Acto Ilicito y Daño Moral

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 33

ACTO ILICITO Y DAÑO MORAL

SALA CONSTITUCIONAL
 
Magistrado Ponente: Arcadio Delgado Rosales
Expediente: 11-0995
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/Mayo/646-21512-2012-11-0995.html
 
El 3 de agosto de 2011, el abogado Juan Vicente Ardila, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el número 7.691, actuando con el carácter de apoderado
judicial de la sociedad mercantil AMERICAN AIRLINES, INC, constituida conforme a
las leyes del Estado de Delawer el 11 de abril de 1934 en Estados Unidos de Norteamérica,
e inscrita en su momento en la República de Venezuela, ante el Registro Mercantil Segundo
del Distrito Federal y Estado Miranda, el 15 de julio de 1987, bajo el número 1, Tomo 23-A
Sgdo., solicitó la revisión constitucional de la sentencia dictada el 24 de  mayo de 2011, por
el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y con sede en la
ciudad de Caracas, con ocasión al mandato de esta Sala Constitucional contenido en la
sentencia N° 189 del 8 de abril de 2010, mediante la cual declaró con lugar la demanda que
por indemnización por daño moral incoó el ciudadano Carlos Brender contra su
representada. En consecuencia, la condenó al pago de la cantidad de cincuenta y cuatro mil
bolívares fuertes (Bs. F 54.000,00).
   
El 9 de agosto de 2011, se dio cuenta en Sala del expediente y se designó ponente al
Magistrado Arcadio Delgado Rosales.
 
I
DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN
 
El apoderado judicial de la solicitante esgrimió como fundamento de la solicitud de
revisión, los siguientes argumentos:
 
Que el Tribunal Superior Marítimo equivocó el régimen de responsabilidad al
aplicar frente a la demanda por daño moral incoada contra la aerolínea American Airlines
Inc  “… y (…) la Sala Constitucional recalcó que en este caso, no hay campo para las
normas del derecho común, sino hacer empeño en la normativa que regula la
responsabilidad del Estado (art. 140)  (sic)  ya que en la materia aeronáutica, definida su
actividad como de servicio público, resulta imperativo ajustarse a ese modelo
especializado de derecho público…”.
 
Que la Sala Constitucional en sentencia N° 189 del 8 de abril de 2010, en el caso
de American Airlines Inc, expresó “…1) que, la demanda incoada por el Dr. BRENDER
por daño moral, su 'causa petendi se fundamentó únicamente en normas de carácter civil';
que, no puede hablarse en esta materia de la existencia del hecho ilícito, sino de
responsabilidad por funcionamiento anormal como factor generador de la obligación de
indemnizar por cuanto la prestación a un atañe a servicio público abstracto (sic); 2)
que,  (sic) improcedente un (sic) razonamiento que sustente la declaratoria de daño moral
en el artículo 1.196 del Código Civil, pues tal posibilidad no está prevista en la normativa
especial; y ante tal circunstancia, debe privar el principio de la especialidad de la norma;
que, 'incurrió en indebida aplicación de la ley al pretender condenar el daño moral
gracias a la falta de prestación de un servicio público realizado por un particular, cuya
actividad se encuentra regulada por una ley especial que prevé su propio sistema de
responsabilidad para el sector aeronáutico y de transporte comercial'; 3) que, en el caso
que revisó, no hay cabida para una demanda por daño moral; que, 'se solapó (sic) ambos
regímenes para justificar la verificación de un daño moral, a pesar de que la noción  de
responsabilidad patrimonial en este regimen  (sic) sectorial está enmarcada en normas de
Derecho Público'; que, el artículo 100 de la Ley de Aeronáutica Civil, (…) desarrolla la
responsabilidad por la prestación del servicio público de transporte aéreo, que incluso
numera limitadamente el monto indemnizatorio, negando la posibilidad de cálculos
percibidos empíricamente para valorar el daño moral; 4) que, el daño moral solamente es
procedente cuando ha acontecido un acto ilícito que haya generado un daño en el ámbito
inmaterial del afectado; 5) que, ha equiparado el incumplimiento de la obligación
contractual a un acto; lo cual es de indebida subsunción; que, no puede considerarse que
la falta de cumplimiento de un contrato de transporte puede equiparase a una conducta
sancionable en derecho en los términos que establece el artículo 1.196 del Código Civil; 6)
que, tampoco es idóneo usar de mala manera ese precepto, desde la perspectiva del daño
moral, toda vez que sólo hubo incumplimiento del contrato que operó entre las partes con
la compra del boleto aéreo; y aun en ausencia de hecho ilícito, como expresamente se
señaló en la sentencia, finalmente declara, con extralimitación,(sic) procede la
indemnización por ese concepto,7) que la supuesta falta de información no puede
asemejarse a un acto ilícito…”.
 
Que “…el Tribunal Superior Marítimo, trató en vano de justificar su abierto
desconocimiento a acatar la doctrina de la honorable Sala  [Constitucional] que
diseño (sic) para este mismo caso. A punto [de] que declaró esto: (…) '…Se trata en este
caso de saber si, el espíritu de la sentencia dictada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia que ordena ANULAR la decisión del Tribunal de Alzada, está
negando la existencia de la obligación de indemnizar el daño moral presuntamente sufrido
en el marco de una relación contractual devenida en incumplimiento, o si por el contrario
se está indicando que la vía de procedencia de la indemnización debe encontrarse en una
fuente distinta al hecho ilícito contemplado en el Derecho Común; si debe sustentarse en la
normativa reglamentaria expresamente contenida en la Regulación Parcial Sobre las
Condiciones Generales del Transporte Aéreo que establece  expresamente la
obligatoriedad de la notificación in tempore de la cancelación y la subsecuente posibilidad
de reparación del daño causado en caso de omisión o deficiencia en efectividad
desplegada por el transportista'…”.
 
Que la  sentencia de la Sala Constitucional fue explícita al señalar que “…1) no
cabe deducir una demanda de daño moral por que  (sic)  la legislación especial, la Ley de
Aeronáutica Civil, fija a modo de tabla unos topes máximos de responsabilidad; 2)       
que, la falta de información no equivale a un acto o hecho ilícito; 3) que, se deriva un daño
de un incumplimiento contractual; 4) que, ha equiparado el incumplimiento de la
obligación establecida en el contrato a un acto ilícito lo cual, es de indebida subsanación;
5) que, el daño moral solamente es procedente cuando ha acontecido en el ámbito
inmaterial del afectado; 6) que, en el caso, no hay campo para el daño moral…”.
 
Que el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y con
sede en la ciudad de Caracas, se rebeló “…por cuanto no obedeció, las disposiciones que
la Sala Constitucional le indicó para el caso BRENDER; se salió por la tangente, al
utilizar argumentos insustanciales y sin carácter para apoyar  su fallo…”.
 
Adujo la violación del artículo 49, cardinal 1 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela,  como quiera que  “…al violarse la doctrina constitucional le
quitó el derecho a 'AMERICAN' a que se le juzgara en conjunción a ella, en la esperanza
de salir absuelto de las imputaciones que le achacó el Dr. BRENDER….” con lo que, de
paso, quebrantó el principio fundamental de la “…seguridad jurídica, el de la expectativa
plausible y el Estado de Derecho…”.
 
Indicó que “…cada vez que un juez abandona aplicar doctrina constitucional a
punto de insurreccionarse contra la misma, en estricto, incurre en error judicial
inexcusable…”.
 
Que el Dr. Brender fundamentó su pretensión de daño moral “…en virtud de la
cancelación unilateral y sin tomar ningún tipo de previsión, resultando frustrado su
propósito y anímicamente decepcionado o contrariado. (…) Aquí el Juez tomó otra
dirección, rodeó el problema judicial para después sentenciar algo que no le fue alegado,
maltrató la causa de pedir y el petitum, evento que, a la postre, se tradujo en una
incongruencia positiva o activa….”.
 
Que “…la incongruencia es un vicio de talante constitucional por
que (sic) quebranta en primer lugar el artículo 26 Constitucional (sic) ya que ahí está
consagrado el principio de la tutela judicial efectiva, en vista [de] que el (sic) ciudadano
la  (sic) auxilia su derecho fundamental a que se le dicte un fallo que haga ecuación con
sus peticiones, lo que, relevantemente se nota que el Juez de la revisada no cumplió…”.
 
Que “...un fallo incongruente, sin más, arbitrario al no decidir cuestiones
oportunamente planteadas o [que] resuelve sobre el mérito de lo no deducido (sic); y el
juez no erá (sic) neutral con vista a que afirmó e introdujo hechos a la controversia no
invocados por las partes; rompió con la delicada asepsia jurídica que preside actos como
la sentencia…”.
 
Señaló que, por vía de contragolpe, se quebrantó el artículo 49, cardinal 1 del Texto
Constitucional porque “… al resolver el juez sin consideración a los alegatos formulados
por las partes, en el sentido de que, ante todo, transfiguró el problema sometido a su
decisión y por otro, silenció, se abstuvo de resolver defensas aducidas por 'AMERICAN' en
modo y tiempo útil, quiere decir que la colocó en un estado de indefensión total, con
infracción a su derecho a la defensa, que no le fue garantizado, por que (sic) en estricto,
se le transgredió el principio del contradictorio; no fue oída y se le juzgó sin las debidas
garantías…”.     
 
Que “…una sentencia incongruente es arbitraria, pues excede la potestad del juez,
ya sea que decida más de lo reclamado, o menos de lo que fuera pedido, o sobre cuestiones
no articuladas y merece el castigo de su nulidad…”.
 
Señaló que resulta visible la contradicción existente ya que, “…de un lado asegura
que los testigos sólo dieron fe de que el Dr. BRENDER no pudo tomar el vuelo y nada más,
por cuanto sacó de juego los dichos dirigidos a establecer para el proceso de (sic) que el
viaje tenía por propósito visitar a sus familiares (hijos y nietos), pero, después, condena un
daño moral porque el Dr. Brender no pudo 'concretar el acercamiento y disfrute con sus
familiares'. Naturalmente son dos puntos de vista que rivalizan, se excluyen entre sí, con lo
que el Tribunal Superior Marítimo venció el principio lógico de la 'no contradicción' que
es un vicio que la honorable Sala tacha de inconstitucional…”.
 
Que “…la contradicción en los considerandos empleados por el juez para llegar a
una determinada conclusión, saca de lugar a ésta por que (sic) está soportada sobre el
mérito de argumentos sin carácter, incoherentes que no permiten hacer control de
legalidad en cuanto a lo (sic) dispositivo del fallo….”.
 
Que “…en el caso bajo examen, los testigos dieron fe sólo de que perdió el vuelo,
pero más adelante, condena a AMERICAN a un daño moral por que (sic) no
disfruto (sic) del acercamiento con sus familiares, lo que no fue probado…”. 
 
Que “…no entiende que quiso decir el Juez de la revisada con esto de: 'considerar
que el criterio de subjetividad que aplica en estos casos de indemnización por daño moral
no obedece a una progresividad numérica o a un parámetro de perdurabilidad o
rendimiento, lo que hace que la misma se establezca como una sanción ejemplarizante
pero sin visos de enriquecimiento para el demandante', esto es un galimatías; (…) En
Venezuela no caben los daños punitivos, de modo que esa motivación usada por el juez  al
ser incomprensible se alza en arbitraria por absurda y la honorable Sala en condiciones
de hacer un control de lógica sobre tal pronunciamiento fundamento de la doctrina de la
arbitrariedad…”.
 
Que “…la motivación, de acuerdo a la doctrina de la honorable Sala, debe
concebirse como una condición imprescindible del correcto ejercicio de la función
jurisdiccional y, al mismo tiempo, como principio fundamental de garantía de los
ciudadanos en sus relaciones con el poder judicial (sic); y es útil para las partes a fin de
que las impugnen, sobre la base del conocimiento que tienen de los motivos de la decisión
por que (sic) facilita  identificar los errores cometidos por el juez y poner de resalto los
aspectos criticables de la mismas (sic)…”.
 
Que la motivación“…sin duda, constituye en (sic) un elemento o requisito de todo
fallo, (…) una expresión importante de la concepción democrática del poder, en especial,
con el poder judicial (sic), puesto que habrá de clasificarse como vital para el adecuado
ejercicio de la jurisdicción, por que (sic) urge al juez someterse a un control externo de sus
decisiones y esto sólo podrá hacerse acto (sic), siempre que medien razones que
justifiquen la legalidad y bondad del fallo…”.
 
Expresó que, “…al ser inmotivada la sentencia objeto de revisión y sujeto a
revisión, violó el artículo 26 Constitucional, que es la norma fundamental que exige
de  (sic) continuo de que el ciudadano tiene el derecho a lograr una sentencia definitiva
que fundada en Derecho le resuelva la controversia en que está inmerso. Y de paso
quebrantado el artículo 49.1 Constitucional por que (sic) no se le garantizó su derecho a
la defensa así como también la doctrina vinculante que sobre la materia tiene construida
la honorable Sala con la infracción del artículo 335 Constitucional…”. 
 
Con fundamento en las anteriores consideraciones, solicitó se declare con lugar la
solicitud de revisión incoada y, en consecuencia, se anule la sentencia dictada el 24 de
mayo de 2011, por el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y
con sede en la ciudad de Caracas.
 
II
DE LA COMPETENCIA
 
Debe esta Sala determinar su competencia para conocer la presente solicitud de
revisión y al respecto observa que, conforme lo establece el cardinal 10 del artículo 336 de
la Constitución, la Sala Constitucional tiene atribuida la potestad de “revisar las sentencias
definitivamente firmes de amparo constitucional y de control de constitucionalidad de
leyes o normas jurídicas dictadas por los tribunales de la República, en los términos
establecidos por la ley orgánica respectiva”.
 
Por su parte, en el fallo Nº 93/2001 del 6 de febrero (caso: Corpoturismo), esta Sala
determinó su potestad extraordinaria, excepcional, restringida y discrecional, de revisar las
siguientes decisiones judiciales:
“1. Las sentencias definitivamente firmes de amparo constitucional de
cualquier carácter, dictadas por las demás Salas del Tribunal
Supremo de Justicia y por cualquier juzgado o tribunal del país.
 
2. Las sentencias definitivamente firmes de control expreso de
constitucionalidad de leyes o normas jurídicas por los tribunales de la
República o las demás Salas del Tribunal Supremo de Justicia.
 
3. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido dictadas por
las demás Salas de este Tribunal o por los demás tribunales o
juzgados del país apartándose u obviando expresa o tácitamente
alguna interpretación de la Constitución contenida en alguna
sentencia dictada por esta Sala con anterioridad al fallo impugnado,
realizando un errado control de constitucionalidad al aplicar
indebidamente la norma constitucional.
 
4. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido dictadas por
las demás Salas de este Tribunal o por los demás tribunales o
juzgados del país que de manera evidente hayan incurrido, según el
criterio de la Sala, en un error grotesco en cuanto a la interpretación
de la Constitución o que sencillamente hayan obviado por completo la
interpretación de la norma constitucional. En estos casos hay también
un errado control constitucional”.
 
            En este mismo orden de ideas, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia
dispone en el artículo 25, cardinal 10 lo siguiente:
 
 “Artículo 25. Son competencias de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia:
 (…)
 
10. Revisar las sentencias definitivamente firmes que sean dictadas por
los tribunales de la República, cuando hayan desconocido algún
precedente dictado por la Sala Constitucional; efectuado una indebida
aplicación de una norma o principio constitucional; o producido un
error grave en su interpretación; por falta de aplicación de algún
principio o nomas constitucionales…”.
Ahora bien, visto que en el caso de autos se solicitó la revisión de una sentencia
emanada del Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y con sede
en la ciudad de Caracas, a la que se imputa la violación del derecho a la tutela judicial
efectiva, al debido proceso y a la defensa contenidos en los artículos 26 y 49 cardinal 1 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esta Sala se considera
competente para conocerla; y así se declara.
 
III
DEL FALLO OBJETO DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN
 
En su decisión del 24 de mayo de 2011, el Tribunal Superior Marítimo Accidental
con competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, conociendo en reenvío,
declaró con lugar la demanda que por indemnización por daño moral incoó el ciudadano
Carlos Brender contra la sociedad mercantil American Airlines Inc., y la condenó al pago
de la cantidad de cincuenta y cuatro mil bolívares fuertes (Bs. F 54.000,00).
 
Al respecto, el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y
con sede en la ciudad de Caracas esgrimió como fundamento de la decisión en referencia,
las siguientes consideraciones:
 
“…Ahora bien, en el presente caso el Juez Superior Marítimo 2005, dictó
sentencia definitiva en fecha 25 de febrero del 2009 y por la cual declaró CON
LUGAR la demanda que por INDEMNIZACION POR DAÑO MORAL incoara
el ciudadano CARLOS BRENDER contra la sociedad mercantil AMERICAN
AIRLINES INC., decisión esta anulada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, que dictó su fallo en fecha 08 de abril del 2010,
declarando [que] HA LUGAR la solicitud de revisión constitucional
interpuesta por el abogado JUAN VICENTE ARDILA, en su carácter de
apoderado de la demandada AMERICAN AIRLINES INC., bajo la siguiente
argumentación:
 
IV
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
(Omissis)

El aspecto estimado para declarar con lugar la demanda por daño


moral se basó en la aplicación extensiva de las normas del Código
Civil en materia de transporte aéreo, al indicar que estas disposiciones
tienen funciones supletorias respecto del derecho especial.

(…) Este criterio establecido en la sentencia objeto de revisión, amerita


la debida consideración por parte de la Sala Constitucional, a los fines
de verificar si tal decisión ha incurrido en un error de interpretación de
alguna norma constitucional, la ha omitido por completo, o si obvió
alguna interpretación de carácter vinculante establecida previamente
por esta Sala Constitucional;

(Omissis)

1.-Naturaleza jurídica del transporte aéreo

El régimen de la aeronáutica civil se encuentra regulado en nuestro


país mediante la legislación especial comprendida en la Ley de
Aeronáutica Civil, publicada su última reforma en la Gaceta Oficial
N°39.140 del 17 de marzo del 2009, cuyas disposiciones establecen una
doble afectación al declarar de utilidad pública la aeronáutica civil
como sector propiamente dicho (art.4) y de servicio público el
transporte aéreo comercial (artículo 62).
 
(…) En este contexto, en lo que se refiere a la responsabilidad
patrimonial de la Administración, cabe asegurar, partiendo de lo
preceptuado en el artículo 140 constitucional (sic), que el Constituyente
ha pretendido sustraer la responsabilidad administrativa de cualquier
remisión al derecho privado, aunque ello no obsta para que el
legislador diseñe el correspondiente sistema de responsabilidad que
abarque el régimen general de responsabilidad del Estado…/…
(Omissis)
 
De suerte que, a medida de que siga evolucionando el sistema de
responsabilidad del Estado, más cederán las normas comunes respecto
de las establecidas en los ordenamientos especiales y los principios
generales en materia de responsabilidad patrimonial del Estado. De
ese modo, sólo en caso de no mediar una normativa especial es que se
aplicarían directamente los principios generales en materia de
responsabilidad administrativa y, en última instancia, en la medida de
que no se contraríen los mencionados principios, las disposiciones del
Código Civil. (sic)
 (Omissis)

Esta Sala, tal como lo estableció en la sentencia num.2818, del 19 de


noviembre de 2002, (Caso: Gladys Josefina Jorge Saad), asentó que el
régimen previsto en el artículo 140 de la Constitución, es el de
responsabilidad objetiva de la Administración que prescinde de
cualquier elemento de culpa con la cual pueda obrar el funcionario o
del particular quien haga de sus veces en la prestación del servicio
público, por lo que no puede hablarse en esta materia de la existencia
del hecho ilícito, sino de responsabilidad por funcionamiento anormal
como factor generador de la obligación de indemnizar por cuanto se
está considerando a la prestación del servicio público en sentido
abstracto y no por los elementos punitivos aplicables a la esfera
personal de quien tenga encomendada su ejecución. Siendo
improcedente un razonamiento que sustente la declaratoria de daño
moral en el artículo 1196 del Código Civil, pues tal posibilidad no se
encuentra prevista en la normativa especial; y ante tal circunstancia,
debe privar el principio de la especialidad de la norma.

Ciertamente, en la sentencia N°1542/2008 de 17 de octubre (caso:


Ángel Navas) esta Sala señalo (sic) que '…como regla general en
nuestro ordenamiento jurídico la pauta hermenéutica que rige en
materia de responsabilidad del Estado, indica que la indemnización o
reparabilidad de los daños o perjuicios, deben cubrir o restablecer
todas las pérdidas ciertas del demandante en su esfera jurídica – vgr.
Daños materiales y morales-'; indicándose igualmente en esa
oportunidad, en función de lo establecido en los artículos 2 y 140
constitucional (sic) que:'… se concibe – al menos a nivel
constitucional – la posibilidad (de) que el Estado pueda responder en
materia de daño moral cabalmente, al margen de la indemnización
pecuniaria…'  (resaltado y subrayado del suscrito Juez Superior
Marítimo Accidental).

De tal suerte que atendiendo a lo preceptuado en el artículo 1196 del


Código Civil, la procedencia del daño moral no era facultativa del
Juez, ya que '…si existe el daño el juez debe indemnizarlo y el carácter
potestativo se limitaría a la facultad del juez de determinar el alcance y
los medios de la indemnización o compensación por el daño'
(subrayado del suscrito)
(Omissis)

(…)toda vez que, tal como se ha determinado del artículo 140 de la


Constitución, nuestro sistema de responsabilidad debe siempre atender
a los parámetros de amplitud e integridad, tal como se ha delimitado en
las sentencias de esta sala (sic) Constitucional nums.2828/20012,
2359/2007 y 1542/2008.

Así, en caso de determinarse un subsistema que haga vacuo el régimen


de responsabilidad, se adecuará a los principios fundamentales
previstos en la Constitución para satisfacer los daños en razón de la
debida indemnización; bien sea a través de una interpretación
constitucionalizante del régimen normativo de responsabilidad del
Estado en dicho ordenamiento sectorial, o a través del control
concentrado de la constitucionalidad de tales preceptos. Así se decide.
(Omissis)
 
De este modo la sentencia revisada partió de un análisis
extremadamente estricto en materia de responsabilidad administrativa,
y, aunque posteriormente consideró que debía anlaizarse (sic) el
elemento eximente de responsabilidad, como es la fuerza mayor, la
máxima sostenida por la sentencia antes transcrita que condicionó el
resto de la decisión nos e (sic) compadece con los lineamientos
dictados por la Sala Constitucional.
Siendo ello así, esta sala (sic) concluye que el criterio considerado por
la sentencia no se adecua a la doctrina constitucional dictada en
materia de responsabilidad patrimonial de la Administración,
conllevando a declarar la nulidad de la decisión objeto de revisión. Así
se decide.
(Omissis)

Finalmente la sentencia objeto de revisión hace alusión a un criterio


que no es correcto. Dentro de los postulados de la decisión se afirma la
incompatibilidad del régimen de responsabilidad contractual y
extracontractual en materia civil, lo cual no se corresponde con los
criterios dictados por la Sala de Casación Civil en las sentencias
nums.72 del 5 de febrero del 2002 (caso:23-21 Oficina Técnica de
Construcciones C.A. contra Banco Unión S.A.C.A.); y RC-00324 del 27
de abril del 2004 (caso: Juan Pedro Pereira Melendez contra Christian
Herman Klager Bischoef y Gerhard Otto Klaeger Ritter) que
determinan la coexistencia de ambas modalidades de responsabilidad
civil siempre que surja un hecho ilícito con ocasión o con relación con
un contrato que origine daños materiales y morales; situación que no
acontece en el caso de autos debido a que la supuesta 'falta de
información' no puede semejarse a un acto ilícito, en los términos del
artículo 1196 del Código Civil.
(Omissis)
Por los razonamientos expuestos, esta Sala del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando Justicia en nombre de la República, por
autoridad de la Ley, declara: PRIMERO: HA LUGAR la solicitud de
revisión constitucional por el abogado Juan Vicente Ardila, actuando
con la condición de apoderado judicial de AMERICAN AIRLINES INC.
SEGUNDO: ANULA la sentencia dictada el 25 de febrero del 2009, por
el Juzgado Superior Marítimo con competencia Nacional y sede en la
ciudad de Caracas, y los actos dictados en ejecución de la misma.
TERCERO: Ordena al referido Juzgado, constituido de manera
accidental, dicte nueva decisión, conforme a lo estipulado en el
presente fallo'.
 
Seguidamente y en ejercicio a su derecho al disenso, el Magistrado PEDRO
RONDON (sic) HAAZ, expresa su voto salvado en los términos siguientes:
(…)
 
Asimismo la Magistrada Dra. LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO, salvó
su voto por disentir igualmente del fallo que declaró HA LUGAR la solicitud
de revisión de la sentencia del Tribunal Superior Marítimo que
declaro (sic) CON LUGAR la demanda por indemnización DEL DAÑO
MORAL causado por AMERICAN AIRLINES INC., al demandante ciudadano
CARLOS BRENDER. Señala la disidente:
(…)
 
Las consideraciones esbozadas en los dos votos salvados expuestos en el
contenido de esta decisión, hacen extremadamente comprometedor el resultado
decisorio a ser expresado por el suscrito pues, la balanza de los (sic) justicia y
la equidad sufre el peso de la obligación de apegarse al contenido de la
sentencia dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
y cuya contravención conllevaría una suerte de desacato jurídico inaceptable y
pernicioso para el sistema de jerarquía judicial.

Ahora bien, del análisis de los hechos y de las distintas pruebas presentadas,
así como de la concatenación de las afirmaciones efectuadas por los
apoderados de las partes en la controversia, es concluyente que por una u otra
razón no se evidenció en forma clara y contundente que el ciudadano CARLOS
BRENDER hubiese sido notificado con la diligencia debida, más allá de la
oportunidad misma en que dicha notificación fuese efectuada; nada ha podido
demostrar la demandada en cuanto a suministrar alguna evidencia, presunción
o indicio que permita suponer que la aerolínea AMERICAN AIRLINES INC.,
dispenso (sic) a los pasajeros, y en particular al demandante, un trato
respetuoso, humano y considerado, más allá del que le impone la exigua
manifestación de cancelación del vuelo N°936 por razones que bien pudieron
ser esgrimidas con igual ligereza para justificar la cancelación de vuelos a
cualquier otra parte del mundo, obviando para ello la demostración objetiva
del hecho alegado, aún (sic) respetando su naturaleza de hecho notorio
comunicacional, que a juicio de este juzgador, en nada contribuye a la
demostración del hecho particular que atañe al demandante y, concretamente,
en nada desvirtúa la afectación anímica que fue alegada y que sirve de
sustento a la reclamación de una indemnización por DAÑO MORAL devenido
de la imposibilidad cierta de poder concretar el acercamiento y disfrute con
sus familiares en tan particulares fechas de descanso. Así se declara.-
 
En lo que respecta a la responsabilidad derivada de esa desidia desplegada
por la demandada AMERICAN AIRLINES INC., y que probablemente tiene su
origen en ese comportamiento generalizado que ha venido caracterizando a las
organizaciones en detrimento de los individuos que se ven ignorados;
excluidos y reducidos a simples estadísticas de somera importancia y
valoración para efectos de fijación de los parámetros cuantitativos de la
indemnización por responsabilidad patrimonial de los prestadores del servicio
aeronáutico, es pertinente no dejarse llevar por la incipiente costumbre de
aceptar las cosas como están, en lugar de velar que sean como deben ser,
máxime en este mundo globalizado que propende a sistematizar y maximizar,
en desmedro de la calidad y el interés del individuo; del ser único que se ve
afectado por la vorágine de tener que correr en lugar de caminar; de rogar en
lugar de pedir; de aceptar en lugar de exigir el respeto de sus derechos
individuales.

Se trata en este caso de saber si, el espíritu de la sentencia dictada por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que ordena ANULAR la
decisión del Tribunal de Alzada, está negando la existencia de la obligación de
indemnizar el daño moral presuntamente sufrido en el marco de una relación
contractual devenida en incumplimiento, o si por el contrario se está indicando
que la vía de procedencia de la indemnización debe encontrarse en una fuente
distinta al hecho ilícito contemplado en el Derecho Común; si debe sustentarse
en la normativa reglamentaria expresamente contenida en la Regulación
Parcial Sobre las Condiciones Generales del Transporte Aéreo que establece
expresamente la obligatoriedad de la notificación in tempore de la cancelación
y la subsecuente posibilidad de reparación del daño causado en caso de
omisión o deficiencia en efectividad desplegada por el transportista.
 
Considera este Juzgador que es aquí donde se encuentra la fundamentación
legal y moral para justificar la indemnización, máxime cuando ha quedado
demostrado que la presunción existente a favor del demandado y expresamente
plasmada en las señaladas Condiciones Generales , en nada ha podido ser
desvirtuada por la demandada AMERICAN AIRLINES INC., y en consecuencia
nace para esta la consecuencia fatalista del pago de una suma pecuniaria que
sea representativa con relación a la magnitud de la afectación, con base a lo
dispuesta (sic) en el artículo 8 que fija el Derecho a la Compensación
derivada del incumplimiento contractual y equivalente al 25% del valor del
pasaje aéreo y, acumulativamente, la complementaria indicada en el artículo
13 eiusdem, que se sustenta en las reglas de valoración y cuantificación que se
aplican en el derecho común. Así se decide.
(…)
 
En fuerza de los razonamientos fácticos y jurídicos que han quedado
expuestos, este Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia
nacional y sede en la ciudad de Caracas, administrando justicia en nombre de
la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:

PRIMERO: CON LUGAR la demanda que por indemnización por  DAÑO


MORAL incoara el ciudadano CARLOS BRENDER contra la sociedad
mercantil AMERICAN AIRLINES INC., y condena al pago de la cantidad
de CINCUENTA Y CUATRO MIL BOLIVARES FUERTES
(Bsf.54.000,00) establecidos en el particular PRIMERO en la estimación de la
demanda, por considerar que el criterio de subjetividad que aplica en estos
casos de indemnización por daño moral no obedece a una progresividad
numérica o a un parámetro de perdurabilidad o rendimiento, lo que hace que
la misma se establezca como una sanción ejemplarizante pero sin visos de
enriquecimiento para el demandante.

SEGUNDO: No hay condenatoria en costas en virtud de la naturaleza del


fallo dictado por REENVIO de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia…”.

 
IV
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
 
Delimitada como ha sido la competencia para conocer de la presente revisión, esta
Sala pasa a decidir y, para ello, observa:
 
La vía extraordinaria de revisión ha sido concebida como un medio para preservar la
uniformidad de la interpretación de normas y principios constitucionales, o para corregir
graves infracciones a sus principios o reglas (vid. sentencia. 1760/2001), lo que será
determinado por la Sala en cada caso, siendo siempre facultativo de ésta su procedencia o
no.
 
En efecto, la propia Sala dejó sentado en la sentencia N°1862 del 6 de febrero de
2001 (caso: Corporación Turismo de Venezuela CORPOTURISMO), que la potestad de
revisión consagrada en el artículo 336, cardinal 10 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, puede ser ejercida de manera discrecional; por lo tanto, la misma
no debe ser entendida como una nueva instancia, puesto que su procedencia está limitada a
los casos de sentencias definitivamente firmes, esto es, decisiones amparadas por el
principio de la doble instancia judicial.
 
En el caso de autos, el fallo judicial sometido a revisión de esta Sala es la sentencia
dictada el 24 de mayo de 2011, por el Tribunal Superior Marítimo Accidental con
competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, mediante la cual  -conociendo en
reenvío- declaró con lugar la demanda que por indemnización por daño moral incoó el
ciudadano Carlos Brender contra la sociedad mercantil American Airlines Inc., y la
condenó al pago de la cantidad de cincuenta y cuatro mil bolívares fuertes (Bs. F
54.000,00).
 
Al respecto, la solicitante alegó la violación de los criterios e interpretaciones de las
normas y principios constitucionales relacionados con el derecho a la tutela judicial
efectiva, al debido proceso y a la defensa, en razón de que el referido Tribunal se apartó de
la doctrina fijada por esta Sala Constitucional en sentencia N° 189 del 8 de abril de 2010
(caso: American Airlines Inc;), en la cual se estableció que la actividad aeronáutica se
encuentra excluida del régimen de responsabilidad general previsto en el Código Civil, por
lo tanto, no puede hablarse en esta materia de la existencia del hecho ilícito (daño moral),
sino de responsabilidad por funcionamiento anormal como factor generador de la
obligación de indemnizar por cuanto la prestación  atañe a un servicio público abstracto, el
cual se encuentra normado por una ley especial (Ley de Aeronáutica Civil) que prevé su
propio sistema de responsabilidad para el sector aeronáutico y de transporte comercial.
 
Precisado lo anterior, esta Sala observa que el quid del presente asunto se centra
básicamente en determinar si la decisión objeto de revisión se encuentra en consonancia o
no con la doctrina establecida por este órgano jurisdiccional en sentencia N° 189 del 8 de
abril de 2010 (caso: American Airlines Inc,). En tal sentido, el fallo in commento estableció
lo siguiente:
 
“…Procede esta Sala al conocimiento de la revisión constitucional de la
sentencia dictada, el 25 de febrero de 2009, por el Juzgado Superior
Marítimo con competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, que
declaró con lugar la demanda por daño moral interpuesta de conformidad
con el artículo 1.196 del Código Civil, por el ciudadano Carlos Brender –
antes identificado- contra la sociedad mercantil American Airlines, INC.
 
Al respecto, la decisión en cuestión ordenó la indemnización por la cantidad
de cuarenta mil bolívares fuertes (Bs.F. 40.000,00) a favor del mencionado
ciudadano, al considerar que se ocasionó un daño moral debido a la falta de
información que debió suministrar la aerolínea al demandante por la
suspensión del vuelo núm. 936, con destino a la ciudad de Miami, Estados
Unidos de América, pautado para el día 15 de febrero de 2007.
 
El aspecto estimado para declarar con lugar la demanda por daño moral se
basó en la aplicación extensiva de las normas del Código Civil en materia de
transporte aéreo, al indicar que estas disposiciones tienen funciones
supletorias respecto al derecho especial. En este sentido, la sentencia
impugnada determinó que las normas civiles se aplicaban de manera
conjunta con las disposiciones especiales en materia aeronáutica,
considerando que ambos regímenes podían emplearse integralmente para
establecer el marco jurídico de responsabilidad en el transporte aéreo.
 
Este criterio, establecido por la sentencia objeto de revisión, amerita la
debida consideración por parte de esta Sala Constitucional, a los fines de
verificar si tal decisión ha incurrido en un error de interpretación de alguna
norma constitucional, la ha omitido por completo, o si obvió alguna
interpretación de carácter vinculante establecida previamente por esta Sala
Constitucional; y para ello debe indicar cuál es el régimen que debe regular
el transporte aéreo comercial, así como las disposiciones que le son
aplicables, razón por la que se procederá a la revisión constitucional con
base en los siguientes considerandos: 1. La naturaleza jurídica del transporte
aéreo según nuestro ordenamiento vigente y el régimen aplicable en materia
de responsabilidad; 2. El sistema de responsabilidad objetiva considerado en
la sentencia objeto de revisión y; 3. La interpretación efectuada por el
sentenciador acerca de la responsabilidad extracontractual, a tenor del
artículo 1196 del Código Civil establecida en la sentencia objeto de revisión.
 
1. Naturaleza jurídica del transporte aéreo
 
El régimen de la aeronáutica civil se encuentra regulado en nuestro país
mediante la legislación especial comprendida en la Ley de Aeronáutica Civil,
publicada su última reforma en la Gaceta Oficial N° 39.140 del 17 de marzo
de 2009, cuyas disposiciones establecen una doble afectación al declarar de
utilidad pública la aeronáutica civil como sector propiamente dicho (art. 4),
y de servicio público el transporte aéreo comercial (artículo 62).
 
Dentro del régimen aeronáutico, la Ley en comento prevé el principio de la
corresponsabilidad (artículo 8), delimitando expresamente la noción de
responsabilidad que toda persona posee como prestadora de esta actividad.
En lo atinente a la declaratoria de servicio público de la actividad de
transporte aéreo, tal carácter conlleva necesariamente a entender que el
régimen de responsabilidad patrimonial que le corresponde es de Derecho
Público, y en específico, el previsto en las regulaciones especiales
establecidas en la Ley de Aeronáutica Civil, indistintamente de que el
transporte aéreo lo efectúe un particular, pues la normativa de Derecho
Público se aplica en razón del servicio público latu sensu y no solo por el
carácter orgánico de quien lo presta, ya que la prestación del servicio
público puede estar desempeñada directamente por el Estado y demás
entidades públicas, o por los particulares, cuando hayan recibido la
adjudicación o concesión para llevar a cabo el servicio público
encomendado.
 
En este contexto, en lo que se refiere a la responsabilidad patrimonial de la
Administración, cabe asegurar, partiendo de lo preceptuado en el artículo
140 constitucional, que el Constituyente ha pretendido sustraer la
responsabilidad administrativa de cualquier remisión al derecho privado,
aunque ello no obsta para que el legislador diseñe el correspondiente sistema
de responsabilidad que abarque el régimen general de responsabilidad del
Estado y mediante leyes especiales los distintos sub-sistemas que
especifiquen el modelo regente bajo el cual deben delimitarse: a) los
supuestos de hecho que den lugar a la reparación; b) las condiciones en las
cuales procede la responsabilidad, sea por funcionamiento anormal del
servicio o por ruptura del principio de equidad de los contribuyentes ante las
cargas públicas; c) los términos en que procede la indemnización; y d) las
cantidades dadas por ese concepto.
 
En este sentido, la evolución asentada por el Constituyente tiene por objeto
procurar un verdadero sistema integral y autónomo de derecho público que
no dependa de las normas privadas, estructurado sobre una base propia,
determinada por regulación especial. Así lo estableció esta Sala en el fallo
núm. 2818, del 19 de noviembre de 2002 (caso: Gladys Josefina Jorge Saad)
en los siguientes términos:
 
'Las anteriores consideraciones no impiden que por una ley regulatoria a
la cual remite el artículo 30 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, el Estado venezolano pueda autolimitar la
responsabilidad objetiva a la que sujeta la normativa constitucional el
ejercicio de la función pública, ya que esta responsabilidad ni se rige
por los principios establecidos en el Código Civil para la regulación de
las relaciones horizontales de particular a particular, ni puede ser
general o absoluta. Más aún, en aplicación de los principios de
transparencia y responsabilidad en el ejercicio de la función pública
postulados en el artículo 141 de la Constitución vigente, la
responsabilidad contractual y extracontractual del Estado debe tener sus
reglas especiales que varían en función de las necesidades del servicio, y
de la necesidad de conciliar los derechos del Estado con los derechos
privados de los ciudadanos'.
 
En esa oportunidad, la consideración efectuada con carácter vinculante por
esta Sala Constitucional se relacionó con la potestad que tiene el Estado para
implementar un sistema de responsabilidad patrimonial de derecho público
regulado por normas especiales, sustitutivo de las disposiciones generales de
derecho común, siendo aplicables los ordenamientos jurídicos sectoriales
conjuntamente con los principios generales del derecho público en materia
de responsabilidad administrativa.
 
De suerte que, a medida de (sic) que siga evolucionando el sistema de
responsabilidad del Estado, más cederán las normas comunes respecto de las
establecidas en los ordenamientos especiales y los principios generales en
materia de responsabilidad patrimonial del Estado. De ese modo, sólo en
caso de no mediar una normativa especial es que (sic) se aplicarían
directamente los principios generales en materia de responsabilidad
administrativa y, en última instancia, en la medida de (sic) que no se
contraríen los mencionados principios, las disposiciones del Código Civil.
 
En otras palabras, en materia de responsabilidad patrimonial de la
Administración siempre deben aplicarse las normas especiales que dicte el
legislador; y serán únicamente éstas las que regulen los términos en que se
determina la responsabilidad patrimonial de la Administración, vetando
cualquier posibilidad de acudir a la normativa común (Código Civil) para
determinarla, tal como sucede con la normativa sectorial de transporte
aéreo.
 
En efecto, ha sido con base en el artículo 140 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela que se habilita al legislador para dictar
un régimen especial de responsabilidad como el previsto por la Ley de
Aeronáutica Civil, publicada su última reforma en la Gaceta Oficial N°
39.140 del 17 de marzo de 2009, cuyo Título Cuatro prevé lo referente a 'La
Responsabilidad y los Hechos Ilícitos', especificando en su Capítulo Primero
el sistema particular que debe aplicarse en materia de responsabilidad. Así,
en el artículo 100 de esta Ley se determina el contenido normativo aplicable
a las líneas aéreas en caso de que incumplan con la prestación del servicio y
suspendan vuelos de manera injustificada, en los siguientes términos:
 
'Artículo 100. El que realice transporte aéreo, es responsable por los
daños causados al pasajero por la demora, cancelación o el accidente o
incidente producido a bordo de la aeronave o durante cualquiera de las
operaciones de embarque o desembarque, conforme a las normas
técnicas.
Las operaciones de embarque comienzan en el momento en que el
pasajero deja las instalaciones del aeródromo o aeropuerto para
ingresar a la aeronave y las operaciones de desembarque terminan
cuando el pasajero, al salir de la aeronave, ingresa a las instalaciones
del aeródromo o aeropuerto. En cualquier caso, la responsabilidad por
daños en el embarque y desembarque recaerán sobre quienes realicen
dichas actividades.
El derecho a percibir indemnización por los daños ocasionados al
pasajero, se ajustará a los siguientes términos:
1. Por muerte o por incapacidad total o permanente, hasta cien mil
Derechos Especiales de Giro.
2. Por incapacidad parcial permanente, hasta cincuenta mil Derechos
Especiales de Giro.
3. Por incapacidad parcial temporal, hasta veinticinco mil Derechos
Especiales de Giro.
4. Por demora o cancelación injustificada en el vuelo contratado, hasta
cuatro mil ciento cincuenta Derechos Especiales de Giro' (subrayado del
presente fallo).
 
Dicho lo anterior, del análisis efectuado por la sentencia objeto de revisión
se determina que la misma consideró una demanda por daño moral cuya
causa petendi se fundamentó únicamente en normas de carácter civil. El
sentido establecido por la sentencia fue la de aplicar 'integralmente' las
normas civiles, conjuntamente con las de la Ley de Aeronáutica Civil, para
determinar la existencia de un régimen de indemnización en el que procedía
el daño moral, basado en la aplicación de ambos sistemas normativos.
 
Esta Sala, tal como lo estableció en la sentencia núm. 2818, del 19 de
noviembre de 2002, (Caso: Gladys Josefina Jorge Saad), asentó que el
régimen previsto en el artículo 140 de la Constitución es el de
responsabilidad objetiva de la Administración que prescinde de cualquier
elemento de la culpa con la cual pueda obrar el funcionario o del particular
quien haga de sus veces en la prestación del servicio público, por lo que no
puede hablarse en esta materia de la existencia del hecho ilícito, sino de
responsabilidad por funcionamiento anormal como factor generador de la
obligación de indemnizar por cuanto se está considerando a la prestación del
servicio público en sentido abstracto y no por los elementos punitivos
aplicables a la esfera personal de quien tenga encomendada su ejecución.
Siendo improcedente un razonamiento que sustente la declaratoria del daño
moral en el artículo 1196 del Código Civil, pues tal posibilidad no se
encuentra prevista en la normativa especial; y, ante tal circunstancia, debe
privar el principio de especialidad de la norma.
 
Ciertamente, en la sentencia N° 1542/2008 de 17 de octubre (caso: Ángel
Navas), esta Sala señaló que: '…como regla general en nuestro ordenamiento
jurídico la pauta hermenéutica que rige en materia de responsabilidad del
Estado, indica que la indemnización o reparabilidad de los daños o
perjuicios, deben cubrir o restablecer todas las pérdidas ciertas del
demandante en su esfera jurídica -vgr. Daños materiales y morales-';
indicándose igualmente en esa oportunidad, en función de lo establecido en
los artículos 2 y 140 constitucional, que: '…se concibe -al menos a nivel
constitucional- la posibilidad [de] que el Estado pueda responder en materia
de daño moral cabalmente, al margen de una indemnización pecuniaria…'
De tal suerte que, atendiendo a lo preceptuado en el artículo 1196 del Código
Civil, la procedencia del daño moral no era facultativa del Juez, ya que '…si
existe el daño el juez debe indemnizarlo y el carácter potestativo se limitaría
a la facultad del juez de determinar el alcance y los medios de la
indemnización o compensación del daño'.
 
No obstante, advierte la Sala en esta oportunidad que las consideraciones
realizadas por la Sala en torno al daño moral dentro de la responsabilidad
administrativa (vid. Sentencia N° 2818/2002, 1469/2004, 2359/2007 y
1542/2008), obedece  (sic) a supuestos regidos por disposiciones de Derecho
común. En ausencia de un régimen especial o sectorial propio de Derecho
Público como corresponde a la responsabilidad administrativa, producto,
precisamente, de esa evolución progresiva del sistema de responsabilidad del
Estado, que migra paulatinamente de la aplicación inductiva de los
Principios Generales de responsabilidad patrimonial y de las normas de
Derecho común a la aplicación de un sistema normativo estructurado de
Derecho Público; bien sea con ocasión de un marco normativo integrado, o
mediante regímenes sectoriales en los cuales el legislador adecúe (sic),
dependiendo del objeto de regulación, su propio sistema, en búsqueda de
perfeccionar un modelo de responsabilidad que siempre procure indemnizar
–es decir, dejar indemne al afectado- del daño que puede sufrir; pero
atendiendo a las particularidades de cada uno de los sectores de servicio y el
alcance de las distintas garantías sustantivas, para así establecer el modelo
idóneo para cada una de las materias objeto de regulación.
 
El hecho es que, ante una normativa especial de Derecho Público que
estipula un régimen específico de responsabilidad administrativa, la
aplicación del principio de especialidad de la norma -entendida como uno de
los mecanismos primarios en materia de resolución de antinomias- determina
que la previsión especial excluye otros órdenes normativos; salvo que el
mismo régimen particular prevea la aplicación supletoria del régimen común
civil. De ese modo, la vigencia de normas especiales regulatorias de la
responsabilidad administrativa del Estado impide la aplicación de otros
órdenes sancionatorios en materia de responsabilidad extracontractual, de
cara a la preservación del principio de libertad de configuración del
legislador y por razones de seguridad jurídica, salvo que se requiera la
interpretación del juez para procurar una justa indemnización que, por
remisión supletoria normativa, deba fundamentarse en los principios
generales; y en aplicación del ordenamiento general; caso contrario,
deberán operar únicamente las normas especiales en estricto respeto al
principio de libertad de configuración del legislador que ha procurado
diseñar un sistema de responsabilidad del Estado basado únicamente en
normas de Derecho Público.
 
Siendo así, el establecimiento de ordenamientos especiales en materia de
responsabilidad del Estado limita la aplicación de las normas de Derecho
común, e incluso, matizan los Principios Generales de Derecho Público, por
lo que puede haber una adecuación de las garantías sustantivas dependiendo
de la situación concreta a regularse. Mientras ello no suceda, en aquellas
áreas donde no se establezca previsión expresa se mantendrá el régimen
general de interpretación y aplicación de los Principios Generales de
Derecho Público conjuntamente con las normas de Derecho común a que
hubiere lugar; pero esto solamente operará hasta la intervención del
legislador en la promulgación de nomas (sic) especiales.
 
Igualmente, el legislador tiene la potestad de dictar normas especiales en
materia de responsabilidad del Estado, en aras del principio de libertad de
configuración del legislador; sin embargo, ello no permite que pueda
vaciarse de responsabilidad la actividad de la Administración, o reducir la
indemnización a niveles ínfimos para los particulares, toda vez que, tal como
se ha determinado del artículo 140 de la Constitución, nuestro sistema de
responsabilidad debe siempre atender a parámetros de amplitud e
integralidad, tal como se ha delimitado en las sentencias de esta Sala
Constitucional núms. 2828/2002, 2359/2007 y 1542/2008.
 
Así, en caso de determinarse un subsistema que haga vacuo el régimen de
responsabilidad, se adecuará a los principios fundamentales previstos en la
Constitución para satisfacer los daños en razón de la debida
indemnización; bien sea a través de una interpretación constitucionalizante
del régimen normativo de responsabilidad del Estado en dicho
ordenamiento sectorial, o a través del control concentrado de la
constitucionalidad de tales preceptos. Así se decide.
 
Ahora bien, señalado lo anterior y visto el criterio de la instancia, la decisión
objeto de revisión no puede considerarse conforme a Derecho, por cuanto
incurrió en indebida aplicación de ley al pretender condenar por daño moral
la falta de prestación de un servicio público realizado por un particular, cuya
actividad se encuentra regulada por una ley especial que prevé su propio
sistema de responsabilidad para el sector aeronáutico y de transporte
comercial.
 
Al ser así, en el presente caso no hay cabida para una demanda por daño
moral, ni puede acordarse una condenatoria en contra del demandado
siguiendo el régimen del Código Civil; solamente debe valorarse la demanda
por responsabilidad patrimonial con estricto apego a las disposiciones de la
Ley de Aeronáutica Civil, en específico, el cardinal 4 del artículo 100, y no
como incorrectamente lo hizo la sentencia revisada que solapó ambos
regímenes para justificar la verificación del daño moral, a pesar de que la
noción de responsabilidad patrimonial en este régimen sectorial está
enmarcada estrictamente en normas de Derecho Público.
 
En efecto, si bien el Juzgado Superior Marítimo con Competencia Nacional y
sede en la ciudad de Caracas concatenó las disposiciones del Código Civil
con el artículo 100 de la Ley de Aeronáutica Civil, lo cierto es que
únicamente debió aplicar el ordenamiento jurídico sectorial en esta materia,
conjuntamente con los principios generales en materia de responsabilidad
administrativa, pues, tal como se afirmó, una vez fijadas las pautas
normativas del régimen sectorial no hay cabida para la aplicación de los
preceptos de Derecho común.
 
En virtud de lo anterior, esta Sala determina que la decisión dictada por el
Juzgado Superior Marítimo el 25 de febrero de 2009, cuando juzgó la
demanda por daño moral interpuesta contra AMERICAN AIRLINES INC. con
base en la normativa establecida en el Código Civil, contravino la
jurisprudencia de esta Sala Constitucional establecida en materia de
responsabilidad de la Administración asentada en el referido fallo núm.
2818, del 19 de noviembre de 2002 (caso: Gladys Josefina Jorge Saad); pues,
para declarar con lugar la demanda se basó en un sistema de condena
distinto al previsto en el artículo 100 de la Ley de Aeronáutica Civil, que
desarrolla la responsabilidad por la prestación del servicio público de
transporte aéreo y que incluso establece de manera taxativa el monto
indemnizatorio, negando la posibilidad de cálculos percibidos empíricamente
para valorar el daño moral. Así se decide.
 
2. El sistema de responsabilidad objetiva establecido en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela
En materia de responsabilidad patrimonial del Estado el modelo considerado
por el Constituyente de 1999 fue el de responsabilidad objetiva; pero no
aquel entendido en un sentido absoluto, ni de acepción ilimitada que, sin
importar los factores que generaron el acaecimiento de un hecho generador,
se pueda establecer directamente una condenatoria en contra del Estado.
 
En ese sentido, en la sentencia núm. 2818, del 19 de noviembre de 2002
(caso: Gladys Josefina Jorge Saad) -ya citada-, esta Sala determinó que la
responsabilidad patrimonial del Estado debe ser considerada en su sentido
objetivo, descartándose la culpa del funcionario como fundamento único del
sistema indemnizatorio; sin embargo, se precisó que la responsabilidad
objetiva no determina que de manera automática se comprometiera al Estado
por cualquier hecho en el que estuviese tangencialmente involucrado,
entendiéndose así que '… un régimen de responsabilidad objetiva del Estado
no puede ser apriorístico y tener los efectos de una presunción iure et de iure
a favor de los particulares'. Tal señalamiento se especificó con mayor detalle
en la decisión núm. 1469 del 6 de agosto de 2004, recaída en el mismo caso,
cuando se especificó lo siguiente:
 
'En tal sentido, la labor interpretativa que el juez constitucional practica
a partir de la dogmática jurídica a los fines de decantar una solución
ante posibles antinomias que la norma pudiese generar, esta Sala
consideró necesario analizar desde la perspectiva lógico-deductiva, el
carácter garantista de la responsabilidad extracontractual del Estado,
considerando el valor de la integridad del individuo ante los posibles
daños provenientes de la actividad estatal, lo que permite considerar el
análisis de los derechos desde su perspectiva más amplia, atendiendo
también a la finalidad de delimitar un sistema de responsabilidad del
Estado que pueda resarcir al afectado sin enriquecerlo, y al Estado,
obligarlo a un adecuado cumplimiento de sus responsabilidades; pero
atendiendo siempre a las realidades bajo las cuales se desempeña y
estableciendo una visión objetiva (la cual no debe confundirse con una
noción absoluta) de responsabilidad, libre de cualquier elemento
exógeno, sino solamente aquellos que se relacionen objetivamente con
las consecuencias directas derivadas de su propia actividad. Todo ello
atendiendo a la finalidad constitucional garantista para los particulares
y de exigir al Estado prestaciones dentro de parámetros lógicos de
calidad no atentatorios de las condiciones mínimas de convivencia (…)'
(subrayado de este fallo).
 
En ese orden de ideas, el artículo 140 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela es sumamente claro cuando delimita que 'El Estado
responderá patrimonialmente por los  daños que sufran los o las particulares
en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea
imputable al funcionamiento de la Administración Pública'. Este modelo de
responsabilidad objetiva encierra dos elementos esenciales en esta materia,
entendida bajo dos aspectos: la noción del daño que sufran los particulares y
el factor conector de la imputabilidad al funcionamiento de la Administración
Pública, o quien haga sus veces, como puede ocurrir en el caso de la
subrogación en la prestación de los servicios públicos.
 
Este primer aspecto –la noción del daño- debe entenderse como el hecho
generador de la responsabilidad. Es a partir de este suceso que nace la lesión
patrimonial que injustificadamente sufre un particular con ocasión de las
diversas manifestaciones de la actividad administrativa, sin importar los
términos bajo los cuales se desarrolló dicha actividad –de allí que pueda
someterse pecuniariamente al Estado por el funcionamiento normal de los
servicios-, sino que el efecto de su manifestación incida indebidamente en la
esfera subjetiva del ciudadano.
 
El detrimento del afectado debe ser ocasionado por un daño antijurídico y
debe entenderse como un efecto pernicioso que, como indica la doctrina y
legislación comparada, el afectado no está en el deber jurídico de soportar,
por lo que la visión objetiva de responsabilidad queda enmarcada en un
gravamen que no fue buscado, querido ni merecido por la persona lesionada.
 
Sin embargo, el daño entendido como hecho generador de la responsabilidad
objetiva no puede imputarse a la actividad administrativa si no media el
factor de conexión, esto es, la imputabilidad objetiva. Este segundo elemento,
en los términos expuestos en el artículo 140 de la Constitución, determina la
correlación del daño con las conductas previamente realizadas por la
Administración (o quien de sus veces en la prestación de un servicio público,
como ocurre en el presente caso); sin embargo, la mediación del nexo
conector de la imputabilidad derivado de esa misma actividad el cual debe
determinarse desde una perspectiva objetiva que se conforma bajo la
configuración de los siguientes aspectos: (i) que exista una relación de
causalidad (causa-efecto) entre la conducta realizada por la Administración
y el daño ocasionado; (ii) que el daño provenga de un riesgo susceptible de
que pueda ocurrir como consecuencia de la prestación del servicio, lo que
abarca tanto el funcionamiento normal como anormal de la Administración
y; (iii) que la imputabilidad esté objetivizada (sic) normativamente a los fines
de establecer la relación entre el daño y el funcionamiento de la
Administración.
 
Los elementos señalados deben configurarse para que se determine la
conectividad entre el daño causado y la función administrativa que lo
origina. Así, la responsabilidad objetiva no solo se vincula al daño, sino que
también se encuentra determinada en el carácter objetivo de la imputación
para la Administración causante del mismo, por lo que, en caso de existir
factores que vinculen el nexo, sin ningún tipo de eximentes, se procederá a
establecer la responsabilidad y su consecuente obligación de indemnizar a
los particulares.
 
Ya esta Sala, en decisión núm. 403 del 24 de febrero de 2006 (caso:
Municipio Baruta), delimitó dicha noción dentro de la relación lógica de
causalidad como factor de conexión necesario para entablar el nexo existente
entre el daño como un efecto proveniente de una actuación de la
Administración . En ese oportunidad se indicó que la responsabilidad: '(…)
no puede ser enmarcada (…) en un sistema puramente objetivo, es decir, que
ante cualquier falta de la Administración deba ser ésta objeto de
condenatoria patrimonial (…). En tal sentido, el sistema de responsabilidad
patrimonial del Estado debe ser concebido con prudencia y justicia y no debe
inspirarse en un profundo deseo positivista e individualista del ser humano,
ante todo el Estado es un ente pluripersonal que está concebido y
encaminado a la satisfacción de los intereses particulares, y las actuaciones
que pueden conllevar al menoscabo patrimonial de otros ciudadanos en
beneficio de un colectivo o por una actuación anormal de éste, debe ser
previa comprobación de una relación de causalidad entre el daño sufrido por
la víctima y la falta cometida por éste, exceptuándose en ciertos casos de
dicho análisis por el principio de igualdad ante las cargas públicas o teoría
de la raya (…)'  .
 
Asimismo, el daño ocasionado debe enfocarse sobre la existencia de un
riesgo que conlleve la actuación de la Administración. Bajo este supuesto, la
noción de responsabilidad objetiva debe considerarse ante la posibilidad de
que se produzca un resultado lesivo, derivado de la actividad administrativa
que repercuta sobre los intereses individuales.
 
También debe existir un nexo de conectividad jurídica calificada en derecho
que delimite a priori la determinación existente entre la relación que pueda
vincularse entre el daño que se origina y su gravitación con las posibles
consecuencias derivadas del servicio. En este sentido, no puede atribuirse la
responsabilidad patrimonial a otros elementos que no se le correspondan
normativamente, y que en realidad, por operatividad de los principios en
materia de responsabilidad administrativa, en lugar de establecer dicha
responsabilidad, incluso sean eximentes de la misma, como es el caso de la
fuerza mayor, la intervención de la víctima y el hecho o actuación
provenientes de terceros.
 
Siendo ello así, el criterio sostenido por la sentencia cuya revisión se solicita
respecto de la 'responsabilidad objetiva' no se corresponde con la noción que
deriva del artículo 140 de la Constitución, desarrollado para la actividad de
transporte aéreo por el artículo 100 de la Ley de Aeronáutica Civil. En ese
sentido, si bien en el comentado fallo se aludió a la responsabilidad con base
en el referido precepto, no se ciñó a verificar si el prestador del servicio
público de transporte aéreo incurrió en alguna de las faltas administrativas
establecidas tanto en el artículo 100 eiusdem, como en las normas técnicas
dictadas por la Administración (Regulación Parcial sobre las Condiciones
Generales del Transporte Aéreo), que establecen el cumplimiento de
obligaciones en caso de la suspensión de vuelos, y que son, en definitiva, el
límite jurídico para establecer la condenatoria en materia de responsabilidad
patrimonial y no aquellas referentes a la responsabilidad civil
extracontractual.
 
En efecto, el criterio establecido por la sentencia fue el siguiente:
 
'…la norma del artículo 100 de la Ley de Aeronáutica Civil establece
una responsabilidad objetiva en los casos de cancelación de vuelos, por
cuanto se parte de la idea que todo daño debe ser reparado (daño
material y moral), independientemente de que el transportista aéreo
actúe o no con culpa en el momento de causarlo. No es necesaria
ninguna actuación culposa –subjetiva del transporte aéreo-, basta con
que el daño se ocasione para que deba repararse. En este sentido,
nuestra legislación aérea no se ha quedado rezagada en la materia, pues
adopta una responsabilidad objetiva de las líneas aéreas en los casos de
cancelación de vuelo por el sólo hecho de ocurrir una situación
perjudicial para el cliente que impide su viaje, y desecha el criterio
subjetivo en que, por regla implica una larga tramitación y resultado
incierto.
 
En cuanto a la falta de previsión de la línea aérea, este Tribunal
Superior Marítimo estima que  AMERICAN AIRLINES, INC., ha
debido tomar las medidas correspondientes para solventar la situación
que se presentó con la tormenta de nieve que azotó el noreste de los
Estados Unidos de América, y en este sentido, observa que no constan en
las actas procesales que dicha sociedad mercantil haya tomado las
previsiones pertinentes del caso y en ese sentido se aprecia la falta de
ponderación o estimación de las circunstancias en que actuó dicha línea
aérea, lo que se aproxima a la noción de imprudencia o falta de cuidado
en atención de sus obligaciones' (subrayado del presente fallo).
 
A diferencia por lo sostenido por la sentencia cuya revisión se solicita en el
extracto citado, el modelo de responsabilidad objetiva considerado por el
Constituyente de 1999 no fue precisamente aquel en que se considerase que
fuese un modelo apriorístico con los efectos de una presunción iure et de
iure, ni que pueda equiparse (sic) a una noción absoluta de responsabilidad,
libre de cualquier elemento exógeno; por el contrario, tal como lo establece
la jurisprudencia constitucional, solamente aquellas situaciones en que se
relacionen objetivamente el efecto pernicioso del daño con las consecuencias
directas derivadas de la actividad administrativa derivan en responsabilidad,
sin que el aludido carácter objetivo pueda desvincularse de la imputabilidad
que debe establecerse entre el daño y la actividad administrativa.
 
De ese modo, la sentencia revisada partió de un análisis extremadamente
estricto en materia de responsabilidad administrativa, y, aunque
posteriormente consideró que debía analizarse el elemento eximente de
responsabilidad, como es la fuerza mayor, la máxima sostenida por la
sentencia antes transcrita que condicionó el resto de la decisión no se
compadece con los lineamientos dictados por esta Sala Constitucional.
 
Siendo ello así, esta Sala concluye que el criterio considerado por la
sentencia no se adecua a la doctrina constitucional dictada en materia de
responsabilidad patrimonial de la Administración, conllevando a declarar la
nulidad de la decisión objeto de revisión. Así se decide.
 
3. De la sentencia objeto de revisión
 
Si bien las disposiciones en materia de derecho privado no son procedentes
para establecer la responsabilidad patrimonial de los prestadores del
servicio público de transporte aéreo en virtud de la existencia de normas
especiales en la materia; el criterio considerado por la sentencia objeto de
revisión fue el siguiente:
 
'Ahora bien, si bien es cierto que en la presente causa no hay hecho
ilícito alguno que diese lugar al daño moral, tal como lo requiere el
artículo 1.196 del Código Civil, este Tribunal Superior Marítimo
considera que procede la indemnización por daño moral, en virtud de
que trajo repercusiones disvaliosas anímicas y espirituales en el esfera
patrimonial de la parte aclora (sic) ciudadano CARLOS BRENDER, ya
que a raíz del incumplimiento contractual –como causa determinante del
daño- sufrió molestias e incomodidades graves y serias. Éstas, que
superan los meros inconvenientes, devienen de la razonable inquietud
subjetiva por el impedimento de viajar a Miami a reunirse con sus
familiares. En suma, se verificó en el actor un ‘cambio disvalioso o
negativo del bienestar psicofísico por una acción atribuible a otra y
como tal debe ser indemnizado’. Así se decide'.
 
Sobre el particular, debe advertirse que de conformidad con el artículo 1196
del Código Civil, el daño moral solamente es procedente cuando ha
acontecido un acto ilícito que haya generado un daño en el ámbito inmaterial
de afectado.
 
En este sentido, la sentencia objeto de revisión ha equiparado el
incumplimiento de la obligación establecida en el contrato a un acto ilícito lo
cual, es de indebida subsunción. No puede considerarse que la falta de
cumplimiento de un contrato de transporte, pueda equiparase a una conducta
sancionable en derecho en los términos que establece el artículo 1196 del
Código Civil.
 
Por tanto, independientemente de lo señalado sobre la inaplicabilidad de las
normas de derecho privado en materia de responsabilidad patrimonial en
materia de prestación del servicio público de transporte aéreo; esta Sala
encuentra que el razonamiento establecido por la sentenciadora en este
supuesto, tampoco es idóneo desde la perspectiva civilista del daño moral,
toda vez que hubo en todo caso un incumplimiento del contrato que operó
entre las partes con la compra del boleto aéreo; y aun en ausencia de hecho
ilícito, como expresamente se señaló en la sentencia, finalmente se declara
con extralimitación, que “procede la indemnización por daño moral, en
virtud de que trajo repercusiones disvaliosas, anímicas y espirituales en la
esfera extrapatrimonial de la parte actora ciudadano CARLOS BRENDER,
ya que a raíz del incumplimiento contractual –como causa determinante del
daño- sufrió molestias e incomodidades graves y serias…'.
 
Finalmente, la sentencia objeto de revisión hace alusión a un criterio que no
es correcto. Dentro de los postulados de la decisión se afirma la
incompatibilidad del régimen de responsabilidad contractual y
extracontractual en materia civil, lo cual no se corresponde con los criterios
dictados por la Sala de Casación Civil en las sentencias núms. 72 del 5 de
febrero de 2002 (caso: 23-21 Oficina Técnica de Construcciones C.A. contra
Banco Unión S.A.C.A.); y RC-00324 del 27 de abril de 2004 (caso: Juan
Pedro Pereira Meléndez contra Christian Herman Klager Bischoef Y
Gerhardt Otto Klaeger Ritter), que determinan la coexistencia de ambas
modalidades de responsabilidad civil siempre que surja un hecho ilícito con
ocasión o en relación con un contrato que origine daños materiales y
morales; situación que no acontece en el caso de autos debido a que la
supuesta 'falta de información' no puede asemejarse a un acto ilícito, en los
términos del artículo 1196 del Código Civil. En este contexto, la sentencia
revisada es errónea, tanto por la premisa mayor planteada en materia de
responsabilidad civil, como por la finalidad de aplicar dicho criterio para
declarar la existencia del daño moral por parte de la aerolínea demandada.
 
Siendo ello así, estima la Sala que la decisión dictada el 25 de febrero de
2009 por el Juzgado Superior Marítimo con competencia Nacional y con sede
en la ciudad de Caracas, que declaró con lugar la demanda por daño moral
interpuesta por el ciudadano Carlos Brender contra la sociedad Mercantil
American Airlines, INC., desconoció los criterios vinculantes establecidos
por esta Sala Constitucional en materia de responsabilidad patrimonial de la
Administración, y realizó una errónea interpretación del artículo 140
constitucional, al establecer condenas ajenas al régimen de responsabilidad
en la prestación del servicio público de transporte aéreo, los cuales merecen
protección por parte de esta Sala Constitucional. Así se declara.
 
Dicho lo anterior, esta Sala declara ha lugar la revisión solicitada y, en
consecuencia, anula la decisión dictada por el Juzgado Superior Marítimo
con competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas el 25 de
febrero de 2009, y declara la nulidad de todas las actuaciones llevadas a
cabo con ocasión a la referida decisión. Con ocasión de la declaratoria
anterior se repone la causa al estado de que el referido Juzgado Superior,
constituido de manera accidental, proceda a dictar nueva decisión, en
acatamiento a lo dispuesto en el presente fallo. Así se decide…”.
 
El criterio jurisprudencial transcrito supra, arribó a tres conclusiones que resultaban
vinculantes para el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y con
sede en la ciudad de Caracas, al momento de emitir nuevamente pronunciamiento sobre la
demanda que por indemnización por daño moral incoó el ciudadano Carlos Brender contra
la sociedad mercantil American Airlines Inc. Al respecto, la Sala Constitucional determinó
en primer lugar, que el transporte aéreo es una actividad de utilidad pública nacional cuyo
régimen de responsabilidad se encuentra normado mediante la legislación especial
comprendida en la Ley de Aeronáutica Civil y que los ordenamientos especiales en materia
de responsabilidad del Estado limitan la aplicación de las normas de derecho común
(Código Civil) e, incluso, matizan los principios generales de derecho público, por lo que
puede haber una adecuación de las garantías sustantivas dependiendo de la situación
concreta a regularse. En segundo lugar, precisó que la responsabilidad objetiva está
enmarcada en el gravamen que no fue buscado, querido ni merecido por la persona
lesionada y encierra dos elementos esenciales: la noción del daño que sufran los
particulares y el factor conector de la imputabilidad al funcionamiento de la
Administración Pública, o quien haga sus veces, como puede ocurrir en el caso de la
subrogación en la prestación de los servicios públicos. En tercer lugar, estableció que el
daño moral solamente es procedente cuando ha acontecido un acto ilícito que haya
generado un daño en el ámbito inmaterial del afectado; por lo tanto, la falta de
cumplimiento de un contrato de transporte, en lo atinente al deber de información de
cancelación de un vuelo, no puede asemejarse a un acto ilícito, en los términos del artículo
1.196 del Código Civil.
 
Precisado lo anterior, y luego de analizar detalladamente la sentencia dictada por el
Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia Nacional y con sede en la ciudad
de Caracas, advierte esta Sala que ninguna de las conclusiones señaladas supra fueron
atendidas por el referido Tribunal Superior al momento de emitir nuevamente decisión el
24 de mayo de 2011, lo cual pretendió justificar bajo el argumento baladí de que el espíritu
de la sentencia dictada por este órgano jurisdiccional no fue otro que admitir que la vía de
procedencia de la indemnización debía encontrarse en una fuente distinta al hecho ilícito
contemplado en el derecho común; es decir, que debía“…sustentarse en la normativa
reglamentaria expresamente contenida en la Regulación Parcial Sobre las Condiciones
Generales del Transporte Aéreo que establece expresamente la obligatoriedad de la
notificación in tempore de la cancelación y la subsecuente posibilidad de reparación del
daño causado en caso de omisión o deficiencia en efectividad desplegada por el
transportista…”.
 
A través de ese razonamiento el Juzgado Superior Marítimo no solo  desconoció la
doctrina vinculante establecida por esta Sala sino que volvió a incurrir en el error de
equiparar el incumplimiento de la obligación establecida en este tipo de contrato a un hecho
ilícito, lo cual es de indebida subsunción. La actuación desplegada por el Tribunal a quo al
pretender interpretar el espíritu de una sentencia emanada de esta máxima instancia
jurisdiccional como si las decisiones dictadas por esta Sala admitiesen interpretación por
parte de los tribunales de instancia, pone al descubierto la clara intención de dicho Juzgado
de burlar la orden directa dada por la Sala Constitucional, colocándose al margen de los
criterios vinculantes dictados en esta materia (responsabilidad de la Administración) por
este órgano jurisdiccional.
 
            Por lo tanto, siendo ello así, resulta forzoso para esta Sala declarar que ha lugar la
solicitud de revisión y, en consecuencia, anular la sentencia objeto de la solicitud de
revisión y reponer la causa al estado de que  un nuevo Tribunal Superior Marítimo
Accidental con competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, proceda a emitir
pronunciamiento sobre la demanda que por indemnización por daño moral incoó el
ciudadano Carlos Brender contra la sociedad mercantil American Airlines Inc., tomando en
consideración la doctrina expuesta por este órgano jurisdiccional en sentencia N° 189 del 8
de abril de 2010 (caso: American Airlines Inc,); y así se decide.
 
Por último, esta Sala Constitucional estima pertinente señalar que  uno de los
presupuestos básicos del Estado social de derecho y de justicia es el acatamiento de todos
los particulares, así como de las instituciones del Estado, al sistema judicial del cual este
Tribunal es la cúspide, y dicha sumisión se extiende al acatamiento de lo decidido, pues el
cumplimiento y ejecución de las sentencias, forma parte tanto del derecho a la tutela
judicial efectiva, como de los principios de seguridad jurídica y estabilidad institucional, y
su quebrantamiento vulnera las bases mismas del Estado.
 
En consecuencia de lo expuesto y atendiendo a la trascendencia de lo ocurrido en el
presente expediente, se impone al juez accidental del Tribunal Superior Marítimo con
competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, abogado Eduardo Pisos Vegas,
multa de 200 unidades tributarias, equivalente a quince mil doscientos bolívares (Bs.
15.200,00 calculados según la unidad tributaria vigente para cuando ocurrió el desacato),
correspondientes al límite máximo establecido en el referido artículo 122 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, ello atendiendo a que esta Sala estima de suma
gravedad el desacato a la doctrina vinculante dictada.
 
La multa impuesta será pagada a favor de Tesorería Nacional, en cualquier
institución financiera receptora de fondos públicos. En tal sentido, la parte sancionada
deberá acreditar el pago mediante la consignación en autos del comprobante
correspondiente, dentro de los cinco (5) días siguientes a su notificación.
 
Asimismo, la multa podrá ser reclamada por escrito ante esta Sala dentro de los tres
(3) días siguientes a su notificación, a tenor de lo previsto en el artículo 125 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
 
Por último, esta Sala Constitucional ordena remitir copia certificada del presente
fallo a la Inspectoría General de Tribunales para que realice las investigaciones pertinentes
con el fin de determinar la responsabilidad disciplinaria del Juez Eduardo Pisos Vegas, en
su condición de Juez Accidental del Tribunal Superior Marítimo con competencia Nacional
y con sede en la ciudad de Caracas.
 
Asimismo,  ordena remitir al Ministerio Público copia certificada de la presente
decisión, así como de la sentencia N° 189 dictada el 8 de abril de 2010, para que determine
la eventual responsabilidad penal a que hubiere lugar como consecuencia del desacato
advertido en la presente decisión.
 
DECISIÓN
 
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República por autoridad de la Ley, declara:
 
1.- Que HA LUGAR la solicitud de revisión presentada por el abogado Juan
Vicente Ardila, actuando con el carácter de apoderado judicial de la sociedad
mercantil AMERICAN AIRLINES, INC, ya identificados,  contra la sentencia dictada el
24 de  mayo de 2011 por el Tribunal Superior Marítimo Accidental con competencia
Nacional y con sede en la ciudad de Caracas.
 
2.- ANULA la sentencia dictada el 24 de  mayo de 2011 por el Tribunal Superior
Marítimo Accidental con competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas
y REPONE la causa al estado de que un nuevo Tribunal Superior Marítimo Accidental con
competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, proceda a emitir
pronunciamiento sobre la demanda que por indemnización por daño moral incoó el
ciudadano Carlos Brender contra la sociedad mercantil American Airlines Inc.
 
3.- IMPONE al juez accidental del Tribunal Superior Marítimo con competencia
Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, abogado Eduardo Pisos Vegas, multa de 200
unidades tributarias, correspondiente al límite máximo establecido en el referido artículo
122 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
 
4.- ORDENA REMITIR COPIA CERTIFICADA de la presente sentencia a la
Inspectoría General de Tribunales y al Ministerio Público.
 
Publíquese y regístrese. Archívese el expediente. Remítase copia certificada de esta
decisión a la Sala Político Administrativa, al Tribunal Superior Marítimo Accidental con
competencia Nacional y con sede en la ciudad de Caracas, al Ministerio Público y a la
Inspectoría General de Tribunales.
 
Dada, firmada y sellada en la Sala de Audiencias de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 21 días del mes de mayo de dos mil doce
(2012). Años: 202º de la Independencia y 153º de la Federación.     
 
La Presidenta,
 
 
Luisa Estella Morales Lamuño
 
 
El Vicepresidente,
 
 
                     Francisco Antonio Carrasquero López
 
 
Marcos Tulio Dugarte Padrón
            Magistrado
 
 
 
 
 
Carmen Zuleta de Merchán
                                                            Magistrada
                                            
                             
 
 
Arcadio Delgado Rosales
     Magistrado-Ponente
 
 
 
 
 
Juan José Mendoza Jover
                                                                            Magistrado
 
 
 
Gladys Gutiérrez Alvarado  
              Magistrada
El Secretario,
 
 
 
 
José Leonardo Requena Cabello
 
 
Exp. 11-0995
ADR/
 

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy