El Corazón Del Pintor
El Corazón Del Pintor
El Corazón Del Pintor
adultos
Nieve en la rama del abedul: blanco con gotas de azul tintado de añíl
helado.
Todo tenía su color, su paleta bien lo sabía, así que no podía fallar. Sí, el
violeta manchado con tinte de agua.. ¡ese quedará perfecto!
Sin embargo algo faltaba, algo que solo su mirada encontraba, algo
faltaba, sí definitivamente algo…
Todos desde pequeño habían alabado sus pinturas, pero sentía que aún
faltaba mucho, y sufría por alcanzar el día en que creara la obra por la
que seguía pintando y mezclando colores, imaginando y viviendo.
Ahí estaba ella, sentada en la escalera de aquella vieja casa por la que
Ignacio habría pasado mil veces antes de aquella.
Ahí estaba, contemplaba el brillo azulado de las nubes que traen los
primeros días de la primavera. Sin imaginar que un muchacho, un
muchacho aspirante a pintor, también contemplaba su rostro abstraído.
Ella soltó una carcajada. ¿Sólo una carcajada? Noooo, no era como
cualquier otra, era limpia, sonoramente musical, incluso podría decir
que, sí, sostenidos en el aire, aparecieron mágicamente acordes de
colores. ¿Era eso posible?
Cada día se apresuraba después del trabajo por llegar al lugar en que
había conocido a la chica de la risa de colores y cada día volvía a
casa con la esperanza de verla al día siguiente.
Mientras, mezclaba en su paleta todos los colores del arcoíris por si
llegase a encontrar los matices de aquella risa que seguía en su cabeza,
y tanto lo intentaba que ya no solo la escuchaba claramente en la
mañana, cuando daba un paseo, o por la tarde cuando volvía a pasar
por delante de la vieja casa.