Cortos 8

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Isaías y los serafines

La abrasadora purificación de los labios de Isaías

Las palabras de Isaías están entre las profecías más amadas de toda la
Biblia. Antes de que comenzara a recibir la profecía del Señor, Isaías se sometió a
un ritual de iniciación en el Templo. Su boca fue limpiada con un carbón ardiente
tomado del altar. Entonces un serafín declaró: «Con este carbón he tocado tus
labios, para remover tu culpa y perdonar tu pecado» (Isa. 6:7). ¿Por qué era
necesario quemar los labios de Isaías?

Los serafines asistieron por encima de él

Al igual que los ángeles, los serafines son mensajeros divinos: su trabajo
consiste en proclamar la gloria de Dios. Con voces magníficas proclaman: «Santo,
santo, santo», sacudiendo los cimientos del Templo (Isa. 6:3-4) y, además, tienen
un trabajo adicional: custodiar el trono del Señor como el Santo de los Santos;
para esto usan el fuego. La palabra hebrea seraphim (‫ )ְּׂש ָר ִפים‬proviene de la raíz
SRF (‫ )שרפ‬que significa «llamear». Los serafines son «quemadores» con seis alas
que usan el fuego para disuadir a los intrusos.

El significado hebreo de serafín aclara mucho acerca de la famosa primera


visión de Isaías. Esta es precisamente la razón por la que Isaías dice que «el
templo se llenó de humo» (Isa. 6:4). También por la que el serafín usó un «carbón
encendido, que había tomado del altar» para purificar sus labios (Isa. 6:6).
La fruta prohibida

¿Era una manzana?

La descripción del «Árbol del conocimiento del bien y del mal» no da pistas
sobre la especie exacta del árbol. Durante muchos años, se ha pensado que la
fruta era una manzana, sin embargo, en hebreo original no se menciona nunca
una tapuaj, ‫תפוח‬, o manzana. Este mito surgió de un error cometido por san
Jerónimo cuando creó la versión latina de la Biblia conocida como Vulgata, en el
año 382.

Los frutos prohibidos

Entonces, ¿qué fruta era? Las fuentes judías ofrecen varias respuestas:
una nuez (egoz, ‫ ;)אגוז‬un citrón (etrog, ‫ ;)אתרוג‬una uva (gefen, ‫ ;)גפן‬trigo (jitá, ‫;)חיטה‬
o un higo (tená, ‫)תאנה‬. Las dos interpretaciones más extendidas son las de la uva
y el higo, aunque prevalece la del higo, ya que la higuera es el primer árbol que
aparece en el Génesis. Además, el texto relata que cuando Adán y Eva se dieron
cuenta de su desnudez cosieron un taparrabos con la hoja de una higuera.
Siete - Un número milagroso

El siete en la Biblia

¿Qué tienen en común el Shabat, la marcha de Josué alrededor de Jericó y la


festividad judía Shavuot (Pentecostés)? Todos están conectados con el número
siete (sheva). Y no es sólo en estas historias. En muchas otras instancias bíblicas,
el número siete desempeña un papel importante. En el Evangelio de Juan, Jesús
habla de sí mismo usando siete veces la frase "Yo soy". ¿Qué tiene de especial el
siete?

Un numeral sagrado por el cual jurar

En el antiguo Israel, el número siete representaba la perfección divina. Se


consideraba un número poderoso e indestructible porque no se podía dividir por
números comunes pequeños que la gente solía contar con una sola mano. La
palabra para referirse al siete en hebreo - sheva ‫ שבע‬- está vinculada a shevua
‫ שבועה‬- un juramento -. Cuando alguien quería hacer una promesa muy fuerte,
éste haría un juramento diciendo: "que el número siete divinamente perfecto sea
mi testigo de que yo..."

El poder de la lectura en hebreo


Este mes los judíos de todo el mundo celebran Shavuot (‫)שבועות‬, momento en el
que los israelitas recibieron la Torá, 7 semanas después de su éxodo de Egipto.
La Biblia está llena de sietes. Leer una Biblia traducida es como sujetar una sola
vela. Pero, al leer la Biblia en hebreo, usted sostiene una poderosa Menorá de
siete brazos (Ex. 25:37).

El profeta llorón

Una cueva de ladrones

Cuando Jesús entró al Templo y


volcó las mesas de los cambistas,
estaba siguiendo los pasos de uno de
los más grandes profetas del antiguo
Israel. Seis siglos antes, este hombre
había condenado al pueblo por convertir
la Casa de Dios en una «cueva de
ladrones» (Jer. 7:11). Jesús usó
precisamente la misma frase cuando vio
las prácticas comerciales e inmorales
que tenían lugar en el mismo lugar
santo. Este hombre era el profeta
Jeremías.

Elevemos al Señor

Jeremías vivió a finales del siglo VII a.C., y gran parte de su vida la pasó
tratando de evitar que el pueblo judío pecara. Él les advirtió sobre la destrucción
babilónica de Jerusalén. En el hebreo original de la Biblia, el nombre Jeremías es
Yirmiyahu ‫ ִיְר ְמ ָיהּו‬que significa «el Señor (yahu) eleva (yarim)». Esto parece un
nombre demasiado alegre para un hombre conocido como el «profeta que llora».
Aunque, de hecho, este nombre es perfectamente apropiado.
¿Saulo o Pablo?

Apóstol Pablo, ciudadano romano

El apóstol Pablo era un ciudadano romano, y como tal, tenía un nombre


latino. Sin embargo, su nombre hebreo original era «Saulo», probablemente en
honor a Saúl, el primer rey de Israel. Es muy significativo que en el camino a
Damasco, Jesús lo llamara por su nombre hebreo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?» (Hechos 9:4).

Saulo, también conocido como Pablo

En Hechos 13:9 Saulo es llamado «Pablo» por primera vez. Lucas indica
que los nombres eran intercambiables: «Saulo, que también es llamado Pablo». A
partir de este punto, en el Nuevo Testamento se lo llama Pablo (Pavlos, en
griego). La Iglesia siempre ha afirmado que Saulo renunció a su antiguo nombre y
tomó un nuevo nombre cristiano para identificarse ya no como judío, sino como
cristiano. ¿Fue realmente así?

Aclarando algunos conceptos bíblicos

Pablo no hizo tal cosa. Encontramos abundantes pruebas de su identidad


judía incluso después de convertirse en un seguidor de Jesús. Es típico que los
judíos de la Diáspora tengan dos nombres; Saulo usaba su nombre hebreo con
sus «hermanos de carne», y su nombre gentil cuando hablaba con gentiles.
El número excepcional: diez

Una base bíblica

Estas tres historias tienen en común el número 10. El Señor castigó a los
egipcios con 10 plagas, Moisés recibió 10 mandamientos, y Jesús sanó a 10
leprosos en su camino a Jerusalén. Son solo algunos ejemplos de las muchas
veces que el sagrado número 10 aparece en la Biblia. ¿Por qué es tan significativo
este número?

El voto de Jacob

En la Biblia, el número diez simboliza el diezmo. La primera persona en


diezmar fue Jacob, después de escapar de su hermano Esaú. Jacob hizo el voto
de darle a Dios una décima parte de lo que le fue dado si Dios lo protegía y le
proporcionaba comida y ropa durante su viaje (Génesis 28:22). ¿Por qué Jacob
eligió diez?

La abundancia del diez

La palabra hebrea para diez es: ‫ ֶע ֶׂש ר‬eser. Está estrechamente ligada a la
palabra: ‫ עֶׁש ר‬osher, que significa riqueza. Cuando damos la décima parte, somos
recompensados con la verdadera riqueza: el amor de Dios. Como dice Jesús:
“Dad, y se os dará” (Lucas 6:38).
Sus hijos sanaron su dolor
La clave: conocer el sentido original

Dos niños bendecidos

En el antiguo Israel no había ninguna tribu de José porque, en realidad,


había dos tribus. Cuando José estaba en Egipto, según el capítulo 41 del Génesis,
el faraón le dio como esposa a una mujer llamada Asenat, quien dio a luz a dos
hijos: Manasés y Efraín.

De las dificultades surgen frutos

José eligió estos nombres para sus hijos porque describían su propia
situación personal. Aunque las explicaciones de estos dos nombres se encuentran
en todas las Biblias traducidas al español, el verdadero sentido solo aparece
cuando se leen en el hebreo original. El nombre Manasés, ‫ְמ ַנֶּׁש ה‬, se basa en la
raíz hebrea nashah que significa «olvidar». José expresa: «Dios me ha hecho
olvidar (nasheni) mis dificultades». Por otro lado, Efraín, ‫ֶא ְפָר ִים‬, se basa en la raíz
hebrea parah que significa «fértil». José dice: «Dios me ha hecho fructífero
(hifrani) en la tierra de mi aflicción».

Profundiza en la palabra de Dios

Durante años, luego de que los hermanos vendieran a José como esclavo,
él sufrió mucho en Egipto. Pero Dios lo bendijo con buena fortuna y al fin logró
alcanzar la prominencia. Gracias al nacimiento de sus dos hijos pudo superar las
dificultades, mirar hacia adelante y encaminarse en un futuro espléndido y fértil.
El verdadero significado de «aleluya»

Lo más sagrado en una sola palabra

La palabra aleluya (‫ )הללויה‬se compone de dos palabras hebreas:

«alelu» (‫ )הללו‬y «Yah» (‫)יה‬.

«alelu» es un llamado grupal para alabar a alguien o algo.

«Yah» es una versión abreviada de «YHVH» (‫ )יהוה‬o Jehová, el nombre más


sagrado del Señor.

Estas dos palabras juntas tienen un alto impacto. Forman una invitación
muy precisa que, en español, se traduciría así: « ¡Hola a todos, alabemos al
Señor!» En el hebreo original solo se necesita una palabra para decir todo eso.

Esta es la razón por la cual miles fieles de todo el mundo, judíos y


cristianos, cualquiera que sea su lengua materna, continúan orando e invocando
esta palabra hebrea sagrada: aleluya.

La auténtica luz de Jánuca


La historia de Jánuca

En contra de lo que se cree popularmente, Jánuca no es una versión judía


de la Navidad. La palabra Jánuca (‫ )חנוכה‬significa «dedicación» en hebreo.
Conmemora la reedificación del Templo Sagrado en Jerusalén, durante la revuelta
macabea del siglo II a.C., contra el Imperio sirio. Después de recuperar el Templo,
los macabeos tuvieron que limpiarlo y restaurarlo. Por fortuna, un frasco de aceite
de oliva quedó puro, sin contaminar, y se utilizó para iluminar y reedificar el
Templo. Milagrosamente, esta pequeña cantidad de aceite, que en teoría debía
alcanzar para solo un día, duró ocho, lo que originó la festividad de ocho días de
duración, la «Fiesta de la dedicación».

La luz de Israel

El símbolo de Jánuca es el «menorá», un candelabro de ocho brazos que


se van encendiendo en cada uno de los días de la festividad. Menorá proviene de
la palabra hebrea ner (‫ )נר‬que significa «llama» o «lámpara». A lo largo de la
Biblia, esta palabra va adquiriendo un significado espiritual más profundo. Por
ejemplo, cuando el rey David envejeció, sus hombres le dijeron que no fuera con
ellos a la batalla, «no vaya a ser que se apague la luz (ner) que alumbra a Israel»
(2 Samuel 21:17). En el siguiente capítulo, David pronunció un magnífico himno de
acción de gracias: «Señor, mi Dios, tú mantienes mi lámpara (neri) encendida; ¡tú
eres la luz de mis tinieblas!» (2 Samuel 22:29).

Enciende una luz con el hebreo

Sabiendo todo esto, no debería sorprendernos que Jesús se refiriera a sí


mismo como «la luz del mundo» (Juan 8:12) y predicara estas palabras: «Si todo
tu cuerpo está lleno de luz, y no participa de la oscuridad, será todo luminoso»
(Lucas 11:36).
¿Hijo "Unigénito"?

¿Es Jesús el Hijo "Unigénito"?

Como dice el versículo más famoso del Nuevo Testamento, "Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16). El término griego
para "unigénito" es μονογενής (monogenés), una palabra compuesta que la
traducción anterior asume que se compone de μόνος (traducido "solo") y γίνομαι
("llegar a ser"). Dos problemas surgen con la traducción de μονογενής como
"unigénito".

Primero, según el prólogo del Evangelio de Juan, Dios no "engendra" al


Hijo; más bien, el ser divino que se encarnaría en Jesús coexiste con el Padre: "En
el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Él estaba
en el principio con Dios" (Juan 1:1-2). Segundo, las Escrituras de Israel describen
a Dios teniendo más de un "hijo", por lo que Jesús siendo el "único" Hijo va en
contra del testimonio bíblico anterior. En lugar de traducir μονογενής como
"unigénito", es más teológicamente exacto entender a Jesús como el "único en su
clase" o "único" Hijo de Dios.

La primera mitad de μονογενής (de monos) puede significar "solo", pero


también puede significar "uno", como en "monoteísmo", la creencia en la
existencia de un Dios. Basado en la suposición de que μονογενής deriva del verbo
γίνομαι ("llegar a ser"), las traducciones tradicionales al inglés hablan de Jesús
como el "unigénito" de Dios. Sin embargo, la última parte de monogenés proviene
de la palabra griega γένος (génos), de ahí el término biológico latino genus, que
significa "clase" o "especie". Por lo tanto, una traducción más literal de μονογενής
es "única en su clase".

Los muchos hijos de Dios

La noción de que Jesús es el Hijo "único", en lugar del "unigénito", tiene


mucho mejor sentido de los datos bíblicos. Según las Escrituras de Israel, Dios
tiene muchos "hijos". Por ejemplo, los "hijos de Dios" celestiales (‫ ;בני האלהים‬benei
ha'elohim) notan a las "hijas de la humanidad" (‫ ;בנות האדם‬benot ha'adam) y
producen a los Nefilim en los días de Noé (Génesis 6:2-4). Moisés declara que
Dios dividió las fronteras nacionales basándose en el "número de hijos de Dios"
disponibles para gobernar a las naciones no israelitas (Deuteronomio 32:8). Estos
mismos "hijos de Dios" aparecen ante el Señor en el concilio divino según el
prólogo de Job (Job 1:6; 2:1) y existen en los cielos antes de la creación terrenal
(Job 38:7). El salmista pregunta: "¿Porque quién en las nubes puede compararse
con el Señor? ¿Quién es como el Señor entre los hijos de Dios (‫ ;בני אלים‬benei
elim), un Dios grandemente temido en el concilio de los santos, y asombroso
sobre todo los que están a su alrededor?" (Salmo 89:6-7). El salmo aclara que si
bien nadie es como Dios en términos de grandeza y exaltación, razón por la cual
el Señor es llamado el "Dios Altísimo" (‫ ;אל אליון‬el elyon) a lo largo de las
Escrituras, existen otros "hijos de Dios" en el reino celestial.

Visión del Génesis

El Nuevo Testamento alude al hecho de que μονογενής significa "único en


su clase", en lugar de "unigénito". La carta a los Hebreos dice: "Por la fe Abraham,
cuando fue probado, ofreció a Isaac, y el que había recibido las promesas estaba
en el acto de ofrecer sus monógenos" (Heb 11:17). Aunque la mayoría de las
traducciones al inglés dicen que el patriarca casi sacrificó a su "único" hijo, su
"único hijo" o su "hijo unigénito" (cf. CEB, ESV, KJV, NASB, NIV, NRSV), todo
lector de la Biblia sabe que Isaac no era el único hijo de Abraham. Sin embargo,
Isaac era el hijo "único" de su padre en la medida en que la descendencia de Sara
era el conducto del "pacto continuo" de Dios con el pueblo de Israel (Génesis
17:19; cf. Romanos 9:7-9). Como el Verbo hecho carne, Jesús es el único Hijo de
Dios, uno que está con Dios y es Dios. Todos los demás hijos celestiales de Dios
están subordinados al Altísimo, mientras que los Monogenés del Señor coexisten
y coinciden con Dios. A medida que se acercan las celebraciones del nacimiento
de Jesús, el Adviento anticipa la llegada del Hijo único del Padre que es apartado
en gloria por encima de todos los demás hijos de Dios.
¿Por qué creó Dios en siete días?

¿Por qué crear el mundo en siete días?

Según el primer capítulo del Génesis, el proceso creativo inicial abarca siete
días: seis para los actos de creación de Dios, y un día final en el que el Señor
descansa de toda esa obra. Este período de siete días es más significativo de lo
que la mayoría de los lectores modernos de la Biblia pueden darse cuenta. Si bien
los debates contemporáneos tienden a centrarse en cuándo ocurrieron estos días
o si constituyen períodos de 24 horas, los antiguos israelitas habrían entendido el
período de una manera muy diferente; es decir, como el período tradicional en el
que se construyeron los templos. El comienzo de Génesis usa los siete días para
sugerir que la creación del mundo por parte de Dios es un proyecto de
construcción de templos; mientras que otros dioses erigen sus templos en siete
días, el Dios de Israel modela el mundo entero como un templo divino.

El antiguo significado de siete

En la literatura antigua de los vecinos de Israel, existen narrativas que


presentan proyectos de construcción de templos que duran siete días. Por
ejemplo, el llamado Ciclo de Baal (un texto antiguo encontrado en la antigua
ciudad de Ugarit en el norte de Siria) describe el templo de Baal que se
establecerá dentro de una semana: "De cedros se construirá la casa [de Baal], de
ladrillos se erigirá su palacio... He aquí, un día y un segundo, el fuego come la
casa, la llama el palacio. Un quinto y sexto día, el fuego se come la casa, la llama
el palacio. He aquí, en el séptimo día, el fuego sale de la casa, la llama del
palacio... Baal se regocija: 'Mi casa la he construido de plata; mi palacio lo he
hecho de oro'". (KTU 1.4 VII). En este caso, la principal deidad cananea siete días
para establecer su templo. Sin embargo, el Dios bíblico descansa "en el séptimo
día" (‫ ;ביום השביעי‬bayom hashvi'i) de toda la obra de la creación. Este número no
es accidental; en la literatura del Antiguo Cercano Oriente, incluidas las Escrituras
de Israel, siete es el número que simboliza la integridad o perfección.

El mundo como templo de Dios

Cuando el Dios de Israel modela el mundo, el escritor sacerdotal de


Génesis 1 enmarca esa creación dentro de un marco de siete días para sugerir
que todo lo que vemos a nuestro alrededor es parte del templo del Señor. Una
antigua polémica está incrustada en esta imagen: mientras que dioses como Baal
tardan siete días en crear un solo templo en una sola ciudad de Mesopotamia, el
Dios de Israel tarda la misma cantidad de tiempo en establecer toda la tierra.
Mientras que otros dioses pueden tener dominio sobre sus espacios sagrados
limitados, el Dios de Israel domina todo el orden creado. Es en el contexto de esta
afirmación teológica que Isaías tiene una visión divina en el templo cuando los
serafines cantan a Dios: "Santo, santo, santo, toda la tierra (‫ ;כל־הארץ‬kol ha'arets)
está lleno de su gloria" (Isaías 6:3). En Génesis, los parámetros temporales
precisos de los siete días no son el punto principal; en cambio, las Escrituras se
ocupan de la superioridad del Señor sobre otras deidades y la visión de nuestro
mundo como la morada sagrada de Dios.

Las 12 tribus en el Nuevo Testamento


La Anunciación de Lucas

Algunas personas piensan por error que las tribus de Israel no tienen
ningún propósito en el Nuevo Testamento. Sin embargo, incluso al comienzo del
Evangelio de Lucas, cuando anuncia el embarazo de María y el nacimiento
milagroso de Jesús, Gabriel dice: «Él reinará sobre la casa de Jacob para
siempre» (Lucas 1:33). Es importante: en las Escrituras hebreas, la expresión «la
casa de Jacob» siempre se refiere a las tribus judías, esto es a los descendientes
de Jacob o Israel.

Lucas conecta a Jesús con las tribus

La Anunciación en Lucas conecta a Jesús con las doce tribus, lo que indica
que las tribus de Israel siguen siendo muy importantes en el Nuevo Testamento.
Encontramos pruebas adicionales y poderosas al respecto al final del Nuevo
Testamento. Podemos leer sobre las puertas de la Nueva Jerusalén:
«inscripciones que correspondían a los nombres de las doce tribus de Israel»
(Apocalipsis 21:12).

El Nuevo Testamento desde otra perspectiva

Los eruditos no están del todo seguros de si los judíos del siglo I esperaban
que las tribus «perdidas» fueran «encontradas» y restauradas. Pero, claramente,
sí eran importantes en ese momento. Por eso es que en la literatura del Segundo
Templo encontramos genealogías de estas tribus. Además, en el Nuevo
Testamento casi todas las tribus son mencionadas por su nombre.

Las mujeres en las enseñanzas de Jesús


Todo está en el equilibrio

Para nuestra sorpresa, las imágenes femeninas no solo están presentes,


sino también en equilibrio con las masculinas en todas las enseñanzas de Jesús.
Hoy en día este balance es apenas lógico, pero en la cultura judía del siglo I el
estatus de las mujeres era completamente diferente del actual. De modo que,
seguramente, a los oyentes de Jesús les conmocionó escuchar personajes
femeninos en sus ejemplos.

Dos mundos complementarios

En el Sermón de la Montaña Jesús dice: «Ustedes son la luz del mundo» e


ilustra su afirmación con dos imágenes. La primera la toma del mundo de los
hombres, pues eran ellos quienes construían las ciudades. La segunda, de la
experiencia de las mujeres. En la sociedad judía, el encendido de las lámparas
hacía parte de las labores para mantener la casa y preparar la comida, por lo tanto
era una tarea de la mujer (de ahí que las mujeres enciendan las velas en Shabat).

Comprende el sentido de sus palabras

El equilibrio entre los hombres y las mujeres en las enseñanzas de Jesús es


inconfundible, y era absolutamente nuevo e inaudito en la cultura judía del siglo I.

¿Considera Dios las apariencias?


¿Por qué fue elegido David?

Cuando Samuel unge a David en Belén, Dios le dice al profeta que no se


concentre en las apariencias externas. Cuando Samuel asume que el hermano
mayor de David, Elíavo, será el ungido, "el Señor le dijo a Samuel: 'No mires su
apariencia ni la altura de su estatura, porque yo lo he rechazado. Porque [el
Señor] no [ve] como el hombre ve: el hombre ve por los ojos, pero el Señor ve en
el corazón'" (1 Samuel 16:7).

Pero cuando David viene de cuidar las ovejas de su padre, la Escritura dice
que "era rubicundo y tenía hermosos ojos y era bueno mirar, y el Señor dijo:
Levántate, unge, porque éste es él" (1 Sam 16:12). La primera palabra divina a
Samuel especifica que Dios no favorece las apariencias externas, pero la segunda
parece sugerir que Dios elige a David basándose en su apariencia favorable.

¿Cuál es? ¿Hay alguna contradicción en estos versículos? La resolución


reside en el idioma hebreo original, que muestra que David no es elegido debido a
ninguna indicación física de destreza militar o distinción real, sino por el contenido
de su corazón.

¿Le importan las apariencias a Dios?

Cuando Samuel asume que Eliav debería ser rey basado en su condición
de primogénito y físico imponente, Dios le dice al profeta: "No mires su apariencia
(‫ ;מראהו‬marehu) o en la altura de su estatura (‫ ;גבה קומתו‬gevoha qomato), porque
lo he rechazado. Porque [el Señor] no [ve] como el hombre ve: el hombre ve por
los ojos, pero el Señor ve en el corazón'" (1 Samuel 16:7). La referencia a la
"altura" de Eliav (‫ ;גבה‬gavoha) anticipa la próxima descripción de Goliat: "su altura
(‫ ;גבהו‬gavho) era de seis codos y un palmo" (1 Sam 17:4). Este lenguaje también
recuerda la descripción del primer rey de Israel, Saúl, que era "más alto (‫;ויגבה‬
va'yigbah) que cualquiera de la gente de sus hombros hacia arriba" (1 Sam 10:23;
cf. 9:2). A la luz del inminente encuentro con el gigante filisteo, uno podría esperar
que el excepcionalmente alto Saúl participara en la batalla, o que Dios nombrara a
Elíavo para el liderazgo, pero la decisión divina de ungir a David no se basa en la
estatura física.

¿Cómo era David?

Aunque David no es tan alto como su hermano mayor o Saulo, la Biblia


todavía dice que el joven pastor tenía "ojos hermosos y era bueno para mirar" (1
Sam 16:12). ¿No sugiere esta descripción que la apariencia externa del niño juega
un papel en su unción? La apariencia de David es significativa, pero no porque
refleje suposiciones convencionales sobre el militarismo, la masculinidad o la
realeza. De hecho, los "hermosos ojos" de David (‫ ;יפה עינים‬yepheh eynayim)
recuerdan un modismo hebreo utilizado en otros lugares de una mujer
estéticamente llamativa. En su descripción de las hijas de Labán, Génesis dice:
"Los ojos de Lea (‫ ;ועיני לאה‬ve'eyney Leah) eran débiles, pero Raquel era hermosa
(‫ ;יפה‬yapheh) en semblante y bonita en apariencia (‫ ;ויפת מראה‬viphat mareh)"
(Génesis 29:17). Para David, tener ojos hermosos sugiere que sus rasgos eran
"bonitos" (‫)יפה‬, una apariencia externa normalmente indicativa de feminidad de
acuerdo con las convenciones estéticas en el antiguo Cercano Oriente.

Es por eso que las Escrituras dicen que cuando Goliat "vio a David, lo
desestimó porque era un niño [que] era rubicundo con una apariencia bonita (‫יפה‬
‫ ;מראה‬yepheh mareh)" (1 Sam 17:42). Goliat no está amenazado por la delicada
fachada de David, pero el coloso no sabe que Dios mira hasta el núcleo. Antes de
ir a la batalla, David le había dicho a Saúl: "Que el corazón de nadie (‫ ;לב‬lev) fallan
debido a [Goliat]. Tu siervo irá y peleará con el filisteo" (1 Sam 17:32). Mientras
que el filisteo físicamente imponente puede burlarse del hermoso pastor, Dios
sabe que David tiene el corazón más fuerte de todos en Israel. Una lectura atenta
del hebreo bíblico revela que no hay contradicción en que el Señor elija a David
como rey: mientras que Samuel asume que la realeza debe basarse en la altura y
la fuerza, como la de Elíavo, Saúl o Goliat, Dios elige a David aunque no tenga
estos indicadores corporales externos; en cambio, el Cielo nombra a los seres
humanos basados en el corazón interior.

Los mensajeros y aliados de Dios


La verdad bíblica sobre ángeles y demonios
Emisarios leales a Dios

En hebreo, la palabra para «ángel» es «‫» ַמ ְלַא ְך‬, «malak», que significa
«mensajero». Un «malak» no es un personaje infantil con pelo rubio y alas
blancas. Por el contrario, luce como una persona adulta, aunque es inmortal y
puede moverse entre el cielo y la tierra. En la Biblia, Dios emplea sus ángeles
como emisarios para llevar mensajes a las personas. A menudo estos ángeles ni
siquiera se perciben como seres sobrenaturales porque su apariencia es como la
de cualquier mortal.

El adversario más grande

Dentro de los seres que habitan el cielo y rodean el trono de Dios, la Biblia nos
cuenta acerca de «‫»ָּׂש ָט ן‬, «Satán», que significa «acusador». A «Satán» la Biblia
no lo describe como un demonio terrible y rojo, con cuernos, cola y tridente. Él no
es la encarnación del mal y tampoco vive entre llamas en el infierno. Simplemente
se trata de uno de los consejeros de la corte celestial que a veces discrepa con
Dios.

“Mujer, quedas libre de tu enfermedad”


Comprende el poder curativo de Jesús

Un sistema matemático sagrado

Según el Evangelio, un sábado mientras enseñaba en la sinagoga, Jesús


vio a una mujer que llevaba lisiada 18 años por un espíritu (Lucas 13:11). El 18 es
un número muy especial en la tradición numerológica judía, según la cual cada
letra tiene un valor numérico:
El significado del 18

Al tomar los números 10 y 8 para formar el 18, obtenemos las letras ‫( ח‬j) +
‫( י‬y). Juntas, estas letras forman la palabra ‫חי‬, jai, que significa «vivo». Así, le
mención de Lucas de los 18 años, que en apariencia no tiene mayor importancia,
adquiere un nuevo y rico significado. Jesús percibió que esta mujer, a pesar de su
terrible estado físico, todavía estaba llena de vida espiritual. El número 18 era la
prueba de que el pulso espiritual de la mujer estaba vivo.

Jesús y las cañas


Entre las cañas

Según el evangelio de Juan, Jesús convirtió el agua en vino durante una


boda en una ciudad llamada «Caná de Galilea» (Juan 2:1). Se trata de un
pequeño pueblo que apenas se menciona en otras partes de las Escrituras.
Entonces, ¿por qué es un detalle importante? En el hebreo original de la Biblia, la
palabra caná ‫ קנה‬significa «caña» o «carrizo», una hierba alta y fuerte que crece
en los humedales, similar al bambú. El héroe del Antiguo Testamento, Moisés,
comenzó su camino hacia la grandeza cuando fue descubierto por la hija del
faraón en una canasta entre el carrizal (Éxodo. 2:5). ¡Qué apropiado que el héroe
del Nuevo Testamento, Jesús, también haya realizado su primer milagro entre las
cañas!

Una caña en su mano

Así como fue exaltado por las cañas al comienzo de su ministerio, al final de
su vida, Jesús sufrió también de la mano de las cañas. Primero, los soldados
romanos se burlaron de él al vestirlo como una caricatura del rey. Además de una
corona de espinas sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano en lugar de un
cetro, y luego lo golpearon con ella (Mat. 27:29-30). Y en los últimos momentos
antes de su muerte en la cruz, le dieron de beber de una esponja empapada en
vinagre unida a una larga caña (Mat. 27:48).

¿El número real de la bestia?

¿Qué es "Gematria"?

Hoy en día, la gematría es bien conocida como un método interpretativo


judío que asigna los valores numéricos de las letras hebreas a palabras, frases y /
o oraciones. Luego, al sumar esos valores, busca determinar el "significado más
profundo" del texto. A veces esa conexión es descabellada, pero a veces es
bastante clara. Sorprendentemente, de alguna manera, es rastreable incluso hasta
los tiempos del NT.

En la genealogía de Mateo (que muestra que Jesús era descendiente del


rey David) leemos:

"Así hubo catorce generaciones en total, desde Abraham hasta David,


catorce desde David hasta el exilio hasta Babilonia, y catorce desde el exilio hasta
el Mesías". (Mateo 1:17).

El valor numérico de los caracteres hebreos que forman el nombre del gran
Rey de Israel – David (‫ )דוד‬es 14.

Así es como funciona 14 = (4) ‫ ד‬+ )6( ‫ ו‬+ )4( ‫ד‬

Mateo usa la genealogía para vincular intencionalmente a Jesús con David


numéricamente (a través de una gematría de 14) tres veces. Su punto es que
Jesús es el hijo de David, es decir, el Mesías.

El número de la bestia

En el libro de Apocalipsis, leemos: "Aquí está la sabiduría. Que el que tiene


entendimiento calcule el número de la bestia, porque el número es el de un
hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis". (Apocalipsis 13:18). El autor
dice claramente que se puede calcular el número de la bestia, lo cual es una clara
pista para hacer exactamente eso.

Aunque es casi seguro que la bestia de Apocalipsis no se limita al primer


siglo, cerca del tiempo de la composición de Apocalipsis había un perseguidor
sediento de sangre de los primeros seguidores de Cristo: Nerón. Su nombre y
título en hebreo (Nerón César – ‫ )נרון קסר‬tiene un valor numérico de 666. Según la
tradición, tanto Pedro como Pablo fueron martirizados durante su reinado.

¿El número de Nerón?

Es probable que Nerón fuera una figura simbólica de todas las futuras
persecuciones patrocinadas por el gobierno (personas como Hitler, Stalin, Al
Bagdadi, entre muchos otros). Si la identificación original de la bestia como el
emperador Nerón es correcto, esto explicaría por qué algunos manuscritos
tempranos del Libro de Apocalipsis tienen 616 en lugar de 666 como el número de
la bestia. La diferencia probablemente surgió de la ortografía del nombre de
Nerón, ya que se pronunciaba en latín en lugar de hebreo. En su pronunciación
latina, la "monja" (que tiene un valor numérico de 50) se eliminó en la búsqueda de
ayudar a los lectores a no confundir la identidad del impío emperador romano con
otra persona. Por lo tanto, obtenemos 616 en algunos manuscritos posteriores en
lugar de 666 en manuscritos anteriores (originales). Hay aún más tesoros
escondidos esperando que los descubras cuando comiences a leer las escrituras
desde una perspectiva judía.

Tres días y tres noches


El misterio de Jesús y Jonás, revelado
Los diferentes calendarios

Hay varios detalles que nos pueden ser útiles para analizar esta historia.
Primero, el concepto de los «calendarios diferentes»: los días de la fiesta de
Pascua fueron calculados de maneras diferentes por distintos grupos. La
diferencia entre la fecha farisaica de la Pascua y la fecha saducea, un día antes,
podría explicar la discrepancia entre los Evangelios Sinópticos y el Evangelio de
Juan. Los esenios también usaban su propio calendario y Jesús podría haber
celebrado la Pascua en las instalaciones esenias, de acuerdo con sus fechas.

El ayuno de los primogénitos

Aún más importante es el hecho de que, como galileos, Jesús y sus


discípulos habrían guardado las tradiciones galileas. Una de las diferencias más
importantes entre la celebración de la Pascua de Judea y la de Galilea era un
ayuno especial: el ayuno de los primogénitos. Según la tradición judía, la última
comida antes de ayunar es un evento muy significativo. Por eso, el miércoles por
la noche, Jesús y sus discípulos se reunieron para comer esta última cena
especial, la última comida antes del ayuno.

Ver cumplida la señal de Jonás

Según esta idea, Jesús murió en la cruz el jueves 14 de nisán —el primer
mes del calendario hebreo bíblico— y, en este caso, la señal de Jonás se cumple
con precisión. En este ejemplo partimos de una suposición, sin embargo, nos
permite apreciar lo mucho que nos perdemos por no conocer las costumbres
judías en torno a la Pascua durante la época de Jesús.

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