JACOB
JACOB
JACOB
Jacob
ַי ֲע ֹקב
Más tarde: Israel ִיְׂש ָר ֵא ל
Información personal
Nombre en Biblical Hebrew ַי ֲע ֹקב
Nacimiento 1791 a. C.
Canaán
Fallecimiento 1644 a. C. (147 años)
Egipto
Sepultura Tumba de los Patriarcas
Familia
Padres Isaac
Rebeca
Cónyuge Lea
Raquel
Bilha
Zilpa
Hijos 13
con
Lea : Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Dinah
con:_Raquel : José, Benjamín
con:_Zilpa: Aser, Gad
con Bilha: Neftalí, Dan
Información profesional
Ocupación Ovejero
Cargos ocupados Profeta de Judaísmo
Patriarcas antediluvianos
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Jacob (en hebreo: ַי ֲע ֹקבYaqōbⓘ, en griego, Iακώβ; en latín, Iacobus o Iacob) es un personaje bíblico
descrito en el Libro del Génesis.
Según la tradición, Jacob habría nacido con toda probabilidad en Beer Lahai-Roi, unos veinte años
después del matrimonio entre Isaac y Rebeca, cuando para ese tiempo su padre tenía sesenta años
de edad, y su abuelo Abraham, ciento sesenta años. Al igual que su padre, Jacob era de disposición
tranquila, porque, según el relato, él era un ish tam, un hombre sencillo y puro. También dice que
yacía «en la tienda», lo cual podría ser una señal de que era además estudioso.
Era el segundo nacido de los hijos mellizos de Isaac y Rebeca. Durante el embarazo, los niños
luchaban dentro de ella. Cuando Rebeca le consultó a Yahveh el porqué de la lucha, recibió el
mensaje de parte de Él, que dos naciones, muy distintas entre ellas, estaban formándose en su
vientre, y que el mayor serviría al menor. Rebeca siempre recordó estas palabras, de hecho, ella
siempre favoreció a Jacob, entretanto, su padre, Isaac, siempre favoreció a Esaú, el otro hijo mellizo,
quien era un activo hombre de campo y un gran cazador. Yahveh continuamente declaró su amor por
Jacob: «... yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú...».
Relata el Antiguo Testamento que Jacob compró la primogenitura de su hermano Esaú "por un plato
de lentejas".5 A su esposa, Raquel, la obtuvo de su tío Labán a cambio de catorce años de trabajo:
después de los siete primeros años de trabajo, Labán lo engañó, entregándole a su hija Lea. Una
semana después le entregó a su hija Raquel a cambio de otros siete años.
Yahveh renombró a Jacob como Israel tiempo después de que este protagonizara una lucha contra
un ángel, y en su momento llegaría a ser el padre de los israelitas.
Antroponimia
El nombre es de origen semítico occidental, atestiguado en inscripciones cuneiformes (acadias) del
segundo milenio a. C. como Ya-ah-qu-ub-el o bien Ya-qu-ub-el. Con la forma Yaqub-Har, que puede
ser leída también como Yaqub El o incluso Yaqubaal, es mencionado en textos jeroglíficos
egipcios como el nombre de un monarca hicso (Meruserra Yakub Har) y en una lista de Tutmosis
III (siglo xv a. C.) en la cual puede tratarse de un topónimo de Canaán.
La forma compuesta sugiere, según la hipótesis más aceptada, que el nombre significa « Proteja (el
dios) 'El» (o «Baal»).
Según la etimología popular que se encuentra en Génesis 25:26, el nombre "Yaʿaqōv" deriva de
ʿaqev " ָע ֵק בtalón", ya que Jacob nació agarrando el talón de su hermano gemelo Esaú. De igual
manera se cita el Génesis (27:36) que dice; Y Esaú respondió: «Bien llamaron su nombre Jacob,
pues ya me ha suplantado ( יעקבניYaqbany) dos veces» este lo relaciona con el verbo Aqab ()עקב
que significa "engañar/suplantar".
La Septuaginta traduce el nombre Ιακωβος, en la Vulgata Jacobus, que llegó al español en Jacobo ó
Jacob
Biografía
Bendición del primogénito
La Biblia relata que desde el vientre de su madre Jacob luchaba con su hermano Esaú, de hecho, el
texto bíblico cuenta que a su madre Rebeca le fue profetizado que en su vientre luchaban Dos
naciones. Cuando los muchachos estaban creciendo, se enuncia que ambos jóvenes gozaron de la
preferencia de alguno de sus padres, Jacob contó con el favoritismo de su madre y por su parte
Esaú con el de su padre-. Esaú se convirtió en cazador, un día vino agotado y hambriento y le pidió a
su hermano Jacob el plato de lentejas que estaba comiendo. Jacob le pidió que le vendiera la
primogenitura, como hijo mayor, a cambio del alimento. Esaú, viendo que este derecho le era
inservible en caso de morir, accedió, y así, en palabras bíblicas, «despreció su primogenitura».
Este derecho no solo incluía el tradicional rito de los primogénitos, el cual garantizaba un rango
superior en la familia, sino también una doble porción de la herencia paterna.
Cuando Isaac envejeció, perdió la vista hasta el punto de quedar casi ciego; envió a Esaú a los
campos pidiéndole que cazara algo para una última comida antes de recibir su bendición. Rebeca
escuchó y dio a Jacob dos cabritos para degollar, cocinarlos y traérselos a su padre, para que
recibiera él la bendición en lugar de su hermano. Jacob objetó que su padre, aunque estaba casi
ciego, podría notar la sustitución solo con tocarlo, ya que Esaú era bastante velludo y él era lampiño.
Rebeca le dijo que no se preocupara, y le colocó a modo de fundas las pieles de los cabritos sobre
cuello y manos.
Jacob, así vestido, fue a la presencia de su padre afirmando ser su hermano. Entonces Isaac,
sospechando de su voz, pidió que se acercara para palparlo. Una vez que se aseguró de que era
Esaú, le dio la bendición. Tan pronto como Jacob recibió dicha bendición, se marchó. Luego llegó
Esaú, montando en cólera por lo que había ocurrido. Isaac, quien ya se había dado cuenta de su
error, le dijo que lo único que podía darle era una bendición menor. Esaú, en cambio, juró que iba a
matar a su hermano, una vez que su padre muriese.
Labán y Raquel
Rebeca, dándose cuenta de antemano de las intenciones asesinas de Esaú, llamó a Jacob y le
aconsejó huir, enviándolo donde su tío, Labán, hasta que la furia de Esaú disminuyera. También le
aconsejó que buscara una esposa mientras viviera allí.
Cuando Jacob huyó, Esaú envió a su hijo Elifaz para que le matara y le despojara de todas sus
pertenencias. Elifaz, célebre arquero, se hizo acompañar de diez de sus tíos maternos en la
persecución y alcanzó a Jacob en Siquem. Jacob le suplicó: «Toma todo lo que tengo, pero
perdóname la vida y Dios considerará tu pillaje una acción justa». En consecuencia, Elifaz le dejó
completamente desnudo y se llevó el botín a su casa; pero esa muestra de compasión enfureció a
Esaú. (Jubileos 25, 1ss.; Gen.Rab.767; Mid. Hagadol Gen.437; Sepher Hayashar 96-98)
Solo la simpatía que sentía por su hijo primogénito Esaú pudo haber decidido a Isaac a no dar a
Jacob los regalos adecuados para la novia. Y para que esa actitud severa no pudiera interpretarse
como una condena de la bendición robada, se nos habla del pillaje de Elifaz, que, de forma un tanto
inverosímil, sirve a Jacob de excusa por haber llegado con las manos vacías.
En el camino a Harán, experimentó una extraña visión, en la que sostenía una escalera que llegaba
hasta el cielo, una visión que es comúnmente referida en las Escrituras como «la escalera de
Jacob». Desde la cima de la escalera, escuchó la voz de Dios, que repetía muchas bendiciones
hacia Jacob. Continuando su camino, llegó a Harán. Paró allí, y encontró a la hija más joven de su
tío Labán, su prima Raquel. Después de que Jacob hubiera vivido un mes con sus familiares, Labán
le ofreció paga por la ayuda que le había dado. Jacob indicó que le serviría por siete años, pues no
tenía dote o pertenencias para ofrecerle a cambio de la mano de Raquel en matrimonio, a lo cual
Labán accedió.
Estos siete años le parecieron a Jacob «unos pocos días, por el amor que le tenía a ella». Pero una
vez que se completó el tiempo establecido, Labán le dio a su hija mayor, Lea, en su lugar. Por la
mañana, cuando Jacob descubrió el cambio, se quejó, a lo que Labán dijo que en su país era
inaceptable dar en matrimonio a la hija menor antes que la hija mayor. Entonces ofreció a Jacob
darle también a Raquel, aunque solo si permanecía con Lea. Él cumplió con la luna de miel y trabajó
otros siete años.
Una vez que se casó con ambas, «Jacob amó a Raquel y despreció a Lea». 17 Dios, viendo esto, hizo
que Lea procreara muchos hijos. Ella dio a luz a Rubén, Simeón, Leví y a Judá antes de partir al
desierto. Raquel, viendo que era incapaz de procrear un hijo, se puso celosa de su hermana y pidió a
Jacob que tuviera hijos con su criada, Bilha, para que ella pudiera tener un hijo a través de ella.
Jacob hizo así, y Bilha dio a luz a Dan y Neftalí. Así, Lea entró en celos, y le pidió a Jacob que
tuviera hijos también con su criada, Zilpa, quien dio luz a Gad y Aser. Entonces, Lea volvió a ser fértil
y dio a luz a Isacar, Zabulón y Dina. Dios se acordó luego de Raquel y, al fin, le concedió dos
hijos, José y Benjamín.
Para el tiempo en que nació José, Jacob deseaba volver a casa, pero Labán notó que Dios le había
bendecido en gran manera mientras Jacob estuvo allí, por lo que le rogó que se quedara. Labán
ofreció pagarle. Entonces Jacob mencionó, como posible pago, parte del hato de ganado de Labán,
el cual había aumentado grandemente. Labán accedió, e inmediatamente le dio todas las reses que
Jacob había solicitado.
Conforme el tiempo pasaba, los hijos de Labán se dieron cuenta de que Jacob tomaba la mejor parte
de sus rebaños, además de que la actitud amistosa de Labán hacia Jacob había cambiado.
Entonces, Dios le advirtió a Jacob que saliera del pueblo, y después de una rápida consulta a sus
esposas, partió sin dar aviso a Labán. Antes de marcharse, Raquel robó los ídolos religiosos de la
casa de su padre.
Labán, en gran ira, persiguió a Jacob durante siete días, pero la noche antes de que lograra
alcanzarle, Dios le habló en sueños y le dijo: «Debes tener cuidado de no hablar mal a Jacob».
El día que se encontraron, en el monte Gilead, Labán acusó a Jacob de escabullirse con sus hijas,
como si fueran cautivos, y le cuestionó por qué no le había avisado de su partida con anticipación. Le
mencionó a Jacob que pudo herirlo, pero el mensaje de Dios la noche anterior le detuvo de hacer
esto. Finalmente preguntó por qué los ídolos habían sido robados.
Jacob no sabía que Raquel había robado los ídolos domésticos. Por tanto, le dijo a Labán que quien
quiera que los hubiera robado debía ser muerto, a lo cual le solicitó que le permitiera buscarlos.
Labán lo hizo así, más cuando buscó en la tienda de Raquel, ella los escondió sentándose sobre
ellos. Una vez que terminó su búsqueda y vino sin nada, Jacob, molesto, le reprendió por haberlos
perseguido e insistir en revisar sus cosas, recordándole todo el tiempo que habían perdido mientras
revisaban las tiendas. Ambos hicieron la paz, Labán regresó a casa y Jacob siguió su camino.
De regreso a la Tierra Prometida
«Y Jacob siguió su camino, y los Ángeles de Dios lo encontraron», debido a su fe en el Dios de
Abraham. A causa de este encuentro, Jacob llamó al lugar Majanaim, del hebreo מחניים, ‘el doble
campo’. Aquí había visto previamente a los ángeles, con los cuales había soñado verlos «subiendo y
bajando en la escalera cuyo inicio alcanza los cielos».
Tan pronto se acercó a la Tierra Prometida, Jacob envió un mensaje a su hermano Esaú. Sus
sirvientes volvieron con la noticia de que Esaú estaba aproximándose a Jacob con un ejército de 400
hombres. En tal trance, Jacob se preparó para lo peor. Sintió que ahora debía encomendarse...
«Dijo Jacob: “Dios de mi abuelo Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Yahveh, líbrame ahora de la
mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo”».
«Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te
apareció cuando huías de tu hermano Esaú» (Gn 35:1).
«Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay
entre vosotros» (Gn 35:2).
«subamos a Bet-el; y haré allí un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha
estado conmigo» (Gn 35:3).
Renombrado dos veces
El Tanaj presenta dos relatos para el cambio de nombre. En el primero; Jacob pasó la noche en la
orilla de un río, durante su viaje de regreso a Canaán, lucha con un ángel hasta el amanecer, este
ángel (el texto lo llama "un varón" le pregunta por su nombre, lo cual responde Jacob, lo que el ángel
replica, ya no te llamaras Jacob sino Israel porque has luchado con Elohim y con los hombres, y has
prevalecido", luego el ángel le bendice y se marcha sin identificarse.
En la segunda se relata en Génesis 35. Elohim se le aparece a Jacob y le dice: «Levántate y vete a
vivir a Betel, en ese lugar harás un altar al Elohim que se te apareció cuando huías de tu hermano.
Jacob dijo a su familia y a todos los que lo acompañaban: Saquen todos los elohim extraños que hay
entre ustedes. Ellos le entregaron a Jacob todos los elohim extraños que tenían y los aretes que
llevaban , y Jacob los enterró. Al llegar a Betel, Jacob construyó un altar y llamó al lugar El-betel.
Cuando Jacob regresaba de Padán-aram, Elohim se le aparece de nuevo y le dice; Tú te llamas
Jacob, pero ya no te llamarás así, desde hoy tu nombre será Israel, yo soy El Shaddai , ten muchos
hijos y descendientes. De ti saldrá una nación y muchos pueblos».