Parcial Arte - Goya y La Violencia
Parcial Arte - Goya y La Violencia
Parcial Arte - Goya y La Violencia
Aquelarre.
Rápidamente elogiado por grandes figuras de su época, Goya se granjeó gran fama y
popularidad, siendo una de sus primeras obras fuertemente reconocidas (la Maja desnuda)
favorecida por la polémica identidad de la retratada, pero depositaria de un talento inusitado.
De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el denominado
“camino hacia el nuevo arte burgués”.
Sobre el final del conflicto hispano-francés, Goya pinta dos grandes cuadros de los sucesos
del levantamiento del Dos de Mayo de 1808, que sentaron un precedente estético e
idiosincrático para el “cuadro de historia”, en referencia a sucesos muy próximos a la realidad
del artista, pero dotados de un mensaje fuertemente universal que trasciende las épocas
(aspecto que se irá puliendo en Goya cada vez más con el paso del tiempo). Entre otros
trabajos, su obra culminante abarca los denominados Disparates, s imilares a la serie de
“Pinturas Negras” al óleo sobre el muro seco. Estas pinturas marcan no sólo la madurez
artística de Goya, sino que plasman las preocupaciones más vitales y profundas del artista y
adquieren ese tono sombrío y realista a la par que simbólico que va a marcar tanto al arte
contemporáneo. En estas obras la temática de la violencia como hecho histórico y condición
humana adquiere tonalidades tan desesperantes como significativas.
Esto último tal vez también tenga que ver con la grave enfermedad que aqueja al artista desde
1793. Algunos críticos señalan que esta enfermedad le llevó a acercarse a una pintura más
creativa y original, que expresa temáticas mucho menos “amables” que aquellos modelos que
había pintado para la decoración de los palacios reales tiempo atrás. Lo cierto es que este es
el momento sobre el que más detendremos nuestro ojo y utilizaremos para pensar un posible
trabajo didáctico, pues ocurre aquí un acercamiento a temáticas bastante más crudas y hay un
viraje (anunciado) hacía un estilo de pintura que hoy por hoy recobra una vigencia
impresionante y se toca en algún punto con diferentes movimientos artísticos y estéticos.
Creo que la obra de Goya entra entonces en la necesidad de ser analizada no solamente
mediante multiples criterios, sino desde multiples visiones y representaciones, analizarla en
estrecha relación con su mundo, con su impacto en la actualidad y como una pieza más que
conforma una “totalidad” del mundo artístico de ayer y de hoy. En ese camino, creo que vale
mucho más la pena analizar la obra de Goya en función de los conceptos e ideas que aborda,
de que forma y para que lo hace, más que intentar (otra vez) describir la minucia de la técnica
empleada en tal o cual obra, que es una cuestión importante, pero ya ha sido empleado ese
análisis en múltiples ocasiones, y no tanto así la interpretación ideológica y sentimental que
despiertan sus trabajos como medio artístico de comunicar.
Decía un antiguo novelista que “Goya lo pintaba todo, que nada escapaba a su mirada.” Creo
que esto es cierto y es algo que lo diferencia de otros artistas de su época y anteriores, es lo
que en definitiva lo señala como un autor con identidad y le confiere a su obra esa
personalidad arrolladora. Como señala Valeriano (2013), es paradójico como Goya
No es un pintor religioso, pero hay obras religiosas en su producción; no es pintor de
costumbres, pero la cotidianidad ocupa un lugar importante en su trabajo, nunca la
deja a un lado; no es pintor de historia, pero la historia penetra, implícita en su obra,
no es un pintor de fantasías, pero hay toda la fantasía que se desee en los Caprichos
(1799) y en los Disparates (1815-¿1823?/1864), además de las numerosas pinturas
con motivos de brujería o los dibujos en los que aparecen frailes y viejos bailarines;
no es un pintor de retratos, no es un retratista, pero suyos son, me atrevo a decir, los
mejores retratos de nuestra pintura; no es un pintor de naturalezas muertas, pero
difícilmente encontraremos naturalezas muertas mejores que las que realizó entre
1808 y 1811, durante la Guerra de la Independencia. Lo pintó todo. Pero su pintura va
más allá de la estricta representación mimética: Goya interpretó todo, reflexiona en
sus pinturas, dibujos y grabados sobre lo pintado, dibujado y grabado. Dejó de ser un
pintor tradicional y pasó a ser un artista moderno
Es que Goya reflexiona con las imágenes de sus pinturas, dibujos y grabados, es en esto un
pintor extremadamente moderno, por la identidad (además reflexiva) que le confiere a sus
obras, obras qué prácticamente adquieren vida propia. Esto es muy próximo a nuestra
sensibilidad actual y a nuestro modo de entender la actividad artística y también intelectual.
Siguiendo esta lógica, podemos decir que la “mezcla” o el abordaje de diversos estilos,
formas y contenidos por parte de Goya no es casual ni se debe únicamente a los encargos que
recibió. A este respecto, Bozal (2013) expresa que
Sin embargo, habiendo visto todo lo anterior, conviene hacer referencia a un aspecto que
Goya comparte con los artistas e intelectuales rococó, neoclásicos y románticos: el mundo
cotidiano. Para las corrientes antes mencionadas, el mundo cotidiano podía ser interesante y
pintoresco, tenía una “dignidad estética” que no dependía de la idealidad de belleza o de la
idealidad religiosa. En el autor que estamos trabajando, el mundo cotidiano va tomando
algunos matices y en la madurez de la obra, es un punto de partida desde donde pararse para
abordar otras temáticas, insertas en ese mundo cotidiano, pero ampliado y profundizado por
otras preocupaciones.
Los retratos de Goya no están exentos de lo “cotidiano”, hay indumentarias y poses que
indican el estatus del retratado o retratada, sin embargo, también hay rasgos que son propios
del artista: la belleza de su luz y su cromatismo, las irregularidades de rostros en que
adivinamos el paso del tiempo y la personalidad, los grises en los que sitúa a las figuras.
Muchas de las imágenes creadas por Goya son “pintorescas” e interesantes a primera vista en
esa cotidianidad de época. Pero este el concepto no da total cuenta del uso de lo cotidiano en
estas obras. Lo pintoresco y lo cotidiano protagonizan, por ejemplo, la mayor parte de los
cartones para tapices y pinturas realizados por el pintor, y luego no desaparece, está muy
presente en los Caprichos y en los dibujos de su Álbum C, pero en estos últimos, Goya va
más allá. Utiliza lo pintoresco y lo cotidiano como marco, para la sátira, en primer lugar, para
lo grotesco, para la representación de la violencia y la irracionalidad. Esta condición de
marco revela a un tiempo la “ampliación y profundidad” que mencionabamos antes pero
también su gran importancia en la obra del artista aragonés, que se mantiene con lo
pintoresco como un anclaje a la realidad. Este anclaje, valioso por sí mismo en el
denominado costumbrismo artístico (muy presente en la literatura, en obras clásicas como
Madame Bovary) es un rasgo constante en todas las obras de Goya, pero no como
significado último, sino como recurso y mundo. Es cierto que el mundo del costumbrismo, es
un mundo moderno, necesario pero no suficiente para explicar la obra de Goya. Esto explica
porque ni siquiera en la representación de escenas tan «fantásticas» como las que aparecen en
los Disparates o en las Pinturas negras, el pintor olvidó ese costumbrismo que le da sentido y
contexto a su mundo artístico y que es también propio de su época. El apego de Goya por esta
“realidad cotidiana” y por lo real cotidiano, expresa la construcción de esos otros mundos: El
de lo grotesco, por ejemplo, visto en el pintoresquismo de los locos de Burdeos, lo grotesco
del carnaval que aparece en Disparate de carnaval o en El entierro de la sardina y que está
presente en numerosos dibujos. El mundo de la violencia, por supuesto, presente en la
extrema crueldad de los Desastres, expresado en grados como hasta ese momento nadie había
presentado y sin una justificación divina o prolijamente racional que la legitime. Se ve en la
violencia de la Inquisición, la que se perpetra contra los liberales y los heterodoxos, en todos
aquellos que escaparon alguna vez a cierto orden establecido y por escapar de él.
Pocos artistas llevaron la violencia hasta estos extremos “goyescos”, donde se coloca a las
víctimas como protagonistas y muestra el carácter intrínsecamente humano de la violencia.
Así pintó, dibujó y grabó muchas escenas que incitan a gritar: las brutales ejecuciones,
empalamientos, descuartizamientos, bombardeos sobre población civil, la violencia del Duelo
a garrotazos, etcetera. Una desmesura pintada al borde del grito, el sentimiento pintado de
que ninguna justificación puede satisfacer a esas víctimas retratadas, ninguna legitimación
moral, religiosa o política como argumento. La violencia perpetrada que también da paso a
esas otras escenas donde parece haber pasado ese huracán de violencia, dejando un mundo
gris y surrealista, cargado de un sufrimiento más pasivo pero no por eso menos profundo,
como el que se observa en la obra “El aquelarre”, digna de lo que hoy llamaríamos “terror
existencial”, donde con total naturalidad conviven lo descabellado con lo cotidiano bajo un
manto escalofriante y al mismo tiempo cercano.
No queremos decir con esto que Goya haya inventado la representación de la violencia, ni de
la violencia extrema, tampoco ha sido el primero que ha creado imágenes de lo grotesco, no
ha sido el primero que ha pintado estos temas, lo que es propio del autor, especialmente en
los Desastres, los Disparates y las Pinturas negras, es que la violencia no paree tener esa
justificación suprema o esa “recompensa”, es una exploración de la violencia en su esencia,
como si el autor hubiera querido adentrarse en esa violencia y salir de ella con una
representación digna. No hay en esta violencia ninguna promesa de progreso o felicidad en el
discurrir histórico.
Tal vez este atrayente hermetismo tenga que ver con esa suerte de atemporalidad
presente en varios cuadros de Goya y especialmente en la serie de pinturas negras,
esto se refleja fuertemente en la indumentaria, por ejemplo, que como dice Bozal
Como volviendo al final, me gustaría tomar una cita de Alain Corbin en su Historia del
Cuerpo
A pesar de todo lo que este término (realismo) tiene de ambiguo y problemático, sigue
siendo indispensable. La experiencia de lo real, informe en sí, sólo se puede fijar en
imágenes a través de una imaginación.
Las principales interrogantes que me surgen están centradas en aquello que define en su
esencia al autor y en su vinculación con el contexto socio-político que lo rodeaba. Si bien en
los trabajos consultados se describe en parte el mundo en que vivió el artista, no se describe
tanto la relación más íntima que tenía él con la realidad, una mayor profundización en sus
creencias, encuentros y desencuentros con el mundo que, a fin de cuentas le sirvió de
inspiración a su obra.
También me resulta extraño que no existan más escritos hechos por el propio autor, tengo
entendido que algunos de sus “álbumes” tienen notas, pero es extraño que dada la inquietud
artística, no exista un mayor desarrollo de sus ideas de forma escrita, tal vez no lo sentía
necesario, pero resulta un aspecto interesante para trabajar en una clase. ¿Que diría de sus
obras Goya?, es interesante pensar como antes los autores no podían hablar tanto de sus
obras, y todo debía extraerse de la propia visualización e interpretación de la misma.
También me hubiera gustado profundizar en algunos aspectos más técnicos de la obra de
Goya, aunque este trabajo va dirigido en otro sentido, como aclaro al principio, en los textos
consultados, tampoco encontré tantas cuestiones demasiado técnicas, sino las características
propias de diferentes periodos y estilos, la pregunta sería cómo se conjuga todo eso en un
artista tan “ecléctico” como Goya y que implicancia tienen esas formas en el contenido y las
temáticas de sus obras.
El trabajo sobre Goya como figura clave del arte pre-moderno o moderno me parece
fundamental en cualquier curso de historia del arte. Sin embargo, teniendo en cuenta que un
docente siempre da el contenido histórico y estético de un artista y algunas de sus obras, me
gustaría proponer para una hipotética clase, los siguientes ejercicios (pensados para un quinto
artístico) para acercarnos a la obra de goya y a sus representaciones de una forma más íntima,
sentimental (y en lo posible) creadora, estos ejercicios se irán planteando en un lapso de
varias clases: