Perspectiva Metodologica en Al Investigacion
Perspectiva Metodologica en Al Investigacion
Perspectiva Metodologica en Al Investigacion
Perspectivas metodológicas en la
enseñanza y en la investigación
en educación matemática
Autores
Patricia Barreiro, Paula Leonian, Tamara Marino,
Marcel D. Pochulu y Mabel A. Rodríguez
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en
educación matemática / Patricia Barreiro ... [et al.] ; coordinación
general de Mabel Rodríguez. - 3a ed. - Los Polvorines : Universidad
Nacional de General Sarmiento, 2022.
Libro digital, PDF - (Educación / 35)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-630-637-9
1. Educación Científica. 2. Matemática. I. Barreiro, Patricia. II.
Rodríguez, Mabel, coord.
CDD 510.78
Introducción..................................................................................................... 9
Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones................................................ 13
Introducción.............................................................................................. 13
¿Qué significa analizar un documento?....................................................... 14
Referencias bibliográficas........................................................................... 23
Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática.......................................... 25
Introducción.............................................................................................. 25
Sobre consignas matemáticas...................................................................... 27
Sobre consignas metacognitivas.................................................................. 34
Criterios para la redacción de consignas..................................................... 43
A modo de cierre........................................................................................ 47
Referencias bibliográficas........................................................................... 47
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante............................................. 49
Introducción.............................................................................................. 49
Definición de tareas y ejemplos.................................................................. 51
Sobre secuencias didácticas o secuencias de tareas....................................... 71
Referencias bibliográficas........................................................................... 72
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías
en la clase de matemática................................................................................. 73
Introducción.............................................................................................. 73
Algunos recursos “tipo” de los que se encuentran en internet...................... 77
Criterios para valorar la pertinencia y significatividad del uso
de tic para resolver consignas matemáticas................................................ 81
Referencias bibliográficas........................................................................... 99
Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula....................................... 101
Introducción............................................................................................ 101
Dos criterios rectores................................................................................ 103
Criterios para anticipar intervenciones de clase........................................ 105
Estilos de intervenciones docentes............................................................ 111
Reflexiones finales.................................................................................... 113
7
Capítulo 6. Pautas para planificar.................................................................. 115
Introducción............................................................................................ 115
Orientaciones para planificar la enseñanza de la matemática.................... 117
Ejemplo de una planificación................................................................... 125
Referencias bibliográficas......................................................................... 132
Capítulo 7. El inicio de una investigación en educación matemática............. 133
Introducción............................................................................................ 133
Sobre problemas y proyectos de investigación.......................................... 135
Capítulo 8. Estado del arte y marco teórico................................................... 141
Introducción............................................................................................ 141
Estado del arte......................................................................................... 141
Marco teórico.......................................................................................... 143
Capítulo 9. Planteo de objetivos de investigación.......................................... 147
Introducción............................................................................................ 147
Objetivos de una investigación versus objetivos de aprendizaje................. 147
Objetivos de una investigación versus actividades de investigación........... 149
Capítulo 10. Rumbo a una conceptualización propia.................................... 153
Introducción............................................................................................ 153
Conceptualizaciones en educación matemática........................................ 153
Referencias bibliográficas......................................................................... 160
Capítulo 11. Instrumentos, datos e información............................................ 161
Introducción............................................................................................ 161
Los datos y su importancia en investigación............................................. 161
Los instrumentos..................................................................................... 162
La información........................................................................................ 165
Capítulo 12. Cómo redactar y presentar un artículo...................................... 167
Introducción............................................................................................ 167
¿Qué es lo que caracteriza a un paper?...................................................... 168
¿Cómo se escribe un paper?...................................................................... 168
Sobre las citas bibliográficas..................................................................... 170
Capítulo 13. Pautas para hacer una presentación audiovisual......................... 173
Punto de partida...................................................................................... 173
Pautas para el diseño................................................................................ 174
A modo de cierre........................................................................................... 177
Anexo El Negro Castillo................................................................................. 179
Introducción
Como punto de partida, tenemos una altísima valoración de la tarea del profesor
de Matemática. Esto se debe a que la concebimos como una actividad profesio-
nal que implica tomar decisiones, justificarlas y conocer y tener disponible una
amplia variedad de herramientas, estrategias y metodologías para adecuarlas a
cada contexto, clase, institución, grupos de estudiantes, contenidos, etcétera.
Desde esta perspectiva, la tarea docente resulta altamente compleja y exigente.
Esto nos aleja de concebir la enseñanza como una tarea de transmisión de co-
nocimientos, en la que el docente se pregunta: “¿qué debo enseñar hoy?”, y nos
acerca a la tarea de facilitar el aprendizaje, en la que el docente debe preguntarse:
“¿qué es valioso que mis estudiantes aprendan de matemática?, ¿cómo haré para
lograr que aprendan y cómo sabré si lo que propuse funcionó o en qué medida
ocurrió?”. Rápidamente se pone en evidencia que, para poder responder a estas
últimas preguntas, necesitamos saber mucho. Mucho de matemática, ¡sin dudas!,
pero mucho más aún… No solo necesitamos conocer avances en educación
matemática, sino que también hay cuestiones metodológicas que resultarán claves
para dilucidar cómo abordar esas preguntas. Este es el centro de este texto, y
las cuestiones metodológicas están entendidas en dos sentidos: por un lado, en
el de la programación o planificación de la enseñanza; y por otro lado, en el de
la investigación educativa.
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Introducción
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 1
Sobre análisis y fundamentaciones
Introducción
En nuestra vida cotidiana es común tener que analizar diversas situaciones para
tomar una decisión. Por ejemplo: analizamos si nos conviene ir a un hotel o
alquilar una casa cuando nos vamos de vacaciones; si nos conviene comprar
comida hecha o cocinar; si en las próximas elecciones votaremos a un partido
político o a otro. Las discusiones sobre estos aspectos podrían ser interminables,
al punto de no poder ponernos nunca de acuerdo, y es totalmente admisible
que las opiniones, gustos y diversos matices impregnen nuestros argumentos.
En cambio, en nuestra vida académica analizamos la pertinencia de ciertas
tareas para una clase de Matemática, comparamos libros para elegir cuál usa-
remos y analizamos cómo nos resultó nuestra planificación anual, entre otras
cosas. En estos casos, a diferencia de lo que ocurre en la vida cotidiana, no sería
adecuado que nos rigiéramos por nuestras opiniones, gustos o impresiones.
Entonces, las preguntas que surgen son: ¿qué significa, en este contexto acadé-
mico, analizar?, ¿qué características debería tener, necesariamente, un análisis
para ser adecuado?, ¿cómo se realiza cualquiera de los análisis que mencionamos
a modo de ejemplo?, ¿sería válido que distintos análisis expresen diferentes
posiciones?, entre otras.
13
Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones
Si pensamos en estas últimas preguntas, puede ocurrir que nos demos cuenta
de que no tenemos en claro a qué nos referimos, en el contexto académico,
con analizar. Es objetivo de este capítulo esclarecer este punto. Lo que presen-
tamos aquí es bien general, no solo sirve para analizar consignas, secuencias,
tareas, sino también textos del nivel medio, programas de materias, registros
de clase, etcétera, y, como veremos, será una herramienta clave para trabajar
en investigación educativa.
Por otro lado, a menudo se nos pide fundamentar nuestras opiniones, tam-
bién una propuesta de cambio para una materia, o si elegimos un libro de texto
para nuestro curso nos preguntan por qué ese y no otro. En cualquiera de estos
casos, lo que debemos fundamentar es el porqué de tal o cual decisión, y qué es
lo que nos lleva a sostenerla. Aquí las propuestas tampoco podrían ser discutidas
desde el sentido común, pues no tendrían ningún sustento y serían fácilmente
rebatibles. Como veremos, la estructura de la fundamentación será similar a la
de un análisis, con algunos matices que mencionaremos a continuación.
Comenzaremos entonces por introducir algunas precisiones para saber cómo
se realiza el análisis de un documento en el ámbito académico, mostraremos
también un ejemplo y explicitaremos las diferencias con la fundamentación.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones
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Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones
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Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones
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Capítulo 1. Sobre análisis y fundamentaciones
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
planificación anual, podría ser (indaguen en sus instituciones qué esperan de ese
apartado) que sí se pueda tomar alguna referencia de lo que antes se completó
en ese programa (los objetivos que se plantearon, el modo de organización de
las unidades, etcétera) para hacerla funcionar como evidencia.
Para cerrar este capítulo queremos mencionar que entendemos que conocer
esta estructura otorga una herramienta muy útil para el docente o el estudiante
en sus distintos roles (elegir materiales, fundamentar propuestas, hacer devo-
luciones, sostener posiciones, etcétera).
Queremos señalar también lo interesante y valioso de las discusiones acadé-
micas cuando se utiliza esta estructura, más allá de que una persona escoja una
perspectiva teórica y otra elija otra posición. Esto enriquece el campo académico
y, por supuesto, nuestro propio conocimiento. Las opiniones, en cambio, no.
Lo presentado aquí permite trascender la opinión y ubicarnos en el plano de
lo esperado en el contexto académico.
Referencias bibliográficas
Barreiro, P., Falsetti, M., Formica, A., Marino, T. y Mellincovsky, D. (2009).
Formulación de algunas categorías de análisis cualitativo para estudiar la
validación en matemática a partir de protocolos de clase. Epsilon: Revista de
la Sociedad Andaluza de Educación Matemática “Thales” (72), 39-60.
Ernest, P. (2000). Los valores y la imagen de las matemáticas: una perspectiva
filosófica. Uno. Revista de Didáctica de las Matemáticas (3), 9-28.
Pochulu, M. y Rodríguez, M. (comps.). (2012). Educación matemática. Aportes a
la formación docente desde distintos enfoques teóricos. Ediciones ungs-eduvim.
23
Capítulo 2
Consignas para la clase de matemática
Introducción
A la hora de planificar las clases sobre un cierto contenido matemático nos
encontramos ante la tarea de seleccionar o diseñar consignas, actividades o
tareas para llevar al aula. Muchas veces buscamos ideas para trabajar en clase,
en libros de texto o en internet. Incluso en ciertas oportunidades diseñamos
nuestras consignas para trabajar el contenido que nos hemos propuesto abordar.
Claramente, esta tarea de selección o de elaboración de consignas no es sencilla.
Al pensar en ellas, necesitamos que atiendan al contenido, que sean factibles de
ser realizadas por nuestros estudiantes, que requieran conocimientos previos que
nuestros estudiantes dispongan, que promuevan un trabajo interesante para el
estudiante, etcétera, y, muchas veces, ante la necesidad y el apuro las elegimos
porque hay algo de ellas que “nos gusta”. Con un poco de objetividad, es claro
que esto no podría funcionar como criterio. De todos modos, más allá de eso,
lo preocupante es que no siempre logramos que nuestras consignas sean “ricas”
para el estudiante desde el punto de vista matemático. Aquí necesitaríamos
explicitar qué queremos expresar con “ricas”. Sin embargo, dejaremos eso para
un poco más adelante en este capítulo.
25
Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
El concepto que entendemos que nos es útil para hacer esta valoración es el
de potencial matemático (pm) de una consigna. El pm de una consigna alude a
dos aspectos:
• a las posibilidades de exploración que la consigna habilita o no; y
• a las posibilidades de argumentar sobre la validez de la resolución o de
la respuesta.
Consideramos valioso que una consigna pueda admitir que el estu-
diante tenga posibilidades de exploración y argumentación porque eso le
permitiría tomar decisiones, organizar sus intentos o modos para abordar la
resolución, eventualmente podría recurrir a heurísticas (Rodríguez, 2012),
utilizar distintas habilidades generales matemáticas (Delgado Rubí, 1997),
reflexionar sobre sus intentos para sostenerlos o descartarlos, establecer su
manera de explicar el porqué de su respuesta, argumentar por qué le pare-
ce válida su propuesta, etcétera. De ese modo, se asimilaría al trabajo del
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
Ejemplo 1: consigna 1
“Se tiene un barril de madera que pesa 25 kg vacío y tiene capacidad para 100
litros de líquido. ¿Es posible que el barril pese 106,4 kg si se vierte en él aceite
que pesa 0,74 kg por litro? Explicar”.
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
Ejemplo 2: consigna 2
“Se tiene un barril de madera que pesa 25 kg vacío y tiene capacidad para 100
litros de líquido. Si el peso de cada litro de aceite que se utiliza es de 0,74 kg:
1) Calcular el peso del barril para 1 litro de aceite vertido. Repetir para 2
y 3 litros.
2) Llamando x a la cantidad de litros de aceite vertidos en el barril, hallar
la expresión de la función de x que da el peso total del barril.
3) Utilizando la expresión hallada, calcular la cantidad de litros de aceite
vertidos si el peso del barril es de 106,4 kg”.
Para responder a la primera consigna, solo se deben hacer las cuentas: un
litro pesa 0,74 kg, por lo que el peso del barril es de 0,74 + 25; dos litros pesan
2 . 0,74 = 1,48, con lo que el barril pesa 1,48 + 25; y con tres litros, 3 . 0,74 =
2,22, de modo que el peso total del barril es de 2,22 + 25 = 27,22 kg. El primer
ítem induce la resolución del segundo, de modo que se espera que el estudiante
plantee la expresión: f(x) = 0,74 . x + 25. En el tercer punto, la consigna obliga
a utilizar la expresión, por lo que se debería plantear 0,74 . x + 25 = 106,4, y a
partir de allí despejar el valor de x. Como la ecuación puede resolverse con el
valor x = 110, es muy probable que no se cuestione si es o no factible esa respues-
ta, la cual debería descartarse retomando el dato de que la capacidad máxima
del barril es de 100 litros. La consigna no invita a argumentar en ningún caso
y no da posibilidades de decisión para resolverla. En cada paso, al estudiante
se le indica exactamente qué debe hacer. De este modo, consideramos que la
consigna no admite posibilidades de exploración y de argumentación, razón
por la cual valoramos el pm de esta consigna como pobre.
Como caso intermedio, proponemos el siguiente ejemplo.
Ejemplo 3: consigna 3
“Se tiene un barril de madera que pesa 25 kg vacío y tiene capacidad para 100
litros de líquido. Si el peso de cada litro de aceite que se utiliza es de 0,74 kg:
1) Calcular el peso del barril para 1 litro de aceite vertido. Repetir para 2
y 3 litros.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
Ejemplo 4: consigna 4
x f(x) 14
0 No -0,1
existe
0,1 … -0,01
0,01 -4
4 -8
8 -12
12 -14
Ejemplo 5: consigna 5
“Dada f: R - {0} → R, f(x) = 1/x + 10, anticipar qué tipo de gráfico podría repre-
sentar esta función y qué tipo de gráfico seguro no se obtendrá. Explicar. ¿De
qué información se necesitaría disponer para verificar la anticipación? Realizar
el gráfico (libremente), comparar con la anticipación y explicar si lo obtenido
concuerda o no con ella”.
En este caso, la consigna habilita a argumentar qué tipo de gráfico
podría obtenerse y a descartar otros gráficos de funciones previamente
estudiadas. A modo de ejemplo, un estudiante podría afirmar que no será
una recta, pues el tipo de función no se corresponde con el formato y =
mx + b; otro estudiante podría asegurar que no es una recta horizontal,
o que no será una parábola, etcétera. Cada uno propondrá su argumen-
tación y no habrá una única respuesta posible. Al momento de tener que
responder qué información requeriría, el estudiante podría pensar en hacer
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Ejemplo 6: consigna 6
“Dada f: R - {0} → R, f(x) = 1/x + 10, anticipar qué tipo de gráfico seguro no se
obtendrá en la representación gráfica de esta función. Explicar por qué. Realizar
una tabla de valores para representar la función”.
En este caso podemos observar que la consigna exige argumentación. Si
bien hay un pedido explícito para hacerlo, la intención de anticipar implica un
esfuerzo previo que obliga a imaginar la curva o tener algo en mente, antes de
generar una justificación. Según el énfasis que el docente haya puesto en estu-
diar el dominio de funciones y su relación con el gráfico, es posible que algún
estudiante considere el dominio de la función y proponga alguna anticipación
del gráfico. También podría ocurrir que realice una tabla de valores inspirado
en lo que la consigna pide a continuación. Por otro lado, la indicación para
realizar el gráfico es explícita y no le abre al estudiante la posibilidad de realizar
otros procedimientos. Si bien esta consigna cumple con una parte de lo que
planteamos en el análisis del pm, hay aspectos que podrían fácilmente mejorarse
para enriquecerlo. Podemos afirmar que esta consigna forma parte de aquellas
en las que el pm es intermedio.
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
ser construidos por los estudiantes para que ocurra el aprendizaje. De esta
manera, estamos convencidos de que la capacidad metacognitiva y de reflexión
sobre los procesos cognitivos no se desarrolla a partir de una explicación del
docente en una clase de tipo expositiva; la capacidad de reflexionar se desarrolla
reflexionando y no recibiendo una explicación acerca de cómo se reflexiona.
Por ello es de central importancia que las consignas metacognitivas tengan la
intencionalidad explícita de involucrar al estudiante en prácticas de reflexión.
1
Estamos considerando el Modelo 3 uv (los tres usos de la variable). Ver, por ejemplo, Ursini
et al., 2005.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
ejemplo que el área del rectángulo obtenido es siempre menor que el área del
cuadrado inicial, pero, nuevamente, debe advertirse la necesidad de recurrir a
lo algebraico para validar dicha afirmación. Por último, es importante destacar
que el hecho de advertir las bondades de las estrategias algebraicas implica no
solo saber que estas permiten demostrar afirmaciones generales sino también
reconocer que favorecen una mejor comprensión de la situación. Por ejemplo,
en la consigna 3 permiten visualizar que el área del rectángulo obtenido será
siempre un 1% menor que el área del cuadrado original, independientemente
del lado que disminuye o aumenta; o bien, en el caso de la consigna 1, por qué
el resultado obtenido es un número que tiene como primera cifra el número
elegido.
En otras situaciones, lo numérico podría invitar a establecer una conclusión
falsa, como podría ocurrir en la consigna 2 (b) o en la consigna 4, si no se en-
cuentran casos particulares que cumplan las condiciones dadas en cada situación.
El único caso en que la estrategia de “analizar casos particulares” funciona
es en la consigna 2 (a), en la que resulta sencillo encontrar un valor que veri-
fique la condición.
De esta manera, interesa que los estudiantes adviertan las limitaciones
de lo numérico y las bondades del álgebra para la resolución de situaciones.
Además, es importante que adviertan y tomen conciencia de las diferencias en
las estrategias algebraicas que resultan útiles frente a las consignas planteadas.
Suele suceder que los estudiantes asocian la presencia de letras en álgebra con
un único uso de la variable: como incógnita. En las consignas planteadas resulta
necesario apelar a este uso (consignas 2 y 4), pero también a su uso como nú-
mero general (consignas 1 y 3). Es importante que los estudiantes desarrollen la
capacidad de advertir estos distintos usos y de reconocer cuándo apelar a uno u
otro (incluso, advertir que, a lo largo de la resolución de una misma situación,
la variable puede adoptar distintos usos).
El tipo de consignas metacognitivas matemáticas que podrían diseñarse para
plantear una reflexión que favorezca la construcción de un conocimiento meta-
cognitivo acerca de las estrategias numéricas y algebraicas, y sobre los distintos
usos de la variable (letras) frente a la resolución de situaciones problemáticas,
podrían ser del tipo de las que presentamos a continuación.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
“Entre las situaciones resueltas, ¿cuáles consideran que pueden ser resueltas solo
analizando casos particulares?, ¿en cuáles consideran que esto no es suficiente?
En este último caso, ¿contaron con alguna otra estrategia para utilizar?, ¿cuál?”.
Luego de discutir las respuestas a estas preguntas, se podría proponer:
“Luego de analizar las resoluciones en las que tuvieron necesariamente que uti-
lizar letras para resolver, ¿consideran que el significado que tienen o el uso que
hicieron de ellas fue siempre el mismo para todas las situaciones? Si ese fuera el
caso, mencionen diferencias o similitudes en este uso que les dieron a las letras”.
Luego de discutir estas respuestas y de establecer que los distintos usos
involucrados son como incógnita y como número general, se les podría plantear
a los estudiantes la siguiente consigna, también de tipo metacogntiva:
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
1) ¿Alguna de las consignas que resolviste te resultó más difícil que otra? Si
ese fue el caso, ¿podrías decir por qué motivo?
2) ¿Te sentiste bloqueado en alguno de los casos?, ¿qué hiciste al respecto?
3) ¿Qué aprendiste hoy?, ¿reconocés algo que no hayas terminado de entender?
Si el docente considera estas respuestas para luego trabajar con los estudian-
tes sobre los aspectos personales, emocionales y actitudinales, la información
que saque de allí será clave. Si, en cambio, esto queda en un plano de anécdota
ligada a esta resolución, estas consignas quedarán trivializadas, probablemente
no producirán aprendizajes y no será interesante proponerlas.
Entendemos que, muchas veces, en la clase el docente hace preguntas de
este estilo. Queremos resaltar nuevamente el valor de diseñarlas, que formen
parte de las planificaciones y que tengan una presencia intencional en la clase
de Matemática. Los estudiantes podrán advertir que se llevan algo más allá de
la consigna matemática que resolvieron. Habrán reconocido que algo podría
serles útil más adelante, o sabrán que hay resoluciones que pueden o no fun-
cionarles, y eso no necesariamente debe generarles angustia, por ejemplo. Si,
en cambio, proponemos consignas matemáticas muy interesantes, ricas desde
lo matemático, pero no hacemos ningún esfuerzo para que los estudiantes
reflexionen sobre ellas, estos podrían no ver nada de lo valioso que nosotros
vemos. Cambian de consigna, resuelven muchas tareas, pero no capitalizan su
trabajo. Sus aprendizajes serán más débiles.
Por último, cerraremos este capítulo con algunas sugerencias para el mo-
mento de redactar consignas.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
“Decidir si existe alguna función lineal cuyo gráfico contenga a los puntos
(-2, 3) y (4, -1). En caso de que exista, decidir si es única y hallar su expresión.
Explicar cualquiera sea la respuesta dada”.
Esperamos que el lector advierta la diferencia entre la consigna recién
propuesta y la siguiente: “Hallar la función lineal cuyo gráfico contiene a los
puntos (-2, 3) y (4, -1)”.
No alcanza con poner en una planificación “les pediré a mis estudiantes que
reflexionen sobre lo aprendido hoy”, pues no resulta claro sobre qué aspecto o
asunto puntual el profesor quiere que sus estudiantes se focalicen.
Si nos interesa, por ejemplo, que los estudiantes reconozcan que hallar la expre-
sión fue fácil por los números involucrados, pero que esa tarea podría haberse
complicado mucho con números en otros conjuntos numéricos, podríamos
preguntar: “¿Les resultó fácil hallar la expresión?, ¿por qué? ¿Se les ocurre cómo
podría haber sido un enunciado en el que no les resultara tan simple hallar la
expresión?”.
En cualquier caso es importante que las consignas no sean demasiado
amplias, como por ejemplo “reflexionar sobre lo aprendido hoy”, sobre todo
cuando los estudiantes están aprendiendo a trabajar con este tipo de consignas,
puesto que, por un lado, frente a tanta “libertad” los estudiantes se sienten
perdidos y no saben qué escribir, qué se espera como respuesta, qué significa
reflexionar o en qué, de todo lo que ha surgido en la clase, poner la atención,
y por otro lado pueden elaborar una reflexión que se aleje de lo que al profesor
le interesa particularmente.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
“Se tiene un barril de madera que pesa 25 kg vacío y tiene capacidad para 100
litros de líquido. Se usa para envasar un aceite que pesa 0,74 kg por litro. Hallar
la expresión de la función que describa el peso del barril en función de los litros
de aceite vertidos. Graficar”.
“Hallar la parábola que contiene a los puntos (1, 2), (3, 4) y (5, 6)”.
En este enunciado se le da información al estudiante sobre: a) la existencia
de tal parábola, y b) que es única (“la” parábola).
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
“Decidir si existe alguna parábola que contenga a los puntos (1, 2), (3, 4) y (5, 6).
En caso de que exista, ¿sería única?”.
Aquí se abriría la discusión en las dos direcciones, tanto de existencia como
de unicidad. Incluso podría completarse con “justificar la respuesta dada” o
pedidos de ese estilo, que inviten a argumentar la afirmación dada.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Si una consigna plantea, por ejemplo, elegir la opción correcta entre varias
opciones, tratar de pedir explicaciones de por qué se descarta el resto.
Esperamos que con estos ejemplos quede claro el espíritu de estos criterios.
Dejamos abierta la posibilidad de sumar otros.
A modo de cierre
Consideramos que es valioso reconocer el potencial matemático de las con-
signas para poder valorarlas en un estadío previo a tener que seleccionarlas o
ajustarlas para formar parte de la planificación de una clase o de la clase en
sí. Muchas veces confiamos en textos o sitios de internet, ya que entendemos
que nos ofrecen problemas, actividades o consignas valiosas para el aula, pero
lamentablemente esto no siempre ocurre.
Hemos sumado las consignas metacognitivas cuyo valor altamente forma-
tivo intentamos resaltar. Asimismo, los criterios para redactar consignas son
elementos valiosos no solo para diseñarlas desde cero, sino para adaptar alguna
ya diseñada y mejorarla a raíz de los análisis que propusimos. Esperamos que
los ejemplos ilustren lo trabajado.
Referencias bibliográficas
Brown, A. (1987). Metacognition, executive control, self-regulation, and other
more mysterious mechanisms. En F. Reiner y R. Kluwe (eds.), Metacognition,
motivation and understanding, 65-116. Hillsdale, NJ: Lawrence Erlbaum.
Carnelli, G., Falsetti, M., Formica, A. y Rodríguez, M. (2007). Matemática
para el aprestamiento universitario. Ediciones ungs.
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Capítulo 2. Consignas para la clase de matemática
48
Capítulo 3
Actividad matemática del estudiante
Introducción
Una cuestión clave para pensar en cómo enseñar matemática es tratar de
identificar, previamente, cuál será la actividad matemática que realizará el estu-
diante ante nuestra propuesta de enseñanza. Imaginemos una clase tradicional
de Matemática. Esta tendría aproximadamente el siguiente formato: el docente
presenta un tema, define conceptos, indica procedimientos, da ejemplos de
lo que espera que el estudiante aprenda a hacer, pone al estudiante a realizar
actividades similares a las de los ejemplos y, eventualmente, muestra alguna
aplicación de lo trabajado. Otras veces presenta al inicio de la clase una situa-
ción problemática con la intención de motivar el tema. Si luego de esto la clase
sigue con la misma estructura que recién describimos, estaremos también ante
una clase tradicional.
Pensemos por un momento: ¿qué es lo que hace el estudiante durante este
tipo de clases? Podríamos responder varias cosas: copiar, dispersarse, nada,
pensar, relacionar, etcétera. Lo que sabemos es que el profesor seguramente
quiera que preste atención y que piense, que relacione lo que él hace con co-
sas previamente estudiadas. Si la propuesta del docente no favorece a que eso
ocurra, tal vez ocurra, pero… ¿y si no ocurre? ¿Nos conformaríamos con dar
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Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
50
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Ya sabemos que una tarea se conforma de tres partes. El contexto nos comu-
nica cómo han venido trabajando los estudiantes, qué conocimientos tienen y
cuáles aún no, qué tipo de trabajo han estado haciendo, con qué modalidad,
qué tipo de trabajo se hará a continuación de la tarea propuesta, etcétera. No-
51
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
ten que el contexto no solo habla de qué se trabajó y cómo antes de llevar a
cabo la consigna, sino que da idea de lo que el profesor piensa hacer luego de
realizar el trabajo. Es un encuadre de “antes y después” que permite al lector
entender la ubicación de la propuesta en las clases. Cuando un docente conoce
ese contexto, plantea un objetivo de aprendizaje para sus estudiantes y luego
elige, modifica o diseña una consigna (o varias) para trabajar en clase. Hay que
pensar que esa elección de la consigna está hecha por el docente pensando que
cuando el estudiante la resuelva estará acercándose o alcanzando el objetivo.
Pero también el profesor debe pensar cómo planteará el trabajo en clase alre-
dedor de esa consigna.
Muchas veces ocurre que el docente primero ofrece una consigna, los estu-
diantes trabajan y luego de ello, a través de preguntas a toda la clase, se alcanza
el objetivo. Es clave darse cuenta de esto. Es decir, si resuelven la consigna, ¿el
objetivo es alcanzado? o, luego de resolver la consigna, ¿es imperioso plantear
otras cuestiones para alcanzar el objetivo?
Vamos a tratar de ayudar al lector a tener aguzada la mirada para detectar
estas cuestiones, y otras, que atañen a lo que llamamos la coherencia de la tarea.
En realidad, para que una tarea resulte coherente, debemos revisar la co-
herencia entre:
a) contexto-consigna
b) contexto-objetivo
c) objetivo-consigna
Para cada uno de estos pares vamos a plantear una serie de preguntas, a
modo orientativo, que habría que responder positivamente para considerar
que se da esa coherencia. Luego, presentamos ejemplos que cumplan y que no
cumplan esta coherencia.
52
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Coherencia
Preguntas orientativas
analizada
¿El modo de trabajo al que los estudiantes están acostumbrados
y el modo de trabajo propuesto para esta consigna están en
sintonía o hay mucha disparidad?
Contexto-consigna Con los conocimientos previos declarados en el contexto,
¿es posible que el estudiante resuelva la consigna?, el nivel de
complejidad ¿es accesible como para que puedan abordarla con
lo trabajado?
Con los conocimientos previos declarados en el contexto, ¿es
Contexto-objetivo alcanzable el objetivo?, ¿es pertinente en relación con lo que el
contexto indica que se ha trabajado o se pretende trabajar?
Si el estudiante resuelve lo que está expresado en la consigna,
por cualquier camino que elija utilizar, ¿alcanza el objetivo? No
Objetivo-consigna debería ocurrir que por alguna vía de resolución, el objetivo no
sea alcanzado. Es decir, ¿la resolución “obliga” al estudiante a
alcanzar el objetivo?
Consideramos que una tarea es coherente cuando las tres partes analizadas lo
son. En tal caso, y solo si estamos antes tareas coherentes, tiene sentido avanzar
en el análisis de la valoración de la actividad matemática de los estudiantes.
Ejemplos:
53
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
Consigna:
Decidir, justificando adecuadamente, si son verdaderas o falsas las siguientes
afirmaciones.
a) No existe ningún número real cuyo duplo sea menor que su mitad.
b) Los únicos números reales que elevados al cuadrado dan un resultado
menor que el mismo número son los valores entre 0 y 1.
Es importante aclarar que para poder encarar el análisis sobre la coherencia
de una tarea es imprescindible realizar una anticipación de posibles resoluciones
que la consigna habilita. Sin esta anticipación no tendremos disponibles las
evidencias necesarias para responder de manera específica las preguntas sugeridas
en la tabla presentada anteriormente.
Dejamos a continuación una anticipación de posibles resoluciones que la
consigna habilita.
Resolución 1
Una forma de analizar la validez de las afirmaciones es probando con valores
numéricos. Por ejemplo, para el ítem (a) se puede armar una tabla:
Afirmación: no existe ningún número real cuyo duplo sea menor que su mitad
Número real elegido duplo mitad observación
1 2.1 =2 ½ El duplo NO es menor que la mitad
2 2.2=4 2/2=1 El duplo NO es menor que la mitad
5/2 (5/2).2=5 (5/2)/2=5/4 El duplo NO es menor que la mitad
El duplo es menor que la mitad (con-
-1 (-1).2=-2 -1/2
traejemplo)
54
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Afirmación: los únicos números reales que elevados al cuadrado dan un resultado me-
nor que el mismo número son los valores entre 0 y 1
Número real elegido Cuadrado del número Observación
El resultado del cuadrado del número
0 02=0
NO es menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número es
1/2 (1/2)2=1/4
menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número es
1/4 (1/4)2=1/16
menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número
1 1 =1
2
NO es menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número
2 2 =4
2
NO es menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número
-1/2 (-1/2)2=1/4
NO es menor que el mismo número
El resultado del cuadrado del número
-1/4 (-1/4)2=1/16
NO es menor que el mismo número
55
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
56
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Coherencia
Preguntas orientativas
analizada
Los estudiantes han trabajado de
distintas maneras. Aquí se les plantea
el trabajo individual para que cada
¿El modo de trabajo al que los uno exprese lo que considera que es
estudiantes están acostumbrados y suficiente para argumentar la veracidad
el modo de trabajo propuesto para o falsedad de los enunciados. Como
esta consigna están en sintonía o hay puede apreciarse en las resoluciones
Contexto- mucha disparidad? presentadas, entendemos que es posible
consigna Con los conocimientos previos, ¿es resolver la consigna con los conoci-
posible resolver la consigna?, el nivel mientos adquiridos sobre conjuntos
de complejidad ¿es accesible como numéricos, álgebra y funciones ele-
para que puedan abordarla con lo mentales. Probablemente el estudiante
trabajado? se quede en un plano de “dar ejemplos
numéricos” como única forma de argu-
mentar lo que sería suficiente en el ítem
(a), pero no en el (b).
Consideramos que es alcanzable el
objetivo, pues están inmersos en un
tipo de trabajo en el que analizan
validez de proposiciones. Es probable
que el estudiante analice erróneamente
Con los conocimientos previos, ¿es la validez, como se menciona en la reso-
Contexto-
alcanzable el objetivo?, ¿es perti- lución 1 del ítem (a), o que no advierta
objetivo
nente? que probar con ejemplos no le alcanza
para garantizar en la resolución 1 del
ítem (b) que únicamente en el rango
considerado se verifica la desigualdad.
Si fuera el caso, al docente le servirá
verlo para actuar en consecuencia.
Como puede observarse en la anticipa-
Si el estudiante resuelve lo que está ción de posibles resoluciones, y aunque
expresado en la consigna, por cual- resuelva erróneamente, el estudiante
quier camino que lo haga, ¿alcanza debe argumentar, pues es lo que la con-
Objetivo- el objetivo? No debería ocurrir que signa solicita en ambos ítems. En cada
consigna por algúna vía de resolución, el una de las tres resoluciones presentadas
objetivo no sea alcanzado. Es decir, se brindan argumentos (numéricos, grá-
¿la resolución “obliga” al estudiante ficos o algebraicos) que permiten fun-
a alcanzar el objetivo? damentar la respuesta dada y que son
evidencia de la coherencia estudiada.
Entendemos que la tarea es coherente
57
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
Coherencia
Preguntas orientativas
analizada
¿El modo de trabajo que los
estudiantes vienen acostumbrados
a realizar y el modo de trabajo
propuesto para esta consigna,
resultan en sintonía o hay mucha
Contexto-
disparidad? Ídem anterior
consigna
Con los conocimientos previos, ¿es
posible resolver la consigna?, el nivel
de complejidad ¿es accesible como
para que puedan abordarla con lo
trabajado?
58
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
En este segundo caso, se podría mejorar la tarea para que resulte coherente el
par objetivo-consigna. Por ejemplo, del siguiente modo.
Contexto: Los estudiantes conocen y saben resolver analítica y gráficamente
ecuaciones e inecuaciones lineales, cuadráticas y polinómicas (en casos sencillos),
han trabajado con álgebra elemental, con conjuntos numéricos y suelen discutir
el porqué de la validez de lo que hacen. Están acostumbrados al trabajo tanto
individual como en pequeños grupos o de a pares. El docente está interesado
en trabajar cuestiones de argumentación. Les da cada ítem por separado. No
corrige las respuestas del ítem (a) ni del ítem (b). Propone un trabajo individual
en los dos primeros ítems y con toda la clase en las siguientes preguntas.
Objetivo: Que el estudiante reconozca en qué casos necesita apelar a los sím-
bolos para tener certeza de la validez de sus afirmaciones.
Consigna:
Decidir, justificando adecuadamente, si son verdaderas o falsas las siguientes
afirmaciones:
a) No existe ningún número real cuyo duplo sea menor que su mitad.
b) Los únicos números reales que elevados al cuadrado dan un resultado
menor que el mismo número son los valores entre 0 y 1.
Entre todos vamos a trabajar las siguientes preguntas. Les doy un rato para que
las piensen y conversamos.
59
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
60
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
tiene intención de que se construyan aquí. Esto último puede notarse porque el
foco del docente, plasmado en el objetivo, no es que el estudiante se aproxime
a la necesidad de disponer de argumentos más generales o a conocer que “lo
numérico no es suficiente”.
Podría haber sido más interesante que el planteo del docente se enfocara en
que el estudiante advierta que lo numérico no es suficiente. Este último sería
un objetivo cognitivamente exigente (de tipo metacognitivo pues es él quien
debe advertir algo), apropiado al tipo de trabajo realizado con números y argu-
mentación y previo a lo simbólico. Bastaría en ese punto que quede señalado
que no basta con lo que se ha aprendido y habrá que retomar el tema luego de
trabajar cuestiones simbólicas o funcionales.
61
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
significa utilizar deslizadores, tal vez no hayan trabajado con el software antes
(al menos no con este docente) y el planteo es sofisticado pues están obligados
a hacer la construcción para luego conjeturar.
Incluimos este ejemplo para mostrar un caso –entro otros– en el que el profesor
reconoce que una tarea tiene debilidad en la coherencia objetivo-consigna, pero
igual decide llevarla a la clase. Esta debilidad se debe a que si un estudiante
resuelve de un cierto modo no estaría alcanzando el objetivo, pero encuentra
que otros varios caminos de resolución sí le permitirían aproximarse a él, por
lo que igualmente lleva la tarea a la clase.
Contexto: Los estudiantes conocen las ecuaciones lineales, han trabajado
transponiendo términos en ecuaciones descontextualizadas y han planteado
simbólicamente ecuaciones a partir de enunciados en lengua natural. Esta
consigna se inserta en un momento de repaso luego de haber trabajado en la
clase con consignas de construcción de fórmulas a partir de una secuencia y el
profesor indica que los estudiantes trabajarán de manera individual.
Objetivo: Que el estudiante plantee y resuelva ecuaciones
Consigna: Se tienen fósforos del mismo tamaño y se arman con ellos cuadrados
en los que cada lado es un fósforo. La figura que ocupa el primer lugar está
formada por un cuadrado, la que ocupa el segundo lugar está formada por
dos cuadrados que comparten un lado, la figura que ocupa el tercer lugar está
formada por tres cuadrados de modo que cada cuadrado con su consecutivo
comparten un lado, y así sucesivamente…
¿Podría ser que en alguna ubicación existiera una figura que tuviera exac-
tamente 15840 fósforos?
Vamos a hacer algunas posibles resoluciones de estudiantes.
Resolución 1.
62
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
63
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
Tarea 1
Tarea 2
64
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
respuesta para luego proponer otra situación en la que el tanteo no les resulte
una estrategia útil. Propone trabajar en grupos.
Objetivo: Que el estudiante explore numéricamente una situación dada en
lenguaje natural.
Consigna: Un padre tiene 35 años y su hijo, 5. ¿Es posible que al cabo de algu-
nos años la edad del padre sea tres veces mayor que la edad del hijo? Explicar.
65
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
dos. Seguramente coincida con nuestra intuición de que la valoración sea baja.
Con esto último no queremos quitarle valor al aprendizaje de procedimientos,
ni a la adquisición de destrezas puntuales o a la incorporación de aplicación
efectiva de técnicas. Simplemente reconocemos que este último tipo de tareas
puede tener cierto grado de complejidad inicialmente, pero esa complejidad
irá desvaneciéndose a medida que el estudiante incorpore esos métodos, lo que
lo pondrá en una exigencia cognitiva cada vez más baja, dado que en una tarea
rutinaria se automatiza, se deja de analizar y de chequear si el método puede
ser aplicado. Asimismo, esa naturalización de la aplicación de técnicas o pro-
cedimientos puede ser útil, lo que no contradice en nada lo que proponemos.
Lo central es que, ante una tarea matemática, el estudiante desarrolla am
valiosa cuando el docente le permite actuar sobre la consigna, le deja libertad
de acción y pensó para él un logro valioso. En este caso, el docente quiere que
su estudiante pueda hacer algo que le exija pensar, indagar, explorar, relacio-
nar, descartar y argumentar, y no solo repetir un procedimiento previamente
conocido (insistimos, sin desmerecer el valor de incorporar procedimientos).
A veces ocurre que el valor de la am ante una tarea se entiende al comprender
cómo sigue el plan del docente y no mirándola en sí misma.
En los matices intermedios podremos encontrar muchas posibilidades. Por
ejemplo, es fácil pensar en consignas cuyo pm no sea rico, pero, a raíz del planteo
de los objetivos y del contexto, el docente logra sacarles jugo haciendo que los
estudiantes realicen una am valiosa, probablemente porque hace preguntas o
interviene en la clase para resaltar alguna cuestión. Esto, en rigor de verdad, sería
plantear nuevas tareas, y aquellas que promueven una am valiosa son estas últimas.
Por el lado opuesto, podríamos tener consignas con rico pm en las que la
am del estudiante se desvanece porque el propio docente es quien resuelve, o
porque ya enseñó cuestiones claves del contenido, lo que le deja al estudiante
un trabajo con muy poca exigencia cognitiva.
Veamos cómo podemos poner en juego estas ideas valorando la am que
podría realizar un estudiante frente a cada una de las dos tareas presentadas aquí.
66
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
67
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
para que el estudiante alcance este objetivo? Aquí debemos responder que no.
Justamente porque esta consigna podría resolverse al tanteo. Para el trabajo que
los estudiantes venían desarrollando y para este objetivo, la consigna no sería
apropiada, “si no se obliga” al estudiante a que realice una am valiosa.
Como puede verse, hay muchos matices y no hay valoraciones categóricas.
Estamos tratando de que el lector se lleve un modo de mirar las tareas (antes solo
las consignas), para llevarse luego un modo de pensar en el diseño de sus clases.
Veamos más ejemplos que pueden afianzar las ideas que venimos trabajando.
Tarea 3
Tarea 4
Contexto: Los estudiantes han trabajado con algunas ecuaciones lineales con
solución única, pero no se planteó la discusión sobre la cantidad de soluciones
de una ecuación. Se espera que los estudiantes puedan plantear la ecuación y
conjeturar que se verifica para todos los valores de la variable, o explorar numé-
ricamente y ver que en todos los casos el truco del mago funciona, y pregun-
tarse si acaso funcionaría siempre y cómo saberlo con certeza. Se propone un
trabajo en grupos para favorecer las discusiones y el intercambio de opiniones
que fortalezcan sus posiciones.
Objetivo: Que el estudiante explore numéricamente una situación contex-
tualizada.
68
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Tarea 5
Contexto: Los estudiantes han trabajado con algunas ecuaciones lineales con
solución única, pero no se planteó la discusión sobre la cantidad de soluciones
de una ecuación. Se espera que los estudiantes puedan explorar numéricamente
y ver que en todos los casos el truco del mago funciona, y que al preguntarse
por qué funciona recurran al álgebra como la estrategia óptima de resolución.
Como esto no basta para que reconozcan la necesidad de un planteo algebraico
como el modo para tener certeza, se incluirá en el momento de la puesta en
común la pregunta indicada antes. Se propone trabajar en grupos para favorecer
las discusiones y fomentar la argumentación.
Objetivo: Que el estudiante reconozca la necesidad de un planteo algebraico
como una estrategia para garantizar resultados universales.
Consigna: Un mago realiza el siguiente truco: “Piensen un número, súmenle
5, al resultado multiplíquenlo por 3, réstenle el doble del número pensado y
vuelvan a restarle el número inicial. El resultado es 15”. ¿Funciona este truco
para cualquier número que se haya elegido?, ¿por qué? (En la puesta en común,
el docente preguntará a la clase: ¿reconocen si algún conocimiento matemático
les resultó clave para resolver, sin el cual no habrían podido lograr la resolución?
En caso afirmativo, ¿pueden explicar por qué razón fue imprescindible y qué
tipo de consigna les fue dada para que esto ocurra?).
69
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
la afirmación del mago es verdadera para cualquier número que haya pensado.
En la tarea 5, la pregunta prevista para la puesta en común es una consigna de
tipo metacognitiva (ver capítulo 2), y es con ese tipo de pregunta que se fuerza
a los estudiantes a reconocer el valor de ciertos objetos matemáticos para la
resolución de un tipo de consignas. Sin estas preguntas, el estudiante podría o
no darse cuenta, más allá de que resuelva perfectamente el enunciado.
Cuando esta consigna forma parte de la tarea 3, no le plantea una exi-
gencia cognitiva alta a los estudiantes, puesto que ya estuvieron trabajando
con ecuaciones, ya vieron ejemplos similares y esta consigna es una más de un
listado de consignas parecidas. Por este motivo, podemos decir que su am se
reduce a repetir ciertos procedimientos aprendidos antes. En cambio, cuando
la consigna forma parte de la tarea 4, al no haberse planteado la discusión so-
bre la cantidad de soluciones de una ecuación, los estudiantes podrán explorar
numéricamente y verificar que hay más de un valor que la verifica, pero deberá
darse la discusión de si el hecho de haberse hallado varias alcanzará o no para
saber que se tienen todas las soluciones. Esto hace que la am que el estudiante
realiza sea valiosa porque verá en funcionamiento los alcances y limitaciones
de lo que su estrategia numérica por casos plantea.
En la tarea 5 se pasa por un trabajo similar a la tarea 4, pero se mejora
poniendo el énfasis en que los estudiantes sean conscientes de qué herramientas
son indispensables para poder responder la consigna, interpretando la exhaus-
tividad que solo permite el abordaje algebraico.
En estos análisis intentamos mostrar cómo puede variar la valoración de
la am del estudiante a partir de modificar los objetivos y el contexto del que
forme parte la consigna, aunque parta de un pm rico.
¡También puede ocurrir al revés!, es decir, una consigna cuyo pm no sea muy
rico (sería aceptable, pero no pobre), y que al formar parte de una tarea con un
buen objetivo y un contexto muy bien pensado mejore sustantivamente la am
que realiza el estudiante en ese momento o en tareas siguientes. Esto último da
pie a que pensemos que no todo se resuelve con “una tarea”, sino que siempre
estaremos pensando con una perspectiva aún más amplia: con secuencias de
tareas. A esto nos referiremos en la sección siguiente.
70
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
71
Capítulo 3. Actividad matemática del estudiante
Referencias bibliográficas
Zabala Vidiella, A. (1995). La práctica educativa. Cómo enseñar. Barcelona: Grao.
72
Capítulo 4
Criterios para valorar el uso de nuevas
tecnologías en la clase de matemática
Introducción
En los tiempos actuales, a los desafíos que los docentes deben enfrentar día a
día se suma el hecho de que muchos de sus estudiantes tienen computadoras
portátiles en el aula, por lo que sería importante haber estudiado y reflexionado
sobre cambios que, como docentes, tendríamos que incorporar en nuestras
clases. Necesariamente, las consignas que les demos a nuestros estudiantes y
los objetivos deberán ser diferentes, si admitimos que usen nuevas tecnologías.
Hace tiempo, “graficar una función a partir de una expresión un poco más
compleja que las habituales” era dificultoso y exigía hacer un análisis completo
de esa expresión. Como meta ¡era muy exigente y valiosa matemáticamente
hablando! Hoy en día, el objetivo “graficar funciones elementales” cambia de
estatus si en las aulas incluimos las tic. Pasa a no ser complejo, a obtenerse
con solo introducir la expresión y apretar un botón. ¡No es que no sea valioso
graficar!, sino que no lo sería como meta. Podríamos pensar, en cambio, en otras
preguntas matemáticamente valiosas, que para responderlas el estudiante necesite
tener el gráfico, interpretarlo, entender si necesita definir otras escalas, etcétera.
Como la tecnología está más cerca de nosotros, no tendría sentido negar-
nos a que naturalmente se incluya su uso en nuestras clases de Matemática, en
73
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
las casas, en las comunicaciones, etcétera. Es en este sentido que decimos que
admitir que son recursos disponibles nos obliga a volver a pensar nuestras clases
(en términos de consignas, objetivos, tareas, evaluación…).
Miremos retrospectivamente sobre lo que pasó hace años con la tabla de
logaritmos ante el advenimiento de las calculadoras, y pensemos analogías con
la actualidad. Habrá habido docentes que se resistieron a ese cambio porque
entendían que usar la tabla tenía valor formativo, y que debía darse antes de
habilitar el uso de las calculadoras. Habrá habido docentes que decidieron
primero enseñar el uso de la tabla, de manera que el estudiante pudiera calcular
logaritmos “por si acaso justo no contaba con la calculadora”, para recién luego
avalar hacer los cálculos con ella. Esto hoy está superado, y, sin dudas, como
todo cambio, aquella transición no habrá sido fácil.
Tenemos que pensar que hoy en día estamos atravesando una transición
similar. Es muy probable que si pudiéramos transportarnos al futuro y pudié-
ramos vernos en 2035, la discusión de si dejamos usar las computadoras no
tendría sentido, estará resuelta como lo está hoy el uso de calculadoras para
calcular logaritmos. Hoy obtener un logaritmo dejó de ser una meta, un fin,
un objetivo, pero han aparecido otros objetivos valiosos matemáticamente y
exigentes cognitivamente respecto de los logaritmos. Es decir, ¡no hemos per-
dido!, sino que podríamos pensar que ganamos riqueza matemática con otros
planteos, en los que el cálculo de un logaritmo sea inmediato y nos permita
hacer otra cosa con ese valor.
Si volvemos a nuestro presente, podemos pensar que esta transición nos
obliga a cambiar nuestros objetivos, a poner el foco en otro lugar, valioso y
exigente, en donde algunos cálculos, gráficos, cuentas, etcétera, puedan ser
resueltos inmediatamente por la tecnología para que vayamos por más. Acá está
el desafío, en decidir qué es ir por más y qué otras cosas podemos hacer. Eso
es lo que nos toca pensar.
Podemos negarnos y resistirnos, pero irremediablemente estamos transi-
tando el camino hacia la naturalización del uso de las tic, tal como pasó con
las calculadoras. Entonces, les proponemos ¡no resistirnos!, y abrir un universo
de otras posibilidades cuya riqueza matemática puede llegar a ser en extremo
valiosa, desafiante y, por qué no, motivadora.
Si cambian los objetivos porque los estudiantes utilizan tic, y los recursos
en la clase también, tendremos que modificar nuestras consignas de trabajo.
No haremos lo mismo que antes pero con computadoras, sino que haremos otra
cosa. Propondremos otro tipo de trabajo, otras consignas. Pensemos al revés:
74
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
75
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
76
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Tipo 1
Un primer tipo de recurso disponible son los talleres o capacitaciones para do-
centes (Chaves Barboza, 2008), generalmente de un software específico. Suelen
darse nociones generales del software, la disposición de los botones, lo que se
encuentra al desplegar las opciones incluidas en cada uno, y las consignas suelen
pedir que se sigan los pasos indicados, los cuales constituyen procedimientos
efectivos para construir alguna figura o para utilizar un deslizador, por ejemplo.
Para qué usar ese software en las clases de Matemática, cómo cambiar los objeti-
vos, etcétera, son reflexiones que suelen no estar o quedar en un segundo plano.
Tipo 2
Tipo 3
77
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
Tipo 4
Hay muchos sitios en los que se elige un tema matemático, la pantalla ofrece
campos para completar y el sitio chequea las respuestas, indica cuántos errores
se cometieron, cuántos aciertos, a veces ofrece lugares para consultar y a veces,
tras el fracaso, redirecciona a un lugar en el que hay ejemplos resueltos del
mismo tipo.
En un sitio de internet aparecen diferentes solapas donde hay que completar
diferentes datos. Suelen verse con pantallas como la siguiente:
78
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Este criterio se refiere a que el trabajo con las tic debe generar una genuina
búsqueda de pruebas, es decir que lo que la computadora o el software arrojen
81
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
Con este criterio nos referimos a que lo matemático que se pone en juego cuando
utilizamos tic no aparece si no usamos las nuevas tecnologías. La imprescindi-
bilidad se pone de manifiesto si surgen relaciones matemáticas que sin el uso
de tic no se advertirían –y no porque no se pueda abordar la tarea sin las tic–,
como por ejemplo algunas regularidades. En algunos casos, el ordenamiento
de muchos datos en un software permite anticipar algún comportamiento, o
pueden visualizarse cuestiones matemáticas que den pie a plantear una conjetura
que no se nos ocurriría sin la ayuda de algún software, entre otros casos. No
nos referimos a que sea imposible resolverse en lápiz y papel, ni tampoco que el
docente no pueda resolverlo sin tic. Lo que debe ocurrir es que haya relaciones
sobre los objetos matemáticos puestos en juego que quedarán ocultas; no se
nos ocurrirán afirmaciones, relaciones, conjeturas, etcétera, sobre ellas porque
no se pondrán de manifiesto sin el uso de tic.
Vale la pena volver a mencionar, y así enfatizar, que para utilizar este criterio
el docente tiene que ponerse en el lugar del estudiante, en cuanto a sus cono-
cimientos, y pensar qué resoluciones podría este llevar a cabo. Es decir que el
hecho de que el profesor –que sabe más matemática que el estudiante– pueda
resolver sin necesidad de apelar a las tic, no basta para decir que estas “no son
imprescindibles”, pues tal vez el estudiante con sus conocimientos no pueda
resolver o abordar la consigna.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Criterio 4: Incluir distintos usos de tic (es más razonable verlo en una
secuencia).
Criterio 6: Libertad para apelar a las tic (puede verse en cada consigna, sea
aislada o parte de una secuencia).
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Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
En caso de que se apele a las tic, ya sea porque el estudiante lo decide o por-
que el enunciado de la consigna así lo establece, debería poder seleccionarse
autónomamente qué programa utilizar o dónde buscar bibliografía. Para eso,
algunas consignas no deberían dar indicaciones de cuál recurso seleccionar.
Ahora que hemos presentado los criterios, explicitaremos la forma en que
proponemos utilizarlos.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
85
Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
86
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Esto es: la expansión decimal de este racional, para cuando n < m, ten-
drá m dígitos y aparecerá una potencia de 2 entre ellos, cuyo exponente es la
diferencia entre m y n.
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Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
error, y ellos no advertirían los criterios que nosotros hemos tomado para
seleccionar valores para un parámetro (por ejemplo, que el parámetro c no
influye en los desplazamientos del eje de simetría sobre el eje de abscisas, pero
sí los parámetros a y b).
Si analizamos el resto de las conjeturas, notaremos que los estudiantes es-
grimen argumentos con un vocabulario que está más allá de lo que esperamos
en una clase de Matemática y en un contexto no mediado por las tic, como
por ejemplo que la parábola se desplaza “a la derecha de la pantalla”, o que se
desplaza “a la parte superior izquierda del gráfico” (aludiendo a la vista gráfica
que tienen en pantalla). Además, aparece la expresión estiramiento, que merece
una discusión y debate con el grupo. Hacemos notar que hablamos de debate y
no de que el docente corrija estas cuestiones. El desafío se encuentra en gestionar
la clase para producir reflexiones y prácticas metacognitivas en los estudiantes,
pues sabemos que no tiene ningún efecto repetir incansablemente lo que no
se debe hacer en matemática.
Omitimos la validación que podríamos hacer de las conjeturas verdaderas y
los contraejemplos que hallaríamos para las que son falsas, y pasamos al análisis
de los criterios.
Como puede verse en los primeros minutos del breve video anterior, aún
teniendo experticia para proponer casos particulares que faciliten la graficación
manual, estamos lejos de llegar a alguna de todas las conjeturas que la explora-
ción con tic permite. Por este motivo, consideramos que se cumple el criterio
de imprescindibilidad para esta consigna. No se pierde de vista el objetivo
matemático, se brinda libertad para decidir si es útil o no apelar a las tic y no
se condiciona el uso de un recurso tecnológico particular.
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Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
No resulta obvio para un estudiante detectar que las abscisas de los puntos
de intersección entre f y g corresponden a las raíces de h. Asimismo, que la recta
puede ser secante, tangente o no cortar a la parábola, lo cual lleva a anticipar
que la función h tendrá raíces reales y distintas, reales e iguales o complejas
conjugadas para cada una de estas instancias.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Referencias bibliográficas
Arcavi, A. y Hadas, N. (2003). El computador como medio de aprendizaje:
ejemplo de un enfoque. International Journal of Computers for Mathematical
Learning, 5, 15-25.
Barreiro, P. y Rodríguez, M. (2014). ¿Cómo lograr un uso significativo de las
tic en las propuestas de enseñanza que los estudiantes de Profesorado de
Matemática diseñan para el nivel medio? Comunicación presentada en el
seminario interno “Nuevas tecnologías: aplicaciones en la enseñanza de la
matemática y en la formación de profesores”. Buenos Aires: ungs.
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Capítulo 4. Criterios para valorar el uso de nuevas tecnologías en la clase...
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Capítulo 5
Criterios para intervenciones en el aula
Introducción
Si recordamos las primeras veces que dimos clases de Matemática (o, mirando
hacia adelante, nos queremos imaginar cómo será ese momento), seguramente
coincidamos en que, más allá de las buenas consignas que hayamos previsto, el
objetivo, los recursos, etcétera, lo que nuestros estudiantes nos pregunten “en
vivo” puede descolocarnos. La gestión de la clase puede ser uno de los momen-
tos más difíciles de vivir, aunque de los más interesantes, porque estar allí nos
permite aprender la gran tarea de enseñar matemática. Todo lo que hayamos
aprendido antes, de matemática, de educación matemática, de psicología, de
didáctica general, etcétera, son insumos valiosos, sin dudas, pero no aprendemos
a enseñar sino hasta que estamos parados frente a una clase con estudiantes
reales. Sea que nos estemos formando para ser docentes o si somos docentes con
más o menos experiencia, cada uno de esos momentos –las clases– son únicos e
irrepetibles, y serán nuestra fuente de datos para entender cómo mejorar nuestra
enseñanza. En este capítulo nos dedicaremos a un asunto que se juega en la
inmediatez de la clase, que fuerza al docente a tomar decisiones rápido, casi sin
pensar: las intervenciones en el aula que deberá hacer en respuesta a preguntas
de los estudiantes, a actitudes que observa, a inacción, etcétera. Como vere-
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Ejemplo 1
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
lector advierta que es una forma de pensar nuestra –del docente–, previa a la
pregunta que finalmente exprese.
Un segundo criterio rector es tratar de entender qué pensó el estudiante antes
de intervenir. Esto también es básico porque nos permitiría entender o conjeturar
qué pensó, en qué se equivocó, qué relacionó, etcétera. Si no hacemos esto, es
como si fuéramos a la clase con un libreto preestablecido según el cual no im-
porta qué originó la pregunta; el docente responde de un modo preformateado.
Ejemplo 2
Ejemplo 3
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
Ejemplo 4
En ocasiones, tal vez podamos dejar planteado algo, hacerle revisar al estudiante
una definición, hacer cierto intento, etcétera, y volver a hacerlo unos minutos
más tarde, para concluir nuestra intervención. De este modo, cuando estemos
planificando, las intervenciones docentes previstas ante ciertas respuestas de los
estudiantes pueden verse como un diálogo, tal como los estamos presentando
aquí.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Notemos, antes del ejemplo, que este criterio no se contradice con los criterios
rectores. Podemos entender qué pensó el estudiante, podemos no decirle qué
hacer ni cómo hacerlo, pero antes de intervenir podemos tener pensado qué
camino podríamos invitarlo a recorrer.
Ejemplo 5
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Ejemplo 6
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
Criterio 6: No intervenir solo cuando lo que el estudiante hizo está mal. Es decir,
pedir explicaciones aun cuando la respuesta sea correcta.
Ejemplo 7
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Criterio 9: Intervenir sobre cada error que veamos, aunque no haya sido objeto de
la pregunta del estudiante (pulir el lenguaje, sea oral o escrito, la escritura simbólica,
los gráficos, etcétera).
Suele pasar que los estudiantes nos llaman para hacernos una pregunta, y
nosotros atinamos a mirar su carpeta. En ese caso, muchas veces vemos en sus
escritos cosas que están mal, aunque no sean sobre la pregunta. Separando las
cosas, necesariamente debemos intervenir (por supuesto que atendiendo a los
mismos criterios).
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Reflexiones finales
Si empezamos a prestar atención a las preguntas y a nuestros modos de inter-
venir, iremos aprendiendo mucho de nuestro rol docente. Muchas veces nos
encontraremos hablando por demás, diciendo más de lo que “deberíamos”.
¡No importa si esto ocurre! Porque darnos cuenta de esto es el primer paso
para cambiarlo.
También iremos reconociendo tipos de preguntas que nos funcionan bien.
Por ejemplo, cuando los estudiantes no saben ni por dónde empezar hay dos
preguntas prototípicas que nos suelen hacer:
Estudiante 1: profe, no entiendo nada.
Estudiante 2: ¿cómo empiezo?
Si tratamos de entender las diferencias entre lo que llevó a los estudiantes
a preguntar una u otra cosa, podemos ver que en la primera pregunta segura-
mente el estudiante no tiene claro a dónde debe llegar. No imagina cómo será
la respuesta que debe obtener (si será un número, una expresión, un gráfico,
etcétera). Tal vez tampoco tenga claro qué datos tiene. Sabiendo esto, podríamos
pensar en intervenciones como: “Tratá de ver qué es lo que tenés que hallar”,
“Imaginá cómo será tu respuesta”, “¿Podés darte cuenta de qué datos te da el
ejercicio?”, etcétera.
La pregunta del estudiante 2 apunta a que el profesor le dé pistas sobre
cómo resolver. Pregunta por el camino a recorrer, y esto ¡no lo diremos! Lo más
interesante para pensar es que con esa pregunta no sabemos si el estudiante tiene
claro a dónde debe llegar (y solo ocurre que no sabe cómo), o si no sabe a dónde
debe llegar pero le interesa salir del asunto, resolver como sea, que alguien le
indique el camino. Sabiendo esto, podríamos pensar en intervenciones como:
“¿Tenés claro qué es lo que te pide el ejercicio?”. Acá queremos indagar si sabe
o no a dónde llegar. Si sabe, es como el caso anterior. Si no sabe, podemos ver si
reconoce qué datos tiene, igual que antes. Solamente con todo esto chequeado
podríamos ver cómo intervenir respecto a los posibles caminos de resolución.
Una aclaración final que es importante, y que la dejamos para el final a
propósito. Tenemos un límite para intervenir de este modo. Esto significa que
muchas veces nos damos cuenta de que no podríamos sostener este tipo de
intervención por mucho tiempo. A veces, el estudiante se enoja; otras veces,
si lo dejamos “pensando” en realidad no piensa, se dispersa y lo terminamos
perdiendo, ya que se siente desmotivado y deja la tarea. Esto significa que,
como docentes, además de todo lo que dijimos que tenemos que tener en
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Capítulo 5. Criterios para intervenciones en el aula
cuenta tendríamos que estar viendo el devenir de la clase, las actitudes, y más
de una vez nos encontraremos destrabando situaciones, diciendo si algo está
bien o no, dando más información que la que el estudiante trajo, mostrando
caminos, etcétera. ¡No pasa nada! Lo interesante es, en primer lugar, advertirlo;
y en segundo lugar, tener recursos para hacer otra cosa.
Hacer intervenciones apropiadas en la clase (apropiadas en el sentido de
alineadas con este tipo de criterios) es una tarea compleja que pone de manifiesto
el rol profesional del docente. No hay video, máquina, PowerPoint ni nada que
sea capaz de entender qué pensó un estudiante cuando dijo algo. Nosotros sí,
y si capitalizamos eso y reflexionamos sobre algunas cuestiones básicas iremos
mejorando nuestra tarea docente. Mejoras que, por suerte, no acaban ni con
los años ni con la experiencia.
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Capítulo 6
Pautas para planificar
Introducción
Desde el comienzo del libro hemos estado aproximándonos a la compleja tarea
de enseñar matemática, tratando de anticiparnos al momento de estar en el aula
frente a los estudiantes. Hicimos esto cuando hablamos sobre cómo podríamos
seleccionar consignas, luego pensamos cómo estas podrían formar parte de
tareas en una clase, pensamos también en el uso de nuevas tecnologías, nos
imaginamos el rol docente y nos anticipamos a las intervenciones que podríamos
hacer en el aula. Todo esto que hemos estado haciendo aisladamente, ahora nos
toca combinarlo, conjugarlo y, tal como si fueran piezas de un rompecabezas,
lograr diseñar un todo coherente, valioso y, sobre todo, que cumpla la finalidad
de lograr que los estudiantes aprendan matemática.
Bastaría pensar qué complejo es para un estudiante de Profesorado, cuando
cursa la Residencia o Práctica Docente, articular estas piezas. Una forma sólida
de entrar al aula, que le brinda al docente cierta seguridad, se logra cuando
este es capaz de anticiparse a los hechos porque planificó o programó su clase.
Esto suele registrarse por escrito, y es lo que se encuentra en las planificaciones
o programaciones de clase. Necesitamos planificar una clase antes de llegar al aula
para tener previsto lo máximo posible cómo será nuestra tarea en función de
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Capítulo 6. Pautas para planificar
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 6. Pautas para planificar
Práctica Docente), si es que serán usadas para evaluar las planificaciones que
ellos produzcan a lo largo de la materia.
¡Manos a la obra!
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
“¿para qué me sirve este tema?, ¿en qué lo voy a usar?”, y, al margen de incomo-
darnos, muchas veces respondemos desligándonos de la responsabilidad de las
decisiones que estamos asumiendo. Solemos decir: “lo necesitarás más adelante”,
o “ya verás que es útil”. De acuerdo con el nivel en el que estemos trabajando,
a veces la elección del contenido es una imposición. Sin embargo, tenemos
la libertad de elegir qué de ese contenido queremos trabajar y cómo hacerlo.
5) Primer momento clave: teniendo en cuenta todo lo anterior, debemos
tomar las grandes decisiones (lo global). Es decir, decidir el alcance de los conte-
nidos, presentando dos planos: el de los saberes (contenidos o temas matemáticos)
y el del saber-hacer (objetivos de aprendizaje) que nosotros propondremos que
los estudiantes desarrollen. Ambos planos están relacionados, ya que debemos
pensar y respondernos para cada contenido: ¿qué de ese contenido quiero
enseñar?, ¿qué no?, ¿con qué profundidad?, ¿qué actividad matemática desa-
rrollarán los estudiantes con esos contenidos?, ¿qué podrán hacer y qué no?,
etcétera. Esto no es ni pensar en el orden (secuencia) ni pensar cómo (con qué
tareas lograrán que sus estudiantes aprendan eso). Por otro lado, y teniendo en
cuenta que esta instancia es un momento de investigación sobre el tema, sería
interesante buscar aplicaciones de este contenido tanto en la vida real como
en otras materias o ramas de la matemática. Con la información encontrada
y la decisión tomada, pensaremos luego en la secuencia: si queremos ir de lo
general a lo particular, de lo particular a lo general, del todo a sus partes, qué
incluiremos en cada clase, etcétera.
Esto puede hacerse del siguiente modo: nos planteamos chequear, sin
avanzar más, que nuestra propuesta sea valiosa desde lo matemático que estamos
proponiendo enseñar. ¿Cómo podríamos hacer esto nosotros? Revisando que
tengamos clara una meta, nuestro norte. Debemos poder decir claramente qué
quiero que mis estudiantes logren. Algo clave aquí es que no tendríamos que
pensar en qué voy a enseñar, sino en qué quiero que mis estudiantes aprendan,
qué es irrenunciable para mí que ellos aprendan en mis clases y por qué. Además,
los contenidos deberían ser de interés, ser útiles dentro de la matemática o en
la vida cotidiana; deberían poder conectarse entre sí y no tendrían que quedar
afuera cuestiones sustantivas. Además, revisemos que hayamos pensando en
que la actividad matemática que realizarán nuestros estudiantes sea valiosa con
objetivos cognitivamente exigentes. También observemos si consideramos que
podremos abordar lo que proponemos con ese grupo de estudiantes tanto por
sus saberes como por sus particularidades. Revisemos nuestra secuencia, que
tenga alguna lógica que para nosotros sea apropiada. Si no es así, ¡ajustemos!
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Capítulo 6. Pautas para planificar
Objetivos
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Contenidos
1) Tomamos un objetivo y redactamos las consignas (tanto sea que las selec-
cionemos como que las diseñemos). Resolvemos cada una de ellas desde nuestro
rol de expertos, en un primer momento, y luego imaginamos qué podría hacer
un estudiante. Esto lo utilizaremos tanto para analizar el potencial matemático
como para anticipar errores o posibles respuestas. Como punto de partida
seleccionamos consignas que tengan un potencial matemático alto o medio (evita-
remos aquellas en las que se vea un potencial bajo). Aquí usaremos los criterios
para elaborar consignas. Si atendemos a ellos en el momento de seleccionarlas,
ajustarlas o diseñarlas seguramente les aumentemos su potencial matemático.
Consideremos pedir, si es necesario, que los estudiantes dejen registro escrito
de lo que trabajan (sobre todo si usan computadoras).
2) Explicitamos cómo es el modo de trabajo que proponemos para la clase
(si los estudiantes trabajarán solos o en grupo, si habrá puestas en común, quién
las gestionará, si pasarán al pizarrón, quién elegirá al que pasará, si utilizarán
material concreto o no, qué recursos se habilitarán, etcétera) y cuánto tiempo
le asignaremos a cada una de ellas.
3) Analizamos si la actividad matemática que hará el estudiante con la
tarea será significativa. Notemos que tiene sentido hacer esto dado que en este
momento de la planificación quedó diseñada “una tarea”. Recordemos aten-
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Capítulo 6. Pautas para planificar
der, en primer lugar, a que sean los estudiantes quienes resuelvan, propongan,
exploren, discutan, argumenten, escriban, etcétera (es decir que no quede la
resolución en manos del docente). Luego consideremos qué tipo de tareas venían
resolviendo los estudiantes y pensemos qué les sumaría hacer esta nueva tarea.
Aquello que les sume debería estar alineado con los objetivos y, por lo tanto,
ser rico/interesante/desafiante/valioso en lo matemático, y en particular para
el contenido involucrado.
4) Analizamos la pertinencia de incluir como recurso el uso de tecnología,
considerando que a lo largo de una planificación de varias clases sería deseable
hacerlo. Las consignas que propongamos deben promover un uso pertinente y
significativo de tic. Recordemos los distintos usos de las tic y que los criterios
no pueden verse en una consigna aislada sino en secuencias.
5) Si tenemos previsto, luego de que los estudiantes trabajen con las con-
signas, hacer preguntas a toda la clase porque sin ellas no se alcanzarían los
objetivos, redactamos esas preguntas (del mismo modo que las preguntas que
haríamos en debates o en puestas en común gestionados por nosotros).
6) Explicitamos de qué manera y con qué modalidad organizaremos la
participación de los estudiantes durante la clase. Consideremos que, antes de
formalizar lo trabajado, sería deseable que los estudiantes intenten argumentar
sus respuestas y mostrar la validez de su propuesta, resolución o procedimiento.
Si organizamos un intercambio alrededor de las argumentaciones, como puestas
en común, consideremos que no siempre la gestión tiene que quedar a cargo de
nosotros. Podríamos pensar otras estrategias (los estudiantes a cargo, o uno solo,
distintos grupos exponiendo, etcétera). Incluso es interesante que les demos
lugar a los estudiantes para que puedan proponer definiciones, procedimien-
tos, etcétera, antes de la formalización a cargo nuestro. Evitemos redactar en
impersonal esa modalidad porque no dará idea de quién hará cada cosa.
7) Detallamos los momentos de formalización de lo trabajado. Conside-
remos que tendremos que explicitar en la planificación lo matemático que
quedará (definiciones, enunciados, propiedades, etcétera). Esto debe figurar
con precisión. Al realizar esta formalización, intentaremos ir ajustando gra-
dualmente el lenguaje con los estudiantes y atenderemos a dejar en el pizarrón
las aproximaciones en lengua natural y no solo símbolos.
8) Redactamos las consignas metacognitivas para que el estudiante reflexione
sobre lo hecho: desde lo matemático seguro, desde las tecnologías y desde lo
personal. No hay que hacer esto luego de que los estudiantes hayan resuelto
cada una de las consignas. Sería absurdo porque hay cuestiones que no podrían
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Vamos a pensar qué respuestas podrían dar los estudiantes (alrededor de dos o
tres por consigna, en promedio), distintas estrategias posibles de usar, modos
diferentes de resolver, etcétera, y cómo intervendríamos ante cada una de esas
respuestas. Es necesario que podamos anticipar respuestas equivocadas y propo-
ner intervenciones apropiadas, que atiendan a los criterios que trabajamos en el
capítulo 5. Redactaremos preguntas que podríamos utilizar en caso de que los
estudiantes no puedan avanzar con la tarea, para que puedan destrabarse y no
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Capítulo 6. Pautas para planificar
Evaluación
Bibliografía
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 6. Pautas para planificar
Contexto
Los estudiantes están cursando el tercer año de la secundaria básica, han trabaja-
do con consignas con contextos intra y extramatemáticos, están acostumbrados
a trabajar en grupos y tienen manejo de software específico de matemática. En
años anteriores han trabajado con lectura de gráficos y análisis de situaciones
en las que existe una relación entre dos variables. Las clases que se proponen a
continuación se utilizarán para introducir el concepto de función lineal.
Alcance de contenidos
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 6. Pautas para planificar
Planificación de la clase 1
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Primera intervención
Estudiante: profe, no se cómo resolver.
Profesor: contame qué es lo que pensás.
Estudiante: no sé, los números están difíciles.
Profesor: y si los aceites en lugar de pesar 0,84 kg y 0,77 kg por litro pesaran
1,5 kg y 1 kg por litro, ¿se te facilitaría? (Si el estudiante avanza con estos valores,
el profesor luego lo invitará a retomar la consigna tal como estaba planteada).
Segunda intervención
Estudiante: profe, multiplico 0,84 por la cantidad de litros que ponga de
ese aceite y tengo el peso.
Profesor: ¿el peso de qué cosa obtendrías así?
Estudiante: el peso total.
Profesor: cuando cargues todo a la camioneta, ¿qué es lo que incide en el
peso que cargás?
Estudiante: los litros de aceite que puse y lo que pesan los barriles.
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Capítulo 6. Pautas para planificar
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
131
Capítulo 6. Pautas para planificar
Referencias bibliográficas
Arcavi, A. (1994). Symbol sense: informal sense-making in formal mathemat-
ics. For the Learning of Mathematics, 14(3), 24-35.
Ursini, S., Escareño, F., Montes, D. y Trigueros, M. (2005). Enseñanza del
álgebra elemental. Una propuesta alternativa. Trillas.
Pochulu, M. y Rodríguez, M. (comps.) (2012). Educación matemática. Aportes a
la formación docente desde distintos enfoques teóricos. Ediciones ungs y eduvim.
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Capítulo 7
El inicio de una investigación
en educación matemática
Introducción
Empezar a hacer investigación en educación matemática suele verse como
una empresa difícil, por ejemplo cuando uno está solo y tiene que hacer un
proyecto para una tesis o pensar un problema para un concurso. Suele suceder
que si no nos sale escribir un proyecto de investigación o dedicarle varias ho-
ras y nuestro mejor esfuerzo, nos sentimos frustrados, desamparados, como si
debiéramos saber hacerlo por la formación recibida. ¡Y esto no es así! Hasta el
más experimentado investigador tendrá que gestar un proyecto de investigación.
Esta palabra, gestar, conlleva desde nuestra perspectiva dos aspectos claves: el
tiempo y los cambios. Una gestación lleva tiempo, y necesariamente hay que ir
haciendo cambios a lo largo de ese tiempo. Comenzar una investigación tiene
estas características. Nos embarcamos en un proceso en el que hay que empezar
a proponer cosas, esbozar ideas, pensar y expresarnos como podamos, aunque
no tengamos precisión todavía: leer, buscar, modificar las primeras ideas, hacer
cambios, volver atrás, ajustar, volver a leer… Este inicio es un proceso espiralado
que nos va permitiendo ajustar, lograr claridad, elegir, etcétera, y que requiere
tiempo. Ese trabajo no sale de un momento a otro, pero no es que “no me
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Capítulo 7. El inicio de una investigación en educación matemática
sale”, sino que “no sale”. Si logramos advertir esto, podremos disfrutar de esa
gestación en lugar de padecerla.
Una aclaración sobre el término investigar o investigación. Como casi toda
palabra, admite diversas acepciones. Un profesor puede dar como consigna “in-
vestigar sobre la vida de Pitágoras”, o escuchamos en un noticiero que se inician
“investigaciones policiales”, o nosotros mismos decimos “quiero investigar por
qué mis estudiantes no hacen las tareas”, por ejemplo. En educación matemática,
y en el ámbito académico en general, no llamaríamos a esto hacer investigación.
Una investigación educativa no solo obliga a la producción de conocimiento
(hasta aquí podríamos decir que los tres ejemplos anteriores cumplen con esto,
en un sentido amplio) sino que, además, siempre debe conocerse bien lo que
ya está estudiado sobre el tema para asegurarse de que lo propuesto no sea co-
nocido; necesariamente debe ser explícito el posicionamiento teórico desde el
cual se realiza el trabajo (diseñar instrumentos ya sea para obtener datos como
para analizarlos); y, dicho informalmente, para alcanzar el objetivo propuesto se
necesita definir cómo se hará y qué datos se deben obtener. No hay investigación
sin usar teoría (no basta con mencionarla al inicio solamente), ni tampoco sin
conocimiento de los umbrales ya alcanzados por el saber. Muchas veces es co-
mún encontrar propuestas de clase o experiencias de aula que se muestran como
investigaciones. Es bueno saber que no lo son. Sin desmerecerlas en lo más
mínimo, intentaremos que queden claras las diferencias entre una cosa y otra.
También vale la pena retomar algo que comentamos en la introducción: la
diferencia entre hacer investigación en educación matemática y en matemática.
Como ciencias, la primera es social, y la segunda es exacta. Por lo tanto, no
comparten métodos.
En este capítulo nos proponemos compartir ideas que esperamos sean útiles
para el momento de la gestación de investigaciones en educación matemática.
Para ello hablamos aquí de cuestiones de organización y de orden metodológico
que se ponen en juego en este proceso. En lo que sigue de este texto no es nuestra
intención generar una discusión teórica sobre metodología de investigación, pues
hay mucho escrito sobre ello. En cambio, hemos priorizado realizar un acerca-
miento desde la vivencia de prácticas de investigación en educación matemática.
Hemos advertido la necesidad de explicitar ciertas cuestiones al trabajar en la
formación inicial de investigadores, y son las que nos interesa compartir aquí.
Remarcamos que iremos incorporando lenguaje específico de las inves-
tigaciones, como estado del arte, marco teórico, objetivos, actividades de in-
vestigación, etcétera, que en un primer momento utilizaremos sin ahondar en
134
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
detalles, pero que retomaremos a lo largo del escrito. En una primera instancia,
el lector se llevará una idea general, pero, al avanzar en precisiones, volver al
inicio ayudará a ajustar la comprensión, razón por la cual sugerimos darle más
de una lectura a esta parte del libro. Están presentes las ideas desarrolladas en el
capítulo 1, sobre análisis y fundamentaciones, cuando mencionemos analizar
datos o fundamentar diseños, por ejemplo.
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Capítulo 7. El inicio de una investigación en educación matemática
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 7. El inicio de una investigación en educación matemática
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 7. El inicio de una investigación en educación matemática
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Capítulo 8
Estado del arte y marco teórico
Introducción
En este capítulo presentamos las diferencias entre el estado del arte (ea) y el
marco teórico (mt), ambos elementos claves en toda investigación. Ya los hemos
mencionado antes, señalando algunas de sus características y ubicando a cada
uno en la estructura de un proyecto o problema de investigación. Es momento
de aclarar algunos puntos con mayor precisión, detallar cómo se conforma cada
uno de ellos, explicar por qué no pueden estar ausentes en las investigaciones,
etcétera. Empezaremos por el ea, que también suele denominarse revisión
bibliográfica o antecedentes.
141
Capítulo 8. Estado del arte y marco teórico
142
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Marco teórico
El mt se constituye por las elecciones sobre enfoques, posicionamientos y con-
ceptos teóricos que el investigador hace para su trabajo. El mt toma elementos
del ea. Podría ser una línea completa o podría contener conceptos teóricos, o
bien podría contener modificaciones a alguna posición o definición ajena. En
143
Capítulo 8. Estado del arte y marco teórico
este último caso, suele indicarse la posición o definición original (que figura en
el ea), el investigador explica por qué no le resulta apropiada para su trabajo y
propone una modificación que queda expresada en él. A veces ocurre que en el
planteo del proyecto tomamos una definición ya existente y la modificación surge
con posterioridad, porque a lo largo del desarrollo del trabajo consideramos que
podríamos tener más riqueza en lo encontrado si la modificamos. En el capítulo
10 hablamos sobre este trabajo de proponer nuevas conceptualizaciones propias.
De este modo, el mt presenta los conceptos teóricos con los que se desa-
rrollará el trabajo: las herramientas conceptuales. ¿Cuál es el alcance de estos
conceptos en la investigación?, es decir, ¿para qué se usan? La teoría es clave para
fundamentar el diseño de instrumentos y para analizar datos, tal como señalamos
en el capítulo 1. De este modo, todo el trabajo siempre quedará impregnado
de mt. Los conceptos con los que se habla, se escribe, se fundamenta, se analiza
son los del mt. Metafóricamente, solemos decir que “son los lentes a través de
los cuales miramos nuestro problema”. Si pensamos en esto, “cambiar de lentes
nos haría ver otras cosas”… ¡y es exactamente así! Una misma problemática
inicial podría dar lugar a distintos problemas de investigación, distintas inves-
tigaciones y distintos resultados, según las elecciones teóricas del investigador.
Del mismo modo, “un dato” (pensemos en un video de una clase, o un registro
de una entrevista) analizado con una teoría da una información diferente que
si estuviera analizado con otra.
A veces se ven artículos o tesis que presentan un mt bien desarrollado, y
cuando este termina todo lo que sigue no usa nada de él. Esto no puede ocurrir.
Es una señal de que está mal realizado el trabajo.
¿Cómo presentamos el mt en un proyecto? Hay distintas formas. Quien
se ubica completamente en una línea, podría simplemente decir que “el mt
de este trabajo es la Teoría de Situaciones Didácticas (Brousseau, año)”, o que
“el mt de este trabajo es el Enfoque Ontosemiótico (Godino, año)”, o que “el
mt de este trabajo es la Socioepistemología (Cantoral, año)” (se indica el/los
autor/es y el año del/los trabajo/s que figurarán en las referencias bibliográficas.
Si, en cambio, la elección no nos introduce completamente en una línea
porque consideramos más rico sumar distintos aportes teóricos, tendremos que
explicar qué posiciones tomamos, vincular el escrito con lo presentado en el
ea y explicar qué se eligió. Nuevamente se da el caso de que partimos de una
definición ajena y la queremos adaptar, retocar y generar una nueva. En este
caso, tendremos que indicar la autoría inicial (que seguramente se presentó en
el ea) y especificar nuestra propuesta.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 9
Planteo de objetivos de investigación
Introducción
Como mencionamos en el capítulo 7, iniciarse en una tarea de investigación
nos obliga a definir un norte, algo que nos guía y orienta y que, por supuesto,
moviliza nuestro interés. Ese norte, en términos académicos, quedará expresado
en los objetivos de la investigación. Dedicaremos este capítulo a realizar algunas
distinciones importantes y a dar algunas pautas para su formulación. Recién
cuando los objetivos están definidos, se comenzará a delinear el camino que
proponemos transitar para alcanzarlos. Esto último es lo que se expresa en las
decisiones metodológicas.
147
Capítulo 9. Planteo de objetivos de investigación
las secuencias didácticas y las clases. Esos objetivos son los que nos guían en
las evaluaciones a los estudiantes, entre otras cosas.
Cuando pasamos al plano de las investigaciones es usual transferir la idea de
objetivos de aprendizaje a objetivos de investigación, y esto es incorrecto. Un docente
fue formado para establecer objetivos de aprendizaje de sus estudiantes y diseñar
sus clases para que ellos los alcancen. No tendría sentido que en investigación
hiciéramos el mismo planteo. No necesitaríamos investigadores, solo docentes.
Nadie contrataría a un investigador; no habría financiamiento especial para ello
porque el docente en su rol sería suficiente. Esto, claramente, está mostrando
que no pueden ser la misma cosa. Tratemos, entonces, de aclarar ideas.
Como ya hablamos de objetivos de aprendizaje, nos dedicaremos aquí a los
de investigación. Pensemos que tener un objetivo de investigación es tener una
meta definida tal que, para alcanzarla, deberemos hacer opciones metodológi-
cas, diseñar instrumentos, fundamentar su diseño, recabar datos, analizar con
teoría, etcétera. Todo está impregnado de teoría. La misma formulación de los
objetivos de investigación es deseable que se haga utilizando la terminología del
mt. Lo que alcancemos, expresado en nuestros objetivos, debe ser algo nuevo,
un conocimiento nuevo para la comunidad educativa. Esto es una distinción
clave que permite diferenciar ambos objetivos.
Los objetivos se redactan luego de haber elaborado el ea, establecido el mt, y
se formulan para el contexto de trabajo que el investigador propone. Expresarán
específicamente lo que se pretende alcanzar. Ya no hay planteos imprecisos ni
preguntas ingenuas, hay teoría y esta aparece en la formulación de los objetivos.
A continuación daremos ejemplos de objetivos de investigaciones. Es proba-
ble que el lector desconozca algo de la terminología teórica que estos incluyen.
No es problema. Solo es importante que advierta cómo la teoría aparece en los
objetivos. Ponemos en cursiva los términos teóricos para que no se confundan
algunas palabras con el significado usual del diccionario. En un proyecto, su
definición o conceptualización debería estar antes del planteo de los objetivos,
de modo que el lector cuando llegue a ellos pueda comprenderlos.
148
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
149
Capítulo 9. Planteo de objetivos de investigación
• Redacción de artículos.
Aquí pueden encontrarse actividades como el “diseño de un dispositivo di-
dáctico” y sería correcto. Si figura aquí es porque será una tarea que realizaremos,
pero no es la finalidad de nuestro trabajo. El objetivo de nuestra investigación
no es diseñar un dispositivo didáctico, sino que realizando esta y otras tareas
tendremos datos para responder al objetivo.
Del mismo modo, suele verse como un objetivo de una investigación “ana-
lizar la incidencia del género de los estudiantes en su rendimiento”. En realidad,
la finalidad del trabajo no es tener el análisis, aunque sea algo que debamos hacer:
analizar algo. Bastaría preguntarnos para qué queremos analizar esta incidencia,
y probablemente la respuesta exprese el objetivo real de la investigación. Por
ejemplo, este podría ser “describir el rendimiento de estudiantes en términos
del género”, o “proponer una explicación sobre el rendimiento de estudiantes
en términos de su género”.
Estas actividades de investigación, que marcan tareas acotadas y organi-
zadas que deberemos llevar adelante, son las que se usan cuando tenemos que
indicar un cronograma de trabajo. El cronograma se construye explicitando
los tiempos previstos para cada una de las actividades de investigación. Puede
presentarse del siguiente modo:
Cronograma de actividades
Actividades de Meses
investigación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Búsqueda bibliográfica
y ampliación del x x x x x x x x x x x
marco teórico
Acopio de las entregas
periódicas de las tareas x
de los estudiantes
Análisis de las tareas
x x
recabadas
Selección de las
x
muestras A y B
150
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
Diseño y
fundamentación de
x
entrevistas para las
muestras A y B
Aplicación de las
x
entrevistas
Transcripción de las
x x
entrevistas
Análisis de los datos
x x x
recogidos
Publicaciones en
congresos y revistas Para ir obteniendo resultados se prevé la presentación en
especializadas congresos y revistas especializadas, así como también la
redacción parcial de capítulos de la tesis
Redacción de la tesis
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Capítulo 10
Rumbo a una conceptualización propia
Introducción
Cuando hablamos de cómo ir elaborando el mt, mencionamos que una posi-
bilidad es asumir completamente un enfoque teórico ya existente, pero no es
la única forma. A veces pasa que la definición de un concepto no nos termina
de resultar porque incluye casos que a nuestro criterio no deberían estar, y/o
deja afuera otros que sí deberían estar incluidos. Si así ocurriera, necesitaremos
generar una adaptación de ese concepto. Esto es una conceptualización propia
de una noción en educación matemática. En este apartado describiremos cómo
hacer este proceso.
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Capítulo 10. Rumbo a una conceptualización propia
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 10. Rumbo a una conceptualización propia
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 10. Rumbo a una conceptualización propia
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 10. Rumbo a una conceptualización propia
Referencias bibliográficas
Alberto, M., Rogiano, C., Roldán, G. y Banchik, M. (2006). Fortaleciendo las
habilidades matemáticas de los estudiantes ingresantes desde los entornos vir-
tuales, 36-44. http://www.soarem.org.ar/Documentos/39%20Alberto.pdf.
Arcavi, A. (1994). Symbol sense: informal sense-making in formal mathematics.
For the Learning of Mathematics, 14(3), 24-35.
Ausubel, D. (1963). The psychology of meaningful verbal learning. Grune and
Stratton.
Delgado Rubí, J. (1997). Las habilidades matemáticas. Material del Seminario-
Taller de Didáctica de la Matemática. Buenos Aires: utn Regional Haedo.
Ferrer Vicente, M. (2000). La resolución de problemas en la estructuración de un
sistema de habilidades matemáticas en la escuela media cubana. www.eumed.
net/tesis/2010/mfv/.
Rodríguez, M. (2016). Habilidades matemáticas: una aproximación teórica.
Educação Matemática Pesquisa, 18(2), 809-824.
Williner, B. (2011). Estudio de habilidades matemáticas cuando se realizan
actividades usando software específico. Unión. Revista Iberoamericana de
Educación Matemática, 27, 115-129.
160
Capítulo 11
Instrumentos, datos e información
Introducción
En el capítulo 1 expresamos las pautas que deben tener los análisis y las funda-
mentaciones en el contexto académico, y mencionábamos que un uso de esas
herramientas se da cuando necesitamos analizar datos. En este capítulo nos
dedicamos a los datos –cómo se recogen, cuál es la diferencia con la informa-
ción–, y damos algunas pautas para evitar errores metodológicos cuando esto
se enmarca en investigaciones educativas.
161
Capítulo 11. Instrumentos, datos e información
Los instrumentos
Los datos que necesitamos se recaban, usualmente, mediante instrumentos que
se diseñan para tal fin (también pueden usarse instrumentos ya existentes). Estos
instrumentos pueden ser encuestas, tests, dispositivos didácticos, entrevistas,
observaciones, etcétera.
Lo delicado del diseño de los instrumentos consiste en garantizar que
mediante su aplicación obtengamos el dato que necesitamos y no otro. Por
ejemplo: si necesitamos recabar datos sobre el desarrollo de una habilidad
matemática en estudiantes (retomando la definición presentada en el capítulo
anterior) y el instrumento que elegimos es un test consistente en una lista de
consignas matemáticas a resolver, estaremos en problemas. Ese instrumento no
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
nos permitirá decir algo sobre las habilidades matemáticas, pues no veremos
nada sobre el control del estudiante, lo deliberado de sus actos. Solo veremos
resoluciones.
Nosotros no ahondaremos en este sentido, pues hay mucha bibliografía
en el terreno de la metodología de investigación que da precisiones para es-
tablecer la validez, fiabilidad y confiabilidad de los instrumentos. Cualquiera
sea el instrumento elegido, una vez recabados los datos es importante guar-
dar organizadamente lo recabado. Poner día, lugar, nombre del observador,
institución, número de clase, etcétera. Si tenemos videos, etiquetarlos, hacer
copias de seguridad y subirlas a sitios de internet. Perder los datos es frenar la
investigación, y a veces es imposible volver a tenerlos o muy costoso replicar el
trabajo para recabarlos nuevamente.
Cuando decidimos que nuestro instrumento será la observación, hay que tener
en claro, en primer lugar, si esta será sin intervención nuestra o estamos ha-
bilitados a intervenir. En una clase, por ejemplo, un observador podría tener
como rol simplemente registrar lo que ve, o también podría hacer preguntas.
En esto se distingue la observación no participante de la observación participante.
De ser posible, considerar que grabar (al menos en audio) es una forma
óptima de recabar datos. De todos modos, a veces esto no es fácil; no tenemos
la aceptación y debemos registrar a mano. Explicamos a continuación algunas
cuestiones que el observador debería tener en cuenta:
1) Si hiciera falta observar el trabajo en grupos en una clase, cada observador
podría observar solo a un grupo y –si la hubiera– la parte de puesta en común o
trabajo del conjunto de la clase. Es decir, no debería ir de grupo en grupo. A su
vez, si esto debe hacerse por varias clases, habría que observar al mismo grupo.
2) Habría que avisarles a los estudiantes antes de comenzar la clase cuál será
el rol de los observadores y por qué se suman a su espacio. Aquí se habilitará o
no que se le pueda preguntar al observador.
3) Si estamos grabando, podemos aprovechar nuestra presencia para anotar
impresiones, supuestos, pues tenemos la certeza de que en la grabación queda
la versión fiel.
163
Capítulo 11. Instrumentos, datos e información
La idea de hacer una minuta es registrar, con todo fresco, lo que uno vivió/
percibió luego de aplicar un instrumento. Por ejemplo, puede ser luego de una
observación, de una entrevista, cuando se terminó de aplicar un dispositivo
didáctico, etcétera.
Durante la aplicación de algunos instrumentos, uno suele estar bastante
ceñido al protocolo que diseñó y fundamentó con antelación. Sin embargo,
en ese transcurso de la implementación uno tiene impresiones, sensaciones,
cree que entiende por qué pasó tal cosa, considera que puede explicar algo de
lo que vivió, etcétera. Durante la aplicación de los instrumentos no podemos
hacer simultáneamente un análisis de los datos, simplemente porque estamos
recabándolos. Entonces, la propuesta de la minuta es hacer un punteo, total-
mente informal, en el que se exprese por escrito todo lo que se haya visto, vivido,
percibido. Es un escrito para plasmar cosas distintas del dato. Se acerca más a
un espacio para delinear posibles afirmaciones personales o juicios que luego
formarán parte del análisis (capítulo 1) y que cerrarán o no en función de que
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
uno pueda vincularlos con la teoría y sumarle evidencias extraídas de los datos
(que serán las transcripciones o los videos, por ejemplo).
¡Hay que hacerlo! Uno cree que recordará por siempre lo que vivió en ese
momento, ¡pero no es así! Hay que tener a mano una computadora portátil,
un grabador o papel y lápiz, y apenas se termina se pueden juntar los investi-
gadores presentes, hablar, intercambiar y registrar todo a la velocidad que les
den las manos. Aquí no interesa tener una redacción pulida, importa registrar
las impresiones de los investigadores involucrados.
Cuando se esta por comenzar el análisis de los datos (luego de las transcrip-
ciones, si fueran entrevistas, por ejemplo), se toman las minutas en búsqueda de
posibles afirmaciones personales, y luego se vuelve a los datos a buscar evidencias.
En ese momento del análisis es que se usan las minutas. Aquí, nuevamente,
se articularán para el análisis la teoría del mt, sus afirmaciones y las evidencias
extraídas de los datos.
La información
La información resulta de haber analizado datos con alguna teoría y las pautas
explicitadas en el capítulo 1. Esto significa que un mismo conjunto de datos
podría dar origen a distintas informaciones, según con qué teoría se lo analice.
A modo de ejemplo, imaginemos que videograbamos una clase que fue
diseñada y gestionada bajo los lineamientos de la Teoría de Situaciones Didác-
ticas. El investigador que hizo el diseño de esa clase, porque necesitaba recabar
ciertos datos en ella, la analizará y plasmará en su análisis afirmaciones expre-
sadas en términos de, por ejemplo, cómo se puso en juego la a-didacticidad,
cómo fue el trabajo de los estudiantes, si hubo rupturas del contrato didáctico,
si se vio a los estudiantes validando sus producciones, etcétera. Como nota-
rán, esto está impregnado de los elementos teóricos propios de la línea y son
con los que analizamos la clase y nos expresamos. Si, en cambio, el video es
tomado por otra persona, fuera del contexto de esa investigación, podría, por
ejemplo, analizarlo utilizando otro enfoque teórico. Imaginemos la Resolución
de Problemas. Es muy probable que su análisis exprese que los estudiantes no
trabajaron individualmente –como es promovido por este último enfoque–,
que el docente recapituló en la clase cuestiones referidas al contenido y no a
las heurísticas puestas en juego, etcétera.
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Capítulo 11. Instrumentos, datos e información
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Capítulo 12
Cómo redactar y presentar un artículo
Introducción
Una vez que hayamos trabajado en nuestro proyecto, lo hayamos delineado,
transitado y hayamos obtenido los primeros resultados, es deseable que nos
propongamos publicarlo. Esto, por un lado, nos será sumamente útil porque
estaremos sometiendo nuestro trabajo a miradas de expertos en nuestro campo,
y sus devoluciones, sugerencias o correcciones serán bienvenidas para seguir
aprendiendo sobre esta tarea. Y, por otro lado, porque difundimos nuestro
trabajo, queda en la comunidad y puede ser tomado, replicado, utilizado, dis-
cutido, etcétera, lo que es deseable en los ámbitos académicos que construyen
conocimiento.
Si nos hemos convencido de esta necesidad, lo que sigue es redactar un
artículo o paper y enviarlo a alguna revista especializada para que lo considere
para su publicación. En este capítulo nos dedicamos a dar algunas pautas para
la redacción de estos artículos.
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Capítulo 12. Cómo redactar y presentar un artículo
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 12. Cómo redactar y presentar un artículo
volver a mirar que el título realmente exprese el contenido central del artículo,
etcétera. Es muy fácil desviarse y que quede un escrito en el que no haya un
hilo de coherencia. Este es un pulido final que es muy recomendable hacer.
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
profesional. Esto supone no solo la lectura literal del gráfico, sino identificar
las tendencias y variabilidad de los datos, así como detectar los posibles
errores conscientes o inconscientes que puedan distorsionar la información
representada. Asimismo, debería conocer los convenios de construcción
de los diferentes tipos de gráficos y ser capaz de construir correctamente
un gráfico sencillo (p. 94).
Por esta razón, en este trabajo plantearemos análisis de distintos datos esta-
dísticos extraídos de nuestra realidad, así como la producción de información
estadística.
Bibliografía
Arteaga, P., Batanero, C., Díaz, C. y Contreras, J. (2009). El lenguaje de los
gráficos estadísticos. Unión, 18, 93-104.
Bibliografía
Arteaga, P., Batanero, C., Díaz, C. y Contreras, J. (2009). El lenguaje de los
gráficos estadísticos. Unión, 18, 93-104.
Observación: Este ejemplo muestra que quien escribe reelabora lo que otro
autor quiso decir, poniendo explícitamente de manifiesto su comprensión. En
este caso, no hay citas textuales, no hay comillas ni itálica, simplemente la re-
ferencia señala que la idea central fue de otra persona, distinta a quien escribe.
Para Arteaga et al. (2009), una persona culta debería poder leer críticamente
los gráficos estadísticos que encuentra en la prensa, internet, medios de comu-
nicación y trabajo profesional. Esto supone no solo la lectura literal del gráfico,
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Capítulo 12. Cómo redactar y presentar un artículo
sino identificar las tendencias y variabilidad de los datos, así como detectar los
posibles errores conscientes o inconscientes que puedan distorsionar la infor-
mación representada. Asimismo, debería conocer los convenios de construcción
de los diferentes tipos de gráficos y ser capaz de construir correctamente un
gráfico sencillo.
Bibliografía
Arteaga, P., Batanero, C., Díaz, C. y Contreras, J. (2009). El lenguaje de los
gráficos estadísticos. Unión, 18, 93-104.
Observación: el problema aquí es que lo escrito es textual y no está in-
dicado como corresponde. Nótese que el hecho de incluir la referencia en la
bibliografía no basta.
El proceso de escritura de un artículo es complejo, requiere cuidados y
momentos en los que el autor tome distancia de lo producido para tener una
mirada crítica sobre su propia producción. Iniciar esta tarea, pasarle el texto
a colegas para tener una devolución y enviarlo a revistas con referato son ac-
ciones que permitirán que cada uno de nosotros mejoremos nuestro modo de
comunicar y producir nuestros resultados.
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Capítulo 13
Pautas para hacer una presentación
audiovisual
Punto de partida
Antes de comenzar a preparar la presentación audiovisual con la que nos apo-
yaremos, hay que tener en cuenta el tiempo máximo que se tiene para hacer
la exposición. Se debe ser respetuoso de los tiempos, de modo que parte de la
formación profesional es poder hacer una buena presentación, cualquiera sea
la cantidad de minutos que se disponga.
Este condicionamiento al tiempo máximo obliga al expositor a elegir qué
presentar. Sugerimos pensar qué se podría presentar que permita lucir el trabajo,
que resulte claro y que mayoritariamente sea de elaboración personal (en vez de
contar teoría, por ejemplo1); en lugar de forzar la inclusión de todo lo hecho
en los minutos disponibles.
Es bueno tener presente que esos minutos que se tienen son a veces la
oportunidad que tenemos para despertar el interés en otros, para que se lleven
ideas, etc., y podemos contar con que, si quieren saber más detalles, se podrán
contactar con el autor. Cuando una presentación excede los tiempos dados,
1
Excepto que la presentación sea para contar alguna teoría, por supuesto. De todos modos, en
ese caso, la organización de cómo presentar estará a cargo del expositor.
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Capítulo 13. Pautas para hacer una presentación audiovisual
muchas personas del auditorio abandonan, se van, los perdemos (porque van
a escuchar otras ponencias en un congreso, por ejemplo, o porque tienen otras
actividades y contaron con el tiempo anunciado), y suelen no llevarse lo más
jugoso del trabajo. Los autores que se exceden en los tiempos suelen dejar
para el final lo más importante. Eso es lo que justamente muchas personas se
perderán porque quedó fuera de los márgenes. Sin contar con que, en algunos
eventos, el moderador no permite seguir al expositor.
Dos comentarios antes de empezar con más pautas del diseño.
• Elegir qué queremos contar de nuestro trabajo obliga a tener algún
criterio de selección, y eso suele ser evaluado (por ejemplo, por un
jurado de tesis).
• El diseño de la presentación audiovisual es muy personal. Suele no ser
útil que otro arme el PowerPoint que uno va a usar, porque se piensa
en función de estilos personales (¿quiero mostrar toda la diapositiva?,
¿quiero dejar una cierta intriga de algo?, ¿decido empezar adelantando
qué encontré?, etc.).
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
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Capítulo 13. Pautas para hacer una presentación audiovisual
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A modo de cierre
Si el lector llegó hasta aquí esperamos que se haya llevado elementos que le
resulten útiles para pensar en la enseñanza de la matemática y para iniciar la
investigación educativa. Seguramente haya advertido que nuestra intención fue
ofrecer lineamientos generales y dar pautas y criterios para pensar y reflexionar
sobre la tarea del profesor. ¡No hay recetas!, justamente porque el profesor ejerce
una tarea profesional para la cual su formación debe brindarle elementos para
pensar, decidir, justificar y cambiar.
Lo mejor que nos puede pasar como docentes es estar atentos para ver cómo
funcionan nuestras propuestas y tener herramientas para sostener decisiones o
para cambiarlas con fundamentos, trascendiendo el sentido común. Invitamos a
los docentes o futuros docentes a mejorar este texto, a estudiar, poner a prueba
y reflexionar sobre lo discutido aquí, y probablemente en un tiempo habrán
generado pautas y criterios que nos permitan seguir creciendo en la apasionante
tarea de lograr que nuestros estudiantes aprendan matemática.
177
Anexo
El Negro Castillo
Por Mabel Rodríguez*
Cursaba el cuarto año del bachillerato común en “el Dorrego”, una escuela
pública de Morón, en el año 1981. La escuela tenía la fama de ser “la mejor de
la zona”. Para entrar había que rendir un examen de ingreso riguroso o tener
un hermano mayor que ya fuera estudiante. Por suerte, este último fue mi caso.
Al término del tercer año, el colegio hacía un listado con los promedios de
los estudiantes, ordenados de mayor a menor, y le daba a cada estudiante, en ese
orden, la opción de elegir la orientación con la que terminaría la secundaria. Las
opciones eran las orientaciones al bachillerato: orientación común, pedagógica,
social o deportiva. Era sabido que, en general, los estudiantes más aplicados se
concentraban en el bachillerato común, y los que preferían rehuirle al estudio,
en el deportivo. En mi caso, era buena alumna, nunca me había llevado materias
y tenía un promedio aceptable, pero no sabía qué estudiaría al terminar el nivel
medio, y mis mejores amigos iban a elegir “el común”, así que, considerando
esta razón suficiente, elegí 4° 1°, orientación común. Tal como la tradición lo
anticipaba, el curso se había conformado con muy buenos estudiantes, es así
que nos enorgullecía que Cecilia, la abanderada, y Raúl y María Julia, ¡los dos
escoltas!, fueran de nuestro curso.
*
Años más tarde de terminar la secundaria me recibí de licenciada y doctora en Matemática.
179
Anexo. El Negro Castillo
1
Jorge Prudencio del Castillo (qepd).
180
Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
prueba venía con el mismo saco a cuadritos marrón. Ese indicio nos alertaba y
mantenía en vilo aún más, desde las horas anteriores a la nuestra.
Recuerdo las clases de álgebra. Después de saludarnos y de que nosotros
dejáramos de temblar una vez que confirmábamos que ese día no habría prueba,
empezaba la clase. Muy prolijamente y con una letra con ciertos arabescos que la
hacían inimitable, Castillo escribía en el pizarrón, mientras hablaba casi sin darse
vuelta. Nosotros no podíamos hacer otra cosa que copiar, ni siquiera podíamos
respirar profundo; su ojo desviado nos hacía suponer que, aunque mirara hacia
el pizarrón todo el tiempo, tenía un absoluto control de la clase. Ponía título,
definiciones y ejemplos. Nosotros copiábamos, con mucho cuidado, para no
olvidarnos de ninguna letra, ¡otra que números! Descubrimos que la matemática
tiene más letras que números. Copiábamos rápido, no queríamos perdernos de
nada. De todas maneras, él dejaba todo escrito en el pizarrón. Pasamos mucho
tiempo viendo operaciones con expresiones algebraicas. Sumábamos, multipli-
cábamos y operábamos en general con expresiones que tenían todas las letras del
abecedario. Vimos todos los casos de factoreo, ordenadamente, con ejemplos
de cada uno. Sacábamos factores comunes a expresiones que, a duras penas,
nos entraban en un renglón. Yo tenía letra chica, así que no tenía problemas.
Hacia el final de la explicación siempre nos preguntaba si habíamos enten-
dido. Yo asentía, para mí era claro, pero entre mis compañeros había de todo:
algunos entendían, otros no entendían nada y otros, solo un poco. Ninguno
hacía nunca una pregunta; su imagen era tan impactante, imponente, que
mantenía distancia, nadie se atrevía. Luego de la explicación escribía largos
ejercicios para que copiáramos y empezáramos a resolverlos en la clase; el resto
quedaba de tarea.
Tenía dos técnicas para hacer pasar a los estudiantes al pizarrón. Una de
ellas era dejar la tiza apoyada sobre el banco del elegido, tras haber deambulado
por el curso para decidir quién sería. La otra era, simplemente, preguntar quién
quería pasar al pizarrón. La respuesta era… el silencio total. Yo tenía facilidad,
los ejercicios me salían y me gustaba hacerlos. Mis compañeros, sobre todo
aquellos a quienes no les salía nada, no le entendían nada al profesor o le tenían
pánico, me miraban desesperados para que yo levantara la mano y me ofreciera
a pasar. Y eso hacía, yo solía pasar. En general hacía bien los ejercicios. Cuando
me confundía, Castillo me lo hacía notar en un tono suave, me señalaba dónde
tenía que mirar y me daba tiempo para pensar. Entonces arreglaba el error y
me volvía a mi banco satisfecha porque había entendido. Me acuerdo de una
vez en la que hizo pasar a Luis. Castillo caminaba por los pasillos esperando
181
Anexo. El Negro Castillo
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Perspectivas metodológicas en la enseñanza y en la investigación en educación matemática
183
La colección Educación de la Universidad Nacional de General
Sarmiento reúne la producción editorial que resulta de las investiga-
ciones, actividades y desarrollos en las áreas temáticas de educación,
pedagogía, programación de la educación, política educativa, historia
de la educación y didáctica. Estas líneas de investigación y docencia son
fundamentales en el proyecto académico de la UNGS y tienen un
desarrollo constante y permanente.
Colección Educación