Tratado de La Naturaleza Humana
Tratado de La Naturaleza Humana
Tratado de La Naturaleza Humana
Tiene que haber una impresión que dé origen a cada idea real. Pero el YO o persona, no es
ninguna impresión, sino aquello a que se supone que nuestras distintas impresiones o ideas
tienen referencia. Si hay alguna impresión que origine la idea del yo, esa impresión deberá
seguir siendo invariablemente idéntica durante toda nuestra vida, pues se supone que el yo
existe de ese modo. Pero no existe ninguna impresión que sea constante e invariable. Dolor y
placer, tristeza y alegría, pasiones y sensaciones se suceden unas tras otras, y nunca existen
todas al mismo tiempo. La idea del YO no puede derivarse de ninguna de estas impresiones, ni
tampoco de ninguna otra. Y, en consecuencia, no existe tal idea.
Hume plantea que nunca puede atraparse a sí mismo en ningún caso sin una percepción, y
nunca puede observar otra cosa que la percepción. En el sueño, o sea, cuando sus
percepciones son suprimidas, no se da cuenta de él mismo, y podría decirse que
verdaderamente no existe. Todos los seres humanos, afirma este autor, son una colección de
percepciones diferentes, que se suceden entre sí y permanecen en un constante flujo y
movimiento. Nuestros ojos, dice Hume, no pueden girar en sus órbitas sin hacer que sus
percepciones varíen. No existe un solo poder del alma que permanezca inalterable, siquiera
por un momento. No existe en la mente ni simplicidad en un tiempo, ni identidad a lo largo de
momentos diferentes.