El Tiempo de Los Derechos
El Tiempo de Los Derechos
El Tiempo de Los Derechos
CUADERNOS DE FILOSOFÍA
DEL DERECHO CONTEMPORÁNEO
2
PRÓLOGO
Conocí a Francisco Javier hace años cuando decidió venir a España para realizar el
Doctorado en Derechos Fundamentales que organiza el Instituto de Derechos Humanos
Bartolomé de las Casas, de la Universidad Carlos III de Madrid. Francisco venía junto a
otros doctorandos en el marco de un acuerdo que teníamos en ese momento con algunas
universidades latinoamericanas.
Como no podría ser de otra forma, no comparto todo lo que afirma Francisco Javier
Gutiérrez en este trabajo. Pero admito que las tesis que mantiene las defiende con
argumentos sólidos y de forma sistemática y coherente.
No es fácil escribir sobre los derechos y mucho menos hacer “teoría de los derechos”. Se
trata de un campo de estudio en el que se mezclan diferentes saberes y que exige
coherencia argumentativa y, sobre todo, proyección en el mundo práctico. Hacer teoría
3
de los derechos sin conexión con la realidad no es sólo un esfuerzo irrelevante para el
conocimiento, sino, en cierto sentido, una práctica que bordea los límites de lo
moralmente admisible. En ocasiones he tenido la oportunidad de subrayar la importancia
de este campo. En todo caso, en La idea de los derechos podrán encontrarse argumentos
en este sentido.
Toda decisión en materia de derechos, con independencia del operador jurídico o social
que la establezca, es expresión de una teoría de los derechos. Y ello se hace mucho más
notorio cuando fijamos nuestra atención en los Parlamentos, en las Cortes de Justicia o
en los Tribunales y Organismos Internacionales. De ahí la importancia de conocer las
diferentes maneras de concebirlos y justificarlos.
Pero es que además, nos encontramos en un momento en el que la defensa de una teoría
de los derechos correcta, esto es, basada en argumentos aceptables y coherentes con su
papel histórico, es algo absolutamente necesario. El retroceso del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y de la construcción de una estructura jurídico-política
internacional acorde con los rasgos de la idea del Estado de Derecho, la extensión de una
nueva manera de concebir y justificar el Derecho Penal (de la mano del llamado Derecho
Penal del enemigo); la vuelta al paradigma de la nacionalidad y a su vinculación con la
idea de ciudadanía, o el recurso a la escasez en formato de crisis económica como
argumento desde el que aceptar (como irremediable) la insatisfacción de ciertos derechos
(especialmente los económicos, sociales y culturales), son algunas de las dimensiones que
ponen de manifiesto la necesidad de una reflexión seria y rigurosa sobre los derechos, su
justificación, su significado y su alcance.
4
constituyó la creación de la Maestría en Filosofía del Derecho Contemporáneo (siempre
que tengo ocasión lo señalo: la memoria que presentaron para la creación de estos
estudios es de las mejores que he visto en mi experiencia universitaria). Y, a partir de ahí,
ambas instituciones han venido colaborando hasta el punto de que una de nuestras
mejores investigadoras, la profesora Vanesa Morente, es en la actualidad docente en la
Universidad Autónoma de Occidente.
Otro de los frutos de esta colaboración es, precisamente, la colección en la que se publica
este libro “Cuadernos de Filosofía del Derecho Contemporáneo”, que poco a poco se va
afianzando. Mucho de lo bien que va la relación entre nuestras dos instituciones tiene
que ver con el buen hacer del profesor Gutiérrez Suárez y, también, con el compromiso y
la dedicación de Javier Ansuátegui, Director del Instituto de Derechos Humanos
Bartolomé de las Casas.
Pero por encima de todo hay que destacar del autor de este libro su faceta humana. En
efecto, Francisco Javier Gutiérrez Suárez posee una serie de rasgos humanos que hacen
que trabajar con él sea siempre algo agradable y nada complicado. Recuerdo lo difícil que
se le hacía estar alejado de su familia pero como suplía ese vacío con el trabajo y el
estudio. Y también he sido testigo del esfuerzo que durante años ha dedicado para hacer
compatible sus labores de gestión universitaria con las propias de un investigador.
5
TABLA DE CONTENIDO
Capítulo 1.
VISIÓN INTEGRAL DE LOS DERECHOS Pag. 6
- Sobre el concepto y el fundamento de los derechos. Pag.
- Concepto integrador de los derechos Pag.
Capítulo 2.
LOS DERECHOS COMO NOCIÓN HISTÓRICA Pag. 34
- Origen histórico Pag.
- Evolución histórica Pag.
Capítulo 3.
CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS Pag. 50
- Características fundamentales Pag.
- Otras características Pag.
6
ACLARACIÓN GRAMATICAL
Escribiré Derecho (con “D” mayúscula), para designarlo tanto el en sentido objetivo
(ordenamiento jurídico) como disciplina que lo estudia, y derecho (con “d” minúscula),
para aludir a los derechos subjetivos (incluidos los derechos naturales, morales y
humanos.
Del mismo modo, escribiré Ética o Filosofía (la primera con mayúscula) para
referirme a las disciplinas; en cambio escribiré ética, moral, o filosofía (la primera con
minúscula) para designar al objeto de estudio de aquellas disciplinas.
Poder, la primera letra con mayuscula, cuando se trate del Poder politico. Es decir,
del Poder del Estado.
Estado, la primera con mayúscula, cuando se trate de Estado como ente jurídiico
político.
He tomado la idea de esta técnica y su debida aclaración, de Joaquín Rodríguez-Toubes, en su
libro La razón de los derechos, Tecnos, Madrid, 1995.
7
CAPÍTULO I
VISIÓN INTEGRAL DE LOS DERECHOS
Los derechos humanos son un fenómeno y una noción central de nuestra época.
Una realidad, un tópico, un lugar común en la comunicación humana de finales del siglo
XIX y primeras décadas del siglo XXI. Con más de dos siglos de existencia y sesenta años
después de proclamada la Declaración Universal de Derechos Humanos, gozan, pese a las
críticas e impugnaciones, de indudable existencia real y mantienen una indiscutible
vitalidad1 sin lugar a dudas, y como afirman reconocidos autores como Carlos Santiago
Nino, son uno de los más grandes “inventos” de nuestra civilización”2.
Los derechos humanos integran el imaginario del ser humano, resultando ser uno de
los términos más frecuentemente utilizados en la política, la Filosofía y el Derecho en el
momento actual. Es tal la fuerza del discurso de los derechos humanos en la conciencia
cívica de las personas y los pueblos, que incluso se habla hoy de ellos en términos de una
nueva religión del mundo.
En los sistemas democráticos existe una marcada tendencia a integrar los derechos
humanos en las cartas constitucionales, incluso otorgándole a los instrumentos
internacionales en materia de derechos humanos, igual o superior valor que a
Constitución. Este fenómeno, conocido como “constitucionalización de los derechos”, sin
lugar a dudas fortalece la presencia y la efectividad de los derechos a nivel global. En este
1
VELARDE, C., Universalismo de derechos humanos. Análisis a la luz del debate anglosajón. Civitas,
Madrid, 2003, p.14.
2
NINO, C.S., Ética y derechos humanos – un ensayo de fundamentación. Ariel, Barcelona, 1989, p. 1.
8
sentido, por ejemplo la Constitución Política de Colombia de 1991 establece en su artículo
19, que:
Lo cierto es que hoy en día “la invocación de derechos humanos tiene una carga
emotiva que supera la fuerza de cualquier otro concepto moral”3, debido a la necesidad
de reconocer y respetar ciertos valores propios de la persona humana. Aunque la
formulación como derechos de las demandas que estos valores arrastran no es tan
aceptada, “ha tenido fortuna como bandera reivindicatoria del respeto de tales valores y
es asumida por gran número de personas como una realidad indudable, e incluso es
utilizada por quienes no creen en ellos como una ficción valiosa”4.
Dada la importancia social y cultural que aún conservan los contextos religiosos,
conviene resaltar como pese a que el fundamento actual de los derechos es claramente
laico, la idea de derechos humanos y su universalidad es compatible con las más
representativas concepciones religiosas. La Iglesia católica, por ejemplo, los reconoce
particularmente al referirse a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre
proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, como uno de los
esfuerzos más relevantes para responder eficazmente a las exigencias imprescindibles de
la dignidad humana. En palabras del profesor Douzinas, “los derechos humanos han
ganado la batalla ideológica de la modernidad. Su aplicación universal parece ser cuestión
de tiempo y de ciertos ajustes entre el espíritu de la época y unos cuantos regímenes
recalcitrantes”5.
3
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., La razón de los derechos: perspectivas actuales sobre la fundamentación de
los derechos humanos. Tecnos, Madrid, 1995, p. 28.
4
Ibíd. P. 28
5
DOUZINAS, C., El fin de los derechos humanos. Legis, Bogotá, 2008, p.2.
9
Desde su consolidación en el tránsito a la modernidad hasta nuestros días, la idea
de derechos humanos se ha ido consolidando en el imaginario colectivo, hasta llegar a ser
“una noción generalmente entendida y cuyo concepto nuclear comparten unos y otros” 6.
Es un término que, por su nivel de difusión actual, se constituye sin lugar a dudas en
un signo del lenguaje y pensamiento de nuestra época, una expresión del modo de
pensar de nuestra cultura. Pero también, en un lugar común. Tal vez la “relevancia
emotiva del término ha llevado a un “abuso” de esta invocación, a una inflación de los
derechos” 7 y a un empobrecimiento de su significado.
De alguna manera, esto coincide con una cierta alarma en torno a la inflación del
contenido de los derechos. Es decir, una alarma frente a la creciente abundancia y no
infrecuente ligereza de las apelaciones a los derechos8, que produce entre otros efectos
falta de precisión o ambigüedad, y en ocasiones una excesiva carga emocional que le
restan fuerza y contribuyen a la falta de claridad sobre su razón de ser.
Pese a esto, en general, todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de
derechos humanos; todos sabemos a qué estamos haciendo referencia cuando
empleamos esta expresión. Sin embargo, los problemas aparecen cuando alguien nos
pide que llevemos a cabo su definición9. El problema surge cuando hay que precisar el
término, cuando se nos pide conceptualizar, y fruto de ello, determinar con precisión un
concepto de derechos humanos que nos permita formular una definición ampliamente
aceptada. En el imaginario colectivo los derechos humanos tienen una existencia muy
fuerte: los derechos humanos “son”, el problema es determinar “qué son”, cuáles son,
cómo son y por qué deben existir y por qué ser universales.
6
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p.24.
7
Idid., p. 28.
8
LAPORTA, F., “Sobre el concepto de derechos humanos”,
Doxa, No. 4, 1987, pp. 32 y ss.
9
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, en TAMAYO, J.J. (Coord.), Diez
palabras clave sobre derechos humanos, Verbo Divino, Estella, 2005, pp. 1-7.
10
1.1 SOBRE EL CONCEPTO Y EL FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS
Conformando un segundo grupo, existe una concepción “común” que los identifica
con el grueso de los derechos reconocidos en los documentos jurídicos–políticos
internacionales rotulados “derechos humanos”. En general, se identifican con
instrumentos como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 y el Pacto
Vale la pena anotar que puede verse como paradójico; de una parte, una de las dificultades propias
del lenguaje de los derechos humanos, un elemento más que explica su significado múltiple, es el
hecho que se pueden y se deben utilizar en los niveles: político, filosófico-moral y jurídico
fundamentalmente. Sin embargo, de otra parte, esta tridimensionalidad de los derechos, como se
verá más adelante en la presente investigación, representa uno de los aspectos de mayor riqueza del
campo.
10
VELARDE, C., Op. Cit., p.32.
11
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Cit., p. 1.
12
Ibíd. P. 1.
11
Internacional de Derechos Civiles y Económicos del mismo año, así como los pactos y
convenios de orden regional.
En un tercer grupo están aquellas definiciones que demás de describir, explicitan los
valores morales que los derechos intentan proteger. Por ejemplo, "los derechos humanos
son un conjunto de exigencias y pretensiones éticas que favorecen la libertad y la
igualdad de todos los seres humanos”13.
Las anteriores definiciones son insatisfactorias, no adecuadas para una noción tan
compleja y discutida como la de los derechos humanos. Son definiciones incompletas en
las que quedan sin resolver, dimensiones o asuntos como: 1) cuál es el mecanismo por el
que se atribuyen esos derechos a las personas por el simple hecho de serlos, 2) cuál es
catálogo de los derechos, 3) qué significa seres humanos y personas, 4) cuál es el papel
del Derecho y del Estado en relación con los derechos15.
En contra de esta concepción común, hay quienes opinan que los derechos económicos sociales y
culturales (DESC) no están en la entidad de derechos humanos. Fortaleciendo esta crítica, otros afirman que
hay derechos humanos que no están recogidos en textos internacionales, puesto que no los identifica
conceptualmente como derechos subjetivos con plasmación jurídica, sino como derechos morales que
existen con independencia del proceso de elaboración de los instrumentos jurídicos En: RODRÍGUEZ-
TOUBES, J., Op. Cit., pp. 25 y ss.
13
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Cit., p. 1.
14
Ibíd. p. 1
15
Ibíd. p.1
16
PÉREZ LUÑO, A.E., Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución, Tecnos, Madrid, 2003, p.
21.
12
La falta de claridad sobre el significado de los derechos humanos no es un problema
exclusivo del lenguaje común, ni de la utilización política del término motivada por la
hipertrofia de su empleo y la carga emocional de esta expresión; también en la filosofía y
teoría política, ética y jurídica el término ha sido empleado con diversos significados.
De otra parte, conviene anotar que los notables avances en materia de Derecho
internacional, surgidos de la necesidad de reconocer y proteger los derechos humanos
aún frente a los propios Estados, no deben interpretarse necesariamente como el reflejo
de una concepción unánime de su significado17.
17
Ibid., pp. 22 y 23.
18
BARRANCO AVILÉS, M.C. El discurso de los derechos. Del problema terminológico al debate
conceptual, Dykinson, Madrid, 2006, p. 75.
19
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p. 27.
20
BARRANCO AVILÉS, M.C., Op. Cit., p. 75.
21
Ibid., p. 77.
13
Los detractores de la expresión “derechos humanos”, por el contrario consideran la
amplitud del término como uno de sus principales defectos, ya que los hace vagos o
ambiguos. Esto explica en parte porqué en muchas ocasiones lo sustituyen por términos
próximos, tales como: derechos naturales, derechos fundamentales, derechos subjetivos,
derechos públicos subjetivos, derechos individuales, libertades públicas.
Por su origen histórico y uso tradicional, gran parte de la doctrina entiende los
“derechos fundamentales” como los derechos humanos positivados a nivel interno a
través de las constituciones Estatales, en tanto que la expresión “derechos humanos” se
usa para las declaraciones y convenciones internacionales. Desde esta perspectiva, los
derechos fundamentales son “los derechos subjetivos positivos especialmente protegidos
dentro del ordenamiento jurídico de un Estado”22, el equivalente a los derechos humanos
en la Constitución de un país.
22
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p. 27.
Entendida como capacidad de obrar reconocida a la voluntad de los particulares.
14
defectos propios de formulación de las mismas en los distintos ordenamientos jurídicos,
así como la tendencia es a la disociación progresiva de los conceptos.
15
humanos”, necesaria para superar la ambigüedad conceptual que caracteriza este
campo23.
Otro camino posible -el mejor- para superar la ambigüedad propia del campo de
los derechos humanos, es la de dar relevancia a la toma de postura sobre su concepto y
fundamento, tema que se presenta a continuación.
“Todo concepto de los derechos humanos presupone una toma de postura sobre
su justificación y toda justificación parte de un concepto previo de derechos humanos” 24.
De allí que sean dos asuntos inseparables, imposibles de abordar individualmente sin
incidir de alguna forma en el otro. Esta relación entre el modo de entender los derechos
y la justificación que podamos dar de ellos, nos ubica teóricamente en el campo del
“fundamento” y del “concepto”” de los derechos25.
“Fundamentar es preguntarse cuáles son los motivos por los que se pretenden
afianzar y asegurar”26, es responder al ¿por qué? de los mismos -derechos humanos-. En
lo que nos ocupa, el “fundamento” hace referencia a las razones a favor del
reconocimiento y el respeto de una realidad: la de los derechos.
23
BOBBIO, N., “Presente y porvenir de los derechos humanos”, en: El tiempo de los derechos, trad.
Rafael de Asís, Sistema, Madrid, 1991, pp. 63 a 84.
24
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Cit., p. 1.
25
Ibid., p. 1 y ss.
26
Ibid., p.1.
16
debería tener-27. Respecto a lo primero, es decir, de -un derecho que se tiene-, hay que
buscar en el ordenamiento jurídico positivo, del cual forma parte como titular de
derechos y deberes; en tanto que para -un derecho que se debería tener-, hay que buscar
razones para sostener su legitimidad y para convencer a la mayor cantidad de personas
posible, especialmente a los que detentan el poder de producir normas válidas en aquel
ordenamiento.
27
BOBBIO, N., El tiempo de los Derechos, Cit., pp. 53 y ss.
28
Ibid., p. 54.
La forma como entiendo el fundamento y la pregunta que identifica esta búsqueda (por qué), es igual a la
del profesor Peces-Barba, pero en mi criterio el maestro identifica de forma errónea el ámbito del
“concepto” con la pregunta “para qué” (para qué los derechos humanos. PECES-BARBA, G., Lecciones de
Derechos Fundamentales, Dykinson, Madrid, 2004, pp. 29 y ss. Contrario a lo que afirma el maestro de la
Universidad Carlos III de Madrid, y como se verá más adelante, considero que la pregunta que debe
acompañar el concepto es el qué (qué son los derechos).
17
la dificultad de lograr una fundamentación concluyente, y el quinto la dificultad de hallar
una fundamentación universal29.
29
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y fundamento de los derechos: Una aproximación dualista,
Dykinson, Madrid, 2001. p. 20 y ss.
30
BOBBIO, N., El tiempo de los Derechos, cit., p. 61 y ss.
31
AGUILERA PORTALES, R. E., “Universalidad de los Derechos Humanos y crítica de las teorías de la
naturaleza humana en el pragmatismo de Richard Rorty”, Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y
Política, nº 5, 2007., p. 67.
18
Respecto a los críticos que consideran poco o no prioritaria la tarea
fundamentadora, encuentran en el maestro Bobbio un representante paradigmático.
Sostiene Bobbio que lo importante hoy es lo relativo a la protección y garantías de los
derechos, dejando en segundo plano los temas relativos al concepto y fundamento. En
concreto, afirma que, “el problema de fondo relativo a los derechos humanos no es hoy
tanto el de justificarlos como el de protegerlos. No se trata tanto de saber cuáles y
cuántos son estos derechos, cuál es su naturaleza y fundamento, sino cuál es el modo
más seguro para garantizarlos”32.
32
“El problema de fondo relativo a los derechos humanos no es hoy tanto el de justificarlos como el de
protegerlos. Es un problema no filosófico, sino político. (…) El problema no es filosófico, sino jurídico
y, en sentido más amplio, político. No se trata tanto de saber cuáles y cuántos son estos derechos,
cuál es su naturaleza y fundamento, sino cuál es el modo más seguro para garantizarlos. (…)
Consideramos el problema del fundamento no como inexistente, sino como en cierto sentido,
resuelto, del tal modo que no debemos preocuparnos más por su solución. (…) El argumento más
fuerte dado por los reaccionarios de todos los países contra los derechos humanos, en especial
contra los derechos sociales, no es ya su misma falta de fundamento, sino su imposibilidad de
realización. Cuando se trata de enunciarlos, el acuerdo es obtenido con relativa facilidad,
independientemente de la mayor o menor convicción de su fundamento absoluto: cuando se trata
de pasar a la acción, aunque fuese el fundamento indiscutible, comienzan las reservas y las
oposiciones” BOBBIO, N., El tiempo de los Derechos, Cit., p. 61 y ss.
19
conocida conferencia: “Derechos humanos, racionalidad y sentimentalidad”33, son
paradigmáticos de esta posición34.
33
RORTY, R. “Derechos humanos, racionalidad y sentimentalidad”, en: Shute, Stephen y Hurley, Susan,
De los derechos humanos, Trotta, Madrid, 1993, pp. 117 y ss.
34
AGUILERA PORTALES, R.E., Op. Cit., pp. 47 - 75
35
RORTY, R., Op. Cit., p. 122.
20
“La difusión de la cultura de los derechos humanos responde mucho más a un
progreso de los sentimientos que a un mayor conocimiento de las exigencias
de la ley moral. Dicho progreso consiste en una creciente capacidad para ver
mucho más las semejanzas que las diferencias entre nosotros y gentes muy
distintas a nosotros. Es el resultado de lo que he venido llamando Educación
sentimental”36.
Para este autor, lo anterior será posible si superamos la idea de que el sentimiento
es una fuerza muy débil que requiere de algo más fuerte como la razón. Insiste en que los
siglos XIX y XX se identifican como una etapa en la que ha ocurrido un progreso
sorprendentemente rápido de los sentimientos, y como un periodo de comprensión
profunda de la naturaleza de la moralidad o de la racionalidad. Derivando de esto la
conclusión de que ahora estamos en condiciones de hacer a un lado los últimos vestigios
de la idea de que los seres humanos se distinguen más por la racionalidad rigurosa que
por la sentimentalidad flexible37.
36
Ibid., p. 132.
37
Ibid., p. 134.
38
Ibid., p. 135.
21
y elaborar una teoría susceptible de defender por vía racional respecto de instrumentos
éticos relacionados con concepciones morales39.
Dentro del cognoscitivismo “…se incluyen todas aquellas posiciones que parten de
una concepción objetiva de la moral, que se configura de esta forma como una realidad
objetiva o extra subjetiva, independientemente del ser humano…”42.
Dependiendo del método que se considere como el adecuado para conocer esa
moral correcta y objetiva, el cognoscitivismo se divide en “descriptivista” e
“intuicionista”. Para el primero, el método de acceso a esa moral correcta y objetiva es
la observación de la naturaleza; para el segundo, el método es la intuición43.
39
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Cit., p.
20.
40
RODRIGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., pp. 101 y ss.
41
DORADO PORRAS, J., Iusnaturalismo y positivismo jurídico: Una revisión de los argumentos en
defensa del iuspositivismo, Dykinson, Madrid, 2001, p. 20 y ss.
42
Ibid., p. 25.
43
Ibid., p. 26.
22
verdad científica. Consideran quienes apoyan esta idea que, “independientemente de la
existencia o no de una moral objetiva, ésta no es susceptible de un conocimiento
científico verdadero y objetivo, pues las convicciones éticas son extrañas a los dos
criterios de verdad del positivismo lógico: la demostración lógico-matemática y la
demostración observacional o experimental”44.
45
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., pp.106-107.
46
Ibid., pp.106-110.
47
DORADO PORRAS, J., Op. Cit., p. 27.
48
BOBBIO, N., El tiempo de los Derechos, Cit., pp. 57 a 60.
24
imposibles de lograr: primero, un acuerdo de todos sobre el carácter racional de la
argumentación, apreciado subjetivamente por cada oyente; segundo, un acuerdo de
todos sobre lo que es la racionalidad. Además todo esto requeriría del consenso de las
generaciones futuras49.
49
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p. 88-89.
50
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Cit., p. 2.
51
BOBBIO, N., El tiempo de los derechos, Cit., pp. 61 – 62.
52
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Cit., p.
21.
25
Pese a los problemas o dificultades expuestos respecto al fundamento de los
derechos humanos, considero que estos (as) no logran desvirtuar la importancia empírica
y teórica del empeño fundamentador, pues comparto la idea en el sentido de que “los
derechos humanos urgen y precisan una mayor clarificación y dilucidación conceptual y
fundacional que no es incompatible con una defensa efectiva, firme y radical de los
mismos”53 , por el contrario, es necesariamente complementaria.
Desde el punto de vista teórico -razones teóricas-, se distinguen dos líneas a favor
de la tarea conceptual y fundamentadora. De una parte, las vinculadas a las ganancias en
términos de solidez conceptual y metodológica, y de otra parte, las vinculadas a las
ganancias en términos de afirmación del concepto mismo de derechos humanos.
Las escuelas serias de pensamiento sobre los derechos humanos consideran que
cualquier trabajo académico sobre la idea de los derechos que no aborde el problema de
la fundamentación y concepto de los mismos pierde de entrada solidez, ya que de la
claridad que se tenga aquí determina la solidez metodológica y conceptual sobre una
noción, que como ya se ha dicho, es de por sí polémica y discutida.
En relación con la afirmación del concepto, se advierte que pese a que la actividad
filosófica en torno al concepto y fundamento abre la posibilidad de construir discursos
escépticos o abiertamente contrarios a la idea de derechos humanos, los debates que
este ejercicio suscita son, sin lugar a dudas, benéficos para la afirmación del concepto de
derechos humanos, en la medida que al final, los cuestionamientos contribuyen a
clarificar las fundamentaciones existentes.
53
AGUILERA PORTALES, R.E., Op. Cit., p.64.
26
Desde el punto de vista práctico -razones prácticas-, las consecuencias o ganancias
que la tarea conceptual y fundamentadora reporta son incuestionables. En general y
como gran presupuesto, cabe recordar que toda construcción social supone un momento
ideal que posibilita su posterior concreción. Recordemos “como el consenso
prácticamente unánime con el que hoy se acepta la idea de derechos humanos tuvo su
origen en los planteamientos filosóficos y religiosos de un buen número de teóricos54,
principalmente de la Ilustración.
54
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p.98.
55
Ibid., p.100.
56
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Cit., p. 2.
27
establecimiento de diferentes sistemas de garantías, pero sobre todo,
pueden provocar un uso distinto de estos”57.
En cuanto a la función que cumplen los derechos como norma básica material en
su propia interpretación, cabe agregar que esto se da por la no existencia de un marco
normativo jurídico superior de referencia como sí ocurre con el resto de las normas
jurídicas. Hecho que no se supera ni siquiera acudiendo a las cláusulas de apertura del
sistema internacional, pues “(…) normalmente, los textos internacionales no aumentan la
información que se posee sobre el derecho en cuestión, por lo que su utilización sirve en
definitiva para enmascarar, o mejor, justificar de forma ficticia la posición conceptual y
justificatoria que se mantiene”60.
57
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op.
cit., p. 6.
58
Ibid., pp. 9 y 10.
59
Ibid., p. 9.
60
Ibid., p. 10.
El profesor Rafael de Asís distingue entre líneas de fundamentación abstractas, históricas, objetivas,
intersubjetivas, subjetivas, individualistas, comunitaristas, liberales, republicanas, igualitarias,
28
concebir los derechos humanos. En este campo, metodológicamente hablando y según la
relevancia que se conceda a los aspectos jurídicos y éticos de los derechos, es posible
diferenciar entre planteamientos monistas y dualistas.
65
BONORINO, P.R. y PEÑA AYAZO, J.I., Filosofía del Derecho, Consejo Superior de la Judicatura, Bogotá,
2002, p. 25.
66
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista,
Op.Cit., p. 15.
67
NINO, C.S., Op. Cit., pp. 16 y ss.
68
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista. Op.
Cit., p. 16.
30
valores absolutos que el Derecho debe realizar69. La incorporación de los derechos
humanos como integrantes del Derecho natural clásico, supondría que éstos, al formar
parte del Derecho Natural, serían un elemento objetivo de carácter universal, no
revisable. En todo caso, los derechos se identificarían con los principios morales, por lo
que la validez del Derecho se haría depender de su reconocimiento.
Por el contrario, el positivismo jurídico como forma clásica del monismo jurídico,
entraña una interpretación del Derecho que establece una relación contingente entre el
fenómeno jurídico y la moral. No se trata necesariamente de un “derecho inmoral”; se
trata de una presencia deseable de la moral pero, en todo caso, no necesaria.
69
Absolutos en el sentido de inmodificables por el legislador.
Existe una ley natural que determina claramente la diferencia entre el bien y el mal. Esta ley natural es
claramente objetiva, y, por lo tanto, el objetivo fundamental del hombre es conocerla. Esto significa que
esta ley natural es una ley eterna, que no es creada por el hombre, sino descubierta por éste. El Derecho
Positivo debe tender hacia la perfección del Derecho Natural, convertido en el modelo de inspiración de la
legislación de los diferentes estados. El Derecho Natural no es un derecho convencional, sino que tiene
como principal característica que no ha sido creado por ningún ser humano, ni para ningún ser humano; es
un derecho Universal, inmutable y obligatorio para llegar a ser justo. Así, la justicia debe cumplir los
preceptos del Derecho Natural. MESTRE CHUST, J. V., “Legitimación filosófica de los derechos humanos”, A
Parte Rei. Revista de Filosofía 37, 2005, pp. 1- 5.
70
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista. Op.
Cit., p. 16.
71
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p. 134.
31
Es posible identificar dentro del positivismo jurídico dos respuestas o posturas
básicas respecto de la pregunta por el fundamento de los derechos humanos. Una
primera respuesta, la menos frecuente en el positivismo, parte de considerar los
derechos humanos como derechos morales, “estima que no son auténticos derechos
hasta que no han sido incorporados al Derecho positivo, y sitúa su fundamento en
normas morales. Es por tanto una fundamentación moral”72.
Para esta visión del positivismo jurídico -la más común-, los valores morales son la
causa de su reconocimiento como derechos, más no son causa o explicación de su
fundamento. Insisten en que el componente moral de los derechos humanos es relevante
para la crítica moral del Derecho, pero no para su fundamentación. “Aquí el problema de
la existencia de derechos humanos se conecta con el de validez de las normas que los
establecen y garantizan”73.
72
Id., p. 121.
73
Id., p. 120.
32
le objeta desde aquí que incurre en falacia iusnaturalista cuando afirma que “de la
comprensión de los caracteres de la naturaleza humana nace de modo evidente la
afirmación de ciertos derechos en los seres humanos” 74, efectuando una transición ilícita
del plano del ser, al plano del deber-ser.
74
Iibd., p. 121.
75
Ibíd., P. 121
76
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 7.
77
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., pp. 106-107.
33
dimensiones moral y jurídica; es decir, instrumentos jurídicos que poseen justificación
moral”78. Por ello, “se trata así de un punto de vista metodológico que obliga a quien se
plantea estas cuestiones, a llevar a cabo consideraciones éticas y jurídicas”79.
En consecuencia, con lo hasta aquí expuesto, la forma dualista que seguiré, por
considerarla la más adecuada para afrontar las cuestiones del concepto y el fundamento
de los derechos y por tanto para lograr una comprensión integral de los mismos, es la
propuesta por el profesor Rafael de Asís que denominaré en lo sucesivo “concepto
integrador de los derechos humanos”.
78
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 7.
79
Ibid., pp. 8 y 9.
80
Ibid., p. 7.
81
Ibid., p. 8.
82
Ibíd., p. 8.
Como el mismo afirma, se trata de una interpretación del Dualismo, cuyo principal exponente es el
profesor Gregorio Peces-Barba.
34
A propósito del dualismo, cabe recordar que uno de los principales exponentes de
la teoría dualista sobre los derechos ha sido el profesor Gregorio Peces-Barba, quien
concibe los derechos como instrumentos éticos y jurídicos que con el concurso histórico,
actúan como forma de legitimación del Poder y de defensa de una concepción de los
seres humanos fundamentada en la noción de dignidad humana.
83
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 9.
84
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista,
Op.Cit., p. 24 y ss.
35
El metafundamento es el ámbito de justificación abstracto. Desde el
metafundamento, el modelo dualista construye las bases justificatorias del discurso de los
derechos con mínimas referencias a cualquier situación espacial o temporal. El
metafundamento está en el logro de la libertad moral85.
El profesor De Asís sintetiza este marco moral en torno a “la defensa de una idea
procedimental de los derechos que caracterizan a éstos como instrumentos de libertad
que poseen todos los seres humanos en cuanto sujetos morales y que facilitan el logro de
planes de vida”86.
El concepto “sujeto moral” es un término abstracto que identifica a los seres humanos
como elementos esenciales del discurso moral. Seres racionales, poseedores de “libertad
de elección”, y por tanto con capacidad para elaborar determinados planes de vida y
llevarlos a la práctica -libertad moral-, (…) “únicamente limitados por el respeto a la
integridad física y moral del resto de los sujetos -por el respeto a la libertad de elección
de otros-”87.
85
Ibid., p. 24.
86
Ibid., p.89.
Para su compresión el maestro G. Peces-Barba ha estructurado el concepto dinamismo de la libertad
para caracterizar la vida moral de los sujetos. PECES – BARBA, G., Lecciones de Derechos Fundamentales,
Op. Cit., 135 y ss.
87
ASIS ROIG, R. “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 9.
36
su vida hacia la consecución de la libertad moral que se concreta a través de la
consecución de determinados planes de vida88.
En cualquier caso, como afirma el profesor De Asís, la idea moral del modelo es un
aspecto formal “que no se refiere a elecciones concretas y que posee un valor que se
proyecta en todos los seres humanos de forma igual, por lo que incluso hace abstracción
de ese marco social y cultural”89.
Pese a que el marco moral del modelo se basa en conceptos formales que nada
dicen sobre elecciones posibles ni por tanto mucho menos de derechos, posee ciertos
contenidos sustanciales. Una consideración del individuo de carácter mínimo, centrada en
la idea de dignidad humana que puede entenderse a través de su relación con la libertad
de elección90.
88
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op.
Cit., p. 32.
Se refiere a elecciones concretas.
89
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit. p. 10.
90
Ibíd. P. 10.
37
La libertad de elección tiene una serie de requisitos previos o exigencias propias
de todo discurso de los derechos, que se traducen en el respeto por la integridad física y
la integridad moral de los individuos.
La idea de sujeto moral que gobierna la concepción del marco moral en el modelo
dualista, parte de una idea de igualdad de todos los seres humanos, “lo que implica
proyectar las exigencias que de ellas se deducen en todo sujeto moral”92.
91
Ibíd., p. 11.
92
Ibíd., P. 11
Compuesto por cinco ideas: 1. Libertad de elección, 2. Autonomía individual e independencia, 3.
Satisfacción de necesidades básicas y, 5. consecución de planes de vida.
38
logro de una vida humana digna, pues establece límites de lo moral. En consecuencia,
“toda referencia a los derechos debe respetar esos mínimos para poder ser considerada
compatible con su discurso”93.
A partir de esta idea de moral, que “implica la asignación de un igual valor a los
seres humanos en cuanto sujetos con capacidad de elección y supone establecer como
exigencia de todo discurso el respeto a la integridad física, a la autonomía individual -
integridad moral- y a la satisfacción de necesidades básicas...”95, los derechos se
presentan como instrumentos morales y jurídicos que pueden ser distribuidos de manera
diferenciada.
Los derechos sirven para establecer cómo deben ser las estructuras de moralidad
y juridicidad, denominado por el profesor De Asís el “marco público de moralidad”, o
idea de moralidad circunscrita al ámbito público que se conecta con el Derecho, en donde
Esta es una concepción mínima negativa, pues se considera contrario a la dignidad aquello que
provoca que el ser humano no pueda satisfacer sus necesidades básicas o aquello que impida su
capacidad de elección.
93
ASIS ROIG, R. “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit. p. 11.
94
ASIS ROIG, R. “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit. p. 12; e Id., Sobre el
concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op. Cit., 47 y 48.
95
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op.
Cit., pp. 89 y 90.
39
tienen cabida los derechos y la libertad ético social, para que se garantice y respete el
marco moral o “idea de lo moral”96.
El carácter procedimental del modelo permea también los tres sentidos clásicos de
libertad: libertad como no interferencia, libertad como participación y libertad
promocional.
96
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., pp. 12 - 13.
97
Ibíd., p. 13.
98
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: una aproximación dualista, Op.
Cit., p. 50.
99
Ibíd., p. 56.
40
Estos tres tipos de libertad, al proyectarse hacia la estructura del proceso de toma
de decisiones y hacia la propia corrección de éstas, permiten de una parte, entenderlas
como instrumentos para el logro de diferentes planes de vida, y de otra, identificar el
contenido procedimental básico del marco público moral en el que se desenvuelven unos
derechos que han ido surgiendo fruto de consensos y disensos a lo largo de la historia100.
100
Ibíd., p.56.
101
ASIS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 13.
102
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: una aproximación dualista, Op.
Cit., p. 50.
41
El marco jurídico es uno de los rasgos que identifica al modelo dualista y a la vez,
un metaconcepto del mismo. Surge de la necesidad de incorporar al Derecho las
pretensiones morales básicas, lo que a su vez implica manejar un concepto de lo jurídico
que presta atención al Poder político103.
Además de las exigencias de orden moral y jurídico propias del modelo dualista,
éste subraya el papel del Poder político en atención, de una parte, a la inseparable
relación entre el Derecho y el Poder político, y de otra, a la consideración de la relevancia
social de los derechos como instrumentos de carácter público104.
103
Ibíd., p. 38.
104
Ibíd., p. 50.
105
Ibíd., P. 50.
42
Estado que defienda el pluralismo, la participación y los contenidos de moralidad en
forma los derechos individuales y sociales.
Esta concepción, necesaria para el modelo dualista, está representada por lo que
el profesor De Asís denomina “Estado de Derecho exigente”, caracterizado por la
conexión entre derechos, Estado social y democracia, así como por la defensa de
determinados “…contenidos de moralidad en forma de derechos individuales y sociales,
protección del pluralismo y participación, entendidos en términos procedimentales y
desde ellos se evalúan las decisiones del Poder proyectadas en el Derecho”106.
106
Ibíd., p. 64.
107
Ibíd., p.64 y ss.; e Id., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 14.
108
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 14.
“Suele ser habitual diferenciar dos tipos genéricos de igualdad, el formal y el material. El primero de
ellos implica la ausencia de discriminación es decir, supone tratar igual a todos los sujetos y por
consiguiente, (…) distribuir los contenidos de libertad por igual entre los ciudadanos. El segundo
permite tratar de forma diferente apoyándose en algún tipo de justificación, que no vulnere el
sentido de la libertad que preside los derechos. Supone por lo tanto repartir los contenidos de
libertad de manera desigual.” En: ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos:
Una aproximación dualista, Op. Cit., p. 71.
43
Poder y Derecho- y en concreto, de las políticas normativas en relación con los derechos
que de allí se generen.
Si bien es cierto que es difícil (desde el punto de vista teórico) jerarquizar los
contenidos de libertad, el principio de igualdad en el Derecho se presenta como criterio
básico de distribución de los contenidos de libertad, proyectándose básicamente en sus
titulares109.
Para el modelo, siempre será razonable: a) aquella medida que, aun diferenciado
pretenda satisfacer una necesidad básica y mantener la capacidad de elección, o b) que
pretenda situar en igual situación de poder a unos determinados individuos que no lo
están. Y a partir de aquí, también será razonable: c) aquella medida que, atendiendo a
circunstancias que provocan desigualdad, al contexto y a los criterios posibles de
distribución, sean aceptadas por los sujetos implicados110.
Pues las políticas normativas que se mantengan en relación con los derechos dependerán la de
cada tipo de Poder y Derecho en concreto.
109
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p.15.
110
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op.
Cit., p.74.
111
Ibíd., p.76.
44
Si uno de los fines más importantes del Estado democrático es la protección y
promoción de la libertad, en el Estado “social” y democrático éste tendrá que ir
acompañado de la libertad promocional como criterio particular de distribución de los
contenidos de libertad y como medio para el establecimiento de políticas de
diferenciación negativa y positiva en materia de derechos. Diferenciación que debe
traducirse en el establecimiento de sistemas eficaces que garanticen la realización de esas
medidas, por lo que el Estado en el modelo no es neutral. Le corresponde, por un lado,
favorecer y proteger un ámbito de autonomía individual y la participación igual en su
configuración -autonomía publica-, y por otro, proteger una moral pública compatible con
el marco moral antes aludido112.
Desde esta perspectiva jurídica y política del modelo, los derechos son figuras
especialmente protegidas que desempeñan una función objetiva y subjetiva. Desde su
función subjetiva, los derechos son instrumentos que protegen una determinada
concepción de los individuos, mediante su consideración como derechos subjetivos,
constituyéndose en límites a la actuación tanto de los poderes públicos como del resto de
los individuos114. Desde esta función se justifican para hacer posible la autonomía y la
independencia moral, la que hemos llamado también libertad moral115.
Donde se sitúan los derechos económicos, sociales y culturales.
112
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op.
Cit., p. 92.
113
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 17.
Protección que no se reduce al ámbito de un Estado sino que posee proyección universal a través del
Derecho internacional.
114
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p.18.
115
PECES-BARBA, G., Curso de Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III de Madrid. Boletín oficial
del Estado, Madrid, 1999, p. 422.
45
Desde su función objetiva, los derechos son normas básicas materiales; criterios
de validez normativa que presiden tanto el proceso de elaboración de las normas, como
la actividad interpretativa, constituyéndose en límite y guía de la producción normativa y
de la interpretación jurídica. Desde esta función, los derechos se vinculan al contenido
posible y a los límites del resto de las normas del ordenamiento jurídico, y se sitúa en el
ámbito de la interpretación, producción y aplicación de éstas”116.
116
Ibíd., p. 416.
117
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: una aproximación dualista, Op.
Cit., 22.
46
CAPÍTULO 2
LOS DERECHOS COMO NOCIÓN HISTÓRICA
118
Ibíd., p. 29.
119
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”, Op. Cit., p. 12.
120
RODRÍGUEZ -TOUBES, J., Op. Cit., p. 24.
121
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Espasa, Madrid, 2007, pp. 61 y
ss.
47
entender la política, la moral y el Derecho con un origen temporal determinado, a
partir del cual se ha producido posteriormente una evolución que nos conduce hasta el
día de hoy”122.
Desde esta idea de los derechos como una realidad histórica, son claves para
entender los derechos: su origen propiamente dicho, y los procesos que han seguido.
Para el profesor Peces-Barba, los derechos humanos son un concepto histórico del
mundo moderno que surge en el tránsito a la modernidad123. Periodo profundamente
revolucionario y trasformador denominado comúnmente como Renacimiento, pero que
debido a la ambigüedad de este término, resulta menos comprometedor hablar de
tránsito a la modernidad; y es en este contexto de rupturas y continuidades de la Edad
Media en la que aparece la Filosofía de los derechos fundamentales, como novedad
histórica del mundo moderno124.
122
VELARDE, C., Op. Cit., p. 33.
123
PECES-BARBA, G. y otros, Derecho Positivo de los Derechos Humanos, Debate, Madrid, 1987, p. 11.
124
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, E., (Dir.), Historia de los Derechos Fundamentales Tomo I:
Tránsito a la Modernidad Siglos XVI y XVII, Dykinson, Madrid, 2003, p.15.
125
Ibíd. 15
48
En los siglos XVI y XVII se configura la teoría de los derechos naturales , la
cual influye en el racionalismo humanista de H. Grocio, dando con ello un impulso a
la evolución de los derechos naturales, sobre todo a su laicización o desacralización, en
tanto se hace relativa la necesidad de Dios en los asuntos humanos. Es decir, se acepta la
posibilidad que los hechos humanos ocurran con o sin la necesaria presencia de Dios.
Cuando nos referimos a asuntos humanos, hacemos referencia a hechos de resorte
claramente social y político como el establecimiento de normas para la convivencia
humana.
En esta labor jugaron un importante papel los teólogos y juristas españoles mediante la defensa de
los derechos de los indígenas en el nuevo mundo y la difusión de los derechos naturales con base al
Derecho natural. PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Tecnos, Madrid, 2005, pp. 30 y 31.
Sobre este particular se puede consultar la obra de GROCIO, H., De jure belli ac pacis, Ed. Príncip.
Paris 1625, trad. Esp. de Torrubiano, Madrid, 1925.
126
LOCKE, J., La ley de la naturaleza, Tecnos, Madrid, 2007, pp. 23 – 103.
127
LOCKE, J., Segundo tratado sobre el Gobiern Civil, Tecnos, Madrid, 2006, p. 1243.
128
LOCKE, J., “Ensayo sobre la tolerancia”, en: Escritos sobre tolerancia, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 1999, p. 81.
49
hombres, porque la naturaleza humana también es común a todos los hombres, pues la
sola palabra hombre lleva implícita una idea de dignidad.
Le Droit de la Nature et de gens ou Systeme général des principesles plus importants de la Morale,
de la jusrisprudence, et de la Politique, par Le Baron de PUFENDORF, traduit du latín por Jean
Barbeyrac, como premier,Chez la veuve de Pierre de Coup, Amsterdam 1734, Libro I, cap. III, I, p. 41
(cito por esta edición). Paud., PECES BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, E., (Dir.) Historia de los
Derechos Fundamentales Tomo I: Tránsito a la Modernidad Siglos XVI y XVII, Dykinson, Madrid, 2003,
p. 591.
129
PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 29.
Notable aporte en este sentido se encuentra también en el pensamiento de Kant. Vid. Al respecto:
KANT, IMMANUEL, Crítica de la razón práctica, Alianza, Madrid ,2002. pp. 50 y ss.
130
ROUSSEAU, J.J., Del contrato social, Alianza Editorial, Madrid, 2008, p. 76.
131
PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p.33.
132
PECES-BARBA, G., Tránsito a la Modernidad y Derechos Fundamentales, Mezquita, Madrid, 1982, p.
1.
50
Desde el punto de vista económico, el tránsito a la modernidad se caracterizó por
la aparición progresiva de un sistema que en su maduración será el capitalismo. Cabe
recordar que en la edad media existía un sistema económico localista y estable. La
burguesía propugnará por un nuevo sistema económico, el capitalismo, basado en el
desarrollo de la producción, la organización del comercio, la superación del localismo
feudal y la difusión de una ideología mercantilista133.
133
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos: una aproximación dualista, Op.
Cit., pp. 27 - 31.
51
un elemento clave, ya que a través de ellos se construirán tanto derechos que respondían
a los intereses de la burguesía como el derecho a la propiedad y a la dirección del Estado,
como otros derechos que respondian a la necesidad de superar el absoluto del Estado
moderno, como la libertad de expresión y las garantías procesales134.
134
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, E., (Dir.), Historia de los Derechos Fundamentales Tomo I. Op.
Cit., pp. 34 - 35.
135
El Estado, en sentido moderno, es indispensable no solo para el concepto y comprensión de lo que
son los derechos fundamentales, sino también para el Derecho en general, e incluso para cualquier
estudio del ser humano desde el punto de vista normativo. ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el
fundamento de los derechos, Op. Cit., pp. 59 y ss.
136
Ibíd., p. 61.
137
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p. 166.
138
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos, Op. Cit., p. 59.
52
Estado. Sin embargo, su creciente poder como Estado absoluto, exige como correlato la
garantía al individuo abstracto de unos derechos como garantía de su espacio personal139.
A partir del siglo XIII se inicia un importante cambio en la mentalidad de los seres
humanos. El ser humano se hace más práctico, si bien todavía se subraya la importancia
de la virtud dentro de la actividad humana. El pensamiento se seculariza, y al mismo
tiempo la unidad religiosa que había caracterizado los tiempos pasados, se rompe, lo que
produce la aparición de varias “verdades”. Se sitúa al hombre en el centro de toda
actividad. Se insiste en que “tienen, de hecho, capacidad para alcanzar la excelencia
suprema” y se produce el paso del ser humano considerado como miembro de una
comunidad o de una corporación, al ser humano considerado como individuo singular y
aislado142.
139
PECES-BARBA, G. y otros, Derecho Positivo de los Derechos Humanos, Op. Cit., p. 12.
140
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, EUSEBIO, Dir., Historia de los Derechos Fundamentales Tomo
I: Op. Cit., pp. 34 - 35.
Por esa ambigüedad del término Renacimiento hemos preferido hablar del término, mucho menos
comprometedor, de “tránsito a la modernidad”, en: PECES-BARBA, G., Tránsito a la modernidad y
Derechos fundamentales, Op. Cit., p. 2.
141
Ibíd., pp. 2 y ss.
142
ASIS ROIG, R., Sobre el concepto y el fundamento de los derechos, Op. Cit., p. 59 - 62.
53
La Reforma refuerza el individualismo, exige un ámbito de autonomía e impulsa el
principio de tolerancia y el reconocimiento de libertades civiles. El Humanismo, desde la
valorización de la dignidad y el valor propio del hombre, impulsó una ética de la libertad,
reorientando el pensamiento medieval –según el cual el mundo y el orden social
emanaban de la voluntad divina-, a uno en el que el mundo y el orden social estaban
determinados por la potencialidad y voluntad de los seres humanos.
143
PECES-BARBA, G., “Transito a la modernidad y derechos fundamentales”, Op. Cit., pp. 4 y ss.
144
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p. 166.
145
BOAZ, D., Liberalismo: una aproximación, Gota, Madrid, 2007, p. 44.
54
La teoría liberal acepta la existencia de diferencias irreconciliables entre las
percepciones de los seres sobre lo bueno y lo malo. Algunos afirman que la naturaleza
humana es una, pero lo que para una persona significa buena vida, puede significar algo
muy diferente para otra sin que la diversidad de las percepciones profane la naturaleza
común a todos los hombres146. Respecto al valor de la autodeterminación como uno de
los rasgos centrales del liberalismo, Will Kymlicka afirma que:
146
Ibíd., p. 45.
147
KYMLICKA, W., Filosofía política contemporánea: una introducción, Ariel, Barcelona, 1995, pp. 222 y
257.
148
Ibíd., p. 257.
55
consecuencia, el valor de la autodeterminación debería llevarnos a apoyar un “Estado
neutral” necesario para respetar la autodeterminación de las personas.
149
VÁZQUEZ, R., Liberalismo, Estado de derecho y minorías, Paidós, México, 2001, p. 43.
150
PECES-BARBA, G. y otros, Derecho Positivo de los Derechos Humanos, Op. Cit., p. 12.
56
la revelación y la autoridad de la Iglesia jugaban un papel central. Es por ello que a partir
del pluralismo religioso y la necesidad de una fórmula jurídica que evitara las guerras por
motivos religiosos, dan los primeros derechos fundamentales en torno a la tolerancia
religiosa.
151
PECES-BARBA, G. y otros, Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 83.
152
Ibíd., pp. 84 a 86.
57
La ciencia naturalista, como expresión del espíritu científico del Renacimiento -que
presupone el dominio del ser humano sobre la naturaleza-, desafía la imagen del mundo
presente en la Edad Media; reafirma la confianza en la razón y alimenta la idea de
progreso y, con ella, la conciencia de la historicidad del conocimiento153.
153
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p.166.
154
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, E., (Dir.), Historia de los Derechos Fundamentales Tomo I: Op.
Cit., pp. 181-185.
155
Ibíd. P. 181 -185
156
PECES-BARBA, G., y otros, Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 86.
58
coactividad como rasgos esenciales de lo jurídico, y en el que son esenciales las
distinciones entre Derecho y moral, así como entre derecho público y privado157.
Sobre lo primero -crisis del Estado absoluto, conviene recordar con el profesor
Peces-Barba160 que en un primer momento monarquía y burguesía fueron aliados para
acabar con el universo medieval, pero en un segundo momento fueron adversarios, pues
esta última -la burguesía, desconfiaba y rechazaba un Poder absoluto, arbitrario y por
157
Ibíd., pp. 88-90.
158
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ GARCÍA, EUSEBIO, Dir., Historia de los Derechos Fundamentales Tomo
I: Op. Cit., p. 225.
“Pero pronto, muchos de los caracteres que condujeron al Estado absoluto se volverían contra él. El
individualismo, el racionalismo, la secularización, etc.… no podrán coexistir durante mucho tiempo
con un Estado de este tipo. Por otro lado, la monarquía absoluta “difícilmente podía desear, y de
hecho jamás la realizaría, la total transformación social exigida por el progreso de la economía y los
grupos sociales ascendentes”. Así el hombre adquiere consciencia del posible dominio sobre el
mundo de su voluntad en el sentido práctico y técnico, si bien siempre bajo el prisma de la razón. El
hombre reivindica así su libertad política: “la libertad que el individuo propugna respecto de Dios y
del hombre mismo, se trasladará finalmente a ser reclamado respecto del Estado, del Poder”. La
libertad y la tolerancia comienzan ya a ser postuladas, como aquellos caracteres sin los cuales es
imposible el desarrollo tanto del aspecto individual como en el social.” ASIS ROIG, R., Sobre el
concepto y el fundamento de los derechos: Una aproximación dualista, Op. Cit., p. 61-62.
159
ASÍS ROIG, R., “Concepto y fundamento de los derechos humanos”. Op. Cit., p. 9.
160
PECES-BARBA, G., y otros, Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p.90.
59
encima de la ley como el que encarnaba el monarca en los regímenes absolutistas. Poder
que en su momento le brindó a la burguesía la seguridad que necesitó, pero que ahora
limitaba su capacidad y su autonomía161, por lo que abogaría por una filosofía que limite,
regularice y racionalice ese tipo de Poder.
En este escenario del naciente Estado liberal, con un incipiente desarrollo del
constitucionalismo y marcado fuertemente por las reflexiones sobre los límites al Poder
absoluto, de tolerancia religiosa y humanización del derecho penal y procesal, surge la
filosofía de los derechos humanos y su reconocimiento como Derecho positivo.
Se trata, como se ha detallado, de un largo periodo que inicia en el siglo XIII y XIV,
en el que las estructuras del mundo medieval fueron progresivamente sustituidas,
permitiendo que allí apareciera la filosofía de los derechos fundamentales como
aproximación moderna a la dignidad humana163.
161
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p. 166.
162
Ibíd. P. 166
163
PECES-BARBA, G. y otros, Derecho Positivo de los Derechos Humanos, Op. Cit., p. 12.
164
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., pp. 166-167.
60
El proceso de positivación expresa el paso de los derechos como “puros ideales”, al
Derecho positivo. Esto sí, respetando los pasos y etapas ética, política y jurídica, sin
suprimir ni dominar ninguna de ellas165.
165
PECES-BARBA, G., y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., p. 157.
166
PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 33.
El profesor Peces-Barba señala además al movimiento de los monarcómacos y resalta su labor en
cuanto a la difusión del espíritu tolerante y en la limitación al poder. En: PECES-BARBA, G., Educación
para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p. 167.
61
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789; a partir de entonces las
Declaraciones de derechos se incorporan a la historia del constitucionalismo167.
Desde una perspectiva histórica, el modelo inglés podría explicarse por un origen
vinculado a la reforma protestante y en general, por las graves guerras con fondo en el
problema de la libertad religiosa que ocurrieron a partir de 1500. Como salida a esta
problemática, se crean reglas de juego con las cuales gradualmente se le pone freno a la
autoridad del Rey. Surge así una forma de representación: el Parlamento, desde el que se
van garantizando las libertades, y por vía de la libertad de cultos y de la libertad religiosa,
se conquistan otras libertades como la libertad de conciencia.
A propósito de las diferencias del modelo inglés respecto del americano y francés,
Javier Santamaría Ibeas sostiene que son tres las diferencias en el tema de los derechos
en el Reino Unido, respecto de otros modelos: el reconocimiento efectivo de derechos en
el sistema constitucional, la utilización del Derecho natural como fundamentación de los
derechos subjetivos y también la especial dinámica que en el Common Law tiene la
diferenciación que se hace en los ordenamientos de tradición romano-germánica entre
derecho público y derecho privado”173.
172
PECES-BARBA, G. y otros, Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 96.
173
SANTAMARÍA IBEAS, J., “Los textos ingleses”, en Historia de los Derechos Fundamentales Tomo II:
Siglo XVII Volumen III – El Derecho positivo de los derechos humanos. Derechos humanos y
comunidad internacional: los orígenes del sistema, Dykinson, Madrid, 2001, pp.9-10.
174
PECES-BARBA, G. y otros, Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p.97.
175
Ibíd., p.97.
63
La idea de los derechos surge y se desarrolla en principio en Inglaterra, pero la
concretan los norteamericanos contra los propios ingleses. Ellos consignan la libertad y la
igualdad como derecho por primera vez en la Carta de Virginia y posteriormente en la
Constitución Americana. El centro de dicha Constitución es el principio básico e
inalienable de que todos los hombres hemos nacido iguales ante la ley.
Sobre los rasgos del modelo, aquellos que permiten diferenciarlo o individualizarlo
respecto de los modelos inglés y francés, los profesores De Asís, Ansuátegui y Dorado,
entre otros, resaltan “la utilización del pacto como instrumento de legitimación del Poder
político (…), la importancia que en él ha tenido la religión (…), la exaltación de los
derechos naturales (…), o el intento de conjugar la importancia de los individuos como
seres autónomos dotados de dignidad con el papel que éstos deben desempeñar como
parte de una comunidad”176. Junto a ellos destacan también el paso de una justificación
histórica de los derechos a una racional.
176
ASÍS ROIG, R.; ANSUATEGUI ROIG, F.J.; DORADO PORRAS, J., “Los textos ingleses”, en Historia de los
Derechos Fundamentales Tomo II: Siglo XVII Volumen III – El Derecho positivo de los derechos
humanos. Derechos humanos y comunidad internacional: los orígenes del sistema, Dykinson, Madrid,
2001, p. 40.
177
PECES-BARBA, G., Lecciones de Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 101.
64
tan importantes que son el fundamento de los Estados modernos, de las sociedades y de
los Estados de derecho.
178
ASÍS ROIG, R.; ANSUATEGUI ROIG, F.J., DORADO PORRAS, J., “Los textos ingleses”, Op. Cit., p. 137.
179
Ibíd., p.125.
180
PECES-BARBA, G., y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., p. 160.
181
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., p. 168.
182
PECES-BARBA, G., y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., pp. 168-171.
65
El proceso de expansión se refiere a la aparición de nuevas exigencias éticas, en
tanto que el proceso de generalización propiamente dicho, de gran importancia para las
reflexiones sobre la universalidad de los derechos humanos, hace referencia a la
extensión de los derechos a todos los individuos.
Frente a este proceso se advierte el riesgo que los partidos políticos puedan
desvirtuar el deber ser de los parlamentos en una democracia por el alejamiento de sus
autores, la creciente monopolización de la libertad de expresión por parte de los medios
de comunicación, la defensa de la intimidad frente a las nuevas tecnologías y la
“santificación del capitalismo y las leyes del mercado”. Estas hacen parte de las “nuevas
amenazas que pesan sobre los derechos fundamentales, que pueden conducir a nuevas
dimensiones del proceso de generalización”183.
183
Ibíd., p. 171.
184
PÉREZ LUÑO, A.E, Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 41.
185
PECES-BARBA, G., y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., p. 171.
66
Parte del presupuesto de la insuficiencia de las garantías que los propios Estados
conceden a los derechos fundamentales, constituyéndose en un ejemplo del
desdibujamiento de la concepción clásica de la soberanía de los Estados, en tanto que
cualquier atentado en contra de los derechos y libertades de las personas no es una
cuestión domestica de los Estados, sino un problema de relevancia internacional186.
186
PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 42 – 43.
187
PECES-BARBA, G., y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., p. 173.
188
Ibíd. P. 173.
189
PÉREZ LUÑO, A.E., Los Derechos Fundamentales, Op. Cit., p. 41.
190
PECES-BARBA, G. y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., pp. 173-174.
67
Después de la Segunda Guerra Mundial se produce un alto grado de desarrollo
normativo en el Derecho internacional, tanto a nivel de textos sectoriales como de
Declaraciones y otros instrumentos de alcance mundial o regional, en el que los Estados
se obligan en materia de promoción y respeto de derechos humanos. Entre estos textos
se destacan: la Declaración universal de la ONU -1948-, la Declaración americana de los
derechos y deberes del hombre -1948-, el Pacto de la ONU sobre derechos civiles y
políticos -1966-, el pacto de derechos económicos, sociales y culturales -1966-, el
Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos -1950- o la Convención
Americana sobre derechos humanos -1970-, entre otros.
En relación con los titulares de los derechos, se trata de circunstancias que tienen
que ver con el “(…) reconocimiento de derechos derivados de rasgos que identifican
a un sujeto respecto al género -hombre-mujer-, edad -infancia-ancianidad-, o a ciertos
estados de la existencia humana -enfermos-discapacitados-192, a la condición social o
cultural o a la situación que ocupan las personas en unas determinadas relaciones
sociales -por ejemplo, los consumidores-.
191
Ibíd. P. 174
192
PECES-BARBA, G., Educación para la ciudadanía y Derechos Humanos, Op. Cit., pp. 170—171.
193
PECES-BARBA, G. y otros, Curso de Derechos Fundamentales – Teoría General, Op. Cit., pp. 182-183.
68
el mismo autor el medio ambiente, el derecho al desarrollo y el derecho a la paz, como
tres dimensiones básicas de estos derechos.
El proceso de especificación que ataca los mitos que excluyen a los individuos de la
sociedad, se desarrolla por dos vías: la de hacer más eficaces los derechos que existen y,
por la de buscar nuevos derechos para estos individuos. Todo ello dentro del horizonte o
fin último de los derechos, es decir, como medio para asegurar que los individuos, todos
los individuos, puedan alcanzar su libertad moral, base fundamental de una concepción
dualista -integral- de los derechos, valorada como la mejor forma de concebirlos.
El profesor Ignacio Campoy se refirió a ellos en una conferencia pronunciada en la Universidad
Autónoma de Occidente en Cali – Colombia, como aquellas ideas que consideran que determinadas
personas no pueden pertenecer de la misma manera a la sociedad que los demás. Entre estos mitos se
pueden destacar: el mito sobre la naturaleza de la mujer con sus efectos excluyentes en diferentes
ámbitos de la vida social; mitos sobre las personas con discapacidad, como que son personas que les
falta algo para ser normales y por lo tanto son excluida de la sociedad; se agrega a la lista el mito en
relación con los niños, como seres indefensos e incapaces y por lo tanto excluidos de la participación de
la vida política y social.
69
CAPITULO 3
CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS
Pese a ser un tanto extenso este apartado, sólo pretende hacer un inventario, una
descripción de los principales rasgos de las características asociadas a los derechos
humanos y en algunos casos, en los que hay lugar, presentar aspectos de las polémicas y
discusiones internas que suscitan, así como las críticas externas que se le formulan.
70
los derechos humanos. Es decir, que la universalidad no es el único rasgo o característica
atribuible a los derechos humanos. Esto sin entrar por el momento en consideraciones de
orden cualitativo, respecto de a importancia relativa de la universalidad en relación con
otras notas como el carácter interdependiente, absoluto e inalienable de los mismos.
Derivado del carácter absoluto de los derechos, es ampliamente aceptado que los
derechos humanos constituyen hoy uno de los principales criterios de legitimidad de los
Estados, pues señalan los objetivos básicos que los gobiernos deben perseguir y “su
incumplimiento es hoy por hoy una manifestación palpable de tiranía y opresión, llegando
su ausencia a legitimar incluso la rebelión de los ciudadanos, constituyéndose en límite
195
Ibíd., p. 32 y ss.
196
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004. p. 344 y ss., MEYERS, D., Los derechos inalienables,
Alianza Universidad, Madrid, 1988, p. 12 y ss.
197
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Op. Cit., p.356.
72
infranqueable para las mayorías políticas, en tanto las normas “democráticas” que priven
de sus derechos humanos a determinados individuos, serán ilegitimas198.
La idea de derechos absolutos como derechos que nunca pueden ser reducidos
justificadamente, contrasta con circunstancias fácticas199 y teóricas en las que los
derechos pueden perderse o restringirse justificadamente, por lo que resulta más
conveniente afirmar el hecho que no pueden ser limitados injustificadamente, dado que
hay teorías y circunstancias prácticas en la que se hace evidente que son o deben ser
limitados, como por ejemplo cuando entran en contradicción con otros derechos y
bienes.
Otro caso o momento en el que se pueden perder o restringir los derechos ocurre
como consecuencia de la realización de determinados comportamientos, algún tipo de
delito por ejemplo, que en un sistema jurídico determinado tenga como sanción la
pérdida de algunos derechos. Pese a que siempre se exige una debida correspondencia y
proporcionalidad, la pérdida o restricción de derechos es inevitable desde el punto de
vista legal. Un ejemplo es la pérdida de la libertad como sanción penal, generalmente
198
Ibíd. P. 356
199
Ibíd., p. 359.
73
transitoria, salvo casos como la cadena perpetua. Con base en este raciocinio y en otro
tipo de consecuencia penal posible en algunos ordenamientos, afirma Meyers que (…) “el
estrechamiento del derecho a la vida para un agresor homicida se inclina a cero, mientras
que para una persona inocente el derecho a la vida se aproxima normalmente al
infinito”200.
De otra parte, la pérdida por renuencia o transferencia voluntaria se pueden analizar a la luz del
carácter de inalienables.
200
MEYERS, D., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 13.
201
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Op. Cit., p.358.
74
La primera de estas dos posiciones, que debilita el carácter absoluto de los derechos
humanos o que por lo menos no lo asume en sentido estricto (mucho más problemática
que el análisis consecuencialista de González Amuchastegui), consiste en admitir una
formulación vaga de los derechos humanos que incluyen circunstancias que justificarían
su infracción. La segunda posición, en principio más plausible, es concebir los derechos
humanos como derechos prima facie que imponen sobre los demás el deber de tomarlos
en serio en la deliberación moral, política y jurídica202.
Entre los teóricos que comparten esta postura de los derechos como derechos
prima facie, se encuentra el profesor Francisco Laporta. Sostiene este catedrático de
Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, que el carácter absoluto de
los derechos humanos hay que entenderlo en el sentido que se trata de requerimientos
más fuertes -prima facie- que los demás enunciados morales203.
Agrega Laporta que, en tanto requerimiento moral fuerte, los derechos humanos,
en caso de entrar en conflicto con otros requerimientos morales, los desplazan y anulan,
quedando ellos como exigencia moral que hay que satisfacer. Es decir, en caso de
conflicto con demandas morales colectivas o demandas individuales que no constituyan
derechos, los derechos humanos logran imponerse a ambas, desplazándolas. Y los
derechos humanos sólo pueden ser desplazados por requerimientos morales
equivalentes en conflicto con ellos, es decir, por otros derechos humanos, y esto en
202
MEYERS, D., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 13 y ss.
203
LAPORTA F., “Sobre el concepto de derechos humanos”, Op. Cit., p. 41.
204
Ibíd., pp. 39 y ss.
75
definitiva es lo que para el profesor Laporta viene a significar la expresión absoluto o
prima facie aplicada a la noción de derechos humanos205.
Los derechos humanos absolutos -prima facie- cuentan con prevalencia frente a
aquellas decisiones políticas y normas jurídicas que, aún siendo formalmente legítimas,
no preserven valores recogidos en la Constitución.
205
Ibíd. P. 39
206
MEYERS, D., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 13.
207
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Op. Cit., p. 358.
76
Etimológicamente, la palabra “inalienable” se forma a partir del uso acusativo
-contra- de la preposición “in” y el adjetivo latino “alienus”, que significa ajeno. Es decir,
inalienable es aquello a lo que se le fija algún tipo de restricción a la posibilidad de
trasmitirlos o renunciar a ellos.
En una acepción jurídica amplia “enajenar” significa disponer. Es decir, ejercer los actos de
disposición jurídica propios de dominio: la renuncia, la compraventa, la donación; o actos de
disposición física total o parcial como la destrucción parcial o total de un bien.
En este mismo sentido emplean el término la constitución española y la colombiana.
208
MEYERS, D.T., Los derechos inalienables, Op. Cit., pp. 13 y ss.
77
automáticamente restringida, pues no se puede contratar sobre la vida, sobre el cuerpo,
sobre el medio ambiente.209
Por ser irrenunciables, al pertenecer en forma indisoluble a la esencia misma del ser
humano no pueden ni deben separarse de la persona y, en tal virtud, no pueden
trasmitirse y no se puede renunciar a los mismos, bajo ningún título. En consecuencia, no
es posible realizar pactos -acuerdos o contratos- que impliquen su pérdida. En este
sentido, para Antonio Luis Martínez Pujalte la inalienabilidad es:
De otra parte para Diana T. Meyer un derecho inalienable es aquel que “su titular no
puede perder independientemente de que lo haga o de cómo le traten los demás, incluso
si estos están justificados para no concederle lo que demanda en ejercicio de su
derecho”211. Para esta autora, la inalienabilidad proscribiría tanto conductas del titular
como de los demás en relación con el derecho inalienable. En tanto que para Pujalte la
209
En relación con la citada imposibilidad de contratar sobre bienes que constituyen derechos
inalienables, advierte Martínez Pujalte que esta debería influir notablemente en el tratamiento
jurídico positivo de cuestiones relacionadas con la bioética. MARTINEZ PUJALTE, A. L., “Los derechos
humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., p., 98.
210
MARTÍNEZ PUJALTE, A.L., “Los derechos humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., p. 88.
211
MEYERS, D., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 14.
78
inalienabilidad implica tan solo un límite a la conducta del propio titular del derecho, pues
la nota que impide que sujetos diferentes al titular incidan sobre un derecho es la
inviolabilidad o “carácter absoluto” de los derechos humanos.
212
McCONELL, T., “The Nature and Basis of Iinalienable Rithts”, en Law and Philososphy, No 3, 1984,
pp. 25 y 30. Apud., AÑON ROIG, M. J. y otros, Derechos Humanos Textos y Casos Prácticos. Tirant Lo
Blanch, Valencia, 1996, pp. 86 y 87.
296
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Op. Cit., p. 363.
214
MARTÍNEZ PUJALTE, A. L., “Los derechos humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., pp., 87-88.
Entre ellas, “la renuncia, por la cual el titular simplemente abandona su derecho; el abandono
condicional, por el cual el titular, entrega o vende su derecho a otro individuo; la trasmisión, por la
cual el titular dona, entrega o vende su derecho a otro individuo; la prescripción, por la cual el titular
cesa de estar cualificado como poseedor de un derecho; y la revocación, por el cual una persona
79
temporales y definitivos. En consecuencia, no pueden ser cedidos por ninguna de las
formas previstas por el Derecho: la renuncia, el abandono condicional, la trasmisión, la
prescripción y la revocación.
Contrario a lo que ocurre con los derechos alienables, en los derechos inalienables -
derechos humanos- la interpretación del silencio del titular no puede interpretarse como
la sumisión a la separación, como la renuncia implícita condicional o como transferencia.
“Además, la tolerancia voluntaria de ese trato puede no estar desprovista de significado
moral, y bajo determinadas circunstancias podría interpretarse como un perdón por el
daño causado. Aunque ningún titular tiene el poder de transformar el daño de un
derecho inalienable desaparecido en un suceso moralmente neutral, los titulares pueden
perdonar y declinar su reconocimiento como víctimas”216.
Los derechos que son inseparables de sus titulares no son susceptibles de ser
temporalmente separables de ellos. “Por lo cual, no es la permanencia de la separación o
la indeseabilidad de los derechos perdidos lo que impide su renuncia. Es la imposibilidad
de la separación misma”217.
distinta del titular ejerce el poder de privar al titular de su derecho”. En: AÑON ROIG, M. J. y otros,
Derechos Humanos Textos y Casos Prácticos, Op. Cit., p. 86.
Por ejemplo, se puede restringir el derecho a la libertad si un tribunal de justicia dictamina que una
persona es culpable de haber cometido un delito.
215
Por ejemplo, se puede restringir el derecho a la libertad si un tribunal de justicia dictamina que una
persona es culpable de haber cometido un delito.
216
MEYERS, DIANA T., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 18.
217
Ibíd., pp. 20 y 21.
80
importantes que no están a la libre disposición de sus titulares; éstos ni siquiera van a
poder renunciar a ellos.
Dada la inexorable dignidad de todos los seres humanos, éstos no pueden privarse
de su dignidad, pues como afirma Martínez Pujalte, en primer lugar, si el Derecho quiere
respetar el rasgo antropológico de sociabilidad humana, ha de impedirme atentar contra
mi dignidad, pues ello significaría tanto como atentar contra la sociabilidad y titularidad
compartida de todos los otros sobre mi dignidad219; en segundo lugar, atentar contra la
propia dignidad significa atentar contra los deberes jurídicos que le pueden ligar
eventualmente a otras personas, deberes cuyo cumplimiento se vería afectado o
imposibilitado si la persona pierde los atributos que configuran su dignidad; y en tercer
lugar, destruirse a sí mismo como sujeto de derecho equivale a destruir el Derecho mismo
en tanto se halla presente en uno –persona- y esto obviamente no puede ser permitido
por el Derecho220.
218
Ibíd., pp. 18 y 19.
219
MARTÍNEZ PUJALTE, A.L., “Los derechos humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., p., 94.
220
Ibíd., pp. 93-94.
221
MEYERS, D.T., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 26.
81
tampoco de los derechos humanos que se fundamentan en la dignidad humana, y por ello
los derechos humanos inalienables”222.
En relación con la pregunta ¿cuáles son los derechos inalienables? desde una
postura se afirma que estos se concretan más que en la noción general de “derechos
humanos”, específicamente en tres derechos: el derecho a la vida, el derecho a las
libertades personales y el derecho a la salud y a la integridad física. Desde otra, se
revindican todos los derechos, lógicamente haciendo la salvedad desde aquí que hay
excepciones, no por vía de la pérdida del carácter inalienable de los derechos, sino por
otros factores tales como los relacionados con la escasez de recursos o la especificación
de derechos.
222
MARTÍNEZ PUJALTE, A.L., “Los derechos humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., p., 94.
223
GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J., Autonomía, dignidad y ciudadanía. Una teoría de los derechos
humanos, Op. Cit., pp. 364 y 365.
224
Ibíd., p. 363.
82
sean necesarias para garantizar la autonomía de los individuos, como el derecho a la
libertad ideológica y religiosa, la libertad de expresión, la libertad de residencia y
circulación, el derecho de reunión, el derecho de asociación y el derecho a la
participación política, entre otros.
225
MARTÍNEZ PUJALTE, A.L., “Los derechos humanos como derechos inalienables”, Op. Cit., p., 96.
226
Ibíd., p. 90.
83
desde esta perspectiva afirmar que los derechos son necesarios porque corresponden a
toda persona y son inseparables a éstas.
Lo anterior, pese a ser una salida que podría discutirse, no invalida la idea de
inalienabilidad. Es decir, continúa siendo admisible el rasgo de inalienabilidad de los
derechos humanos, si lo referimos al fundamento de los mismos: a la inexorable dignidad
de la persona humana. Lo que no puede hacer, pues, el sujeto activo de los derechos
humanos, es renunciar a la titularidad del derecho que se trata, pero sí a su ejercicio. El
límite de esa renuncia viene dado por la no lesión de otros bienes y derechos
fundamentales.
A partir de esta idea se abren dos reflexiones muy importantes en relación con la
inalienabilidad. De una parte la eventual renuncia de un derecho por su propio titular, lo
227
MEYERS, D., Los derechos inalienables, Op. Cit., p. 30.
228
BALLESTEROS, JESÚS, Postmodernidad: decadencia o resistencia. Tecnos, Madrid, 1989, pp. 146 y ss.
84
que Ballesteros plantea en términos de defensa de los derechos “incluso frente a la
propia voluntad individual del sujeto de los mismos” y, de otra parte, la atinente a los
derechos en las relaciones entre los particulares, en tanto afirma como uno de los
aspectos importantes de este tópico, que no solo hay que defender los derechos frente al
Estado, sino también frente al mercado, es decir, frente a los particulares.
Sobre lo segundo -la defensa de los derechos frente a los particulares- en relación
con la inalienabilidad, abre en primera instancia la discusión y distinción respecto a la
posibilidad o imposibilidad de renuncia de un derecho por parte de su propio titular
frente a otro particular y no necesaria o exclusivamente frente al Estado.
“En las sociedades modernas, por ejemplo, son tantos los derechos inalienables que su enumeración
sería muy extensa. Por ejemplo, nadie puede venderse como esclavo, ni que otro le inflija a uno
amputaciones por diversión o le de un trato humillante o degradante. Está prohibido contratarse
como objeto de irrisión o de sevicias. También lo está consentir en amputaciones por dinero, e
incluso la donación de órganos entre vivos sólo es lícita en casos particulares. Ni es válido el
consentimiento para cualquier donación incluso dineraria. Hay montones de derechos a los que su
titular no puede legalmente renunciar” en: PEÑA, L. Y AUSÍN T., “El Principio de Autonomía y los
Límites del Consentimiento”,| en: Acero et alii, J.J., (Ed.), Actas del III Congreso de la Sociedad
Española de Filosofía Analítica, Granada, 2001, pp. 249-255.
Según la expresión adoptada por la doctrina alemana generalmente entendida como Teoría de la
eficacia horizontal de los derechos fundamentales.
85
eventual incompatibilidad entre el principio de autonomía de la voluntad -eje del derecho
privado- y la eficacia de los derechos en el ámbito privado229.
Sobre el particular, M. Vanegas230 resalta cómo hoy se admite que los derechos
fundamentales tienen alguna eficacia en la relaciones entre particulares, pero
simultáneamente se continua invocando el principio de autonomía de la voluntad. Asunto
sobre el cual se había expresado ya el profesor B. Ubillos231, para quien la no procedencia
del recurso de amparo contra las violaciones de derechos fundamentales provenientes de
particulares, no debe confundirse con que éstos no surtan efectos frente a terceros, pues
en efecto, sea de forma directa o indirecta, tienen efectos sobre los particulares; lo que
realmente preocupa a este autor en conexión con el tópico de la inalienabilidad, es de la
armonización de esa vigencia con el principio de la autonomía de la voluntad.
229
Ver al respecto las obras de BILBAO UBILLOS, J.M., La eficacia de los derechos fundamentales frente a
particulares. Análisis de la jurisprudencia del tribunal constitucional, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 1997, y VENEGAS GRAU, M., Derechos fundamentales y derecho privado:
los derechos fundamenta les en las relaciones entre particulares y el principio de autonomía privada,
Marcial Pons, Madrid, 2004.
230
VENEGAS GRAU, M., Derechos fundamentales y derecho privado: los derechos fundamenta les en las
relaciones entre particulares y el principio de autonomía privada, Op. Cit., pp. 20 – 200.
231
BILBAO UBILLOS, J. M., La eficacia de los derechos fundamentales frente a particulares. Análisis de la
jurisprudencia del tribunal constitucional, Op. Cit., pp. 25 - 800
86
La aplicación de esta doctrina como único criterio para el reconocimiento de
fundamentales a los extranjeros pone los derechos en una situación análoga al comercio
de los derechos -yo te doy si tú me das-, al contradecir no solo el principio de
inalienabilidad de los derechos, sino su misma universalidad, en tanto desde la negación
de la igualdad de todos los hombres frente a la ley, lleva lógicamente a un tratamiento
discriminatorio en relación al ejercicio de los derechos fundamentales entre nacionales y
extranjeros.
En tercer lugar está la universalidad de los derechos humanos, y en este sentido podemos
afirmar que pese a la dificultad intrínseca de hallar una definición adecuada para una
noción tan discutida como los derechos humanos, es evidente que desde su aparición
hasta el final de esta primera década del siglo XXI, la idea de los derechos humanos se ha
ido decantando en el lenguaje e imaginario colectivo hasta convertirse en una noción
generalmente entendida y cuyo concepto nuclear compartimos unos y otros. Es decir,
cuando hablamos de derechos humanos, cualquier persona con niveles culturales y
educativos muy básicos sabe “en general”, a qué nos estamos refiriendo. Dentro de este
campo general de aceptación se encuentra el reconocimiento de la universalidad,
entendida como el hecho que estos se adscriben a “todos” los seres humanos. Es decir,
porque están presentes en todos los seres humanos, sin excepción alguna de tiempo,
lugar o sujeto.
87
básico de los derechos humanos planteada en numeral primero de la Declaración de
Viena de 1993. En ella se establece literalmente que “el carácter universal de esos
derechos y libertades no admite dudas”.
Defender la universalidad de los derechos humanos supone admitir que los seres
humanos nos reconocemos con derechos iguales a pesar de las circunstancias
accidentales; supone admitir, por tanto, que es más importante ser humano que
pertenecer a una nación, etnia o cultura cualquiera.
88
Es quizá también su centralidad y fundamentalidad para la noción misma de derechos
humanos lo que hace de éste un concepto polémico, centro de un debate marcado por
contrastes y matices de gran complejidad y riqueza teórica y conceptual, que bien merece
un estudio independiente.
232
DíAZ, E., “Socialismo democrático y derechos humanos”, en Legalidad – Legitimidad en el socialismo
democrático, Cívitas, Madrid, 1978. Ideas similares en “Ética y Derecho en el pensamiento
contemporáneo”, en CAMPS, V., (Coord.), Historia de la Ética, Vol. 3, Critica, Barcelona, 1989.
233
RODRÍGUEZ-TOUBES, J., Op. Cit., p. 28.
234
PECES-BARBA, G. y otros, Curso de derechos fundamentales – Teoría general, Op. Cit., pp. 39 a 58.
89
Desde la “d
dimensión filosófico–moral”, se considera que los derechos humanos son
ante todo son una propuesta de interpretación permanente de los seres humanos como
personas morales, miembros de la familia humana, merecedoras por su dignidad del
respeto y la estimación de los demás y de sí mismos. Por ello se afirma que, “la
justificación de la pretensión moral en qué consisten los derechos se produce sobre
rasgos importantes derivados de la idea de dignidad humana, necesarios para el
desarrollo integral del ser humano”235.
235
PECES-BARBA, G., y otros, Lecciones de derechos fundamentales, Op. Cit., p.29.
236
VELARDE, C., Op. Cit., p. 42..
90
puede establecer un marco propicio en el que todos puedan buscar
individualmente la forma de vida buena que constituya su opción”237.
Desde la “d
dimensión política”, se resalta la relación paradójica de esta dimensión
fundamental de los seres humanos con los derechos humanos. En efecto, como señala el
profesor Rafael de Asís, “los derechos limitan al Poder pero a su vez necesitan de éste
para su reconocimiento, garantía y desarrollo, y para limitar a su vez la actuación de otros
poderes”238.
Desde esta dimensión, se conciben los derechos humanos como ideal político y
social239 con finalidades vinculadas a la convivencia pacífica y a la legitimidad y control del
Poder político.
Por su función fundamental como propuesta de convivencia pacífica entre los seres
humanos, consideran, de una parte, que la condición humana está centrada en dignidad,
entendida como aquello que hace a los hombres merecedores de respeto y la estimación
de los demás y de sí mismos; y de otra, como miembros de una familia humana y que con
una conciencia de la humanidad que nos compromete con necesidades y metas comunes.
237
Ibíd., p.44.
238
ASIS ROIG, R., Cuestiones de derechos, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 44.
239
CORREA, H.D., Nuestros derechoshHumanos como colombianos, Editorial Presencia, Bogotá, 1993, p.
11.
240
Ibíd. P. 11
91
“Sabemos, que aunque preferimos no recordarlo todo el tiempo, que
nuestra vida está permanentemente asechada por infortunios que
pueden aniquilar nuestros planes más firmes, nuestras aspiraciones de
mayor aliento, el objeto de nuestros afectos más profundos. No por ser
obvio deja de ser motivo de perplejidad el hecho de que este carácter
trágico de la condición humana esté dado, además de por la fragilidad de
nuestra constitución biológica y por la inestabilidad de nuestro entorno
ecológico, por obra de nosotros mismos”241.
241
NINO, C.S., Ética y derechos humanos – un ensayo de fundamentación, Op. Cit., p. 1.
242
CORREA, H.D., Op. Cit., p.13.
243
. Conviene recordar que existen dos posturas extremas frente al quien o quienes deben ser los
garantes de los derechos humanos. Algunos adoptan la postura de la exclusiva responsabilidad del
Estado frente al ejercicio de los derechos. Esto es, que la posición de garante de los derechos es
exclusiva del Estado y que no debe diluir esta responsabilidad en los particulares. Otros extienden el
campo de los sujetos obligados por los derechos humanos a todas las personas (los particulares) y no
sólo al Estado.
92
dominio de los poderes eclesiásticos y absolutistas, pero que hoy también se trata de
protegerlas frente al totalitarismo y eventuales excesos del Poder de los Estados”244.
244
CORREA, H.D., Op. Cit., p. 13.
245
ALEXY, R., Teoría del Discurso y derechos humanos, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
1997, pp. 62 -63.
246
ASIS, ROIG, R., Cuestiones de derechos, Op. Cit., p. 44.
93
universalidad y autonomía conduce a una teoría política liberal, base de los derechos
humanos y la democracia.
247
BOBBIO, N., El tiempo de los derechos, Op. Cit. P. 14.
248
ASIS ROIG, R., Cuestiones de derechos, Op. Cit. p. 44.
249
Ibíd., p. 42 y 43.
94
porque los derechos necesitan de la fuerza del Poder político, y con ello
la discusión sobre el tipo de Poder y sobre su ejercicio no es baladí”250.
250
Ibíd., p. 43.
251
VELARDE, C., Op. Cit., p., 45.
252
CORREA, H.D., Op. Cit. p. 15.
253
Ibíd. P. 15
95
consecuencia, operan cuando el propio Estado es incapaz de garantizar el ejercicio de los
derechos a las personas bajo su jurisdicción, o cuando él mismo es el infractor.
Para el Derecho interno, los derechos son un subsistema dentro del sistema jurídico.
Supone que una pretensión moral justificada fue incorporada como norma que obliga a
unos destinatarios, logrando que el Derecho sea efectivo en tanto “(…) sea susceptible de
garantía o protección judicial, y, por supuesto, que se pueda atribuir como derecho
subjetivo, libertad, potestad o inmunidad a unos titulares concretos”254.
A este nivel del Derecho interno de los Estados, hay una aceptación ampliamente
generalizada respecto de que toda Constitución de un Estado democrático debe proteger
los derechos humanos y que los tribunales, particularmente los tribunales
constitucionales, deben desempeñar una función importante en dicha protección; por lo
que están presentes en casi todas las constituciones, convenios, resoluciones y discursos
solemnes de los organismos internacionales y de las constituciones de Estados
democráticos occidentales.
Tribunales y Comisiones Internacionales de derechos humanos que pueden sancionar moral y
económicamente a los Estados.
254
PECES-BARBA, G., Lecciones de derechos fundamentales, Op. Cit., p. 112.
255
NINO, C.S., Ética y derechos humanos – un ensayo de fundamentación, Op. Cit., p. 2.
96
El vínculo entre Constitución y derechos humanos se manifiesta de manera clara
desde la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789, cuando en su
Artículo 16 establece que “toda comunidad en la que no esté estipulada la separación de
poderes y la seguridad de derechos necesita una Constitución”.
256
CORREA, H.D., Op. Cit., p. 13.
Las tres generaciones de derechos, a saber: Derechos fundamentales (civiles y políticos), derechos
sociales, económicos y culturales; y derechos colectivos y de ambiente
Respecto de la protección de los derechos humanos, en el ámbito nacional colombiano se encargan:
el Ministerio Publico (integrado por la Procuraduría General de la Nación, la Defensoría del Pueblo y
las Personerías Municipales).
97
convenciones internacionales vinculantes, que proporcionen exigibilidad,
seguridad y garantía a los derechos humanos”257.
Se afirma que los derechos humanos son dialécticos, progresivos o expansivos. Por
la tensión permanente en varios planos de la realidad social (entre los que se destacan los
derechos existentes y reconocidos en los países pertenecientes al Norte y los derechos y
garantías reconocidos en los países pertenecientes al Sur), y la violación de los derechos
humanos y las garantías de los mismos.
257
RUBIO CARRACEDO, J., “Problemas en la universalización de los derechos humanos”, Diálogo
Filosófico, 51, 2001, pp. 247, 454.
98
Los derechos humanos se encuentran en un proceso de constante cambio, de
constante evolución, lo que hace de ellos una realidad social dialéctica, progresiva y
expansiva. En concordancia con esta línea de pensamiento, el profesor López Calera
también considera que los derechos humanos poseen una naturaleza dialéctica, por lo
que sostiene que “hágase lo que se haga, piénsese lo que se piense, el mundo de los
derechos humanos es un mundo lleno de contradicciones…, los derechos humanos no son
una realidad fija, estática, que puede ser comprendida y mucho menos determinada en la
praxis de marea objetiva y definitiva, sino que son una realidad que fluye en medio de
contradicciones”258.
El cambio, como una de las notas características de los derechos humanos debe ser
orientado hacia el mejoramiento permanente de los mismos. Con base en este hecho,
algunos autores afirman incluso que otro de los rasgos o características de los derechos
humanos, es el de ser “mejorables”, aunque lo “mejorable” de los derechos humanos no
alcanza a tener la infundía o peso teórico para ser considerado una nota o característica
como tal, en el sentido pleno. Sí es pertinente la observación respecto a que el carácter
dialéctico, progresivo y expansivo de los derechos humanos debe orientar a estos hacia el
mejoramiento, ya que el “cambio” por sí solo, no es un rasgo positivo. Es decir,
necesariamente no todo cambio o fenómeno cambiante lo es en un sentido positivo.
258
LOPEZ CALERA, N.M., “Naturaleza dialéctica de los derechos humanos”, en: Anuario de derechos
humanos, n.6, 1990, pp. 73 y 75.
99
por ejemplo mediante la declaración de derechos sectoriales de grupos vulnerables como
los inmigrantes. Victoria Camps259 sintetiza la tarea hacia el mejoramiento de los
derechos como el ejercicio de mostrar quién sufre más la falta de derechos, dónde los
derechos son más violados, dónde son menos respetados.
259
CAMPS, V., “Evolución y características de los derechos humanos. Los fundamentos de los derechos
humanos desde la filosofía y el derecho”. Colectivo. EDAI, 1998, p. 21 y 22.
100
Los derechos humanos están vinculados profundamente con la realidad histórica,
política y social. Su existencia y enumeración dependen de factores múltiples como la
evolución de las fuentes de Poder a lo largo de la historia que se concretan en unas
determinadas formas de organización social y política como determinantes objetivos de
su existencia, en las necesidades y formas de agresión a los derechos en cada momento
histórico, y, por las diversas interpretaciones y concepciones de los derechos humanos
según las diversas ideologías y su influencia en su reconocimiento y garantía.
Lo cual supone el surgimiento de nuevos desafíos y amenazas a los derechos humanos. Como, por
ejemplo, sucede en la actualidad con los progresos de la ciencia y de la tecnología, que implican
problemas tales como la manipulación genética, la procreación artificial, la destrucción del medio
ambiente, la experimentación biológica o el uso de la informática.
101
derechos que hoy no son tenidos en consideración o no han logrado ser reconocidos
como derechos humanos, pasen a serlo en el futuro.
Los derechos humanos son utópicos en cuanto son una propuesta, una nueva forma
de racionalidad –moderna-, que constituye en este momento de la historia de la
humanidad, sin lugar a dudas, un Ethos superior que ya está siendo exigido como más
que deseable260. Es decir, como un buen lugar, como aquello que es digno de convertirse
en realidad fáctica incuestionable. Expresión, en algunos casos, de una realidad por
construir, y sin embargo ya realmente existente como pretensión básica de moralidad de
nuestro momento histórico.
Siendo esta una expresión de los que el profesor Peces-Barba denomina como la tensión entre moral
crítica y moral positivizada o juridificada como derechos fundamentales.
260
CAMPS. V., “Evolución y características de los derechos humanos. Los fundamentos de los derechos
humanos desde la filosofía y el derecho”, Op. Cit., pp. 21 y ss.
102
sino como don de la naturaleza, por lo que en caso que el Estado no los reconozca puede
exigírsele que lo haga.
Desde esta perspectiva, durante mucho tiempo parte de la doctrina de los derechos
humanos, especialmente la influenciada por el pensamiento iusnaturalista, les atribuyó a
los derechos humanos la característica de inmutabilidad. Esta característica no es
admisible si se tiene en cuenta que los derechos humanos tienen carácter histórico. Es
decir, no es posible establecer un catálogo de derechos que tenga validez supra temporal.
Algunos consideran al respecto que: “el error fundamental de la escuela del derecho
natural racionalista -siglo XVIII-, fue precisamente el pretender elaborar un código de
derechos con tales características”261.
261
Ibíd. P. 21
262
Ibíd. P. 21
103
Porque todo derecho formalmente reconocido como inherente a la persona
humana queda integrado a la categoría de derecho humano, categoría que en el futuro
no debe perderse. El carácter histórico y dialéctico de los derechos humanos explica la
llegada de nuevos derechos sin que necesariamente desaparezcan otros.
263
CAMPS, V., “Evolución y características de los derechos humanos. Los fundamentos de los derechos
humanos desde la filosofía y el derecho”, Op. Cit., pp. 21 y 22.
104
tiempo y no están sujetos a un término; una vez reconocidos, no deben desaparecer o
suprimirse.
264
Tomando la idea de resistencia de: PRIETO SANCHIS, L., Estudios sobre derechos fundamentales,
Debate, Madrid, 1990, pp. 83 y ss.
265
DWORKIN, R., Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1997, pp. 17 y ss.
105
indemnización pecuniaria, los derechos humanos no pueden ser reducidos a una mera
valoración económica, aunque puedan tener por objeto bienes o realidades valorables
económicamente. Además, los derechos humanos son bienes pertenecientes de manera
absoluta a cada ser humano y por ello ninguna autoridad puede negociarlos.
266
Desde esta lógica, por ejemplo, estarían justificadas intervenciones para garantizar la educación, la
protección de la salud o la protección del medio ambiente.
267
CAMPS, V., “Evolución y características de los derechos humanos. Los fundamentos de los derechos
humanos desde la filosofía y el derecho”, Op. Cit., pp. 21 y 22.
Por ejemplo, negarles a las personas el derecho de aprender, les dificultaría el acceso a los derechos
económicos, políticos o sociales, e incluso a su propia libertad y dignidad personal. Negar el derecho
a la salud, obviamente, cierra la puerta a todos los demás derechos. Es así, como no se puede, por
ejemplo, disfrutar plenamente del derecho a la educación si la persona no está bien alimentada o si
carece de una vivienda adecuada, ni se puede ejercer el derecho a la participación política si se niega
el derecho a manifestar o a estar bien informados.
106
división de los derechos humanos; todos deben ser respetados y garantizados por
autoridades y gobernantes.
Los derechos humanos son de obligatorio cumplimiento. Aunque no exista ley que
prevea condena por su violación, todos los Estados y particulares deben respetarlos. Es
obligatorio respetar todos los derechos humanos que existan en las leyes nacionales y
también aquellos que no lo están aún. Incluso, los derechos humanos imponen una
obligación concreta a las personas y al Estado de respetarlos aunque no haya una ley que
así lo diga, como ocurre de manera clara e inobjetable con los derechos cuya violación es
calificada por el Derecho internacional como crimen de lesa humanidad, crimen de guerra
o genocidio.
Este tipo de reflexión ubica los derechos en el plano internacional. Es decir, se apoya
la idea de que los derechos trascienden las fronteras nacionales. Como expresión de esto,
por ejemplo, la comunidad internacional puede y debe intervenir cuando considere que
un Estado está violando los derechos humanos de su población. En este sentido, ningún
107
Estado puede argumentar violación de su soberanía cuando la comunidad internacional
interviene para requerir que una violación a los derechos humanos sea corregida268.
Esta postura no es pacífica y como se desarrollará más adelante, abre una discusión
muy interesante respecto a las bondades y “peligros” que supone la atribución de
funciones de Comunidad Internacional o de organismos internacionales como la ONU
para penetrar o pasar por alto el principio de soberanía de los Estados, y realizará
intervenciones, comúnmente denominadas “intervenciones humanitarias”, en casos de
violaciones de derechos humanos.
Todos los derechos humanos, sean éstos derechos civiles y políticos como el
derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos
económicos, sociales y culturales como el derecho al trabajo, la seguridad social y la
educación; o los derechos colectivos como los derechos al desarrollo y a la libre
determinación, son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes. En
consecuencia, el avance de uno facilita el de los demás. De la misma manera, la privación
de un derecho afecta negativamente a los demás.
268
Ibíd. pp. 21 y22
108
Todos los derechos y libertades humanas constituyen una unidad. Esta postura es
sostenida en el Artículo 5º de la Declaración de Viena de 1993, ya que aquí se sostiene
que todos los derechos humanos están unidos por vínculos indisolubles que dan forma a
un conjunto indivisible e interdependiente.
109
cierto tiempo sin que el delincuente sea perseguido. En otros términos, la prescripción es
una institución jurídica de regulación legal en virtud de la cual se adquieren o se
extinguen derechos por haberse agotado un término de tiempo fijado por la ley. En
general se considera que la prescripción como un instituto de orden público, en virtud del
cual el Estado cesa su potestad punitiva- ius puniendi- por el cumplimiento del término
señalado por la ley.
110
en los que en virtud de esta, se fijan plazos para el procesamiento de delitos comunes
tipificados en dichos ordenamientos. Sin embargo, cada día cobra más fuerza la idea que
este principio no es aplicable en el caso de los delitos graves comprendidos en el Derecho
internacional.
269
LA JURISDICCIÓN UNIVERSAL: Catorce principios fundamentales sobre el ejercicio eficaz de la
jurisdicción universal Amnistía Internacional. Disponible en:
http://www.uasb.edu.ec/padh/revista1/documentos/amnistia.html , consultado el lunes 01 de
marzo de 2010.
111
“Los crímenes siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea la
fecha en que se hayan cometido: a) Los crímenes de guerra sobre todo
las "infracciones graves" enumeradas en los Convenios de Ginebra de 12
de agosto de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra; b) Los
crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempo de guerra como
en tiempo de paz, según la definición dada en el Estatuto del Tribunal
Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945, y
confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones
Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de
1946, así como la expulsión por ataque armado u ocupación y los actos
inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio
definido en la Convención de 1948 para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio aún si esos actos no constituyen una violación del
derecho interno del país donde fueron cometidos”.
Así mismo, ni los Principios de las Naciones Unidas Relativos a una Eficaz Prevención
e Investigación de las Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias o Sumarias; ni la Convención
contra la Tortura contienen disposiciones que eximan a los Estados del deber de enjuiciar
a los responsables de tales crímenes fijando plazos para ello.
270
ZIFFER, P., “El principio de legalidad y la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad”. En:
MAIER, J., (Coord.), Estudios sobre Justicia Penal, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005. p. 762.
112
Afirman que los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra, ya sea en
tiempo de paz o de guerra, de manera sistemática y/o generalizada 271, constituyen
crímenes internacionales y como tal, son perseguibles en cualquier tiempo y lugar; es
decir, son imprescriptibles. Y por el contrario opinan que si bien las violaciones generales
a los derechos humanos atentan en igual modo contra la dignidad del ser humano y
generan el rechazo de la comunidad nacional e internacional, no tienen la característica
de sistematicidad ni generalidad, y por tanto no hay certeza en torno a su carácter
imprescriptible.
271
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado en la ciudad de Roma el 17 de julio de 1998.
Entró en vigor el 1 de julio de 2002. Artículo 7.
272
ZIFFER, P., “El principio de legalidad y la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad”. Cit., p. 762.
113
poniendo en evidencia tal vez una incapacidad para otorgar un beneficio social.
Recordemos que en la Constitución de algunos países como España, los derechos
económicos sociales y culturales, están por fuera del catálogo de derechos
fundamentales, siendo considerados como criterios orientadores de la política social y
económica.
A pesar de esto, conviene recordar que si bien en otros ámbitos del Derecho el
ejercicio de ciertas acciones no puede realizarse luego de cierto tiempo , el no ejercicio
de los derechos humanos no los hace susceptibles de prescripción.
Por ejemplo, el reclamo de una deuda, prescribe a los años de inacción del titular del crédito
114
BIBLIOGRAFÍA
- ASÍS ROIG, Rafael De; ANSUATEGUI ROIG, Francisco Javier, DORADO PORRAS
Javier. “Los textos ingleses”. En: Historia de los Derechos Fundamentales Tomo II:
Siglo XVII Volumen III – El Derecho positivo de los derechos humanos. Derechos
humanos y comunidad internacional: los orígenes del sistema, Dykinson, Madrid,
2001.
B
- BALLESTEROS, Jesús. Postmodernidad: decadencia o resistencia. Tecnos, Madrid,
1989.
- BARRANCO AVILÉS, Maria Del Carmen. El discurso de los derechos. Del problema
terminológico al debate conceptual, Dykinson, Madrid, 2006.
- BONORINO, Pablo Raúl y PEÑA AYAZO, Jairo Iván. Filosofía del Derecho. Consejo
Superior de la Judicatura, Bogotá, 2002.
C
- CAMPS, Victoria. (ed.), Historia de la Ética, Vol. 3. Critica, Barcelona – España,
1989.
- CASIER, Ernst, El mito del Estado. Fondo de cultura económica, Bogotá, 1996.
D
- DE JULIOS-CAMPUZANO, Alfonso. La globalización ilustrada. Ciudadanía,
derechos humanos y constitucionalismo. Dykinson, Madrid, 2003.
- DWORKIN, Ronald. La comunidad liberal. Siglo del hombre editores, Bogotá, 2001.
J, K
- KANT, Immanuel. Sobre la paz perpetua. Tecnos, colección clásicos del Pensamiento,
2005.
- LOCKE, John. “Ensayo sobre la tolerancia”. En: Escritos sobre tolerancia, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1999.
117
- Segundo tratado sobre el Gobierno Civil. Tecnos, Madrid, 2006.
- LÓPEZ GARCIA, José Antonio y DEL REAL, Alberto (ed.). Los derechos: entre la
ética, el poder y el derecho. Dykinson, Madrid, 2000.
- MAIER, Julio (Coord.). Estudios sobre Justicia Penal. Editores del Puerto, Buenos
Aires, 2005.
- MARX, Karl. Escritos de juventud sobre el Derecho. Textos 1837 - 1847, Anthropos,
Barcelona, 2008.
- MONTESQUIEU, Charles De Secondat, Baron De. Del espíritu de las leyes. Sarpe,
Madrid, 1984.
119
humanos y comunidad internacional: los orígenes del sistema. Dykinson,
Madrid, 2001.
R
- RAWLS, John. Sobre las libertades. Paidós, Barcelona, 1990.
- ROUSSEAU, Jean-Jacques. Del contrato social; Discurso sobre las ciencias y las
artes; Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres.
Esparsa-Calpe S.S., Madrid, 1969.
120
S, T, U
- SABINE, George. H. Historia de la teoría política. Fondo de Cultura Económica,
Bogotá, 1992.
V, W, X, Y, Z
- VÁZQUEZ, Rodolfo. Liberalismo, estado de derecho y minorías. Paidós, México,
2001.
121