Unicef Alfabetizacion y Desarrollo
Unicef Alfabetizacion y Desarrollo
Unicef Alfabetizacion y Desarrollo
ISBN: 987-9286-17-0
Coordinación editorial
Área de Comunicación. UNICEF. Oficina de Argentina
Junín 1940, PB (C1113AAX), Ciudad de Buenos Aires
Reflexiones iniciales | 9
Propósito y objetivos | 15
La importancia de la interacción | 27
Los formatos de interacción en el desarrollo | 27
Los formatos de interacción en diferentes medios | 29
La zona de desarrollo próximo | 31
La alfabetización emergente | 32
D E S A R R O L L O
| 5
Algunas características del desarrollo según edades claves | 53
La evaluación del desarrollo | 53
¿Cómo interpretar los resultados de la evaluación
del desarrollo y de la inteligencia? | 55
Propósito y objetivos | 75
Bibliografía | 117
0 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Reflexiones iniciales
A ntes de comenzar a trabajar, reflexione unos instantes sobre algunos de los te-
mas que se van a desarrollar.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Tiene información concreta de sus alumnos que le permita evaluar su nivel de de-
sarrollo psicológico? ¿Y su competencia lingüística?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Cuáles considera que serían las razones para que aparezcan esas diferencias?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Le resulta fácil evaluar el nivel de lectura de sus alumnos? ¿Con qué herramientas
cuenta para hacerlo?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D E S A R R O L L O
| 9
M Ó D U L O 3
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
• Lectura de poesías
¿Lo hago? ¿Cuánto tiempo dedico a esta actividad?
¿A los niños les gusta leer o que les lean poesías? ¿A mí me gusta o me resul-
ta útil hacerlo?
Creo que sirve para: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D E S A R R O L L O
| 1 1
M Ó D U L O 3
• Decir lo mismo de otra manera, con otras palabras, a partir de dar ejemplos
de la tarea
¿Lo hago? ¿Cuánto tiempo dedico a esta actividad?
¿A los chicos les gusta realizarla? ¿A mí me gusta o me resulta útil?
Creo que sirve para: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A medida que avance en su trabajo con estos materiales, usted encontrará infor-
mación y fundamentaciones del campo de la psicología del desarrollo para estas y
para muchas otras prácticas docentes.
¡Comencemos a trabajar!
D E S A R R O L L O
| 1 3
M Ó D U L O 3
Propósito
E speramos que en este módulo usted encuentre herramientas para
optimizar sus prácticas docentes tendientes a favorecer el desarrollo
de sus alumnos.
Objetivos
Se espera que al finalizar el trabajo con
este módulo, usted sea capaz de:
D E S A R R O L L O
| 1 5
M Ó D U L O 3
¿Qué entendemos
por desarrollo psicológico?
El desarrollo psicológico constituye un proceso de cambio que acompaña to-
do el ciclo vital. Comprende las transformaciones que comienzan a estructu-
rarse desde el nacimiento y que progresivamente “permiten a las personas
abordar con mayor eficacia los problemas de la vida cotidiana” (Rogoff, 1993).
Relevancia de su estudio
El estudio del desarrollo psicológico temprano, si bien tiene antecedentes remotos,
ha tenido un impulso notable durante los últimos treinta años a la luz de distintas
perspectivas teóricas. Se ha convertido en una de las preocupaciones fundamen-
tales en el campo de la psicología por sus implicancias como indicador de la cali-
dad de vida de una población.
Durante todo el ciclo vital aparecen cambios evolutivos que caracterizan períodos
particulares, generalmente denominados infancia, adolescencia, adultez y senec-
tud. Esta caracterización puede variar en función de las consideraciones teóricas
que se realicen al respecto. Pero no existe duda sobre la importancia del desa-
rrollo psicológico durante la infancia, aunque se han moderado las consideracio-
nes de su influencia irreversible a lo largo de toda la vida.
No existe una concepción única y singular sobre la que estén de acuerdo las dife-
rentes teorías que se han ocupado del tema. Sin duda, todas reconocen tanto la
importancia que reviste, la complejidad del proceso y la intervención de múltiples
factores determinantes, como la necesidad de realizar algún tipo de recorte para
emprender su estudio.
D E S A R R O L L O
| 1 7
M Ó D U L O 3
En las siguientes secciones, veremos de qué depende el curso del desarrollo, es-
pecialmente durante la infancia.
1 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
La polémica en torno del papel que juegan ambos determinantes –biológicos (he-
rencia) y ambientales (medio)– ha persistido a lo largo del tiempo. Actualmente, si
bien no ha perdido interés, se plantea en términos de la interacción que existe en-
tre ambos factores.
D E S A R R O L L O
| 1 9
M Ó D U L O 3
digo genético a lo largo del ciclo vital, responsable de las similitudes que tene-
mos como especie.
El efecto del medio parece ser menor durante el primer año de vida y, en con-
secuencia, las semejanzas entre los seres humanos son más marcadas en la
primera infancia porque todavía no han mediado de manera acumulativa los fac-
tores ambientales responsables de las diferencias interindividuales que existen
entre ellos.
A medida que se avanza hacia edades superiores, la influencia del medio es enor-
me. Esas diferencias se incrementan cuanto mayores sean las diferencias en los
contextos sociales en los que transcurre la vida de los individuos, como lo han tes-
timoniado los estudios transculturales que han permitido observar las características
diferenciales de sujetos que provienen de culturas diversas.
2 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Otra de las características universales corresponde a la velocidad del ritmo del de-
sarrollo en los primeros años de la vida que se va lentificando a medida que se
avanza hacia edades cronológicas mayores. Es posible observar las grandes dife-
rencias que median entre las posibilidades de un recién nacido y las de un niño de
dos o tres años en cualquier cultura. Pero esas diferencias no son tan ostensibles
a edades mayores. Además, cuando los sujetos avanzan en su desarrollo la impor-
tancia de los contextos de crianza se vuelve mayor, de modo que es difícil seguir
sosteniendo una secuencia y una cronología universal del desarrollo con indepen-
dencia de los factores culturales que modelan su curso.
D E S A R R O L L O
| 2 1
M Ó D U L O 3
En tales casos, el estudio del estado del desarrollo psicológico infantil se vuelve impres-
cindible para optimizar los recursos destinados a la intervención temprana y sistemáti-
ca, que deberían focalizarse en la infancia en situación de riesgo bio-psicosocial.
2 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Pero la cultura no actúa solamente para suplir, desarrollar y extender las capacida-
des orgánicas sino que constituye el ingrediente básico de esas mismas capacida-
des (Geertz, 1996). La cultura actúa mediante sus invenciones específicas, de su
modo de ver el mundo y de las contribuciones de los otros compañeros humanos.
En relación con ello, se ha destacado el papel de la microcultura comunitaria y fa-
miliar. Durante los primeros años de vida se enfatiza el papel de la madre o de quien
cumpla su función, ya que de su sensibilidad maternal dependerá en gran medida
la presentación ordenada (significada) del mundo de acuerdo con las posibilidades
y necesidades del niño. Durante los años preescolares y escolares adquiere rele-
vancia el papel de los maestros, principales agentes que intervienen en la alfabeti-
zación infantil.
D E S A R R O L L O
| 2 3
M Ó D U L O 3
“Mientras la capacidad para las acciones inteligentes tiene profundas raíces bioló-
gicas y una evolución histórica discernible, el ejercicio de esa capacidad depende
de la apropiación que haga el hombre de modos de actuar y pensar que no exis-
ten en sus genes sino en su cultura. Obviamente, hay algo en la mente humana o
en la naturaleza humana que media entre los genes y la cultura y que hace posi-
ble que esta última sea un recurso protético para la realización de la primera.” (Bru-
ner, 1986.)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Enumere, entre los factores ambientales que conoce, cuáles favorecen el desarro-
llo infantil. ¿De qué manera y en qué medida cree usted que esos factores han es-
tado presentes en el desarrollo de sus alumnos?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D E S A R R O L L O
| 2 5
M Ó D U L O 3
La importancia
de la interacción
E l conjunto de las perspectivas señaladas nos lleva a plantear, tal como se hace
en la actualidad, el análisis del desarrollo psicológico en contextos particulares y
de acuerdo con las interacciones del individuo con su medio lo que permite a
los seres humanos actuar como lo hacen.
D E S A R R O L L O
| 2 7
M Ó D U L O 3
Los formatos se adecuan a los requisitos de las primeras interacciones porque pre-
sentan una serie de características que las favorecen:
• son contingentes, es decir que la respuesta de cada uno de los miembros que
interactúa depende de la respuesta anterior del otro;
• tienen la posibilidad de crecer, en el sentido de que los formatos se amplían y
se diversifican, conforme aumentan las capacidades del niño;
• son modulares, en tanto pueden constituir subrutinas que pueden incorporarse
a rutinas mayores, rutinas que se establecen en relación con actividades de la vi-
da cotidiana;
• son asimétricos, puesto que su establecimiento no necesita del mismo nivel de
conocimiento de parte de los participantes: la madre y el niño interactúan con
distinto nivel de dominio sobre un tema determinado que, sin embargo, no obs-
taculiza la interacción;
• están determinados socialmente, es decir que se definen comunalmente,
de modo que los tipos de interacción se convencionalizan de acuerdo con el
medio: cada cultura y cada microcultura establece determinados tipos de for-
matos.
2 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Son numerosas las investigaciones que intentan esclarecer las diferencias observa-
das particularmente en el desarrollo del lenguaje de los niños y las niñas según su ni-
vel sociocultural de pertenencia. A ese respecto, se han estudiado los contextos
comunicativos del entorno familiar y, en consecuencia, el papel que juega el “input”
lingüístico (Mercer, 1991), entendiéndose por ello el tipo de verbalizaciones que reci-
be y con las que interactúa el niño.
De este modo, las emisiones tempranas pueden describirse como altamente con-
textualizadas, tanto desde el punto de vista del niño como del observador, quien no
comprende su sentido si desconoce el contexto de emisión. Muchos aspectos del de-
D E S A R R O L L O
| 2 9
M Ó D U L O 3
Las diferencias entre las interacciones según el contexto de crianza harán posible
que a partir de determinadas experiencias los niños aprendan o no una cantidad
de usos posibles y de características del lenguaje escrito, además del estilo que lo
identifica:
3 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
A este respecto es posible sistematizar las dimensiones que entran en juego para
que aparezcan formatos de interacción óptimos y andamiajes adecuados, tanto en
el hogar como en la escuela (Gil Carnicer; Prieto y colabs., 1995), en función de los
cuatro siguientes criterios:
1. el grado de colaboración,
2. la direccionalidad evolutiva,
3. el protagonismo,
4. el tono afectivo.
D E S A R R O L L O
| 3 1
M Ó D U L O 3
La alfabetización emergente
Las diferencias en la interacción y en el andamiaje según contextos de crianza se
relacionan con el concepto de alfabetización emergente (Teale y Sulzby, 1986;
Sulzby, 1989) que puede ser definido como las “habilidades de lectura y escritura
que preceden y se desarrollan antes de la alfabetización convencional” de acuerdo
con las características particulares del medio en el que habitan los niños. Implica la
idea de las experiencias y los conocimientos infantiles sobre el lenguaje escrito an-
tes de su enseñanza formal y postula que existe continuidad entre la adquisición del
lenguaje oral y el aprendizaje del lenguaje escrito. Las manifestaciones que apare-
cen pueden ser muy amplias y abarcar desde la simple manipulación de un libro o
el reconocimiento del nombre de algunos productos en determinados envases has-
ta la capacidad de leer cuando se trata de actividades de lectura y de dibujar o ga-
rabatear un mensaje con una ortografía convencional o inventada cuando se trata
de actividades de escritura (Gunning, 1998).
Pero no debemos olvidar que los conocimientos y las experiencias con los que los
niños llegan a la escuela pueden ser muy variados. “Algunos niños son capaces de
escribir sus nombres, reconocer la mayoría de las letras del alfabeto y, quizá, leer
3 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
unas pocas palabras. Sólo algunos, uno sobre cien, pueden ser capaces de leer en
un nivel comparable al de los niños promedio de segundo o tercer grado. En el otro
extremo se encuentran algunos que no son capaces de escribir sus nombres o de
reconocer alguna letra. Unos pocos nunca han tenido a su disposición un libro o un
lápiz.” (Gunning, 1998.)
El tipo de interacciones que tienen los alumnos en sus hogares ¿facilita o inhibe el
proceso de desarrollo?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los niños que inician la escolaridad en su medio ¿están familiarizados con libros u
otro tipo de materiales escritos?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Sabe si han tenido oportunidad de escuchar cuentos o de que les lean cuentos?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D E S A R R O L L O
| 3 3
M Ó D U L O 3
¿Encuentra usted alguna diferencia entre los que han tenido esta oportunidad y los
que no la han tenido? ¿En qué consisten estas diferencias?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Importancia de la
psicomotricidad y del
lenguaje en el desarrollo
La psicomotricidad
El desarrollo psicomotor es importante porque constituye una de las dimensiones
relacionadas con las adquisiciones correspondientes a otras áreas del desarrollo
(social o interpersonal, del lenguaje y la comunicación) y con uno de los aspectos
específicos de la escritura: el acto grafomotriz.
• ley céfalo-caudal: se controlan primero las partes del cuerpo más próximas a la
cabeza y, progresivamente, las más alejadas;
• ley próximo-distal: se controlan primero las partes más cercanas al eje corpo-
ral y, posteriormente, las más alejadas.
D E S A R R O L L O
| 3 5
M Ó D U L O 3
El equipamiento reflejo
Los niños nacen equipados con reflejos biológicamente determinados, es decir,
con posibilidades de respuesta ante los estímulos. Entre ellos se destacan:
• reflejo de succión: el niño succiona cuando un objeto entra en contacto con sus
labios;
• reflejo de prensión: el niño toma con fuerza objetos que entran en contacto con
la palma de su mano;
• reflejo de Moro: consiste en un sobresalto (como si el niño se asustara) frente
a un cambio brusco de estimulación (por ejemplo, un ruido fuerte);
• reflejo de marcha: aparecen movimientos semejantes a los de la marcha cuan-
do tomamos a un bebé por las axilas y ponemos las plantas de sus pies en con-
tacto con una superficie (el niño empieza a flexionar y estirar sus piernas como si
estuviera andando).
La línea del desarrollo evoluciona, en este caso, de los reflejos involuntarios a las
conductas voluntarias que posibilitarán la observación de otras áreas del desarrollo.
Las posibilidades de control del cuerpo aumentan progresivamente de modo que
median manifestaciones cada vez más refinadas en el camino que va desde la lo-
comoción en su sentido más amplio (motricidad gruesa) hasta las coordinaciones
manipulativas más delicadas (motricidad fina) que posibilitan, entre otras cosas, el
acto psicomotor de la escritura.
3 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Los estudios sobre la adquisición del lenguaje tienen antecedentes históricos muy
importantes, pero a partir de la década de 1970 las investigaciones se incremen-
tan, especialmente con referencia a la adquisición del lenguaje temprano, a sus
determinantes y a las dimensiones a ser analizadas en dicha adquisición.
Los aportes de los últimos años acerca de la importancia del lenguaje temprano en
el marco del desarrollo en general se han gestado en un clima de creciente valora-
ción de los procesos sociales y lingüísticos (Garton, 1994).
D E S A R R O L L O
| 3 7
M Ó D U L O 3
¿Cómo estudiamos
el lenguaje?
¿Qué entendemos por lenguaje?
E n principio, las palabras “lengua” y “lenguaje” se utilizan con diferentes acepcio-
nes que muchas veces se superponen en el uso cotidiano:
Por medio de ellos se expresa la facultad del lenguaje, que no sólo es un modo
privilegiado de comunicación sino que, además, es la expresión del más formi-
dable sistema de representación del mundo, altamente abstracto y específico, y
el medio de construcción de la propia subjetividad (tenemos un nombre, gracias
al lenguaje nos reconocemos y conocemos la línea de parentesco que nos otor-
ga identidad).
D E S A R R O L L O
| 3 9
M Ó D U L O 3
Pero para que el lenguaje pudiera expresarse por escrito fueron necesarias determi-
nadas transformaciones que implicaron cambios radicales en la organización social de
las comunidades. En la historia de la humanidad, la línea de demarcación entre dibu-
jo y escritura no es tan clara, puesto que el dibujo evolucionó gradual y lentamente
hasta convertirse en escritura. Cuando las funciones que cumplieron el dibujo y el len-
guaje oral no fueron suficientes, fue necesario inventar otra forma de transmisión: la
4 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Pero ¿qué entendemos por escritura? En principio, la distinción entre dibujo y len-
guaje (escrito) es importante. Hacer un dibujo puede ser –y quizá siempre lo es– una
forma de comunicación, un acto simbólico dirigido a otra gente. Referirse a tales ac-
tividades como lenguaje sólo constituye una metáfora, del mismo modo que cuan-
do se habla del lenguaje de las flores o del canto de los pájaros.
D E S A R R O L L O
| 4 1
M Ó D U L O 3
Cuadro 1. Diferencias entre lenguaje oral y lenguaje escrito (Crystal, 1995; Liberman,
1992; Halliday, 1988)
7. Las unidades significativas aparecen de modo 7. Las unidades significativas aparecen de modo
continuo. discreto (espacios en blanco entre palabras, pá -
rrafos, márgenes, etc.).
8. Los elementos característicos del habla incluyen la 8. Los aspectos prosódicos tienen escasa represen-
prosodia. Estos aspectos suprasegmentales o tación. Se deben “elaborar” diferentes interpreta-
prosódicos permiten interpretaciones diferentes ciones, a partir de la codificación fonológica
de un mismo enunciado. Muchas de las variacio- subyacente al texto. Entre los elementos particula-
nes de entonación, así como los contrastes de al- res de la escritura se encuentran páginas, líneas,
tura, tiempo, ritmo y otros tonos de voz sólo escritura mayúscula, organización espacial y mu-
aparecen en el habla y no pueden ser expresados chos aspectos de la puntuación. Sólo pocas con-
en la escritura de manera muy eficiente. venciones se relacionan con la prosodia, como
los signos de interrogación y admiración y el su-
brayado para dar énfasis. Muchos géneros escri-
tos (por ejemplo, tablas, horarios, gráficos,
formulas complejas) no pueden ser leídos eficien-
temente en voz alta sino que deben ser asimilados
visualmente.
4 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
11. La espontaneidad y la rapidez de la mayoría de 11. La escritura permite leer repetidamente y realizar
los intercambios discursivos dificulta realizar una un análisis de las lagunas que se presenten, pro-
planificación compleja por anticipado. La presión mueve el desarrollo de una cuidadosa organiza-
de tener que pensar mientras se habla promue- ción y de una expresión compacta, que incluye, a
ve una construcción más laxa, repetición, refra- menudo, oraciones de estructura compleja. Las
seo y cláusulas comentario. La entonación y las unidades de discurso (oraciones, párrafos) resul-
pausas dividen las emisiones en partes maneja- tan usualmente fáciles de identificar mediante la
bles, pero los límites de las oraciones a menudo puntuación y la diagramación.
son poco claros.
12. Muchas palabras y construcciones son caracte- 12. Muchas palabras y construcciones son caracte-
rísticas del habla (especialmente del habla infor- rísticas de la escritura, como múltiples instancias
mal). Es normal encontrar oraciones coordinadas de subordinación en la misma oración, patrones
largas, que a veces son de considerable comple- sintácticos elaboradamente balanceados y lar-
jidad. Se usan vocablos sin sentido, que general- gas oraciones de muchas páginas que se en-
mente no se escriben, y pueden no tener una cuentran en los documentos legales. Ciertos
ortografía estándar (por ejemplo, las obscenida- ítems de vocabulario nunca se manifiestan en el
des pueden reemplazarse por eufemismos gráfi- habla, como los nombres compuestos de pro-
cos: “m...!”). La informalidad gramatical y ductos químicos.
terminológica características del habla no son
bien vistas en la escritura.
13. El habla es muy adecuada para funciones so- 13. La escritura es adecuada para recordar hechos
ciales o fácticas referidas, por ejemplo, a cómo y comunicar ideas y para tareas de memoria y
se pasa el tiempo o el día, o a situaciones en aprendizaje. Los registros escritos son más fáci-
las que es deseable un discurso casual y no les de mantener y revisar. Las tablas demuestran
planificado. También es adecuada para expre- relaciones entre cosas; las notas y listas proveen
sar relaciones sociales, actitudes y opiniones de estrategias mnemónicas, y el texto puede ser
personales, debido al amplio rango de variación leído tan rápidamente como lo permita la habili-
en el cual puede ser expresada mediante ele- dad del lector.
mentos prosódicos y acompañamientos no ver-
bales.
14. Existe la oportunidad de repensar una emisión 14. Los errores y otras inadecuaciones de la escritu-
mientras progresa su enunciación (diciéndola de ra pueden ser eliminados luego de producidos y
nuevo, adicionando calificativos). Sin embargo, el lector no se enterará nunca de su existencia.
cuando se ha hablado no se pueden borrar los Si se presentan interrupciones durante la escritu-
errores cometidos (con la sola excepción de un ra, resultan invisibles en el producto final.
ingeniero de sonido frente a una grabación). Las
interrupciones y superposiciones en el habla son
normales y altamente audibles.
15. Tiene un carácter menos metafórico. 15. Tiene un carácter más metafórico.
16. Define su universo como proceso. 16. Define su universo como producto.
D E S A R R O L L O
| 4 3
M Ó D U L O 3
El lenguaje escrito tiene un mayor nivel de exigencia puesto que requiere de interven-
ciones específicas para su aprendizaje, intervenciones que dependen de las expe-
riencias que llevan los alumnos a la escuela y de las adecuaciones de la intervención
sobre esas experiencias previas.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Realice con los alumnos alguna actividad que les permita observar las diferencias
entre las comunidades orales y letradas y destacar los valores de cada una.
Los conocimientos que los alumnos tienen sobre el lenguaje escrito se relacionan
con las experiencias previas que traen de su comunidad. ¿Esas experiencias sola-
mente difieren cuando los niños provienen de comunidades orales o letradas?
Sí - No ¿Por qué?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
¿Cómo se organiza
el estudio del lenguaje?
Y a hemos señalado que hablar sobre el lenguaje es hablar de un sistema complejo
sobre el que se ocupan, con propósitos diversos, distintas disciplinas: la literatu-
ra, que se ocupa del lenguaje artístico; la psicología, que se ocupa, entre otros te-
mas, de la adquisición y de los trastornos del lenguaje; la antropología, que se
ocupa de la relaciones entre lenguaje y cultura; la biología, que se ocupa de los
fundamentos biológicos del lenguaje. Pero corresponde a la lingüística el estudio
científico del lenguaje humano, es decir, comprender sus unidades, su naturaleza
y estructura, y sus modificaciones. Hablamos de estudio científico porque la inves-
tigación se realiza mediante observaciones controladas y empíricamente corrobo-
rables y dentro de un marco teórico. Las explicaciones científicas, a diferencia de
las explicaciones mágicas o míticas, se basan en información contrastable y en ex-
perimentos replicables.
Los estudios lingüísticos pueden ser de tipo teórico o aplicado. Por un lado, la lin-
güística teórica construye modelos o teorías lingüísticas que describen y explican la
estructura del lenguaje y/o las lenguas. Por otro lado, la lingüística aplicada emplea
los descubrimientos del estudio del lenguaje en la enseñanza de idiomas, confec-
ción de diccionarios, terapia del habla, análisis del discurso, etcétera.
D E S A R R O L L O
| 4 5
M Ó D U L O 3
La sintaxis explora las relaciones entre las palabras de una oración. Por ejemplo, el
ordenamiento más común de una oración en español es sujeto-verbo-objeto: “Ana
trajo flores”. La secuencia “Flores trajo Ana” es menos frecuente o adquiere un sig-
nificado especial.
La combinación de sonidos.
La fonología y la fonética
La función que tienen los sonidos de una lengua es la de permitir diferenciar entre
dos unidades significativas o palabras: por ejemplo “sal” y “cal”. Los sonidos que po-
seen esa propiedad se denominan fonemas. El repertorio de los fonemas de una
lengua es relativamente acotado (alrededor de treinta) y sus posibilidades combina-
torias están restringidas para cada una de ellas. Al estudiar los sonidos de la len-
gua, debemos tomar en consideración dos aspectos:
La fonética trata del primer aspecto, mientras que la fonología se ocupa del segun-
do. La diferencia radica en el hecho de que la mayoría de los mecanismos de pro-
ducción de los sonidos de diferentes lenguas es común a todos los seres humanos,
mientras que los sonidos y las combinaciones de sonidos que se usan en cada una
de las lenguas en particular varía de una a otra. Por ello, una disciplina se ocupa de
la capacidad general de los seres humanos para producir sonidos, y la otra, de las
maneras específicas en que diferentes idiomas emplean dicha capacidad.
4 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Generamos los diferentes sonidos (vocales y consonantes) por medio de una serie
de movimientos de la lengua y los labios y del control del velo del paladar (aunque
no seamos conscientes de ello) que abre o cierra la cavidad nasal. Si se levanta el
velo, el aire se expele a través de la cavidad bucal y se dice que la calidad del so-
nido es oral. Si se baja el velo del paladar, el aire se expele a través de la cavidad
nasal y se dice que la calidad del sonido es nasal.
D E S A R R O L L O
| 4 7
M Ó D U L O 3
Recordemos sobre este aspecto que la relación entre el signo lingüístico conforma-
do por la forma sonora de las palabras (llamada significante) y el concepto al que
remite (llamado significado) es arbitrario e inmotivado (Saussure, 1945; Benvenis-
te, 1978) respecto de la realidad a la que se aplica. En razón de ello, en distintas
lenguas conceptos idénticos o semejantes se expresan mediante formas sonoras
diferentes. Pero nuestro conocimiento de las palabras de la lengua va más allá de
esta única relación, pues abarca un conjunto muy amplio de propiedades como la
categoría sintáctica de pertenencia y también la forma ortográfica, cuando somos
sujetos alfabetizados.
Para explicar de qué manera están almacenadas, los psicolingüistas han elaborado
la noción de “diccionario mental” para designar el sistema que comporta el conjun-
to de los conocimientos de los que dispone un sujeto sobre las palabras de su len-
gua, que está relacionado con el tipo, la cantidad y la calidad de experiencias
adquiridas a lo largo del ciclo vital.
Veamos qué dicen los expertos sobre las características del diccionario mental.
Este diccionario mental constituye el “reservorio lexical” al que debe acceder el audi-
tor para comprender las palabras y al cual el locutor debe igualmente tener acceso pa-
ra extraer la forma sonora susceptible de expresar el concepto que quiere transmitir.
4 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
D E S A R R O L L O
| 4 9
M Ó D U L O 3
Existen dos conceptos que participan en la sintaxis, ninguno de los cuales por sí
solo explica cómo construimos nuestras oraciones: estructura y significado.
En general, se acepta la idea de que nuestros cerebros están dotados con un sis-
tema que nos permite hacer un uso creativo del lenguaje (mediante recursos como
la recursividad) y así poder reconocer oraciones agramaticales y asignar interpreta-
ciones (a veces, según el contexto) a las oraciones ambiguas.
5 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
La construcción de significados
o la semántica
La semántica se dedica a explorar el significado de las palabras y de las frases.
En el habla cotidiana, muchas veces nos preguntamos: “Pero, ¿qué quiere decir
con...?” o bien “¿Qué significa...?”. En tales casos, queremos averiguar el significa-
do personalizado o convencional, generalmente por medio de una explicación o de
un equivalente.
En el primer caso, estamos hablando del significado desde la perspectiva del ha-
blante, es decir, lo que los hablantes desean transmitir cuando utilizan un segmento
del lenguaje. En el segundo caso, nos referimos al significado de la palabra o de la
oración.
D E S A R R O L L O
| 5 1
M Ó D U L O 3
Hemos examinado el sistema formal del lenguaje: los aspectos que refieren a la com-
binación de sonidos o fonología, a las características del “diccionario mental”, a la
combinación de palabras o sintaxis y a la construcción de significados o semántica.
Conocer estos apectos nos permitirá comprender mejor cómo los niños y las niñas
adquieren el lenguaje oral y cómo aprenden a leer y a escribir. Esto hará posible que
les ayudemos a optimizar sus potencialidades desde la escuela.
• Hacer juegos de palabras de modo que cada niño diga una palabra, el siguien-
te la retome y agregue otra, el siguiente retome las dos y agregue una tercera, y
así sucesivamente.
• Para trabajar sobre el uso metafórico del lenguaje se puede construir con los
alumnos una lista de frases o dichos populares (pueden preguntar en sus casas)
y trabajar entre todos acerca de sus significados: “Está más blanco que un pa-
pel”, “Tiene cara de piedra”, “Tiene una memoria de elefante”, “Es hombre de po-
cas palabras”, etcétera.
• Proponer que un niño diga una frase u oración y que otro niño pueda expresar
la misma idea usando otras palabras, pero manteniendo el significado, por
ejemplo: “Esta mañana, Juan tomó un desayuno completo” como frase original,
y que otro pueda expresar “Hoy, al levantarse, Juan tomó la leche con pan con
manteca y además se comió una naranja”.
5 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Algunas características
del desarrollo según
edades claves
A continuación, veamos los hitos de diferentes áreas del desarrollo que habitualmen-
te se identifican con ciertas edades. Los indicadores están agrupados en edades
consideradas claves en la evolución infantil en razón de que entre una y otra me-
dian cambios significativos en las manifestaciones del psiquismo. Generalmente, co-
rresponden a los 3, 6, 9, 12, 15 y 18 meses, y a los 2, 2 y medio, 3, 4, 5, 6 y 7 años.
D E S A R R O L L O
| 5 3
M Ó D U L O 3
En todos ellos existe una variedad de indicadores que se utilizan para describir de-
terminados aspectos del desarrollo del niño. Su selección depende de la concep-
ción del desarrollo que se adopte, así como de los objetivos de la evaluación.
La Escala métrica para la medida y las Escalas de desarrollo, que aparecieron en las
primeras décadas del siglo XX, estuvieron sujetas a numerosas revisiones y modifi-
caciones. A lo largo del siglo pasado y hasta la actualidad, dieron lugar al diseño de
un vasto instrumental, enriquecido, a su vez, por numerosas aportaciones teóricas.
Constituyen, básicamente, una elaboración y un refinamiento de observaciones cua-
litativas acerca del desempeño de los niños a lo largo de su infancia y de las consi-
deraciones teóricas que fundamentan ese desempeño.
Admiten, también por lo general, diferentes tipos de puntuaciones que permiten ubi-
car a un sujeto respecto de los sujetos de su misma edad y grupo de pertenencia.
Algunos instrumentos de evaluación posibilitan arribar a puntuaciones denominadas
Cocientes del desarrollo y Cocientes intelectuales, expresadas como razón entre la
edad del desarrollo o la edad mental y la edad cronológica del niño. Su utilización re-
quiere de personal altamente calificado, para hacer una adecuada interpretación de
los resultados obtenidos.
En cambio, los tests de screening (tamizaje o rastrilleo) están diseñados para aler-
tar sobre posibles problemas en el desarrollo cuando un sujeto no responde posi-
5 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Los controles del niño sano durante los primeros años de vida no siempre incluyen
indicadores sobre su desarrollo psicológico del mismo modo que incluyen indica-
dores sobre su crecimiento; estos últimos permiten poner oportunamente en evi-
dencia ciertos problemas que deben ser detectados antes de que se manifiesten
en toda su gravedad.
Los niños de estratos sociales desfavorecidos tienden a obtener bajo puntaje en las
pruebas de ese tipo. Esta afirmación parte de la base de la correlación existente en-
tre ciertas características de determinados estratos sociales y los resultados de las
pruebas de inteligencia. Pero esta problemática nos conduce a plantear qué inter-
pretación debemos realizar, especialmente cuando los resultados de las pruebas
psicológicas se expresan numéricamente, mediante puntuaciones como las del co-
ciente intelectual.
D E S A R R O L L O
| 5 5
M Ó D U L O 3
Sin embargo, esto no se aplica a todos los casos individuales: algunos niños de es-
tratos pobres obtienen puntuaciones altas y algunos niños de estratos medios ob-
tienen puntuaciones bajas. En ninguna de las circunstancias, la pertenencia a un
estrato social, que comprende indudablemente una comunidad de experiencias vi-
tales, implica igualdad: la pobreza, como la ausencia de pobreza, no constituyen
condiciones absolutamente homogéneas y se deben observar con cuidado las di-
ferencias que existen en las microculturas familiares, las que no se definen sola-
mente por la pertenencia a un estrato social.
En este sentido, una cosa es relativizar los resultados y otra no tener en cuenta las
sensibles diferencias que aparecen en la frecuencia de puntajes de niños que pro-
vienen de estratos sociales diferentes.
5 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Para aquellos que provienen de culturas distintas los tests, si carecen de adap-
taciones y tipificaciones adecuadas, sencillamente no son aplicables.
Los tests de inteligencia más usualmente utilizados fueron construidos para estimar
la inteligencia en relación con las adquisiciones escolares propias de nuestra cultu-
ra. Por lo tanto, no es extraño que exista una asociación fuerte entre rendimiento en
los tests y rendimiento en la escuela. Por ello, los tests obviamente no tienen vali-
dez universal, es decir que su aplicación correcta sólo alcanza a los sujetos que
presentan las características de la muestra de tipificación de la población en la que
el test fue probado, o sea, de los sujetos de su propia cultura. En consecuencia,
los tests no están libres –ni sería deseable que lo estuvieran– de lo que se denomi-
na sesgo cultural. Todo intento de elaborar tests libres de influencias culturales ha
conducido al fracaso. Y no podría ser de otra manera, pues ¿cómo evaluar a los
seres humanos fuera del contexto cultural? Esto último obliga a relativizar los resul-
tados obtenidos en muchas ocasiones a partir del análisis de la historia individual
de los sujetos y del contexto cultural al que pertenecen, puesto que si bien todos
los sujetos con dificultades intelectuales obtienen puntuaciones bajas, lo inverso no
es cierto: los sujetos que obtienen puntuaciones bajas en los tests no presentan
necesariamente dificultades intelectuales.
Recordemos, finalmente, lo que afirma Reneé Zazzó (1970), uno de los más signi-
ficativos psicólogos infantiles contemporáneos:
“Como investigador, estoy en un todo de acuerdo con Binet, el cual, más allá de su
test, gracias a ese test y contra él, definía las tareas fundamentales del psicólogo
de la infancia: descubrir las leyes del desarrollo, saber en qué los niños difieren ver-
daderamente de los adultos y en qué difieren entre sí. Utilizar, pero dejar atrás la
simple métrica para ir al fondo de los problemas”.
D E S A R R O L L O
| 5 7
M Ó D U L O 3
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Cuáles son las áreas del desarrollo que resultan más favorecidas entre algunos de
sus alumnos?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Cuáles son las áreas que deben ser promovidas entre otros alumnos para favore-
cer sus aprendizajes?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Resumen y conclusiones
generales
E n este módulo:
© examinamos algunas nociones relativas al desarrollo psicológico concebido como
el proceso de cambio que acompaña el ciclo vital;
Las tareas descritas le facilitarán el trabajo sobre algunos de los aspectos específi-
cos de la adquisición del lenguaje oral y del aprendizaje del lenguaje escrito y le per-
mitirán alcanzar los altos niveles de alfabetización que demandan las exigencias del
mundo actual. ■
D E S A R R O L L O
| 5 9
M Ó D U L O 3
Anexo
Edades claves en el desarrollo infantil
D E S A R R O L L O
| 6 1
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Sostiene la cabeza.
Coordinación Sigue objetos desplazando la cabeza.
Mira su mano, la lleva a la línea media y a la boca.
Lenguaje Gira la cabeza hacia fuentes sonoras.
Produce emisiones sonoras.
Social Sonríe cuando se le habla.
Áreas Ítems
Motora Se mantiene sentado con la espalda formando arco.
Comienza a rolar.
Coordinación Toma objetos con la palma de la mano voluntariamente.
Transfiere objetos de una mano a la otra y los lleva a la boca.
Gira la cabeza hacia un objeto caído.
Lenguaje Busca activamente diferentes fuentes sonoras.
Emite balbuceos parecidos a sílabas.
Social Juega con su cuerpo.
D E S A R R O L L O
| 6 3
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Se sienta solo.
Se sostiene parado tomado de las manos.
Realiza movimientos de gateo o desplazamiento.
Coordinación Toma objetos pequeños con participación del pulgar.
Encuentra un objeto oculto a su vista.
Sostiene un objeto en cada mano.
Lenguaje Reacciona cuando se le llama y ante solicitudes verbales simples.
Usa patrones de entonación; su silabeo es más rico.
Social Inicia juegos de tipo “cucú”.
Diferencia perfectamente familiares de extraños.
Estira los brazos solicitando ser alzado.
Come sentado y con cuchara.
El niño de 12 meses
A esta edad el niño adquiere la posición erecta y la marcha, lo que le permite am-
pliar su campo de exploración y conocimiento del mundo. Manipula finamente los
objetos con presión pinza. Comienza a decir las primeras palabras y tiene una me-
jor comprensión del habla adulta en relación con lo que es capaz de emitir. Le agra-
dan los juegos de sacar y poner.
6 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Da pasos con ayuda.
Coordinación Utiliza prensión tipo pinza.
Utiliza instrumentos para alcanzar objetos.
Pone y saca objetos de un recipiente.
Social Entrega un objeto en respuesta a una orden.
Lenguaje Emite enunciados de una palabra.
Niega con la cabeza.
Lenguaje / Social Dice adiós con la mano y la utiliza para señalar lo que quiere.
Social Juega imitando acciones simples.
Intenta comer solo usando sus manos.
El niño de 15 meses
El niño de esta edad es un deambulador que explora activamente el mundo que lo
circunda. Comprende mejor el lenguaje. Utiliza jerga y amplía su vocabulario (de
unas veinte palabras). Conoce familiares por el nombre o parentesco. Juega solo y
busca la interacción con el adulto, manteniendo su atención momentáneamente.
Requiere a la madre como reaseguro; imita gestos.
Áreas Ítems
Motora Camina solo, aún con cierta impericia.
Se agacha y se vuelve a parar.
Coordinación Introduce objetos pequeños en un recipiente.
Comienza a apilar objetos.
Hojea una revista o libro.
Lanza la pelota.
Sujeta un vaso.
Lenguaje Utiliza jerga y un repertorio de seis a diez palabras.
Social Intenta sacarse los pañales sucios.
D E S A R R O L L O
| 6 5
M Ó D U L O 3
El niño de 18 meses
Al año y medio domina la marcha. Se consolidan sus intercambios verbales, los que
en adelante progresarán sostenidamente. Tiene un repertorio definido de palabras
(alrededor de veinte), todavía con errores de pronunciación (dislalias evolutivas). Es
escasa su capacidad para unir dos elementos léxicos (frase de dos palabras). No
expresa frustración si no le entienden. Le agradan y muestra pericia en los juegos
de desplazamiento (arrastrar juguetes). Inicia los juegos simbólicos.
Áreas Ítems
Motora Camina con buena estabilidad y trepa a una silla.
Coordinación Retira piedritas o botones de un recipiente.
Intenta imitar trazos.
Lenguaje Reconoce cuatro partes del cuerpo y prendas de vestir.
Se interesa por las figuras de un libro.
Identifica familiares por el nombre y el parentesco.
Social Juega desplazando objetos.
Coordinación / Social Puede patear y recibir una pelota.
Utiliza la cuchara para comer, aún imperfectamente.
Social Comienza a interesarse en el control de esfínteres.
Inicia juegos simbólicos.
6 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Corre.
Se para solo.
Coordinación Imita trazos.
Sube y baja escaleras.
Hojea un libro.
Lenguaje Nombra figuras.
Coordinación Construye torre con cubos.
Lenguaje Usa frases de dos palabras.
Social Juego simbólico.
Juego paralelo.
Coordinación / Social Usa cuchara.
Social Comienza el control de esfínteres.
Áreas Ítems
Motora Salta y se para en puntas de pie.
Sube y baja escalera alternando los pies.
Coordinación Inhibe garabatos, hace trazos definidos.
Imita puente con cubos.
Lenguaje Discrimina tamaños.
Usa el pronombre “yo”.
Usa frases de entre tres y cuatro palabras.
Nombra o reconoce figuras de un libro.
Social Colabora para vestirse.
D E S A R R O L L O
| 6 7
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Corre apropiadamente.
Coordinación Copia círculos.
Dibuja la figura humana (de cuatro elementos).
Pinta dibujos simples.
Lenguaje Reconoce acciones en dibujos.
Dice su sexo.
Usa frases más completas.
Utiliza interrogación característica.
Social Controla esfínteres durante la vigilia.
Coordinación / Social Usa utensilios para comer.
6 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Trepa a los árboles y hace salto en largo.
Coordinación Copia una cruz.
Lenguaje Responde ante órdenes sencillas.
Coordinación Dibuja la figura humana (entre seis y ocho elementos).
Lenguaje Reconoce términos opuestos.
Comprende preposiciones.
Clasifica colores.
Discrimina formas.
Responde analogías.
Comprende razones.
Usa plurales.
Cuenta hasta cuatro.
Diferencia dibujo de escritura.
Social / Coordinación Se viste y desviste solo.
Social Controla esfínter vesical durante el sueño.
D E S A R R O L L O
| 6 9
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Motora Anda en bicicleta.
Coordinación Copia un cuadrado.
Se prende botones.
Arma rompecabezas.
Dibuja la figura humana (nueve o más elementos).
Lenguaje Reconoce semejanzas y diferencias en dibujos.
Define palabras.
Nombra figuras geométricas.
Lenguaje / Inteligencia Utiliza preconceptos.
Escribe su nombre y palabras familiares.
Social Juego dramático.
Áreas Ítems
Motora Corre midiendo la velocidad.
Coordinación Se ata los cordones de las zapatillas.
Lenguaje Comprende absurdos de contenido.
Maneja el código de escritura.
Puede narrar historias.
Inteligencia Puede seriar hasta cinco objetos.
Social Tiene compañeros fijos de juego.
Inicio de juego reglado.
7 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 3
Áreas Ítems
Inteligencia Clasificación jerárquica de objetos.
Conservación de sustancia.
Maneja el concepto de número.
Lenguaje Comprende absurdos de forma.
Comprende metáforas simples.
Lee y escribe alfabéticamente todo tipo de palabras.
D E S A R R O L L O
| 7 1
M Ó D U L O 4
Propósito
E speramos que en este material usted encuentre herramientas
para favorecer la adquisición y desarrollo del lenguaje como re-
quisito para el proceso de alfabetización.
Objetivos
Se espera que al finalizar el trabajo con
este módulo, usted sea capaz de:
D E S A R R O L L O
| 7 5
M Ó D U L O 4
Desarrollo psicológico
y adquisición del lenguaje
U no de los aspectos más desafiantes en el estudio del desarrollo psicológico in-
fantil es el de la adquisición del lenguaje. ¿Cómo aprenden los niños a hablar? Y
lo que es más interesante, ¿cómo llegan a comprender y a usar el lenguaje?
La investigación sobre el tema intenta contestar estas preguntas siguiendo una va-
riedad de procedimientos. En general, conocemos el lenguaje a partir de lo que ha-
blamos y comprendemos nosotros mismos y a partir de lo que hablan y comprenden
otras personas. Pero cuando se trata de niños pequeños aparecen dificultades par-
ticulares, puesto que aún no tienen producción lingüística y no es posible conversar
con ellos o preguntarles qué quisieron decir para poder entender cómo funciona su
lenguaje.
Por esa razón, los métodos de investigación varían según la edad de los niños. Los
que se emplean cuando se trata de niños muy pequeños incluyen la observación de
la velocidad de succión y de los latidos del corazón, del hecho de que giren o no la
cabeza y que fijen su mirada cuando se les habla, porque ésas son las repuestas
que podemos obtener durante esta etapa. Podemos interpretar la presencia o au-
sencia (relativa) de estas características, su aceleración o desaceleración, como las
respuestas del bebé a los diversos estímulos lingüísticos que se le presentan.
Pero más difícil aún es entender cómo los niños comprenden el lenguaje. El trabajo
de investigación de William Philip (1995) sobre la comprensión y el comportamiento
D E S A R R O L L O
| 7 7
M Ó D U L O 4
lingüístico infantiles, basado en una experiencia sobre cuantificación, arroja luz sobre
nuestros interrogantes acerca de la adquisición del lenguaje. Los autores se propu-
sieron examinar cómo utilizan los niños el cuantificador inclusivo todos/as.
Durante una situación de evaluación a niños de cuatro años se les presentaron imá-
genes similares a las siguientes y se les hicieron preguntas semejantes a ésta: “¿Es-
tán todas las ranas usando una computadora?” (Marazzato, 2000).
Los niños respondieron como era esperable “No”, y, señalando la rana sin compu-
tadora, agregaron “Ésa no”.
Esta respuesta puede hacernos pensar, erróneamente, que los niños presentan un
comportamiento lingüístico semejante al de los adultos, porque comprenden de la
misma manera o de manera parecida. Sin embargo, en ejemplos posteriores el au-
tor mencionado demostró que ése no es el caso.
Se presentaron a los mismos niños otras imágenes como las que aparecen a con-
tinuación y se les formuló la misma pregunta que en el caso anterior.
Los adultos, obviamente, responden de manera afirmativa, ya que las tres ranas es-
tán usando una computadora y desechan como irrelevante, para el interrogante
planteado, el hecho de que haya una computadora sin rana. Pero los niños exami-
nados contestaron “No” a la misma pregunta, señalando la computadora sin rana
para indicar la fuente de información para su negativa, “Ésa no”.
Estos hechos indujeron al autor a pensar que la comprensión que tiene un niño de
la situación es diferente de la de un adulto. Los adultos normales (sin deficiencia
mental) ven en ambos casos relaciones entre entidades individuales. Identifican las
computadoras, las ranas y las relaciones entre ellas (ranas que están usando las com-
7 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
putadoras). A pesar de que en el primer caso los niños parecen hacer lo mismo, en
el segundo se advierte que los niños no pueden aún distinguir individuos. Todo lo
que pueden entender es la relación (el evento) en su totalidad. Pero sobre el hecho
de que una rana está sin computadora o que una computadora está sin rana, falta
la relación.
D E S A R R O L L O
| 7 9
M Ó D U L O 4
Cuanto más sepamos acerca del proceso de adquisición del lenguaje, más y me-
jor podremos ayudar a nuestros niños no sólo en su desarrollo lingüístico, sino en
muchas de las demás capacidades cognitivas (quizá todas), que dependen, en
mayor o menor medida, del lenguaje.
Durante el desarrollo del lenguaje pueden identificarse distintos períodos que per-
miten distinguir el pasaje de la expresión a la comunicación y de ahí a la palabra y
al lenguaje (Borzone de Manrique y Rosemberg, 2000b).
8 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
El autor señala, además, que siempre se observa un desfasaje entre los he-
chos de producción y comprensión: el niño es capaz de comprender más de
lo que es capaz de emitir.
Debemos señalar que esto también ocurre durante la vida adulta y que el aumento
del vocabulario se extiende a lo largo de toda la vida, aunque el ritmo sea conside-
rablemente más lento, a partir de lo que ocurre luego de los cinco primeros años
de vida.
Las primeras emisiones de una palabra que produce un niño se denominan holo-
frase, porque tienen el valor de una frase: por ejemplo, si el niño dice “mamá”, pue-
de querer decir “Ahí viene mamá”, “Quiero que venga mamá” o “Ésta es mi mamá”.
Es decir que son enunciados más complejos desde el punto semántico, cuya com-
prensión por parte de los adultos se resuelve por las características contextuales de
la emisión (cuándo y dónde el niño las dijo).
D E S A R R O L L O
| 8 1
M Ó D U L O 4
Las funciones que primero aparecen en relación con estas emisiones son la de de-
signar (por ejemplo, “babau”, por perro). Más tarde aparecen expresiones de po-
sesión (por ejemplo “mío”) de atribución (por ejemplo, “ico”, por “rico”) y de
localización (por ejemplo, “acá ta”). Todas ellas se realizan según el dominio fono-
lógico que tiene el niño durante los tres o cuatro primeros años de vida, que es to-
davía imperfecto respecto de la norma adulta.
Debemos señalar que la evolución que se observa en el desarrollo del lenguaje co-
rresponde a todas las dimensiones a las que hemos hecho referencia en el módu-
lo 5: fonológica, sintáctica, semántica y también pragmática.
• desde los tres años se asiste a un incremento muy rápido de todas las dimen-
siones del lenguaje, incremento que continúa hasta los cinco años, edad en la
que el lenguaje se encuentra prácticamente establecido: los niños tienen una
gran competencia lingüística en su lengua nativa, llamada por eso lengua mater-
na, aun cuando algunos aspectos, como el uso de frases subordinadas y la
transformación de frases pasivas requieren un tiempo considerablemente mayor,
y por eso se llaman “estructuras tardías”.
Debe tenerse en cuenta que el uso de frases pasivas suele ser de estilo y que apa-
rece con mayor frecuencia en el lenguaje escrito que en el lenguaje oral. Por ejem-
plo, algunos estudios muestran que sólo el 5% de las frases producidas por los
adultos son de ese tipo, pero que es mucho más frecuente encontrarlas en expre-
siones escritas.
8 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
5 años
4 años
3 años
2 años
1 años
Sin lenguaje
0 años
Hemos visto que alrededor de los cinco años los niños ya son hablantes com-
petentes de su lengua materna.
D E S A R R O L L O
| 8 3
M Ó D U L O 4
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Si no es así, ¿a qué razones cree usted que pueden obedecer las diferencias?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Recuerde que la evolución del lenguaje no se limita al dominio del sistema formal
(competencia lingüística) sino, además, al de los usos y funciones del lenguaje (com-
petencia comunicativa), tema que desarrollaremos en las siguientes secciones.
8 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Tal competencia aumenta con la edad de acuerdo con las experiencias por las
que se atraviese y se pone de manifiesto mediante diferentes exponentes lingüís-
D E S A R R O L L O
| 8 5
M Ó D U L O 4
Sin embargo, con el propósito de reflexionar sobre las relaciones de las funciones
del lenguaje oral y del lenguaje escrito, es conveniente que recordemos sucinta-
mente algunas de ellas, formuladas por estos autores.
Hablaremos, en primer lugar, de las funciones enunciadas por Halliday, cuya pers-
pectiva permite clasificar las funciones del lenguaje en relación con la interacción
con el sí mismo, con otras personas y con las cosas del mundo. Estas funcio-
nes aparecen característicamente a determinadas edades y luego se perfeccionan.
• La función personal se utiliza para expresar la conciencia del sí mismo, para ex-
presar el yo (por ejemplo, “Llegué”, “Aquí estoy”).
8 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
• La función imaginativa atañe al uso imaginativo o lúdico del lenguaje, por el cual
se crea un mundo propio.
Entre los 18 y 24 meses aparecen otras funciones sobre la base de las anteriores.
A partir de los 24 meses se establecen funciones más cercanas a las que se po-
nen en evidencia en el habla de los adultos.
• La función interpersonal implica el uso del lenguaje como medio para participar
en situaciones de habla, en conversaciones. Procede de la función pragmática.
D E S A R R O L L O
| 8 7
M Ó D U L O 4
Pero, además de las funciones del lenguaje que dan cuenta de las relaciones con
el sí mismo, con los otros y con el mundo, nos interesa de manera particular otra
función que se relaciona significativamente con la lengua oral. Se trata de la función
metalingüística de la que habla Jakobson desde otra perspectiva lingüística.
La función metalingüística puede ser definida como aquella función del lenguaje que
permite al hablante referirse al lenguaje mismo, como objeto de conocimiento.
Cuadro 2. Resumen de las funciones y usos del lenguaje (Halliday, 1975; Ja-
kobson, 1985)
8 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Textual Para la
codificación
en palabras
y frases.
D E S A R R O L L O
| 8 9
M Ó D U L O 4
Retomemos y resumamos entre todas las funciones del lenguaje expuestas hasta
ahora aquellas que se ponen de manifiesto en la vida cotidiana de los niños. Aque-
llas que posibilitan al maestro instrumentar estrategias que favorezcan su uso, no
exclusivamente durante la clase de lengua, sino en todas la actividades que se de-
sarrollan en la escuela. Recordemos que no siempre se expresa una sola función
del lenguaje, sino que en una misma emisión pueden aparecer varias de ellas.
Por ejemplo, el maestro puede promover actividades en las que los niños pro-
porcionen información general de la vida cotidiana y específica, referida a los
contenidos que está desarrollando.
– Por favor, cuéntenme que hicieron ayer por la tarde. ¿Qué pasó en el partido
de fútbol? ¿Qué hicieron en la clase de música?
– ¿Por qué no les gusta hacer mandados?
– ¿Qué desayunaron hoy?
– ¿Cuáles son las cuentas que les dan más trabajo?
– Hoy vamos a hablar de los diferentes alimentos que comemos. ¿Qué saben
ustedes sobre los alimentos? ¿Todos son igualmente sanos? ¿Hay que co-
mer frutas y verduras? ¿Por qué?
En general, los contenidos, que obviamente son diversos, deben remitir a los te-
mas familiares y/o de interés para el desarrollo de la clase, de acuerdo con la
planificación que tenga prevista el maestro.
– Presten mucha atención a lo que voy a decir porque tenemos que organizar
una excursión al zoológico y tenemos que preparar lo que vamos a llevar.
9 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
– Para mañana, toda la clase tiene que traer hojas porque vamos a hablar de
las plantas.
– La semana que viene vamos a invitar a algunas mamás a cocinar en la escue-
la. Lo primero que tenemos que hacer es una lista de comidas que les parez-
can ricas y que sean sanas.
En la enseñanza activa de la lengua oral pueden utilizarse ejemplos como los men-
cionados para mejorar deliberadamente la calidad de las interacciones que tienen
lugar en el aula.
D E S A R R O L L O
| 9 1
M Ó D U L O 4
A partir de lo desarrollado hasta ahora, reflexione y discuta con sus colegas sobre
los siguientes aspectos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Recuerde que la función metalingüística es muy importante para los procesos de al-
fabetización. En los siguientes apartados volveremos sobre ella.
9 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Competencia metalingüística
y alfabetización
Competencia metacognitiva
y competencia metalingüística
El desarrollo de la competencia metacognitiva se produce progresivamente, como
ocurre con otros aspectos del desarrollo psicológico. La competencia metacogni-
tiva se refiere al conocimiento sobre el propio conocimiento, es decir, a la habilidad
para pensar sobre nuestros procesos cognitivos. Es el conocimiento de las tareas
que enfrentamos y las estrategias que empleamos para resolverlas (Garner, 1993).
D E S A R R O L L O
| 9 3
M Ó D U L O 4
9 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
– “¿Con qué letra empieza la palabra auto?” “¿Qué sonidos tiene la palabra casa?”
Se puede facilitar este análisis, haciendo prolongar los sonidos.
– “Vamos a decir todas las comidas que comiencen o bien que terminen con la
letra a.”
– “¿Cuántas palabras tiene el título del cuento La bruja Berta? Vamos a contar-
los: la… bruja… Berta. Sí, tiene tres.”
Recordemos que los niños pequeños tienen dificultades para aislar palabras,
porque el significado de la palabra “palabra” se desarrolla en el tiempo, y que
las actividades de lectura favorecen el dominio de la conciencia lexical, por-
que en la escritura cada palabra está precedida y procedida de un espacio
en blanco; en cambio, en el lenguaje oral no se hacen pausas entre palabras
(por ejemplo, recuerde que en la canción patria Aurora, cuando sus estrofas
dicen “Azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar”, muchos
niños no las comprenden porque hacen un análisis lexical incorrecto, y can-
tan “a su lunala...”).
D E S A R R O L L O
| 9 5
M Ó D U L O 4
– “¿Está bien que digamos ‘La pelota tiene hambre’? ¿Quiénes tienen hambre?”
Este tipo de ejercicios puede hacer reflexionar adicionalmente sobre el carác-
ter animado o inanimado, distinción que aparece a lo largo del desarrollo infan-
til. Además permite conocer el tipo de experiencias por las que ha atravesado
un niño.
– “¿Cómo podemos decir de otra manera ‘A María le gusta leer libros de cuen-
tos’?” Además de referirse a la sinonimia, ejercicios de este tipo permiten tra-
bajar sobre reformulación de frases y ampliación del vocabulario.
– “Si digo ‘elixobino’, ¿qué quiero decir?” (tratando de desambiguar “El hijo vi-
no” o “Elijo vino”). Es, además, una buena oportunidad para hacer notar dife-
rencias entre lenguaje oral y escrito (en la escritura no es ambiguo y en el
plano oral sí lo es, motivo por el cual es necesario contar con más informa-
ción para resolver la cuestión oral; por ejemplo, no aparecerían vacilaciones
en la interpretación de “El hijo vino… a visitar a su mamá”).
– “¿Qué quiere decir que ‘Alicia tenía los cabellos de oro’?” Recuérdese que
una metáfora consiste en la aplicación de una palabra o expresión que apa-
rece normalmente en un contexto para expresar un significado en un contex-
to diferente en razón de la analogía real o supuesta (los cabellos rubios son
de color parecido al oro). En muchos cuentos, poesías, canciones patrias y
cantos infantiles abundan las metáforas, y aun en grados avanzados no siem-
pre los niños las comprenden. El maestro puede explicitarlas para favorecer
la actividad metalingüística implicada.
Se trata de proponer ejercicios que permitan a los niños detectar si las diferen-
tes ideas que se expresan en un texto son congruentes entre ellas.
Digan qué les parecen estos ejemplos de dos oraciones que les voy a leer.
9 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Deberá hacerse notar que, en el primer caso, ambas oraciones son congruen-
tes, están relacionadas, y en el segundo caso, no.
Conciencia fonológica
y reconocimiento de palabras
Ya hemos examinado el papel de la conciencia fonológica en el reconocimiento de
palabras que resulta crucial durante la alfabetización inicial, especialmente en el sis-
tema de escritura en español. Detengámonos brevemente en este aspecto.
En los sistemas de escritura alfabética, las unidades de codificación son los soni-
dos (técnicamente fonemas: mínimas unidades distintivas de la lengua). El sistema
de escritura español es alfabético, como el de casi todas las lenguas occidentales,
es decir que puede definirse como un sistema que codifica cada uno de los soni-
D E S A R R O L L O
| 9 7
M Ó D U L O 4
9 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
D E S A R R O L L O
| 9 9
M Ó D U L O 4
desde los dos años y medio hasta los cuatro, se observa alguna toma de con-
ciencia de los componentes fonéticos de la lengua:
La toma de conciencia de diferentes unidades del sistema sonoro, por ejemplo, las
palabras, las sílabas, los fonemas, no es simultánea a lo largo del desarrollo. En al-
gunos casos, es más temprana que en otros; así, por ejemplo, el reconocimiento
de rimas y de sílabas es anterior al de fonemas y palabras. Los estudios específi-
cos sobre el tema (Liberman, 1973) han demostrado lo siguiente:
• antes de los seis años, los niños tienen mayores dificultades para segmentar las
palabras en el nivel del fonema, en tanto les resulta fácil segmentar en el nivel de
la sílaba;
• en la capacidad de segmentación de fonemas puede observarse esta progresión:
a) 0% a los cuatro años;
b) 17% a los cinco años;
c) 70% a los seis años.
1 0 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
• Hacer una lista de los sonidos del español, a partir del trabajo con algunas pa-
labras seleccionadas. El maestro propone este tipo de actividades en el plano
oral y luego escribe la representación de esos sonidos en letras (en los módulos
5 y 6 encontrará ejemplos de estas tareas).
• Proponer juegos o actividades en los que haya que discriminar los sonidos
inicial, medio y final de las palabras.
• Jugar al tutti-frutti: si los niños aún no leen ni escriben se puede realizar una
actividad con la misma mecánica del juego, pero en forma oral, dibujando pocas
categorías en el pizarrón, por ejemplo, una pera para representar la “categoría”
D E S A R R O L L O
| 1 0 1
M Ó D U L O 4
de frutas, un oso para la de animales, una silla para la de cosas, etc. Una vez
elegida la letra con la que debe empezar la palabra, el maestro nombra la prime-
ra categoría, por ejemplo, “frutas”. Cuando aparece un ejemplo de frutas que co-
mience con esa letra, nombra la segunda categoría y así continúa.
• Proponer actividades en las que los niños deban sintetizar los sonidos que
han prolongado, por ejemplo, aaaa… uuuu… tttt… oooo, y preguntar qué pa-
labra se forma.
• Enseñar las letras que representan los sonidos para poder identificarlas y uti-
lizar esa identificación cuando leen o escriben.
Comprensión lectora
y otras habilidades metalingüísticas
El énfasis en el papel central del reconocimiento de palabras no debe hacer olvidar
que el propósito último de la lectura es la comprensión de unidades mayores a la
palabra: las oraciones, los textos (Pressley, 1998, citado por Stanovich, 2000). Am-
bos, el reconocimiento de palabras y la comprensión lectora, constituyen dos de
los procesos más importantes para la lectura, no obstante ser considerados de di-
ferente nivel. Perfetti (Perfetti y Lesgold, 1977; Perfetti, 1985) ha formulado la teo-
ría de la eficiencia verbal según la cual el reconocimiento de palabras tiene que
realizarse de una manera rápida y automática para poder dedicar recursos cogniti-
vos a la comprensión. Si ello no sucede, el costo cognitivo del reconocimiento de
palabras quita posibilidades a los procesos de nivel más alto.
1 0 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
del lector, quien construye el significado basado en su acerbo cultural, en sus pro-
pósitos y en la situación de lectura (Gunning, 1998).
Es por ello que las intervenciones que favorecen la toma de conciencia lingüística
en diferentes niveles resultan imprescindibles durante el proceso de alfabetización,
D E S A R R O L L O
| 1 0 3
M Ó D U L O 4
Para clarificar esas intervenciones, es necesario recordar los aspectos que se in-
cluyen en el análisis de la comprensión textual, pues ésta generalmente se encara
desde distintas vertientes. A continuación se detallan.
• El procesamiento del texto, que corresponde a los procesos cognitivos que in-
tervienen para comprender un texto dadas sus características textuales.
Sobre los conocimientos lingüísticos y sobre la importancia que revisten para la al-
fabetización hemos hecho referencia en otros apartados. Veamos ahora el resto de
los aspectos involucrados.
1 0 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Tenemos esquemas sobre objetos (por ejemplo, una casa, un libro), sobre situacio-
nes (una clase), sobre eventos (un partido de fútbol), sobre secuencias de accio-
nes (levantarse, desayunar e ir a la escuela).
Supongamos que un niño está leyendo la siguiente oración: “Luis compra carame-
los en el quiosco que está al lado de la escuela”. Inmediatamente, se activa su es-
quema de lo que es un quiosco: un tipo de negocio diferente de otros (de la
carnicería, la verdulería o la farmacia), de los objetos que se venden en él, del dine-
ro necesario para comprar caramelos, de cómo tiene que contar el vuelto, de lo que
tiene que pedir al vendedor, de lo que compró ayer, de lo que su mamá le encargó
que comprara en la verdulería de la esquina cuando volviera de la escuela, etc. Es
decir que permanentemente la activación de un esquema permite que dispongamos
de una red de información muy amplia (Graves, Juel y Graves, 2001).
D E S A R R O L L O
| 1 0 5
M Ó D U L O 4
Este tipo de conocimiento es esencial durante las tareas de lectura donde se ponen
en evidencia estrategias de recuperación de la información de carácter literal e
inferencial. Las inferencias se utilizan para rellenar las lagunas que aparecen en la
estructura del texto de modo de posibilitar la concatenación de eventos, informacio-
nes o justificaciones (Warren, Nicholas y Trabasso, 1979). Realizar inferencias cons-
tituye una de las elaboraciones de más alto nivel durante la lectura, a propósito de
detalles, juicios o conclusiones que el lector construye con base en sus esquemas
a partir de las informaciones disponibles en el texto. Dependen, por lo tanto, de la ri-
queza de los conocimientos previos.
1 0 6
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Los libros de lectura iniciales deben ajustarse a los conocimientos de los lec-
tores incipientes, ya que debe existir una suerte de continuidad entre la ad-
quisición del lenguaje en situaciones altamente contextualizadas y los “libros
de lectura” de los primeros grados, también altamente contextualizados, so-
bre todo en el caso de textos etnográficos especialmente diseñados para ni-
ños que provienen de una comunidad determinada.
Muchos niños, pero no todos, llegan a la escuela con un buen desarrollo, aunque
sea implícito, de la comprensión de narrativas, ya que les han leído cuentos y han
“visto” narrativas en el cine o la televisión.
D E S A R R O L L O
| 1 0 7
M Ó D U L O 4
• este tipo de texto en general presenta información nueva para ser aprendida;
• ese aprendizaje requiere esfuerzo de parte del lector;
• deben reconocer aquello que es importante en un texto expositivo;
• deben desarrollar interés en aprender y confianza en su habilidad para aprender
de los textos informativos.
A continuación presentaremos más detalles de las diferencias entre estos tipos tex-
tuales.
1 0 8
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Credibilidad
Los episodios ocurren en un tiempo y lu- El tiempo y lugar tienden a ser genéricos.
gar especificados. Las afirmaciones rigen Las afirmaciones son más bien universa-
para ese tiempo y lugar. les, referidas sólo al tiempo en el que se
formulan.
Género discursivo
D E S A R R O L L O
| 1 0 9
M Ó D U L O 4
Características retóricas
Recursos de señalización
En general, la tarea del lector (Defior Citoler, 1996) requiere de varios subprocesos
que interactúan entre sí, en los que intervienen actividades metafonológicas, meta-
sintácticas, metasemánticas, metatextuales y metapragmáticas. Algunos de esos
procesos son los que se explican a continuación.
1 1 0
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
• las actividades metacognitivas que le permiten al niño aplicar las reglas de co-
rrespondencia del código grafofonético;
• la riqueza de su vocabulario, almacenado en su “diccionario mental”.
4. Finalmente, es necesario analizar “la trama de relaciones entre las ideas y la es-
tructura interna del texto” (Defior Citoler, 1996), es decir, reconocer la organización
formal del texto o superestructura, que difiere según se trate de los diferentes ti-
pos de textos que hemos examinado: secuencias cronológicas en los textos expo-
sitivos, secuencias lógicas o temáticas. Es importante que los lectores identifiquen
el tipo de texto que están leyendo para poder identificar y analizar sus funciones co-
municativas.
D E S A R R O L L O
| 1 1 1
M Ó D U L O 4
Ahora bien, hemos visto que un texto no es totalmente explícito, de modo que el
lector u oyente agrega inferencialmente (sobre la base de sus conocimientos pre-
vios) proposiciones agregadas para proveer los lazos faltantes del texto.
Las limitaciones de la memoria a corto plazo impiden que el procesamiento sea rea-
lizado sobre el conjunto completo de proposiciones. Dicho procesamiento se reali-
za, en consecuencia, en ciclos de algunas proposiciones a la vez. La conexión de
cada grupo de proposiciones se realiza a partir de la retención en la memoria a cor-
to plazo de cada ciclo, al que se integran las proposiciones de un ciclo nuevo de
manera que el procesamiento continúa a lo largo del texto. A partir de este proce-
samiento pueden reconocerse diferentes niveles de comprensión.
Niveles de comprensión
y representación
Las competencias discursivas que permiten manejar adecuadamente el texto escri-
to son complejas y progresivamente más elaboradas. Pueden distinguirse diferen-
tes niveles de comprensión textual (Kintsch, 1988; Van Dijk, 1983):
1 1 2
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Cómo se maneja con las diferencias? ¿Qué puede hacer para mejorar la com-
prensión lectora de cada niño?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D E S A R R O L L O
| 1 1 3
M Ó D U L O 4
• Aprender palabras nuevas y utilizar las conocidas en otros contextos. Esto pue-
de hacerse, como vimos en módulos anteriores, mediante las siguientes propuestas.
– Introducir el tema del que trata el texto, informando o recuperando los cono-
cimientos previos que sobre él tienen los alumnos.
– Buscar orientación sobre el tema en el título del texto.
– Recomendar la lectura global del texto para poder formarse una idea general
de él.
– Enseñar a orientarse con los distintos subtítulos de los apartados que incluye
un texto.
– Preguntar por el significado de palabras que no conozcan o usar otras estra-
tegias para encontrarlo.
– Identificar las ideas principales de cada párrafo (microestructura).
– Parafrasear oraciones, lo que equivale a decirlas de otro modo con palabras
propias (reformulación de textos).
– Enseñar a subrayar las ideas principales, a hacer resúmenes y esquemas de
la información, que contribuyan a tomar conciencia de ésta o de la macroes-
tructura del texto.
– Enseñar las distintas formas como se organiza un texto.
1 1 4
| D E S A R R O L L O
M Ó D U L O 4
Resumen
y conclusiones generales
E n este módulo:
• Examinamos algunas nociones relativas al desarrollo psicológico y su relación
con la adquisición del lenguaje.
• Repasamos los usos y funciones del lenguaje que aparecen a diferentes edades.
Le proponemos que revise las cuestiones iniciales que le presentamos sobre el tema
de desarrollo psicológico y lingüístico. Esperamos que pueda completar algunas de
sus respuestas.
D E S A R R O L L O
| 1 1 5
Bibliografía
Alegría, J., “Por un enfoque psicolingüístico del aprendizaje de la lectura y sus dificultades”,
en Infancia y aprendizaje, 1985, pp. 29, 79-94.
Benveniste, E., Problemas de lingüística general I , México, Siglo XXI Editores, 1978.
Binet, A. y Simon, Th., “Nouvelles recherches sur la mesure du niveau intellectuel chez les
enfants”, en Anné Psychologique, XIV, 1911, pp. 145-201.
Borzone de Manrique, A. M. y Rosemberg, C., ¿Qué aprenden los niños cuando aprenden
a hablar?, Buenos Aires, Aique, 2000.
Brewer, W., “Literary Theory, Rhetoric and Stylistics: Implications for psychology”, en: Spiro,
R. J.; Bruce, B. C. y Brewer, W. F. (comps.), Theoretical issues in reading comprehension,
Hillsdale, Nueva Jersey, Lawrence Erlbaum Associates, 1980.
Bruner, J., Le développement de l´enfant. Savoir fare, savoir dire, París, PUF, 1991.
Bruner, J., Realidad mental y mundos posibles, Buenos Aires, Paidós, 1986.
Clay, M. M., Emergent reading behavior, disertación doctoral no publicada, Nueva Zelanda,
University of Auckland, 1966.
Courts, P. L., Multicultural Literacies: Dialect, Discourse and Diversity, Nueva York, Peter
Lang, 1997.
D E S A R R O L L O
| 1 1 7
Cristal, D., The Cambridge Encyclopedia of the English Language, Nueva York, Cambridge
University Press, 1995.
Defior Citoler, S., Las dificultades de aprendizaje. Un enfoque cognitivo. Lectura, escritura,
matemáticas, Málaga, Aljibe, 1996.
Del Río, M. J., Psicopedagogía de la lengua oral: un enfoque comunicativo, Barcelona, ICE-
Horsori, 1998, 2ª edición.
Faber, A., “Phonemic segmentation as epiphenomenom: evidence from the history of alpha-
betic writing”, Haskins Laboratories, Status Report on Speech Research, SR -101-102, pp.
28-40, 1990.
Fayol, M., “La compréhension lors de la lecture: un bilan provisoire et quelque questions”, en
P. Lecocq (comp.), La lecture. Processus, apprentissage, troubles, París, Presses Universi-
taires de Lille, 1992.
Gardner, H., La mente no escolarizada. Cómo piensan los niños y cómo deberían enseñar
las escuelas, Barcelona, Paidós, 1993.
Garton, A. F., Interacción social y desarrollo del lenguaje y de la cognición, Barcelona, Pai-
dós, 1994.
Gee, J., “Critical issues: Reading and the new literacy studies. Reframing the National Academy
of Science Report on Reading”, en Journal of Literacy Research, 1999, pp. 31, 355-374.
Gee, J., Social linguistics and literacies: Ideology and discourses, Londres, Falmer Press,
1996, 2ª edición.
Gil Carnicero, P.; Prieto González, L; Rodríguez Escudeiro, R. y Sánchez Carretero, N., “El
papel de la interacción adulto-niño en el desarrollo: un enfoque longitudinal”, en Substratum
núm. 7, vol. 3, 1995, pp. 15-38.
Gombert, J. E., “Développement métalinguistique et langage écrit”, en: Gombert, E., Le dé-
veloppement métalinguistique, París, Presses Universitaires du France, 1990.
1 1 8
| D E S A R R O L L O
Gough, P. B., “Word Recognition”, en: Pearson, P. D. (comp.), Handbook of reading research,
Nueva York, Longman, 1984.
Graves, M. F.; Juel, C. y Graves, B. B., Teaching Readig in the 21st Century, Boston, Allyn
and Bacon, 2001.
Gunning, T., Assessing and Correcting Reading and Writing Difficuties, Boston, Allyn and Ba-
con, 1998.
Halliday, Ch., Explorations in the functions of language, Londres, Edward Arnold, 1975.
Halliday, Ch., Spoken and Writing Language, Hong Kong, Oxford Universy Press, 1988.
Heath, S. B., Ways with words: Language, life, and work in communities and classrooms,
Cambridge, Cambridge University Press, 1983.
Hourigan, M., Literacy as social exchange: Intersections of class, gender, and culture, Nue-
va York, State University of New York, 1994.
Kintsch, W., “The use of knowledge in discourse processing: A construction integration mo-
del”, en Psychological Review, 1988, pp. 95, 163-182.
Kintsch, W. y Van Dijk, T. A., “Toward a model of text comprehension and production”, en
Psychological Review, 1978, pp. 85, 363-394.
Lee, C., “A Culturally based cognitive apprenticeship: Teaching African American high School
students skills in literary interpretation”, en Reading Research Quarterly, 1995, pp. 30, 608-630.
Lenneberg , E. H., Fundamentos biológicos del lenguaje, Madrid, Alianza Editorial, 1975.
Levelt, W. J. M., Speaking: From intention to articulation, Cambridge, Mass, MIT Press, 1989.
Liberman, A. L., “The relation of Speech to Reading and Writing”, en: Frost, R. y Katz, L.
(comps.), Orthography, Morphology and Meaning, Elsevier Scs. Pub, 1992.
D E S A R R O L L O
| 1 1 9
Liberman, I. Y., “Segmentation of spoken word”, en Bulletin of the Orton Society, 1973, pp.
23, 65-77.
Liberman, I.; Shankweiler, D. P.; Fisher, F. y Carte, B., “Explicit syllable and phonemic seg-
mentation in the young child”, en Journal of Experimental Child Psychology, 1974, pp. 18,
201-212.
Mattigly, I. J., “Reading, the linguistic process and linguistic awareness”, en: Kavanagh, J. K.
y Mattingly, I. J. (comps.), Language by Ear and by Eye, Cambridge, Mass, MIT Press, 1972.
Meisels, S. y Provence, S., Screening and assessment: Guidelines for Identifying Young Di-
sables and Developmentally Vulnerable Children and Their Families, Nec Tas and Zero to Th-
ree National Center for Infants, Toddlers and Families, Washington, D.C., 1989.
Metsala, J. L. y Ehri, L. C., Word recognition in beginning literacy, Mahwah, Nueva Jersey-
Londres, Lawrence Erlbaum Assocites, Publishers, 1996.
Minsky, M., “A framework for representing knowledge”, en: Winston, P. H. (comp.), The psy-
chology of computer vision, Nueva York, McGraw-Hill, 1975.
Moje, E. B.; Dillon, D. R. y O’Brien, D. G., “Re-examining the roles of learner, the text, and the
context in secondary literacy”, en Journal of Educational Research, 2000, pp. 93, 165-180.
Molinari Marotto, C., “Comprensión del texto”, en: Molinari Marotto, C., Introducción a los
modelos cognitivos de la comprensión del lenguaje, Buenos Aires, Eudeba, 1998.
Perfetti, C. A., Reading ability, Nueva York, Oxford University Press, 1985.
Perfetti, C. A. y Lesgold, A. M., “Coding and comprehension in skilled reading and implica-
tions for reading instruction”, en: Resnick, L. B. y Weaver, P. A. (comps.), Theory and prac-
tice of early reading, Hillsdale, Earlbaum, 1977.
Philip, W. Ch. H., Event quantification in the acquisition of universal quantification, Disserta-
tion Services, University de Massachusetts, 1995.
1 2 0
| D E S A R R O L L O
Piacente, T., “Lingüística y educación”, ficha de circulación interna, Maestría en Teoría Lin-
güística y Adquisición del Lenguaje, Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad Na-
cional de Rosario (UNR), 2000.
Piacente, T. y Granato, L., Las competencias narrativas y sus determinantes, 2001 (inédito).
Piacente, T.; Granato L., Talou, C. y Marder, S., “Desarrollo psicológico y grupo social de per-
tenencia. El sesgo cultural de los instrumentos de evaluación”, en Evaluar, Revista de la Fa-
cultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, núm. 1, 2000, pp. 15-28.
Piacente, T.; Granato, L.; Tittarelli y colabs., “Las competencias discursivas infantiles y su
evaluación”, en Revista de la Facultad de Psicología de la UNR, 2000 (en prensa).
Piacente, T.; Rodrigo, M. A. y Urrutia, M. I., “Creencias y prácticas maternas sobre la adqui-
sición del lenguaje temprano. Relaciones con el desarrollo del lenguaje de los niños”, en Re-
vista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica. Revista de la Asociación
Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica, año 4, núm. 1, 1998, pp. 102-116.
Piaget, J. e Inhelder, B., Psicología del niño, Madrid, Ediciones Morata, 1973.
Rogoff, B., Aprendices del pensamiento. El desarrollo cognitivo en el contexto social, Bue-
nos Aires, Paidós, 1993.
Rondal, J. A., La interacción adulto-niño y la construcción del lenguaje, México, Trillas, 1990.
Rondal, J. A., “Componentes del lenguaje y aspectos del desarrollo desde la perspectiva de
la evaluación”, en: Puyuelo Sanclemente, M.; Rondal, J. A. y Wiig, E. H., Evaluación del len-
guaje, Barcelona, Masson, 2000.
Scribner, S. y Cole, M., The psychology of literacy, Cambridge, MA, Harvard University
Press, 1981.
D E S A R R O L L O
| 1 2 1
Seguí, J. y Ferrand, L., Leçons de Parole, París, Editions Odile Jacob, 2000.
Signorini, A., Del habla a la escritura. El procesamiento fonológico en la lectura inicial. Tesis
doctoral inédita, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Na-
cional de la Plata (UNLP), 2000.
Signorini, A. y Piacente, T., “La adquisición de la lectura en español: las habilidades de pro-
cesamiento de palabras en lectores iniciales”, en Revista IRICE, Instituto Rosarino de Inves -
tigaciones en Ciencias de la Educación, CONICET-UNR, 2001, pp. 15, 5-29.
Snow, C. E., “Literacy and language: relationships during the preschool years”, en Harvard
Educational Review, 53: 2, 1983, pp. 165-189.
Stahl, S. A., “Four questions about vocabulary knowledge and reading and some answers”,
en: Hynd, C. R. (comp.), Learning from text across conceptual domains, Mahwah, Nueva
Jersey, Londres, Lawrence Erlbaum Associates Publishers, 1998.
Stanovich, K. E., Progress in Understanding. Scientific Foundations and New Frontiers, Nue-
va York-Londres, The Guilford Press, 2000.
Street, B., Literacy in theory and practice, Londres, Cambridge University Press, 1984.
Teale, W. H. y Sulzby, E. (comps.), Emergent literacy: Writing and reading, Norwood, NJ,
Ablex, 1986.
Tizard, B. y Hughes, M., Young Children Learning: Talking and Thinking at Home and at
School, Londres, Fontana, 1984.
Van Dijk, T. A., La ciencia del texto, Buenos Aires, Paidós, 1992.
Van Dijk, T. A. y Kintsch, W., Strategies of discourse comprehension, San Diego, California,
Academic Press, 1983.
Warren, W.; Nicholas, D. y Trabasso, T., “Event chains and infrences in understanding narra-
tives”, en: Freedle, R. O. (comp.), New Directions in discourse processing, Hillsdale, Nueva
Jersey, Earlbaum, 1979.
1 2 2
| D E S A R R O L L O
Wells, G., “Preschool literacy-related activities and success in school”, en: Olson, D. R.; To-
rrance, H. y Hilyard (comps.), Literacy, language and learning, Nueva York, Cambridge Uni-
versity Press, 1985, pp. 229-255.
Whitehurst, G. y Lonigan, Ch., “Child development and emergent literacy”, en Child Deve-
lopment, junio V, 69, 1998, pp. 848-872.
Zazzo, R.; Gilly, M. y Verba-Rad, M., Nueva escala métrica para la medida de la inteligencia,
Buenos Aires, Kapelusz, 1970.
D E S A R R O L L O
| 1 2 3