Pequeñas Cosas Lindas
Pequeñas Cosas Lindas
Pequeñas Cosas Lindas
Era la puesta de sol en los montes floridos de japón, se olía el olor a los jazmines y
a bosque húmedo. Los duraznos pintaban la falda del monte, y el viento los hacía
moverse de tal forma que parecían los flecos de una bailarina rosada. Los robles y
abedules pintaban el cuerpo de la montaña con un estampado de zebra verde y
blanca. Los niños del pueblo llaman a ese gigante "El Enzebrado"; Incluso se
registran historias donde se encontraron manadas de cebras correteando por ahí, se
habían escapado del zoológico local, pero los ancianos afirman que hay santuario
de este animal dentro de lo profundo del monte.
Y a la distancia “del enzebrado” se encuentra nuestro pintor, sentado en un banco
con una vista directa al monte, puede ver el río que corre por debajo suyo y los
colores se reflejan perfectamente en el agua calma. No puede pintar nada, está
hace rato mirando aquel paisaje, inhalando todos sus colores pero mantiene su
pincel impoluto, quiere retratar aquella pintura, sin embargo, no puede mover la
mano, no sabe por dónde empezar, ni que color deberia usar. Su inspiración y
diseño propio está bloqueado, siente la necesidad de pintar, pero cree que aquello
no está a la altura de una pintura. No tiene ideas. Y al llegar a ese momento, se le
ocurrió. Tenia q ir a buscar su inspiración en otro escenario
El pintor, agarra sus cosas con apuro pero sin ser descuidado, con el lienzo debajo
del brazo, vuelve a su casa a buscar algún atractivo turístico, quizá alguna imagen
de algún libro que encuentre en su biblioteca. Al llegar a su casa, está su pareja
haciendo sopa de tomate, su favorita, su madre cocinaba sopa de tomate en los
días de primavera.
El pintor entra, le da un beso y sin escuchar los avisos de que la comida estaba lista
y las quejas sobre el precio de las chauchas, sale en busca de alguna revista, diario
o Cuaderno que tenga imagenes de algun lugar pintoresco. Saca de las canastas
de revistas, cantidades de números de la revista dominguera y diarios de fechas
pasadas. Los esparce sobre la mesa ratona del living corriendo los platos hondos
de sopa que había armado su mujer y empieza a buscar alguna imagen de algún
lugar que le parecía bonito. Entonces es ahí donde encuentra eso que estaba
buscando, Amsterdam "Una de las Venecias del Norte". Un lugar bien lejos de
japón. Quizá la cultura europea, los grandes castillos medievales y las ciudades
atravesadas por canales de agua calma, transitada de turistas y gondolas le darían
algo a la altura de ser pintado. El pintor estaba inmerso en las imagenes; sentía
como si estuviera caminando por las calles de Ámsterdam, paseando en bicicleta,
Entrando al palacio de algún duque o duquesa. Sabia que tenia que ir de viaje,
despejar la mente del ritmo japonés y buscar en otros lados.
La pareja del pintor, enfurecida por el desorden que había armado en el living de la
casa corre de un sopetón las revistas de la mesa y sirve la sopa. Ella le grita en
japonés, el piensa en holandés.
Mientras toman la sopa, él la convence de tomarse unas vacaciones cuanto antes a
los Países Bajos como forma de celebrar su cercano aniversario, prefiere hacerlo
pronto así se pueden sacar vuelos a buen precio y acomodados a la economía
fluctuante del país. Ella se había olvidado de todo y solo queria saber mas sobre
este viaje planeado. Con la sopa quemándole la lengua corre al computador y
empieza a buscar precios para volar a holanda. Y asi como empezo la iniciativa
aquella tarde, se llevó a cabo un mes después.
Al llegar a holanda salieron a caminar por las calles más transitadas, paseando por
todo el centro. No tuvieron que Caminar mucho para encontrarse con los famosos
canales que van cortando Ámsterdam en mil pedacitos interconectados entre sí. El
pintor se sienta en un Banco con su mujer al lado para admirar la imagen. Ella se
sienta a almorzar un sanguche que habían preparado en el hotel antes de salir. En
la calle pasaba un auto amarillo, de los famosos “escarabajos” atravesando un
puente empedrado gris. en las puntas del puente se ve a dos madres con sus hijos
llevándolos de la mano al jardín de infantes. Uno está llorando porque no quiere que
la madre lo abandone cuando lo deje en el jardín. Tironeando de la manga del
abrigo maternal, el niño se clava en el piso dificultando, pero no impidiendo, el paso
firme de la madre. Del otro lado está el otro niño, se puede ver en su rostro el
entusiasmo de niño por ir a la escuela. No le importa la madre, el solo piensa en sus
amigos y quizá, como el dia esta soleado, los hacen jugar en el patio exterior del
jardín donde abundan las flores de colores y aromas y hay un árbol enorme en el
centro. El niño adelantándose unos pasos a la madre, La reta en Holandés porque
estaban llegando tarde. Y por debajo suyo, corre el canal. Una corriente lenta
mueve las canoas, sin remos atadas a los muelles. Un canal que aparentando
tranquilidad esconde debajo suyo un cementerio bicicletas oxidadas.
Esta imagen le llama la atención, y saca su lienzo y sus pinturas. Embadurna su
pincel en el primer color que cree conveniente empezar y vuelve suceder lo mismo
que en japón, Tiene la necesidad imperiosa de pintar. Pero vuelve a creer que
aquello no puede ser pintado, que no es lo suficientemente bello. No se siente
inmerso en esa imagen no puede ser parte de ella. Se queda mirando con el lienzo
en blanco por un rato hasta que la mujer se termina su sanguche, ahí ella se da
cuenta de la angustia de su marido y se le ocurre una idea. Le ofrece de ir a un
museo. Busca el más cercano en su teléfono inteligente y, convenientemente,
estaba el museo de Van Gogh a unos pocos metros.
Al entrar al museo el pintor puede sentir cada pintura. separándose de su mujer se
va por uno de los amplios pasillos. Ve dorados marcos y puede oler el aire solemne
del museo, pinturas maravillosas, pero una secuencia de la llamo la atencion. En
orden de derecha a izquierda, se ve un cuadro de un puente y unas señoras
lavando ropa en el río, una silla de muchos colores, un retrato de Van Gogh, el
famoso cuadro de “La noche estrellada”, un florero de girasoles medio moribundos y
un campo de maíz con cuervos negros volando del horizonte.
Nada especial en ellos, pero el pintor se queda intrigado. vuelve a mirarlos, y se
sienta en un sillón áspero en el medio de la sala de exposición. Porque es que
alguien tan prestigioso como Van Gogh pintaría tales imágenes tan mundanas, pero
que terminarían siendo las obras de arte más reconocidas de la historia. Piensa y
piensa, pero no entra en su lógica. Necesita saber, pero ¿A quién preguntarle?
¿Porque no al mismísimo Van Gogh?. Pero ¿Donde podria encontrarlo? decide
preguntarle a las lavanderas de debajo del puente.
Ahí en los matorrales de la orilla,las lavanderas estaban lavando la ropa de sus
patrones y sin dudarlo pregunta por el señor Van Gogh
-“Cruzo el puente, se fue por allí” le dice señalándole el puente de arriba. Agradece
y comienza a irse cuando la señora le advierte
-“Tenga cuidado, él acaba de salir del manicomio” y una risa empalagosa estalla en
el grupo de las señoras. Ellas reían mientras el pintor indiferente cruza el puente en
dirección señalada por la señora.
Cruza un campo de trigo y de girasoles, el amarillo es ensordecedor. Llega hasta
una cabaña que tenía pinta las paredes de afuera de colores vibrantes. Él sabía que
estaba en el lugar indicado. A la distancia puede ver una figura erguida y
concentrada en sus actividades sobre las hectáreas ya haradas del campo. Era
Vincent. No podía tardar más tiempo, tenía que hablar con él, contarle su problema,
quiza podia ayudarle, quizá podía explicarle porque es que pinto aquellas imágenes
de poco contenido visual.
-“Usted es Vincent Van Gogh, ¿verdad?”-Pregunta el pintor.
-”Si”- Un silencio incomodo los separaba, Vincent estaba pintando
desaforadamente, no se llegaba a ver que era pero el amarillo abundaba. El pintor
se saca el sombrero, se acomoda su lienzo debajo del brazo y estaba a punto de
preguntar y empezar a hablar cuando lo interrumpe Vincent.
-”¿Porque no pinta? este paisaje es increíble”- dice señalando de mala gana a las
montañas de heno y la tierra seca por el sol de media tarde
-“Un paisaje que parezca una pintura, no puede pintarse, si observa verá que toda la
naturaleza tiene su encanto, cuando veo tanta la belleza me siento inmerso en ella,
y luego, igual que en un sueño, el paisaje se pinta por sí solo. Absorbo ese paisaje
natural lo devoro total y completamente. y cuando he terminado, el cuadro aparece
delante de mí acabado.”- se frena en seco, mirándose las manos- ”pero me es difícil
retener todo eso”.
Iluso, pregunta -”entonces ¿Qué hace?”-
- ¡Trabajo! me esclavizo, me conduzco como una locomotora”- Dice mientras
termina los trazos que había dejado a la mitad y con brusquedad arranca una hoja y
mira al sol.
-”Debo darme prisa, el tiempo se escapa”- comenta mientras guarda sus cosas -”Me
queda poco tiempo para pintar.”-
-”¿se encuentra bien? veo que está herido”-
-”¿esto? si, ayer intentaba acabar mi autorretrato, no conseguí hacer mi oreja
derecha así que la corte y la tiré”- Hace una pausa corta, cambiando de tema -”El
sol”- señala- “Me impulsa a pintar, no puedo malgastar mi tiempo hablando con
usted”- Agarra sus últimos bártulos y se va apurado por el maizal. El pintor se queda
Sorprendido, no sabe qué hacer, se queda anonadado por aquel consejo y la
dedicación de aquel hombre. Todo aquello que el creia que debia ser una pintura,
una imagen de la dignidad natural, es errada; Estaba intentando pintar cosas que no
merecían ser pintadas. La comprensión de la Belleza artística sobre las imágenes
se destruye dentro de él. Aquel monte que había visto en su país, era demasiado
bello para pintarlo en su totalidad, era una pintura por naturaleza, aquellos colores y
patrones atractivos hacían a “el enzebrado” un una pintura por naturaleza;
demasiado para digerir en una sola pintura, demasiado atractivo para ser pintado.
Las calles de Amsterdam estaban compuestas de pequeñas imágenes que
endulzaban las calles, pero eran demasiado “Pintables”; como si ya las hubieran
pintado tantas veces que no merecía la pena pintarlas. Las imágenes que generan
placer al verlas en la realidad, sus pinturas carecen de sentido. Ya que no tiene
sentido hacer una pintura de una pintura natural. y al mismo tiempo podrían dejar de
existir aquellas imágenes naturales y a alguien las pudo haber inventado y retratado.
Por lo tanto aquellas hipnotizantes imágenes son solo fantasia y existen en un
imaginario y poca relevancia tiene pintarlas si en vez de eso pueden ser escritas o
musicalizadas. Sin embargo es en esas “pequeñas cosas de la naturaleza” ya sean
humanas o no, las que la pintura les otorga un sentido de existencia. Si no son
pintadas, podrían desaparecer y nadie se acuerda de ellas, pero la pintura les
otorga el lugar de tomar lugar en el mundo, ser relevantes, tomar un sentido. Un
sentido que ni la música ni los cuentos podrían describir. Pasan a ser algo, pasan de
ser mundanas a ser relevantes.
Nuestro pintor se quedó pensativo, reflexivo, no había visto que Van Gogh ya se
había ido de ahí y Corriendo por los bocetos de Vincent recorre por ciudades,
pueblos. hasta llegar a otra cosecha de trigo, donde ve la figura de Vincent a la
distancia, bajando por el elevado terreno por detrás de la montaña, pero al llegar a
la cumbre, una bandada de cuervos sale desde de la montaña. Vincent queda
perdido entre las siluetas negras y su nuca se va perdiendo entre el revuelo.
El pintor se sienta y cae sobre el sillón de la galería. Había vuelto, pero ya no era el
mismo, ahora su pincel está manchado de color sol y pan. Ya se le había ocurrido
una idea.