Reglas de La Tilde

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http://dx.doi.org/10.30920/letras.89.129.

Organización del sistema de reglas de la tilde en el español:


fundamentos lingüísticos
Organization of the orthographic accent rule system in Spanish: Linguistic
Foundations

Luis Alberto Mamani Quispe


Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú
Universidad de Ciencias y Humanidades, Lima, Perú
Contacto: lmamaniq@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-3781-8688
Resumen
Tras mostrar que las reglas vigentes del acento gráfico en español exhi-
ben incoherencias e inconsistencias, en el presente trabajo se plantea una
manera diferente de organizarlas. Para desarrollar la propuesta se ha re-
currido a la teoría de los sistemas complejos debido a que las normas del
acento gráfico están incardinadas en el sistema de escritura del español
y a que se relacionan con unidades del sistema lingüístico. Ello nos ha
permitido mostrar que la organización de las reglas no puede realizarse
al margen del ordenamiento de las palabras. Teniendo como base esto
último se propone cuatro clases de tildes sin reglas generales, sin excep-
ciones y sin reglas de carácter prohibitivo. La principal consecuencia, en
términos de su utilidad, es que la enseñanza de la tilde no puede empezar
por las reglas generales, sino por las palabras con hiato.

Palabras clave: Acento gráfico; Teoría de sistemas complejos; Ense-


ñanza de la tilde

Abstract
After showing that the current orthographic accent rules in Spanish ex-
hibit incoherencies and inconsistencies, this paper proposes a different
way of organizing them. Due to the fact that the orthographic rules are
embedded in the Spanish writing system and that they are related to the
linguistic system units, the complex system theory has been used to de-
velop this proposed organization. This has allowed us to show that the
organization of the rules cannot be done without taking into account the
word order. Based on the latter, four classes of accent marks are pro-
posed, without general rules, without exceptions and without rules of a
prohibitive nature. The main consequence, in terms of its usefulness, is
that the teaching of the orthographic accent use cannot begin with the
general rules, but with the words that have hiatus

Keywords: Orthographic accent; Complex system theory; Written ac-


centuation teaching
Recibido: 12.02.17 Aceptado: 18.02.18

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Luis Alberto Mamani Quispe

Introducción
Un tipo de error sistemático en el empleo de la tilde por parte de quienes han
iniciado o van a iniciar sus estudios universitarios acontece en las palabras que
presentan el hiato que Portilla (2003) denomina acentual (avería, increíble, etc.).
Parece que se incurre en este error no solo en España (Pujol, 2005) y Perú (Porti-
lla, 2003), sino en otros países de habla hispana porque la tilde en estas palabras
supone una contradicción a las reglas generales; así, el hablante se vería obligado
a realizar operaciones de gestión de la información (Mamani, 2013).
Esa sistematicidad estaría vinculada a la homogeneidad con que se progra-
man los contenidos de dicho tema en la escuela obligatoria hispánica. Si bien
algunos currículos no muestran información sobre tal aspecto, los de Chile (Mi-
neduc, 2012; 2016), Ecuador (Ministerio de Educación, 2016) y Perú (Minedu,
2009) exhiben casi la misma secuencia: reglas generales, reglas excepcionales,
tilde diacrítica y cuestiones periféricas (tilde en extranjerismos, mayúsculas, etc.).
Esta misma sucesión se halla en los manuales de ortografía.
El origen de esta uniformidad en la secuencia de contenidos es el ceñimiento
a la forma en que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la
Lengua Española (RAE & ASALE, 2010) presentan las normas del acento gráfi-
co: reglas generales, tilde en las palabras con secuencias vocálicas, tilde diacrítica
y casos marginales. Y lo que origina este orden es la certeza de la existencia de
reglas generales.
La primera regla general establece que los monosílabos se escriben sin til-
de. Como es obvio, esta norma afecta solo a los monosílabos, no a las palabras
en general. Por tanto, esta regla está en las mismas condiciones que aquella que
señala que se tilda las palabras con hiato acentual. Por otra regla general, se escri-
ben con tilde las palabras agudas terminadas en vocal o en vocal seguida de <n>
o <s>. En análoga condición se hallan las reglas, también denominadas genera-
les, de las palabras graves, esdrújulas y sobreesdrújulas. Como es evidente, estas
normas comprenden solo a un tipo particular de palabras, por lo cual, no podría
corresponderles la denominación de generales. Por ello, se puede afirmar que en
el sistema de reglas del acento gráfico (en lo sucesivo SRAG) vigente las reglas
generales no parecen gozar de tal estatus.
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Esa primera regla general, además, es prohibitiva: los monosílabos no se


tildan (RAE & ASALE, 2010). También son prohibitivas las normas de la tilde
diacrítica que determinan que no se tildan las palabras que son cuasihomófonas
de las formas que sí se escriben con esta marca (quién, dónde, cómo, etc.). El
problema con este tipo de reglas es que se contradice el propósito del SRAG:
identificar en la escritura la sílaba tónica.
Por otra parte, en las reglas de la tilde identificamos dos asimetrías: i) solo
a una pequeña cantidad de monosílabos y de polisílabos le corresponde acento
gráfico; pero para los primeros se ha creado tanto una regla general que indica
ello como algunas normas específicas en la tilde diacrítica que señalan qué mo-
nosílabos no se tildan; en contraste, para los polisílabos no se ha creado ninguna
regla para ello, ni general ni específica. ii) Lo excepcional de la tilde en algunos
monosílabos ha dado lugar a la creación de la tilde diacrítica; pero no se ha creado
una clase de tilde para los polisílabos con hiato acentual (día, raíz, etc.) que se
tildan como excepción a las normas generales.
Lo expuesto nos permite afirmar que el modo en que el SRAG está organi-
zado no es el más adecuado. Si el criterio cuantitativo expresado en que las reglas
generales “afectan a todo un ámbito de la escritura” (RAE & ASALE, 2010, p. 11)
es inadecuado para organizar las reglas, lo crucial es la identificación del criterio
pertinente.
Si el propósito del SRAG es indicar en la escritura la ubicación del acento
prosódico (RAE & ASALE, 2010), entonces sus reglas se limitan a señalar las
características que deben cumplir determinadas palabras para poder ser escritas
con tilde. Las normas, por su naturaleza, hacen referencia a unidades lingüísticas,
no las crean. Es decir, hay palabras agudas, graves o esdrújulas no porque el
SRAG lo declare, sino porque existe un sistema en el que dichas unidades son
admitidas con tales propiedades. Por ello, el ordenamiento del SRAG no puede
ser ajeno a la organización de las unidades con las que se vincula. La cuestión
es determinar cómo se pueden vincular ambos ordenamientos. La lingüística nos
proporciona información acerca de las maneras en que están organizadas las uni-
dades lingüísticas en su sistema, pero ello no tiene una automática proyección en
la organización de las normas. Por esa razón, debemos recurrir a algún medio que
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nos permita establecer esta relación. Por los resultados que se han conseguido en
algunos ámbitos diferentes al que aquí nos ocupa, en esta labor nos pueden ser de
utilidad los aportes de la teoría de sistemas complejos (Ramírez, 2014).
Si la suposición de que el SRAG tiene reglas generales y excepcionales que
han determinado la programación de su enseñanza en la escuela obligatoria, un
ordenamiento diferente de dichas reglas, con el fundamento respectivo, tendría
como consecuencia una programación distinta, sobre todo si no se postulan reglas
generales. Los beneficiados directos de los resultados de este trabajo serían los
aprendices de la normativa, debido a que un SRAG óptimamente organizado sería
más fácil de aprender que uno inconsistente o incongruente.

1. Marco de referencia
1.1. Antecedentes
No hemos podido conocer trabajos académicos que hayan abordado explícita-
mente la manera en que está organizado el SRAG. Debido a que vamos a cues-
tionarlo, haremos explícito el ordenamiento que proponen la RAE y la ASALE
(2010). La forma en que presentan las normas no permite advertir su organización
interna, por tanto, para establecerla se identificarán las clases de palabras que
están incluidas en cada norma y luego se determinará el criterio según el cual
pueden ser agrupadas. Así, las palabras comprendidas en las reglas generales ex-
hiben alguna de estas características: agudas, graves, esdrújulas, sobresdrújulas,
con diptongo, con triptongo, con hiato, los adverbios que culminan en -mente y
los monosílabos. Respecto de estas reglas, se admite la existencia de dos tipos de
excepciones: i) las palabras con hiato acentual; y ii) algunos monosílabos y polisí-
labos a los que les corresponde la tilde diacrítica. Entonces, se puede afirmar que
en el SRAG vigente hay tres clases de tildes: i) reglas generales; ii) tilde diacrí-
tica; y, iii) una tilde sin nombre, que se aplica en las palabras con hiato acentual.
La primera de estas tildes abarca normas de dos tipos: i) positivo; ii) prohibitivo.
Las normas positivas son cuatro, cada una de las cuales regula la tilde en las si-
guientes clases de palabras: a) agudas; b) graves; c) esdrújulas y sobresdrújulas;
y d) adverbios terminados en -mente. La regla prohibitiva es la que señala que los
monosílabos se escriben sin tilde.
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La tilde diacrítica incluye también reglas de ambos sentidos: positivo y ne-


gativo. Las primeras regulan la tilde de la conocida lista de monosílabos y las
palabras interrogativas y exclamativas. Las prohibitivas corresponden a los pares
cuasihomófonos de las palabras interrogativas y exclamativas (v. g. los relativos
“que”, “donde”; la conjunción “que”, etc.).
La tercera clase de tilde, la innominada, presenta una sola regla en sentido
positivo: se tilda la vocal cerrada de los hiatos acentuales.

1.2. La teoría de los sistemas complejos


El enfoque sistémico centra su óptica en buscar las relaciones entre elementos
que aparentemente se presentan desvinculados. Emerge como un esfuerzo por
superar las limitaciones de los enfoques analítico-reduccionistas y sus principios
mecánico-causales (Arnold, 1998; Echeverría, 2010; Earls, 2011). Rodríguez
(2011) identifica tres perspectivas en los estudios de la complejidad: i) ciencias
de los sistemas complejos; ii) pensamiento complejo; y iii) teoría de los sistemas
complejos.
El planteamiento de García (2006), la teoría de los sistemas complejos (en
lo sucesivo TSC), es una metodología de trabajo interdisciplinario y a la vez un
marco conceptual que fundamenta sobre bases epistemológicas dicho trabajo.
García (2006; 2011) identifica dos tipos de sistemas: i) descomponibles, cuyas
partes pueden ser aisladas y modificadas independientemente unas de otras; ii)
complejos, cuyos elementos están organizados por niveles con dinámicas propias,
pero interactuantes, lo que causa que cambien por reorganizaciones sucesivas.
Un sistema complejo es inevitablemente una construcción del sujeto (Echeverría,
2010; Duval, 2014). Es una propuesta de organización de un recorte de la reali-
dad. El investigador selecciona las situaciones, los fenómenos o los procesos y
conforma con todo ello una entidad que tiene un funcionamiento especial. En esta
labor de selección, el científico es guiado por las preguntas a las que pretende dar
respuesta en su investigación (García, 2006; Duval, 2014).
La identificación y la selección de “datos”, que proveerán el soporte empíri-
co de su estudio, estarán determinadas por dos elementos: i) el marco epistémico:

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cómo define los objetivos de su investigación orientados por el tipo de preguntas


a las cuales intenta responder; ii) de dominio empírico: datos de la experiencia
que serán privilegiados por la investigación, en virtud de su relación con las pro-
pias concepciones del investigador.
Sobre la naturaleza epistemológica de su perspectiva, García (2006) afirma
que ningún sistema está dado en el punto de partida de la investigación. Por ello,
la definición adecuada de un sistema solo puede surgir en el transcurso de la pro-
pia investigación y para cada caso particular. Y acerca de los fundamentos empí-
ricos de su propuesta señala que no se aceptará la explicación del funcionamiento
de un sistema si las constataciones empíricas la refutan.
El procedimiento de trabajo que propone García (2006) comprende las si-
guientes fases: i) reconocimiento general de los problemas que se procura inter-
pretar y para los cuales se intenta encontrar solución; ii) análisis de estudios ante-
riores realizados sobre aspectos diversos de dicha problemática; ii) identificación
de elementos y relaciones para caracterizar, en primera aproximación, un sistema
que involucre la problemática referida en las fases 1 y 2; iv) planteamiento de
hipótesis de trabajo; v) identificación de la problemática a investigar en cada sub-
sistema para verificar o refutar las hipótesis sobre sus funciones dentro del siste-
ma; vi) investigaciones disciplinarias de los problemas identificados; vii) primera
integración de los resultados que se obtuvieron en la fase vi; viii) repetición de
las fases v y vi en relación con la nueva definición del sistema; ix) segunda inte-
gración de resultados y nueva redefinición del sistema; x) repetición sucesiva de
las fases viii y ix tantas veces como sea necesario hasta llegar a una explicación
coherente que dé cuenta de todos los hechos observados y responda a las pregun-
tas que han ido surgiendo en el proceso descrito.

2. Propuesta de organización del SRAG


2.1. Justificación de un abordaje individual
Alegamos tres razones para la viabilidad de la TSC en la presente investigación, que
se ha iniciado sin la intervención de un equipo multidisciplinario: i) los estudios sec-
toriales pueden ser individuales (García, 2006); ii) lo característico de un sistema

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complejo, las propiedades emergentes, no está reñido con una investigación unidisci-
plinaria; y iii) hay trabajos individuales de índole lingüística, como los realizados por
Martínez (2010) o López (2013), sin coordinaciones multidisciplinarias en sus inicios.

2.2. Caracterización de los sistemas


El SRAG, por ser creado, no tiene dinámica propia y tampoco presenta propieda-
des emergentes. No es un sistema complejo, sino descomponible (García, 2006);
así, sus constituyentes, tras proporcionar su aporte al sistema del cual forman
parte, no generan en este el surgimiento de propiedades cualitativamente diferen-
tes a ellos. Es decir, la suma de reglas solo genera un conjunto de reglas. A pesar
de ello, persistiremos en la TSC por lo siguiente: i) con este marco hay sustento
teórico para relacionar el ordenamiento del SRAG con la ubicación que tiene en
el sistema de escritura; ii) debido a que el SRAG es un sistema artificial, su orga-
nización es inconcebible al margen del ordenamiento de las unidades lingüísticas
con las que se vincula; y iii) las reglas de la tilde se relacionan con unidades que
pertenecen al sistema lingüístico, que es complejo.
En lo referente al sistema lingüístico, Baicchi (2015) señala que es un siste-
ma complejo adaptativo. Cada componente (fonológico, morfológico, etc.) tiene
una dinámica propia y lo que emerge de su interacción es algo cualitativamente
diferente de cada uno de ellos. Por otra parte, el sistema como una totalidad se
adapta a los cambios diacrónicos que experimentan sus componentes, cuyas diná-
micas son diferentes. Entonces, al presentar propiedades emergentes y reestructu-
raciones sucesivas, es complejo.

2.3. El SRAG como parte de la escritura


El SRAG forma parte del sistema de escritura de la lengua española. Su rol es per-
mitir representar el acento de algunas palabras. Por otra parte, si se tiene en cuen-
ta que ha sido creado para ser aprendido, el SRAG se relaciona con el sistema
cognitivo del aprendizaje. Al ser esta su condición, debe cumplir dos exigencias:
i) ser lo más asequible posible al sistema del aprendizaje; ii) representar lo más
fielmente posible las unidades lingüísticas respectivas. No se debe olvidar que el

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sistema lingüístico y el del aprendizaje están en posesión del hablante, mientras


que el SRAG, como parte del sistema de escritura, tiene carácter exógeno.
El sistema de unidades lingüísticas con el que el SRAG se relaciona no está
identificado. Saber que la tilde representa el acento de algunas palabras es apenas
una orientación, pues al ser un suprasegmental, debe coaparecer siempre con otras
unidades, y la ubicación exacta de estas se desconoce. Ello contrasta con lo que
ocurre con el sistema de grafemas (SIGRA en lo que sigue), pues se sabe que se
vincula con los fonemas segmentales; y este saber permite hablar de una relación
de emparejamiento, incluso en casos de poligrafía, ya que un fonema está asociado
a un grafema. Esto difiere de lo que ocurre en el caso de la tilde: i) es excepcional
que a un acento le corresponda una tilde; ii) el acento es un suprasegmental, por lo
que debe aparecer asociado a otras unidades lingüísticas; iii) para registrar la tilde de
algunas palabras, se requiere considerar necesariamente el SIGRA; y iv) para poder
aprender el SRAG inevitablemente se tuvo que haber aprendido el SIGRA. Por lo
señalado, se podría afirmar que aprender el SRAG difiere de aprender el SIGRA.

2.4. El SRAG y el sistema lingüístico


Silva-Corvalán (2001) y Moreno (2008) nos recuerdan que una lengua no es un
sistema real, es una idealización. Esta construcción teórica sirve para aglutinar
una serie de dialectos que tienen entre sí determinadas semejanzas gramaticales.
Un dialecto sí puede considerarse un sistema lingüístico, pues comprende un sis-
tema fonológico (inventario de fonemas y sus posibilidades combinatorias), un
sistema morfológico (morfemas y sus combinaciones), etc. Un hablante adquiere
un dialecto y es con este que va a aprender el SRAG; tendrá menos o más difi-
cultades según posea uno u otro dialecto: si las reglas involucran la letra <s>, los
hablantes seseantes y ceceantes tendrán más dificultades para dominar el SRAG.
Entonces, la escritura es la representación gráfica de dialectos semejantes.

2.5. Los sistemas implicados en las reglas


Al ser natural y hallarse en la mente del hablante, el sistema lingüístico no puede
interactuar con el SRAG. Al haber sido creado para regular la representación grá-
fica del acento, el SRAG debe poder enlazarse con las unidades lingüísticas que
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lo portan. La manera en que ello se logra es mediante las reglas; y debido a que
estas son enunciados, el vínculo se consigue a través de menciones a las unidades
que van a ser consideradas en la normativa. Y no hay que olvidar que para la tilde
la unidad de referencia es la palabra escrita, entonces la relación con el sistema
lingüístico es a través de un sistema en el que se regula cómo se escriben las pa-
labras. Entonces, el primer sistema con el que el SRAG se vincula es aquel donde
se regula la conformación de la palabra escrita (SIPAE en lo que sigue).
En cuanto a las menciones de las reglas, algunas se refieren a unidades identi-
ficables por el lugar en el que presentan el acento: agudas, graves, esdrújulas y so-
bresdrújulas. Esto supone reconocer la existencia de un subsistema en el que estas
son admitidas con tales propiedades. Ese subsistema sería aquel donde acontece
la asignación del acento (Núñez & Morales-Front, 1999; RAE & ASALE, 2011;
Hualde & Colina, 2014); el mismo donde, según la conformación de la palabra, se
tiene que optar por una de las tres ventanas de acentuación. En este subsistema, las
unidades ya han experimentado sus procesos de formación y cuentan con las mar-
cas de concordancia respectivas. Se trata de palabras morfosintácticas (Radford,
Atkinson, Britain, Clahsen, & Spencer, 2000) (SIPA en lo sucesivo). Pero en el
SIPA, no hay palabras sobresdrújulas (Núñez & Morales-Front, 1999; Hualde &
Colina, 2014); esas unidades solo existen en la escritura porque la RAE y la ASA-
LE (2010) han establecido que los enclíticos se escriban unidos a la forma verbal
con la que coaparecen. Entonces, las sobresdrújulas pertenecen al SIPAE. Por otra
parte, en el SIPA hay unidades sin acento, y tales unidades no pueden ingresar al
SRAG pues su propósito es regular la representación gráfica del acento. Entonces,
el sistema con el que el SRAG se relaciona exactamente es solo una parte del
SIPA: el sistema de palabras con acento (SIPACA en lo que sigue).
Otras reglas de la tilde se refieren a la pertenencia de las palabras a ciertas
categorías: pronombres personales, palabras interrogativas, palabras exclamati-
vas, etc. Entonces la relación con el SIPACA se consolida, pues todas sus uni-
dades portan este tipo de información. Se debe mencionar que la asignación del
acento toma en cuenta la categoría gramatical (RAE & ASALE, 2011; Hualde &
Colina, 2014).

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Finalmente, al tener reglas que mencionan letras, el SRAG debe conectarse


con el SIGRA. Esta relación no es directa porque indicar que solo se tilda las
agudas y graves que culminan en determinadas letras supone primero un enlace
con el SIPACA y recién desde allí, otro con el SIGRA. Todo lo indicado se puede
apreciar en la figura 1.

2.6. La información de las reglas


Determinar cómo está organizado el SIPACA exige recurrir al modo en que las
normas se han enunciado, pues la única manera en que alguna palabra puede in-
gresar al SRAG es a través de las menciones de su normativa. Ordenará nuestra
tarea la noción de coherencia textual de De Beaugrande y Dressler (2005): las
configuraciones de los conceptos y las relaciones que subyacen al texto son acce-
sibles entre sí e interactúan de modo relevante. Entendemos que por esta exigen-
cia toda norma del SRAG debe contener obligatoriamente información acerca del
acento. A su vez, una regla será coherente si codifica dos tipos de información: i)
la que se refiere al total de unidades válidas para la norma (por ejemplo, todas las
palabras agudas, todas las graves, etc.); y ii) la que señala a qué unidades de ese
total les corresponde tilde (v. g. de todas las agudas, solo las terminadas en vocal o

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en vocal seguida de <n> o <s>). Es decir, si una regla establece a qué palabras les
corresponde tilde, ello supone necesariamente alguna clase de totalidad a la cual
pertenecen dichas palabras. Está claro que la cantidad de unidades comprendidas
en el segundo tipo de información no puede ser mayor a la del primer tipo.
En cuanto a la información del primer tipo se debe indicar que la sumatoria
de cada total de cada norma da por resultado el universo de unidades válidas para
el SRAG; si una palabra no está descrita en dicha información, no entra a él. Por
otro lado, por el segundo tipo de información obtenemos el total de palabras que
serán tildadas. Por ello, la información que emplearemos para ordenar el SIPACA
será la del primer tipo. No consideraremos las reglas prohibitivas, pues no logran
establecer ninguna conexión.

2.7. Universo de palabras que ingresa al SRAG


En este apartado se extraerá de cada regla la información correspondiente al pri-
mer tipo y luego se discutirá su pertinencia en la organización de las unidades
respectivas.
Para empezar, la tilde diacrítica actual hace referencia a dos tipos de pa-
labras: monosílabos y polisílabos interrogativos y exclamativos. Entonces, tan-
to el monosilabismo como la pertenencia a estas categorías serán las primeras
características a ser consideradas en la organización de las palabras. Es decir,
ingresan al SRAG los monosílabos con acento y los polisílabos interrogativos y
exclamativos, y estos últimos no por ser graves, sino por su adscripción a estas
dos categorías.
Las palabras agudas son el universo de la segunda norma, y así entran al
SRAG. Lo mismo sucede con las palabras graves, que constituyen la totalidad
de unidades de la tercera regla. También ingresan todas las esdrújulas y sobres-
drújulas, pues conforman el total de expresiones de la cuarta regla, aunque estas
últimas no son tomadas del SIPACA. Asimismo, el hiato acentual es otra propie-
dad relevante para la conformación de otra totalidad; o sea, toda palabra que lo
presente ingresa al SRAG por tal condición, no por ser aguda o llana. Finalmente,
existe una regla cuyo total de unidades son los adverbios terminados en -mente,

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que ingresan al SRAG por presentar dos acentos, pues para decidir su tilde se los
descompone en dos constituyentes y se somete al primero a las reglas generales.
A diferencia de lo que ocurre con los monosílabos, no hay en las normas una
mención explícita a los polisílabos, pero la referencia a las agudas, llanas, etc.,
supone considerar su naturaleza polisilábica. Lo mismo se puede decir de las pa-
labras con hiato acentual y de las unidades con dos acentos. Esto quiere decir que
el SIPACA, según demandas del SRAG, está organizado en dos grandes grupos:
i) monosílabos; y ii) polisílabos.
El grupo de monosílabos no puede ser dividido, pues en el SIPACA solo
hay unidades con acento. En el grupo de polisílabos, ello sí es necesario pues
algunos ingresan por ser agudos, otros por ser graves, etc. Sobre ello, lo común a
las palabras agudas, graves y esdrújulas es que exhiben solo un acento principal;
en consecuencia, el criterio para haberlas clasificado de esta manera es el lugar
del acento. Estas palabras conforman un grupo distinto del que está compuesto
por las que tienen dos acentos, unidades inclasificables por el lugar del supraseg-
mental. Entonces, entre los polisílabos hay que diferenciar entre estos dos grupos
de palabras. Por lo tanto, el número de acentos es un criterio pertinente para la
clasificación de las palabras según las exigencias del SRAG.
Por otra parte, si hay polisílabos que ingresan al SRAG por ser interrogativos
o exclamativos, entonces en el grupo de polisílabos con un acento se debe separar
este grupo de aquel otro constituido por unidades clasificables por el lugar en el
que lo presentan.
La existencia de una regla cuya totalidad de unidades son las palabras con
hiato acentual obliga a realizar otra división al interior de los polisílabos con un
acento: por un lado, los que presentan este tipo de hiato y, por otro, los que care-
cen de él.
Entonces, el SIPACA se organiza según los criterios siguientes: número de
sílabas, número de sílabas tónicas, lugar de la sílaba tónica, ocurrencia del hiato
acentual y adscripción a las clases de palabras interrogativas o exclamativas. La
figura 2 lo ilustra.

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2.8. Propuesta de organización del SRAG


2.8.1. Condiciones y criterios
Cada regla que se proponga presentará los dos tipos de información señalados:
i) total de palabras pasibles de aplicación de la regla (TOP en lo sucesivo); ii)
requisitos que deben cumplir las unidades, de ese total, para ser escritas con tilde;
es decir, la condición para la tildación (CT en lo que sigue).
El SIPAE presenta grupos terminales, que pueden verse en el extremo dere-
cho de la figura 3. Cada grupo terminal será el TOP de una regla. Ninguna unidad
del SIPAE puede quedar fuera del SRAG. Por lo dicho, si cada grupo terminal
de palabras es el TOP de una regla y esta se limita a señalar cuáles de ese total
deben ser escritas con tilde, es imposible que se pueda originar una regla de tipo
prohibitivo.

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Por otra parte, la existencia de estos grupos terminales de palabras muestra


que en el SRAG no puede haber reglas generales: si cada grupo terminal es el
TOP de una regla, dicho grupo aglutinará siempre un conjunto de propiedades
particulares. La única posibilidad de postular una regla general es que su TOP
comprenda todo el universo de palabras y su CT incluya todas las que reciben
tilde. En ese caso, el SRAG tendría una única regla.
En lo referente a las excepciones a las reglas, se puede afirmar que emerge-
rán solo si, paradójicamente, toman en su TOP unidades que rebasan su marco de
regulación. Ese sería el caso, en el actual SRAG, de la “regla general” que admite
como TOP a todas las palabras llanas; esta norma indica en su CT que se escriben
con tilde las que terminan en secuencia consonántica o en cualquier consonante
menos <n> o <s>. Sin embargo, sin cumplir estas condiciones, se tilda las graves
que presentan hiato acentual y las palabras interrogativas y exclamativas. Esto
quiere decir que en el TOP de esta norma no pueden estar todas las graves.

2.8.2. Inventario de reglas


Si sabemos que cada grupo terminal le corresponde a una regla, entonces tendría-
mos las siguientes: primera, para todos los monosílabos; segunda, para los polisí-
labos interrogativos y exclamativos; tercera, para las palabras con hiato acentual;
cuarta, para las agudas; quinta, para las graves; sexta, para las esdrújulas; séptima,
para las sobresdrújulas; y octava, para los adverbios en -mente. La figura 4 ilustra
lo dicho.

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Lo anterior equivale a decir que la primera regla tiene como TOP los mo-
nosílabos con acento; la segunda, las palabras interrogativas y exclamativas; la
tercera, las palabras con hiato acentual y así consecutivamente. Lo que sigue es
señalar para cada regla su respectiva CT. La relación CT-TOP impide que el nú-
mero de unidades de la CT sea superior al del TOP, por lo que no habrá reglas
prohibitivas ni excepciones.
Entonces, la regla cuyo TOP son los monosílabos señala en su CT que se
registran con tilde los pronombres /tu/, /mi/, /el/, /si/; los adverbios /si/ y /mas/;
las formas verbales /de/ y /se/; las palabras interrogativas y exclamativas; y, final-
mente, el nombre /te/ y su plural /tes/. No hay razón para formular una regla para
tildar las nominalizaciones de estas palabras, debido a que ello es intrínseco a la
función metalingüística del lenguaje: cualquier elemento lingüístico puede usarse
como representante de sí mismo (Loureda, 2009).
La segunda regla, cuyo TOP son los polisílabos interrogativos y exclamati-
vos, indica en su CT que a dichas palabras les corresponde tilde. Que el número
de unidades de la CT coincida con el del TOP no infringe la coherencia de la
norma. Algo similar ocurre con la tercera regla: en su TOP y en su CT están las
palabras con hiato acentual. La cuarta norma, de palabras agudas en el TOP, in-
dica en su CT que se tildan las que terminan en vocal, y vocal seguida de <n> o
<s>. La quinta, de las palabras graves como total, dice en su CT que se tilda las
que culminan en secuencia consonántica y en cualquier consonante menos <n> y
<s>. La CT de la sexta regla, de palabras esdrújulas en el TOP, indica que todas
esas palabras se tildan. Por la CT de la séptima regla, se tildan las palabras sobres-
drújulas, con lo cual se cubre todas las palabras de su TOP. Finalmente, la regla
cuyo TOP son los adverbios terminados en -mente, dispone que se escribe con
tilde aquellos cuyo primer constituyente fónico resulta comprendido en alguna
CT luego de haber sido reingresado al SRAG.

2.8.3. Agrupación de reglas


Por la forma en que se relaciona con el sistema cognitivo del aprendizaje y con
el SIPAE, la organización del SRAG no puede ser autónoma. Y el propósito de

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agrupar reglas es que se facilite su aprendizaje. El SRAG cuya organización re-


produzca la del SIPAE sería más fácil de aprender, pues se trata del mismo patrón
para ambos sistemas. Si los ordenamientos fueran diferentes se tendría que apren-
der dos patrones diferentes.
La unión de reglas exige cumplir dos requisitos: i) los TOP deben tener algo
en común y las CT deben poder fusionarse; ii) la unión debe corresponder a algu-
na agrupación de terminales en el SIPAE. Así, no podrá unirse la sexta con la oc-
tava regla porque en el TOP de la sexta hay palabras esdrújulas, mientras que en el
de la octava, unidades con dos acentos. A diferencia, existe compatibilidad entre
las unidades del TOP de la segunda regla (graves interrogativas y exclamativas)
y las del TOP de la quinta (graves no interrogativas ni exclamativas), pero hay
incompatibilidad entre las CT correspondientes: la de la segunda regla establece
que todas las palabras de su TOP van con tilde; la de la quinta, que solo las que
terminan en secuencia consonántica y en cualquier consonante menos <n> y <s>.
La unión de estas dos reglas, daría lugar a excepciones.
Por lo señalado, el primer conjunto de reglas estaría constituido por la cuar-
ta, quinta, sexta y séptima, pues sus TOP son compatibles. Estas normas toman
palabras con el acento en las sílabas última, penúltima, antepenúltima y antes de
la antepenúltima, respectivamente. En cuanto a las palabras comprendidas en sus
CT, también hay compatibilidad: las terminaciones de las agudas a ser tildadas
no se entrecruzan en absoluto con las terminaciones de las graves a ser tildadas
y, según las CT de la sexta y la séptima, se tildan todas las palabras de su TOP.
Además, esta unión se corresponde con una agrupación de palabras existente en
el SIPAE.
En el caso de la segunda y la tercera regla, las unidades de sus TOP son dife-
rentes: se trata de polisílabos graves interrogativos y exclamativos en la segunda
y de palabras con hiato acentual en la tercera. Ambas CT comprenden a todas las
palabras de sus TOP. Entonces, si las CT y los TOP son completamente diferentes
la unión carece de sentido. Además, en el SIPAE estos dos grupos solo tienen
en común ser polisílabos con un acento. Los motivos expuestos hacen también
inviable la unión de la primera y la tercera regla.

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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos

Tratándose de la primera y la segunda regla, sus TOP no se entrecruzan: en


la primera, están todos los monosílabos; en la segunda, solo los graves interro-
gativos y exclamativos. En sus CT tampoco hay entrecruzamiento: en la primera
se encuentran los monosílabos conocidos (mí, tú, quién...) y en la segunda, todas
las palabras que aparecen en su TOP. Además, en los TOP y en las CT de ambas
reglas hay palabras interrogativas y exclamativas. Esto favorece la unión porque
ambos tipos de palabras pueden ser incluidas en un solo TOP y en una única CT;
por tanto, se tendría lo siguiente: i) monosílabos, palabras interrogativas y excla-
mativas en el TOP; y ii) palabras interrogativas, exclamativas y los monosílabos
de la lista que ya conocemos en la CT. Si bien esta unificación no se corresponde
con algún agrupamiento de unidades en el SIPAE, tampoco lo violenta.
En las reglas tercera y octava, las palabras de sus TOP no se entrecruzan;
hay palabras con hiato acentual en la tercera y palabras con dos acentos en la oc-
tava. Sus CT tampoco guardan alguna semejanza. Por tanto, la agrupación carece
de sentido pues en el TOP y en la CT resultantes la información se mantendría
separada.
Entonces, proponemos cuatro clases de tildes: i) diacrítica; ii) de hiato acen-
tual, denominación justificada en otro trabajo (Mamani, 2013); iii) tópica, nombre
también justificado (Mamani, 2013); iv) de reinicio, nombre que se sustenta en
que su CT obliga a descomponer el adverbio, mantener en suspenso el sufijo
-mente y someter el adjetivo respectivo al TOP que lo pudiese admitir y según
ello evaluar si cumple con la CT respectiva. De ese modo, para decidir si se tilda
/friamente/, nos quedamos con el adjetivo /fria/, el cual es un polisílabo con hia-
to acentual, por lo que va al TOP de la tilde de hiato acentual y según su CT le
corresponde acento gráfico en la vocal cerrada. En el caso de /fasilmente/, el ad-
jetivo /fasil/ es un polisílabo no interrogativo ni exclamativo y sin hiato acentual;
por ello, le pertenece a la tilde tópica y, según su CT, debe tildarse por tratarse de
una grave terminada en <l>. Y en lo referente a /kruelmente/, el adjetivo /kruel/ al
ser un monosílabo con acento está en el TOP de la tilde diacrítica y al no figurar
en la lista de su CT, tendrá que escribirse sin acento escrito. Lo señalado puede
verse en la figura 5.

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3. Discusión
3.1. Diferencias con la propuesta de la RAE y la ASALE
Nuestra propuesta es muy diferente de la oficial. El TOP de la tilde diacrítica vi-
gente está constituido por las siguientes palabras: i) los ocho monosílabos que ya
se conoce (y “tés”); ii) las palabras interrogativas y exclamativas; y iii) las pala-
bras átonas cuasihomónimas de las que conforman el grupo dos mencionado. La
CT de esta tilde comprende a todas las unidades de su TOP, para indicar cuáles se
tildan y cuáles no. En contraste, en el TOP de nuestra tilde diacrítica hay dos tipos
de unidades: i) todos los monosílabos con acento; y ii) los polisílabos interroga-
tivos y exclamativos. Y la CT de esta tilde incluye solo dos grupos de palabras:
i) la lista de monosílabos ya conocidos; y ii) todas las palabras interrogativas y
exclamativas (monosílabas y polisílabas).
En cuanto a la tilde tópica, su TOP está integrado por todos los polisílabos
no interrogativos ni exclamativos y sin hiato acentual. Ello comprende a todas
las esdrújulas y sobresdrújulas, y casi todas las agudas y graves. La CT de esta
tilde engloba a todas las esdrújulas, sobresdrújulas, agudas terminadas en vocal
o en vocal seguida de <n> o <s>, y graves terminadas en secuencia consonántica
y cualquier consonante menos <n> o <s>. En el SRAG oficial lo que se parece a
la tilde tópica son las reglas generales, pero el TOP de estas normas es vasto: i)
todos los monosílabos que deja de lado la tilde diacrítica; ii) los polisílabos no
interrogativos ni exclamativos; y iii) los polisílabos con dos acentos. En su CT, se
puede identificar lo siguiente: i) todos los monosílabos de su TOP, pero para indi-
car que no les corresponde tilde; ii) las agudas que terminan en vocal o en vocal
seguida de <n> o <s>; iii) las graves que culminan en secuencia consonántica y
en cualquier consonante menos <n> y <s>; iv) todas las esdrújulas; v) todas las
sobresdrújulas; vi) los polisílabos con hiato acentual, considerados aquí como
excepciones; y vii) los adverbios culminados en -mente que se derivan de un
adjetivo al cual le corresponde tilde.
Así, la organización del actual SRAG no encaja con el ordenamiento del
SIPAE. Si la primera regla general señala que los monosílabos “no se acentúan
nunca gráficamente, salvo en los casos de tilde diacrítica” (RAE & ASALE, 2010,

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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos

p. 231), entonces unos monosílabos se adscriben a las reglas generales y otros


a la tilde diacrítica. Es decir, hay monosílabos en el TOP de las reglas genera-
les (<da>, <di>, <por>, etc.) y en el de la tilde diacrítica (<dé>, <sé>, <quién>,
<dónde>, etc.). Para que este SRAG case con el sistema de palabras, habría que
considerar los monosílabos sin acento, por lo cual estaríamos ante un sistema dis-
tinto del SIPAE, pues este no contiene tales unidades. En este hipotético sistema,
las subdivisiones, en los monosílabos, serían las siguientes: i) por un lado estarán
los que poseen acento (<pan>, <ron>, <dé>, etc.) y por otro los que carecen de él
(<de>, <quien>, <sin>, etc.); ii) entre los que tienen acento se debe apartar los in-
terrogativos, exclamativos y los de la consabida lista (<dé>, <él>, <quién>, etc.)
del resto de monosílabos tónicos (<ron>, <miel>, etc.); 3) entre los monosílabos
sin acento se agrupará por un lado a los que no son cuasihomófonos de las pala-
bras interrogativas y exclamativas (<sin>, <por>, <con>, etc.) y por otro a los que
sí son cuasihomófonos de esas palabras (<que>, <quien>, <cual>, etc.).
Esta situación se complica más porque en la tilde diacrítica vigente, además
de monosílabos, hay polisílabos; y la CT de esta tilde señala que los polisílabos
interrogativos y exclamativos se tildan y que sus respectivos cuasihomófonos no.
Entonces, el TOP de la tilde diacrítica no solo incluye a los polisílabos interroga-
tivos y exclamativos, sino también a sus respectivos cuasihomófonos inacentua-
dos. Ello obliga a realizar otra subdivisión en el grupo de los polisílabos: i) por un
lado tendremos polisílabos con un acento; y ii) por otro, polisílabos sin acento en-
tre los cuales estarán los cuasihomófonos señalados. Esta relación entre el SRAG
imperante y el sistema de palabras se puede apreciar en la figura 6.

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Esta falta de correspondencia se debería a que en la creación del SRAG, y


posteriores modificaciones, no se habría considerado que las palabras conforman
un sistema. Una de las consecuencias de ello es que se sobrevalora el rol de la
cantidad de palabras comprendidas en las reglas, lo que da lugar a la creación
de las reglas generales. Esta visión tampoco percibe como una contradicción la
existencia de reglas prohibitivas, a pesar de que violentan los siguientes princi-
pios y funciones instituidos por la RAE y la ASALE (2010): i) principio B (la
función del SRAG no es distinguir entre palabras tónicas y átonas); ii) principio
K (de economía); iii) función prosódica (la tilde señala la sílaba acentuada); y iv)
función diacrítica (la tilde distingue la forma tónica de la átona). En el caso de las
palabras con dos acentos, se habría decidido por su descomposición morfológica
porque no se considera que el SRAG se aplica a la palabra escrita (SIPAE) y que
esta se basa en la palabra morfosintáctica (SIPACA).

3.2. Palabra escrita y palabra morfosintáctica


Considerar que la palabra escrita se estructura sobre la palabra morfosintáctica
brinda fundamento para haber suprimido la regla por la que se escribían con tilde
los verbos con enclíticos si tenían esta marca antes de la adjunción del clítico:

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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos

“murióse”, “déme”, “sélo”, “deténte”, etc. (Ramírez, 1993). Esta norma era con-
traproducente con la noción “palabra escrita”, ya que obligaba a la descomposi-
ción morfológica de dicha unidad.
Suponemos que ignorar que la tilde se aplica a la palabra escrita ha causado
que en el actual SRAG se haya dispuesto que ‘tés’, se registre con tilde. Si la base
de la palabra escrita es la palabra morfosintáctica, entonces “té” es una palabra
distinta de “tés”. La lasitud en este aspecto puede conducir a que en el futuro se
pueda admitir la tilde en ‘qués’, plural de ‘qué’ nominalizado, y así consecutiva-
mente. Además, si la justificación para tildar “tés” es la probable confusión con el
plural del nombre de la letra “te”, sería inconsistente pues al tener distinto género
gramatical sus contextos son muy diferentes.
Asimismo, la descomposición morfológica de los adverbios en -mente a
efectos de la tilde cuestiona su estatus de palabras: el adjetivo es una palabra
distinta del adverbio resultante de la combinación con -mente.

3.3. Algunas consecuencias de nuestra propuesta


3.3.1. Conocer las palabras antes que el SRAG
Si el ordenamiento del SRAG está determinado por la organización del SIPAE
(que se organiza según el SIPACA), este debe dominarse plenamente antes que
el SRAG. Nuestra propuesta sirve incluso para señalar la secuencia: la oposición
polisílabo/monosílabo se aprenderá primero. Luego se debe saber distinguir entre
polisílabos con un acento y polisílabos con dos acentos. Posteriormente, de entre
los polisílabos con un acento se debe diferenciar entre tres grupos: i) interrogati-
vos y exclamativos; ii) palabras con hiato acentual; iii) polisílabos no interrogati-
vos ni exclamativos y sin hiato acentual. Finalmente, dentro de los polisílabos no
interrogativos ni exclamativos y que no contengan hiato acentual, se debe realizar
una distinción de las palabras por el lugar del acento (véase la figura 3).

3.3.2. La enseñanza del SRAG


Tras haber aprendido la organización del SIPAE, se emparejará cada grupo termi-

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nal de palabras con las clases de tildes propuestas. Ello significa que después de
exponer en qué consiste el acento escrito se tendrá de señalar que existen cuatro
clases de tildes y enseguida limitarse a indicar el TOP de cada clase. Con esta
simple asociación, el aprendiz sabrá que a cada clase de tilde le corresponde un
conjunto de palabras con características específicas.
El siguiente paso implica decidir por cuál clase de tilde empezar. Para ello
se requiere considerar la información de cada CT, pues allí se exponen los requi-
sitos que deben satisfacer las palabras para poder ser escritas con acento gráfico.
La CT con más especificaciones será más difícil de aprender porque se procesa
una mayor cantidad de información. Como la única clase de tilde que en su CT
tiene las mismas palabras que en su TOP es la tilde de hiato acentual, esta será la
primera en enseñarse. Con este mismo criterio, la siguiente clase de tilde a im-
partir sería la tópica, pues para las esdrújulas y sobresdrújulas los TOP y las CT
respectivos comprenden las mismas unidades; en las agudas, la CT incluye las
que terminan en vocal y en vocal seguida de <n> o <s>; y la CT de las graves solo
abarca a las que culminan en cualquier secuencia consonántica y en cualquier
consonante que no sean <n> o <s>. Se seguirá con la tilde diacrítica, pues su CT
contiene las palabras interrogativas y exclamativas; el nombre “té” y su plural; los
pronombres “mí”, “tú”, “él”, “sí”; las formas verbales “sé” y “dé”; los adverbios
“sí” y “más”. La última tilde a abordar será la de reinicio ya que su CT supone la
descomposición de la palabra, la reubicación del adjetivo en cualquiera de los tres
TOP anteriores y el cumplimiento de los requisitos de la CT que correspondiese.

3.3.3. Rendimiento de principios


Respecto del ordenamiento de reglas vigente, el propuesto guarda mayor cohe-
rencia con el principio A del acento escrito (RAE & ASALE, 2010) (solo las
palabras tónicas son susceptibles de ser tildadas) porque ni siquiera ingresan al
sistema las palabras átonas. Asimismo, al no tener reglas prohibitivas, cumple en
mayor grado el principio B (la función de la tilde no es distinguir entre palabras
tónicas y átonas). Finalmente, se maximiza el principio K (se empleará el menor
número de tildes), aunque aplicado al número de reglas.

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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos

3.3.4. Diferentes tipificaciones de errores


Si un hablante que inicia sus estudios universitarios escribe “No sé por que se
fué Andrés”, según lo propuesto, solo ha infringido nuestra tilde diacrítica, por lo
cual en la corrección se trabajará la identificación de los monosílabos (parte del
TOP) y dentro de ese grupo a cuáles les corresponde acento gráfico (según la CT
respectiva). En cambio, para la RAE y la ASALE, se trataría de equivocaciones
tanto en la tilde diacrítica (por “qué”) como en las reglas generales (por “fue”);
por consiguiente, en la corrección se deberá realizar dos acciones: i) reforzar la
idea de que por regla general los monosílabos no se tildan, pero excepcionalmente
algunos sí, por la tilde diacrítica; ii) reforzar las reglas de la tilde diacrítica. Asi-
mismo, si otro hablante del mismo nivel de instrucción escribe “El alcaide sentia
lástima por Dario”, en nuestra óptica, ha incurrido en un error focalizado en la
tilde de hiato acentual. Por lo tanto, la corrección se limitará a señalar que estas
palabras están en el dominio de la tilde de hiato acentual razón por la cual se tilda
la vocal cerrada de dicha secuencia. Pero en la propuesta oficial, se trata de un
problema en las excepciones de las reglas generales; por lo tanto, se optará por lo
siguiente: i) se tendrá que admitir que esas palabras son graves terminadas en vo-
cal; ii) se deberá señalar que tales vocablos se tildan por ser casos excepcionales
al presentar hiato acentual.

3.3.5. Las palabras de dos acentos


Para tratar los adverbios culminados en -mente se dispone de tres alternativas: i)
tildarlos todos; ii) tildar algunos; iii) no tildar ninguno. Cualquiera de estas tres
posibilidades puede expresarse en la CT de la regla respectiva. Sería preferible
evitar la tercera, porque ello supondría una regla prohibitiva. Como se conoce,
la RAE y la ASALE han optado por la segunda y la forma en que lo han hecho
violenta la relación SRAG-SIPAE, ya que cuestiona su estatus de palabras al des-
componerlos en dos partes. Si se sigue la primera alternativa, debido a que una
palabra solo puede tener una tilde, se debe decidir si esta representará la primera
sílaba tónica o la segunda. Optar por la tilde en la segunda sílaba tónica respeta la
condición de palabras que tienen estas unidades, pero genera dos inconvenientes:

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i) contraviene la regla de las palabras graves que terminan en vocal; y aunque se


pueda argüir que estos adverbios no son propiamente palabras llanas por poseer
dos acentos, ello no anula el que estas palabras presenten intensidad en la penúlti-
ma sílaba; y ii) se carecería de fundamento para no haber tildado la primera sílaba
tónica: cualquier justificación que se proporcione en este sentido será artificial.
Si se decide tildar la primera sílaba tónica, la CT de esta regla expresaría:
“Se tilda la primera sílaba tónica de las palabras que tienen dos acentos”. Esta
norma tiene las siguientes virtudes: i) no hace alusión a ninguna otra regla; ii)
respeta el estatus de palabra de estas unidades; iii) no violenta la relación entre los
sistemas implicados; 4) respeta uno de los principios del SRAG que es el de mar-
car el acento; y 5) no distorsiona las CT de otras reglas con las que guarda cierta
semejanza (no se tildan las palabras graves que terminan en vocal y se tildan las
esdrújulas y sobresdrújulas).
Es posible conseguir que estas palabras se tilden sin tener que recurrir a una
tilde ad hoc, condición que ostenta la denominada tilde de reinicio. Se puede eli-
minar la tilde de reinicio, pero ello no conduce automáticamente a la desaparición
de la octava regla; es más, esta norma no puede ser anulada porque es por ella que
las palabras con dos acentos logran ingresar al SRAG. Si consideramos que la
nueva CT de la octava regla establece que se tilda la primera sílaba tónica de las
palabras con dos acentos, nos podemos percatar de que tiene semejanzas con las
CT de las reglas de la tilde tópica, razón por la cual se puede plantear la fusión de
la octava regla con las reglas de la tilde tópica. Con esta unión, como ya se sabe,
no se puede alterar en lo más mínimo los TOP de cada regla, pero sí se pueden
realizar modificaciones en las CT respectivas. Entonces, lo que proponemos es lo
siguiente: i) mantener inalterable la CT que corresponde a las palabras agudas;
ii) en el caso de la CT de las palabras graves solo se indicaría que se tildan las
palabras que presentan acento en la penúltima sílaba si terminan en secuencia
consonántica y en cualquier consonante menos <n> o <s>. Como se puede notar,
en esta CT no solo están incluidas las palabras llanas sino también los adverbios
que terminan en -mente. Para el resto de palabras, solo se indicaría que se escri-
birán con tilde aquellas que presenten acento en la antepenúltima o antes de la

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antepenúltima sílaba. Es evidente que aquí están comprendidas las esdrújulas,


sobresdrújulas y todos estos adverbios.

Conclusiones
A pesar de la denominación, el actual SRAG no cuenta con reglas generales. Por
ello, su enseñanza no puede iniciarse con la tilde en las palabras agudas, graves,
esdrújulas y sobresdrújulas.
El ordenamiento del SRAG propuesto sería más fácil de aprender que el ac-
tual por lo siguiente: i) guarda coherencia con la forma en que están organizados
el SIPAE y el SIPACA; ii) no presenta reglas prohibitivas ni excepciones; y iii)
no presenta asimetrías.
La base sobre la que se erige la organización planteada permite proponer se-
cuencias en la enseñanza, tanto del SIPAE como de las normas del acento gráfico.
El aprendizaje del SRAG exige seguir la siguiente sucesión general: i) iden-
tificar cada uno de los grupos de palabras; ii) asignar cada grupo terminal de pala-
bras (como su TOP) a cada clase de tilde; y iii) dominar la información contenida
en la CT de cada clase de tilde.
Respecto del aprendizaje del SIPAE y el SIPACA, se debe determinar pri-
mero si la palabra es un monosílabo o un polisílabo; luego, si es un polisílabo,
debe establecerse si tiene uno o dos acentos; después, de entre los polisílabos con
un acento se debe determinar si tienen o no hiato acentual; posteriormente, se
reconocerá las palabras interrogativas y exclamativas; luego, de entre las que no
contienen hiato acentual ni son interrogativas ni exclamativas se distinguirá entre
agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas.

Sugerencias
Para enseñar el acento escrito, habría que considerar por lo menos tres aspectos:
i) los conocimientos metalingüísticos implicados (Mamani, 2013); ii) cómo están
organizados el SIPAE y el SIPACA; y iii) cómo está organizado el SRAG. Si
tenemos en cuenta que lo abordado en nuestro trabajo supone la relación lengua-

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escritura, es probable que se necesite considerar estos tres factores en la enseñan-


za de los otros ámbitos de la ortografía.
Si cualquier unidad lingüística (palabra, sílaba, frase, oración) puede repre-
sentarse a sí misma, su identidad no puede ser alterada al producirse esta ope-
ración. Por tanto, si la oración “qué dirán” va a ser objeto de referencia, la no-
minalización respectiva debe respetar tal estatus. Es decir, en tal uso tendrá que
escribirse “qué dirán” y no “quédirán”. Optar por lo último significa apartarse de
lo que ocurre en el sistema lingüístico y generar, además, serios problemas para
la tilde porque esa “única” palabra presenta dos acentos, por lo cual se tendría que
crear otra regla para indicar cómo proceder en tal caso. Si se respeta el estatus de
la unidad nominalizada no se requiere de ninguna regla adicional. Ser coherentes
con esta perspectiva permite afirmar que la nominalización de la frase preposicio-
nal “por qué” no puede dar como resultado la palabra “porqué”. De continuarse
con este proceder, se tendría “quédirán” como nominalización de “qué dirán” o
“paraqué” de “para qué”.
Al decidir sobre la escritura de las unidades complejas, no se puede ignorar
la unidad lingüística de referencia, esto es, la palabra morfosintáctica. Manejar
con coherencia los criterios con que se decide si algún compuesto se escribe con
guion o sin él podría permitir relacionar la escritura, por ejemplo, de “histórico-
crítico”, con la de los adverbios que culminan en -mente, pues ambas unidades
tienen dos acentos.

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