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Hume comienza el texto diciendo lo que otros filósofos dicen saber de nuestro “Yo”. Nombra
que es algo de lo que somos íntimamente conscientes, sintiendo su existencia y continuidad en
la misma más allá de no tener una demostración empírica. El filósofo dice no estar de acuerdo
con esta afirmación ya que, ¿de qué impresión surge esta idea? Si existe una impresión que, de
veracidad a la idea del Yo, esta deberá ser invariable durante toda nuestra vida, cosa que no es
posible ya que toda impresión cambia y se transforma constantemente, dolor y placer, tristeza
y alegría, pasiones y sensaciones, todas ellas se suceden y no pueden existir al mismo tiempo.
Dicho esto, la idea del Yo no puede derivarse de esta ni de ninguna otra impresión, por lo que
dicha idea no existe.
Aun así, siguiendo esta hipótesis: ¿en que se convertirían nuestras percepciones? Está claro
que todas ellas son diferentes, distinguibles y separables entre sí, por lo que ¿Cómo
pertenecerían al yo, y como estarían conectadas a el? Hume nombra que él nunca puede
atraparse en su mismo sin concentrarse en alguna percepción, en cambio, cuando estas son
suprimidas (en el sueño, por ejemplo) no se da cuenta de sí mismo, por lo que puede decirse
que no existe, y aun mas allá, si todas sus percepciones fuesen reprimidas luego de su muerte
se convertiría en una perfecta nada. Ahora, si alguien cree tener una percepción simple y
constante, admite que estaría tan en lo cierto como el, ya que es posible que dicha persona
pueda percibir algo que el no.
Afirma que los humanos no somos otra cosa sino un conjunto de percepciones que están en
constante cambio y movimiento, por lo que en la mente no existe una percepción con
propiedad, simplicidad en un tiempo ni identidad a lo largo de momentos diferentes, sea cual
sea la excusa que nos lleve a imaginar esa simplicidad e identidad.
¿Entonces qué es lo que nos lleva a darle una identidad estas percepciones sucesivas, creando
la idea del Yo? Para contestar esto Hume dice de distinguir identidad personal según nuestro
pensamiento o imaginación, e identidad personal según nuestras pasiones o al interés que nos
tomamos por nosotros mismos. Para explicar el primer punto se deberá atribuir a las plantas y
animales, ya que existe una gran analogía entre esta identidad con la de un Yo o persona.
Cuando brindamos identidad a objetos variables, la afirmación viene con la idea de algo
variable y discontinuo o con la de algo misterioso e inexplicable. Para comprobar esto, se
partirá de la experiencia y observación diaria para explicar que los objetos variables y
discontinuos, pero aun así la misma cosa, lo son solo cuando consisten de partes conectadas
por semejanza, contigüidad o casualidad. Por lo que, la tarea principal consistirá en probar que
todo objeto con “identidad”, es en realidad una sucesión de objetos relacionados