La Animacion Infantil para Educadores y Padres UD 3
La Animacion Infantil para Educadores y Padres UD 3
La Animacion Infantil para Educadores y Padres UD 3
I El juego
A) Concepto
II Los recursos/medios
A) Concepto
B) Funciones
I. El juego
Actualmente, se sabe que el juego es algo más que diversión, ya que el niño juega
para descubrir sus posibilidades, descubrir el mundo y a la vez, ser descubierto por los demás,
aprendiendo a conocer su entorno. La capacidad de crear contextos, anticipar situaciones,
planificar acciones, etc., se detecta en el juego infantil, antes de que el niño sea capaz de
poder utilizar el lenguaje con ese fin.
A) Concepto
Fisiológico: Herbert Spencer, psicólogo inglés, lo entiende como una actividad global.
Aquella que realizan los seres vivos superiores, sin un fin aparentemente útil y como medio
para eliminar su exceso de energía.
son ante todo individuos jóvenes quienes practican el juego. Se considera que el juego es una
actividad indispensable para la maduración comportacional del individuo. Le permite ejercer y
perfeccionar aisladamente unos elementos motores que más tarde se integrarán en secuencias
completas y acabadas. La expresión de las actividades de juego puede ser comprendida como
una forma de aprendizaje precoz, tanto de ciertos comportamientos (sexuales, alimenticios…),
como de futuras relaciones del individuo con los factores bióticos de su entorno (presas,
congéneres…).
Todas estas vertientes resaltan el valor del juego desde múltiples perspectivas y nos
permiten tener una idea más clara del mismo. El juego es, además de una actividad natural
consustancial al desarrollo de procesos psicológicos básicos, una actividad educativa.
En los juegos se aprende a conocer a los otros y saber qué esperar de ellos; a
conocerse a sí mismo, saber hasta dónde se puede llegar y en qué circunstancias posibles.
Algunas de las características principales son tanto la tranquilidad como la alegría emocional
que supone la conciencia de saber que solo es un juego. En los juegos se aprenden facetas
particulares de ese proceso tan complejo que es el de irse convirtiendo en persona, es decir, el
ir adquiriendo una identidad social desde la cual pueda interpretarse a sí mismo y al sentido de
las cosas.
Así, podremos decir que el juego se produce con mayor frecuencia en un periodo en el
que se va ampliando dramáticamente el conocimiento acerca de sí mismo, del mundo físico y
social, así como los sistemas de comunicación; por tanto, es de esperar que se halle
íntimamente relacionado con estas áreas de desarrollo.
La actividad lúdica es muy importante en el niño pequeño, que posee una inteligencia,
un cuerpo y un espíritu en proceso de construcción y desarrollo. Tiene, por tanto, un valor
educativo esencial como factor de desarrollo, como gimnasia física y mental, como estímulo del
espíritu… El juego pues, ocupa dentro de los medios de expresión del niño un lugar
privilegiado. No podemos considerarlo solo como un pasatiempo o diversión: es también un
aprendizaje para la vida adulta.
Según Chateau, es el valor moral del juego, la alegría de sentirse causa de algo, de
superar los obstáculos, de crear dificultades, riesgos y reglas para sentir la satisfacción de
superarlas y de someterse voluntariamente a una disciplina, experimentar el gozo del éxito, la
conclusión de una “obra”, con su proyecto incluido, la terminación de un trabajo arduo.
Y lo sorprendente es que en gran parte de las actividades con las que se enfrenta el
niño, la diferencia entre juego y trabajo está solo en la valencia afectiva con que se enfoque la
actividad, y en el grado de voluntariedad e ilusión o superación que se ponga al realizarla. Y es
que una misma actividad puede ser propuesta como gratificante o sancionadora.
Cuando el niño vence las dificultades que él mismo se ha propuesto o aceptado, tiene
una alegría más moral que sensorial. Incluso a veces, busca él mismo mayores dificultades y
hasta el dolor para vencer los obstáculos, situándose así en un camino que le conduce a
superar airosamente las dificultades, al dominio de sí mismo y a su propio perfeccionamiento.
Muchos autores han explicado cómo evoluciona el juego por edades para comprender
cómo cambian las necesidades de los niños y así poder dar respuesta a las mismas. En
la explicación que viene a continuación, nos hemos basado fundamentalmente en Bühler.
Los niños no juegan a lo largo de su vida de la misma forma. A pesar de que el juego
evoluciona de acuerdo con su edad, no desaparece la forma de juego anterior, sino que se
transforma y se hace más compleja.
Los datos de desarrollo que mostramos y los hitos no son algo estático y rígido, varían
de unos niños a otros, pero de un modo global podemos distinguir estas etapas:
Hacia los seis meses puede alcanzar y sostener cualquier juguete que se encuentre
en el radio de acción de sus brazos abiertos. Ha descubierto que tiene pies y los
utiliza. Se lleva a la boca todos los objetos que coge. No es capaz de relajar las
manos a voluntad. La alegría que demuestra cuando juega con la persona que lo
cuida es a menudo imitativa y va acompañada de carcajadas y sonrisas.
Hacia los siete meses, empieza a apreciar la dualidad funcional de las manos…
¡Anda, tengo dos!, y una o dos semanas después… ¡Y también dos pies! Puede
sostener dos objetos simultáneamente. Cuando se le cae un juguete, este deja de
existir para él.
De los ocho a los doce meses, se sienta en el suelo y se mantiene en equilibrio. Se
mueve en todas direcciones buscando los juguetes que estén al alcance de sus
brazos. Se arrastra hacia los objetos que le resultan llamativos. Disfruta con los ruidos
y las sensaciones táctiles que produce simultáneamente al golpear o hacer resbalar
objetos sólidos sobre superficies duras.
Hacia los nueve meses, suele empezar a hacer más complejos sus juegos con los
juguetes (golpear una cacerola, dos cucharas...).
Entre los nueve y diez meses comienza a adquirir la permanencia de los objetos. Le
encanta jugar a “desaparecer y reaparecer”.
Entre los nueve y doce meses, empieza a comprender la importancia de las
comunicaciones orales de sus padres o cuidadores. Primero, demuestra tener
conciencia de las cadencias de la entonación vocal y, más tarde, de unas pocas
palabras.
Para comunicarse emplea gestos tales como el señalar objetos, personas, etc.
hacer, es más autónomo y tiene más iniciativa. El inicio del lenguaje permite que su relación
con los adultos sea más intensa, dando lugar a juegos vocales que implican intercambios
afectivos, a través del contacto, los gestos y las expresiones.
El niño se mueve cada vez más y actúa por su cuenta en muchos casos. Tiene que ver
más de cerca y participar de manera más activa en lo que sucede. Le domina la
urgencia por explorar su medio. Mira dentro de cajas y armarios, manipula bloques que
agarra con precisión, sigue utilizando herramientas de percusión para experimentar el
sonido, rompe papeles para disfrutar de la sensación del sonido y la visión que
acompaña esta actividad. Empuja y tira de juguetes con ruedas grandes y conduce los
pequeños. Sigue tirando los juguetes. Disfruta mucho utilizando objetos de uso normal
(carritos de compra, cubos, teléfonos, ollas…).
Los piagetianos se refieren al niño de un año como el que experimenta para ver qué
pasa. Está empezando a desarrollarse la adquisición del lenguaje. La mayoría dicen
entre tres y cinco palabras. Muchos dicen holofrases, es decir, una palabra que
significa una frase entera (por ejemplo, “¡Jugar!” en vez de “¡Ven aquí y juega
conmigo!”). A esta edad no entienden las relaciones familiares, el aprendizaje social
está centrado por completo en el yo. Está convencido de que todas las cosas le
pertenecen.
Sus dibujos se encuentran aún en la fase de los grandes brochazos que exigen
una buena coordinación óculo-manual, pero carecen de representación pictórica.
Mediante sus imitaciones de las actividades adultas, el niño demuestra que ya
posee un conjunto útil de recuerdos sensoriales y de movimiento, aunque todavía
están centrados en sí mismos como si fuesen el centro del universo.
En el primitivo objeto de roles y situaciones imitativas, utiliza los materiales que
encuentra a mano (por ejemplo, para “conducir” necesita solo un asiento y algo que
le sirva de volante).
Hacia los veintiún meses, empieza a unir dos o más palabras para formar
pequeñas oraciones, referidas, por lo general, a cuestiones cotidianas o a
necesidades o situaciones de movimiento.
Se interesará cada vez más por los libros ilustrados, para reconocer y nombrar a
personas, animales, objetos y acciones corrientes. Más adelante empezará a hacer
preguntas y comentarios sobre las historias que le contamos. Las consecuencias
sociales de esta edad son que el niño es la ley en sí mismo, resistiéndose
notablemente ante cualquier infracción de lo que cree que son sus derechos, que
defiende con vigor y determinación. Todavía tiene que desarrollar el sentido de
consideración hacia los demás. Se trata de una fase normal de la socialización.
Empieza a demostrarse cada vez más diestro en todas las formas de actividad
motriz. Levanta y transporta cosas, trepa, salta y corre. Puede montar en su triciclo
hacia delante utilizando los pedales. Chuta, lanza y coge la pelota. Puede bajar
escaleras, aunque necesita concentrarse mucho.
Sus manipulaciones y destrezas constructivas mejoran rápidamente. Construye una
torre con diez bloques. Sostiene el lápiz por su parte media o próxima a la punta
garabateando.
Suele apreciar mucho los juegos educativos, como los rompecabezas, los bloques,
los aros que se ensartan… Los conjuntos en miniatura que cuentan con casa,
escuela, granja…, con sus figuras de personas y animales que siguen siendo sus
favoritos.
Hacen innumerables preguntas sencillas, en especial a medida que se acercan a los
tres años.
Amplían sus primitivos juegos e inventan pequeñas imitaciones de situaciones
domésticas: fregar, cocinar, servir comidas, hacer las camas…
Durante estas minirrepresentaciones, a menudo hablan en voz alta para sí mismos,
describiendo y explicando lo que hacen.
El espacio personal sigue estando relacionado sobre todo con él mismo y con las
personas que lo cuidan. Está preparado para admitir a uno o dos niños conocidos en
su mundo de juego. Aunque juegan muy cerca unos de otros, el juego es más bien
solitario, de manera que cada uno necesita su propio conjunto de cosas para jugar.
Las relaciones con sus iguales son inestables y es fácil que surjan disputas.
A veces, parece que los niños tratan de descubrir causas y efectos (rollos de papel
higiénico desenrollados...). “Esta acción causa este efecto”.
Hacia los cuatro años o cuatro años y medio es normal que participen en todo tipo
de actividades de juego dirigidas por ellos mismos en grupos de entre tres y seis
participantes. Los juegos más populares son las construcciones improvisadas en el
exterior, los juegos de interior de mesa y en el suelo, los disfraces… Estas
actividades suelen elaborarse y desarrollarse día a día, poniendo de manifiesto el
reconocimiento cada vez mayor de la necesidad de discutir, planificar, poner en
común, respetar el turno y respetar las reglas acordadas.
Los intercambios verbales de todo tipo se hacen cada vez más evidentes en todos
los aspectos del juego.
Les encanta que les lean cuentos, sobre todo cuando pueden mirar las ilustraciones
al mismo tiempo. A menudo quieren que se les lea el mismo libro una y otra vez. A
veces utilizan los personajes o el argumento de su libro preferido en su juego
espontáneo.
A esta edad se utiliza con profusión el juego constructivo. Aunque el proceso sea
más importante que el producto, los resultados finales del juego constructivo ponen
de manifiesto a menudo una creatividad sorprendente.
Tienen una imaginación tan viva que destaca su mayor habilidad cognoscitiva. Si se les
facilitan los medios adecuados para jugar, se pone de manifiesto su curiosidad.
Tiene aptitud para las manualidades y las artes creativas; es posible apreciar cómo
evolucionan sus destrezas constructivas.
Para concluir, presentamos este cuadro resumen que nos permite integrar las etapas
de juego que acabamos de presentar con cada uno de los periodos de desarrollo cognitivo
tratados en la unidad dos:
Los diferentes tipos de juego que existen se pueden clasificar atendiendo a diferentes
criterios, de ahí que no encontremos una única clasificación, sino varias.
Nos basaremos en una clasificación del juego estableciendo tres grandes ámbitos de
desarrollo: psicomotor, cognitivo y socioafectivo. Al igual que se dijo en la unidad anterior, en el
juego aparecen imbricados todos estos aspectos, sin embargo, esta clasificación nos permite
trabajar con mayor o menor énfasis sobre uno u otro aspecto, en función del área que
deseamos potenciar. Vamos a hablar pues de:
Juegos psicomotores.
Juegos sensoriales.
Juegos cognitivos.
Juegos sociales.
Juegos psicomotores
Los juegos psicomotores constituyen una exploración placentera que tiende a probar
todas las posibilidades de la función motora. Gracias a este tipo de juego los niños se exploran
a ellos mismos y miden en todo momento lo que son capaces de hacer; también examinan su
entorno, descubriendo a otros niños y los objetos que les rodean, haciéndolos partícipes de sus
juegos.
Entre los objetivos del juego motor encontramos: manipular y utilizar objetos, controlar
el cuerpo, potenciar los patrones motores básicos, desarrollar aptitudes perceptivas y físicas,
entre otros.
Los juegos, desde el punto de vista de la animación, deben poseer una mínima
organización, es decir, necesitan unas fases claras de puesta en acción. Estas fases son:
1. Juegos de percepción
Estos tipos de juegos engloban diferentes aspectos en función del sentido que se utiliza
para percibir. Podemos encontrar:
Con estos juegos se pueden trabajar múltiples aspectos. Los más destacados son:
El conocimiento y el dominio del cuerpo son los pilares a partir de los cuales el niño
construirá el resto de los aprendizajes.
El niño descubre que puede expresar sentimientos y emociones con sus gestos y
movimientos.
El adulto puede enseñarle a utilizar la mirada, los gestos, las posturas, y su cuerpo
como medio de comunicación.
Características:
5. Juegos sensoriales
Son aquellos juegos en los que los niños ejercitan fundamentalmente los sentidos. Este
tipo de juego se inicia en las primeras semanas de vida y se prolonga hasta la etapa de
educación infantil. Son de gran importancia porque producen experiencias sensoriales,
potencian la creatividad y desarrollan habilidades importantes en el desarrollo de los niños. Son
una herramienta de gran ayuda en la transición entre la actividad centrada en uno mismo y una
actividad más social. Con este tipo de juegos los niños intentan crear con su acción los
elementos más próximos a la realidad que viven.
Los componentes esenciales que brindan los juegos sensoriales son: la cooperación
(se fomenta la comunicación, cohesión, confianza), la aceptación (en los juegos sensoriales
todos son aceptados), el compromiso (sensación de contribución y satisfacción por estar
jugando) y la diversión.
La cesta de los tesoros es una actividad que consiste en situar en el suelo una cesta
llena de objetos, de manera que los niños, sentados a su lado, puedan acceder fácilmente a
ellos. Ello permite la posibilidad de que el niño explore sensorialmente los objetos y se interese
por muchas cosas que puede encontrar en su entorno, aprovechando de esta forma su
actividad espontánea. La edad debe ser de cinco o seis meses de vida, y se aconseja dejar de
proponerla cuando empiecen a caminar.
Los objetos que puede encontrar el niño en la cesta nunca deben ser juguetes
comerciales ni objetos de plástico, sino que han de ser materiales que se puedan encontrar en
casa, la cesta ha de tener unos sesenta objetos que se van renovando. Deberán ser objetos
naturales, de madera, metálicos, de piel, ropa o goma, papel, cartón y vidrio.
Imagen: LIZMARIE
(Con licencia Creative Commons “Atribución”).
El juego heurístico es una actividad de juego donde los niños interactúan con los
diferentes tipos de material. Es una continuación de la cesta de los tesoros y se inicia a partir
del momento en el que el niño comienza a desplazarse, y se mantiene hasta los treinta y seis
meses. Se trata de un sistema de educación en el que al alumno se le enseña a descubrir por
sí mismo las cosas. Lo denominan “juego heurístico” porque pretende destacar la gran
importancia de este tipo de actividad exploratoria y de descubrimiento espontáneo.
Los objetos deben ser variados y obtenerlos del entorno. Se aconseja que se disponga
de entre veinte y treinta tipos diferentes, y que cada tipo de material disponga de su
correspondiente bolsa. El material puede ser: elementos naturales, material reciclado, material
confeccionado. Debe haber tres o cuatro contenedores (botes de cartón, cajas de madera…)
por niño.
6. Juegos cognitivos
La mayoría de los autores que han estudiado el juego infantil han destacado la
relevancia que tiene el juego en el desarrollo del pensamiento que conduce a la abstracción y a
la creatividad. Existen diferentes tipos de juegos que principalmente ayudan al desarrollo
cognitivo del individuo, entre ellos: los juegos manipulativos, los juegos exploratorios, de
atención, de memoria, imaginativos y lingüísticos. A continuación, vamos a verlos con mayor
detenimiento:
Juegos lingüísticos: son aquellos juegos verbales ―tradicionales o creados por los
niños― que permiten discriminar los sonidos iniciales o finales de las palabras y estimulan la
creatividad, al favorecer asociaciones de palabras. Favorecen el desarrollo del vocabulario y la
fluidez de la expresión oral. Desarrollan la conciencia lingüística y sus competencias de
lenguaje en un contexto lúdico que lo divierte y entretiene. Algunos ejemplos de este tipo de
juegos son:
- Cadenas por categorías: Jugar solo con palabras de la misma categoría. Por ejemplo,
animales (perro, oso, orangután, nutria). Se puede hacer cadenas con nombres
propios, frutas, verduras, juguetes, animales.
- Quién necesita qué… El maestro nombra una persona o un animal y los alumnos
deben decir qué objetos puede necesitar (el peluquero: las tijeras, el peine; el profesor:
la tiza, los libros de texto; el vendedor: la balanza, la caja; la hormiga: la varita, las
hojitas).
Juegos imaginativos: implican fingir que un objeto o una acción es algo diferente a lo
que realmente es, por lo que supone entender las intenciones del otro, construcciones
sofisticadas de lenguaje y el desarrollo de una historia. Es útil para el desarrollo de habilidades
previas a la lectoescritura, tales como el reconocimiento de las letras en el texto y el
entendimiento del propósito de los libros. Se considera que el juego imaginativo aumenta la
seguridad emocional, mejora el desarrollo de la teoría de la mente (ser capaz de entender
[representar] el conocimiento y las creencias de los otros: entender que otras personas pueden
tener una creencia o conocimiento diferente del mío).
Juegos manipulativos: son aquellos en los que el niño tiene la oportunidad de trabajar
en las habilidades más finas, aquellas que implican un control entre lo que ve el ojo y la orden
que recibe la mano, facilitando la motricidad a través de la manipulación de los objetos y
estimulando el desarrollo del pensamiento abstracto. Este tipo de juego estimula la
concentración y la capacidad creadora, entre otros aspectos.
Los juegos manipulativos son de gran importancia, pues los niños disfrutan de su
variedad y versatilidad. Son de gran riqueza en textura, colorido y forma, y les ofrecen a los
niños desafíos para adquirir nuevas destrezas. Al jugar a este tipo de juego los niños se
desarrollan en todas las áreas. La autoestima puede aumentarse, en la medida en que los
niños experimentan la satisfacción de completar una tarea en forma satisfactoria, como por
ejemplo un rompecabezas.
7. Juegos sociales
La mayoría de las actividades lúdicas que se realizan en grupo facilitan que los niños
se relacionen con otros compañeros, lo que ayuda a su proceso de socialización y aceptación
dentro del grupo. Así los juegos simbólicos, de ficción, de reglas o cooperativos por sus
características internas, son necesarios en el proceso de socialización. Dentro de los juegos
sociales encontramos diferentes tipos: tradicionales, multiculturales, simbólicos, cooperativos,
competitivos y reglados.
Juegos tradicionales: son una manera concreta y visible con la que los pueblos,
sociedades y culturas se muestran al resto de las sociedades. Las características son las
siguientes: 1) típicos de cada zona, región o país, han perdurado a lo largo del tiempo; 2) es un
elemento socializador e integrador dentro de las actividades que se realizan en la infancia, ya
que en la mayoría se juega por grupos o por equipos, y 3) algunos de los materiales que se
utilizan en este tipo de juegos son gomas, chapas, tizas, cuerdas, peonzas, etc.
Ejemplos: “El escondite”, “Escondite inglés”, “A la zapatilla por detrás”, “El pañuelo”,
“Veo, veo”, “La rayuela” (estos juegos pueden adoptar distintos nombres en función de la
región).
Juegos cooperativos: son juegos en los que todo el grupo trabaja para conseguir un
objetivo común. La idea madre de los juegos cooperativos es “jugar unos con otros y no unos
contra otros”. En este tipo de juego ningún jugador aumenta su autoestima a costa de la de
otro, todos ayudan, todos ganan y nadie pierde. Los valores que fomentan este tipo de juegos
son: la cooperación, la empatía, la comunicación, la construcción de una realidad social
positiva, el aprecio y autoconcepto positivo y la alegría. Es aconsejable introducir este tipo de
juego a partir de los tres años para comenzar a trabajar la creación y consolidación del grupo.
Juego reglado y juego simbólico: este tipo de juego ya ha sido descrito, no obstante, a
continuación exponemos diferentes juegos de cada clase.
Ejemplo de juego simbólico: juegos en los que tengan que representar animales,
transportes, acciones, etc. Cuentos psicomotores, juegos de representación de roles (papás y
mamás, tenderos).
En conclusión, los niños de hoy serán los adultos del mañana, El juego está
estrechamente ligado al desarrollo humano en todos sus ámbitos, por lo que una infancia
privada de actividades lúdicas, de movimiento, de experimentación, de relación con su medio y
con los demás, podría conllevar una carencia importante una vez construida su personalidad
en la edad adulta.
El animador debe tener como objetivo prioritario fomentar estos juegos, pero la
selección debe ser muy cuidadosa y lo más variada posible. El motivo de ello es la necesidad
de desarrollar juegos adaptados a sus posibilidades y a su estructura psicoevolutiva. El juego
es necesario en la vida del niño, y posee suma importancia en la esfera social, ya que permite
ensayar conductas sociales. A su vez, es una herramienta fantástica para que los niños
adquieran y desarrollen capacidades intelectuales, motoras, afectivas, etc., sin sentir obligación
de ningún tipo, sino de manera gustosa.
A través del juego, los niños experimentan, aprenden, comprenden la realidad que les
rodea, liberan tensiones, desarrollan su imaginación, su ingenio, les ayuda a resolver conflictos
y entender su entorno, estructurando y ampliando así sus esquemas de pensamiento. El juego
ayuda al niño a desarrollar sus capacidades cognitivas e ir avanzando en el pensamiento
abstracto y lógico. Como futuros docentes debemos tener siempre presente la importancia de
la actividad lúdica en esta etapa, recordar que cuando el niño juega se está creando una zona
de desarrollo potencial que le permitirá avanzar en su desarrollo.
Como adultos que vamos a guiar ese desarrollo, hemos de saber planificar nuestra
intervención para favorecer la aparición de esta zona de desarrollo potencial en todos nuestros
alumnos. Por último, consideramos que es importante que a la hora de trabajar en el aula
nunca establezcamos diferencias entre juego y trabajo, o utilicemos el juego para llenar
sesiones vacías. Si actuamos de esta manera le estamos restando el valor educativo e
intrínseco que posee.
En función de la etapa: teniendo en cuenta los rangos de edad del colectivo al que nos
dirigimos.
En función de la dinámica del grupo: considerando la etapa de desarrollo del grupo en
el que nos encontremos en cada momento.
En función de la complejidad: atendiendo a la finalidad que se desea.
Según la participación: atendiendo a la relación o no relación con otros.
Por su carácter social: valorando la relación con otros miembros de la sociedad.
Por agrupamiento: es muy interesante atender a esta dimensión de los juegos para
comprobar las bondades de cada uno de estos diferentes métodos.
Por su contenido: similar a lo que hemos desarrollado en este apartado, atendiendo a
las distintas dimensiones de desarrollo de la persona.
A) Concepto
punto a nuestro favor a la hora de conseguir aquello que nos hemos propuesto. A veces los
recursos surgen de la improvisación y dependerán en gran medida de lo creativos e
imaginativos que seamos, pero no podemos utilizar esa táctica. Los recursos están incluidos
dentro de la programación o planificación de cada encuentro, ya que requieren a veces una
búsqueda con antelación fuera de nuestro entorno; compra de materiales determinados,
salidas a un lugar cercano o lejano, concertar la visita de algún personaje externo… En
definitiva; a la hora de plantearnos una actividad a corto o largo plazo, tendremos que planificar
también los recursos que vamos a utilizar para llevarla a cabo, tanto si disponemos de ellos
como si tenemos que buscarlos.
Por ejemplo, si nuestro trabajo se realiza en una ludoteca y tenemos establecidos unos
talleres, a la hora de poner en marcha el taller de manualidades necesitaremos: saber qué
actividades vamos a realizar (modelado de barro, plastilina, creaciones de papel o cartón,
construcciones con materiales de desecho, etc.); temporalizarlas (primer mes: modelado de
barro, segundo mes: creaciones de papel), y prever los recursos materiales, personales,
espaciales, etc., que vamos a necesitar (veinte pastillas de barro, una por niño, papeles de
periódico, bolsas de plástico, los niños traerán una camiseta vieja, utensilios caseros para
modelar, palillos, cepillo de dientes, cuchillo de punta roma, etc.). Imaginad que no
planificásemos. Parece una obviedad, pero es cierto que por una mala gestión de los recursos,
a veces, una actividad fracasa y, por lo tanto, también lo hacen nuestros objetivos y los chicos
no disfrutan.
B) Funciones
También tendremos en cuenta que los recursos o medios no son autónomos, es decir;
no tienen sentido por sí mismos, sino que han de seleccionarse por su relación con las
necesidades, los objetivos marcados, los contenidos y las actividades. Por eso los animadores
debemos tener muy claras sus funciones:
Los recursos nos permiten acercar a los niños al proceso, a los contenidos. Un
ejemplo fácil de entender sería los medios audiovisuales: quizá no podamos ir
a visitar la planta de reciclaje más cercana por motivos de tiempo, de este
modo, si conseguimos un vídeo demostrativo y disponemos de los recursos
audiovisuales necesarios, estamos cumpliendo nuestro objetivo aunque
sepamos que sería más motivante el acercarles hasta ella.
El tiempo del que disponemos. Cuando organizamos, hay que contar con los
tiempos perdidos tanto en organizar la actividad como en recoger, así que
debemos calcular el tiempo real y ver si resulta factible o, por el contrario,
podemos frustrarla en su punto álgido. Si queremos poner una película y luego
hacer un debate sobre los valores que en ella aparecen, más valdrá contar con
al menos dos horas y media. A veces, aunque los medios son adecuados, el
tiempo los descarta.
Tablones grandes. Donde podamos desde poner anuncios a exponer los trabajos
de los chicos. Puede ser un gran corcho, un tablón de madera…
Un botiquín. Con lo indispensable para los primeros auxilios, así como una lista
con los posibles problemas que los niños puedan tener con algún medicamento;
alergias sobre todo o recomendaciones de los padres en casos determinados. (Es
muy típico encontrarnos envases de medicamentos con una etiqueta con el nombre
de algún chico y cuándo y cómo debemos administrarlo). En este aspecto será muy
importante, más bien básica, la comunicación con los padres para evitar episodios
desagradables.
Hay casos en los que por las características del entorno, se cuenta con un huerto,
animales (granja escuela, campamento), lo que da mucho juego.
Y por supuesto, un lugar para aquellos con algún tipo de dificultad. Tenemos
que adecuar nuestros recursos a la diversidad de los chicos con los que vamos a
estar. Hay veces en los que los lugares no acompañan y existen muchas barreras
arquitectónicas, pero es nuestra labor buscar los medios necesarios para que todos
se sientan uno más.
Abordar este epígrafe no es tarea fácil, ya que la mejor forma que existe de entender y
aplicar su contenido es realizándolo. De todos modos, haremos lo posible por acercarnos a las
actividades más propias del trabajo con niños en los lugares típicos en los que tiene lugar la
animación.
Estas actividades a largo plazo suelen estar respaldadas por proyectos de un marcado
carácter educativo (pongamos como ejemplo el movimiento scout, que tiene un proyecto
educativo en el que se basan los grupos para hacer sus planificaciones, con unas directrices y
unos principios metodológicos que los animadores adaptan a las características de su entorno,
de sus grupos de niños, de su comunidad autónoma, etc.). Por tanto, dependerá mucho del tipo
de grupo o movimiento al que vayamos a pertenecer la manera de desarrollar nuestra labor de
animadores y qué tipo de actividades vamos a programar.
Puede que trabajemos para una empresa de ocio que organiza fiestas de cumpleaños,
o que acompañemos a niños en sus rutas de autobús hacia la escuela o en excursiones, o que
realizamos guiñol los sábados o domingos por la mañana en un parque, en una asociación
vecinal, o que animemos el tiempo muerto en los comedores escolares.
Lo primero que miraremos será el grupo de edades que tenemos. Veremos si merece
la pena (según el tamaño del grupo), dividirlos por edades, actuar con el grupo entero o
mezclar ambas opciones en nuestro espacio de tiempo. (También podemos encontrarnos con
grupos homogéneos).
Lo segundo será comprobar el tiempo y espacio del que disponemos. Hay multitud de
juegos para realizar en espacios reducidos, o sin movilidad, como un autobús y no por ello son
menos divertidos. Lo realmente importante será adaptar la animación a todas las
características que vamos viendo.
Con estos datos, solo será cuestión de tener ganas y empezar. Vamos a tener en
nuestra cabeza un esquema tipo para programar cualquier actividad puntual. (Es solo un
ejemplo, podéis darle el formato que queráis en vuestras actuaciones. Hay empresas, grupos,
colectivos de animación que poseen las suyas propias y solo hay que rellenar los criterios que
interesan).
Actividades
Yincanas, baterías de juegos y juegos de gran grupo
Cuando queremos dedicar toda la sesión al juego, ya sea para que un grupo se
conozca, para propiciar distensión, relajación, acción, movimiento, imaginación, etc., una buena
planificación sería mediante un gran juego de grupo (yincana o juego de puestos) o una batería
de juegos. Informaremos a los chicos previamente de qué vamos a hacer. Las informaciones
deben ser cortas y concisas.
Para la batería buscaremos juegos de una duración de entre diez y quince minutos
como mucho. Podemos establecer, por ejemplo, un toque de silbato, el sonido de una campana
o algo similar para cambiar de juego y reunirnos en un punto determinado para explicar el
siguiente.
Los juegos de gran grupo o yincanas a veces requieren mucha preparación, pero si
disponemos de tiempo suficiente y las edades no son muy dispares, son muy divertidos y a los
chicos les encantan. Los juegos de gran grupo son aquellos en los que participa todo el grupo
(individualmente o por equipos). Quizá estos sean los más utilizados cuando el grupo es muy
numeroso. Podemos elegir desde juegos tradicionales hasta otros más sofisticados, siempre y
cuando podamos controlar bien a todos y evitemos las disputas.
Un gran juego sería por ejemplo el que se utiliza para que los chicos conozcan un
pueblo, una ciudad pequeña o incluso nuestro barrio (este juego es muy útil para excursiones y
campamentos, también podemos tenerlo en cuenta para actividades a medio y largo plazo).
Es sencillo y no requiere más que elaborar una ficha en la que escribamos una serie de
preguntas a las que los chicos deben responder, del tipo:
CONOCIENDO EL ENTORNO
Desarrollo de la actividad:
Repartiremos a los chicos por grupos, a ser posible de tres como mínimo y cinco como máximo (de este
modo ni se sienten solos ni se esparcen demasiado), y a cada uno le daremos una copia de la hoja de
preguntas. Pondremos una hora tope para que los chicos regresen hasta el punto de partida. El equipo que
antes logre volver con las cuestiones respondidas correctamente será el ganador.
Se trata de que ellos vayan preguntando a la gente del lugar, hablen y se informen a la vez y trabajen
en equipo. Los animadores irán con cada grupo supervisando, pero no interviniendo (es una actividad que les
encanta ya que conocen un sitio más a fondo, pero está muy recomendada para chicos que no conocen su
barrio, para campamentos cerca de pueblos, etc.).
La única dificultad que podemos encontrar con estas actividades es que los chicos no
se conozcan mucho y tiendan a avergonzarse (cosa poco común en estas edades). A veces los
juegos de gran grupo funcionan mejor en grupos cohesionados, pero no tiene por qué; el
secreto estará en recopilar aquellos que no impliquen demasiada confianza entre sus
miembros.
Taller de cuentos
Puede que queramos hacer una sesión de cuentos. Aquí no solo se trata de contarlos,
sino de jugar con ellos (con los conocidos, creando nuevos, etc.). Veamos un ejemplo mediante
la ficha anterior:
Manualidades
Existen muchas posibilidades de hacer manualidades en una sesión de dos horas, una
mañana o una tarde. Podemos hacer caretas de papel o cartulina, un pequeño semillero, una
caja para lápices, cartas, flores de papel, tarjetas de felicitación, decorar figuras de barro,
plastilina, pasta de sal, carteles, etc. Para planificar este tipo de actividades lo más importante
será conocer las edades y disponer de los recursos materiales necesarios.
Ya decíamos antes que se utiliza mucho la figura de los talleres como método de
trabajo. Según el carácter de la actividad puede tratarse de campamentos deportivos (con
diferentes talleres de deportes cada día, rotativos), granja escuelas enfocadas al cuidado de los
animales, de un huerto, o con talleres de artesanías…
Existen todos los tipos de veladas que queramos imaginar; solo tenemos que elegir un
tema y empezar a soñar. Para que os hagáis una idea a continuación vamos a contar una que
a los chicos les encanta (y a los mayores). Se llama “La velada de los cuentos”:
La función del animador que conduce la velada es muy importante. Debe ser una
persona muy creativa y simpática, a la que se le note el entusiasmo, la capacidad de
improvisar, etc.
Los juegos de pistas son también un recurso muy utilizado en este tipo de actuaciones.
Conociendo la dinámica, solo será cuestión de aplicarla a nuestros intereses y objetivos para
elaborarla. He aquí un ejemplo:
Quizá esta actuación sea la más complicada y trabajosa pero, a la vez, la más
gratificante y fructífera, ya que por su continuidad, el trato con los chicos y los animadores tiene
un carácter más permanente. Las actividades más favorecidas son aquellas que pueden
continuar en el tiempo, como los talleres, que nos permiten dejar la actividad y volverla a
retomar en cada sesión o cada cierto tiempo.
Como decíamos antes, suelen estar respaldadas por algún proyecto educativo (por
ejemplo, el movimiento scout tiene un proyecto educativo a nivel nacional, con delegaciones en
las comunidades autónomas) y los grupos de animadores lo que hacen es adaptarlo a su
entorno y necesidades.
Las ludotecas son un instrumento muy valioso de nuestra sociedad porque aportan un
beneficio increíble a los chicos, proporcionándoles espacios para jugar y aprender mediante
actividades muy variadas. Todos estos tipos de actuación a largo plazo intentan proporcionar a
los niños incentivos para su educación en el ocio y el tiempo libre, por lo que es en estos
ámbitos en los que el animador requiere de una formación más completa.