Antropología Filosófica (Para Texto)

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Profesor Walter Ramírez hurtado antropología filosófica potosí – Bolivia 2014

Introducc
ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

El propósito de la antropología filosófica es identificar las características de la especie


humana, tomando en cuenta todos los aspectos de la realidad: material, biológica,
económica, histórica, cultural, etc. Pero esto no significa que sea el producto de una
combinación o síntesis de diversas disciplinas. En este sentido, la antropología
filosófica no es una ciencia social, sino que está más cerca a la Filosofía. Como
disciplina filosófica, no abandona su pretensión de comprender al hombre más allá de
los límites de las distintas ciencias.

La antropología filosófica se pregunta, en primera instancia, por el origen del ser


humano. Su proceso de aparición y asentamiento en el conjunto de la realidad. Esta
cuestión puede condensarse en la pregunta: ¿Cómo surgió el hombre?

Además, se pregunta por la naturaleza del ser humano, se pregunta lo que diferencia al ser humano de todos
los demás seres, cómo se define a través de su existencia histórica, etc. Tales interrogantes fundamentales de
la Antropología Filosófica pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el hombre?

ORIGEN DEL HOMBRE

Hay dos teorías que se han debatido durante muchos años, cada teoría demuestra argumentos muy
contundentes, pero solo una es científicamente comprobable, mientras que la otra está basada en la fe. Estas
teorías son:

EL CREACIONISMO. GENESIS

Esta teoría es en realidad una narración simbólica sobre el origen del hombre. Según el Génesis el hombre
fue creado a imagen y semejanza de Dios. Esta teoría es 100% creación de la fe religiosa.

LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA.

Jean Baptiste Lamarck (1744−1829) En el año 1800 pronuncia una conferencia inaugural en la que expone
una teoría coherente sobre la transformación. Admite la existencia de una evolución de las especies y trata de
darle una explicación racional. La idea central es que dicha evolución es obra de la naturaleza, que se vale de
infinitos recursos para producir especies; entre ellos dos son los más importantes: el tiempo y las condiciones
favorables.
Los efectos de estos factores determinan la transformación progresiva de las facultades de los organismos,
que se fortalecen poco a poco, se diversifican y dan lugar a cambios que se transmiten a la descendencia.
Según Lamarck, existe en la naturaleza una gradación sutil, que va de los animales más simples a los
mamíferos y al ser humano. Sin embargo, dentro de cada grupo, las especies no siguen esta gradación, sino
que se diversifican porque las influencias del medio provocan otras transformaciones. Así, la gradación
queda alterada por las actividades de los organismos en el momento de su propia transformación y por la
herencia de estas transformaciones. El clásico ejemplo para ilustrar la idea de Lamarck es el del
alargamiento del cuello de la jirafa: por estirar una y otra vez el cuello para llegar mejor al alimento,
consigue tener vértebras más largas.

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CHARLES ROBERT DARWIN (1809−1882)


Darwin desarrolló con gran rapidez sus ideas evolucionistas. En julio de 1837
comenzó a recoger en su libro de notas hechos referentes a la formación y
transformación de los animales domésticos y las plantas. A fin de resolver el
problema del mecanismo de la evolución, comenzó por estudiar la formación
de razas en animales domésticos y plantas cultivadas. Puesto que el hombre ha
logrado obtener formas muy diferentes en cada una de estas especies, aparece
muy clara la transformación y diversificación de distintas líneas de
descendencia. Seleccionando ejemplares adecuados se guía la crianza en una
dirección determinada. Darwin pensó, por lo tanto, que la "selección" debía ser
la clave en la formación de nuevas especies, pero no encontraba en la
naturaleza una fuerza que actuara en sentido análogo a la selección realizada
por el hombre.
Esta teoría se basa principalmente en la teoría evolucionista planteada por Charles Darwin. Generalmente se
denomina evolución a cualquier proceso de cambio en el tiempo. En el contexto de las ciencias de la vida, la
evolución es un cambio en el perfil genético de una población de individuos, que puede llevar a la aparición
de nuevas especies, a la adaptación a distintos ambientes o a la aparición de novedades evolutivas.

LA TEORÍA EVOLUCIONISTA DE DARWIN

 Teoría de la selección natural


Básicamente la idea de Darwin es que todo ser vivo tiene la
capacidad de reproducción, esto es, posee la capacidad para
producir copias de sí mismo, en las que se introducen leves
modificaciones. Estas modificaciones se vuelven especialmente
importantes si consideramos que los recursos que existen en el
planeta son escasos, por lo que tan sólo algunos individuos
alcanzan la edad adulta y pueden reproducirse exitosamente. Estos
individuos son aquellos que disponen de las variaciones que
ofrecen ventajas en su ecosistema. Si las condiciones del entorno
se mantienen estables durante un tiempo lo suficientemente
prologando, cientos de generaciones, las variantes que favorecen a los individuos acabarán extendiéndose a
toda la población. Un proceso continuo durante millones de años produce ingenios biológicos tan adaptados a
su entorno como si hubiesen sido diseñados por algún ingeniero que siguiese un cierto plan.

 NOCIÓN DE LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA

¿CUÁL ES EL CONCEPTO DE HOMBRE SEGÚN LA FILOSOFÍA?


Lo que deberíamos preguntarnos es: ¿Según qué filosofía?
Tal y como se ha citado anteriormente en otra pregunta, mientras que para los sofistas griegos el hombre era
la medida de todas las cosas, ya que creían en el Subjetivismo (la verdad es relativa al sujeto), para otras
filosofías distintas el hombre es considerado un ser superior. No obstante, y aunque hay que tener en cuenta
que la filosofía se inició en Grecia, aquélla era muy misticista y dualista (eran, la mayoría, teorías que
dividían el cuerpo y el alma (lo material y lo inteligible).

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

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La antropología filosófica, es una escuela de pensamiento fundada en Alemania en los años 1920 y 1930, de
filósofos, antropólogos y sociólogos; este movimiento tuvo una influencia decisiva en el panorama
intelectual alemán del siglo XX.

La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales y las ciencias
humanas para tratar de identificar las características de la especie humana, su posición específica en el
mundo en el entorno del reino mineral, vegetal y animal.

MAX SCHELER (1874-1928) Fue un filósofo alemán, de gran importancia en el desarrollo de la filosofía
de los valores, la sociología del saber y la antropología filosófica.
«Nunca en la historia, tal como la conocemos, el hombre ha sido más que un problema en sí» —Max
Scheler.
La antropología filosófica apareció en la época moderna, ya que sólo a partir del siglo XVII pudo empezarse
a considerar el hombre independientemente de la teología, y desde sus inicios estuvo fuertemente marcada
por el dualismo cartesiano y por el enfoque kantiano. No obstante, aunque moderna como disciplina
filosófica, la reflexión sobre el hombre es tan antigua como la filosofía misma, razón por la cual la
antropología se ha contagiado de la anfibología que presenta este término. En cierto sentido, enlaza con el
ideal socrático del «conócete a ti mismo» y de la concepción aristotélica del hombre entendido como «animal
racional», como «animal político» y como «animal que habla», y surge del esfuerzo constante de la filosofía -
con dos momentos particularmente antropocéntricos: el Renacimiento y la Ilustración- por aclarar el
concepto que el hombre tiene de sí mismo, y su situación en el mundo, (momentos en los que también se
pone en duda el carácter naturalmente político del hombre, como en el caso de Hobbes, por ejemplo. Si la
filosofía antigua giraba fundamentalmente alrededor de la noción de «cosmos» y reflexionaba sobre el
hombre en relación con la naturaleza, y la filosofía medieval entendía al hombre como una parte del orden
divino, solamente la filosofía moderna ha permitido desatar al hombre de estas ligaduras a la vez que, con
ello, crecía la noción de sujeto y de individuo (no en vano la filosofía moderna nace con la afirmación del
«yo» cartesiano). En definitiva, pues, si es cierto que en toda filosofía hay una
reflexión sobre el hombre (que puede provenir de rasgos mítico-religiosos o ser
fruto de la reflexión filosófica propiamente dicha), solamente a partir de la
época moderna se abre una nueva perspectiva: el hombre ya no se entiende
solamente desde su hipotética naturaleza, ni desde una perspectiva sobrenatural,
sino que se liga a su acción: a sus producciones, a sus obras y a sus relaciones
con los otros hombres.
El tema del hombre aparece en la filosofía moderna entendido como «sujeto» o
como «razón» y como último eslabón de todo preguntar filosófico. Las
preguntas de Kant al respecto hacen clásico el planteamiento y señalan este giro
antropológico: «¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo esperar?
¿Qué es el hombre? A la primera cuestión, responde la metafísica; a la segunda, la moral; a la tercera, la
religión y, a la cuarta, la antropología. Sin embargo, en el fondo, se podría poner todo esto a cuenta de la
antropología, porque las tres primeras cuestiones se refieren a la última». Pero Kant, a pesar de su distinción
entre una antropología fisiológica y una antropología en sentido pragmático, distinción que señala las dos
grandes direcciones de la antropología física y de la antropología cultural y social, no llega a tematizar una
antropología filosófica, aunque abre las puertas a esta disciplina. Las primeras reflexiones pertenecientes a
una antropología filosófica se sitúan en Schelling, en Feuerbach, en Kierkegaard, en Marx y en Nietzsche.

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EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACIÓN DEL MONO EN HOMBRE

FIEDERICH ENGELS
El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la
par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo
más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta
cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel
período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este
período, vivía en algún lugar de la zona tropical - quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las
profundidades del Océano Indico- una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada.
Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos
de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas.

Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían
que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de
ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para
el tránsito del mono al hombre.

Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados
primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel
entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Como
hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta
manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y
sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus
patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en
los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las
ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para
empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear
a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en cautiverio, realizan con las
manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán
grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de
la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la
disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre. […]las
funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos
miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio,
funciones sumamente sencillas. […]Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo
por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el
período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la
mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida
se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación.
ACTIVIDADES
1. Escribe un título diferente al original para este texto, teniendo en cuenta la tesis fundamental.
2. Realiza un resumen del texto de Engels, escrito con tus propias palabras, que contengan las ideas
principales, los argumentos y la conclusión. Escribe una composición que indique la importancia de la
mano en la evolución del hombre a través de la historia.

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Profesor WALTER RAMÍREZ HURTADO FILOSOFÍA POTOSÍ – BOLIVIA

ANTROPOLOGÍA: UNA TEORÍA DE LA ALIENACIÓN KARL MARX

La concepción marxista del ser humano puede encontrarse en sus primeros escritos, particularmente
Manuscritos, en la crítica a Hegel y las Tesis sobre Feuerbach, que constituyen el núcleo del llamado “hum
marxista”. La crítica marxista se concreta en estos 3 puntos:

1. Hegel afirma que el HOMBRE es autoconciencia y pensamiento, para Marx el hombre es ACTIVIDAD.
2. Marx, entiende que el hombre es actividad y trabajo; la economía política burguesa cosifica al ser humano, robán
capacidad de tomar decisiones y de “hacerse a sí mismo”
3. En cuanto a Feuerbach, su concepción del ser humano sigue siendo demasiado abstracta y teórica. Se olvida d
práctico del ser humano, y así se aleja del hombre concreto para ocuparse de una esencia tan abstracta como inút

Marx defiende que no existe una esencia de “ser humano” que deba ser realizada, sino que el hombre es
actividad. El ser humano se hace a sí mismo en sus propias acciones y decisiones, sin realizar ningún modelo
El hombre es un ser activo, y su dimensión práctica es más importante que la teórica. El hombre no
entenderse sólo como un “animal racional”. Debemos tener en cuenta que el trabajo y la acción es lo que p
contacto al ser humano con la misma naturaleza y con el resto de seres humanos. A través del trabajo el
transforma la naturaleza y ocupa un puesto determinado en la sociedad. Por todo esto, dirá Marx en la sex
sobre Feuerbach que “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo; es, en realidad, el
de las relaciones sociales.”

Tomando como referencia este cambio en la concepción del ser humano, Marx reforma también otro co
heredado de Hegel y de Feuerbach: la ALIENACIÓN. Podríamos definirlo como aquel proceso o situació
por la cual el hombre se convierte en algo distinto, ajeno o extraño a lo que debería ser, a lo que le corre

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EL HOMBRE EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

El problema de la esencia y de la existencia del hombre pertenece a la serie de problemas filosóficos


“eternos”. Ocupa al hombre desde tiempos inmemoriales, desde que por primera vez se preguntó ¿qué es el
hombre y para qué vive? Este problema es eterno, pero también es eternamente nuevo, dado que cambian
sin cesar las condiciones de la vida, su contenido y el hombre mismo. Cada vez es el problema de otro
hombre, que vive en otras condiciones históricas, que resuelve tareas concretas de su tiempo y que concibe,
piensa y comprende de otro modo el universo. Y mientras la vida fluya y la mente trabaje, el problema del
hombre se planteará inevitablemente a los individuos, requiriendo con apremio su solución.
Los problemas filosóficos generales del hombre, en cierto sentido, son tradicionales: atañen a factores y
relaciones importantes de la existencia humana. Se trata de los problemas concernientes a las relaciones del
hombre con la naturaleza y la sociedad; del papel y del lugar del hombre en el desarrollo histórico y en la
creación cultural, de su vida interior emocional,
espiritual y moral, de su actitud ante sí mismo y
ante las demás personas. En nuestro tiempo, de
profundas transformaciones sociales y culturales,
cuando el progreso científico - técnico alcanza
un nivel cualitativamente nuevo, esos problemas
adquieren un significado especial para los
destinos de la humanidad, aparecen en una forma
histórica única. Las transformaciones sociales
van acompañadas, ahora, de una brusca ruptura
de formas viejas y caducas de vida, de una nueva
estimación de los valores y de los ideales, de la
pérdida de convicciones y representaciones
habituales, de la búsqueda de nuevas
orientaciones vitales.
 La revolución científico-técnica
transforma la sociedad

La revolución científico-técnica, que afecta a


todas las órbitas y manifestaciones de la vida
humana, provoca hondas transformaciones en la
sociedad contemporánea. Cambian las relaciones
del hombre con la naturaleza, su papel en la
producción, sus posibilidades y necesidades creativas.
El progreso de la ciencia y de la técnica ha engendrado fuerzas de creación y de destrucción nunca vistas
hasta ahora. Ha abierto grandes caminos para el desarrollo del hombre, de su creatividad, pero al mismo
tiempo ha generado fenómenos que amenazan con escapar al control del hombre y socavan las bases de la
existencia humana.
Estos procesos de "alienación", de deshumanización y de estandarización de diversas formas de la existencia
humana, así como las sensaciones y los estados de ánimo que provocan en el hombre, se reflejan en la
filosofía contemporánea.
La revolución científico-técnica y sus consecuencias, examinadas en el contexto de los procesos sociales
fundamentales, muestran que el ulterior progreso de la ciencia y de la sociedad sólo es posible sobre la base
de un desarrollo anticipado, intelectual y moral del hombre contemporáneo. Éste no sólo ha de tener plena
conciencia de sí mismo como sujeto del proceso histórico-social, como principal fuerza productora y creador
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de la ciencia y de la técnica; además ha de afirmarse prácticamente en este papel, ha de dominar las


posiciones y fuerzas clave que le permitan regular el proceso social y desarrollarlo en consonancia con los
ideales y valores progresivos de nuestro tiempo. Todo esto prueba una vez más hasta qué punto es actual el
estudio del problema del hombre no sólo en sus aspectos relativamente particulares - sociológico,
psicológico, antropológico, ético, etc. -, sino además, y ante todo, en el plano filosófico general.
Ante las complejas y difíciles tareas de la vida contemporánea, el hombre no puede ni debe ser un arma ciega
en manos de fuerzas que le resultan incomprensibles e incontrolables, de acción fatal. Hoy, cuando el factor
tiempo ha adquirido un significado de principio sobre todo en la resolución del problema de la paz, no hay
que esperar apáticamente a que todas las cuestiones complejas y todas las contradicciones se resuelvan por sí
mismas. En nuestra época histórica, crucial, que requiere acciones decisivas, el hombre, apoyándose en la
necesidad social, recurre también a sí mismo, a sus medios y posibilidades. El hombre busca fuera de sí y en
sí mismo los fundamentos y fuerzas que le sirvan de base para actuar con seguridad y lograr la consecución
de sus fines. Se interesa por la naturaleza de las leyes sociales, de los ideales y de otros valores del espíritu.
Se interroga acerca de su situación en el mundo, acerca del sentido de la vida y del ser, acerca de las
relaciones entre la sociedad y el individuo, acerca de cuáles son las raíces de su actividad creativa y de su
responsabilidad moral.
La filosofía está obligada a responder a tales preguntas. No sólo ha de proporcionar una explicación teórica
general de la naturaleza del hombre y de sus relaciones con el mundo, sino que además ha de precisar los
principios básicos de la actividad del hombre en las condiciones históricas concretas de nuestra época.

RESPONDE

 La pregunta ¿Qué es el hombre y para que vive? se dice que es un problema eterno y eternamente
nuevo. ¿Cómo entiendes esto? Explícalo.
 Los problemas filosóficos del hombre están relacionados con su existencia ¿Cuáles son esos
problemas?
 ¿Qué cambios provoca en el hombre la revolución científico – técnica?
 ¿Cuáles son los fines que se plantea el hombre en nuestra época histórica crucial?
 ¿Qué entiendes por esencia y existencia?

EL HOMBRE COMO PROBLEMA DE LA FILOSOFÍA

La filosofía contemporánea se ha hecho vivo eco de los problemas vitales actuales del hombre y los ha
reflejado en sus categorías, conceptos, principios y teóricos. Los problemas del hombre se presentan en
forma específicamente filosófica.
La existencia de sistemas sociales contrapuestos y la diversa situación del hombre en ellos generan
inevitablemente concepciones diferentes acerca de las tendencias del desarrollo social, acerca de los ideales
sociales y los medios para alcanzarlos. Esto se ha reflejado en la manera en que los filósofos marxistas y no
marxistas enfocan los problemas del hombre, en sus concepciones, en su intelección y explicación de los
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fenómenos de la vida humana y de la vida social, de la naturaleza misma del hombre. La filosofía, refleja la
lucha ideológica que se sostiene hoy en el mundo.
Esa tendencia se manifiesta de manera distinta en la antropológica filosófica. Muchos filósofos, reaccionando
frente a las vivas y lacerantes contradicciones de la sociedad capitalista, como la alienación y
“despersonalización” del ser humano, exponen concepciones del hombre que, a su juicio, están llamadas a
liberarle de las formas alienadas de existencia, a indicarle las vías y los medios para alcanzar el “ser
auténtico”.
Los filósofos de orientación subjetivista buscan y encuentran las fuentes y las bases de la “auténtica
humanidad” al margen de toda forma objetiva del ser humano. Esos filósofos reducen en grado extremo la
esfera del “ser auténticamente humano”, circunscribiéndolo a diversas formas de pura subjetividad e
individualidad.

EL PROBLEMA DEL HOMBRE EN LA FILOSOFÍA ANTIGUA

La idea del hombre anidó desde tiempos remotos en el pensamiento de los griegos. Así lo atestigua el
antropomorfismo de la religión y de la cosmología de la antigua Grecia representado en los mitos, en la
poesía homérica y en las doctrinas filosóficas de los pensadores de los siglos VII-VI antes de n.e. Luego el
pensamiento filosófico pasa de los problemas cosmológicos a los directamente humanos. Y el siglo V antes
de n.e. - época del florecimiento de la cultura griega - se distingue por un singular viraje antropológico. El
hombre se encuentra en el centro de la atención de la filosofía.
1. En el mundo del cosmos y de las esencias eternas.
Los primeros filósofos griegos de la naturaleza y luego Demócrito, Platón y Aristóteles entregan el hombre al
poder de relaciones y esencias vitales objetivas, materiales e ideales. Por otra parte, los sofistas, los cínicos,
los cirenaicos, los escépticos, los epicúreos y los estoicos, sin negar en principio esos fundamentos,
proclaman al hombre medida de todas las cosas, hablan del valor específico de lo humano.
El hombre de la filosofía griega no existe por sí mismo, sino únicamente en el marco de determinadas
relaciones que se conciben, inicialmente, como razón u orden absolutos, como cosmos pleno de sentido. Esas
fuerzas cósmicas independientes del hombre determinan el estado exterior del mismo, quien las vivencia
como fuerza universal del hado del destino.
En el hombre helénico, la conciencia del propio Yo se despierta en el choque con alguna fuerza exterior -
cósmica, divina social - ante la que aquél se ve obligado a adoptar
una posición determinada. La fuerza exterior inmediata con que el
hombre helénico entra en interacción real es la sociedad. La polis es
para él, la forma natural de vida. No obstante, en el seno de esta
comunidad, hasta cierto grado conserva él la conciencia de su propio
Yo, el derecho a la vida propia. Es igualmente inmediata la relación
del hombre helénico con la naturaleza. La naturaleza, para él, es un
gran todo al que el hombre pertenece orgánicamente. No es casual
que la forma de vida correspondiente a la naturaleza se convierta
después en principio consciente de la filosofía griega.
El hombre helénico vive en un mundo único con todos los objetos y
seres vivos, incluidos los dioses inmortales, que para él son
realidades indudables. Los dioses son los seres poderosos que
constantemente se injieren en la vida humana y cuya buena
disposición el hombre ha de conquistar. No se trata, sin embargo, de
seres sobrenaturales, sino que se encuentran en el interior del
cosmos. Y el hombre no es creación de ellos, sino un ser que vive al
lado de ellos en un reino propio.
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Encontramos las primeras representaciones filosóficas del hombre en las doctrinas de los pensadores de la
escuela de Mileto (Tales, Anaximandro y Anaxímenes), los cuales al desarrollar las opiniones tradicionales
de los griegos sobre la unidad del hombre con todo el ser que lo rodea, entienden y tratan este último como
filósofos de la naturaleza materialistas. En un fundamento único, en la primera materia, ven el principio
básico que se transforma en objetos singulares y al que éstos, en último término, vuelven. En esta filosofía, el
hombre aparece sólo en calidad de momento particular del proceso cósmico universal. A pesar de esto, sin
embargo, el objetivismo cosmológico de los antiguos estaba infiltrado de elementos éticos y estéticos. Su
filosofía natural no era tan sólo una filosofía de la naturaleza en la que se hiciera abstracción de los
problemas humanos. Trataba de ser en su totalidad y por ende del hombre como parte componente de dicho
ser.
En el pensamiento filosófico de la antigua Grecia, que desconocía el aislamiento entre la naturaleza y el
hombre, entre Dios y este último, las categorías humanas fácilmente se transferían a estos objetos absolutos.
Y antes ya de que el hombre empezara a conocerse a través de la naturaleza, se encontraba en conocimiento
de la naturaleza, inconscientemente, partiendo del hombre. Entre los campos de lo natural y de lo humano no
hay ningún abismo, lo extrahumano no es antihumano.
En las doctrinas de los primeros filósofos griegos en los siglos VII - V antes de n.d.e., de los sabios de Mileto
y de los filósofos de la naturaleza próximos a los mismos, se manifiesta el espíritu de una época de
transición, del período en que se descompone el régimen tribal y se forma la sociedad esclavista. Las viejas
formas económicas y políticas iban cambiando gradualmente, y los griegos, en sus comunidades más
desarrolladas, pasaban a nuevas formas de vida en las condiciones de la democracia esclavista. Se
agudizaban las contradicciones entre la aristocracia tribal, los comerciantes y artesanos enriquecidos y los
pobres, los arruinados. La masa despertaba, presentaba sus exigencias. Y precisamente en esta época la
filosofía instó a la moderación. Los sabios formularon su consigna: conócete a ti mismo y no rebases medida
alguna. “Conócete a ti mismo” significaba, en este caso, conocer la propia pertenencia al gran todo cósmico
en que el hombre encontraba, en forma preparada, los principios de su ser.

EL HOMBRE EN LA FILOSOFÍA GRIEGA


DEMÓCRITO
El hombre, según Demócrito, cree en sus fuerzas y posibilidades, es hijo de la naturaleza, pero se crea a sí
mismo y crea su propia vida. Demócrito niega que el hombre necesite dirigirse, en solicitud de ayuda, a las
fuerzas del más allá, divinas. “Algunos sabios, extendiendo los brazos hacia el lugar donde se encuentra,
como decimos ahora los helenos, el aire, proclaman: Todo lo decide el propio Zeus, él lo sabe [todo] lo da y
lo quita, él es rey sobre todas las cosas”. El hombre ha de encontrar en la naturaleza y en sí mismo todo lo
que necesita. En consonancia con su teoría del reflejo, Demócrito afirma el enorme significado de la
imitación en la creación cultural.
El alma del hombre consta de átomos (átomos de fuego), pero, a diferencia de los átomos del cuerpo, ésos
tienen otra forma y una gran movilidad, que les es inherente. Demócrito, naturalmente, niega la inmortalidad
del alma, considerando que ésta se destruye junto con el cuerpo.
Proclama como virtudes superiores la moderación, la sensatez, la
conformidad de lo que se hace con lo que se dice. “…La
sabiduría -dijo- produce los tres frutos siguientes: el don de
pensar bien, de hablar bien y de obrar bien”.
PLATÓN
El idealismo platónico se ha convertido en una de las fuentes
más importantes del dualismo antropológico y del racionalismo
teórico-cognoscitivo. Platón propone modelos absolutos e
invariables de creación humana y ve la predestinación del
hombre en conocerlos, imitarlos y seguirlos. El hombre no ha de crear, sino realizar una idea ya existente.
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Según Platón, el hombre no se compone simplemente de dos


mitades diferentes, sino de dos partes hostiles. En el hombre reina
siempre tensión belicosa no sólo entre el cuerpo y el alma, sino,
además, en el alma misma, compuesta de pasión, valentía y
espíritu. El espíritu representa la parte divina del alma y
únicamente el dominio del primero asegura a la segunda un estado
normal. El hombre vive en dos planos, poniendo de manifiesto
inclinaciones diferentes: hacia la materia y hacia la idea, hacia
abajo y hacia arriba. La tarea consiste en lograr que los
pensamientos superiores dominen y sometan siempre a las
tendencias vitales.
La tarea superior del hombre consiste en restituirse al mundo de
las ideas. El hombre ha de formarse y perfeccionarse siguiendo la
idea de hombre. Platón proclama de nuevo normas eternas que el
hombre ha de conocer en el pensamiento siguiéndolas en su
actividad.
ARISTÓTELES
En la doctrina de Aristóteles se sintetizan dos tendencias
antropológicas: la ético-religiosa, que separa de manera tajante
hombre y naturaleza, y la cosmológica naturalista, que ve al
hombre en indisoluble conexión con el mundo entero.
En el hombre se interrumpe la evolución natural y tiene lugar el prodigio de que lo espiritual, el alma, se
inserta en el cuerpo humano. Ello encuentra su explicación en la teoría aristotélica de la forma y la
materia, del acto y la potencia. Según esta teoría, el alma es la forma del cuerpo, y como tal se halla
incluida en las relaciones objetivas de las formas y los órdenes, está vinculada a la “forma superior”, a la
forma de todas las formas, a Dios. Este ser supremo aparece en Aristóteles en calidad de un principio vago,
objetivo e impersonal, en calidad de fin hacia el que ha de tender sin cesar todo lo existente.
Consideraba que el hombre no puede vivir por sí mismo, sin entrar en comunicación con sus semejantes. El
hombre es un animal social. Crea la sociedad y vive en ella, consolidándola con ideas éticas. La sociedad por
él creada presupone, junto a las colectividades iniciales -familia, tribu, etc.-, el Estado. De ahí otra tesis de
Aristóteles acerca del hombre como “ser que crea el Estado”.
En las doctrinas filosóficas del hombre de los siglos V-IV antes de n.e., en las de los sofistas, de Sócrates,
de Demócrito, de Platón y de Aristóteles, encontraron su reflejo los problemas y contradicciones de la
sociedad griega, ante todo del Estado ateniense, así como la enconada lucha que allí sostenían diferentes
partidos políticos y grupos sociales (ante todo los partidarios de la democracia esclavista y la aristocracia).
Tras determinadas representaciones filosóficas del hombre y de su destino, de su vida, de la virtud y la
felicidad, tras la doctrina de la sociedad ideal y del Estado, se encubrían intereses y apetencias concretos
de las fuerzas político-sociales entonces en acción.
CONTROVERSIA
¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Es necesario conocer el estilo de escribir de Platón para poder comprender sus ideas. Como buen discípulo de
Sócrates, Platón considera que la verdad debe generarse en el diálogo, en donde nace y fluye de los
interlocutores. Leamos detenidamente el siguiente texto del Felón o Tratado del alma, en el cual Platón
coloca como interlocutores a Sócrates y a Cebes.
“Sócrates: ¿No estamos compuestos de un cuerpo y un alma? ¿A cuál de estas dos formas es nuestro cuerpo
afín?
Cebes: No habrá nadie que no diga que a la especie visible.
Sócrates: Y nuestra alma, ¿es visible o invisible?
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Cebes: Los hombres por lo menos no la ven.


Sócrates: ¿Entonces es inmaterial?
Cebes: Sí.
Sócrates: Entonces, ¿nuestra alma se asemeja más que el cuerpo a lo invisible y perfecto?
Cebes: Necesariamente.
Sócrates: Entonces, ¿a qué se parece nuestra alma?
Cebes: Es evidente que se parece a lo divino e inmortal y que nuestro cuerpo se parece a lo mortal.
Sócrates: Entonces, mi querido Cebes, es claro que lo perfecto es eterno e inmortal, por lo cual nuestra alma
constituye nuestro ser y el cuerpo se disuelve como un accidente”

PLATÓN, Felón o Tratado del alma

EL HOMBRE COMO SUSTANCIA

“¿Hay alguna cosa que sea exclusiva del alma? La solución es una pero no fácil. Con respecto a la mayoría
de funciones es claro que requiere de la participación del cuerpo: la ira, el valor, el deseo y cualquier
sensación. La intelección, el pensamiento, parecen funciones exclusivas del alma, pero no podrían existir sin
el cuerpo.
Si existe alguna función propia sólo del alma, es posible que ésta pueda existir separada del cuerpo. Más si
nada hay exclusivo del alma, esta no podrá existir separada del cuerpo. Parece también que todas las
afecciones del alma están en el cuerpo: la ira, la mansedumbre, el temor, la misericordia, la audacia, la
alegría, el amor y el odio; porque al existir ellas, padece o se manifiestan de alguna forma en el cuerpo. Por
todo lo anterior vemos que el tratar lo físico toca siempre el alma en general.
Finalmente existe un tercer género compuesto de los anteriores llamado sustancia. Entre las sustancias se
cuentan los cuerpos y fundamentalmente los cuerpos naturales”

ARISTÓTELES, Del alma

DEFIENDE TU PUNTO DE VISTA


 ¿Cómo está compuesto el hombre para Platón?
 ¿Cómo nos presenta el alma el texto del Felón?
 ¿Qué es la sustancia para Aristóteles?
 ¿Por qué considera inseparable al cuerpo y el alma?
 ¿Con cuál de las dos posiciones estás de acuerdo? ¿Por qué?

LA ANTROPOLOGÍA MEDIEVAL
Los filósofos medievales comprendieron al hombre como una creación de Dios. La filosofía medieval
europea dejó en nuestro concepto del hombre una honda huella, que vamos a reconocer a lo largo de esta
unidad.

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EL HOMBRE EN LA CONCEPCIÓN CRISTIANA


El problema del hombre para la filosofía medieval
Comprende al hombre
Como una creación de Dios; la más perfecta en el mundo

Lo vemos en

San Agustín: Santo Tomás:

LA CONCEPCIÓN CRISTIANA DEL HOMBRE


La oposición a la idea, expuesta por la filosofía de la Antigüedad clásica, de que el hombre se halla
subordinado a lo cósmicamente universal, el cristianismo primitivo defiende la idea de la inmortalidad del
alma individual, El cristianismo considera iguales a los esclavos y a los hombres libres, pero no por su
“naturaleza”, sino por su “espíritu”; propone para ellos una creencia única, no un principio de igualdad real,
sino un principio de igualdad ideal, no la revolución de los esclavos, sino la resignación de los esclavos.

Un Dios personal, libertad personal, inmortalidad individual, caída en el pecado y redención: tales son los
elementos de la doctrina cristiana que se contraponen a la concepción universal e impersonal del mundo de la
filosofía clásica. La filosofía griega veía al hombre y a todo
el género humano como un caso particular en la inmutable
ley del proceso universal. Para el cristianismo, en cambio, la
naturaleza exterior no es más que el campo en que se
desenvuelve el drama de la historia humana, de las
relaciones humanas y, ante todo, de la relación del hombre
con la divinidad. Y este drama se proclama como esencia
auténtica de la historia mundial. El pecado original y la
redención se admiten como verdadero contenido metafísico
de la realidad mundial, y la historia se presenta como el
reino de los actos libres e irrepetibles de las personas. Y
estos actos tienen sentido religioso.
En la Edad Media, al hombre se le proclama parte
componente del orden que emana de Dios. Dios, como principio absoluto predetermina el destino del mundo
y de la humanidad, actúa a espaldas del hombre, le convierte en un instrumento ciego que cumple
automáticamente la voluntad divina.
Por más que la filosofía religiosa subraye la independencia del individuo, su libre albedrío, por más que hable
de su estructura singular, la persona, en dicha filosofía, no deja de ser una magnitud predeterminada, cuyo
valor no se mide por el acierto con que la persona se expresa a sí misma, sino por el grado en que en ella se
revela lo divino.
1. Del “Yo real” al “Tú verdadero” SAN AGUSTÍN
Agustín concedía mucha importancia a las ideas cristianas de la inmortalidad del alma, del pecado original y
de la redención. Pero las unió de tal modo con la tesis del objetivismo idealista clásico (del neoplatonismo)
anteriormente conocidas por él, que en líneas generales conservó invariable el principio de la subordinación
del hombre a las normas absolutas del más allá.
Agustín busca caminos para familiarizar al hombre con el orden universal y subordinarse a Dios. Parte, según
palabras suyas, del “Yo real” (hombre) y llega al “Tú verdadero” (Dios). Del hombre habla en primera
persona, y de Dios en segunda. El lazo de unión del hombre con Dios adquiere sólo un carácter interior.
Cree Agustín que las verdades de la revelación divina no se asimilan por medio del conocimiento, sino por
medio de la fe, en cuya base se encuentra el acto volitivo primigenio y no consciente en que se afirma el

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objeto de la propia fe. Es, precisamente, esta convicción condicionada por la voluntad la que crea los
elementos del pensamiento de los que más tarde, como resultado de la actividad de la razón, surge la
comprensión. Así, la fe irracional en la revelación precede al conocimiento racional.
2. La causa primera divina y la buena voluntad. SANTO TOMÁS
A diferencia de Agustín, el escolástico medieval Tomás de Aquino enlaza la doctrina cristiana con la
filosofía de Aristóteles. Admite la creación del mundo partiendo de la nada y la inmortalidad del alma. El
hombre es una partícula del orden universal creado por Dios y ocupa el lugar que en este orden se le ha
destinado de antemano.
Según Tomás de Aquino, el hombre es semejante a un mundo pequeño, a un microcosmos. Lo mismo que
todo fenómeno del universo y toda partícula del mismo, el hombre necesita su “motor”. Ese motor es el alma
humana. El alma sirve de forma al cuerpo, con su presencia y acción “actualiza” al hombre, determina su
esencia y su especificidad. Tomás de Aquino considera al hombre como una unidad de cuerpo y alma.
Con este fin introduce los conceptos de substancia incompleta y de causa casual, que le permiten por una
parte “demostrar” la independencia y la inmortalidad del alma, y por otra, tratar al hombre como una
existencia concreta, individual-corporal, del alma. El hombre es un ser intermedio, situado entre el
mundo de los animales y el de los ángeles.
CONTROVERSIA
EL BIEN COMÚN POR ENCIMA DEL BIEN PARTICULAR
La ley natural es el primer principio que determina la razón y los hechos. Su primer precepto es hacer el
bien y evitar el mal. Sobre este precepto se fundamentan todos los demás. Las leyes deben ser justas,
morales, físicamente posibles, acordes con el tiempo y el espacio, fieles a las tradiciones de los pueblos,
necesarias, aptas para el fin propuestos, promulgadas y orientadas al bien común.
El bien común está siempre sobre el bien particular, lo cual no quiere decir que lo anule, sino que por el
contrario lo garantiza a todos por igual.
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Theológica

EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS


Procure en consecuencia, el príncipe vencer y conservar el Estado, y los medios serán considerados
honrosos, y por todos elogiados, porque el vulgo se atiene siempre a las apariencias; los pocos quedan
descartados cuando los muchos tienen dónde apoyarse. Un príncipe de nuestros tiempos, a quien no juzgo
correcto mencionar, nunca predica otra cosa que no sea paz y felicidad, siendo el mayor enemigo de ambas
cosas, que si las hubiera respetado en varias ocasiones le habrían provocado la pérdida del prestigio y del
Estado.
NICOLÁS MAQUIAVELO, El Príncipe

1. ¿Qué concepción del hombre está detrás de cada uno de estos textos?
2. Si para Maquiavelo “el fin justifica los medios”, ¿crees que para Santo Tomás también es así? ¿Por
qué?
3. ¿Cuál es tu posición respecto a estas dos visiones del ser humano? Justifica tu respuesta.

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EL HOMBRE EN LA EDAD MODERNA


LA ANTROPOLOGÍA MODERNA
El nacimiento y desarrollo de las relaciones capitalistas en la Edad Moderna conducen a la aparición de las
naciones europeas y de los estados nacionales. La tendencia hacia la diversidad de formas de la vida social se
pone de manifiesto también en la cultura, en particular en las diferentes corrientes filosóficas que llegan en
sustitución de la filosofía religiosa medieval. El hombre es protagonista como ser su esencia y existencia.
1. El Renacimiento y el “descubrimiento” del hombre.

En la Edad Moderna, el hombre vuelve a encontrarse en el centro de la atención de la filosofía. Mientras que
el pensamiento filosófico medieval se orientaba exclusivamente hacia la esfera del ser trascendental y
resolvía los problemas de la personalidad, de su valor y libertad, condicionada al más allá; la filosofía del
Renacimiento procura comprender al hombre partiendo de las condiciones de la vida real en este mundo, de
los fundamentos del hombre, afirmando la libertad y la dignidad de la persona como ser terrenal, real y
concreto. A la idea religiosa del pecado original del hombre y del ascetismo, el Renacimiento propone la
demostración de la tendencia innata del hombre al bien, a la felicidad y al perfeccionamiento multilateral, de
la integridad de la naturaleza humana, de la unidad indestructible de lo espiritual y de lo corporal.
Frente a la idea medieval de un orden universal exterior, los ideólogos del protestantismo Lutero y Calvino
presentan la tesis de que el encuentro del hombre con Dios tiene un carácter vivo, individual y singular, y la
de que el creyente ha de asumir la responsabilidad personal por sus convicciones. El principio protestante de
la “salvación por la fe personal”, opuesto al dogma católico de la salvación por medio de las “buenas obras”,
minaba las pretensiones de la iglesia católica a mediar entre el hombre y Dios, ya que excluía el derecho
único de la Iglesia católica a ser la representante y administradora de la bienaventuranza divina. “De este
modo, la fe personal se contrapone a la autoridad de la iglesia; la devoción del hombre no se define como
subordinación a la ley de la Iglesia, sino como convicción individual, “interior”, “consciente”.
El Renacimiento fue una época de vigorosa y radical renovación de la cultura y de la filosofía en Europa. Los
filósofos del Renacimiento combinaban caprichosamente elementos de las concepciones más diversas del
pasado. Pero la filosofía natural y el individualismo humanista
permanecieron como rasgos capitales de sus doctrinas. Al elaborar la
filosofía como ciencia del hombre y de la sabiduría de la vida
presentan en sus tesis, en calidad de problema fundamental, el del
papel y lugar del hombre en el universo.
El hombre llega a conocer el universo, dice el filósofo alemán
Valentín Weigel, en la medida en que él mismo es universo. El
hombre pertenece al mundo material y une en sí, la esencia de todos
los fenómenos, para comprender al mundo material. Tomaso
Campanella también ve, aunque de manera algo distinta, en el
autoconocimiento del hombre el camino hacia el conocimiento del
mundo.
Según las teorías de Nicolás de Cusa y luego también de Giordano
Bruno, en cada cosa existe un ser indestructible, eternamente vivo,
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una mónada, que es la forma individual del ser divino. De ahí que no sólo el
hombre, sino también cada cosa singular sea un peculiar espejo de la
substancia mundial.
En la filosofía del Renacimiento, el hombre descubre tanto la integridad y la
independencia de su ser individual, corpóreo-espiritual, como su unidad
orgánica con el universo. Esta integridad del ser humano sirve de base para
construir las concepciones éticas del Renacimiento, las teorías
concernientes al desarrollo y al perfeccionamiento multilaterales del
hombre.
Sin embargo, las ideas de personalidad íntegra y el individualismo ético-
filosófico pronto se diluyen en las concepciones objetivistas de la época siguiente. En diferentes doctrinas
filosóficas renacen, si bien es cierto que ya en otra forma, concepciones características del idealismo clásico
y de la filosofía religiosa medieval: el dualismo de alma y cuerpo, la idea de su oposición y hostilidad de
principio, la subordinación del hombre a distintos principios de una racionalidad y una ley universal y
abstracta.
La contradicción entre esta ley abstracta racionalista y naturalista, y la personalidad, entre el sujeto
teórico cognoscitivo y el hombre práctico, vivo, de la realidad histórica, se convierte en el problema
cardinal de la filosofía del hombre en la Edad Moderna.
DOCUMENTOS
EL RENACIMIENTO EN ITALIA
Si la lucha de clases en el siglo XIII tenía el carácter de una pugna sin cuartel entre toda la población de las
ciudades y los señores feudales, en el siglo XIV se agudiza el conflicto entre los miembros sin privilegios de
los pequeños gremios y las masas de obreros a sueldo, por una parte, y por la otra, los de los grandes
gremios, especialmente los propietarios de manufacturas y banqueros. En la década del cuarenta del siglo
XIV las formas de oposición individual aumentaron, transformándose en descontento masivo. La primera
rebelión de trabajadores asalariados conocida en la historia estalló en septiembre de 1343 en Florencia.
Fue brutalmente aplastada, lo mismo que todas las demostraciones de descontento que le siguieron. Dos
años más tarde estalló en esa misma ciudad la primera huelga. Fue declarada por los obreros del gremio de
los pañeros en señal de protesta contra la detención de su lider Ciuto Brandini. El descontento de los
obreros, las rebeliones saltaban como chispas de una ciudad a otra, alcanzando su máxima amplitud a
principios de la década del setenta en Siena y Perusa.
RUDOLF CHADRABA, Renacimiento y Humanismo

EL PENSAMIENTO RENACENTISTA
“No se puede hablar con rigor de una filosofía renacentista, de la misma manera en que hablamos de una
filosofía medieval, moderna o contemporánea. Existe una gran disparidad de tendencias, y es difícil
comprender el sentido general del pensamiento de este periodo. El Renacimiento es el esfuerzo por
desprenderse de la cultura tradicional que, formada durante la Edad Media, había llegado a detener la
espontaneidad del hombre”.
JULIÁN MARÍAS, La filosofía en sus textos

ANALIZA
 ¿Cuál es la preocupación fundamental de la filosofía medieval?
 ¿Qué incidencia tiene el cristianismo en la antropología medieval?
 ¿Qué diferencias presenta la filosofía del Renacimiento con respecto a la filosofía medieval?
 ¿Cuál es la característica social del renacimiento italiano?

GALILEO
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Profesor Walter Ramírez hurtado antropología filosófica potosí – Bolivia 2014

El físico y astrónomo italiano Galileo mantenía que la


Tierra giraba alrededor del Sol, en contra de las creencias de
la Iglesia católica, según la cual la Tierra era el centro del
Universo. Se le obligó a abjurar y fue sentenciado a
cadena perpetua (pena conmutada por arresto
domiciliario).
LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE EN EL
RENACIMIENTO
La filosofía de la edad Moderna, con su concepción del
hombre, se formó en el cauce de la oposición humanista del
Renacimiento al escolasticismo medieval, sobre la base del
descubrimiento y métodos científicos contenidos en las
teorías de Kepler, Galileo y Newton. La filosofía interpreta de manera distinta los resultados de las ciencias
naturales y de las matemáticas, resultados que a menudo servían de material y pretexto para generalizaciones
opuestas.
FRANCIS BACON
Francis Bacon exige un riguroso examen experimental de las cosas, la investigación de la realidad sin ideas
preconcebidas. Utiliza su método inductivo, empírico, de conocimiento para investigar no sólo el ser físico,
corporal, sino, además, las representaciones que surgen en el hombre y los actos volitivos, así como las
formas y los fenómenos sociales y políticos. Con ello su naturalismo adquiere también una orientación
antropológica social. En Bacon el conocimiento científico tiene como fin proporcionar al hombre el dominio
del mundo, y la investigación de la naturaleza sirve como medio para subordinar esta última al espíritu
humano. Esta concepción reflejaba la actividad y el espíritu emprendedor de la joven burguesía, los estados
de ánimo y afanes de la época de los grandes descubrimientos científicos, el descubrimiento de la brújula,
del telescopio, de la pólvora y de la imprenta. La ciencia prometía convertirse en directora del hombre para
conseguir nuevas victorias sobre la naturaleza, en una fuerza transformadora de la vida humana. Y esto
repercutía en el carácter de las teorías que elaboraban los pensadores del siglo XVII. Es inherente a los
sistemas filosóficos de esa época la tendencia a explicar los fenómenos del mundo exterior exclusivamente
por causas naturales. Bacon incluía entre los ídolos más peligrosos la concepción teológica de la naturaleza.
RENATO DESCARTES Y LA CONCEPCIÓN RACIONALISTA DEL HOMBRE
Descartes, tomando como base la investigación científica del hombre, también admite que al hombre se le
puede investigar como cuerpo natural utilizando los recursos de la ciencia de su época: la medicina, la
fisiología, entonces naciente, y la mecánica. En consonancia con la tradición racionalista, Descartes ve la
esencia del hombre sobre todo en el pensamiento, en su racionalidad: Su principio filosófico de partida
“Pienso: luego existo” en calidad de único rasgo fidedigno de la esencia humana, afirma el pensamiento, el
intelecto. Sin embargo, la investigación del hombre como ser natural no le permite hallar en él ni una sola
función que dependiera del pensamiento y que sólo le perteneciera a él. De ahí que para explicar el origen de
las funciones puramente humanas Descartes recurre a la hipótesis de que Dios creó el alma racional y la unió
al cuerpo de una manera determinada.
En Descartes, el hombre es portador de dos principios: el alma y el cuerpo, “la substancia pensante” y la
“substancia extensa” material. Tras esa diferencia entre substancia pensante y substancia corporal, se oculta
la oposición no sólo de lo corporal y lo espiritual, sino, además, de lo universal y lo individual. En las teorías
racionalistas anteriores a Descartes, lo individual generalmente entraba por completo en lo universal o se
reducía a ello. Además, en el dualismo cartesiano a la substancia corporal se le opone un conjunto de
substancias espirituales singulares, no una sola. Mientras en el cuerpo humano forma parte de un sistema
único de relaciones materiales, el alma humana es rigurosamente individual y está separada de las otras
almas.

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EL HOMBRE MEDIOCRE

José Ingenieros

Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características


personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Esta ofrece a todos un mismo fardo de
rutinas, prejuicios y domesticidades: Basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal.

La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás. Por ese
motivo, al clasificar los caracteres humanos, se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen
de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias, de la educación que se les
suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean. "Indiferentes" ha llamado Ribbot a
los que viven sin que se advierta su existencia.

Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano,
como contrabandistas de la vida.

Y lo son. Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la tierra, en cuya superficie vivimos
tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece
algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. La vida vale
por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino
el que ha sentido mejor un ideal: las canas denuncian la vejez, pero no dicen cuanta juventud la precedió.

El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se
consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en sí mismo, en sus
virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida: la afirmación de la propia
personalidad y la cantidad de hombría puesta en la dignificación de nuestro yo. Vivir es aprender, para
ignorar menos: es amar, para vincularnos a una parte mayor de la naturaleza y de los hombres; es un
esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos.

Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto:
el hombre es un valor social.

Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La


primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le
transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las
múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir.
Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias
hereditarias a la mentalidad colectiva: una continua aclimatación del
individuo en la sociedad.

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La imitación desempeña un papel amplísimo, casi exclusivo, en la formación de la personalidad social; la


invención produce, en cambio, las variaciones individuales. Aquella es conservadora y actúa creando
hábitos; esta es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación. La diversa adaptación de cada individuo
a su medio depende del equilibrio entre lo que imita y lo que inventa.

El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un


carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de
los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la
imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a
diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a
pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada
parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.

¿La continuidad de la vida social sería posible sin esa compacta masa de hombres puramente imitativos,
capaces de conservar los hábitos rutinarios que la sociedad les trasfunde mediante la educación? El
mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no
rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia
celosamente la armazón de automatismos, prejuicios y
dogmas acumulados durante siglos. Su rencor a los
creadores compensase por su resistencia a los
destructores. Los hombres sin ideales desempeñan en la
historia humana el mismo papel que la herencia en la
evolución biológica: conservan y transmiten las
variaciones útiles para la continuidad del grupo social.

Su acción sería nula sin el esfuerzo fecundo de los


originales, que inventan lo imitado después de ellos. Sin
los mediocres no habría estabilidad en las sociedades;
pero sin los superiores no puede concebirse el progreso
pues la civilización sería inexplicable en una raza
constituida por hombres sin iniciativa. Evolucionar es
variar; solamente se varía mediante la invención.

Son la minoría, éstos; pero son levaduras de mayorías


venideras. Las rutinas defendidas hoy por los mediocres son simples glosas colectivas de ideales, concebidas
ayer por hombres originales. El grueso del rebaño social va ocupando, a paso de tortuga, las posiciones
atrevidamente conquistadas mucho antes por sus centinelas perdidos en la distancia; y estos ya están muy
lejos cuando la masa cree asentar el paso a su retaguardia. Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será
mañana rutina, a su vez, contra otro ideal. Indefinidamente, porque la perfectibilidad es indefinida.

EL SUPERHOMBRE DE NIETZSCHE

El valor fundamental del pensamiento de Friedrich Nietzsche

El Superhombre es el pensamiento central de Nietzsche. El ser humano debe ser superado, ya que todos
los seres evolucionan y se transforman, y el ser humano no puede ser una excepción. El ser humano no
es un ser estático, sino que está dotado de una enorme fuerza creadora.

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Darwin y el Evolucionismo. La especie humana está dotada de la fuerza expansiva de la vida, la que está en
un proceso evolutivo constante. Pero para poder llegar a ser el Superhombre hay que superar la moral
tradicional y decadente, y llegar a la nueva moral. La transformación del hombre en Superhombre pasa por
tres estadios diferentes:

1. Camello: El espíritu del hombre es en primer lugar un camello con una carga enorme.
2. León: El hombre, cansado por la carga anteriormente descrita, se rebela contra su dueño e
impone su voluntad.
3. Niño: El hombre se convierte en un niño lleno de futuro: el Superhombre.

La vida terrenal. Las características más importantes del Superhombre es su necesidad de la vida; El
Superhombre valora principalmente la vida terrena: el placer, las pasiones, la victoria. Intenta superarse, y
por eso rechaza la moral tradicional cristiana, aceptando la moral de los señores, propia de los fuertes. La
Fidelidad a la tierra. Una de las características más importantes del Superhombre es la fidelidad a la tierra:
Sólo existe esta vida, y, por tanto, cualquier pretensión de renuncia en nombre de una vida mejor después de
la muerte, es totalmente absurda. Es esta fidelidad a la tierra la que le llevará, en primer lugar, a renunciar a
cualquier reducto de Platonismo que nos lleve a considerar la posibilidad de un mundo inmaterial mejor que
éste, y de una vida mejor que la vida terrenal. La fidelidad a la tierra es lo que nos lleva a vivir esta vida con
toda la intensidad posible.

La voluntad de poder. La voluntad de poder significa la voluntad de dominio, la fuerza, la ley del más
fuerte. Es la exaltación de la fuerza y la agresividad (los instintos propios del ser humano). Vemos la
influencia clara del pensamiento de Darwin y la selección natural (sólo los más fuertes llegan a sobrevivir).
Esta voluntad de poder nos lleva a un deseo de no ser dominado por nadie. Esto nos lleva a una dificultad
imposible de superar para llegar a un nivel de convivencia social como la que tenemos.
La sociedad entendida como renuncia de los instintos. La vida en sociedad nos lleva a la renuncia de
nuestros instintos. En nombre de esta convivencia. Nietzsche nos propone no renunciar a ninguno de nuestros
instintos, teniendo esto como consecuencia, el fin de la sociedad basada en la colaboración. La visión social
que tiene Nietzsche, acaba en el individualismo más terrible: sin la colaboración, la solidaridad... El valor
más importante pasa a ser el individuo. Por eso tenemos que decir que el pensamiento de Nietzsche sería el
grito desesperado del individualista que ve como este individuo está a punto de desaparecer disuelto en la
sociedad. Esta es la clave de la voluntad de poder y la no renuncia de los instintos.
El Eterno Retorno. El Eterno Retorno muestra un deseo tan fuerte de
vivir que desea que ésta se repita eternamente. Esta vida debe ser
repetida constantemente con sus alegrías y sus dolores (pensamiento
terrible para todos aquellos que no aman la vida). Esta es la fuerza del
amor a la vida, del amor enorme por esta vida: el deseo de que no sólo
no haya ninguna otra, sino que ésta se repita constantemente, infinidad
de veces.

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