Reglas de La Tilde
Reglas de La Tilde
Reglas de La Tilde
Abstract
After showing that the current orthographic accent rules in Spanish ex-
hibit incoherencies and inconsistencies, this paper proposes a different
way of organizing them. Due to the fact that the orthographic rules are
embedded in the Spanish writing system and that they are related to the
linguistic system units, the complex system theory has been used to de-
velop this proposed organization. This has allowed us to show that the
organization of the rules cannot be done without taking into account the
word order. Based on the latter, four classes of accent marks are pro-
posed, without general rules, without exceptions and without rules of a
prohibitive nature. The main consequence, in terms of its usefulness, is
that the teaching of the orthographic accent use cannot begin with the
general rules, but with the words that have hiatus
Introducción
Un tipo de error sistemático en el empleo de la tilde por parte de quienes han
iniciado o van a iniciar sus estudios universitarios acontece en las palabras que
presentan el hiato que Portilla (2003) denomina acentual (avería, increíble, etc.).
Parece que se incurre en este error no solo en España (Pujol, 2005) y Perú (Porti-
lla, 2003), sino en otros países de habla hispana porque la tilde en estas palabras
supone una contradicción a las reglas generales; así, el hablante se vería obligado
a realizar operaciones de gestión de la información (Mamani, 2013).
Esa sistematicidad estaría vinculada a la homogeneidad con que se progra-
man los contenidos de dicho tema en la escuela obligatoria hispánica. Si bien
algunos currículos no muestran información sobre tal aspecto, los de Chile (Mi-
neduc, 2012; 2016), Ecuador (Ministerio de Educación, 2016) y Perú (Minedu,
2009) exhiben casi la misma secuencia: reglas generales, reglas excepcionales,
tilde diacrítica y cuestiones periféricas (tilde en extranjerismos, mayúsculas, etc.).
Esta misma sucesión se halla en los manuales de ortografía.
El origen de esta uniformidad en la secuencia de contenidos es el ceñimiento
a la forma en que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la
Lengua Española (RAE & ASALE, 2010) presentan las normas del acento gráfi-
co: reglas generales, tilde en las palabras con secuencias vocálicas, tilde diacrítica
y casos marginales. Y lo que origina este orden es la certeza de la existencia de
reglas generales.
La primera regla general establece que los monosílabos se escriben sin til-
de. Como es obvio, esta norma afecta solo a los monosílabos, no a las palabras
en general. Por tanto, esta regla está en las mismas condiciones que aquella que
señala que se tilda las palabras con hiato acentual. Por otra regla general, se escri-
ben con tilde las palabras agudas terminadas en vocal o en vocal seguida de <n>
o <s>. En análoga condición se hallan las reglas, también denominadas genera-
les, de las palabras graves, esdrújulas y sobreesdrújulas. Como es evidente, estas
normas comprenden solo a un tipo particular de palabras, por lo cual, no podría
corresponderles la denominación de generales. Por ello, se puede afirmar que en
el sistema de reglas del acento gráfico (en lo sucesivo SRAG) vigente las reglas
generales no parecen gozar de tal estatus.
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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos
nos permita establecer esta relación. Por los resultados que se han conseguido en
algunos ámbitos diferentes al que aquí nos ocupa, en esta labor nos pueden ser de
utilidad los aportes de la teoría de sistemas complejos (Ramírez, 2014).
Si la suposición de que el SRAG tiene reglas generales y excepcionales que
han determinado la programación de su enseñanza en la escuela obligatoria, un
ordenamiento diferente de dichas reglas, con el fundamento respectivo, tendría
como consecuencia una programación distinta, sobre todo si no se postulan reglas
generales. Los beneficiados directos de los resultados de este trabajo serían los
aprendices de la normativa, debido a que un SRAG óptimamente organizado sería
más fácil de aprender que uno inconsistente o incongruente.
1. Marco de referencia
1.1. Antecedentes
No hemos podido conocer trabajos académicos que hayan abordado explícita-
mente la manera en que está organizado el SRAG. Debido a que vamos a cues-
tionarlo, haremos explícito el ordenamiento que proponen la RAE y la ASALE
(2010). La forma en que presentan las normas no permite advertir su organización
interna, por tanto, para establecerla se identificarán las clases de palabras que
están incluidas en cada norma y luego se determinará el criterio según el cual
pueden ser agrupadas. Así, las palabras comprendidas en las reglas generales ex-
hiben alguna de estas características: agudas, graves, esdrújulas, sobresdrújulas,
con diptongo, con triptongo, con hiato, los adverbios que culminan en -mente y
los monosílabos. Respecto de estas reglas, se admite la existencia de dos tipos de
excepciones: i) las palabras con hiato acentual; y ii) algunos monosílabos y polisí-
labos a los que les corresponde la tilde diacrítica. Entonces, se puede afirmar que
en el SRAG vigente hay tres clases de tildes: i) reglas generales; ii) tilde diacrí-
tica; y, iii) una tilde sin nombre, que se aplica en las palabras con hiato acentual.
La primera de estas tildes abarca normas de dos tipos: i) positivo; ii) prohibitivo.
Las normas positivas son cuatro, cada una de las cuales regula la tilde en las si-
guientes clases de palabras: a) agudas; b) graves; c) esdrújulas y sobresdrújulas;
y d) adverbios terminados en -mente. La regla prohibitiva es la que señala que los
monosílabos se escriben sin tilde.
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Organización del sistema de reglas de la tilde en el español: fundamentos lingüísticos
complejo, las propiedades emergentes, no está reñido con una investigación unidisci-
plinaria; y iii) hay trabajos individuales de índole lingüística, como los realizados por
Martínez (2010) o López (2013), sin coordinaciones multidisciplinarias en sus inicios.
lo portan. La manera en que ello se logra es mediante las reglas; y debido a que
estas son enunciados, el vínculo se consigue a través de menciones a las unidades
que van a ser consideradas en la normativa. Y no hay que olvidar que para la tilde
la unidad de referencia es la palabra escrita, entonces la relación con el sistema
lingüístico es a través de un sistema en el que se regula cómo se escriben las pa-
labras. Entonces, el primer sistema con el que el SRAG se vincula es aquel donde
se regula la conformación de la palabra escrita (SIPAE en lo que sigue).
En cuanto a las menciones de las reglas, algunas se refieren a unidades identi-
ficables por el lugar en el que presentan el acento: agudas, graves, esdrújulas y so-
bresdrújulas. Esto supone reconocer la existencia de un subsistema en el que estas
son admitidas con tales propiedades. Ese subsistema sería aquel donde acontece
la asignación del acento (Núñez & Morales-Front, 1999; RAE & ASALE, 2011;
Hualde & Colina, 2014); el mismo donde, según la conformación de la palabra, se
tiene que optar por una de las tres ventanas de acentuación. En este subsistema, las
unidades ya han experimentado sus procesos de formación y cuentan con las mar-
cas de concordancia respectivas. Se trata de palabras morfosintácticas (Radford,
Atkinson, Britain, Clahsen, & Spencer, 2000) (SIPA en lo sucesivo). Pero en el
SIPA, no hay palabras sobresdrújulas (Núñez & Morales-Front, 1999; Hualde &
Colina, 2014); esas unidades solo existen en la escritura porque la RAE y la ASA-
LE (2010) han establecido que los enclíticos se escriban unidos a la forma verbal
con la que coaparecen. Entonces, las sobresdrújulas pertenecen al SIPAE. Por otra
parte, en el SIPA hay unidades sin acento, y tales unidades no pueden ingresar al
SRAG pues su propósito es regular la representación gráfica del acento. Entonces,
el sistema con el que el SRAG se relaciona exactamente es solo una parte del
SIPA: el sistema de palabras con acento (SIPACA en lo que sigue).
Otras reglas de la tilde se refieren a la pertenencia de las palabras a ciertas
categorías: pronombres personales, palabras interrogativas, palabras exclamati-
vas, etc. Entonces la relación con el SIPACA se consolida, pues todas sus uni-
dades portan este tipo de información. Se debe mencionar que la asignación del
acento toma en cuenta la categoría gramatical (RAE & ASALE, 2011; Hualde &
Colina, 2014).
en vocal seguida de <n> o <s>). Es decir, si una regla establece a qué palabras les
corresponde tilde, ello supone necesariamente alguna clase de totalidad a la cual
pertenecen dichas palabras. Está claro que la cantidad de unidades comprendidas
en el segundo tipo de información no puede ser mayor a la del primer tipo.
En cuanto a la información del primer tipo se debe indicar que la sumatoria
de cada total de cada norma da por resultado el universo de unidades válidas para
el SRAG; si una palabra no está descrita en dicha información, no entra a él. Por
otro lado, por el segundo tipo de información obtenemos el total de palabras que
serán tildadas. Por ello, la información que emplearemos para ordenar el SIPACA
será la del primer tipo. No consideraremos las reglas prohibitivas, pues no logran
establecer ninguna conexión.
que ingresan al SRAG por presentar dos acentos, pues para decidir su tilde se los
descompone en dos constituyentes y se somete al primero a las reglas generales.
A diferencia de lo que ocurre con los monosílabos, no hay en las normas una
mención explícita a los polisílabos, pero la referencia a las agudas, llanas, etc.,
supone considerar su naturaleza polisilábica. Lo mismo se puede decir de las pa-
labras con hiato acentual y de las unidades con dos acentos. Esto quiere decir que
el SIPACA, según demandas del SRAG, está organizado en dos grandes grupos:
i) monosílabos; y ii) polisílabos.
El grupo de monosílabos no puede ser dividido, pues en el SIPACA solo
hay unidades con acento. En el grupo de polisílabos, ello sí es necesario pues
algunos ingresan por ser agudos, otros por ser graves, etc. Sobre ello, lo común a
las palabras agudas, graves y esdrújulas es que exhiben solo un acento principal;
en consecuencia, el criterio para haberlas clasificado de esta manera es el lugar
del acento. Estas palabras conforman un grupo distinto del que está compuesto
por las que tienen dos acentos, unidades inclasificables por el lugar del supraseg-
mental. Entonces, entre los polisílabos hay que diferenciar entre estos dos grupos
de palabras. Por lo tanto, el número de acentos es un criterio pertinente para la
clasificación de las palabras según las exigencias del SRAG.
Por otra parte, si hay polisílabos que ingresan al SRAG por ser interrogativos
o exclamativos, entonces en el grupo de polisílabos con un acento se debe separar
este grupo de aquel otro constituido por unidades clasificables por el lugar en el
que lo presentan.
La existencia de una regla cuya totalidad de unidades son las palabras con
hiato acentual obliga a realizar otra división al interior de los polisílabos con un
acento: por un lado, los que presentan este tipo de hiato y, por otro, los que care-
cen de él.
Entonces, el SIPACA se organiza según los criterios siguientes: número de
sílabas, número de sílabas tónicas, lugar de la sílaba tónica, ocurrencia del hiato
acentual y adscripción a las clases de palabras interrogativas o exclamativas. La
figura 2 lo ilustra.
Lo anterior equivale a decir que la primera regla tiene como TOP los mo-
nosílabos con acento; la segunda, las palabras interrogativas y exclamativas; la
tercera, las palabras con hiato acentual y así consecutivamente. Lo que sigue es
señalar para cada regla su respectiva CT. La relación CT-TOP impide que el nú-
mero de unidades de la CT sea superior al del TOP, por lo que no habrá reglas
prohibitivas ni excepciones.
Entonces, la regla cuyo TOP son los monosílabos señala en su CT que se
registran con tilde los pronombres /tu/, /mi/, /el/, /si/; los adverbios /si/ y /mas/;
las formas verbales /de/ y /se/; las palabras interrogativas y exclamativas; y, final-
mente, el nombre /te/ y su plural /tes/. No hay razón para formular una regla para
tildar las nominalizaciones de estas palabras, debido a que ello es intrínseco a la
función metalingüística del lenguaje: cualquier elemento lingüístico puede usarse
como representante de sí mismo (Loureda, 2009).
La segunda regla, cuyo TOP son los polisílabos interrogativos y exclamati-
vos, indica en su CT que a dichas palabras les corresponde tilde. Que el número
de unidades de la CT coincida con el del TOP no infringe la coherencia de la
norma. Algo similar ocurre con la tercera regla: en su TOP y en su CT están las
palabras con hiato acentual. La cuarta norma, de palabras agudas en el TOP, in-
dica en su CT que se tildan las que terminan en vocal, y vocal seguida de <n> o
<s>. La quinta, de las palabras graves como total, dice en su CT que se tilda las
que culminan en secuencia consonántica y en cualquier consonante menos <n> y
<s>. La CT de la sexta regla, de palabras esdrújulas en el TOP, indica que todas
esas palabras se tildan. Por la CT de la séptima regla, se tildan las palabras sobres-
drújulas, con lo cual se cubre todas las palabras de su TOP. Finalmente, la regla
cuyo TOP son los adverbios terminados en -mente, dispone que se escribe con
tilde aquellos cuyo primer constituyente fónico resulta comprendido en alguna
CT luego de haber sido reingresado al SRAG.
3. Discusión
3.1. Diferencias con la propuesta de la RAE y la ASALE
Nuestra propuesta es muy diferente de la oficial. El TOP de la tilde diacrítica vi-
gente está constituido por las siguientes palabras: i) los ocho monosílabos que ya
se conoce (y “tés”); ii) las palabras interrogativas y exclamativas; y iii) las pala-
bras átonas cuasihomónimas de las que conforman el grupo dos mencionado. La
CT de esta tilde comprende a todas las unidades de su TOP, para indicar cuáles se
tildan y cuáles no. En contraste, en el TOP de nuestra tilde diacrítica hay dos tipos
de unidades: i) todos los monosílabos con acento; y ii) los polisílabos interroga-
tivos y exclamativos. Y la CT de esta tilde incluye solo dos grupos de palabras:
i) la lista de monosílabos ya conocidos; y ii) todas las palabras interrogativas y
exclamativas (monosílabas y polisílabas).
En cuanto a la tilde tópica, su TOP está integrado por todos los polisílabos
no interrogativos ni exclamativos y sin hiato acentual. Ello comprende a todas
las esdrújulas y sobresdrújulas, y casi todas las agudas y graves. La CT de esta
tilde engloba a todas las esdrújulas, sobresdrújulas, agudas terminadas en vocal
o en vocal seguida de <n> o <s>, y graves terminadas en secuencia consonántica
y cualquier consonante menos <n> o <s>. En el SRAG oficial lo que se parece a
la tilde tópica son las reglas generales, pero el TOP de estas normas es vasto: i)
todos los monosílabos que deja de lado la tilde diacrítica; ii) los polisílabos no
interrogativos ni exclamativos; y iii) los polisílabos con dos acentos. En su CT, se
puede identificar lo siguiente: i) todos los monosílabos de su TOP, pero para indi-
car que no les corresponde tilde; ii) las agudas que terminan en vocal o en vocal
seguida de <n> o <s>; iii) las graves que culminan en secuencia consonántica y
en cualquier consonante menos <n> y <s>; iv) todas las esdrújulas; v) todas las
sobresdrújulas; vi) los polisílabos con hiato acentual, considerados aquí como
excepciones; y vii) los adverbios culminados en -mente que se derivan de un
adjetivo al cual le corresponde tilde.
Así, la organización del actual SRAG no encaja con el ordenamiento del
SIPAE. Si la primera regla general señala que los monosílabos “no se acentúan
nunca gráficamente, salvo en los casos de tilde diacrítica” (RAE & ASALE, 2010,
“murióse”, “déme”, “sélo”, “deténte”, etc. (Ramírez, 1993). Esta norma era con-
traproducente con la noción “palabra escrita”, ya que obligaba a la descomposi-
ción morfológica de dicha unidad.
Suponemos que ignorar que la tilde se aplica a la palabra escrita ha causado
que en el actual SRAG se haya dispuesto que ‘tés’, se registre con tilde. Si la base
de la palabra escrita es la palabra morfosintáctica, entonces “té” es una palabra
distinta de “tés”. La lasitud en este aspecto puede conducir a que en el futuro se
pueda admitir la tilde en ‘qués’, plural de ‘qué’ nominalizado, y así consecutiva-
mente. Además, si la justificación para tildar “tés” es la probable confusión con el
plural del nombre de la letra “te”, sería inconsistente pues al tener distinto género
gramatical sus contextos son muy diferentes.
Asimismo, la descomposición morfológica de los adverbios en -mente a
efectos de la tilde cuestiona su estatus de palabras: el adjetivo es una palabra
distinta del adverbio resultante de la combinación con -mente.
nal de palabras con las clases de tildes propuestas. Ello significa que después de
exponer en qué consiste el acento escrito se tendrá de señalar que existen cuatro
clases de tildes y enseguida limitarse a indicar el TOP de cada clase. Con esta
simple asociación, el aprendiz sabrá que a cada clase de tilde le corresponde un
conjunto de palabras con características específicas.
El siguiente paso implica decidir por cuál clase de tilde empezar. Para ello
se requiere considerar la información de cada CT, pues allí se exponen los requi-
sitos que deben satisfacer las palabras para poder ser escritas con acento gráfico.
La CT con más especificaciones será más difícil de aprender porque se procesa
una mayor cantidad de información. Como la única clase de tilde que en su CT
tiene las mismas palabras que en su TOP es la tilde de hiato acentual, esta será la
primera en enseñarse. Con este mismo criterio, la siguiente clase de tilde a im-
partir sería la tópica, pues para las esdrújulas y sobresdrújulas los TOP y las CT
respectivos comprenden las mismas unidades; en las agudas, la CT incluye las
que terminan en vocal y en vocal seguida de <n> o <s>; y la CT de las graves solo
abarca a las que culminan en cualquier secuencia consonántica y en cualquier
consonante que no sean <n> o <s>. Se seguirá con la tilde diacrítica, pues su CT
contiene las palabras interrogativas y exclamativas; el nombre “té” y su plural; los
pronombres “mí”, “tú”, “él”, “sí”; las formas verbales “sé” y “dé”; los adverbios
“sí” y “más”. La última tilde a abordar será la de reinicio ya que su CT supone la
descomposición de la palabra, la reubicación del adjetivo en cualquiera de los tres
TOP anteriores y el cumplimiento de los requisitos de la CT que correspondiese.
Conclusiones
A pesar de la denominación, el actual SRAG no cuenta con reglas generales. Por
ello, su enseñanza no puede iniciarse con la tilde en las palabras agudas, graves,
esdrújulas y sobresdrújulas.
El ordenamiento del SRAG propuesto sería más fácil de aprender que el ac-
tual por lo siguiente: i) guarda coherencia con la forma en que están organizados
el SIPAE y el SIPACA; ii) no presenta reglas prohibitivas ni excepciones; y iii)
no presenta asimetrías.
La base sobre la que se erige la organización planteada permite proponer se-
cuencias en la enseñanza, tanto del SIPAE como de las normas del acento gráfico.
El aprendizaje del SRAG exige seguir la siguiente sucesión general: i) iden-
tificar cada uno de los grupos de palabras; ii) asignar cada grupo terminal de pala-
bras (como su TOP) a cada clase de tilde; y iii) dominar la información contenida
en la CT de cada clase de tilde.
Respecto del aprendizaje del SIPAE y el SIPACA, se debe determinar pri-
mero si la palabra es un monosílabo o un polisílabo; luego, si es un polisílabo,
debe establecerse si tiene uno o dos acentos; después, de entre los polisílabos con
un acento se debe determinar si tienen o no hiato acentual; posteriormente, se
reconocerá las palabras interrogativas y exclamativas; luego, de entre las que no
contienen hiato acentual ni son interrogativas ni exclamativas se distinguirá entre
agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas.
Sugerencias
Para enseñar el acento escrito, habría que considerar por lo menos tres aspectos:
i) los conocimientos metalingüísticos implicados (Mamani, 2013); ii) cómo están
organizados el SIPAE y el SIPACA; y iii) cómo está organizado el SRAG. Si
tenemos en cuenta que lo abordado en nuestro trabajo supone la relación lengua-
Referencias bibliográficas