Parcial Arte - Goya y La Violencia

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La Violencia, lo grotesco y lo cotidiano en Goya, un espejo a través del

Aquelarre.

Contexto socio-histórico del autor y su obra.

Francisco José de Goya nació un 27 de marzo de 1746. Se consolidó como un importante


pintor y grabador español con una obra casi universal. Abarcó la pintura de caballete (sobre la
qué más nos detendremos) y de mural, el grabado y el dibujo. Su estilo fue "evolucionando" o
variando desde el rococó, hasta el neoclasicismo, e incluso el prerromanticismo. Sus
interpretaciones parten de una óptica sumamente personal y propia, aunque con rasgos
implícitos de naturalismo, y un reflejo de la realidad sin tanto idealismo en comparación a
muchos de sus contemporáneos. En la mayoría de sus obras no existe una visión tan
desvirtuada, sino más bien exagerada (hablando de forma simple), una visión donde resalta
así el mensaje ético por sobre otros aspectos. Porque para Goya, la pintura es en buena
medida un vehículo de instrucción moral, y no solamente un objeto estético, aunque no niega
la búsqueda estética.
Algunos de sus referentes más contemporáneos fueron Giambattista Tiepolo y Raphael
Mengs, pero también recibió la influencia de Diego Velázquez y Rembrandt. Así, el arte
goyesco supone uno de los puntos de inflexión que entre los siglos XVIII y XIX anuncian
muchos rasgos de la pintura contemporánea y se considera precursor de algunas vanguardias
pictóricas del siglo xx, especialmente del expresionismo. Por todo esto, se le considera uno
de los artistas españoles más relevantes y uno de los grandes maestros de la historia del arte,
al menos del arte como lo entendemos hoy en día.

Un aspecto importantísimo en Goya es que su obra refleja de forma contundente pero no


exenta de cualidad artística, el convulso periodo histórico que le tocó vivir. Particularmente la
guerra de la Independencia, reflejada en Los desastres de la guerra, casi como un reportaje
moderno de las atrocidades humanas​y expresando una visión alejada del típico heroísmo
donde las víctimas son siempre individuos de cualquier clase y condición.

Rápidamente elogiado por grandes figuras de su época, Goya se granjeó gran fama y
popularidad, siendo una de sus primeras obras fuertemente reconocidas (la Maja desnuda)
favorecida por la polémica identidad de la retratada, pero depositaria de un talento inusitado.
De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el denominado
“camino hacia el nuevo arte burgués”.
Sobre el final del conflicto hispano-francés, Goya pinta dos grandes cuadros de los sucesos
del levantamiento del Dos de Mayo de 1808, que sentaron un precedente estético e
idiosincrático para el “cuadro de historia”, en referencia a sucesos muy próximos a la realidad
del artista, pero dotados de un mensaje fuertemente universal que trasciende las épocas
(aspecto que se irá puliendo en Goya cada vez más con el paso del tiempo). Entre otros
trabajos, su obra culminante abarca los denominados Disparates, s​ imilares a la serie de
“Pinturas Negras” al óleo sobre el muro seco. Estas pinturas marcan no sólo la madurez
artística de Goya, sino que plasman las preocupaciones más vitales y profundas del artista y
adquieren ese tono sombrío y realista a la par que simbólico que va a marcar tanto al arte
contemporáneo. En estas obras la temática de la violencia como hecho histórico y condición
humana adquiere tonalidades tan desesperantes como significativas.
Esto último tal vez también tenga que ver con la grave enfermedad que aqueja al artista desde
1793. Algunos críticos señalan que esta enfermedad le llevó a acercarse a una pintura más
creativa y original, que expresa temáticas mucho menos “amables” que aquellos modelos que
había pintado para la decoración de los palacios reales tiempo atrás. Lo cierto es que este es
el momento sobre el que más detendremos nuestro ojo y utilizaremos para pensar un posible
trabajo didáctico, pues ocurre aquí un acercamiento a temáticas bastante más crudas y hay un
viraje (anunciado) hacía un estilo de pintura que hoy por hoy recobra una vigencia
impresionante y se toca en algún punto con diferentes movimientos artísticos y estéticos.

Síntesis del texto asignado

Diez conceptos centrales para la comprensión de los textos trabajados:

Violencia, modernidad, cotidiano, grotesco, mundos, estilos, transformación, significación,


representación, historia.
El texto del autor elegido en diálogo con otros autores y saberes.

La denominada modernidad de Goya, no se ve sólo en sus influencias estilísticas sobre el


expresionismo, el “decadentismo” de fin de siglo y el surrealismo, también y de forma
esencial en la creación de “mundos”, muy característicos de lo moderno, su creación y su
búsqueda artística. En la sátira propia de los Caprichos, se aprecia una enorme apelación a la
subjetividad individual mediante retratos y autorretratos, mientras que la crueldad de la
violencia la percibimos en sus pinturas sobre motivos de la Guerra de Independencia y en las
estampas de los Desastres de la guerra o en los dibujos que aluden al primer período
absolutista de Fernando VII, rozando lo grotesco que toma su mayor protagonismo en los
Disparates y las Pinturas negras, dos muestras ineludibles del genio más desgarrador de
Goya.
Planteando estos elementos tan diversos, debemos abordar la problemática historiográfica
que implica “encasillar” a este pintor en determinado estilo concreto e incluso en
determinado tipos de temática. Como bien explica Valeriano Bozal (2013) en su artículo “La
estela de Goya”, este último “inaugura territorios que, más allá de las obvias influencias
estilísticas, transitaron luego otros artistas y constituyen marca de la cultura contemporánea,
no solo de la pintura…”

Esto presenta un problema porque los historiadores estamos “acostumbrados a analizar la


influencia de un artista solamente en atención a sus aspectos estilísticos y técnicos y sus
motivos iconográficos...”. Pero en el caso de Goya, la definición estilística de su lenguaje
artístico y su expresión, no solamente es una tarea difícil, sino que es uno de los tantos
elementos que constituyen el alcance artístico del autor, cargado de técnica, filosofía y
sentimiento, y atravesado por los más diversos elementos estéticos, históricos y hasta
sociológicos.
Así, dejando de lado sus obras iniciales, podemos observar que sus cartones para tapices (su
consolidación como artista) pueden considerarse en su mayoría muestras de un Rococó
particular. Pero, por otro lado, sería incorrecto extender esta clasificación estilística a sus
obras posteriores, sobre todo a las oscuras pinturas observadas en sus caprichos o disparates.
Es cierto que se conservan algunos elementos rococó, por ejemplo en el cromatismo de los
retratos, pero éstos ya no tienen tanto que ver con el Rococó, o este último sirve como base
artística para nuevas exploraciones. Al margen de lo que algunos artistas conocidos o
contemporáneos pudieran encontrar de inspiración en Goya, parece como si todos los
calificativos caracterizan poco y mal la obra de este autor. Es que no es fácil ponerle una
etiqueta estilística única a toda su obra. No es un pintor estrictamente rococó, pero tampoco
neoclásico, y no es un pintor romántico, aunque de todo haya en su extensa obra, incluida una
explosón de sentimientos. Este es un autor moderno también en cuanto a que se sirve de los
recursos y estilos con gran libertad en toda su obra, sobre la que no se pliega casi nunca. Por
esto, si queremos plantear su influencia en términos simples de influencia estilística, aunque
esquivemos los lenguajes pictóricos y culturales que dominaron los años que vivió,
encontramos serias dificultades. Pueden sin duda rastrearse elementos impresionistas y
expresionistas en sus obras, es cierto que los surrealistas encontrarán de donde agarrarse en
mucha de su fantasía, así como los decadentistas. Sin embargo, como bien señala Bozal
(2013)

estas consideraciones no hacen sino mantener la cuestión en los límites de la historia


del arte más o menos académica, que es casi siempre historia de los estilos. Con ser
esta muy importante, no hay que ignorarlo, difícilmente se da cuenta de lo que el
maestro aragonés es para nosotros, para nuestra sensibilidad.

Creo que la obra de Goya entra entonces en la necesidad de ser analizada no solamente
mediante multiples criterios, sino desde multiples visiones y representaciones, analizarla en
estrecha relación con su mundo, con su impacto en la actualidad y como una pieza más que
conforma una “totalidad” del mundo artístico de ayer y de hoy. En ese camino, creo que vale
mucho más la pena analizar la obra de Goya en función de los conceptos e ideas que aborda,
de que forma y para que lo hace, más que intentar (otra vez) describir la minucia de la técnica
empleada en tal o cual obra, que es una cuestión importante, pero ya ha sido empleado ese
análisis en múltiples ocasiones, y no tanto así la interpretación ideológica y sentimental que
despiertan sus trabajos como medio artístico de comunicar.

Decía un antiguo novelista que “Goya lo pintaba todo, que nada escapaba a su mirada.” Creo
que esto es cierto y es algo que lo diferencia de otros artistas de su época y anteriores, es lo
que en definitiva lo señala como un autor con identidad y le confiere a su obra esa
personalidad arrolladora. Como señala Valeriano (2013), es paradójico como Goya
No es un pintor religioso, pero hay obras religiosas en su producción; no es pintor de
costumbres, pero la cotidianidad ocupa un lugar importante en su trabajo, nunca la
deja a un lado; no es pintor de historia, pero la historia penetra, implícita en su obra,
no es un pintor de fantasías, pero hay toda la fantasía que se desee en los Caprichos
(1799) y en los Disparates (1815-¿1823?/1864), además de las numerosas pinturas
con motivos de brujería o los dibujos en los que aparecen frailes y viejos bailarines;
no es un pintor de retratos, no es un retratista, pero suyos son, me atrevo a decir, los
mejores retratos de nuestra pintura; no es un pintor de naturalezas muertas, pero
difícilmente encontraremos naturalezas muertas mejores que las que realizó entre
1808 y 1811, durante la Guerra de la Independencia. Lo pintó todo. Pero su pintura va
más allá de la estricta representación mimética: Goya interpretó todo, reflexiona en
sus pinturas, dibujos y grabados sobre lo pintado, dibujado y grabado. Dejó de ser un
pintor tradicional y pasó a ser un artista moderno

Es que Goya reflexiona con las imágenes de sus pinturas, dibujos y grabados, es en esto un
pintor extremadamente moderno, por la identidad (además reflexiva) que le confiere a sus
obras, obras qué prácticamente adquieren vida propia. Esto es muy próximo a nuestra
sensibilidad actual y a nuestro modo de entender la actividad artística y también intelectual.

Siguiendo esta lógica, podemos decir que la “mezcla” o el abordaje de diversos estilos,
formas y contenidos por parte de Goya no es casual ni se debe únicamente a los encargos que
recibió. A este respecto, Bozal (2013) expresa que

Pintarlo todo es un paso importante para descolgarse de la tradición, más lo es el


segundo, interpretarlo, reflexionar libremente sobre ello, y, más todavía, el tercero,
hacerlo sobre aquellos motivos y de aquellas maneras que más nos afectan
personalmente. No al dictado de una institución, sean la corte, la iglesia o la
academia, ni al dictado de las pautas marcadas por un género.

Sin embargo, habiendo visto todo lo anterior, conviene hacer referencia a un aspecto que
Goya comparte con los artistas e intelectuales rococó, neoclásicos y románticos: el mundo
cotidiano. Para las corrientes antes mencionadas, el mundo cotidiano podía ser interesante y
pintoresco, tenía una “dignidad estética” que no dependía de la idealidad de belleza o de la
idealidad religiosa. En el autor que estamos trabajando, el mundo cotidiano va tomando
algunos matices y en la madurez de la obra, es un punto de partida desde donde pararse para
abordar otras temáticas, insertas en ese mundo cotidiano, pero ampliado y profundizado por
otras preocupaciones.
Los retratos de Goya no están exentos de lo “cotidiano”, hay indumentarias y poses que
indican el estatus del retratado o retratada, sin embargo, también hay rasgos que son propios
del artista: la belleza de su luz y su cromatismo, las irregularidades de rostros en que
adivinamos el paso del tiempo y la personalidad, los grises en los que sitúa a las figuras.
Muchas de las imágenes creadas por Goya son “pintorescas” e interesantes a primera vista en
esa cotidianidad de época. Pero este el concepto no da total cuenta del uso de lo cotidiano en
estas obras. Lo pintoresco y lo cotidiano protagonizan, por ejemplo, la mayor parte de los
cartones para tapices y pinturas realizados por el pintor, y luego no desaparece, está muy
presente en los Caprichos y en los dibujos de su Álbum C, pero en estos últimos, Goya va
más allá. Utiliza lo pintoresco y lo cotidiano como marco, para la sátira, en primer lugar, para
lo grotesco, para la representación de la violencia y la irracionalidad. Esta condición de
marco revela a un tiempo la “ampliación y profundidad” que mencionabamos antes pero
también su gran importancia en la obra del artista aragonés, que se mantiene con lo
pintoresco como un anclaje a la realidad. Este anclaje, valioso por sí mismo en el
denominado costumbrismo artístico (muy presente en la literatura, en obras clásicas como
Madame Bovary) es un rasgo constante en todas las obras de Goya, pero no como
significado último, sino como recurso y mundo. Es cierto que el mundo del costumbrismo, es
un mundo moderno, necesario pero no suficiente para explicar la obra de Goya. Esto explica
porque ni siquiera en la representación de escenas tan «fantásticas» como las que aparecen en
los Disparates o en las Pinturas negras, el pintor olvidó ese costumbrismo que le da sentido y
contexto a su mundo artístico y que es también propio de su época. El apego de Goya por esta
“realidad cotidiana” y por lo real cotidiano, expresa la construcción de esos otros mundos: El
de lo grotesco, por ejemplo, visto en el pintoresquismo de los locos de Burdeos, lo grotesco
del carnaval que aparece en Disparate de carnaval o en El entierro de la sardina y que está
presente en numerosos dibujos. El mundo de la violencia, por supuesto, presente en la
extrema crueldad de los Desastres, expresado en grados como hasta ese momento nadie había
presentado y sin una justificación divina o prolijamente racional que la legitime. Se ve en la
violencia de la Inquisición, la que se perpetra contra los liberales y los heterodoxos, en todos
aquellos que escaparon alguna vez a cierto orden establecido y por escapar de él.
Pocos artistas llevaron la violencia hasta estos extremos “goyescos”, donde se coloca a las
víctimas como protagonistas y muestra el carácter intrínsecamente humano de la violencia.
Así pintó, dibujó y grabó muchas escenas que incitan a gritar: las brutales ejecuciones,
empalamientos, descuartizamientos, bombardeos sobre población civil, la violencia del Duelo
a garrotazos, etcetera. Una desmesura pintada al borde del grito, el sentimiento pintado de
que ninguna justificación puede satisfacer a esas víctimas retratadas, ninguna legitimación
moral, religiosa o política como argumento. La violencia perpetrada que también da paso a
esas otras escenas donde parece haber pasado ese huracán de violencia, dejando un mundo
gris y surrealista, cargado de un sufrimiento más pasivo pero no por eso menos profundo,
como el que se observa en la obra “El aquelarre”, digna de lo que hoy llamaríamos “terror
existencial”, donde con total naturalidad conviven lo descabellado con lo cotidiano bajo un
manto escalofriante y al mismo tiempo cercano.
No queremos decir con esto que Goya haya inventado la representación de la violencia, ni de
la violencia extrema, tampoco ha sido el primero que ha creado imágenes de lo grotesco, no
ha sido el primero que ha pintado estos temas, lo que es propio del autor, especialmente en
los Desastres, los Disparates y las Pinturas negras, es que la violencia no paree tener esa
justificación suprema o esa “recompensa”, es una exploración de la violencia en su esencia,
como si el autor hubiera querido adentrarse en esa violencia y salir de ella con una
representación digna. No hay en esta violencia ninguna promesa de progreso o felicidad en el
discurrir histórico.

Quizás sea en la representación de la violencia de Goya donde más se observa su madurez y


ese pintor moderno, en ese abrir mundos cerrados, casi sin dioses visibles, mundos que
quieren significar que hay otros puntos de vista para la violencia, lo grotesco, la temporalidad
y lo cotidiano, que no son los tradicionales, como bien señala Bozal (2013) en la estela de
Goya

Desde el punto de vista de las víctimas, en esta obra, la violencia no es legitimable, lo


grotesco puede desvelar lo que permanecía oculto y la temporalidad es rasgo
fundamental de nuestra existencia, de nuestra subjetividad y nuestra vida cotidiana.
Esta versión del mundo se opone a versiones anteriores, aquellas en las que se
legitima o, al menos, justifica la violencia por razones políticas, morales, religiosas,
sociales, etc., cuando lo grotesco solo es comicidad y la temporalidad se redime en la
atemporalidad de un horizonte transcendental. Estas versiones anteriores son
«versiones antiguas», no modernas, aunque algunas de ellas continúen teniendo
vigencia en grupos sociales determinados y en ideologías igualmente concretas, que
todavía hoy las defienden y hacen suyas.

Yendo a las Pinturas negras específicamente (serie donde se encuentra El Aquelarre,


que ilustra este trabajo, y donde la violencia es protagonista) podemos decir,
siguiendo el planteo de Bozal en su libro específico sobre el tema, que son entre todas
las obras de Goya, las más herméticas. Sus interpretaciones son tan abundantes como
la falta de acuerdo sobre su significado entre críticos y apasionados. Se han elaborado
las más diversas hipótesis sobre estos trabajos, tanto sobre cada una de las pinturas
como sobre el conjunto, considerado como un todo. Pese a esto, resulta muy
interesante lo que sucede con estas obras que Goya pintara en la quinta del Sordo y
que nos señala Bozal en su libro:

Ese hermetismo no afecta, sin embargo, a la fascinación que ejercen. Basta


observar durante un rato a quienes las contemplan en el Museo del Prado para
advertir dos rasgos que, en principio, resultan antagónicos: la perplejidad ante
algunas de las imágenes —en ocasiones mediante explicaciones que muchas
veces me atrevo a calificar de fantásticas— y, a pesar de todo, la atracción que
ejercen sobre el espectador

Tal vez este atrayente hermetismo tenga que ver con esa suerte de atemporalidad
presente en varios cuadros de Goya y especialmente en la serie de pinturas negras,
esto se refleja fuertemente en la indumentaria, por ejemplo, que como dice Bozal

En Desastres de la guerra y las Pinturas negras visten una indumentaria


indefinida, que podría ser la nuestra; así sucede en los que protagonizan los
Disparates y en buena parte de los personajes de los dibujos por entonces
realizados. Pero esta indefinición indumentaria —tanto más llamativa cuanto
que todavía se seguía disfrutando de las series de trajes y tipos— no es el
único factor, ni el más importante, entre los que pueden ser tenidos en cuenta.
Más relevante es el punto de vista de Goya, el punto de vista que sugieren
pinturas, estampas y dibujos, su sensibilidad hacia las cosas y mundos que
representa
Esto, podría tomarse como un ejemplo significativo a través del que podemos plantear la
serie de pinturas negras como una serie de pinturas por un lado perturbadoras, por otro lado
sensibles a ciertas cuestiones humanas intemporales, expresivas y al mismo tiempo
distorsionadas, a todas luces un momento de exploración pero muy estudiado. No hablamos
de obras experimentales como lo entendemos hoy en día, pues estas son obras que se asientan
bastante en el romanticismo y en aquel estilo costumbrista que ya vimos, pero hay una
búsqueda fuerte de contenido y de emocionalidad, que despierta múltiples sentidos e
interpretaciones y que interpela a quien observa. Son obras que vuelven activo a quien se
dedica a apreciarlas, no es un arte que simplemente requiere de una aceptación pasiva, sino
que son obras que habilitan un diálogo, un cuestionar y cuestionarse, un estudio sobre los
temas de los que habla o representa.

Como volviendo al final, me gustaría tomar una cita de Alain Corbin en su Historia del
Cuerpo

A pesar de todo lo que este término (realismo) tiene de ambiguo y problemático, sigue
siendo indispensable. La experiencia de lo real, informe en sí, sólo se puede fijar en
imágenes a través de una imaginación.

Es interesante pensar la idea de cuerpo y corporalidad en un sentido amplio, como si toda


representación artística (más los siglos XVIII y XIX) fuera una representación de lo corporal
o al menos de lo humano. En este sentido, entra la representación de eso “real”, que por otro
lado, siempre carece de forma hasta que es representado. Decía que volvía al inicio, pues al
comienzo del trabajo decíamos que Goya es un artista moderno por la identidad de sus obras,
y creo que esta cita nos ayuda a comprender en que sentidos se da esa identidad, que (en mi
opinión) alcanzan su clímax en las pinturas negras. Goya es un maestro en la representación
artística de la realidad atravesada por sus sentidos y “sin tapujos”, es decir, hay una
intencionalidad de representar lo que ve, pero sin una pretendida objetividad, sin querer ser
reflejo, sino extrayendo aquella esencia, plasmando su sentir sobre lo que siente, cree u
observa. Creo que es en este sentido, que es como artista parte fundamental de ese cambio
hacia el artista moderno, en términos históricos, y una pieza clave en las nuevas
representaciones de “lo real” y por lo tanto de aquello posible de expresar mediante la
corporalidad. Idad y vueltas en el mundo del arte, siempre presentes, como bien sentencia de
forma clara Harnold Hauser en un pasajes de su Historia social de la literatura y el arte (tomo
II): “Los artistas y los poetas no son en modo alguno siempre profetas, y el arte va con
relación a su tiempo retrasado tantas veces como adelantado…”, en este “juego” del arte
como proceso reaccionario y también vanguardizado, es que creo que la obra de Goya,
adquiere importancia también a nivel social como una grieta o ruptura en la historia del arte,
al mismo tiempo conservadora, y al mismo tiempo adelantada, en sintesis, extremadamente
original y una escuela de donde aprender de forma constante a crear y representar, incluso de
forma violenta cuando es necesario.

Interrogantes y apreciaciones a partir de la lectura del material.

Las principales interrogantes que me surgen están centradas en aquello que define en su
esencia al autor y en su vinculación con el contexto socio-político que lo rodeaba. Si bien en
los trabajos consultados se describe en parte el mundo en que vivió el artista, no se describe
tanto la relación más íntima que tenía él con la realidad, una mayor profundización en sus
creencias, encuentros y desencuentros con el mundo que, a fin de cuentas le sirvió de
inspiración a su obra.
También me resulta extraño que no existan más escritos hechos por el propio autor, tengo
entendido que algunos de sus “álbumes” tienen notas, pero es extraño que dada la inquietud
artística, no exista un mayor desarrollo de sus ideas de forma escrita, tal vez no lo sentía
necesario, pero resulta un aspecto interesante para trabajar en una clase. ¿Que diría de sus
obras Goya?, es interesante pensar como antes los autores no podían hablar tanto de sus
obras, y todo debía extraerse de la propia visualización e interpretación de la misma.
También me hubiera gustado profundizar en algunos aspectos más técnicos de la obra de
Goya, aunque este trabajo va dirigido en otro sentido, como aclaro al principio, en los textos
consultados, tampoco encontré tantas cuestiones demasiado técnicas, sino las características
propias de diferentes periodos y estilos, la pregunta sería cómo se conjuga todo eso en un
artista tan “ecléctico” como Goya y que implicancia tienen esas formas en el contenido y las
temáticas de sus obras.

Experiencia estética en el aula

El trabajo sobre Goya como figura clave del arte pre-moderno o moderno me parece
fundamental en cualquier curso de historia del arte. Sin embargo, teniendo en cuenta que un
docente siempre da el contenido histórico y estético de un artista y algunas de sus obras, me
gustaría proponer para una hipotética clase, los siguientes ejercicios (pensados para un quinto
artístico) para acercarnos a la obra de goya y a sus representaciones de una forma más íntima,
sentimental (y en lo posible) creadora, estos ejercicios se irán planteando en un lapso de
varias clases:

1) Escribir diez o más ideas o frases que relaciones con la violencia


2) Buscar en internet al menos cinco imágenes que creas que representan la violencia
3) Dibujar o realizar una pequeña puesta en escena (que puede ser actuacion, lectura,
baile o música) utilizando como insumo creativo los conceptos e imágenes de
violencia seleccionados.
4) En base a los cuadros de Goya trabajados en clase, selecciona uno de ellos y escribe
dónde crees que se puede observar la violencia.
5) Intentando ponernos en el lugar de Goya: Elige una de las obras trabajadas, la que
mas te guste y escribe una muy breve dedicatoria haciendo de cuenta que eres el autor
de esa obra, donde expliques que fue lo que te motivó a realizar la pintura.

La intención de estos trabajos en pos de generar experiencias estéticas en el aula están


relacionadas a la posibilidad de pensar de forma intuitiva y emocional las obras de un autor
tan complejo y multifacético, así como trabajar la representación propia de cada sensibilidad
en los distintos estudiantes, pues el lenguaje es a la vez una llave y una puerta. En ese
sentido, la representación artística como “lenguaje universal” tal vez pueda aportarnos una
nueva dimensión de, en este caso la violencia”, tal y como lo hiciera Goya con sus obras, y en
ayuda de este mismo autor. Explorar en ese camino nuestro cuerpo y nuestra capacidad de
emotividad y expresión, en un mundo tan opresivo, puede resultar un ejercicio interesante de
descentración, más aún pensando en hacerlo en una clase de historia, generalmente asociado
a lo rígido, a los hechos y al análisis frío, y no tanto a las emociones, que son tan importantes
como todo lo demás en la historia de la cultura y por tanto en la historia en general.
Referencias bibliográficas

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