Juan Pablo II Monte de Las Bienaventuranzas
Juan Pablo II Monte de Las Bienaventuranzas
Juan Pablo II Monte de Las Bienaventuranzas
Hoy estas palabras de San Pablo se nos dirigen a todos los que hemos acudido a
este Monte de las Bienaventuranzas. Estamos sentados en esta colina como lo hicieron
los primeros discípulos, y como éstos escuchamos a Jesús. n medio de la calma, oímos
su voz amable y apremiante; amable como esta tierra y apremiante como corresponde a
una llamada a escoger entre la vida y la muerte.
Los Diez Mandamientos de¡ Sinaí diríanse negativos: «No te postrarás ante los
ídolos [...] No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio
1
falso...» (Ex 20, 3. 13-16), pero en realidad son auténticamente positivos. Más allá de
ese mal al que aluden, señalan el camino de una ley del amor que es el primero y mayor
de los Mandamientos: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todo tu ser [ ... ] Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 37.39). El propio
Jesús dice que no ha venido a abolir la ley, sino a darle plenitud (cf. Mt 5, 17). La
novedad de su mensaje no destruye lo anterior, sino que lo eleva a su más alta potencia.
Jesús enseña que el camino de¡ amor lleva al cumplimiento de la ley (cf. Ga 5, 14). Y
enseñó una verdad tan importante precisamente aquí, en esta colina de Galilea.
Jesús nos ofrece un mensaje radicalmente diferente. No lejos de este lugar llamó
él a sus primeros discípulos como hoy nos llama a nosotros. Su llamada siempre ha
exigido una elección entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. ¿Qué voz seguirá
la juventud de¡ siglo XXI? Confiar en Jesús significa optar por creer en lo que dice, por
extraño que nos parezca, y rechazar los halagos de¡ mal, por muy cautivadores y
atractivos que nos parezcan.
Vosotros escucháis su voz en esta colina y creéis en lo que dice. Pero, como los
primeros discípulos en el Mar de Galilea, habéis de abandonar vuestras barcas y redes,
y ello nunca resulta fácil, especialmente cuando os enfrentáis a un futuro incierto y os
veis en la tentación de abandonar la fe en el legado cristiano. Ser buenos cristianos
puede pareceros superior a vuestras fuerzas en un mundo como el actual. Pero Jesús no
se os queda mirando, dejando que os enfrentéis solos al desafío. El está siempre con
vosotros para transformar en fuerza vuestra debilidad. Confiad en él cuando os dice:
«Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad» (2 Co 12, 9).
2
Los discípulos pasaban tiempo con el Señor. Así llegaron a conocerle y amarle
en profundidad y descubrieron el significado de aquello que el apóstol Pedro dijo a
Jesús en una ocasión: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna» (Jn 6, 68). Descubrieron que las palabras de vida eterna son las palabras del
Sinaí y las palabras de las Bienaventuranzas. Y éste fue el mensaje que por doquier
difundieron.
Jóvenes de Tierra Santa, jóvenes del mundo entero: ¡Responded al Señor con
corazón bien dispuesto y abierto! Bien dispuesto y abierto como el corazón de la hija
mayor de Galilea: María, Madre de Jesús. ¿Cómo respondió ella? Dijo: «Aquí está la
esclava de¡ Señor; hágase en mí según tu palabra» (Le 1, 38).
Señor Jesucristo: En este lugar que tanto conociste y amaste escucha estos
jóvenes corazones generosos. Sigue enseñándoles la verdad de los Mandamientos y de
las Bienaventuranzas. Haz de ellos testigos alegres de tu verdad y apóstoles decididos
de tu Reino. Permanece siempre a su lado, especialmente cuando seguirte a ti y al
Evangelio se vuelve algo difícil y exigente. Tú serás su fuerza, tú serás su victoria.
Señor Jesús: Has hecho de estos jóvenes tus amigos. Haz que permanezcan
siempre a tu lado. Amén.
Al finalizar esta gozosa celebración eucarística quiero daros las gracias a todos,
queridos jóvenes, que habéis acudido de cerca y de lejos, como discípulos de Jesús, para
escuchar su Palabra.
Al partir de este Monte de las Bienaventuranzas, cada uno de vosotros debe ser
mensajero del Evangelio de las Bienaventuranzas.
Un saludo especial para los jóvenes neocatecumenales, -que han acudido en gran
número procedentes de todo el mundo.
Para todos mi deseo de que Cristo os acompañe por los caminos de¡ mundo.
3
Que Dios os bendiga.
Saludo con gran alegría a todos los jóvenes presentes de lengua española. Aquí
en Galilea, Jesús mismo nos ha enseñado el camino de las Bienaventuranzas. Que la
fuerza y belleza de esta enseñanza llene vuestras vidas. Jesús os llama a todos vosotros
a ser «pescadores de hombres». El os dice a cada uno de vosotros: «¡Ven y sígueme!».
No tengáis miedo a responder a esta llamada, porque él es vuestra fuerza.
Tras los saludos, Juan Pablo II hizo un llamamiento por la paz entre Etiopía y
Eritrea:
En estos días, pienso con ilusión en las iniciativas que la Organización para la
Unidad Africana está adoptando con vistas a restablecer la paz entre Etiopía y Eritrea.
Tales esfuerzos han alcanzado actualmente una fase harto delicada. Se trata de hallar un
camino que permita crear las condiciones necesarias para el bienestar y el progreso de
los pueblos de toda esa región, que ya padecen una grave hambruna. Oremos todos para
que esa región del mundo trabaje por una solución justa de¡ conflicto.