Salud Mental Unidad 5
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COMUNICACIÓN EN MEDICINA
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ARTÍCULO DE REVISIÓN
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ISSN en trámite - see front matter © 2012 Facultad de Medicina Universidad Nacional Autónoma de México. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados.
Comunicación en medicina 219
A pesar de la conciencia teórica y práctica que se tie- u otro tipo de instituciones de salud), los infor-
ne de su importancia, siguen existiendo problemas a to- males se asocian más cuando el médico visita las
dos estos niveles. casas o lugares de trabajo del paciente.
Por lo anterior, el incluir en el currículo módulos espe- 2. Comunicación paraverbal. Este tipo de comunica-
cíicos para la enseñanza de la comunicación, o integrarla ción incluye la cualidad de la voz, sonidos agudos
dentro de las asignaturas vigentes, no sólo debe ser con- o graves, volumen, entonación y estilo de hablar
templado en la clínica, sino también desde las ciencias (norteño, inluido por otro idioma, etc.)
básicas y sociomédicas, en donde se puede preparar al 3. Comunicación no verbal. Deinido como el proce-
alumno en los fundamentos teóricos y prácticos de la co- so de comunicación a través de señales (general-
municación. mente visuales) hacia un receptor, incluyen ges-
La enseñanza de la comunicación se basa en los ele- tos, tacto, lenguaje corporal o postura, expresión
mentos que integran la comunicación y que son el emi- facial y contacto visual. Posee tres elementos: a)
sor, el mensaje y el receptor. El proceso se inicia con el ambiental que se reiere a las condiciones en que
emisor que codiica una idea, sentimiento o pensamien- la comunicación se lleva a cabo, b) las caracterís-
to, enviándola a otra persona que recibe el mensaje e ticas físicas de los interlocutores, y c) la conducta
inicia el proceso de decodiicación del contenido. de los comunicadores durante la interacción.
Varios teóricos han tratado de enumerar las habilida- Su función es participar en la comunicación a
des que se requiere para una comunicación efectiva. De través de la expresión de emociones y actitudes,
acuerdo con MacLeod10 se deben incluir los siguientes pa- para acompañar la comunicación oral, ofreciendo
rámetros: observar y escuchar, reforzar y apoyar, pregun- señales que complementan la interacción entre las
tar, responder y dar información. Michelson y cols.11 seña- partes, la presentación de uno mismo (personali-
lan seis elementos básicos recolectados de varias teorías, dad) y contribuye a los rituales del saludo. Darwin
y que son la médula de la adquisición de esta habilidad: relató en su libro La expresión de las emociones en
1. Ser una habilidad aprendida. el hombre y en el animal,13 que todos los mamífe-
2. Estar compuesta por conductas verbales y no ver- ros muestran en su expresión facial sus emociones,
bales. fenómeno que es aceptado empíricamente por la
3. Incluir una adecuada iniciación, contando con res- gente.
puestas apropiadas. Los comunicadores consideran que las caracte-
4. Ofrecer las mejores recompensas al receptor. rísticas físicas tanto modiicables como no modii-
5. Requerir de un tiempo y un control adecuado de cables provienen de señales conscientes o incons-
conductas especíicas. cientes, que cada individuo manda continuamente
6. Estar inluida por factores contextuales prevale- a su interlocutor. En la enseñanza de la comuni-
cientes. cación se debe tomar en cuenta que las personas
La comunicación del emisor (en este caso el médico) en general creen que lo primero que aprenden
no sólo debe estar bien organizada, ser clara, manejar o escuchan es la verdad, y que al estar absorbiendo
el tiempo, etc., sino que el médico debe estar continua- el mensaje, sin darse cuenta, están absorbien-
mente al pendiente de la comunicación que recibe del do el medio ambiente, y empleando los demás ór-
receptor (paciente), que de forma verbal o no verbal ganos de los sentidos. Algunos autores estiman que
está mandando señales, no siempre obvias, para que se el individuo recibe su información en un 83% de la
le clariique lo dicho y solicitar apoyo emocional, deberá vista, el 1% del gusto, el 11% del oído, el 3% del
observar si levanta barreras que diicultan la relación y la olfato y el 2% del tacto.14 Aunque se ha criticado
comprensión de la enfermedad y su tratamiento.12 este último, sí se considera que la comunicación
no verbal puede ejercer cinco veces más efecto
sobre la comprensión del mensaje que la comuni-
Tipos de comunicación
cación verbal.15 Birdwhistell llamó a la comunica-
1. Comunicación oral o verbal. Hablar es más que sólo ción no verbal “Kinesics”, y estimó que la persona
murmurar palabras, es un intercambio de ideas e in- promedio maneja 250 000 expresiones faciales que
formación. Diariamente compartimos nuestros pen- pueden ser reconocidas.13
samientos, preguntamos y respondemos cuestiones. La enseñanza de lo no verbal debe contemplar
El preguntar es una habilidad fundamental en la sa- factores como los tonos de voz, que tienen cuatro
lud. El uso del lenguaje, tanto de terminología mé- veces más impacto que solo un video,16 la “Hápti-
dica como el lenguaje del diario, sirve para ofrecer ca” referida al estudio de la comunicación a tra-
una información clara de los deseos, necesidades, vés del tacto tanto en el ser humano como en los
percepciones, conocimientos y estados afectivos. animales.17 Otras dos formas de esta comunicación
Las características de una buena comunicación son: la comunicación no verbal asociada al medio
son: la precisión, la eiciencia y el apoyo. Su uso ambiente que recibe el nombre de “Proxémica”,
depende de contar con bases teóricas y prácti- estudia como las personas utilizan y perciben el es-
cas del idioma y aprender a aplicarlas a nivel de la pacio físico de su alrededor. Y la “Cronémica” que
clínica con los pacientes, familiares, colaborado- estudia el uso del tiempo en la comunicación no
res, pares y la sociedad. verbal; pues toma tiempo enseñar a comunicar
Las conversaciones pueden llevarse a cabo en diver- adecuadamente los procedimientos a un paciente,
sos ámbitos formales (en consultorios, hospitales lo que ayuda a evitar sorpresas durante o después
Comunicación en medicina 221
del tratamiento; e implica para el emisor la lectu- de persuadir, inluir sobre las actitudes, creen-
ra continua de las señales no verbales del receptor cias o acciones al receptor. Ejemplo: el paciente
para dirigir con mayor asertividad la conversación. que quiere convencer que no tiene por qué to-
A nivel de la medicina, se demostró que aque- mar un medicamento.
llas personas que sonríen más, disminuyen sus es- • Escucha apreciativa, requiere que el receptor
tados depresivos.18 Pacientes obesas o con síndro- distinga las señales visuales y auditivas del men-
me premenstrual, tienen menos habilidades para saje, comprenderlo, procesar y apreciar el
interpretar las señales no verbales, a diferencia contenido para así poder responder. Ejemplo:
de las personas bipolares, en los cuales se encuen- escuchar música.
tra elevada.19,20 Las personas con parálisis total
de los nervios de la expresión facial, no pueden
transmitir o recibir señales faciales no verbales.
La enseñanza de la comunicación en medi-
La Universidad Estatal de Ohio encontró que los cina
estudiantes que deseaban estudiar medicina fa- La comunicación médico-paciente es considerada un fe-
miliar, psiquiatría, pediatría y gineco-obstetricia, nómeno multidisciplinario, multimetodológico y multidi-
interpretaban mejor las señales no verbales que mensional. Es multidisciplinaria porque requiere de la lin-
aquellos alumnos que se decidían por radiología, güística, la psicología y la pedagogía; multi-metodológica
cirugía o patología.21 porque necesita del empleo de diversos estilos y acerca-
4. Comunicación escrita. De la misma forma que la co- mientos a la comunicación de acuerdo con el paciente y
municación oral, la escrita contiene elementos la situación en que se encuentra; y multi-dimensional por
no verbales expresados en el estilo de escribir, el que abarca desde la comunicación verbal, la no verbal, la
arreglo espacial de las palabras y la distribución en paraverbal, la escrita y la mediática.
una página. Se incorpora cada vez más la comu-
Una revisión de artículos asociados a cómo enseñar la
nicación electrónica entre médicos y pacientes. Di-
comunicación, no muestran necesariamente semejanzas.
cha comunicación conlleva muchas responsabilida-
Hay confusión en relación a si debe ser en un contexto
des y peligros para los médicos, como diicultades
académico o práctico, si debe ser teórico o experimental.
para mantener la conidencialidad del paciente.22
Pero sea cual fuere el método elegido la enseñanza se
Por otro lado, con frecuencia lo ahí escrito pue-
adquiere mejor cuando sus metas son explícitas y se prác-
de ser utilizado bien o mal por el paciente al mos-
tica dentro de las clases, en ámbitos sociales, en contacto
trárselo a otros médicos, abogados o a la comisión
con ámbitos hospitalarios y en la relación con los pacien-
de arbitraje médico, por lo que el saber redactar
tes, familiares, pares, compañeros, etc. Los estándares
y expresar en forma clara y concisa la información
se pueden decidir basados en el contexto laboral que se
solicitada es vital.
desea enseñar a los alumnos. Todo programa deberá ase-
Sigue siendo importante la caligrafía y el con-
gurarse de que observen los siguientes pasos: desarrollar,
siderar que es “normal” que un médico tenga una
preparar, escuchar y comprender.
letra ilegible, da como resultado, malas interpre-
Es vital recordar que el primero en utilizar correcta-
taciones o incomprensión por parte del paciente,
mente la comunicación oral, no verbal y escrita debe ser
la lectura errónea del farmaceuta y molestias por
el profesor, si el alumno no ve un modelo adecuado, no es
parte de otros médicos que tratan de descifrar lo
extraño que esta habilidad se desarrolle deicientemente.
escrito.23
5. La escucha activa. La enseñanza también debe
incluirlo como parte de la comunicación para el Enseñanza de la comunicación en Ciencias
médico, Wolvin y cols. describieron y resumieron Básicas y Sociomédicas
los diversos tipos de escucha mencionados por los
comunicólogos en los siguientes:24 Cuando se piensa en el desarrollo de una adecuada co-
• Escucha discriminativa, en el cual el receptor municación, frecuentemente se piensa en la relación
intenta distinguir los estímulos auditivos y vi- médico-paciente y se olvida que para el médico, ésta
suales. A este nivel el receptor hace una eva- también debe extenderse a familiares, equipo de salud y
luación rápida del problema. la comunidad en donde labora. A la vez, se descuidan los
• Escucha comprehensiva, es cuando se busca conocimientos, las habilidades y actitudes fundamen-
comprender el mensaje con el in de recordar tales, necesarios para favorecer esa interacción, sin los
mensajes previos o guardarlo para una inte- cuales, se entorpece una conversación, una explicación
racción futura. Ejemplo: asistir a conferencia, escrita o el lenguaje corporal o no verbal.
escuchar la radio, etc., poniendo atención en En las ciencias básicas, se prepara al novato para el
los hechos importantes, para comprender el logro de una buena comunicación con el paciente y para
mensaje que se recibe. ello, son indispensables capacidades previas compuestas
• Escucha terapéutica, se escucha para ofrecer por habilidades generales de la comunicación, escritura
apoyo, ayuda y empatía a la persona que nece- y manejo de los movimientos corporales. En el área de
sita hablar. Un ejemplo es la paciente angustia- la transmisión verbal u oral, se requiere de la expresión
da que llega a consulta. clara y comprensible, tono de voz apropiado, conteni-
• Escucha crítica, donde la intención es evaluar el do emocional adecuado al tema de conversación, evitar
propósito del mensaje. El emisor está tratando el empleo de “muletillas” o palabras repetitivas como:
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“este”, “ahhh”, “como dije”, “ven”, entre otras palabras. de la comunicación durante los años clínicos tiene varios
La comunicación escrita requiere de una buena redacción, funciones y beneicios: a) la adquisición dinámica de nue-
un contenido dirigido especíicamente al tema, sin des- vos conocimientos y habilidades integradas a la experien-
viaciones innecesarias, y que siga un orden (por ejemplo, cia existente, b) la repetición del aprendizaje evita el
introducción, desarrollo, conclusiones). Por último -y no decaimiento de las habilidades existentes y c) ayuda a
puede considerarse de menos valor-, la comunicación mejorar el desarrollo de dichas habilidades.
no verbal24 que se expresa en la mirada, movimientos cor- En un estudio realizado por Hulsman y cols. en 1999,25
porales de interés, ansiedad, aburrimiento, etc., que será se encontró que los métodos más empleados en la clí-
descifrada como un comportamiento aceptable o no por nica incluían: conferencias, role-play, análisis de videos
el receptor. Lo anterior, se verá relejado en la forma en de pacientes reales, realimentación de su actuación con
que es recibida la información presentada por parte de los pacientes, realimentación con videos, discusiones y rea-
compañeros y del mismo profesor. limentación escrita. En donde los objetivos a alcanzar se
El objetivo a este nivel es desarrollar en el alumno asocian con: revisión de conocimientos, analizar y me-
una adecuada capacidad de intercambiar conocimientos, jorar las conductas afectivas, receptivas e informativas,
ideas propias y emociones, en forma clara y concisa con el análisis del comportamiento y manejo del paciente. Los
in de que le sirva de base para aprender a llevar una ade- métodos para alcanzar estos objetivos se lograron a tra-
cuada comunicación en la relación médico-paciente, con vés de:
sus pares, el equipo de salud, los familiares y la comuni- • Analizar las conductas del receptor: usando pre-
dad en donde labore. Deberá aprender a sentirse cómodo, guntas abiertas para conocer la opinión de los pa-
tanto en su expresión oral como escrita y congruente con cientes; cómo estimulaba la comunicación, la es-
la no verbal, siendo asertivo y abierto a los comentarios cucha activa, si analizaba o no los signos verbales
que retroalimentarán la información que brinda. o no verbales y el silencio respetuoso.
En esta primera etapa del desarrollo de la comunica- • Analizar la conducta del informante: cómo ofre-
ción se busca entrenar al estudiante en habilidades gene- ce información, si educa al paciente, los consejos
rales de: ofrecidos, como transmite informaciones desagra-
• Comunicación escrita. A través de enseñarle como dables, (malas noticias) y el empleo de términos
realizar: ensayos, presentaciones computarizadas no médicos.
como en PowerPoint u otros, resúmenes, contestar • Analizar las conductas interpersonales y afectivas:
cuestionarios abiertos, etc. cómo construye la relación, manejo de las me-
• Comunicación oral. A través de desarrollar habi- tas en común, interrogar aspectos asociados con
lidades para: exponer un tema, dar respuestas a las preocupaciones del paciente, sus problemas
preguntas durante una clase, realizar debates, in- psicosociales y emocionales. Su forma de relexio-
teractuar en pequeños grupos, realizar role-play,
nar sobre los comentarios. Si despierta conianza,
sociodramas, presentaciones, etc., a las cuales se
empatía y si expresa preocupación por atender al
le agrega la comunicación no verbal. Esta debe se-
paciente.
ñalar los puntos generales de una buena postura
Una parte generalmente ignorada en el proceso de
durante las presentaciones, explicando los pros de
enseñanza-aprendizaje, es el interés del alumno en
tener una buena interacción con el grupo que lo
aprender comunicación lo que facilita o inhibe la adquisi-
escucha, cómo responder a las preguntas o comen-
ción de estas habilidades. En parte, debido a otros aspec-
tarios de otros, cómo hacer partícipes a los oyentes,
tos que le son más importantes como los conocimientos y
etc.
habilidades asociadas directamente con la clínica.
• Aprender a comunicarse en grupo implica hablar
cuando no se está de acuerdo para defender un
punto de vista, desarrollar claridad de expresión Enseñando comunicación en situaciones difí-
para asegurar la secuencia para la emisión y la re- ciles
cepción de mensajes, todo ello como preparación
para el manejo de situaciones clínicas que pueden Es conveniente desarrollar talleres para tratar tópicos
evitar o causar errores que ponen en peligro al pa- especíicos como: malas noticias, obtener un consenti-
ciente. miento informado, manejar pacientes difíciles, y realizar
• Analizar videos o películas ad hoc que muestren conversaciones con familiares referente a decisiones de
personas o situaciones clínicas en el cual el alum- vida o muerte de un paciente críticamente enfermo.
no puede observar la conducta y emitir opiniones a. La comunicación de “malas noticias” se basa en
sobre la claridad del lenguaje, mensajes que se expresar información amenazante, de tal manera
perciben, etc., para corregir inclusive su propia que promueva la comprensión, hablar del desarro-
actuación en circunstancias semejantes. llo del cuadro y una sensación de apoyo continuo.
Haberse presentado con el paciente o familiar,
contar con un espacio privado, asegurar que el mé-
Enseñanza de la comunicación en la clínica dico esté al mismo nivel visual que el que escucha.
El tiempo dedicado a la enseñanza de la comunicación b. La comunicación en un conlicto, este paso ayuda
en la clínica es en general pobre, algunas universidades a disminuir la posibilidad de conlictos dentro de la
le dedican menos del 5% del currículo y en las residen- relación con el interlocutor, a través de seis pasos
cias, éste se reduce aún más. El entrenamiento continuo para lograr un adecuado rapport:
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RESUMEN. Algunas consideraciones éticos y profesionales para el paciente terminal.
Dra. Asunción Álvarez
Antes de revisar las decisiones médicas relacionadas con el final de la vida, hay que tomar en cuenta
que estas varían en función de la condición médica del paciente y de que éste tenga o no la posibilidad
de expresar su voluntad. También es necesario considerar dos aspectos éticos centrales: el derecho del
paciente a recibir la mejor atención al final de su vida y su derecho a decidir sobre la misma. Es decir,
se trata de cumplir, por un lado, el objetivo de la medicina de aliviar cuando no se puede curar, apoyar
y acompañar; y por otro, de respetar la autonomía de los pacientes y entender que entre las personas
hay diferencias en lo que quieren a lo largo de su vida y esto también sucede cuando llegan al final.
Es un hecho que el médico y el paciente no siempre ven las cosas de la misma forma y que el efecto
positivo de una acción terapéutica puede ir acompañado de otros muy desagradables. Un médico que
atiende a un paciente con enfermedad terminal puede considerar más importante intentar curar o alargar
sus días, mientras que el paciente puede preferir conservar una mejor calidad de vida, aunque ésta se
acorte.
Reconocer la autonomía del paciente no quita a los médicos la responsabilidad por sus acciones,
simplemente hace que la compartan con él, lo cual requiere dedicar tiempo (un recurso especialmente
escaso cuando la carga de trabajo institucional es abrumadora) y calidad en la comunicación con ellos.
Ahora bien, se sobrentiende que cuando el paciente no tiene autonomía para decidir, alguien debe
hacerlo en su nombre (como es el caso de los menores y de los pacientes mentalmente incompetentes).
Cuando se trata de pacientes menores que entienden su situación, aunque legalmente no se reconozca
un “consentimiento informado”, es importante tomar en cuenta su “asentimiento informado”. El caso
de los pacientes que sí fueron mentalmente competentes y dejaron de serlo merece otra consideración.
Por un lado, su anterior derecho a la autonomía cede el lugar a la beneficencia; por otro, es posible que
1
hayan establecido una voluntad anticipada cuando aún tenían la capacidad, con lo cual, se mantiene su
autonomía.
1 Además, se entiende que hay situaciones de emergencia en que se debe actuar con
rapidez y no se puede contar con el consentimiento del enfermo.
2 Puede ser buena desde la perspectiva del que muere. Una muerte repentina y no
esperada es, generalmente, más dolorosa para los sobrevivientes porque no pudieron
ni prepararse ni despedirse de la persona fallecida.
2
que inicien el contacto con los pacientes y se enfrenten por primera vez a la muerte, contarán con una
referencia práctica que les quedará como un modelo a seguir.
Para concebir cómo sería una conversación entre médico y paciente que incluya hablar de la muerte
debe considerarse que ésta se da en el contexto de una relación. El médico debe haber favorecido la
confianza y la comunicación para que el paciente se sienta tomado en cuenta y se sienta con la libertad
de preguntar. Esto significa que el médico no introduce el tema de la muerte de la nada, sino que
responde al paciente, quien le indicará, con sus preguntas, cuándo está preparado para escuchar la
terrible noticia que teme. Quizá después de que el médico le haya informado que el tratamiento no está
resultando como esperaban y que no se justifica continuarlo porque le haría más daño que bien.
Bibliografía
3
Aspectos éticos y legales en el campo de la medicina y la psicología médica1
Introducción
En el campo médico contemporáneo, es obligatorio que el clínico tenga un conocimiento integral tanto de
sus pacientes, como de los aspectos éticos y legales de su práctica. Previamente se consideraba que el sentido
común y la “educación en casa” eran suficientes para la toma de decisiones ante problemas éticos y legales,
hoy no lo son; y el costo de no tomar en cuenta estos aspectos en la práctica médica –además del legal– es
elevado, pues se ponen en riesgo dos elementos fundamentales del ser humano: su dignidad y su libertad.
Las cuestiones éticas y legales de la medicina permean en situaciones que a diario se presentan, por ejemplo,
al seleccionar un tratamiento, al considerar una hospitalización, al abordar la vida sexual de un paciente, al
mantener el secreto médico incluso fuera de la clínica, cuando se requiere de consentimiento para maniobras
diagnósticas y terapéuticas, etcétera. También se vive bajo una amenaza permanente de demandas por mala
praxis, que conlleva el ejercicio de una medicina defensiva; y que puede deberse en gran parte al
desconocimiento de la llamada lex artis, entre otros tópicos.
La práctica médica ha estado regulada por la autoridad desde la edad antigua, como en el Egipto del siglo
XVI a.C., donde no se castigaba al médico cuyo paciente fallecía, pero sí al que experimentaba con
tratamientos cuestionables que producían la muerte del paciente. También están el juramento hipocrático,
que constituyó un canon tanto para la cultura clásica como para la Edad Media; y, posteriormente, el proceso
de Núremberg, que mostró al mundo lo que puede suceder cuando el poder absoluto se ejerce sin vinculación
a la moral, como lo acontecido durante el régimen Nacionalsocialista alemán. Esto nos lleva a reflexionar
que como médicos y científicos debemos resolver de manera responsable y respetuosa los dilemas generados
por el desarrollo científico, así como aquellos asociados a la vida, la muerte, la maternidad/paternidad, la
familia, la herencia genética, la libertad, las emociones y lo que que significa ser humano.
En el Código de Nuremberg, publicado en Ginebra en 1948, se establecen los lineamientos que se deben
seguir en la investigación con seres humanos, incluyendo las condiciones necesarias para el consentimiento
informado. A éste le siguieron otros documentos como la Declaración de Helsinki (en 1964) por la
Asociación Médica Mundial, cuya revisión y actualización más reciente fue llevada a cabo por dicho
organismo en 2013.
Las palabras ética (del griego éthikós: “relativo a la manera de ser”) y moral (del latín moris: “relativo a
costumbre” o “manera de vivir”), tienen significados distintos aunque relacionados. Moral se refiere al
conjunto de comportamientos y normas que son considerados como válidos bajo un juicio de lo bueno y lo
malo; mientras que ética es una disciplina que busca reflexionar sistemáticamente por qué tales
comportamientos o normas son válidos y cómo éstos contrastan entre personas y grupos sociales. La
deontología (del griego déon, “deber” y lógos, “estudio”), por otra parte, sistematiza las prohibiciones y las
ordenanzas formulando los códigos que pretenden normar el comportamiento. La axiología (del griego axios
“valioso” y logos “tratado”) es la rama de la filosofía antropológica que estudia la naturaleza de los valores
y juicios de valor. De manera que la creación de un reglamento o un código ético en una institución, sería
el ejercicio de la deontología, que se fundamenta en los principios y metodología de la ética.
El término bioética es un neologismo acuñado por el oncólogo Van Rensselaer Potter, que se define como
“el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario,
en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y de los principios morales”. Así, lo que la
bioética estudia y valora es el acto biomédico, con un enfoque especial en la relación médico-paciente. La
conducta del médico es éticamente aceptable si ésta lo dignifica y perfecciona como profesional de la salud.
Lo perfeccionará y dignificará como tal, si dicha conducta está dirigida a beneficiar, aliviar, perfeccionar o
desarrollar a su paciente.
Desde el punto de vista de la bioética, la persona tiene un valor absoluto por su naturaleza sustancial y
dignidad intrínseca, que la hacen única, irrepetible e insustituible. Por eso, el individuo ha de asumir estas
características ejerciendo una conducta que promueva su dignidad; entonces, tal comportamiento será
reconocido como bueno y su consecuencia como un bien.
Como se ha dicho, la relación médico-paciente es uno de los ejes centrales en el estudio de la bioética, pues
a través de ella el paciente logra acciones que lo sanan, lo alivian y promueven su desarrollo. El médico, a
su vez, asume una práctica profesional con responsabilidad, en un sistema que tiene por objeto el
compromiso hacia un fin común, que sería restaurar la salud o promover el desarrollo integral de la persona
hacia un funcionamiento óptimo (p.ej. en psicoterapia), dentro de una realidad biológica, emocional, social,
familiar y espiritual; de no ser esto posible, la relación terapéutica ha de lograr el alivio del malestar o
consuelo ante éste. Así, las acciones terapéuticas podrán tener un sentido humanista en que se respete ante
todo la libertad responsable del paciente y se reconozca la dignidad de ambos.
Todo esto no es tarea fácil, pues la toma de decisiones necesita una metodología específica para valorar un
acto humano como aceptable desde el punto de vista ético, hemos de observarlo desde diversos puntos de
vista y no simplemente obedecer a un juicio moral inmediato.
La ética, al ser una disciplina humanística, enfrenta diversos problemas con una postura que no es universal;
por ejemplo, en el caso de la eutanasia, en el que distintas escuelas de pensamiento filosófico inspiran
diversas perspectivas que han de ser defendidas, sostenidas, estudiadas y discutidas a menudo en casos
particulares, para tomar así la decisión que conserve al máximo la dignidad humana. El naturalismo
sociobiologista es la primera de estas escuelas y se propone una ética basada en el evolucionismo como
corriente filosófica más que como teoría científica, niega así cualquier cualidad específicamente humana de
la experiencia de la verdad, del bien o de la belleza, mas que el de servir a la supervivencia de la especie
humana, entonces, la especie tiene prioridad respecto al individuo.
Por otra parte, está el liberalismo, que en el último siglo no sólo ha tenido impacto en las ciencias de la
salud, sino también en la sociología, la pedagogía y las ciencias políticas. Para éste, lo más importante es el
pleno derecho de propiedad sobre uno(a) misma(o); el individuo es pleno propietario de su cuerpo, su vida
y su alma; y tiene derecho a alquilar sus propios talentos, vender sus órganos, arruinar su salud, suicidarse,
etcétera. En la bioética, esta posición –que también se clasifica como individualista– se ha mantenido sobre
todo alrededor de la sexualidad y la procreación, incluyendo el aborto.
Al inicio de la relación médico-paciente, este último se reconoce a sí mismo como incompetente por el
estado de vulnerabilidad en que se encuentra (p.ej. enfermedad, ignorancia), recurriendo a otro, en este caso
al médico, quien posee los conocimientos y el acceso a recursos que pueden disminuir la limitación que
implica la condición patológica del paciente, que le impide el equilibrio e integración de las instancias
biológicas, sociales, psicológicas y espirituales en una totalidad funcional.
Implícitamente en este proceso, el médico es reconocido como superior por sus conocimientos, experiencias
y destrezas; mientras que el paciente adopta una postura receptiva y vulnerable. Esta posición receptiva y
de desventaja sólo se puede adoptar si la confianza en el otro prevalece; confianza en que el médico es fiel
a su misión o vocación (el bien del paciente), misión que también lo dignifica y perfecciona.
Los principios éticos (o bioéticos) fundamentales en la práctica médica son los de beneficencia-no
maleficencia, autonomía, justicia, respeto (hacia el valor intrínseco de la persona) y veracidad (respeto a
la verdad u honestidad). Todos deben ser ponderados tanto en las decisiones clínicas como en la
investigación, aunque el de beneficencia ocupa la cúspide de la jerarquización. Tal orientación ha tomado
la práctica de la medicina desde hace 2,500 años, a partir del Corpus Hipocrattum. De manera asociada, la
vida también está colocada en la cúspide de la escala axiológica (o de valores) de la práctica médica.
El entendimiento de lo que es el bien del paciente o lo que le beneficia es ontológico, es decir, obra en
conveniencia de que lo perfeccione o dignifique de alguna forma como ser humano (curar, sanar, aliviar,
mejorar su estado físico o psicológico, etcétera). El médico, entonces, actúa en función de lo que es el bien
ontológico del paciente. El principio de beneficencia ya implica el de no maleficencia, el famoso primum
non nocere (“primero que nada, no dañar”), cuya prioridad se señala en el Corpus Hipocrattum.
La transgresión al principio de beneficencia ocurre cuando: a) los conocimientos del profesional de la salud
no son adecuados en un acto médico (impericia simple o temeraria), b) el médico no cumple su obligación
habiendo tenido la oportunidad de hacerlo (negligencia) o c) la actuación del médico tome una dirección
determinada por un interés personal, por sobre el del paciente (conflicto de intereses).
Como ya se ha dicho, la relación médico-paciente es con frecuencia desigual o asimétrica. Para que las
decisiones se tomen dentro de los límites éticamente válidos, la propia sociedad ha establecido normas
legales que hacen obligatoria la observación de los principios éticos fundamentales para acercar dicha
relación —lo más posible— a la igualdad, y toma la forma de un contrato entre prestador y usuario de un
servicio.
Las normas legales que emanan de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como de
la Ley General de Salud, los códigos penales/civiles, las normas oficiales, los códigos de ética, entre otros,
validan y reconocen la dignidad humana, el libre desarrollo de la personalidad, la no discriminación, la
libertad individual y la protección a la salud como derechos humanos fundamentales. De tal forma que los
fundamentos éticos adquieren obligatoriedad al ser reforzados por los jurídicos, que tienen a su vez el poder
de la sanción en caso de faltar a su observancia.
El quehacer ético del médico puede resultar más complicado si se toman en cuenta estos principios. Con
frecuencia, la amplia gama de enfermedades parece de inicio inabordable, es importante que el profesional
de la salud acepte que hay puntos oscuros que todavía se llenan de especulaciones e hipótesis que no siempre
pueden comprobarse; y, aunque eso sea una característica inherente a la vida humana, la filosofía, la ciencia,
las leyes e incluso la religión pueden ayudar a aportar luz ante la incertidumbre y la vacilación.
Hay tres temas que resultan más relevantes en la práctica médica desde el punto de vista de la bioética: el
consentimiento informado, así como el secreto y la responsabilidad profesional.
Consentimiento informado
La aceptacíon universal de que un sujeto tiene capacidad de decisión por defecto y, por ende, derecho a
tomar decisiones sobre su persona y salud, originó la teoría del consentimiento informado. Es de particular
interés porque incluye por completo los principios bioéticos que dan sustento a la práctica médica, y se le
considera la piedra angular de la relación médico-paciente. Se sustenta en tres principios bioéticos
fundamentales: respeto a la autonomía de la persona, justicia y beneficencia-no maleficencia.
Por lo tanto, el consentimiento informado es la aceptación voluntaria, autónoma y libre que proporciona un
paciente, en pleno uso de sus facultades, para someterse a un procedimiento diagnóstico, quirúrgico o
rehabilitador propuesto; de modo que todo el equipo médico tiene la obligación ética y legal de informar
sobre los procedimientos que se propone implementar y de obtener del paciente la autorización para ejercer
ese acto específico sobre su persona. Las posibilidades de aceptación o rechazo deben ser aceptadas por el
equipo médico, sin que se altere su respeto por la dignidad del paciente.
1. Información. Debe contener los riesgos y beneficios del tratamiento, además de las alternativas
existentes.
2. Voluntariedad. El paciente debe aceptar de manera completamente voluntaria y sin ningún tipo de
coerción o condicionamiento mas que sus propios valores e intenciones.
3. Capacidad (competencia). Definida como la posibilidad del paciente para comprender la situación a la
que se enfrenta, junto con sus riesgos y beneficios, además de los cursos de acción con las consecuencias
posibles de cada uno de ello; para así tomar, expresar y defender una decisión que sea coherente con su
propia escala de valores.
El elemento que ha generado mayor controversia ha sido la capacidad, pues reconocer o no su existencia
históricamente ha afectado la posibilidad de que dicho individuo ejerza sus derechos y obligaciones con
autonomía, al grado de someterlo a tratamientos en contra de su voluntad que incluso podrían constituir
tratos inhumanos o degradantes; un ejemplo es el estudio de sífilis de Tuskegee, realizado entre 1932 y 1972
para estudiar la progresión de la sífilis no tratada en hombres negros rurales en Alabama, el cual ilustra con
claridad el abuso de la asimetría de poder en la medicina.
Siempre existe la posibilidad de que el clínico se vea ante la disyuntiva de ejercer el principio de
beneficencia-no maleficencia (con todo el “paternalismo” que pueda implicar su decisión) o de justicia,
mientras limita el principio de autonomía del paciente. Con respecto a esto, Appelbaum ha propuesto los
siguientes criterios de capacidad, con la finalidad de facilitar al médico la toma de decisiones para que —al
valorarlos en el paciente— le ayuden a esclarecer su competencia y, por tanto, su nivel de autonomía:
Una transmisión exitosa de la información requiere de su ofrecimiento por parte del médico y su
comprensión por parte del paciente. Dicha información debe además ser clara, veraz y oportuna; incluir
todo aquello que se relacione con su enfermedad, diagnóstico, tratamiento, alternativas de abordaje y
pronóstico.
La misma deferencia al principio bioético de la autonomía del paciente es la base de las políticas relativas a
la voluntad anticipada y la toma de decisiones por alternos. En los casos en que se decida que un individuo
—a través de una determinación clínica o legal— carece de capacidad de decisión, una directiva o voluntad
anticipada —en la forma de un documento que especifique los deseos de un individuo sobre la atención
futura o la asignación de un sustituto previamente designado él— puede ser invaluable para dirigir la
atención. Cuando se trate de un paciente incapaz (o con competencia mínima), se puede otorgar la
información a sus representantes o alternos: la pareja, los padres, el tutor testamentario, legítimo o dativo,
familiares en segundo grado o quien determine la autoridad en ausencia de los anteriores; y de ellos obtener
la autorización del procedimiento a realizar.
Otro punto crucial en la bioética es el secreto profesional, sobre el cual se ha escrito abundantemente pero
en la práctica poco se conoce o se respeta. Primero, cabe destacar la naturaleza del secreto profesional
médico, que consiste en su compromiso y deber para mantener en secreto la información que el paciente le
ha confiado, en estrecha relación con el respeto a su intimidad y, por consecuencia, su dignidad.
Cualquier utilización, aun vana, de la información otorgada por la o el paciente constituye una transgresión
del secreto profesional. El juramento de Hipócrates expresa en forma textual: “todo cuanto en el trato con
los demás, tanto en el ejercicio de la profesión como fuera del mismo, viere u oyere, que no deba divulgarse,
lo consideraré absolutamente como un secreto”.
Todo individuo cuya ocupación se relaciona con la provisión de servicios de salud, es responsable de que
la información del paciente se maneje con discreción y respeto a su dignidad; además, al revelar un secreto,
se puede producir daño moral o físico a su persona y familia, ocasionando males económicos o sociales
difícilmente reparables. Los profesionales de la salud y juristas que conocen el tema saben que el secreto
médico es circunstancial en la práctica y requiere de la ética y del derecho para ser efectivo, pues —
nuevamente— en la práctica los clínicos no siempre parecen observar la confidencialidad como un
requerimiento absoluto.
No obstante lo anterior, el secreto profesional puede o debe ser vulnerado bajo situaciones específicas (o
bajo una causa justa), tales como las necesarias para: 1) la atención a pacientes menores de edad, por
motivos de salud pública sobre enfermedades de notificación obligatoria (pacientes con virus de
inmunodeficiencia humana-síndrome de inmunodeficiencia humana, VIH-SIDA, o en el caso de la
tuberculosis); 2) el acceso del paciente a su propia historia clínica bajo solicitud por escrito; 3) el acceso de
terceras personas al expediente físico o a través de sistemas informáticos; 4) la evaluación del paciente por
una tercera persona; 5) en la práctica forense (sólo bajo solicitud de un juez); 6) el acceso a los datos del
paciente por personal en formación; o 7) cuando se debe avisar al Ministerio Público, en caso de
internamiento involuntario, sospecha de abuso infantil/geriátrico, riesgo inminente a un tercero o delito
declarado por el paciente, entre otros.
Está ampliamente demostrado que no sólo es obligación del equipo médico hacer anotaciones de todo lo
que sea o pueda ser importante en la evolución del padecimiento, sino que es también protección jurídica
para el mismo personal. Como consecuencia, adquiere una gran importancia elaborar el expediente clínico,
así como vigilar, supervisar, evaluar y corregir de inmediato los procedimientos para su elaboración,
integración y almacenamiento. En este sentido, los ordenamientos legales —específicamente la Norma
Oficial Mexicana del expediente clínico— destacan que los expedientes son propiedad de la institución y
del prestador de servicios, pero la información ahí asentada le pertenece al paciente y obliga al tenedor a
conservarlos por un periodo mínimo de cinco años, contados a partir de la fecha del último acto médico. La
misma norma estipula que el uso del expediente clínico es para asistencia médica, enseñanza, investigación,
así como de carácter administrativo y médico-legal; es decir, constituye un documento que legitimiza el
acto médico ante el Estado.
Responsabilidad profesional
En la medicina actual, la imagen del médico ha sufrido una clara transformación ante la sociedad: quedó
atrás el artista que cura y atiende, ahora —en su lugar— está el técnico y científico que hace a un lado la
relación éticamente cálida entre él y su paciente, lo que le pone en riesgo de ser sometido a escrutinio social
y legal de manera justa o injusta; es decir, de ser designado legalmente como responsable de un acto.
Responsabilidad civil. Es aquella a la que se encuentra sujeto el médico en caso de incumplimiento de sus
deberes y obligaciones. Ésta proviene de un convenio de tipo civil y considera la reparación del daño o
perjuicio (usualmente económica) derivado de la obligación de responder ante los demás por actos propios
o de quienes estén bajo el servicio del profesional de la salud. Suele darse por el incumplimiento de
contratos.
Responsabilidad penal. Se define como la obligación de responder ante la sociedad cuando se ha cometido
un delito, el cual es un acto u omisión descrito en el Código Penal, que contraviene la Ley y que además de
requerir reparación del daño, puede ameritar la suspensión temporal o definitiva del ejercicio de la profesión,
o —incluso— la privación de la libertad. El personal de la salud puede incurrir en un delito y contravenir
diversas leyes desde su práctica profesional bajo tres condiciones necesarias: 1) haber cometido una acción
incorrecta u omisión dentro del acto médico, 2) haber provocado un mal o daño efectivo y concreto, y 3)
que haya una relación de causa-efecto.
Hay otras formas de incurrir en responsabilidad: mediante impericia, la cual se refiere a la falta de
conocimientos técnicos o científicos o de destrezas, que deben exigirse de acuerdo al grado académico real
del profesional; impericia temeraria, que alude a la exposición innecesaria a riesgos por falta de
conocimientos; y negligencia, que es la omisión al cumplimiento de un deber a sabiendas de ello y teniendo
los recursos necesarios para hacerlo. También se puede actuar mediante dolo, que se refiere a la
maquinación o artificio teniendo la intención de dañar; este último corresponde a un campo más amplio
dentro de la responsabilidad criminal.
El quejoso —es decir, el usuario insatisfecho o dañado— podrá hacer valer sus derechos en el ámbito de
impartición de justicia que más le convenga: si lo que pide es remuneración económica, lo hará ante un juez
civil y su argumento será el daño moral; si lo que quiere es que se sancione al médico que incumplió con el
contrato, podrá hacerlo ante un juez penal o bien ante autoridades administrativas (como la contraloría
interna de cada institución); en tanto que si pretende una solución de carácter más amigable (por ejemplo,
que el médico reconozca su error e intente repararlo), quizá recurra a las Comisiones de Arbitraje Médico.
Conclusiones
Hay habilidades esenciales para la resolución ética de problemas que puede usar el profesional de la salud.
Ninguna disciplina médica es inmune a dilemas éticos difíciles, y cualquier médico o investigador podría
beneficiarse de la adquisición y el desarrollo de las siguientes seis habilidades: 1) reconocer los problemas
éticos a medida que surgen, 2) comprender cómo los valores personales afectan la atención que uno brinda,
3) ser consciente de los límites de sus conocimientos y habilidades, 4) apoyarse de otras/otros profesionales
en dilemas éticos particulares, 5) identificar situaciones con mayor probabilidad de producir conflictos
éticos, y 6) incorporar salvaguardas éticas en el trabajo (p.ej. establecer los límites de la confidencialidad
por adelantado, desarrollar documentos de consentimiento informado fáciles de usar o dar tiempo suficiente
para aclarar dudas durante el proceso de consentimiento).
Bibliografía
1
López Munguía, F. (2018). Aspectos éticos y legales en el campo de la salud mental. En J.R. de la Fuente
y G. Heinze (Eds.), Salud mental y medicina psicológica (pp. 549-568) (3ª ed.). McGraw-Hill
Interamericana.