Platón 2023

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BLOQUE FILOSOFÍA ANTIGUA

PLATÓN
1.- Vida y obra
Arístocles de Atenas, apodado Platón («el de anchas espaldas»), nace, probablemente, el
año 428-427 a.n.e. en Atenas. Pertenecía a una familia noble. Su padre, Aristón, se pr o-
clamaba descendiente del rey Codro, el último rey de Atenas. Su madre Períctiona, des-
cendía de la familia de Solón, el antiguo legislador griego. Era además hermana de
Cármides y prima de Critias, dos de los treinta tiranos que protagonizaron un golpe de
estado oligárquico el año 404. Platón tuvo dos hermanos, Glaucón y Adimanto, y una
hermana, Potone.

Platón tuvo una educación esmerada en todos los ámbitos del conocimiento. Es pos ible
que se iniciara en la filosofía con las enseñanzas del heracliteano Crátilo. A los veinte
años (407) tiene lugar el encuentro con Sócrates: acontecimiento decisivo para Platón.
Sócrates contaba entonces 63 años y se convertirá en su único maestro hasta su muerte.
Tanto por sus relaciones familiares, como por vocación, Platón tuvo la intención de ade n-
trarse en la vida política. Pero, según narra en la Carta VII, dos sucesos decisivos le hicie-
ron desistir de ello. Durante el régimen de los treinta tiranos sus parientes (Critias,
Cármides) y conocidos le invitan a colaborar con el gobierno, pero las acciones cr imina-
les iniciadas por el nuevo gobierno desilusionaron a Platón. Los exiliados del partido
democrático se rehicieron y con el apoyo del pueblo ateniense, derrotaron a los oliga r-
cas. Al principio los hombres del nuevo gobierno utilizaron una gran moderació n, votan-
do incluso una amnistía, para poner fin a la guerra civil, pero bajo el nuevo gobierno
(399) tiene lugar el proceso y condena de Sócrates.

La injusticia del orden oligárquico y los errores de la democracia conducen a Platón a


orientar su pensamiento en el sentido en encontrar un fundamento sólido para poder
instaurar un orden justo: «Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verd a-
dera filosofía y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia
en la vida pública y en la vida privada. Así, pues, no acabarán los males para los hombres
hasta que llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder o hasta que los jefes
de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad no se pongan verdaderamente a
filosofar»

En la obra de Platón, escrita casi toda ella bajo la forma de diálogos, podemos disti nguir
cuatro etapas. Una primera etapa de juventud en la que los diálogos tratan temas es-
pecíficamente socráticos. No suelen llegar a una conclusión final sino q ue dejan la cues-
tión abierta. Apología de Sócrates, Ión, Lisis, Cármides, Eutifrón, Protágoras. La etapa
de transición profundiza en las cuestiones socráticas y plantea un primer esbozo de su
teoría de las ideas. Hipias menor, Hipias mayor, Gorgias, Menexeno, Menón, Crátilo,
Eutidemo. Una tercera etapa de madurez en la que Platón perfecciona su teoría de las
ideas. Fedro, Fedón, El banquete, República. En su vejez Platón reconsidera críticamen-
te sus planteamientos, problematizando su propia teoría. Parménides, Teeteto, Timeo,
Filebo, El Sofista, El Político, Critias, Las Leyes.
2.- Contextos cultural y filosófico
2.1.- Contexto cultural
La filosofía de Platón no puede desvincularse del contexto cultural, social y pol ítico en el
que nace. Platón es un personaje íntimamente vinculado a los avatares de su tiempo, se
mueve en un horizonte de problemas muy concreto siempre ligado a las situ aciones de
su época y tiene unas intenciones muy definidas a la hora de construir su filosofía.

Platón vive una situación histórica de aguda crisis político-social, derivada de la derrota
de Atenas en la guerra del Peloponeso contra Esparta. Atenas es una ciudad vencida que
hay que reconstruir. En el contexto histórico - cultural tenemos que señalar que Atenas
vive una época “dorada”, sobre todo con Pericles. La democracia alcanza su máximo
apogeo, los ciudadanos intervienen en los asuntos públicos y ocupan cargos políticos
aunque los esclavos, las mujeres y los metecos están excluidos.

Se produce un esplendor cultural pues Atenas en el siglo V es la polis dominante en Gre-


cia destacando los poetas trágicos Esquilo -Los siete contra Tebas-, Sófocles -Edipo rey-
y Eurípides -Electra y Medea-. En escultura, además de Policleto y Lisipo, destaca Fidias,
también pintor, que participa en la construcción de la Acrópolis y el Partenón. En todas
estas obras la armonía y proporcionalidad son esenciales.

En lo político Pericles marca el periodo de esplendor. Todo cambia tras la guerra del P e-
loponeso, que termina con la derrota de Atenas ante Esparta y la instauración del régi-
men oligárquico de los 30 tiranos. La crisis ateniense se extiende al campo cultural, do n-
de los antiguos proyectos arquitectónicos y urbanísticos se paralizan ante la crisis
económica. No obstante, aun existen grandes creadores como el escultor Praxíteles -
Afrodita de Cnido-. En el terreno literario solo las comedias de Aristófanes -Las nubes- y
los estudios históricos de Jenofonte -Helénicas, historia de las guerras el Peloponeso-
pueden compararse con los creadores de la época de esplendor.

Atenas, siendo una democracia, disfrutaba de una organización social en la que las ideas
de isonomía (igualdad ante la ley) y el consiguiente derecho a hablar ante la asamblea
(isegoría) propiciaba un modo de vida muy alejado del conservadurismo. Entre los ciuda-
danos atenienses el trabajo físico está mal considerado y, aunque son propietarios de
tierras y realizan actividades comerciales, dedican la mayor parte de su tiempo, además
de a su participación en la vida política, al ocio, a la preparación física en los gimnasios, a
las reuniones en el ágora o en sus propias casas con sus amigos, en las que se tratan
cuestiones de todo tipo: culturales, políticas, filosóficas…

Platón visitó diversas escuelas filosóficas de Asia Menor y Sur de Italia, intentó influir en
los reyes de Siracusa (Dionisio I y Dionisio II). En el año 387 a.C. fundó en Atenas la Ac a-
demia, con la intención de formar a los futuros sabios-gobernantes.

2.2.- Contexto filosófico


Atenas tuvo una economía floreciente, libertades democráticas, poco peso de la religión,
afluencia de extranjeros y estaba abierta a las innovaciones. Inmersa en un continuado
desarrollo cultural y artístico, se convirtió pronto en un lugar atractivo para filósofos de
todas partes. Atrajo a filósofos de la talla de Anaxágoras, que formó parte del llamado
círculo de Pericles, de Demócrito, pero sobre todo a los llamados sofistas, que fueron
bien recibidos en Atenas y durante muchos años se encargaron de la educación de los
jóvenes de las más destacadas familias atenienses, instruyéndolos en el arte de la orat o-
ria y del debate político, necesario para progresar en la vida política democrática at e-
niense.
Protágoras, Gorgias e Hipias son algunos de los más conocidos sofistas que e stuvieron
en Atenas, centrados en cuestiones del lenguaje, de antropología y sociología, desde
posturas relativistas en lo político y en lo moral, diferenciándose así de los filósofos jón i-
cos, que habían manifestado una preocupación más centrada en el estudio de la natur a-
leza y cierta proximidad, por su interés por la lógica, con las escuelas itálicas de Elea.

Es sin duda su maestro Sócrates quien ejerce mayor influencia en Platón, al igual que en
otros jóvenes que fundaron escuelas filosóficas basadas en sus enseñanzas, las llamadas
escuelas socráticas menores, como Euclides de Megara (escuela de Megara), Fedón de
Elis (escuela de Elis), el ateniense Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el con o-
cido Diógenes de Sinope) y Aristipo de Cirene (escuela cirenaica).

Platón integra y recoge en su pensamiento los planteamientos más significativos de la


filosofía anterior. El dualismo metafísico, lo uno y lo múltiple, la esencia y la apariencia.
El inmovilismo del Ser de Parménides es tomado para construir un mundo de ideas pe r-
manente e inmutable. Por otro lado, el mundo de las cosas sensibles recogerá los cara c-
teres de movilidad, materialidad y relatividad propios de Heráclito, el atomismo y la
sofística, respectivamente.

Del pitagorismo, con el que entra en contacto en sus viajes a Sicilia, tomará la inmortali-
dad del alma y las matemáticas como modo de acercamiento a las ideas. El alma es i n-
mortal, pero se reencarna en los cuerpos (prisión). Para los pitagór icos todo lo que hay
es número, todo lo cognoscible tiene número, la estructura de lo real es numérica. Las
matemáticas son la clave para la comprensión de lo real.

El espíritu de Sócrates empapa toda la filosofía de Platón al concebir el conoc imiento


como conocimiento de lo universal, defender el intelectualismo moral y centrar su interés
en cuestiones de tipo ético-político. Rechaza el relativismo de los sofistas y busca la de-
finición universal, mediante un método inductivo.

3.- La filosofía platónica


3.1.- Objetivo de su filosofía
Su filosofía tiene una finalidad claramente práctica, política y en su Academia pretende
educar a los futuros gobernantes-filósofos. Su ilusión: crear un Estado en el que la muer-
te de Sócrates -el mejor, más sabio y justo de los hombres conocidos- resulte imposible.

Platón fue fundamentalmente un pensador político. Su proyecto fue elaborar el esbozo


(utópico) de una ciudad ideal y un programa de educación de los ciud adanos, en especial
de los gobernantes. Este proyecto y este programa se encuentran recogidos en la R e-
pública. Y se puede considerar que el resto de las doctrinas de Platón giran en torno a
este proyecto básico. La salvación de la ciudad sólo es posible si quienes gobiernan son
filósofos que conozcan qué es - la "idea"- la verdadera justicia.

Platón lleva a término la labor iniciada por su maestro Sócrates y explícitamente se opo-
ne a las doctrinas de los sofistas. Si " el ser humano es la medida de todas las cosas "
(Protágoras), entonces palabras como "bien" y "justicia" significarán lo que cada uno
quiera que signifiquen. Si las leyes son sólo producto del acuerdo entre los ciudadanos,
entonces su modificación estará en manos de los más influyentes. Y si lo justo es el der e-
cho del "más fuerte", entonces no habrá límites para la ambición de los poderosos. Es
preciso, pues, que la justicia sea algo que se substraiga a las opiniones, algo que mida la
rectitud de las leyes, algo a lo que se deban someter hasta los más fuertes: la "idea" de la
justicia. Pero descubrir esa "idea" no es tarea fácil. Sólo los filósofos lo consiguen de s-
pués de una ardua educación.
3.2.- Influencias filosóficas en Platón
En la exposición de la teoría de las ideas podemos apreciar numerosas influencias de
filósofos anteriores a Platón. De Heráclito toma la noción de mundo se nsible sometido a
cambio permanente, de Pitágoras hereda la importancia que concede a la geometría,
hasta el punto de poner como inscripción en la entrada de la Academia: " No entre aquí
nadie que no sepa geometría" y proponer a los entes matemáticos como intermediarios
en nuestro camino hacia las ideas. De Sócrates asimila gran parte de sus doctrinas (def i-
niciones, intelectualismo moral...), y a él le dedica casi todos sus diálogos. La influencia
de Parménides se aprecia en todas sus teorías sobre las ideas y la realidad del ser. Y
otras muchas tesis platónicas surgieron a propósito de la confrontación entre las tesis de
Heráclito y las de Parménides. La teoría de las ideas podría ser entendida como un inte n-
to de conciliar las ideas básicas, pero opuestas, de los principales filósofos anteriores .

El sofista Protágoras afirmó que todo conocimiento es relativo y que no existen verdades
absolutas, sin embargo Sócrates sostuvo que podemos hallar definici ones universalmente
válidas y comprensibles. Heráclito afirmó que las cosas, tal como nos muestran los senti-
dos, están en continua transformación, en constante fluir. No es posible la ciencia.
Parménides define un ser totalmente opuesto al de Heráclito. La vía de la verdad y de la
razón establecen que el ser es inmóvil, uno y eterno, por tanto, los sentidos nos engañan.

Desde este punto de vista podemos decir que Platón representa la primera síntesis f i-
losófica en la historia del pensamiento, al intentar una mediación entre el pensamiento
de Heráclito y el de Parménides. Esto le lleva a sostener, por un lado, que existen con-
ceptos estables, realidades permanentes, al mismo tiempo que, por otro lado, existen
también las cosas mutables y efímeras que nos muestra el conocimiento sensible. En
definitiva, postula la existencia de una doble realidad (el mundo de las ideas y el mundo
sensible) y dos formas de conocimiento (el conocimiento sensible y el intelectual o r a-
cional).

4. Metafísica: la estructura de la realidad.


4.1. La Teoría de las ideas
La educación de los filósofos-gobernantes concluye en el
Mundointeligible
momento en que descubren las ideas. ¿Qué son las ideas
para Platón? Palabras como "justicia"; "bondad" o "belleza" Ideas
no pueden ser sólo palabras que posean el significado que
cada cual quiera darles como afirma el relativismo de los Inmutables, eternas, inte-
sofistas. Deben representar algo en sí, y no sólo para-mí. De ligibles.
este modo, la palabra "justicia" debe expresar lo que es la
Mundo sensible
"justicia en-sí-misma" y no lo que a cada uno le parezca.
Cosas materiales
Podemos entender esto si tenemos en cuenta la influencia
que tuvo la matemática pitagórica en Platón. Platón se había Cambiantes, perecederas,
dado cuenta de que cuando los matemáticos trazaban la imperfectas.
diagonal de un cuadrado no estaban pensando en un cua-
drado cualquiera, sino en "el Cuadrado en-sí". Pensaban además que lo que es el Cua-
drado no es algo opinable, puesto que el Cuadrado es lo que es con indepe ndencia de lo
que se piense sobre él y de que haya sido descubierto o no. Pues bien, Platón pensó qu e
lo mismo sucedía con la justicia o la belleza. La justicia y la belleza tienen la misma reali-
dad que el Cuadrado. Y del mismo modo que sólo el matemático conoce el Cuadrado y
sus teoremas, sólo el filósofo conoce la justicia y la belleza, y otras ideas semejantes.
El aspecto fundamental de la teoría de las ideas es su carácter normativo e incluso utóp i-
co. Las ideas no representan lo que las cosas o las acciones humanas son, sino lo que
deben ser. Representan, pues, modelos ideales (o, simplemente, "ideales") a los que todo
debe tender. Quizá Platón se inspiró aquí en el trabajo de los artistas: "belleza" no es lo
que posee una estatua, sino lo que intenta plasmar. La belleza no es la estatua; es un
ideal, una idea que el artista busca.

Esta teoría puede ser llamada "idealismo" en un sentido muy particular: porque pretende
que lo ideal es lo más real de todo. De aquí deriva una concepción poco usual del polít i-
co, para Platón no es la persona práctica, eficaz o experta -el tecnócrata, de hoy-, sino
que el político es el gran idealista, el filósofo que intenta plasmar en la ciudad modelos
ideales preexistentes y eternos que él ha aprendido a descubrir.

4.2. Las ideas


Propiedad Descripción Las ideas son esencias -la traducción habitual de ei-
dos 1-, es decir, aquello por lo que una cosa, particu-
Eternas No han co-
lar, es lo que es. Así, la idea de la belleza es la belleza
menzado a
en-sí, y "aquello-por-lo-que" las cosas son bellas.
existir ni de-
Pero estas esencias no existen en las cosas cuya esen-
jarán de
cia son, que es la concepción filosófica más corriente,
hacerlo. In-
sino que existen separadas de las cosas particulares.
creadas.
Son entidades que poseen existencia real e indepen-
Inmutables No cambian. diente: cada idea es una substancia (ousía), algo que
existe en-sí como una realidad trascendente y no in-
Únicas Sólo hay una manente a las cosas.
idea para cada
tipo de reali- La teoría platónica implica, pues, una duplicación del
dad sensible. mundo, por un lado, el mundo visible de las cosas
particulares y por otro el mundo inteligible de las
Inteligibles Se pueden ideas. El mundo visible es un mundo fugaz, dominado
pensar o co- por el cambio continuo (Heráclito) y las cosas particu-
nocer por me- lares, al no tener en sí su propia esencia, carecen de
dio de la consistencia. En cambio, el mundo inteligible está
razón. compuesto por ideas que gozan de las características
del Ser de Parménides: cada idea es única, eterna e
Perfectas No se les pue-
inmutable. Las ideas no son cosas que se puedan ver y
de añadir nada
sólo la inteligencia las ve. Por eso se llaman ideas,
nuevo que las
etimológicamente 'visiones', en el sentido de algo que
haga mejores.
se ve o descubre.
Causas y Los entes ma-
La relación entre ideas y cosas es denominada me-
modelos de teriales parti-
diante expresiones diversas. Desde el punto de vista
lo sensible cipan de ellas
de las cosas, se dice que es una relación de participa-
y las imitan.
ción o imitación.

Las ideas se encuentran jerarquizadas. La idea suprema es la idea del bien o la belleza,
luego las ideas éticas o virtudes), las ideas estéticas, las ideas matemát icas, y, finalmente,
las ideas de cosas.

1
Palabra griega εἶδος que indica el aspecto exterior con significado de "forma", "aspe c-
to", "tipo" o "especie" que con Platón adquiere un significado filosófico: Teoría de las
Formas.
La teoría de las ideas fue revisada y criticada por Platón en los diálogos de la etapa críti-
ca. La teoría tropieza en una dificultad que Platón no quiso ocultar y es la relación entre
las ideas y las cosas. En el Parménides reconoce que los conceptos de particip ación e
imitación no explican bien esa relación. Por ejemplo, si la idea es participada por las c o-
sas, entonces parece perder su unidad y separación. En cuanto al concepto de imitación,
conduce al callejón sin salida del argumento del "Tercer Hombre" 2. Las dificultades pro-
ceden, sin duda, del carácter separado de las ideas y, quizá, Platón quiere decir que de s-
aparecerían si se aprendiera a no considerar las ideas como si fuesen cosas. En cualquier
caso, y pese a las dificultades presentadas, Platón afirma que hay que seguir admitiendo
la existencia de las ideas porque, si no, " no habría hacia dónde dirigir el pensamien-
to [...], y se destruiría totalmente el poder de la dialéctica " (Parménides, 135bc).

4.3. El mito de la caverna


Es una alegoría en la que se explica el dualismo ontológico, división de la realidad en
dos ámbitos o estratos con una dependencia causal, el mundo sensible y el mundo inte-
ligible. Por otro lado el dualismo antropológico, la situación de los hombres en razón de
su doble naturaleza de cuerpo y alma, y el camino que debe recorrer desde las sombras
hasta la contemplación de las ideas y por encima de todas ellas de la idea de bien. Es un
camino de purificación a través del conocimiento.
En tanto que habla de una doble realidad, el mito de la caverna constituye una explic a-
ción metafísica de la realidad, lo que está más allá de la física, lo que subyace o explica la
physis, pero también es una teoría del conocimiento. En República VII, párrafos I-III se
especifica qué ámbitos de la realidad podemos conocer y cómo lo hacemos, así como
cuál de las dos formas de conocimiento posible es la del conocimiento verdadero. Intr o-
duce, en este punto, la diferencia entre doxa y episteme, y posteriormente especificará
otras subdivisiones o niveles de conocimiento dentro de ellas. En definitiva, tenemos
cuatro niveles, el interior de la cueva o mundo sensible, nivel ínfimo de todo aquello que
tiene una existencia puramente imaginaria, simbolizado por las formas que se reflejan en
la pared opuesta de la entrada. El nivel de todas las realidades sensoriales del mundo
físico, zona intermedia entre el tabique y la entrada, el fuego y los porteadores de obj e-
tos.
El exterior de la cueva o mundo inteligible comienza con los números o entes matemáti-
cos que son realidades inteligibles pero ligadas de algún modo a lo sensible y, por lo
tanto, no puras, como los reflejos en el agua. Y por último, las ideas, simbolizadas por los
objetos exteriores, gracias a la luz del sol. Finalmente, podría percibir la luz del sol, “ no
ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino co ntem-
plarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito ”. El sol es la idea de bien, que está
por encima de todas las demás e ilumina el camino a seguir en el ascenso desde la cueva
hasta el exterior, a través de los distintos niveles de conocimiento. Es el camino que debe
seguir el alma del hombre.
Así, el mito de la caverna es la explicación de la situación de los hombres, cuya natural e-
za es doble, posee una naturaleza corpórea que le ata al mundo sensible y un alma, que
pertenece por afinidad y origen al mundo inteligible y que debe buscar el modo de l i-
brarse de esa cárcel cuerpo mediante la contemplación de las ideas y, fundamentalme n-
te, de la Idea de Bien.

2
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Actividades:
a) Clasifica en distintas categorías los siguientes objetos: mesa, pizarra digital, mochila,
bocadillo, boligrafo, silla, persiana, chaqueta, calculadora, cuaderno, percha, papelera,
camisa.
b) Explica las características comunes de cada categoría ¿Se pueden clasificar de formas
diferentes?¿Los elementos de cada categoría tienen elementos diferenci ales que pueden
compartir con los de otras categorías?
c) ¿Qué conclusiones extraes de ello?

5.- El ser humano


Las teorías platónicas del conocimiento y la política presuponen una concepción del ser
humano, una antropología y en especial una doctrina del alma.

Los presocráticos fueron materialistas porque el ser humano era un cuerpo an imado por
un alma principio de vida, también material. La única excepción son los pitagóricos, y en
ellos parece inspirarse Platón, quien defiende una concepción dualista del ser humano
que se compone de un cuerpo material y mortal, y un alma inmaterial e inmortal, aunque
a veces dice que " el ser humano es su alma ".

5.1. El alma
La doctrina platónica sobre el alma es bastante fluctuante y recurre con frecuencia a m i-
tos o a explicaciones simplemente probables. En el Fedro, sobre el amor, expone el mito
del carro alado, donde el alma es como un carro tirado por dos caballos, uno representa
las inclinaciones o impulsos nobles y el otro simboliza los apetitos y los deseos. El auriga
o conductor es la razón que debe dirigir ambos. Todo va bien mientras la razón gobierna
a la persona, pero cuando el deseo de placeres se desboca, la razón pierde el control, se
quiebra la unidad del alma y esta queda sujeta al mundo sensible.

Este mito establece una división tripartita del alma, expresión, quizá, de los co nflictos
éticos y psíquicos que el ser humano experimenta en sí mismo. La racional es inmortal,
inteligente, de naturaleza divina y situada en el cerebro. La irascible es fuente de pasio-
nes nobles, situada en el corazón e inseparable del cuerpo, mortal. La concupiscible es
fuente de pasiones innobles, situada en el vientre y también mortal.

Esta teoría del alma es también de algún modo dualista pues hay una parte inmortal del
alma, y otra mortal y ligada al cuerpo. Según el Timeo, el alma racional ha sido creada
directamente por el demiurgo 3 con los mismos elementos que el alma del mundo. Se
afirma así su inmortalidad y su carácter divino, es decir, su similitud con el mundo de las
ideas y da la posibilidad de conocerlas.

La inmortalidad del alma es una de las doctrinas fundamentales de Platón, y constituyó


una novedad filosófica. Platón dedica su diálogo Fedón a hacer la demostración. Sin e m-
bargo, él mismo reconoce que sus argumentos no son sino probables y que no disipan
todas las dudas. Lo mismo sucede con la doctrina de las reencarnaciones sucesivas del
alma.

5.2. El cuerpo
En cuanto al cuerpo humano, Platón mantiene una concepción bastante peyor ativa: el
cuerpo es un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide la contempl a-
ción de las ideas. Por eso, lo mejor que le puede pasar al filósofo es morir y la filosofía

3
Creador en griego. 1. m. Fil. En la filosofía platónica, divinidad que crea y armoniza el universo.
no es sino una preparación para la muerte. En el Fedro la unión del alma con el cuerpo se
presenta como castigo por algún pecado y es concebida como una unión puramente
accidental, como la del piloto en su nave o el músico con su instrumento. En el Timeo el
cuerpo es concebido menos peyorativamente y Platón afirma que puede estar en perfe c-
ta armonía con el alma.

Actividades:
a) ¿Que diría Platón del actual auge de los gimnasios, el deporte o l a cosmética?
b) Actualmente ¿La teoría de la inmortalidad del alma tiene efe ctos sobre la vida y las
decisiones morales de las personas?

6.- Teoría del conocimiento


6.1. Crítica a los sofistas
Platón coincide con Protágoras en que el conocimiento sensible es relativo, pero no ad-
mite que sea la única forma de conocimiento, ni que la verdad o falsedad no pueden
existir como absolutos, y estén sometidas a la relatividad de la sens ación. Afirma, como
Parménides, que hay otra forma de conocimiento propia de la razón y que se dirige a un
objeto distinto, las ideas. El verdadero conocimiento nos lo ofrece la vía de la razón, que
versa sobre el ser y no sobre el devenir, no está sometido a error y ha de ser infalible. El
conocimiento sensible, pues, no puede ser el verdadero conocimiento ya que no cumple
ninguna de esas características.

6.2. Teoría de la reminiscencia


La primera explicación del conocimiento que encontramos en Platón, antes de haber el a-
borado la teoría de las ideas, es la teoría de la reminiscencia (a námnesis) que nos ofrece
en el Menón. Según ella, el alma al ser inmortal lo ha conocido todo en su existencia
anterior, por lo que cuando creemos conocer algo lo que realmente ocurre es que el a l-
ma recuerda lo que ya sabía. Aprender es recordar. El alma ha conocido y puede recordar
las ideas. El contacto con la sensibilidad y el ejercicio de la razón, son los instrumentos
que provocarán ese recuerdo en que consiste el conocimiento. La teoría de la remini s-
cencia volverá a ser utilizada en el Fedón en el transcurso de una de las pruebas para
demostrar la inmortalidad del alma, pero Platón no volverá a insistir en ella como expl i-
cación del conocimiento.

6.3. Dialéctica
Al final del libro VI de la República Platón nos ofrece la explicación de la dialéctica, ba sa-
da en la teoría de las ideas. En ella se establece una correspondencia e stricta entre los
distintos niveles y grados de realidad -metafísica- y los distintos niveles de conocimiento
-gnoseología-. Fundamentalmente distingue Platón dos modos de conocimiento: la doxa
o conocimiento sensible y la episteme o conocimiento inteligible. A la primera le corre s-
ponde la realidad sensible y a la segunda la inteligible. El verdadero c onocimiento viene
representado por la episteme, dado que es el único conocimiento qu e versa sobre el ser
y es infalible. Efectivamente, el conocimiento verdadero lo ha de ser de lo universal, de la
esencia, de aquello que no está sometido a la fluctuación de la realidad sensible y ha de
ser, por lo tanto, conocimiento de las ideas.

6.3.1. Pasaje de la línea

Platón nos explica los grados del ser y su relación con los grados del conocer mediante
la conocida 'alegoría de la línea'. Representemos en una línea recta los dominios de los
sensible y lo inteligible, uno de ellos más largo que el otro, y que se encuentre en una
relación determinada con él, nos dice Platón. Dividamos cada uno de dichos segmentos
según una misma relación, igual a la precedente. Sobre la parte de la línea que represe n-
ta el mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a las imáge-
nes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas-,
la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras de la
naturaleza o del arte-. De igual modo, sobre la parte de la línea que representa el mundo
inteligible, la primera división corresponderá a las imágenes (objetos lógicos y matemát i-
cos), y la segunda a los objetos reales, las ideas.

Ontológico Idea del bien Epistémico

Inteligencia-conocimiento
Ideas morales a
Esencia 'noesis-episteme' Inteligible

'ousía' Geometría / Ideas de los Pensamiento discursivo


b
objetos de 'c' 'dianoia'

Creencia
Animales, objetos c
Devenir 'pistis'
Opinable
'génesis' Imágenes (sombras y Conjetura
d
figuras) 'eikasia'

Ignorancia/nada

En cuanto a los grados del conocer, si el mundo sensible es el mundo de la opinión o


doxa y el mundo inteligible el dominio de la ciencia o episteme, estamos autorizados a
formular la proposición siguiente: 'la opinión es a la ciencia lo que la imagen es al
original'. Las imágenes de los objetos materiales dan lugar a una representación conf u-
sa, que llamaremos conjetura (eikasía) y los objetos materiales dan lugar a una represe n-
tación más precisa, que comporta la adhesión del sujeto que las percibe y a la que llama-
remos creencia (pístis). En el mundo inteligible, las imágenes de las ideas como objetos
matemáticos dan lugar a un conocimiento discursivo, diánoia, mientras que las ideas
mismas dan lugar a un conocimiento intelectivo, nóesis, el conocimiento de la pura inte-
ligencia. La dialéctica es el proceso por el que se asciende gradualmente al verdadero
conocimiento, al conocimiento del ser, de lo universal, de la idea. Veamos más ampli a-
mente los grados del conocer.

6.4. Grados del conocer


Al igual que existen dos grados de realidad, existen dos grados de conocimiento que
garantizan distintos niveles de certeza. El conocer inteligible, fiable, llamado ciencia,
episteme, que tiene por objeto las ideas, junto con otro conocer sensible, poco fiable,
llamado opinión, doxa, que tiene por objeto el mundo material y sensible.

6.4.1. La doxa

Al nivel más bajo de la opinión lo llama eikasía y se basa en la percepción, tiene por
objeto las representaciones de la realidad sensible (dibujos, sombra s, reflejos...) y la con-
jetura o imaginación construida a partir de ellas. Quienes profieren juicios equivocados
sobre el mundo exterior se encuentran en una situación de eikasía, es decir, de imagin a-
ción. Parece que Platón quiere decir que el estado mental en el que se profiere un juicio
falso es parecido al de aquel que toma las visiones de las imaginaciones o de los su eños
como cosas reales o verdaderas.

El segundo nivel más elaborado, pero también fundado en la observación sensible es la


pistis o creencia. Intenta dar razón de lo sensible a partir de hipótesis explicativas aju s-
tadas a las observaciones. Se sirve del método hipotético-deductivo. Tiene por objeto las
cosas particulares, sin embargo para Platón no puede haber ciencia de ellas por carecer
éstas de estabilidad y plena realidad.

Nosotros podemos poseer una creencia razonable, basados en la experiencia p asada, de


que el cosmos y sus leyes tendrán en el futuro un funcionamiento un iforme y similar al
del pasado. Mas no poseemos absoluta certeza de ello. Además, el reino de la contin-
gencia, por ejemplo, las constituciones políticas- es incorrecto y / o injusto. Debemos
ajustarlo a un modelo o paradigma perfecto, ideal.

6.4.2. La episteme

La ciencia no sólo apunta a un objeto diferente, también es de naturaleza distinta, se


basa en el entendimiento. Su primer grado se denomina dianoia, pensamiento o razón
demostrativa o discursiva. Su objeto son las entidades matemáticas y su método el
axiomático-deductivo, se parte de unos axiomas (punto, segmento, triángulo), que no se
demuestran y se obtienen conclusiones. No es perfecto porque los axiomas son hipótesis
y porque se ayuda de representaciones sensibles para facilitar su discurrir. Las matemát i-
cas sirven de puente, facilitan el tránsito del mundo sensible al inteligible.

Lo específico de este tipo de conocimiento radica en que se trata de un conoc imiento


deductivo, así como en su coherencia interna, es decir, en la carencia de toda contradi c-
ción. Lo característico de los sensibles particulares es que en ellos anida la contradicción.

El grado más elevado es la noesis o visión inmediata, intuición intelectual de las ideas,
saber absoluto pleno y verdadero. Para alcanzar la noesis Platón nos remite a la dialéct i-
ca como método de análisis conceptual que permite descubrir el orden jerarquizado de
las ideas y ubicar a cada una en su lugar correspondiente, ese orden es a su vez el con o-
cimiento al que muy pocos ser humanos tienen acceso.

El entendimiento en la noesis que deja de lado todos los elementos sensibles, captando
las ideas y sus relaciones, los vínculos de inclusión-exclusión, como hace en el Sofista,
elevándose de idea en idea hasta la suprema, la idea de bien. A este momento se le de-
nomina dialéctica ascendente. Aquí la dialéctica sigue siendo el método socrático de
indagación y depuración de conceptos, que en Platón son ideas objetivas.

Hay también un momento de dialéctica descendente que se corresponde con el camino


de vuelta en el mito de la caverna y consiste en partir de la idea suprema o de ideas ge-
nerales para precisar el lugar concreto de una idea en la estructura ordenada y jerárquica
del mundo de las ideas sin recurrir para nada a la experiencia.

Actividad:
a) ¿En qué se diferencia y en qué se parecen la ciencia platónica y la actual?

7. Ética: la virtud
El conocimiento se sirve de la dialéctica y del amor y es el camino hacia las ideas. Pero
también necesita de la virtud, pues es la única que puede enseñarle el camino hacia el
bien y la justicia. Para Platón ningún ser humano aislado tiene capacidad para ser bueno
o sabio, necesita a toda la comunidad política, al Estado. En la práctica, esto si gnifica que
sólo la virtud y el Estado hacen posible el acceso a las ideas, aunque sean las ideas el
fundamento último de la virtud y del Estado. Esta especie de círculo conceptual culmina
la filosofía platónica, que tiene una clara intención ética y política.

Platón maneja el término virtud en su obra con tres perspectivas. La virtud como sabidu-
ría es el concepto socrático, que Platón nunca llegó a abandonar por completo. Quien
adquiere esta virtud alcanza un saber de orden superior, del conocimiento de las ideas
de bien, justicia, valor, piedad y belleza, que representan la cumbre del alma humana. De
esta manera intenta Platón superar el relativismo en relación con la virtud que sostenían
los sofistas. Estaba convencido de que existe lo justo-en-sí y que no depende de culturas
ni tradiciones o sociedades. Además, intentó unificar todas las virtudes en la idea del
bien.

En el Fedro y en el Fedón, la virtud es purificación, el hombre virtuoso es aquel que puri-


fica su alma de las pasiones y prescinde cada vez más del cuerpo para poder acceder
mejor al mundo de las ideas. Es un concepto de virtud cargado de resonancias pitagór i-
cas. Pero en el Filebo, donde se discute si para la ética es más importante el saber o el
placer, Platón admitirá que la vida buena y virtuosa es una vida mixta en la que hay que
saber aceptar el placer con moderación.

Por último, en la República, Platón define la justicia, la virtud fundamental, como armon-
ía. Consiste en " el acuerdo de las tres partes del alma, exactamente como los tres
términos de una armonía: el de la cuerda grave, el de la alta y el de la media "
(443d). La armonía surge en el alma cuando " cada parte hace lo que le es propio "
(441e), de tal manera que " dominen o sean dominadas entre sí conforme a natura-
leza " (444d). Lo cual significa que la parte racional, prudencia, debe guiar a la parte
agresiva, valentía, y ambas dominar a la apetitiva, moderación. El que lo consiga será
armonioso y justo. Por eso la virtud es la " salud, belleza y bienestar del alma " (444e) y
la justicia es la armonía del ser humano. Tenemos aquí, formulada por primera vez, la
división de la virtud en cuatro categorías fundamentales: prudencia, fortaleza y tem-
planza, como las tres partes del alma y justicia como la armonía que resulta así en el
alma virtuosa.

Actividades:
a) En el debate entre etnocentrismo y y multiculturalismo explica cual sería la posición de
Platón.
b) Contrasta tu idea de felicidad con las propuestas de Platón.

8. Política: la ciudad ideal


En la República se describen los rasgos principales de la ciudad ideal y es una utopía
política que Platón fracasó al intentar llevar a la práctica en Siracusa como vimos en el
contexto cultural.

La polis o ciudad-Estado nace como consecuencia de que los individuos aislados no pu e-


den satisfacer sus necesidades vitales. Al reunirse se origina la característica más no toria
de la ciudad, la división del trabajo, fundamentada en el hecho de que no todos los seres
humanos son iguales, sino que tienen capacidades naturales distintas. Platón distribuye,
pues, a los ciudadanos en tres estamentos distintos y jerarquizados, los gobernantes, los
guardianes y los artesanos-labradores. Cada uno se encarga de una función distinta: go-
bierno, defensa y producción.
La ciudad ideal tiene carácter ético y ha de ser una ciudad justa donde los ciudadanos
sean virtuosos. Platón establece una clara correlación entre el alma y el Estado: " En el
alma de cada uno hay las mismas clases que en la ciudad y en el mismo número "
(441c). La estructura de la ciudad se encuentra reflejada en el alma (y viceversa). Es decir,
cada estamento de la ciudad se corresponde con una parte del alma, y a cada uno de
ellos le corresponde la misma virtud, que está de acuerdo con su función en la ciudad.

PARTES DEL ALMA CLASES SOCIALES VIRTUDES

Racional Gobernantes, filósofos Prudencia

Irascible Guardianes, guerreros Fortaleza

Apetitiva Artesanos y labradores Templanza

La ciudad ideal platónica es gobernada por una aristocracia de la virtud y el saber, no de


la sangre. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el dere cho
del más fuerte , como pretendían algunos sofistas, sino que se inspirarán en la conte m-
plación del orden inmutable de las ideas. Platón pensaba, por tanto, que " el saber otor-
ga el poder ", pero que éste debe ser ejercido con justicia, no en beneficio propio, sino
en el de la ciudad. La tarea de gobernar recaerá, pues, sobre aquellos que conozcan las
ideas, es decir, sobre los filósofos.

Es ésta una de las características novedosas de la República, que choca frontalmente con
la práctica habitual en la época y merece la explicación que nos ofrece Platón en el libro
VI. El filósofo pasa por ser un personaje extravagante en la Atenas de la época y ocupado
en sus estudios e investigaciones no parece ser el individuo idóneo para dirigir la ciudad.
Pero en la ciudad ideal que ha de ser gobernada de acuerdo con la idea de bien, los úni-
cos que alcanzan ese conocimiento son los filósofos por lo que ha de ser a ellos a quie-
nes les corresponda gobernar, pues son los únicos que alcancen el conocimiento de d i-
cha idea. La mejor forma de gobierno posible es aquella en la que un filósofo gobierne.

La República entra en una detallada descripción de cómo debe ser la ciudad ideal. Los
aspectos fundamentales expresan las condiciones de posibilidad de la ciudad ideal . La
educación es lo más importante, pues el Estado platónico es ante todo un Estado educa-
dor, aunque Platón no prevé educación ninguna para el estamento inferior. El segundo
punto, mucho más controvertido es de la teoría platónica de la eugenesia: " que los me-
jores se acoplen con las mejores lo más posible, y los peores al contr ario " (459d).
Platón sigue sorprendiendo con la abolición de la familia y de la propiedad privada, co-
munismo, en los dos estamentos superiores, como medio para garantizar la igualdad y la
concordia entre todos. Por último Platón defiende la igualdad de la mujer, ya que " no
existe en la administración de la ciudad ninguna función que sea propia de la
mujer como mujer, ni del varón como varón, sino que las dotes naturales están
diseminadas indistintamente en unos y otros " (455d).

8.1. Formas políticas


Platón elaboró también una teoría de la evolución de las formas políticas. Teoría no co-
rroborada por la misma historia de Grecia, pero que revela un aspecto esencial de su
teoría política y es que el devenir histórico de los Estados conduce necesariamente a su
degradación, en contra del optimismo de Protágoras, para quien la historia significaba
progreso. A la aristocracia, forma más perfecta, le sucede necesariamente la timocracia o
dominio del ansia de honores y ambición de los guerreros, luego la oligarquía o gobier-
no de unos pocos, por lo general ricos y poderosos; y más tarde la democracia, el pueblo
llano, demos, elimina a los ricos. La democracia significa la igualdad de todos y la máx i-
ma libertad en la que cada uno escoge su forma de vida. Pero como la oligarquía había
descuidado la educación del pueblo, la democracia no puede durar mucho y conduce a la
tiranía, ruina definitiva del Estado: " de la extrema libertad surge la mayor esclavi-
tud " (564a).

Actividades:

a) ¿Qué elementos conservadores y progresistas observas en la política platón ica? Explica


si te parecen más cercanas a la actualidad las tesis sofísticas o las socráticas.

b) ¿Qué es preferible el orden o la libertad?

9. Cosmología
De la cosmología sólo se ocupó Platón al final de su vida en el Timeo, quizá movido por
su fracaso al intentar poner en práctica su teoría política. Del cosmos, el mundo de las
cosas, dice Platón que tuvo que nacer, porque es visible, tangible y tiene cuerpo. Un art í-
fice divino, el demiurgo o creador fue la causa activa e inteligente que lo formó, ins-
pirándose Platón, quizás, en el Nous de Anaxágoras. El demiurgo se limitó a ordenar la
materia en el espacio, siguiendo el modelo de las ideas eternas. Según Platón, el demiur-
go quiso que todas las cosas fueran buenas, e hizo el mundo más bello y mejor posible,
actuando conforme a un fin, un plan que explica por qué el mundo es así y no de otra
manera. Platón se opone con esto a las explicaciones mecanicistas de los presocráticos y
adopta una explicación teleológica.

El cosmos que el demiurgo crea es un gigantesco ser vivo, divino, que envuelve y encie-
rra a todos los seres vivos visibles. Dado que es un ser vivo, el cosmos posee un alma
formada por el demiurgo que da movimiento a todo y que se identifica con el cielo. El
cosmos tiene una figura perfecta, es esférico y tiene a la tierra en el centro. Alrededor
están las esferas de los planetas y todo rodeado por la esfera de las estrellas fijas, a las
que Platón, recogiendo ideas de una religión astral, considera como dioses. Todo, en
conjunto, responde a proporciones numéricas y armonías musicales.

Platón hace una reinterpretación matemática de la teoría de los cuatro eleme ntos de
Empédocles. Al fuego le corresponde un tetraedro, a la tierra, el cubo, el octaedro equi-
vale al aire y el icosaedro al agua. En el Timeo puede advertirse una fuerte influencia
pitagórica pues Platón considera que el demiurgo ha creado el cosmos siguiendo una
armonía matemática. Esta creencia platónica de que tras las apariencias en la naturaleza
se esconden leyes matemáticas será muy influyente en la revolución científica del s. XVI.

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