Laudato Si
Laudato Si
Laudato Si
Las primeras palabras de Laudato Si son en italiano y se traducen como «alabado seas».
Forman parte de una cita del «Cántico de las criaturas» de san Francisco de Asís que abre la
encíclica en la que el santo alaba a Dios meditando sobre la bondad del sol, el viento, la
tierra, el agua y otras fuerzas naturales.
El primer capítulo, «Lo que le está pasando a nuestra casa común», resume el
alcance de los problemas actuales relacionados con el medio ambiente. Entre los temas
tratados se encuentran la contaminación, el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida
de biodiversidad y la desigualdad global.
El segundo capítulo, «El Evangelio de la Creación», se basa en la Biblia como
fuente de conocimiento. Los relatos de la creación del Génesis se interpretan como una
orden de cultivo responsable y protección de la naturaleza. Los intentos pasados de
justificar el dominio absoluto del hombre sobre otras especies «no son una interpretación
correcta de la Biblia» (LS 67). El mundo natural se presenta además como un don, un
mensaje y una herencia común de todos los pueblos.
«Capítulo 3: Raíz humana de la crisis ecológica» explora las tendencias sociales y
las ideologías que han causado los problemas medioambientales. Entre ellas se encuentran
el uso irreflexivo de la tecnología, el impulso de manipular y controlar la naturaleza, la
visión de los seres humanos como algo separado del medio ambiente, las teorías
económicas de enfoque estrecho y el relativismo moral.
El «Capítulo 4: Una ecología integral» presenta la principal solución de la encíclica
a los actuales problemas sociales y medioambientales. La ecología integral afirma que los
seres humanos forman parte de un mundo más amplio y pide «soluciones integrales que
consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales»
(LS 139). Mientras que el estudio de los ecosistemas es bien conocido en la ciencia de la
ecología, la ecología integral amplía este paradigma para considerar las dimensiones éticas
y espirituales de cómo los seres humanos deben relacionarse entre sí y con el mundo
natural, basándose en la cultura, la familia, la comunidad, la virtud, la religión y el respeto
por el bien común.
«Capítulo 5: Algunas líneas de orientación y acción» aplica el concepto de ecología
integral a la vida política. Pide acuerdos internacionales para proteger el medio ambiente y
ayudar a los países de bajos ingresos, nuevas políticas nacionales y locales, una toma de
decisiones inclusiva y transparente, y una economía ordenada al bien de todos.
Por último, el «Capítulo seis: Educación y espiritualidad ecológica» concluye la
encíclica con aplicaciones a la vida personal. Recomienda un estilo de vida centrado menos
en el consumismo y más en los valores intemporales y duraderos. Pide una educación
medioambiental, la alegría por el entorno, el amor cívico, la recepción de los sacramentos y
una conversión ecológica en la que el encuentro con Jesús lleva a una comunión más
profunda con Dios, con los demás y con el mundo de la naturaleza.