura determinar
si el arte, como medio para reparar a las
46
víctimas de graves violaciones de los derechos
humanos, puede ser imparcial, en el sentido de
no afectar derechos de terceros, de la sociedad
y de las mismas víctimas.
De igual manera, se debe tener en cuenta
que el arte no llega a todas las personas, ya
que puede convertirse en una muestra elitista
pues en los procesos de justicia y paz las
víctimas son personas humildes, del común
y, por tanto, necesitan medidas de reparación
a las que puedan acceder fácilmente, razón
por la cual surge otro interrogante: ¿cómo se
puede llegar, a través del arte, tradicionalmente
elitista, a esta clase de personas y a la
sociedad en general, para cumplir con la
finalidad de reparar desde el punto de vista
simbólico?
Estas serían algunas de las inquietudes
que alimentarían el debate, para que la
reparación simbólica mediante el arte cumpla la
finalidad propuesta.
Exposición n.º 7
Conversatorio sobre arte
y Derechos Humanos
Esiquio Sánchez*
La importancia de este Conversatorio de arte
y derecho radica en que nos hace recordar la
película “Los fantasmas de Goya”, y cómo el
*
Abogado. Director Nacional de la Defensoría
Pública en Colombia.
pintor FranciSco de goYa le mostró a la España
de la época la tragedia que había sufrido la
humanidad por la inquisición, y el tema de la
tortura como forma o medio para obtener la
confesión. La obra de goYa refleja la violencia
que sufrió la comunidad española en ese
momento histórico previo a la revolución
francesa, y aun con posterioridad. Esta es una
buena imagen para contextualizar el impacto
del arte y su relación vinculante con el derecho,
y con todo este tema de la violencia.
La Defensoría del Pueblo es una institución
que nació con la Constitución Política de
1991. El Defensor del Pueblo es elegido por
la Cámara de Representantes de una terna
que presenta el Presidente de la República
y, desde el punto de vista constitucional,
tiene como función primordial, traída del
Derecho internacional comparado, que es la
magistratura moral, la facultad de denunciar
ante las autoridades competentes todas las
vulneraciones a los derechos humanos de la
población.
El artículo 282 de la Constitución Política
establece que es una función del Defensor del
Pueblo, “… dirigir y coordinar la Defensoría
Pública”.
La Defensoría Pública está integrada por
cinco coordinaciones y cuenta con 3.000
defensores públicos, de los cuales 272
representan judicialmente a las víctimas.
¿Cuál es la visión de la Defensoría Pública
en relación con la reparación simbólica?
47
El conflicto colombiano data ya de
varias décadas y en las entrañas tiene como
factor generador el narcotráfico puesto que
Colombia es un país dominado por este delito
y gran parte de su economía se soporta en el
comercio y tráfico de estupefacientes. De forma
que las disputas por las rutas de las drogas
han generado violencia y despojo pues los
paramilitares buscaron ocupar los territorios
dominados por la guerrilla donde la ausencia del
Estado era evidente para apoderarse del negocio.
En temas de víctimas Colombia ha tenido
tres leyes principales: la Ley 387 de 1997, que
fundamentalmente consideraba que este era un
problema de asistencialismo, es decir, la víctima
era un sujeto abandonado por el Estado, donde lo
único que interesaba era la reparación económica;
luego vino la Ley 975 de 2005, que trató de
recobrar la verdad que estaba en la consciencia
del victimario, como una preocupación desde
la justicia transicional, buscando reconstruir el
conflicto a partir de su versión; finalmente, la Ley
1448 de 2011 tomó como punto trascendental
a la víctima y buscó propiciar los tres derechos
fundamentales plasmados por la Corte
Constitucional en la Sentencia T-025 de 2004:
verdad, reparación y justicia.
Dicha sentencia se considera una
sentencia hito fundamental en el tema de
las víctimas, pues la Corte declaró el estado
de cosas inconstitucional, es decir que en
relación con los derechos de las víctimas de
desplazamiento forzado el gobierno debía
solucionar de forma efectiva el problema.
La estadística da cuenta actualmente de
las siguientes cifras:
– El 40% del territorio nacional presenta
informalidad en el ejercicio de la propiedad
privada, es decir, este porcentaje de territorio
no está formalizado en el manejo de la tierra.
Los campesinos o las personas que fueron
desplazadas y despojadas (alrededor de
750.000 familias) no tienen la documentación
que los acredita como propietarios.
– El 11% de la población colombiana es
víctima de desplazamiento forzado.
– El 70% de los desplazados está entre los
15 y los 25 años de edad.
Estas cifras muestran el panorama
desgarrador de nuestra situación de conflicto
interno; pero, ¿qué papel tiene la reparación
simbólica frente a esta realidad?
Aunque la reparación simbólica se usa en el
contexto de la reparación, haciendo un análisis
desde el derecho y el arte es más una versión del
derecho a la verdad que a la misma reparación.
El concepto de relación simbólica parte
de una idea que va más allá del concepto de
víctima. Porque la víctima es quién sufre el
perjuicio, el daño, por el acto de la violencia;
pero la reparación simbólica no va solo dirigida
a la víctima, también se dirige a la sociedad,
por ello se vincula más al concepto de verdad
que al de reparación.
48
El artículo 8.º de la Ley 975 de 2005
establecía que la reparación simbólica
comprendía la preservación de la memoria
histórica y la no repetición de los hechos
victimizantes, es decir, con el derecho a la
verdad.
La Corte Interamericana definió el
concepto de verdad así:
[…] tiene un contenido claramente reparativo
en dos dimensiones, individual y colectivo,
toda vez que, conforme a la primera, el
derecho a la verdad surge del Estado de
esclarecer los hechos relacionados con las
vulneraciones a los Derechos Humanos,
de acuerdo con la segunda, este derecho
implica preservar la memoria colectiva del
olvido, a fin de evitar que las violaciones
vuelvan a ocurrir en el futuro.
Así, conforme a esta definición, la reparación
simbólica comprende la preservación de la
memoria, la no repetición de los hechos de
victimización, la aceptación pública de los
hechos, el perdón público y el restablecimiento
de la dignidad.
De nada sirven las modificaciones legales
de las leyes 1592 y 1448 si el concepto de
reparación no persigue la dignificación de
la víctima. Asimismo, falla el proceso de
aplicación de la Ley 1448 si las víctimas a
quienes se les han devuelto las tierras vuelven
a su lugar pero el Estado no les da seguridad
pues todos los días son amenazadas. Además,
de nada sirve la reparación si el Estado no
contribuye a que las tierras y su manejo sean
productivas y eficaces; es decir, se debe
propiciar que quien regresó a su tierra pueda
disfrutarla y hacerla productiva porque, de lo
contrario, al poco tiempo tendrá que venderla
a menor precio o entregarla a quienes se la
exigen por medio de amenazas.
La Sección Tercera del Consejo de
Estado, en el famoso caso de Los doce
apóstoles, ordenó a la policía que construyera
un monumento que reflejara el derecho a la
vida de las víctimas de ese grupo paramilitar.
Asimismo, en la sentencia de Mampuján se
ordenó la reconstrucción del cementerio y de
la iglesia, la construcción de un monumento
de recordación de los hechos y un museo de
víctimas, además de la celebración de una
ceremonia de recordación.
La Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha establecido, en las nueve
sentencias donde condena al Estado
colombiano, una relación entre las fuerzas
militares y los actos de violencia en alianza con
grupos al margen de la ley, y también actos de
omisión en el cumplimiento de sus deberes.
En la sentencia referente al caso de
Iván Laverde Zapata la Corte dispuso que se
realizara un documental con entrevistas tanto
a las víctimas como a los victimarios. Y en el
caso Santo Domingo vs. Colombia, ordenó
al Estado colombiano, por solicitud de la
Comisión, establecer, con la participación de
49
la comunidad en su diseño e implementación,
una medida de reparación comunitaria que
reconociera el impacto que tuvo el bombardeo
sobre la población civil de la vereda Santo
Domingo y, además, que se impulsaran
iniciativas de desarrollo en temas como salud,
vivienda y educación.
La reparación simbólica implica, entre
otros aspectos, la tarea de no olvidar,
determinar la existencia de las víctimas y
su sufrimiento, reflejar que la sociedad y el
Estado tienen un compromiso con las víctimas
y que debe haber perdón en relación con el
victimario sin dejar de lado la dignificación y el
protagonismo de la víctima
La Ley 1448 trajo una consecuencia grave
para las víctimas al establecer unos límites a la
reparación económica, en contravía del incidente
de reparación integral que proponían las leyes
anteriores. Hoy la reparación es administrativa, y
su margen económico es bajo ya que el máximo
de reparación es de 40 smlv, unos $25 millones,
lo cual termina siendo una reparación simbólica
oscura, y no una reparación económica verdadera.
La tarea de la Defensoría Pública ha
sido recobrar el protagonismo de apoderado
de víctimas con el fin de que el incidente
de reparación, o de identificación de daños
y perjuicios, cumpla ciertamente con las
expectativas de las víctimas. La Defensoría hace
un acompañamiento a las víctimas, las ilustra, las
convoca, las escucha y defiende sus derechos,
pero no con la eficacia debida, porque la Ley
1448 impuso crear 1.300 defensores públicos
y el Estado colombiano no ha cumplido con a
cabalidad con la norma; sin embargo se han
atendido las recomendaciones de la fiscalía y de
los magistrados de justicia y paz.
Intervenciones entre ponentes
y asistentes a través de preguntas,
comentarios o impresiones
Intervención 1: “La magistrada uldi y el doctor
eSiquio nos hacen cinco preguntas, las cuales
son el punto de partida de la discusión que hoy
nos ocupa: 1. ¿Cómo hacer para que la obras
de arte permitan la reconciliación?; 2. ¿Qué
hacer para que las obras de arte impidan la
revictimización?; 3. ¿Cómo evitar que la obra
de arte se convierta en una apología al delito?;
4. ¿Cómo romper con el carácter generalmente
elitista del arte?, y 5. ¿Es neutral el arte?,
¿cómo evitar que la obra de arte afecte a
terceros ?
Por otra parte, hemos hablado de la
relación simbólica y de la obra de arte como
objeto acabado pero, en términos de relación
simbólica, ¿se puede pensar en otro tipo de
objetos, que no sean acabados?.
También es importante tener presentes
a los sujetos que participan en la reparación,
porque una cosa es la reparación simbólica
judicial, otra es la social y por parte de las
víctimas, y otra diferente es la realizada por
los artistas. Por ejemplo, una reflexión de
50
doriS Salcedo es diferente a una obra de arte
propuesta por las víctimas.
Creemos que la construcción de una
obra de reparación simbólica consta de
cuatro fases: la primera es la orden, es decir,
dónde se origina la idea de hacer una obra
de arte, la cual puede partir de una orden
judicial, administrativa, o una decisión de la
sociedad, o una decisión pedagógica, etc.; la
segunda es quién la diseña, lo cual depende
de la necesidad jurídica y se logrará con la
necesaria participación de las víctimas; la
tercera comprende el desarrollo de la obra,
donde también deben participar las víctimas,
y la cuarta obedece a la financiación, la cual
puede provenir del Estado o incluso de los
responsables de la reparación.
Finalmente, quiero hacer una mención a la
sentencia de Campo Algodonero vs. México,
donde se ordenó una obra de arte que las
víctimas rechazaron porque no contaron con su
participación; como contrapropuesta hicieron
las cruces rosas y los zapatos rosados, como
una obra abierta, siendo este un ejemplo de
diferentes formas de reparación simbólica,
sobre un mismo hecho”.
Intervención 2: “Desde la perspectiva
del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación
‘hacer memoria’ no tiene que ver tanto con el
resultado, sino con el proceso y la metodología.
En el ejercicio de memoria lo importante es
la metodología, donde no importa tanto el
producto como el proceso, que es lo que le
va a dar el valor a la reparación simbólica. En
términos judiciales se dicta el objeto, pero se
corre el peligro de que se reciba el objeto pero
no el proceso.
Es importante pensar en el proceso porque
este nos permite una constante reflexión frente
a las preguntas hechas y planteadas, es decir,
por ejemplo, que nos salva de que la obra de
arte sea elitista. Además, el proceso dicta el
objeto final el cual funciona porque la reparación
simbólica se presenta en un contexto de
conflicto. ¿Qué es lo que realmente se requiere
para la reparación en contexto de conflicto?,
¿se requiere algo terminado? o ¿un espacio
colectivo para un diálogo más vivo?
Por ejemplo, en el trabajo con los
familiares de las víctimas de la UP se pensó,
como una forma de reparación simbólica, en
reactivar su sede en Bogotá, una casa con un
gran valor simbólico situada en el barrio Santa
Fe, pues en términos de reparación simbólica
es mejor reactivar un lugar que recoge todo
lo relacionado con su identidad, y que, en
contexto de conflicto, permite hacer una
profunda reflexión”.
Intervención 3: “La obra de arte
contemporánea, permite ideas tales como, por
ejemplo, la recuperación de la sede de la UP,
porque es una obra de arte abierta, donde el
arte es espejo de la sociedad. Otro ejemplo es
la ronda de las mujeres de la plaza de mayo:
se trata de una obra de arte donde las madres
caminan.
51
Un tema muy interesante y de gran
importancia para los jueces son las múltiples
posibilidades del arte contemporáneo:
aprender a observar, a mirar, a oír; el cine, por
ejemplo, tiene muchas posibilidades y, por otro
lado, están los cantos, bailes, etc., el problema
estriba en que los defensores no han tenido la
posibilidad de ver estas otras posibilidades.
La obra de arte no es estática, sin
embargo, la Corte ordena por lo general obras
de arte estáticas sin tener presente que el
arte contemporáneo permite el concepto de
‘proceso’. Tras la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, coincidencialmente, el arte
ha cambiado mucho”.
Intervención 4: “El conflicto se relaciona
con el contexto rural, para ello debe haber
una adecuación de las prácticas artistas y
sus iniciativas, porque no se puede pensar la
reparación desde la ciudad hacia el campo,
sino una intervención en el campo, con las
víctimas.
La obra de arte y la reparación deben
buscar un objetivo final, que se dirija no solo ha
las víctimas sino a la sociedad en general, para
que esa reparación transforme y cumpla con
el duelo de una persona y para que todas las
manifestaciones sean una forma de conciencia
colectiva y democrática.
Es decir, no solo se busca desarrollar
un lugar para el duelo sino que todas las
manifestaciones representen una forma de
consciencia y democracia, de suerte que no
sea posible silenciar la voz de las víctimas y
que desde su experiencia puedan expresar
sus sentimientos respecto de los ejercicios del
Estado.
Desde las mismas comunidades se hacen
ejercicios o surgen iniciativas espontáneas de
memoria; por ejemplo, en el Chocó las mujeres
cantan como parte de su proceso de memoria.
Así, es necesario desarrollar un trabajo de
concertación, puesto que si bien tenemos una
orden en la sentencia, es necesario hablar
con las víctimas para saber si aceptan o no el
proceso.
Un elemento difícil es cómo se articula
el proceso de pedagogía de memoria en los
niños, teniendo en cuenta que ellos crecen en
un Estado en conflicto y están en constante
vulnerabilidad.
Por otro lado, esa idea de definición de la
obra contemporánea es peligrosa: es necesario
establecer parámetros fijos.
Finalmente, no se debe olvidar que existe
un componente de inequidad: muchas veces
se piensa en desarrollar un museo en un
municipio, pero en el mismo no hay acueducto:
el proceso de reparación simbólica debe
ser parte del contexto según las identidades
culturales”.
Intervención 5: “Al momento de atender
la sentencia el Centro de Memoria Histórica
prefiere referirse a las prácticas artísticas, pues
representan un concepto más antropológico
que tiene en cuenta la identidad cultural de
52
las víctimas, de forma que los procesos sean
interpelados desde su cotidianidad, con mayor
resonancia, y no se traduzcan en un lenguaje
externo impuesto.
Puesto que el arte no es neutral y siempre
asume una posición u otra, es necesario
hacer claridad respecto de la necesidad de
enfatizar la voz de las víctimas, de forma que se
garantice un proceso de dignificación que a la
larga genere la reparación deseada.
El concepto obra de arte aplica para otros
contextos, pero no dentro de los procesos de
reparación simbólica, porque es necesario hacer
una lectura del contexto. El Centro de Memoria,
y las demás entidades que tienen la obligación
de dar respuesta y aplicación a las sentencias
que se emiten, debe brindar un espacio para
articular los procesos y que estos sean una
respuesta coherente y efectiva a la necesidad
de la comunidad. La sentencia perpetúa, pero
olvida el proceso”.
Intervención 6: “En la práctica la
reparación que solicitan las víctimas y sus
defensores no es una idea autónoma de los
magistrados. Para ellos hay cosas infalibles,
como las disculpas públicas, algo que los
ayuda a recordar y que los ayude a decir
públicamente, por ejemplo, ‘mi familiar no era
subversivo’.
La ejecución de la sentencia es un trabajo
de la Unidad de Víctimas, encargada de vigilar
el proceso, pero es cierto que necesariamente
debe darse de forma concertada con las
víctimas, y que sean ellas quienes den el visto
bueno.
En el caso del Catatumbo, las víctimas
querían que se contara por medio de un
documental lo que realmente ocurrió y
escogieron para el caso una canción de fondo
que se convirtió en su himno. Cada una de
las palabras de esa canción tiene mucho
significado para las víctimas.
Nada se hace desde un escritorio, todo
debe efecturase de forma concertada con
las víctimas pues son ellas las que lo piden.
Además, es diferente la reparación rural de la
urbana”.
Intervención 7: “El concepto de arte tiene
diferentes significados según la cosmovisión y
el contexto. Los desplazados son campesinos
y comunidades indígenas, por lo que el reto es
reparar simbólicamente otras culturas con una
cosmovisión diferente de la occidental, donde
la reparación está pensada desde el Derecho,
los Derechos Humanos y las medidas de
reparación.
¿Cómo hacer para conciliar o encontrar
puntos comunes de reparación a las víctimas
en relación con el territorio que habitan (porque
tiene un significado ancestral), y según su
cosmovisión? ¿Cómo hacer una reparación
simbólica, desde el arte, para las comunidades
indígenas?”.
Intervención 8: “Retomando varias ideas
del primer conversatorio me gustaría hacer unas
precisiones sobre la importancia fundamental del
53
Derecho para determinar qué es lo que se quiere
fijar por medio del proceso artístico.
Se dice que reparación simbólica es todo
lo que se obtiene como consecuencia de
la responsabilidad, y esto es una confusión
justificable, en la medida en que se mezclaron
varios criterios internacionales sin un previo
discernimiento.
Verdad, justicia y reparación son
conceptos creados por louiS Joinet, relator de
las Naciones Unidas, donde verdad era aquello
que no era judicial, no tenía que ver con justicia
y juez, sino con las iniciativas administrativas
o privadas; justicia era lo que efectivamente
tenía que ver con los jueces, y la reparación,
donde el simbolismo tiene otro concepto,
era un concepto colectivo. van Boven, otro
relator de Naciones Unidas, nutrió este trabajo
estableciendo un documento sobre los
derechos de las víctimas cuando se les son
violados los Derechos Humanos. El resultado
del estudio de van Boven es que se habla de
reparación simbólica, de la misma forma en
que se habla de garantías de no repetición.
Además, en las Naciones Unidas existe
otro trabajo que habla sobre reparación
simbólica: se trata de la resolución n.º 56/83
de 2001 sobre la responsabilidad internacional
de los Estados por el hecho internacionalmente
ilícito, en la cual se dice que la reparación
simbólica es todo aquello que no se puede
reparar pecuniariamente ni restituir.
Esta mezcla de conceptos es lo que
Colombia, sin un gran análisis, adoptó en
una ley: estos conceptos no constituían una
norma jurídica sino simples principios; no son
normas jurídicas, sino directrices, y por ello hay
complicación para quienes van aplicar dicha ley.
Es importante, entonces, determinar
qué se pretende con la medida simbólica,
no necesariamente de reparación (porque si
se trata de reparación obligatoriamente tiene
que estar presente la víctima); sin embargo,
no toda consecuencia de la responsabilidad
es reparación, porque hay medidas de no
repetición que no tienen nada que ver con la
reparación, sino con un derecho accesorio o
garantía. Una garantía de no repetición es todo
aquello que va a permitir que las cosas no
vuelvan a suceder, y por ello no hay que tratar
con las víctimas sino con los victimarios.
De ahí que sea importante determinar, en
relación con el arte, ¿para qué lo queremos?:
¿para reparar a las víctimas?, ¿como
garantía de no repetición?, ¿para reparar
colectivamente?, en fin, ¿qué busca el derecho
con el arte?
Finalmente, los procesos son importantes
por su utilidad. Esas son las herramientas que
le pueden servir al juez, ya que perfectamente
puede disponer del monumento y, mejor,
ordenar una licitación con una ong o con
una organización con amplia experiencia
en temas de víctimas, para que hagan un
acompañamiento a un proceso específico,
54
donde el arte sea una forma de reparar, pero
dentro de un proceso”.
Intervención 9: “Los centros de memoria
tienen una línea general similar. Es posible
constatar que cada comunidad e individuo
maneja símbolos diferentes, y se siente satisfecho
de una forma distinta. Todos los contextos hacen
que cada persona sea diferente.
Así, cada grupo debe ser reparado de
manera diferente, respecto al tema simbólico. Y
en ese sentido es básico el proceso, no solo la
obra de arte estática y finalizada.
Una muestra artística no necesariamente
tiene que provenir de artistas sensibles a temas
de conflicto armado, incluso puede venir y ser
construida directamente por la comunidad.
Incluso podría pensarse que las iniciativas de
la comunidad son más valiosas, las que más
apoyo necesitan, y las que más significado
tienen dentro de la comunidad.
El tema de las garantías de no repetición
no necesariamente va dirigido a los victimarios,
sino que cobija a la ciudadanía en general
porque, para que el imaginario cambie y las
historias de conflicto armado no vuelvan
a repetirse, lo que se debe lograr son los
cambios culturales dentro de la sociedad.
El equipo de satisfacción de la Unidad
de Víctimas está en proceso de construcción;
en la actualidad trabajan en él una
antropóloga, una psicóloga, una abogada, una
comunicadora audiovisual y un artista plástico.
Se trata de un equipo multidisciplinario porque
cada uno, a partir de sus herramientas puede
contribuir a la reparación.
Ahora bien, en relación con la satisfacción,
esa palabra no se debería utilizar porque
el grupo es más un grupo de reparación
simbólica; sin embargo, es la ley la que impone
el nombre aunque las víctimas no entiendan el
proceso como una satisfacción. Percibir cómo
cada víctima y su comunidad se encuentra
“satisfecha” de forma diferente es un tema de
reparación simbólica.
Las propias víctimas prefieren
determinados tipos de procesos de
satisfacción, antes que el dinero, porque
estas medidas de satisfacción generan cosas
positivas dentro de la comunidad”.
Intervención 10: “Lo anterior me hace
pensar qué tanto las víctimas prefieren la
reparación simbólica antes que la económica,
pues lo simbólico transforma lo pragmático: lo
simbólico es capaz de transformar la realidad.
Todo depende de cómo se conciba.
Intervención 11: “Yo vengo de una
disciplina particular: me especialicé en
psicoterapia con danza y movimiento. Al
respecto hay una teoría desde las terapias
de las artes que concibe el tema del proceso
y la forma como los artistas acompañan a la
persona (víctimas) para dar significado a su
experiencia, como individuo y en el colectivo,
e integrarla en su vida, con el fin de seguir
caminando, reintegrando todo de una forma
positiva. Todo individuo padece determinados
55
traumas, y en ese sentido se trata de
incorporar el trauma dentro de la vida para
poder continuar el viaje.
Llevo tres años trabajando con una
organización llamada duna, precisamente en
el tema de la danza como terapia. El cuerpo
es la metáfora de la experiencia, cada uno
carga su memoria en el cuerpo y contiene
sus emociones desde el cuerpo. El arte es
un medio o canal de expresión diferente
de la parte verbal. Entonces la idea es
cómo se incorpora ese medio a los canales
intrapersonales e interpersonales.
Intervención 12: “Pienso que hay medidas
desarticuladas del proceso y que no responden
a las necesidades de la comunidad.
El grupo de satisfacción funciona de la
siguiente manera: la Dirección de reparaciones
(a la cual pertenezco) se divide en la Dirección
de reparación individual y la Dirección de
reparación colectiva. La comunidad pasa por
determinada ruta y el individuo que se registra
como víctima pasa también por una ruta
particular de forma que el grupo de satisfacción
es transversal, es decir, está en los dos
procesos, en las dos rutas. Pero hay un punto
a destacar, y es que la reparación colectiva
tiene un grupo designado a justicia y paz.
Desde el grupo de satisfacción se
apoyan las dos rutas, y además está el
grupo de justicia y paz. Las medidas que se
adoptan en las sentencias son construidas
por la defensoría, que es la que apoya a las
víctimas. Así, cuando llegan a la Unidad esta
tiene la obligación de apoyar, como grupo de
satisfacción, al grupo de justicia y paz.
Respecto a los monumentos y museos,
se debe tener en cuenta que cualquier proceso
o medida de satisfacción debe ser sostenible.
Desde el pequeño grupo de la Unidad se
hace lo posible para hacer presencia en todo
el país, pero esto es un imposible ya que la
dirección de reparación es grande y el proceso
de satisfacción es complicado, porque se debe
dar cumplimiento a las medias de satisfacción
en todo el territorio.
Al respecto, se propuso como solución
que para la ruta individual existe un banco de
proyectos donde la comunidad reconoce y
forma iniciativas, y las plasma como proyectos,
garantizando así que la respuesta venga de
la comunidad (no del Centro) y sea para la
comunidad.
Está prohibido que la comunidad haga
arquitectura conmemorativa porque no se
puede aceptar una avalancha de placas,
estatuas o museos; entonces, se trata de
motivar ciertos procesos en la comunidad
para que mediante ellos pueda aspirar a otras
formas de arte o prácticas artísticas”.
Bogotá,
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
9 de julio de 2013
56
Conversatorio n.º 5
Exposición n.º 8
Arte y reparación simbólica en el Grupo
de medidas de satisfacción y garantías
de no repetición. Dirección de
Reparaciones de la Unidad para la
Atención y Reparación Integral a las
Víctimas –URAIV–
Lina Toro*
A continuación dividiré mi exposición en tres
puntos fundamentales: en primer lugar hablaré
del Grupo de Satisfacción dentro de la Unidad
de Víctimas; en segundo lugar me referiré
a las estrategias que se trabajan desde la
*
Comunicadora Social. Coordinadora del Grupo de
Satisfacción. Dirección de Reparaciones –uariv–.
Unidad directamente relacionadas con el arte,
y finalmente, haré unas observaciones acerca,
específicamente, del arte y la reparación
simbólica.
En primer lugar debo considerar cómo se
definen las medidas de satisfacción.
Las medidas de satisfacción son acciones
tendientes a restablecer la dignidad de la
víctima y difundir la verdad de lo sucedido, que
proporcionan bienestar y contribuyen a mitigar
su dolor. Tendré en cuenta también que, según
el artículo 170 del Decreto 4800 de 2011, la
reparación simbólica “comprende la realización
de actos u obras de alcance general o
repercusión pública dirigidas a la construcción
y recuperación de la memoria histórica, el
reconocimiento de la dignidad de las víctimas y
la reconstrucción del tejido social”.
En este sentido, desde el grupo de
Satisfacción se manejan dos fundamentos
básicos: el primero tiene que ver con la
importancia de la participación de las víctimas
en cada uno de los procesos de satisfacción
desde la Unidad, y el segundo se basa en que
estas medidas de satisfacción deben ser un
proceso, no un dictamen impuesto.
Los receptores de la Unidad son
las víctimas y la ciudadanía (porque
necesariamente la ciudadanía debe entrar y
ejercer movimientos que permitan un cambio
real en la sociedad).
Desde el grupo se han creado tres
componentes básicos en torno a las medidas
de satisfacción:
57
1. El carácter institucional. Nos referimos a
las acciones propias y con participación directa
del Estado. Ejemplo de ello es la exención del
servicio militar, los actos de perdón público y el
acompañamiento a la entrega de restos a los
familiares de las víctimas.
2. El carácter sociocultural. Es la
recuperación de prácticas socioculturales
en grupo. Ejemplo de ello son los actos de
homenaje y dignificación, la conmemoración en
fechas especiales, el apoyo en la construcción
de temas de memoria, el fortalecimiento de la
tradición oral y la recuperación de escenarios
comunitarios.
3. El carácter pedagógico. Estas medidas
de satisfacción con carácter pedagógico
son acciones dirigidas a la sociedad civil en
torno a la reconstrucción de los hechos y a la
difusión de la verdad desde la perspectiva de
las víctimas, representadas en foros, festivales,
conversatorios, cátedras, y demás espacios
que ayudan a generar procesos de pedagogía
en torno a la construcción de memoria.
Las medias de satisfacción no solo están
dispuestas para temas de justicia y paz.
La Unidad de Víctimas tiene una dirección
de reparaciones con dos divisiones: la
reparación individual y la reparación colectiva.
En la reparación colectiva juega un papel
preponderante el Grupo de Justicia y Paz, y
desde el Grupo de Satisfacción se programan
actividades y acciones en las dos divisiones y
también en todos los grupos que hacen parte
de la Dirección de reparaciones, el Grupo
psicosocial, retornos y reubicaciones y el
Fondo para la reparación a las víctimas, ya que
se trata de una línea transversal.
Las acciones que se realizan son
muchas, pero fundamentalmente se siguen las
siguientes estrategias en relación con los temas
artísticos:
– Plan dime. Es una estrategia de
recuperación emocional relacionada con la
dignidad y la memoria. Este es un trabajo que
se inició en el año 2013, con un plan piloto del
icBF, y con niños, niñas, jóvenes y adolescentes
que han dejado el conflicto armado y que,
por medio de prácticas artísticas y sus
manifestaciones, reconstruyen su memoria y la
memoria de sus familias.
– Banco de Proyectos. Con el fin de lograr
que las medidas de satisfacción sean iniciativas
de las mismas comunidades, se ha trabajado
durante todo el año 2013 en el Banco de
Proyectos, una estrategia que permite que
cada dirección territorial acoja iniciativas de
recuperación de memoria histórica, pedagogía
social, manifestaciones artísticas y culturales
que puedan ser sostenibles en el tiempo y
que recojan los lineamientos ya establecidos
alrededor de las medidas de satisfacción.
– Actos simbólicos. Son rituales que
se hacen o que nacen de determinadas
comunidades o grupos organizados y que
forman parte de la reparación colectiva e
individual. Por ejemplo, en el marco del 9
58
de abril, en la conmemoración del día de la
Solidaridad y la memoria con las víctimas del
conflicto armado, se realizó un evento central en
la ciudad de Medellín llamado “Inxilio: el sendero
de lágrimas”, y otros actos simbólicos en otras
veinticuatro regiones del país.
Las muestras artísticas representan un
motor reparador dentro de la unidad. Las
iniciativas por medio del Banco de Proyectos,
por ejemplo, vinculan a la ciudadanía y tienen
en cuenta el reconocimiento del derecho a la
verdad. Las prácticas artísticas que surgen no
revictimizan ni hacen apología a la violencia,
pues hay participación de las víctimas en su
construcción.
Las medidas de satisfacción tienen
además un carácter vinculanate para la
ciudadanía, puesto que se busca satisfacer el
derecho a la verdad de la sociedad, y propiciar
así las garantías de no repetición, generando
acciones cívicas que eviten que estos hechos
vuelvan a ocurrir. Es un trabajo conjunto donde
todos participan porque es necesario superar
la violencia. Así, la memoria permite quitar “el
velo” y pensar.
La narración de los hechos victimizantes
se puede conseguir mediante el arte, pues
el arte tiene un lenguaje de símbolos, y si la
cultura es un sistema de símbolos, entonces el
arte logra viabilizar estos lenguajes simbólicos
y hacer que cada uno se conecte con la
narración del otro. Por eso el arte vincula a la
ciudadanía.
Los actos simbólicos son rituales que en
su construcción, en la participación con las
víctimas y el diálogo con la ciudadanía, crean
un escenario de sentido reparador mediante
su proceso de reconstrucción y por medio
del lenguaje dirigido a la ciudadanía; los actos
simbólicos le otorgan una impronta de dignidad
y reconocimiento a las víctimas, a la vez que
rescatan su buen nombre e impiden que la
ciudadanía justifique o estigmatice los hechos
ocurridos. Este momento ritual permite que los
símbolos tomen un significado.
Con la justicia transicional estos temas
salen de los lugares especializados de la justicia
y llegan a instituciones como el Ministerio de
Cultura que se dirige a otras prácticas y a la
comunidad. Al fin y al cabo lo cultural va más
allá de las leyes especializadas y lo que ellas
establecen.
Ahora bien, con la estrategia dime se
busca aportar a los niños y niñas herramientas
artísticas para que generen iniciativas de
reparación simbólica, de forma que no sean
impuestas por la Unidad. Las víctimas tienen
su cultura, sus tradiciones y contexto, por
lo cual solo es posible darles herramientas
conceptuales y que sean ellos mismo quienes
generen las iniciativas de reparación simbólica.
Para que la víctima pueda contar su historia
debe tener un acompañamiento psicosocial;
así, desde la Unidad se ha entendido que tal
acompañamiento se puede lograr mediante
prácticas artísticas: las víctimas cuentan su
59
historia mediante palabras y también utilizan
herramientas artísticas, de manera que incluso
se promueve la difusión de las medidas de
satisfacción.
El Banco de Proyectos recibe las iniciativas
de las direcciones territoriales, las cuales a
su vez las reciben de las organizaciones de
víctimas y en la Unidad se procura llevarlas a
cabo. Las direcciones territoriales conocen las
organizaciones y sus necesidades de forma
que acompañan sus procesos. Es un trabajo
más cercano que aquel que se puede realizar
desde el Centro.
Todo el proceso de reparación está en
construcción por lo que se debe hacer de la
mejor manera, con acciones sin daño.
Exposición n.º 9
Preguntas fundamentales sobre
el ejercicio de la memoria
José Antequera*
Debo aclarar que no soy artista. Soy abogado
y me muevo más en el campo del interés y las
decisiones políticas. Desde ahí quiero hacer
algunos aportes en la materia, para lo cual me
voy a remitir a las preguntas que guían este
seminario: ¿cómo evitar la apología del delito?,
¿cómo evitar la revictimización?, ¿cómo
*
Abogado Investigador del Centro de Memoria, Paz
y Reconciliación de Bogotá.
evitar daño a terceros?, ¿cómo contribuir a la
reconciliación? Lo que haré será problematizar
las propias preguntas en función de abrir
debates que, creo, se encuentran silenciados
bajo un modelo hegemónico de comprensión
de la memoria.
La realidad que nos rodea abarca un
campo de discusiones políticas permanentes,
y las respuestas a las preguntas planteadas
se encuentran en los principios presentes en
las políticas encaminadas a mantener viva la
memoria y obtener la reparación simbólica,
es decir, los principios de participación y
autonomía, a través de los cuales se logra
saldar el asunto de la legitimidad de la
orientación de las acciones de memoria.
Pero los principios no son suficientes, ya
que se deben considerar, además, problemas
de fondo irresueltos.
¿Cómo evitar la apología del delito?
Para poder responder a esta pregunta es
importante determinar en primer lugar ¿qué
es lo reparable? En principio, la respuesta es
que lo que se repara son cuestiones como la
honra, el buen nombre y la restitución de una
legitimidad política basada en la clarificación de
la inocencia de las víctimas. Sin embargo, esto
podría conducir a un escenario de negación
de la dimensión política de la victimización y,
más allá, a la recreación de un escenario de
negación de las subversiones, las rebeldías,
etc., que existen en muchas comunidades en
contra de diferentes situaciones, y a las que no
60
se les puede condicionar su reconocimiento
por un imperativo de inocencia de las víctimas
según el cual se pierde la legitimidad para
reclamar los derechos si, por ejemplo, han
existido vínculos, simpatías o coincidencias con
la agenda de las guerrillas.
Así, en algunos escenarios se debe reparar
el derecho al buen nombre, mientras que en otros
se deberá buscar el reconocimiento del derecho
a la reivindicación (como subversivo u opositor) o
la recuperación de identidades perdidas.
El tema de la apología del delito es
interesante pues se refiere fundamentalmente
al derecho que tienen los seres humanos a
practicar determinada conducta o a estar
involucrados en una comprobada situación.
¿La reparación apoya un orden existente de
cosas, o permite reivindicar el derecho del
individuo a transformar el orden existente?
Por otro lado, ¿cómo evitar la
revictimización? Al respecto es conveniente
preguntarse qué se entiende por victimización.
Existen varias nociones para reponder el
interrogante, y la más común es aquella que
entiende la victimización como el sufrimiento del
daño; por consiguiente, existe revictimización
cuando por cualquier circunstancia este daño
se agrava o se perpetúa. En esa lógica, lo
central en la reconstrucción de la memoria son
los llamados “hechos victimizantes”, los cuales
engloban la comprensión general del problema.
Sin embargo, estos hechos no incluyen la
configuración de la identidad del sujeto como
víctima y, por ende, tampoco la reparación de
la invisibilización de sus luchas, las agendas
reivindicativas, las identidades complejas, etc.
La victimización, desde otro punto de vista,
implica el proceso de dominación a partir de las
violaciones a los derechos humanos, las cuales
incluyen la configuración de una identidad
despolitizada favorable a la consolidación de
los objetivos estructurales del ejercicio de esa
dominación. En ese orden de ideas, al evitar la
revictimización, más que impedir nuevos daños,
se conjura la consolidación de una identidad de
las víctimas, e incluso se impide la movilización,
reduciendo la acción de los sujetos al reclamo
de indemnizaciones monetarias.
¿Cómo evitar el daño a terceros? En
materia de reparación simbólica este es un
interrogante complicado, pues conduce a
nuevos interrogantes: ¿en qué medida se
pretende evitar el daño?, y ¿en qué medida
se pretende producirlo?; por ejemplo, hay
quienes argumentan su carácter de ofendidos
con el fin de mantener el estado de negación
o de ocultamiento de la identidad y contar
con el poder suficiente para hacer escuchar
su reclamo. Colombia vive en un contexto
de conflicto armado, de violaciones a los
derechos humanos, de política represiva por
parte del Estado, donde además existe un
silenciamiento hacia las posibilidades ofensivas
del movimiento social de la población, para
evitar que el Estado y los responsables se
sientan disgustados.
61
El ejercicio de la memoria pública es una
apertura necesariamente problemática de la
democracia y, en ese sentido, el asunto de los
daños asume características difíciles.
Por último, cabe preguntarse: ¿cómo
contribuir a la reconciliación? Este es quizá
el tema más conflictivo porque, insisto, la
memoria es un escenario de discordia y el
derecho a su ejercicio es un derecho a generar
democráticamente esa discordia en contra de la
idea general que busca sellar consensos fáciles.
La perspectiva de la Ley de Víctimas
manifiesta que el Estado no puede oficializar
una memoria sino abrir el campo para que
todos se expresen y propicien el debate; en
ese sentido, y a la luz de la ley, no existe una
pretensión de consenso reconciliador en el
ejercicio de la memoria. No obstante, cuando
se observan las discusiones políticas es posible
notar la reticencia del Estado a pronunciarse
en torno a la memoria, porque tratar de
mantener la memoria como un escenario de
expresiones relativas sin el reconocimiento
oficial es lo mismo que generar un escenario
de consenso para nada, solo por la oscuridad
de la inexistencia de reconocimientos. En ese
sentido es preciso comprender el deber de la
memoria como un deber de garantía de las
expresiones sociales, el cual, sin embargo,
debe estar acompañado de determinados
reconocimientos oficiales que impidan la
negación y que hagan claridad, en contra de
un relativismo que no dirá nada diferente a que
hubo una guerra y que fue terrible.
La solución consiste en generar concordias
y consensos, y en transformar la correlación
de fuerzas, de forma que los sectores que
se han visto confinados al silencio y a la
exclusión adquieran la fuerza política a la que
tienen derecho para no verse definitivamente
eliminados. Tal escenario incluye la reconciliación
y no el consenso forzado.
El objetivo del Centro de Memoria es
incentivar la acción colectiva dentro de todos
los procesos como un ejercicio público para
la recuperación de la memoria. Y si la acción
colectiva es la clave, quiere decir que se deben
preferir las movilizaciones, las organizaciones,
los diálogos y las discusiones, antes que la
colocación de placas conmemorativas, el
nombramiento de calles y la construcción de
monumentos. Sin embargo, decir que se deben
preferir las acciones colectivas no significa que
se deban eliminar las prácticas estáticas. Todo
esto con el objetivo de hacer de la memoria un
escenario de democratización efectivo a favor
de una real reconciliación en Colombia.
Discusión entre ponentes y asistentes a través
de preguntas, comentarios o impresiones
Intervención 1. “Tenemos dos posiciones
para pensar: una política que tiene como fin
fundamental la correlación de fuerzas, y en ese
sentido el Centro de Memoria de Bogotá busca
62
la movilización, incluso una movilización que
puede dañar a terceros, y una corriente de la
práctica artística por medio de la participación
de las víctimas. Entonces, por un lado se busca
la participación de las víctimas, y por el otro
se le apuesta a la acción colectiva. La misma
práctica artística puede ser motivada por la
comunidad y los territorios, pero puede incluso
generar un movimiento político”.
Intervención 2. “Desde el Centro de
Memoria se busca complejizar, no investigar
identidades vacías. Para reparar lo que ha sido
victimizado se tiende muchas veces a vaciar
a la persona de sus componentes políticos,
de sus ideologías. Al vaciar a una persona de
sus ideologías en ocasiones se invisibiliza a los
victimarios y perpetradores”.
Intervención 3. “Hay dificultades para
visibilizar la delgada línea que separa a la
víctima del victimario porque, por ejemplo,
muchas veces las víctimas directas fueron
victimarias y son reconocidas como víctimas
en las sentencias judiciales. Entonces, existen
víctimas que no tiene relación con grupos
armados, pero otras que sí. ¿Cómo abordar
elementos que generan conflictos como
estos?”.
Intervención 4. “La reconciliación está
siendo manejada por los tribunales en términos
de perdón mediante audiencias públicas,
pero en su mayoría las víctimas no están
preparadas para esto, como en el caso del
‘Iguano’. Ahora bien, en torno a las víctimas
que fueron victimarias, y viceversa, se ha hecho
un esfuerzo enorme con el fin de crear un
escenario donde las personas se reconozcan
como víctimas y no como victimarios”.
Intervención 5. “La reparación simbólica
opera en varios niveles: desde el ámbito
judicial, donde un juez está limitado por
la solicitud de las víctimas y del abogado;
desde el ámbito del proceso, desde la política
pública, el cual puede estar centrado en la
movilización, en el principio de participación y
en las demás formas de expresión ciudadana;
desde el ámbito de las víctimas, quienes tienen
unos intereses y una lógica psíquica, social
y política diferente, y desde el ámbito de las
manifestaciones sociales. Así, no es lo mismo
un juez que un Centro de Memoria al momento
de resolver un tema en torno a la reparación
simbólica. Sin embargo, lo ideal es que estos
ámbitos sean permeados entre sí por medio
de los principios de participación, autonomía
y acción sin daño, que además ayudarían a
mitigar los problemas de apología del delito,
revictimización, daño a terceros y favorecerían
la reconciliación.
Intervención 6. “El Centro de Memoria
considera que estos cuatro ámbitos están
complejamente relacionados entre sí. Por
ejemplo, la reparación simbólica que se da por
medio de organizaciones logra el régimen público
de memoria, es decir, ser aceptada socialmente,
en términos generales, como memorable. La
Ley de Víctimas asume socialmente como
63
memorable a las víctimas producto del conflicto
armado. Entonces, para acceder al régimen de
memoria, cada uno debe enmarcarse ahí, en lo
aceptado socialmente, para que puedan operar
el Estado y las demás reparaciones históricas. Lo
judicial tiene unas reglas que a la vez afectan el
marco de las políticas públicas, de lo social y aún
a las víctimas”.
Intervención 7. “¿Cuál es el papel
del arte en todo esto? El arte, en términos
fenomenológicos, se construye con base
en el sentido común, donde las expresiones
artísticas son una síntesis de procesos y
concepciones como seres humanos, y se ubica
en un lugar sagrado, e instrumentalizarlo puede
ser irrespetuoso. El arte ha entrado en crisis
en las grandes construcciones, monumentos
y esculturas. Ahora se habla del arte como
proceso; entonces, ¿cómo puede un juez
determinar qué es reparador?, ¿cómo las
víctimas se pueden sentir reparadas, aun sin
entender el significado pleno del símbolo? Es
importante el diálogo social entre la sociedad
civil, que siente una responsabilidad con el país
y con el conflicto, y que desea un cambio, con
las víctimas que deben volver a existir pese a
las cargas dolorosas que les ha generado el
conflicto armado. Por otro lado, la pedagogía
social de la memoria debe generar conocimiento
y saber, y a esto se puede llegar por medio
del arte. Entonces, lo que se busca es explicar
la situación del país por medio de metáforas
artísticas”.
Intervención 8. “En las prácticas artística
la noción de autor cambió ya que pueden ser
iniciadas por una persona pero terminadas
por el público; de ahí que sea necesaria la
presencia de la víctima, pero también del
victimario. La memoria es plural y diversa”.
Intervención 9. “La obra de arte es el
sistema funcionando. Hoy en día existe un
estado más avanzado que la estética relacional:
se trata de un sistema que opera de forma
conjunta, donde cada grupo enfrenta enormes
retos que van desde cumplir una orden judicial
hasta garantizar los procesos pedagógicos,
por lo cual es necesario construir una sociedad
con pensamiento complejo para entender
que un hecho desencadena muchos más.
Finalmente, toda esta problemática debe ser
entendida desde la neurociencia, puesto que la
mente no es el cerebro y el cerebro solo es un
órgano de la mente, de forma que los procesos
mentales son corporeizados y distribuidos por
el cuerpo. Cualquier proceso social que no sea
visto a partir de la óptica de la neurociencia
se quedará irremediablemnte corto en su
análisis. Aprendemos con el cuerpo, por eso
hacemos catarsis al bailar o cuando andamos
descalzos”.
Bogotá
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
23 de julio de 2013
64
Conversatorio n.º 6
Exposición n.º 10
La reparación simbólica: procesos y
prácticas artísticas desde la perspectiva
del Centro Nacional de Memoria Histórica
de Colombia
Juan Carlos Posada, Carolina Muñoz
y Kalia Ronderos*
Teniendo en cuenta lo dispuesto en la
Ley 1448, desde hace un tiempo se viene
gestionando y construyendo, tanto social como
físicamente, el Museo Nacional de la Memoria.
Básicamente esta exposición está diseñada
*
Equipo multidisciplinar representante del Museo
Nacional de la Memoria. Centro Nacional de
Memoria Histórica de Colombia.
con el fin de aclarar cuáles son el enfoque
y la metodología que el Centro Nacional
de Memoria Histórica está utilizando en la
construcción de este “proyecto de país”.
Aunque desde el Centro de Memoria se
responde de manera idónea a los distintos
requerimientos de la sociedad, según el marco
de la Ley 1448, sin embargo, no se quieren
generar falsas expectativas.
Desde la antigüedad los museos son
considerados lugares sagrados. En el
imaginario colectivo el museo es un lugar
de conservación, generalmente empolvado,
donde se entra en silencio pues es un espacio
de contemplación. Sin embargo, el Museo de
la Memoria corresponde a lo que las nuevas
tendencias denominan museología social; es
decir un espacio no tan bello estéticamente
pero sí muy pertinente socialmente.
Cuando desde el Centro se habla del
Museo de la Memoria se está haciendo
referencia a un espacio de exhibición que
estimula un placer estético, pero sobre todo
a un espacio de reflexión y participación que
busca despertar la conciencia de quienes lo
visitan con el fin de dignificar a las víctimas
y generar un sentido reparador. Si desea
propiciar un verdadero cambio en la sociedad
este proyecto deberá permear todos los
estratos socioeconómicos.
El Museo Nacional de la Memoria está
siendo construido por mandato de la Ley
1448 de 2011. Es un mandato de mucha
65
responsabilidad, puesto que el museo pudo
haber sido pensado en algún momento como
el lugar donde irían a reposar las pruebas, los
testimonios y los hechos que forman parte de
la memoria; pero ¿qué hacer con ese material
que viene desde las comunidades?
No se puede hablar de un museo solo
para observar la historia, para guardar la
memoria de lo que sucedió: debe ser, antes
que nada, un espacio vivo, de reflexión
permanente, un referente ciudadano, y un
espacio de encuentro y participación ante los
hechos atroces que siguen ocurriendo en el
país. Debe ser el museo de un país que no ha
superado aún el conflicto, y cuya construcción
sea constante en medio de la violencia.
La Ley 1448 dispone que se ordenará
“diseñar, crear y administrar un Museo de la
Memoria, destinado a lograr el fortalecimiento
de la memoria colectiva acerca de los hechos
desarrollados en la historia reciente de la
violencia en Colombia”.
El 82% del conflicto nacional se desarrolla
en el área rural y, por lo tanto, las memorias del
país se basan en esa realidad y se construyen
desde la comunidad. La memoria de Colombia
está en las comunidades que durante 65 años
han resistido evitando que el país colapse.
Estos ejercicios de memoria se han venido
realizando mucho antes de la promulgación de
la ley, por lo cual, como institución estatal, el
Museo debe identificar y visibilizar los ejercicios
de memoria de todas las regiones del país,
por medio del diálogo y la interacción con
las regiones, a fin de fortalecerlos. Lo que
se proyecta es un Museo que no coopte la
memoria en el centralismo, y para lograrlo
debe hacer un ejercicio de articulación de
las diferentes prácticas artísticas y culturales.
Aunque la institución no pretende cortar estos
procesos, sin embargo, es consciente de que
al país no se lo puede llenar de museos porque
cada espacio requiere una sostenibilidad
y debe responder a unos estándares de
funcionalidad que difícilmente se cumplen.
Desde el Museo se han sostenido diálogos
con gobernadores y alcaldes para que desistan
de crear museos insostenibles, que solo
serán visibles durante su mandato pero que
posteriormente caerán en el olvido.
El Museo Nacional de la Memoria tendrá
una construcción física, con condiciones
de confort, conservación e iluminación
respetuosas de los estándares internacionales;
además, muchos países viven procesos de
memoria que pueden servir de ejemplos: cómo
se superó el conflicto en otros lugares del
mundo y bajo qué figuras o propuestas.
El Museo también deberá contar con
programas variados y diversas salas, incluyendo
una sala infantil. Un tema clave son los niños y
las nuevas generaciones porque a ellos se les
mostrará qué y cómo ocurrió lo que vivió el país,
como una apuesta para la no repetición. Además
de la construcción física, el Museo debe ser un
edificio que construya ciudad y ciudadanía.
66
Estos son los retos que se han planteado
en este corto año de operación: conocer
dónde está la memoria; hacer convocatorias
de artistas; entregar estímulos tales como
becas y premios; entender el Museo como
una plataforma de trabajo, como un espacio
que permite visibilizar e integrar las diferentes
prácticas artísticas de todo el territorio.
La apuesta incluye una desconcentración
de funciones pues el Museo en Bogotá será
una plataforma de integración y dinamismo.
Además de procurar la construcción de
ciudad, de ciudadanía, de prácticas artísticas,
de sensibilización y la forma de fortalecer los
procesos, se busca un Museo que apueste por
la garantía de no repetición, hacia un horizonte
de paz, que intercomunique las regiones
entre sí, intercambiando procesos e iniciativas
artísticas, por medios magnéticos. Actualmente
se han identificado cerca de cuarenta iniciativas
en toda Colombia y se espera generar las
bases para una paz duradera y sostenible.
Si no fuera por estas prácticas artísticas
y de resistencia social que desde hace mucho
tiempo se generan desde las comunidades,
el panorama sería distinto y seguramente muy
desolador. Las personas, con precariedad, sin
muchos recursos, hacen estos ejercicios. Un
ejemplo de ello son las mujeres “cantaoras de
Bojayá”, que después de la masacre del 2 de
mayo, hace once años, se reúnen y componen
una canción cada año. Desde la primera
canción a la canción de hoy hay una lectura
diferente: hay esperanza. Prácticas como estas
son las que se quieren visibilizar en el Museo
Nacional de la Memoria.
El arte constituye una práctica social
en la que se incorporan diferentes saberes
y profesiones al interior del Museo Nacional
de la Memoria, por lo tanto, cada experiencia
y cada persona que interactúa en ella es lo
que se denomina arte. El arte está contenido
por tres momentos: la creación artística, que
implica la toma de decisiones; la materialización
del proceso, y la puesta de ese proceso en
el escenario público. El arte es tanto una
representación cultural como una práctica
social, por lo cual se pasa del arte como un
término abstracto, al arte como algo material:
las prácticas artísticas.
Se habla de arte para significar, más que
un resultado, un grupo de procesos, por lo
que en este caso la preocupación estética
queda en segundo plano: el producto refleja las
necesidades que se desea solventar.
Entonces, como ya se mencionó, primero
está el proceso de creación, donde el artista
investiga y determina el tema en torno al que
va a trabajar, sus materiales, etc. Este proceso
es de creación colectiva, y en principio respeta
las individualidades culturales, las memorias
particulares de la comunidad, y busca empoderar
a las comunidades desde una resistencia
creativa. El arte sirve como una herramienta para
recoger la memoria, traerla al presente, pensar,
reflexionar y cuestionar lo establecido.
67
En segundo lugar está la materialización
de la obra que busca usar las herramientas
culturales que cada una de las comunidades
tiene, reflejando las condiciones políticas y las
diversas voces tanto de las víctimas como de la
comunidad.
La tercera fase es la puesta de la obra,
sea cual sea su forma, en la esfera pública.
La puesta en escena es importante en el
contexto de conflicto armado que vive el país
porque permite generar procesos de reflexión,
sensibilidad social y apropiación de sectores que
no están afectados directamente, generando
un cambio de pensamiento y construyendo
herramientas para la no repetición.
Las prácticas artísticas están acompañadas
por profesionales que facilitan las iniciativas, y van
desde la creación audiovisual, escénica y musical,
hasta la creación plástica. El Museo tendrá,
además, salas específicas para artistas nacionales
e internacionales que bajo su metodología generen
un trabajo de investigación y reflexión profunda en
torno a sus obras. Todos los procesos artísticos
son un patrimonio cultural y social y tendrán un
espacio en el Museo de la Memoria.
Se han creado también las memorias
objetuales, constituidas por parte del patrimonio
mueble producido por las comunidades
como, por ejemplo, los productos de “Tejiendo
memorias de resistencia”, desarrollados por
tejedoras víctimas del conflicto armado; dibujos
como los de Las Brisas, en Bolívar; obras de
arte relacional, como los procesos de creación
colectiva con las comunidades en Castillo, Meta;
así mismo, se han desarrollado experiencias con
obras plásticas, poesía, etc.
Por otro lado, existe un memoria
inmaterial, como los audios en los que
se registran las voces de “El Salado” y su
producción musical; memorias performáticas y
corporales, acciones efímeras como el Teatro
por la Paz en Tumaco; danza contemporánea
como el hip hop, pensando en el proyecto
Marcando territorio, en Buenaventura.
Estos talleres, desarrollados en compañía
de expertos, se acoplan según el caso, de
forma individual.
Se busca que los procesos de
investigación en los casos emblemáticos
vayan a la par con las prácticas artísticas y,
en ese sentido, simultáneamente se trabajan
el proceso investigativo y el proceso de las
prácticas, pues las comunidades también
tienen sus propuestas artísticas. Además, es
fundamental implementar una capacitación
que le permita a la comunidad continuar
posteriormente el proceso sin ayudas externas.
Por otro lado, desde el Centro de Memoria
y la Unidad de Víctimas, se realiza un trabajo
importante en relación con las respuestas a las
sentencias judiciales proferidas por el Tribunal
de Justicia y Paz referidas a la reparación
simbólica y a la restitución de tierras.
El grupo de reparación tiene dos líneas
de trabajo; por un lado, fortalecer la labor del
Centro con la rama judicial y, por otro, dar
68
respuesta a las sentencias que se gestan
en el Tribunal de Justicia y Paz en torno a la
reparación y la restitución de tierras.
Se busca con esto establecer diferencias
entre la verdad judicial y la verdad histórica. Las
sentencias exigen que se publique y difunda
una verdad, pero esta no necesariamente hace
parte de la memoria histórica.
A su vez, el grupo de respuesta a las
sentencias judiciales se articula con todas las
direcciones dentro del Centro de Memoria,
las cuales contemplan la construcción de la
memoria mediante el museo de la memoria
y los archivos de derechos humanos.
Asimismo, con la asesora para la dirección
a respuestas judiciales, la oficina jurídica y el
área pedagógica de “Nación Territorio”, un ente
presente a nivel nacional, el Centro trabaja de la
mano con las víctimas.
Exposición n.º 11
¿Puede el arte contribuir
a la reparación simbólica?
Efraín Sánchez*
No he tenido relación con el tema de la
reparación simbólica, pues principalmente he
trabajado en temas de cultura y arte. Mi aporte
se fundamenta en que la comunidad dedicada
*
Investigador Independiente. Miembro de número
de la Academia Colombiana de Historia.
a la reparación simbólica (magistrados y
abogados) no es experta en cuestiones de arte.
En primer lugar me preocupa el lenguaje
empleado: se trata de un lenguaje basado
en la incomprensión de las artes, pues “usar”
el arte para reparar simbólicamente aterraría
a cualquier artista. El arte no se usa: el arte
genera, produce, estimula y motiva, pero no
se usa. Cuando se usa el arte se obtienen
resultados indeseables.
El tema de las prácticas artísticas, es un
tema que tampoco entiendo. ¿Qué significa?
Yo cojo un pincel y pinto algo, ¿eso es
una práctica artística? Se debe hablar más
específicamente del arte.
Para encaminar mi presentación tuve
entonces que buscar primero una definición
de reparación simbólica, y esa definición la
encontramos en la Ley 1448 de 2011:
Artículo 141. Reparación simbólica. Se
entiende por reparación simbólica toda
prestación realizada a favor de las víctimas
o de la comunidad en general que tienda
a asegurar la preservación de la memoria
histórica, la no repetición de los hechos
victimizantes, la aceptación pública de los
hechos, la solicitud de perdón público y
el restablecimiento de la dignidad de las
víctimas.
Hasta donde entiendo, como historiador
y sociólogo, muchas de las comunidades
víctimas no tenían dignidad antes de
69
ser víctimas: no contaban con viviendas
decorosas, ni tenían acceso a una alimentación
y salud dignas. Entonces, restablecerlas al
estado anterior no es lo ideal, porque antes
no había dignidad, y en ese sentido veo una
inconsistencia en la norma pues las masacres
se han realizado principalmente en las zonas
más pobres del país.
El arte colombiano se ha ocupado
intensamente del tema del conflicto y la
violencia: ha sido un tema recurrente desde
los años 30, y está presente en las obras de
artistas como Fernando Botero o aleJandro
oBregón. A nivel internacional también hay
ejemplos recurrentes: por ejemplo, el cuadro
Guernica, de picaSSo, está lleno de símbolos,
en principio no socialmente conflictivos, sino
significativos para el artista.
¿Puede realmente el arte contribuir a la
reparación simbólica? En tal sentido el arte
puede contribuir, pero no necesariamente
las prácticas artísticas, porque finalmente
estas pueden no ser arte sino una forma de
entretenimiento. Se trata más específicamente
del arte, pues el arte puede producir lo que
se le pida porque es el modo de expresión y
comunicación más poderoso del ser humano
después de la palabra. Toda obra de arte es un
depósito de valores visuales, significaciones y
modos de expresión, materializados mediante
un lenguaje.
Otro supuesto orientador es que no todo
lo simbólico es artístico, ni todo lo artístico es
simbólico, porque existe el arte no simbólico
(que no comunica símbolos) como, por
ejemplo, el retrato de una persona.
Las obras de arte son diferentes a todos
los demás objetos del mundo natural y social,
pues forman un conjunto de objetos que
pertenecen a un mundo específico, distinto a
otras formas de expresión humana. El mundo
del arte está inmerso en un ámbito de realidad
diferente y opuesto a la realidad humanada
de la vida cotidiana, la cual es autoevidente y
más inmediatamente perceptible, e igualmente
diferente a otros mundos como el onírico, el
fantástico y el mágico.
Por ejemplo, la existencia mítica de un
mono no significa que conforme por sí misma
una obra de arte, puesto que es el artista quien
le proporciona la forma y la existencia artística.
El artista no solo representa o expresa o brinda
significados a los objetos de la realidad, a
las ideas o los conceptos, pues la intención
del arte no es crear mitos o reparaciones
simbólicas, sino dar vida a las obras de
arte mediante procedimientos intelectuales,
operativos e imaginativos, estrechamente
vinculados con los valores visuales específicos
de cada sociedad o de cada época.
Los valores visuales no son solo aquellos
relacionados con el arte, sino que incluyen
también los valores integrados a nuestra
capacidad de visión; son valores visuales que
incorporan modos singulares de percibir el
mundo natural o social; son puntos de vista,
70
apreciaciones y conceptos sobre la realidad
social, el origen del mundo, la naturaleza, las
cosas, las relaciones entre los individuos y los
grupos sociales, las nociones del bien y del
mal, en fin, las nociones de vida.
Todas las manifestaciones artísticas,
los colores, las formas y las texturas, tienen
connotaciones específicas, que varían según
los individuos, las sociedades y las épocas.
La luz que reflejan los objetos penetra
el ojo y la información llega al cerebro
mediante procesos iguales para todos los
seres humanos. Pero una vez en el cerebro
la experiencia visual deja de ser uniforme,
ya que cada persona interpreta a su manera
la información que recibe, y aunque las
diferencias pueden ser en principio pequeñas,
comparadas entre períodos históricos o entre
sociedades adquieren una mayor profundidad.
Los objetos de la realidad existen
independientemente de sus imágenes, y tienen
millones de rasgos y propiedades.
Debido a la luz que reflejan los objetos se
forma una imagen visual en la retina, la cual se
transforma en una imagen mental al llegar al
cerebro. En la formación de la imagen mental
intervienen infinidad de factores: la experiencia
del sujeto que observa, su relación emocional
con el objeto, sus habilidades perceptivas
y una forma particular de interpretar sus
percepciones.
Las transformaciones más significativas
de la imagen mental ocurren cuando gravitan
alrededor de lo simbólico, porque es allí donde
pierden su relación con los objetos reales y se
vinculan a aquellos carentes de imágen visual,
es decir, a conceptos como Dios, miedo,
memoria, etc.; sin embargo, no todo en el arte
es simbólico, e incluso lo simbólico en el arte
puede llegar a ser incomprensible, pues la
simbología de los objetos no se transmite por
el arte sino por la palabra; en ese sentido es
posible transmitir las imágenes simbólicas, las
imágenes no visuales, por medio del arte, pues
este comunica aquellas imágenes carentes
de sentido con la realidad dentro de grandes
contextos simbólicos como los mitos, la
religión, la filosofía, etc.
Al contrario de las imágenes simbólicas,
las imágenes de las artes visuales, las mismas
obras de arte, son imágenes sensibles
perceptibles por los sentidos. Las artes
representativas y figurativas adquieren esta
denominación porque en la gran mayoría
de sus imágenes es posible identificar seres
humanos, animales u objetos del mundo real
o perceptible. Lo que se representa no son los
objetos mismos sino sus imágenes visuales,
mentales o simbólicas; por ello, no es acertado
decir que el artista pinta lo que ve, porque
el arte no es una fotografía de la realidad: el
artista nunca pinta lo que ve sino que hace
una serie de operaciones mentales y manuales
para recrear la imagen que sus ojos perciben,
establece una interrelación entre la imagen
visual y la imagen mental.
71
¿Es posible usar el arte como mecanismo
de reparación simbólica en su calidad de
vehículo de comunicación? Lo complicado
aquí es el manejo. ¿Qué tan legítimo es orientar
el arte para determinadas fines? Antaño
se encargaban cuadros con determinadas
características pero, aun en el caso de haber
un contrato de por medio, realmente no se
podía conocer el resultado pues el producto
del arte no se pude predeterminar. El artista de
todas maneras enfrentará durante su proceso
de creación problemas que seguramente
cambiarán su perspectiva.
El arte no puede evitar la apología del delito,
ni evitar la revictimización, ni evitar perjudicar
a un tercero, porque estas son tareas propias
de la sociedad no de las obras de arte. De
forma que aunque se esperan determinados
resultados, algunos son definitivamente
independientes de la obra de arte.
Deseo plantear aquí los siguientes
interrogantes: ¿Se debe pensar realmente en
la reparación simbólica o, mejor, en un cambio
cultural? Qué repara más a la comunidad y
al país: ¿la reparación simbólica o un cambio
cultural? Puesto que los conflictos armados tiene
un sustrato cultural muy fuerte, el tema no se
limita a la reparación, ni mucho menos a volver
al estado anterior, porque todo debe cambiar,
desde las víctimas, hasta los victimarios. Una
masacre no solo es un daño que se inflige a una
determinada comunidad, es un perjuicio que se
causa a todo el país.
Es necesario un cambio cultural en
relación con el estado de cosas que llevaron
al conflicto armado: la carencia de recursos
y la debilidad frente a la legalidad, el escaso
rechazo a la violencia y a la ilegalidad, la falta
de una solución pacífica de los conflictos, la
desconfianza, la intolerancia, y el menoscabo
de la identidad y del sentido de pertenencia.
Lo que necesitan las comunidades y el país
en general es una transformación, una mejor
manera de reparar y pedir perdón, y sobre todo
la voluntad general de impulsarla.
El tema no es solo un tema artístico: es un
tema de cultura.
Discusión entre ponentes y asistentes a través
de preguntas, comentarios o impresiones
Intervención 1: “Si la reparación simbólica
son prestaciones no monetarias a favor de las
víctimas, las cuales incluyen símbolos tales
como pedir disculpas, etc., entonces, ¿por qué
limitar la reparación simbólica a lo artístico?
Si puede ser un día conmemorativo, un
homenaje, unas disculpas públicas, etc., ¿por
qué la intención de conciliar esos dos universos
tan distintos?”.
Intervención 2: “Lo que sucede es que la
Corte Interamericana propone varios tipos de
reparación simbólica, de los cuales algunos
son monumentos y otras formas de arte. En las
leyes 1448 de 2011, 1592 de 2012, e incluso
en la 975 de 2005, se proponen formas de
72
reparación por medio de las obras de arte.
Esto no quiere decir que toda representación
simbólica tenga que ser por medio de obras
de arte, pero es un campo específico de la
reparación simbólica; además, en los centros
de memoria, el uso del arte ha sido muy
importante en el campo de la reparación
simbólica. Entonces, ¿es legítimo el uso del
arte como instrumento para la reparación
simbólica?, o ¿solamente el arte crea o
modifica y no puede ser usado “para” algo?”.
Intervención 3: “Las sentencias muestran
una incomprensión total en torno al arte, y
en general frente a las necesidades de las
víctimas”.
Intervención 4: “Pienso que el arte,
como expresión del ser humano, es lo menos
dogmático que existe pues permite lecturas
múltiples, polivalentes, y en una sociedad
colombiana tan polarizada el arte, en su función
de expresión del conocimiento, tiene un papel
destacado. Ese papel puede ser de cambio
cultural, o la generación de posibilidades para
involucrarse y proponer senderos hacia las
trasformaciones, individuales y colectivas. El
arte puede ser usado, en sentido intelectual,
porque su uso no se refiere solamente a la
materialidad, sino que sirve para generar
transformaciones. El arte, más que un ejercicio
de plenitud y de goce, genera transformaciones
sociales. Así, si una obra de arte es construida
en compañía de víctimas y artistas puede
transformar conceptos y sensibilizar a una
sociedad anestesiada, oculta e indiferente”.
Intervención 5: “Creo que es importante
volver a la pregunta del seminario: no se trata
del estatuto del arte, sino del estatuto del
símbolo. Se habla de reparación simbólica, y
la pregunta es: ¿qué significa un símbolo en
una sociedad o en un colectivo? Preguntarse
por el estatuto del símbolo es preguntarse por
el estatuto de lo colectivo en una comunidad
específica. La pregunta justa del seminario es:
¿qué es el símbolo? Los llamados a brindar
los elementos definitivos sobre lo que es
un símbolo son los artistas. En el estatuto
actual de las artes la definición se refiere al
conocimiento, a la investigación, por eso los
lenguajes contemporáneos de las obras de
arte están inmersos en el mismo conflicto
de intentar definir qué es una obra de arte;
el estatuto de los lenguajes artísticos en la
contemporaneidad es un estatuto de carácter
investigativo, procesual. No sabemos a
ciencia cierta qué es una obra de arte, y por
ello usamos conceptos tales como “prácticas
artísticas”, que en últimas son prácticas
sociales. Pero ese no es un problema para la
reparación simbólica cuya principal dificultad
es identificar qué es un símbolo, para de esa
manera establecer un lenguaje definitorio
y poder reconstruir una sociedad. Las
comunidades no pueden vivir sin símbolos,
porque de lo contrario desaparecen, por eso la
necesidad de la reparación simbólica de revivir
73
la comunidad. El lenguaje artístico es simbólico,
y la misión de los artistas es recrear símbolos.
El problema no es el arte, es el símbolo.
Los criterios por medio de los cuales las
comunidades generan un símbolo dependen
de cada una en particular. Las comunidades
recurren a los procesos de investigación en
la búsqueda de ese símbolo: es decir, son
laboratorios”.
Intervención 6: “Un retrato de una oveja es
una obra figurativa, pero “El Cordero Místico”,
es una obra simbólica y aunque representan lo
mismo, son diferentes: la oveja representa un
animal, pero “El Cordero Místico” se refiere a
Dios. Puede ser una obviedad, pero hay obras
que no son simbólicas y otras que sí lo son”.
Intervención 7: “Cabe aclarar que la
decisión de llamarlas prácticas artísticas surge
de tres momentos: 1. La creación de la obra
como trabajo colectivo; 2. Su materialización, y
3. Su puesta en escena, donde no solo actúan
los artistas sino también otros profesionales.
La participación es la única forma de que estas
expresiones se construyan con las víctimas y
se logre recrear la memoria”.
Intervención 8: “Lo que se persigue
es gestar una construcción colectiva pues
son las mismas comunidades las que han
desarrollado estas prácticas artísticas, sociales
o culturales. La función social del arte apunta
a la búsqueda de los símbolos desde distintos
procesos metodológicos. Si se pretende hablar
de reparación transformadora es necesario
vincular tanto a las víctimas como a los
victimarios”.
74
Conversatorio n.º 7
Quiero empezar con la definición legal de
reparación simbólica que se encuentra en Ley
de Víctimas:
Artículo 141. Reparación simbólica. Se
entiende por reparación simbólica toda
prestación realizada a favor de las víctimas
o de la comunidad en general que tienda
a asegurar la preservación de la memoria
histórica, la no repetición de los hechos
victimizantes, la aceptación pública de los
hechos, la solicitud de perdón público y
el restablecimiento de la dignidad de las
víctimas.
Exposición n.º 12
Memoria y reparación simbólica:
experiencia con algunas iniciativas
no oficiales de memoria en Colombia
Catalina Uprimny*
El Centro Internacional para la Justicia
Transicional publicó en 2009 un libro titulado
Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales
de memoria en Colombia. Intenté vincularlo al
tema de la reparación simbólica, pues aunque
no está pensado desde esta perspectiva, sí
está estrechamente relacionado a ella.
*
Abogada e investigadora del Centro Internacional
para la Justicia Transicional –ictJ–.
A partir de esta definición entiendo que la
reparación simbólica es una acción que no
puede devolver la situación al estado anterior
pues no es posible devolver el tiempo; por ello
es simbólica, porque no vuelve: la reparación
lleva a una nueva situación. La reparación parte
del reconocimiento de que ha ocurrido algo
que no puede repararse. En ese sentido, y por
el mismo trabajo de simbolización, para poder
preservar la memoria, el reconocimiento de los
hechos, el perdón público, la construcción de
memoria histórica, es que se le da un nuevo
sentido a lo ocurrido.
Ahora bien, en relación con la publicación
mencionada, se trató de un proyecto realizado
con la Unión Europea y el ictJ durante dos
años. Se buscaba con este proyecto, en
relación con la memoria y la verdad, que las
iniciativas no oficiales de memoria tuvieran
75
avances tanto en sus planes de trabajo como
en sus objetivos. Se buscaba, además, que las
iniciativas con las que se trabajaba comenzaran
y se siguieran impulsando según el querer de
cada comunidad.
Materializar esta ayuda significó un
enorme esfuerzo, pues se estaba frente a un
mapa oscuro, donde no se sabía cuáles eran
ni dónde estaban las iniciativas, por lo cual
se tomó la decisión de empezar, en el año
2006, con una identificación y selección de
las mismas. Finalmente se encontraron varias
y para cada una de ellas se ofreció una ayuda
concreta.
El ictJ es una organización privada (una
ong cuya base es New York), creada por
quienes iniciaron los procesos de justicia
transicional en África, que posteriormente
encontraron que este fenómeno estaba
presente en varios países. Decidieron,
entonces, abrir oficinas en diferentes países
con el fin de ayudar a través de la experiencia
comparada. Aunque no es posible copiar
totalmente tales experiencias, de todas formas
sirven para adquirir herramientas y ajustarlas a
la propia realidad.
El trabajo se denominaba “Iniciativas de
memoria” (salvo el caso de la Comisión de
Reparación del Caribe), y se decidió tomar
como eje el trabajo adelantado con tres
organizaciones territoriales diferentes: unas de
carácter regional, local, y otras diferenciadas
por casos. El trabajó se adelantó en conjunto
con la Galería “Tiberio Fernández Mafla”, de Cali
(cuyo nombre hace honor al párroco asesinado
en la masacre de Trujillo) compuesta por un
grupo de jóvenes que se dedican a denunciar
los crímenes de Estado, y con la Asociación
de Familiares y Víctimas y Familiares de Trujillo
–aFavit–, una asociación que desde 1995 trabaja
para esclarecer los hechos que condujeron a la
masacre ocurrida entre 1989 y 1994; este caso
tuvo una solución concertada ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos –cidh–,
donde se propuso como medidas de reparación
el pedido de perdón público por parte del
Estado y la creación de un parque monumento,
sin embargo, cada año se siguen haciendo
peregrinaciones al lugar porque es claro que la
reparación no ha sido suficiente.
Dentro de las iniciativas regionales el
trabajó se centró en el oriente antioqueño:
Granada, Sonsón, Argelia, La Unión y
Nariño. Aunque cada región tenía su propia
organización de víctimas todas estaban
unidas por un proyecto conjunto llamado
“Paz y desarrollo”. Cada iniciativa optó por
una representación artística diferente de la
memoria: La Unión materializó su trabajo en un
audiovisual; Argelia y Nariño decidieron hacer
un mapa sobre las diferentes trasformaciones
que la violencia y el desplazamiento habían
grabado en el territorio, para lo cual marcaron
los lugares de las masacres; Granada propuso
un salón de Nunca más, donde se colocaron
las fotos de los desaparecidos, una línea
76
de tiempo que marcaba el transcurrir de los
sucesos y diversos escritos de familiares y
víctimas, y Sonsón se concentró en levantar
una base de datos.
En el marco regional surgió la Comisión de
Reparación del Caribe por las consultas de la
Comisión Nacional de Reparación de la Costa
Caribe. La memoria era un requisito más para
llegar a la reconciliación en esta zona.
Con la Galería “Tiberio Fernández Mafla”
se realizaron talleres de comunicación, porque
querían mejorar el manejo de las herramientas
audiovisuales.
Con aFavit se realizó un acompañamiento
a las reuniones donde se discutió el tema
de los osarios que en ese momento se
estaban destruyendo: la organización quería
reconstruirlos y escoger para ello los materiales
más adecuados con el fin de redignificar a las
víctimas.
A partir de las iniciativas locales se
adelantaron reuniones en Granada o en la
Unión con la idea de entender en qué estado
se encontraban. Se trataba de grupos que
se reunían para contar sus historias y sus
dolores, que querían tener claridad sobre sus
derechos, o el procedimiento de reparación
administrativa. Al efecto se explicó el decreto
sobre reparación administrativa, y luego se
recreó una experiencia peruana para que
tuvieran conocimiento de su historia.
Otro caso de acompañamiento ocurrió
con la Comisión del Caribe, la cual necesitaba
facilitar las reuniones debido al elevado número
de personas. En este caso se concluyó que
lo que se debía hacer era utilizar los fondos
para realizar un mapeo sobre la situación
de derechos humanos de los diferentes
departamentos del Caribe. La idea consistía
en unir todos los mapeos a fin de consolidar
un diagnóstico regional. La iniciativa no se
pudo concretar porque algunos departamentos
entregaban solo una información muy básica.
Se optó, entonces, por entregar el mapeo, sin
llegar a saber posteriormente si habían logrado
integrar la información.
De esta actividad y de estas experiencias
surgió la certeza de que existían diferentes
tipos de memoria claramente identificados:
algunos trabajaban en la memoria para lograr
el reconocimiento, como lo evidenciaron las
experiencia por casos; otros lo hacían para
facilitar el duelo, como las iniciativas del oriente
antioqueño, y la iniciativa regional trabajaba la
memoria para la reconciliación.
También se constató que existen una
amplia diversidad de formar de memoria:
galerías, fotos, mapas, documentales, registros
escritos, marchas silenciosas, obras de
teatro, poemas, etc.; y, a la vez hay una gran
variedad de objetivos e intenciones: duelo,
reconciliación, reconocimiento, etc.
Se puede concluir, entonces, que cada
caso es único: no es posible tener un manual
para la reparación simbólica pues cada caso
es diferente. Sin embargo, es obligatorio que
77
las víctimas participen de su propia reparación
simbólica ya que el Estado no es adivino: a la vez
que puede preguntar también puede ser parte
del proceso. Ejemplo de ello es la masacre en
El Salado (2000), donde una primera iniciativa
consistía en derretir las armas de los paramilitares
y hacer una escultura a partir del material
resultante, pero las víctimas no aceptaron y
prefirieron la siembra de árboles. Otro ejemplo,
en este caso desafortunado, fue Villatina, un
barrio en Medellín donde la policía asesino a
nueve niños; en esta ocasión también el caso
llegó hasta la Comisión Interamericana: en una
solución amistosa el Estado se comprometió a
hacer un reconocimiento, para lo cual ordenó
la construcción de un parque monumento (el
Parque de los Periodistas); las víctimas decidieron
que el parque no era un lugar sano y rechazaron
el reconocimiento, ante lo cual no hubo plena
reparación simbólica. Sobre esto aún hay debate.
Sin embargo, conviene preguntarse:
todas estas iniciativas, salvo la de Trujillo,
¿son efectivamente medidas de reparación
simbólica? Considero que no porque,
según la ley, la reparación simbólica es
una responsabilidad del Estado. Que estas
acciones sirvan para reparar es diferente de
la obligación del Estado de reparar. Además,
ocurre que es necesario diferenciar la memoria
de la reparación simbólica: aunque una
iniciativa de memoria puede ser reparadora, no
necesariamente es una reparación simbólica.
Entonces, que sea reparadora la reparación
debe ser diferente, y esta diferencia es vital
pues la reparación es una obligación y un
derecho.
Exposición n.º 13
Definiciones y obligaciones de reparación.
La reparación política: una perspectiva
jurídica
Juan Pablo Cardona*
Para esta presentación voy a hacer una
especie de barrido general y básico de la
noción de “reparación”: ¿qué significa reparar?
y ¿quién está obligado reparar?; y después
abordaré los debates más relevantes que se
han suscitado en el Proceso de Justicia y Paz
en relación con el tema de las reparaciones.
¿Qué es la reparación? Hoy por hoy hay
un acuerdo sobre el concepto de reparación:
la reparación tiene un presupuesto, y este
es el daño; daño, entendido como la lesión,
destrucción o afectación que sufre una persona,
y que recae sobre un derecho material o
inmaterial. Para llegar a tener las características
de un hecho jurídico legítimo debe ser un daño
resarcible.
En principio la responsabilidad por la
generación de un daño se le imputa a quien
*
Abogado de la Unidad Nacional de Fiscalías para
la Justicia y la Paz.
78
generó un hecho con características de tal.
Tradicionalmente se han establecido categorías
para determinar si la reparación está a cargo
del Estado y/o de particulares.
La doctrina ha señalado una división entre
las categorías de daño y perjuicio: el daño
es el hecho que causa una afectación a una
persona o un bien, en tanto que el perjuicio
es el detrimento o menoscabo, patrimonial o
no patrimonial, que genera el daño, es decir,
sus consecuencias, por ejemplo, el hecho de
romper una ventana genera un daño, pero
las consecuencias patrimoniales (lo requerido
para su reposición) o no patrimoniales de esta
acción, constituyen el perjuicio.
La función de la responsabilidad que se
genera cuando se ocasiona un daño puede
ser punitiva, disuasiva, ejemplar o resarcitoria.
En Colombia la función de la reparación es
resarcitoria y basada en un principio según el
cual no es posible remediar desequilibrios que
no provengan del daño mismo. No obstante,
existe una discusión al respecto.
El concepto de perjuicio ha sido
ampliamente analizado por la doctrina y la
jurisprudencia, y su tipología lo fracciona en
dos tipos: perjuicio patrimonial y no patrimonial.
El perjuicio patrimonial es el ocasionado por
un daño material, mientras el inmaterial está
determinado por un daño inmaterial. De esta
división dependen las formas de reparación
que se establezcan.
Las formas de reparación patrimonial son
económicas debido a los rubros ocasionados:
daño emergente y lucro cesante. Por su parte,
el daño no patrimonial contiene el daño moral
(interno), el daño a la vida de relación (externo
o relacional) y la emergente categoría conocida
como daño al proyecto de vida (categoría
de daño recogido en procesos de Justicia y
Paz, como el caso de Fredy Rendón –alias “El
alemán”– por reclutamiento forzoso).
¿Cómo se repara? Históricamente en
Colombia se ha reparado por el ítem económico
o indemnizatorio, tanto en la jurisdicción civil
como en la contencioso administrativa. Esto es,
la reparación se ha entendido como sinónimo de
indemnización. Sin embargo, en una suerte de
evolución, se han involucrado nuevos elementos
a la reparación, por ejemplo, el establecimiento
de topes y formas de reparación diferentes a la
indemnización, principalmente con la apertura
del Derecho interno al Derecho internacional
y los avances de la jurisdicción internacional
de Derechos Humanos. Como hito se tiene
la resolución 60/147 del 16 de diciembre de
2005 de Naciones Unidas, que cuenta con
antecedentes; igualmente el llamado soft law o
“derecho blando”, como los estudios e informes
de los relatores especiales de la onu, theo van
Boven (1993) y louiS Joinet (1998) –actualizados
por diana orentlicher (2004)–, las Directrices de
cheriF BaSSiouni (2000), la Resolución 2002/44 de
2002 y el Informe de aleJandro SalinaS (2003).
79
No está de más precisar que hay
vigente una discusión sobre el carácter
vinculante de este tipo de instrumentos en
Colombia, ya que en principio no tienen tal
fuerza en el ordenamiento interno aunque,
según la doctrina, constituyen un criterio de
interpretación.
Igualmente, en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos se han impulsado
categorías diferentes a la reparación patrimonial
y se ha consolidado el concepto de reparación
integral, compuesto por diversas categorías:
restitución, indemnización, rehabilitación,
medidas de satisfacción y garantías de
no repetición. A esta evolución del tema
se suman tesis como la de la “reparación
transformadora”, recientemente formulada por
la doctrina colombiana y acogida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el
caso Campo Algodonero vs. México.
Sumado al desarrollo internacional, en el
ámbito local la Ley 975 de 2005 había acogido
lo siguiente en su artículo 8.º (derogado por el
art. 41 de la Ley 1592 de 2012), al respecto:
Artículo 8. El derecho de las víctimas a la
reparación comprende las acciones que
propendan por la restitución, indemnización,
rehabilitación, satisfacción; y las garantías de
no repetición de las conductas.
Restitución es la realización de las acciones
que propendan por regresar a la víctima a la
situación anterior a la comisión del delito.
La indemnización consiste en compensar los
perjuicios causados por el delito.
La rehabilitación consiste en realizar las
acciones tendientes a la recuperación de
las víctimas que sufren traumas físicos y
psicológicos como consecuencia del delito.
La satisfacción o compensación moral
consiste en realizar las acciones tendientes
a restablecer la dignidad de la víctima y
difundir la verdad sobre lo sucedido.
Las garantías de no repetición comprenden,
entre otras, la desmovilización y el
desmantelamiento de los grupos armados al
margen de la ley.
Se entiende por reparación simbólica
toda prestación realizada a favor de las
víctimas o de la comunidad en general
que tienda a asegurar la preservación de
la memoria histórica, la no repetición de
los hechos victimizantes, la aceptación
pública de los hechos, el perdón público
y el restablecimiento de la dignidad de las
víctimas.
La jurisprudencia constitucional también
recoge dichas categorías de reparación en la
Sentencia C-370 de 2006, y con posterioridad
ha habido un amplio desarrollo al respecto.
Según las categorías en estudio, ¿dónde
se situaría la reparación simbólica?: según
80
la ley de víctimas puede ser una medida de
satisfacción y una garantía de no repetición.
El juez de justicia y paz se ha enfrentado a
varios retos. En principio tiene un mandato de
ley que establece que el proceso a su cargo
es un proceso penal especial con finalidades
propias, pero que conserva su naturaleza
cuando imparte justicia respecto de individuos.
Entonces, los tribunales de justicia y paz no
tendrían posibilidad de condenar al Estado. Sin
embargo, en el año 2010 la Sala de Justicia
y Paz del Tribunal de Bogotá condenó a Uber
Bánquez y a Édwar Cobos Téllez por la masacre
del municipio de Mampuján, en el sur de Bolívar,
y en consecuencia el tribunal ordenó medidas
de reparación que obligaban al Estado.
Otro tema frente al cual el tribunal se
cuestionó en este caso tuvo relación con la
fuente jurídica para decidir sobre la reparación,
ya que las leyes transicionales permiten, al
modo de ver del tribunal, separarse de las
tradicionales. El tribunal analizó la jurisdicción
interamericana de derechos humanos, que usa
la reparación en equidad, y los sistemas de
reparación de la jurisdicción tanto civil como
contenciosa, es decir, la reparación en derecho
El Tribunal de Justicia y Paz asumió
en equidad la reparación de la Corte
Interamericana, teniendo en cuenta que el juez
está obligado a fallar según las consecuencias
de su fallo y sujeto a la ley. El tribunal discutió
que el cálculo de la reparación de las víctimas
en Colombia es tan alto que no es posible
cumplirlo. La decisión del Tribunal fue apelada
y llevada en segunda instancia a la Corte
Suprema de Justicia. La Corte dijo que el
Tribunal está sujeto a la jurisdicción civil y
contenciosa, y en consecuencia debía aplicar el
derecho interno y fallar en derecho.
Otro tema inquietante dentro de la
jurisdicción de Justicia y Paz, especialmente al
principio del proceso, fue el de la competencia
del juez para fallar extra y ultra petita, ya que
se discutía la posibilidad de fallar pretensiones
aun no pedidas por las víctimas (extra petita)
o más allá de lo pedido (ultra petita). Y esto
porque, según la jurisprudencia de la Corte
Interamericana, prevalece el interés superior de
las víctimas y el principio pro homine, según el
sujeto más vulnerable.
Finalmente, un debate adelantado sobre
las fuentes que originan la reparación fue
resuelto por la Corte Constitucional al decidir
que no se puede confundir la fuente de la
obligación de reparar con ocasión de un daño,
con las obligaciones sociales del Estado y
mucho menos con la ayuda humanitaria.
Discusión entre ponentes y asistentes a través
de preguntas, comentarios o impresiones
Intervención 1: “¿Existe un perjuicio simbólico?
¿Cómo opera el arte? ¿Debe tener unas
características especiales?”.
Intervención 2: “Quien cometió el daño
está obligado a reparar, lo cual no significa
81
que no existan otras medidas reparadoras.
Una cosa es el deber y el derecho a reparar y
recordar, y otra el momento en el cual la víctima
siente que la reparación ha sido efectiva.
Entonces, una cosa es la obligación del
Estado de reparar y otra la satisfacción de las
víctimas, independientemente de donde venga
la reparación. Es claro que las medidas de la
comunidad, de las organizaciones o de los
artistas no sustituyen la obligación del Estado
de reparar simbólicamente”.
Intervención 3: “En el caso de Campo
Algodonero vs. México, las víctimas no
aceptaron ni reconocieron el monumento
que se construyó por orden judicial. Las
víctimas hicieron Las cruces rosas y Los
zapatos rosados como obras de arte abiertas,
y también como forma de rechazo a la
reparación simbólica oficial”.
Intervención 4: “Considero importante
aclarar la diferencia entre reparación simbólica
y arte: la reparación simbólica es un concepto
y en esa medida es preciso saber qué contiene
y cómo influye en la víctima. Al respecto creo
que la obra de doriS Salcedo no es en sí misma
una reparación simbólica, pues para que lo sea
debe tener unas características determinadas
que respondan a las siguientes inquietudes:
quién la realiza, cuál es su objetivo y cuál su
finalidad.
Ahora bien, ¿las iniciativas de las
organizaciones de víctimas se consideran
reparación simbólica? No, porque se le restaría
sentido a la lógica de la reparación y entonces
serían prácticas de la verdad o para hacer
memoria. Usar prácticas artísticas no significa
que se logre la reparación simbólica, sino que
sirven para reivindicar una situación o buscar
otras consecuencias.
Además, ¿quién ejecuta la reparación?,
¿cuáles son sus finalidades o su
intencionalidad? Lo que marca la reparación
simbólica es la metodología porque, aunque
provenga del Estado, las víctimas deben estar
presentes”.
Intervención 5: “Debe haber integridad en
todos los elementos contenidos en las medidas
de reparación, no solo la reparación simbólica.
Las diferentes acciones reparadoras no son
iguales entre sí: dependen de las características
de sus contextos”.
Intervención 6: “Aunque existen muchos
escenarios posibles de reparación, sin embargo
debe haber una efectiva integralidad. Uno de
los grandes retos consiste en que los jueces
actúen con creatividad dentro del proceso de
reparación simbólica a fin de que sea visto
como un todo. El ideal es que los jueces se
apersonen del proceso, pero este tiene que
pasar antes por una adecuación social. En ese
sentido las movilizaciones son importantes
pues los deseos de actuar son los que
impulsan los procesos. Se trata, entonces,
de que los jueces lleguen a la conclusión de
que la reparación simbólica va más allá, sobre
todo cuando existe la posibilidad de lograr
82
soluciones amistosas. Si bien es cierto que
hay que modificar las cosas todo depende del
tiempo con que se cuanta”.
Intervención 7: “Pienso que es importante
preguntarse: ¿quién repara? La respuesta es
que repara quien genera el hecho dañoso, que
en este caso es el Estado por las actuaciones
de sus agentes o de la población; ¿qué pasa
con los grupos armados al margen de la ley?
La ley dice que en estos casos es el victimario,
o su grupo quien paga; ¿el Estado responde en
calidad de responsable? El Estado responde en
forma subsidiaria. Mediante el Decreto 1290 de
2008 de reparación administrativa se estableció
que el Estado repararía de forma solidaria si
la fuente de responsabilidad no es el daño.
Con ocasión del proceso de justicia y paz, una
medida de satisfacción para las víctimas de
desaparición forzada consiste en encontrar
los cuerpos, de forma que sean identificados
y se entreguen a los interesados. Pero esto
puede significar una doble victimización, pues
constituye un aspecto subjetivo: no es posible
estandarizar pues, para cada caso concreto,
todo depende de la forma, y al final será la
víctima quien decida la mejor medida a tomar”.
Intervención 8: “Entonces sería interesante
pensar en un manual para el juez, donde
pedagógicamente se le muestren casos y
formas de reparación mediante el arte. El arte
reparador va más allá del monumento y de las
iniciativas artísticas”.
Intervención 9: “La ley de víctimas habla
de ciertas medidas que no son estáticas, sino
que permiten acompañar el proceso. Se debe
actuar con rigurosidad ante la posibilidad de
establecer
83
Conversatorio n.º 8
Exposición n.º 14
El arte como medio de resistencia,
lucha y denuncia. La historia de Luz
Marina Bernal, madre de Fair Leonardo
Porras “falso positivo” de Soacha1
El caso de mi hijo, junto con los demás casos
de las madres de Soacha, fue escogido por
Amnistía Internacional y distintas organizaciones
no gubernamentales internacionales, como
un caso paradigmático. Se trata del caso más
avanzado dentro de la jurisdicción penal pues
ya hay una condena en segunda instancia, y
acaba de pasar a casación penal. Se condenó
a seis militares con penas de más de cincuenta
1
Madre de Fair Leonardo Porras, joven de Soacha,
conocido por el caso llamado “falsos positivos”.
años, y se logró establecer que no fue un caso
aislado, sino un crimen de lesa humanidad y
desaparición forzosa.
Mi hijo era un joven de veintiséis años, de
educación especial (no sabía leer ni escribir,
no identificaba el valor del dinero, y tenía una
discapacidad en su brazo y pierna derechos).
Lo anterior debido a que a los cinco meses de
embarazo fui atropellada por un vehículo, lo
que ocasionó el desprendimiento de parte de
su cerebro; el niño nació de seis meses y a los
tres le diagnosticaron meningitis, lo que hizo
que durara en estado vegetal por siete meses.
El accidente y la meningitis fue lo que ocasionó
que mi hijo no aprendiera a leer ni a escribir.
Los jóvenes de educación especial son
afectuosos y cariñosos con las personas, esto
fue lo que facilitó que lo engañaran y se lo
pudieran llevar. En el caso Soacha los móviles
usados fueron distintos de los de otros casos:
incluso a los que no se querían ir les ofrecían
bebidas agregando sustancias para doblegar
su voluntad. No podría asegurar el argumento
o la estrategia que usaron con mi hijo, pero el 8
de enero de 2008 desapareció.
Desde el momento de su desaparición la
fiscalía fue negligente: tres veces fuimos a sus
oficinas y no hubo apoyo ni respuesta, entonces
nuestra familia elaboró una ruta de búsqueda.
Mostramos su foto a través de diferentes medios
de comunicación, buscamos en la morgue, en
albergues… yo levantaba a los habitantes de
la calle porque pensaba que de pronto él podía
84
estar allí. Llegué a pensar que mi hijo había
sufrido un accidente, que había sido drogado,
o que algo, no sabía qué, le impedía volver a
casa. Finalmente, ocho meses después tuvimos
noticias de su paradero.
El 16 de septiembre de 2008 me llamaron
de medicina legal, y una vez en el lugar me
mostraron el rostro de mi hijo, quien había
recibido trece impactos de bala. El 23 de
septiembre del 2008 conocí tres madres
más que estaban en condiciones similares a
la mía: las señoras Blanca, Flor y Elvira. Nos
enteramos que los cuerpos se encontraban en
Ocaña, Norte de Santander.
Viajamos a Ocaña, y una vez allí donde se
hicieron las respectivas exhumaciones; entonces
se me acercó un fiscal que me preguntó si
yo era la madre del jefe de la organización
narcoterrorista. Sentí mucho dolor porque mi
hijo, con veintiséis años, con una mentalidad de
un niño de nueve y una enorme discapacidad,
¿cómo podía ser un narcoterrorista?
A partir de ese momento comenzó lo más
difícil y doloroso para la familia: enfrentar un
país y un gobierno indolente que nos señalaba
y estigmatizaba como madres y mujeres
terroristas. A raíz de las exigencias en torno
a la verdad, a la justicia y a la garantía de no
repetición, empezamos a ser amenazadas.
El ex presidente Álvaro Uribe nos cerró
los medios de comunicación, incluso algunos
periodistas que quisieron contar nuestra historia
fueron amenazados y tuvieron que exiliarse
por seguridad; fue ante esta situación que
empezamos a buscar el arte como medio de
visibilización.
Patricia Ariza, directora de teatro,
fue la primera que nos abrió las puertas
y empezamos a manifestarnos en el
2009, con “Mujeres en la plaza”, más de
trescientas cincuenta mujeres denunciando.
Posteriormente empezamos a realizar una
performance cada veinte días.
Nos vinculamos con otras organizaciones
de mujeres que pertenecían a grupos
de teatro como “La Ruta Pacífica de las
mujeres” y “Las mujeres de negro”. Hacíamos
máscaras inmensas representando a las
víctimas y realizábamos performances donde
explicábamos el por qué de los falsos positivos,
tratando de sensibilizar a las personas para que
se pusieran en nuestro lugar. La gente quería
opinar y saber qué había pasado. La idea era
involucrar al público, que conociera una verdad
que le había sido encubierta.
Se realizó otro performance en “Las
Aguas”, donde colocamos las fotos de
nuestros hijos en cuadros, como si fueran los
frutos de los árboles de esta zona.
Después empezamos a interactuar con
las mujeres de la Comuna 13 de Medellín, un
sector muy golpeado por la violencia, donde
se encontraron entre escombros más de
cuatrocientos cadáveres. Continuamos con
obras como “Las cien Manuelas”, “Paz-hare-la”,
como una forma de hacer paz. Así, cada año
85
se hacen festivales en los cuales tenemos la
oportunidad de actuar.
A raíz de las amenazas a las Madres
de Soacha recibimos apoyo de Amnistía
Internacional que nos hizo un homenaje por
medio de una campaña por Internet. Esto
generó un movimiento de apoyo mundial.
Por medio del arte y de muchos artistas
hemos podido denunciar y mostrar la realidad
de nuestro país. La capacitación que hemos
recibido en Derechos Humanos no ha sido fácil,
pero muchas universidades nos han brindado
su apoyo y han contribuido en la denuncia por
medio de documentales muy premiados.
La Revista Semana, galardonó con el
Premio de Periodismo Semana 2011, un
artículo que contaba el caso de mi hijo, dentro
de la categoría: “Desaparición forzada”. Este
artículo se titula “Fábula de un niño con la
mirada azul”.
Asimismo, en Argentina, Chile, Brasil,
Japón, Inglaterra, Francia y Estados Unidos
se han realizado varios documentales sobre el
caso Soacha. Y así, empezamos a apropiarnos
de la ayuda de las organizaciones y de las
universidades.
Actualmente estamos trabajando en el
Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en
el proyecto “Tejiendo kilómetros de Memoria”,
con el propósito de vincular a muchas víctimas
del conflicto armado. Se trata de un tapete que
cubrirá todo el Palacio de Justicia; además, se
realizó un documental de 90 minutos.
“Lágrimas” es una canción compuesta por
mi hija sobre el caso de los fasos positivos en
Soacha que surgió de un proyecto apoyado por
diferentes organizaciones. Muchas personas
creyeron en ella y logró cantar en la plaza el 18
de octubre de 2009, y fue un trabajo excelente.
“Retratos de familia” es una iniciativa del
Archivo de Bogotá, que decidió visibilizar los
falsos positivos como algo sistemático que
venía ocurriendo en todo el país, pues no han
sido solo los diecinueve casos de Soacha, sino
que ya suman más de 4.716 las ejecuciones
extrajudiciales a lo largo y ancho del territorio
nacional. Este fenómeno no ha dejado cesado
pues tiene continuidad en este gobierno.
Tuvimos la oportunidad de estar en
Bélgica, España, Alemania, Dinamarca,
Holanda, e Irlanda, donde hemos hecho varias
denuncias ante el Parlamento Europeo y en
La Haya. Este año tuvimos el honor de recibir
un premio del Parlamento Catalán, donde nos
condecoraron por ser mujeres gestoras de paz.
Mi búsqueda aún continúa, pues hasta
ahora solo me han entregado el 50% del
cuerpo de mi hijo y el coronel que ordenó la
ejecución continúa prófugo de la justicia.
Sección de preguntas para la expositora:
Pregunta n.º 1: ¿Qué papel juega el arte en
todo tu proceso?
LM. - El arte nos sirve como resistencia. La
reparación administrativa no me importa porque
86
yo no parí un hijo para la guerra. El arte es una
forma de denuncia y es una forma accesible para
el público. El arte es una forma de decir la verdad,
sin quitarle ni aumentarle. Es una forma accesible
para llegarle al joven. La forma de arte, sea la que
sea, nos ha cambiado mucho, como madres
del Caso Soacha. Nuestra forma de pensar
es diferente, el arte nos cambió la vida, nos
convertimos en artistas. El arte es fundamental
para las víctimas, porque cuenta la verdadera
historia por medio de la voz de las víctimas.
Pregunta n.º 2: ¿Lo que hacen las víctimas
es realmente arte o solo prácticas artísticas?
¿Se necesita la orientación de un artista?
LM. - Cuando hay un director artístico
es como si hubiese una obligación a hacer la
presentación y que todo salga bien. Pero si se deja
a las víctimas representar su problema, será más
genuino, porque están viviendo en ese momento
lo que vivieron, y el dolor y su llanto será genuino,
y no fingido. El dolor se saca y se comparte, sin
director que manipule o modifique los sentimientos
del momento. Además buscamos visibilizar la
realidad de un país, mostrar a las víctimas.
Pregunta n.º 3: ¿Has participado en obras
o montajes de otras víctimas?
LM. - Acompañé una obra de Medellín,
bastante dura. Fue un caso colombiano de
una niña que violaron y asesinaron, junto con
sus dos hermanitos, en Arauca, en junio de
2010. Participan cinco mujeres con temas
como la desaparición forzada, la violación y las
ejecuciones extrajudiciales. Cada una cuenta
su tema, pero cada quien representa su dolor,
nadie más puede representar ese dolor ajeno.
He participado en otras obras, pero no
representando otros casos, sino representando
el mío. Cada uno cuenta su vivencia.
Pregunta n.º 4: ¿Es mucho más reparador
si la víctima participa, que si es un simple
espectador?
LM. - Se siente mejor cuando una
representa su papel, y transmite su dolor y lo
comparte con las personas. Al final de la obra,
una se siente más liviana, porque ha dejado
parte de ese dolor ahí en escena.
Pregunta n.º 5: ¿Hay gente que no se
solidariza, sino que cuestiona?
LM. - Hay todo tipo de reacciones.
Nuestra tarea ha sido mostrar lo que sucedió
en su momento, enseñar con nombre propio
los rostros de los responsables. Aunque nos
cuestionen, nosotras conocemos que por
acción u omisión fueron culpables el presidente
del momento y su ministro de defensa. El
compromiso era mostrar grandes resultados en
su gobierno, y esos resultados fueron nuestros
hijos. Para incentivar estas “bajas”, Álvaro
Uribe creé en el 2005 la Directiva ministerial
029, donde se comprometía a indemnizar
a cada militar por las bajas que reportara,
y según el rango del guerrillero, así sería su
pago. Posteriormente, el 19 de febrero de
2009, creó una segunda ministerial, firmada
por Juan Manuel Santos, donde se ampliaban
las recompensas, con viajes, condecoraciones,
87
medallas, ascensos y cartas de felicitación,
entre otras.
Las personas encargadas de reclutar a
los muchachos eran oficiales retirados del
ejército. Luego, indocumentaban a los jóvenes
y borraban sus registros del daS.
Descubrir todo esto causa dolor, y el daño
causado está; los victimarios no piensan en
eso, tienen su vida y las cosas arregladas.
Pregunta n.º 6: ¿En algún momento te has
sentido utilizada? ¿Has sentido que lo que se
ha hecho no le devuelve la dignidad a tu hijo?
LM. - Depende de la organización
que haga el evento. Lo digo porque hubo
una organización que apoya a víctimas del
Ejército y de la Policía. Ahí nos sentimos
utilizadas, porque nos llevaron a contar nuestra
experiencia, y en ese lugar fuimos atacadas,
porque el solo hecho de portar el uniforme,
para nosotros es terrible, así no hayan tenido
nada que ver directamente. Estas personas
nos agreden, y tratan de justificar sus actos
diciendo que nuestros hijos no eran dignos,
pero así hayan participado en una pandilla, al
Ejército no le da derecho a torturar o matar
extrajudicialmente, porque para eso está la
justicia. Nada justifica sus actos, y lo que
estamos pidiendo es el respeto a la vida.
Pregunta n.º 7: ¿Qué ventajas y desventajas
encuentras al relacionar tu historia de vida, con el
conflicto colombiano y con el arte?
LM. - Antes de esto que me tocó
padecer, yo me dedicaba a mi familia y a las
manualidades, pero ignoraba lo que pasaba
a mi alrededor, y en ese caso, sin vivir el
momento, justificaba lo que los medios de
comunicación nos vendían. Las personas que
no han sido tocadas con ese dolor no sienten.
Hasta que lo tocan a uno es que conoce la
realidad de este país.
Antes de todo esto lo ignoraba, pero entré
a conocer mi rol y mi verdad; conocí esto que
es terrible. Ahora trabajo, no solo por mí caso,
o por los 19 casos de Soacha, sino por más de
4.756 de ejecuciones extrajudiciales.
Colecciono historias y vivencias, para
descubrir la verdad y terminar con la duda.
Además, la lucha continúa; este gobierno,
por ejemplo, no se centró en la dignificación
de las víctimas, sino en el dinero; esa Ley de
Víctimas es una ley de revictimización. Y ahora,
con el fuero militar, terminó con la verdad,
pues no podremos escalar hasta encontrar el
verdadero culpable, solo podremos llegar a los
soldados de bajo rango.
Todos queremos la paz, ¿pero a costa
de qué?; se ha derramado mucha sangre que
necesita ser limpiada y reparada.
Pregunta n.º 8: ¿En Colombia has tenido el
mismo apoyo judicial que en el resto del mundo?
LM. - El gobierno y el Estado colombianos
han sido indiferentes a cualquier problemática
en violación a derechos humanos. El Estado
colombiano ha ocultado la verdad de lo que
está pasando; incluso el mismo Santos hace
poco dijo que acá no necesitábamos veeduría
88
internacional en derechos humanos porque
todo estaba bien. Pero eso es falso, solo busca
ocultar la verdad.
Estamos en proceso de paz, pero a la vez
hay violaciones a los derechos humanos en el
Cauca, en el Catatumbo y en Boyacá durante
el paro agrario.
La justicia colombiana opera para los
estratos altos; para los estratos bajos solo hay
dilaciones, justificaciones y vencimiento de
términos. Yo he sido afortunada porque tengo
mucha gente y organizaciones internacionales
que me apoyan y apoyan mi trabajo. Pero,
lastimosamente, el único caso que está
llegando a feliz término es el de mi hijo.
El 31 de julio de este año, en la lectura del
fallo de segunda instancia, en el caso de mi hijo, se
declaró que hubo desaparición forzada, homicidio
agravado, falsedad en documento público, e
históricamente se le reconoció como crimen de
lesa humanidad. El caso pasó a casación porque
los defensores de los militares apelaron.
Con los otros 18 casos no sabemos aún
que pasará porque había cinco muchachos;
a un mes de ser condenados más de treinta
militares el juez renunció, lo que implica una
total dilación.
Si no se logra nada mediante la justicia
interna, podríamos aspirar a la Corte
Interamericana. Además, este año se reabrió
un proceso contra Álvaro Uribe por ejecuciones
extrajudiciales.
Pregunta n.º 9: ¿Hay casos donde
las víctimas no quieran ser reparadas
simbólicamente, no quieran ninguna acción
artística?
LM. - Debido a las amenazas muchas
madres se quedaron quietas, pero en mi caso
no fue así, ya que tuve la fortuna de compartir
estos espacios con muchas personas y
denunciar todo lo que ha pasado en mi país.
Además, he tenido la oportunidad de reunir
gran cantidad de información, gracias a los
diplomados en derechos humanos que he
hecho, y aprovecho los espacios de denuncia
amplia de lo que está pasando. El gobierno es
astuto y en otros países ha negado lo que está
pasando. Pero todas las víctimas no han tenido
la misma oportunidad. Por ello estos espacios
de denuncia debemos aprovecharlos.
Exposición n.º 15
Duelo a través del arte
María José Pizarro*
Viajé a Barcelona en el 2002, a raíz de la
publicación del libro de Carlos Castaño, donde
cuenta que ideó el asesinato de mi padre
porque el cartel de Medellín, en cabeza de
Pablo Escobar, le había pagado dos millones
de dólares a mí padre para que planeara
*
Hija de Carlos Pizarro. Artista, guionista e
investigadora.
89
la toma del Palacio de Justicia. Entonces,
empezaron las llamadas, y debí salir del país.
Yo tengo una historia particular. Soy hija
de un comandante guerrillero y una militante
del M-19, nací en marzo de 1978, y a los
seis meses ocurrió el robo de armas del
Cantón Norte, de ahí que haya nacido en la
clandestinidad.
Estudié diseño de joyas y artes plásticas
en Barcelona. Aunque no me he dedicado
precisamente a lo que estudié, la joyería fue el
detonante de todo lo que he hecho. Relaciono
esta parte de mi historia con Cien años de
soledad, cuando el coronel Aureliano Buendía
decía que para poner cada escama de una
pieza necesitaba tal nivel de concentración que
le permitía olvidar los horrores de la guerra.
Esto me sucedió a mí; yo tenía un taller
pequeño donde hacía joyas y fue ahí donde
empecé a escuchar los casetes con los
discursos de mi padre, y empecé a entenderlo
y a entender que muchas cosas de las que
él pensaba también las pensaba yo. En ese
proceso de recuperar mi historia le dije a mi
mamá que me enviara los periódicos de esa
época y pedí además el sombrero de mi padre.
Empecé un proceso de investigación por
siete años (hasta el 2009), intentando descubrir
qué había pasado conmigo, con mi familia, con mi
país, y cómo quería narrar esa historia a mis hijos.
El 28 de abril de 2009, una vez terminado
el guión museográfico, inauguré una exposición
en Barcelona, llamada “‘Ya vuelvo’. Carlos
Pizarro, una vida por la paz”. No es una historia
contada por mí, sino por mi padre, por eso las
comillas. Se titula “Ya vuelvo”, porque él, antes
de desertar de las Farc el 11 de septiembre
de 1970, por las diferencias ideológicas, dejó
una nota con su dotación militar, diciendo “ya
vuelvo”, y nunca más volvió.
La exposición es una museografía de los
sentidos, tiene audiovisuales, hay objetos,
textos, puedes leer, tocar, y demás.
Sólo queda decirle a la gente que se puede
vivir sin armas, que se puede hacer política
sin armas; decirle a la gente que nosotros
no valemos porque tengamos armas, que
nosotros somos porque tenemos ideas,
porque reflexionamos, porque sentimos,
amamos y soñamos.
Traer una exposición de carloS pizarro en el
gobierno de Uribe a Colombia era impensable.
Pero aprovechamos la visita de Santos,
en ese entonces Ministro de Defensa, a
Barcelona, donde coincidencialmente estaba
promocionando el libro de la Operación Jaque
en el mismo museo donde estaba la exposición
de mi padre. De ahí, a los dos meses traje
todo el proyecto, lo presenté y pudimos abrir
la exposición en el Museo de Nacional de
Colombia.
La exposición en Barcelona era pequeña,
pero una vez en Colombia obtuve mucha
más información, porque la gente empezó a
confiar en mi trabajo. La historia del M-19 es
90
clandestina, son pocos los documentos que
han quedado porque a la gente la desaparecían
o la asesinaban.
Creo que esa es la esencia de por qué
entro yo a la guerrilla, porque no hay
espacios políticos en Colombia, no hay
espacios políticos con la perspectiva de
trasformación.
Te juro hermano que no le daré tregua a
la vida hasta que tus hijas y mis hijas y
todos los hijos de este continente de futuro,
tengan una sonrisa floreciendo en los labios
y una oportunidad de ser protagonistas de
la historia.
Entonces, el éxito de traer la exposición a
Colombia consistía en que las revistas, los
panfletos y los periódicos por los que te
habrían asesinado veinte años atrás, ahora
eran objetos de museo y estaban expuestos.
Había otra diferencia entre la exposición de
Barcelona y el público colombiano: la narración
fue muy diferente. Pensé que íbamos a tener
un problema terrible en la construcción del
guión museográfico porque debía trabajar con
Cristina Lleras, dos generaciones desde dos
puntos de la historia diferente. Pero todo fue
tranquilo, convocando a la reflexión y no a la
confrontación.
Los objetos empezaron a tener un
significado diferente. En el informe de la
Comisión de la Verdad no están los muertos
militares ni guerrilleros. Así que incorporamos
a los muertos de ambos bandos. Como solo
tenían alias, fue un trabajo arduo para tratar
de reconstruir los nombres verdaderos. Era
mostrar un poco el carácter humano del
guerrillero, era quitarle esa mascara y mostrarlo
como humano. En este país todo el tiempo “el
otro” es el enemigo, por eso queríamos mostrar
que, más que enemigos, eran personas que
ríen, lloran, se abrazan, que tienen historias de
vida trágicas.
Ofrecemos algo elemental, simple y sencillo:
que la vida no sea asesinada en primavera.
El pueblo siempre se moviliza, se desangra
y nada logra. En ciento cincuenta años no
han existido reformas sociales que rompan
arcaicos privilegios sobre el poder político, la
tierra, el capital.
Mi abuelo era Comandante General de las
Fuerzas Armadas de Colombia, Almirante de
la Marina de Guerra, y delegado ante la junta
interamericana que aplicaba la doctrina de
seguridad nacional para Colombia. Cuando
detuvieron a mis padres y se los llevaron a la
base militar en Cimitarra, Santander, para ser
torturados y asesinados, mi abuelo se enteró y
envió una foto familiar con una carta. Esto les
salvó la vida.
Y bueno, mi padre reconocía con orgullo
que toda su base moral y ética la había recibido
de su padre, que era “el enemigo”. Y yo
91
reconozco que todos mis valores y mi forma
de ser y pensar es la herencia de mis padres,
que a la vez son vistos por muchos como
enemigos.
Quiero quitar ese estigma de “enemigos”
para que entendamos que todos vivimos
situaciones que nos llevan, de una u otra forma,
por los caminos de la historia. El mundo es otro
a raíz de lo que nos sucede. Mi mejor regalo
es contar mi historia y que la gente le quite el
estigma al guerrillero, que la gente mire que hay
formas de hacer guerra, con ideales y valores.
Reconozco con orgullo que las sólidas
bases morales que iluminan mi vida son
obra de tus manos.
Algún día juntaremos los soles que tu
pintas con los soles que yo hago nacer y
tendremos para los dos, para los tres y para
todos unas caras felices.
En Cali, fue la última exposición, en el Estadio
Olímpico. Era un espacio menos protocolario,
pero lo bonito fue que recibimos públicos
diferentes, personas que en principio nunca
van a museos.
No podemos morirnos por nada, nadie se
muere por nada, nadie debe morirse por
nada.
Logramos involucrar a mucha gente:
convocamos más de 57.000 personas en
Bogotá. La mayoría gente joven, nuevas
generaciones interesadas en conocer la verdad,
esa versión que no se encuentra en los textos
escolares. Fue un mecanismo valioso para contar
esa historia no oficial.
Paralelamente a la exposición
empecé a pensar en un documental, que
no necesariamente era para acompañar
la exposición, pero que terminó
complementándola. Así logramos crear
un documental titulado “Carlos Pizarro, un
guerrero de paz”. Vendimos los derechos de
reproducción a Caracol, pero no duró mucho
su proyección, pues creó conmoción en el país,
por la imagen errada que se tiene de mi padre.
Además, en Barcelona, en el 2009,
empecé a contar mi vida a través de otro
documental. Contando también de paso la vida
de mi padre, reconstruyéndola por medio de
entrevistas e información. Gracias a esto monté
una fundación que apoya proyectos de otras
personas y formé un archivo con información
sobre el M-19.
Seguramente nunca pasará nada dentro
del proceso legal, pero lo importante es que
sea parte de la historia, buscando un juicio
desde la sociedad y una apropiación de la
sociedad. La gente nos pregunta sobre las
víctimas del M-19, y nosotros las reconocemos,
y esto ha facilitado la reconciliación; no perdón,
porque eso es muy personal e íntimo. Pero
nos reconocemos, caminamos e involucramos
otros sectores alrededor de una historia
92
que vamos construyendo. Ahí es cuando la
memoria se convierte en un trasegar en la vida.
Hasta el día de hoy no he recibido
opiniones negativas sobre mí trabajo; ha
recibido premios y felicitaciones, lo cual
es una recompensa por muchos años de
investigación.
El arte es importante cuando transmites,
canalizas y mandas un mensaje asertivo, sin
violencia; un mensaje que la gente tome bajo
su criterio. No busco manipular conciencias,
la gente es libre de hacer sus propias
interpretaciones.
Sección de preguntas para la expositora:
Pregunta n.º 1: Yo estuve en la exposición de
Bogotá, y tuve la sensación de que era una
exposición cuyo centro era la reflexión. Con
esta exposición aprendí muchas cosas de
historia, ya que es especialmente cognitiva,
más que emotiva. Y me parece que esa
exposición así pensada, ayuda mucho a la
reconciliación.
¿Cómo ves tú el tema de la reconciliación
por medio del arte? ¿Existen peligros de
revictimización? ¿Daño a terceros?
MJ. - El hecho de que la exposición salga
de esa manera se debe en parte a que el
M-19 tenía una forma particular de incidir en la
comunidad, diferente a cualquier movimiento
guerrillero de Latinoamérica. Por ello tengo
mucha libertad, por ser hija de quien soy.
Dentro del M-19 hay singularidades y
expresiones diferentes. Carlos Pizarro tenía una
forma de comunicación poética, él, en sí, tenía
unos rasgos particulares. Yo no quiero mostrar
a mi padre como el idealista, sino hacerlo
responsable también, porque yo sé que tiene
presente una responsabilidad política, si bien
no estuvo de acuerdo con la toma al Palacio
de Justicia, y no ordenó la misma, al ser el
segundo al mando, tenía la responsabilidad.
Si hay caminos de reconciliación es válido,
pero sin olvidar que fue lo que pasó. Los que
han ideado esta guerra sin sentido, no los
perdono, pero podemos sentarnos a hablar
con algunos. No voy a alimentar rencores y
no voy a desconocer verdades. Y aquí, el arte
es un vehículo muy valioso, que comunica; yo
expreso, y el otro dentro de su libertad, lee esa
expresión. Yo no puedo incidir en las mentes y
en los criterios de los seres humanos, pero sí
en los que me permiten tocar su alma.
Esto tiene todo de reconciliación, porque
quiero que la historia de mis padres sea
reconocida. Hubo una generación que en este
continente fue exterminada completamente,
por su contexto histórico. Finalmente
comprendí que políticamente mis padres tenían
una posición y luchaban por unos ideales, no
son inocentes, pero son luchadores y a la vez
víctimas.
Pregunta n.º 2: ¿En el próximo
documental, entras a ser también un vehículo
para contar la historia del M-19 y de tu padre?
93
MJ. – Al principio era la hija de Carlos
Pizarro, pero ahora quiero contar también mi
historia, porque negaron mi historia y la de mis
padres. Yo me opongo y resisto.
Luego vino la demanda, e intenté ser parte
civil en el caso de mi padre, que prescribe en tres
años, pero no me aceptaron porque por seguridad
no tenía su apellido. A mi padre lo asesinaron
y no hay posibilidad de tenerlo, y durante mi
adolescencia no quería saber nada de eso.
Ya adulta, al negarme ser parte civil,
empecé un proceso legal que se prolongó
durante cinco años para ganarme el derecho a
ser la hija de mi padre, legalmente, para poder
abanderarme de esta historia.
Finalmente dejé de ser la hija de Carlos
Pizarro, y me convertí en María José Pizarro, y
soy parte de esta historia, por la forma como
me apoderé del proceso de mi padre, de su
historia y reivindicación. Ahora muestro mi
historia, gracias a la historia de mis padres.
Pregunta n.º 3: ¿Has tenido la oportunidad
de ver otras expresiones artísticas que reflejen
la vida de tu padre?
MJ. – Sí, como las novelas, que
desafortunadamente cuentan historias
distorsionadas y nefastas. Algunas personas
del M-19 han hecho exposiciones. No es
fácil contar la historia de un insurgente, pero,
por ejemplo, los argentinos han reivindicado
la historia de muchos militantes, porque ya
no están en guerra. Pero nuestra misión es
diferente, debemos resistir.
No me gusta el término víctima porque
es lastimero, y las personas son de mucha
entereza y valentía.
Discusión entre ponentes y asistentes
a través de preguntas, comentarios
o impresiones
Intervención n.º 1: “¿Los trabajos que hacen
los artistas desde su propia lógica, desde su
dolor, sin víctimas, son válidos?”.
MJ. – Yo puedo no estar de acuerdo con
la forma como se muestren las cosas, pero hay
libertad de manifestación, y se debe permitir
esa diferencia y diversidad. Sin embargo, sí me
molestan mucho las historias de rcn y Caracol,
que son mediocres y sin responsabilidad,
además de que no tienen delicadeza, ni
investigación. No están bien documentadas
sus historias. Si vas a hacer algo, hazlo bien, y
con responsabilidad.
LM. – En el caso Soacha, doriS Salcedo
hizo un trabajo excelente, fue muy respetuosa,
como muchos artistas, que primero nos
muestran su proyecto, y nos pregunta nuestra
opinión. También tenemos que decir que los
medios de comunicación buscan la parte
negativa de los hechos, por ello es difícil cambiar
esa parte negativa: estigmatizan a nuestros
familiares. Los medios de comunicación causan
dolor y daño, y dejan un enfoque negativo.
Y cuando el periodista independiente quiere
contar la verdad, le será un poco difícil quitar
94
ese enfoque que dejaron los medios masivos de
comunicación.
La mayoría de programas van por el
rating, pero de forma desacertada, porque lo
hacen estigmatizando a los jóvenes, como lo
hicieron Claudia Gurisatti, y luego Pirry, que
hizo un seguimiento este año, pero primero nos
estigmatizó.
Con “Silencio en el Paraíso”, la idea era
proyectarlo tres meses seguidos, en Cine
Colombia, pero solo lo dejaron un mes. Los
primeros en verla fueron los militares, que
salieron a decir que les habían “inflado las
cifras”, pero en realidad las cosas se dijeron
como fueron. Se estaba mostrando una
realidad. Pero, finalmente, Cine Colombia sacó
la película de proyección, hubo más fuerzas
negativas que positivas.
Intervención n.º 2:
MJ. – Nosotros no tenemos rating, es
desigual la oportunidad de difusión.
Hay una cercanía de las artes plásticas
con la pedagogía y el arte, sea como sea,
puede despertar conciencia y movilizar
pensamiento. Por ello no puede ser solo una
imagen que expresa dolor. Un artista se puede
acercar como quiera y extraer un símbolo
del dolor, pero se debe mirar en qué espacio
circula. Se debe ver caso por caso cómo se
construye y en qué medio se mueve, y definir si
el artista es respetuoso o no, porque la imagen
nos tiene invadidos.
La imagen nos afecta; entonces, si la
imagen solo genera dolor no genera reflexión
y se queda estática. La imagen manipulada
de los medios de comunicación es tenaz. La
pedagogía es extendida, en todos los entornos,
familias, calles, escuela, en todos lados.
Intervención n.º 3: ¿Cómo creen que el
arte les puede ayudar a superar, a dialogar y
recuperarse con la sociedad?
Intervención n.º 4: Para complementar
un poco la pregunta del profesor, la Corte
Interamericana, a la hora de ordenar
monumentos en el espacio público, es
conservadora, no habla de obras de arte. El
término es monumento no obra de arte. Lo
importante es que todos los jueces internos,
colombianos, tienen como puntos de referencia
esas sentencias de la Corte IDH. ¿Qué criterios
o principios o características deben tener las
Cortes a la hora de ordenar una obra de arte?
Intervención n.º 5: En el caso argentino,
como forma de reparación a las víctimas de
la dictadura, se creó un lugar para generar
reflexión e incidencia. Me gustaría un espacio
donde uno pueda seguir incidiendo. Un lugar
de historia, no de paso, donde las personas
lleguen a pensar y a cuestionarse. Un lugar
donde estuvieran todos reunidos, no solo el
grupo en sí, sino un lugar donde estuvieran
todos. Por ejemplo, Memoria de Cataluña,
Sudáfrica, Hiroshima. El caso argentino es el
más emblemático.
95
Intervención n.º 6: He peleado mucho
con respecto a eso, porque los encargados
en el gobierno no cooperan. Queremos algo
emblemático, pero ellos proponen una placa
o una estatua. Los monumentos y estatuas
no son visibles y pueden ser dañadas. Mi
hijo vivió en una comunidad como ciudadano
colombiano, en una comunidad pobre por la
indolencia del Estado, que no es gestor de
nada. Lo mínimo que nosotras pediríamos es
que haya una clínica que pueda atender una
localidad o municipio como Soacha, y una gran
universidad, para que la comunidad se supla
de esa negación de estudio, y dentro de ella,
un lugar de memoria. Que la memoria de un
país se comparta por medio del arte. Y que
implementen galerías y conversatorios para que
se conozca la verdadera historia.
96
Conversatorio n.º 9
Exposición n.º 16
El arte y la reparación
simbólica en hijas e hijos
Alejandra Gaviria y Ricardo Robayo*
h.i.J.o.S (Hijas e Hijos por la identidad y la
justicia contra el olvido y el silencio) es una
organización o movimiento que nació en
Argentina después de la dictadura de Videla,
tras las violaciones a los derechos humanos, la
desaparición y muerte de miles de personas,
el robo sistemático de recién nacidos y otros
crímenes de lesa humanidad. Así, las abuelas y
madres empezaron a reclamar justicia, y luego
los hijos, como nuevas generaciones también
*
Miembros de H.I.J.O.S por la identidad y la justicia
contra el olvido y el silencio.
decidieron organizarse. Este movimiento existe
en Argentina, Perú, Guatemala, México y
Europa. La adscripción a un país no tiene que
ver con la nacionalidad, pues muchas veces la
pertenencia de un hijo a la organización está
marcada por su situación de exiliado.
Cada organización es autónoma, tiene
sus objetivos, sus luchas, sus finalidades
y sus distintas formas de comprensión
de la memoria. En Colombia, somos una
organización de víctimas; para nosotros la idea
de H.I.J.O.S es una causa, relacionada con una
generación cuyos padres fueron exterminados
por razones políticas. Intentamos mostrar
una situación generacional de vulneración,
desaparición, tortura y asesinato, por un
determinado pensamiento político.
Nosotros somos hijos de esa generación
y deseamos transformar esa situación.
Nuestra historia nunca fue contada, por ello,
nuestro primer objetivo o causa es visibilizar
nuestra memoria no oficial; buscamos exigir
justicia y verdad frente a estos casos; exigir el
ejercicio de memoria pública de la sociedad;
y pedimos la no vulneración de las personas
por causas políticas, en el contexto de un
conflicto colombiano. Esperamos que nuestra
generación no sea exterminada por pensar
diferente, por tener una postura política
diferente, como ocurrió con la Unión Patriótica.
Cuando hablamos de generación, en
principio la comprendíamos entre cero y
veinticinco años; sin embargo, debido a que el
97
conflicto colombiano no cesa, como sí ocurrió
en Argentina, ahora hay nuevas generaciones
(hemos recibido niños de ocho años), ya no
tenemos una edad exacta.
H.I.J.O.S nació en Colombia tras la
ratificación de la Ley de Justicia y Paz (Ley
975 de 2005). Para las víctimas fue un golpe
muy fuerte esta ley, porque transaba cosas
para la desmovilización de los paramilitares, la
posibilidad de ser juzgados por crímenes de
lesa humanidad, y no existía la posibilidad de
conocer la verdad: era más un acto de buena
fe de estos últimos.
En los casos de H.I.J.O.S, el 99% de
los crímenes permanecen en la completa
impunidad, entonces, esta ley era para
nosotros como “un pacto del silencio” similar a
los que se habían construido en las diferentes
dictaduras latinoamericanas. Todos habíamos
vivido cosas y situaciones, y esta ley sirvió de
detonante para pensar qué hacer al respecto,
para que la versión de los paramilitares no fuera
la oficial o la única.
Adicionalmente, los casos de los hijos
son historias que significaron persecución,
cambio de nombre, silencio, o no poder contar
la verdad. Las versiones de los hijos era que
sus padres habían sido secuestrados, porque
al menos esa situación generaba empatía y no
rechazo por parte de la sociedad. Pero una
vez los hijos crecieron, quisieron contar las
versiones reales, lo que realmente pasó, con la
legitimidad que les daba su condición de hijos.
En ese sentido, había otro objetivo interno,
que consistía en reconocerse, conocer y
compartir con otras personas en situaciones
similares, y no sentir vergüenza de su historia.
Era conocer la historia de Colombia por medio
de sus propias historias.
Empezamos esto tomando como referencia
H.I.J.O.S de Argentina, pero con inexperiencia
total, solo conociendo procesos de otros países.
No estábamos contactados entre nosotros;
solo teníamos esa idea, esa inspiración. Sin
embargo, las universidades fueron un lugar
importante de encuentro, porque muchos de
los hijos eran universitarios. Con la celebración
de los veinte años de la Unión Patriótica nos
encontramos muchos más.
Así, se empezó a crear una red y nos
reuníamos cada ocho días en el colectivo
de abogados José Alvear Restrepo.
Posteriormente, con el nacimiento del
Movimiento de Víctimas de Crímenes de
Estado –movice–, en el 2006, empezamos a
contactar muchos más hijos. Cuando Iván
Cepeda volvió del exilio nos apoyó, pero,
debido a su ocupación, se trató más de una
causa que de una militancia juiciosa.
Vimos que el tema era muy conflictivo
para las personas pues causa mucho dolor
revivir las historias. Diez de nosotros militamos
juiciosamente, pero quienes se identifican
con el movimiento son cien. Nunca hemos
querido tener un movimiento de masas, pero sí
que haya una causa fuerte. Hemos fluctuado
98
mucho pues en ocasiones hemos sido sesenta
y otras solo cinco personas, porque los hijos
empezaron a casarse, a constituir familias,
a trabajar. Sin embargo, nuestra idea no se
basa en el número de militantes sino en la
colaboración y en la existencia de las redes.
Nuestra primera acción fue forjar un veto
político contra un militar que se postulaba como
congresista. Fue nuestra primera aparición
pública, y recibimos respuesta fuerte de Álvaro
Uribe, que nos llamó “guerrilleros sin fusil”.
Como no podíamos o no queríamos
hablar, debíamos apelar a otras instancias,
como los sentidos. Entonces construimos
estrategias con diferentes lenguajes para poder
comunicar lo que queríamos decir. Muchos
estábamos en la academia y participábamos
en proyectos artísticos y culturales, entonces,
cada Hijo debía hablar desde el lenguaje que
tenía y sabía.
Empezamos a hacer varias prácticas
culturales y artísticas. Algunas de esas
intervenciones o prácticas fueron:
– El grado póstumo de Francisco Gaviria
(asesinado, torturado y desaparecido por sus
posiciones políticas) como Comunicador Social
y Periodista de la Universidad de Antioquia.
– El homenaje a María Mercedes Méndez,
alcaldesa del Castillo, Meta. Se hizo una
peregrinación, un homenaje y se restauró
un monumento a esta mujer asesinada en
una masacre en Caño Sibao (donde han
ocurrido seis masacres más, por ser un punto
estratégico militar). Tuvimos acompañamiento
de Naciones Unidas y brigadas de paz.
– En 2013, en la tumba de Carlos Pizarro,
acompañamos a María José Pizarro en un
evento conmemorativo; ella no está vinculada
a la organización, pero es compañera y amiga,
y siempre la acompañamos. Hicimos una placa
con el rostro de Carlos Pizarro para que las
nuevas generaciones conocieran su rostro.
– Realizamos una actividad en
Barrancabermeja, en conmemoración del
asesinato del sindicalista Manuel Chacón en la
masacre del 16 de mayo de 1996, caso que
está en la Corte Interamericana.
– Rescatamos la casa del sindicato de los
Trabajadores Agrarios del Meta, ocupada por
militares para usarla como retén militar.
– Hicimos una conmemoración en el barrio
El Tunal, para Guillermo Rivera, sindicalista
desaparecido, torturado y asesinado por la
fuerza pública.
– Diseñamos la campaña “Las cartas
contra la impunidad y de la memoria” y, con el
acompañamiento de varios artistas, creamos el
laboratorio del “escrache” con el fin de revelar a
los victimarios. Lo iniciamos creando la carta de
la impunidad; posteriormente con la masacre
de Segovia y varios otros casos empezamos a
crear más cartas denunciándolos. Las cartas
no solo muestran a los victimarios, también
identifican y caracterizan a las víctimas, con el
fin de hacer memoria.
99
– Propusimos la campaña “Jaime Garzón
a la alcaldía” como acto simbólico, con unos
puntos y una fórmula, que eran los padres de
los hijos. Lanzamos la campaña en la Plaza de
la séptima con veinte.
– Realizamos una instalación audiovisual
titulada “Recorridos por la memoria”, ganadora
de una beca de antropología visual, y expuesta
en el Museo Bogotá. Esta instalación buscaba
mostrar de forma digna, y ser un homenaje a
ciertos luchadores sociales. Escogimos tres
casos particulares: el de Guillermo Rivera,
sindicalista desaparecido, torturado y asesinado;
el caso de la familia Gallego de la vereda La
Esperanza, en Carmen de Apicalá, Antioquia,
zona azotada por el paramilitar Ramón Isaza,
que se llevó un niño de esta vereda, y el caso
de Fair Leonardo Porras, de los falsos positivos.
Nos basamos en las fotografías familiares, en
los objetos como herramienta de recuerdo y
memoria, y en los testimonios de los familiares.
Fue un proyecto de investigación de un año, que
comenzaba con un salón informativo sobre las
vulneraciones: despojo de tierras, sindicalismo,
falsos positivos; venía luego un salón de
cotidianidad, con las fotos de los familiares y
las víctimas; la siguiente estación mostraba su
historia: quiénes eran, qué les había pasado,
comparando la versión de los medios y de
los familiares; la exposición terminaba con un
homenaje, simbolizado en un altar con los
objetos que caracterizaban a las víctimas, como
personas dignas.
Las personas se acercaron mucho a estas
historias.
Hacemos memoria por las víctimas del
pasado; hacemos memoria por las víctimas
del día a día. Esto es un reto gigante:
H.I.J.O.S continúa haciendo memoria en
Colombia porque aún estamos en conflicto.
Inclusive, hemos dejado de hacer muchas
conmemoraciones, porque las personas en las
regiones podrían verse amenazadas después,
porque los victimarios aún están libres.
Intervenciones entre potentes y asistentes
a través de preguntas, comentarios
o impresiones
Intervención 1: “¿Cuál es el papel del arte?
¿Por qué es importante el arte, y no otros
procesos? ¿Es fuerte o efímero, es valedor
el arte? ¿Sirve el arte como un medio para la
reconciliación?”.
Intervención 2: “Hay que determinar
antes que nada que la reconciliación no es un
fin de la reparación, como sí lo son la verdad,
la dignificación y la devolución del buen
nombre. Son dos temas diferentes. Para que la
reconciliación suceda, debe haber un camino
que seguir, que es la justicia y la verdad,
porque si esto no ocurre no habrá sobre qué
reconciliarse.
Desde el Centro de Memoria y desde
H.I.J.O.S pensamos que la memoria no es solo
un tema de víctimas y victimarios, ya que ver el
100
conflicto desde esa óptica es restarle sentido
e importancia: se trata de un tema social. La
reconciliación pide justicia y verdad primero;
la memoria es una etapa final en el proceso,
porque se debe saber sobre qué se reconcilia,
conocer el daño y los percances. Se deben
asumir responsabilidades.
La reconciliación es una posibilidad de vivir
en una sociedad democrática; significa tener
las garantías para que no se vuelva a repetir
lo que sucedió. No es un acto individual sino
la posibilidad de vivir dentro de la pluralidad
y la diferencia sin ser vulnerados en nuestros
derechos. Por ello pedimos reforma a las
instituciones, para no restarle participación a
quien piensa diferente”.
Intervención 3: “Se han escogido todas
las vías, no solo el arte. Desde H.I.J.O.S cada
quien responde por sus conocimientos. Desde
lo jurídico hemos trabajado, pero ha sido
complicado porque es un país con un 95%
de impunidad por vulneraciones en derechos
humanos.
El arte hace un trabajo psicosocial, y
denuncia; la gente con su dolor hace un
ejercicio interno y en grupo. Por ello el arte
ayuda a que nuestros compañeros con duelo
interno hagan catarsis y confronten su historia.
El arte ayuda a la compresión, información,
y visibilización de estas víctimas anónimas y del
conflicto. El arte impulsa el cambio en todas
sus dimensiones, es un agente de cambio,
enseñanza y cultura”.
Intervención 4: “Cuando los canales de
una sociedad están cerrados, el sistema facilita
la impunidad; cuando los autores intelectuales
están en el poder y los medios son mentirosos,
por descarte encuentras ciertas herramientas
como el arte. El arte y sus prácticas está abierto
a todo el mundo, el arte posibilita cualquier cosa.
Es una herramienta a la mano de todos y
para todos. El arte también es parte de nuestra
generación que realiza prácticas artísticas.
Nuestro interés en H.I.J.O.S era poner
en diálogo y discusión nuestra memoria, en
la memoria pública, frente al conflicto y su
experiencia. Lo que nos interesa es el diálogo y
el contacto con la gente, y el arte lo posibilita,
por ser sensorial, y por permitir la ruptura
de las barreras entre la estigmatización y
tergiversación de las historias. El arte permite
romper prejuicios y volver como humanos a
discusiones interesantes dentro un contexto.
El arte no es un lenguaje para el odio o la
justicia sino para la verdad. Hay unas verdades
irrefutables y las ubicamos en el diálogo,
no para ponerlas en duda, sino para que la
problemática sea conocida”.
Intervención 5: “Cuándo Carlos Castaño
dice “a mí, mi papá me lo mató la guerrilla”
¿cómo se entiende eso? ¿Esa también es
verdad?”.
Intervención 6: “Esa es la verdad, eso
no se pone en discusión, pero a partir de ese
hecho, puedo conocer el conflicto que subyace,
y los porqués. Nunca equipararía una mentira,
101
que es una versión, con una verdad. Lo que
me permite la verdad es poner en discusión las
distintas verdades, y conocer el conflicto.
Valoro el arte como una posibilidad de
diálogo a partir de los sentidos, porque en
Colombia no todo el mundo habla la misma
lengua, no todos somos letrados, no todos
leemos; por eso necesito otras formas de
diálogo”.
Intervención 7: “Dentro de una sociedad
democrática hay una necesidad de pluralidad
que es necesaria para la reconciliación. El
diálogo es importante. Y por ello el arte puede
colocar las cosas sobre la mesa, esta vía está
abierta para todos: el arte como medio de
comunicación, reflexión y de reconciliación”.
Intervención 8: “El arte es un medio de
expresión para mi verdad, mi pensamiento y
mi sentimiento; por él puedo expresar lo que
necesito decir. Este fenómeno es el comienzo
de la reconciliación”.
Intervención 9: “Las obras que hacemos
desde H.I.J.O.S son para pedir justicia y
verdad. La reconciliación no la hemos pensado,
porque es lo último a lo que se llega. Si no
existe la verdad o la justicia, la reconciliación
será lejana”.
Intervención 10: “Si bien no se piensa en
principio en la reconciliación, hay una intención
de reconciliar al final”.
Intervención 11: “Ante una verdad, que
es el conflicto armado, puede haber diferentes
formas de asumirla. H.I.J.O.S usa el arte como
un instrumento para lograr verdad, memoria, no
repetición y resistencia, pero el arte, como una
forma de denuncia, aporta un instrumento para
la reconciliación, así no lo piense. Contribuye a
que existan otras condiciones. La reconciliación
es absoluta, por eso se le pide mucho al arte”.
Intervención 12: “Esa es una lectura
eterna, porque todas las organizaciones y las
iniciativas de víctimas, nunca tendrán como fin
la reconciliación, porque no saben qué pasó.
Lo que exigimos es el diálogo de lo que pasó y
que haya una transformación”.
Intervención 13: “Tanto el Estado como
los subversivos mataron, pero no en el mismo
nivel, ni en la misma magnitud. Entonces,
¿cómo aproximar esos dos universos, o dos
posiciones distintas?”.
Intervención 14: “Mediante el diálogo,
porque son verdades ocultas. Pero eso no es
reconciliación, porque de hecho el eslogan de
H.I.J.O.S Argentina es: no perdonamos, no nos
reconciliamos. Lo que pedimos es que nuestra
verdad forme parte del discurso, que esté en
todos los medios y aún en los libros”.
Intervención 15: “La reconciliación no es
un discurso neutral, pero su comprensión y
diálogo pueden facilitar la reconciliación. Lo
digo porque en una sociedad como la nuestra,
donde cada colombiano ve en el otro el país
enemigo, ¿cómo desmontamos esa cuestión
cultural?”.
Intervención 16: “Otro tema importante
dentro del sistema de reparación, es que no
102
se habla de reconciliación. Ahora bien, ¿qué
significa la garantía de no repetición? La
reparación simbólica tiene cuatro objetivos:
verdad, memoria, garantía de satisfacción y
garantía de no repetición. En el marco jurídico
la reconciliación no es un objetivo”.
Intervención 17: “Con la reparación se
busca volver al statu quo. Pero la reconciliación
va mucho más allá, por encima de lo jurídico.
¿Qué es la reconciliación? Tenemos que darle
sentido, llenarla con sentido. ¿Es una finalidad?
¿Un proceso? Es importante llenarla de
contenido.
Intervención 18: “Pienso que puedo
escuchar, comprender, pero no necesariamente
nos reconciliamos”.
Intervención 19: “Somos binarios,
violentos en nuestra cotidianidad, en nuestro
Estado, en las organizaciones, es una
constante. Reconciliar es descifrar esa cultura
que no permite construir una democracia
política cultural”.
Intervención 20: “El conflicto debe
continuar pero sin armas; que se pueda discutir
un tema sin problema, que se piense diferente
y no se mate por eso. En la democracia debe
haber gente de todos los bandos”.
Intervención 21: “No es alguien contra
alguien: son sistemas, y a los ciudadanos
nos falta comprender qué es la democracia
y qué implica un ejercicio responsable de
democracia, con el fin de no legitimar acciones
violentas contra los seres humanos”.
Intervención 22: “Pienso que no podemos
anular las verdades, ni las visiones, ni las
responsabilidades. El odio es una práctica,
por eso la palabra reconciliación desarma; la
reconciliación no es un medio o una finalidad,
pero es necesaria”.
Intervención 23: “Tenemos un objetivo
social más amplio, que implica la discusión
pública dentro de la democracia. El tema de
la comunicación es el centro neurálgico, y el
arte es importante porque es un sistema de
comunicación, que no necesariamente es
violento.
Debemos preguntarnos, para cerrar este
conversatorio, ¿el arte para qué? ¿Para la
reconciliación, para la democracia, o para la
reparación simbólica?”.
103
Conversatorio n.º 10
Exposición n.º 17
Relaciones entre el arte y los Derechos
Humanos. Conclusiones preliminares
Yolanda Sierra León*
Quisiera plantear tres tipos de relaciones entre
el arte y los Derechos Humanos, que surgen
del tipo de fuente de donde provienen.
1. Obras que provienen de los operadores
jurídicos, sean jueces nacionales o internacionales
*
Docente investigadora del Departamento de
Derecho Constitucional de la Universidad
Externado de Colombia. Directora de la línea
Derechos Culturales: derecho, arte y cultura.
Coordinadora académica de los Conversatorios y
el Seminario Interamericano de Arte y Derechos
Humanos.
o como parte de una política pública, relación que
denominaremos relación jurídica.
2. Obras que son resultado de
manifestaciones de los artistas, nexo que
denominaremos relación artística, y
3. Obras que se originan en la propia
comunidad afectada, que denominaremos
relación de resistencia
Veamos el ejemplo del feminicidio en la
ciudad de Juárez, México, conocido como
el caso del Campo Algodonero vs. México,
en referencia al lugar donde se cometieron
asesinatos cruelísimos contra mujeres pobres y
jóvenes, que ilustra bien esta clasificación. Este
caso es particularmente importante porque es
el primero de esta naturaleza que termina en
un fallo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos –cidh–, y constituye un paradigma en
las decisiones sobre violación a los derechos
humanos de las mujeres por el solo hecho de
serlo.
Hasta 1993, más de 600 niñas y mujeres
habían sido reportadas como asesinadas
en Ciudad Juárez, y en 2009, 140 mujeres
habían sido masacradas; se dice que son
más de 1.500 los asesinatos de selectivos de
mujeres, muchas de ellas entre los 12 y los 17
años. A tal punto ha llegado esta infamia, que
nació una palabra específica para tratar este
tipo de delitos y denotar el asesinato brutal y
sistemático de mujeres: feminicidio.
Por esta razón el Estado Mexicano fue
condenado por la cidh, en noviembre de 2009,
104
y arena en zonas desérticas y que semejan
la forma de una flor
entre otras cosas a levantar un monumento
en conmemoración de los hechos, leamos el
resolutivo de dicha sentencia:
En mi propuesta imaginé que desde el
centro de una de estas rosas, surgiera y
se elevara la imagen de una joven mujer
mirando al cielo en una actitud plena, que
transmutara la textura fuerte y áspera de la
tierra en una suave y delicada vestidura.
El Estado deberá, en el plazo de un año a
partir de la notificación de esta Sentencia,
levantar un monumento en memoria de
las mujeres víctimas de homicidio por
razones de género en Ciudad Juárez
[…] El monumento se develará en la
misma ceremonia en la que el Estado
reconozca públicamente su responsabilidad
internacional...
En cumplimiento de lo anterior, el 30 de agosto
de 2012, el Secretario de Gobernación,
Alejandro Poiré, reiteró las disculpas del Estado
y develó en Ciudad Juárez, en el Campo
algodonero, el elemento central del Memorial
para Mujeres Víctimas de Homicidios por
Razones de Género, una obra denominada
por su autora, la escultora Chilena Verónica
Leiton, “Flor de Arena”, y que según reportan
las noticias de prensa fue presentada en un
frío y desairado acto oficial, al que enviaron
representantes de segundo nivel del gobierno.
Leamos algunos apartados de una
entrevista concedida por la escultora, al
periódico virtual con la a, en relación con los
motivos que le inspiraron la obra:
Flor de Arena está inspirada en las rosas que
se forman por diversas capas de sales, agua
Quise que uno de los pétalos se convirtiera
en un manto sobre el cual estuvieran los
nombres de las víctimas del feminicidio. El
manto como símbolo protector: un manto
que acoge, apapacha, y que contiene.
Imaginé que la escultura fuera una fuente de
agua para lavar y purificar la memoria del dolor.
Por esto, desde el corazón brota como un
llanto el agua transmutadora, convirtiéndose
así en una real elegía conmemorativa para las
víctimas de nuestra ciudad1.
En otro diario se lee:
La escultura es de cuatro metros de altura,
seis con el pedestal, elaborada en bronce
silicón y con peso de aproximadamente una
tonelada, explicó la autora Verónica Leiton,
artista originaria de Santiago de Chile, pero
de Ciudad Juárez por adopción.
1
[http://conlaa.org/numero.16/index.php?option
=com_content&view=article&id=57&Itemid=59].
105
La escultura es de una mujer joven, con
la mirada dirigida al cielo, en una actitud
contemplativa, plena y de libertad, la figura
emerge de una gigantesca flor del desierto,
roca con esa forma, y que es característica
del desierto al sur de Ciudad Juárez.
Las notas anteriores me llaman poderosamente
la atención en el sentido de la ausencia de las
víctimas. Las víctimas, los amigos, los familiares
no aparecen como motivación inspiradora,
ni en la concepción, ni en la elaboración, ni
en la denominación de la escultura. Podría
argumentarse que tal presencia está descrita
en otros textos, en otros medios que aquí no se
citan, pero a juzgar por la propia configuración
de la obra, no puede deducirse que tal
intervención se haya dado, parece más bien la
manifestación artística de una escultora, que
una obra de arte para cumplir con la reparación
simbólica a las víctimas de delitos atroces
contra las mujeres.
Las víctimas, por su parte, ante la imagen
de bronce de Leiton, han desarrollado otro
tipo de obras, alternativas diferentes para
manifestar su dolor, su indignación, su rabia
frente a la impunidad y a la desidia del estado
para investigar las graves violaciones a sus
derechos. Este es el ejemplo de las Cruces
Rosadas, obra auspiciada por el colectivo de
mujeres Nunca más. Las cruces de color rosa,
se pueden instalar en cualquier momento,
se hacen de cualquier material, pueden ser
dibujadas, construidas de manera simple,
sin ninguna técnica especial, no son artistas
profesionales son seres humanos acudiendo
a sus valores culturales más próximos, para
resistir el dolor, denunciar, exigir del estado y
de la sociedad, justicia, verdad y reparación. La
idea es hacer de las cruces rosadas el símbolo
de la atrocidad, de lo innombrable, del repudio
que representan las muertas de Juárez.
Además, esta obra está acompañada
de ciertos performance o actividades de las
víctimas, en los lugares donde se instalan las
cruces rosadas; no se le da tanta importancia
al artista, a la técnica o al resultado, sino al
proceso y a la participación de la comunidad.
Asimismo, las víctimas han propiciado otra
obra llamada Los zapatos rojos, una instalación
hecha de zapatos de todas las tallas, formas,
estilos, etc., que pueden ser expuestos en
cualquier lugar. Son marcas en un lugar,
para dejar huellas, son símbolos de lucha y
resistencia de los movimientos feministas.
También se pueden citar, a propósito de
este mismo caso, la obra de teatro “Mujeres
de Arena (testimonios de mujeres en Ciudad
Juárez)”, dramaturgia realizada por Humberto
Robles, o la “Ciudad de Silencio”, y la novela
2666 del escritor chileno Roberto Bolaño.
Por otro lado tenemos a Virginia Serrano
Olivo, quien presenta mediante la fotografía, los
cadáveres de las víctimas, expuestas como si
se tratara de seres recién sacrificados, detrás
de los cuales se ven unos mapas en los que
presumiblemente fueron localizadas. Este
106
tipo de obra bien podría denominarse obras
cargadas de “porno miseria”, ya que están
centradas más en la imagen banal del dolor y el
amarillismo, que en la denuncia y el repudio.
Teniendo en cuenta lo anterior vemos que
el mismo problema jurídico es visto por las
víctimas, por los artistas y por los jueces, de
una forma diferente; la obra de arte es distinta y
su papel es distinto.
Otra obra de arte que es importante
analizar, para ver los problemas que existen
entre el arte y los derechos humanos, es El
Ojo que Llora, en Lima, Perú. Este memorial
liderado por la escultora Lika Mutal, fue
construido para recordar a las víctimas de la
violencia desatada por el terrorismo en el Perú,
entre los años 1980 y 2000, fue promovido por
los propios familiares, amigos y relacionados
con los muertos y desaparecidos. Es una
gran rotonda, rodeada de bosques, en cuyo
centro se encuentra una piedra totémica, con
otra piedra incrustada que asemeja el ojo
de un animal prehispánico, y del que vierte
eternamente un líquido que representa las
lágrimas por el dolor causado. Este centro está
rodeado de formas concéntricas y laberínticas,
cuya forma está dada por miles de cantos
rodados, que tienen inscritos, con cuidada
caligrafía, los nombres de todos los peruanos
civiles, masacrados y desaparecidos por el
terrorismo estatal.
Esta obra incluye a todos los muertos
civiles, y hace alusión a los mártires de la
sentencia Barrios Altos vs. Perú, donde se
condenó al Estado peruano por una masacre
cometida por su fuerza pública, y se ordena la
incorporación de los mismos en el Ojo que llora,
lo cual fue atendido por los cuidadores de la
obra. No ocurrió lo mismo, en el caso del Penal
Miguel Castro Castro vs. Perú, en donde la
misma Corte condenó al Estado peruano por la
matanza extrajudicial de 41 presos de Sendero
Luminoso en una cárcel de dicho nombre, y
ordenó inscribir los nombres de los asesinados
en las piedras de “El ojo que llora”, toda vez que
las víctimas anteriores, se negaron compartir
su espacio simbólico con los que fueran
seguramente sus propios victimarios. Y existe
otro antecedente más que vincula a esta obra,
se trata de la sentencia de La Cantuta vs. Perú,
donde la responsabilidad estatal proviene de la
muerte de estudiantes universitarios y su profesor,
quienes fueron sacados violentamente del aula,
asesinados y enterrados en un lugar llamado “La
Cantuta”, en honor a unas florecitas que se dan
silvestres en la zona, en este caso las se atendió
sin mayor resistencia la inclusión simbólica en el
memorial, por considerar que los jóvenes eran
otras víctimas del terror institucional.
“El ojo que llora” está pintado de naranja,
por las luchas y contradicciones que se
generaron en torno al monumento. El arte
recogió esos conflictos del campo jurídico y
político.
Otro caso que vale la pena mencionar es
la escultura que se ordenó dentro del caso
107
Diecinueve comerciantes vs. Colombia. Es una
escultura fría, triste, olvidada, dura y lejana.
En el mismo estado se encuentra la escultura
ordenada, dentro del caso que terminó en
solución amistosa, Villatina vs. Colombia.
El escultor reprodujo las víctimas de esta
masacre, que fueron doce niños. Y en el caso
de Mapiripán vs. Colombia, se ordenó un
monumento, que actualmente se encuentra
abandonado.
Estas obras son las que produce
regularmente la Corte idh, y que son el punto
de referencia de los países que forman parte
del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. Podríamos afirmar que son obras
que no cumplen con el objetivo de garantizar la
memoria, contribuir a la verdad y a as garantías
de no repetición, debido a su lenguaje y su
contenido estético.
Paralelamente a estas obras de la Corte
idh, tenemos otros ejemplos colombianos,
como las mujeres cantoras de Bojayá,
las Cartas de la Memoria, que produjo el
movimiento H.I.J.O.S, de Bogotá, los museos
de la memoria, etc. Estos ejemplos muestran la
separación entre los operadores jurídicos, las
víctimas y los artistas.
Por otro lado está el “Monumento a la
Paz” que hizo Alfredo Torres, en Montería. El
jefe paramilitar Carlos Castaño habría aludido al
monumento en su libro de memorias, diciendo
que era una obra sobre los aportes de sus
hombres a Colombia. Es un monumento muy
conflictivo, paradójico, porque hace apología a
los responsables penales de graves violaciones
a los derechos humanos.
Estas reflexiones nos llevan a plantear que
existen tres tipos de relaciones entre el arte y
los derechos humanos, dependiendo del sujeto
que realice u ordene la obra:
1. Las obras de arte realizada por las
víctimas de graves violaciones a los Derechos
Humanos, tienen un objetivo fundamental
mente político, es un instrumento de lucha,
resistencia, memoria, duelo, un mecanismo de
organización. Permite nombrar lo innombrable,
y narrar lo imposible de narrar por cruel y
despiadado. Cuando no se tiene defensor
jurídico o cuando no se tiene espacio político,
las víctimas acuden a la obra de arte o a sus
prácticas artísticas. En este ámbito podemos
citar casos colombianos como símbolo de
resistencia y lucha: el parque cementerio de
Trujillo, las “cantaoras de Bojayá”, los tejidos de
Mampuján, la emisora del Salado, el museo de
la memoria de Antioquia.
2. Las obras de arte que ordenan los
operadores jurídicos, ya sea como parte de
un proceso judicial o de una política pública,
tienen como fin esencial la reparación
simbólica. En este punto es preciso recordar
que repara quien ha causado un daño o un
perjuicio, y es por ello que el responsable
debe financiar la realización de la obra, pero
el contenido, la concepción y la realización
deben ser orientados por las víctimas, quienes
108
tienen derecho a tramitar libremente su dolor
e indignación a través de la ella, y a establecer
el contenido de la misma como un mecanismo
para garantizar su derecho a la verdad y a
la memoria, y contribuir, de ser posible a la
garantía de no repetición y de satisfacción.
3. Las obras de arte que realizan los artistas
cumplen papeles diferentes, dependiendo
incluso de la dimensión y comportamiento
ético y político de los mismos. Algunas obras
ayudan a perpetuar las condiciones sociales
que facilitan o contribuyen a la violación a los
Derechos humanos, porque convierten el dolor
social en una mercancía que no representa
ningún beneficio a las víctimas. Otras obras, en
el extremo de las anteriores, tienen como objeto
la denuncia y el panfleto. Existen otras obras
que cumplen una función social, en la medida
que contribuyen efectivamente a modificar las
condiciones de marginalidad y pobreza en la
que viven cientos de personas, sea porque
inciden en procesos de creación, sanación o
empoderamiento, o porque sirven de punto de
referencia en la comprensión de las condiciones
que se padecen. En este proceso estético,
según su propia visión ética y política, los artistas
pueden contribuir a modificar las condiciones que
permiten la violación a los derechos humanos o
pueden contribuir a perpetuar tales condiciones.
Por otro lado, encontramos cuatro grandes
tipologías de arte y derechos humanos:
1. Sitios testimoniales. Se trata de lugares
donde ocurrieron los hechos. En Bogotá hay
unas dieciocho esculturas en el espacio público
relacionadas con crímenes políticos. Pero, así
mismo, hay más lugares donde asesinaron
estudiantes o sindicalistas que no están
visibilizados.
2. Monumentos y memoriales.
3. Marcas territoriales descentralizadas/
performativas de la memoria. Son relámpagos
de luz intensa que nos ayudan a ver un
fenómeno que no es estático.
Desde esta perspectiva, todo parece
indicar que la obra de arte debe cumplir
con ciertos requisitos para que ayude a la
reparación:
1. Se necesita de la participación de las
víctimas. Porque si las víctimas no deciden,
planean, y construyen la obra, no se garantiza
la reparación simbólica. Debe primar el proceso
y no el resultado.
2. Garantía y reparación del Estado. El
Estado debe financiar y promover la obra,
garantizando la participación de las víctimas.
3. Condenar a los victimarios y determinar
los hechos. Es necesario esclarecer el rostro
de los victimarios, para garantizar la verdad y la
memoria.
4. Socialización del dolor de la víctima.
Porque la víctima no debe quedar sola, es un
problema social y colectivo.
Ahora bien, existen por lo menos cuatro
grandes problemas relacionados con la
reparación simbólica por medio de obras de arte:
109
1. Desarticulación entre víctimas, artistas y
operadores jurídicos. Los operadores jurídicos
no conocen suficientemente las prácticas
artísticas de las víctimas y en muchos casos
tampoco la producción de los artistas.
2. Conocimiento insuficiente por parte de
los abogados y en general por los operadores
jurídicos sobre las prácticas artísticas de
las víctimas y de los propios artistas, de tal
manera que puedan incorporar ese saber a las
necesidades de la reparación simbólica.
3. Frustración y escepticismo por falta de
reparación integral. ¿Cómo hacer para que
el símbolo sea compatible con la verdad, la
justicia y la reparación, si en muchos casos
existen altos niveles de impunidad?
4. Aplicación en medio del conflicto. En
el caso de Colombia, persiste el conflicto, a
diferencia de países como Argentina, lo que
dificulta la reparación pues no se tiene certeza
del final de las agresiones.
5. Dificultad entre la concurrencia del
símbolo, la palabra, la acción, la legitimidad
política, y la concurrencia de los otros factores.
De otra parte, siempre existe un riesgo
latente en relación con el uso del arte como
mecanismo de reparación, nombremos los que
nos parece más relevante:
1. Riesgo de revictimización.
2. Apología del delito.
3. Afectación a terceros (descendientes del
victimario).
4. Exclusión de las víctimas.
5. Mercantilización del dolor social con
objetos de arte.
Dejo aquí mis reflexiones iniciales. Muchas
gracias por su atención
Exposición n.º 18
Aquiles o el grado cero de la reconciliación
Felipe Prieto Bernal*
Nuestro tema se titula Aquiles, el grado cero de
la reconciliación, porque los radicales se definen,
en cualquier lengua, como el grado cero. El
primer paso de la humanidad en occidente,
hacia la reconciliación, lo dieron los griegos hace
2.800 años, y esto lo podemos apreciar en la
Ilíada.
La Ilíada plantea la reconciliación. Esta idea
ha sido trabajada en tres grandes textos:
– Aquiles o de la fuerza de Simone Weil,
1943.
– De la Ilíada de rachel BeSpaloFF, 1949
– Origen del totalitarismo de hannah
arendt.
Tres mujeres de origen judío, que realizaron
análisis estupendos de la Ilíada, en el siglo xx.
Estas tres mujeres para explicar la atrocidad
en el mundo, se remitieron a este texto
maravilloso. Las tres dedicaron su vida, a tratar
*
Filósofo, investigador y docente en la Universidad
Libre de Colombia.
110
de explicar lo que pasaba en su momento
histórico determinado, a través de una historia
relatada hace más de 2.800 millones de años.
¿Qué tiene la Ilíada, que sirvió como fuente de
inspiración a tres grandes mujeres del siglo xx?
Hace un par de días apareció en la prensa
una entrevista hecha a Eric Kandel, premio de
medicina del año 2000. Este personaje tiene
un libro relacionado con la memoria, ya que es
neurólogo. Cuenta en la entrevista que tuvo que
escapar a Estados Unidos durante la invasión
de los alemanes a Austria; allí hizo estudios en
psicoanálisis, psiquiatría, medicina, y ahora es
uno de los más grandes neurólogos del mundo.
Al final de la entrevista, relata que el pavor que
sintió al volver a Austria; y es que de manera
programada, los austríacos se negaban a hacer
duelo colectivo sobre lo que había pasado con el
holocausto.
El gran mensaje del holocausto es nunca
olvidar, pero a mí lo que me interesa es
saber por qué una sociedad tan culta y
tolerante apoyó semejante barbarie.
Entonces el periodista colombiano le pregunta:
¿Cree que aún tiene cosas por perdonar?
Sin duda, pero no pienso tanto en términos
de perdón, sino en paz con lo ocurrido. No
creo que pueda perdonarlos, fue terrible lo
que hicieron, se lo llevaron todo.
Siempre me han llamado la atención las
palabras de Rachel Bespaloff en su libro:
La muralla de Troya, en el momento en
que aparece Helena, o la tienda de Aquiles
cuando Príamo entra en ella, son lugares
de verdad, en los que es posible no el
perdón de la ofensa, que los antiguos
desconocen, sino el olvido de la ofensa,
en la contemplación de lo eterno. Así,
encontramos ya expresada en Homero, con
una plenitud que los filósofos no igualarán,
aquella intuición de la identidad entre lo bello
y lo bueno, que fecunda el pensamiento
griego. Para Príamo el futuro es el incendio
de Troya, para Aquiles la flecha de Paris,
pero Príamo dentro de poco recuperará el
cadáver de su hijo Héctor. Sin embargo, ha
sido suficiente ese encuentro al borde de
la noche, para que el alba dé una alegría,
que la alegría desconoce, reconcilie la vida
consigo misma.
En uno de los párrafos más hermosos que se
puede escribir sobre la Ilíada, están las tres
palabras que nos convocan hoy acá: perdón,
olvido y reconciliación.
Ahora bien, el caso de Hannah Arendt es
más impresionante:
Hasta ahora el mundo occidental, incluso
en sus más negros periodos, siempre
otorgo al enemigo muerto el derecho al
ser recordado, como un reconocimiento
111
evidente por sí mismo, del hecho de
que todos somos hombres, y solamente
hombres. Solo porque Aquiles accedió a
la celebración de los funerales de Héctor,
solo porque los más despóticos gobiernos
honraron al enemigo muerto, solo porque
los romanos permitieron a los Cristianos
escribir su martirologio, solo porque la iglesia
mantuvo sus herejes vivos en el recuerdo de
los hombres, es porque nunca se perdió, ni
jamás se podrá perder su memoria.
En cambio en el siglo xx ha pasado una
cosa extraña, los campos de concentración
y los campos de exterminio, tornaron en
sí misma anónima la muerte, haciendo
imposible determinar si un prisionero está
muerto o vivo, privaron a la muerte de su
significado de una vida realizada. En cierto
sentido, arrebataron del individuo su propia
muerte, demostrando con ello que nada le
pertenecía y que él no pertenecía a nadie,
su muerte simplemente pone un sello sobre
el hecho, de que en realidad nunca habría
existido.
Estos dos textos tienen que ver con la
definición propia de lo atroz. La humanidad,
desde los griegos hasta hoy, se ha devanado lo
sesos intentando definir qué es lo atroz. ¿Hasta
dónde los seres humanos estamos dispuestos
a someter? ¿Cuál es nuestro límite de aguante
frente a la brutalidad de la vida? Los hombres
han sido maldecidos desde el comienzo de
los siglos por la violencia, sabemos que el
hombre ha tenido que ver con el salvajismo y
la crueldad, pero hay un punto de no retorno
en la que el hombre se pregunta ¿eso todavía
significa que seguimos siendo humanos?
Hace poco se conmemoraron los cien años
del nacimiento de Albert Camus, y en una de
sus últimas novelas, El Primer Hombre, cuenta
una historia que a la vez le relató su padre,
donde aterrado por la crueldad del ser humano,
dijo: “Raza maldita, raza miserable la de los
hombres, yo por el contrario me impido”. Hay un
punto en el cual los hombres, pudiendo hacer lo
que se puede hacer (la atrocidad), no lo hacen,
se impiden hacerlo. Vivimos en el mundo en que
todo es posible, la era del totalitarismo, pero ahí
donde todo es posible, hay seres humanos que
se impiden, se impiden contra la atrocidad.
El punto del no retorno desde la
antigüedad, se ha observado por ejemplo, en el
derecho que tenemos todos los seres humanos
a ser enterrados. Aceptamos que en la vida
nos suceda todo, entendemos que la vida es
dolor y sufrimiento, angustia y brutalidad, pero
hay algo que no entendemos, y es que nos
nieguen nuestro entierro.
Desde el Cristianismo, que considera
como obra de caridad fundamental, enterrar
a los muertos, hasta la batalla de Arginusas
en el 404 a.C., cuando en la Grecia antigua,
procesaron a los generales que se habían
negado enterrar a los muertos caídos en
combate.
112
Toda la historia de la humanidad ha tenido
como lema fundamental: el hombre es hombre,
en cuando permite que sus muertos sean
enterrados. La Ilíada puede ser leída como el
primer intento de definir lo atroz, como el acto
por el cual los seres humanos se niegan o
rehúsan, enterrar a sus muertos, o les niegan a
los otros enterrar a sus muertos.
El hombre es un animal extraño, no solo
entierra a sus muertos, sino que además se
ha inventado la primera definición de lo atroz:
“impedir o negar la sepultura del muerto”.
Hace una semana leía una entrevista
hecha a un ex guerrillero de la guerrilla de los
Llanos, de 88 años en la actualidad. Cuenta
cómo fue despojado de sus tierras y cómo su
familia y él se vieron obligados a buscar refugio
en los Llanos. Sin embargo, allá llegaron a
buscarlos, y huyeron todos a las montañas,
menos su madre, que se sintió segura por
su edad. Al final, su madre fue asesinada y
mantuvieron su cadáver al aire libre con el
único propósito de servir de señuelo para que
sus hijos bajaran por su cuerpo, y así, poderlos
matar también.
El ex guerrillero dice:
Quedó tirada en la puerta, donde se la
comieron los marranos y los chulos, porque
nadie pudo recogerla, pues los que la mataron
se quedaron ahí esperando a ver quién iba.
Asimismo leía una entrevista que le hicieron a
Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”, sicario
que trabajaba para Pablo Escobar. El periodista
le preguntó: ¿Es cierto que ustedes quemaron
vivas a dos de sus víctimas?
Eso es mentira, nosotros éramos sicarios
profesionales, no caníbales. La verdad es
que hicimos una hoguera enorme para
quemar los cadáveres […] después de toda
la noche quedaban algunos huesos, esos
los picamos con una maceta, y les echamos
ácido, no quedó nada.
¿Cómo mirar la atrocidad? Porque el problema
no es formular la pregunta hipócrita de ¿Es
posible lo atroz? No, la pregunta salvaje es
¿Cómo atrevernos a mirar la atrocidad, sin
terminar paralizados por la misma atrocidad? La
respuesta de la humanidad es radical: mirar con
ojos de niños.
Antonio Machado, me sirve a mí como
introducción, sobre por qué voy a recurrir a la
Ilíada para mostrar lo atroz. Él tiene un poema
hermoso al respecto:
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Áyax era más fuerte que Diomedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte...¡Inocencias de la infancia!
Solo por la inocencia de la infancia, uno puede
declarar como argumento absolutamente
irrefutable, que Aquiles es el más fuerte, porque
113
es el más fuerte. Un niño acepta eso como
argumento suficiente, pero como adultos (niños
muertos en vida), queremos que nos den un
argumento distinto.
¿Qué fue lo que hizo que Aquiles fuera el
más fuerte? ¿Que Aquiles fuera el héroe de los
niños?
Los padres les han retirado la Ilíada a
sus hijos, porque dicen que es violenta, que
es una apología a la guerra, a las matanzas,
a la carnicería. Pero los niños que leyeron la
Ilíada, se convirtieron en adultos brillantes,
y aprendieron a aborrecer la atrocidad. Los
padres no dejan que sus hijos lean la Ilíada,
porque creen que no tienen las capacidades
suficientes. El problema real de leer la Ilíada es
se requiere una alianza hoy imposible, la de la
madre y el hijo.
El niño que empieza a leer la rapsodia
primera de la Ilíada, y quiere ver a su héroe,
Aquiles, combatiendo; pero Homero se da
el lujo de retirar a Aquiles del campo de
batalla. Durante diecisiete cantos de la Ilíada
no aparece Aquiles. En la primera rapsodia
Aquiles se retira del campo de batalla, porque
se dio cuenta que Agamenón le ha robado a su
esclava Briseida, parte de su botín de combate.
Él, ofendido en su honor, decide retirarse.
El niño aprende en la rapsodia primera
que la vida no es el bien más grande. Ningún
pueblo en la historia de la humanidad ha
considerado que la vida es un bien, pero
nosotros que estamos hechos para asesinar
la vida, sí la creemos un bien. La vida es el
fundamento de los bienes, pero no es el bien.
El bien mayor es el honor (timé). El honor es
lo único por lo que nos hemos aguantado el
horror de la vida.
Por ello la Ilíada comienza: “Canta, ¡Oh
diosa!, la cólera del Pelida Aquiles”. La Ilíada
no es el relato de la guerra de Troya; el niño y
Homero, saben de entrada que Troya va a ser
incendiada, que va a morir Héctor, que va a
morir Aquiles. El niño quiere conocer la cólera
de Aquiles. En principio el niño cree que Aquiles
está molesto porque le quitaron su esclava, pero
luego se da cuenta que esa cólera de la rapsodia
primera, no es nada comparada con la cólera
mayúscula de la rapsodia catorce de la Ilíada.
El punto débil de Aquiles no es el talón, no
le interesa conservar su vida, porque él va por
la gloria y quiere conservar su honor incólume.
Y así se lo dijo a su madre Tetis:
¿Qué quieres madre, qué permanezca
detrás de tus faldas, siendo carga vana para
la tierra?
(En otras palabras: El hombre debe aspirar a
ser algo más que un saco de excrementos.
Leonardo da Vinci)
El precio que debe pagar Aquiles es luchar
por su honor, y eso solo lo consigue en el
campo de batalla. Así se lo hace saber su tutor
anciano en la embajada del Canto noveno: “yo
te entrené para luchar bien en la batalla y hablar
114
bien en el ágora”. Lo han entrenado desde
pequeño, como en todas las culturas de la
humanidad, haciéndolo creer que la gloria, solo
se obtiene en el campo de batalla y en el ágora.
Por ello no podemos ser mudos ni cobardes.
Aquiles aceptó las reglas de la humanidad.
Hares es el dios de los genocidios y de las
matanzas, de las carnicerías. Tan despreciable
es Hares, que Zeus le dice que si no fuera el
hijo, hace rato lo hubiese depuesto del Olimpo.
La diosa de la guerra es Palas Atenea. Con la
Ilíada el niño aprende a no ser un matón.
En la tragedia griega está la descripción de
lo que es la vida: lo mejor que le puede suceder
al hombre es no haber nacido, y si nació, morir
pronto. Desde Aquiles hasta Andrés Caicedo,
sabía que era así, y la idea no los deprimía,
porque solo así pueden los hombres hacer algo
memorable, algo que justifique su existencia;
que lo que nos siguen, nos recuerden por
hechos memorables.
El talón de Aquiles no era su talón, era
su amigo. En la Ilíada los niños aprenden que
una vida sin amigo no tiene sentido, que la
tarea de una vida gloriosa es hacer un amigo.
La amistad es un alma en dos cuerpos,
Aristóteles.
Patroclo, amigo de Aquiles viene
conteniendo su ira, su cólera, desde la rapsodia
primera. Pero en la rapsodia catorce, Patroclo
le dice a Aquiles que los aqueos están siendo
asesinados por lo troyanos, que si él no quiere
ir a luchar, que al menos le preste su armadura,
para hacerse pasar por él. Aquiles quiere
tanto a su amigo que le da su armadura. Su
armadura no es cualquier cosa, es su herencia,
es la herencia de su padre. Patroclo no puede
sostener la lanza de Aquiles, entonces se lleva
dos lanzas. Aquiles le dice a Patroclo “pon en
fuga a los troyanos, pero no los persigas hasta
las murallas”.
Patroclo efectivamente lo hace, viste la
armadura y pone en fuga a los troyanos. El
niño aprende lo que es la contención leyendo
la Ilíada: “no cometer el error que cometió
Patroclo”. Pleno de gloria, Patroclo, al poner
en fuga a los troyanos, quiere que todos
recuerden su hazaña, y decide llevarlos hasta
las murallas. Pero excede los límites, y al
traspasarlos, Apolo, el dios de los límites, lo
empuja y lo hace volar por los aires. Al caer se
da contra una roca, se desprende su armadura
y queda privado.
Estando ahí, Euforbo lo atraviesa con una
lanza, y cuando Patroclo cae de rodillas, Héctor
príncipe de Troya aprovecha y atraviesa de
frente a Patroclo, y le dice:
Te voy a decapitar, voy a colocar tu cabeza
en la punta de una lanza, y voy a arrojar tu
cadáver a los perros y a las aves de rapiña.
Traducción de esas palabras de Héctor: voy a
provocar el dolor más infinito en Aquiles y los
aqueos, voy a negarte la sepultura.
A lo que Patroclo responde:
115
Tú no me diste muerte, tú fuiste tan solo el
tercero. El primero fue un dios, el segundo
fue un traidor, solo tú el tercero, y prepárate
porque tu muerte está cerca.
¿Cómo explicarle a un niño algo que el ve con
sus ojos desgarrados? Desde los griegos hasta
los abuelos, el principal objetivo en sus vidas es
no morir sin ser honrado en una tumba. ¿Cómo
explicarles que lo más sagrado de la vida es la
muerte? ¿Cómo explicarles que la vida no se
opone a la muerte? No hay vida sin muerte,
la vida es parte de la muerte y viceversa. El
primer derecho universal de los hombres es ser
enterrado con honores.
Lo que se va a disputar en la guerra será
un cadáver, no un trofeo, sino el cadáver de
Patroclo. Y ahí entendemos que la cólera de
Aquiles es el asesinato de Patroclo. Héctor,
para terminar de injuriar a Patroclo, decide
ponerse la armadura de Aquiles. En el
momento que se coloca la armadura siente el
furor guerrero en todo su cuerpo.
A Aquiles le han quitado su honor, le han
quitado su amigo. Aquiles está desnudo y no
puede ir a combatir porque no tiene armadura.
Entonces llora, y el niño aprende que los héroes
son los que lloran, no los cobardes. Aquiles
llama a su madre, en desconsuelo.
Tetis está de luto, porque sabe que su
hijo morirá, y morirá en manos de un cobarde:
Paris. Tetis le promete una armadura a su hijo,
que será la envidia de todos los hombres.
Homero ocupa toda una rapsodia describiendo
esta nueva armadura.
Aquiles está condenado a no tener rival, y
sin rival no hay gloria. El resto de las rapsodias
describirán la matanza más grande de la
humanidad. Aquiles con la armadura nueva,
mata tanta gente a la orilla del río, que el río se
hacina de cadáveres. Desde el río de Troya,
hasta el río Magdalena, la atrocidad invade los
ríos y los destruye. El mismo río se levanta y le
dice a Aquiles que no arroje más cadáveres a
sus aguas.
El niño aprende qué es la atrocidad:
cuando se les niega la sepultura a los hombres
y se les arroja a los ríos, sin memoria ni
recuerdo.
Quien realiza esa matanza es el héroe del
niño. Entonces el niño se cuestiona: ¿ese es
mi héroe, un matón? El niño llega a la rapsodia
veintitrés y concluye que Aquiles no tiene
nada de héroe porque, incluso, se ha ganado
la enemistad de los mismos dioses. Desde la
rapsodia dieciséis hasta la veintitrés Aquiles no
ha hecho otra cosa que ultrajar cadáveres.
Cuando Héctor ve a Aquiles cerca, huye.
Un niño nunca juzgará a Héctor, porque es el
más grande guerrero troyano. Así que huye
racionalmente, porque nadie se le puede
enfrentar a Aquiles. Hasta que Palas Atenea
tiene que inventarse la treta de convertirse en
Deifo, hermano de Héctor, y le dice que juntos
vencerán a Aquiles. Héctor se detiene en el
116
campo de batalla, y cuando voltea a mirar, está
solo, y entonces le dice a Aquiles:
No importa quién gane el combate, el que
lo haga va a jurar hoy acá que devolverá
el cadáver a los suyos, para que les sea
entregado, y así hacerle honra para que
pueda ser recordado.
Y Aquiles contesta con una sola palabra:
Miserable, me has ocasionado un dolor
inolvidable.
Héctor para Aquiles es alguien a quien nunca
podrá olvidar, porque le ha causado la herida
más grande en su ser: la muerte de su amigo.
¿Por qué es terrible no poder olvidar?
Porque cuando nos hacen tanto daño, ese
sentimiento se vuelve incisivo, se queda en
nuestra carne y en nuestra alma, nos recuerda
permanentemente el daño, día y noche. Como
ese sentimiento es repetitivo se convierte en
resentimiento, nos volvemos resentidos.
La más grande venganza de nuestros
enemigos es que el daño que provocan en
nuestra alma nos vuelva resentidos. Hacen de
nosotros lo que despreciamos tanto del otro.
Antes que la medicina abandonara la
teoría de los humores, los médicos decían
que los seres humanos estábamos sanos si
manteníamos en equilibrio los cuatro humores:
la sangre, la flema, la bilis y la bilis negra.
Cuando primaba la sangre la persona era
de temperamento sanguíneo; si primaba la
flema, era de temperamento flemático; cuando
primaba la bilis, era bilioso (un matón); y
cuando primaba la bilis negra, era melancólico
(humor negro).
Los biliosos son los plenos de ira, como
Aquiles, un incisivo resentido lleno de bilis.
Apolo dice que Aquiles se convierte en alguien
repugnante para los propios dioses, no un
héroe.
Tetis va donde Zeus, desesperada, y le
pide consejo. ¿Pero qué puede hacer Zeus?
Entonces decide darle a Aquiles la gloria de
devolver el cadáver de Héctor.
Aquiles ultraja el cadáver de Héctor una
vez lo asesina: le perfora los talones y arrastra
su cadáver dándole vueltas a las murallas,
mientras este cuelga de su carroza. Los
dioses se compadecen, y Apolo mantiene
incólume el cadáver de Héctor, así como
mantuvieron incólume el cadáver de Patroclo,
compadeciéndose de Aquiles.
¿Por qué la gente cree que morimos,
cuando morimos? Uno no muere con la
muerte, uno sigue como cadáver. ¿Cómo
sabiendo que ahí no está uno, las culturas
creen que sí? Ese cadáver requiere respeto, y
el don de la digna sepultura. Que sea enterrado
con su nombre, junto con los suyos. Ninguna
cultura ha aceptado en la historia, ser enterrado
en montonera, sino con los suyos.
Toda la historia de la brutalidad, comienza
negándole al vivo su muerte digna; el final
117
en realidad es el comienzo. Una cultura que
respeta la vida, respetando a los muertos.
Tetis baja a la tierra, y le dice a Aquiles que
los dioses han dispuesto que debe entregar
el cuerpo de Héctor, y así le darán la gloria.
Aquiles dice así sea. El niño aprende en la Ilíada
que el hombre puede realizarlo todo, excepto
algo: lo que los dioses le prohíben. Y está
prohibido negar la sepultura a los muertos.
Zeus envía a Iris, la mensajera de los
dioses, para que vaya donde Príamo, rey de
Troya, y llegue hasta las tiendas de Aquiles,
y pida el cadáver de Héctor, ofreciendo una
recompensa.
La forma de manifestar el dolor y el
sufrimiento es cubrir la cabeza con cenizas,
es el luto de todos los pueblos del mundo,
menos del nuestro. Al esconder la muerte,
traicionamos la vida; negarnos la muerte es
negarnos la afirmación de la vida. Príamo no
está cubierto de cenizas, está en el suelo,
revolviéndose entre excremento.
Príamo acepta, y va hasta las tiendas
de Aquiles guiado por Hermes, el dios de
los mensajeros. Se encuentra con Aquiles, el
asesino de su hijo. Príamo hace algo que los
dioses no le han ordenado, el acto primero de
la reconciliación. El rey se vota a las rodillas de
Aquiles, le ruega y le besa la mano. Besó esas
manos homicidas. El primer paso que tenemos
que hacer para reconciliarnos es ese, y por ello
estamos condenados a una guerra infinita.
Aquiles retira con delicadeza las manos
de Príamo, y lo invita a comer y beber. El padre
que va a rescatar a su hijo tiene que comer de
lo que el homicida de su hijo le ofrece. Aquiles
lleva mucho tiempo sin comer ni dormir, hasta
tanto no mate al asesino de su amigo.
La más hermosa de las reparaciones
simbólicas es comer y beber con el ser que ha
cometido atrocidades.
Aquiles ha ordenado que laven el cadáver
de Héctor, que lo unjan en exquisitos perfumes,
porque él mismo se encargaría de colocarlo
en un carro, para que lo lleven de forma digna
al castillo. Todo a escondidas de Príamo,
porque si él llegase a ver el cadáver de su hijo,
resucitaría su cólera.
Mientras el padre come y habla, las
esclavas lavan el cadáver y lo purifican, y es
Aquiles quien toma el cadáver del asesino de
su amigo y lo coloca en la carroza.
Las mujeres de Troya reciben el cadáver
de Héctor, mediante cantos de lamentos
(Trenos). Desde las mujeres de Troya hasta
las de Bojayá saben que el dolor no puede
permanecer impune, hasta tanto no se eleve
a canto, hasta tanto no convierta mi dolor y
sufrimiento en obra de arte. Primero se lamenta
Helena, luego la madre de Héctor, y finalmente
su esposa Andrómaca.
Y Homero dice: Los troyanos cumplieron
lo que habían prometido los unos a los otros, y
los funerales de Héctor duraron doce días.
118
¿Vieron todo lo que se necesitó para
realizar el primer acto de reconciliación en
la historia de la humanidad? Mientras exista
estupidez habrá guerra; pero sí se puede
evitar la matanza y la atrocidad, ¿cómo?
Impidiéndonos.
Preguntas, comentarios o impresiones
de los asistentes que tengan sobre
los temas expuestos
Intervención 1: “En relación con lo que expuso
el profesor y en relación al arte como forma
de reparación, hay un tema importante que
tenemos que tocar, y es el tema de las víctimas
refugiadas, las que están en fronteras. Todo
el aparato de reparación del Estado, está
diseñado para la reparación de las víctimas
nacionales o que viven dentro del Estado, pero
no dicen nada de las víctimas que viven en
frontera. Conozco el caso de una señora que
no pudo regresar a su país a enterrar a su hijo,
ya que la pueden asesinar. Ella está pagando
una mensualidad a un cementerio para que no
manden a su hijo a una fosa común.
El reto es ver cómo se materializan esas
normas, para todas las víctimas”.
Intervención 2: “¿Dónde queda el
perdón?”
FP. - “Ya lo advertía Rachel Bespaloff,
el perdón no es una invención griega. La
invención griega es el olvido, que en griego
significa amnesia. El primer decreto de amnistía
es del año 404 a.C., durante la dictadura de
los treinta tiranos. Son dos humanidades las
que han tenido que soportar las más grandes
guerras civiles, la civilización griega y nosotros.
Nosotros ya le ganamos en veinte años a los
griegos. Este decreto de amnistía convirtió al
olvido en teoría, para evitar el resentimiento.
Sin embargo, la tolerancia absoluta tampoco
es posible, hay cosas que debemos olvidar
para no ser resentidos, pero hay cosas que
no debemos olvidar, porque sencillamente no
podemos.
¿Qué podemos olvidar? Podemos
olvidar los crímenes del 414 a.C., debían ser
olvidados, y no podían ser traídos a la memoria;
pero no podíamos olvidar los crímenes
cometidos por los treinta tiranos del 404 a.C. Y
esos eran los que se debían procesar.
La teoría del olvido, implica un colectivo,
una comunidad. La amnistía no es absoluta, es
colectiva, y es relativa a unos crímenes, no a
todos.
Ahora, el perdón es una teoría y noción
prostituida, ya que el concepto se ha vaciado
de contenido. Pero las condiciones del perdón
son exigentes.
El Perdón de Vladimir Jankélévitch
establece unas condiciones que se requieren
para perdonar, y llega a la conclusión de que
el perdón es imposible. El perdón incluye la
noción de “don”, o regalo. Ya no sabemos
regalar, porque estamos programados para
regalar en fechas especiales. Pero el regalo
119
es inmerecido, nos deslumbra, ya que no lo
esperábamos. El perdón además exige un don
perfecto, es decir, no espera nada a cambio, es
incondicional, no espera retribución.
¿Quién nos podrá perdonar, ya que es
irracional y desmadrado? Como el perdón
es irracional, solo un sentimiento irracional lo
puede hacer, es decir, solo quien nos ama.
Pedirle perdón al Estado, es una traición al
concepto del perdón. Hemos permitido que las
nociones occidentales hayan caído dentro del
vocabulario jurídico, y nos tiramos la noción del
perdón.
Solo quienes nos aman nos han
perdonado ya antes, de que les pidamos
perdón.
Si el perdón y el olvido tienen límites, ¿qué
es la reconciliación? Para reconciliarnos, según
Hannah Arendt, es necesario comprender.
Comprender el mundo es encontrarnos en paz
con nosotros mismos. Para comprender se
necesita pensar, y pensar no es conocer. Para
pensar se necesita estar solo, es la reflexión del
alma consigo mismo.
La soledad es terrible hoy en día. Si para
comprender necesitamos pensar, estar solos,
pues es imposible hoy en día pensar, y por
consiguiente reconciliarse. ¿Quienes están
llamados a la reconciliación? Los niños, las
mujeres y los ancianos”.
Intervención 3: “Es fundamental para
hablar de perdón y reconciliación, tener la
posibilidad de vernos a un espejo”.
FP. - “Es importante entender que el
tiempo no es lineal, porque el pasado a veces
no pasa, ni el futuro está lejos; el pasado no
pasa, va con uno, uno es su pasado, sus
traumas y alegrías, el pasado nos constituye;
y el futuro no está adelante, integro y virgen,
lo estamos gastando desde ya, somos futuro
desde ya. Hemos gastado el futuro, la tierra es
inviable e invivible.
El tiempo más pleno es el presente.
La base de mirarse es el rostro. Nuestra
característica es que no tenemos rostro, pues
desde las instituciones se ha establecido que
las instituciones quedan, pero los hombres
pasan, cuando debería ser al contrario. Durante
la invasión a Checoslovaquia se les ordenó
a los soldados rusos no descender de los
tanques, porque si veían los rostros de los
checos no los podrían asesinar.
Por eso los NN dan pánico en Colombia;
los cadáveres que no se entierran se convierten
en fantasmas, somos un país de fantasmas.
La teoría del olvido, es colectiva, no
individual; es la comunidad que decide no
traer a la memoria algunas cosas y no olvidar
otras. El olvido individual no es posible, porque
los traumas están. Desde el psicoanálisis y el
cristianismo, nos enseñan a aprender a cargar
con el trauma, y nos enseñan a no dañar al
otro.
Las grandes culturas no conocen el
individualismo. El holocausto griego fue
colectivo”.
120
Intervención 4: “¿Dónde queda la noción
de justicia en todo este discurso? Porque creo
que pierde sentido, donde lo que importa es la
reconciliación y no la justicia”.
FP. - “El perdón solo es de amor y para el
amor; el olvido solo es comunitario, y dirigido a
ciertas cosas; y la reconciliación es individual,
es pensar en soledad. La justicia sí es posible,
porque es humana. Las víctimas piden justicia.
¿En qué es posible y cuándo es posible la
justicia? Primero que todo, es necesario
entender que los jueces no hacen justicia, sino
que la administran.
Debemos hacer justicia, toda la
comunidad. No el perdón, no el olvido,
no reconciliación, sino justicia como seres
humanos, como vida en comunidad.
El problema con el arte, es que hemos
creído que es cuestión de artistas. El arte
es inútil, y por ello no puede ser usado,
ni banalizado. Ha sido dado a los seres
humanos como una forma elevada de pensar
y solo cobra sentido si está adscrita a una
comunidad.
Porque las galerías son solo para
conocedores de arte; pero el arte solo es arte si
es público, y es puesto en la esfera pública. Los
museos solo aparecen hasta el siglo xix, pero ya
había arte desde la tragedia griega, y el oratorio.
Todos los grandes movimientos artísticos son
del pueblo, no son de las salas de conciertos ni
de galerías.
Pagarle a un tipo para que haga una obra,
en lugar de decirles a las comunidades que lo
hagan, que son la creación diaria. No creo en la
alteridad, por la conquista. Pero la alterabilidad,
el poder ser algo diferente, por medio del arte.
La función del arte es hacer visible lo invisible.
La Ilíada es un libro escrito hace más
de 2.800 años, pero que tiene una vigencia
impresionante. Hay gente que vive hoy en el
2013, que sufre el drama de no poder enterrar
a su hijo. Mientras existan seres humanos que
de forma atroz se nieguen a que otros entierren
a sus muertos, la Ilíada está presente.
La única forma para lograr que esa
propuesta sea realidad no es necesariamente
una ley, ya que es lo más abstracto, se
recibe algo. Por eso es que juzgamos que es
imposible el perdón, pero vale la pena en la
vida, como el amor, que es imposible pero real.
No estamos condenados a la derrota. Mientras
exista una mujer a la que le impidan enterrar a
su hijo, Antígona está viva.
121
Participantes
Adrián Hueso
Artista
[adrian.hueso@hotmail.com]
Adriana Calemo
Independiente
[apcamelo@gmail.com]
Alba Lucía Celis
Docente
[luchocelis24@hotmail.com]
Alejandra Bernal Castro
Unidad para las Víctimas.
Medidas de Satisfacción
[alejandra.bernal@unidadvictimas.gov.co]
Alejandra Gaviria
Centro de Memoria Paz y Reconciliación.
Alcaldía Mayor
[naranjaleja@yahoo.com]
Alejandra Olivares Jiménez
Universidad Jorge Tadeo Lozano
[alejandra.olivares@gmail.com]
Alejandro Burgos
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
[subdivulgacion@idpc.gov.co]
Alejandro Santamaría
Universidad Externado de Colombia
[alejandro.santamaria@uexternado.edu.co]
Ana Catalina Orozco Peláez
Centro de Memoria Histórica.
Dirección de Museos
[catalina.orozco@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Ana Gabriela Jiménez Devia
Dirección de Museos
[gabriela.jimenez@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Andrea Beltrán
Universidad Externado de Colombia
[andrea.beltran02@est.uexternado.edu.co]
Andrea Puentes G.
Universidad Pedagógica
[andrerockp@yahoo.es]
Andrés Puentes
Universidad Externado de Colombia
[andres.puentes@est.uexternado.edu.co]
Ángela Arévalo Vargas
Centro Juvenil. Unidad para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas
[angelacausa@hotmail.com]
122
Ángela María Escobar
proFiz-gz
[angela.escobar@giz.de]
Carlos Cárdenas Ángel
Centro de Memoria Histórica - oim
[charli.cardenas@gmail.com]
Ángela María Roncancio
Unidad de Víctimas
[angela.roncancio@unidadvictimas@gov.co]
Carolina Muñoz
Centro de Memoria Histórica
[carolina.muñoz@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Beatriz Eugenia Vallejo
Independiente
[beatrizeugeniavallejo@gmail.com]
Bibiana Ávila
Universidad Pedagógica
[pasitoscreativos@hotmail.com]
Bibiana Sarmiento
Universidad Externado de Colombia
[bibiana.sarmiento@uexternado.edu.co]
Blanca Valle
Dirección de Derechos Humanos
[bzapata@gobiernobogota.gov.co]
Camilo Barrera
Universidad Externado de Colombia
[camilobarte@hotmail.com]
Camilo Castellanos
Dirección de Derechos Humanos
[ccastellanos@gobiernobogota.bov.co]
Catalina Uprimny
Centro Internacional para la Justicia Transicional
[cuprimny@ictj.org]
Cielo Mariño Rojas
Universidad Externado de Colombia
[cielomarinorojas@gmail.com]
Claudia Girón
Dir. Fundación Manuel Cepeda
[klaudyagiron@gmail.com]
Cristina Figueroa Palau
Artista plástica y docente de la Universidad
Jorge Tadeo Lozano
[pratua@gmail.com]
Daniel Felipe Mateus Rivera
Universidad Externado de Colombia
[daniel.mateus@est.uexternado.edu.co]
David Felipe Buitrago
Universidad Externado de Colombia
[david.buitrago@est.uexternado.edu.co]
123
Deisy Liliana Chilo
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
[delichira@gmail.com]
Felipe Carranza
Centro Nacional de Memoria
[andresfelipecarranza@gmail.com]
Diana Apache
Ministerio de Cultura
[dapache@mincultura@gov.co]
Fernando García
Dirección de Asuntos Internacionales
Alcadía Mayor de Bogotá
[cfgarcia@alcaldiabogota.gov.co]
Diana C. Boada A.
Diseñadora independiente
[dianikro@gmail.com]
Diego Alonso
Dirección de Derechos Humanos
[diegoteusaquillo@yahoo.com]
Diego Amaya
Universidad Pedagógica
[zerolimit_mylife@hotmail.com]
Francisco Muñoz Martínez
Universidad Pedagógica
[imageneurek@gmail.com]
Francy E. Ríos L.
Universidad Pedagógica
[sorshie15@hotmail.com]
Francisco Bustamante
ong minga
[fbustamante@asociacionminga.org]
Edwin Cubillos R.
Secretaría de Cultura
[eacubillosr@gmail.com]
Efraín Sánchez
Investigador independiente
[effsanchez@yahoo.com]
Elizabeth Guzmán
Universidad Externado de Colombia
[elizabeth.guzman@uexternado.edu.co]
Fredy Giovanny Roa
Centro Juvenil
Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas
[fredyroa71@yahoo.com.es]
Genaro Díaz
Centro Juvenil
Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas
[genarodiazcastellanos@gmail.com]
[centrojovenes.dr@unidadvictimas.gov.co]
124
Gloria Vargas Tisnés
Universidad Externado de Colombia
[gmvati@yahoo.com.mx]
José Luis Iguarán Daza
Consultor giz
[jliguarand@gmail.com]
Heika Quevedo
Centro Nacional de Memoria
[heikaq@yahoo.com.ar]
Juan C. Posada
Centro Nacional de Memoria Histórica
[juanc.posada@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Jairo Peláez
Defensoría del Pueblo
[paelaes@hotmail.com]
Jimena Sierra
Abogada Derechos Humanos / Pintora
[jimenasierrae@gmail.com]
Joaquín Paredes Díaz
Defensoría del Pueblo
[aparedes@defensoria.org.co]
Johana Sandoval Rodríguez
Centro Nacional de Memoria Histórica
[johana.sandoval@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Jorge Restrepo
Artista independiente
[restrepo@jorgerestrepo.com]
José Antequera
Centro de Memoria Paz y Reconciliación
[jose.antequera@gmail.com]
Juan Francisco Vargas
Unidad para la Atención y Reparación
Integral a las Víctimas
[juan.vargas@unidadvictimas.gov.co]
Juan Pablo Cardona
Fiscalía General de la Nación
[juanp.cardona@fiscalia.gov.co]
Juan Pablo Sierra
Universidad Externado de Colombia
[jp.sierra79@hotmail.com]
Juan Pablo Vera Lugo
Rutgers University
[juanvera@eden.rutgers.edu]
[veraj@javeriana.edu.co]
Julián Rubio
Universidad de los Andes
[julian5-1@hotmail.com]
125
Juliana Córdoba
Defensoría del Pueblo
[isabellacordoba@hotmail.com]
Lina María Moreno Moreno
mapp-oea Reparación y reconciliación
[lmoreno@mapp-oea.org]
Juliana Poveda
mapp - oea
[julianapovedac@gmail.com]
Lina Toro
Unidad para la Atención y Reparación
Integral a las Víctimas
[lina.toro@unidadvictimas.gov.co]
Julieta Rodas
Universidad Pedagógica
[julietaturorodas@gmail.com]
Lisa Castrillón
Lic. Artes Visuales
[lisa_luna.325@hotmail.com]
Kalia Ronderos Jiménez
Dirección de Museos
[kalia.ronderos@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Lizeth Ruiz Pinto
Universidad Jorge Tadeo Lozano
[lizetha16@hotmail.com]
Katherine Montaña Torres
Universidad Pedagógica
[katherinemontana_22@hotmail.com]
Lucelly Castro Rojas
Universidad Jorge Tadeo Lozano
[chelly.12@hotmail.com]
Laura María Oliveros
Entre Ojos
[hola@entreojos.com]
Lucía Cardona
Trabajadora Social / Teatro
[luciacardonam@gmail.com]
Lauren Mumford
mapp-oea
[prelaciones@mapp-oea.org]
Luisa Fernanda Isidro H.
Universidad de los Andes
[luisafdaisidro@gmail.com]
Lina García
Licenciada en Artes visuales
[linitax3@hotmail.com]
Luisa Fernanda Oviedo
Universidad Pedagógica
[fernanda_191219@hotmail.com]
126
Luz Faridy García B.
Ocho y Medio, Comunicaciones.
Productora de Cine de Colbert García.
[luzfaig@gmail.com]
María Andrea García
Docente, psicóloga y psicoterapeuta
[psicoterapiadedanzaymovimiento@gmail.
com]
Luz Marina Bernal
Madre de víctima en Soacha
[lucerito31059@hotmail.com]
María del Carmen Palau
Coordinadora Área de Género mapp-oea
[mpalau@mapp-oea.org]
Manuel Páez
Universidad Externado de Colombia
[manuel.paez@uexternado.edu.co]
María del Rosario Echeverry
Artista plástico y esteta
[madelro@yahoo.com]
Marcela Campos Rodríguez
Centro Juvenil. Unidad para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas
[marcecr@gmail.com]
María Isabel Ángel
Psicóloga
[mariaisabelangel@gmail.com]
Marcela Gutiérrez
Universidad Externado de Colombia
[catedraunesco@uexternado.edu.co]
Marco Antonio Fonseca
Particular
[eio67@hotmail.com]
María José Martínez
Universidad Externado de Colombia
[mariaj.martinez@uexternado.edu.co]
María José Pizarro
Fundación Carlos Pizarro
[archivo.carlospizarro@gmail.com]
Margarita Flórez Quintero
Defensoría Pública
[marflorez@defensoria.org.co]
María Paula Millán Jiménez
Centro Juvenil. Unidad para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas
[mariapaulamillan@gmail.com]
Margarita González
Unidad de Víctimas
[margarita.gonzalez@unidadvictimas.gov.com]
María Teresa Forero
Universidad Pedagógica
[mariarte44@hotmail.com]
127
Mario H. Castañeda
Secretaría de Educación Bogotá
[mariohccordy@yahoo.com.co]
Martha Ligia Guarnizo Rojas
Personería Distrital
[marthalguarnizo@hotmail.com]
Mónica Morales
Universidad Pedagógica
[moninos26-03@hotmail.com]
Nancy Heredia
Docente Universidad Distrital
[nancyheredia5@gmail.com]
Natalia Suárez
Universidad Externado de Colombia
[nzeraus@gmail.com]
Néstor Osuna
Universidad Externado de Colombia.
Director del Departamento de Derecho
Constitucional
[nestor.osuna@uexternado.edu.co]
Oriellys Simanca
Centro Nacional de Memoria HistóricaDirección de Museos
[orielly.simanca@centrodememoriahistorica.
gov.co]
Óscar Moreno
Artista plástico y docente
[oscar.moreno@utadeo.edu.co,
oscarmauriciomorenoe@gmail.com]
Paola Gómez
Abogada
[paolagomezgarcia@gmail.com]
Paul Torres
Defensoría del Pueblo
[paul.torresr90@hotmail.com]
Rafael Serrano Rubio
Licenciado en Artes visuales
[tomym22@hotmail.com]
Ricardo Robayo Vallejo
Comunicador social
[robayoricaroto@yahoo.com]
Rosa Duro
Docente de la Universidad Externado
de Colombia
[rosa.duro@uexternado.edu.co]
Rosario Montoya
Estudiante de la Universidad Externado
de Colombia
[edsgrmon86@hotmail.com]
128
Rubén Martínez Dalmau
Universidad de Valencia, España
[martinezdalman@gmail.com]
Sara del Mar Castiblanco
Asistente Seminario Interamericano
de la Universidad Externado de Colombia
[sara.lunaroja@gmail.com]
Sol Marina Aguilar Robayo
Universidad Pedagógica
[smar1231@hotmail.com]
Stephania Lozano Pérez
Universidad Pedagógica
[tatala93@hotmail.com]
Teylor Valb uena
Asesor del Alto Comisionado para la Paz
[teylorvalbuena@presidencia.gov.co]
Uldi Jiménez
Magistrada de Justicia y Paz
[uldijimenez@hotmail.com]
Valentina Narváez
Asistente de Investigación de la Universidad
Externado de Colombia
[tiana0409@yahoo.com]
Viviana Ordóñez Salazar
mapp-oea Justicia Tansicional
[pjypz@mapp-oea.org]
Wilmar Mora Sanabria
Centro Juvenil. Unidad para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas
[wmora.sanabria@gmail.com]
Wilmer Camilo Rodríguez
Universidad Jorge Tadeo Lozano
[ubuwill@gmail.com]
Yolanda Sierra León
Universidad Externado de Colombia
Línea de Derechos Culturales:
Derecho, arte y cultura
[yolanda.sierra@uexternado.edu.co]
Editado por el Departamento de Publicaciones
de la Universidad Externado de Colombia
en septiembre de 2014
Se compuso en caracteres Ehrhardt MT Regular de 10 puntos
y se imprimió sobre propalmate de 115 gramos
Bogotá (Colombia)
Post tenebras spero lucem