María en San Juan

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VII

MARÍA EN
LOS
ESCRITOS
DE SAN
JUAN
Contenido
1. El Prólogo de San Juan
2. Las bodas de Caná
3. María al pie de la Cruz
4. La mujer del Apocalipsis
San Juan escribió su evangelio
a finales del s. I, d.C. “para que
crean que Jesús es el Cristo, el Hijo
de Dios y para que creyendo tengan
vida en su nombre” (Jn 20,30-31).
Uno de los temas
fundamentales suyos es el de la
Encarnación del Verbo.
1. El prólogo del evangelio
En el prólogo se anuncian los
temas que le importan. En el prólogo
se pueden distinguir tres secciones:
1ª La preexistencia del Logos (vv. 1-
5).
2ª La venida del Logos al mundo
(vv. 6-13).
3ª La encarnación del Verbo y su
significado salvífico (vv. 14-16.18).
La preexistencia del Logos

vv. 1-2: El Logos en Dios.


v. 3: Relaciones del Logos con lo
creado.
vv. 4-5: Relaciones del Logos con
los hombres.
San Juan deja claras la condición
divina del Logos y su eternidad.
Además, cuál es el lugar del Logos en
la creación (es la causa eficiente) y
afirma que da la vida a los hombres.
La venida del Logos al mundo

vv. 6-8: El Bautista precursor del


Logos.
vv. 9-11: La manifestación del
Logos.
vv. 12-13: La filiación divina.

El v. 13 dice: “Los cuales no han


nacido de las sangres, ni de la
voluntad de la carne, ni del querer
del hombre, sino de Dios”.
Sin embargo, del v. 13 hay una lectura
singular, aunque menos frecuente: “el cual no
ha nacido de las sangres, ni de la voluntad de
la carne, ni del querer del hombre, sino que
fue engendrado de Dios”.

Esta lectura es atestiguada por varios


manuscritos más antiguos (ss. II-III) que los de
la lectura plural más frecuente (ss. IV en
adelante). También lo atestigua Tertuliano,
que acusa a los gnósticos valentinianos de
cambiar la lectura de este verso del singular
al plural, apoyando, de esta forma, el
nacimiento divino de los “espirituales” o
“elegidos” (cfr. De carne Christi 19,1-2).
Al parecer, la lectura singular “no ha
nacido” junto con “de las sangres”, fue
utilizado por los docetas para argüir que
Cristo no tenía cuerpo real. Así habría
adoptado la Iglesia la lectura plural.
De la Potterie afirma que el plural
“sangres” se utilizaba en la tradición judía
para indicar la pérdida de sangre que
acompañaba a todo alumbramiento de
mujer. Así, pues, San Juan está proponiendo,
no sólo la concepción virginal de Cristo, sino
el parto virginal, porque la negación (no de
las sangres) significa que cuando aconteció
el parto, no hubo derramamiento de sangre
en la madre.
Sentido mariológico de este texto
Primero: San Juan no da ningún
relato histórico ni de la concepción ni
del nacimiento de Jesús.
No obstante, se advierte que el
evangelista comunica a los lectores,
que el Logos asume una naturaleza
humana mediante una concepción y
un parto virginales. A pesar de no
citar la palabra “madre”, de una
forma implícita, está presente “la
mujer” que concibe y da a luz
Segundo: en los vv. 12-13 está
presente implícitamente la doctrina
de la maternidad espiritual. Pues, “a
los que le recibieron les dio poder de
hacerse hijos de Dios, a los que creen
en su nombre, el cual no ha nacido
de las sangres, ni de la voluntad de la
carne…”
2. Las bodas de Caná
Hay que encuadrar esta escena
como final de la semana inaugural
joánica (hasta Jn 2,12), que comienza
con el testimonio de Juan Bautista
(1,19).

Hay quienes opinan que es una


alusión a la semana de la creación en
Génesis.
v. 1.
Es llamativo que San Juan llame a María
no por su nombre sino como la madre de
Jesús (2,1.2.3.5.12; 6,42; 19,25). Parece
trascender el plano personal, familiar e
individual, al aspecto funcional de
colaboración en la obra de su Hijo.
También, Jesús no la llama “madre” sino
“mujer”. Desea “hacer pasar a segundo
término la relación biológico materno-filial
que le une a ella a favor de un papel más
universal y representativo” (Martínez Sierra).
v. 3. “No tienen vino”
Esta frase significa constatación de la
carencia. Pero también la tenencia o la
carencia de vino en el AT tiene un doble
significado:
a) La abundancia de vino es signo de la
benevolencia divina (cfr. Is 24,8-11).
b) El vino es símbolo de la Nueva Alianza
(cfr. Mq 2,11).
María materializa al “resto de Israel”
que muestra su indigencia y pobreza
(privación de vino) y acude a la misericordia
divina (signo de la salvación mesiánica).
v. 4a. “Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí?
Dos posibles sentidos:
a) Oposición, divergencia o desacuerdo: “¿a ti
qué te importa?” (Cfr. Mt 8,29; Jc 11,12; 1R
17,18; 2C 35,21).
b) Cierto desacuerdo o distinto parecer:
“¿cómo puedo intervenir en esto?” (cfr. 2R
3,13; Os 14,9).
Parece evidente que debe ser en este
segundo sentido. “Jesús deja entender que
Jesús se sitúa a otro nivel que María y en otra
perspectiva: ella piensa aún en el vino de la
fiesta; Jesús piensa en la misión mesiánica que
comienza” (I. de la Potterie).
v. 4b. “Todavía no ha llegado mi hora”.
a) Es poco probable la posición de A. Vanhoye:
que en su primigenia redacción se formula
como pregunta: “¿acaso no ha llegado mi
hora?”. La hora de Jesús equivaldría a toda su
vida pública que culmina en la cruz.
b) También en 7,30 y 8,20 Jesús dice que aún no
ha llegado su hora. Y cuando se acerca la
pasión entonces sí ha llegado (12,23; 13,1;
17,1). “La hora” de Jesús sólo puede
interpretarse como el momento de su
glorificación en la cruz.
María estará presente cuando llegue la hora
(19,25-27).
v. 5. “Hagan lo que él les diga”
Por el contexto, no se parece a la
expresión homónima de Gn 41,55. Más
bien se ha de relacionar con Ex 19,8
(24,3): “haremos todo cuanto ha dicho
Yhwh”. Invita María a hacer posible la
alianza.
“María retoma aquí aquellos
compromisos que en el Sinaí fueron
aceptados por el Pueblo elegido. Es decir,
asume el papel de mediadora de la Nueva
Ley, como lo hizo Moisés con la Ley
Antigua” (texto p. 181).
María “se presenta a los hombres
como portavoz de la voluntad del
Hijo, indicadora de aquellas
exigencias que deben cumplirse para
que pueda manifestarse el poder
salvífico del Mesías (…). En Caná,
María aparece como la que cree en
Jesús; su fe provoca la primera señal
y contribuye a suscitar la fe de los
discípulos” (RM 21).
Dimensión mariológica del milagro
La escena es primariamente cristológica: es el
“principio” de los signos mesiánicos.
Parece, pues, una trasposición de los esposos
de Caná con Jesús y María, asistentes a su boda.
“A nivel del relato, el esposo de Caná es
progresivamente reemplazado por Jesús, mientras
que la esposa se halla totalmente ausente; pero en
un plano diferente al del matrimonio, su papel pasa
a ser representado por María. Jesús y María actúan
como si verdaderamente fueran los personajes
principales del relato” (I. de la Potterie). Vienen a
ser “el Esposo y la Esposa espirituales del banquete
mesiánico” (J.P. Charlier).
“María es la colaboradora de
Cristo en la confección del milagro;
Ella nos ofrece en este relato una
muestra acabada de su intercesión
ante el Hijo. La Virgen acude con
presteza a remediar una carencia
material. Su solicitud materna se
abre a los hombres y su
comportamiento patentiza de forma
implícita su maternidad espiritual”
(texto p. 182).
3. María al pie de la Cruz
(Jn 19)
v. 25: “estaba (…) su madre”.
Matices divergentes con el relato de los
sinópticos (Mt 27,55s.; Mc 15,40s.; Lc 23,49):
a) En los sinópticos, las mujeres miraban de lejos;
en Juan, están junto a la Cruz.
b) En los sinópticos, mencionando a las mujeres, y
mencionando a tres, no se menciona
explícitamente a María, madre de Jesús. En Juan,
se menciona solo a tres junto a María.
c) En los sinópticos, la presencia de las mujeres es
mencionada después de la muerte de Cristo;
aquí, antes.
vv. 26-27.
El gesto parece de piedad filial, pero tiene
sentido soteriológico:
a) Juan presenta a María como “la madre de
Jesús”. En cambio, Jesús se dirige a ella
como “mujer”. La utilización de este título
nos remite a la mujer de Gn 3,15: asociada
al nuevo Adán, es vencedora del Maligno.
b) La utilización en este pasaje de la partícula
ide (idou) (1,29-30; 12,15; 19,5.14) es
enfática y llama la atención de forma
penetrante y visible: lo que viene a
continuación constituyen la última voluntad
de Cristo (su “testamento de la Cruz”).
c) ¿Quién es el “discípulo amado”?
No se puede negar su carácter
físico-personal sin violentar el texto
y su historicidad. No es una
espiritualización. El discípulo amado
aparece 4x, unido siempre a Pedro.
Es probable que sea Juan. Es
paradigma del discípulo (cfr. Jn
14,21).
d) No es mera piedad filial la de Jesús,
pues se dirige primero a “la mujer”:
Jesús confía el discípulo a María. Es
una misión estrechamente ligada a
La conclusión “la recibió en su
casa” (“entre sus cosas”) denota
una acción personal, un hecho
existencial (cfr. 1,11). Ta idia
significa el conjunto de bienes
específicos, los dones que
esencialmente le constituyen en
“discípulo amado”: la fe en Cristo,
su unión con Él, el amor, la entrega
de su vida al Maestro.
Significación mariológica
Jesús entrega María (como madre) al
discípulo amado. Pero…
la función materna de María se extiende a
todos los discípulos de Cristo que han sido
representados por el discípulo amado en el
Calvario:
“El discípulo designado como ‘aquel que
Jesús amaba’ es indudablemente la
personificación del discípulo perfecto, del
verdadero fiel a Cristo, del creyente que ha
recibido el Espíritu. No se trata aquí de un afecto
especial de Jesús por sus apóstoles, sino de una
personificación simbólica de la fidelidad al
Señor” (Max Thurian).
Aplicación eclesiológica:
María, en el Calvario, es la
personificación de la “hija de Sión”
(“Esposa de Yhwh”, “Madre de Sión”,
“Virgen de Israel”), figura simbólica de
Israel sobre la que los profetas
proyectaban las esperanzas mesiánicas de
salvación.
Según esta tesis, “a los ojos de Cristo,
Ella representa a Sión y así (…) le atribuye
la maternidad sobrenatural y metafórica
que los profetas predijeron de Sión” (A.
Feuillet).
4. La mujer del Apocalipsis
El Apocalipsis posee una orientación pastoral:
quiere consolar a los cristianos de la Iglesia
primitiva e infundirles esperanza de la victoria
divina.
Esta visión está conectada con las profecías
precedentes. Tres partes del pasaje:
1. vv. 1-6: presentación de la mujer, del hijo varón
y del dragón
2. vv. 7-13: combate de Miguel con el dragón y su
resultado.
3. vv. 14-17: fuga de la mujer ante el ataque del
dragón. Ver protagonistas…
a) El hijo varón (v. 5).
Sentido colectivo: cfr. Is 66,7.
Pero, parece ser de sentido individual
concreto, debido a la referencia del v. 5a
a Sal 2,9 (claramente mesiánico).
En cambio, el v. 11 hace alusión al
pueblo que ha vencido al dragón gracias
a la sangre del cordero.
Hay, pues, una superposición de
planos en el v. 5a: por una parte el
Mesías y por otra el pueblo que nace en
un solo día.
b) El dragón.
Es la personificación del enemigo
de Dios que quiere eliminar la
incipiente comunidad cristiana.
Cfr. Dn 7,8.20.24.
A veces se refiere al Imperio
romano (o sus emperadores); otras
veces se refiere a Satanás, que oprime
a los primeros cristianos.
Puesto que en este pasaje el
dragón se identifica con la serpiente
genesíaca (v. 9), se hace referencia
necesaria a la lucha y la victoria del
Mesías contra el Demonio,
profetizada en el protoevangelio.
c) La mujer.
En el caso de que el “hijo varón”
represente una colectividad, la Mujer se
identifica con la Iglesia del AT y el NT.
De hecho, la descripción de los
atributos de la Mujer evoca al pueblo
de Israel (cfr. Gn 37,9; Ct 6,10; Is
26,17; 54,1; 66,7-9), …
… que camina hacia los tiempos
mesiánicos y a la Iglesia que está
encinta y sufre dolores en el parto de
sus hijos.
Pero, si el “hijo varón” tiene carácter
individual e histórico y se identifica con
el Mesías, al igual que Satanás, los otros
personajes son igualmente históricos.
Por tanto, la Mujer no es un mero
símbolo sino un personaje real: la Madre
del Mesías, es decir, María.
Además, la misma descripción de la
mujer apocalíptica y su paralelismo con
la mujer del protoevangelio: en ambos
textos se describe la misma lucha y la
misma victoria.
Si respecto al “hijo varón”
puede haber dos
interpretaciones, y ambas
concatenadas, también la
“mujer” puede referirse tanto
a María como a la Iglesia.
¿A cuál de los dos
personajes se refiere de forma
primigenia y directa?
Tesis actual más generalizada:
La “mujer vestida de sol”
primariamente se refiere a la Iglesia de
los dos Testamentos (el Pueblo de Dios
que a través de María nos ha dado al
Mesías y a la Asamblea de la nueva
Ley, protegida por Dios, que lucha
contra el dragón), y en un sentido más
profundo a María que, como “excelsa
Hija de Sión”, representa al antiguo
Israel y como modelo de fe es la más
perfecta realización de la Iglesia.

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