Lectura 6
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lenguaje susceptible de ser interpretado socialmente. Por su parte, la máxima difundida por
Lévi-Strauss, si “bueno para pensar, entonces bueno para comer nos introduce, por una
parte, en el postulado principal del culturalismo y, por otra, en el debate central generado
en la antropología social que enfrenta al estructuralismo con el materialismo cultural. Lévi-
Strauss mantiene que la comida es "buena para pensar" y, en consecuencia, "buena para
comer" en la medida que los alimentos han de ser primero considerados comestibles por
nuestra mente, aceptados por sus significados sociales y después digeridos por nuestro
organismo. Primero los pensamos y, si son aptos para nuestro espíritu, nos los comemos.
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perspectiva estructuralista se dirige hacia las normas y las convenciones que gobiernan los
modos en que los productos alimentarios se clasifican, preparan y combinan entre sí. Se
asume que las normas superficiales de la cocina son en sí mismas manifestaciones más
profundas de estructuras subyacentes. Estas normas son casi como una lengua: si nosotros
podemos descifrarlas, seremos capaces de explicar mucho acerca de la organización de la
mente humana y de la sociedad.
Dentro de este esquema, los gustemas son, del mismo modo que los fonemas en la
lengua, las unidades funcionales mínimas culinarias y adquieren significado por oposición
o contraste entre ellas. Su argumento es que tales gustemas pueden ser analizados en
términos de ciertas oposiciones binarias (Lévi-Strauss, 1965). Estas son
endógeno/exógeno (local versus exótico), central/periférico (principal versus guarnición o
acompañamiento) y marcada/no marcada (sabor fuerte versus sabor suave). A partir del
análisis de las unidades del gusto o gustemas, Lévi-Strauss compara, mediante oposiciones
binarias y signos diferenciales, la cocina británica y la francesa, concluyendo que en la
primera las distinciones endógena/exógena y central/periférica son altamente pertinentes,
mientras que la distinción marcado/no marcado no lo es. En contraste, en la cocina
francesa las oposiciones endógena/exógena y central/periférica no son tan pertinentes,
mientras que la oposición marcado/no marcado está más enfatizada.
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constante búsqueda de la naturaleza humana y de sus estructuras profundas impiden a
Lévi-Strauss dar cuenta de las verdaderas causas que modelan y transforman la cultura
alimentaria.
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CRUDO
asado
(-) (-)
Aire Agua
(+) (+)
ahumado hervido
COCIDO PODRIDO
Sin embargo, Lévi-Strauss sienta las bases para las sucesivas aproximaciones
estructuralistas, las cuales se van a fijar más en la variabilidad de los comportamientos
alimentarios y menos en la universalidad, retrocediendo así ante el concepto de
naturaleza humana. Es el caso de la antropóloga británica Mary Douglas, una exponente
importante de esta orientación, en cuyos trabajos muestra tanto la influencia de la
corriente estructuralista francesa como del estructural-funcionalismo británico.
Considerando esenciales los aspectos biológicos del hecho alimentario, Douglas (1973,
1979) pone el énfasis en el carácter expresivo de la alimentación. Coincide con Barthes
(1961, 1975, 1980) en plantear que los alimentos y, en particular, las comidas
constituyen un sistema de comunicación, un protocolo de imágenes y costumbres que
manifiestan la estructura social y simbolizan las relaciones sociales. El trabajo de este
semiólogo es importante para la comprensión del enfoque de Douglas.
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definitiva, modos de vida. En este sentido, Barthes utiliza también la analogía lingüística,
buscando un código o gramática. Ve el alimento tanto como signo como necesidad, y
ambos altamente estructurados: sustancias, técnicas de preparación, hábitos. Todo se
convierte en parte de un sistema cuyos elementos presentan diferencias significativas. Tan
pronto como esto sucede, podemos afirmar que se produce comunicación a través de la
comida. Su argumento básico en este contexto, como en otros en los que el autor trabaja
(moda, publicidad, literatura), es que donde hay significado, hay sistema. Sus últimas
contribuciones se dan en torno a la identificación e interpretación de ciertas mitologías que
extrae de la vida cotidiana francesa. Así, Barthes (1990) analiza, desde una perspectiva
semiótica, tanto la sopa instantánea como la torre Eiffel o la lucha libre. En cualquier caso,
la comida y la bebida continúan siendo un tema central en su obra, elaborando comentarios
sobre los aspectos ornamentales de la cocina, el bistec con patatas y la margarina.
Identifica el vino como una bebida totémica en Francia, del mismo modo que lo es la leche
para los alemanes o el té para los ingleses, siendo, por consiguiente, una especie de
símbolo nacional.
Los trabajos de Douglas reflejan las influencias tanto de Barthes como de Lévi-
Strauss, aunque desarrolla sus propias teorías en una dirección sensiblemente diferente.
Igual que ellos, intenta descifrar la gramática de las comidas como si de textos codificados
se tratara, susceptibles de ser descifrados en sus componentes significantes. Si embargo, a
la hora de interpretar los datos etnográficos, prefiere optar por la observación directa y el
análisis siguiendo el estilo propuesto por Geertz (1992) en torno a la descripción densa.
Las comidas, definidas cuando se consumen alimentos en el marco de una situación
estructurada, es decir, cuando se produce un acontecimiento social organizado según unas
reglas que prescriben el tiempo, el lugar y la sucesión de los actos que lo componen, están
codificadas9 culturalmente y estructuradas, en consecuencia, mediante un conjunto de
signos interrelacionados que pueden ser analizados en términos sintácticos y gramaticales.
Esta definición le es útil para diferenciar la comida (meal), o situación estructurada, del
piscolabis/picoteo (snack), o situación alimentaria no estructurada y en la que uno o más
artículos pueden ser servidos y consumidos sin atender a un orden normativo. El trabajo de
Nicod (1974), dirigido por ella misma, insiste en el carácter sintáctico de las comidas
dentro del sistema alimentario británico estableciendo tres tipos de comidas distintas en el
ámbito familiar según su importancia relativa dentro del conjunto de ingestas y
diferenciando entre los elementos centrales y nucleares de las mismas, por norma reacios a
las innovaciones (el rustido del domingo es un ejemplo), y los periféricos, en donde se
introducen los cambios más significativos en tanto que constituyen las partes menos
estructuradas del sistema alimentario (desayunos y meriendas de los días laborables). Un
análisis de este tipo enfatiza las dificultades para introducir elementos externos en los
menús establecidos, cuyas normas se interiorizan de forma natural desde la infancia y cuya
variación para introducir nuevas comidas puede implicar un riesgo de inestabilidad más
amplio.
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El empleo de la palabra código como aquello que expresa la estructura social o las relaciones sociales se
utiliza con cierta frecuencia entre los antropólogos funcionalistas, estructural-funcionalistas y
estructuralistas (Richards, 1939; Nicod y Douglas, 1974; Lévi-Strauss ([1958]1992).
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Definiciones de “comidas” (M. Douglas, 1979: 180 )
SITUACIÓN ALIMENTARIA
SITUACIÓN ESTRUCTURADA
SNACK
C0MIDA
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separados. No se admite añadir alimentos fríos a un plato caliente y viceversa. Un modelo
de análisis similar es el seguido por Murcott (1982) en su estudio sobre la estructura
culinaria en el sur de Gales y, en particular, de la comida considerada como tal (meal). En
esta situación, la carne debe ser blanca o roja pero procedente de animales de sangre
caliente. No sirven, por ejemplo, los pescados. Las patatas constituyen una constante,
representando un tubérculo que procede de debajo de la tierra, en contraste con otros
vegetales básicos (judías, guisantes, coles de Bruselas, broccoli) que proceden de la
superficie del suelo y son, a su vez, verdes. Si hay una verdura adicional dentro de esta
estructura es normalmente de otro color distinto al verde: zanahoria, chirivía, calabaza,
maíz o tomate. Por su parte, la salsa es central, ya que finalmente es el elemento de la
estructura que vincula el resto de componentes para formar el plato.
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Respecto al consumo de carne de perros, Sahlins explica su no comestibilidad por
la relación que los americanos mantienen con ellos. Los pasean por las calles, arrastran a
sus dueños, depositan excrementos a su antojo, en el interior de las casas se acomodan en
sillas, sofás o camas destinadas a las personas e incluso se acercan a la mesa para
compartir la comida familiar. No serán sacrificados si no es por un infortunio de
enfermedad o accidente. Con los caballos sucede algo parecido. Cuando, en la crisis de
1973, el gobierno norteamericano sugirió a sus habitantes sustituir el consumo de carne de
vacuno por equina y consumir las partes más económicas de otros alimentos -las vísceras-
la respuesta fue escasa. La razón de ello, según Sahlins, es que mientras que los caballos se
cuidan (cepillan, miman, nominan), las vacas no reciben el mismo trato: el ganado vacuno
es criado para carne. Siguiendo esta lógica, se podría explicar las relaciones que los
norteamericanos tienen respecto al consumo de vacunos, porcinos, caballos y perros en
función de sus distintos grados de comestibilidad. Esta serie es divisible primero en dos
clases: comestible (vacas y cerdos) y no-comestible (caballos y perros), teniendo en cuenta
que, a su vez, dentro de cada clase, hay una categoría superior y otra menos preferible
según el orden expuesto y que paralelamente la lógica estructural hace distinciones entre
las partes de cada animal, diferenciando el grado de comestibilidad en función de si se trata
de la carne o de los órganos internos o vísceras. La relación que se mantiene con ellos es
diferente dependiendo de su intervención como sujeto u objeto en la compañía del hombre.
De tal forma que, perros y caballos tienen la calidad de sujetos en la sociedad
norteamericana (se cuidan y miman y mantienen un relación servil) y, en consecuencia no
son comestibles. Lo contrario sucede con las vacas y cerdos, cuyo estatus es de objetos (se
crían, se sacrifican). La idea de Sahlins se resume con esta afirmación: la comestibilidad
animal está en relación inversa con la humanidad y esta lógica simbólica es la que organiza
la demanda.
Así pues, para Douglas y Sahlins es válida la idea de Lévi-Strauss según la cual las
personas primero piensan los alimentos y, si son clasificados por su mente y por su código
cultural, los ingieren. Las explicaciones que ambos ofrecen sobre las aversiones registradas
en sociedades tan dispares como la israelita, negándose a comer cerdo, o la anglosajona,
rechazando la carne de caballo, son de orden cultural. Las causas de las preferencias o las
abominaciones alimentarias responden a la propia lógica cultural, unas veces se trata de
prescripciones religiosas, otras son símbolos o arbitrariedades circunstanciales y hay que
explicarlas atendiendo a estas razones. Si nosotros, como apunta Douglas, clasificamos en
un orden jerárquico inferior a los perros y a los vagabundos que buscan alimentos en las
basuras es porque ambos están haciendo lo mismo, ingerir restos de comida; igualmente, si
los norteamericanos, a diferencia de los chinos, consideran una aberración comer carne de
perro es porque para ellos este animal se ha convertido en una mascota, tiene nombre
propio y es uno más de la familia.
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hecho de resaltar que la cultura juega un rol significativo en la determinación de lo que
nosotros clasificamos como alimentos, es decir, como comestible.
3.2.3. Bueno para comer, bueno para pensar, bueno para vender.
Enfoques contextualistas: materialismo cultural, de elopmentalism ,
estudios de género.
Los estudios antropológicos sobre alimentación publicados durante los sesenta y
setenta son relevantes y muestran claramente que la cultura juega un rol significante
determinando lo que clasificamos o no como comida. Sin embargo, en nuestra opinión,
dejan de tener en cuenta otros aspectos relevantes en relación con la alimentación. Por
ejemplo, apenas explican nada de las importantes relaciones que existen entre las prácticas
alimentarias, el desarrollo histórico y las configuraciones específicas del medio o, dicho de
otro modo, de las imbricaciones existentes entre los factores económicos, ecológicos,
tecnológicos y sociales que explican las transformaciones o los conflictos alimentarios a lo
largo del tiempo y del espacio. En las páginas siguientes vamos a hacer un recorrido
somero a lo largo de otros enfoques teóricos que han situado el tema de la alimentación y
sus relaciones con el entorno, el poder o la dominación en uno de los lugares más
destacados de sus preocupaciones y que han constituido desde una visión más materialista
de lo social la respuesta más contundente a las tesis estructuralistas y culturalistas que
acabamos de presentar.
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primeras tesis del neofuncionalismo norteamericano, pasando por los estudios
bioculturales dedicados a investigar las relaciones entre pautas culturales e insuficiencias
dietéticas, hasta las teorías críticas más recientes que abordan la naturaleza social de la
producción, distribución y consumo de alimentos, a menudo partiendo de ideas influidas
por el marxismo y, en consecuencia, manteniendo posiciones también de corte
estructuralista en tanto que siguen poniendo su atención en el estudio de las estructuras
(infraestructura, estructura y superestructura) ya sea desde niveles "macro" y "micro" o
ambos a la vez. Algunos de estas investigaciones se han agrupado bajo el nombre de
developmentalism, una perspectiva en la que destacan los estudios de economía política y
cuyo interés principal se sitúa en contextualizar el análisis de los sistemas alimentarios y su
evolución en base a las variables tiempo y espacio y en explicar el papel que juegan las
relaciones sociales de poder imbricadas en las transacciones alimentarias y en los cambios
habidos en los hábitos alimentarios. Otras investigaciones son las de orientación feminista
elaboradas desde los estudios de género, las cuales también han puesto su énfasis en las
relaciones de poder, la distribución de roles y los estilos alimentarios entre géneros. Por
razones de extensión de las diferentes propuestas y, evidentemente, por economía de
espacio, vamos a tratar abordar los trabajos más significativos dentro de estas líneas de
análisis.
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