Platón 0910
Platón 0910
Platón 0910
PLATÓN
A raíz de la muerte de Sócrates, Platón sufrió una profunda crisis vital que le
llevó a emprender diversos viajes por Egipto, Italia y Sicilia. En su primer viaje a
Sicilia se relacionó con la comunidad pitagórica de Tarento. De los pitagóricos heredó
la idea de inmortalidad y transmigración de las almas, la explicación matemática del
Universo y la concepción comunitaria del modo de vida filosófico.
Platón vuelve a Atenas en el año 387 a. C. y funda en esta ciudad uno de los
centros educativos y de investigación más importantes de la Antigüedad: la
Academia. Recibe este nombre por estar situada en un lugar cercano a los jardines
dedicados al héroe Academos, en los alrededores de Atenas. En esta escuela se
enseñaba música, astronomía, matemáticas (en el frontispicio del centro estaba
escrito el lema "nadie entre aquí que no sepa geometría") y, como culminación de los
estudios, filosofía.
Sócrates no escribió nada, pues creía que la escritura no era el lugar apropiado
para la transmisión de la verdad y del conocimiento. Su método de investigación y de
enseñanza era la mayéutica y el diálogo era una de sus partes fundamentales. Platón
será fiel en gran medida a su maestro y también considerará que la verdad se muestra
en el intercambio de ideas entre diversos interlocutores. Incluso definirá el
pensamiento como "el diálogo que el alma mantiene consigo misma". Las obras de
Platón están dotadas de una alta calidad estética y tienen la forma de diálogos, en su
mayoría cortos: se reúnen varios amigos y entablan una conversación relativa a un
tema de importancia filosófica (el conocimiento, el bien, la virtud, el amor, la belleza,
el ser...); en casi todos los diálogos participa Sócrates como interlocutor principal y es
quien habitualmente expresa las ideas del propio Platón.
1.2.1.1 SÓCRATES
1.2.1.2 PITAGÓRICOS
En su intento de fundamentar filosóficamente las enseñanzas morales
socráticas, Platón recurrió a los pitagóricos. La búsqueda de criterios para valorar el
comportamiento moral había llevado a Sócrates a la petición de definiciones
universales acerca de la virtud; pero estas definiciones no podían extraerse del mundo
de la experiencia cotidiana donde las cosas no tienen nunca un carácter universal ni
permanente. Si Sócrates estaba en lo cierto, entonces deben existir entidades
inmutables, independientemente del mundo de la experiencia ordinaria, pero ¿hay
alguna evidencia de que existan tales verdades inmutables? La respuesta reside,
según Platón, en el ámbito de las verdades matemáticas, que habían sido
consideradas por los pitagóricos como la causa primordial del orden y la armonía del
universo.
En las matemáticas tiene Platón la prueba de la existencia de la verdad fuera
del mundo sensible. La afirmación de que un triángulo está compuesto por tres líneas
rectas es verdadera aunque no sea verdad en ningún triángulo dibujado por el
hombre, dado que una línea tiene por definición longitud, pero no anchura, y es, por
tanto, invisible. Los triángulos de la experiencia se aproximan solamente a la verdad,
igual que una acción justa se aproxima a la Forma eterna de la Justicia.
El problema de cómo llega el ser humano a conocer esas verdades invisibles e
inmutables fue resuelto por Platón gracias al desarrollo de la teoría pitagórica de la
reencarnación. Como explica en el Menón, el Fedón y el Fedro, nuestras almas son
inmortales, pero están sujetas a un ciclo de nacimientos en cuerpos mortales. En su
estado desencarnado el alma tiene la oportunidad de ver las Formas (Ideas) directa
y claramente. La experiencia del nacimiento y la contaminación con el cuerpo
producen el olvido, pero las imperfectas aproximaciones sensibles a las Formas
pueden estimular la reminiscencia de las Formas en sí mismas.
1.2.1.3 PARMÉNIDES
La influencia más grande ejercida sobre Platón después de Sócrates se debe a
Parménides ( 540-470 a. C.). Parménides consideró que el cambio y el movimiento
eran imposibles de explicar en términos racionales. Según Parménides, afirmar que
algo cambia supone reconocer que “es” y “no es” al mismo tiempo. Por eso, el que
quiera seguir el camino de la Verdad (la vía de la razón) debe rechazar las opiniones
comunes de la gente, que se fían de sus sentidos sin reparar en que estos les
muestran una realidad falsa y contradictoria. Según Parménides, la verdadera realidad
2. LA REALIDAD Y EL CONOCIMIENTO
2.1 LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD: LAS IDEAS Y EL MUNDO FÍSICO
2.2 EL CONOCIMIENTO
2.2.1 SABER Y OPINIÓN. TEORÍA DE LA REMINISCENCIA
Platón distingue dos niveles de conocimiento: el saber (ciencia: epistéme) y
la opinión (dóxa). Las opiniones, según el diálogo Menón, son inestables
cambiantes, pueden ser verdaderas o falsas. Pero ni siquiera las opiniones
verdaderas constituyen un auténtico saber o ciencia, pues nada nos asegura que no
podamos cambiar de opinión. Para que la opinión verdadera pueda convertirse en
ciencia hará falta que encontremos el fundamento, la razón en la que tal opinión se
apoya, es decir, el criterio que nos permita distinguir las opiniones falsas de las
verdaderas. Este fundamento o criterio permitirá “atar” las opiniones correctas para
que no salgan “volando”, es decir, para que no podamos cambiar de opinión.
En el diálogo Menón, el paso de la opinión verdadera a la ciencia se explica
mediante el proceso de reminiscencia (recuerdo) que permite a la mente humana
recobrar el conocimiento latente alcanzado antes de que quedara atrapada en un
cuerpo mortal. Como el tema tratado en el diálogo en cuestión es si la virtud se puede
enseñar o no y, por tanto, si es ciencia, la conclusión es que hay individuos que son
virtuosos por una especie de don o inspiración divina. Así, un buen gobernante puede
serlo por tomar las decisiones correctas, es decir, por tener opiniones verdaderas, pero
no podrá enseñar a los ciudadanos a ser virtuosos si no conoce de un modo científico
qué es la Justicia. Sólo aquellos gobernantes que hayan completado el proceso de
reminiscencia serán capaces de juzgar y de gobernar científicamente, de modo que los
ciudadanos no dependerán de que acierten en sus decisiones a golpes de inspiración.
En el diálogo La República, Platón identifica la ciencia con el conocimiento
inteligible (conocimiento intelectual), que está dirigido a las Ideas, cuya realidad sólo
se puede captar con la razón (alma, inteligencia), mientras que la opinión (doxa) es el
conocimiento sensible, que tiene como objeto las realidades del mundo físico, sobre
las que no puede existir propiamente ciencia, pues ciencia sólo puede haber acerca de
objetos permanentes y universales.
NÓESIS, EPISTÉME
NÓESIS (CONOCIMIENTO, INTUICIÓN)
(CONOCIMIENTO) DIÁNOIA
(CIENCIA) (PENSAMIENTO DISCURSIVO)
PÍSTIS (CREENCIA)
DÓXA
(OPINIÓN) EIKASÍA (IMAGINACIÓN)