TEMA-La Restauración Borbónica (1874-1902)

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LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DEL NUEVO SISTEMA

POLÍTICO (1874-1902)

La Restauración borbónica

El pronunciamiento del General Martínez Campos en diciembre de 1874 significó la


restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.

El personaje clave del momento fue Antonio Cánovas del Castillo, ideólogo del complejo
sistema político que duraría medio siglo.

Cánovas es el autor del Manifiesto de Sandhurst (1874), firmado por Alfonso XII en el exilio y
publicado dos días antes del golpe de Martínez Campos. En ese documento se observan las
líneas maestras del nuevo régimen. Sería un régimen monárquico de tipo conservador y
católico que defendería el orden social y respetaría el sistema político liberal.

Este periodo supone un largo período de estabilidad política con un sistema político
compartido por todos los sectores burgueses a los que se asegura un cierto margen de libertad
de expresión y de pluralismo mientras se producía la exclusión de los sectores populares de la
vida política, buscando reafirmar el peso de las instituciones tradicionales (nobleza, Iglesia)
frente al legado de radicalismo e inestabilidad del sexenio

El sistema político de la Restauración (1875-1898)

La Constitución de 1876

Cánovas sentó las bases institucionales y jurídicas del sistema político de la Restauración,
cimentado en la nueva Constitución de 1876, clara muestra del liberalismo doctrinario.

Se basaba en

 sufragio censitario, universal desde 1890


 la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes
 Cortes bicamerales (Congreso y Senado)
 amplias prerrogativas para la Corona: derecho de veto, nombramiento de ministros,
potestad de convocar, suspender o disolver las Cortes…
 la confesionalidad católica del Estado
La Constitución contaba con una amplia declaración de derechos, aunque sujeta al desarrollo
normativo posterior que en general tendió a restringirlos, especialmente los de imprenta,
expresión, asociación y reunión.

Bipartidismo y turno pacífico

El funcionamiento del sistema canovista dependía del turno pacífico de los dos partidos
dinásticos.

 Cánovas se puso al frente del Partido Conservador, heredero del Moderado


 Sagasta al frente del Partido Liberal, heredero del Progresista.

Conservadores y liberales coincidían en lo fundamental: Ambos defendían la monarquía, la


Constitución, la propiedad privada y la consolidación de un Estado liberal, unitario y
centralista. Su base social era similar, las élites económicas y la clase media acomodada.
Las diferencias entre ellos eran escasas. Los conservadores eran más partidarios del
inmovilismo, el sufragio censitario y defendían a la Iglesia y el orden social. Los liberales
defendían el sufragio universal masculino y un reformismo más progresista y laico.

El turno se garantizaba con el fraude electoral. El triunfo del partido que convocaba las
elecciones porque había sido requerido para formar gobierno era convenido previamente y se
conseguía gracias al falseamiento de los resultados orquestado desde el Ministerio de la
Gobernación y llevado a la práctica por los caciques locales.

Los caciques eran personas notables con una gran influencia que orientaban la dirección del
voto, agradeciendo la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus
intereses. Los caciques manipularon las elecciones continuamente de acuerdo con las
autoridades. Para conseguir la elección del candidato gubernamental se falsificaba el censo, se
manipulaban las actas electorales, se compraban votos o se coaccionaba al electorado, incluso
utilizando la violencia.

Este conjunto de trampas electorales se conoce como “pucherazo”.

Estas características marcarán el sistema hasta consagrarse la expresión de Joaquín Costa de


“Oligarquía y caciquismo” como descripción de un régimen estable, pero corrupto en sus
raíces y cuya alternancia partidaria y marco legal liberal encubre la dificultad de una
participación política real de la población.
El desarrollo del turno de partidos

Entre 1875 y 1898 el sistema de turno funcionó con regularidad.

1875-1881: gobierno del Partido Conservador de Cánovas

1881-1884: gobierno del Partido Liberal de Sagasta

En 1885, coincidiendo con la muerte de Alfonso XII, los dos partidos del turno pacífico llegan al
Pacto del Pardo, un acuerdo sobre la rotación de poderes en el que ambos líderes se
comprometían a respetar la gestión de gobierno del otro y a mantener las leyes que se
aprobasen llevando a cabo una oposición leal. Se trataba de dar estabilidad al sistema frente a
un posible auge del republicanismo y los nacionalismos. y apoyar a la regente Mª Cristina de
Habsburgo.

Se inició entonces el gobierno largo de Sagasta (1885-1890), durante el que se impulsó una
importante obra reformista. Se aprobó la Ley de Asociaciones (1887), que declaraba legales
todos los partidos y se introdujo el sufragio universal (1890).

En la última década del siglo se mantuvo el turno pacífico. Sin embargo se produjo un
deterioro del sistema que estaba muy basado en la personalidad de los líderes de cada
partido. Tras la muerte de Cánovas (1897) y Sagasta (1903) surgen nuevas figuras como
Maura y Canalejas al frente de los conservadores y liberales respectivamente.

La oposición al régimen de la Restauración

La oposición política al régimen de la Restauración se llevó a cabo por fuerzas políticas ya


existentes como el carlismo o el republicanismo. Pero también surgieron nuevos
movimientos sociopolíticos, como el movimiento obrero y los partidos nacionalistas.

El carlismo había sido derrotado definitivamente el 1876; su dirección acabó en el exilio y


continuó organizando conspiraciones. Una escisión encabezó el Partido Católico Nacional de
carácter antiliberal e integrista.

El republicanismo salió debilitado después de la experiencia de la I República. En su seno había


fuertes discrepancias y su presencia en las Cortes fue testimonial, aunque se convirtió en la
principal fuerza de la oposición, especialmente cuando se logró la unidad el movimiento en
1903 con la Unión Republicana. Su principal problema fue siempre la fragmentación.
Los nuevos movimientos nacionalistas y regionalistas surgen como reacción a la política
uniformadora del liberalismo.

El catalanismo evolucionará desde postulados culturales (Renaixença) a planteamientos


políticos, formando la Lliga Regionalista (1901) que pronto logrará un claro dominio electoral.

El nacionalismo vasco surge por diversos factores como la pérdida de los fueros tras la última
guerra carlista, el rechazo de un sector de la sociedad más tradicionalista a la industrialización
y a la llegada de inmigrantes. En 1894, Sabino Arana fundará el PNV y establecerá los
fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco: independentismo con un componente
religioso y de defensa de las tradiciones.

Aunque en menor medida, los gallegos también iniciaron su movimiento nacionalista y lo


denominaron Rexurdimento. Al principio este nacionalismo tenía un carácter solamente
cultural, cuya representante fue la poetisa Rosalía de Castro, pero en la última etapa de la
Restauración, debido al atraso económico y la constante emigración, el movimiento adquirió
un carácter político, aunque siguió siendo muy minoritario.

Los movimientos de resurgimiento cultural que más tarde pasaron a la esfera política se
dieron también en otras regiones como Valencia, Aragón y Andalucía.

Los orígenes del valencianismo los podemos situar a principios del siglo XX, con su corriente de
reivindicación de la lengua y la cultura, denominada Renaixença (como en Cataluña). El
andalucismo, surgió en el siglo XIX, y defendía la realidad cultural y social de Andalucía.

El aragonesismo, surgió en la segunda mitad del siglo XIX y reivindicaba la recuperación de los
orígenes del reino, las instituciones medievales y los derechos del campesinado aragonés.
Destaca la figura del regeneracionista Costa.

Por último se desarrollaran las corrientes internacionalistas del movimiento obrero:


anarquistas y socialistas.

Durante los primeros años de la Restauración el anarquismo tuvo que actuar en la


clandestinidad, pero en 1881 se volvió a la legalidad y se fundó la FTRE (Federación de
Trabajadores de la Región Española). Su programa defendía la supresión del Estado,
colectivización de los medios de producción y apoliticismo. Las ideas anarquistas tuvieron gran
difusión entre el proletariado catalán y el campesino andaluz.
Una parte del anarquismo optó por la acción directa para llevar a cabo la revolución social.
Estos se organizaron grupos autónomos cuyo objetivo era atentar contra los pilares del
capitalismo: estado, burguesía e Iglesia.

En este contexto, surgieron en Andalucía sociedades secretas como la Mano Negra a la que se
atribuyeron ocupaciones de fincas, atentados y acciones criminales contra los patronos. En
realidad no se sabe si tal organización criminal existió o fue pura invención, aunque es cierto
que se produjeron asesinatos y quema de cosechas. Fuera o no cierto, las fuerzas de orden
público multiplicaron las detenciones, se practicaron torturas para obtener confesiones y se
dictaron algunas sentencias a muerte.

Una parte del anarquismo rechazó estas acciones y propugnó la una acción de masas,
planteando la revolución social como objetivo a medio plazo y la necesidad de fundar
organizaciones de carácter sindical, como Solidaridad Obrera o CNT, creadas a comienzos del
siglo XX.

Por otro lado se produce la fundación del PSOE (1879) por Pablo Iglesias. Su primer programa
se basó en la abolición de las clases y la emancipación de los trabajadores, la transformación
de la propiedad privada en colectiva y la conquista del poder político por la clase obrera.
Además presentaba un amplio programa de reformas sociales: derecho de asociación, reunión,
y manifestación, reducción de horas de trabajo y prohibición del trabajo infantil. Como
sindicato afín al PSOE se creará en 1888 la UGT.

El desastre del 98

Desarrollo del conflicto con Cuba

Tras la independencia de la mayor parte del imperio a inicios del siglo XIX, sólo las islas
antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el archipiélago de las Filipinas en sudeste asiático
continuaron formando parte del imperio español.

En Cuba, tras la Guerra Larga (1868-1878) y la ausencia de reformas con la Paz de Zanjón
(1878), aumentó el deseo de emancipación e independencia que contó con el apoyo de EEUU
que tenía importantes intereses económicos y geoestratégicos en la zona.

Paralelamente el conflicto cubano, en 1896 se produjo una rebelión en las islas Filipinas.
En 1879 se produjo un primer intento de insurrección en Cuba y en 1895 se inició un
levantamiento generalizado. El gobierno español optó por la represión. Cuando en 1897 se
inició una estrategia de reconciliación, ya era tarde. Los independentistas, que contaban con
el apoyo estadounidense se negaron a aceptar el fin de las hostilidades.

La guerra con EEUU

La ocasión para la intervención directa de Estados Unidos fue la explosión del acorazado
estadounidense Maine. EEUU acusó a España y le exigió la retirada de Cuba. España negó
cualquier vinculación con los hechos y amenazó con declarar la guerra en caso de invasión de
la isla.

Comenzó así la guerra hispano-norteamericana. Estados Unidos derrotó a España y España


firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España se comprometía a
abandonar Cuba Puerto Rico y Filipinas, que se convirtieron en protectorados de Estados
Unidos.

Consecuencias del Desastre del 98

Desde la perspectiva española, la pérdida de las últimas colonias vino a denominarse el


“Desastre del 98” y tuvo una importante influencia en la conciencia nacional. La crisis del 98
fue moral e ideológica y sumió a la sociedad en un estado de desencanto porque significó la
destrucción del mito del imperio español.

Surge entonces el movimiento conocido como Regeneracionismo. Su mayor exponente fue el


escritor aragonés Joaquín Costa. Los regeneracionistas denunciaron las carencias de España:
el analfabetismo, el atraso económico, el caciquismo, el fraude electoral… y defendieron la
necesidad de un proceso de reformas que implicara mejoras en el campo español y en el nivel
educativo y cultural con el objetivo de modernizar el país.

El desastre del 98 supuso el fin del sistema de la Restauración como lo había diseñado
Cánovas y la aparición de una nueva generación de políticos.

La Restauración borbónica se implanta en España con el claro objetivo de lograr por fin un
período pacífico. Sin embargo se sustentaba en un régimen oligárquico y antidemocrático y
en un sistema electoral fraudulento que excluía a las nuevas fuerzas emergentes, como el
obrerismo o el nacionalismo, que pudieran ensanchar las bases del sistema. La pérdida de las
colonias sumió al sistema en una profunda crisis que planteó la necesidad de reformas que
modernizaran la vida social y política del país.

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