La Literatura Del Siglo XVIII

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LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII

1. CONTEXTO HISTÓRICO. LA ILUSTRACIÓN.

Durante los últimos años del siglo XVII y primeros del XVIII hay un cambio importante
en Europa, entrando en crisis los valores y conceptos del Barroco. Es un cambio que
parte de Inglaterra que en conjunto con el crecimiento de la burguesía producen un
gran
cambio en el concepto y valoración de la realidad.

El siglo XVIII o “Siglo de las Luces” supone una renovación en el pensamiento a


través del movimiento llamado Ilustración, que proclama a la razón como único medio
para alcanzar la felicidad y el progreso. Este movimiento surge en Francia y tiene
como
teóricos destacados a Voltaire, Rousseau y Montesquieu. Como principio ilustrado
general, es básico el cuestionamiento del criterio de autoridad y por tanto el desarrollo
del método inductivo.

Sus principales características de la ilustración son:


- El utilitarismo: se busca lo útil.
- Enciclopedismo: afán por saber, importancia de la educación.
- Anticlericalismo: sobre todo por sus privilegios económicos.
- Despotismo ilustrado como forma de gobierno: “Todo para el pueblo, pero sin
el pueblo”. Se gobierna para favorecer al pueblo, pero de manera absolutista.
- Se esfuerzan por salir de la decadencia política, económica y cultural.

Durante este siglo, en España, reinan Felipe V (inicio de los Borbones y entrada de la
Ilustración en España), Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. Entran en vigor muchas
reformas de tipo político, económico, social y cultural que buscan aumentar el
bienestar
y favorecer el conocimiento y la educación. Destaca, en el ámbito cultural, la creación
de instituciones muy importantes como la Biblioteca Nacional (1712), la RAE (1713), la
Real Academia de la Historia (1738) o el Museo del Prado (1785).

2. LA LITERATURA ESPAÑOLA. PERÍODOS ESTÉTICOS.

En la literatura española domina el fin didáctico. La principal finalidad es enseñar,


instruir
e ilustrar a los lectores, quedando en un segundo plano la forma o la belleza. Hay un
predominio de lo racional frente a lo sentimental, se busca ser útil a la sociedad.
Hay una reacción purista en defensa de la lengua española frente a la invasión de
galicismos y los excesos del barroco.

Hay tres tendencias:


- Posbarroquismo: Se desarrolla en la primera mitad de siglo. Repite temas y
formas del siglo anterior.

- Neoclasicismo: Predominio de lo racional. Supone una vuelta a lo clásico, a la


búsqueda de la armonía y la belleza.

- Prerromanticismo: Aparece a finales de siglo y supone un avance de lo que


vendrá en el siglo siguiente. Vuelven los sentimientos, el amor, la tristeza, con un
léxico renovado y un rechazo a lo clásico.

3. LA POESÍA.

Los poetas del siglo XVIII pertenecieron en su gran mayoría a la élite directora de la
nación (magistrados, políticos, militares…). Caben destacar autores como Meléndez
Valdés, Jovellanos, Cadalso….

Se cultivan tres tendencias, a destacar:

A) La poesía postbarroca o rococó: Busca la miniaturización de los objetos y las


escenas decorativas. Los temas tratados son el amor y la belleza femenina, usando
versos cortos y un ritmo marcado. Se da sobre todo a principios de siglo, con un
lenguaje
artificioso, culto y difícil, y que muy pronto será despreciada y criticada por los teóricos
de este siglo. Un autor destacado es José Cadalso (1741-1782), siendo una de sus
obras principales Ocios de mi juventud, de carácter autobiográfico.

B) La poesía neoclásica: es la más destacada e importante. En contra de los


excesos del barroco y con un lenguaje claro y sencillo, de hecho, esta poesía se
llegó a denominar prosaica. El autor para destacar es Juan Meléndez Valdés,
que escribió poesía anacreóntica sensual y juguetona “El amor mariposa”.

C) La poesía prerromántica: aparece a finales de siglo y supone un anticipo


al Romanticismo. Supone una mayor presencia de los sentimientos, de lo subjetivo,
del amor y una mayor libertad métrica. Destaca Nicasio Álvarez de Cienfuegos con
“El otoño”.

Mencionar la importancia que en este siglo tienen las fábulas, género que se prestaba
perfectamente a los propósitos neoclásicos del didactismo. Están escritas en verso,
sus protagonistas son animales y tienen una moraleja. Los dos grandes fabulistas
del siglo fueron Tomás de Iriarte (1750-1791) que escribió El burro flautista y Félix Mª
de Samaniego (1745-1801), que escribió sus fábulas con un estilo prosaico.

4. LA PROSA EN EL SIGLO XVIII.

Predomina la prosa de tipo ensayística, en consonancia con el afán de didactismo y


utilidad. Es el tipo de prosa ideal para transmitir conocimientos, exponer el saber y
llegar
a la gente. Por el contrario, la novela de ficción entra claramente en crisis durante este
siglo.

Podemos distinguir dos tendencias:

A) La prosa didáctica y personal: Divulgaba ideas ilustradas para la reforma de la


sociedad. Los principales ensayistas del S. XVIII fueron:
- Fray Benito Jerónimo Feijoo, destaca su obra “Teatro crítico universal”, una
recopilación de ensayos de tema variado y finalidad didáctica, con un lenguaje claro y
donde defiende la experiencia, la observación y la crítica como bases del progreso
humano y analiza los errores cometidos en todos los ámbitos del saber.

- Gaspar Melchor de Jovellanos, prototipo de hombre ilustrado, destacan sus


ensayos:

1. “Informe sobre la ley agraria”, donde estudia las causas del hundimiento de
la agricultura nacional y reformas para modernizarla.

2. “Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas” , propone reformas


para las diversiones populares (toros, bailes, fiestas) y el teatro.

3. “Memoria sobre la educación pública”, donde habla de la importancia de la


cultura.

- José Cadalso con “Cartas marruecas”, prosa de carácter crítico sobre los
problemas y vicios de España. En su obra “Los eruditos a la violeta” satiriza a los
falsos
sabios, que sin saber hablan con autoridad.

B) La prosa de ficción: Aquí podemos destacar los siguientes autores:

- José Francisco Isla, con su historia del famoso predicador Fray Gerundio
de Campazas, alias “Zotes”, prosa de ficción, aunque siempre con un fin didáctico, en
la que critica la excesiva retórica (de estilo barroco) y la mala formación de los
clérigos.

- Diego de Torres Villarroel que escribió “Vida, crianza y aventuras del doctor
Don Diego de Torres Villarroel”, de carácter autobiográfico que representa la
prosa posbarroca.

5. EL TEATRO.

Durante la primera mitad de siglo pervive un tipo de teatro posbarroco o rococó, un


teatro que imita a Lope y Calderón, comedias de capa y espada y comedias de magia
con una sorprendente escenografía. Destaca Antonio Zamora y su obra “Convidado
de piedra”, versión del mito de don Juan iniciado en el siglo anterior por Tirso de
Molina.

Hacia mediados de siglo comienza el teatro neoclásico a raíz de la publicación de la


“Poética “de Luzán. Sus características eran:

- Verosimilitud de las acciones.


- Finalidad didáctica, empleo de temas útiles para la sociedad.
- División de la obra en tres actos.
- Respeto a las unidades clásicas de acción, tiempo y lugar.
- Separación de tragedia y comedia.
- Se desprecia el teatro barroco y sus excesos lingüísticos.

En el teatro neoclásico destacó Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), que con


sus comedias pretenden educar a los espectadores. Escribe obras moralizadoras que
critican costumbres de la época como los matrimonios de conveniencia o la obediencia
de las jóvenes que aceptan casarse con hombres mayores, elegidos por sus padres
por su economía. “El sí de las niñas” fue considerada la obra más importante
e influyente del teatro neoclásico. También escribió “La comedia nueva o el café”,
donde
critica los excesos de efectos especiales y de magia en el teatro popular.

Mención aparte merece Ramón de la Cruz, dentro de la tendencia popular, autor de


gran éxito entre el público de la época. Escribió un gran número de sainetes, obras
breves de carácter cómico en las que trata temas cotidianos de la ciudad de Madrid:
“La pradera de San Isidro”, “El rastro por la noche”, etc.

Por último, a finales de siglo aparece un tipo de comedia sentimental o lacrimosa de


corte prerromántico, destacando “El delincuente honrado” de Jovellanos, donde critica
la dureza de las penas contra los duelistas.

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