El Cartel Negro - Ana Lilia Perez
El Cartel Negro - Ana Lilia Perez
El Cartel Negro - Ana Lilia Perez
El cártel de la gasolina,
corrido de URIEL HENAO,
cantante colombiano.
Palabras preliminares
Realizar esta investigación periodística implicó transitar por caminos muy difíciles. Una
vez más, comprobé que los peores enemigos de la prensa son los funcionarios públicos
envilecidos por el poder y la ambición, quienes no tienen límites para construir sus
emporios personales, cimentados siempre en la corrupción.
Debo reconocer que por momentos llegué a plantearme la posibilidad de abandonar la
elaboración de este libro. Sin embargo, seguí adelante al recordar que a pesar de los
embates en su contra el periodismo sigue siendo una profesión noble, esencialmente
humana. Y frente a una sociedad lacerada, herida, como la nuestra, el periodismo tiene
un enorme compromiso.
Quien me recordó todo esto fue un hombre cabal, un hombre “laborioso” —como él
mismo se definió en alguna ocasión— que en cada uno de sus textos periodísticos
siempre ofrecía una lección de rigor y dedicación. En su modo de ejercer este oficio nos
dejó una enseñanza de congruencia, recordando en todo momento el deber del
periodista, su obligación moral.
Este libro ve la luz gracias a su ejemplo y a su consigna de que “hay que dar
cumplimiento” al derecho que tienen todos los mexicanos de conocer a fondo la
administración que se hace de su principal empresa, Pemex, de saber cuál es realmente
la situación en que se encuentra y cómo el gobierno es el responsable de lo que está
ocurriendo.
A unos días de ponerle punto final, conversábamos que el primer ejemplar sería para
usted, maestro Miguel Ángel Granados Chapa. No fue posible. Cuánta falta hará a este
país que tanto le debe. Cuánta falta al periodismo, en qué orfandad nos deja.
El 14 de octubre de 2011, escribió su columna por última vez. Con la misma entereza y
lucidez con que siempre se condujo, se despidió de sus lectores: “Ésta es la última vez en
que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”. Y, generoso, nos regaló un
mensaje esperanzador:
“Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias, y otras formas
de hacer que renazca la vida permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es
destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto
que esa mutación se concrete”.
Gracias, maestro, por las lecciones de vida. Gracias, maestro, por las palabras de
aliento. Gracias por recordarme el deber del periodista.
A su memoria.
ANA LILIA PÉREZ
17 de octubre de 2011
Prólogo
La primera empresa creada fue Marrob, S.A. de C.V., constituida el 26 de junio de 2001
ante el notario público número 15, Gonzalo Oyosa. Como socios aparecen Omar Vargas
López, Roberto Carlos López López y Juan Carlos Ortiz Sánchez, inversionistas de
profesión. Luego se registró la Agencia Diesel de México, el 29 de septiembre de 2001,
ante el notario público número 27, Adán Augusto López Hernández. Como inversionista
se consignó a Yexomina Ramos Naranjo.
En diciembre de 2002, la compañía Continental Serv, S.A. de C.V. se constituyó ante la
notaría número 16, de Antonio Ulín Rodríguez. Como socios se registró a Eduviges del
Carmen Hernández Cruz y José Atila Baeza Morales, de oficio mecánico automotriz, con
domicilio fiscal en la calle El Duende número 135, en la colonia Las Gaviotas, norte, en el
Municipio Centro de Tabasco. En el lugar hay una pequeña vivienda semiderruida.
El 6 de marzo de 2004, en la notaría pública número 15, crearon tres empresas: VC
International, en la que aparecen como accionistas los jóvenes de 20 años de edad
Ricardo Hernández Álvarez y Jesús Leonardo Ortiz García, de profesión inversionistas;
True Services, S.A. de C.V., con Lucía Guadalupe Trinidad Torres como inversionista; y
Red Constructions, S.A. de C.V., con Ángel Amador Alcázar Hidalgo y Juan Carlos Ortiz
Sánchez como accionistas.
El 10 de enero de 2005, en la notaria 15, crearon otras dos empresas: Mantenimiento y
Control del Sureste, S.A. de C.V., con Lidia Arellano Miranda y Jonathan Sánchez García
como inversionistas; y Almir Industrial Services, S.A. de C.V., a nombre de Mauricio
Adrián Álvarez Salazar, como accionista.
El 5 de enero de 2006, en la notaría número 15, se registró CS Control de México, S.A.
de C.V., con Jorge Alberto Rico Meza como inversionista. El 8 de marzo de ese mismo
año, en la notaría 27, crearon otras dos empresas: TR del Golfo, S.A. de C.V., a nombre
de Jaime Mora Custodio; y Global Control de México, S.A. de C.V., con Elsi Ramos Naranjo
y Gabriela Gómez Pascual como inversionistas.
El 11 de marzo de 2008, ante la notaría número 6, cuyo titular es Jorge Antonio de la
Cerda, crearon la empresa Wifer, S.A. de C.V., en la que aparecen como accionistas
Guillermo José Ibarra y Fernando Guzmán. Ese miso día, pero en la notaría número 1, del
municipio de Jonuta, crearon dos empresas más: Petroservicios de México, S.A. de C.V., a
nombre de Jorge Rico Mendoza y José Alberto Berthely López, y ER Technology de
México.
El 16 de marzo de 2009, en la notaría número 36, ante el notario Darwin Andrade Díaz,
crearon MF Integral Services, S.A. de C.V., en la que aparece como inversionista Jorge
Antonio Meneses Chew. Al día siguiente, en la misma notaría, se establecieron otras dos
empresas: LG Services, en la que están como inversionistas Mario Pérez Ortiz y Víctor
Javier Gutiérrez; y la compañía Tiger Diesel, a nombre de Ovidio León Hernández. El 26
de marzo del mismo año, ante el titular de la notaría numeró 1 de Jonuta, Tabasco, Jorge
Sánchez Brito, se registró la compañía Sana International, a nombre de Mario Pérez Ortiz.
Finalmente, el 26 de agosto de 2009, en la notaría número 6, se estableció la empresa
Presition Inspection México, a nombre de Mario Pérez Ortiz.
Como empresas asociadas en sus contratos con Pemex aparecen también la empresa
texana McAllen Oilfield Supply, en la que aparecen como socios Gilberto Rico Meza, Jack
Smith y Michael Bosley; y Axis Industrial, donde el administrador e inversionista es Jorge
Alberto Rico Meza.
Algunos de los funcionarios de mayor nivel dentro de Pemex que adjudicaron contratos
a las empresas citadas arriba son los subdirectores de PEP en la Región Norte, Alfredo
Guzmán Baldizán; en la Región Marina Noroeste, Juan Javier Hinojosa Puebla; el
subdirector de Administración y Finanzas, Rafael Juan Bracho Ransom; el subdirector de
Perforación y Mantenimiento de Pozos, Ricardo Palomo Martínez. También los gerentes
de Recursos Materiales, Miguel Ángel Lugo Valdés; de Perforación y Mantenimiento de
Pozos, Baudelio Ernesto Prieto, y Abelardo Córdova Hernández; de Administración y
Finanzas, Ramón Tomás Alfonso Figuerola Piñera; de Mantenimiento Integral, José
Guadalupe de la Garza Saldívar.
En el número 1735 de la avenida Insurgentes del Distrito Federal, un enorme edificio con
fachada de cristal alberga las instalaciones centrales de la Secretaría de la Función
Pública. En uno de los pisos superiores, en su oficina, el secretario Salvador Vega Casillas
describe los detalles de una auditoría especial que la dependencia a su cargo hizo a
algunos de los millonarios contratos petroleros firmados con el grupo de compañías de
Tabasco “coordinadas” por Omar Vargas.
La auditoría inició cuando el área financiera de Pemex en las oficinas corporativas de la
ciudad de México buscó hacer válidas las fianzas de algunos de esos contratos, y la
Afianzadora Monterrey, que supuestamente las había emitido, le respondió a los
funcionarios de la paraestatal que esas pólizas eran apócrifas. Las fianzas originales
correspondían a compañías del Distrito Federal para contratos de diversas entidades
gubernamentales distintas a Pemex.
Pero lo más grave es que después descubrirían que el asunto iba mucho más allá del
uso de pólizas apócrifas, con las cuales los funcionarios de Pemex avalaron que esas
compañías respaldaran su contratación. Al respecto, el propio secretario Salvador Vega
Casillas asegura que se iniciaron diversas auditorías a las empresas:
Yo mismo participé en la investigación de las compañías; cuando fui a buscar las instalaciones de una de ellas, en un
terreno que parecía baldío, una señora vestida con mandil y sandalias lavaba en un lavadero asentado sobre unos
tabiques. Le pregunté si allí era la empresa Mantenimiento y Control del Sureste. Me respondió que cuál empresa buscaba:
“¿En la que soy dueña o en la que soy accionista?” Las compañías eran de papel, de portafolios. Todas de un mismo
empresario, Omar Vargas López, con prestanombres. Esa mujer era una de ellos.
COSTOSAS OMISIONES
Los primeros focos rojos que apuntaban a irregularidades graves de estas compañías se
encendieron en 2004. Continental Serv concursaba en la licitación internacional TLC
18575041-024-03 para el mantenimiento preventivo y correctivo a las motobombas
contra incendio en las instalaciones petroleras de la Región Marina Suroeste. En el
proceso la empresa fue descalificada porque no cumplía con los requerimientos técnicos,
aunado a que para concursar incluyó en su propuesta documentación apócrifa. A pesar de
lo anterior, Continental Serv presentó en la SFP una inconformidad porque no había
ganado el contrato (expediente CI-S-PEP-0165/2004). Para sustentarla, exhibió de nuevo
documentación apócrifa con sellos y logos falsos de Pemex que supuestamente
constituían una parte de la licitación. En abril de 2004 la SFP declaró infundada la
inconformidad, que a nombre de la compañía atendió un abogado llamado Alexandro
Rovirosa Martínez, a quien se ubica como mano derecha de Omar Vargas.
En abril de 2006, contratistas de Pemex denunciaron ante la SFP que funcionarios de la
paraestatal otorgaban millonarios contratos a las compañías de Vargas, a pesar de que
operaban fuera de la ley (expediente DE-058/2006), y de que los precios de sus
propuestas eran irreales e insolventes tanto en el mercado nacional como en el
internacional. Los contratistas señalaron que las compañías recibían información
confidencial previa de las propuestas económicas del resto de las licitantes para ofrecer
un precio más bajo y que de esta manera se justificara su adjudicación.
Sin embargo, los encargados de la investigación se limitaron a solicitar a los
funcionarios de Pemex una relación de los contratos otorgados a las empresas
denunciadas (True Service, Red Constructions, SIA Talleres, VC Internacional y Marrob),
pero el informe les fue enviado por los mismos funcionarios que adjudicaron los contratos
justificando lógicamente su asignación. Sin más, los representantes de la SFP
argumentaron no haber encontrado elementos para investigar y cerraron el caso. Para
entonces, las compañías de Vargas habían facturado 172 millones 536 mil 817 pesos.
En julio de 2006 los funcionarios de PEP declararon a Marrob ganadora de la licitación
18575099-003-2006, en la que supuestamente concursó mediante una propuesta
conjunta con American Block Manufacturing Company, una empresa de Houston.
Antes, la American Block había realizado algunos trabajos de equipos de perforación
para Pemex, a través de la empresa Unicornio Proveedora Industrial, en Tampico. Sin
embargo, según su director general, nunca tuvo tratos con Marrob. En noviembre de
2006, cuatro meses después de que se anunció el fallo del contrato a favor de Marrob y
American Block, Rajani Shah, presidente de la compañía texana, envió una notificación a
directivos de Pemex donde les alertaba sobre el fraude:
El nombre de nuestra empresa aparentemente se está usando en licitaciones sin nuestra autorización. Le pido su atención
a la licitación número 18575099-003-2006, con fecha del día 12 de julio de 2006. American Block Manufacturing jamás ha
participado conjuntamente con la empresa Marrob, S.A. de C.V. Nuestra empresa no ha otorgado ninguna autorización a
Marrob, S.A. de C.V. para que nos represente legalmente.
Por favor acepte este documento como aviso legal de que American Block Manufacturing Co. no es responsable de
cualquier acto que Marrob, S.A. de C.V. haya hecho usando el nombre de nuestra empresa.
Para esa licitación, Marrob presentó supuestos convenios privados entre ambas
compañías, en los que —entre otros asuntos— un hombre llamado Jack Franklin, de
origen texano, otorgaba poderes al mexicano Juan Carlos Mendoza como representante
de American Block en México, para gestionar contrataciones con Pemex. Los referidos
convenios fueron validados por un notario de Veracruz, aunque, de acuerdo con Rajani
Shah, eran apócrifos. La razón de utilizar el nombre de American Block, según las
cláusulas contractuales, era para acreditar la capacidad técnica de la propuesta.
Con esa documentación, el 31 de agosto de 2006, Abelardo Córdova Hernández,
gerente de Perforación y Mantenimiento de Pozos, firmó con Marrob el contrato
421226817 por 57 millones 994 mil pesos, para realizar trabajos de mantenimiento en los
equipos de perforación de diversos pozos petroleros de septiembre de 2006 a julio de
2009. Esta maniobra contó con la aprobación técnica del superintendente Ángel López y
el aval de José Tomás Humann, subgerente de Administración,
Las acusaciones de American Block en contra de Marrob supondrían motivo suficiente
para cancelar el contrato, de acuerdo con la Ley de Obra Pública y Servicios Relacionados
con la Misma (LOPSRM). Sin embargo no ocurrió así, los funcionarios de Pemex
argumentaron que no había certeza de que Rajani Shah fuera en realidad presidente de
la compañía norteamericana.
Mediante este tipo de prácticas, y sin acreditar capacidades técnicas para desarrollar
actividades medulares en la industria petrolera, en los años subsecuentes las compañías
domiciliadas en la colonia Tamulté siguieron recibiendo contratos por montos cada vez
más altos, como se puede ver en la siguiente tabla:
MONTO OTORGADO DURANTE LOS
COMPAÑÍA
SEXENIOS DE FOX Y CALDERÓN
Marrob 255 millones 911 mil pesos
Continental Serv 12 millones de pesos
CS Control de México 420 millones 881 mil pesos
LG Services 99 millones 35 mil pesos
Wifer 68 millones 669 mil pesos
True Services 51 millones 984 mil pesos
Mantenimiento y Control del Sureste 140 millones de pesos
TR del Golfo 200 millones de pesos
Red Constructions 47 millones 580 mil pesos
Global Control de México 120 millones 227 mil pesos
Petroservicios 33 millones de pesos
MF Integral Services 215 millones de pesos
Fue hasta 2009 cuando la SFP revisó 27 de los contratos otorgados a Marrob, TR del Golfo,
Continental Serv, VC International, Mantenimiento y Control del Sureste, McAllen Oilfield
Supply, Suministros Industriales del Sur y True Services. Las auditorías de la dependencia
comprobaron que en todos ellos se usó documentación fiscal y administrativa apócrifa.
“Las afianzadoras no tenían registrado ninguno de los códigos de seguridad”, explica
Rogelio Aldaz Romero, el funcionario de la SFP que como director general de
Inconformidades emitiría en 2010 la inhabilitación de las empresas por un periodo de tres
años y tres meses. Ese mismo año, los señalamientos contra las compañías llegaron a la
Procuraduría General de la República (PGR). La SFP las denunció penalmente por el delito
de fraude.
Fianzas apócrifas presentadas ante Pemex.
UN NOTARIO INFLUYENTE
Para sus trámites contractuales las empresas citadas arriba presentaban de manera
frecuente documentos notariados, incluso aquellos señalados como apócrifos. De entre
los notarios que dieron fe a la documentación de las compañías “simuladoras”, como las
definió la SFP, destaca el caso de Darwin Andrade Díaz, hermano del ex gobernador de
Tabasco, Manuel Andrade Díaz.
En diciembre de 2006, un mes antes de concluir su gobierno, Manuel Andrade autorizó
13 notarías para sus familiares, amigos y ex colaboradores de su gobierno. Una de esas
13, la número 36, fue para su hermano, a quien convirtió, a sus 31 años de edad, en el
notario más joven de Tabasco.
Rogelio González Pizaña era entonces uno de los hombres clave de Osiel Cárdenas
Guillén, y se perfilaba como su sucesor. Además de formar parte de su círculo de
custodia, coordinaba el trasiego de la droga del cártel por tierra en las pipas fleteras de
Veracruz a Tamaulipas. Allí los vehículos quedaban bajo custodia de Juan Carlos de la
Cruz Reyna, alias el JC o el Tango. Después de la detención de Albino Quintero, González
Pizaña asumió la coordinación de operaciones en la zona.
El testigo protegido Rafael refiere que Osiel Cárdenas lo invitó al recorrido que el JC
organizó para mostrarles cómo tenía controlado Tamaulipas. Les enseñó las casas de
seguridad y las bodegas a las que llegaban las pipas que transportaban cocaína y
mariguana.
Tras el encarcelamiento de Cárdenas, y después de un breve periodo de repliegue y
reacomodo, el cártel continuó con la misma mecánica de colocar embarques de drogas en
pipas con hidrocarburo, custodiadas por agentes federales de caminos a su servicio. Por
dejar pasar los cargamentos, estos últimos recibían cinco mil pesos mensuales, y sus
mandos nueve mil, bajo la consigna oficial de que “no se molestara” al cártel en sus
actividades, según declararon en junio de 2007 ante la PGR los testigos protegidos
Eduardo, Halcón (Héctor Javier Carreto) y Chacaltianguis (Quenan Cano).
El mismo procedimiento era seguido cotidianamente por el cártel de Sinaloa, al que
pertenecía, por ejemplo, un cargamento de cuatro toneladas de mariguana que en marzo
de 2008 salió de la terminal marítima de Pemex en Topolobampo, dentro de una pipa
cargada también con amoniaco. La droga fue descubierta en un retén militar ubicado en
Benjamín Hill, Sonora.
Al cabo de los años los cárteles ya no sólo se servirían del sistema de distribución de
Pemex para traficar sus drogas, ahora su objetivo sería la sustracción de hidrocarburos y
su comercialización ilícita en México, Estados Unidos, Guatemala y Belice. Así,
comenzaron a operar gasolineras y a abastecer de refinados a otros depósitos
pertenecientes a la Red de Estaciones de Servicio de la Franquicia Pemex. De esta
manera cobraban cuotas y comisiones a compañías contratistas proveedoras y
prestadoras de servicios en las distintas subsidiarias. Y luego se volvieron contratistas.
DIVERSIFICACIÓN CRIMINAL
Informes del área de inteligencia de Pemex sobre la incautación de pipas con queroseno.
El informe confidencial detalla la introducción de cargamentos de queroseno.
El área de inteligencia de Pemex, que tenía a su cargo Víctor Manuel de la Peña Cortés,
general de brigada del Estado Mayor, hizo también una investigación de lo que Valdez le
denunciara al presidente Fox. El resultado quedó inscrito en su informe
INV/113/1198/2003, que particularmente destaca la supuesta protección de funcionarios
de la SHCP y Aduanas a la transportista:
La empresa División Transportes Gor comercializó los solventes adquiridos en el Complejo Procesador de Gas Reynosa, en
las diferentes entidades del interior del país, e importó productos petrolíferos en sus diferentes modalidades, que de haber
existido contrabando, se realizó documentado y con la complicidad de funcionarios de la Aduana en Reynosa, Tamps.
En el mes de agosto de 2002, el Sistema de Administración Tributaria ( SAT) de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP) realizó una revisión de cuentas a las empresas y comercializadoras que se dedicaban a la importación y
comercialización de productos derivados del petróleo, con excepción de la empresa antes citada [Gor]; solamente a ésta
se le recomendó la suspensión de sus actividades, por la amistad que existe entre funcionarios de la SHCP y el director
general de la empresa.
De la Peña agrega en su parte oficial otro dato relevante: desde enero de 2003
Transportes Gor comenzó a importar aceite aromático para el importador Consorcio
Noreste, “que pudiera estar utilizando para producir combustibles alternos en el interior
del país”.
En otra investigación relacionada con la misma compañía, identificada con el número
INV.383/8083/2002, el área de inteligencia de Pemex relacionó llamadas telefónicas de
“los posibles clientes” del consorcio, tanto en México como en Estados Unidos en las
ciudades de Reynosa, Miguel Alemán, Tampico, Matamoros, Río Bravo, Nuevo Laredo,
Ciudad Victoria, Monterrey, Monclova, Saltillo, Guadalajara, Silao, Querétaro, Orizaba,
Poza Rica, Coatzacoalcos, Minatitlán y Córdoba, además del Distrito Federal; y las
ciudades texanas de Dallas, McAllen, Laredo, Pharr, Mission, Harlingen, Browsville, San
Benito, Mercedes, Houston, Roma y San Antonio, además de Miami.
La prensa local llegó a relacionar a los accionistas del Grupo Gor en una sociedad con
Guillermo González Calderoni, el ex comandante de la Policía Judicial Federal que sin
duda fue uno de los policías más poderosos del priato, estratega de la captura del
narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo en Guadalajara, y la detención del ex líder
petrolero Joaquín Hernández Galicia la Quina, en Madero, Tamaulipas, en enero de 1989.
Como hijo de ingeniero petrolero que fue, González Calderoni estuvo vinculado siempre
a la industria del oro negro, como fletero de Pemex, y registrado además como
importador de solventes.
Estando ya bajo protección de la DEA y hasta el día en que fue ejecutado —en febrero
de 2003—, manejó la empresa petrolera Calidad de Perforación Direccional, LLC, que el
29 de agosto de 1999 constituyó en Hidalgo, Texas, domiciliada en el 1301 de la
Carretera Estatal, y registrada ante el Departamento de Estado de Estados Unidos (en la
división de corporaciones), a nombre suyo y de Luis E. Izaguirre.
Y es que González Calderoni no fue un “testigo protegido” común para la agencia
antinarcóticos. En Estados Unidos recibió la green card para su residencia legal. No
cambió de identidad, tampoco vivía escondido, ni siquiera disminuyó su presencia
pública. Por el contrario, tenía una vida social y sobre todo de negocios bastante agitada.
Asimismo, el ex jefe policiaco participaba en el comercio de ropa americana usada, que
transportaba hacia México en su numerosa flota de tráileres, calculada en 400 unidades.
Por otra parte, en algún momento entre los fleteros de Pemex se comentó su relación
con Transportes Gensa (representada por Jorge García Velasco), otra de las compañías a
las que en 2002 se les incautaron cargamentos de queroseno. Esta empresa fue creada
en noviembre de 2000 en Río Bravo, con oficinas también en Reynosa y Tampico.
Marginado de la protección de los gobiernos priistas, González Calderoni encontró
cobijo en el gobierno de la “alternancia”. A la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de
la República, desde Estados Unidos comenzó una vida pública más activa, fortalecida con
sus amigos tamaulipecos que se sumaron a las huestes panistas, entre ellos el político
Jorge Nordhausen González, miembro activo de la asociación Amigos de Fox y también
contratista de Pemex.
Desde sus oficinas en Hidalgo, Texas, González Calderoni daba entrevistas a periódicos
estadounidenses y mexicanos en las que aseguraba tener pruebas que acreditaban las
ligas de Raúl Salinas de Gortari con el narcotráfico, versión de la que también las
autoridades norteamericanas hicieron eco. Fue asimismo en esa etapa de su vida pública
cuando el ex policía vinculado con la protección a los cárteles de Juárez y del Golfo se
convirtió en una suerte de consigliere y broker de contratos petroleros.
INFLUENCIAS EN LOS PINOS
“Licenciado Manuel Gómez García, muchas gracias por la invitación”, agradecía Vicente
Fox al ex gerente de Gor, el 3 de julio de 2003, cuando asistió por enésima ocasión como
invitado de honor a las comidas de la Canacar. Aquel día se celebraba una reunión en el
Casino Militar del Campo Marte, por la entrega formal de la gestión de Gómez y la toma
de protesta de la nueva directiva.
Hacía apenas unos meses que Manuel Gómez había dejado el consorcio de su tío para
fundar su propia compañía: Intertransports Inc. S.A. de C.V., que constituyó el 17 de
enero de 2003, domiciliada en Reynosa. De inmediato ingresó en el padrón de
proveedores de Pemex y recibió contratos para transportar hidrocarburos y suministrar
agua a diversos activos de producción.
La detección de los cargamentos de queroseno en sus pipas no le significó a
Transportes Gor su cese como contratista de la paraestatal, ya que se argumentó que los
vehículos en los cuales se encontraron los cargamentos no eran exactamente los que la
compañía rentaba a Pemex.
Incluso, posteriormente se le adjudicaron contratos sin licitación pública de por medio.
Uno de ellos, el PGPB-URAF-S-030/2005, por 150 mil pesos para que llevara agua potable
a la Superintendencia de Ductos Reynosa, en mayo de 2005. Para 2006 se le pagó un
monto similar por el contrato PGPB-URAF-S-075/2006, por el mismo concepto. Asimismo
firmó numerosos contratos con Pemex Refinación para el transporte de refinados en
distintas regiones del país.
En 2005 algunas de las pipas de Intertransports se encontraron en un predio en
Reynosa donde se almacenaba combustible sustraído a Pemex (AP/PGR/TAMPS/REY-
1/519/05). Al año siguiente, en 2006, la GSSF detectó en sus vehículos cisterna
cargamentos de condensado hurtado en la Cuenca de Burgos.
En febrero de 2008, Manuel Gómez García, propietario de Intertransports y ex gerente
del grupo Gor, fue ejecutado. De su muerte se manejó la versión de que era una disputa
relacionada con el robo y el contrabando de hidrocarburos.
LAS RELACIONES POLÍTICAS
A Francisco Javier García Cabeza de Vaca le complace mostrar al mundo el nivel de sus
influencias, por eso la bienvenida en su página de Facebook la da su fotografía en un
estrecho abrazo con su amigo y ex coordinador como diputado federal en la LVIII
Legislatura, Felipe Calderón Hinojosa.
En la fotografía de esa red virtual su semblante es diametralmente opuesto al que, en
febrero de 1986, el FBI captó en la instantánea con la ficha criminal 33696 02 09 86. Lo
detuvieron por robar armas de fuego de un automóvil que se hallaba en el
estacionamiento de los Cinemas Gemelos Plitt, en McAllen. Este pasaje de su historia fue
revelado por la revista Hora Cero de Tamaulipas, y por supuesto no aparece en su página
cibernética.
Su presente son comilonas para más de 800 invitados los días de cumpleaños. Él, al
centro sobre tarimas que exhiben su nombre en letras gigantes, con adornos azules que
hacen juego con su ropa, azul como el logo del partido al que se afilió junto con su
familia política, la de su esposa Mariana Gómez Leal, hija del empresario José Ramón
Gómez Reséndez. Desde entonces se volvió “soldado del PAN”, como gusta definirse.
A Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien en diciembre de 2004 se convirtió en
alcalde de Reynosa, Felipe Calderón le encomendó ser su coordinador y enlace con 430
alcaldes del país durante su campaña a la Presidencia.
De su administración, la prensa local documentó corrupción y tráfico de influencias en
contratos de obra pública que, según Hora Cero, habría adjudicado a empresas
familiares, incluidas las de su suegro, a través de prestanombres. Por lo demás, el
director de ese medio de comunicación, Heriberto Deándar Robinson, denunció ante la
PGR amenazas del político como respuesta a la información publicada.
En su campaña a la alcaldía, García tuvo como coordinador de seguridad a René
Izaguirre Rodríguez, el ex policía cuñado de Guillermo González Calderoni y miembro del
llamado Grupo Palma de la PJF. Ya como alcalde electo, García designó a Izaguirre
director de la policía de Reynosa, pero durante la víspera de su toma de posesión, fue
levantado y ejecutado en los límites de Tamaulipas y Nuevo León. Una de las versiones
difundidas fue que se trató de un ajuste de cuentas entre grupos del narcotráfico.
Durante la administración de García hubo otro pasaje delicado: la autorización a Osiel
Cárdenas Guillén para llevar a cabo aquel famoso festejo del Día del Niño que organizó
desde el penal de alta seguridad de La Palma, y que tuvo lugar en abril de 2006 en el
parque de beisbol Adolfo López Mateos, al que acudieron 22 mil personas a recibir los
regalos y el mensaje de Osiel: “La constancia, disciplina y esfuerzo son la base del éxito;
sigue estudiando para que seas un gran ejemplo. Feliz Día del Niño”, se leía en una
manta.
Cuando concluyó su gestión como alcalde, García se convirtió en diputado local y
coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Congreso del estado. En octubre de
2010 Calderón Hinojosa lo nombró director general de la Comisión para la Regularización
de la Tenencia de la Tierra (Corett), que depende de la Sedesol.
En 2009 su cuñado José Ramón Gómez Leal se lanzó como candidato del PAN a
diputado local. En plena campaña circularon en internet fotografías —de las que dio
cuenta la prensa— en las cuales aparecía abrazado con el ex policía Armando Montes
León, identificado como supuesto sicario de Jaime González Durán, el Hummer, uno de
los fundadores de Los Zetas, ex escolta de Osiel Cárdenas Guillén, y cabeza de la
organización en la plaza de Reynosa.
Las fotografías estaban acompañadas de mensajes en los que se señalaba a González
Durán como encargado de controlar la sustracción y el contrabando de combustibles de
Pemex en la región.
II. Chupaductos
Veracruz.– Transportes Rojas es otra de las compañías a las que en 2002 se le incautaron
cargamentos de queroseno de contrabando en la Aduana del Puente Internacional
Reynosa-Pharr. La historia de esta empresa nos conduce hasta Poza Rica, antaño la
ciudad petrolera más importante del Golfo de México, la misma que en los años cincuenta
fue escenario de la adaptación fílmica de La rosa blanca, célebre obra donde el escritor
alemán Bruno Traven relata los avatares de un pueblo que padeció la voracidad de una
multinacional petrolífera.
Martín Rojas López era un modesto chofer que en menos de una década se convirtió en
acaudalado empresario, dueño de una flota de camiones y pipas, hoteles, farmacias,
boutiques y restaurantes, presuntamente surgidos de la ordeña de combustible
comercializado por sus empresas Transportes Rojas, Aditivos y Combustibles S.A. ( ACISA)
y Energéticos Alternos del Norte.
En Poza Rica, la prensa documentó ampliamente el origen de su fortuna sin que ello
inmutara a los políticos veracruzanos que congregaba en sus fiestas, donde el menú
incluía costosas carnes de venado y bebidas importadas.
El caso de Martín Rojas recuerda al del gánster neoyorquino Alphonse Gabriel Capone,
Al Capone, el personaje más famoso del Chicago de los años veinte, aprehendido sólo por
evasión fiscal.
Rojas fue detenido y encarcelado dos veces por evasión fiscal y en ambas salió liberado
bajo fianza. En abril de 2004 la PGR lo aprehendió en cumplimiento de una orden girada
por el Tribunal Unitario del Séptimo Circuito en Boca del Río, Veracruz. El cargo:
defraudación fiscal por cuatro millones 373 mil 29 pesos, según la causa penal 13/2003.
Cuando Rojas salió se fue a Estados Unidos, país que desde hacía tiempo se había
convertido en el principal centro de operación para la reinversión de sus ganancias de los
negocios petroleros, al igual que Venezuela. El FBI le siguió los pasos por indicios de
lavado de dinero. En julio de 2005 agentes estadounidenses lo detuvieron cuando bajaba
de su camioneta, frente al número 700 de Bering Drive, en Houston.
Martín Rojas llevaba una vida apacible entre los petroleros texanos en aquel barrio de
calles arboladas y céspedes perfectamente recortados. Ello se reflejaba en varios kilos de
sobrepeso. La tarde en que lo detuvieron vestía cómoda ropa casual veraniega, camisa a
cuadros de manga corta y jeans; iba de compras al mall.
La Subprocuraduría Jurídica y de Asuntos Internacionales de la PGR tramitó ante el
Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos la solicitud de extradición de
Rojas para responder al mandamiento judicial girado por el Juez Octavo de Distrito en
Veracruz, por defraudación fiscal (causa penal 58/2005).
La Agregaduría Regional de la PGR en San Antonio, Texas, registró que Jesús Martín
Rojas solicitó su deportación voluntaria a Venezuela, y no a México. Pero, finalmente, se
le extraditó al país un año después, y al llegar permaneció preso en el penal de Tuxpan,
de donde en junio de 2008 obtuvo su libertad bajo fianza.
Con la penetración de la delincuencia organizada en Pemex, Poza Rica se convirtió en una
ciudad muy violenta, consecuencia del delirio que despierta la fiebre del oro negro:
asaltos, secuestros, prostitución y droga, trasiegos y consumo al mayoreo.
En la memoria quedaron sólo las apacibles tardes cuando las familias de los petroleros
pozarricenses se daban cita para presenciar entrenamientos y partidos del famoso equipo
de basquetbol La Ola Verde, los orgullosos campeones nacionales de liga, o para ver los
encuentros de su equipo de tercera división profesional, los Petroleros de Poza Rica. Hoy,
lo único que procuran es que no los secuestren o los ejecuten, ni verse entre un fuego
cruzado. Poza Rica y sus áreas circunvecinas se ubican entre las zonas petroleras con
mayor índice de violencia.
El corrosivo olor a chapopote se entremezcla con el dulzón aroma de la vainilla que los
campesinos de la Huasteca bajan a vender a la ciudad durante los días de mercado. Bajo
la copiosa lluvia, a 47 grados de un día de junio, el periodista veracruzano César Augusto
Vázquez Chagoya, columnista político y director de varios rotativos regionales, cuenta con
fechas precisas cómo Martín Rojas construyó su imperio:
Después de ser el chofer del periodista Raúl Gibb, a principios de los años ochenta, Martín Rojas López se fue como
madrina de la Policía Judicial Federal a vivir muchos años a Matamoros [la misma corporación policiaca en la que Osiel
Cárdenas sirvió también como madrina], y luego regresó con mucho dinero; ahora le decían “Don Martín”. Puso
gasolineras y bodegas de combustible en Coatzacoalcos, Cosoleacaque y Poza Rica.
El 30 de mayo de 2002, en Coatepec se dio la explosión de dos pipas en una gasolinera en desuso donde hubo 25
lesionados y seis muertos; en las investigaciones se supo que en el lugar se vendía combustible adulterado, llegando las
pesquisas hasta Poza Rica, señalando como proveedor a Martín Rojas López.
Rojas siempre tuvo la protección política del Grupo Totonacapan, políticos priistas algunos de ellos convertidos luego al
PAN: Guillermo Zorrilla Fernández, alcalde de Tecolutla en 1995, luego, en 1997, diputado local, y secretario de Operación
Política del PRI estatal, después diputado federal; Alfonso Allegretti Mejía, delegado de Seguridad Pública en el alemanismo
y luego presidente del PRI municipal en Martínez de la Torre; Régulo Salazar Mejía, un rico citricultor de Papantla; Basilio
Picazo Pérez, de la asociación ganadera de Coyutla; y Patricio Chirinos del Ángel, de Tempoal.
En el año 2000, Guillermo Zorrilla Fernández logró imponer como alcaldesa de Tecolutla a su esposa Fidelia Saldívar,
Basilio Picazo Pérez ganó la presidencia de Coyutla, y Patricio Chirinos del Ángel alcanzó la alcaldía de Tempoal. A partir de
entonces, como nunca antes, la región de Martínez de la Torre y Costa Esmeralda (del Puerto de Nautla al Río Tecolutla)
fueron reconocidos como paso de narcotraficantes o centro de operaciones.
Martín Rojas López era entonces muy amigo de Rogelio González Pizaña, el famoso Geño, originario de Lechuguillas en
Vega de Alatorre, principal sicario del cártel del Golfo y uno de los líderes de Los Zetas, quien se iniciara recogiendo
cargamentos de cocaína hasta convertirse en uno de los favoritos de Osiel Cárdenas Guillén. Tomó luego el apelativo del
Kelín de Nautla. Primero fue jefe de Los Zetas, después de Los Norteños, detenido en Guadalajara y recluido en el penal
de La Palma, después de haber huido del penal de Matamoros.
Cuando Osiel fue capturado, el Geño se encargaba de las operaciones de narcotráfico desde Colombia a Estados Unidos.
Aparte de sus relaciones con Allegretti, Zorrilla y Martín Rojas, sentía un especial afecto por Francisco Mota Uribe, quien
tiene la misma historia de todos los narcotraficantes, llegando con mucho dinero a Colipa, donde fue alcalde, haciéndose
cargo del rancho del Geño, llamado La Vigueta, pero como salió mal como alcalde, se fue a cuidarle un hotel y un
restaurante en Lechuguillas.
Francisco Mota Uribe impulsó el proceso interno del PRI donde se eligió como candidato a diputado federal por Martínez
de la Torre, el 28 de marzo de 2003, a su amigo Guillermo Zorrilla Fernández. Aquel día, con tanta alegría, Mota Uribe se
fue a celebrar al puerto de Veracruz, donde anduvo tomando con el amigo del Geño que venía de Matamoros: Víctor
Manuel Vázquez Mireles, alias el Meme Loco, famoso lugarteniente de Osiel Cárdenas Guillén. Estaban en el malecón
bebiendo cuando fueron detenidos por la policía intermunicipal y remitidos a la ciudad de México.
Al Meme Loco lo recluyeron en La Palma, a Francisco lo soltaron. Después de este hecho, Francisco Mota vendió su
rancho a la cantante Paquita la del Barrio y se fue a vivir a Baja California, donde formó un equipo de béisbol profesional:
Los Cerveceros de Tecate, así como una escuela para beisbolistas jóvenes.
Guillermo Zorrilla Fernández empezaba su campaña de proselitismo para las elecciones del 6 de julio de 2003; el 14 de
junio, a días de que su hermano fuese sometido a votación, Gabriel Zorrilla Fernández fue detenido por elementos de la
AFI por portar credencial e insignias de la Procuraduría General de la República.
El del Totonacapan es uno de los grupos políticos más poderosos de Veracruz, especialmente crítico de ellos fue el
periodista Raúl Gibb Guerrero, quien escribió sobre los negocios de Martín Rojas, de Rómulo Salazar Mejía, Guillermo Zorrilla
Fernández y Alfonso Allegretti Mejía; todavía el día de su asesinato inauguraba un periódico en Martínez de la Torre.
En las páginas de La Opinión de Poza Rica, el periódico más influyente del norte de
Veracruz, se documentaron ampliamente los negocios y el origen de la fortuna de Martín
Rojas. Por ello, cuando el director del rotativo fue asesinado en abril de 2005, a Rojas se
le relacionó con el caso.
Cuando Rojas fue extraditado, los organismos de defensa de la libertad de expresión
manifestaron su exigencia de que se revisara el caso. Desde su sede en Francia la
organización internacional Reporteros Sin Fronteras emitió un comunicado que citaba:
La policía mexicana tiene a un sospechoso en la investigación sobre la muerte de Raúl Gibb Guerrero, asesinado en
Veracruz; se trata de Martín Rojas, líder de una banda local implicado en un caso de tráfico de carburante, presunto
cabecilla de la red de contrabando de gasolina del estado de Veracruz Los Chupaductos.
Al paso del tiempo, como la mayoría de los crímenes contra periodistas en el país, el caso
quedó sin resolver. Lo que las autoridades federales le demandaron a Rojas fue que
presentara sus declaraciones y pagara sus impuestos.
GASOLINA MEXICANA
Otro caso peculiar respecto de las compañías a las que en 2002 se les incautaron
cargamentos de queroseno es el de Servicios Especializados Alanís, domiciliada en el
kilómetro 246 de la Carretera Nacional, en el municipio de Santiago, Nuevo León.
En septiembre de 2009, agentes del departamento del sheriff del condado de El Paso
arrestaron a 16 mexicanos que ordeñaban gasolina de Pemex y la llevaban a
comercializar a esa ciudad texana a un precio menor que los refinados del mercado local,
anunciándola como “gasolina mexicana”. Según las investigaciones del sheriff, el grupo
d e ordeñadores operaba desde hacía un año. A diario cruzaban las aduanas
estadounidenses, burlando las revisiones con pedimentos falsos. Nueve de los detenidos
eran choferes de Servicios Especializados Alanís.
Para 2006 ya no era negocio traer al país cargamentos de queroseno. Se invirtieron los
papeles y, a partir de entonces, serían los mexicanos los que proveyeran a los petroleros
gringos de materias primas para refinar combustibles. Al mismo tiempo, se detectaron los
primeros robos de condensado en la Cuenca de Burgos.
CAPÍTULO 3
Cuenca de Burgos: la olla de miel
I. Condensado de complicidades
Cuenca de Burgos.– Cerca de la medianoche del 2 de agosto de 2006, en la estación de
recolección de gas Cuitláhuac, la número tres de las 150 estaciones del Proyecto Integral
Cuenca de Burgos, Rogelio Gutiérrez, empleado del Departamento de Operación de Pozos
de Pemex Exploración y Producción ( PEP), terminó de llenar la pipa color blanco
Freightliner de la compañía Intertransports.
El autotanque número 2135 con placas de circulación 169-DS-9 era conducido por Lenin
López, de 35 años de edad, oriundo de Huimanguillo, Tabasco, avecindado en Reynosa
desde que ingresó a trabajar para Manuel Gómez García, el ex presidente nacional de la
Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar), que en enero de 2003, después
de desempeñarse durante varios años como gerente del Grupo Gor, fundó su propia
compañía.
—Ya están 30 mil litros. ¿Cuántos viajes te faltan?
—No sé todavía —respondió Lenin.
Las pipas contratadas por Pemex para llevar agua a las estaciones de recolección de
gas ingresaban en el Activo de Producción Burgos Reynosa, con la autorización previa del
jefe de turno, quien les recibía la carga y las despachaba hasta la salida. El viaje era
relativamente tardado: 30 mil litros de volumen hacían que la pipa se desplazara lento
entre las brechas; el regreso debía ser mucho más rápido, con el tanque completamente
vacío. Era un trajinar cotidiano de día y de noche, porque en el área entraban pipas que
abastecían de agua y salían otras contratadas para transportar el condensado,
subproducto de la extracción de gas natural, para llevarlo al centro procesador de Pemex
Gas.[1]
Las entradas y salidas de cargamentos son estrictamente supervisadas por el personal
de la subsidiaria PEP mediante el control de facturas, bitácoras, pedimentos, sellos de
seguridad. Se trata de un sistema de control robustecido por los agentes especiales, la
policía interna que en toda la zona hace rondines y vigilancia permanente para atender
cualquier eventualidad.
Como encargado de la operación de pozos, la función de Rogelio Gutiérrez consistía en
recibir y registrar en bitácoras las descargas de los autotanques, y bombear el
condensado de la estación de recolección a los ductos. Ese trabajo lo hacía desde 1996,
año en que ingresó a laborar en Pemex asignado, precisamente, al Activo de Producción
Burgos Reynosa, de manera que conocía el área y los procedimientos como la palma de
su mano.
Aquella noche parecía que todo funcionaba según los procedimientos cotidianos, pero
en realidad no era así. En la bolsa derecha de su pantalón, el empleado de Pemex traía
una pistola Raven Arms modelo P25, número de serie 467829, pavón cromado con cachas
de madera, cuatro cartuchos útiles en el cargador y uno en la recámara. Estaba armado
en su horario de trabajo porque lo que aquella noche hacía Rogelio era abastecer uno de
los cargamentos de condensado que ilegalmente se sacaban de Burgos para traficarse a
Estados Unidos, donde los contrabandistas lo vendían a grandes y prestigiadas compañías
petroleras como la BASF alemana y la Murphy, de origen estadounidense, las cuales
empleaban el hidrocarburo para la formulación de gasolinas. Por lo menos desde 2006,
en la Unión Americana muchos consumidores adquirieron gasolinas formuladas con
materia prima robada a Pemex y traficada con la protección de los cárteles de la droga
mexicanos.
Transportistas de México y Estados Unidos estaban implicados en el negocio. En el caso
de los primeros, se trataba de algunos de los fleteros de Tamaulipas, Nuevo León y
Coahuila, contratados por PEP para suministrar agua en la Cuenca de Burgos y trasegar
hidrocarburos de los pozos a las estaciones de recolección en todos los activos de
producción de la zona.
Esa noche, por ejemplo, Intertransports debía trasladar 30 mil litros de agua de la
Estación Torrecillas número uno a la Estación Cuitláhuac número tres. En efecto, llevó el
líquido, pero cuando debía salir con la pipa completamente vacía, el conductor se instaló
en el área de llenado, para que el trabajador de Pemex le surtiera condensado. Los
sorprendió Ernesto Vega, empleado de otra empresa contratista llamada PTS.
—¿Qué están cargando? —preguntó curioso Ernesto.
—¡Ayúdanos y tú no viste nada! —respondió Rogelio.
Se conocían porque ambos laboraban en el turno nocturno en la Estación Cuitláhuac, y
porque los dos vivían en el vecino municipio de Río Bravo. Rogelio sacó su cartera y le
entregó mil pesos.
—No has visto nada —repitió.
Ernesto tomó el dinero y lo guardó en la bolsa de su casaca. Rogelio terminó de llenar
la pipa y cerró las válvulas. Lenin subió a la unidad, la puso en marcha y con un ademán
se despidió de Rogelio. En unos minutos estaba fuera del activo. Con su pesada carga la
pipa trastabillaba entre brechas y caminos de terracería.
LA COMPAÑÍA ENTRA EN EL NEGOCIO
En las pocas ocasiones que llegaron a instancias judiciales los fleteros argumentaron que
sus choferes actuaban de forma individual; sin embargo, esos conductores tenían el
respaldo jurídico de un abogado que los ponía en la calle en menos de 24 horas. Incluso,
a veces, el defensor que representaba al chofer era el mismo que defendía a los
empleados de Pemex detenidos infraganti en la sustracción ilícita. Uno de esos casos fue
precisamente el del cargamento que cerca de la medianoche del 2 de agosto de 2006
salió en una pipa de Intertransports.
Cuando Lenin, el operador del autotanque número 2135, salió de la Estación
Cuitláhuac, se internó por los caminos de terracería que lo conducirían hacia la carretera
a Reynosa y después a Río Bravo, donde entregaría el cargamento. Pero cuando pasaba
por la brecha El Becerro, justo en la intersección con El Charco, lo alcanzaron los
especiales Édgar Ibarra y Noel Orozco. Lo habían seguido desde su salida del Activo,
extrañados de que se desviara por un camino no autorizado.
—¡Párate! ¿Qué traes allí? —le gritaron obstruyéndole el paso con el vehículo compacto
en que ellos se transportaban.
—¿Eh? Nada, vengo vacío.
—Vamos a hacer una revisión.
—¡No! Es que traigo agua, la llevé a la Estación Cuitláhuac, desde la Estación
Torrecillas, pero no me la recibieron... no toda... quedó un poco y estoy buscando dónde
tirarla.
—Enséñame los papeles.
—¿Eh? Se quedaron allá en la estación.
—¡Bájate y abre la pipa!
—Traigo agua, voy a tirarla... ya se hizo tarde, déjenme ir.
—¡Bájate y ábrela!
A regañadientes, Lenin bajó y abrió la pipa. Cuando los especiales descubrieron que
era condensado, lo pusieron a disposición del Ministerio Público en Reynosa, junto con
Rogelio Gutiérrez, a quien Lenin identificó como el empleado de Pemex que lo atendió en
el Activo. Su abogado, el mismo para ambos, originario también de Río Bravo, logró que
los liberaran en menos de 24 horas, aun cuando se reconoció que Rogelio portaba un
arma de fuego (AP/PGR/TAMPS/REY-I/1068/2006). Dos mil 500 pesos de multa les
permitieron estar de nuevo en la calle.
Averiguación previa contra chofer de Intertransports por sustracción ilícita de condensado.
En una espiral de corrupción y complicidades, los robos se hicieron cada día más
frecuentes y a cualquier hora del día. En sólo unos meses el mercado exigía tanto
producto, que no era suficiente el personal de Pemex que surtía los pedidos. Entonces
comenzaron a asaltar las pipas propiedad de la paraestatal y las que esta dependencia
contrataba con terceros, para llevar el condensado de los tanques de almacenamiento a
las terminales y centros de producción.
Desde la llamada frontera chica o ribereña, en Tamaulipas, y hasta Piedras Negras, en
Coahuila, a lo largo de caminos y brechas de toda la Cuenca de Burgos los comandos
armados, vestidos de negro y encapuchados, permanecían apostados, prestos al atraco,
en cuanto el halcón les notificara que el cargamento iba en camino. Los informantes
usaban la red de comunicación interna de Pemex, que funciona vía radio trunking, un
sistema móvil para un grupo privado de usuarios, quienes pueden compartir datos de
forma automática y organizada. Para conectarse a esa red interna no basta con tener los
aparatos, sino que se requieren los códigos de llamada; los comandos criminales los
obtuvieron.
No había nada que interfiriera el negocio, la coordinación perfecta les permitía
solucionar cualquier imprevisto, como el que ocurrió el 27 de abril de 2007, en la estación
de gas La Sierra Cuervito, donde empleados de Pemex abastecieron ilegalmente 46 mil
600 litros de condensado en un tractocamión, que sacaron del pozo Cuervito 404. Cuando
el chofer se enfilaba hacia afuera del área fue descubierto por los especiales. Lo
detuvieron junto con la carga, pero cuando lo conducían al Ministerio Público de China,
Nuevo León, los interceptó una camioneta negra en la que viajaban tres hombres
vestidos de negro, encapuchados y armados.
—Si no nos entregan el camión aquí mismo se mueren. Aquí traemos granadas —
advirtió el jefe del comando.
En otra ocasión, el 17 de julio de ese mismo año, empleados de contratistas de Pemex
fueron sorprendidos con ocho autotanques cargados con 101 mil 500 litros de condensado
robado. Cuando transitaban por el libramiento Reynosa-Monterrey, fueron detenidos por
militares del Décimo Regimiento de Caballería Motorizada; pagaron una fianza de 20 mil
pesos y fueron liberados.
Asimismo, resulta ilustrativo el hallazgo de un autotanque que iba cargado con más de
30 mil litros de condensado sustraído ilegalmente. Un chofer lo transportaba sobre la
carretera Reynosa-San Fernando la noche del 23 de julio. Tenía la instrucción de
trasladarlo a la ranchería Palo Blanco, en el municipio de Nuevo Laredo. Lo delató la
estela de condensado que dejaba a su paso sobre el pavimento, pues la válvula no iba
bien cerrada. Los especiales que vigilaban el área avistaron el chorreadero y le ordenaron
al conductor que se detuviera. El reloj marcaba las 20:55 horas. En unos segundos, como
de la nada aparecieron ocho camionetas tipo pick up que rodearon el camión y el
vehículo de los vigilantes.
—Somos del cártel del Golfo; todo está controlado —dijo el jefe del comando—.
Cincuenta mil es lo que damos a los vigilantes —explicó.
L o s especiales reportaron que rechazaron el dinero, pero que “para evitar una
confrontación por superioridad numérica” se retiraron. El autotanque continuó su camino
hacia Nuevo Laredo, custodiado ahora por las ocho camionetas.
Cada detención de sus cargamentos generaba la molestia del cártel. Por aquellos días,
el Ejército y la Marina incautaron varias bodegas en Reynosa y Río Bravo, municipios
donde guardaban el condensado para después llevarlo a Estados Unidos. En consecuencia
hubo represalias.
La noche del 26 de julio, dos supervisores del Activo Reynosa fueron interceptados por
un comando cuando salían de las oficinas administrativas: cien hombres armados a bordo
de diversos vehículos los encapucharon, los esposaron y los levantaron durante siete
horas. Al interior de uno de los vehículos los interrogaron para que revelaran quién había
dado el pitazo para la detención de las pipas intervenidas. Les pedían también detalles
sobre las condiciones operativas de las instalaciones de Pemex y el nombre de los
directivos.
A partir de entonces, los comandos armaron operativos para recuperar los cargamentos
incautados. El 1° y 11 de agosto dos choferes fueron detenidos con 43 mil litros de
condensado robado. Las pipas incautadas permanecieron en el corralón de Grúas
Monterrey, en el municipio de Guadalupe, pero la noche del 21 de agosto, un comando
del cártel del Golfo entró a recuperarlas. Esa práctica se volvió recurrente: los pocos
embarques incautados eran fácilmente rescatados. El 18 de septiembre, por ejemplo, un
grupo armado entró en el mismo corralón de Grúas Monterrey para sacar otro
cargamento decomisado. En ese antiguo yonke el Ejército encontraría una fosa
clandestina en 2010.
A partir de que comenzaran las primeras sustracciones y envíos a Estados Unidos, el
contrabando de condensado creció rápidamente. Alcanzó tal nivel, que ya en 2007, según
cifras internas de Pemex, 40 por ciento de todo el hidrocarburo que producía la Cuenca
de Burgos se sustraía ilegalmente y se vendía en el mercado negro, básicamente en
territorio estadounidense.
NEGOCIO BINACIONAL
“La olla de miel”, así es como la industria petrolera mundial identifica a la Cuenca de
Burgos, en el noreste mexicano. La razón se debe a su enorme riqueza: 70 mil kilómetros
cuadrados que comprenden uno de los yacimientos de gas natural más productivos del
mundo que, por supuesto, despierta la codicia de cualquiera.
El hidrocarburo se extrae mediante dos mil 827 pozos a lo largo y ancho de 98
municipios de los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, y se transporta por
medio de ductos a las 150 estaciones de recolección y 52 centros de transferencia, y en
pipas a los centros procesadores.
El condensado se traslada también en vehículos cisterna a las estaciones de
recolección, y de los tanques de transferencia se envía al centro de almacenamiento de
Reynosa, al complejo procesador de Pemex Gas y Petroquímica Básica ( PGPB) en ese
mismo municipio; de igual modo, una parte de la producción se manda a la refinería
Ingeniero Héctor Lara Sosa, en el municipio de Cadereyta Jiménez, en Nuevo León.
En México, la comercialización de condensado a particulares está prohibida. Sólo
Pemex, a través de su subsidiaria PEP, tiene potestad sobre su explotación y venta, que
debería ocurrir exclusivamente entre los organismos de la paraestatal: de PEP a PGPB y a
Pemex Refinación. A diferencia de otros hidrocarburos, como la gasolina, que pueden de
alguna manera ser sustraídos o transportados por personas no tan experimentadas en la
industria petrolera —aunque no exentos de riesgos—, la sustracción, el envasado y
trasiego del condensado sí requieren manos sumamente experimentadas, pues se trata
de un hidrocarburo muy volátil y en extremo explosivo. Por esa simple razón, su
contrabando jamás hubiera sido posible sin contar con los conocimientos de los
petroleros.
Lo que hizo tan vulnerable la Cuenca de Burgos a la ordeña fue el incumplimiento de
las obligaciones contractuales por parte de las trasnacionales: Repsol, Petrobras, Teikoku
Oil, Techint, Tecpetro y D&S Petroleum. Pemex entregó a esas empresas la operación y
explotación de la zona, mediante un modelo de contrato diseñado y autorizado por José
César Nava Vázquez en su calidad de abogado de la paraestatal (2001-2003), proceso
validado por Felipe Calderón como secretario de Energía. Las compañías prácticamente
no invirtieron en la seguridad en la zona, como las obligaban las cláusulas pactadas. Las
consecuencias fueron fatales: después de 2007 ya no sólo eran grupos armados los que
irrumpían para interceptar cargamentos de condensado, sino comandos instalados en
algunos pozos para ordeñarlos de manera permanente y abastecer a los socios
estadounidenses que reclamaban más y más producto, puesto que habían pactado
compromisos de venta con petroleras de talla mundial.
Hasta hoy, los hidrocarburos que comercializa la mafia se almacenan en los mismos
tanques que los que factura Pemex; se transportan por los mismos ductos, se distribuyen
en los mismos vehículos. Sólo para evitar confusiones, a partir de la ruptura entre el
cártel del Golfo y Los Zetas, se marcan con la insignia de la organización a la que
pertenecen, como sucede con los cargamentos de droga.
La logística empleada para contrabandear el condensado era semejante a la que antes
se usó para traer el queroseno de Estados Unidos a México: los embarques son sacados
por las aduanas formales —de Reynosa, Nuevo Laredo y Tampico— a territorio texano, y
almacenados en las terminales privadas de Port Isabel y Port Arthur.
Incluso algunas de las compañías en cuyas bodegas se almacenaba el queroseno que
entraba en México, se convirtieron en receptores del condensado robado; entre ellas se
encuentra la empresa Transmontaigne (la cual fue demandada por Pemex en mayo de
2011 como potencialmente involucrada en la sustracción y comercialización de
condensado de Burgos). De esas terminales, el producto es entregado en lanchas y
barcos a sus compradores finales.
Hay otro elemento coincidente: en los autotanques de empresas donde antes se
encontraron cargamentos de queroseno después se hallaron embarques de condensado.
En 2007, por ejemplo, el Ejército mexicano encontró 14 pipas de Transportes Fergo,
Transportes del Río Bravo, Transportes Gor y Transportes Javier Cantú Barragán, con
condensado que había sido robado.
La empresa Transportes Javier Cantú Barragán es contratista de Pemex para el
traslado de hidrocarburos, y cuenta además con sus propias franquicias gasolineras. Es
propiedad del empresario del mismo nombre, hermano de Serapio Cantú Barragán, un
político priista que entre 2002 y 2004 fue alcalde de Reynosa. Ambos hermanos son
amigos cercanos del ex gobernador Eugenio Hernández Flores.
En Tamaulipas, el empresario Javier Cantú es conocido por ser dueño del Lienzo Charro
Tamaulipeco, que se promueve como el más grande techado de América Latina. Ofrece
populares charreadas que reúnen a gente de toda la entidad y de McAllen, Roma, e
Hidalgo, en Texas. En ese lienzo charro, cada Día del Niño el contratista de Pemex
patrocina festivales en los que se colma de dulces y juguetes a los pequeños de Reynosa.
Durante su gobierno, Eugenio Hernández, muy afecto a la charrería, asistía como
invitado de honor. En ese espacio hípico los Cantú organizaron también masivos eventos
y colectas para la campaña de Rodolfo Torre Cantú, el ex coordinador médico de Pemex,
vislumbrado como sucesor de Hernández en la gubernatura, de no ser porque el 28 de
junio de 2010 fue asesinado.
II. La conspiración
Magnate petrolero antes que político y presidente de Estados Unidos (fundador y socio de
las compañías Bush Exploration, Spectrum 7, Harken Energy y Halliburton), George W.
Bush, ya al frente de la Casa Blanca, puso especial empeño en la política energética de
su país, que junto con China, es el mayor consumidor de hidrocarburos del mundo.
Con la llamada Integración Hemisférica Energética como objetivo principal, buscó que
su homólogo Vicente Fox cediera parte de la operación y el control de las regiones
petroleras mexicanas más productivas. No en balde, en su primera visita al rancho San
Cristóbal le planteó a su anfitrión: “Vicente, aquí puedes hacer cambios que modificarán
el hemisferio para siempre. Necesitas una reforma de la energía para abrir tus mercados
a la inversión privada”, según registra el mismo Vicente Fox en su libro La revolución de
la esperanza.
La entrega de la operación de la Cuenca de Burgos a trasnacionales fue “parte de esa
integración energética entre México y Estados Unidos”, explica el político Manuel Bartlett
Díaz, quien durante el sexenio foxista presidió la Comisión de Energía del Senado de la
República.
El nuevo modelo dio mayores márgenes de operación y ganancias a “compañías” que
desde hacía años trabajaban en la Cuenca de Burgos, como la Halliburton, en la que
tanto Bush como su vicepresidente Dick Cheney tenían acciones. En aquel staff
presidencial otros personajes también deseaban paladear esa “olla de miel”.
SOCIOS ESTRATÉGICOS
Para enrolarse en este mundo hay tres opciones: crear una organización delictiva, unirse
a uno de los cárteles establecidos (Señores de Guerra, Omertà, Payaso Perforadores,
Puño de Dios, Autoridad Siciliana), o bien, ser un sindicato de un solo hombre criminal.
Ya reclutado, se requiere desarrollar estrategias y habilidades sociales para matar,
traficar, extorsionar, defraudar, sobornar, chantajear, negociar y todo aquello que
implique encumbrarse en el poder hasta lograr ser un capo. Conseguirlo no es fácil, pues
no se trata sólo de ejecutar a soplones y policías no alineados, sino de adquirir la
maestría para robar, invertir y esconder el dinero.
Esta historia no es lineal, se construye día a día, con las estrategias de guerra que cada
cártel desarrolla para acabar con el enemigo. La disputa es por los territorios y los
negocios de las cosmopolitas calles neoyorquinas. Se trata del mundo mafioso que ofrece
en internet el Mobster Game, una especie de Second Life —el famoso entorno del
ciberespacio donde los usuarios interactúan como avatares a través de un soporte lógico
— basada en la película Mobsters (Mafiosos).
En este juego hay una regla de oro: cero tolerancia a las trampas. Por eso está
prohibido reunirse con un cártel contrario para atacar al propio, patear a alguien del
cártel para sacarlo de la organización y luego invitarlo de nuevo, o abandonar al cártel
para librar alguna situación y luego regresar. La reputación se forja a medida que es
menor la preocupación por la ley, y se refleja en mayores actos criminales, aunque
tampoco es fácil; el respeto tiene un precio y se mide en la sangre.
Jonathan y Charlie son jugadores permanentes del Mobsters Game. En esta realidad
virtual, los hermanos Dappen son protagonistas del “mundo de la delincuencia
organizada”. El caso de Jonathan es singular, pues quiso materializar su realidad virtual.
Pero si Jon, como le llaman sus amigos, fuera un muchacho más analítico y menos
impulsivo, quizás esta afición que tiene a los juegos de mafiosos le hubiera servido para
aplicar la regla táctica que implica sobrevivir en el Mobster Game: advertir cuando en la
organización se ha colado una rata.
Y entonces en su vida real hubiera sospechado que algo raro había en esas llamadas
cada vez más frecuentes de Josh Crescenzi, para coordinar los embarques de
condensado, en las que su timbre de voz ya no era normal. Pero Jon estaba ocupado
gastando, con los amigos en la ciudad de México y McAllen, los generosos dividendos que
le dejaban sus gestiones al frente de Petro Salum. El veinteañero disfrutaba la vida
nocturna en sitios exclusivos y aparecía en las páginas de sociales como un brillante
ejecutivo de la industria petrolera.
Según las investigaciones del ICE, Jon Dappen era uno de los intermediarios entre
mexicanos y estadounidenses para importar por las aduanas el condensado robado.
Usaba documentación apócrifa en la que registraba el producto como nafta.
Junto con Arnaldo Maldonado Maldonado, un mexicoamericano presidente de la
compañía Y Griega, registrada también como importadora de hidrocarburos, Dappen
recibía y coordinaba el movimiento de camiones en la frontera de Estados Unidos y hasta
su ingreso a las terminales de almacenamiento en Brownsville.
El negocio marchaba sobre ruedas, tal como Timothy Brink lo informaba a sus
accionistas. Cada mañana vía telefónica Crescenzi le indicaba a Maldonado la cantidad de
condensado que necesitaba. Maldonado hablaba con Dappen y con “los mexicanos”. En
tanto se alistaban los embarques, Maldonado y Dappen arreglaban la documentación con
las aduanas.
Sí, todo marchaba sobre ruedas, hasta el día en que, preocupado, Maldonado le
informó a Crescenzi acerca de un pequeño inconveniente:
—Los mexicanos quieren más dinero.
—¿Quiénes?
—Los de la Aduana del Puente de Nuevo Laredo.
Y fueron las diferencias entre el monto de los sobornos a los agentes aduanales, lo que
llevó a que el ICE recibiera ciertos datos sobre “un posible contrabando de condensado
que ingresaba por la aduana de Nuevo Laredo”.
OPERACIÓN CÁLCULO
En septiembre de 2008, como parte del llamado Project Reckoning (Operación Cálculo),
una acción conjunta entre Estados Unidos e Italia para combatir el narcotráfico, la
División de Operaciones Especiales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, la
DEA, el FBI y el ICE detuvieron a 12 residentes de El Valle del Río Grande acusados de
narcotráfico y lavado de dinero.
Entre ellos se encontraba Luis Ariel Rivera Rodríguez, un mexicano nacionalizado
estadounidense, de 35 años de edad, quien tenía consigo más de un millón 100 mil
dólares en efectivo. Según Rivera, una parte de ese dinero era el pago del condensado
comercializado en Estados Unidos. Asimismo, aseguró que en México el cártel del Golfo y
Los Zetas eran quienes daban la autorización para su sustracción y comercialización.
Ante las autoridades estadounidenses, Rivera describió parte del modus operandi.
Explicó cuáles eran las compañías contratistas de Pemex que extraían el condensado de
los campos petroleros y cómo posteriormente estas pipas transferían el producto robado
a tanques donde se confinaba. Más tarde, los vehículos se llenaban con agua y
continuaban su camino a las instalaciones de Pemex, donde empleados de la paraestatal
que recibían sobornos registraban la entrega de agua como si fuese condensado. De esta
manera el condensado sustraído se llevaba a la frontera donde se cruzaba por las
aduanas hacia Estados Unidos. En ese tiempo, según refirió Rivera, las compañías
pagaban a Jaime González Durán, el Hummer, hasta 600 mil dólares mensuales para que
les autorizara cruzar los cargamentos. Rivera identificó a dos personajes, el Rayo y el X2,
como los encargados de coordinar este negocio.
Cuando el ICE recibió información sobre el contrabando de condensado que cruzaba por
la Aduana de Nuevo Laredo, la agencia asignó a sus agentes especiales en San Antonio,
Jerry Robinette, y de Houston, Robert Rutt, una operación para seguir el rastro de las
pipas que llegaban a Brownsville.
Para los agentes no fue tan complicado llegar hasta Continental, receptáculo de la
mayoría de esos cargamentos. Confiado de que las autoridades aduanales estaban en la
nómina y que muchas empresas de la zona eran parte del negocio, Crescenzi descuidó los
detalles: las descargas, por ejemplo, se hacían de forma abierta a cualquier hora del día.
Cuando los agentes Robinette y Rutt llegaron hasta él, Crescenzi, conocedor de cómo
funciona el sistema en ese país, se ofreció de inmediato a colaborar con el ICE a cambio
de librar la cárcel. Los agentes le instruyeron grabar sus conversaciones con todos los
intermediarios y compradores, para que dichos testimonios se ofrecieran como prueba en
el juicio al que los agentes planeaban llevar a los empresarios.
Y sí, Crescenzi grabó sus propias instrucciones para que Maldonado negociara con los
aduanales el monto de sus sobornos y para que Dappen ingresara más cargamentos con
la documentación apócrifa; también grabó las entregas a BASF y Murphy; prácticamente
grabó todo. Los involucrados no detectaron falsedad alguna en esa voz que les decía lo
bien que iba el negocio mientras les prometía más condensado mexicano y les informaba
acerca de los ambiciosos planes de expansión. Ninguna suspicacia para suponer que el
chico de la Casa Blanca era una rata que se les había infiltrado.
En 2009, el ICE hizo públicos los resultados de su investigación y llevó al estrado a
Jonathan Dappen, Arnaldo Maldonado, Donald Schroeder y al mismo Crescenzi. Como se
vieron perdidos, todos se declararon culpables con la finalidad de negociar penas
menores.
Elocuente sin duda es el interrogatorio del juez a Maldonado, una vez aceptada su
culpabilidad:
JUEZ: ¿Cómo hacía usted las entregas?
MALDONADO : Alguien me llamaba por la mañana y me hacía saber cuántos camiones querían que se cruzaran. Los
problemas a los que nos enfrentamos es que en una ocasión alguien en el puente no estaba cooperando con nuestra
gente en México.
JUEZ: ¿Y este gas condensado valía miles de dólares?
MALDONADO : Supongo que sí.
JUEZ: Bueno, usted sabe del negocio, ¿sí o no?
MALDONADO : Sí, señor, aunque sé más de refinación de aceite de motores.
JUEZ: ¿Aceite de motores?
MALDONADO : Sí... sí, su señoría.
JUEZ: Vaya. Entonces, entiende que esos camiones valían cada uno cientos de miles de dólares.
MALDONADO : Sí, señor.
De las operaciones de esta célula, el ICE detectó 149 cuentas bancarias en Texas, a
través de las cuales los cárteles lavaron 49 millones de dólares. Para delitos de tal
magnitud podría decirse que la justicia estadounidense fue demasiado benevolente con
sus ciudadanos, sobre todo cuando sus agencias de investigación habían sido las que
comprobaron la participación de los cárteles del narcotráfico en esas operaciones.
El argumento judicial para que todos libraran la cárcel —salvo el arresto domiciliario
temporal que se les impuso a algunos— fue que las sustancias que introdujeron no eran
materiales peligrosos, tampoco drogas ni armas y que, además, todos cooperaron en el
juicio al aceptar su culpabilidad.
A Tim Brink, jefe de Crescenzi, por ejemplo, se le dictó arresto domiciliario de seis
meses, aunque con la posibilidad de salir diariamente a laborar a su oficina; benevolencia
del juez sugerida por los fiscales ante “su cooperación” en el caso. Durante su juicio, el
abogado de Timothy Brink, presidente de Continental, argumentó que funcionarios de
Pemex, a quienes no identificó, le proporcionaron a su cliente nombres y tarjetas de
presentación de individuos que eventualmente lo conectaron con las personas que le
entregaban el condensado, que resultó ser robado. “Pemex lo guió hacia esa dirección y
ha llegado adonde está ahora”, argumentó el defensor. Los abogados de otras compañías
como la Murphy y BASF argumentaron que también desconocían el origen del producto.
Al cabo de los meses, varios de los implicados establecieron nuevas compañías.
Jonathan Dappen, por ejemplo, formó Multi Frontera Logística LLC y M&B Trading Corp.
Por su parte, el ex Bush’s, como la prensa de Estados Unidos identificó a Crescenzi, es
hoy ejecutivo de Ctc Contractors, LLC, asentaba en Houston, de acuerdo con información
de Corporation Wiki, la base de datos que registra en internet a corporativos y socios que
operan en territorio estadounidense.
EN MÉXICO: IMPLICACIONES POLÍTICAS
Del lado mexicano, el gobierno federal le imprimió al caso un tinte político cuando, en
marzo de 2009, la PGR detuvo a Miguel Ángel Almaraz Maldonado, ex dirigente del PRD en
Tamaulipas, y entonces candidato a una diputación federal por ese partido; fue acusado
de liderar una de las células de Los Zetas vinculada con el robo de condensado. Junto con
él, aprehendieron a José Raúl Zertuche González, dirigente estatal de Nueva Izquierda,
corriente política de ese mismo partido fundada por Jesús Ortega. Y como parte de la
misma célula, capturaron a Jesús Óscar Ibarra Castellanos, Álvaro Jacinto Martínez
Ibarra, Yolanda Carrizales Cabrera, Nora Elvira Hernández González, José Salvador
Alemán Chávez, Omar Lorenzo Marín Bojórquez, Leonel Rodela Pérez, Samuel Carlos
Alberto Lom Juárez, Jorge Aguilar Pérez y Mónica Isabel Pérez Sánchez, todos bajo los
cargos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.[3]
A Almaraz Maldonado, Zertuche González, Marín Bojórquez y Pérez Sánchez se les
acusó también de comercialización de objetos robados, y a Martínez Ibarra por la
posesión de armas de fuego y cartuchos para uso exclusivo del Ejército.
Tras la detención de Almaraz, Jesús Ortega, entonces dirigente nacional del PRD,
argumentó que se trataba de un golpe político. De alguna manera tenía razón, pues se
detuvo a Almaraz cuando estaba en plena campaña por una diputación federal, pese a
que desde hacía varios años, en el sector petrolero se hablaba sobre sus negocios. Por
ello, a los tamaulipecos no les sorprendió que, finalmente, el gobierno mexicano
reconociera lo que desde 2007 denunció Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, ex alcalde del
municipio de Río Bravo.
Guajardo Anzaldúa era un político echado para adelante, abierto, franco y bastante
temerario. En más de una ocasión hizo declaraciones públicas en las que identificó, con
nombre y apellido, a supuestos operadores del cártel del Golfo: conocidos empresarios,
sindicalistas, políticos y funcionarios públicos. A sus 49 años de edad, tenía una larga
carrera política que lo llevó a ser electo en dos ocasiones como presidente municipal de
Río Bravo, además de ser diputado local, diputado federal y senador por Tamaulipas.
La primera candidatura que lo llevó a la alcaldía (1993-1995) la abanderó el PAN; la de
senador, de diputado federal y su segundo periodo como alcalde, el PRD. Su postulación a
un tercer periodo como alcalde fue por el Partido del Trabajo ( PT ). Ese 2007, antes de
que el PT lo postulara, buscó primero el respaldo del partido del sol azteca, pero la
dirigencia política le pidió que fuera con Almaraz como compañero de fórmula. Guajardo
se negó rotundamente, sin callar sus razones a la prensa:
Mi impedimento para aceptar a Miguel Ángel Almaraz Maldonado como compañero de fórmula es porque es evidente que
anda implicado en negocios ilícitos como el robo de condensado de campo a Pemex, y si esto no es cierto, que lo
desmienta probando el origen de sus ingresos.
En aquellas declaraciones públicas denunció que el político estaba relacionado con los
cargamentos de condensado que el Ejército había asegurado en marzo y mayo de 2007.
Pero en ese momento Almaraz parecía intocable. No era un miembro más del PRD, sino
parte de la dirigencia estatal del partido, y promotor de la campaña de Jesús Ortega a la
presidencia del sol azteca.
Almaraz regalaba juegos de geometría, cuadernos y colores a niños de las zonas
marginadas de Río Bravo, en colonias como Morelos, Cuauhtémoc y Ferrocarril, donde los
hijos de jornaleros y obreros de maquila se arrebataban los paquetes escolares que el
licenciado Almaraz les concedía, mientras que, según la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), lavaba dinero producto de los hurtos a
Pemex.
Guajardo, en cambio, comenzó a recibir amenazas que públicamente atribuyó a los
sicarios del cártel del Golfo. El 6 de noviembre de aquel año llegaron a su casa de
campaña a bordo de seis camionetas, 30 hombres armados hasta los dientes que
simplemente querían que supiera que lo estaban vigilando.
Semanas después, el 29 de noviembre de 2007, la víspera de su cumpleaños número
49, Guajardo madrugó, como era su costumbre, para verificar algunos pendientes de sus
negocios. Por la tarde salió de su oficina hacia su camioneta, que estaba estacionada en
la calle. Iría a Reynosa, apenas de entrada por salida, pues planeaba regresar a celebrar
con su familia.
Pasaban de las cinco de la tarde, caminaba con escoltas, agentes de la AFI
comisionados a su seguridad. De pronto las señales de celular y Nextel quedaron
bloqueadas. Enseguida se topó con varios vehículos atravesados en la calle que le
obstruían el paso. Desde una Cherokee y una Suburban salieron los primeros disparos.
Luego de una pick up en marcha un hombre disparó también contra Guajardo y sus
escoltas. El sicario bajó de la camioneta y le asestó el tiro de gracia. Se trataba de un
operativo similar al que montaron el día en que asesinaron al candidato priista por la
gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, en 2010. Bocabajo, sobre el
pavimento, en medio de un charco de sangre, el cuerpo de Guajardo quedó tendido
durante dos horas; también los de sus escoltas.
Dos días antes, militares de la Octava Zona Militar, con sede en Reynosa, habían
decomisado 120 mil litros de condensado en una pensión cercana al Puente Internacional
Reynosa-Pharr; aseguraron 48 vehículos entre autotanques y tractocamiones.
Sobre el asesinato, el área de inteligencia de Pemex emitió un reporte interno (número
2531B) que manifiesta: “La ejecución pudo estar relacionada con el aseguramiento de
vehículos que contenían condensado, en pensiones de Reynosa”.
Dos años después, en agosto de 2009, la PGR presentaría a integrantes del cártel del
Golfo como supuestos autores materiales de la ejecución. En marzo de ese año habían
detenido a Almaraz. En las elecciones de aquel 2009, el PRD no ganó una sola de las ocho
diputaciones federales. En vano resultó que la misma semana de su detención, Jesús
Ortega se deslindara del riobravense que apenas el año anterior había hecho en
Tamaulipas una entusiasta campaña para apoyar su candidatura a la presidencia del
partido.
MAFIA CORPORATIVA
Con los ojos del ICE sobre las aduanas de Tamaulipas, las organizaciones criminales
buscaron “legalizar” el contrabando. En 2009, el representante aduanal de Pemex en
Reynosa —que depende de la Unidad de Servicios Aduanales de la Dirección Corporativa
de Administración—, recibió una peculiar visita: tres hombres, uno de los cuales vestía
uniforme de la subsidiaria PEP, llegaron a su oficina para hacerle una consulta ejecutiva.
En su despacho le preguntaron puntualmente cuáles eran los requisitos y trámites
“legales” para importar hidrocarburos a Estados Unidos.
—El trámite lo hacen en la ciudad de México, en las oficinas centrales. ¿De qué
empresa son ustedes? —inquirió el funcionario.
—De La Compañía —respondió uno de ellos.
Ese año los representantes aduanales de Pemex en Tuxpan y Salina Cruz recibieron
visitas similares.
Aun cuando la PGR promovió la idea de que con el juicio en Estados Unidos a los
compradores de condensado robado, así como con la detención de la célula encabezada
por Almaraz se frenaría ese ilícito, la realidad de la Cuenca de Burgos distaba mucho de
ello. El nivel de coordinación de la mafia hacía tambalear al área de seguridad interna de
Pemex y al Ejército.
El negocio del condensado se manejaba desde entonces con intrincadas redes donde
un grupo lo robaba, otro lo llevaba a la frontera, otro lo colocaba en territorio
estadounidense, otro lo almacenaba y otro lo distribuía en el mercado.
Basada en las indagatorias del ICE, en su demanda Pemex identifica distintos eslabones
y su función en el negocio ilegal de condensado. Habla de “exportadoras-importadoras”
que reciben el condensado robado. Lo trasladan en autotanque y lo conducen a la
frontera. Entregan a las aduanas documentos falsos y sobornos a los aduanales para
evitar la revisión.
Los “coordinadores”. Cuando el condensado está del lado estadounidense, los
importadores le informan a los coordinadores el volumen de condensado. Estos
coordinadores contactan a transportistas que llevarán el producto a sus almacenes, o de
los clientes con los que pactaron la compra.
Los “corredores”, así es como se identificó a las compañías que acopian el petrolífero
para revenderlo. Y, finalmente, los “compradores/usuarios”.
Una historia que proporciona una idea acerca de la precisión alcanzada en la
coordinación del negocio, es la que ocurrió en Reynosa en agosto de 2009, la cual quedó
asentada en una de las bitácoras internas de la GSSF:
Personal de esta GSSF recibió una llamada anónima denunciando que un autotanque estaba abandonado. Se arribó al lugar
a las 20:50 horas observando el tractocamión enganchado con un tonel blanco sin placas, con capacidad de 42 000 litros
conteniendo 90% de condensado; se realizó la toma de muestras que fueron llevadas a PEP.
A las 21:00 horas se solicitó apoyo de personal de la Octava Zona Militar. A las 22:04 horas el personal de la Gerencia
que se encontraba en el lugar fue rodeado por 7 vehículos de diferentes características de donde descendieron
aproximadamente 25 personas con armas largas y el rostro cubierto, desarmando a los agentes de esta Gerencia,
alcanzando a escuchar por la frecuencia de radio que traían los delincuentes, que los alertaban de la supuesta proximidad
de los elementos militares, regresando el armamento y dándose a la fuga; se observó que 5 vehículos más reforzaban las
actividades de estos individuos.
Personal de esta Gerencia se retiró y resguardó en un campo. A las 22:37 elementos de la Zona Militar informaron a
esta Gerencia que ya habían asegurado el autotanque.
SIN GOBIERNO Y A MERCED DE LOS CÁRTELES
La ruptura entre el cártel del Golfo y Los Zetas que se atribuye a la ejecución en 2009 de
Sergio Peña Mendoza, el Concorde, a manos de Samuel Flores Borrego, el M3, fue un
parteaguas para la Cuenca de Burgos. La muerte del hombre que representaba en
Reynosa a Heriberto Lazcano, y que además era mano derecha de Miguel Treviño
Morales, Z-40, desató la división de la sociedad, pero ni una ni otra organización estaba
dispuesta a ceder su cuota de negocios petroleros.
Ni siquiera la intervención de las autoridades estadounidenses frenó la sustracción, sólo
que a partir de entonces, el mercado negro se dio en un clima de violencia exacerbada,
porque ahora eran dos poderosos grupos antagónicos, con estrategias y poderío
similares, en disputa permanente por el territorio y sus negocios; uno de los primordiales
era el de los hidrocarburos.
En esta región no sólo estaba en juego el contenido de la olla de miel, sino su
ubicación geográfica: una frontera medular para todos sus negocios ilícitos binacionales,
el cruce de drogas, armas e indocumentados.
El área de Nuevo Laredo, uno de los municipios enclavados en la región de Cuenca de
Burgos, es el punto fronterizo más estratégico para los cárteles mexicanos, debido a que
conecta de forma directa con la autopista 35 de Estados Unidos, que atraviesa justo la
mitad de territorio estadounidense y se une con otras importantes carreteras tanto del
lado este como oeste de ese país. En la ruptura, el cártel del Golfo conservó el control de
Matamoros, su cuna y bastión, además de Reynosa, Valle Hermoso y Tampico. Los Zetas
tomaron la frontera chica.
La disputa entre los dos grupos ocurre también por el dominio de la estructura de
negocios binacionales que ambas organizaciones construyeron a partir de relaciones
políticas y sobre todo empresariales.
Son ilustrativas las revelaciones que a su detención hizo Jesús Enrique Rejón Aguilar, el
Mamito, en julio de 2011, acerca de las relaciones y los acuerdos que supuestamente el
cártel del Golfo mantiene con el gobierno, sobre todo a partir de su alianza con el cártel
de Sinaloa, la organización que dirigen Joaquín el Chapo Guzmán, Ismael el Mayo
Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, el Azul.
Tras la disolución de la sociedad llamada La Compañía, entre ambos grupos, se
agudizó la violencia contra los pobladores de la región gasera, particularmente en los 19
municipios de Tamaulipas que son, además, los que tienen los pozos más productivos.
Entre dos fuegos, familias enteras de la zona ribereña se aventuraron en éxodos masivos
ante la ausencia de gobierno, cuando su cotidianidad se vio a merced de tiroteos que
podrían prolongarse hasta por ocho horas, como en Ciudad Camargo o en Ciudad Mier,
con sus ranchos, brechas, derechos de vía y pozos petroleros ocupados por la mafia.
En Ciudad Mier, el “Pueblo Mágico” de Tamaulipas, antaño controlado por el cártel del
Golfo, tras la muerte de Ezequiel Cárdenas Guillén (en noviembre de 2010), a punta de
bala y granadazos, Los Zetas pusieron un ultimátum para que toda la gente saliera del
pueblo. Con esos pobladores se fundó en el Club de Leones de Miguel Alemán —
municipio fronterizo con Roma, Texas— el primer refugio oficial para víctimas de la
guerra calderonista.
En cualquier caso, los métodos de sustracción ilegal de condensado se hicieron más
violentos y para los trabajadores petroleros el simple hecho de acudir a cubrir su jornada
laboral se tornó en una situación particularmente riesgosa.
INCOMPETENCIA PARA INVESTIGAR
Así como en las áreas centrales de Pemex en la ciudad de México se tuvo desde 2006
información precisa acerca de los hurtos de condensado —y se clasificó como confidencial
—, el gobierno de Felipe Calderón supo desde los inicios de su gestión de qué aduanas y
hasta con qué frecuencia salían los cargamentos.
En agosto de 2007 recibió una carta que alguien le envió desde Tamaulipas, dirigida
también al secretario de Hacienda, Agustín Carstens Carstens —que desempeñó ese
cargo de diciembre de 2006 a diciembre de 2009—, y a Juan José Bravo Moisés,
administrador general de Aduanas. En dicho documento se denunciaba lo siguiente:
Sr. Presidente de México:
En las aduanas de Reynosa y las que se encuentran cerca de ésta se está realizando el paso de productos
pertenecientes a Petróleos Mexicanos, sin que estas aduanas soliciten a los exportadores ningún documento que acredite
la propiedad de dichos productos. Realizando así el robo en contubernio con las autoridades de aduanas.
La aduana de la ciudad de Reynosa y los puentes fronterizos que se encuentran cerca permiten el paso de carrostanque
a Estados Unidos sin que se les pida ningún permiso ni procedencia del producto, realizándose un robo escandaloso ya que
por ese lugar pasan al vecino país más de 200 carrostanque por día.
Como usted sabrá es una mafia entre Petroquímica Gas [sic] autoridades civiles y militares, así como agentes aduanales
y lo más delicado, la Secretaría de Hacienda, ya que ésta jamás pide a quién se le compró el producto que se exporta a
Estados Unidos; la única manera de evitar ese robo es que la aduana pida las facturas correspondientes de a quién le
compran y los pagos que se hacen de este producto para enviarlo fuera del país.
Más peculiar, sin embargo, fue la respuesta que el gobierno dio al denunciante a través
de la Secretaría de la Función Pública: “Incompetencia para investigar”.
A medida que crecía el robo, también aumentaba la participación de empleados de
Pemex en las operaciones ilícitas. Quienes se negaban a hacerlo, lo mínimo que podían
esperar eran amenazas y golpizas, si acaso tenían la mala fortuna de ver lo que no
debían o pasar por el camino equivocado.
Desde 2007, Felipe Calderón fue informado sobre el contrabando de condensado en Burgos.
La SFP declaró incompetencia para investigar.
Las contralorías cerraron el caso argumentando que no había elementos para investigar,
pues el denunciante no identificaba a algún funcionario en particular. Quizás el
denunciante se acostumbró a trabajar con miedo, porque nadie movió un dedo por él ni
por los petroleros que se negaron a involucrarse en los robos. Ni Jesús Reyes Heroles ni
su sucesor, Juan José Suárez Coppel, se ocuparon de resguardar la integridad de los
trabajadores de la Cuenca de Burgos; tampoco lo hicieron sus dirigentes sindicales. En
consecuencia, la violencia contra ellos se incrementó. A las amenazas y golpizas siguieron
los levantones.
2010, AÑO CONVULSO EN LA CUENCA DE BURGOS
Todos sabían que algo así ocurriría, incluso los mismos levantados, pues fueron
advertidos de su secuestro semanas antes de que ocurriera. Pero qué podían hacer si los
jefes de Pemex, tan ocupados en sus cómodas y blindadas oficinas de la ciudad de
México, no tenían tiempo para escuchar acerca de sus temores.
Esperaban que el señor Suárez Coppel, el mismísimo director general, los atendiera a
ellos, simples obreros de campo, pero el doctor Suárez estaba para atender asuntos más
importantes, como sus negocios privados, también en Pemex, sí, pero que operaba su
socio, el hijo de su gran amigo Francisco Gil Díaz.
El año 2010 fue el más violento para los trabajadores de Pemex en la Cuenca de
Burgos. En mayo, por el testimonio de sus familiares a la prensa, se supo que cinco
trabajadores habían sido levantados por un comando armado que atacó el pozo Gigante
1. Pero, como se verá en la relación de hechos, ésta apenas era una muestra de lo que
estaba ocurriendo.
La noticia de los petroleros levantados escandalizó por sus implicaciones. Desde el
Legislativo se le exigía al director de Pemex informar sobre la situación real en la
paraestatal. En una somera explicación, durante una comparecencia en San Lázaro, el día
24 de junio, Suárez Coppel se limitó a reconocer que en la región gasera existía la
presencia de grupos armados y que habían tenido algunos problemas para la producción,
además de la desaparición de cinco trabajadores.
La realidad, que el gobierno de Felipe Calderón ocultó, era de dimensiones mucho más
graves. En toda la Cuenca de Burgos había pozos prácticamente ocupados por comandos
armados, que eran quienes decidían si los trabajadores de Pemex y sus contratistas
podían o no laborar. Algunas áreas estaban convertidas en verdaderas zonas de
exclusión; las pipas, los tractocamiones, las camionetas y los automóviles de Pemex eran
empleados para los narcobloqueos. Entre pozos y estaciones de recolección de gas se
desataban batallas diarias entre el cártel del Golfo y Los Zetas. La situación se recrudeció
y en algunas regiones incluso se cancelaron las operaciones.
Los reportes de inteligencia de Pemex revelan cómo el blindaje de la seguridad
nacional se rindió ante los cárteles con sus comandos de sicarios y halcones en pozos de
gas, estaciones de recolección, brechas y caminos en los que impusieron su ley de plomo.
A continuación se hace un registro cronológico de lo que sucedió ese tórrido año 2010.
Enero
Este mes arrancó con un enfrentamiento matutino entre el cártel del Golfo y Los Zetas
sobre el Boulevard Hidalgo.
Y el día 2 por la mañana se suscitó otro enfrentamiento en la zona administrativa de
Pemex, en la colonia Jarachina, en Reynosa; mientras que en Tampico, a las 15:00 horas,
dos comandos se enfrentaron a balazos, y a las 23:00 horas, en ese mismo puerto y
dentro del marco de las fiestas de abril a las que cotidianamente asisten las familias de
los petroleros, en un evento al aire libre, un comando disparó contra los asistentes, con
un saldo de siete muertos. Una hora después rafaguearon diversos antros y centros
nocturnos en Tampico y Ciudad Madero.
El 6 de abril se instalaron narcorretenes en las estaciones de recolección de gas en
Camargo y Doctor Coss. Petroleros y contratistas fueron amenazados para que salieran
de la zona y recibieron advertencias de no transitar por aquellas brechas. Ese mismo día,
en uno de los pozos de gas en Doctor Coss, una cuadrilla encontró tres cuerpos
esposados a la orilla de la pera: eran el director de la policía municipal de Los Aldamas,
Oliver García Peña, y dos de sus subalternos. Por ese día la TAR de Tampico suspendió el
reparto de hidrocarburos “a consecuencia de la situación de inseguridad que prevalece en
la región”.
El 8 de abril entró un comando en las instalaciones de una contratista de Pemex y
sustrajeron 20 camionetas y equipo de cómputo. El 9 hubo enfrentamientos en Camargo,
y el 10, la ocupación del campo de gas Reynosa por un comando armado, sobre la
carretera ribereña entre Nueva Ciudad Guerrero y Ciudad Mier.
El 11 apareció un ejecutado junto a una estación de recolección de gas en General
Bravo. Más tarde se llevaron a dos de compañía: Sergio Alberto Salinas de la Riva y
Alberto Leonides Rodríguez González, de las empresas Velcom y Tecpetrol.
Ambos trabajadores habían recibido el aviso de que en el ejido Santa Gertrudis, en
Camargo, una antena estaba caída, así que ese domingo, pasadas las 6:30 de la
mañana, salieron de Reynosa hacia la estación de trabajo en el poblado Venecia, a unos
35 kilómetros —entre el municipio de Díaz Ordaz y Camargo—, donde recogerían su
herramienta en la oficina de Tecpetrol. Viajaban en una Frontier Nissan 2008, placas de
circulación WH62328, propiedad de Tecpetrol, y en el camino los levantaron.
El 13 de abril a las nueve de la noche un comando armado llegó a amedrentar a
balazos a los trabajadores de uno de los pozos en General Bravo; luego en el patio de
maniobras de la TAR Reynosa ingresó una camioneta “sospechosa” color negro. Después,
mientras salía a repartir gasolina a una franquicia sobre la carretera ribereña, el
autotanque de Pemex fue seguido por una camioneta color blanco.
Al día siguiente hubo narcobloqueos en la carretera desde Reynosa a Monterrey; y en
San Fernando se registraron enfrentamientos entre los dos cárteles que dejaron como
saldo un muerto y cuatro vehículos abandonados. Afuera de la TAR de Tampico los
tripulantes de una camioneta color negro con vidrios polarizados estuvieron despojando
de sus vehículos a los conductores que arribaban a la zona. Y en Altamira, dos sujetos
sustraían materiales y tubería en el pozo Tamaulipas 201.
El 15 de abril se presentaron enfrentamientos y bloqueos en los pozos de Reynosa y
Cadereyta; los heridos fueron atendidos en hospitales de Pemex. A las 15:35 un comando
rafagueó las inmediaciones de la Casa de Bombas de la Refinería de Ciudad Madero. En
un pozo de gas de Río Bravo se encontraron dos camionetas con impactos de arma de
fuego y al interior dos cuerpos sin vida.
Los comandos armados mantenían bajo estricta vigilancia a obreros de campo,
choferes y funcionarios de Pemex; un ejemplo claro de este acoso es el de un conductor
de una pipa, propiedad de Pemex, que el día 15 de abril de 2010, cuando entregaba un
pedido a una gasolinera ubicada sobre la carretera San Fernando-Reynosa, fue abordado
por diversos hombres que le solicitaron su número de celular. En cuanto el chofer regresó
a la terminal se lo comentó a su jefa y ésta le ordenó que al día siguiente no saliera a
ninguna entrega. Por la noche, el operador recibió una llamada:
—¿Por qué no saliste a trabajar hoy? —cuestionó el interlocutor.
—Es que la pipa está en el taller mecánico —justificó el chofer.
—Mentira. Vimos la pipa durante el día —respondió su interrogador advirtiéndole que
estaba bajo vigilancia.
El 19 hubo enfrentamientos en Camargo, Valle Hermoso y Cadereyta. Tres días
después se encontró en Río Bravo un túnel donde la toma clandestina conectaba con los
pozos.
El 21 en General Bravo, Nuevo León, el Ejército aseguró un camión con 42 mil litros de
condensado. Junto con éste, en otra camioneta, viajaba un trabajador del Departamento
de Operación de Pozos del Activo Integral Burgos y otro empleado de compañía; y en un
tercer vehículo, cuatro hombres más.
La mañana del 22, cuatro trabajadores de compañía fueron secuestrados por un
comando de 15 camionetas con hombres armados. Tres de ellos fueron liberados ese
mismo día a orillas de la carretera; del otro trabajador no se supo nada más (su vehículo
fue encontrado días después en China, Nuevo León). Por la tarde, en Doctor Coss, a las
14:00 horas, un comando ingresó en el campamento de perforación. Se llevaron gasolina
y víveres.
El 26 de abril, a las 20:00 horas, un comando de 40 zetas entró en las instalaciones de
un pozo en General Bravo, donde había 10 trabajadores; cinco de ellos alcanzaron a huir.
Al resto lo amenazaron de muerte. En una de las estaciones de recolección del mismo
campo detonaron granadas. Al día siguiente varias contratistas sacaron a sus empleados
de la zona.
El 27 se intensificó la presencia de comandos zetas en todos los campos y pozos de
General Bravo; se trataba de convoyes de 20 camionetas y hombres armados que
advertían a los petroleros que debían salir de la zona. Al día siguiente, los comandos
ocuparon los pozos de Miguel Alemán.
El 28, en un operativo en una finca de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, la Sedena rescató
a 16 personas secuestradas; entre ellas el trabajador de una compañía prestadora de
servicios de mantenimiento a pozos de gas en Burgos. Pero los petroleros no tuvieron un
respiro para celebrar el rescate de uno de los suyos, pues a los pozos de General Bravo
llegaron comandos armados a expulsar a los obreros de Pemex.
El día 30, tras una jornada de enfrentamientos en Tampico, Madero y Altamira,
levantaron a un ingeniero del área de perforación de pozos. Al día siguiente, tres
petroleros fueron ejecutados en Doctor Coss.
Más osados, en los días siguientes los comandos ingresaron en los hoteles de Reynosa
y General Bravo donde se hospedaban ejecutivos y trabajadores de una compañía
contratista de Pemex; llegaron a advertirles que no querían verlos en los pozos o las
brechas.
Mayo
La misiva no tuvo eco y la situación se tornó más tensa cuando en distintos puntos de la
Cuenca de Burgos aparecieron mantas en las que los cárteles invitaban a los trabajadores
a reclutarse con ellos como guías en los terrenos. Como no tuvieron respuesta,
comenzaron a levantarlos.
El 4 de mayo se registraron nuevos enfrentamientos en las estaciones de recolección
de gas del municipio de China. Un comando tomó fotografías al personal que hacía
trabajos de limpieza en los pozos de Montemorelos y las camionetas de Pemex en que se
transportaban. Otro grupo armado levantó a seis trabajadores que tomaban datos
sísmicos en Camargo, y en un retén de zetas dos trabajadores de una subcontratista en
Miguel Alemán sufrían la misma suerte; los liberaron al día siguiente.
El 6 de mayo, cuando viajaban a bordo de una camioneta de Pemex hacia los campos
de Reynosa, Jorge Antonio Cobos, coordinador de Mantenimiento, Equipo Dinámico y
Sistemas Auxiliares, y otros trabajadores, fueron interceptados por un vehículo del que
descendieron cuatro sujetos armados. Uno de ellos le reclamó que “si no entendían que
no los querían en el área”. Les ordenaron que se retiraran, y cuando se iban les tiraron
tres balazos en el camper de la camioneta. Aquel día otros comandos armados
bloquearon los campos de gas de Doctor Coss y General Bravo.
El 7 de mayo un vigilante de la Terminal Marítima Madero fue asaltado por un
comando, y liberado bajo amenazas. Identificó a uno de los agresores como trabajador
de Pemex.
El día 11, un comando armado a bordo de cuatro vehículos encaró a la guardia de
especiales que patrullaba la estación de recolección de gas Reynosa. Les reclamaron su
presencia en el área. Los especiales expresaron que atendían el reporte de una fuga de
combustible.
Ante la respuesta, un hombre del grupo agresor dio el parte informativo vía radio. En
segundos llegaron diversas camionetas y más elementos armados. Les ordenaron a los
vigilantes de Pemex que se retiraran, porque esa zona estaba bajo su control, y les
explicaron que si insistían en estar allí, tendrían que “dejarlos trabajar y aceptar el dinero
que les ofrecieran”.
El informe de inteligencia, fechado ese mismo 11 de mayo, cita:
Agregaron que contaban con la ayuda de ingenieros de Pemex para el asesoramiento de sus labores. Asimismo
pretendieron entregar un fajo de billetes que fue rechazado por los elementos de esta Gerencia de Seguridad que
procedieron a retirarse de las instalaciones.
Al día siguiente, una toma clandestina en Reynosa generó la presencia de dos especiales.
En una brecha los interceptó un comando, los revisaron y les exigieron sus datos
personales que inscribieron en una libreta.
—Los vimos cuando llegaron al derecho de vía. No queremos ver militares por esta
área —dijo un hombre que se identificó como jefe del grupo.
—¡Aquí todo se sabe! Si denuncian, los vamos a levantar —secundó otro.
En Nuevo Laredo, el 14 de mayo un agente aduanal de Pemex Internacional notificó a
las oficinas de la ciudad de México que posiblemente suspenderían labores durante todo
el fin de semana pues se esperaban enfrentamientos entre el cártel del Golfo y Los Zetas.
El 16, ocho trabajadores de la compañía Delta fueron levantados.
El día 19 fue especialmente conflictivo: los comandos instalaron retenes en toda la
frontera chica. En la brecha hacia la estación Enlace en Nueva Ciudad Guerrero,
trabajadores de varias compañías vieron abandonados los vehículos de las cuadrillas 16 y
17 de Pemex. En el sector Velero, a exceso de velocidad cruzaban las unidades de las
cuadrillas 8 y 15 con rumbo a Nuevo Laredo. Sus vehículos aparecerían luego en la
entrada a un pozo que ocupó un comando, pero de ellos no se tuvo más rastro; tampoco
contestaron ya sus celulares. Doce cuadrillas más debieron resguardarse en las
instalaciones administrativas de Pemex. Mientras que afuera, en la zona, otro comando
golpeó a los de la cuadrilla número 21.
A otros trabajadores un comando les advirtió que salieran del área, que no los querían
ver ahí, pues sabían que ellos traían “a los michoacanos en las brechas” y ya los tenían
identificados.
El 21 de mayo, en el pozo Gigante 1 estaban de turno algunos de los 14 trabajadores
que el 3 de mayo enviaron a sus superiores la carta donde informaban sobre la situación
de riesgo en la que se encontraban. Al pozo arribó un comando armado, los echaron al
sueldo, los golpearon e interrogaron.
En cuanto los hombres armados se fueron, los petroleros informaron lo ocurrido a sus
jefes, Ignacio Olea Acosta, Arturo Rodríguez y Adalberto Mancilla, e hicieron lo propio con
sus representantes sindicales Gustavo Fong y Moisés Balderas. Dos días después, los
levantaron.
Luego del secuestro, los familiares buscaron apoyo del Sindicato Nacional de
Trabajadores Petroleros de la República Mexicana ( SNTPRM); viajaron a la ciudad de
México para intentar hablar con el líder Carlos Romero Deschamps. “Ni uno ni otro nos
dieron la cara, empresa y sindicato dejaron solas a las familias”, dice Armando Galván,
primo de Anselmo Sánchez.
Relatoría del secuestro de trabajadores en el Pozo Gigante 1.
El 6 de junio aprovecharon la visita del líder sindical a uno de los eventos de apoyo en
la campaña del candidato de la Alianza Todos por Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú. En el
encuentro, en el salón Alejandra de la Quinta Blayser, levantaron pancartas con
fotografías del hijo, el hermano, el padre, el compañero de trabajo: “Compañeros
petroleros, estamos solos, apóyennos”, “Exigimos su apoyo para secuestrados”, “Que
regresen”.
—¡Ahorita nos ponemos de acuerdo, ustedes saben que nosotros no le sacamos a los
problemas! —dijo ufano Romero Deschamps. Su “ahorita” nunca llegó. Flanqueado por
guardaespaldas abandonó el salón mientras la custodia de la dirigencia local impedía el
paso a los familiares.
—Mi hijo no es un número ni una cifra como dicen los directores de Pemex —expresa
un descorazonado Luis Armando Cadena Tijerina, padre de Christopher Adán, el más
joven de los secuestrados.
“Desde ese día la empresa no quiso responder por ellos aunque estaban en hora de
trabajo, y no quisieron asumir su responsabilidad”, reclama Rosalinda. “Hemos estado
completamente solos”, se queja Armando, el primo de Anselmo.
Poco después de que denunciaron el rapto, los familiares recibieron amenazas
telefónicas, y los directivos de Pemex les suspendieron el salario con el pretexto de que
el contrato colectivo no prevé cómo actuar en un caso de desaparición.
Las familias dicen que si los directivos de Pemex hubiesen atendido las alertas,
ninguno habría sido levantado. Acusan complicidad y negligencia en el caso. “Los jefes
hicieron caso omiso a todos los problemas que ellos habían tenido y que les habían
reportado”, dice Rosalinda. Desde entonces ni rastro de ellos.
Desamparadas y expuestas, las cinco familias no pudieron hacer mucho: sigilosamente
acudieron al sindicato y preguntaron si había noticias; suplicaron a los militares de la
Octava Región que los buscaran; vivieron atentos de las detenciones y hallazgos de la
Marina. Finalmente rezaron en la clandestinidad del hogar repitiendo incesantes plegarias
con la esperanza de la ayuda divina ante la indiferencia terrenal.
—¿Buscarlos? ¿Dónde? ¿En el monte, en los campos, en los pozos? —pregunta
Rosalinda—. No nos queda más que esperar y rezar.
—Yo todos los días me comunico a su celular, en la mañana, tarde y noche, todos los
días; aún tenemos la esperanza de que nos conteste —interviene Nelly, la nuera de Mario
Zúñiga.
—Que sea lo que Dios quiera —invoca Luis Armando, padre de Christopher, en un
profundo suspiro.
Al día siguiente del secuestro de los cinco obreros de Pemex, en Miguel Alemán, hubo
enfrentamientos armados.
El 29 de mayo a las 12 del día, resguardados por un grupo de especiales, varios
trabajadores reparaban un ducto dañado por una toma clandestina. De pronto llegó un
comando de 25 hombres en seis camionetas. Les ordenaron irse. Minutos después llegó
el jefe del grupo agresor y ordenó que cuando terminaran la reparación se fueran
inmediatamente. A los especiales les indicó que no hicieran patrullajes nocturnos “porque
podemos confundirlos”.
Junio
El 23 de noviembre cuando circulaba por la calle principal del municipio de General Bravo,
un empleado del departamento de mantenimiento a sistemas fue interceptado por un
comando a bordo de tres camionetas; le robaron el vehículo de Pemex y los equipos de
comunicación que transportaba.
En esa misma área, el 1° de diciembre un trabajador fue interceptado por un comando
integrado por sujetos vestidos con overol naranja, de los que usan los contratistas de
Pemex, y portando armas largas a bordo de una camioneta. El día 4, en el campo
Reynosa quedó abandonado un tractocamión sin placas con 30 mil litros de condensado
hurtado.
En lo general, pues, fracasaron las estrategias para la seguridad en la zona que Pemex
pagó a compañías extranjeras. Una de ellas, Forma BI Consultores, contratada en agosto
de 2009 para el “servicio estratégico de seguridad física etapa I —control de acceso en
edificios administrativos— en instalaciones del Activo Integral Burgos”, cobró 58 millones
de pesos. Falló también la contratación que PEP hizo por adjudicación directa con la
International Security and Defence Systems Ltd., para “evaluar los riesgos y las
amenazas físicas” en la región. Las compañías de seguridad nunca advirtieron que los de
Burgos se volverían campos de guerra.
La ingobernabilidad fue en aumento, y en ese vacío de autoridad, los campos gaseros
se convirtieron en pistas clandestinas y áreas de carga y descarga de drogas, como aquel
febrero de 2010, cuando un grupo de zetas tomó un campo de abastecimiento de
combustible del poblado El Triunfo, en Reynosa; desalojaron al personal de Pemex para
cargar y descargar 979 paquetes con más de cuatro toneladas de mariguana. La Semar
dice que los desalojó a balazos.
En ese boyante mercado negro de condensado, las bodegas “clandestinas” para
resguardar el hidrocarburo, los equipos y los vehículos usados para su trasiego y hasta las
herramientas contables del negocio se ubicaban en las zonas industriales de Reynosa.
Una de éstas se incautó en 2010 en la calle Cerro de la Silla: equipo de cómputo,
autotanques, cajas, lanchas con sus remolques, plataformas y camionetas.
Había vehículos con placas de Tamaulipas y de Texas, y tractocamiones de RC Express,
Servicio RC Express Estaciones de Gasolina, Fergo, Autotanques Temsa, Euro Transportes
Internacionales, además de herramientas y materiales para el trasiego de combustibles,
principalmente mangueras (AP/PGR/TAMPS/REY-UMAN/1917/10).
Tras su ruptura, el cártel del Golfo continuó operando las bodegas de Reynosa y Río
Bravo. Los Zetas hicieron de San Fernando su principal bodega de condensado robado,
allí mismo donde mantenían su centro de entrenamiento y donde en agosto de 2010 se
encontraron los cuerpos de 72 migrantes centro y sudamericanos asesinados, y luego 193
cadáveres en fosas clandestinas.
DEMANDAS INSUFICIENTES
Sólo un tapinero muy osado, o quizás ingenuo, se atrevería a desafiar las nuevas reglas
de la ordeña, dado el poderío del cártel que con su milicia traída desde El Infierno llegó a
controlar el negocio del oro negro.
Un averno que se ubica en lo más profundo de la selva del Petén, en el municipio
Melchor de Mencos, en Guatemala. Allí, en una pequeña comunidad llamada La Pólvora,
se ubica la Escuela de Adiestramiento y Operaciones Especiales Kaibil, que entrena a la
brigada de soldados de élite más feroces del mundo bajo un mítico lema: “¡Si avanzo,
sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame!”
El origen y la historia de esta milicia de élite explican por qué los cárteles mexicanos
integraron kaibiles a sus filas para sus misiones especiales. Ideada por los Boinas Verdes
estadounidenses como una obsesión por superar la derrota sufrida en Vietnam, la
institución fue subsidiada por la Escuela de las Américas —la temible “Escuela de los
Asesinos”—, creada por Estados Unidos para formar especialistas en contrainsurgencia
para Latinoamérica.
Los mandos de la Escuela Kaibil dicen que el modelo centroamericano superó sus
orígenes con el proyecto de formar soldados que mezclaran las especialidades de los
Ranger de Estados Unidos, los Lanceros de Colombia y los Tigres del Ejército de Panamá,
casi sin armamento y mucho más efectivo.
Como consecuencia inmediata de la política de gobierno del ex presidente
guatemalteco Óscar Berger (2004-2008) de reducir la participación de las fuerzas
armadas en la vida pública de Guatemala, 12 mil 800 militares —50 por ciento de la
plantilla— quedaron desempleados, entre ellos muchos miembros de la brigada de élite.
Conocedor de la capacidad de esos soldados, el primer narcotraficante que los reclutó
como escolta personal fue el guatemalteco Otto Roberto Herrera García; diez kaibiles
cuidaban siempre sus espaldas. Tras su fuga del Reclusorio Sur en la ciudad de México,
donde permaneció preso menos de un año, el capo retomó esa escolta en 2005. Con su
brigada kaibil, por cierto, convirtió el Petén en bodega de droga para su socio mexicano
Joaquín Guzmán Loera.
Posteriormente, los ex gafes mexicanos comenzaron a reclutar kaibiles, como admite el
coronel de infantería Eduardo Morales Álvarez, jefe de la brigada kaibil, quien no oculta
su molestia al recordar cómo muchos miembros de su grupo se incorporaron a las filas
del narcotráfico. Morales Álvarez es uno de los pocos soldados que ha aprobado todos los
cursos que existen en el mundo para convertirse en un militar de élite.
“La idea de reclutar kaibiles dentro de la organización fue con el fin de reforzarnos ya
que se tenía la idea de que están mejor preparados que los gafes”, cita en su declaración
ministerial del 17 de julio de 2006 Mateo Díaz López, ex integrante del GAFE del Ejército
mexicano, reclutado por el cártel del Golfo para el grupo original de sicarios de Los Zetas,
en el que el Comandante Mateo tenía la clave Zeta-10.
Declaración del comandante Mateo Díaz.
Pero regresemos a San Pedro, donde los cárteles convirtieron a los tapineros en sus
trabajadores y a los policías en sus halcones; en ese municipio hasta el comandante de la
policía trabajaba para ellos.
Tapineros no alineados pagaron con la vida, como José Luis Ortiz Palacios, el
Correcaminos o el Corre, un neoleonés originario del ejido El Coyote, identificado por la
Procuraduría General de la República (PGR) como uno de los principales ordeñadores en
Nuevo León, Coahuila y Durango.
El ex trabajador de Pemex, que también usaba los nombres de José Luis Hernández
Alvarado, José Luis Serrano Palacios, José Luis Ortiz Alvarado y Luis Ortiz Palacios, era
maestro del taping machine; por ello cobraba a terceros hasta 100 mil pesos por
instalarles una sola interconexión. Durante años, él directamente ordeñó un ducto que
corre por el municipio de Matamoros, Coahuila, desde una interconexión que instaló en
un inmueble de su propiedad, en el ejido Compuertas.
En enero de 2009 fue ejecutado y su cuerpo apareció a un costado de la antigua
carretera Saltillo-Torreón, en el ejido La Concha. Estaba desnudo, atado de pies y manos.
En cambio, quienes se alienaron tuvieron una especie de seguro para sus cargamentos.
En agosto de 2008, por ejemplo, en la zona de Tierra Blanca, Veracruz, los especiales
detuvieron un autotanque para revisarlo. El operador les dijo que lo conducía a una
desgasificadora de Minatitlán y lo dejaron seguir su camino. Posteriormente los agentes
se percataron de que eran seguidos por una camioneta con placas de California y dos
vehículos más sin matrícula en los que venían 13 hombres con armas cortas y largas; uno
de ellos se identificó como “de la compañía de la última letra”. Su propuesta era que “si
trabajaban juntos, para todos había”. En su reporte los especiales dicen que ellos
respondieron que no querían compromisos.
Tres semanas después, en un baño del Complejo Petroquímico Coatzacoalcos apareció
la leyenda: “GAFES Fuerzas Especiales del Ejército, soy zeta de Laredo, muera La Familia
Michoacana”.
En las regiones del norte se presentaron situaciones similares. El 7 de mayo de 2008
los vigilantes de Pemex localizaron una toma clandestina en el municipio de Castaños,
Coahuila, y detuvieron a un hombre y varios vehículos, además de confiscar un tonel con
40 mil litros de combustible. Poco después un comando rescató al hombre, los vehículos y
hasta se llevó los equipos de comunicación de Pemex.
NEGOCIOS
El negocio de los hidrocarburos representó para los cárteles otra de las vías para
compensar la férrea competencia en el mercado de las drogas y sostenerse
económicamente durante la guerra oficial de Felipe Calderón, ante el marcado sesgo que
los expertos en temas de seguridad advirtieron como encaminado a fortalecer al cártel de
Sinaloa. Como refiriera un integrante del cártel del Golfo a elementos de seguridad
interna de Pemex, hurtan ese producto porque su negocio, el del narcotráfico, “está
flojo”. Por ello, controlar la ordeña de hidrocarburos y otras prácticas lucrativas ilícitas en
Pemex se convirtió en una actividad medular para los cárteles, así que encomendaron a
hombres de su entera confianza para realizar esas labores.
En el corredor que va de Durango a Coahuila y Nuevo León, uno de esos hombres
fuertes en estos menesteres para La Compañía fue Sigifredo Nájera Talamantes, alias el
Canicón, Chito Canicón, Chito o Chito Can, quien para ocultar su identidad usaba también
el nombre de Joel Silva Pulido, aunque era inconfundible por los enormes tatuajes que
tenía en los brazos; uno de ellos, la figura de un payaso, y el otro, una bola de billar.
Informes de inteligencia del gobierno de Estados Unidos documentan que Nájera se
inició como comprador de cocaína por kilos a La Compañía. En 2007, a sus 22 años de
edad, la organización le encargó transportar de Río Bravo a Miguel Alemán un valioso
cargamento de 300 kilos, valuados cada uno en 13 mil 500 dólares. Desde entonces
Canicón trabajó bajo las órdenes de Manuel Vázquez Mireles, el Meme, y fue
encomendado a misiones especiales asignadas por Jaime González Durán, el Hummer.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos señala a Sigifredo Nájera como
responsable del atentado con granadas a su consulado en Monterrey, y a las
instalaciones de Televisa en esa misma ciudad. Lo acusa además de la tortura y
ejecución de nueve militares en la Séptima Zona Militar, con sede también en la capital
de Nuevo León.
En 2009 lo detuvieron en Saltillo, en una casa de la calle Paseo de las Rosas en la
colonia residencial San Patricio, y junto con él, a la administradora financiera de la
organización.
Por su parte, el líder de Los Zetas Heriberto Lazcano designó a su sobrino Roberto
Rivero Arana, el Bebo, como coordinador de sus operaciones en Veracruz, Campeche,
Tabasco y Chiapas. Su grupo usaba uniformes de Pemex, así como sofisticados sistemas
de telecomunicaciones y moderno armamento. Su base era Ciudad del Carmen —el
corazón de la industria petrolera—, donde Daniel Arturo Pérez Rosas, director de
Seguridad Pública, le brindaba protección a cambio de un pago de 200 mil pesos
mensuales.
También en 2009 los cárteles controlaban la ordeña en tomas clandestinas desde
Tenosique, Tabasco, hasta Matamoros, Tamaulipas; a donde llegan los poliductos que
hacen frontera con Brownsville, en el lado estadounidense. Si la policía interna de Pemex
l e s cerraba una toma o les incautaba algún embarque, iban al rescate en operativos
sincronizados.
En marzo, por ejemplo, cuando personal de la GSSF efectuaba un patrullaje fueron
bloqueados por tres vehículos sin placas, de los que descendieron cuatro hombres con
armas largas afirmando pertenecer a “la maña”. Obligaron a los especiales a subir a sus
vehículos, y en una brecha de Altamira, en una bodega recién cateada en la que se había
encontrado una toma clandestina, llegó en otro vehículo un hombre que se identificó
como el encargado de la plaza. Les advirtió que no se metieran con los choferes de sus
pipas, que no detuvieran sus unidades en las carreteras y que no revisaran sus bodegas.
El reporte que los agentes de la GSSF enviaron a sus superiores desde Tamaulipas en
marzo de 2009, cita:
Al respecto se aclaró que el personal de esta GSSF no busca droga sino tomas clandestinas y en ese sentido no se podía
dar marcha atrás, refiriéndole además que en ocasiones se efectúan recorridos con elementos militares y ellos tenían su
propio mando. Posteriormente se entregó a los elementos de esta Gerencia un teléfono celular, supuestamente para que
se estableciera comunicación en caso de un aseguramiento para constatar que no fuera uno de sus elementos. Después
de lo anterior se retiraron los sujetos regresando las armas a nuestro personal.
Ante tal poderío y nivel de coordinación, desde que los cárteles anunciaron que era hora
de que los tapineros les pagaran dividendos, los más avispados en el negocio tuvieron
claro que debían pactar con ellos.
II. Socio mayoritario
Nuevo León.– Por las calles de la Contry Sol hay que andar con cuidado, pues en el
momento menos esperado se sueltan las balaceras. Desde que el cártel del Golfo
comenzó a disputar la plaza de Nuevo León con Los Zetas estas calles del municipio de
Guadalupe —como las de Monterrey, San Nicolás de los Garza y Escobedo— se
convirtieron en blanco frecuente por ser residencia de varios miembros de esa
organización.
Este fraccionamiento se fundó en un lomerío de la zona metropolitana de la capital, del
lado de Guadalupe, y se fue expandiendo con imponentes residencias, en su mayoría de
estilo californiano, influencia arquitectónica muy recurrente en los gustos de muchos
adinerados del norte del país. A diferencia de la vida que se lleva en los cinturones
pobres de abajo, más cerca de Monterrey, carentes de muchos servicios, en estas calles
de la Contry Sol los funcionarios municipales sí suben a preguntar de casa en casa si algo
se les ofrece a los vecinos. Son las ventajas de residir en una zona VIP, con vista directa al
Cerro de la Silla. El dinero se distingue por el tamaño de las casas y los finos acabados, y
porque a sus dueños difícilmente se les verá a pie.
Entre estas calles in memoriam de renombrados escritores exiliados españoles y
mexicanos de la Generación del 27, destaca una mansión de cinco niveles, paredes
entintadas en color marfil, cúpulas recubiertas de teja y columnas romanas que
franquean las amplias terrazas, seis por nivel. El interior es aún más fastuoso: una
docena de habitaciones provistas de aire acondicionado, salitas de estar, área de
televisión y varios salones de billar. En el primer nivel hay tres cocheras automatizadas y
una amplia alberca techada hacia el fondo; las escaleras bajas que dan hacia el sótano
son tan grandes como la casa. Ocupa más de media manzana de la calle que lleva el
nombre del autor de Mi vida en soledad, el veracruzano Rafael Delgado Sainz.
Curiosa coincidencia el que la mansión pertenezca también a un veracruzano: Francisco
Guízar Pavón, originario de El Copite, en el municipio de Tierra Blanca. Él es Pancho
Guízar, como lo conocen en toda la Cuenca del Papaloapan, o el Rey de la Gasolina, un
peón petrolero que al cabo de los años logró insertarse entre la élite acaudalada de
Nuevo León.
DE PEÓN A REY
Cualquiera que haya sido su aspiración económica cuando se enroló como peón en la
industria del oro negro, Francisco Guízar Pavón la materializó con creces. En dos décadas
pasó de ser suplente de peón en Pemex a Rey de la Gasolina, y se convirtió en uno de los
ordeñadores más poderosos y mejor organizados del país.
En su reinado, Guízar tuvo varios palacios; el de la Contry Sol es uno de ellos, y como
el resto, ladrillo a ladrillo se construyó con dinero de la ordeña de combustible a los
ductos de Pemex.
Cada pared, el techo, las finas molduras de las puertas, los cristales biselados; cada
teja vidriada, los azulejos de los baños, fueron pagados con litros y litros de gasolina
robada. Con la venta de esos refinados se financió la piscina que puntualmente se
abastecía de agua tibia para que la familia y los amigos pasaran plácidos fines de
semana. De ahí también se pagaron las tumbonas para reposar la ducha, las sombrillas
para atajar el sol, el aire acondicionado en los salones de billar, el paño verde de las
mesas y la tiza para afinar los tacos con los que la noche del domingo se cerraba con un
massé.
Asimismo, de la ordeña de ductos se compró la moderna cocina, el bien abastecido
refrigerador, cada mueble, cada objeto, cada insumo y cada servicio de aquella mansión.
Por algo Francisco presumía el sobrenombre de Rey.
Veinteañero, Guízar ingresó a Pemex en 1974. Aquellos eran aún años de bonanza en
la Faja de Oro, el yacimiento petrolero del norte de Veracruz y Tamaulipas que durante la
década de 1920 ubicó a México como el segundo productor de hidrocarburos en el
mundo.
Con esos vastos yacimientos en su tierra, la mayoría de los veracruzanos, como
Francisco, buscaba enrolarse en la industria petrolera. Para ello existía una llave maestra:
el sindicato petrolero; pero había que acudir de acarreado a los eventos sindicales,
acompañar al líder local en los mítines, hacerla de mozo y de golpeador, si se requería,
hasta que el jefe decidiera que el postulante era digno de una oportunidad. A Guízar le
llegó en 1974, como ayudante de perforación sustituyendo temporalmente a Manuel
Zapiain Bolán, otro petrolero recién ascendido a perforador. Ganaba 56.59 pesos diarios
más tres para el transporte, con un día de descanso a la semana. De forma itinerante
cubrió los puestos de otros obreros y un año después su sueldo se había triplicado; así
obtuvo su plaza como miembro del SNTPRM.
Muy pronto Francisco aprendió a operar los equipos para ubicar pozos, así como a
perforar y colocar árboles de válvulas. En fin, todo lo que requiere un pozo petrolero para
comenzar a producir. Conoció además los procesos de distribución de hidrocarburos y la
trampa para hacer indetectable la sustracción: inyectar agua a un ducto en la misma
intensidad en que corren por allí los hidrocarburos; hay que dominar todo el mecanismo
para saber birlarlo. Guízar adquirió la experiencia suficiente que luego usó para trabajar
por su cuenta, aunque no al margen de los funcionarios de Pemex ni de los líderes
sindicales.
Francisco Guízar, El Rey de la Gasolina, estuvo en la nómina de Pemex desde la década de 1970.
La PGR asegura que existían indicios de que Guízar operaba tomas clandestinas desde
hacía aproximadamente 20 años, pero fue hasta junio de 2010 cuando se le detuvo
(AP/PGR/DGCAP/DF/77/2010), pues hubo certeza de que nadie metería las manos al
fuego por él.
Desde Nuevo León y en su natal Veracruz (entidades donde radicaba alternadamente)
coordinaba las células que trabajaban para él prácticamente en medio territorio nacional:
Tabasco, Oaxaca, Jalisco, Sinaloa, Durango, Puebla, Estado de México, Querétaro,
Hidalgo, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas y Coahuila. Desde Pemex recibía datos
precisos del mapa exacto de las redes de ductos, el tipo de hidrocarburos y refinados que
cada uno conducía —o mejor dicho, que transportaría—, y en qué momento se
bombearía. Con esa información anticipada, Guízar y sus operadores adquirían inmuebles
aledaños a los ductos de su interés, lo mismo que terrenos, parcelas, viviendas o
bodegas, en las que se construían instalaciones paralelas con tomas herméticas
conectadas a tanques enterrados; no en balde sus años de experiencia y la maestría que
adquirió en el negocio con el paso del tiempo.
Compró pipas para transportar gasolina o diesel y bodegas para almacenar sus
inventarios. Abastecía a gasolineras de todo el país, a negocios privados e industrias de
diversos giros.
Francisco Guízar estuvo siempre al día en sus facturas con funcionarios de Pemex por
su colaboración en el negocio, y por su protección, con corporaciones policiacas locales y
federales de todas las entidades donde operaba, por eso no vivía a salto de mata ni
ocultaba su fortuna. En Veracruz aún se recuerdan los palenques que él, amante de los
gallos finos, organizaba en sus ranchos, así como sus prolongadas fiestas y asados de fin
de semana —acompañados con vinos y licores importados— a los que no faltaban
políticos, funcionarios y sindicalistas petroleros.
Cuando el hijo pródigo de El Copite se convirtió en un próspero empresario, en todo
Tierra Blanca su extensa familia exhibía la bonanza. Para nadie era secreto el origen de
su fortuna, pues cientos de pobladores de toda la cuenca del Papaloapan trabajaban para
él.
Un domingo de junio de 2010, Guízar fue arrestado en el Parque Fundidora, a tres
kilómetros de su residencia (AP/PGR/DGCAP/DF/77/2010). Aun cuando estaba preso y la
PGR hizo públicas las indagatorias sobre él, sus negocios continuaron en marcha. La
maquinaria que adquirió para hacerse constructor con contratos gubernamentales siguió
concursando, y sus taxis turísticos en Cancún y Cozumel circulaban si problemas. Su
detención, en cambio, generó molestia en muchos pueblos petroleros, en donde su figura
es como una especie de Robin Hood: robaba a Pemex —dicen—, pero a ellos les daba
trabajo y buena paga.
Como buen conocedor, cuando se enteró de que los cárteles habían abrazado el
negocio del petróleo, en efecto, Guízar supo que debía pactar con ellos. Pagando
protección supo hacerse de los servicios de grupos tan antagónicos como Los Zetas y La
Familia Michoacana.
III. Socios todos
El caso de Francisco Guízar ilustra el modus operandi de la ordeña de ductos de Pemex:
detrás de cada toma clandestina se encuentra la mano de trabajadores o ex trabajadores
coludidos o solapados por funcionarios y amafiados con dirigentes sindicales,
corporaciones policiacas y, más recientemente, con algunos cárteles del narcotráfico.
El hurto de hidrocarburos de Pemex no sería posible sin la participación de los
empleados de la paraestatal. No cualquiera puede conectarse a la red de ductos ni sacar
una pipa cargada con gasolina. La sustracción involucra a personal de operación, de
distribución, de almacenamiento y ventas; es decir, de todas las áreas inmersas en el
proceso de producción y distribución de petrolíferos.
Tal atraco incluye no sólo los hidrocarburos que producen los campos y pozos
mexicanos, los que se refinan en las seis refinerías que hay en México (Cadereyta,
Madero, Tula, Minatitlán, Salina Cruz y Salamanca), sino también los refinados que se
importan para cubrir el mercado nacional, principalmente la gasolina que la filial PMI
compra en el extranjero e ingresa en el país a través de las 15 terminales marítimas de
Pemex a bordo de buquetanques.
Sujetos de ordeña directa son el Sistema Nacional de Ductos, poliductos, oleoductos y
gaseoductos, al igual que las 77 Terminales de Almacenamiento y Reparto ( TAR) que
guardan los refinados, para su distribución en las cinco regiones que abarca el país:
Norte, Centro, Golfo, Pacífico y Valle de México.
No hay una sola etapa de los procesos de producción de hidrocarburos de Pemex que
no registre sustracción; tampoco una sola subsidiaria exenta de robos de sus materias
primas y sus productos terminados.
El cártel negro tiene incuantificables células, pues así como los negocios ilegales que se
realizan desde las oficinas corporativas en torno a los contratos petroleros (sobreprecios,
fraudes, sobornos, comisiones, cohecho, tráfico de influencias, entre otros), es decir, los
delitos de cuello blanco, son para los altos directivos y los mandos medios, el de la
sustracción de hidrocarburos es para el resto.
El resto es cualquiera: lo mismo el ex perforador Francisco Guízar Pavón que Gabriel
García, un ex vigilante de la Terminal Marítima de Pemex en Guaymas, Sonora,
denunciado en agosto de 2010 (DE-189/2010) ante la contraloría por su propia hija,
quien lo acusó de enriquecerse robando gasolina; sus palabras resultan sobrecogedoras:
Los hechos que aquí describo han sido cometidos a lo largo de varios años y mi intención al denunciarlos es poner punto
final a la casi total impunidad con la que se han desarrollado. Confío en que Pemex lleve a cabo una investigación y tome
medidas correctivas que considere oportunas.
Estuvo realizando robos de gasolina de los depósitos de Pemex en Guaymas, de forma muy reiterada [...] empleaba
para dichas sustracciones una pick up propiedad de Pemex cuyo doble depósito llenaba hasta arriba para posteriormente
trasladarse a su casa y allí retirar la gasolina a bidones de plástico para luego revender el combustible. Estuvo en tratos con
algunas cooperativas pesqueras a las cuales les daba combustible para sus barcos aprovechando su puesto de trabajo de
vigilante de muelle en el Puerto de Guaymas [...]
Con el fruto de esos años de robos se hizo de una propiedad en el puerto de Guaymas, un terreno a pocos metros de
la playa Miramar, dos carros, cuentas bancarias en Nogales, Arizona y viajes a Estados Unidos [...].
Otro caso ilustrativo es el del robo hormiga de los empleados de la Refinería Miguel
Hidalgo, en Tula, que procesa 25 por ciento del crudo que se refina en México; parte de
éste lo sustraen en garrafas ocultas en sus mochilitas del lunch. Se trata de un derecho
tácito, argumentan, cuando ven cómo “los jefes” sacan pipas completas.
“Si aquí todos lo hacemos, todos hacemos lo mismo y nunca ha habido ningún
problema”, intentó justificar Samuel Martínez, un trabajador de esa refinería, cuando el
especial de la puerta principal le encontró el recipiente con gasolina que llevaba en su
mochila.
Hay dos tipos de sustracciones; una es la que se hace del producto almacenado y en
custodia. La estimación oficial es que anualmente se sustraen hidrocarburos de manera
ilegal con un valor de 20 mil millones de pesos, aunque esa cifra, según fuentes de
Pemex, dista mucho de la realidad, porque el mayor porcentaje de extracción ilegal
pertenece a la producción que nunca se reporta, tanto de petróleo crudo y gas, como de
refinados, petroquímica básica y secundaria.
El problema encierra un origen contable porque Pemex no tiene sistemas precisos de
medición. Las subsidiarias sólo registran aproximaciones de producción, distribución,
almacenamiento y venta. Pero en realidad no se sabe cuál es el volumen del cien por
ciento de lo que se produce, distribuye, almacena y comercializa. Al pasar cada
hidrocarburo de subsidiaria en subsidiaria, los volúmenes no cuadran simple y llanamente
porque los controles volumétricos pueden ser manipulados por los funcionarios y
empleados.
La instrumentación de medición de lo que se produce, almacena, transporta y
distribuye no es compatible porque el área de producción controla los volúmenes
mediante instrumentos de nivel con tolerancia diferente a los que usa el resto de las
áreas.
Desde 2005, en una revisión a los registros de volúmenes producidos y movilizados
para su venta —incluida en los resultados de la Cuenta Pública 2005— la Auditoría
Superior de la Federación ( ASF) advirtió la falta de confiabilidad en las cifras de los
reportes generales del Sistema Nacional de Refinación.
Aquel año, por primera vez, la ASF auditó la manera en que se llevan los inventarios en
una parte de la producción nacional. Tomó una muestra para revisar el destino de
petróleo crudo asignado a la producción de gasolina.
En 2005 Pemex destinó 498 millones 391 mil 500 barriles de crudo para la producción
de gasolina, de los cuales 469 millones 942 mil se enviaron a las refinerías del país, y 29
millones 349 mil a la refinería de Deer Park, Texas, para su maquila y posterior
importación a México ya como gasolina.
Acorde con los procedimientos de la paraestatal, los volúmenes que salieron de la
subsidiaria PEP a las refinerías quedaron asentadas en el Sistema de Transferencia de
Custodia (Sitrac), pero cuando se registraron las cifras ya no eran las mismas. Se reportó
que 469 millones 290 mil 900 barriles se habían enviado a las refinerías del país y 29
millones 464 mil 600 a Deer Park.
Luego, la cifra que registró el Sistema Nacional de Refinación (SNR) tampoco era la
misma: 468 millones 803 mil barriles de crudo en refinerías nacionales, aunque se
consignaron los mismos 29 millones 349 mil barriles a Deer Park.
En los números de producción total de refinados había también grandes diferencias:
Pemex reportó en sus registros oficiales 491 millones 837 mil 500 barriles; el SNR, 484
millones 822 mil 900 barriles.
La auditoría a la producción de cada refinería develó además que Pemex Refinación no
tenía parámetros o lineamientos para regular la obtención de rendimientos de productos
por cada barril de petróleo crudo enviado a proceso, a partir de las características del tipo
de petróleo y de la capacidad instalada en cada una de las refinerías. En términos
simples, no había parámetros del rendimiento que debía tener cada barril de petróleo, lo
que daba pie a disparidades en la producción de cada refinería.
Además de las diferencias en los volúmenes de producción de gasolina, en las
refinerías se encontraron miles de toneladas de azufre líquido y sólido, combustóleo,
gasóleo y turbosina no reportadas en los inventarios. En la etapa del almacenamiento,
cuando los refinados pasaron a las TAR, el volumen tampoco coincidía.
Por todo ello, la ASF determinó que Pemex Refinación no cumplía con la normatividad
aplicable al registro y control de volúmenes de petróleo crudo y productos petrolíferos.
De área en área, a juicio de la ASF, se manejaban volúmenes irreales. Al cabo de los
años, Pemex Refinación, al igual que el resto de las subsidiarias, continuó con la misma
mecánica, sin el control suficiente.
En un análisis sobre la deficiencia de los controles volumétricos elaborado por Marco
Antonio Díaz Tobías, ex auditor gubernamental con amplia experiencia en el sector
petrolero, se explica la problemática real:
Las subsidiarias de Pemex no tienen un control estricto de sus inventarios en los libros de operación contables y de
inventarios. Tampoco se registra ni se hacen cruces de información entre la producción diaria, la refinación y sus
importaciones, con las cifras de la distribución, ni con las de volúmenes de almacenamiento y los de las ventas. En realidad
no se sabe a ciencia cierta cuánto produce Pemex, cuánto refina, cuánto almacena, cuánto se vende. La información vía
sistemas no es confiable y tiene un margen importante de error y de oportunidad.
Es bajo el control de los volúmenes que las refinerías entregan a las terminales de almacenamiento, y alto el riesgo de
pérdidas por manejo, así que tampoco se tiene un volumen real de cuánto se sustrae ilícitamente, porque la identificación
es reactiva, empírica e inconsistente.
Por ejemplo, el robo de embarques completos muchas veces no se reporta porque no se registra su producción, y por
tanto ni siquiera se supo que existieron. Bajo la premisa de que para acreditar el robo debe acreditarse la existencia previa,
estos robos no se denuncian.
No fue casual que Francisco Guízar eligiera Guadalupe, Nuevo León, como su principal
residencia y base de operación: la Refinería Ingeniero Héctor Lara Sosa, en el vecino
municipio de Cadereyta Jiménez, a sólo 28 kilómetros, y sus dos terminales de
almacenamiento y reparto —Cadereyta y Santa Catarina—, son las instalaciones con
mayor incidencia en sustracción directa de refinados; es decir, robados de las tres
instalaciones de Pemex directamente por sus empleados, ello de acuerdo con reportes y
expedientes integrados durante más de una década por la contraloría interna de Pemex
Refinación a los que la autora tuvo acceso.
Así como Reynosa es el mayor centro de abasto del condensado comercializado en el
mercado negro internacional, en Nuevo León todos los caminos del mercado ilegal de
refinados (gasolina, diesel y turbosina) que abastecen gran parte del país llevan a
Cadereyta.
Le llaman La tierra de los locos, porque dicen que para perpetuar la especie, el incesto
era recurrente entre las familias. El imaginario popular la ubica también como La ciudad
de los columpios, porque en Cadereyta había un psiquiátrico en donde uno de los
médicos mantenía a sus pacientes relajados meciéndose en esos asientos colgantes. Y
quién no enloquecería cuando la realidad en Cadereyta se muestra delirante, como la
desaparición de 38 petroleros cuando la contraloría interna desahogaba una de tantas
indagatorias en torno al robo de hidrocarburos.
En Cadereyta los expendios clandestinos operan a cielo abierto las 24 horas del día.
Las bodegas donde se almacenan yacen entre caminos tapiados con fosas ilegales y
calles en disputa por el trasiego del polvo blanco, la hierba y el oro negro. “Combustible
ecológico” o “combustible alterno” es como se ofertan en el mercado negro estos
refinados. Y los vendedores se identifican como “distribuidores genéricos” de Pemex.
Desde mediados de la década de 1990, en la TAR de Santa Catarina comenzó a
detectarse una fuerte sustracción de combustible y el desplome de las ventas oficiales a
las franquicias gasolineras de la región. Entonces no existían Los Zetas y el cártel del
Golfo aún no se vinculaba con el robo de hidrocarburos. El mercado negro lo controlaban
directivos y empleados de Pemex.
Ante el crecimiento exponencial del robo, un grupo de auditores adscritos a la
contraloría interna de Pemex Refinación, al mando de Severino Piña, proyectó una forma
de identificar el volumen, funcionarios y destinatarios de los hurtos. La estrategia fue
registrar y cruzar los números entre los refinados —gasolina, diesel y turbosina— que
llegaban de la refinería, los que se almacenaban, los que se facturaban diariamente y
que salían de la terminal, y los que se entregaban al comprador.
Durante un mes los auditores registraron cada movimiento, desde que un autotanque
ingresaba hasta el volumen que se entregaba a cada cliente. La fórmula era: volúmenes
de compra de cada cliente versus facturación versus volumen de entrega.
Desde la segunda semana los auditores recibieron ofrecimientos económicos para
“quedarse dormidos”, y como rechazaron la oferta, la siguiente semana personal directivo
del área de ventas y facturación de la terminal fue secuestrado por quienes coordinaban
el trasiego de combustible robado, y quienes les hicieron saber lo incómodos que los
empresarios gasolineros estaban por no recibir sus embarques “especiales”, a saber, los
robados. Los auditores permanecían las 24 horas y el ejecutivo de ventas fue asaltado y
golpeado.
Al siguiente mes los auditores salieron de la terminal, tal como lo proyectaba la
auditoría; regresaron 30 días después y retomaron la misma mecánica. La evaluación
estadística registró un crecimiento exponencial de las ventas oficiales durante el periodo
de la auditoría y la confirmación llegó después. Los auditores refieren que las ventas se
desplomaron 70 por ciento cuando ellos dejaron de controlar el manejo de la producción
en la terminal; es decir, 70 por ciento del producto que esas gasolineras comercializaban
era robado.
Por cada factura “legal” se sacaban tres embarques más, uno para los funcionarios,
otro para la dirigencia sindical y otro para policías y empresarios implicados. La mecánica
era simple: con una sola factura, los choferes se formaban tantas veces eran los
embarques ilegales que iban a sustraer.
Esta dinámica, que aún se aplica no sólo en Santa Catarina, sino en muchas de las TAR
del país, requiere la complicidad de todo el personal de una planta, desde el portero
checador que verifica el ingreso de cada pipa, el que le suministra el hidrocarburo en el
área de llenaderas, hasta los vigilantes que avalan cada salida.
Desde aquellos años en que por primera vez los contralores se ocuparon de indagar el
modo de ejecutar estos hurtos, detectaron también que la sustracción de gasolina de las
terminales marítimas de Pemex pasaba desapercibida debido a los márgenes de
tolerancia establecidos por la paraestatal para la medición de volumen de hasta 10 por
ciento por cada buque tanque, y era ese margen el que se sustraía mediante pipas,
siendo que la tolerancia real es de 0.1 por ciento.
Una parte del botín era para los policías judiciales y estatales de cada zona. En
Veracruz se dio el caso de un superintendente de seguridad industrial de la terminal que
llegó a la contraloría a autodenunciarse a cambio de tener protección de la PGR por las
amenazas de muerte de los agentes a quienes ya no les podía cubrir la cuota: primero le
pedían una pipa por embarque semanal, luego una por día.
“Como ya no pudo pagar la cuota lo tenían en la mira, agobiado por la presión y el
miedo. Llegó a la contraloría de Refinación y suplicó que lo resguardáramos hasta la PGR.
Así lo hicimos”, recuerda uno de esos contralores.
Fruto de esa revisión administrativa que de forma encubierta hacían en Santa Catarina,
los contralores reunían la información de aquellas franquicias que presentaban
variaciones de compra antes y después de la auditoría; es decir, las destinatarias de los
hurtos. Esto sin duda representaba un gran avance para desentrañar las redes de
contrabando, pero entonces a las presiones de los funcionarios locales de Pemex se sumó
la del director general de la subsidiaria: Jaime Mario Willards Andrade.
En 1995, el polémico directivo relacionado con múltiples casos de malversación de
recursos públicos, logró disolver el equipo de auditores del llamado Plan Piloto Santa
Catarina, reinstalados todos en distintas áreas, y que el proyecto de auditoría, en vías de
aplicarse a todas las terminales, fuera cancelado. Willards Andrade hizo valer el poder y
las influencias que le daba su estrecha amistad con el entonces presidente Ernesto
Zedillo.
En tiempos de Vicente Fox, los panistas anunciaron nuevos bríos para combatir la ordeña
de combustible. En 2003, el presidente colocó al subsecretario para la Pequeña y
Mediana Empresa de la Secretaría de Economía, Juan Bueno Torio, como director general
de Pemex Refinación.
Con bombo y platillo, en julio de 2004, dicho funcionario anunció la creación del Centro
Maestro de las Actividades en la Lucha contra el Mercado Ilícito de Combustible, un
rimbombante nombre para el área que no tuvo resultados efectivos, según se infiere por
el crecimiento exponencial que en los años subsecuentes tuvo el mercado negro de
combustible.
Al frente de ese centro, como zar antirrobo de combustible, se designó al tamaulipeco
José Antonio Herrera Pego, y como segundo hombre al mando a Adrián Cortés Castro,
coordinador de asesores de Juan Bueno en la Secretaría de Economía.
Para los proyectos orientados al combate al mercado ilícito, la Secretaría de Hacienda
autorizó en 2005 un presupuesto de 474 millones 340 mil pesos, de los cuales ejerció 460
millones 990 mil 400 pesos.
El discurso oficial fue la efectividad en el combate al mercado negro de hidrocarburos,
pero cuando la ASF auditó el impacto económico derivado de las medidas adoptadas para
el combate del mercado ilícito de combustible, en su revisión a la Cuenta Pública 2005, se
encontró con que no había reportes ni procedimientos que permitieran conocer los
volúmenes e importes recuperados y cómo las medidas impactaban en términos reales a
los estados financieros de la subsidiaria.
De manera que “las operaciones de la entidad fiscalizada no estuvieron respaldadas
con documentación comprobatoria”, determinó el organismo auditor. Insistimos,
cualquiera que haya sido la estrategia de combate evidentemente fracasó, porque éste
fue a la alza.
Bajo la proclama oficial del director de Pemex Refinación, de que combatiría
férreamente el mercado ilícito de combustible, se intentó reactivar las auditorías en
Santa Catarina. Sin embargo, surgieron nuevas presiones de algunos directivos, pues se
corrió la voz de que aquel esquema se haría extensivo a cada una de las TAR. Estaban
incómodos, particularmente las dirigencias sindicales y los franquiciatarios. Más allá de
los discursos oficiales, los altos directivos tampoco tenían un interés real en combatir el
problema, así que a fin de cuentas sepultaron definitivamente el Plan Piloto Santa
Catarina.
De esta manera lo explica uno de los auditores que encabezó esa auditoría especial:
Con la cancelación definitiva del Plan Piloto Santa Catarina, lo que nos quedó claro es que a nadie le interesaba combatir el
robo de gasolina, porque incluso se propuso que los resultados los verificara la Secretaría de Hacienda con la facturación
registrada por cada franquicia, pero todos los funcionarios se negaron.
De tal forma, la omisión de los hallazgos que entonces habían obtenido los auditores,
más el encubrimiento de funcionarios y empresarios implicados en la sustracción y
comercialización de hidrocarburos robados, generó un costo muy alto para el país, porque
permitió la incursión de los cárteles de la droga en esa área de negocios.
En julio de 2008, la Dirección General de Pemex reconoció oficialmente el robo de
hidrocarburos entre los principales desafios que la empresa debía resolver, junto con
factores como la declinación productiva del Campo Cantarell, la caída de la producción
total de la petrolera y el incremento en el consumo de gasolinas, entre otros.
Lo que nunca se dijo es que hay hurtos que se planean desde las oficinas de Pemex, en
las áreas administrativas de los campos petroleros, desde los escritorios de los
superintendentes, en los locales sindicales, y hasta en las oficinas donde se debían
planear las estrategias de protección de las instalaciones.
En los últimos años, 44 empleados adscritos a la GSSF de la empresa estatal, desde el
nivel 14 hasta el nivel 41, que corresponde a gerente, fueron despedidos por su
vinculación o su omisión en relación con la sustracción de hidrocarburos, de acuerdo con
información proporcionada por Pemex en respuesta a una solicitud vía el IFAI. Ello
supondría que no todos los especiales rechazaban los ofrecimientos económicos, como
informaban a sus jefes.
El nivel de complicidades u omisiones explica por qué en las refinerías y terminales de
almacenamiento hay tomas “clandestinas” que se instalan a sólo un metro de la puerta
principal, como la que se detectó en abril de 2008 en la TAR de Saltillo, Coahuila.
Elementos de la policía interna despedidos por su vinculación u omisión en el robo de hidrocarburos.
Los nombres de 44 funcionarios implicados en la sustracción se mantendrán en reserva durante 12 años a partir de 2011.
LA CUOTA SINDICAL
“Desvío de ruta”: la irregularidad más recurrente que cometen los choferes de las pipas.
Ejemplo de esto es la osadía del chofer José Meléndez Brito: “Pero si todos roban, ¿por
qué nosotros no?”, justificó ingenuamente en el interrogatorio ante la contraloría,
derivado del expediente R.39/2005 que se abrió en su contra cuando fue detenido en
flagrancia ordeñando combustible.
En julio de 2004, Meléndez salió de la TAR de Cuernavaca para entregar un embarque
de gasolina a la estación de servicio 6454, en la colonia Jacarandas. A sólo cien metros
de la terminal hizo un alto en el camino, rompió un sello de seguridad, metió una
manguera y comenzó a sustraer gasolina. Llevaba ordeñados seis litros cuando lo
sorprendieron.
Los abogados de Pemex lo denunciaron penalmente por hurto de hidrocarburos, y fue
sentenciado a cuatro años y seis meses de prisión bajo el cargo de robo equiparado
(causa penal 98/104). La contraloría lo inhabilitó por 10 años. El valor de la gasolina que
Meléndez había ordeñado ascendía a 36.90 pesos. Con casos como éste las autoridades
cubren la cuota oficial de combate a la ordeña de combustible.
L a ordeña que auspicia el sindicato tiene entre las gasolineras, la industria y los
comercios mucha demanda; por ello las pipas que operan sus choferes se tornaron
insuficientes para abastecerlos. En las TAR comenzaron a dar entrada a ciertos
autotanques privados, abastecidos con la colaboración de los ingenieros de operación,
ayudantes de patio, supervisores de llenado, garroteros y porteros checadores que
cerraban los ojos ante un mercado negro que poco a poco devora el legal.
En noviembre de 2008 Pemex anunció que con la instalación de sistemas de
posicionamiento global (GPS) en cada una de sus pipas combatiría este tipo de ordeña, y
también con la automatización de los procesos de entrega a los distribuidores y
estaciones de servicio, desde las terminales de almacenamiento. Además de los sellos
con los que sale cada cargamento desde la terminal y que deben ser retirados por el
franquiciatario en el momento en que recibe el combustible.
Ninguno de estos sistemas funciona, o todos funcionarían si no fuera tal el nivel de
colusión, porque el GPS detecta que la pipa está fuera de ruta, se hacen descargas
indebidas, los sellos los quitan y ponen cuando quieren. En las terminales la cantidad de
producto que sale no es igual a la que se reporta en la venta diaria.
En 2008, por ejemplo, en la TAR de Delicias un chofer iba ya por su tercera pipa
ordeñada del día. Cuando se formó por cuarta ocasión con una misma factura, llegaron
Felipe Salas y Carlos Garay, jefe de turno y superintendente de la terminal, en ese orden.
—Si me corren voy a decir todo lo que sé del negocio del gasóleo —se defendió el
conductor.
En consecuencia, su “falta” le mereció sólo un “apercibimiento” sindical.
Este tipo de ordeña tiene otras implicaciones negativas para Pemex: la
“contaminación” frecuente de hidrocarburos. Si un chofer transportó por la mañana
gasolina y a mediodía saca un cargamento de diesel o turbosina el tanque queda
“contaminado” por la mezcla. O si sustrae una parte de la gasolina y no quiere que se
perciba la ordeña, le mezcla cualquier sustancia: agua, metanol, nafta, principalmente;
no importa si eso no sólo contamina los tanques, sino que pueda afectar a los
consumidores finales. Como obras de alquimia se justifican los hurtos.
El 24 de octubre de 2009, de la TAR Salina Cruz salió el autotanque PR2863 de la fletera
Operadora de Líneas de Transporte S.A. de C.V., con dos toneles cargados con 62 mil 443
litros de gasolina premium. Su encomienda era transportarlos a la TAD que abastece a la
capital de Oaxaca, ubicada en el poblado de Santa María del Tule.
Entre los 244 kilómetros de distancia, un porcentaje de la gasolina premium se
convirtió en metanol. El chofer, Víctor Manuel González, argumentó que así se lo habían
llenado en la TAR de origen; las pruebas determinaron su falsedad (acta de hechos TADO-
TC-0240/09).
Otro caso así se detectó el 27 de agosto de 2010, con un cargamento de 61 mil 77
litros de gasolina que un chofer llevó de la TAR de Ciudad Madero a la TAR de Ciudad
Mante. Al cabo de 154 kilómetros recorridos, 6.45 por ciento de la carga se volvió
metanol.
COMPLICIDADES
Veracruz, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Puebla y la zona metropolitana del Distrito
Federal son, desde 2007, las entidades con mayor ordeña de combustible a través de
tomas clandestinas realizadas en ductos.
Muchas aberturas se instalan en terrenos que son propiedad de trabajadores de
Pemex, líderes sindicales, funcionarios o personal de cualquier nivel. Así lo hizo un
empleado de la Refinería de Minatitlán con categoría de cabo de mantenimiento, que en
la calle Alejandro Mendoza, sin número, en la colonia Centro, en Nanchital, abrió una
fonda que encubre su negocio más redituable: una toma clandestina en el traspatio, de la
que incluso abastece la camioneta que Pemex le asignó y que usa para sus asuntos
privados.
En Veracruz, en este tipo de terrenos instalaba sus tomas un grupo delictivo conocido
como Los Niños de Oro, el cual es una célula dirigida por Venancio Lara Vallecillo, el
Nacho, que la PGR vincula al cártel de Los Zetas.
En flagrancia, en julio de 2010, en Cosamaloapan fueron detenidos Sergio Barrada
Herrera, el Cheo; Indalecio Pineda Santacruz, el Pepe; Jorge Silva Herrera, el Chuy;
Cornelio Zavaleta Cándido y Sergio Contreras León, el Mafer. Su toma clandestina
abastecía directamente la pipa con placas de circulación del Servicio Público Federal
136AK4. (AP/PGR/VER/COS/I/095/2010).
A partir de 2008, incluso las áreas con mayor vigilancia por su cercanía a la capital del
país, como el ducto de San Martín Texmelucan, en Puebla, registraron una creciente
incidencia de tomas clandestinas. Se intensificó un mercado negro de refinados extraídos
en la zona y otros llevados desde Poza Rica (diesel) y de Tula (gasolina), comercializados
en San Martín Texmelucan y poblados aledaños como Esperanza; y Maltrata, en Veracruz.
Los reportes internos de Pemex indican que los expendedores pagan a los policías locales
de 200 a 300 pesos semanales para que los dejen vender en turnos de ocho horas.
El combustible sustraído ilegalmente en territorio veracruzano tiene poderosos clientes,
como lo develó la detención que en mayo de 2009 hizo la policía capitalina de un grupo
de 39 personas que sacaban diesel de las instalaciones de Pemex en Poza Rica, para
vendérselo a la compañía Bautech[3] en el Distrito Federal.
La sustracción se estimó en 120 mil litros mensuales que la compañía compraba 30 por
ciento más barato que su precio real. El combustible ordeñado era trasladado a las
instalaciones de Procesadora de Especialidades Industriales, en Poza Rica. Desde allí, el
propietario de esa empresa lo enviaba a un almacén de Auto Express Especializado
Teoloyucan ( AETSA), en el Estado de México, y posteriormente era vendido a compañías
como Bautech y otras.
Indagaciones de la PGJDF determinaron que AETSA distribuía diesel hasta cuatro veces
por semana, en cantidades que iban de 10 mil a 20 mil litros, según explicó el procurador
capitalino Miguel Ángel Mancera: “Tenían de 5 a 10 pedidos mensuales de
aproximadamente 12 mil litros cada uno. El precio oficial del diesel es de 6.61 al
productor y 7.78 al público, por lo que estos señores lo adquirían entre 5 y 5.50 pesos por
litro”. Mancera aseguró que los empleados de la empresa sabían que el combustible era
hurtado, pues cada litro que recibían era facturado como aceite.
LA PGR, DOBLADA POR LOS ORDEÑADORES
Entre 2001 y 2011 Pemex fue objeto de más de 40 mil “incidentes” entre los cuales se
ubica la sustracción y ordeña a través de tomas clandestinas, según información obtenida
mediante el IFAI. En 2006 se detectaron 70; en 2007, 324; en 2008, 392; en 2009, 462;
en 2010, 691, y en 2011, hasta octubre, se habían detectado 856. Seiscientas nueve de
estas últimas eran poliductos, y 187 oleoductos, lo que implica una fuerte sustracción de
petróleo crudo. Las pérdidas de las tomas detectadas sólo en 2011 se estimaron en tres
mil millones de pesos, el equivalente a 20 mil barriles o cien autotanques diarios.
Los ductos sujetos a conexiones ilegales en todo el país van desde Rosarito en Baja
California hasta Chiapas y Tabasco en sus límites con Guatemala.
En esa década (2001-2011), el jurídico de la paraestatal presentó 2 mil 611 denuncias
por ordeña y tomas clandestinas; sólo 15 concluyeron en sentencia. A este tipo de litigios
no se les pone mucho empeño, como en el caso de los juicios contra compañías privadas,
pues los abogados no privilegian la defensa del patrimonio de la paraestatal.
De cientos de denuncias que las contralorías internas integraron por la participación de
trabajadores petroleros en la sustracción, el almacenamiento, la transportación, la venta
o comercialización ilícita de hidrocarburos, en esa misma década solamente seis fueron
removidos de sus cargos, de acuerdo con información proporcionada por el jurídico de
Pemex. Sus nombres: Pedro Herrera Montoya, Luis Rodolfo González Segura, Alejandro
Aquino López, Francisco Real Cabrales, Ángel Raymundo Islas y Federico Bernal, todos
empleados de niveles inferiores.
En balde se pagó una suma considerable a las compañías trasnacionales que le
vendieron a Pemex programas para garantizar la integridad de sus ductos,
particularmente DuPont, a la que se le compró su paquete de sistema de seguridad,
salud y protección ambiental (SSPA), mediante el contrato multianual SC-785/2005, por
casi 2 millones de dólares. El sistema supuestamente garantizaría la integridad de áreas
como los ductos. Al final, ni siquiera se detectó su vulnerabilidad ante los eventuales
sabotajes, según se planteó en reuniones del Consejo de Administración de Pemex, en
julio de 2007, a propósito de las explosiones atribuidas al EPR.
Poco después se internacionalizó la ordeña de ductos. Desde 2008, en las líneas de
Chiapas y Veracruz comenzaron a detectarse vehículos de Guatemala involucrados en la
sustracción de hidrocarburos en tomas clandestinas en las regiones fronterizas del
sureste. El 7 de febrero de ese año, en Frontera Comalapa el Ejército encontró camiones
cargados con 46 mil litros de hidrocarburos (AP/PGR/CHIS/COM/026/2008). Los
guatemaltecos que operan el hurto con grupos mexicanos reciben uniformes de Pemex
para pasar desapercibidos. En abril de 2009, por ejemplo, se detectó en Veracruz a un
grupo ataviado con vestimenta de la subsidiaria Pemex Exploración y Producción.
En los puntos fronterizos de México, tanto en el norte como en el sur, abundan puestos
ambulantes de venta de gasolina y diesel “baratos”; en algunos establecimientos (locales
improvisados, pipas fijas o pick up con bidones adaptados con todo y despachadores
como los que se usan en las estaciones de servicio) hasta se ofrece factura.
Se trata de combustible robado cuya oferta en el mercado negro se da a plena luz del
día en algunas zonas. Cambió la vieja costumbre de que en fronteras como la norte con
Estados Unidos o la de Chetumal con Belice los mexicanos cruzaban para adquirir
combustibles a precio más bajo. Ahora son los estadounidenses en el norte y los
beliceños y guatemaltecos en el sur los que adquieren las importaciones especiales.
En esta circunstancia, el cártel negro derrotó a las seis secretarías de Estado —Sedena,
Semar, SSP, Segob, SHCP y SFP— que junto con la PGR ayudarían a Pemex en el combate al
robo de combustible, según sus funciones en el grupo interinstitucional que en 2008
formaron para ello.
El principal problema es que ninguna de esas dependencias gubernamentales trabaja
de manera coordinada, ni siquiera comparten información. Por ejemplo, la SSP, que en su
Plataforma México debería tener un banco de datos de los individuos o grupos
involucrados en robo de combustible y sustracciones ilícitas en contra de Pemex, no
cuenta con un solo registro, según respondió el propio organismo a una solicitud de
información por medio del IFAI. El mismo requerimiento se hizo al Cisen, la Policía Federal
y la PGR, todas respondieron que no existían tales enumeraciones.
CAPÍTULO 5
Huachicoleros
Refaccionaria Allende
Refaccionaria Carvin
Lubricantes San Juan
Lubricantes Lemus
Lubricantes Santa María
Lubricantes El Güero
Central de Refacciones y Lubricantes
Súper Lubricantes
La Efectiva
Lubricantes Erasmo
Refaccionaria San Agustín
Refaccionaria El Fili
Abarrotes El Zauz
Lubricantes El Zauz
El Zauz Lubricantes
Lubricantes Goal
Refaccionaria Hidalgo
Lubricantes y Refaccionaria Loyola
Refaccionaria González
Refaccionaria Tony
Refaccionaria Mancera
Lubricantes Comonfort
Lubricantes Coello
Lubricantes del Norte
Refaccionaria Subías
Refaccionaria Laguna
Multiservicios Villagrán
Refaccionaria El Bony
Refaccionaria Yáñez
Refaccionaria Durán
Refaccionaria Chava
Por otra parte, se incorporaron buques, fragatas, dos grupos anfibios de cuatro lanchas
interceptoras Polaris y dos Acuario, patrullas misileras e interceptoras, helicópteros
artillados en sobrevuelos frecuentes y personal de la Marina a bordo de 225 de las
plataformas que opera Pemex. Dicho blindaje se sumó al de la Base Antiterrorista Ixtoc-
Alfa que la Semar tiene en la Sonda de Campeche.
Pues bien, todo ello fue burlado por quienes el 8 de marzo de 2009 prácticamente
desmantelaron el cableado de cobre, las fotoceldas y el helipuerto de la plataforma
Sinan-SO, en el AILT . Recién había concluido la ingeniería de esta instalación, que le costó
a Pemex más de 200 millones de pesos; incluso apenas se estaban autorizando los
vuelos diurnos.
En los meses subsecuentes se registraron robos similares en otras plataformas, entre
ellas la Sinan-SO, blanco de un segundo saqueo en marzo de 2010. Se robaron los
instrumentos de medición, los tableros de seguridad y control de pozos, las puertas de
tablero de interfase, celdas solares, tubería, gabinetes y el banco de baterías. Al
desmontarlos, dañaron el resto del equipo y todo el cableado.
Luego ocurrió lo impensable: el robo de todo un helipuerto. La instalación, de unas 20
toneladas, fue sustraída de la Yaxche-Bravo. Desmontarlo implicaba utilizar una
embarcación con grúa, posicionamiento dinámico y mínimo 12 personas expertas en
maniobras. Fue sacado del área en una sola noche.
El martes 4 de mayo de 2010, por primera vez en su larga carrera como piloto, un
conductor del Bell 412 giró la cabeza para preguntar a sus pasajeros dónde aterrizarían.
Disminuyó la velocidad y comenzó un lento sobrevuelo: el helipuerto había desaparecido.
—¡Vamos a la Enlace y desde allí regresamos en lancha! —sugirió uno de los
ingenieros.
Llegar a la plataforma Enlace, la habitacional del complejo, les llevó poco tiempo, no
así los 60 minutos en los que repitieron una y otra vez el hallazgo a los boquiabiertos
compañeros.
—Esto ya parece un Triángulo de las Bermudas —bromeó el jefe de mantenimiento.
Después, nadie dijo nada. El asunto era muy serio; denunciarlo, riesgoso.
Debían reportar el hecho de inmediato, de manera que los cuatro supervisores (de las
áreas de Pozos, Mantenimiento y Seguridad Industrial) subieron a una de las lanchas que
se usarían para una evacuación de emergencia de la Enlace, y navegaron de regreso a la
Yaxche.
Con cuerdas tarzaneras atadas a la cintura y enganchadas a la plataforma, ascendieron
poco a poco por la zona de marea. Arriba se percataron de que, además del helipuerto,
los ladrones se habían llevado el resto de los equipos de instrumentación y control.
Mientras dos levantaban los reportes, los otros dos avistaban hacia el horizonte, sumidos
en el temor de que los que se llevaron los equipos regresaran a la zona o los estuvieran
vigilando.
PÉRDIDAS CUANTIOSAS
Aun cuando las plataformas están aseguradas, este tipo de robos implicó para Pemex
millonarios gastos adicionales por rehabilitación. Aunque la pérdida más costosa la
constituye “todo el petróleo que no produce una plataforma que está fuera de operación”,
lo que impacta en la producción estimada, explica Joaquín Dorantes, petrolero que
durante 33 años laboró como directivo del área marítima de Pemex, quien agregó que
“este tipo de robos implica una disminución acelerada del valor de los activos de la
paraestatal”.
Para la Unidad Jurídica de la SIDOE prácticamente se volvió rutina tramitar cobros de
seguros por robos en plataformas. Así lo refleja la documentación interna entre este
organismo y la Subdirección de la Región Marina Suroeste. Después del último atraco a la
plataforma Yaxche-Bravo, por ejemplo, Gonzalo J. Olivares, coordinador de Ejecución de
Proyectos del AILT , consultó a la SIDOE para saber qué debía hacer respecto a ese robo.
En el oficio número GPDM-SCO-D8-190 -2010, del 4 de mayo, la SIDOE responde:
Habida cuenta que existen antecedentes sobre otros robos ocurridos en la plataforma Yaxche-B y que tenemos entendido
que el AILT solicitó la intervención de su área jurídica, y en consecuencia ya deben existir expedientes o averiguaciones
previas al respecto, consideramos que lo más idóneo es que también este último robo vinculado con el helipuerto de la
plataforma Yaxche-B, sea la misma área jurídica la que lleve este caso, a solicitud del AILT, tomando en cuenta las
ventajas que representa la atención jurídica integral del asunto y/o por estrategia jurídica.
El hurto del 4 de mayo de 2010, magistralmente coordinado para hacer desaparecer del
área un helipuerto, generalizó la indignación de los trabajadores de plataformas que han
sido mudos testigos del nuevo modus operandi del robo a la paraestatal.
Oficio de Pemex que da cuenta del robo a las plataformas.
Parece un delirio lo que pasa en las plataformas si fueron capaces de burlar todos los dispositivos del almirante Saynez
Mendoza para el Golfo de México. Sólo falta que entren aquí para levantarnos, como ocurre a los compañeros que están
en tierra, o que de plano metan a operar plataformas para ordeñar pozos.
Armados hasta los dientes, un numeroso grupo de hombres, algunos encapuchados, tomó
por asalto la gasolinera número ES00159 que se ubica en el Distrito Federal sobre la
Calzada de los Misterios, en la delegación Gustavo A. Madero. Ante los atónitos
conductores que por allí circulaban, enfundados en sus trajes de comando, 40 elementos
de la División Antidrogas de la Policía Federal acordonaban y custodiaban el área en
tanto que otros de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia
Organizada (SIEDO) allanaban las oficinas. Buscaban evidencias de lavado de dinero.
La gasolinera cateada aquel 25 de enero de 2011 en la capital se instaló en septiembre
de 1997. Los contratos de franquicia expedidos por Pemex Refinación a nombre de
Alomar Mexicana, S.A. de C.V., indican los registros de la subsidiaria. La compañía
operaba una segunda franquicia, la E00185, también en el Distrito Federal, instalada en
octubre de 1997 en la colonia Guerrero.
Pero en agosto de 2006, mediante sendos convenios de cesión de derechos y
obligaciones sobre contratos de franquicia y suministro, la compañía traspasó sus dos
franquicias al Corporativo Garpos, S.A. de C.V. Tales convenios (números CFRS-0059 y
CFRS-0060) se firmaron en las oficinas de Pemex, entre el representante de Alomar y su
contraparte de Corporativo Garpos, Francisco Héctor García Cárdenas, en una
comparecencia con funcionarios de Pemex Refinación y de la oficina del abogado general
que hizo la revisión jurídica y dio su aprobación.
Cesión de derechos a Corporativo Garpos.
La ficha de la OFAC identifica a su ex esposa Rosario Niebla Cardoza y a sus hijas María
Teresa, Mónica del Rosario, Patricia y Modesta como operadoras de estos “negocios
fachada”. En 2010 sumó las compañías Arte y Diseño de Culiacán, S.A. de C.V. y
Autotransportes JYM, S.A.
También están vinculadas al cártel de Tijuana instalaciones aledañas al lujosísimo
Oasis Beach Resort, el complejo turístico donde, dice la OFAC, Manuel Aguirre Galindo lava
dinero de la familia Arellano.
Desde que hicieron de Tijuana su principal centro operativo y financiero, los hermanos
Arellano se incrustaron fuertemente en la economía “formal” cercanos también a los
negocios petroleros de manera directa y a través de sus lugartenientes: jóvenes nacidos
en pañales de seda; hijos de prominentes empresarios enrolados en la mafia, reclutados
en su mayoría por Everardo el Kitty Páez, conocidos como la primera generación de
narcojuniors.
Se podría inferir que la asignación de franquicias gasolineras a miembros de la
delincuencia organizada o cárteles del narcotráfico no es sólo una cuestión de “vacíos
legales”, como suelen justificar los directivos de Pemex cuando se hace público que
alguna gasolinera pertenece a algún cártel o que lava dinero para determinada
organización. Tampoco es sólo el descuido de las autoridades hacendarias encargadas de
prevenir y combatir el lavado de dinero.
En 2005 la administración de Vicente Fox ya había identificado muchas de las
gasolineras vinculadas con los cárteles. Los directivos de la paraestatal dijeron que era
consecuencia de que el contrato de franquicia no tuviera “suficientes candados”. El
consejo de administración aprobó un nuevo modelo —vigente a partir de 2006— que
estableció mayores controles, sanciones intermedias y sobre todo la obligación de
trasparentar sus controles volumétricos. No obstante, para muchas de las franquicias
relacionadas con las organizaciones criminales nada cambió.
Por ejemplo, antes y después de las modificaciones contractuales, Pemex autorizó
franquicias a Carlos Sotelo Luviano, un empresario que, según la SIEDO, se encargaba de
lavar dinero de Los Zetas tanto en gasolineras como en bienes inmuebles y casas de
cambio. Manejaba 37 cuentas bancarias.
Como su contacto en la organización se identifica a Omar Lorméndez Pitalúa, el
Pitalúa. Cuando éste fue detenido el 21 de septiembre de 2005 e ingresado en el
Cefereso Número 1, Sotelo Luviano debió entregarle cuentas directamente a Heriberto
Lazcano.
Para sus relaciones contractuales con Pemex usó su nombre real: Carlos Sotelo
Luviano, aunque en otros negocios se hacía llamar Francisco Chaire Huerta o Jorge
Lagunas Jaramillo. Recibió su primer contrato de franquicia gasolinera en 2004. Su
sociedad con la paraestatal se formalizó en el contrato que en junio firmó con
representantes de la Subgerencia de Ventas Regional y de la oficina del abogado general.
Pagó 200 mil pesos por la licencia para explotar comercialmente la franquicia E07716 que
construyó en el kilómetro 85.5 de la Autopista México-Acapulco, Servicios Gasolineros San
Carlos, S.A. de C.V.
Desde abril de 2004 se había registrado como persona moral ante una notaría pública
de Cuautitlán, Estado de México. Con dicha acta, en abril de 2007 recibió la autorización
para operar la moderna gasolinera que instaló en el número 1301 de la avenida Domingo
Diez, en la colonia Lomas de la Selva, una de las más exclusivas de Cuernavaca, la
misma donde se avecindó Arturo Beltrán Leyva. La denominó Servicios Gasolineros
Anacele, S.A. de C.V.
Franquicia autorizada a Carlos Sotelo Luviano.
Antes y después de las modificaciones a los contratos, hubo una franquicia que operaba a
nombre de Gloria Beltrán Leyva. En el número 1800 de la avenida Manuel J. Clouthier, en
la colonia Libertad, en Culiacán, la franquicia número E04906 se le expidió el 13 de
octubre de 1997 precisamente a su nombre como persona física. En 2010 la razón social
cambió con nuevos propietarios.
Por su parte, los varones Beltrán también se asociaron con Pemex con gasolineras en
Sinaloa y Morelos. El operador de éstas era Gerónimo Gámez García, un primo suyo a
quien la PGR identifica como el principal enlace entre los sinaloenses con el cártel
colombiano del Valle del Norte.
De acuerdo con la Unidad Especializada en Investigación de Operación con Recursos de
Procedencia Ilícita y de Falsificación o Alteración de Moneda ( UEIORPIFAM), de la SIEDO, la
franquicia usada por Gámez para lavado de dinero del cártel es la ubicada en el número
346 de la avenida Licenciado Benito Juárez, en Navolato. La estación E09316 se llama
Servicio Alcanfores S.A. de C.V. La Subdirección Comercial de Pemex Refinación formalizó
el contrato de autorización que pasó por manos de los abogados de Pemex, adscritos a la
oficina del abogado general y en enero de 2008 fue avalado.
Contrato de franquicia asegurada por la PGR a Gerónimo Gámez, primo de los Beltrán Leyva.
En Morelos quedó abatido Arturo Beltrán Leyva. El llamado Jefe de Jefes, aquel a quien
los Cadetes de Linares inmortalizaron como El botas blancas fue prácticamente acribillado
el 16 de diciembre de 2009, al interior de su lujoso departamento en el edificio Altitude
de Cuernavaca, a manos de un comando de élite de la Armada de México.
En Morelos, en los años en que los Beltrán hicieron de esa entidad su principal refugio,
el gobernador Sergio Estrada Cajigal, relacionado en amores con Nadia Patricia
Esparragoza Gastélum, cuñada de Gloria Beltrán, explotó comercialmente una franquicia
de Pemex, la número E02530, en el centro de Cuernavaca.
Dicha estación es una de las 65 gasolineras propiedad de Pemex pero que subarrienda
a terceros. Su administración y concesiones se llevan a cabo de manera discrecional. De
estas 65, la de Cuernavaca se ubica entre las que reciben altos volúmenes de refinados.
El contrato mediante el cual el gobierno del estado la administró en tiempos de Estrada
Cajigal lo signó con Pemex la titular del DIF estatal, Miriam Hernández Martínez.
En declaraciones ministeriales que fueron ampliamente difundidas por la prensa, donde
funcionarios de su gobierno vinculaban a Estrada Cajigal con la protección a
narcotraficantes, una de ellas —la rendida en diciembre de 2002 por el policía ministerial
Idelfonso Ortiz Alatorre, dentro de la averiguación previa PGR/ UEDO/193/2003—
confirmaba que su jefe policiaco José Agustín Montiel López y su coordinador operativo,
Raúl Cortez Galindo, encubrían y apoyaban a un grupo del narcotráfico.
Varios sinaloenses bajo sospecha de operaciones vinculadas con el blanqueo de capitales
han recibido numerosas franquicias para operar gasolineras. Uno de ellos fue Antonio
Ibarra Salgado. Como director del Banco del Atlántico en esa entidad, directivo de
Banpaís y Multibanco Comermex, se le relacionó con el lavado de dinero para Víctor
Portillo, operador financiero del cártel de Sinaloa (asesinado en Culiacán en 1998).
Ibarra instaló las gasolineras Faja de Oro Abastos, Faja de Oro Santa Fe, Golden Gas,
Servicio de los Ríos y Servicios y Combustibles El Real.
Incursionó también en la función pública como secretario de Turismo de Sinaloa, en
abril de 2007, cargo desde el que sufragó el concurso que coronó a Laura Zúñiga Huízar
como Nuestra Belleza Sinaloa 2008. La mañana del 22 de diciembre de 2009, el
empresario fue ejecutado cuando salía del restaurante de un hotel donde había
desayunado con su familia.
EL GRUPO MICHOACÁN
El órgano interno de control en Pemex Refinación hizo una auditoría especial (10/07)
para saber si durante el veto se siguieron autorizando franquicias, como refirieron los
franquiciatarios. La auditoría (a la que la autora tuvo acceso en julio de 2011 en las
instalaciones del OIC) comprobó que en desacato judicial, “en el ámbito de la
Subdirección Comercial se siguieron suscribiendo contratos de franquicia” en el periodo
en que “tendría que haberse suspendido cualquier acto tendiente a continuar con los
trámites de incorporación de franquicias”. En sólo seis meses autorizó 196 constancias de
trámite, 170 constancias de renovación y 101 constancias de prórroga.
El desacato judicial de los funcionarios de Pemex Refinación tuvo además un impacto
económico para la paraestatal debido a que el juzgado le requirió un pago de dos
millones de pesos “a efecto de contragarantizar los daños y prejuicios” que le fueron
fijados en virtud de que no respetó la medida cautelar.
En otra parte de la denuncia que en 2008 presentaron diversos franquiciatarios, se
habla de supuestos acuerdos para evitar el incumplimiento de la información de los
controles volumétricos:
En los últimos meses el Sr. López Huesca ha encontrado otra forma de chantajearnos y sacarnos más dinero, se está
valiendo de amenazas para rescindirnos los contratos a los gasolineros con el pretexto de que la Secretaría de Hacienda lo
presiona cuando nuestros sistemas de internet fallan en el envío de archivos con información de los controles volumétricos,
entonces viene la amenaza y el chantaje para que no seamos reportados y perdamos nuestras franquicias.
Este señor cuando empezó el programa Cualli afirmaba en sus intervenciones ante gasolineros que el nuevo contrato no
tenía fines leoninos, pero ahora le ha encontrado la manera de hacerlo “jugoso” a su cartera y mantiene bajo amenaza a
los gasolineros que no formamos parte de su importante grupo de amigos; está pidiendo hasta 250 000 siempre efectivo
para no reportarnos ante la SHCP y para no rescindirnos nuestros contratos [...]
Por las denuncias de los franquiciatarios ante el OIC, y la versión de los contralores de
que, en efecto, los empresarios gasolineros operan sus controles con toda libertad por la
falta de vigilancia de la subsidiaria, se podría inferir que ello alentó el crecimiento
exponencial del mercado negro de refinados, que hoy en día, en algunas entidades,
alcanza 40 por ciento del suministro total, según cifras recabadas por la Cámara de
Diputados.
Uno de los contralores en Pemex Refinación explica lo sencillo que sería que a través
de la revisión estricta de los controles volumétricos la paraestatal atacara el mercado
ilícito de combustibles. Bastaría con que desde sus oficinas centrales se llevara a
cabalidad el programa de Control Electrónico en Estaciones de Servicio, y que se
interviniera en cuanto se detectara que una franquicia se desconecta del sistema.
“Si, por ejemplo, en ese momento se enviara a la gasolinera una brigada de
supervisión, se descubriría infraganti una descarga de gasolina o diesel robado, así de
fácil sería encontrar las gasolineras que manejan el mercado negro.” No ocurre así; por
ello difícilmente el consumidor supondría la ruta que tuvo el hidrocarburo antes de llegar
a sus manos.
CONFESIONES
Las gasolineras les sirven a los cárteles no sólo como un negocio donde pueden
blanquear sus ingresos sino para controlar el suministro de combustible en algunos
pueblos y para abastecer sus flotillas.
Parecería algo incidental, pero el abasto de combustible para las organizaciones tiene
gran relevancia. Se trata de uno de los insumos principales para sus actividades. Una
idea de esto la proporciona la testigo protegida Martha, una policía municipal de Nuevo
Laredo que se reclutó en el ala operativa del cártel del Golfo. Su trabajo consistía en
controlar la gasolina que los halcones y jefes de célula de la organización requerían
diariamente para su labor. Narra que sólo en ese municipio el cártel invertía casi diez mil
pesos diarios para este insumo:
Me encargaba de que 21 vehículos se abastecieran de gasolina y yo me encargaba de pagar, el dinero me lo daba una
persona de apodo el Chino y me daba la cantidad de cincuenta mil pesos por semana [...] yo llevaba un control en una
libreta donde anotaba la fecha en que se cargaba de gasolina, la cantidad de litros por vehículo, me ordenaron que llevara
bien las cuentas para cuando me lo re-quirieran.
Algunas organizaciones criminales usan también sus franquicias o las de sus asociados
para vender el combustible que ellos mismos roban, o el que adulteran en colusión con
funcionarios y empleados de Pemex, aduanas e industriales.
Oliver Stolpe, experto en prevención de la delincuencia organizada, del Centro para la
Prevención del Crimen Internacional de la ONU, plantea también que las gasolineras son
una de las estructuras empresariales “legales” donde más comúnmente las
organizaciones criminales reinvierten sus ganancias ilícitas.
En suma, se corrobora el diagnóstico de Samuel González Ruiz citado al inicio de este
capítulo: lavar dinero en una gasolinera implica la complicidad del franquiciatario con los
directivos en turno de Pemex Refinación, las autoridades del Servicio de Administración
Tributaria, la Procuraduría Federal del Consumidor y, en muchos casos, las asociaciones
de empresarios gasolineros.
CAPÍTULO 8
Distribuidores genéricos
El Foro Económico Mundial calcula que el intercambio ilegal de artículos pirata representa
más de 10 por ciento del comercio internacional. En este contexto, la Asociación
Internacional de la Propiedad Intelectual (IIPA, por sus siglas en inglés) ubica a México en
los cuatro primeros lugares de producción y comercialización de piratería, sólo después
de China, Rusia e Italia.
Desde los sofisticados jeans Versace, Hugo Boss o Giorgio Armani que exhiben las
pulidas vitrinas de la 5a Avenida de Nueva York; los exquisitos bolsos de la casa francesa
Louis Vuitton; los artículos deportivos de la marca líder mundial Nike; la fina línea de
bolígrafos Mont Blanc; zapatos, ropa, discos, libros, videos, joyería, medicamentos,
muebles, artesanías, software. Todo lo tangible se reproduce en México. Las copias se
venden en cualquier vitrina de comercio formal e informal, ello depende de la calidad de
la reproducción.
En este país pirata, donde por cada original se venden hasta 20 copias, los
combustibles no están exentos de la falsificación. Pero, a diferencia de lo que ocurre con
la mayoría de los productos clonados, donde el consumidor tiene conciencia plena de que
lo que está adquiriendo es una copia, con los hidrocarburos difícilmente lo detectará; así
que cualquiera, involuntariamente, puede ser parte de esta cadena de comercio ilegal,
porque los combustibles pirata se venden lo mismo en puestos clandestinos de la
carretera que en las franquicias autorizadas por Pemex.
Para fabricar gasolina o diesel, combustibles como el condensado, el queroseno y hasta
el petróleo crudo se mezclan con aditivos para incrementar su octanaje, aunque en los
métodos rústicos que en el mercado negro se utilizan para “refinar”, jamás se alcanzan
los porcentajes mínimos para una gasolina aceptable. Sus distribuidores lo ofrecen como
“combustible alterno” o “ecológico”.
El consumidor que entró en este circuito de mercado negro no se dará cuenta de que le
surtieron gasolina pirata hasta que el motor de su automóvil presente daños irreversibles.
Así lo constataron 20 automovilistas que se abastecieron en una gasolinera de Ciudad
Nezahualcóyotl, quienes en febrero de 2011 denunciaron ante la Profeco las
irregularidades de la estación de servicio y las diversas averías que habían sufrido sus
vehículos.
El “combustible alterno” o “ecológico” comenzó a distribuirse en algunos puntos del
país a partir de 1998. Se le entregaba al cliente en su domicilio sin costo adicional, con
un crédito para el pago y a un precio más bajo.
Hoy cálculos extraoficiales indican que este tipo de combustible abastece cerca de 40
por ciento del consumo en algunas zonas. Se distribuye en tambos, garrafones o pipas
improvisadas como expendios ambulantes a lo largo y ancho del país, en los mil 200
kilómetros fronterizos de México con Guatemala y Belice, e incluso en la frontera con
Estados Unidos.
El combate a este delito no sólo atañe a Pemex sino a las autoridades de la Secretaría
de Economía, a las cuales corresponde también vigilar la introducción al país de solventes
y naftas, y por supuesto a los funcionarios de Hacienda, que deberían supervisar las
importaciones de estos productos vía aduanas y su posterior comercialización, aunque el
crecimiento exponencial del mercado haría suponer que su combate no es suficiente.
El contrato de franquicia establece como causal de rescisión que el franquiciatario
comercialice productos petrolíferos adulterados, alterados y contaminados. En la práctica
los resultados son mínimos. En los pocos casos (20) que se ha pretendido aplicar la
sanción, los propietarios de la franquicia se amparan.
Los primeros operativos para detectar este tipo de combustibles los puso en marcha el
general Rafael Macedo de la Concha, al frente de la PGR (2000-2005). De sus resultados
están los aseguramientos que hizo en Saltillo de 160 mil litros de gasolina de refinación
casera, en un predio que la PGR identificó como propiedad de Humberto de Jesús
Zambrano Aguirre, dueño también de varias gasolineras a nombre del Grupo Daosa.
El problema es que las concesiones no se rescinden ni siquiera en los casos en los
cuales, mediante análisis de laboratorio, la Profeco puede comprobar que los refinados
que expende son adulterados.
A través de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Gubernamental,
la Profeco proporcionó a la autora el nombre de algunas de las estaciones de servicio en
las cuales, según sus reportes de visitas de inspección, detectó la supuesta venta de
gasolina adulterada:
En Monterrey, Servicios en Guerrero Norte, S.A. de C.V.; en Apodaca, la gasolinera Los
Alpes, S.A. de C.V.; en Juárez, la de Carlos Adán Guerra Guerra; en General Escobedo,
Servicio Grasual, S.A. de C.V.; en Miguel Alemán, la gasolinera a nombre de Deyanira
Eloísa Dávila Corona; en Matamoros, la gasolinera Faja de Oro, de Carlos Sierra Garate;
en Saltillo, la gasolinera Hidrosina Plus, S.A de C.V.; en Sabinas, la gasolinera que se
ubica en el número 111 de Dr. José A. Dávila; en Uruapan, la gasolinera de Eutimio
Murguía Hernández; en León, Servicio la Vendimia, S.A de C.V.; en San Miguel de
Allende, las gasolineras Grupo Mexicano, S.A de C.V.
Relación proporcionada por la Profeco.
Detrás de emporios como el del Grupo Energético del Sureste (GES) están también
ganancias adicionales que obtiene en sus gasolineras que no surten litros de a litro en
Campeche, Tabasco y Chiapas.
De la impunidad por prebendas políticas ni siquiera los consejeros de Pemex están
exentos. El caso de la familia política de Eduardo Sojo Aldape es ilustrativo: como
secretario de Economía ocupó un asiento en el Consejo de Pemex (del 1° de diciembre de
2006 al 6 de agosto de 2008); en León, Guanajuato, su esposa Lourdes Santos Aranda,
su suegro Máximo Santos Sánchez y su cuñado Néstor Santos, cual accionistas de la
gasolinera E07163, Servicio Grupsa, cobraban a sus clientes litros que no eran de a litro.
El gobierno encubre pero echa en cara los famosos subsidios para que los mexicanos
no se quejen de cada gasolinazo, pero no aplica la ley a los franquiciatarios. No hay un
solo caso de un empresario gasolinero enjuiciado por robarles a sus clientes.
En mayo de 2011, el diputado Gerardo del Mazo Morales llevó al Congreso Federal la
iniciativa de castigar con penas de cuatro a seis años de prisión, multa de dos mil 500 a
cinco mil días de salario y la suspensión de la franquicia a las gasolineras que no
surtieran litros de a litro. El proyecto se aprobó, aunque aún falta ver si se aplica la ley o
será letra muerta, debido a que los gasolineros son potenciales financiadores de
campañas políticas, o incluso ellos mismos pueden convertirse en candidatos a cargos de
elección popular.
Grupsa, propiedad de la familia del ex secretario Eduardo Sojo, se encuentra en las listas de gasolineras que no surten
litros de a litro.
Entre luces de neón rosa y azul Mayra aparece en el escenario, con su figura envuelta en
el delgado humo que emana por debajo de la pasarela. El diminuto top rosa pastel
apenas cubre los pezones de su abultada talla 38, y a la cadera lleva un entallado short
de licra que esconde la diminuta tanga de encaje satinado que habrá de descubrirse en
unos minutos. Sus largas y torneadas piernas portan botas blancas mosqueteras arriba de
la rodilla, al estilo Pretty woman.
Mayra tiene la piel lozana, tez apiñonada que a veces maquilla para volverla casi
ébano. Le gusta ensalzar el ligero parecido que —le dicen sus clientes— tiene con
Beyoncé, la estrella estadounidense de hip hop.
Mayra se mueve con soltura entre la pasarela y el tubo. Despierta la envidia de sus
compañeras y la lujuria de los hombres que cada noche acuden a verla bailar audaces
performances que la transforman en Mayra Reina Amazona, Mayra la Gladiadora, Mayra
Beyoncé; cada uno es éxito garantizado.
Ella es una de las bailarinas más populares del Exxxess; es una chica del calendario
manufacturado anualmente por el club para venderlo a sus clientes, entre otros
suvenires, o regalarlo a los de membresía VIP, categoría que se ganan si invierten
considerables cantidades de dinero en los placeres corporales.
Mujeres venezolanas, brasileñas, algunas mexicanas y, sobre todo, muchas eslavas, las
clásicas novias rusas, integran el catálogo de la oferta carnal envuelta en trajes de
fantasía y las típicas plataformas que ninguna mujer se atrevería a calzar en su vida real;
ofrecen servicios de sexy dance en pasarela, y los reservados cuyo costo depende de lo
que el cliente elija. Porque todo en el Exxxess es como un sueño, aquí “los sueños se
hacen realidad”, reza su eslogan.
Bajo esa consigna, en el Exxxess a los clientes frecuentes se les da acceso a los
salones VIP del table y la zona hot. Pero lo más cotizado son los paseos en limusina
Hummer blanca acompañado de las chicas Exxxess. Por varios miles de pesos algunos
hombres pueden convertirse en una versión de Hugh Hefner, el magnate de Playboy,
aunque sólo sea durante algunas horas.
Así se anuncia el club en los videos promocionales que hoy se pueden consultar en
internet:
Un escaparate de abundancia en belleza y diversidad femenina con el plus característico de la casa. Paseos en limusina,
promociones y recompensas a sus socios, y su inigualable zona wet dance. Un lugar donde todos los hombres hacen su
sueño realidad en compañía de ellas. Con una esmerada atención a sus clientes, este sitio se distingue por la privacidad, la
excelencia en su atención y la calidad de todos sus servicios, ya sea en instalaciones, bebidas, alimentos y diversión. Un
sitio creado para no limitar el exceso de tus deseos.
El verano de 2003, en el número 3315 de la avenida Gustavo Baz, una de las zonas
industriales más importantes del área metropolitana, en el municipio de Tlalnepantla, el
Exxxess abrió sus puertas el año en que llegó a la alcaldía el panista Ulises Ramírez
Núñez, sucesor de Rubén Mendoza Ayala.
Muy pronto, el centro nudista se convirtió en el club nocturno más visitado del Estado
de México por clientes adinerados. A pesar de ubicarse en una zona popular —y en una
construcción en la parte lateral de una plaza comercial, junto a un hotel de paso y un
centro de verificación vehicular—, el cover podía ascender hasta los seis mil pesos, más
el consumo y los privados. Definitivamente, este espectáculo no es apto para todos los
bolsillos.
“El Exxxess no es sólo un table dance, es todo un concepto llegar allí y rozarte con
políticos, futbolistas, actores, gente que sólo ves en televisión, y de ver mujeres como
sacadas de revista”, explica Carlos, un empleado administrativo de Pemex en las oficinas
centrales de Marina Nacional que, al igual que sus amigos, es cliente frecuente del
extravagante lugar y usuario del blog donde comparten cada experiencia de sus visitas:
exxxessosdezterminio. blogspot.com.
Este table dance se convirtió en uno de los más visitados por contratistas de Pemex
para agasajar a los ejecutivos que les facilitan algunos trámites o contratos, práctica que
estilan desde los grandes corporativos nacionales y extranjeros hasta las pequeñas
empresas que echan mano de partidas presupuestales para este tipo de gastos, que se
registran para la contabilidad como “asesorías”.
Su éxito animó a sus propietarios a instalar una sucursal en el área más exclusiva de la
avenida de los Insurgentes, en el número 1831, a unas calles del famoso Bar-Bar, donde
el futbolista paraguayo Salvador Cabañas fuera baleado la madrugada del 25 de enero de
2010. De entre los antros y clubes de la concurrida vía, el Exxxess destacaba por las
pretenciosas limusinas y sus atractivas paseantes.
Durante los aniversarios del club, sus fiestas más esperadas, los dueños echaban la
casa por la ventana con rifas de automóviles deportivos y, para amenizar la noche, uno o
dos de los espectáculos de Telehit, de Televisa Networks.
El día en que se supo el origen del capital que dio vida a esta pasarela de moda, lujo y
glamur, a pocos les importó, pues, como anunció el Exxxess, la fiesta debía seguir.
LOS CARCACHOS
“La leyenda continúa”, “El rey está de regreso” y “El rey ha vuelto” fueron frases
convertidas en eslogan del Exxxess tras la detención de Ricardo Yáñez y algunos
integrantes de su organización. Que quedara claro que la fiesta seguiría, fue el mensaje
enviado a todos los socios.
Los ordeñadores de la zona metropolitana siguieron chupando los ductos de Pemex. En
julio de 2010 instalaron otra toma en el mismo poliducto Azcapotzalco, sólo que a la
altura de la colonia Ampliación Granada, en la delegación Miguel Hidalgo, del Distrito
Federal. Construyeron un túnel de tres metros de diámetro por 4.5 de profundidad y 150
metros de largo, de Azcapotzalco a Barranca del Muerto. Por este mismo túnel se
conectaron también a un gasoducto.
Mientras tanto, en internet, se lanzaba una campaña “Por los que decimos no al cierre
del Exxxess”, en la que los clientes se informaban de los nuevos table dance de los socios
para que siguieran el rastro a su bailarina favorita.
El Exxxess también patrocinaba uno de los vehículos competidores en la Nascar Corona
Series 2010, el auto número 37 piloteado por Alan Williams. Para septiembre de 2010 el
club nocturno celebraba su séptimo aniversario en el que anunciaría su reapertura y
expansión en otros centros nudistas. Para la ocasión se rentó el Club Bleu, en Paseo de la
Reforma, una pretenciosa construcción inspirada “en el teatro griego”: 20 columnas
metálicas con fuego azul a los lados del pasillo; en el techo un candelabro francés de
cristal cortado. El atractivo principal son las fiestas con los mejores dj del mundo.
Aquella noche el salón principal del Club Bleu abrió a las 22:00 horas para la fiesta más
grande del table dance, 200 teiboleras y mil 500 invitados entre los que se rifaron dos
Mini Cooper y se exhibió el automóvil de la Nascar que portaba los logotipos del club.
Sobre el escenario actuaban Deby, Almendra, Mayra, Galia y Britany con coreografías
de Beyoncé y Elvis Presley. Asimismo se presentaba Alana con su traje de vaquerita,
Uziel en vestido de antro y Samantha en su tradicional traje de colegiala; el fastuoso
espectáculo de Iron Man, y luego dos shows de Telehit: los comediantes de Guerra de
chistes y el Costeño, que iban flanqueados por seis atractivas bailarinas en halter negro y
de largo. Entrada la mañana, casi al término de la fiesta, en las pantallas por fin llegó lo
que los clientes esperaron toda la noche, el anuncio oficial del reinicio de operaciones:
“¡Próxima reapertura del Exxxess, 29 y 30 de septiembre!”
Gasolina, drogas y sexo suenaan como una combinación explosiva que puede generar
incontables dividendos. Los socios del Exxxess proyectaron una mansión para sus chicas
como la que Hugh Hefner instaló en Chicago y luego en Los Ángeles, la Mansión Playboy,
albergue de las conejitas rosas más cotizadas.
En junio de 2011, la Agencia Federal de Investigaciones identificó a Francisco Héctor
García Cárdenas, el otro socio del club Exxxess, como supuesto líder financiero de Los
Carcachos. García Cárdenas es el mismo dueño de las franquicias gasolineras E00159 y
E00185; la primera de ellas fue la estación de servicio que la Policía Federal cateó en
enero de ese mismo año, en busca de evidencias de lavado de dinero.
CAPÍTULO 10
Derecho de piso
A empellones, con sus pequeños hijos tropezando entre el faldón y sus piernas, un grupo
de mujeres quiché abandonaba despavorido un autobús escolar, chatarra gringa
rehabilitada y puesta en circulación a más de cinco mil kilómetros de distancia para
transportar guatemaltecos a la zona urbana. Intentaban calmar a sus chiquillos que
ahogaban la respiración con el llanto. Huían del marero que, a plena luz del día y a la
vista de todos, ejecutaba al conductor del vehículo en que, además de ellas, viajaban
otros 20 pasajeros. Cuando lo vieron sacar el arma y apretar el gatillo, fueron las
primeras en bajar aprisa por la puerta trasera, temerosas de que el pandillero las pusiera
en la mira.
El sollozo y la respiración agitada se confundían con la nasal voz de la colombiana
Shakira entonando Pies descalzos, la canción que por aquellos días a todas horas tocaba
la radio centroamericana. Ejecutaban a un hombre y esa gente escuchando la radio; ni
una voz de alarma, tampoco de auxilio. Ver, oír y callar es un tácito código de
sobrevivencia.
El autobús circulaba por las calles de la Zona 3 del temible barrio El Gallito, asiento de
uno de los cárteles más violentos de la región, proveedor de la mayoría de los
narcomenudistas de la ciudad de Guatemala.
El lugar ofrecía un delirante paisaje: hombres y mujeres colocados en sendas tablas
asidas a pequeñas ruedas convertidas en una especie de avalanchas o sillas de ruedas
que les permitían desplazarse de un lado a otro de la acera, porque ninguno de ellos
tenía piernas, ya que las perdieron gangrenadas de tanto aguijonearlas con heroína; las
hinchadas venas de sus manos advertían el mismo destino.
En fila se abrían paso entre los automóviles para mendigar alguna moneda y destinarla
a seguir drogándose. Dantesco espectáculo cotidiano al que se sumaban ejecuciones, a
cualquier hora del día, de quienes se negaban a pagar las extorsiones de las maras MS13
y MS18.
Esa mañana el marero descargó seis balas en el cuerpo del chofer —sesenta y tantos
años, pulcramente vestido—, la primera en la frente, luego en la cabeza y el pecho.
Demasiado plomo para acabar con la vida de un solo hombre que desde el primer
impacto había sucumbido. Las gruesas gotas del rojo y espeso líquido salpicaron el
parabrisas, el tablero, el volante y la palanca de velocidades que no alcanzó a mover
cuando el semáforo cambió a verde.
El rojo intenso se expandía sobre el azul celeste de su camisa de manga larga
impecablemente planchada, la sangre se reflejó en sus pupilas y allí se quedó. El marero
dio vuelta, bajó del bus y se fue.
“Los choferes ya no quieren pagar piso, por eso los matan”, explica Manuel, periodista
familiarizado con las actividades de las maras que a finales de la década de 1990
parecían invencibles. Los periódicos nacionales registraban mínimo dos ejecuciones
diarias por esa razón. Choferes, comerciantes, transportistas... baleados o degollados,
práctica popularizada por los kaibiles de la zona del Petén.
“Derecho de piso” era la expresión que se escuchaba por primera vez en la región. El
cobro en sus territorios “conquistados” se convirtió en una de las principales vías de
ingresos de las maras MS13 y MS18, generosos dividendos recaudados con tácticas de
amenazas y violencia extrema.
En aquel tiempo, cuando el control de las maras, las secuelas de 36 años de guerra
civil, los escuadrones de la muerte, paramilitares y las alianzas que comenzaban a
explorar los narcotraficantes mexicanos, hacían de Guatemala la ciudad más peligrosa de
todo el continente (después superada por Ciudad Juárez). El terror y el control
aumentaban mediante un nuevo factor: el cobro de extorsiones.
A finales de 2006, un diario tabasqueño dio cuenta de una ejecución similar: un chofer
fletero de una pipa de Pemex apareció degollado en un paraje del municipio de Cárdenas
por negarse a pagar el derecho de piso. La expresión pronto se generalizaría al interior
de la industria petrolera.
El cobro del derecho de piso es una práctica tan vieja como el principio de la civilización
moderna; es una idea concebida por los antiguos romanos para recibir tributo de los
pueblos conquistados.
Desde mediados del siglo XIX la naciente Cosa Nostra generalizó esta práctica
exigiendo a los comerciantes y empresarios sicilianos un porcentaje fijo a cambio de la
supuesta protección para su actividad. Desde entonces el pizzo se convirtió en flagelo
para una gran parte de los pueblos italianos, que se vieron obligados a pagar impuesto a
aquel grupo criminal siciliano, además de la Camorra napolitana y la ’Ndrangheta
calabresa, las tres organizaciones mafiosas más poderosas originarias de aquel país
europeo.
En el siglo XXI, mientras en Italia la resistencia al pizzo —impulsada por grupos
ciudadanos como Addio pizzo— debilita a las mafias, en México, en tiempos de Felipe
Calderón, los cárteles han logrado imponer este pago hasta en la industria que es de
seguridad nacional.
Compañías grandes y pequeñas proveedoras y prestadoras de servicios, ejecutivos,
funcionarios, empleados de todos los niveles pagan el impuesto. Casi nadie denuncia,
porque institucionalmente está prohibido ventilar lo que ocurre en Pemex. Lo que ocurre
recuerda al viejo código de la omertà que llama al silencio, que fortalece la extorsión.
En muchos casos, omertà a conveniencia, ya que, para no ser vetados, algunos
empresarios se sujetan al doble impuesto: el que ahora les cobra la mafia y el diezmo
que tradicionalmente pagan por la asignación de contratos o a quienes supervisan su
trabajo.
Los primeros empresarios de Tamaulipas, Veracruz, Campeche y Tabasco obligados a
pagar estaban aterrados: sus extorsionadores tenían información precisa de lo que cada
uno facturaba con Pemex, incluso si existía un atraso en sus contratos o si éstos estaban
en proceso de rescisión. Sabían hasta los procesos de licitación en los que participaban y
en los que planeaban participar. Para ellos era prueba innegable de la infiltración de la
mafia en la estructura administrativa de la paraestatal, y ante tales indicios,
prácticamente nadie se resistió a pagar.
Hay dos vías mediante las cuales se le hace saber al empresario la cuota: lo secuestran
y después de que pagó el rescate le informan la cantidad que a partir de ese momento
deberá entregar; eso sí, mientras tenga contratos con Pemex. O a la inversa, en su
campamento o su oficina recibe la visita del mensajero que le informa el monto que
deberá pagar para que lo dejen trabajar en determinada zona.
En 2007, a Alejandro, un empresario tamaulipeco, le tocó el secuestro y luego la
extorsión. Fue uno de los primeros en recibir el mensaje: para seguir trabajando con
Pemex había que pagar derecho de piso.
UN DÍA INOLVIDABLE
Antes de que Alejandro naciera, su familia ya era contratista de Pemex. Con una pequeña
compañía que realiza trabajos de perforación, electrónica y desazolve en plataformas y
pozos, amasaron, durante 35 años, una pequeña fortuna que el ingeniero de profesión
heredó junto con la empresa domiciliada en Reynosa, Tamaulipas, que presta servicios a
Pemex Exploración y Producción (PEP).
Citado por el área administrativa de la Región Norte de PEP, en abril de 2007 acudió a
las oficinas ubicadas en el bulevar Morelos, colonia Rodríguez, para que le liquidaran el
contrato de sus trabajos en los pozos del Activo Integral Burgos.
Pasado el mediodía, salió de PEP, subió a su camioneta y enfiló de regreso a su oficina.
No avanzó ni dos calles cuando dos Explorer negras le cerraron el paso. En cuestión de
segundos dos hombres —delgados, camisa a rayas, ajustados jeans de mezclilla y armas
largas al hombro— tomaron la camioneta por asalto. Se trataba de treintañeros, con el
rostro recién afeitado e impregnado de colonia. En los siguientes segundos, Alejandro
yacía en medio de ellos, con la cabeza agachada, asido del cabello.
—¡Órale, cabrón; si se mueve se muere!
Alejandro no podía pronunciar palabra alguna. El sol de abril al mediodía y la
adrenalina al límite hacían un explosivo coctel para su débil corazón. Repetidas punzadas
en la sien, el escalofrío que le recorría la espalda y una náusea incontrolable le hicieron
percatarse de que nunca había sentido tanto miedo, ni siquiera cuando yacía en el
umbral de la muerte sobre una plancha de hospital con el tórax abierto mientras el
cirujano le remendaba las arterias.
—¡De ti depende seguir vivo! Éste es un secuestro. Si tu esposa paga el rescate antes
de una semana, regresarás a tu casa, volverás a tu negocio como si nada —advirtió el
que iba al volante. Voz pausada, condescendiente, como si aconsejara a un amigo—. Si
se resiste a pagar, estás de camino al infierno. Tu cuerpo acabará destazado y desecho
en un tambo de ácido. Luego vamos por ella —soltó con igual monotonía.
A pesar de que el aire acondicionado permanecía al máximo, Alejandro sudaba
copiosamente: el rostro rígido, los ojos clavados en las botas de fina piel de panza de
caimán y carunga que subían y bajaban al ritmo del acelerar, frenar, acelerar, hasta
hundirse al fondo.
—¡Calmado, güero, de aquí al sábado te regresas a McAllen! —soltó el copiloto
mientras tamborileaba los dedos sobre el cuadrante de la radio.
Al estilo de los sindicatos blancos, en cuanto una compañía instala sus campamentos el
comando se presenta con el encargado para informarle la cuota.
Así le ocurrió a Rodolfo, un constructor al que PEP le adjudicó un contrato para bombeo
en el Activo Integral Aceite Terciario del Golfo, al norte de Veracruz. Pasaban de las cinco
de la tarde de un lunes de junio cuando sus cuadrillas recién terminaban de instalar el
campamento.
—Necesito que me mandes a la gente, una cuadrilla por lo menos a que lleve el
material, que los supervisores vean que ya comenzamos a trabajar, no quiero que
empiecen a marcarnos atrasos —indicó a su jefe de cuadrilla.
—¡Vayan subiendo las cajas a las camionetas! —secundó su supervisor.
—Enfundados en sus overoles color naranja, los trabajadores comenzaron a cargar las
estaquitas.
De pronto, a lo lejos escucharon el ruido de potentes motores cuyo sonido se hacía
más intenso a medida que se acercaban. Seis camionetas Ford doble cabina, Toyota y
Tahoe Yukón, vidrios polarizados que trastabillaban sobre la terracería. Se detuvieron
junto a ellos, y de éstas bajó un comando.
—¿Quién es el jefe?
Un terror profundo se apoderó de la cuadrilla.
—¡Que quién es el jefe!
—Yo soy —respondió Rodolfo luchando contra la pesadez de su lengua.
—Desde hoy pagas el piso, ¿si entiendes? ¡Porque aquí todos pagan, cabrón! —el
hombre cortó cartucho.
Un hormigueo intenso le recorría piernas y manos. El temor le impedía replicar. Tantas
veces temió aquel momento, y cuando el miedo se materializó, lo único que quería era
desaparecer.
—La tarifa es el 10 por ciento de tu contrato y ni se te ocurra cambiar el campamento.
¿O’rita cuánto traes?
Mecánicamente, Rodolfo metió la mano en la bolsa de su chamarra y sacó su cartera.
Seis mil quinientos pesos en efectivo. El hombre extrajo también su credencial de elector.
—Ahora sí, ya nos vamos entendiendo. Si pagas a tiempo nadie te va a tocar. Te voy a
dar una clave; si vienen otros se las muestras —explicó el extorsionador—; si la policía
quiere extorsionar a uno de tus muchachos, le das la clave; si el supervisor de obra te
pregunta que si venimos, le das la clave, y ya está. Tú sigue trabajando.
El comando regresó a sus camionetas y como apareció se fue, dejando tras de sí una
estela de polvo y miedo.
LA POTRADA
Ramiro, uno de esos transportistas con los que Pemex contrata el flete de sus
hidrocarburos, cuenta que en un mes hospitalizó a tres de sus choferes, quienes por no
ajustar la cuota cuando transitaban de Ciudad Madero a Saltillo recibieron un tablazo por
cada cien pesos que les faltaban. Es como el clásico castigo que en las aulas del Heroico
Colegio Militar se da a la potrada: golpes en las nalgas desnudas con una madera ancha,
pesada y a toda velocidad. El dolor dobla hasta al más recio.
“En un viaje uno de mis choferes sólo traía 200 pesos. ‘Bueno, los va a entregar y
váyase para allá, bájese los pantalones y se voltea’, ¡A ese le tocan ocho tablazos!’ le
dijo el hombre. ¡Mil pesos por dejar pasar cada pipa!, o se llevan el camión con todo y
carga.”
Tableada para el que no paga la cuota a tiempo, tableada para los transportistas que
no traen completo, tableada para el que se quiso pasar de fuga, tableada por protestar,
tableada, tableada, tableada... “Mejor tableada que levantón”, dice Ramiro.
Según testimonios de funcionarios de Pemex, en Poza Rica, antaño conocida como la
capital petrolera, hay incluso empleados encargados de recolectar los cobros; una
especie de gabellotti que en la Sicilia del siglo XIX se encargaba de los recaudos de la
mafia mediante la amenaza, la violencia y el saqueo.
INFIERNO EN EL EDÉN
Para los contratistas de la Región Marina Suroeste de PEP, los focos rojos se encendieron
con el secuestro en Coatzacoalcos de Óscar Contreras Ávila, dueño de Global Grupo
Constructor, el 21 de diciembre de 2006. En pleno centro de la ciudad, un comando
armado, vestido con uniformes de la AFI, a bordo de un automóvil Jetta y una camioneta
Ram, se llevó al empresario. Su chofer y un primo pretendieron frustrar el secuestro, pero
los disuadió el fuego enemigo.
Los poblados aledaños a los complejos petroquímicos Nuevo Pemex y Cactus,
asentados cerca del municipio de Reforma, Chiapas, se convirtieron en base de
operaciones de los cárteles y han sido utilizados prácticamente como bodegas de las
drogas traídas de Colombia y Guatemala; al mismo tiempo se han montado casas de
seguridad para los plagiados.
La región sur de Tabasco es la de mayor incidencia de secuestros de petroleros,
particularmente en el tramo carretero Reforma-Paso-Limón-Tabasco.
En plena capital de Tabasco, en julio de 2008, el empresario Arturo Garza fue
secuestrado en el fraccionamiento Campestre y Carrizal. En octubre, el ingeniero José
Luis Zavala, supervisor de obra de la compañía Marisa, fue plagiado a la puerta del hotel
La Finca, en Paraíso. Después les tocó a los dirigentes sindicales Juan Viveros Castillo,
Luis Gerardo Pérez Sánchez y Leopoldo Garza Maya.
El 25 de marzo de 2009, un comando se llevó a Williams Alamilla Cancino, dueño de
gasolineras, cuando circulaba sobre la carretera que va de Centla a Villahermosa. Luego
siguieron propietarios de empresas de biorremediación, de perforación de pozos, de
mantenimiento a plataformas, proveedores de alimentos... levantados hasta fuera de sus
zonas de operación.
En abril de 2010, por ejemplo, en Coatzacoalcos se llevaron al empresario tabasqueño
Jorge Luis Cárdenas Girón, arrendador de maquinaria, en cuanto llegó a cerrar un
contrato.
El 3 de junio de 2010 levantaron en tierras petroleras veracruzanas a dos jóvenes
bomberos: Ciro Sánchez Martínez e Israel Anwar Sosa Flores, ambos originarios de
Tampico, trabajadores de Hidrotesting Service S.A. de C.V., empresa asentada en
Tamaulipas que provee a Pemex de equipos y servicio contra incendios.
Viajaban en una Dodge Ram 3500 Heavy Duty propiedad de la compañía. Se instalaron
en el Hotel Venecia. Trabajarían en Poza Rica hasta el 14 de junio. La mañana de aquel
día salieron hacia la tienda Chedraui, en el centro de la ciudad. Se reportaron con su jefe
José María Hernández para informarle dónde estaban. Ciro manejaba. El día anterior se
habían reportado con sus familias en Tampico. Fue lo último que se supo de ellos.
TRABAJADORES, EL BLANCO
Recién pasaron las fiestas patrias, el 18 de septiembre de 2010, José Luis Gayou Juárez
pasó el puente con su familia, aprovechó los días de asueto y sus vacaciones. Justo
regresaba a trabajar la mañana en que lo mataron.
A las puertas de la estación de rebombeo del poliducto Salamanca-Tula, su cuerpo
quedó inerte, en el número 152 de la carretera Panamericana, en San Juan del Río,
Querétaro, instalación que corresponde a la Subgerencia de Transportación por ductos de
Pemex Refinación.
Cincuenta y tres años de vida y 20 como funcionario petrolero cortados por siete balas
que se impactaron en su cara, le reventaron la cabeza, le abrieron el pecho y el torso.
Apenas eran las ocho de la mañana, tiempo en que Gayou checaría su ingreso a la
planta. Hacía una hora desde que los petroleros iniciaron el turno, que concluye a las tres
de la tarde. Uno que otro aprovechó que en sábado la carga de trabajo es menor, para
salir a comprar café o tomar un apurado desayuno en los puestos que rodean el área.
Ya de regreso, del otro lado de la acera, uno de esos comensales se disponía a saludar
al jefe de Mantenimiento que bajaba de su pick up con las llaves en la mano, cuando vio
que un ciclista, que lo esperaba apostado en la puerta, se le paró de frente, extendió la
mano y le disparó a quemarropa seis tiros con una pistola calibre nueve milímetros. Se
guardó el arma, montó su vehículo de dos ruedas, ciñó las manos a los manubrios y, en
contraflujo, tomó la calle Luis Romero Soto. A mitad de la acera descendió, abandonó la
bicicleta y subió a un automóvil que echó a andar, perdiéndose entre las calles
queretanas.
Gayou tenía a su cargo el ducto Salamanca-Tula, uno de los que registra altos
volúmenes de ordeña de la mafia apoyada por funcionarios. En marzo de ese mismo año
habían ejecutado afuera de su domicilio a Eladio Reyes López, encargado del
departamento de Embarques de la refinería de Salamanca.
El 2010 no sólo fue un año convulso para la Cuenca de Burgos, también se tornó así
para las diferentes zonas de la industria petrolera, con la ejecución de empleados de
distintos niveles:
En enero, en Cosoleacaque, Roberto Santiago Núñez, adscrito al Hospital Regional, fue
encontrado muerto en su domicilio del conjunto habitacional para trabajadores de
Pemex.
El 4 de marzo fue asesinado el vigilante de una contratista en Ciudad del Carmen, y en
Poza Rica estrangulada una empleada petrolera adscrita al área de obras civiles de
Chicontepec.
En abril, en los terrenos de Pemex en Nuevo León, en los límites de Monterrey y Los
Herreras, encontraron los cuerpos del director de la policía municipal de Los Aldamas,
Oliver García Peña, y dos de sus subalternos. Los tres habían sido levantados el día
anterior. Sus cuerpos fueron hallados por personal de Pemex en el ejido Buena Vista.
El 31 de mayo, en Poza Rica, al salir de una plaza comercial, los ingenieros Luis
Antonio Zepeda Amaro y Pedro Zapatero Flores recibieron 70 impactos de bala.
Originarios del Distrito Federal, ambos estaban adscritos a la Unidad Operativa de
Perforación y Mantenimiento de Pozos del Activo Integral Aceite Terciario del Golfo de PEP
(yacimiento Chicontepec). En el ataque, fue herida Gloria Paulino Castañeda, adscrita a la
misma unidad.
El 7 de septiembre, en el interior de su domicilio fue asesinado un trabajador de planta
sindicalizado adscrito a la Subgerencia de Administración Patrimonial, y que se
desempeñó como funcionario sindical.
Dos semanas después del asesinato de José Luis Gayou Juárez, el 6 de octubre de
2010, fue ejecutado Salvador Pérez Sánchez, ingeniero adscrito a la planta de
almacenamiento de Pemex en Lázaro Cárdenas.
El reloj marcaba las 00:45 de aquel 3 de noviembre de 2010, cuando Miguel Ángel
Tinoco Palma, muestrero químico del Complejo Petroquímico Morelos, en la calle Yucatán
esquina con la avenida Justo Sierra, en Minatitlán, desciende del autobús amarillo de
transporte de personal que lo recogió en la planta, concluida su guardia. Lo esperaba ya
Víctor Manuel Ramírez Mendoza, el mismo taxista que cada noche lo llevaba a su casa.
Apenas sube, el vehículo avanza unas calles; Miguel Ángel, de 42 años de edad, cierra los
ojos para intentar dormitar un poco. Escucha los disparos que entran por el cristal y la
puerta, y lo tienen a él como blanco; seis en total, calibre .380. Minutos después moría
desangrado. A su lado, el conductor ileso.
VACUNA MEXICANA
El gobierno de Felipe Calderón no pudo ocultar por mucho tiempo los peligros que
asechan a la industria petrolera mexicana. Los corporativos europeos y estadounidenses
alertaron a sus ejecutivos, y muchos salieron de México rehusándose a arriesgar su vida o
a negociar el monto de las extorsiones, conocedores algunos de la experiencia
colombiana, donde las empresas petroleras se convirtieron en uno de los blancos
principales para secuestros o el pago de derecho de piso, allá denominado vacuna.
En Colombia sólo la vacuna les daba la posibilidad de trabajar de manera regular en
áreas controladas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el
Ejército de Liberación Nacional (ELN). La vacuna significaba la inmunidad a secuestros de
sus ejecutivos y personal. Al mismo tiempo, se trataba de pagos hechos con antelación,
como los dirigidos a guardias blancas o paramilitares, de los que regularmente echan
mano las compañías petroleras, sobre todo en áreas donde sus proyectos son
susceptibles de generar conflictos sociales.
Bajo la lógica del les affaires sont les affaires, para algunas de las empresas que tienen
transacciones con Pemex el derecho de piso es similar a los acostumbrados sobornos que
a diestra y siniestra reparten para cerrar sus tratos. Regularmente es un gasto que
recuperan con sobrecostos en las obras o servicios que habrán de facturarle a la
paraestatal, tal y como lo hacen con el dinero que invierten en viajes, autos, obsequios o
efectivo para los funcionarios.
Ante el riesgo de secuestros o de algún “inconveniente” en el pago del impuesto
mafioso, algunas compañías facilitaron a sus ejecutivos vehículos blindados y personal
para su seguridad, se les incentivó también con salarios más altos y seguros. A cuenta de
la empresa también van las facturas de ropa blindada que hoy en día se consigue
fácilmente en las boutiques de la colonia Polanco, idea por cierto colombiana.
Gracias al blindaje de su camioneta, la ingeniera ruso-canadiense Paulina Zelitsky evitó
su secuestro en noviembre de 2008, en Cunduacán, Tabasco. Durante la Guerra Fría
Zelitsky se dedicó a la construcción de bases secretas de submarinos y en Pemex
representa a un corporativo canadiense que realiza trabajos de ingeniería civil y
topografía del lecho oceánico.
Aquel día de noviembre se dirigía al activo petrolero en el poblado Gregorio Méndez,
cuando una camioneta blanca le cerró el paso y de ella descendió un hombre armado.
Cuando su chofer intentó evadirlo, el sujeto disparó en tres ocasiones, sin dañarlos
gracias al blindaje. Otra camioneta los siguió, pero cuando lograron ingresar en las
instalaciones de Pemex, los agresores huyeron; así lo relató en la denuncia Cu-l-
996/2008.
Zelitsky es la excepción entre los ejecutivos que no denuncia este tipo de agravios. El
tema queda a nivel de directivos en el anecdotario de lo conflictivo que se ha vuelto
hacer negocios con la petrolera mexicana.
“Porque no confiamos en la policía mexicana y tampoco queremos problemas con
Pemex”, explica el ejecutivo de una de las contratistas con sede en Texas. En cambio,
muchos han recurrido a compañías privadas de seguridad para que garanticen el cuidado
de sus ejecutivos de mayor rango.
Pero tampoco denuncian porque aniquilarían a sus empresas. Muchos de ellos cotizan
sus acciones en los grandes mercados internacionales, y ante un asunto de esta
naturaleza los accionistas sin duda retirarían su capital de inmediato; a la compañía le
repercutiría además en sus créditos en la banca internacional que a su vez le sirven para
respaldar sus contratos petroleros.
Para octubre de 2010, los diferentes activos de producción comenzaron a recibir
llamadas telefónicas en las que se les informó la tarifa a pagar por cada centro de
trabajo: dos mil 500 dólares a cambio de no levantar trabajadores.
El 16 de noviembre de 2010, la víctima fue un gerente de Weatherford, la cuarta
empresa de servicios petroleros más grande del mundo, y una de las principales
beneficiadas con los contratos públicos de la explotación del paleocanal de Chicontepec,
por cuyos cruces y veredas que conectan entre Veracruz, Hidalgo y Puebla se trasiegan
cargamentos de droga y armas hacia la zona centro del país y el Estado de México. Se
trata del colombiano Francisco Alberto Ruiz Palacios, de 36 años de edad, quien recibió
cinco impactos de bala al salir de las instalaciones de la compañía, encargada de la
perforación de 500 pozos, a bordo de su lujosa Titán blanca, en los límites de Tihuatlán y
Puebla.
Desde mediados de ese año Weatherford había recibido la exigencia de que tenía que
pagar cuotas para poder trabajar. No los salvó ni el hecho de que los directivos tenían
derecho de audiencia con el gobernador Fidel Herrera.
El mafioso recaudo se impuso rápidamente a lo largo y ancho de todas las regiones
petroleras, de la Cuenca de Burgos a la Sonda de Campeche, en los campos y las zonas
marinas, en las refinerías y terminales de almacenamiento. Proveedores y prestadores de
servicios están sujetos a pagar tributo en los territorios conquistados.
Pagar el piso a la mafia puede significar para algunas empresas una inversión en “otros
servicios”; desde luego protección frente al cártel enemigo, pero también poseer créditos
bancarios en ciertas instituciones financieras, y que Pemex les adjudique contratos sin
restricciones, a veces sin la necesidad de concursar. Algunas organizaciones se ofrecen
asimismo como cobradores de aquellas facturas que parecen incobrables y, además, se
comprometen a eliminar a la competencia.
CAPÍTULO 11
Negocios familiares
y consumo de droga en Pemex
EL SINALOENSE
Aquel día, el director de Pemex, oriundo de Mazatlán, Juan José Suárez Coppel, veía
impávido frente al presídium a los diputados federales agitar en alto las facturas con
cargo al erario de sus costosos viajes al extranjero: suntuosos hoteles boutique de la
realeza europea, alimentos y bebidas gourmet con la aristocracia inglesa, espectáculos
en los teatros londinenses y bebidas finas en los bares de moda de la Quinta Avenida de
Nueva York y de Londres. Peso a peso pagado con dinero de Pemex. La palidez de la
sorpresa se acentuaba con el claro tono de su piel.
En octubre de 2010, Suárez Coppel acudía ante el pleno de la Cámara de Diputados a
ensalzar su gestión como director de Pemex, y se encontró con que los legisladores
federales, ante quienes comparecía, le reprendían su derroche, la vida de jeque petrolero
del funcionario a quien Felipe Calderón le encomendó la dirección general de la
paraestatal en uno de los momentos, sin duda, de mayor crisis e inestabilidad en la
empresa.
Entre sus obligaciones estaba hacer cada día más eficiente, productiva y competitiva la
petrolera número 11 del mundo, que Calderón puso en sus manos desde septiembre de
2009, aunque a su administración no le era ajena, pues de febrero de 2001 a octubre de
2006 se desempeñó como director corporativo de Finanzas.
Para cumplir con su obligación de llevar avante a la principal empresa del país, como
director general se le pagaban 195 mil 762 pesos mensuales, más sus prestaciones,
seguro institucional, ayuda para canasta básica, choferes para él y su familia, sus tres
seguros, prima vacacional de 35 días de sueldo, aguinaldo de 48 días, bonificaciones
mensuales de más de diez mil pesos, la telefonía celular por cinco mil 750 pesos al mes,
los energéticos para su vida personal, vehículos, préstamos, créditos hipotecarios, entre
otras más, incluidos los ostentosos viajes y sus exquisitos lujos de hospedarse en los
mejores y más exclusivos hoteles del mundo, y comer y beber en restaurantes y bares de
la Guía Michelin.
En aquella comparecencia y en otras más realizadas durante ese mismo año, al
funcionario se le pidió que informara sobre la situación de Pemex frente al crimen
organizado, pero invariablemente hizo mutis.
Aquel día, Juan José Suárez Coppel salió de San Lázaro con una obsesión: blindar su
información, ocultar su patrimonio y el dato mínimo sobre su gestión. En medio de la
ingobernabilidad que imperaba en Pemex, el director general se ocupaba de proteger su
gestión, defendiendo ante el IFAI —con un numeroso equipo de abogados— su negativa a
proporcionar hasta el dato más superfluo, o mejor dicho, en el que debía haber mayor
transparencia: sus viáticos y gastos personales.
Todas las direcciones recibieron una notificación en el sentido de que no se podía
proporcionar ninguna información si no era avalada por la oficina del director general.
Según fuentes de Pemex cercanas a Juan José Suárez Coppel, dos temas le
preocupaban de manera particular: que se hablara del entramado financiero que los
familiares del ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Francisco Gil Díaz, comenzaron
a operar en la paraestatal para controlar los contratos petroleros.
Mientras Francisco Gil Díaz se desempeñaba como director para México del grupo
Telefónica, su hijo Gonzalo Gil y su cuñado José Antonio Cañedo White promovían a Navix
como la única Sociedad Financiera de Objeto Múltiple (Sofom) dedicada al sector
energético. Navix es una filial de Axis en la que el mismo Suárez Coppel laboró como
director de finanzas entre octubre de 1997 y noviembre del año 2000.
Al director de Pemex le preocupaba también que la prensa en Tabasco, en una
investigación del periodista Alejandro del Río, documentara los contratos petroleros de su
primo José Alfredo Coppel Salcido, propietario de Global Drilling Fluids de México.
La compañía se constituyó en 2003 y de inmediato se incorporó como proveedora de
trabajos de fluidos de control, separación de sólidos y manejo de residuos en pozos
petroleros operados por Pemex Exploración y Producción ( PEP). Suárez Coppel se
desempeñaba como director corporativo de Finanzas. En unos meses Global recibió su
primer contrato, número 413053818, por 782 millones 668 mil pesos.
Después vinieron más contratos millonarios en los que se podría inferir algún trato
especial, como el hecho de que uno de ellos, el identificado con el número 423026803 —
otorgado en octubre de 2006— tenía un monto original de 164 millones 636 mil pesos,
pero éste fue modificado en cinco ocasiones hasta llegar a 612 millones 491 mil pesos.
Al fin y al cabo se trataba de preocupaciones personales cuando justo en ese
momento, regiones como la Cuenca de Burgos eran un campo de batalla.
LAISSEZ FAIRE, LAISSEZ PASE
Cuatro funcionarios ocuparon la dirección general de Pemex durante los años en que el
mercado negro de hidrocarburos se avistaba con las primeras mezclas de combustibles
“alternos”, y hasta los días en que los cárteles negocian comisiones y contratos, facturan
obras y servicios, y levantan trabajadores que se cruzan en sus zonas de operación: Raúl
Muñoz Leos, Luis Ramírez Corzo, Jesús Reyes Heroles y Juan José Suárez Coppel.
Cuatro funcionarios que vieron cómo la mafia se convertía en “competencia” de Pemex
—según refirió Carlos Morales Gil, director de la subsidiaria PEP, en una reunión con
diputados federales— se mostraron omisos.
Sus directrices estaban encaminadas hacia la privatización de la paraestatal, que los
expertos en materia energética, como el Comité Nacional de Estudios de Energía (CNEE),
advierten como un proyecto que se enfila a su consumación, con la asignación de los
primeros Contratos Incentivados, adjudicados en agosto de 2011 para la explotación de
campos maduros de Tabasco a manos de consorcios privados. Se trata de un “banderazo
para arriar la bandera de Pemex”, como lo definió el ingeniero Javier Jiménez Espriú, ex
subdirector de la petrolera.
Desde sus cómodas, lujosas y blindadas oficinas de Marina Nacional, los directores de
Pemex parecían ajenos a la caótica realidad en los campos, los pozos, las terminales y
cada una de las instalaciones operativas.
Para los mexicanos, el tema de Pemex tiene implicaciones profundas asociadas con el
nacionalismo. Se concibe no sólo como el pilar de la economía de México, sino como
símbolo de la soberanía nacional. Por ello, la penetración de la mafia en su estructura
tendrá consecuencias de las cuales aún no se tiene suficiente claridad.
Por lo pronto, uno de los primeros efectos que evidencia el nivel de corrupción y
degradación de la industria es la paulatina incidencia en el consumo de drogas por parte
de los trabajadores de Pemex y los de sus contratistas en horarios laborales y al interior
de las instalaciones, en los campos, plantas, refinerías, terminales, plataformas marinas y
hasta en los hospitales de la paraestatal. El hecho resulta más grave aún cuando los
dealers son parte de la misma estructura y están al acecho de empleados petroleros
dispuestos a envolverse en el consumo de estupefacientes.
A continuación se presenta una relación de casos detectados por la GSSF, el área de
seguridad interna de la paraestatal. La lista, debemos decirlo, es enorme, pero tal vez
sea la mejor manera de mostrar las dimensiones del problema, que es tan sólo un
eslabón de una extensa cadena de corrupción:
En 2007, el primer año de gobierno de Felipe Calderón, las tomas clandestinas montadas
dentro de la red de ductos de Pemex alcanzaron el mayor número registrado en la
historia de la petrolera: 323, casi una diaria. Cuatro años después, la cifra se multiplicaba
a más de tres tomas en promedio por día. Para 2011, sólo por esa vía el robo de
hidrocarburos se había incrementado 300 por ciento, y quizá mucho más, si consideramos
que sólo se contabilizan las tomas detectadas, mientras que hay otras que no están
ubicadas y se ordeñan permanentemente sin posibilidad de ser clausuradas.
Así, el volumen de los hidrocarburos sustraídos a través de esas tomas clandestinas
alcanzó niveles exorbitantes. Los números oficiales que Pemex dio a conocer en
septiembre de 2011 revelan que los ordeñadores de ductos (que incluyen oleoductos,
poliductos y gasoductos) sustraen en promedio 20 mil barriles de hidrocarburos
diariamente. La cifra equivale a más de tres millones de litros de petrolíferos. Dicho de
otra manera, el promedio de la sustracción clandestina asciende a 200 pipas diarias. Se
trata particularmente de gasolina, aunque el robo de petróleo crudo —documentado en
este libro— también va a la alza; son pérdidas patrimoniales que la Comisión de Justicia
de la Cámara de Diputados ha calculado en mil 300 millones de pesos mensuales.
En el comunicado emitido en septiembre, Pemex finalmente reconoció: “El incremento
en las tomas clandestinas y en el volumen estimado de robo, se debe a que los sistemas
de ductos en el país están tomados prácticamente por bandas del crimen organizado,
asociadas con grupos fuertemente armados”.
En relación con la información que proporciona la paraestatal sobre este escabroso
tema, hay un dato que llama la atención: la administración de Pemex identifica a Sinaloa
como la entidad que a partir de 2010 registró la mayor sustracción de refinados mediante
tomas clandestinas, en municipios como Navolato, Culiacán, Ahome, Mocorito, Mazatlán,
Guamúchil, Salvador Alvarado y Los Mochis, entre otros, con una incidencia de 28 por
ciento en promedio de las tomas clandestinas de todo el país.
Como se sabe, Sinaloa es tierra controlada por el cártel del mismo nombre y sus
grupos afines; curiosamente ésta es la organización a la que, según las interpretaciones
de algunos especialistas de México y Estados Unidos, favorece la guerra de Felipe
Calderón.
OTRA GUERRA PERDIDA
CAPÍTULO 3
[1] El condensado se obtiene durante el proceso de extracción del gas natural; es un
subproducto líquido fácil de refinar y como materia prima en derivados de petróleo
alcanza un valor muy alto debido a su bajísimo nivel de contaminantes.
[2] A diferencia de lo que ocurre en México, donde el monopolio del refinado y la
comercialización de primera mano de los hidrocarburos es exclusiva de Pemex, en
Estados Unidos la industria petrolera está descentralizada, en manos de empresas
privadas de todos los niveles, pues cualquier empresario puede dedicarse a ese negocio.
Muchas compañías refinan y venden sus gasolinas de manera directa o la maquilan en
grandes refinerías.
[3] En enero de 2011, en Texas, la policía de Estados Unidos detendría a José Eduardo
Alemán Chávez, identificado como parte del mismo grupo.
CAPÍTULO 4
[1] “La cuna de la Revolución mexicana” es como los historiadores llaman a San Pedro
de las Colonias, porque fue allí donde Francisco I. Madero fundó el Club Antireeleccionista
y escribió La sucesión presidencial.
[2] Alusión a que la mayoría de los especiales son militares, y entre ellos algunos del
Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), la unidad de élite del Ejército mexicano,
los llamados boinas verdes, de cuyas filas desertaron los tenientes que fundarían Los
Zetas, al mando de Arturo Guzmán Decena, el Z-1.
[3] Bautech, una de las supuestas compradoras, es una compañía fundada en 1991 que
fabrica productos químicos para la construcción (impermeabilizantes, pinturas, aditivos
para concreto, entre otros), y es contratista del gobierno federal y, precisamente, del
gobierno capitalino en obras como los distribuidores viales.
CAPÍTULO 5
[1] Al área donde se ubica el sistema de ductos instalados para el llenado de tanques
en las TAR se le llama islas y a los ductos, garzas.
El cártel negro
Cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex
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Índice
Cubierta
Epígrafe
Palabras preliminare
Prólogo
CAPÍTULO 1. Oro negro para la mafia
CAPÍTULO 2. Queroseno
CAPÍTULO 3. Cuenca de Burgos: la olla de miel.
CAPÍTULO 4. Ordeñadores
CAPÍTULO 5. Huachicoleros
CAPÍTULO 6. Plataformas, Triángulo de las Bermudas
CAPÍTULO 7. Gasolineras, lavaderos de dinero
CAPÍTULO 8. Distribuidores genéricos
CAPÍTULO 9. Gasolina, sexo y drogas
CAPÍTULO 10. Derecho de piso
CAPÍTULO 11. Negocios familiares y consumo de droga en Pemex
Notas
Epílogo
Página de créditos
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