Pedagogía T.P.N.1
Pedagogía T.P.N.1
Pedagogía T.P.N.1
Así como se dice que la filosofía es la madre de todas las ciencias, podríamos decir que la
pedagogía es la madre de todas las ciencias y disciplinas de la educación.
Hacer pedagogía es, ni más ni menos, recorrer una serie de reflexiones sobre la educación,
y especialmente sobre la educación que sucede dentro de las escuelas.
La reflexión pedagógica puede pensarse a partir de unas pocas preguntas bastante simples,
pero que demandan un gran recorrido y bastante esfuerzo para ser respondidas. Si nos
dedicamos comprometidamente a examinar estas reflexiones, esto nos permitirá conocer un
poco mejor el mapa teórico e ideológico de la educación contemporánea, y podremos
sentirnos más seguros de lo que hacemos y pensamos.
Estudiar Pedagogía sirve para tener opiniones fundadas acerca de los problemas de la
educación. Sirve para leer el diario y entender lo que allí se dice sobre los maestros y las
escuelas, y también lo que no se dice. Sirve para entender mejor el sentido de las
propuestas didácticas.
Es cierto que la Pedagogía no tiene una aplicación práctica inmediata. No está, como la
didáctica, centrada en los aspectos prácticos de la tarea de enseñar. Ser maestro,
podríamos decir, no consiste sólo en dominar técnicas de enseñanza sino también, y quizás
fundamentalmente, en construir un posicionamiento ético, político y social.
Como casi todas las personas han pasado en algún momento de su vida por la escuela, es
frecuente que se compartan con mucha libertad opiniones y análisis acerca de la educación.
Sencillamente porque son opiniones sin fundamentos, que no tienen en cuenta la
complejidad de los problemas y los reducen a lo que es perceptible desde la mesa de un
café, etc.
Son planteos intuitivos, casi siempre incompletos y carentes de un sentido de totalidad. Sin
embargo, son intentos por responder a las mismas preguntas que preocupan a la
Pedagogía. La diferencia es que la Pedagogía se ocupa de construir estas reflexiones de
una manera ordenada y sistemática, usando muchas palabras, bien elegidas y ordenadas y
no pocas y espontáneas. La Pedagogía es una disciplina científica, además, se ocupa de
responder a esas preguntas a través de la investigación, y no a través de la pura opinión
espontánea.
Tal respuesta podría ser la siguiente: estos saberes que se “imponen” a todos los niños del
país y que son determinados esencialmente por el Estado, sirven para que existan puntos
de encuentro, experiencias comunes, formas de vida y símbolos compartidos entre todas
las personas. Sirven para que, cuando salimos a la calle y caminamos entre gente extraña,
haya algo en común con los demás. La asociación entre estos valores fundamentales y la
didáctica memorística es una relación que las culturas escolares han instalado, y que puede
pensarse en términos metodológicos, didácticos, curriculares, políticos, etc.
Hay una serie de cosas que nosotros sabemos, pensamos, sentimos, intuimos,
deseamos, acerca de la educación. A lo largo de los últimos siglos muchas personas
que sintieron fuertemente estas energías fueron haciendo un gran esfuerzo en
ponerles nombres que sirvieran para nombrarlas mejor, con detalles, con más ideas y
mejor ordenadas. Estudiar pedagogía, entonces, es también aprender ese vocabulario
amplio y cambiante. Antes de cuestionarlas debemos empezar a usarlas, a balbucear
las, a medirlas, a probarlas para ver si sirven como manera de expresar nuestras
propias ideas.
_ Las escuelas.
_ El sentido de educar.
_ La justicia educativa.
_ La relación adulto-niño.
Como puede verse, y como habíamos anticipado, se trata de preguntas bastante sencillas.
Son preguntas que invitan, más que a ofrecer respuestas inmediatas, a pensar y a disponer
de mayores elementos para pensar lo que cada día hacemos con nuestros alumnos,
colegas, familias. La Pedagogía asume este esfuerzo de pensamiento y análisis, como su
tarea principal.
Estudiar racionalidades o modos de pensar es bastante más difícil que estudiar conceptos
aislados o hechos históricos, por ejemplo. Un concepto, en general, fue inventado por
alguien. Un hecho histórico sucedió en algún momento y en algún lugar. Una racionalidad,
en cambio, es algo abstracto que hace falta reconstruir a partir de conceptos y de hechos,
entre muchas otras cosas.
Tomaz Tadeu Da Silva, un pedagogo brasileño que estudia las teorías del curriculum (es
decir, que le interesa la pregunta acerca de qué se enseña en las escuelas, por qué, desde
qué supuestos, etc.) plantea tres palabras para ordenar las teorías sobre educación. Habla
de lo tradicional, lo crítico y lo poscrítico.
_ Teorías críticas: ideología, reproducción, cultura y social, poder, clase social, capitalismo,
relaciones sociales de producción, concientización, emancipación y liberación, currículo
oculto, resistencia.
Orden fundante:
Analizar lo que pasa en las escuelas más allá de la necesidad de que el sistema sea eficaz.
Le interesa destacar los problemas políticos y sociales que se encuentran ocultos detrás de
la escuela del orden fundante.
Crítica cultural-subjetiva:
Una contracorriente del orden fundante. Falta considerar la singularidad, omiten las distintas
identidades que conviven en las escuelas.
El primer ejemplo apunta a unas palabras que estuvieron muy de moda en las escuelas
hace algunos años, y que se proponen clasificar a los contenidos de la enseñanza en tres
categorías: conceptuales, procedimentales y actitudinales.
Desde una mirada pedagógica podríamos decir que los contenidos procedimentales y
actitudinales están allí para denunciar que los conceptuales no son los únicos, ni los más
importantes. Que el hecho de haber pensado siempre la enseñanza como algo centrado en
teorías y conceptos (que fundan un orden) ha impedido ver que también se podían enseñar
procedimientos y actitudes. La relación entre esas racionalidades y esta sencilla
clasificación, claro, no es lineal. Pero sí podemos suponer que los teóricos de la didáctica
pueden y quieren hacer esta clasificación, porque de algún modo están atravesados de
estas grandes corrientes de pensamiento.
Un poco de Historia
Comenius había escrito ya un tratado de Pedagogía llamado Didáctica Magna unos años
atrás. Le interesaba establecer una serie de reglas y un método para llevar adelante la
educación. Su gran utopía era “enseñar todo a todos”, es decir, que la educación dejará de
ser una práctica dispersa e intermitente y que se convirtiera en un gran sistema regido por
reglas lógicas bien ideadas y llevadas a cabo por maestros idóneos.